VENDER O NO VENDER ECOPETROL Más que vender a Ecopetrol, el nuevo Gobierno debe definir la senda estratégica de un activo igualmente estratégico para la Nación, en un país que seguirá siendo dependiente del petróleo para garantizar la estabilidad macroeconómica, en tanto no construya una verdadera política de desarrollo productivo exportador. Ecopetrol está organizado como una industria integrada de petróleo y gas, con negocios en actividades de upstream o exploración y producción (E&P); midstream o procesamiento, almacenamiento y transporte (Cenit); y downstream, aplicado a los negocios de refinación (Reficar) y mercadeo, hasta la industria petroquímica (Esenttia) y biocombustibles (Bioenergy y Ecodiesel).
La estructura competitiva ganadora de una petrolera reside esencialmente en la habilidad para conseguir resultados exploratorios exitosos y hacer crecer sus reservas petroleras. Ecopetrol debe concentrar su foco en el upstream, es decir, en exploración y producción en Colombia y el exterior, como en Brasil y Golfo de México, privilegiando la producción de petróleo convencional y no convencional, así como fuentes nuevas de campos offshore en aguas poco profundas y profundas. Como parte de la estrategia, Ecopetrol no debe distraer recursos y enajenar todas las actividades de midstream y downstream, salvo algunas excepciones, así como deshacerse de proyectos y actividades no rentables como activos improductivos, lo que daría recursos suficientes para enfocarse en sostener la producción actual y proyectar un objetivo de producción no inferior a 1,2 millones de barriles por día (bpd) en el 2026. Entender el crecimiento de la oferta global en los próximos años es crucial para determinar el camino que debe seguir Ecopetrol. Según información de Energy Insights, de McKinsey, si los precios del petróleo promedian los 70 dólares en el largo plazo, se estima que la producción mundial aumentará de 81,8 en el 2017 a 87,8 millones bpd en el 2030. Teniendo en cuenta el declive de los campos actuales y nuevos desarrollos existentes, la producción se situaría en 51,9 millones bpd en el 2030, es decir que 36 millones de bpd de nueva producción petrolera de proyectos, aún no aprobados, serían necesario para satisfacer la demanda. De este nueva oferta, es decir 9,5 millones bpd, o sea el 30 por ciento, provendrá de nuevos campos no desarrollados offshore en aguas poco profundas y profundas, y gran parte de esto procederá de campos en el Brasil y el golfo de México, con regímenes fiscales atractivos, y, por supuesto, de fuentes de producción no convencionales. Otros elementos que ayudarán a mejorar su competitividad en la exploración y desarrollo de campos, como su producción, es crecer mediante fusiones y
adquisiciones, seguir elevando su eficiencia operacional con la reducción de costos unitarios de producción, mejorar procesos críticos y aumentar competencias y habilidades del recurso humano, propio en actividades geológicas y geofísicas, y tecnologías digitales que incluyan offshore y no convencionales. Eventualmente, también el Gobierno Nacional podría continuar con el proceso de capitalización aprobado por la Ley 1118 de 2006, en el cual la Nación conserva el 80 por ciento de las acciones en circulación. En todo caso, Ecopetrol debe establecer una política de dividendos que sea estable y consistente con el cumplimiento de sus objetivos de largo plazo.
¿VENTA DE ECOPETROL? Por estos días se han escuchado algunas voces de respetados líderes de opinión sobre la posibilidad que el Gobierno Nacional enajene sus acciones en Ecopetrol. Las razones que se mencionan son generalmente de índole fiscal e indican que la rentabilidad social de inversiones en infraestructura, que tanto requiere el país para mejorar su competitividad, es muy superior a la de mantener la participación del Estado en Ecopetrol. Mientras tanto, otros se oponen a que el Estado pierda el manejo de la empresa más grande del país, gran generadora de recursos públicos fundamentales para sostener las finanzas nacionales y con una significativa participación en un sector estratégico de la economía. Lo cierto es que cualquier decisión sobre Ecopetrol requiere consultar no solo criterios fiscales, sino también consideraciones de política energética. Es costumbre que en Colombia se mire al sector energético como un simple generador de renta pública y no como una actividad que crea empleo, dinamiza encadenamientos productivos nacionales y regionales, genera competitividad económica y brinda seguridad energética. En este sentido, el debate sobre una posible enajenación de las acciones en la petrolera debe pasar necesariamente por una discusión sobre como encaja dicha decisión en la política energética del país. Me propongo enumerar algunas de las consideraciones e interrogantes que se deberían tener en cuenta en el debate. ¿Existen hoy señales claras de política pública y regulación que incentiven de manera importante la inversión nacional y extranjera en el sector? Cualquier interesado en ofertar por Ecopetrol mirará con lupa si el entorno y las condiciones de inversión son atractivas para crecer su negocio en el largo plazo.
Es un hecho que Ecopetrol tiene una posición dominante en el sector de hidrocarburos, ¿qué consecuencias tendrían para el ramo que un privado reemplace la posición que actualmente tiene Ecopetrol en actividades como la producción, el transporte y la refinación? ¿Requiere el país vender Ecopetrol , o se podría pensar en vender algunos de sus activos? ¿Valdría la pena retomar la idea que se tenía hace unos años con la creación de Cenit de separar la propiedad de la producción de la actividad de transporte de crudo, como sucede con el gas natural? ¿Depende la seguridad energética de nuestro país de que el Estado siga en Ecopetrol, o estaríamos lo suficientemente maduros para que, con adecuadas políticas públicas y señales regulatorias, podamos asegurar nuestra seguridad energética, como sucede en otros países? ¿Las perspectivas de crecimiento de la empresa serían mayores una vez entre a operar un agente privado? Por último, con las condiciones actuales del mercado internacional, ¿cuáles podrían ser los potenciales compradores de Ecopetrol con un músculo financiero y operativo suficientemente grande para hacer que la empresa siga contribuyendo a la industria de los hidrocarburos y a la economía del país? Por supuesto, los temas para considerar no se agotan aquí y requieren de un profundo análisis político y económico. Tampoco olvidemos que los resultados de Ecopetrol del último año han sido muy buenos y que hoy cuenta con una gerencia con un conocimiento profundo de la industria. Lo confirma la decisión reciente de la agencia Moody’s, que subió su calificación de crédito y reafirmó la calificación de grado de inversión. En cualquier caso, lo prioritario es que el gobierno entrante tome las decisiones que revitalicen el sector de petróleo y gas, y que permitan regresar a los niveles de inversión en exploración y producción de hace algunos años. Sin esto, cualquier discusión sobre la enajenación total o parcial de las acciones de Ecopetrol o de algunos de sus activos, caería en saco roto.
Upstream La industria petrolera se encuentra dividida en tres grandes sectores: upstream, midstream y downstream. Al upstream también se lo conoce como sector de exploración y producción (E&P).123 Este sector incluye las tareas de búsqueda de potenciales yacimientos de petróleo crudo y de gas natural, tanto subterráneos como submarinos, la perforación de pozos exploratorios, y posteriormente la perforación y explotación de los pozos que llevan el petróleo crudo o el gas natural hasta la superficie.
Con el desarrollo de métodos para extraer gas metano de vetas de carbón,4 se ha producido un cambio significativo hacia la inclusión del gas no convencional como parte del sector upstream, así como también los desarrollos correspondientes al procesamiento y transporte de gas natural licuado
Midstream La industria petrolera se encuentra dividida en tres grandes sectores: upstream, midstream y downstream. El sector midstream incluye el transporte, ya sea por tuberías, ferrocarril, barcaza, o camión, el almacenamiento y la comercialización al por mayor de productos crudos o refinados derivados del petróleo. Ductos y otros sistemas de transporte pueden ser utilizados para trasladar petróleo crudo desde los sitios de producción a las refinerías y entregar los diversos productos refinados a los distribuidores del downstream.1 23 Las redes de gasoductos de gas natural recolectan gas de las plantas de procesamiento de gas natural y lo transportan hasta los consumidores downstream, como son las empresas de servicios públicos locales. Las operaciones midstream generalmente incluyen algunos elementos de los sectores upstream y downstream. Por ejemplo, el sector midstream puede incluir plantas de procesamiento de gas natural que purifican el gas natural crudo, y remueven y producen azufre elemental y gas natural líquido como productos terminados
Downstream La industria petrolera se encuentra dividida en tres grandes sectores: upstream, midstream y downstream. El sector downstream se refiere comúnmente a las tareas de refinamiento del petróleo crudo y al procesamiento y purificación del gas natural,123 así como también la comercialización y distribución de productos derivados del petróleo crudo y gas natural. El sector downstream llega hasta los consumidores con productos tales como la gasolina, el querosén, los combustibles aeronáuticos, el gasóleo, el fueloil, lubricantes, ceras, asfalto, gas natural y el gas licuado del petróleo, así como cientos de petroquímicos. Las operaciones midstream son consideradas generalmente como parte del sector downstream.
Offshore Offshore u offshoring es un término del idioma inglés que literalmente significa "en el mar, alejado de la costa", "ultramar" pero es comúnmente utilizado en diversos ámbitos para indicar el traslado de un recurso o proceso productivo a otro país
Ámbito empresarial[editar] Artículo principal: Offshoring
En términos empresariales, el offshoring se utiliza como sinónimo de deslocalización. Designa la actividad, por parte de empresas con sede en un determinado país, de trasladar o construir fábricas o centros de producción en otro país, donde por lo general enfrentarán menores costos en mano de obra, menor presión en leyes laborales, menor cantidad de normativas gubernamentales, reducción de otro tipo de costos, u otros beneficios cualesquiera desde el punto de vista del lucro económico para la empresa.
Ámbito financiero[editar] En el ámbito financiero se conoce como centros financieros offshore a los establecidos en jurisdicciones con un nivel impositivo muy bajo (paraísos fiscales), que generalmente se encuentran en islas (de ahí la utilización del término inglés). En ellos, gente de otros países registra habitualmente empresas fantasma que son usadas para ocultar el propietario o beneficiario de determinados bienes, por varios motivos (p. ej. blanqueo de dinero, ocultación de propiedades en procedimientos de divorcio, etc.). Obsérvese que no todos los centros offshore se encuentran físicamente en islas. Andorra, Delaware (EE. UU.) o Suiza son también ejemplos de centros offshore en tierra firme.
Otros usos[editar]
En energía eólica, el término se aplica para indicar los parques eólicos que están construidos en el mar, normalmente a unos pocos kilómetros de la costa. Este tipo de parque está desarrollado sobre todo en los países nórdicos que tienen costas muy poco profundas, como es el caso de Dinamarca. También se denomina a los pozos de petróleo que no están sobre la tierra firme, ya sea mar, lago o laguna, etc. Estos pozos se explotan desde plataformas que pueden estar sobre el fondo del mar sobresaliendo del agua o flotando, ancladas al fondo del mar.