Una Mujer Perfecta

  • May 2020
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  • Words: 68,979
  • Pages: 374
Una Mujer Perfecta José A. Rodríguez N.

Copyright 2004 por José A. Rodríguez N.

Ediciones SITUM

ISBN: 1-59608-055-8

Todos los derechos reservados bajo las International and Pan American Copyright Conventions. Ninguna parte de este libro puede reproducirse de ninguna manera, sin el permiso escrito del autor o de sus herederos. Primera Edición Arte por Víctor Pérez Serrano Impreso en Puerto Rico Por

BiblioGrafica 201 Calle Federico Costa Ste.22 San Juan, Puerto Rico 00918-1317 Tel. 787-753-1231 Fax 787-753-1222 www.biblioservices.com [email protected]

Comunícate con el autor: [email protected] [email protected]

Para Johanna, La verdadera protagonista De esta historia.

“Era evidente que esta niña poseía un coeficiente de inteligencia superior al promedio, puede jugar con la psicología de los hombres…” -Página 58“Por eso se me hace tan fácil conquistar a los hombres: Los observo, empiezo resaltando sus buenas cualidades, pasando por alto sus puntos negativos. Me concentro en elogiar lo bueno…” -Página 229“Me apodero por completo de sus mentes y…” -Página 230-

ADVERTENCIA ¡Cuidado! Estas técnicas son altamente efectivas, pueden hacer su vida muy feliz o completamente desdichada. Antes de aplicarlas hágase un examen de conciencia. José A. Rodríguez N.

“Escribe las cosas que has visto, y las cosas que son, y las que sucederán después de estas.” Revelación 1:19.

PRÓLOGO ¿Qué es lo que buscamos? Y Dios dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.”(Génesis 2:18) Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que aun siendo perfecto y poseyendo todo lo necesario en sentido material, el hombre (Adán) no era enteramente feliz. En la declaración de Dios, arriba citada, entendemos por qué. El hombre no era completo, le faltaba el complemento: Una ayudante. Indudablemente, después de conocer a Dios, ninguna otra cosa puede traer mayor felicidad al ser humano que la estabilidad de la vida familiar. La mayor parte de la energía vital del hombre y la mujer es dirigida, consciente o inconscientemente, hacia la realización de esta necesidad. Todos sentimos el deseo natural de alguien que nos demuestre que nos necesita, que nos ama, que nos quiere. Volviendo a las palabras de Dios, arriba citadas, nos encontramos conque el hombre no es un ser “dual”, como afirman los mitos. El hombre no fue partido en dos y su otra mitad lanzada hacia la vastedad del universo para que se buscaran hasta encontrarse, después de innumerables vicisitudes y reencarnaciones. Que me perdonen los creyentes en mitos y leyendas, los que sueñan encontrarse alguna vez con su “alma gemela”. La realidad es otra. Yo mismo, confesando que abandoné la creencia en este mito, seguía buscando, quizás

inconscientemente, “la pareja ideal”. Esto también forma parte del mito. ¿Es decir que la cruda realidad nos ha dejado así, sin esperanzas? No. Existe el ayudante, existe el complemento. Esa es la realidad. Para que el trabajo sea exitoso tanto el obrero como el ayudante deben estar debidamente entrenados, deben ejercitarse, para que uno sea el complemento del otro, sobre todo, ambos deben estar dispuestos a aprender, y a complementarse, a acoplarse. No se puede esperar que una maquinaria funcione exitosamente si sus partes no se acoplan convenientemente en un propósito común. Si la pareja tiene una base y un propósito común, entonces sus esfuerzos irán en un solo sentido y dirección; ya el matrimonio deja de ser un campo de batalla, donde cada uno quiere arrastrar al otro a hacer su voluntad. Esta experiencia que les narro, desgarrante y cruda, por todo su realismo, nos muestra las técnicas para tener éxito, no encontrando a la pareja ideal, sino convirtiéndonos, nosotros mismos, en el complemento de la otra persona. Esa persona que nos encuentre llegará a convertirse en una persona muy feliz, por la maravillosa energía del amor satisfecho. Por otro lado, como demuestra esta historia, si nuestra meta es otra, y se descubren malos motivos en nuestra forma de actuar, el desenlace puede ser catastrófico. Mi advertencia es: Sea honesto, muéstrese tal y como es, ponga en claro sus propios motivos, no trate, vea la vida a través de los ojos del otro. Al hacerlo estará sembrando felicidad, y

como dice San Francisco de Asís: “Dando es como recibimos”, más aún, como dice San Pablo: “Segaremos justamente lo que hemos sembrado”. ¡Aquí está la clave! Como dijo Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir”. José A. Rodríguez N.

Una Mujer Perfecta

“Soy un pobre hombre dispuesto a amar a sus semejantes.” -Pablo Neruda-

“Lo cotidiano es, de por sí, maravilloso yo sólo tengo que consignarlo.”

-Frankz Kafka-

“Ella suelta sobre el aire un hechizo, hace doblar las ocultas campanas del deseo.” -Johnny Durán-

“El hechizo es el misterio ineluctable de su cuerpo.” -José A. Rodríguez N.-

José A. Rodríguez N.

I La conocí el viernes 17 de marzo del 2000. Yo venía de trabajar en Miramar hasta el medio día y llegué tarde a la parada del expreso para Baní (ASOMIBA) Ya había notificado a mi secretaria que llegaría tarde. Ella había enviado al mensajero a comprarme la comida de las 12:00 meridiano, como de costumbre. Ya cerca de la 1:30 p.m., me gruñían las tripas, pues no había comido nada desde el día anterior, en el afán de rebajar unas cuantas libras a como dé lugar. Aproveché y compré algo ligero: Dos manzanas y un jugo de naranja. Justo cuando mordía la primera manzana, ella subió al minibús, con las manos ocupadas por dos fundas grandes. Me parece que procedía de Plaza Lama, “La Súper tienda”, o de La Gran Vía, “Donde su dinero rinde más”. Al contemplar su cuerpo perfecto, mis ojos felinos se aguzaron, y pasó por mi mente un pensamiento macabro. Debía aprovechar la ocasión para que se sentara a mi lado, pero tenía la boca llena, y al no poder hablarle, hice un gesto al mirarla, desorbitando los ojos, con una sonrisa pícara, y echándome notoriamente a un lado para hacerle 1

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un lugar (Este tipo de psicología siempre resulta), pero esta vez no me resultó la treta. Ella sonrió levemente, y se sentó en el asiento que quedaba a mi izquierda. “Me estoy poniendo viejo y feo” – Me dije–. No le quité los ojos de encima y, con amplia sonrisa, me acerqué y le ofrecí la otra manzana. Ya se había despejado mi boca lo suficiente para que pudiera hablar, así que le dije: “Una manzana para otra manzana”, y me mordí el labio inferior, haciendo un gesto mientras me relamía. Ella me miró con sus ojos de ámbar y fue como si me envenenara el alma. Volví a decir algo de modo que sólo ella pudiera oírlo, creo que fue: “¡Dios mío, qué niña tan linda!” Unos minutos después descubrí que estaba acompañada por su hermana menor, quien entró y se sentó a su lado, se quejó de hambre y ella le ofreció la manzana que yo le había regalado. ¿Y esa manzana? Me la regaló ese señor. Yo sonreí como idiota, y le hice una señal de saluditos a su hermana cuando atinó a mirarme. Después que el minibús inició su marcha, estuvieron hablando sobre las cosas que compraron, y mostrándoselas la una a la otra. Yo planeaba la estrategia a seguir, ¿Qué hago? Se me ocurrió una idea (!) Saqué mi cuaderno y escribí: Mi nombre es José A. Rodríguez. Mi número celular es: 856-**** ¿Cuál es tu nombre? ¿Tel.: …?

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En realidad no esperaba una reacción positiva pero, de todos modos, le pasé el cuaderno abierto en esta página. Lo tomó, sacó su libreta de apuntes y escribió algo, luego desprendió una mini-página y extendió su brazo derecho hacia mí. Tomé el papelito y leí vehementemente: Johanna M. D. Tel.: Cel.: ***-**** Intenté concentrarme en el capítulo que estaba escribiendo de mi novelita más reciente, (El Despertar) pero el sueño, o mejor dicho, el cansancio, me venció y me quedé dormido. En tanto había mantenido la vista fija en ella, no me había vuelto a mirar. Me desperté cuando al llegar a “Paya” el cobrador dijo: “¿Alguien en Paya?” Se bajó una hermosa joven, cuya belleza de ningún modo se acercaba a la de Johanna. Esta niña es una princesa salida de “Las mil y una noches”. Entre sueño, escuché que alguien pidió parada al llegar a la fortaleza; era ella. Tomaron sus fundas y carteras y salieron. No me volvió a mirar ni una sola vez. Hice muchas conjeturas, pero difícilmente acertadas:



Parece que vive en Fundación de Peravia.

Como si Fundación fuera el único lugar después de esa parada.



No le intereso, no me volvió a mirar siquiera, no se despidió.

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¿Por qué me dio su nombre y su número entonces?

Cuando llegué había más de 10 personas esperándome. Me esforcé al máximo de modo que pudiera terminar lo antes posible, y así poder llamarla. Me respondió una señora, y me dijo que en cuanto Johanna llegó de su viaje se había marchado a su casa. La voz parecía cansada, como la de una persona de edad avanzada, ¿Será su madre? No, no lo es. La señora me había dicho que ella no vive ahí. ¿Será ese el lugar donde trabaja? Quizás, pero es muy improbable, lo más seguro se hubiera quedado a trabajar. Además, es posible que la voz fuera, en este caso, un poco grosera, además de insulsa.

-

Dígale, por favor, que Rodríguez al 522-****.

-

Está bien, se lo diré, pero ella no viene mucho por aquí. Talvez mañana, o pasado, vuelva.

llame

a

José

El lunes, cerca de las 11:00 a.m., recibí su llamada. -

Alóu, buenas…

-

Es Johanna, ¿Cómo estás?

-

¡Muy bien! Y mejor, ahora que me llamas.

¿Recibiste mi mensaje?

-

Sí, llamé, y mi mamá me dijo que me habías llamado.

-

Dime, ¿Nos vamos a ver?

-

¡Uhm…! ¡Sí, por qué no! 4

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-

¿Dónde estás ahora?

-

En el parque.

-

Está bien, espérame, voy para allá.

-

¿Vienes?

-

Sí.

-

¿En cuanto tiempo?

-

¡Enseguida! Estoy cerca.

-

Está bien, te espero.

Me lavé y, después de secarme, me perfumé. En cinco minutos estaba en el parque. Me dirigí a los lugares donde están colocados los teléfonos públicos y no logré verla. Recorrí todo el parque, y caí en cuenta de que no habíamos hablado sobre cuál era el nombre del dichoso parque. Sucede que hay varios parques en Baní pero, supuestamente, cuando uno habla “del parque”, uno se refiere al parque Marcos A. Cabral, porque es el más céntrico y el más grande. “Es posible que se refiriera a otro parque”. Así que tomé un moto-concho y recorrí todos los parques del pueblo. •

¿Qué habrá pasado?



¿Me estará tomando el pelo?



¿Habrá otro parque además de estos?

Regresé a la oficina, y en la tarde volvió a llamar.

-

¿Qué pasó?, Te busqué en todos los parques y no te pude hallar.

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-

Yo estaba en el parque donde se cogen las guaguas para… (No sé donde, Matanzas, creo) ¿Puedo yo ir a verte?

-

¡Claro que sí!

¿Estás lejos del parque principal? -

No. ¿Dónde estás tú?

-

Yo estoy en…

¿A qué hora vienes? -

Dentro de más o menos media hora.

Cuando vino a verme por primera vez, el beso fue dulce y prolongado. Ella vestía pantalones blancos, blusa negra y un sombrero del mismo color que los pantalones. Ese blanco no era un blanco liso sino como de flores azul claro. Yo la apreté fuertemente por la cintura y le susurré al oído: “¡Qué linda eres!”, la besé varias veces, y ella me dijo que yo era muy desesperado. Hablamos de algunas trivialidades, y luego quedamos en juntarnos para ir a comer el día próximo. Estamos juntos y a solas en la habitación. Ella me besa con violencia, yo aprieto fuertemente sus nalgas, y a veces toco sus senos, entrando la mano izquierda por debajo de la blusa, mientras la sostengo con el brazo derecho de modo que no se caiga, porque está sentada en mis piernas. Yo estoy muy excitado, y ella no lo está menos. Ya tengo yo el pezón de su seno derecho en mi boca y procedo a desabrochar sus jeans, tratando de quitarle la correa, cuando ella dice:

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-

Eres demasiado desesperado, debemos ir más despacio, pa’ que dure. Vamos a comer.

Así que accedí. Comimos, y ella fue muy tierna al darme de comer en la boca. Me habló de su “esposo”, Fedro.1 Supuestamente estaban separados, y en proceso de divorcio. Han estado casados por tres años, y él había descuidado la relación entre ellos por dedicarse demasiado al trabajo.

-

Esa tarjeta que te di pertenece al negocio que comenzamos juntos. El negocio ha progresado, ahora tenemos un buen capital.

-

¿A qué se dedican?

-

Importamos celulares y beepers, luego los activamos y vendemos.

-

¿Es bueno el negocio?

-

Bueno, el negocio deja.

Es cierto que sus ojos de fuego, esos ojos grandes y amarillos, ese color canela, esa voz tierna semi ronquita, y profundamente femenina, en ese cuerpo x de nalgas redondas sólidas, y cabello largo crespo, me traían más que patinado. Pero mi mente ajedrecista, hizo algunas conjeturas, casi inconscientemente:



Si lleva 3 años de casada y tiene 18, entonces se casó a los 15 años, y eso no es permitido si los padres de ella no están de acuerdo (Según me había

Para respetar la confidencialidad, la mayoría de los nombres han sido cambiados. 1

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contado ella, su madre se opuso a la boda, y su padre, quien vive en Ocoa, rara vez sale de su campito) Fedro es hermano de la esposa de su tío, el tío que ella más quiere. ¡Ay mi niña me ha votado! Dice este tío, cuando ella se acuerda de llamarle. Ella nunca vivió con su madre, porque era demasiado estricta y nunca la quiso bien. Se fue a vivir con su tío y tía política, quienes la querían mucho. Esta tía le pidió a su hermano (Fedro) que pasara a recoger a la niña de unos 8 años, y traerla a su casa. ¡Qué niña tan linda, Dios mío! Le compró helados y muchas chucherías en el camino, luego le dijo que le esperara un momentito en esa casa, para él ir a… Y ella lloró muchísimo. Al fin, volvió y la llevó a la casa del tío y la tía política, su hermana. Ella siguió creciendo, y le tenía un cariño especial a Fedro. Él era muy bueno con ella. La tía política empezó a maltratarla, cargándola de trabajos: Lavado, fregado, etc. Fedro llamó un día a su hermana, y ésta no estaba. Johanna respondió el teléfono: -

¿Está…?

-

No. Ella salió.

-

¡Andá! Yo quería desahogarme un poco hablando con ella.

-

¡Bueno, aquí conmigo!

estoy

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yo,

desahógate

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Y aunque ella tenía sólo 14 años, le sirvió de paño de lágrimas y de mucho consuelo, tanto consuelo que… ¡Bueno! Él le contó sobre los maltratos de su esposa, y las tantas manipulaciones, lo deteriorada que estaba su relación matrimonial. Ella, la esposa, estaba reteniéndolo sólo por medio de los hijos, a los que ella ni siquiera cuidaba bien. Johanna también le contó sus pesares: ¡Tu hermana ha cambiado conmigo! Ella me carga todo el trabajo y nunca está contenta. No te preocupes, yo hablaré con ella. No, prefiero que mejor no. Está bien, como quieras. Hablaron por muchas horas, y sobrados disparates, y como la belleza de Johanna se estaba desarrollando, y convirtiéndola en una bella mujercita, se tensó un fuerte vínculo de amistad, o algo más, entre los dos. Un año después se casaron. Al menos eso me ha contado Johanna. Al principio eran empleados públicos, ambos trabajaban en la Junta Central Electoral. Fedro es Ingeniero Eléctrico. Más adelante él cogió un préstamo en el banco para que, junto con los ahorros de los dos, empezaran el negocio. El negocio floreció, y él empezó a dedicar más tiempo al negocio, y menos a ella. Una niña fogosa y terrible llena de deseo. El mismo día de la supuesta boda, recibió ella un duro golpe: La ex esposa de Fedro estaba embarazada, y el muy descarado, se lo vino a informar aquella misma noche. No tuvo la delicadeza de esperar unos días siquiera.

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Ella logró perdonarlo, y la relación duró 3 años. Hasta que él también se convirtió en un desagradable; egoísta y celoso. Ya no soportaba ni siquiera ir de compras con ella. Por esa costumbre que tiene ella de verlo todo en las tiendas, y de desperdiciar días enteros cuando va de compras. Ya no quería sacarla a bailar, y mucho menos soportaba esas canciones de Bob Marley que tanto le gustan a Johanna. Llegaba muy tarde, y después de bañarse, se sentaba frente a la computadora, a chatear por Internet y revisar sus e-mails. Cuando quería hacerle el amor ya ella no podía con el sueño, y por más que él la acariciaba allá abajo, con su lengua, de ningún modo lograba iniciarla. El sueño es el más poderoso augurio de la muerte. Fedro, el amor se me acaba. Fedro despertó cuando ya era muy tarde. Johanna se había marchado para Baní, supuestamente a vivir en casa de su madre, quien ahora la recibe con los brazos abiertos. El materialismo de la madre será satisfecho; Fedro debe partir las ganancias del negocio con Johanna, y esto le sirve para sustento, y para compartir con su madre, la que se pone como el diablo cuando Johanna se atrasa uno o dos días en sus pagos mensuales. Vuelve Johanna o lo perderás todo, estoy cansado de pedírtelo. Las cosas, Fedro, no son como tú piensas. Tú sabes que yo soy débil contigo, ¿No te doy yo todo lo que tú necesitas? Ya es muy tarde para ablandar habichuelas. ¡Bueno, pues haz lo que te plazca, yo sé que tú algún chulo debes tener por ahí! No debes pensar siempre lo malo; yo no soy una 10

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cualquiera. Si tú lo dices, aunque los hechos demuestran lo contrario. Mira, mejor me voy, estoy cansada de lo mismo. Y eso que Fedro no se imagina que existe un tal Juan Luís, o Neudys, quien es, desde hace un mes y medio, el “novio” de Johanna. Yo ocuparé el puesto del amante, conforme a sus cálculos, y Fedro será el olvidado viejo verde que suelte los billetes para que Johanna siga dándose la gran vida, como dice ella: “Después de todo, eso es lo único que uno se lleva. Cuando Fedro se iba de viaje para Cuba, o iba a buscar mercancías a Miami, yo me quedaba aquí en el país, y me iba a comer a los mejores restaurantes, dándome vida, como dicen. Pero eso ya es cosa del pasado”.

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““¡Ah, la vida... cuando amar era un bello destino!” -Antonio Spencer-

II Fedro fue víctima de las maquinaciones de su ex esposa. Luego se inventó que uno de los niños estaba enfermo, y Fedro fue corriendo para la casa donde se armó la tángana. El padre de la ex le propinó severos golpes a Fedro, y la ex le rompió una pobre botella en la dura cabeza. Afortunadamente la trifulca no fue en la sala, de modo que la hermosa alfombra no se manchó de sangre. Ese fue un día muy amargo para mí. Cuando lo supe, corrí como una desesperada para la Clínica Abreu, donde lo habían internado. Tenía un nudo en la garganta. A Fedro le habían raspado la cabeza, lo habían canalizado (Eso se traduce: Le habían puesto un suero) Cuando llegué, había una enfermera, jojota y feísima, limpiando con alcohol, la sangre de los hombros y espalda de Fedro. ¡Esa maldita mujer está loca! Yo no quiero encontrarme nunca con mujeres despechadas como esa. Eso de que tu esposa amenazó con cortarte el pene, cuando encontró el diario, me resulta muy extraño. ¿Por qué extraño? Sí, 12

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extraño, ¿Cómo es que ella averiguó la combinación de tu maletín? ¡Ah! Eso fue un error. El niño estaba molestando, como siempre, con el maletín, y yo recordé que le había traído unos chocolates a él y a la niña. Luego, olvidé que la combinación estaba puesta, y no la corrí. Mi esposa observó este detalle y aprovechó, cuando me fui a dormir, para registrar todo lo que yo guardaba en el maletín. Yo tenía la caja de condones que había comprado para nuestra cita en el hotel Caribaní, cuando me dejaste plantado, ¡Buena hija de la gran puta! No me hables así que tú no sabes lo que me pasó. Tú no eres comprensivo conmigo. ¡Qué comprensivo del diablo! ¿Por qué no me llamaste siquiera? Yo no sabía el número del hotel, además, tú sabes lo difícil que se me hace llamar, incluso a mi mamá. Tengo que bajar de mi casa a CODETEL, porque por ahí donde vivo no hay teléfonos públicos.

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“El ajedrez tiene sus reglas que se perciben de manera intuitiva, o trabajando muchísimo.” -G. Kasparov-

III Ella siempre tenía una excusa y, la más de las veces, estrambótica y absurda: Que se le murió un primo, que tuvo que ir a casa de su madre, que su novio fue a verla a la zona, que el diablo y su hermano, su tío y su sobrino. En mi mente de ajedrecista ya empezaban a entretejerse los meandros. Hacía deducciones lógicas: 1, 2, y 3, como las de Sábato en el túnel, o en la escalera o, al fin y al cabo, donde fuera. El asunto es que mi mente analítica no podía aferrarse a tanta felicidad de un solo golpe. No cuando uno ha mordido tantas veces los garfios del suplicio. Pero debo enfrentarme al dolor, quién sabe, cuantas veces sea necesario. La vida del guerrero es una senda sembrada de puñales, y yo he decidido este destino. Era evidente que mentía, ¿Por qué mentía? Es difícil saberlo. Quizás porque todos mentimos, y esa es la naturaleza humana. Quizás buscaba ella algún destino. Yo no suelo entregar todo mi corazón. Esa es mi suerte o, mi desgracia. No soy tan ardoroso como lo es mi 14

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amigo Johnny quien, por eso, resulta un sufriente desesperado. ¡Oh, la mano izquierda del amor es algo horrible! Yo no me trago la miel del amor a grandes sorbos, voy comedido, con pasitos de duda. Quizás no la disfruto plenamente, pero tampoco me suicidaré por culpa suya. Es tan bonito eso de estar enamorado. Es sentirse acurrucado por alguien muy hermoso, una tarde de lluvia en el tejado, mirando las gotas caer, a través de la ventana abierta, sobre el jardín florido. Ese alguien, una chica despampanante, hermosa como ninguna otra. Tan linda como ella; ninguna, ¡Mi Johanna! O ¿Quizás debí decir nuestra Johanna? Quién sabe si hay más de nosotros tres en su vida. Es lo más seguro. Esta niña domina la psicología de los hombres. Ella siempre me dice que Fedro es débil con ella, y yo también, muchas veces, abandono mi corazón, me sorprendo a mí mismo desnudándome ante ella, poniendo mi corazón entre sus manos, diciéndole que si los filisteos me cortan la cabellera… Son esas cosas que me dice: Que soy un hombre adorable, que no dejo de hablar sin un poema, que ella no sabe por qué tengo el alma de niño, que soy lo que debe adorar cualquier mujer sensata, que mis ojos no son completamente negros, sino que tienen un círculo en el iris, color marrón oscuro, que se mira y tirita reflejada en mis ojos. ¡Eres lindo José, y te deseo! Tengo que parpadear y sacudir bruscamente la cabeza, para 15

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darme cuenta de que no estoy soñando, o para no envenenarme completamente con esas cosas que me dice. “Soy gordo, (Woody Allen)

soy

asquerosamente

gordo”

No sé cómo puede ella reflejar mis adentros. Ella es la chica. Es perfecta para mí. Es que quizás soy un hombre transparente, debido a los sufrimientos. Cualquier mujer pudo acercarse a las cuencas vacías, donde estaban mis ojos, y contemplar un alma terriblemente sola, sin una gota de amor de mujer. Tus poemas son lindos, pero demasiado llenos de muertes y tristezas. Tienes también el don de la guitarra. Deberías cultivarlo. ¿Cómo es esto? ¡Tú no puedes decirme adorable, y luego decir que quieres ser mi amiga, que no quieres herirme, que hay muchos imposibles, que prefieres mejor dejarme ir! Mañana quiero verte Johanna. Dime dónde. En el parque, ¿Está bien en el parque? Sí, ¿A qué hora? A las 10:00 de la mañana. Ahí estaré.

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“El ajedrecista debe mantenerse frío, las sorpresas hay que tomarlas como vengan.” -M. I. Adelkis Remón-

IV Te vi mirar el reloj cuando venías. Era casi la hora de la cita ¡Vaya que eres un hombre puntual! Bueno, casi siempre, y más cuando se trata de una chica tan linda. ¿Nos vamos? ¿Adónde? Para Santo Domingo. Lo tengo todo planeado, será un día inolvidable. Nuestro primer día juntos. Traje la mamajuana. Hoy no puedo. ¿Cómo que no puedes? ¿Por qué no? ¿No quieres estar conmigo? Claro que sí quiero. Entonces, ¿Por qué siempre tienes un pretexto para deshacerte de mí? ¡Yo no te entiendo! Pensé que este domingo lo dedicarías a mí por completo. Me hubiera gustado, pero es que tengo que ir a casa de mi madre a resolver un problema. Te prometo que el próximo domingo será completamente para ti, me llevarás donde quieras. ¿Qué problema? Es sobre la relación de ella y mi hermana menor. Es un asunto delicado.

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¿Eres la mediatriz entre tu madre y tu hermana? Algo así, mi madre me escucha, a veces. ¿Eso te tomará todo el día? ¿No puedes ir, resolver ese problema, y volver para irte conmigo a Santo Domingo? Es que hoy tengo muchas cosas que hacer, tengo mucha ropa sucia que lavar. ¿Por qué mejor no me dices la verdad? ¿Qué verdad? ¡Que vas a salir con tu supuesto novio! ¡Tú ves como tú eres, José! Yo realmente no sé qué es lo que tú pretendes, Johanna. Yo misma no lo sé. ¡Estoy confundida! Debes aclarar tus sentimientos, si lo quieres a él, yo lo entenderé ¿Lo quieres? No puedo negarte que me siento muy bien con él, él es muy bueno conmigo, y siempre está ahí cuando lo necesito. Sí, pero la necesidad no es amor, ¿Lo amas? Sinceramente, no. Pero el amor puede nacer luego ¿Te casarás con él entonces, y tendrás tus hijos? En verdad, no lo creo. ¿Entonces…? Hay brechas insalvables entre nosotros. ¿Como cuáles? El no me comprende. Muchas veces tratamos un tema y él finge comprender, cuando veo en sus ojos que se queda en total oscuridad. Yo le pregunto que si me entendió, y me responde sí, como un idiota. Yo sé que no me entiende, porque nunca hace un comentario sobre un asunto importante, cuando la situación lo amerita. A veces me siento como si hablara sola.

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La comunicación es esencial en una relación, pero esa no es excusa para no amarlo. Tú puedes educarlo. Sí, pero es un trabajo duro, no creo soportarlo. ¿No quieres que él sea el padre de tus hijos? No. ¿Entonces lo quieres para pasar el rato? ¡No, no es eso! Es que me apena tener que dejarlo. Contigo puedo tener esta conversación, eres un hombre excepcional, Fedro o Neudys me matarían. Entonces, ¿Cuál es mi posición en este absurdo juego? Tú tienes un lugar muy especial en mi corazón, pero debes reconocer que hay muchos obstáculos, tu esposa y tus hijos por ejemplo. Bueno, tus hijos no, sino tu esposa. Ya te he dicho que mi esposa y yo no nos amamos, y que ha sido siempre un caos nuestra relación, es sólo cuestión de tiempo para que ella lo entienda y me dé el divorcio. Eso no va a suceder, además, hay dos niños de por medio, eso es más que un lazo férreo que los mantiene atados. ¿Cuál es tu decisión con respecto a nosotros, entonces? No sé qué hacer José, hace muy poco que nos conocemos, démonos más tiempo. Yo soy justo así como me ves, si me quieres, dímelo ahora. Sí, te quiero. Pero el amor es algo más profundo. Hay muchas cosas de mí que tú no sabes, yo no te quiero herir. 20

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Pero lo estás haciendo, y muy hondo. Pero no te culpo. No debe uno culpar al pajarito que, luego de alegrar nuestro jardín, cantando a nuestro árbol, tiene que marcharse. No hay culpables. No sé, esas palabras tuyas me destrozan, no me hagas llorar, me haces sentir culpable. Lo que te digo es cierto, no te sientas culpable. ¡No vamos a matar al pobre pajarito! Tú eres como esa avecilla que me hizo sentir feliz, y aunque por poco tiempo, pude vivir la eternidad. Yo quiero ser tu amiga. Yo tengo muy buenos amigos, y sé apreciar una hermosa amistad, pero no puedo aceptarte como amiga, te amo y te deseo. ¿Qué haremos? Tú quieres ser mi amiga, yo quiero ser tu novio… Pero yo pensé que sólo serías mi amante, no mi novio. ¿Por qué no tu novio? Porque tú eres casado. ¡Otra vez lo mismo! Como te dije, tú quieres una cosa, y yo quiero otra, ¿Qué te parece si lo echamos a la suerte? ¡Ah, sí, y luego te hechas para atrás! ¡No, yo siempre cumplo, soy un hombre de palabra! ¿Cómo lo haremos? 21

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Con una moneda, si tú ganas amigos, si yo gano serás mi amor.

seremos

¿Qué escoges? Yo cara. Y lancé la moneda… ¡Perdiste, cayó cara! ¡Nunca tengo suerte cuando apuesto contra una mujer! ¡Oh Dios mío, perdí, perdí quizás la única oportunidad de hallar el verdadero amor! ¿Entonces, amigos para siempre? Amigos. Me dio la mano y se marchó. En la esquina, cogió un moto-concho, dio la vuelta en él, pasó frente a mí, me lanzó un beso, mientras yo, triste, la miraba alejarse velozmente, y quizás para siempre, de mi vida.

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“Diez años en la música y sería un maestro de la música, veinte años en el ajedrez y soy el mismo chambón. ¡Qué difícil es el ajedrez!” -César E. González-

V Fue una sorpresa súper agradable cuando llegué el lunes y encontré a Johanna hablando con mi secre… Buenos días, con amplias sonrisas, y entré a mi consultorio. Después de terminar con el último paciente ella sugirió que fuéramos a “Mi Estancia”, una vez allí, grande mi sorpresa: Largos besos, lágrimas... ¡No sé, me estoy volviendo loca, me siento culpable! ¿Culpable por qué? Tú tienes una familia, y me siento como si yo la estuviera destruyendo. Tú no estás destruyendo nada, sólo mi esposa ha socavado los cimientos de nuestro matrimonio; ahora, sin embargo, no quiero hablar de eso mi amor, quiero hablar de nosotros. ¡Qué sorpresa más agradable que estés aquí! Yo me sentía muy mal por como nos dijimos adiós ayer.

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Yo pensé que no te volvería a ver. Yo perdí y estaba dispuesto a cumplir, por mucho que me doliera. Yo no soporté la agonía, por eso vine. ¿Significa eso que me quieres? ¡Sí! ¡Te amo, mi Johanna, mi princesa! ¿Me darás el domingo que viene? ¡Claro que sí, mi amor! ¡Ya verás que bien la vamos a pasar! ¡Ven a comer conmigo mañana! Déjame pensar… No pienses tanto y ven. La noche parecía interminable, sentía maripositas en el estómago. (¡Si el sol no sale iré a buscarlo!) Eran casi las 10:00 a.m. cuando llegué a mi consultorio. ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¿Me ha llamado alguien? No, doctor. Después de terminar el trabajo, fui a comprar la comida. Mi secretaria se marchó justo al medio día. A las 12:25 llegó Johanna. ¿Nos vamos? Fuimos a nuestro lugar preferido. ¡Besos apasionados! Diálogos triviales, toques profundos sin llegar al fondo.

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Yo que sí, y ella que no, pero logré desabrochar su blusa, ella se cubrió los senos con sus manos. ¡No! Sí, por favor mi vida. ¡No! ¡Todavía no! ¿Cuándo entonces? Cuando sea más propicio, en otro lugar ¿Por qué no aquí? En cualquier otro sitio, pero no aquí. Está bien, pero no sé qué tiene de malo este lugar, vamos a comer entonces. Fue bella la Estancia: Diálogos, besos, toques mientras nos mirábamos a los ojos, yo nadaba hechizado en los mares del sueño. ¿Será el domingo, para mí? ¡Claro mi vida! ¿Haremos el amor? ¡Lo que tú quieras! Voy a ser enteramente para ti el domingo. Yo tocaba sus muslos y sus nalgas, contemplaba su cuerpo fascinado. Es perfecta, un cuerpo de diseño, una escultura viva. Es mejor que nos vayamos, quizás ya haya pacientes esperándote. Está bien. Llámame, por favor. Sí, te llamaré mañana desde CODETEL. ¡Te quiero vida, cuídate! ¡Hasta mañana! ¡Bye!

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“¿Quién, si yo gritara, me oiría desde las jerarquías de los ángeles?” -Rainer M. Rilke-

VI Ella solía coleccionar memorias, guardó una servilleta de la primera vez que fuimos al Yarey. Habíamos comido pizza y nos bebimos dos cervezas. Yo ya estaba borracho y loco con estas dos cervezas. Ella sonreía deliciosamente. La próxima vez fui yo solo, el que regresó al Yarey. Ella me dejó solo en el parque y se fue con donaire, con su caminar de diosa, con ese poderoso magnetismo de su absoluta belleza y juventud. La había esperado toda la semana, y había llamado dos veces a su madre cada día. Creo que la madre ya estaba hastiada de mi insistencia. ¿Por qué me tratas así Johanna? No es mi culpa, tengo mucho trabajo. ¿Qué es eso de que estás trabajando en la zona? Tú no me habías dicho nada ¿Quién te lo dijo? Fue tu madre. La he estado importunando la semana entera. Sí, estoy trabajando como operaria en la zona, y salgo tarde.

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¿Qué tan tarde? A veces a las 5:00 otras veces más tarde aún. Es por eso que no he vuelto a visitarte al medio día. ¿Y por qué no vienes en la tarde, cuando sales del trabajo? Es que estoy cansada y sin bañar. Tú me dijiste que tu novio, Neudys, trabaja en la zona también. Así es, pero él trabaja en otra nave, lejos de la sección donde yo laboro. ¿Y no será que él se encuentra contigo, y se van juntos por ahí? Sí, a veces. Él se molesta mucho cuando yo lo dejo plantado. ¿Y por qué lo plantas? ¡Para venir a verte! ¡Ah, pues está bien! ¿Está bien qué? ¡Que lo plantes para venir a verme! ¿Has hecho el amor con él? ¡Claro que no! Sólo tenemos un mes de amores. ¿Y cómo va esa relación? Él es muy chévere conmigo, pero… ¡No sé! ¿Cómo que no sabes? ¿Lo amas? No. Yo me siento atraída, y él me ayuda mucho, pero no lo siento como el amor de mi vida. Es muy celoso y posesivo. ¿Sabe él que tú estás casada? ¡Claro que sí! Yo no oculto mi verdad. Yo no sé si pueda soportar esta situación por mucho tiempo. ¿A qué te refieres? 27

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¡Me refiero a que debes dejarlo, si no lo amas! José, tú tienes tu esposa, yo jamás te pediría a ti que la dejaras. Eso es diferente. ¿Por qué? Porque, aunque yo no la amo, tenemos dos hijos. Tú ves, eso siempre va a pesar más que cualquier sentimiento tuyo hacia mí. Eso no es cierto, porque yo te dije que muy pronto la voy a dejar, ella me maltrata mucho, no hay amor entre nosotros. Yo no quiero que te enredes más, quiero que te divorcies, y cuando estemos libres los dos, nos casaremos. Eso no es tan fácil cuando la otra persona no está de acuerdo. ¿Tú no me dijiste que tu esposo estaba de acuerdo en darte el divorcio? Él dice que sí, pero a la hora de la verdad siempre se echa para atrás, me pide que vuelva, que va a ser todo distinto, que le dé otra oportunidad… Entonces, ¿Por qué no vivimos juntos y realizamos nuestro amor? No lo sé José, eso hay que pensarlo muy bien. ¿Qué es lo que hay que pensar? ¡Yo estoy seguro de que eres el amor de mi vida! Yo no sé cómo puedes estar tan seguro, si apenas tenemos unas semanas conociéndonos.

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Lo sé porque yo me conozco, y sé qué es lo que quiero y lo que siento. Yo sé que sería maravilloso para ambos estar juntos. Yo no estoy tan segura, tiempo para conocerte mejor. de mí que tú ignoras, José. especial, eso lo sé. ¿Sabes lo encantaría?

yo necesito más Hay muchas cosas Eres una persona que en verdad me

¿Qué? Que pudiéramos ser amigos y nada más. ¿Amigos y sólo amigos? Sí, sería todo mucho más fácil. ¡Ya veo! Está bien, si así lo deseas. Entonces… ¿Amigos? Amigos. ¡Amigos para siempre! Fue cuando se marchó, dejándome devastado, sentado en aquel banco del parque, mirando la silueta de la felicidad en aquella que había decidido ser sólo mi amiga, aun cuando yo sabía que me amaba. Dos cervezas en El Yarey son más que suficientes para embriagarme. Me las tomé como un desesperado, como si hubiera salido de un desierto aquella misma tarde. Afortunadamente, me empezaron a hacer efecto cuando ya estaba en el expreso de ASOMIBA. Hablé sobre diversos temas con los estudiantes que viajaban hacia sus recintos de estudio y, por extraño que parezca, mis ideas causaron sensación entre ellos ¡Como si hubiese 29

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estado sobrio! Pretendí saber más de todo lo que sé de cualquier cosa y, al parecer, dio resultado. Cuando me quedé en Herrera no quise caminar hasta que el minibús se hubiese marchado, esto porque las rodillas me flaqueaban. Estaba definitivamente borracho. El día 2 de abril escribí una nota, la metí en un sobre, y me decidí a llevarla a la casa de la madre de Johanna. Le decía acerca de mi pasión y locura por ella, ¿Por qué me dejaba solo? Lo sucedido el día que me rompió el alma en el parque, cerca del atardecer. Volvió el viernes por la tarde, y casi me reprochó el haber llegado hasta la casa de su madre. Con todo, notaba cierta ironía y una semi sonrisa en sus labios. ¡Eso significa algo bueno! Yo no te abandoné. ¡Sí lo hiciste! ¿Por qué no me llamaste siquiera? Es por mi trabajo, además, todos los días está Neudys, asediándome.

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“No estoy jugando con piezas y peones de madera, estoy jugando con hombres y mujeres de carne y hueso.” -Emanuel Lasker-

VII Es domingo, y como siempre, la espera me desespera. Estoy en Santo Domingo, sentado en la parada del expreso de ASOMIBA. Los choferes y cobradores dialogan mientras mi mente divaga: “Son las 10:30 a.m., Johanna prometió llegar a las 10:00 a.m.” ¡Por fin llegas! ¡Son las 11:00 ya! ¡Venía con un chofer más lento, muchacho, pensé que ya no ibas a estar aquí! ¿Adónde iremos? ¡No sé, tú eres el anfitrión! ¡Déjame pensar…! Está bien, iremos a comer algo. ¿Tan temprano? ¿No tienes hambre? No, yo me desperté tarde, como a las 9:00 y… ¡WOW! ¡Dios mío que tarde es! Me bañé en menos de lo que canta un gallo y tomé un moto-concho hacia el expreso, en el camino, desayuné algunas chucherías. Es por eso que no tengo hambre. ¿Cómo te fue anoche en la velada? ¡Muchacho tengo una resaca! Casi amanecimos anoche ¿Y con quién estabas? Con mis amigas ¿Con quién 31

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más iba a estar? ¡Uff por qué será que no te creo! Una noche bebiendo y fiesteando sin uno o dos chicos que se acerquen, no es factible. Bueno, sí bailé con algunos amigos, pero no había nadie para mí, yo soy sólo para ti. ¿Sí? ¡Sí! Pero tengo un sueño, creo que me va a doler la cabeza, y eso que me tomé una rapidita. ¿No quieres una cerveza? ¡No, muchacho! Yo no puedo beber con esta resaca. ¡Tienes unas ojeras que Dios te las bendiga! ¿Por fin, para dónde vamos? Primero, iremos a caminar por la zona colonial, para hacer hora hasta el medio día, luego, iremos a comer a un restaurante, cerca del malecón ¿Qué te parece? ¡Me parece bien! Visitamos el “Alcázar de Don Diego Colón”, caminamos solos por los pasillos y aprovechamos para darnos largos besos, mientras subíamos por las escaleras. Sentía su aliento pesado de noche de cerveza fermentada. Después, fuimos hasta el parque frente a la estatua “Fray Antón de Montesinos”. Aquí estuve hace unos meses junto con los poetas, leyendo nuestros poemas. Nuestro grupo poético se llama: “Alma Secreta” (Ángela Hernández), esa noche la pasamos súper chévere ¿Habías estado antes por estos alrededores? Creo que sí. La Avenida del Puerto está por aquí cerca, ¿No? Sí, es esta misma al doblar. En la distancia divisé a un amigo del bachillerato, bueno, no a un compañero, sino a un joven a quien llamamos Maceíto en el círculo de ajedrecistas, para diferenciarlo de su hermano Rafael Maceo, quien es un renombrado maestro 32

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internacional de ajedrez. Maceíto se sonreía al verme acompañado de tan bella chica, y no hizo caso a las señas que le hice de que no se acercara (¡El muy malvado!) Habló hasta por los codos, desde los años en que nos conocimos, hasta los años actuales, en que dirige un grupo de programadores, en una importante compañía de procesamiento de datos. Yo estaba hasta el copete, y varias veces me puse de pie, con gesto de: ¡Déjame ir! Luego de varios intentos fallidos, el muy malvado cedió, y se dispuso a despedirse, me dio la mano y luego se acercó mucho a Johanna como quien se dispone a besarla. Ella permaneció impasible, sin un solo gesto, sólo estrechó la mano que se le ofrecía. Maceíto se alejó. Fuimos al restaurante la Bahía. Almorzamos la especialidad de la casa: “Espaguetis a la Cañona”, para nosotros: “Ración de Ángel” Nuestro primer día juntos, por eso todo tenía sabor a cielo. A mí, normalmente, no me gustan los espaguetis, pero los hacen de una manera especial en este restaurante. Lo supe aquella noche de locura y pasión, con los poetas del grupo “Alma Secreta”. Leans fue su primera ilusión de amor. Ella vivía en Santiago en ese entonces. Las causas del rompimiento, aunque él sigue loco por ella todavía, fueron, que él era adventista, que quería meterle la religión con cucharita, etc. Aunque ella lo quería mucho, porque era delicado con ella, tuvo que dejarlo. Luego de reposar un rato, terminó la historia de Leans, pero antes de irnos tuve, desde luego, que pagar la cuenta. Salimos, cruzamos la 33

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George Washington, y nos sentamos en la silla del vigilante de la estatua a Fray Antón de Montesinos. El mar, con su pupila azul, nos miraba de reojo, y se dejaba sentir, con su brisa de sal y su bramido. ¡Hablamos de tantas cosas! Siempre saltan Fedro y Arielys en nuestras conversaciones. Un poco desagradable este asunto, pero luego, regresábamos a los besos largos y tiernos. ¿Adónde iremos? No sé, tú decides. ¿Tú no te sientes culpable? No. Ya te he dicho que no existe amor entre ella y yo. Y tú, ¿Te sientes culpable? Claro que no, yo estoy separada de Fedro. Fueron muchas las cosas que hizo mi esposa, la principal, la que mató el último hálito de amor entre nosotros, fue la amenaza de matar a nuestros bebés, si yo la abandonaba. A mí se me hace difícil creer que haya una madre como tu esposa, capaz de amenazar a unas cositas tan lindas como son sus bebés. Ella es una persona enferma. Que raro que tú, tan inteligente que eres, no te dieras cuenta de eso en el noviazgo. Fui torpe en mis conclusiones. Muchas veces amenazó con suicidarse, cuando éramos novios, incluso se fue de su casa. Me dije a mí mismo: “Bueno, si ella amenaza con suicidarse es porque me quiere más que a su vida”. Cualquiera llegaría a una conclusión semejante, si es joven e incauto como lo era yo entonces. 34

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Te entiendo. Ella nunca cuidó bien de los niños, y ni siquiera quiso darle el seno a ninguno de los dos. La otra noche, le pregunté si pretende hacer lo mismo con el que viene. ¿Con el que viene? ¿Es decir que tu esposa está embarazada? Sí, ¿No te lo había dicho? No, tú sabes que no. No te hagas el inocente, tú me lo ocultaste a propósito. No lo consideré, inconsciente.

quizás

fue

de

manera

¡Dime la verdad! ¡Te digo la verdad! La señal de las lágrimas afloró a sus grandes ojos amarillos. ¿Cuántos meses tiene? Más o menos tres. Mira, por muy deteriorada que esté una relación, un embarazo de tres meses es indicación de que ustedes se aman todavía. Creo que confundes una cosa con la otra. Con este embarazo mi esposa hizo lo mismo que cuando quedó embarazada de Perlita. ¿A qué te refieres? Me refiero a que me dijo que se había planificado. Sí, pero eso no te exime de culpa. Yo lo sé, pero debes también entender que yo no te conocía hace tres meses.

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Yo eso lo entiendo. Creo que con todo, debes de darle oportunidades. Creo que en los cinco años que llevamos juntos le he dado tres oportunidades por día. Sigue intentándolo, hazlo por los tres bebés, en especial por el que está en camino. ¿Significa eso que vamos a romper? No, yo… Yo creo que ya te quiero, estoy enamorada de ti. Tú me hieres con la verdad y aunque me haces llorar, creo que es por eso que te quiero más. ¿Nos vamos al hotel? No. Perdóname, pero hoy no me siento con ánimos, y así no te sentirás bien; ni yo. Mejor otro día. ¿Cuándo entonces? Será mañana, porque no quiero que ese día se vea empañado de la misma manera que mi primer día de bodas. Te comprendo. ¿Quieres ir de vuelta a Baní? Sí, por ASOMIBA.

favor,

llévame

a

la

parada

de

¡Vamos!

§ La huelga de la zona sur estaba programada para el martes 16 de octubre, así que decidí quedarme el lunes en el hotel Caribaní, para evitar percances con el transporte. Johanna y yo habíamos acordado juntarnos el lunes en el parque, frente a la puerta de la iglesia. 36

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El día lunes transcurrió pesadamente, y eran ya las cinco y treinta. Recogí mis motetes y me fui al parque. Johanna llegó por el otro lado, unos veinte minutos tarde. ¿Cómo vas vida? Todo bien, ¿Y tú? Un día pesado, mucho trabajo. Yo estoy exhausta. Este trabajo de la zona, bajo ese calor insoportable, está acabando con mi existencia. Es duro amor, pero hay que sobrevivir. ¿Qué haremos? ¿Con relación a qué? ¿No recuerdas que tienes un motivo conmigo para hoy? Hoy no puedo ¡¿Cómo que no puedes?! ¡Diste tu palabra! ¡Sí, eso fue porque quería irme rápido! ¡Ah, ya entiendo, me estabas sacando pie! No es eso José, lo que sucede es que me parece que no debes dejar a tu esposa embarazada. A mí no me gustaría que algo así me pasara. Sí, pero no es tu culpa, ni la mía. Ella pretende atarme por medio de los niños, y no por medio de un buen trato. Yo estaba dispuesto a soportar esta situación, hasta que te conocí y desperté a otra realidad, pero tú pones muchos obstáculos. No es que yo los pongo, es que están ahí, y no hay forma de evadirlos. ¿Te refieres a Fedro? No, 37

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¿A Neudys? Yo no los amo a ellos. ¿A quién amas entonces? Tú sabes que es a ti a quien amo. ¡Mi amor! Un abrazo… Y luego le mostré mi “Libro Amargo” inédito, dedicado y autografiado, junto con una copia del libro “Tesoros de Sabiduría Femenina”, también dedicado y autografiado. La dedicatoria del libro “Tesoros de Sabiduría” lee… Y de la copia “El Libro Amargo” ¡Ay, qué lindo mi amor! ¿Te gusta? ¡Claro que sí! ¿Te quedarás conmigo esta noche? ¿No tienes que irte para Santo Domingo? No. Esta noche rentaré una habitación en Caribaní, mañana hay huelga, y no quiero faltar al trabajo. ¿Qué me dices? Está bien, me quedaré contigo, pero déjame llegar a mi casa y asearme. Me siento sucia. Un día en esa zona franca es un infierno ¡Muchacho! Bueno... ¿Cómo a qué hora vendrás? Como dentro de hora y media. Luego de rentar la habitación #17, cómoda, TV, teléfono, cama grande de dos plazas, agua 38

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caliente. Tomé un baño fresco, con mi acostumbrada lentitud. Las 9:00 p.m. ¿Dónde diablos estará Johanna? Bajé a la recepción: “Por favor, si alguien viene por el Sr. José A. Rodríguez, que me espere”. Las 10:00 p.m., estoy cediendo a la cólera. He caminado este maldito parque tantas veces esta noche, que hasta me parece un laberinto. ¡Tengo que calmarme! Iré por una cerveza. He dejado una nota a la recepcionista: “Johanna, estoy en la habitación #17, espérame.” Señorita, va a venir una joven, de nombre Johanna, ¿Le entrega esta nota, por favor? ¡Desde luego señor! Una cerveza es poco cuando el alma delira y el corazón se estremece de rabia ¡Coño ya me plantó esta hija de la gran puta! Y todo se repite, ¡Como la maldición de tutankamen! La cerveza bastó apenas para dos largos sorbos, la había perfumado con ciclón (Enseñanza de ella) cuando caminé fuera del colmadón ya estaba un poco anestesiado. Recordé que aún no había cenado. Habíamos planeado cenar juntos cuando ella regresara; pero no. Entré por enésima vez a la recepción y pregunté: ¿Ha venido alguien preguntando por el Sr. José A. Rodríguez? ¡No señor, lo lamento! ¿Me han llamado? ¡No señor! Compré un jugo de naranja 100% rica mediano, y me lo cobraron a precio de grande. Subí rápidamente a mi habitación. Recorrí varios canales, hasta que encontré un canal de películas xxx. Logré calmarme un poco después de mis más y mis per turbaciones. Estuve uniendo todos los cabos sueltos, en mi 39

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deplorable condición de insomne. A veces el sueño me vencía, por lapsos de 5 a 10 minutos. El aire acondicionado me hacía recordar las noches de Constanza. Deducciones al estilo Sábato: •

Ella no está casada con Fedro (Ella dice que lleva 3 años de casada y sólo tiene 18 años de edad) Las leyes no permiten que una niña de 15 años se case.



Existe alguien (O algunos) en su vida, por el cual ella siempre me planta.



Existe algún interés de ella hacia mí, aunque sea, por el momento de índole indeterminado.



Ella es linda y joven, yo soy viejo y feo; además gordo. No puede estar enamorada.



La conclusión es inevitable: Es una meretriz, muy astuta para su corta edad pero inmadura.

¡Juega un ajedrez de doble filo! Me refiero al ajedrez de la vida, desde luego. Digo que es muy inmadura porque si juega con los sentimientos de un hombre y le da resultado puede caer en su propia trampa, seduciendo a un maniático, o puede uno de estos hombres perder los estribos, y aprovechar, una vez que estén solos, apretándole amorosa y fuertemente la garganta, hasta que la lengua se le convierta en una linda corbata rosa. ¡Hay cosas que le llegan a uno a la mente! Juega con esta espada de dos filos y se puede auto acuchillar. 40

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Si a mí me dicen media verdad, ¿Dónde encontraré la otra mitad? Ella ve algo en mí, o busca algo de mí. Estoy seguro de que amor no es. Yo soy un hombre casado, con dos hijos y otro en camino. No tengo dinero. ¡Ah, ya sé! Yo soy sólo un conejillo de indias, me está utilizando como experimento. ¿Estará sólo practicando sus conocimientos, para aguzarlos, o simplemente desarrollando nuevas teorías psicológicas de manipulación? Es fácil darse cuenta de que lo cierto es la primera parte de las interrogantes. Sólo una persona de vasta experiencia se precipitaría con tanta frialdad por los laberintos del peligro. En otro orden de ideas, es posible que ella crea que poseo dinero, yo, al menos, eso aparento, y aparentar es equivalente a ser, o a tener (Conforme a las reflexiones del espejo). ¿Cómo debo abordar esta situación? A un ajedrecista le encanta eso de frustrarle los planes al adversario. Esta niña cree que está jugando con un ratón, sin percatarse de que es un ogro en realidad. ¡Bien que lo decía Papá Ogro!: “Hay que mantenerse sumamente alejado de las niñas, en particular de las bonitas, son las más perniciosas y malvadas” Ya es un poco tarde para practicar este consejito. Es necesario secarse uno las mejillas y enfrentarse al dolor irrevocable. Debe uno sufrir

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hasta la muerte. Pero, por ahora, lo que me luce es vengarme. ¡Sí, tramaré mi venganza! Fase I



Hay que documentarse bien (Enseñanza de Fausto)

¿Contra quién me enfrento? Lo más importante es definir al adversario. Así jugaba LASKER. Parecía tener una suerte increíble. En los torneos, llegaba primero ganando casi todas las partidas a pesar de que en casi todas ellas se había encontrado a punto de perder. Muchos hablaban acerca de una extraña influencia hipnótica de LASKER sobre sus adversarios. ¿Cuál era la verdad? Su secreto consistía en una lucha de nervios, atacaba principalmente la psicología de sus adversarios, estudiaba profundamente sus partidas para así desenmarañar el complicado proceso intelectivo de ellos. Así guiaba la partida por caminos que no eran propiamente correctos, desde un punto de vista técnico, pero que resultaban bastante desagradables para sus adversarios. LASKER: “Esto es natural y cabe totalmente dentro de mis concepciones teóricas acerca de las luchas. Una partida de ajedrez es una lucha en la cual deben aprovecharse todos los factores. El factor de más valor es el conocimiento de las buenas y malas cualidades del adversario. Así por ejemplo, de las partidas de RETI, aprendemos que éste juega mejor con las blancas que con las negras; de MAROCZY, que se defiende con cuidado y que cuando ataca es porque se ve precisado a hacerlo; JANOWSKI 42

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tendrá la partida ganada por seis veces, pero le gusta tanto saborear la victoria que lamenta que la partida haya de terminar, y por esto acaba perdiéndola.” Un joven Gran Maestro meditó su jugada por casi una hora, luego ofreció un complejo sacrificio de peón a su adversario. LASKER meditó por diez minutos y declinó el sacrificio. Al final de la partida, el joven maestro preguntó: “¿Por qué no ha aceptado usted el sacrificio?” “He visto que hay ciertas complicaciones, además usted es un maestro respetable, y si ha meditado tanto tiempo, sospecho que debe haber llegado a ciertas conclusiones. Confío en sus juicios.” En ajedrez muchas veces hay que detenerse y tratar de pensar por el adversario ¿Qué pretende? Definitivamente, me enfrento a una especie de LASKER femenino. Voy a investigar quién es esta niña-bruja. Enviaré un e-mail a Fedro, haciéndome pasar por mi esposa. Luego podré llegar a algunas conclusiones. No procedí a asesinarla, como es lo justo en estos casos, porque estaría plagiando a Juan Pablo Castel. (Además, debo ser más elegante) Fase II •

“Concentración para desconectar a esa mujer”

Fase III

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“Concentración impasible”

para

hacerme

Fase IV



Debo ser un chico agradable: Me dejaré engatusar, seré como ella quiera, iré donde a ella le plazca, trataré de ser su propio reflejo. Después que se haya enamorado locamente... ¡Le daré la patada!

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“El ajedrez no es tan sencillo como aparenta.” -Francis Argomániz-

VIII El lunes lo pasé en estado agónico: Grandes ojeras, falta de apetito, cara grasosa. Mi secretaria me preguntó que si estaba enfermo. Le referí lo que me había pasado la noche anterior, y sonrió compadecida. ¡Ay José, te enamoraste, pobrecito! ¿Se me debe culpar por eso? ¡No, claro que no! Sólo trato de ser un poco condescendiente contigo, disculpa si te he molestado. No me molestas, la verdad es que me dejé llevar. Es para mí una experiencia dura y amarga, y eso que nunca entrego mi corazón completamente. (Siempre había dicho que una mujer era el peor lugar para poner el corazón. Esta mujer logró descentralizarme un poco) ¡Pero ya verás cómo horriblemente! (Fischer)

me

vengaré

¿Qué vas a hacer? ¡Haré que se enamore y luego, le daré la patada!

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Es difícil que si ella tiene tanto mundo, y tanta calle, vaya a caer en una trampa tan ingenua. No lo pongas tan difícil, los malvados muchas veces son víctimas de sus propias maquinaciones. ¡Bueno, suerte! Es lo único que te puedo desear. Johanna se apareció el martes, como a las 2:00 p.m., con un cuento insustancial: Quiero hablar contigo ¿De qué quieres hablar? No queda mucho de que hablar, después de lo que me hiciste. Si he venido es porque quiero disculparme. ¿Me dejarás hablar? ¡Mira, si fueras a decirme la verdad yo estaría dispuesto a escucharte, pero como sé que no va a ser así...! Yo sé que tú estás muy molesto conmigo. ¿Y cómo esperabas que estuviera? ¿Cómo habrías estado tú? ¡Mira José, debes tomar en cuenta que he tomado un permiso de mi trabajo para venir a verte! Estoy cansada y con mucho calor… ¡Ah, ahora tú eres la sufrida! Yo sólo te puedo decir una cosa… ¿Qué? ¡Fuera de mi vida! ¡Está bien José, se ve lo injusto que eres! Si no me quieres escuchar, adiós. Se marchó y no hice siquiera un gesto para detenerla. Escuché cuando se despedía de mi secretaria, y esta le inquirió sobre si volvería más tarde; le dijo que sí, que volvería más tarde, pero yo sabía que era sólo una más de sus mentiras.

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Algo que olvidé mencionar, Johanna siempre dijo que lo mejor es no querer a nadie. Esa tarde, con todo mi dolor, le dije: “Ya no sufriré por nadie”, ella me respondió: “¡Ves que te lo dije!” Pasaron dos días. El viernes llamó, y habló con mi secretaria. José, dice Johanna, que si puede pasar a dejarte los libros que le regalaste. Esas palabras me dieron mucha alegría. Yo le había regalado EL LIBRO AMARGO, un libro todavía inédito. ¡Uno nunca sabe! ¡Gracias a Dios que pensó en devolvérmelo! Yo le había comentado este asunto a mi secretaria, así que ella me pasó el auricular con presteza, ¡Alóu, sí...! Hola José, ¿A qué hora puedo pasar a dejarte los libros? Puede ser en la tarde antes de las 5:00 ¡Está bien, hasta luego! ¡Bye! En la tarde, llegaron algunas personas amigas de mi secretaria, y ella se vio muy ocupada, también estaba la bella Taíra, así que cuando Johanna llegó yo tuve que recibirla. Esther me había referido ya la historia de Johanna: Que esa noche su novio encontró los libros con la dedicatoria, y se puso como el diablo, que además encontró una fotografía mía dentro de uno de los libros, y que decidió terminar con ella. Yo me compadecí mucho, y conforme a mi plan, la perdoné. Fui un poco más comprensivo, escuché con atención: ¡Qué mal me hiciste sentir, José! ¡Discúlpame, es que no sabía nada de eso que te había pasado con tu novio! ¿Crees que te perdone? No lo creo, estaba muy molesto. Creo que es mejor así, yo no lo amo.

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Lo que no entiendo es, por qué no me dijiste lo sucedido de inmediato, y esperaste que pasara un día para venir a verme, y ni siquiera ese día fuiste lo suficientemente explícita. Tú sabes que lo intenté. El martes yo estaba muy deprimida, por lo que había pasado, y el miércoles pedí un permiso para venir a verte, y mira cómo me trataste ¿Cómo te traté? Tú sabes; como si yo fuera una mierda. Diablo, nadie me había hecho sentir así José, tú eres muy duro conmigo. Creo que cualquier persona habría reaccionado así estando en mi lugar. Sí, pero al menos debiste darme la oportunidad de hablar. Claro que te la di, yo no te tapé la boca para que no hablaras. No directamente, pero sí con tus palabras cortantes: “Hay tiempo de buscar y tiempo de darlo todo por perdido”, “¡Fuera de mi vida!” Con palabras tan cortantes como esas no digo yo callarme, eso es para que uno no vuelva a hablar nunca. Eso es echar a uno como un perro. ¿Sentiste herido tu orgullo? ¡Uff…! ¡Sí! Tú eres demasiado orgullosa. Yo observé el donaire conque te marchabas. En mi opinión, debiste ser más humilde e insistir en darme una explicación. ¡Diablo, yo me sentía muy mal! Por eso me fui. Tú eres demasiado orgulloso también, José, aunque no lo quieras reconocer. Lo mío no es orgullo, sino dignidad. Yo fui el agraviado, así que tenía derecho a portarme así. ¡Tá bien, ganaste! ¡Esta vez hemos tenido suerte ambos! Y… ¿Qué vas a hacer con tu vida? ¡No sé que haré! ¿Te quedarás conmigo? 48

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¡Tú no me quieres! ¡Claro que sí te quiero! Lo único que no te acepto con los tantos plantes que tú me haces. Uno también debe tener su chin de dignidad. Yo no podía aceptar una relación como esa, ¿Comprendes? Claro que comprendo. Nos miramos a los ojos, y entonces vinieron los abrazos y los besos. Era ya la hora de partir, así que me acompañó hasta el parque. Nos despedimos, luego de charlar un poco, sentados en el banco que está frente a la iglesia. Me dio sólo un beso en la mejilla al despedirnos. El lunes volvimos a comer juntos. Todo estuvo muy chévere. Compartíamos cucharadas, nos dábamos besos, y yo me aprovechaba, tocando maliciosamente sus senos, y a veces sus nalgas. Luego de la comida, y de la higiene bucal, los besos fueron largos y los abrazos apretados. ¿Comemos juntos mañana? Mañana no puedo. ¿Por qué no? ¿No me dijiste que habías dejado el trabajo? Sí, lo dejé, pero tengo que ir a casa de mi mamá, a resolver un asunto con ella. ¡Bueno! Y, ¿Cuándo nos veremos entonces? Ya será cuestión del jueves o el viernes. ¡Diablo! ¿Tanto tiempo? ¡No te apures, que este domingo sí nos podremos ver en Santo Domingo! ¿De veras? Ah, pero yo estoy jugando en un torneo de ajedrez. ¡Ah sí, me había olvidado! ¡Pues entonces será el otro domingo de arriba! No, yo haré los arreglos para que sea este domingo. ¡No, váyase a jugar su torneo! ¡No importa, yo puedo jugar en 49

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la mañana, y nos vemos al medio día! ¿Te alcanzará el tiempo? Sí, lo único que tienes que hacer es llamarme cuando llegues. ¿Adónde? Llámame a la Federación de Ajedrez ¿Cuál es el número? El número es: 683-4712. El domingo me tocó jugar contra la Chata de Brunildo Vélez. Jugué un tollo de partida, con el fin de acabar lo antes posible. Estaba tan emocionado que no me pude concentrar ni un momento. El brutazo tenía 50 formas de ganar, y no hallaba una. Al fin, logró ganar. Un sabor amargo me subía por la garganta. ¿Por qué no ha llamado Johanna? Maceo llamó con voz fuerte: “¡Llamada para José Rodríguez!” Y luego me amonestó: “Apúrate, que estamos en una reunión.” ¡Hola!, ¿Cómo estás? ¡Estoy bien! ¿Dónde has estado? Aquí, he estado esperando tu llamada. ¡Mira muchacho, yo he llamado como cincuenta veces y siempre me dan una versión diferente: Que estás jugando una partida importante, que ya te has ido, que el diablo y su hermano! ¡Toy quillá! ¡Ya cálmate, por favor! ¿Dónde estás? Estoy aquí en TashCom ¿Está tu esposo ahí? Sí. ¿Vas a venir? Sí. ¿Cuánto tiempo te tomará llegar a ASOMIBA? Creo que, como media hora. Está bien, yo te espero allá. ¡Nos vemos! ¡O.K.! (Deducción mental sobre la falta de tiempo para llegar desde Herrera a la Duarte) ¡Diablo, ya es casi la 1:00 p.m., y Johanna no aparece!

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Llamé a la casa de Doña Inés, la madre de Johanna, y ella no había aparecido por allá, ni había llamado en varios días. ¡Coño, el mismo show de Johanna! El lunes, no apareció por ningún lado, ya me estoy cansado de sus plantes. ¡Es cierto que cuando lo hace siento deseos de matarla, la muy desgraciada! El martes vino a visitarnos Taíra, la hermosa hermanita de Esther, mi secretaria. Ella, además de deliciosamente hermosa, es muy divertida. Siempre que viene la pasamos muy bien, hablando y bromeando. Casi entrando Taíra, hizo su aparición Johanna, vistiendo sus shorts y blusita negros, dejando ver su voluptuoso ombligo. ¡Que me salude primero, la que nunca me deja plantado! –Dije en voz alta– Todas se echaron a reír. Taíra se aproximó, me dio un abracito, y un beso en la mejilla. Luego vino Johanna, para repetir la operación. Luego de los reproches de Esther para Johanna, porque me había dejado plantado, (“Yo te he dicho que no me plantes a José, Johanna”), vino la discusión entre Johanna y yo: ¡Yo no te planté, yo fui, lo que sucede es que duré muy poco! Se veía la hipocresía en su rostro. ¡Bueno; que siga su jueguito, si lo encuentra divertido! Ya me había cansado del asunto. Mi interés había menguado hasta cero, por la brusquedad de esa mente retorcida. ¡Que cada cual haga su vida a su manera! Claro que, las vidas como la de Johanna debían hacer su existencia sin mí, por más lindas que fuesen. 51

Una Mujer Perfecta

Yo realmente no sé qué es lo que ella pretende, ni a dónde quiere llegar. Conmigo ha pasado sólo un día, y las cosas lucen normales. Pero yo no me fío de sus palabras, sé que no me quiere; la mujer descarada. Hemos hecho planes para vernos mañana martes, en Santo Domingo. Ella tiene que ir para que Fedro le active un celular. En la tarde llamó mi jefe. Debo ir a trabajar a La Romana, sólo por el día de mañana. ¡Diablos, qué mala suerte! Parece que no conviene que nos juntemos, José. ¿Cómo que no conviene? Sólo que debes darme un poco más de tiempo. En lugar de vernos a las 6:00 p.m., nos veremos a las 7:00 p.m. ¿De acuerdo? De acuerdo; pero yo te voy a llamar a La Romana, como a eso de las 4:00 p.m. Como a las 4:00 p.m. del martes, me llamó Johanna al consultorio de La Romana. Nos veremos a las 7:00 p.m., pero por si acaso, espérame media hora más. No, ese lugar es muy peligroso. ¿Quién dijo? Tú me esperas ahí, cerca del panel donde se reúnen los choferes. ¡Bueno, date prisa! ¿Te activaron el celular? Sí, entra en función dentro de unas horas. Mira José, está haciendo mucho frío, y está lloviendo ¿Por qué no lo dejamos para otro día? ¡No, nos veremos hoy!

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José A. Rodríguez N.

Bueno, está bien. Llegué a Santo Domingo a las 6:30 p.m., y esperé hasta las 8:00 p.m. ¡Diablos, yo no puedo creer esta vaina! Llamé a doña Inés, y no hubo nada nuevo acerca de la diva. Varias veces intenté el número de celular de Johanna, hasta que, a la cuarta vez me respondió: ¡Diablo, bárbara! ¿Dónde estás? Estoy aquí, en Baní ¡Diablo Johanna! ¿Por qué me haces esto? Es que, estaba lloviendo, y Fedro se empeñó en traerme, así que no pude resistirlo. ¿Johanna, tú estás dispuesta a seguir con nuestra relación? ¡Claro que sí, yo te quiero! ¿Estás dispuesta a verme esta noche? Sí ¿Por qué no? ¿Estás segura de que no me vas a plantar otra vez? ¡Claro que no, yo te dije que fue lo que pasó! Bueno, yo voy a coger el último expreso para Baní, nos juntaremos en el “Caribaní”, en más o menos, hora y media, ¿De acuerdo? ¡De acuerdo! Deja el teléfono disponible para que yo me pueda comunicar contigo cuando llegue. Está bien. Tomé rápidamente el último expreso en ASOMIBA. ¡Hoy se le acabará el jueguito a Johanna! ¡Ya estoy hastiado de esto! ¡Cualquiera la mata, a esa desgraciada! ¡Yo quisiera que me hiciera la misma jugarreta otra vez, que tú verás lo que le haré! El expreso se tomó el tiempo record de 45 minutos para llegar a Baní. Pasé como un bólido frente al “Caribaní”, y entré a CODETEL. ¡Alóu, Johanna! ¿Cómo estás? Yo bien, ya llegué. Sí, yo te vi cuando pasaste. Yo estoy aquí en el hotel, esperándote. ¿Dónde, en Caribaní? ¡Sí, estoy 53

Una Mujer Perfecta

aquí con la recepcionista, viendo la novela! Está bien, voy para allá. Salí tan apresurado que olvidé pagar la llamada. Afortunadamente el cajero me conoce, y le dijo al watchman que fuera a notificarme el descuido, justo cuando yo me daba cuanta del lapsus mental y regresaba a pagar. ¿Cuánto es? ¡Dos pesos señor! Ambos sonreímos, y luego nos despedimos amistosamente. ¡Hola! ¿Cómo vas? Aquí, pasándola. Hola Srta. Ésta es la Johanna que me plantó la otra noche. ¡Ah, Sí! ¡No le hagas eso por favor, ese hombre estaba desesperado! ¡Prometo no volverlo a hacer! ¡Vamos arriba, y terminemos de ver la novela allí! Me habían dado la habitación 32, y luego de un rato la ubicamos, pero no me pareció tan acogedora como la 17, así que le sugerí a Johanna que volviéramos, para ver si nos daban la 17, y lo logramos. ¿Qué hacemos, vamos a cenar luego de…? Sí, pero yo tengo que ir a casa esta noche. Esta noche es para mí solo. ¡No José, yo voy a ir y volver, es que se lo prometí a mi vecina! ¡Otro cuento! No es cuento, es que yo le prometí quedarme con sus niños. Ella tiene que cuidar a su amiga, que vive enfrente, porque la apuñalaron. Hubo un pleito muy feo entre las mujeres que yo siempre te cuento que se están matando por celos. Y, ¿Tú tienes que quedarte con los niños? Mira, yo iré contigo, y traeremos a los niños, para que duerman con nosotros aquí en el hotel (Esto lo dije con cierta sinceridad, 54

José A. Rodríguez N.

pero con el plan de entramparla. Esa historia de que una madre, que no es médica, va a pasar la noche cuidando a su amiga que está herida, y no podrá vigilar a sus hijos de enfrente, me pareció una historia absurda) Yo voy a volver ¡No podemos traer a los niños para acá, eso nos impedirá maniobrar con libertad! ¡Yo no te entiendo Johanna! Se me acercó con su habitual hipocresía, me abrazó y me besó. Empecé a desabrochar su camisa blanca y pude ver sus hermosos senos redonditos y firmes, no traía sostén lo que facilitó bastante la operación. Nos encendimos momentáneamente de pasión, y sentí por un rato su lengua combatiendo con la mía. Era su paladar ágil y delgado; manejado con soltura y maestría. Quería demostrar cierto pudor de inocencia pero el reflejo era lejano. Se cubría los pechos con sus manos y reía, como quien no quiere dejarse ver lo ya tan visto. Esto me dejó un poco perplejo, pero enseguida capté la psicología del momento. ¡Ah, lo que quiere es que insista un poco! ¡Parece que quiere excitarme con este jueguito de coquetería! ¡Desnúdate! ¡No, quiero verte a ti primero totalmente desnuda! ¡No! ¿Por qué no? ¡Me da vergüenza! ¡Apaga la luz! ¡Claro que no! ¡Yo quiero disfrutar de ver tu desnudez a plena luz! Sí, pero yo también quiero verte. Yo no tengo un cuerpo esbelto, soy gordo y feo. No sé qué puede gustarte. Tú cuerpo me gusta, y tú sabes que me disgusta oírte hablar así. Tienes que acostumbrarte a mirar tu figura al espejo cada día, y decir: “Soy un hombre apuesto”. 55

Una Mujer Perfecta

Entre besos y abrazos, ya estábamos casi desnudos. Eran sus tanguitas azules, y yo le rogaba que se pusiera de pie, para que mis ojos se extasiaran en la percepción de la absoluta belleza de sus formas. Era la hora de la magia. La habitación flotaba como en la atmósfera de un sueño. No tienen parangón, ahora, mi agitación y mi delirio de esa noche. Aunque se veía perfecta con sus tangas, tuve que desnudarla totalmente. Ella sonreía con malicia. Me acerqué para besar sus fuentes, pero una fetidez inesperada me hizo recordar que todo es más delicado después del delicioso baño. Ella se metió primero a la bañera, cerró la puerta, de manera que yo no pudiera verla ¡Diablos, qué mal, qué tortura! Salió fresquerita, como una mandarina, y yo ansioso por devorar cada gajo de su cuerpo. Bien afilados los colmillos del deseo. Yo no cerré la puerta del baño, y ella miraba mi pene erecto, y mi sangriento glande, en el ritual sagrado de la purificación. Ella charlaba sobre no sé que cosa, mientras mi mente proyectaba su figura, a través de la delgada toalla blanca, tan corta, que dejaba ver el comienzo de sus glúteos, deliciosamente redondos, porque Dios lo quiso así. Dios quiso que esta india taína, fuera caribe, con sabor a menta y canela. Salimos hasta la habitación. Yo no aguantaba más mi pene, a punto de estallar, y mi lengua revolcándose en su boca, o viceversa. Mordisqueaba mi pecho, jugaba con la punta de su lengua en mis tetillas. Yo apretaba sus nalgas con furia desmedida, y besaba sus ojos amarillos 56

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de ámbar, de miel, de fuego ¡Qué sé yo! Acaricié sus senos firmes y redondos. ¿Eres tú o soy yo? –Me interrumpió con cierta brusquedad–. ¡Somos los dos! –Le respondí– (Mi respuesta no fue automática. Este tipo de preguntas no es fácilmente digerible, y mucho menos en la situación dada). Evidentemente se refería a que el acto sexual debía ser acompasado, uno de los dos debía hacer el trabajo, mientras el otro disfrutaba. Yo nunca había enfocado el asunto de este modo. Quizás mi respuesta fue desacertada, pero fui sincero, conforme a mi poca experiencia. Ella sonrió, y cuando estaba ya su paladar allá en mi monte, levantó la cabeza y preguntó: ¿Trajiste los condones? ¡No! ¿No? Entonces, ¿Cómo lo haremos? Lo haremos sin condones. No, no debemos arriesgarnos. Yo tengo suficiente dominio, ¿No tienes tú dominio? Sí, pero a mí no me gusta dominarme. ¡A mí me gusta que cuando estoy caliente mi tiguere le dé pallá! Estas palabras dejaron una impresión muy negativa en mi estado de ánimo. Me daban la certeza de que estaba a punto de hacer el amor con una meretriz; no sexo, sino amor. Bueno, al menos desde mi punto de vista. Es evidente que no me ama. Bueno, al menos se protege, me dije, como para olvidar mi miedo. Pero se formó un 57

Una Mujer Perfecta

nudo de amargura en mi garganta. Hube de ser lo suficientemente astuto para disimular. ¿Quieres que vaya a comprarlos? ¡No, yo iré! ¡Ah, seguro que no volverás! ¡Claro que voy a volver! Me tomaré unos veinticinco minutos. Se vistió rápidamente, y salió. Todos sabemos de la amargura de una noche en la soledad de una habitación. Esta amargura se torna en agonía si la habitación es de un hotel, y esperas a una mujer perfecta en hermosura, que ha jurado regresar, y no regresa. Pero yo, ya estaba preparado, mejor dicho, curado, de los muchos plantes, e incluso, uno en esta misma habitación, y en circunstancias más o menos parecidas. “Puede ser que le haya pasado algo” –Pensé– Como quien quiere consolarse, justificando a quien no se lo merece. Bajé dos horas después de haber ella salido, eran las 11:30 p.m. Evidentemente no regresaría. La llamé al celular, me respondió la grabación del buzón de mensajes: “La persona que usted ha llamado no puede contestarle, por favor, deje su mensaje después de la señal”. Johanna, es José Rodríguez, si te es posible devuélveme la llamada al hotel, el número es: …. Adiós. Varias veces bajé, subí, bajé, subí… Todas mis deducciones fueron ciertas. Tiene otro, u otros. Es extraño que él, o ellos, jamás lo haya notado ¿Cómo es posible que nos mantenga atados con el mismo hechizo? El hechizo es el misterio ineluctable de su cuerpo. 58

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Debo tratar de descansar. Aunque siempre me sucede que no puedo dormir en estos casos (Se acumula en mi ser el sufrimiento, y tengo que vivirlo, haciendo deducciones, o nuevas conjeturas, o puliendo las antiguas).

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“…estas derrotas, anudadas a mi cuello como alambres de púa.” -Ángela Hernández-

IX A través del cristal de la ventana del hotel, contemplo la sinuosidad de la montaña. Tiene promontorios verdes, y oscuras concavidades. Una montaña es igual a una mujer, sólo es hermoso contemplarla de lejos, es un trabajo difícil internarte en ellas. ¡Alóu, buenos días! ¡Buenos días! Señorita, ¿Me puede pasar una llamada? Claro señor, dígame el número. El número es: ***-**** Cuelgue, por favor, y vuelva a levantarlo cuando timbre. Bien, gracias. -

Centro Óptico, Buenos días

-

¡Hola, bella Esther!

-

¡Buenos días, galante caballero!

-

¡Ha ha ha! nosotros!

¡Qué

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cherchosos

somos

Una Mujer Perfecta

-

¡Diañe, Sí!

-

Dime, ¿Hay pacientes?

-

Por ahora no. ¿Dónde estás tú?

-

Yo estoy aquí, en Santo Domingo.

-

¡Mira jablador, tú estás aquí en Baní!

-

¿Cómo lo sabes?

-

Porque lo sé.

-

¿Me ha llamado Johanna?

-

No. ¿Tú dormiste con Johanna en el hotel?

-

Te contaré todo con lujo de detalles cuando llegue, ten paciencia, sólo te diré que la muy desgraciada volvió a plantarme.

§ -

¡Alóu!

-

¡Alóu, buenos estás?

-

Estoy aquí en la fiscalía.

-

¿Qué estás haciendo ahí?

-

Tú sabes, anoche te dije lo del pleito, y también, que yo tenía que venir a dar declaraciones de lo sucedido.

-

¿Vas a venir?

-

Sí, pero más tarde.

-

¿Cómo a que hora?

días!

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¡Bárbara!

¿Dónde

José A. Rodríguez N.

-

Como a eso de las 11:00 a.m.

-

No, creo que mejor iré yo a donde tú estás.

-

¿Vas a venir? ¿Cuándo?

-

Ahora mismo, voy a coger un motoconcho, déjame comprarle unas frutas a Esther primero.

Fui hasta la fiscalía, y me encontré a Johanna hablando con algunas personas en la entrada. Nos saludamos, le sonreí ocultando mi amargura lo más que pude. No quise mostrarle mi disgusto, para no alejarla. Quería que viniese a darme una explicación plausible de por qué me había plantado la noche anterior. Bueno, y si decidía decirme la verdad… Yo ya lo sabía: Me diría que no me ama, que nunca me amó en realidad. Me diría que su vida es así, asá y asó, que yo era sólo una pequeña alegría, un juego que estaba a punto de desencadenar en algo que sería demasiado… Quizás que tenía un marido y/o, quién sabe qué más. En fin, yo ya estaba preparado para recibir el golpe, yo nunca me aferro a nada, soy áspero y difícil. Ya he madurado lo suficiente, ¿Qué puede buscar una chica tan linda como ella, en un hombre feo como yo? Yo no tengo dinero, como Fedro. Esto debí preverlo. Bueno, Johanna me recibió con una sonrisa, un poco burlona desde mi punto de vista, me saludó, y luego, con mucha alegría, me llevó a dentro, a conocer a su cuñado Payén, un cabo de la policía que trabaja en la fiscalía. Payén es una de esas personas de buena sangre, que le caen bien a uno desde que uno los conoce. 63

Una Mujer Perfecta

Luego salimos, y ella me dijo que Payén le había preguntado que cómo andaba su vida, ella le contestó: ¿En qué especto? Tú sabes cuñá, dizque que hay un doctor enamorado de ti. Así es cuñao, un día de estos se lo voy a presentar, es un gordito adorable. ¡Uté tá acabando cuñá! La gran sorpresa para Johanna, lo que ella dice fue una de las experiencias más agradables, fue lo espontáneo de lo sucedido. Yo me aparecí casi en el mismo instante de la conversación de ellos, y eso le permitió presentarnos. Yo me porté muy cortés, a pesar de que quería estrangularla. Ella le había contado a Payén lo que había hecho la noche anterior, dejándome plantado. Yo creo que él está muy molesto. ¡Molesto na’ ma’, yo la mato si uté me hace una cosa así cuñá! Al fin salimos de la fiscalía. ¿Vas a venir? ¡Sí! ¿A que hora? En 20 minutos. Te esperaré. Adiós. Bye. Cogí el mismo moto-concho en el que vine, y regresé a mi consultorio. Ella vino a verme faltando sólo media hora para el medio día. Ella estaba muy contenta, y yo muriéndome por dentro. Nada, yo debía ser lo suficientemente hipócrita. Ella no era para mí. ¡Odio a los farsantes! Intentó besarme, pero una fetidez horrible salió de entre sus labios, algo parecido a la hediondez de mi pene sin lavar. Se me colgó del cuello y tocó mis labios con los suyos. ¡Déjame, tú no me amas! 64

José A. Rodríguez N.

¡Yo sí te amo, lo que pasa es que tú eres muy incomprensible! ¿Yo, incomprensible? ¡Diablo Johanna, qué bárbara! ¡No me digas así, que no me gusta! ¡Bien!, ¿Por qué no volviste? Yo te dije ya, lo que pasa es que no encontré condones, ya era muy tarde y no había farmacias abiertas y me daba apuro venir porque yo sé lo que tú querías, y yo no podía dártelo. Pero yo te dije que podíamos quedarnos juntos sin tener relaciones. Esa excusa tuya no es válida. Ponte en mi lugar José, yo tenía que cumplir con la vecina. A mí me gusta cumplir con la gente, además, ella se porta muy bien conmigo, me pasa la comida incondicionalmente cuando yo no tengo dinero, tú sabes que personas así, bondadosas, uno debe tenerlas en alta estima. Sí, yo lo entiendo, pero tú debiste volver. Es que era muy tarde, y por donde yo vivo es muy peligroso, hay muchos ladrones y atracadores. Escuché todas sus excusas baladíes, sólo por cortesía. Ninguna tenía una pizca de acierto. Fui al baño de mi oficina y me lave los dientes, para arrancar la fetidez que sentía de ese beso maldito, volví a lavarme los dientes, y a enjuagarme la boca con Astringosol. Cuando salí del baño, ya estaba decidido a deshacerme de ella. ¿Cómo lo haré? Esta chiquilla lo que quiere es sentirse halagada, con un imbécil como yo detrás de ella, uno que se derrita como la mantequilla al sol.

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Una Mujer Perfecta

¿Nos vamos? Está bien. Caminamos con dirección al parque y se me ocurrió la maravillosa idea de invitarla de vuelta al hotel. Ella de seguro no va a aceptar. Ni siquiera a las prostitutas les gusta entrar a un hotel a plena luz del día, y menos cuando su acompañante no sabe la calaña de mujer que es ella. Pero el problema está en que yo ya entregué la habitación del hotel, ¿Qué pasaría si aceptara venir? ¡No, ella no aceptará! ¡Estoy seguro! Si acepta le diré que fue sólo una broma, y que ya había entregado la habitación. Me siento muy triste, pero debo acabar de una vez por todas este maldito juego.

-

Johanna, ¿Quieres venir conmigo al hotel?

-

¡Tú eres loco José! ¿A esta hora? ¡Son las 12.00 del día, yo no puedo hacer algo así, Imagínate!

-

Sabía que tú no ibas a aceptar, siempre vas a poner un pero. Yo, te dejaré libre.

-

¿Quieres terminar conmigo por eso?

-

No es por eso, es por muchas cosas.

-

¡Tú eres un hombre incomprensible!

-

¡Sí, yo soy el incomprensible! De todas maneras, eres libre de mí. Sigue tu vida, y sé feliz, pero ten mucho cuidado, tú juegas un juego muy peligroso.

-

Bueno, pues, ¡Adiós!

-

¡Adiós!

Ella siguió rumbo a la parada de los motoconcho, y yo hacia el hotel, dizque con la 66

José A. Rodríguez N.

pretensión de quedarme. En ningún momento volteé a mirarla, por eso, entré al hotel, saludé a la recepcionista y hablé un rato con la administradora, acerca de canciones viejas. Salí del hotel, miré a mí alrededor, no había ningún rastro de ella. Estaba empezando una llovizna, y me detuve frente a la entrada del banco hasta que la lluvia pasara. Sentí una profunda tristeza, pero también un gran alivio. ¡Esa maldita mentirosa se había ido para siempre de mi amarga existencia!

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Una Mujer Perfecta

“He mirado… y me he dado cuenta de que todos llevamos una herida.” -Arthur Rimbaud-

X Ya mi espíritu no es tan fuerte como antaño. En estos días, después que despedí a Johanna, la farsante que se había hecho pasar por la chica de mis sueños, he tenido que hacer acopio de mi hombría, para no marcar su número telefónico. Casi una semana después, la ansiedad se hizo dueña de mí, y marqué su número. ¡Alóu! ¡Alóu! ¡Alóu! Pero no respondí. Permanecí cubriendo el emisor con la palma de mi mano. Ella permaneció por un momento silenciosa, y al final yo colgué. ¡Diablos qué estúpido, ahora mi número sale registrado en su celular! ¡Sabrá que fui yo quien la llamó! ¡Bruto, bruto, bruto! ¡Ah! ¡! ¡! ¡! ¡! Por suerte estaba solo en mi oficina.

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Ahora, ella podrá cantar victoria. Yo he caído en llamarla. ¡Dios mío! ¿Qué haré si ella viene a reclamarme por la llamada? ¡Ya sé! Le diré que fue un lapsus mental, por la costumbre de marcar su número, que yo estaba tratando otro número, y se me cruzaron los cables, que esas cosas son raras pero a veces suceden. Para mi fortuna, o mi desgracia, ella no vino, ni llamó. Ella reapareció el miércoles de la “semana santa”. Habló con mi secretaria acerca de traer a su padrastro a consultar, que estaba planeando una gira bárbara para que sé yo donde, que la mujer esa que estaba planeando la gira con ella, la estaba volviendo loca, que por aquí, que por allá… Yo estaba atendiendo un caso complicado, y me estaba apurando por terminar, para pasar, supuestamente, al baño, y saludarla secamente de lejos, para ver su reacción. El caso me tomó mucho tiempo y cuando salí ya se había ido. ¿A qué vino Johanna? A saludarme. Ella y yo somos amigas todavía. ¡Sí, ya lo sé Esther, no tienes que recordármelo! Dice ella que la semana que viene va a traer a su padrastro. Que lo traiga será tratado bien, como cualquier paciente. ¡Hay José, no seas ridículo! Al menos lo vamos a exonerar de pagar la consulta. No sé, si tú quieres, hazlo tú. No, lo haremos ambos, sería una indelicadeza de nuestra parte no hacerlo. Tienes razón, Esther.

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En la siguiente semana, me parece que la vi una vez, el miércoles, cuando llevaba un envío a ASOMIBA. Iba cruzando la calle, desde el parque hacia el edificio de Los Serret. Iba acompañada de un apuesto y gallardo joven, pelo negro lacio, fornido, alto, sin un gramo de grasa en todo el cuerpo, brazos musculosos, piel blanca. Caminaba con garbo y bizarría. Ella llevaba una mini falda blue jeans, un sombrero de tela del mismo color, y el pelo suelto, junto con una blusita que me pareció haber visto antes. Ella se colgaba de él con alegría, y no dejaba de mirarlo mientras caminaban. Ese no es Neudys, es otro. ¡Vaya, otro levante! Esta muchachita es súper rápida. Me devolvía, con la intención de ver a donde iban, pero luego me dije: “No tiene caso, ella es dueña de su vida, que sea feliz con esa vida, hasta que la mate el sida”. Retomé mi camino, con toda mi amargura, y, cuando volví, le dije a Esther lo que había pasado. Quizás era su marido. No, el maridito es moreno, según ella. Ese era uno de paso, estoy seguro. A la semana siguiente, como el miércoles, llegué a mi consultorio y estaba casi repleto de pacientes. Vi a Johanna frente al escritorio de Esther, y sólo la miré levemente, di los buenos días, y entré como un bólido. “Páseme el primero, por favor” Ausculté varios pacientes, y el padrastro de Johanna resultó ser el último. Luego, permanecí todo el tiempo en mi consultorio, hasta que ella

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se marchara, para no verla. A pesar de las ganas que tenía yo de salir, me contuve. Cuando se hubieron marchado salí, casi ahogándome. Evidentemente aún estaba loco por ella. Pero nada, cada cosa en su lugar, y ella no era para mí. En la tarde, después de comer, volví a mi oficina. ¡Johanna volvió! ¿Bajo qué pretexto? Vino a comprar las gotas oftálmicas para su padrastro. ¡Ah, bueno! Y me encerré en mi consultorio. En los días siguientes, ella volvió sólo una vez, y Esther me dijo que fue sólo a pagar por los lentes de su padrastro. Otro día, fue a visitar a Esther, y Esther me dijo: “Johanna dice que a su papá no le ha ido bien con las gotas, que los ojos se le ponen rojos”. Johanna asintió con la cabeza.

-

¡Pues entonces tráelo de nuevo, para chequearlo!

-

¿Traerlo otra vez? ¡Uff!

-

Bueno, es lo único que yo puedo hacer. Dile que deje de usar las gotas, y que venga a verme.

Eso fue todo lo que hablamos. Ella parecía indiferente, y yo permanecí con la puerta abierta, reproduciendo una partida de ajedrez, como a quien le da tres pitos y una flauta la presencia de otro. 71

Una Mujer Perfecta

¡Johanna llamó! ¿Bajo qué pretexto? Para saber si ya los lentes de su papá están listos. ¡El no es su papá, es su padrastro! ¡Ay José! Y para los fines de lugar, ¿No es lo mismo? ¡Bueno, sí! Ésta fue la breve conversación que tuvimos acerca de Johanna, por varios días.

§ -

Hoy hablé con esa mujer.

-

¿Con cuál mujer?

-

¡Con la tal Johanna esa!

-

¿Cómo que hablaste, y eso?

-

Yo encontré el número de celular de ella en tu libreta de teléfonos.

-

¿Qué hablaron?

-

Hablamos muchas cosas, acerca de ti, y acerca de los hombres en general.

¡Déjate de imbecilidades Arielys, tú no has hablado con Johanna! ¡A mí me importa poco lo que tú pienses, yo hablé con ella y ya! Eso tú no puedes cambiarlo. ¿A qué número celular la llamaste? Yo no anoté el número del celular de ella en mi libreta, yo lo grabé en mi memoria. 72

José A. Rodríguez N.

¡Ay, yo no sé, yo marqué ese número y salió una señora! Le dije que me comunicara Johanna, y ella me dijo que esperara momento, luego respondió una voz que pareció más joven:

me con un me

-

¡Sí, Buenas! ¿Quién me habla?

-

¿Es usted Johanna?

-

¡Para servirle, dígame!

-

Yo soy Arielys, la esposa de José. Estoy segura de que ha oído hablar de mí.

-

Claro que sí. José me habla mucho de usted, y de sus niños.

-

Yo supongo que nada bueno le habrá dicho de mí.

-

Él me ha dicho cómo lo trata usted, que usted es la villana de la película.

-

Hay una sola cosa que yo quiero saber, ¿Ustedes están viviendo?

-

Y, ¿Por qué no se lo pregunta usted a él?

-

Él me lo ha negado.

-

¡Qué ingenua es usted! ¿Cree usted que él se lo iba a confesar así por así? Se ve que usted no tiene la experiencia de tratar con los hombres.

-

¿Eso quiere decir que ustedes sí tuvieron relaciones?

-

¡Claro que sí, “señora”, Y no una, ni dos veces!

-

¡Usted es una mujer que no vale la pena!

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Una Mujer Perfecta

-

¡Quizás no valgo la pena, pero muchos hombres vienen a mí, porque yo sí sé tratarlos!

-

¿Cuál es el trato tan bueno que usted le da a los hombres?

-

A los hombres hay que saberlos manejar, hay que escucharlos, para una saber lo que les gusta, luego se inventa una, una historia dramática, pa’ que le cojan pena, y ya se piensan ellos que son dueños de una. En realidad, es una que los convierte en esclavos.

Quedé frío, escuchando el relato de esta supuesta conversación. Al parecer sí habían hablado, y, si fue así, todo esto no hacía más que corroborar mis conjeturas: Johanna es una meretriz. Se mezcló en mi sangre un sentimiento de rabia y de extrañeza. Era evidente que esta niña poseía un coeficiente de inteligencia superior al promedio, puede jugar con la psicología de los hombres, incluso los de edad avanzada como Fedro, como yo, que le llevo trece años. Me sentí un poco apenado por ella. Tantas potencialidades desperdiciándose. Si ella supiera que le iría mil veces mejor si estudia alguna carrera, o se entrena en algún arte. ¡Vaya, escogió el mal camino! Esta carajita hubiera sido excelente en ajedrez. ¡Qué desperdicio! Hubiera aprendido música en un santiamén, quizás pudo haber sido concertista de piano. Ella no me engañó, se engañó a sí misma. Yo le di todo mi amor, y estaba dispuesto a empezar 74

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una nueva vida con ella. No es mi culpa haberme enamorado. Eso jamás será un error. Debo repetirme esto, para no endurecer mi corazón, quizás aún haya esperanzas de encontrar el verdadero amor. En los días subsiguientes, mi esposa no hizo más que hostigarme. Cada tarde, cuando yo llegaba, introducía una nueva parte a la antigua conversación, de manera que me estaba amargando la existencia. Yo veía que ella se desvivía hablando de la filosofía Johannesca, como si fuera de universal dominio entre las mujeres: “Que los hombres no saben valorar a una mujer, que así es como a los hombres les gustan las mujeres: Putas, cueros, que los engañen diciéndoles: “Papi tú tá bueno” Y sacándoles dinero”. Yo estaba hasta el hartazgo con esta diaria letanía. Siempre que mi esposa tocaba este tema había algo que volvía a mi memoria: Johanna… ¿Qué buscaba Johanna, o qué pretendía ella conmigo? No era dinero, nunca mencionó que necesitara dinero, u otra cosa material. Esto no concordaba con lo que decía mi esposa de las supuestas conversaciones sostenidas con Johanna. En realidad nunca pude comprobar cuáles eran las pretensiones de Johanna, quizás esperaba el momento más propicio, y luego se dio cuenta de que soy un pobre diablo, quizás apostó todo a una sola carta. Si es como dice Arielys, entonces ella me plantaba por la simple razón de que no le ofrecí dinero; pero tampoco lo insinuó, y las prostitutas son ñoñas con su negocio. Todo eso tiene que ser otro cuento de

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Arielys. Johanna no encaja en ese patrón de conducta. Recuerdo las pestes, amenazas y maldiciones de Arielys, la noche que encontró la primera parte de este diario. Cuando llegó a amenazar de cortarme el pene y hacerlo picadillo, de modo que no fuera posible una reinserción. No pude pegar un ojo en toda la noche. Al día siguiente, me fui a dormir a casa de Johnny. Yo andaba fugitivo, de casa en casa, de hotel en hotel. Le dije a Johanna que se buscara una habitación donde pudiéramos estar juntos, pero ella nunca lo hizo. Tuve que volver a mi casa. Mis niños no pueden irse tranquilos a dormir si no me han visto. Arielys vino con los niños a Baní. Quería saber si yo estaba viviendo con Johanna. Le dije que me fui de la casa por todas sus amenazas, y que Johanna y yo no nos habíamos vuelto a ver. Los niños estaban súper felices, jugaron con los toboganes del Pica Pollo Rey, y comieron pollo frito, fuimos al frente, a Helados Bon, y comimos helados y jugamos, luego nos dirigimos a ASOMIBA, pero antes, fuimos a la dulcería Las Tres Rosas, y compramos dos tarros de dulce, y uno en pasta, pasamos por el colmado antes de ir a ASOMIBA, y comimos queso de hoja, y jugolitas. Nos fuimos a casa. Arielys estuvo tranquila. Me había pedido otra oportunidad. Esta vez me iba a tratar bien: Me lavaría y plancharía la ropa a tiempo, me haría mi jugo de naranja sin protestar. El dolor fue cediendo poco a poco. La herida que había dejado Johanna en mi corazón habría cicatrizado en unas semanas, si no hubiese sido 76

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porque ella venía a mi oficina, a veces, supuestamente a visitar a Esther, mi secretaria. Yo sabía que ella venía también a torturarme, o a burlarse de mí, a saborear su victoria. ¿Y si es cierto que Arielys habló con Johanna? Entonces, Johanna viene para ver mi reacción, y contarle a Arielys. Arielys dice que cuando habló con Johanna, ésta le dijo que yo la hostigué, que me le lancé, y que no la dejaba tranquila, que ella no tuvo más remedio que aceptarme, que yo parecía un maniático. Eso es porque yo pensaba diferente de ella. Es verdad, yo fui quien la buscó primero, pero ella también vino a verme varias veces, yo sentía necesidad de alguien que me diera un poco de amor, yo también soy humano. Tú sólo piensas en ti, y en dos palabras: “Dinero, compras”. Tú no me cuidas bien, y ni siquiera a los niños cuidas bien, no quieres estudiar… ¡Yo no sé qué diablos haces con tu tiempo, tú debes tener algún chulo al que le estás dando mi dinero! Cuando una persona ama a otra busca complacerla, y no busca siempre una excusa para no hacer lo que debe hacer. Andas acabándome, hasta con la vecina, dizque porque estás harta de exprimir naranjas, y eso, que es lo único que yo te pido, porque yo no como aquí, y tú rara vez te levantas a hacerme el desayuno. ¡Con una gente así como tú, no digo yo buscarme un cuero que me diga, o me demuestre, cariño!

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Una Mujer Perfecta

Yo te haré tu jugo, y tu desayuno, y te tendré tu ropa limpia y planchada. ¡Voy a ver de qué te vas a agarrar ahora! Recuerdo que Johanna me dijo que podíamos ir al campo, a visitar a su padre, ir a la playa juntos, la íbamos a pasar muy bien. Pero eso fue dos semanas antes. Ahora, ya nuestra relación es cosa del pasado. La “semana santa”, tuve que trabajar hasta el medio día del jueves. Yo llevé a José Raúl a Baní, y Arielys fue con la niña, a llevar a su tío para que le revisaran la operación. Luego, Arielys se fue al campo, a ver a su abuela, quien supuestamente estaba muy enferma, y nadie había ido a verla. En el camino nos encontramos, cuando José Raúl y yo veníamos de Baní, y ellos salían del MORGAN. Arielys decidió irse ese mismo día para Bayaguana, ya eran casi las 4:00 p.m., se llevó a José Raúl, y me dejó a Perla Mariel, para que yo pudiera descansar un poco más, ya que debía cuidar al tío Chino quien había sido operado de la vesícula. El tío Chino tiene unos 48 años de edad, y se portó como un niño llorón, dizque hasta el jugo de papaya le hacía daño, no quería ni la sopa que le preparaba. Siempre que le preparaba una comida quería otra cosa, y la Chichí quería cocinar, y lavar los platos conmigo. Así me pasé la “semana santa”, hasta que Arielys llegó el domingo por la tarde. El lunes regresé a mi lugar de trabajo en Baní. No había descansado bien en el fin de “semana

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santa”. Después de todo, lo que necesito son unas buenas vacaciones. Johanna volvió, más hermosa que nunca. Con ajustados pantalones caquis y un suéter blanco. Esa tarde, me saludó y me sonrió, yo le correspondí la sonrisa, y entró a mi consultorio. Quiero darte un abrazo de amigos ¿Puedo? ¡Claro que puedes! Me abrazó, y desfallecí, casi a punto de desmayar, afortunadamente estaba sentado, y este hecho no fue notorio. Era evidente que aún no me había curado de su veneno. ¡Es tan linda! Me miró a los ojos con inusitada fijeza, ¿Cómo te está yendo? Muy bien, Arielys me pidió una nueva oportunidad, y decidí dársela, más por nuestros niños que por otra cosa. Y tú, ¿Cómo estás? Yo estoy igual, quizás un poco feliz de saber que a ti te está yendo bien. Tú te mereces lo mejor del mundo. ¿En verdad lo crees? Sí José, tú eres muy bueno. No tuve más remedio que abrazarla. Entonces ¿Por qué no te quedaste conmigo? Yo no estaba segura, sentía mucho cargo de conciencia, por tus niños, por tu esposa embarazada. Al menos, debes agradecerme porque tu esposa está cambiando, y te está tratando mejor. Espero que siga así, aunque hace años que perdí la fe en sus supuestos cambios. Ella ha cambiado muchas veces, pero sólo por una o dos semanas. Johanna nunca supo que este tipo de actitud fueron las que despertaron el amor en mí. Jamás vi a una persona capaz de sacrificar su amor, 79

Una Mujer Perfecta

sólo para que la persona amada fuera feliz, y no perdiera su bienestar. Se requiere mucho amor, sensibilidad y abnegación para llegar a ser una persona de este calibre. ¿No es éste el amor verdadero? Conforme con adelante, es así.

1

Cor.

Capítulo

13:1

en

Mi temor siempre fue que ella estuviese fingiendo, aunque es muy difícil fingir, ser una persona que uno no es. Si está fingiendo, es la mejor actriz del mundo y tiene una súper- hipermega memoria. Si no está fingiendo, esta mujer es el perfecto reflejo de mí mismo, es una mujer perfecta para mí.

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“Todos, cuando niños, necesitamos un poco de cariño…” -Canción popular Dominicana-

XI No me digas esas cosas Johanna, esas son las cosas tuyas que me han hecho enamorarme desesperadamente de ti. Ninguna persona jamás, ha sabido valorar mis sacrificios, y ahora tú pretendes inmolarte. Yo tengo que pellizcarme para saber que no es un sueño, que eres una persona real. Tú te das cuenta de mí porque eres especial. Sí, pero no sé por qué me dices estas cosas si no me amas. ¡Yo te amo! ¿Por qué me plantaste tantas veces entonces? No estaba segura de mis sentimientos. Pero ahora sí lo estoy. Y, ¿Qué te hizo cambiar? He pensado mucho en ti, en lo maravilloso que eres, eres sentimental, poético, simpático, muy educado, eres todo lo que una mujer debería amar en un hombre. Eres un hombre adorable, que ama mucho a sus niños.

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Una Mujer Perfecta

Tuve que abrazarla, y los besos fueron inevitables. Sacudí fuertemente la cabeza, como para desajustarme. Sólo unas palabras, y ya estaba otra vez a su merced. ¿Y si pretende volver al mismo juego? ¡No, no debo entregarme! Me parece que vamos a volver al mismo juego, ¿Verdad? ¡No José, ahora será muy diferente! Yo te amo y te lo voy a demostrar. Sólo te pido, por favor, no me hieras, mira que me estoy poniendo en tus manos, no me hagas sufrir. Estas palabras me conmocionaron. Yo la miraba fijamente a los ojos, y eran dos ventanas abiertas a su corazón. Bueno, al menos así me parecían. Espero no estar equivocado. ¿Cómo me lo vas a demostrar? Dame este domingo. Ahora soy yo quien quiere un domingo para nuestro amor. ¡Oh, no! ¿Qué sucede? ¡Este domingo no puedo! Se lo prometí a mi familia. ¿Qué tal el sábado, entonces? El sábado tengo que trabajar hasta las 12:00 meridiano, si no te importa que sea en la tarde… Claro que no me importa. De todos modos, yo llego tarde, puesto que tengo que arreglarme, y además, el tiempo que se toma el expreso en el trayecto de Baní a Sto. Dgo. Entonces, te espero el sábado, a eso de las 12:30 p.m., ¿Bien? 82

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Sí, pero por favor, no te vengues dejándome plantada. Yo nunca haría eso, tú sabes que yo no soy así. Además, yo soy el más interesado, aunque tú no lo creas. Ella sonrió complacida. Así quedó todo arreglado para el próximo sábado, pero el sábado no llegaba, y parecía que el viernes había hecho un oscuro pacto con el jueves, para que éste reinara por tiempo indefinido. Yo estaba dispuesto a recurrir a cualquier artilugio, hasta que me informaron que era viernes por la noche. Con todo, la emoción no me dejó dormir. Alóu, sí… Hola vida, ¿Cómo estás? Estoy bien, ¿Y tú? Todo bien, ¿Vienes? Sí, ya estoy por aquí, por Herrera, llegaré a ASOMIBA en unos veinte minutos. Yo creo que llegaré primero que tú, entonces. ¿Dónde estás tú? En el trabajo. Uh, yo no creo que llegues primero. De todos modos, me esperas. ¡Hasta luego mío amore! ¡Bye!

§ 83

Una Mujer Perfecta

¡Hola amor! ¡Hola! ¿Hace mucho que me esperas? No, llevo unos quince minutos esperando. Si me hubiera tardado media hora más, ¿Te habrías marchado? ¡Claro que no! Yo planeaba esperarte hasta la 1:00 p.m. Me tardé más porque hice una parada en la farmacia para comprar condones. Espero que esta vez no haya imprevistos. Fuimos a comer al BUEN SABOR: Chofán de camarones, res con brócoli, y arroz. Fue demasiada comida para nosotros, así que el resto pedimos que lo arreglaran para llevar. Johanna dijo que era buena idea llevarlo al hotel, para más tarde. Reposamos un poco, después de comida, sentados en el restaurante, conversando amenamente. Después, salimos a caminar. Bajamos por la calle José Martí, hasta la Mella, entramos por las ruinas de esa vieja fortaleza, y bajamos hasta la calle arzobispo Meriño. Caminamos por ésta, hacia el malecón. Poco después de cruzar la calle El Conde, vimos a una anciana indigente. En el rostro de Johanna se dibujó la tristeza, y dijo: “Por eso es que no me gusta caminar por aquí. Es tan triste ver cosas como esas”. Yo regresé donde la señora, y le entregué la funda con la comida. “¡Gracias mis hijos, que Dios los bendiga!”. 84

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Llegamos al monumento a Fray Antón de Montesinos. Había un moreno distinto al que vimos la primera vez. ¿No vas a cocinar allá abajo? – Le dije– No, yo sólo vengo a estudiar inglés. Este lugar es muy bueno para estudiar. Sí, es bien tranquilo, y fresco. Intercambiamos unas frases en inglés y luego me pidió dinero para comprar una cerveza, le di dinero para dos, y desapareció dejando su camisa azul sobre la silla. Yo me senté y Johanna en mis piernas. Disfrutamos de la frescura de la brisa haciendo planes para nuestro amor, mirando el mar y hablando de gaviotas, de noches de playa, de paseos, de hacer el amor en un jacussi, y por fin, de aerofobia y claustrofobia. El moreno regresó. Cuando salíamos, lo vimos bajar las escaleras. No tenía intención de comprarnos la cerveza. Nos despedimos del maldito, que nos dio la mano, muy sonriente y nos invitó a volver. Al Salir, venía un carro sin letrero de taxi. ¡Hola chofer! ¿Por cuánto nos llevas al…? ¡Date $50.00 ahí! Está bien. ¡Sube amor! ¿Qué compramos para beber, amor? No sé, decide tú. Trataré de conseguir aquel licor dulce del que te hable. ¡Uy, qué bien! 85

Una Mujer Perfecta

Bueno, no logré encontrar el buscado licor, pero traje un J.B. ¿Qué te parece? ¡Uff, demasiado caliente! Yo no lo aguanto. ¿Y entonces? Yo me bebo una cerveza, no hay problema. Luego de subir a la recepción, hubimos de bajar con la camarera. Nos asignó la habitación #30. ¿Puede traernos hielo, por favor y una cerveza? ¡Desde luego señor! Johanna aprovechó y entró al baño, yo busqué un canal xxx, la camarera regresó con la cerveza y el hielo, le di su propina y cerré la puerta, Johanna salió del baño con sus tangas azules, y a la locura se le fue la mano. Quedé extático, logré recuperar el tino, fui al baño lavé mi pene y regresé con él erguido. Sonó la campana anunciando el primer round: Son gloriosos sus besos, sus abrazos, es mágico el contacto con su cuerpo. Dos lagos de fuego son sus ojos. Acaricié su rostro, conduje mis manos a sus senos redondos, los apreté con dulzura, con furia desmedida combatían nuestras lenguas. Mis manos descendieron a sus glúteos, y mis labios a sus pezones. Acaricié sus muslos, su zona genital. Contemplé ese triángulo oscuro, una flor grisácea con su centro rosa. Fue corto el tiempo de mi paladar sobre su ombligo. Largo el roce de mis labios por sus ingles, y mi lengua enloqueció en su rosa de fuego. ¡Ay José! ¡Ay mi vida! ¡Qué bueno tú lo haces! 86

José A. Rodríguez N.

¡Ay, así, mi vida! ¡Yo te amo, mi vida! ¡¿Tú no sabes que yo te amo?! Yo había hecho planes para todo esto, pero nunca pensé que mis ensayos mentales resultarían tan bien. No dejé de mirarla mientras realizaba mi labor: Recostaba la cabeza, me miraba como una estrábica, y se mordía los labios. Yo le daba pequeños mordiscos delicados, y la levantaba por encima de la cama, cogida por los glúteos. ¡Ay ya, mi amor, me vas a matar! Ya. Ahora quiero que seas tú el que disfrute. Y, se dio a la tarea de recorrer mi pecho con sus labios y lengua. Apretó mis tetillas con sus dientes. Estaba evidentemente encariñada con mi pene. El roce de su lengua con mi cosa roja me causaba, por su fuerza, una sensación confusa, pero excitante, de todos modos, iba a ser difícil lograrlo de este modo. Lo único que no me gustó fue que no me miraba durante la faena, le acaricié la cabeza y la levanté para regresarla a la cama. Fui un torpe al colocarme el condón al revés, y ella trataba de ayudarme, hasta que lo logré; quiero decir, colocarme el condón. Entonces penetré por sus secretos. ¡Sentí los efluvios de un manantial, como de néctar! A lo lejos, escuché nuevamente sus gemidos, ¡Otra vez en éxtasis! Justo al instante de arrojar todo mi placer, salí de su fuente de alegría, y penetré en su boca. Lo mágico del acto fue, que succionó mi pene, como con furia, y no logré ver

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Una Mujer Perfecta

ni una sola gota del extracto de mi placer. Quedé enloquecido luego de este acto maravillo. Entrecerré los ojos, y suspiré profundamente, para que volviera a existir el universo. Una luz distante penetró por las cuencas vacías de mis ojos, entonces me di cuenta que estaba en un cuarto de hotel. Junto a mí, la mujer más hermosa. Hice el intento de levantarme, pero ni un sólo músculo fue capaz de responderme. ¡Te amo José, jamás había sido tan feliz! ¡Yo te juro, es la primera vez que hago el amor, y estoy planeando hacerlo muchas veces, si es que sobrevivo a este comienzo! Me sonrió retorciendo el lado izquierdo de sus labios, de esa forma tan mágica que solo he visto en ella. Se puso de pie, aún desnuda, caminó hacia la mesita, tomó la botella de cerveza y un vaso. ¡Toma, bebe un poco! ¡Gracias mi amor! Yo bebía del vaso, mientras ella lo hacía a pico de botella. ¡José, mi vida, yo no quiero ver la hora en que te vayas de mi vida! Me han pasado muchas cosas, pero tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Vi sus ojos llenarse de lágrimas, me incorporé para abrazarla. Volví luego a mi antigua postura: De espaldas sobre la cama, una almohada donde recostaba la cabeza, la pierna izquierda

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José A. Rodríguez N.

extendida y la derecha recogida, de modo que ella la usaba de espaldar.

-

¡Háblame de ti, vida! Háblame de tu niñez y de tus cosas. Quiero saber de tus impresiones acerca de la vida y de los seres.

-

Mi vida ha sido muy dura. Mejor dime tú la tuya.

-

¡Ah no, yo lo pedí primero!

-

Pero dime algo de ti, de tus secretos.

-

Yo, yo casi no tengo secretos. Soy así como me ves. Yo soy un hombre transparente, como tú dices.

-

Quizás un día te cuente por qué soy como soy.

-

¡Ah no! Yo he sido sincero contigo, porque te amo, pero tú no me tienes confianza. Eso quiere decir que no me amas.

-

¡Diablo José, tú me estás acorralando, para que yo tenga que decirte! ¡Qué malo tú eres!

-

O.K., yo te ayudaré a empezar: Tu primera ilusión de amor fue Leans, ¿Verdad?

-

No. Fue alguien que entró a mi vida antes que él.

-

¡Diablo! ¿Y a qué edad fue eso? Porque tú me dijiste que Leans fue de los catorce a los quince.

-

Eso fue, Uff, de trece a catorce. Yo vivía con mi tío, en Santiago, pero en las vacaciones, ellos se iban para Puerto Plata, 89

Una Mujer Perfecta

y mi malvada tía no quiso que yo fuera. Me mandó para donde mi mamá, a Baní. Allá, la pasé muy bien con mis cuatro hermanas. Karla, fue la que un día me presentó a Iván. Iván era pelotero, y muy bueno. Desde que nos presentaron, vi ese brillo en sus ojos. Me encantaba su forma de tratarme, era un caballero conmigo. Pero llegó el día en que se acabaron las vacaciones, y yo tuve que volver a Santiago. -

¿Perdiste contacto con él?

-

No. Él me llamaba por teléfono con frecuencia. Esa relación no se iba a borrar tan fácilmente. ¡Ay, qué día más amargo fue ese día que tuve que regresar a Santiago!

-

¿Lloraste mucho?

-

¿Y me lo preguntas?

Un día, me llamó y me dijo que si podíamos vernos en Baní. Yo le respondí que no me lo permitirían, que tendríamos que esperar hasta las próximas vacaciones, y eso era dentro de unos cuatro meses. Él se iba a jugar a Puerto Rico. Lo habían firmado. Me dijo que lo esperara, que volvería por mí. ¡Diablo, sentí que el mundo se me venía abajo! Siempre me sucede lo mismo con las personas que quiero. -

¿Qué te sucede?

-

Las pierdo, de una u otra manera.

-

¿Es decir que no volviste a verlo? 90

José A. Rodríguez N.

-

Sí, pero te lo contaré luego. Cuando terminaron las clases, volví a Baní, y pregunté por él.

-

¿Y qué pasó entonces?

-

Karla me dijo que Iván se había casado. Embarazó a una muchacha, y tuvo que llevársela. Pero me dejó el mensaje de que jamás me olvidaría. Que me amaba.

-

¡Esa sí que es una historia triste, amor!

-

Sí, pero no lo más triste y desastroso que me ha sucedido.

-

¡Pues dímelo!

-

¡No, eso no se lo he dicho a muchas personas! ¡Es demasiado triste!

-

¡Yo quiero saber todo de ti, vamos, dime!

-

Fue cuando las cosas se complicaron en casa de mi tío. La esposa de él ya no me soportaba, me trataba muy mal. Me cargaba de labores difíciles para una niña.

-

¿Y tu tío, no decía nada al respecto?

-

Mi tío no paraba en casa, siempre trabajando. Cuando llegaba me saludaba con mucho cariño. Mi tío es uno de los recuerdos más lindos de mi vida. Él era un amor, recuerdo una vez en que había unas personas en casa, además de los familiares, yo le había preparado su plato favorito, a él le encantaba que yo cocinara. En aquella ocasión dijo en voz alta, como dirigiéndose a todos: “Jova va a amarrar a su hombre por la boca, además de sus otros atributos”. No supe que decir de la 91

Una Mujer Perfecta

emoción, sólo me lancé sobre él, lo abrace fuertemente, y le di un beso en la mejilla. -

Creo que tú tía política te trataba mal porque sentía celos del cariño que tú tío te expresaba. ¿Trababa él a sus otros hijos con igual cariño?

-

Ellos no tenían hijos. La esposa de mi tío es estéril. Luego, adoptaron un lindo bebé. Ese bebé fue como mi hermanito.

-

¿Qué fue lo tan terrible que te sucedió?

-

Fueron dos cosas. La primera: Mi tío tenía un mejor amigo, se llama Cuqui, a Cuqui yo lo quería como un tío. Él me había visto crecer, y siempre fue bueno conmigo. Me daba mucho cariño, y me compraba helados cuando la familia iba a pasear los domingos. El problema empezó cuando yo cumplí los trece. Ese día, mi tía me ayudó a maquillarme, creo que fue la primera vez que usé maquillaje. Yo tenía puesto un lindo vestido que mi tía me había regalado. Me quedaba ajustadito. Ya mi cuerpo se desarrollaba con formas de mujer.

-

¡Pero con inocencia de niña!

-

Ni tanto, yo siempre fui muy viva, mi tío decía que delante de mí no se podía decir nada, porque yo me las llevaba todas. Cuando hacían un chiste de doble sentido, de esos que sólo los adultos entienden, aún antes de terminar, yo ya estaba riendo a carcajadas.

-

¿Qué fue lo tan terrible que te sucedió?

-

¡Diablo, a ti tampoco se te va una! 92

José A. Rodríguez N.

-

Yo no soy un niño amor, yo sé fijar mi atención.

-

¡Ay mi amor, yo no te quiero contar eso!

-

¡Vamos, que tú no me dejarás a medio talle!

-

¡¡Aaahh!!

-

¡Ya mi vida, no llores! ¡Sigue, sigue!

-

Está bien. Esa noche, mi tío y mi tía salieron a pasear, y dejaron a mi tío Cuqui cuidándonos a mí y al niño. Yo puse una película en la T. V., y cuando regresaba a sentarme, me encontré con la mirada fija de tío Caqui, una mirada que no era normal en él:

-

¡Qué linda tú estás Jova!

-

¡Tío Cuqui no me aprietes así que me molesta!

-

¿Trató de violarte?

-

Hizo intento de besarme: ¡No tío Cuqui! ¡Tú eres un hombre y yo soy una niña! ¡Búscate una mujer! ¡Yo no te voy a querer tío Cuqui!

-

¿Desistió?

-

Al menos en ese momento. Pero noté como en él se desarrollaban unos sentimientos enfermizos, mezcla de ternura, pasión, amor, deseo, ¡Qué sé yo! Me hostigaba, aprovechaba cualquier momento en que me encontrara a solas, para tocarme los senos o abrazarme.

-

¿Por qué no se lo dijiste a tu tío? 93

Una Mujer Perfecta

-

Tenía miedo. Una vez se lo conté a mi tía: “Tía, yo quiero que tú sepas que tío Cuqui me pone las manos en los senos, y vive molestándome.”

-

¡Mira muchacha fresca, deja de estar inventando mentiras como esas!

-

¡Es verdad! Si quieres verlo, quédate asechando por los blocks calados del baño, cuando yo esté en la cocina, y él crea que yo estoy sola.

-

¿Lo pescaron?

-

Mi tía lo vio molestándome, pero en vez de ayudarme, me advirtió que no se lo dijera a mi tío, si yo no quería causar un problema mayor.

-

¡Diablo, qué desgraciada! ¿Entonces tu tío nunca lo supo?

-

Él lo supo después que yo me había marchado de la casa para donde mi hermana mayor.

-

¿Entonces, decidiste irte por eso?

-

Bueno, no fue por eso. Yo no me quería ir. Yo sentía que esa era mi familia. Yo quería a mi tío más que a nadie. El problema fue con la esposa de mi tío, una vez discutimos: ¡Yo no voy a lavar tanta ropa yo soy una niña, eso es un abuso! ¡Tengo todas las manos destrozadas!

-

¡Tú lavarás a la mala, usted tiene que trabajar, usted no va a salir un cuero como su madre!

-

¿Te dijo eso? ¿Cómo reaccionaste? 94

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-

¡Le solté tremendo galletón!

-

¿Te golpeó?

-

No. Creo que eso era lo que ella andaba buscando, un pretexto para obligar a mi tío a sacarme de la casa, ella vivía jodiéndome todo el día, pero esas palabras acerca de mi madre, le pusieron la tapa al pomo. ¡Nadie habla así de mi madre, y menos enfrente de mí!

-

¿Logró que tu tío te echara?

-

Mi tío hizo el intento de salvar la situación. Nos dijo que ambas habíamos hecho mal, yo dándole una bofetada le falte al respeto, ella hablándome de esa forma, y tratándome así, me falto al respeto. Pero ella insistió, y no permitió que yo me quedara en la casa. “¡Ella tiene que irse!” Así que, mi tío me mandó para donde mi hermana.

-

¿Cuál, la mayor?

-

Sí.

-

¿Te fue bien con ella?

-

Todo fue normal. Ella trataba de hacerme sentir bien pero yo extrañaba mucho mi casa, digo, la casa que yo consideraba mi hogar, la de mi tío. Luego, un día, mi hermana Karla me presentó a Leans: “Ese es un buen chico, me gustaría que te casaras con él.” Y, la historia mía y de Leans, tú la sabes; bueno, hay algo que no sabes y que te diré luego.

-

¡No, dímelo ahora! 95

Una Mujer Perfecta

-

No, ahora quiero decirte lo más importante, quizás eso te haga entender por qué soy como soy.

Su mirada honda y triste fija, sobre mis ojos, me indicaba que era algo muy serio, así que agudicé mi oído.

-

¡Dime vida!

-

¡Por favor, esto no lo divulgues! Yo tengo miedo de decirte, porque tú todo lo escribes.

-

No amor, si esto es tan serio y no quieres que se escriba, o se diga...

-

Sucedió que, mi hermano Franklin tenía un mejor amigo, se llama Armando. Desde que él me vio empezó a decir a mi hermano: “¡Qué niña tan linda es tu hermanita, Frank!” Siempre que íbamos a pasear él me llevaba de la mano, y era muy chévere, me compraba regalos y helados, y siempre invitaba a mi hermano: “¡Vamos a llevar a la niña a pasear el domingo!”

Un día, Armando llegó a hermana, y yo estaba sola. puertas y ventanas, me agarró introdujo en una habitación. asustada.

la casa de mi Cerró todas las con fuerza, y me Yo estaba muy

¡Armando no me hagas esto, por favor, no me lo hagas! No pude oponer mucha resistencia, me desgarró parte de la vagina con su miembro. Fue algo brutal. -

¿Se lo notificaron tus familiares a las autoridades? 96

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-

Yo no se lo dije a nadie, sólo a mi hermano Franklin, pero él no me creyó.

-

¡Qué desgraciado! ¿Tuviste que vivir sola con eso?

-

No, mi hermana mayor, quien también fue violada una vez, me puso en tratamiento con un psicólogo.

-

¡Ay amor, yo quisiera borrar todo ese libro amargo de tu niñez!

-

¡Tú lo haces, al ser tan maravilloso! Soy muy feliz contigo. ¡Vámonos, ya es tarde!

-

¡Quedémonos un ratito más!

-

No, yo tengo que llegar a casa ¡Baní no está allí mismo!

Abandonamos el hotel. Llegamos a ASOMIBA a eso de las 7:45 p.m. Era casi la hora para la salida del último expreso. -

¿Quieres un poco de queso de hoja, vida?

-

Sí, pero de los pequeños.

-

Voy a coger uno de $10.00 para los dos.

-

Bien.

-

¡Te amo, vida!

-

¡Yo te amo más!

-

¡Mentiras, yo más!

Besos a través del cristal. Colocó su cabeza como quien se recuesta sobre el cristal oscuro, luego miro hacia adentro, y veo su sonrisa. Es hora de partir. Tristeza, sonrisa, adiós… Salió el expreso. 97

Una Mujer Perfecta

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“Sin amor, soy nada, sin amor.” -Canción popular-

XII Siempre seguíamos la misma rutina: Los fines de semana, casi siempre sábado o domingo, el mismo restaurante, los mismos lugares de paseo, el mismo hotel. ¡Yo no me canso de esta rutina, amor, todo es tan maravilloso estando contigo! Debo decirte que muchas veces me siento vacía, cuando, luego de amarnos, tenemos que separarnos. ¿Cuándo estaremos juntos para siempre? Yo sé de tu situación, que tus niños son tu alma, pero soy egoísta, a veces quiero tenerte sólo para mí y no dejarte ir. Sé que no debe ser así, pero esos celos me llegan de saber que estás en otro mundo, en tu hogar con tu esposa, y siento como si estuviera robando felicidad. ¡No digas eso, vida! Tú no estás robando nada. A mis niños yo los amo más que a mí mismo, y nada me apartará de ese amor. El amor de mujer es otra cosa, y tu recibes la misma felicidad que me das, esa felicidad que otros nos negaron. ¿No sientes cargo de conciencia? 99

Una Mujer Perfecta

¡No! A mi esposa le he dado todo mi amor, y mi esfuerzo, ella no ha sabido valorar ese amor, es muy egoísta, nunca piensa en mi bienestar. Tú, muy al contrario, siempre piensas primero en mí, luego en solucionar los problemas. Si mi esposa me dice: “El dinero que ganas no es suficiente”, y yo le respondo: “¿Qué tal si consigo un trabajo en horas de la noche?” Ella me responde siempre: “Bueno, yo creo que eso estaría bien”. Pero tú me dices, que no quieres que yo tenga dos empleos, que eso es demasiado forzado, que prefieres conseguir tú un empleo. Eso es a lo que yo llamo una manifestación de amor. Es por eso que has despertado tan lindos sentimientos en mí. Creo que he caído en mi propia trampa.

-

¿A qué te refieres?

-

¡No! Digo que, yo no quería amarte, sino que tú me amaras, y ahora me has hecho preso de ti, y de tu forma de ser, además de tu cuerpo.

-

¡Te amo!

-

¡Te amo vida!

Muchas veces hicimos el amor, salimos a comer, nos sentamos en los parques y en las plazas tomados de la mano, respiramos la brisa del mar, nos miramos a los ojos, sentimos lo más lindo del amor. Cuando pasábamos la noche juntos, nunca podía dormir. La alegría y el éxtasis, me robaban el sueño. Yo no hacía más que contemplarla. Era una mujer perfecta.

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Una tarde, después del trabajo, nos sentamos en nuestro banco del parque, frente a la iglesia. Después de que un joven me limpió los zapatos, la invité a tomar una cerveza al “Yarey”, siempre nos gustaba pedir “Ciclón”, para perfumar las cervezas. Ya íbamos por dos cervezas, cuando ella decidió entrar al baño. La esperé como por unos 10 minutos, cuando regresó me dijo que había durado tanto rato porque su mamá la había llamado por el celular, se había presentado un problema urgente en la casa, y su madre requería su inmediata presencia. -

¿Quieres que te acompañe?

-

¡No, no es necesario! Ya es un poco tarde. Termina la cerveza y coge tu expreso. Llámame cuando llegues a Sto. Dgo., en la noche.

-

Bueno, está bien, si así lo quieres.

-

¡Adiós!

-

¡Adiós!

Esto me pareció muy extraño. Si se había presentado un problema, ¿Por qué no permitir que yo la acompañara? Le podría ser útil. Si no quiere ayuda, no existe ningún problema, eso es un invento de ella para cubrir otra cosa. ¿Qué cosa querría ella ocultar de mí que no fuera otro hombre? Terminé mi cerveza, y entré al baño, miré mi reloj, habían pasado 14 minutos. ¡Ya sé!, Llamaré a su madre, doña Inés. Fui a CODETEL. 101

Una Mujer Perfecta

-

¡Alóu, buenas! Doña Inés, ¿Cómo está la vida y los quehaceres?

-

Todo bien hasta ahora, ¿Y usted?

-

¡Yo bien, gracias! Doña Inés, ¿Qué ha sabido usted de Johanna últimamente?

-

Jova, Jova tiene varios días que no viene por aquí.

-

¿Y no la llama siquiera?

-

Bueno, ella llama, cuando le parece, pero hace como una semana que no llama, ni viene.

-

¿Y usted, nunca la llama?

-

No, yo nunca la llamo.

-

Bueno, si ella la llama o aparece por allá, dígale por favor, que yo quiero verla, que por lo menos me llame.

-

Está bien, yo se lo digo.

-

¡Pase buenas, doña Inés!

-

¡Buenas tardes!

¡Esta tipa se está burlando de mí! ¡Coño tá pasá! Decidí llamarla al celular, para reprocharle lo que había hecho. Marqué su número, y sólo atiné a escuchar la voz de Johanna, muy nerviosa: “¡Pero espera... Déjame explicarte!” Y la llamada fue cortada. ¿A quién le está ella dando explicaciones con tanto nerviosismo? ¡A alguien que tiene derecho, o dominio sobre ella! ¿Su marido? ¿Un proxeneta? 102

José A. Rodríguez N.

¡Qué diablos! ¡Esta tipa no sirve! ¡Es una maldita mentirosa! ¡Yo quisiera saber qué explicación me dará mañana, cuando nos encontremos en Sto. Dgo! Tomé un moto-concho y fui a la casa de doña Inés, su madre. -

¡Hola, doña Inés!

-

¡Ah, pero usted vino!

-

Sí, pero sólo a saludarla. Ya es casi la hora coger el expreso. ¿No ha llamado Johanna?

-

¡No, todavía no!

-

¿Se puede hacer una llamada desde aquí al celular de ella?

-

Sí, claro, aunque a la tarjeta le quedan pocos minutos.

-

¡No se preocupe, será breve!

Marqué el número, pero no estaba disponible.

§ El sábado, la llamé, a eso de las 10:25 a.m. -

¡Alóu!

-

¡Hola Vida! ¿Dónde estás?

-

Estoy en el expreso de ASOMIBA, aquí en Baní.

-

¿Vienes?

-

¡Sí, voy para allá! 103

Una Mujer Perfecta

-

Te espero.

-

Yo voy a llegar un poquito tarde.

-

No importa. ¡Te amo!

-

¡Yo también!

¿Cuál será la historia esta vez? ¡Sea cual sea, si no me dice algo que parezca verdad, voy a deshacerme de esta diva! Yo no estoy programado para vivir esta situación. ¡Hola amor! ¡Hola! ¿Por qué tardaste? Fui primero a casa de mi mamá, eso me tomó tiempo. Ella me dijo que tú fuiste ayer allá, y preguntaste por mí. Sí, así es. Estábamos en el restaurante, sentados. La miré escrutadoramente, su mirada fija me decía que los dos estábamos al tanto de lo que sabía el otro. -

Yo no estoy dispuesto a continuar nuestra relación de esta manera.

-

¿A qué te refieres?

-

Tú sabes a lo que me refiero.

-

¿No puedes ser un poco más explícito?

-

No es necesario explicarte lo que tú sabes y yo sé.

-

Es cierto. ¡Yo no sé por qué siempre me desnudas! A ti no te puedo mentir, siempre terminas descubriéndome.

-

¡Dime algo que parezca verdad!

-

Está bien, te lo diré… Estoy con Neudys.

104

José A. Rodríguez N.

-

Yo lo sospechaba. Sabía que estabas con alguien, o con algunos. Lo que no sabía es que fuera él.

¿Hace mucho que están juntos como marido y mujer?

-

No estamos casados, sólo vivimos juntos.

-

Bueno, sea con o sin papeles, para los fines de lugar, es lo mismo. ¿Por qué no respondes mi pregunta?

-

Cuando te conocí hacía más o menos un mes que vivíamos juntos.

-

Y, ¿Por qué no me dijiste? Sabes que yo hubiera desistido enseguida.

-

Por eso no te lo dije. Yo ya estaba presa de tu magia. Yo te amaba. Tenía miedo de perderte.

-

¡Mira para tu lado derecho!

-

¿Sí…?

-

Ese que está allí sentado es Pipe García, el comediante que canta “La Piña con Moña”

-

¡Ah sí, es calvo! Él es joven.

-

Se ve muy formal.

-

Sí, pero no se ve rico.

-

¡Claro que todavía no es rico! empezando a ganar fama apenas.

Está

Después de comer, seguimos nuestra rutina: Pasear, ir al hotel, hacer el amor deliciosamente, como otras veces. En el hotel dieron una película muy interesante. Los actores principales: Richard Gere 105

Una Mujer Perfecta

(Star), y Bruce Willis (Villano) (El chacal) Llamaron por el comunicador, ¡Time, Time! Nos vestimos y salimos. Fuimos a un restaurante cercano, pedimos que nos pusieran la película, y pedimos también, una cerveza. Después de la película y la cerveza, fuimos al malecón, hablamos de la vida y de religión, sentados frente al club de profesores de la UASD. Le compré un ramito de rosas a una anciana. -

Anciana: ¿Tienen hijos?

-

Yo

-

Anciana: ¡Que sean felices! Yo no tengo hijos.

: Sí, dos.

La anciana se marchó. La vimos alejarse, y nos miramos con cierta tristeza. -

¿Crees que eso sea cierto, Johanna?

-

¡Sí! ¿Por qué habría ella de mentirnos?

-

¡Tienes razón! ¡Qué triste es llegar a esa edad estando solo!

-

Sí.

-

Ya es casi la hora de reunirnos con Johnny. Vamos.

Caminamos, mirando el mar como un espejo oscuro que solo deja ver los ribazos de espuma. Un guitarrista… -

¿Quieren una canción, jóvenes?

-

¿Cuánto cuesta?

-

¡Barato!

-

¡Cántela! 106

José A. Rodríguez N.

-

¿Cuál quieren?

-

¡Dos amantes de Danny Rivera!

Él tocó, y Johanna y yo cantamos. -

¿Otra?

-

¡Sí!

-

¿Cuál?

-

Ella ya me olvidó, de Leo Fabio.

“Ella, ella ya me olvidó, yo, yo la recuerdo ahora” Yo canté, y Johanna me escuchó. Con sus ojos tristes me miraba. ¡Ahora présteme la guitarra, yo voy a tocar! ¡Canta la canción Johanna! Johanna y yo cantamos, yo tocaba, y el viejo nos sonreía.

-

¡Adiós señor, y gracias! ¡Tome, sus $20.00, se los merece!

-

¡Qué pena que no podamos quedarnos juntos para siempre José! ¡Yo te amo tanto!

-

¡Yo te amo demasiado, vida!

Pero no pensemos en cuando estemos separados, ahora aprovechemos el estar juntos, para ser felices. -

¡Sí, tienes razón mi vida!

Ya eran más de las 11:00 p.m., le puse un beeper a Johnny, para que se juntara con nosotros en el parque colón.

107

Una Mujer Perfecta

Johnny vestía formal: Pantalones negros, camisa blanca y saco negro o azul oscuro. No recuerdo, el efecto del licor me causa amnesia. Johnny nos vio sentados, y decidió desviarse junto con su novia. -

¡Está fingiendo no vernos, es como un niño juguetón!

-

¿Qué vas a hacer, los vas a seguir?

-

¡Sí, vamos a ver qué es lo que pretenden!

Se detuvieron, dizque muy inmersos en su diálogo, frente a la cafetería.

-

Eso es dándonos tiempo para que los sigamos, ¡Vamos!

-

¿Y es así de juguetón siempre? ¡Qué chévere!

Cuando se dieron cuenta de que íbamos hacia ellos, continuaron su marcha, cruzaron la calle, y se ocultaron entre las paredes de ese gran edificio. Johanna apenas ocultaba la risa. Cuando los encontramos (como niños que juegan a las escondidas), Rosario sonrío ampliamente, mientras Johnny soltó la grotesca carcajada. Yo también sonreía ampliamente, mientras los saludaba y les presentaba a mi bella princesita risueña. -

Ella es Johanna.

Johanna, Rosario y mi amigo Johnny. Se saludaron con placer, y luego regresamos a sentarnos al parque. Hablamos un poco, y luego decidimos marcharnos.

108

José A. Rodríguez N.

Al parecer había cierta inconformidad entre Johnny y Rosario. Johanna se sentía fuera de lugar. Tomamos el carro en la Independencia con 30 de Marzo, hacia la avenida Máximo Gómez. -

¡Bueno ha Johnny!

sido

un

placer

conocerlos

-

¡El placer ha sido todo mío!

-

¡Señora… un placer, pasen buenas!

-

¡Buenas, y discúlpeme, por haberle maltratado al chico, en esa breve partida de ajedrez!

-

¡Sí, pero debe usted admitir que no fue legal, usted me lo engañó!

-

¡Ha ha ha! ¡Tienes razón!

-

¡Cuídalo bien, eh!

-

¡Desde luego, Bye!

-

¡Bye!

-

¡Cuídense chicos!

En el hotel “****” no había habitaciones disponibles. Cogimos un taxi hacia el hotel nuevo “*****”. Un baño, hicimos el amor. Ella no quiso beber, hablamos hasta cerca de las 5:00 a.m., fue una delicia, a pesar de que yo estaba demasiado cansado, y ella se quedaba dormida de vez en cuando. Escuchamos un atronador grito de auxilio. Evidentemente un marido había encontrado a su mujer con otro hombre, y procedía a estrangularla, como es debido. Johanna estaba muy nerviosa, y no podía volver a echar un sueñito. 109

Una Mujer Perfecta

-

¡Eso es ahí mismo! ¿Crees que alguien haga algo?

-

No sé. Cosas como esas siempre suceden. No es bueno meterse, no es nuestro asunto.

-

Tienes razón.

En la mañana ya no teníamos dinero, así que recurrí a mi mejor amigo para que me prestara $200.00. Luego fuimos a la clase de guitarra, y todos los estudiantes quedaron boquiabiertos, mirando el cuerpecito de Johanna a través de su camisa negra transparente. Yo sonreía por dentro, mirando a un chico que la miraba con ojos brotados, tratando de disimular y no podía. Sucedió algo sorprendente, tanto para mí como para toda la clase, pero esto lo dejaré para el final. Johanna es deliciosamente bella. Le dediqué todas las canciones de la clase y ella sonreía, y cantaba con nosotros. Salimos de la clase y nos dirigimos hacia la Duarte, rumbo al expreso de ASOMIBA. En el parque Herniquillo, nos encontramos a Karla, la hermana de Johanna. Se despedía de uno de sus clientes. Ella también nos vio. -

¡Johanna, hola!

-

¡Hola, él es José!

¡José, ella es mi hermana Karla! -

¡Un placer!

-

¡Un placer! 110

José A. Rodríguez N.

-

¡Tú ves (Fulano) que ella es mi hermana!

-

Ah, sí… ¿Cómo están?

-

Muy bien gracias.

-

Bueno, (Fulano) me iré con mi hermanita para Baní.

-

(Fulano): Está bien. ¡Adiós!

Yo las acompañé hasta ASOMIBA, tomaron el expreso, y yo me fui a mi casa.

111

ellas

Una Mujer Perfecta

112

José A. Rodríguez N.

“Al fin… ¿Quién soy? ¿Qué busco en esta hora de muerte?” -Rafael Hilario Medina-

XIII Quedamos de salir a pasear el 16 de mayo. Ella no fue a votar, tampoco yo lo hice. Seguimos nuestra rutina, fuimos al restaurante y luego fuimos a la plaza “Fray Nicolás de Ovando”, frente al “Alcázar de Don Diego Colón”. Hablamos del amor y de la vida, de experiencias pasadas, dulces y amargas. Ella me dijo que debía regresar temprano a Baní, dizque por un asunto con su madre. (Yo sabía que se trataba de Neudys) -

¿Qué le dijiste a Neudys como pretexto para venir a verme?

-

Le dije que venía a votar.

-

¿Es por eso que tienes que irte?

-

No, Neudys no está en la casa está para …

De pronto se me ocurrió que podía haber otro, además de Neudys, a quien ella quisiera ver. Eso me causó una inmensa tristeza. (Debo sacarla por completo), ¿Estaré cayendo en mi propia trampa?, ¿Quién juega con quién?, ¿Soy cazador o presa? 113

Una Mujer Perfecta

-

¡Está bien, vámonos entonces!

Caminábamos rumbo a la calle EL CONDE, cuando mi sentimiento de ansiedad se hizo insoportable. Me detuve frente al pilón de hierro, y recosté la cabeza. -

¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?

-

No, sólo es un pequeño mareo, no es nada. Es como una pena en el corazón. (¡Concentración para deshacerme de su amor!)

Ya estoy bien, sigamos. -

¿No crees que sería bueno ir al médico?

-

No, ya estoy bien, de verdad.

-

¿Qué te pasó?

-

No sé, sentí un coagulo de amargura, y luego, un vacío en el corazón. (Es la hora de romper con ella, o al menos de ver si ya sufre porque está enamorada. ¿Estará ya madura para el golpe?)

-

¿Qué significa ese vacío? ¿Ya no me amas?

-

Creo que no.

Se detuvo bruscamente, miró hacia abajo, y se cubrió los ojos con los dedos de la mano derecha.

-

Tú eres la persona más extraña, José. Yo nunca supe de otra gente a quien se le muriera el amor de una sola vez, como a ti.

-

Lo lamento, pero no es algo que yo pueda controlar.

-

Tú eres muy duro conmigo, José ¿Por qué? 114

José A. Rodríguez N.

-

Es algo que, simplemente sucedió. Yo soy sincero al decírtelo. ¿Prefieres que te diga una mentira?

-

No, es mejor que me digas la verdad. Aunque me estás matando. Yo creo que tú planeaste todo esto para vengarte, haciéndome sufrir.

-

No, te juro que no fue planeado.

-

¡Diablo, me rompes el corazón!

-

¡Mírame!

-

¡No, ahora no puedo!

-

¿Me odias por esto?

-

¡Yo no te odio, jamás podré odiarte, yo te amo demasiado! ¡Creo que me merezco todo este sufrimiento!

-

¿Por qué?

-

Porque yo he roto muchos corazones.

(¡Sí malvada, me dije, incluso el mío muchas veces, y en muchos pedacitos!) Ella no quería mirarme. Yo quería ver sus lágrimas, para saborear mi venganza. Pero no lloró. Sus ojos estaban tristes y llorosos, pero no dejaban caer una lágrima. -

¡Déjame ir!

-

No. Te llevaré a la parada.

Llegamos a la parada, y ella abordó el expreso. Yo subí y me senté junto a ella.

-

¡No, bájate, por favor, que ya el expreso se marcha! 115

Una Mujer Perfecta

-

No importa, me iré contigo.

-

¿Para qué? ¿Para hacerme sufrir más?

¡Bájate, por favor! El expreso inició la marcha.

-

(Cobrador): Cobrando señores, que hoy nos vamos por el túnel de la 27.

-

Johanna: Tome cobrador.

-

Paga por mí, también.

-

¡No, quédate José!

-

¡No!

-

¡Cobrador, él se queda en Pintura! ¿Tú oyes?

-

Cobrador: Está solamente.

bien,

te

cobraré

$30,

En Herrera, los pasajeros se aglomeraron en la puerta, y entraron como perros y gatos. Yo intenté salir, y el cobrador me dijo: “Quédate ahí, ¿Pa dónde tú vas?” Así que, quise irme, y me fui con ella. -

Diablo José, ¿Por qué no te quedaste?

-

¿No viste que no pude?

-

¡Claro que sí podías!

-

¡Además, yo quiero acompañarte!

-

¿Para qué? ¡Sólo para ver mi agonía, y saborear tu victoria! ¿Verdad?

-

¡No hables así, tú sabes que eso no es verdad!

116

José A. Rodríguez N.

Luego de mucho diálogo, llegamos a Baní. Antes de llegar le dije: -

Tengo un regalo para ti.

Tomé su mano derecha, y le puse un condón sin abrir. -

“Eso es para que me recuerdes”

Ella cerró el puño, y bajó del minibús mirándome fijamente, luego, miró hacia el otro lado y caminó hacia un moto-concho. La guagua empezó de nuevo su marcha.

§ El lunes la llamé temprano. -

¡Alóu!

-

¡Hola Johanna! ¿Vienes a verme?

-

Claro que sí, me voy a bañar. Voy dentro de una hora.

-

Está bien, te espero.

-

¡Bye!

-

¡Bye!

Cuando vino, se cansó de burlarse de nuestra nueva supuesta relación de amigos.

-

Hola querido amigo, mi amigo no me quiere abrazar ni dar un beso.

-

¿Quieres hacer el amor?

-

Los amiguitos no hacen el amor. 117

Una Mujer Perfecta

-

Pero tú y yo somos dos amigos con pasado violento.

-

¡Sí!, Está bien ¿Cuándo lo haremos?

-

Este fin de semana que viene, ¿Quieres que sea en el Londres o en el Caribaní?

-

Prefiero que sea allá, mientras más lejos mejor, además, me encanta nuestra rutina.

-

¿Amanecerás conmigo?

-

¡Claro que sí!

-

¡WOW! ¡Qué bien!

Ese fin de semana llegó al fin. Era viernes por la tarde, y ella puso un pretexto: -

¿Por qué no nos juntamos el sábado en Sto. Dgo?

-

No, no es buena idea, yo estoy invitado a una lectura poética esta noche, y quiero que vengas conmigo.

-

Está bien, ya veré qué le digo a mami, porque ella me invitó para que fuera con ella a Sto. Dgo., a comprar unas ropas y telas. Eso es por el día de las madres. Ella tiene que comprar sus regalos.

-

Dile que tú te juntas con ella mañana en la mañana, en Sto. Dgo.

-

Bueno, será eso lo que tendré que decirle.

-

Yo te espero, pero ya son las 4:30, date prisa.

A las 5:30, recibí su llamada:

-

José, espérame a las 6:00, en ASOMIBA. 118

José A. Rodríguez N.

-

Está bien.

-

¡Bye!

-

¡Bye!

Era la primera vez que salíamos juntos como novios, la vez anterior, habíamos terminado, supuestamente, nuestra relación. La pasamos bien. Ella aceptó los chicles, pero no el yogurt, el agua la guardó para luego. Le recité el poema de Yelidá (Tomás Hernández Franco), y contemplamos un hermosísimo atardecer a través de la ventanilla. Allá estaba el sol en la montaña, como una gigantesca naranja madura, entre nubes doradas y rojizas. Caminamos por la calle EL CONDE. Ella miraba las vitrinas de las tiendas y comentaba sobre cada traje, blusa o mini falda. Era delicioso ver la alegría dibujada en su sonrisa. Era una niña jugando en el jardín de la vida. Creo que me había enamorado, aunque pretendí negármelo muchas veces. Había caído víctima de mi propia venganza. Su dulzura e inocencia me hacían olvidar todo su pasado oscuro (y su presente abstruso), los otros hombres que pasaron, pasan e, inexorablemente, pasarán por su vida. Debo mantener la cabeza fría, o terminaré como uno de ellos. Esta felicidad, como ella dice, dura poco tiempo. No puede uno esperar, ni conjeturar sobre el mañana. Tenemos que vivir el ahora, y ser felices con eso. Mañana, no hay nada seguro. Llegamos temprano a la lectura poética en CASA DE TEATRO. Saludamos, y luego, decidimos 119

Una Mujer Perfecta

salir a tomar un poco de aire. En el parque Fray Bartolomé de las Casas, me contó sobre el final de su relación con Fedro. Él muchas veces la golpeó; pero una noche, la noche en que ella huyó de él, luego que él trató de estrangularla... Sucedió que tenía una gira programada para ese día. Iban para Puerto Plata, pero Fedro no pudo ir, porque tenía una reunión con sus estudiantes de electricidad. Ella no quería irse sola, porque lo conocía de sobra (súper celoso) Él le dijo que se fuera con (…), su amiga que vivía cerca. Esta amiga invitó al hermano, y los tres se fueron para la gira. Cuando regresaron y se despedían en casa de la amiga, Fedro pasó en su carro y vio cuando el joven le daba la mano a Jova, en forma de despedida. Cuando llegó a la casa, Fedro no le dio ni las buenas noches. Ella entró al cuarto, salió con la toalla para el baño y él cerró las puertas y las ventanas, y puso la música muy alta, para que los vecinos no escucharan los gritos de auxilio. ¡Desgraciada, tú me la estás pegando con ese tipo! ¡Coño maldito cuero! La agarró por el cuello. ¡Fedro, tú te estás volviendo loco! Se le escapó como pudo. Corrió a la habitación, pero antes de que pudiera hacer algo, ya Fedro estaba encima de ella, abofeteándola, y con un largo cuchillo en la mano. ¡Fedro, tú estás loco! ¡Te voy a meter este cuchillo hasta el cabo, buena desgraciada, cuernera! 120

José A. Rodríguez N.

La agarró de nuevo por el cuello, pero ya le había herido un ojo, hundiéndole las uñas. Cuando sintió que no podía respirar, se encomendó a Dios, y cayó exánime. ¡Jova! ¡Jova! ¡Despierta mi amor, no te mueras! ¡Perdóname! Logró abrir los ojos, pero no podía moverse. Él le trajo un poco de agua. Evidentemente, el alcohol lo había enloquecido. Fedro no debía beber. Cuando estaba más calmado, le dijo que iría a la farmacia, por unos calmantes. No tenía dinero, así que fue su amigo Polo quien le presto $50.00, y fue a entretener a Fedro, mientras Johanna se escapaba. Fue la última vez. Algunas veces había sido desagradable estar con Fedro mientras bebía. Como aquella noche, cuando fue tocando por la ventana:

-

¡Johanna, Johanna, ábreme la puerta!

-

¡Ay abre tú! ¿Tú no tienes tu llave?

Ante la insistencia, fui y le abrí la puerta. Jamás imaginé que se aparecería a las 3:00 a.m., con sus amigos, y totalmente borracho. Tenía mucho sueño, y estaba en ropa interior. -

¡Coño, maldito cuero! ¡Tú lo que quieres es que te vean!

Me agarró por los cabellos, y me arrojo afuera. ¿En ropa interior? ¡Sí! ¿Tú te imaginas?

121

Una Mujer Perfecta

Y eso no es lo peor, sino que también me arrastró por esa calle rugosa, y yo me pelé todas las rodillas. -

¿Por qué no lo abandonaste esa vez?

-

Quizás por pena. Él siempre me pedía perdón cuando estaba sobrio. Quizás porque yo quería hacerle ver a mi mamá que las cosas no eran como ella había pronosticado, que me iría muy mal con Fedro.

Volvimos a CASA DE TEATRO. Los poetas leyeron y dedicaron sus poemas. Yo le dedique el poema “Niña Loca del Puerto, de José A. Peña”, a Johanna: Niña Loca del Puerto Con tu sucio vestido Detenida en el puente me sonríes Y hablas a la noche del tacto y la partida Mientras flores y astros desaparecen Y los barcos aúllan sobre un hilo invisible Desde donde caen a un corazón desolado Las cosas no presienten, ni coronan, ni mueven al silencio El mar deshace todo: El muérdago, las almas ¿Qué miras desde lo ausente que ya nunca se ausenta?

122

José A. Rodríguez N.

Perdido entre los hombres que tocaron tu cuerpo Atravieso precipicios

un

pequeño

jardín

de

Extraigo de mi bolsillo una cosa y la fumo Vértigo de soledad ¿Por qué hay sangre en tus cabellos y semen en tus muslos y un riachuelo en tu grito? No desciendas más esa escalera No te detengas a contemplar los barcos No recojas las flores Que se agrandan como bichos famélicos en las manos de los cargadores No llores ante las tiendas porque el llanto abomina a los comerciantes No te contengas al momento del salto. Y ella se estremeció en su asiento. Aún traía el ramito de rosas, y el agua que le había comprado en Baní. Yo traía la funda llena de donas, que ella me había traído de la panadería de su madre y su padrastro (viceversa). Terminada la lectura, nos fuimos al hotel. Esperamos hasta la media noche para registrarnos. ¡Fue delicioso el baño!

123

Una Mujer Perfecta

Ella sabe manejar las llaves de la bañera: ¡Te voy a enseñar a cómo poner el agua fría, caliente o tibia! El agua estaba muy caliente, yo prefería el agua fría. Jugamos, nos mojamos, ella se mojó el cabello, nos comimos a besos, nos abrazamos. Ella salió primero, y cuando yo Salí el piso estaba muy mojado. Ella saltó sobre mí y apenas puede sostenerla.

-

¡Diablo amor, por poco resbalo! ¿Tú te imaginas que yo resbale y te deje caer en pleno piso? Te rompes la cabeza, y luego... ¿Cómo explico yo eso? “¡No es el hecho de que tú te mueras, eso es lo de menos, sino el que yo vaya a la cárcel!” (Todo esto lo dije en forma de broma)

-

¡Ah! ¿Es decir que no te importo?

-

Sí, un poco.

-

¡Ah, farsante!

La llevé a la cama, y me quedé contemplándola por largo rato. Era un sueño hecho realidad, una ninfa, una reina, una vestal. -

¿Te has sentido atraída por una mujer alguna vez?

-

¿Por qué me preguntas eso?

-

No, por nada. Por saber.

No me respondió la pregunta. Me acerqué, toqué sus cabellos mojados. Nos besamos desesperadamente. Comencé a recorrerla con la rosa roja. Luego de andar todo su cuerpo, repetí el mismo recorrido con mis 124

José A. Rodríguez N.

labios, mientras tocaba sus nalgas y su sexo. Recorrí sus muslos. Volví con mis manos, tomé su cabeza, acaricié su rostro con el mío. ¡Te amo vida! ¡Te amo José! Besé su cuello, sus pechos, mi paladar acariciaba sus pezones, y descendí hasta su sexo, recorrí su zona genital con la punta de mis dedos, luego mi lengua hizo su habitual revoloteo, apreté sus nalgas, y le di leves mordiscos circulares hasta extraer su savia. Escuché sus gemidos, y contemplé sus ojos estrábicos, y ese decirme: ¡Te amo mi amor, ay José, tú sabes que te amo mucho, mucho! Mezcla de susurros y gemidos. Regresé a besarla y a dejar en su boca el sabor de su sexo. Ese sabor que embriaga mis sentidos. La poseí hasta escuchar sus gritos nuevamente. Me puse de pie sobre la cama. Ella enseguida, se apoderó de mi falo encendido, se lo introdujo largamente, hasta la garganta. Chupaba suavemente mi parte roja, y luego fue a mi escroto. Luego de mucho batallar la detuve, la puse de rodillas sobre la cama, y me puse de pie sobre el piso, la levanté un poco, y entonces la penetré hasta escucharla gemir. La puse entonces boca arriba, la penetré de nuevo, y deposité todo mi placer sobres sus pechos y su boca. Bañé su cara y su cuerpo con mi semen.

125

Una Mujer Perfecta

126

José A. Rodríguez N.

“Quiero las cosas pequeñas, sencillas y tiernas que dejan huella al pasar.” -Canción de Julio Iglesias-

XIV Cuando Fedro me dijo que viniera yo no conocía mucho de la ciudad. Yo sabía donde estaba la parada de Caribe Tours, en la 27 de Febrero esquina Leopoldo Navarro, porque yo siempre viajaba por esa línea. Él vino a encontrarme. Yo tenía ese hermoso vestido azul que Leans me había regalado en mis quince. Leans es una persona inolvidable. Lo que más me ha dolido es que Karla, mi propia hermana, se haya atrevido a acostarse con él. Tampoco entiendo, cómo él pudo acostarse con ella, él era, antes, tan delicado, religioso y casto.

-

¡Yo creo que él sólo vio el reflejo tuyo en ella!

-

¿Tú crees eso?

-

¡Sí! ¿Ustedes nunca tuvieron relaciones?

-

No.

-

Quizás por eso lo hizo. Él te amaba mucho, y como tú y tu hermana se parecen un poco físicamente… Se dejó llevar.

127

Una Mujer Perfecta

-

¡Diablo, es verdad! ¡Yo no sé cómo tú puedes darte cuenta de esas cosas! Tú eres una persona muy especial, José.

-

No mi amor, tú también lo percibes, porque lo entiendes cuando te lo explico. Eso se llama sensibilidad. ¿Cómo te enteraste de que ellos tuvieron relaciones?

-

Porque una vez ella me mostró una foto desnuda, y detrás había una foto mía, que le había regalado a Leans. Él se la llevó para la casa que él cuidaba.

-

¿Así te diste cuenta de que Leans fue quien le tiró la foto?

-

Sí.

(Y yo me di cuenta de que si Leans no era tan cristiano, también era muy posible que se lo hubiera atascado a Johanna; claro que ese comentario no se lo hice) -

Sígueme contando lo de Fedro y tú después de encontrase en Caribe Tours.

-

Ese día fue muy extraño. Fedro pasó a recogerme y cogimos la guagua para su casa en Mano Guayabo. Cuando nos desmontamos empezamos a hablar, y Fedro me preguntó que quién había sido mi primera ilusión de amor, yo le respondí que, un joven pelotero de Baní, llamado Iván. En ese momento sentí que alguien me tocaba por el hombro, y cuando volteé a mirar…

-

¿Qué pasó?

-

¡José… Era Iván! 128

José A. Rodríguez N.

-

¡Diablo, qué extraño! ¡Qué coincidencia!

-

¡Iván! (Me saludó con un beso en la mejilla y le dio la mano a Fedro).

-

¡Jova, pero qué linda estás!

-

¿Cómo te ha ido Iván?

-

Todo bien, hasta ahora.

-

Él es Fedro…

-

¡Un placer señor! Y, ¿Para dónde vas Jova?

-

Voy para la casa de Fedro.

El muy mangrino e indiscreto de Iván siguió hablando, y preguntando, hasta que llegamos a la casa de Fedro.

-

¡Diablo, qué indiscreto! ¿Qué dijo Fedro?

-

Fedro se metió para la cocina, y empezó a cocinar los espaguetis que habíamos traído del supermercado. Planeábamos una velada hermosa, con velas y un buen vino. Pero el desgraciado de Iván no se iba. Fedro me advirtió: “Si no se va lo voy a echar como un perro. No lo invitaré a comer mis espaguetis, para que me arruine la velada”.

-

¡Diablo, qué descortés! Y el otro, qué imprudente, si hubiese sido yo, lo invito a comer, y le hago muchas preguntas acerca del noviazgo de ustedes.

-

¡Coño, déjame terminar, que tú siempre me interrumpes!

-

¡Está bien, está bien, sigue! 129

Una Mujer Perfecta

-

¡Uff! Bueno, le dije: Iván ha sido muy agradable verte de nuevo, pero tengo que dejarte, porque me voy a cambiar, que Fedro y yo vamos a salir. ¡Así logré que se fuera ese maldito!

-

¿Qué pasó entonces?

-

Comimos, bebimos vino, Fedro puso música, nos bañamos e hicimos el amor. Esa fue la primera vez, y me quedé viviendo con él.

Se había quedado dormida. Yo contemplaba su cuerpo, y la amaba, con todas sus mentiras y su vida pasada. Por su forma de ser, por su sensibilidad, por ser tan niña y mujer al mismo tiempo. Ella miraba la vida casi a través de mis ojos, muchas veces nos sorprendieron las mismas impresiones. Como si hubiéramos sido creados el uno para el otro. Ella es tierna, es mágica y sencilla. No sé cómo seré capaz de alejarla de mí. Es la mujer perfecta para mí. Antes de contarme lo de Fedro, me dijo que había algo de su vida que le apenaba mucho. Yo insistí para que me contara, pero me dijo que no, que eso yo jamás debía saberlo. ¿Por qué no? Porque si te digo eso ya no me veras como a tú niña linda, como a tú princesita.

-

¡Tú eres mi princesita, mi niña, mi amor, mi vida, y eso nada ni nadie lo ha de cambiar!

130

José A. Rodríguez N.

-

¡Te amo José, tú me vas a hacer llorar! ¿Por qué tú eres tan chévere conmigo, diciéndome esas cosas?

-

¡Porque es la verdad, y es lo que siento! ¡Ahora dime! ¿Qué es eso tan grande? ¿Tú tío te violó?

-

¡No, mi tío fue como un padre para mí! ¡Diablos, qué cosas dices! No fue nada de eso. Sucedió, que mi tía se dio cuenta de que yo siempre dormía con una mano tocando mis partes.

-

¿Cómo? ¡No entiendo!

-

Para poder dormirme, siempre colocaba mi mano sobre la vagina.

-

Sí, pero eso no es tan serio. Yo duermo moviendo la cabeza de un lado a otro.

-

Sí, pero mis tíos consideraron que eso no era normal en una niña de 9 años, y me llevaron donde una ginecóloga. Ella descubrió, después de algunas pruebas, que yo padecía de un mal que ellos llaman: “Labios Calientes”

-

Eso tiene otro nombre que ahora no recuerdo, creo que es, Hermafrodita.

-

No, hermafrodita es el que tiene los dos sexos.

-

Sí, es verdad… uh… Eso ninfomanía. Eres ninfómana.

-

¡Ninfómana! ¿Qué es eso?

-

¡Es una mujer que es insaciable con el sexo! 131

se

llama,

Una Mujer Perfecta

-

¡Diablos, yo no soy así!

-

Bueno, quizás no muy ninfómana, pero sí un poco.

-

¿Por qué?

-

Bueno, yo no estoy muy autorizado, por mi poca experiencia. Yo sólo he tenido dos mujeres.

-

¿Cuáles?

-

¡¿Cómo que cuáles?! Arielys y tú.

-

¡Ah, yo pensaba!

-

De todos modos, debo decirte que ella, cuando tenemos relaciones, lo logra una vez, y yo no recuerdo ni una sola oportunidad en la que lo lograra dos veces, por más que yo me afanara.

-

¿Cómo? ¡Yo lo logro dos, y hasta tres veces!

-

¡Yo diría que hasta cinco!

-

¡Sí, pero es sólo contigo mi amor!

-

Yo nunca he oído hablar de una mujer tan sensitiva como tú, mis amigos nunca me han hablado de una así.

-

¿Cómo soy yo?

-

Yo comienzo a tocarte y a besarte, y ya estás encendida, desde que te llego allá, con mi paladar, ya estás gimiendo.

-

¡Y si es que me vengo de una vez, tú lo haces muy bueno, para ser la primera vez que…!

132

José A. Rodríguez N.

-

¿La primera vez que qué?

-

¡Que pegas cuernos!

-

Yo, al principio, pensé que me hacías un teatro, como esas actrices porno. Pero luego de tocarte, cuando te venías, me di cuenta de que es cierto.

-

¡Diablo, tú me estabas comparando con esas prostitutas!

-

Esas no son prostitutas, son actrices.

-

Ellas venden sus cuerpos por dinero. Eso es prostituirse.

-

¡Tienes razón! Esas mujeres no sienten ya ningún placer, yo creo que no aman a nadie.

-

Eso es lo que tú no sabes.

-

¿Qué?

-

¿Tú no sabes que cuando una prostituta se enamora, se aloca totalmente?

-

¡Eso no lo sabía! Y tú, ¿Cómo sabes eso?

-

¡Porque lo sé! ¿Sabes lo que he pensado?

-

¿Qué?

-

Que la vida es irónica.

-

¿Cómo así?

-

La vida se burla de nosotros descaradamente. Después de conocerte, me he preguntado tantas veces: ¿Cómo habría sido mi vida si tú y yo nos hubiésemos conocido, digamos, unos cinco años antes? 133

Una Mujer Perfecta

-

Quizás no fuéramos tan felices, quizás nos hubiéramos envuelto en el mismo círculo destructivo en que se envuelven casi todas las parejas. Pero, ¿Por qué dices que la vida se burla de nosotros?

-

Sí, se burla de mí, poniendo la felicidad en mi camino, ahora cuando tú ya estás casado, con dos niños y otro en camino.

-

¿Cuántas veces tendré que repetirte que mis hijos no son ningún obstáculo para la realización de nuestro amor?

-

Mira José, yo sé que los niños no serían obstáculo, a lo que me refiero es a que tu esposa nunca nos dejaría ser felices. Siempre podrá manejarte, utilizando el pretexto de los niños. Yo soy mujer, y conozco muy bien sobre estas artimañas.

-

Ella es joven y bonita, de encontrará alguna otra víctima.

seguro

Salimos del hotel, y llamamos a su madre por teléfono. Ella ya estaba en Santo Domingo. Eran las 9:45 a.m., y nos dirigimos hacia la Duarte, cuando llegamos, nos detuvimos en la panadería “Casa Domingo”, en la José Martí esquina Paris. Llamamos de nuevo a su madre, y dijo que estaba en la parada, pero que volvería a Moda Tela, para que se encontraran allí. Cuando salíamos de la panadería dio un salto de alegría en la escalera: “¡Esa es mi mami, coño tengo que quererla mucho, porque es mi mami!” Me hizo muy feliz saber que ella quería tanto a su madre, y que se reunirían pronto. La acompañé hasta cerca del parque y nos despedimos. 134

José A. Rodríguez N.

Yo regresé a la panadería “CASA DOMINGO”, le llamé por el celular pero no estaba disponible. Llamé al celular de su madre y le pedí que me la pusiera. Hablamos, y le dije que dispusiera el maldito celular. ¡Te amo vida, cuídate!

135

Una Mujer Perfecta

“¡Esto brilla o me quema sin sentido! ¿Habría que decirlo de una forma más alta?” -José A. Peña-

XV El día 30 de mayo, Neudys vino a buscarla. Es un jovencito de unos 19 años de edad, alto, moreno, delgado pero atlético, sin un gramo de grasa en el cuerpo. Tiene un rostro infantil, ojos negros y limpios en un rostro simétrico, parecería un modelo varonil, de no ser por la nariz ancha, que desentona la perfección del unísono de todos los otros elementos. Con una pequeña cirugía nasal sería un actor de cine. Tiene cabellos duros. Me miró con una mirada de cuchillo afilado. ¡Johanna, es Neudys, te busca, ten cuidado está furioso! ¡No importa, estoy cansada de decirle que es a ti a quien amo! Eso es algo que yo no logro comprender. Él niega su dignidad. Eso significa que te ama demasiado, incluso por encima de su orgullo, o significa que sólo te utiliza como un objeto de placer. Creo que lo justo es lo primero, pues él te cuida con cariño. Se sacrifica por ti. ¡Cállate, yo te amo a ti! Yo creo que deberías quedarte con él. Ustedes hacen una linda pareja. Él es un muchacho bonito, y tú una princesa. 136

José A. Rodríguez N.

¿Es eso lo que en verdad deseas, José? No, pero es lo más conveniente para ti. Yo tengo el compromiso de una familia, y amo a mis niños más que a mí mismo. Mi vida siempre estará dividida. Él puede dedicarse por entero a ti, y a ese amor que siente. Pero yo no lo amo tanto como para que sea el padre de mis hijos. Tú lo amas, aunque quieras negarlo, has compartido mucho con él, y eso es una muestra de amor. Yo no soy esa persona que él ve en mí. Él sólo ve a la persona divertida y fiestera, a él no puedo mostrarme tal cual soy. ¿Por qué no? Él no lo entendería, es muy violento. ¡Tengo que irme! Te llamaré mañana. Sí, temprano, para que vayamos a comer. ¡Abrazos! ¡Besos! Cuando se montaron en el motor, antes de encender, él volteó hacia la derecha, para mirarme, yo le respondí con la misma sequedad, y sostuvimos la mirada por 5 segundos. Había mucha amargura y tristeza en su mirada, pero no advertí odio.

§

137

Una Mujer Perfecta

¡Hola vida! ¡Hola mi amor! ¿Cómo te fue ayer con Neudys? Muchacho, estaba como el diablo, hasta me dio una galleta. ¿Dónde?, déjame ver… Eso fue un topaíto, porque si él te da una galleta, con esas manotas que tiene, durarías una semana con la cara hinchada. ¡Ah, pero tú te crees que una simple bofetada no le duele a uno! ¡Qué especial tú eres! O.k., olvida eso. Ya se te ve la cara de quillá. Sí, más te vale. Pero… ¿Por qué? Debemos reconocer que no es una persona violenta. Cualquiera en su lugar hubiese hecho algo peor. Yo tenía mucho miedo, anoche te llamé al celular pero no estaba disponible. Yo lo apagué porque eso podía enfurecerlo aún más. Yo no podía hacer nada ¿Y si la mata?, Me dije. ¡Diablos no! ¡Claro que no mi amor! Pero hay muchos crímenes pasionales. Sí, pero él no llegaría tan lejos ¿Y, cómo puedes estar tan segura? Yo lo conozco bien. Y tú, ¿Qué hiciste anoche? Yo estaba desesperado, los nervios me estaban matando, así que me fui al malecón. ¿Qué fuiste a hacer al malecón? Fui a meditar, y a tomar aire puro, para calmarme. Pensé mucho en ti, y en nuestro amor. Esta mañana me levante temprano, y fui a 138

José A. Rodríguez N.

comprarte este librito. ¡Déjame verlo! ¡Qué lindo! ¡Gracias mi amor! ¡Hombrecitos, de Loise May Alcotte! Éste se parece al otro que leí, es de la misma autora. Sí, es como la continuación del otro, por eso te lo compré. Ah, también te compré a “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez, pero quiero ser yo quien te lo lea. Está bien, no lo leeré hasta que tengamos tiempo para estar juntos, y me lo recites. Y, ¿Qué es eso que llevas en la funda? ¡Ah! Es un regalo para una niña amiga mía que cumple años mañana. Yo quise darle su regalo por adelantado. Qué bien. ¿Y ese qué bien tan seco? Es sólo un diario de regalo para una niña, ¡Yo no puedo creer que estés molesta por eso! No, claro que no. ¡Uh... míralo! Sí, es lindo. ¡Y lo miras, mejor dicho olfatea! ¡Sí, ya sé, tiene las hojas perfumadas y con rosas dibujadas, yo tenía uno así! ¡Pero tómalo y míralo! ¡No, no quiero! ¿Qué? ¿Estás celosa? ¡Es más sí, coño, estoy celosa, estoy celosa! ¡No amor, yo no te compré un diario porque tú me dijiste que ya tenías uno, que no te lo comprara! Está bien, ya no hablemos más de eso. Ya no te voy a torturar más, el diario es para ti. ¡Mentira, no es para mí! ¡Sí, míralo! ¡No, no quiero!

139

Una Mujer Perfecta

¡Es tuyo, lee lo que hay escrito! ¡Ah…! ¡Yo sabía que era para mí, sólo estaba haciéndote lo mismo que me hiciste! ¡Ah, conque poniéndome a sufrir! ¿Eh? ¡Sí! ¡Te amo! ¡Ay, Dios mío, esas cosas que me dices me suben al cielo, mi amor, te amo tanto! ¿Por qué me dices esas cosas? Porque son lo que siento, y son ciertas. La comida estuvo deliciosa. Escuchamos nuestras canciones favoritas, en la bocina que estaba a un lado de nuestra mesa: Enamorados, y, Soy un Niño, de Chayanne. ¿Todo eso lo escribiste anoche? Sí, tenía el corazón en la boca, y hay algunas más. ¡Te amo José! ¡Eres maravilloso! ¡Tú eres mi princesita! ¿Qué vas a hacer ahora? Volveré a mi casa, a leer mi diario y mis libros. ¡Acuérdate de llamar al abogado para la casa! ¿Oíste? Sí, lo haré. ¿Me llamarás mañana? Sí, claro ¡Adiós mi amor! ¡Adiós vida!

§ El día viernes 2 de junio, Neudys pasó cerca del lugar donde nos encontrábamos. Se le veía furioso. Johanna leía algunas páginas de este 140

José A. Rodríguez N.

diario. Pero sólo las secciones que yo le permitía leer. ¡Acabo de ver a Neudys! ¡No! ¿Dónde? Pasó por la otra acera, lleva una cara de fusil. ¡Lo voy a seguir! Lo seguí hasta que caminábamos paralelamente, él por aquella, yo por esta acera. Estuve casi seguro de que él sabía que yo había salido para que me viera. De todos modos, fingió no verme. Me detuve en la tienda de discos, con el pretexto de ir a saludar a mis amigos. ¿Era él? Sí, era él, vestía pantalones caqui, un suéter, creo que oscuro, y sandalias negras. También llevaba puesta la gorrita caqui que tú te pones. Él suele ponerse mis gorras. Parece que te buscaba. ¡No me importa, él sabe que yo te amo, se lo he dicho miles de veces! Entramos a la heladería. ¿Qué te pasa, por qué me miras así? ¡Tú estabas coqueteando con esas muchachas que están sentadas en aquel banco! ¡No es cierto, sólo hablábamos, son unas niñas! ¡Sí, pero esas niñas se enamoran también, y ya tienen cuerpo de mujer! ¡No me digas que estás celosa! ¡Sí estoy celosa y qué! Salimos de la heladería, y muy allá, con mi fina agudeza visual, alcancé a ver a Neudys, que 141

Una Mujer Perfecta

nos miró y se ocultó detrás de la tienda de la esquina. ¡Vi a Neudys, y él a nosotros! ¡No digas mentiras, José! ¡Sí, es verdad! ¡Ve tú delante, yo me desviaré por esta calle, y nos encontraremos en el parque! Me senté en el mismo banco, frente a la iglesia, y vino un limpiabotas: ¿Va a limpiar señor? Sí, está bien. Cuando terminaba de limpiarme los zapatos, llegó Johanna. ¿Lo viste? No. ¿Por qué tú afirmas que viste a Neudys, cuando no es cierto? ¡Mire, yo le apuesto a usted que lo vi y apueste su cabeza a que es así! ¿Duda usted de mí? ¡No! ¡Siéntate! Se sentó. Creo que lo mejor será que me vaya. ¿Es porque él te espera? No, no es por eso. Es que él me prohibió que te viera aquí. Él dice que si la gente me ve contigo aquí, en el parque, dirán que nos estamos burlando de él. Y tú, ¿Qué le dijiste? Le dije que no te vería más aquí en el parque. Ese fue el trato que hicimos. Ella se puso de pie, y justo cuando nos íbamos a despedir, llegó Neudys, por detrás de nuestro 142

José A. Rodríguez N.

asiento, yo lo vi cuando se acercaba, pues había permanecido muy alerta. Johanna siempre me decía sobre lo violento que él es, y que había amenazado con hacerme daño. -

¡Jova! ¿Qué tú haces aquí? ¡Yo no te dije que no salieras!

-

¡Cálmate Neudys, él quiere hablarte!

-

¡Siéntate!

Me miró muy molesto y se sentó -

¿Qué quiere usted decirme?

-

Es sobre…

-

¡Es mejor que hablen otro día, él está muy alterado!

-

Yo lo veo bien, es normal que esté así en una situación como esta. Si nos permites un momento…

-

¡No, yo no quiero que hablen ahora, hablen otro día! ¡Yo lo conozco muy bien!

-

¡Jova vete y siéntate en aquel banco!

¡Jova te estoy hablando! Hizo gesto de agarrarla bruscamente. -

¡No hagas eso, esa no es la forma de resolver los problemas!

-

¡Tú ves lo que te digo José, luego él se va a desquitar conmigo! ¡Hablen otro día, por favor!

-

¡Bueno, si es así, tú sabes donde encontrarme! O.K., yo llamaré al celular de Johanna esta noche, para poner un lugar donde podamos hablar a solas. 143

Una Mujer Perfecta

-

¡Está bien, adiós y cuídese muy bien!

-

¡Gracias, igualmente!

144

José A. Rodríguez N.

145

Una Mujer Perfecta

“Escribiré un libro, y se titulará: Sin Miedo al Sol.” -José Coplín-

XVI El miércoles 7, Neudys nos encontró hablando amenamente con Esther. Lo invité a pasar y hablamos.

-

¡Siéntate, por favor! ¿Cómo te ha ido?

-

¡Bien, hasta ahora!

¿Qué es lo que usted me quiere decir? -

¿La amas?

-

¡Claro que la amo!

-

¿Qué tanto?

-

¡Tanto que usted no se puede imaginar!

¿Y usted, la ama?

-

¡Muchísimo, tanto que haría cualquier sacrificio con tal de verla feliz y realizada!

-

¿Han estado juntos?

-

¿Tú qué crees?

-

¿Han tenido relaciones?

-

¡Mírame a los ojos!

Me miró con un dejo de tristeza muy hondo.

146

José A. Rodríguez N.

-

¡Diablos! ¡Qué imbécil soy! ¡No sé por qué hago estas preguntas! ¡Jova… Diablo! ¡Jova me engañó!

Hundió la mirada en el piso.

-

Sólo quiero que sepas que sé lo que sientes. Yo no sabía que tú existías; al menos, no como su marido. Ella me dijo que tenía un noviecito, te describió como algo pasajero, un muchacho de paso, de esos que tienen muchas novias. Luego descubrí que ustedes vivían juntos, pero ya era muy tarde.

-

¡No se preocupe, yo se la voy a dejar! Ya no voy a seguir con ella.

-

¡No será fácil para ti dejarla, tú la amas!

-

Sí, pero no voy a seguir con ella.

-

Yo preferiría que ustedes dos siguieran juntos. Hay algo que no entiendo, ¿Por qué me preguntas que si hemos tenido relaciones, cuando ella te ha insistido tanto en que es a mí a quien ama?

-

Ella nunca me dijo eso. Yo fui descubriendo poco a poco que ella me la estaba pegando con usted, aunque no estuve seguro hasta oírlo de usted mismo. Si ella me lo hubiera dicho, yo la hubiera dejado.

¡Diablo, Jova es una… Coño! ¡Qué barbaraza! -

¿Es cierto que una vez le encontraste dos libros que yo le había regalado y dedicado?

-

Sí, eran verdes, y leí la dedicatoria. Desde ahí empezaron mis sospechas, pero ella

147

Una Mujer Perfecta

me metió uno de los cuentazos que sabe inventar, y logró engañarme. -

Ella me contó que eso sucedió. Que su novio le vio los libros y decidió terminar los amores. Desde ese día ya no existías, supuestamente, en su vida. Según ella, tú fuiste sólo un refugio contra la soledad y los maltratos del esposo. El muchacho divertido, pero no el amor de su vida

Yo era su amante y su amor. Pero había muchas incongruencias en su forma de actuar, y en sus excusas por los continuos plantes que me hacía. Johanna se había marchado, según Esther; por sus recomendaciones. Mientras él salía, Esther me miró con rabia. -

Mire, ahora tengo un asunto que atender ¿Qué tal si nos vemos mañana?

-

De acuerdo. Llámame.

-

No, quizás venga en vez de llamarle. Estoy interesado en llegar al fondo de este asunto.

-

¡Bueno, hasta mañana entonces!

-

¡Adiós!

Nos dimos la mano. -

¿Y Johanna?

-

¡Le dije que se fuera!

¿Ahora ustedes se van a aliar contra Johanna verdad? Como si ella fuera la villana. Tú eres muy confiado, tú no sabes las intenciones de ese tipo. Tú no sabes si él busca la oportunidad de 148

José A. Rodríguez N.

vengarse, matándote cuando la oportunidad se presente.

-

¡No ombe, Esther! Él es un muchacho muy pacífico. Siempre me trató de usted, y ni siquiera me miraba fijamente. Yo diría que él es muy humilde, por como se portó.

-

¡Ay, José, tú no razonas, tú te crees que la vida es una de esas novelitas que tú escribes! ¡La vida es otra cosa! Tienes que poner los pies sobre la tierra. ¡Déjate de ridiculeces: “Yo quiero que ellos se lleven bien, ellos hacen bonita pareja, ellos son jóvenes”, qué ridículo! Tú crees que todo el mundo es como tú.

-

Bueno, tú te encuentras mis sentimientos ridículos, pero Johanna me comprende. Ella me ha dicho que si viera por una brecha que yo llevo una vida feliz junto a mi esposa, y que ella me trata bien, se haría a un lado y desaparecería para dejarme ser feliz. Es por esos sentimientos que la amo. Ella y yo nos parecemos demasiado.

§ -

¡Hola! ¿Qué haces?

-

Estoy aquí, donde mami.

-

Neudys se marchó. Hablamos sobre la relación tuya y mía.

-

¿De qué más hablaron, qué hablaron? 149

Una Mujer Perfecta

-

Nada, yo le dije que nuestra relación empezó cuando yo no sabía que él existía en tú vida. Me preguntó si tú y yo habíamos tenido relaciones sexuales.

-

¿Qué le respondiste?

-

Le dije la verdad.

-

¡Ay, diablo!

-

Antes de eso, yo le había preguntado que si te amaba, él me respondió que te amaba muchísimo. Después me dijo: “Yo se la voy a dejar a usted”

-

Y tú, ¿Qué le dijiste?

-

Le dije que no le iba a ser fácil dejarte, porque él te ama. Me dijo: “Yo no, ya no la amo”. Le pregunté porqué ahora no te ama, si él sabía que tú me amabas a mí, que tú siempre se lo decías. Me dijo que tú nunca le dijiste que me amabas, que él se vino a enterar ahora de nuestra relación.

-

¡Él llegó, está vociferándome! ¡Ay José, estoy muy nerviosa!

-

Sí, pero cálmate. A los problemas hay que hacerles frente.

-

¡Ay José, tú no sabes lo violento que él es!

Ya se le escuchaba sollozar y mis palabras no surtían efecto. -

¿Y tú mamá?

-

¡Ella no está aquí, y no quiero que él venga aquí a hacerme un lío!

150

José A. Rodríguez N.

-

¡No bajes, no te acerques a él! ¡Manda a alguien a buscar tus cosas, no vayas tú!, ¿Oíste?

-

¡No, tú eres loco! ¡Ese hombre está furioso!

Se le oía claramente perturbada. Cedió al llanto. -

¿Por qué no vienes para que hablemos?

-

¡No, no quiero que me siga y se arme un lío!

-

Trata de conseguir un moto-concho, sin que él se dé cuenta, y júntate conmigo en “EL YAREY”

-

está bien, lo intentaré.

-

O.K., si lo logras, nos vemos en una hora, como a las 5:30 p.m. ¡Pero mira, yo puedo ir a buscarte si quieres!

-

¡No, él sería capaz de hacerte daño! ¡Temo por ti! ¡No vengas, por favor!

-

¡Está bien, entonces te espero en El Yarey! ¡Cuídate mucho amor!

-

¡Bye!

Cuando llegué al Yarey, ella me esperaba. Nos sentamos y pedimos una cerveza y un ciclón. -

¿De qué hablaron ustedes?

-

¡Ya te dije, hablamos de cómo él se fue enterando de nuestra relación, que tú nunca le dijiste que me amabas!

-

¡Qué mentiroso, yo siempre se lo he dicho!

-

¿Por qué estás llorando? 151

Una Mujer Perfecta

-

¡Por todo este lío! ¡Me siento culpable!

-

¿Por qué? ¿No dices tú que él sabía de nuestro amor, y seguía insistiendo?

-

¡Sí, yo quiero que sea feliz, pero él no me comprende!

-

La única manera de que él sea feliz es si te quedas con él, porque te ama.

-

Yo quiero que sea feliz, pero no conmigo. Quiero que encuentre una chica que lo haga feliz, pero yo te quiero a ti.

-

Tú, te sientes culpable y lloras porque lo amas.

-

¡Yo no lo amo!

-

La compasión es una forma de amor.

-

Sí, pero eso no significa que yo me tenga que quedar con él. Yo no sé por qué tú insistes tanto en que yo lo amo, cuando no es así.

-

Porque eso es lo que tus lágrimas y tus sentimientos de culpa me dejan ver.

-

Tú hablas de él como que él es una muy buena persona.

-

Hasta donde yo lo he tratado, creo que es una bella persona. Se ha mostrado muy respetuoso. Me llama por, “Usted”, en forma de respeto. Además tú misma dices que quieres que él sea feliz.

-

Sí, es lo mismo que le deseo a Fedro. Me gustaría que ambos encontraran a su pareja ideal.

152

José A. Rodríguez N.

-

Ese es un sentimiento muy noble, pero, ¿Qué es lo que te hace sentir culpable con respecto a Neudys?

-

Es que, yo no fui sincera con él.

-

¿Nunca le dijiste que me amabas?

-

No, eso me harté de decírselo, pero él insistía en que me iba a hacer cambiar: “¡Jova, ese hombre es más feo que yo, más viejo y además gordo, ese hombre tiene que haberte echado una brujería! ¿Qué es lo que te ha hecho para que te enamores así de él? ¿Por qué no vienes conmigo donde un brujo, para ver si fue algo que te echó?”

-

¡Ha ha ha!

¿Te dijo eso? Y, ¿Qué le respondiste?

-

Le dije: José no cree en eso. Él es tierno y delicado. Yo me he enamorado de él por su forma de ser. Su sencillez ha hecho que el amor entre solo, solito y sin esfuerzo a mi corazón. ¡Diablo Jova, un hombre tan feo, y además gordo! ¡Tú tá loca!

-

Pero ¿Por qué dices que no fuiste sincera con él?

-

Eso ya te lo he dicho. Yo no me mostré ante él como soy. No le mostré mis sentimientos, ni mi verdadera personalidad. Solo le mostré el cuadro de la persona que él quería ver: La persona divertida, parrandera y apasionada que compartía sus cosas. Él está enamorado de una persona que no existe. Yo en realidad no soy así. Eso 153

Una Mujer Perfecta

es lo que me hace sentir como la peor persona del mundo. Yo lo utilicé en momentos de depresión y honda soledad, cuando tenía que deshacerme de Fedro. Él siempre estuvo conmigo, y me ayudó mucho. -

¿Y por qué no te sacrificas igualmente por él, quedándote con él ahora que te ama?

-

Yo lo quiero mucho. Pero yo te amo a ti. Conocerte a ti, José, ha sido renacer, ha sido respirar un aire de pura inocencia. Yo soy feliz sólo contigo. Eres lo que yo más quiero en la vida, y mira que te pongo por encima de mi madre. Pero siento que no me quieres.

-

¿Cómo, por qué dices eso? ¡Tú sabes que te amo demasiado!

-

Entonces ¿Por qué siempre insistes en que me quede con Neudys?

-

Es porque no te has apartado de él definitivamente. Eso me hace pensar que lo amas, aunque no lo quieras admitir. Yo quiero que estés definida en tus sentimientos. Él sería un mejor partido para ti.

-

Yo he reconocido tu situación, y te he aceptado así, aunque a veces siento un poco de celos, de saber que hay una mujer que forma parte de tus noches, y que soy sólo una segunda. Yo sé que soy egoísta, pero te quiero sólo para mí. Y sé que es imposible.

-

Y, ¿Qué vas a decidir? 154

José A. Rodríguez N.

-

¡No sé José, no sé! ¡Me siento la peor persona del mundo!

-

¡Tú no eres tan mala como dices!

-

¡Sí lo soy!

-

¡Bueno... Sí! ¡Eres la villana, la gran tirana, El Lobo de la Caperucita, el Gastón de la Bella y la Bestia, La Bruja de Blanca Nieves!

Se puso de pie y apretó las mandíbulas y puños. Pensé que me iba a soltar un puñetazo. Recogió su cartera, y salió rápidamente en dirección al parque. Yo intenté seguirla, pero recordé que no había pagado la cuenta. Me dirigí rápidamente a la caja, la cajera hizo señas al mesero que me atendió, éste vino y dijo cuanto debía pagar. La cajera empezó a detallar todo en una factura, y yo tenía ganas de estrangularla, porque no me daba la devuelta. Cuando salí, ya Johanna había logrado atravesar el parque. No se había ido porque no aparecía moto-concho de aquél lado. Se me ocurrió que debía tomar un moto-concho, para seguirla en caso de que no hallara uno, pero, y... ¿Si no piensa coger un moto-concho? Decidí cruzar, en ese mismo momento tomó un motoconcho, y se marchó. Yo tuve que caminar hasta la esquina para coger otro. -

¡Sigue a esa de la blusita blanca!

-

¡Diablo, van lejos ya!

-

¡No te apures, que yo sé para donde van! ¡Sigue derecho!

155

Una Mujer Perfecta

Eran más de tres esquinas de distancia, pero yo confiaba en mi perfecta agudeza visual.

-

¡Diablo, espérate, disminuye, que no los veo!

-

¿Y Entonces?

-

¡Espera, que si iba para donde la mamá... Debía doblar por aquella esquina! Lo más seguro es que cogió para la parada de Arroyo Hondo. ¿Tú sabes dónde está la parada de Arroyo Hondo?

-

Esa es la parada para Matanzas ¡Claro que sí!

-

¡Vamos para allá!

Fuimos a la parada, y pregunté sobre la última guagua que había salido. Me dijeron que había salido más o menos diez minutos antes de yo llegar. -

¡Ella no se pudo haber ido en esa guagua, no le alcanzaba el tiempo!

La busqué en cada una de las otras guaguas, la busqué en los bancos del parque, miré por los alrededores…

-

¡Vámonos! Ella no cogió para acá.

-

¿Para dónde vamos, señor?

-

¡Vamos para el barrio Santa Rosa! ¿Sabes dónde queda?

-

¡Bueno, el grandísimo!

Barrio

156

Santa

Rosa

es

José A. Rodríguez N.

-

¡No te apures, que yo sé más o menos! Es por los transformadores. Hay una panadería.

-

¡Ah, la panadería de Don Manuel! Ya sé donde es.

Cuando llegamos, Doña Inés estaba sentada en la calzada, frente a la panadería.

-

¡Hola doña! ¿Cómo anda la vida?

-

Muy bien ¿Y a usted cómo me lo tratan?

-

Aquí, sobreviviendo. ¿Y Johanna, no está aquí?

-

Bueno, yo acabo de llegar, y me dijeron que ella había salido hace casi una hora.

-

Ah, pues fue a verse conmigo que Salió.

-

¿Y no se vieron?

-

Sí, estábamos tomándonos una cerveza en “EL YAREY”, hablando de su situación con Neudys.

-

Ah, me dijeron que él vino a buscarla, pero que ella no quiso salir. Yo estoy cansada de advertirle sobre ese muchacho. De ese sitio de donde él es nada bueno puede salir.

-

Al parecer ella no le ha hecho mucho caso, pues está viviendo con él.

-

Yo, muchas veces la interrogué sobre si estaba viviendo con él, y me lo negó. Me dijo que no, que ella estaba pagando su pieza ella sola.

157

Una Mujer Perfecta

-

Bueno, yo me fui enterando poco a poco, y cuando tuve la certeza ya nuestra relación iba avanzada. Le pedí que tomara una decisión, y me dijo que me amaba. Incluso, una vez fingió que lo dejaba, yéndose para Arroyo Hondo, pero todo fue un simulacro.

-

Yo no sé qué es lo que ella busca detrás de ese muchacho. Ahí no hay futuro. Ella me dijo, poco tiempo después de conocerlo a usted, que iba a volver al liceo, a terminar su bachillerato, y me puse muy contenta; y mire ahora lo que pasa.

-

Él no me parece mal muchacho. Hoy hablé con él. Aunque está muy molesto, dice que la ama mucho.

-

Bueno, yo vivo aconsejándola, pero ella hace lo mismo que hacen las otras; nunca me hace caso.

-

Yo le sugerí a Johanna que se quedara a vivir aquí, en la casa suya, mientras tanto, hasta que él se calme un poco, y ella pueda ir a buscar sus pertenencias.

-

¡¿Aquí en mi casa?! ¡No! Aquí yo no acepto a ninguna de mis hijas. Es triste que sea yo quien se lo diga, pero de mis hijas, no hay una sola que sirva. Ninguna me ha salido buena cosa.

-

No debemos perder la fe, y más aún cuando se trata de nuestros propios hijos. Ella es joven todavía, y si le damos la espalda quizás tome la peor decisión. A los jóvenes hay que darles ayuda.

-

Usted tiene razón. 158

José A. Rodríguez N.

En ese momento Johanna llamó al celular de su madre. Escuché: “Ah, muchacha ¿Dónde tú estás? Ah, sí, él dizque duró un largo rato aquí, sentado en la calzada. Con una cara de perro.

-

Dígale que yo quiero hablarle, por favor

-

Aquí está José. Adiós, buscándote para saber por qué saliste así llorando, quién sabe para donde. ¿Te lo pongo?

¡Tome! -

¡Hola, Johanna! ¿Dónde estás?

-

En CODETEL.

-

Yo pensé que te habías ido para Arroyo Hondo. Fui a buscarte a la parada de Matanzas, y luego vine aquí, a casa de tu madre. ¿Adónde fuiste?

-

Fui a la casa.

-

¿Dónde Neudys?

-

Sí.

-

¡¿Tú eres loca?! ¿Por qué hiciste eso?

-

Por lo que me dijiste.

-

Pero tú empezaste, yo sólo quería hacerte entender que tú no eres tan mala como te describiste.

-

No te preocupes, yo sé que me merezco todo lo que me dijiste, por eso vine donde él.

-

¿Te quedarás con él entonces?

-

No. Yo sé que tú no me quieres, pero no me voy a quedar con él de ninguna manera. 159

Una Mujer Perfecta

-

¿Qué vas a hacer?

-

Me iré para Arroyo Hondo.

-

¿Puedo verte antes?

-

No.

-

Entonces, ¿Nunca más?

-

Eso no, claro que quiero verte, pero luego. Ahora estoy muy deprimida.

-

¡Como quieras! Luego te llamo.

-

¿Te vas ahora?

-

No, voy a buscar a Neudys, tú mamá me dijo, más o menos, por donde vive la mamá de él.

-

Bueno, hasta luego.

-

Hasta luego. Bueno, doña Inés, hasta luego. Esperemos que resulte algo bueno de todo esto.

-

¡Que así sea!

-

¡Adiós, y gracias!

-

¡Adiós, y cuídese mucho!

160

José A. Rodríguez N.

“Caminé tanto a través de una recta que llegué hasta la prehistoria de tu amor, y vi monstruos fugaces.” -Pedro D. Bautista-

XVII El jueves, la llamé varias veces y el celular no estaba disponible. En la tarde recibí su llamada: -

¡Alóu, buenas!

-

¡Hola! ¿Cómo estás?

-

Bien ¿y tú?

-

Bien.

-

¿Dónde estás ahora?

-

Estoy en la parada para Matanzas.

-

¿Vas para Arroyo Hondo?

-

Sí.

-

¿Amaneciste con él?

-

No, amanecí en casa de mi hermana Ivelisse, en Arroyo Hondo. Vine ahora en la tarde, a buscar las cosas que me quedaban en casa.

-

¿Él estaba allá?

-

Sí.

-

¿Cómo se portó? 161

Una Mujer Perfecta

-

¿Por qué mejor hablemos?

no

vienes

para

que

-

¿Cómo llego?

-

Es el mismo parque dónde estuviste ayer. Bueno, mejor te mando un moto-concho para que te recoja.

-

Está bien, lo esperaré aquí.

Cuando estábamos juntos…

-

Y bien, ¿Qué pasó contigo y con Neudys?

-

Ese hombre estaba como el diablo. Me dio dos galletas y rompió todo, hasta el espejo de la peinadora.

-

Pero no fue muy fuerte.

-

No, como no fue a ti que te golpearon.

-

Esta bien, ya no hablemos más de eso. Quiero que sepas que te amo. A mí no puedes ocultarme nada, conozco tu vida, tus gestos, tu mirada, tus debilidades y puntos fuertes. Cada línea de tu vida está escrita en mi memoria. Sólo quiero que salgas de ese círculo en el que has abandonado tu existencia. Quiero que empieces una nueva vida, que aproveches todo ese potencial intelectivo que tienes.

A mí no me importa tu vida pasada, me importa lo que eres y lo que seremos tú y yo juntos. (Vi las lágrimas aflorar a sus ojos) -

¡José, eres un ser maravilloso!

162

José A. Rodríguez N.

-

No es eso vida, es que te amo, y no podemos enterrar el amor más lindo del universo. Quiero que tu vida quede ahora definida. Te quedarás conmigo solamente, y no volverás a ver a Neudys. Si sé que te has vuelto a ver con él, nuestro rompimiento será definitivo.

-

Él me pidió que fuera mañana a Sto. Dgo., a llevarle su ropa.

-

Y, ¿Por qué no se la lleva él mismo?

-

Él dijo que primero me iba a llamar para ver si lo aceptaban en el trabajo. Si así fuera, entonces, yo le llevaría la ropa.

-

Me parece que él lo que está buscando es sólo un pretexto para verte. ¿Qué tal si nos vemos mañana?

-

No, creo que mañana no podré venir.

-

¡Ah! ¿Es por falta de dinero?

-

¡Sí, estoy arrancada!

-

¡Toma!

-

¡No, no quiero!

-

Ah, entonces, ¿No quieres tomar el dinero para no tener el compromiso de venir a verme?

-

¡Tú sabes que yo siempre quiero verte!

-

¿Y entonces?

-

¡Está bien!

-

¡Te espero temprano, consérvate para mí!

163

pórtate

bien,

y

Una Mujer Perfecta

-

¡Sí mi amor, bye!

-

¡Bye!

Cuando tomé el moto-concho, volví a mirarla, tenía la mirada hundida contra el suelo, y en su carita, una profunda tristeza era visible. Cuando volví, Neudys me esperaba. Sobre mi escritorio había una nota: “Le dije a Neudys que estabas en C. D. Store” Esther. Terminé con las dos personas, y ya era hora de marcharme. Lo invité al parque, y allí nos sentamos a hablar, en el mismo banco frente a la iglesia. -

¿La viste hoy?

-

Sí. Amaneció conmigo. Se marchar para Arroyo Hondo.

-

¡Diablo! Sabes, yo no vengo de C. D. Store.

-

Ya me lo imaginaba. ¿Estabas con ella?

-

Sí, mandó un moto-concho desde la parada de Matanzas, a buscarme.

-

¿Y, qué hablaron?

-

Ella me dijo que había amanecido en Arroyo Hondo, y que vino en la tarde a recoger sus cosas, que se encontró contigo y que te pusiste furioso, rompiste todo y hasta le diste dos galletas.

-

Sí, es verdad. Yo lo que quería era darle una paliza hasta desfigurarla. Le dije que se largara de mi vida.

-

Mira, discúlpame por la pregunta que te hice en mi oficina hace un rato. 164

acaba

de

José A. Rodríguez N.

-

¿Cuál pregunta?

-

Que si todo esto era un plan tuyo y de Johanna.

-

Ah, yo no entendí bien la pregunta. ¿Qué es lo que quieres decir con eso?

-

Me refiero a que si todo esto es una trama que se inventaron ustedes para sacarme dinero.

-

Bueno, de una tipa tan bárbara como Johanna, cualquier cosa se puede esperar. Déjame decirte que una de las cosas que me hizo sospechar que ella estaba con alguien, fue que una noche me dijo: “¿Qué te parece si me consigo un doctorcito que hay por ahí, para sacarle un billete?

-

¡Diablo! ¿Te dijo eso? Y, ¿Qué le dijiste?

-

Le dije que si se estaba volviendo loca. Luego no volvió a mencionarme eso.

-

¡Y eso, que yo pensé que tú podrías ser el proxeneta!

-

¿Qué diablos es un proxeneta?

-

Una especie de explotador de mujeres. Ellas se venden, y él las maneja, y se reparten las ganancias.

-

¡Ah, ombe! ¡Hábleme claro! Eso se dice, un chulo.

-

Bueno, más o menos, pero no todos los chulos alquilan a sus cueros.

-

¡Diablo, y la alocá que yo me di por esa maldita mujer! Yo estaba estudiando, y estaba planeando irme para Los Estados 165

Una Mujer Perfecta

Unidos, y por ella dejé todos mis planes. Trabajé como un burro en la zona franca, porque ella siempre quería más. Yo tenía que trabajar muchas horas extras. Muchas veces trabajaba hasta las 9:00 p.m. ¡Coño y esta tipa pegándome los cuernos! ¡Tá bueno de matarla! -

¡Ese sería un favor que le harías! Por un bicho como ese no vale la pena que pases dos minutos en una celda.

-

¡Al menos quisiera hacerle una maldad, como rajarle toa la cara con un vidrio!

-

De todos modos no vale la pena. Ella no te ha rajado la cara, ni te ha retado a un duelo de fuerzas, hasta que uno de los dos muera. Lo que ha hecho es jugar con los sentimientos tuyos, míos y de otros. Nuestra venganza debe girar en torno a los sentimientos.

¡Lee esto! Le permití leer este diario en la sección en que narro la elaboración de mi venganza.

-

Entonces, ¿Nunca planeaste quedarte con ella?

-

Bueno, al principio sí, cuando pensaba que era una buena persona, pero cuando me di cuenta de que se trataba de una arpía, un áspid, un súcubo destructor de mundos, de corazones y sentimientos… Empecé a elaborar mi venganza de la forma que acabas de leer, rompiendo su corazón y desgarrando sus sentimientos. Aunque, por lo que veo, una persona como ella 166

José A. Rodríguez N.

difícilmente tenga corazón, y mucho menos sentimientos. No sé, pero hay algo que la ha dejado seca y vacía, por eso mi amor no ha logrado llenarla a plenitud.

-

No estés tan seguro. Ella ve en ti un futuro para ella. Ayer le reclamé su traición, y me dijo que los sentimientos se le despertaron así, simplemente. ¿Es cierto que fue la madre de ella que los presentó a ustedes?

-

No, ¿Por qué?

-

Porque ella me dijo que fue su mamá quien los presentó, y que ella vivía hostigándola para que se metiera con usted.

-

¡Qué jabladora!

-

¿Es cierto que usted la mudará en una casa?

-

¡Eso es verdad hombre meterse

-

Yo nunca dije eso. Yo no sabía nada de usted. ¡Diablo, Jova sí que es astuta!

-

Hay que tener mucho cuidado con ese tipo de culebras venenosas.

-

De todos resultado.

-

¿Tú crees?

-

Sí, esa mujer atesora todo lo suyo, sus poemas, los libros que usted le ha regalado… ¿Usted le regaló un libro de poemas de Pablo Neruda?

lo que ella cree! Tú le dijiste la una vez: “¿Tú crees que ese va a dejar a su familia para contigo?”

modos,

167

su

venganza

dará

Una Mujer Perfecta

-

Sí, uno titulado: Veinte poemas de amor y cien sonetos de amor.

-

Ella no se apea ese libro de encima. También guarda los pétalos de rosas que usted le regala, y en los libros y cofrecitos, gurda florecitas secas. ¡Si eso no es estar enamorado…!

-

¡Es decir que ha dado resultado! La he tratado como una dama, como a una niña novia, como a una princesita.

-

¡Cuándo se caiga de esa nube…!

-

El día 16 de mayo fue la primera prueba.

-

¿Estuvieron juntos el 16 de mayo?

-

Sí, pero ese fue un día de idilio solamente. Ese día no tuvimos relaciones. Paseamos, luego de ir a comer, y hablamos, luego le dije que debíamos terminar, que ya no la amaba.

-

¿Cómo reaccionó?

-

Se deprimió hasta lo sumo. Yo disfruté mi victoria hasta el final. Ella no quería verme en ese momento, y yo la acompañé hasta aquí.

-

Es decir que ella se fue dizque a votar para Sto. Dgo., y fue a verse contigo. ¿Qué fue lo que usó para teñirse el dedo?

-

¿Tenía el dedo tintado?

-

Sí, esa es una diabla, demasiado astuta.

-

¿Qué cuento te metía ella para irse sola a Sto. Dgo.?

168

José A. Rodríguez N.

-

Me decía que iba a visitar a su tío. Y cuando yo llamaba donde la mamá, ella también me decía lo mismo. Son todas igualitas.

-

¿Te refieres a las mujeres?

-

No, me refiero a la madre y las hermanas de ella. La mamá cuando joven, era igualita que como son las hijas. ¿Se ha dado cuenta de los navajazos que tiene en la cara?

-

Sí, esas son cicatrices de navaja.

-

¡Corte por ahí! La tal Karla debe obtener unos $18,000 ó $20,000 mensuales. Dinero que le saca a todos sus chulos. Así es la tal Linette.

-

¿Quién es esa?

-

Esa es la misma a quien le dicen Diancy. Esa, después que se cansó de coger y dejar, se ha conseguido un señor a quien le ha sacado hasta casa, y mucho dinero. Ella en realidad no quiere a ese hombre, lo que ha hecho es destruir una familia. Desde que aparezca otro que dé mejor partido, le dará la patada. Hay una cosa que usted quizás no sabe.

-

¿Qué?

-

La hermana de ella, Rosy o Roselin, baila encuera en un Night-Club en Panamá.

-

Yo sabía que bailaba desnuda, pero Johanna me dijo que estaba en los Estados Unidos.

169

Una Mujer Perfecta

-

¡Mire hombre! Y, ¿Le dijo ella que Rosy está haciendo planes para llevársela a bailar encuera al mismo Night-Club?

-

Eso me dijo, pero me dijo que ella no se quiere ir.

-

¿Qué no qué? Esa está que hace agüitas por sacar pie pallá.

-

Hay una cosa que quiero preguntarte.

-

¿Qué?

-

¿Es cierto que es pluri o múlti orgásmica?

-

¿Multi qué?

-

Multi orgásmica.

-

¿Qué es eso?

-

Una mujer que se viene varias veces en una relación.

-

Ah, ¡Sí! Ella se viene dos, y hasta tres veces, mientras yo sólo una vez. Esa es una loca con el sexo. Una enferma, y las hermanas son igualitas, maniáticas sexuales. La Rosy dice que se enciende tan sólo con ver a dos pajaritos haciendo el amor.

-

¡Diablo!

-

En las patronales, la semana pasada, Jova y yo estábamos bebiendo cerveza. Eso le encanta a ella. Es una alcohólica. Y me dijo que estaba loca por hacer el amor, yo le dije que nos fuéramos, y me dijo que también quería quedarse bailando. Le encanta bailar, beber y hacer el amor. Yo le pregunté, cuando estábamos en la 170

José A. Rodríguez N.

habitación, que qué hubiera hecho ella si yo no hubiera estado allí. -

¿Qué te dijo?

-

Me dijo que hubiera resuelto con una “Paja”

-

Y, ¿Tú crees que es verdad? A lo mejor se hubiera buscado a algún tiguere por ahí.

-

¡No lo dude! Dígame una cosa, ¿Usted tuvo relaciones con ella el día 17 de mayo?

-

No. Ese era un día de trabajo.

-

Diablo, pues también estuvo con otro tipo. Porque ese día en la noche íbamos a tener relaciones; cuando yo estaba listo para penetrarla, vi que le salía algo, y cuando la toqué… ¡Semen! La tipa había estado con otro hombre.

-

Y, ¿Qué te dijo?

-

Me dijo que se excitó demasiado rápido.

-

Pues, sabe Dios con cuantos hombres ha estado al mismo tiempo, porque yo no estuve con ella ese día.

-

Ella está acostumbrada a eso.

-

¿Cómo lo sabes?

-

Un día fui a buscarla a casa de Rosy, como siempre. Rosy estaba en la sala, y me dijo que esperara a Johanna afuera, que su papá estaba ahí, en el cuarto, regañándola y que él era muy jodón. Así que la esperé en la esquina, y cuando pensó que yo me había ido, salieron las dos, acompañadas

171

Una Mujer Perfecta

por un carajito que tenía el cuerpo lleno de tatuajes.

-

¿Estaba rapando con el carajito en el cuarto?

-

Parece que traquetíao.

-

¿Qué es un traquetíao?

-

Uno que le dá a las drogas.

-

¡Diablo, esa tipa se deleita con la más baja calaña!

-

¿Qué hiciste después?

-

Me fui a casa de su mamá, y Manuelito, el hijo de Manuel, padrastro de Johanna, me dijo que él sabía pa donde iban ellos. Así que cogimos un moto-concho para Lázaro Night Club. Allí estaba Johanna junto con el carajito. Parece que estaban discutiendo, y él entraba y salía. En una, la llamó de mala forma, y ella fue a mi mesa, y me dijo que la acompañara. El carajito estaba súper quillao. Cuando salíamos, le vi el pecho y los brazos con muchísimos tatuajes: Leo y Johanna, Leo y Johanna...

-

¡Diablo, eso es imborrable, ese tipo estaba envenenado de ella! ¿Qué pasó?

-

Él quería hablar con ella, pero ella rehusaba. Él me pidió permiso: “¡Oye, Charlie, dame un chance pá hablá con la chamaquita!”

-

¿Por qué me llamas Charlie si tú no me conoces? “¡Mira, lo que pasa es que yo vengo de Sto. Dgo., atrá de eta carajita y

sí.

Ese

172

carajito

es

un

José A. Rodríguez N.

ella, después que me dice que me quiere, que se lo meto, y se bebe mis cuartos, viene ahora montándome cotorra!”

-

¿Y ella, qué dijo?

-

Ella se me acercó y me dijo que ella no lo quería a él, que a quien ella quería era a mí.

-

¿Y qué hiciste?

-

Bueno, me hice a un lado, para que hablaran, después el tipo se fue, súper quillao.

-

¡Diablo, cuantas historias tiene esta tipa!

-

Ese carajito, Leo, sí que debe saber sobre las andanzas de ese cuerazo cuando vivía en Sto. Dgo.

-

Ella me contó que Fedro, una noche, la sacó en ropa interior y la arrastró por la calle.

-

Fedro sí que está loco por ella. Él todavía la llama diciéndole que vuelva, que él se va a casar con ella, que hasta le tiene el vestido de bodas y todo.

-

No le creas mucho, esa tipa, de todo lo que dice, quizás un 0.02% sea verdad. Así me dijo ella que tú querías matarme.

-

¡¿Matarlo?! Desde que yo hablé con usted la primera vez me di cuenta que usted no es mala gente. Yo pensé: “Este tipo va a ser mi mejor amigo. Éste me va a decir toda la verdad.

-

¿Es cierto que Fedro trató de matarla? 173

Una Mujer Perfecta

-

Sí, ella le tiene terror a Fedro. Ella tiene una cicatriz grandísima en la espalda, y fue Fedro.

-

Parece que él se enteraba cuando ella se la pegaba.

-

Ella me contó que tenía un novio en el colegio, y que Leo se ponía como el diablo cuando los veía juntos.

-

Un momento… El que le pagaba el colegio era Fedro. Eso quiere decir que ella se la pegaba a Fedro con ese noviecito.

-

Y con Leo al mismo tiempo.

-

¡Es verdad!

-

Ella me dijo que Leo la encontró con ese tipo, una vez que ella estaba en una fiesta de Reggae.

-

¿Los encontró bailando?

-

¡No! Rapando en una habitación de la casa. Ella arriba del tipo. Ahí se armó la tángana, después Leo la llevó a su casa y cuando se iba, se paró en un colmado a beberse una fría, y al momentito vio a Johanna que se había cambiado de ropa y cogía un moto-concho para irse de nuevo a la fiesta.

-

Y, ¿Quién te dijo eso?

-

La misma Johanna, en forma de burla hacia Leo.

-

Es por eso que Fedro la iba a matar. Si pudiéramos hablar con Fedro él quizás nos diría muchas verdades. 174

José A. Rodríguez N.

-

¡No, y es fácil! Él da la vida por ella.

-

¿Crees que él la quiera todavía?

-

Sí, él vivía llamándola tarde de la noche, al celular. Lo que pasa es que ella lo apaga. El que nos podría decir algo es Leo, pero él me tiene odio. Dizque una vez le dijo a Johanna que cuando la vio con Fedro en Sto. Dgo... “Si hubiera sido con Neudys los mato a los dos”

-

¿Y porqué no le hizo nada a Fedro y a ella?

-

Porque él es “amigo” de Fedro.

-

¡Diablo, qué amigo!

-

Dizque él es muy violento.

-

Bueno, no necesitamos Olvidemos a Leo y a Fedro.

-

¡Que no! Faltan datos, Oiga esto: Usted dice que quizás hubo algo que la dejó seca y vacía. Ese algo yo sé qué es, además de lo puta que es ella.

-

Yo sé: Dizque que el mejor amigo de su hermano la violó, un tal, Armando.

-

Dice ella que él la violó, y, ¿Por qué no pusieron la querella? Y más aún ¿Por qué Frank, su hermano, siguió siendo el mejor amigo de Armando?

-

Yo sé que ella no fue violada. Ella estaba viviendo con Armando. Pero, ¿Para qué inventar esa farsa de la violación?

-

Y, ¿Usted no lo sabe?

-

Ni me lo imagino siquiera. 175

más

datos.

Una Mujer Perfecta

-

¡De esa supuesta violación, ella quedó embarazada!

-

¡¿Cómo?!

-

¡Así como lo oye!

-

¿Y el niño? ¿Qué pasó con él?

-

Ella se practicó un aborto a dos meses y medio. La mamá le pagó el dinero al doctor. Eso sí, que se vio al borde de la muerte. Se estaba desangrando. La internaron de emergencia en el Hospital Nuestra Señora de Regla. Duró dos días en coma, y cuando despertó no halló a nadie de su familia. En un intento por ir al baño, porque se estaba haciendo en la cama, cayó en seco, dándose un golpe en la frente. Se salvó porque una enfermera la ayudó. La mamá dizque la llevó al hospital, y luego regresó a dormir a su casa, a dormir plácidamente con su Marío. La mamá nunca ha querido saber de ella. Hasta dizque trató de abortar cuando estaba embarazada de ella. Después del aborto a Jova tuvieron que hacerle un “vaciado”.

-

Sí, ahora entiendo, ella no puede tener hijos. Ese es el profundo vacío que hay en ella. La mamá me dijo ayer, que ella no recibe a ninguna de sus hijas en su casa, porque ninguna sirve. De visita solamente. Un detallito más, ¿te has dado cuenta de que Johanna tiene el número de Armando anotado en su libreta? ¿Por qué, si él le hizo tanto daño? Ella dice que algún día lo va a matar. 176

José A. Rodríguez N.

-

¡Pues entonces, Armando puede dormir tranquilo! Son tantas las vainas de esta tipa que pasamos un año hablando y nunca terminamos. Lo mejor es que usted se vaya, porque ya es hora del último expreso. ¡Venga que yo lo voy a llevar!

-

¿Tú tá montao hoy?

-

Sí, ando en el motor de mi hermano. Mire, la forma de usted vengarse será también la mía. Siga usted con ella, que yo ya no soporto verla. Cuando la veo haciéndome su teatro de lágrimas, me da rabia y risa, a veces tengo que salir a reírme. Yo no quiero darle un mal golpe. Ella está afisiá de usted, siga con el plan; ¡Déjela que haga mucho cocote, y despréciela, pa que sufra!

177

Una Mujer Perfecta

“Aquel que cree desenrollar el rollo, no desenrolla nada.” -Antiguo Poema Chino, traducido por Octavio Paz-

XVIII ¡Alóu! Ah, ¿Cómo andas vida? Claro que podemos vernos. Está bien, te espero. Cuando Johanna vino a verme el viernes en la tarde, yo ya había hablado largamente con Neudys, fuimos a comer a “La Casona” luego nos bebimos una cerveza. Yo había esperado a Johanna hasta la 1:00 p.m., pero no vino. Me fui al parque donde me esperaba Neudys. -

Debemos ir a un lugar más privado. Ella puede pasar por aquí y vernos.

-

No ombe, no se preocupe, que ella nunca pasa por aquí a menos que sea a buscar algo.

-

Cuando tiene una cita, por ejemplo. De todos modos tengo hambre ¡Vamos a la Casona!

-

Bueno, pero usted va a comer solo, porque ya yo comí.

-

Pues nos bebemos una cervecita también.

-

De acuerdo.

178

José A. Rodríguez N.

Cuando nos sentamos, le comenté sobre un consejo de la madre de Johanna acerca de la situación de Diancy. -

Johanna me dijo que la madre le había dado un buen consejo a Diancy: “Vale más que dejes todo lo que ese hombre te brinda y busques la felicidad, porque la felicidad vale más que todo”.

-

¿Y usted cree que eso lo dijo la mamá de ella? No le crea a Jova, eso se lo dice ella a usted, paque usted crea que ella está contenta con el cambio que ha dado su mamá, ¡Mire, ni la mamá le ha dado ese consejo, ni Jova cree en otra felicidad que no sean los cuartos! Son gente muy materialista. Cuando yo cobraba la semana en la zona, Jova se ponía como el diablo si yo no le compraba un nuevo traje de baño, o blusa, o alguna ropa. Ella es loca con la ropa, lo que ella no tiene son muchos vestidos, porque lo que le gusta es exhibir su cuerpo: Ombliguito afuera, ropa transparente...

-

Ese es el negocio de ella, venderse. Lo lamentable del caso es que ella está envuelta en un círculo vicioso que no le deja ver el gran cúmulo de potencialidades que posee.

-

Jova es muy inteligente y no lo sabe aprovechar. ¿Ese librito rojo, usted se lo prestó a ella?

-

Sí, se titula: “La Dama de las Camelias”

179

Una Mujer Perfecta

-

Mire, ella leyó ese librito en unos cuantos días y después me lo dijo enterito, de memoria.

-

No me extraña, yo sé que posee una memoria increíble. Todo lo aprende rapidísimo. ¡Es muy lamentable que haya torcido su camino!

-

Es demasiado puta. Le gustan demasiado los machos. Una vez, andando conmigo, se quedó mirando a un tipo, y me dijo descaradamente: ¡“Diablo, qué bueno tá ese tipo!” Yo le dije: ¡Tú no me respetas, Jova! ¿Es que tú eres loca?

-

¿Y qué te respondió?

-

Me dijo que eso era relajando, que yo era muy aburrido, y que todo lo cogía muy a pecho.

-

Yo le daba la libertad de mirar a quien ella le diera la maldita gana, e incluso la estimulaba: “Tú puedes decirme si te gusta o no, yo sé que tú estás mirando a ese tipo, no se ve mal ¿Verdad?” Ella se maravilla de saber que yo le doy toda la libertad del mundo, y le digo: “Sólo quiero que si te enamoras de alguien me lo digas”. Le demuestro que no soy celoso. Y es que, en realidad... ¡¿Qué celoso del diablo voy a ser con un maldito cuero?! Aunque muchas veces se la lleva y me dice: “Tú no me celas porque tú a mi no me quieres.” Ella, al principio, no era celosa, pero ahora yo no puedo ni mirar a una muchacha, porque enseguida me agarra

180

José A. Rodríguez N.

por la cara, bruscamente.

y

me

la

hace

girar

-

¡Jova tá enamoraita de usted, yo se lo digo! ¡Diablo, yo quiero verle la cara en ese momento a Jova, cuando ella se dé cuenta de que se está bebiendo su propia medicina!

-

Lo lindo será cuando ella vea su libro publicado. Ella cree que este libro le da realce, y lo que hace es desenmascararla. Bueno, debo regresar ya, ella está por llegar a nuestra cita. ¡Adiós, llámame mañana!

-

Lo que pasa es que mañana yo voy para Sto. Dgo. Me voy a meter a la Academia de Policía.

-

¡Eso es duro!

-

Es duro, pero al menos podré seguir estudiando. Hay que hacerlo. Lo grande de esto es que le toman a uno una muestra de sangre, para ver si uno tá cogío. Yo tengo un miedo terrible.

-

¿Y tú, no dizque siempre usabas condones con ella?

-

¡Mire hombre! Ese fue el peor error mío. Yo siempre usaba condón con cualquier mujer, pero esta me hizo alocar, y me dijo que no era necesario, que ella nada más había tenido a Fedro. Yo lo creí, y lo hice la primera vez sin condón, y la desgraciada, me pegó una gonorrea del diablo.

-

Bueno, que papá Dios nos cuide y nos perdone, si es que ya estamos jodidos, 181

Una Mujer Perfecta

pero hay que enfrentar la situación con valentía. -

¡Ay coño!

-

Bueno, ¡Adiós y suerte!

-

¡Gracias! ¡Nos vemos y pa’lante!

§ -

¿Por qué tan tarde? ¿No quedamos en que íbamos a comer juntos?

-

Tú sabes que yo no vivo en Baní, yo vivo en Arroyo Hondo, y la guagua se tarda más de media hora para llegar ¡Pero salúdame, por lo menos!

-

¿Cómo vae, amore?

-

¿Y eso en qué idioma es?

-

Creo que portugués, ¡Yo qué sé!

-

¡Ha ha ha! Esa espontaneidad tuya es lo que te hace tan gracioso. Al menos me haces reír, a pesar de todos los problemas.

-

¿Cuáles problemas? Yo pensaba que tú ibas a dejar a Neudys definitivamente. Si no, nunca le hubiese dicho toda la verdad. Además, tú supuestamente le habías confesado que me amabas a mí, y no a él.

-

Sí pero, José, yo no sé cómo es que tú vas a vivir conmigo, dejándome sola por las noches, viviendo una doble vida. Yo 182

José A. Rodríguez N.

siempre estaré segunda.

sola,

siempre

seré

la

-

Eso será hasta que yo me divorcie.

-

Y, ¿Después, los niños? Entre ustedes siempre habrá un vínculo. Tú tendrás que verla. Yo sé como es eso, y como lo aprovechan las mujeres: “Que el niño está enfermo, que ven rápido, luego el ex esposo se tuvo que quedar a dormir porque ya era tarde, después resulta que la ex esposa quedó embarazada, aunque sólo lo hicieron esa noche”.

-

¡Diablo, qué dramática tú eres!

-

¡Es que tú siempre vas a estar dividido, José!

-

Eso es verdad, y tú siempre lo has sabido. Tú sabes que amo a mis niños por encima de todo, y no puedo dejar de verlos.

-

Yo eso lo comprendo, pero tú tienes que comprenderme a mí también.

-

Te comprendo. Entonces, ¿Qué sugieres, que terminemos nuestra relación?

-

Es que, yo no quiero que terminemos. ¡Yo te amo!

-

Entonces, ¿Qué vamos a hacer?

-

¡Yo no sé! ¡Yo no quiero que te vayas de mi vida, mi amor!

-

Pero así tiene que ser, ¿Verdad?

-

¡Todo el mundo me lo aconseja, pero yo no quiero!

183

Una Mujer Perfecta

-

¿Quiénes te lo han aconsejado?

-

No te lo puedo decir.

-

De todos modos es un buen consejo, yo no soy un buen partido para ti. Recuerda, “El que se lleva de consejo, muere de viejo”

-

¡Diablo José, tú eres terrible; me ves llorando y tú haciendo chistes!

-

¡Ay amor, perdón!

-

La abracé, tomé su cabeza entre mis manos y sequé sus mejillas bebiéndome sus copiosas lágrimas.

-

¡Sabes, es mejor así! ¿Qué ibas tú a hacer conmigo, un gordito feo?

-

¡No digas eso, mi gordito! Tú no eres feo. Yo quisiera que te vieras como yo te veo. ¡Tú eres una persona maravillosa, José! No quiero volverte a oír diciendo que eres feo.

-

Y yo quería verte llorar el día de nuestra despedida, pero ya es demasiado ¡Para, por favor!

-

No puedo ¡Te amo, te amo!

-

¡Y yo te amo más! La vida es cruel (Pero no es la vida, sino lo que hemos hecho con ella) Pero hay que seguir. Tú eres joven y tienes un universo por delante.

-

¡No quiero nada, ni la vida sin ti!

-

¡Vamos, recuerda que eres áspera y difícil!

-

Sí, con un corazón de mantequilla.

Ella seguía llorando abundantemente. Hubo más abrazos, más te amo hasta la eternidad, y 184

José A. Rodríguez N.

decidí practicar mi último truco de magia. Lo había premeditado con mucho de anticipación. Todos los días, temprano, guardaba la rosa final del desamor. La compraba o la robaba de algún jardín, esperando el momento para darle la estocada final a ese cruel corazón, con esa rosa diminuta y homicida.

-

¡Espera, no te vayas todavía, tengo algo para ti!

Abrí mi maletín, saqué mi estuche mágico, lo abrí y… Rosada era la rosa, y perfumada, delicado y palidesciente su color, como un traje de seda. Ella tomó la diminuta rosa, aspiró su fragancia, cedió a las lágrimas y se arrojó sobre mí, abrazándome fuertemente, mientras su rostro en mi pecho, dejaba una huella de amplia humedad en mi camisa blanca.

-

¡Te amo José, te amaré eternamente!

Aquella visión de felicidad, cuerpo de mujer, edad y alma de niña; abandonó la habitación, se detuvo al bajar la pequeña escalera, se agarró de los delgadísimos barandales de hierro que forman la cerca de protección del pequeño jardín. Los sintió quizás, un poco tibios, porque el sol crepuscular no se acababa de hundir en las montañas. Aspiró nuevamente el olor de la rosa, se colocó las gafas oscuras, para ocultar su llanto y, sin mirar atrás, se dio a la marcha. Yo, tras el cristal y la cortina de la ventana abierta, sonreía triunfante.

185

Una Mujer Perfecta

“Que nadie me conozca y que nadie me quiera” -Héctor J. Díaz-

XIX Una hora después la llamé al celular. -

¡Alóu!

-

¡Hola vida! ¿Dónde estás ahora?

-

Estoy aquí, hablando con el don.

-

¿Con Neudys?

-

Sí. José, yo quiero que le expliques a él, que ya tú y yo terminamos, y que yo no voy a estar con ninguno de los dos, por favor. ¿Te lo pongo?

-

¡Sí, por favor!

-

¡Alóu!

-

¡Neudys, coño, por qué le dijiste lo del cuadro!

-

¿Eh? ¡Ah! ¿Es terminaron?

-

Sí, ahora debes quedarte con ella, hasta que logres convencerla para que se haga el cuadro desnuda para la portada del libro.

verdad

186

que

ustedes

José A. Rodríguez N.

-

¡Ah, sí!

-

Ella le arrebató el celular a Neudys…

-

¿Qué están ustedes tramando? ¡Yo oí todo lo que tú le dijiste!

-

Yo le dije que se podían quedar juntos, que tú y yo ahora sólo somos amigos.

-

Sí, pero él no quiere aceptar que yo no quiero estar con ninguno de los dos.

-

¿Te vas a quedar con un ricacho viejo verde?

-

¡Mira coño, no relajes hablando en serio!

-

Está bien, espérenme ahí, voy para allá.

-

¿Vienes para acá?

-

Sí, ¿Ustedes están en la casita de LA DUVERGÉ?

-

Sí. Entonces te vamos a esperar afuera.

-

De acuerdo, ya voy.

que

te

estoy

Cuando llegué, hablamos de algunas trivialidades, y yo les conté una película que había visto la noche anterior: “Un romance poco común, con Judith Light”. Tratamos de convencerla de que se quedara, pero no accedió. -

¿Ya no pretendes montañas?

-

Ese es mi sueño. Vendré con mi mochila, y mis zapatos de alpinista.

-

¿De qué hablan ustedes?

187

llegar

a

las

Una Mujer Perfecta

-

Es que José, la primera vez que vino a Baní, creyó que las montañas estaban ahí mismo, y aprovechó su descanso para llegar allá. ¡Sólo a él se le ocurre!

-

¿Y lograste llegar?

-

No, tuve que devolverme: ¡Diablo, qué solazo! ¡Y qué lejos! Tuve que coger un moto-concho para regresar.

Neudys aprovechó y nos dejó solos, antes, me había “guiñado un ojo”, y yo entendí que era para que tratara de convencerla de quedarse con él. -

¿Te quedarás con él?

-

¡No!

-

Él está dispuesto a perdonarte, se ve que te ama mucho. Él es un buen muchacho, quédate aquí, no te vayas.

-

Aunque tú no me quieras José, yo te amo a ti, y no me quedaré con él.

-

Yo no sé por qué no sientes el amor que te tengo. A veces siento que estamos tan unidos que hasta puedo leer tus pensamientos. Hay otras veces en que funcionamos en frecuencias diferentes.

-

No es eso José, es que nunca he podido entender por qué, si tú me amas, quieres que me quede.

-

Es por todos los muchos consejos que te ha dado. Yo no soy un buen partido para ti, aunque sé que me arriesgo a jugar el juego, aunque pierda. Hay que morir en el campo de batalla. 188

José A. Rodríguez N.

-

Yo pensé que habíamos terminado para siempre.

-

Eso es para siempre, es para “Siempre” que uno lo decida, pues yo puedo decir lo mismo que tú, cuando yo decidí terminar: “Eso yo no lo acepto”, y tienes razón, es difícil romper cuando hay amor.

Neudys regresó, y cambiamos la conversación para que “él no se enterara”. -

¡Tengo que irme, ya se me hace tarde para irme a Arroyo Hondo!

-

¡Quédate Jova!

-

¡Sí, quédate Johanna!

-

No, me voy.

-

Bueno, yo tengo que coger el expreso para Sto. Dgo., aún me queda tiempo.

-

¿Ustedes se van caminando?

-

Sí, ¿Por qué no?

-

¡Jova, coge un moto-concho, toma!

Ella no quiso aceptar el dinero que Neudys le estaba dando. -

No, yo tengo dinero.

Y se me ocurrió borrar del mundo esa palabra. Entonces el orgullo de poseer ya no fue más. No quedaban motivos de ufanarse. Empezábamos a valorar las cosas verdaderas. Nadie buscaba beneficios materiales. Todos teníamos la visión de la justa perspectiva de las cosas. Era el amor de puros sentimientos, y no un amor para 189

Una Mujer Perfecta

saciar el hambre, era un hambre para saciarse de miradas y toques, eran los toques profundos hasta el alma, y no era el alma ya un misterio, ni el misterio una constelación de ojos indagantes. Caminábamos por la calle Duvergé, hacia abajo, como quien va para ASOMIBA, sin prisa, como si cada cual saboreara su tristeza. “La vida es muy sencilla” -Solía decir JohannaElla soñaba un camino de interminables amapolas. No le gustaba reparar en la muerte, sino en el día radiante. Era la vida un juego entonces, y la lluvia muy poco le importaba. Después de comer a reposar, y luego haremos el amor. Vivir este momento es la consigna, sólo hay felicidad en el ahora, nadie sabe del más tarde o del mañana. Cuando te miro trabajar pareces otro. Te ves tan nítido de blanco. Me gustas, aunque te sienta muy bien el color negro. Te miro trabajar, y cuando hablas, por lo ronco de tu voz creen que eres hombre, pero yo sé muy bien que eres un niño. Me encanta la forma espontánea que tienes de mirarme. Si me haces el amor me vuelvo loca. Eres el sueño que debiera soñar cada mujer, el sueño de ternura y de alegría que ha sabido enredar mi corazón. No quise dar riendas sueltas al amor y estoy perdida. Pero poco me importa. No quiero la eternidad. Sin ti... No quiero nada. Yo no sé qué veían en mí los ojos amarillos de Johanna. Sus palabras me hicieron aceptarme, y no quiero aceptar que todo fue mentira, que no fueron de amor las florecillas que solía regalarme. La verdad es que no soy el único. En 190

José A. Rodríguez N.

su vida hay demasiados hombres. No me queda más que endurecerme. El amor es un juego siniestro entre sus manos, se juega la cabeza a un solo naipe. Su juego, es el juego de la muerte. Antes de llegar a la PRESIDENTE BILLINI hay un supermercado. Neudys decidió entrar, y nos pidió que lo esperáramos. Johanna me miraba, y se agarraba al fuerte poste del letrero, con la mano derecha, para jugar como una niñita a darle vueltas. Con esa inocencia me miraba, y luego de cada vuelta sonreía. Es una niña, es la imagen perfecta de mí mismo, pero no puedo permitir el círculo vicioso en que se envuelve. Neudys salió, y nos regaló un chicle a cada uno. Junto con la cajita me dio un papelito que más tarde leí: “José, llámame mañana a las 9:00 a.m. Llegamos a LA PRESIDENTE BILLINI. Neudys debía girar a la derecha hacia la escuela, iría a buscar unos papeles para ingresar a la milicia, Johanna iba a seguir derecho, hacia la parada de Matanzas, y yo debía girar hacia ASOMIBA. Antes de despedirnos, sugerí que contempláramos un poco aquel atardecer, en especial, aquel rosal sobre un muro alto y hermosamente decorado. Es como si el rosal decorara la montaña. -

¡Adiós!

-

¡Adiós!

-

¡Adiós!

191

Una Mujer Perfecta

Cada uno cogió por su camino. Cuando cruce la calle me detuve. Ninguno de los dos miró hacia atrás.

192

José A. Rodríguez N.

“¿Dónde está la verdad? Arquero fui también cuando la guerra. Mi suerte es el la de un hombre que erró el blanco.” -Giorgos Seferis-

XX La última vez que hablamos estaba nerviosa. No era tan dueña de sus gestos como lo había sido siempre. Me miraba a los ojos fijamente, como inquiriendo algo, pero su mirada no era firme. Se le notaban los ojos como si pasara por un nistagmo momentáneo. Estaba segura de que yo sabía toda la verdad. Lo que no sabía con certeza era, si lo sabía a partir de mi conversación con Neudys, si lo había sabido antes, o si lo había sabido siempre. No estaba segura si todavía era la conductora de su juego macabro, o si había caído víctima, como una viuda negra, enredada en su propia telaraña. Yo disimulaba lo más que podía. Cuando su mirada resultaba insostenible, preguntaba con gesto de extrañeza: “¿Qué sucede amor? ¡Te noto muy extraña! ¿Qué sucede, hay algún problema?”

-

Es el problema, siempre, José.

o

193

los

problemas

de

Una Mujer Perfecta

-

Pero tú siempre dices que la vida es muy sencilla. No compliques las cosas, toma una decisión y ya.

-

¡Te amo!

Ella se sabía descubierta. Yo sabía lo de su aborto. Eso fue lo que una vez intentó decirme en un cuarto de hotel, después que hicimos el amor: “Hay algo que te diré sólo si resultas ser un hombre diáfano, así como dices” Ella, después de mi insistencia, me contó lo de su “violación” pero no me dijo que de esa supuesta violación, había resultado embarazada, y que luego de abortar a esta pobre criatura, había quedado estéril. “Es que, no te lo puedo decir. Si te lo digo, ya no me veras como a tú princesita, como a tú niña perfecta”.

194

José A. Rodríguez N.

“¡El ajedrez es la vida!” -Robert James Fischer-

XXI Su juego no era rectilíneo, poseía algunas curvaturas geométricas superpuestas mañosamente por una guerra psicológica. Creando una abrumadora metáfora de perfección. En el despeje de los pequeños y sutiles caos centralizados que conforman su estilo aberrante de conducta, encontramos, casi invariablemente, los mismo elementos: Conclusiones categóricas: “El hombre hace a la mujer y viceversa”, “Es mejor un malo conocido que un bueno por conocer”. Todo lo que ella dice es la última palabra: “Mi mamá no ha vivido de gratis”, “Yo soy como mi madre, le saco la verdad a quien sea”, “A mí nadie me engaña”. Todo es definitivo: “Debes tomar tú decisión ahora”. La vida es sencilla, pero su estado de ánimo le hace perderse en estos dichos genéricos, porque no siempre encajan de manera plausible, o definitiva. “¿Por qué no ha(s) hecho a ningún hombre?”

195

Una Mujer Perfecta

Si no lo ha(s) logrado, entonces no eres tan buena como dices. O la regla no siempre se cumple. No se debe ser tan categórico, para no caer en lo absurdo. Centraliza sus peones, y a veces los sacrifica, al no aceptar dinero para no levantar sospechas sobre sus taimadas intenciones. Esto propulsa el desarrollo de sus partidas. Sus relaciones se definen rápidamente en dirección a su objetivo. Le hace creer a sus victimas que esquilarlos nunca le ha pasado por la mente. Algunos borreguitos se han quedado dormidos confiadamente, aunque le han visto en la mano su cuchillo afilado. Ella les dice que es para protegerlos de los lobos mientras están dormidos. Muchos despiertan sin pellejo, ella desaparece como por arte de diabla, y los muy imbéciles, salen como unos miserables a buscarla. Ella está con otro(s), y cuando alguno de ellos la encuentra, y se arrodilla a sus pies, pidiéndole que vuelva, ella lo vitupera, le da de patadas, y lo escupe. Su esputo venenoso corroe aquel cuerpo sin piel hasta los huesos. Luego, levanta el mísero esqueleto, y lo guarda como trofeo, en el museo de maldad de su memoria. ¡Como medusa!

juega

esta

arpía

siniestra;

esta

Pero sus alfiles, peones y caballos resultaron ser insuficientes. Sus líneas románticas de gambito, sus planes de corto alcance (Sus romances son cortos, dos o tres meses, si es que logra conquistar a un hombre), demuestran su falta de estrategia. Es un defecto de juventud, 196

José A. Rodríguez N.

quiere atacar aún cuando no ha puesto su rey en seguridad mediante el enroque, lo que le permitiría conectar sus torres. Se desespera, no hace planes profundos de largo alcance. Todo para ella es ahora (“Quizás se nos da sólo este momento para ser felices”) Sí, puede llegar a ser una gran ajedrecista. Debe estudiar las escuelas clásicas, y científica, la Hiper moderna y la universal, que es exactamente en la que estamos situados. “Debes tener misericordia José, no la convirtamos en un monstruo” (Hermosas palabras Dranoel), pero ya es tarde. Ella es un monstruo desde hace mucho tiempo. Es la reina de los áspides. Una vez me dijo que se sentía tentada a vivir de los hombres. “Tú tienes mucho talento, no sé por qué no lo aprovechas” – Me dicen mis hermanas– -

Creo, amor, que eso es totalmente lo contrario de aprovechar tus talentos. Tú puedes brillar por tu propio ser, no a expensas de nadie.

-

Yo lo sé, por eso no me he dedicado a la vida que llevan mis hermanas.

-

El camino fácil lleva a la perdición.

Siempre albergué dudas, pero el gigantesco manto de la realidad se fue tejiendo con las delgadas madejas de su mal comportamiento. Ella no sólo quiere vivir a expensas de los hombres, quiere succionar también sus almas, devorar sus corazones, destrozar sus sentimientos. Es evidente que nos odia. 197

Una Mujer Perfecta

Lo más seguro es que, las complicaciones de aquel aborto, además de llevarla al borde de la muerte, la han dejado seca y vacía. Sé, que es estéril. Ama a los niños, pero no puede traer uno al mundo. El no haber tenido aquel niño la hace odiarse a sí misma, odiar a su madre, odiar a los hombres, al mundo, al universo, a Dios... Ésta es su forma de suicidio. No tiene el coraje suficiente para saltar de un puente. Se suicidará de Sida, o por manos de algún amante enloquecido por sus diabólicas maniobras.

198

José A. Rodríguez N.

“Y a usted, Dr. Lasker, solo tengo dos palabras que decirle: ¡Jaque Mate!” -Dr. Siegbert Tarrasch-

XXII -

Yo empecé a sospechar que ella andaba con alguien mucho antes de que mi hermana, la enfermera, los viera caminar por las calles de la zona colonial.

-

¿Ya sabías de mí por otros medios? ¿Qué fue lo que te hizo sospechar?

-

Además de sus constantes salidas para donde el supuesto tío, lo que la delataba era su comportamiento en la casa. En la vecindad, donde vivíamos alquilados, teníamos que compartir los baños. Ella dejó de limpiarlos cuando le tocaba, así que las vecinas me reclamaban: “¡Tú mujer es una sucia, deja sus panties podridos enganchados en los clavos del baño, nunca recoge los papeles sucios, los tira al piso… Y hace siglos que no limpia el baño, ni barre el patio! ¡Habla con esa puerca tuya!”.

Ella confiaba demasiado en su memoria, y en el dominio psicológico de sus armas: “Sus atributos y sus predicados” Se juega la cabeza a 199

Una Mujer Perfecta

una sola carta. Es grande su osadía, camina sonriente por un campo minado, como si le diera lo mismo la vida que la muerte. ¿Acaso era todo un juego para ella? Yo habría sido también, un simple peldaño, un eslabón de transición hacia otras esferas, a conocer otras víctimas, quizás con más fortuna. ¿Habrá deducido ya que no tengo un centavo? He aprendido a no poner simples celadas. Esto, a la larga, sólo conduce a la derrota. Quizás gane una, dos, o tres partidas, frente a incautos novicios. Pero frente a un avezado maestro, sólo la solidez de un plan estratégico te protege. Las trampas estaban colocadas de manera natural, casi espontáneamente. Formaban parte de mi largo plan. Se requiere de una gran paciencia para realizar un plan como este. Debe uno ser autocrítico, y revisar constantemente los propios motivos: ¿Qué es lo que busco? ¿Me estoy enamorando? ¿Me estoy dejando seducir? Debes aprender a transmutar tu rabia cuando el enemigo corre hacia ti sonriendo a abrazarte. Debes recibirlo con similar sonrisa, como si le tuvieras un apego profundo. ¡Ella debe haberse enamorado! Por muy maldita que sea, también es un ser humano, susceptible y, por tanto, destructible.

-

¡Eres un maldito! Eres lo peor que le puede pasar a una gente, ¿Cómo es posible que formaras un complot contra mí? ¡Diablo José, yo te tenía en un pedestal, es más, en una torre! Para mí eras un ángel, eras lo mejor del mundo. Todavía me resisto a 200

José A. Rodríguez N.

creer que me hayas utilizado para tus propósitos de escritor. Dime una cosa: ¿Para qué diablos querías mi foto? -

Como un recuerdo solamente.

-

¿Es verdad que tú y Neudys hablaron de tu plan de mandar tu historia al show de Cristina, vía Internet?

-

Eso fue un comentario que hice, como interjección. Realmente no tenía esa intención.

-

¡Tú eres el puro diablo! Muy bien, te ganaste un Oscar con tú actuación. Se nota que eres un gran escritor. Tú sabes engañar a la gente. ¡Y yo creyendo que… diablo, me engañaste totalmente!

-

Lo que en verdad te duele es saber que yo no soy una piecesita de tu juego. A mi no pudiste engañarme y subyugarme, como a los otros. Yo no me enamoro perdidamente, no entrego mi corazón hasta el suicidio. Es verdad, no soy tan bueno; pero tampoco soy tan malo. Te diré una cosa, tienes buena memoria, eres muy inteligente, y una gran actriz. Pero tus ardides para mí son un libro abierto. Quiero que sepas una cosa: Yo entré a esta relación teniendo las mejores intenciones, pero luego de conocerte, y darme cuenta de lo que pretendías, decidí vengarme, dándote una sopa de tu propio chocolate. Te pregunto ahora: ¿Qué se siente ser utilizado, manipulado, y abandonado como una basura? Otra cosa: Tú no tienes calidad moral para juzgarme. Tú no me conoces, 201

Una Mujer Perfecta

tú sólo has visto mi poder de reflexión, esa capacidad de convertirme en un espejo que aprendí de ti. Tú eres la maestra de la simulación, yo sólo soy tu discípulo. Lo único es que aprendí muy rápido y bien tus enseñanzas. Todo lo que me adjudicas, y por lo que me maldices, a ti es a quien aplica. “Mírate en mí, yo soy tu espejo”. Si quieres saber cómo soy, medita en las pocas veces en que dejé de ser tú cuando estuvimos juntos. Esas pocas señales, te darán indicios de mi personalidad. A mí ya no me interesa. Lo que sé de ti ya es más que suficiente. Ya sé demasiado de ti, José: No averigües, ni hables, ni busques más de mí. Déjame en paz, sólo quiero estar tranquila. Y, te voy a advertir: ¡Si aprecias tu vida, no publiques nada que tenga que ver conmigo! ¡Te lo advierto, si lo haces la vas a pasar muy mal! ¿Me vas a matar? ¿Crees que te tengo miedo? Se ve lo desesperada que estás. Te sientes perdida. Déjame decirte una cosa: Voy a publicar todo. Otra cosa, tú quieres amedrentarme con otro juego psicológico, para tu información, ya la partida terminó. En verdad tienes un gran espíritu de lucha. No me has decepcionado. No esperaba menos de una tipa tan inteligente, aunque te falta mucho para llegar a la sabiduría. ¡Yo descubrí todo tu plan! ¿Creíste que no te descubriría? Yo sabía que lo ibas a descubrir, como te dije, no me has decepcionado. Eres una excelente ajedrecista, pero ni cerca de ser una “Gran Maestra”. 202

José A. Rodríguez N.

¡Yo no soy ninguna ajedrecista! Apenas me enseñaste a mover las piezas. ¡Qué bueno que nunca aprendí, ni siquiera jugué una partida! Yo me refiero al ajedrez de la vida. ¿Tú crees que la vida es tan fácil como una partida de ajedrez? ¡Ay José, pon los pies sobre la tierra! Tú vives en un mundo de fantasías, en un mundo creado por ti mismo. Mira, he decidido no matarte, no vales la pena. Tú ya estás muerto, tú no me amaste porque eres insensible, y una persona que no siente está muerta. Aunque no lo creas, el ajedrez refleja la existencia mucho mejor de lo que tú reflejas a las demás personas. Y… sí, yo vivo en mi mundo, como todos, pero trato de no destruir los otros mundos, como lo haces tú, en tu satánica misión. ¿Me descubriste? ¡Sí! Yo te dejé muchas pistas para que así lo hicieras. Espero que hayas aprendido algo bueno, y que lo apliques. Las demás personas no somos sólo objetos dispensables. No debes utilizarnos y tirarnos. Somos seres, déjanos un poco de felicidad. ¡No nos utilices como simples peldaños en la construcción de tu maldita escalera! Verso Queda el recuerdo Fantasma de la flor en el espejo, Las promesas vacías, El reverso de una mano abierta 203

Una Mujer Perfecta

Como un reloj para medir mi muerte. J.A.R.N.

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“Vivir es: ir muriendo con lentitud pasmosa” -Federico García Bermúdez-

XXIII Muchas veces le pregunté sobre este asunto, sobre esta peculiaridad suya. Este detalle bastaba para volver loco a cualquier hombre. Y, si a esto le sumamos sus técnicas en el arte de la manipulación…. ¿Conque tu esposa estuvo en casa de mi madre? Así es, tu madre me llamó justo después que ella salió. Me dijo que una mujer blanca, de nombre “María” había estado allá, buscando a Jova, dizque que era una amiga. Lo que me dejó asombrado fue que tu madre se la llevó al vuelo: “Una mujer blanca, alta, con el pelo negro, muy bonita y embarazada, con, más o menos, seis meses de barriga y acompañada por un niño de tres años” Todo lo que tu madre me dijo fue exacto. Es que a mi mami, los años no le han pasado de gratis. Y ¿Qué buscaba ella allá? Ella no tiene nada que buscar en casa de mi madre. Yo mismo se lo reproché. Eso estuvo muy mal, además, tomando en cuenta su estado de

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Una Mujer Perfecta

gravidez, y lo malo del camino hasta la casa de tu madre. Ella tiene mi teléfono, si me quiere ver que me llame, y ponga una hora y un lugar. Discúlpame José, pero tu esposa es una loca. ¿Cómo se atreve a coger estos caminos tan malos, con seis meses de embarazo, y otro niño pequeño en un moto-concho? ¿Cómo sabes que ella tiene tu teléfono? Porque tú eres muy descuidado. Ella lo encontró una vez en un papelito, en tu camisa, y lo anotó. Luego me llamó. Mira José, creo que ahora debes concentrarte en resolver los problemas con tu esposa. Creo que esos problemas nunca tendrán solución. José, yo no quiero problemas, yo quiero estar tranquila. Si eso es lo que prefieres, adiós entonces. ¡Tampoco tienes que despedirte manera tan seca y cortante!

así,

de

Bueno, interpreté tus palabras como que ya no querías volver a verme. ¡Claro que no es eso lo que quiero! A lo que me refiero es a que resuelvas tu situación con ella, y tomes una decisión definitiva. Yo ya tomé mi decisión. Te he dicho que busques una casa para que nos mudemos. Es que así nunca tendremos paz, tu esposa averiguará la dirección, y seguiría haciéndonos la

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vida imposible. Yo lo he dejado todo por ti, José. ¿No deberías tú hacer algo por mí ahora? Prefiero no abordar el tema del modo de las exigencias. Nuestra relación nunca estuvo basada en eso, sino en los sentimientos de mutuo apego. Eso es lo importante, lo que demuestra que hay amor. Si empezamos a reclamar por lo tuyo o lo mío, no habría ninguna diferencia entre la relación nuestra y mi matrimonio con Arielys. Sí así fuera, yo no diría que lo has dejado todo por mí, muy por el contrario, diría que él descubrió todo, y por eso decidió dejarte. Es mejor que no abordemos la situación de ese modo, para no tener que herirnos con palabras. No, no me importa que me hieras con la verdad, eso es lo que me gusta de ti, tú dices lo que sientes y sabes cómo decirlo delicadamente. Los demás sólo han sabido golpearme como animales sin raciocinio. Ahora quiero que escuches bien ciertas verdades: ¿Crees que haya alguno de ellos con la suficiente fuerza de voluntad para haberme dejado? ¡Eres muy ingenuo, bobito! ¡A todos los tengo comiendo de mi mano! ¿Quién me contó acerca de tu plan para publicar el libro con mi foto desnuda en la portada? ¿A quién, casi sin esfuerzo, lo llevaba a contarme todos y cada uno de los detalles de tu plan, hasta eso de investigar bien sobre mi pasado hablando, por Internet con Fedro? ¿De dónde saqué yo dinero para dárselo a Neudys ahora que está sin trabajo y se va a enganchar? ¿No será que Fedro guarda esperanzas todavía, cuando me manda puntualmente mis cheques? Déjame decirte que si he seguido contigo es porque me da la gana, ahora mismo puedo hacer 207

Una Mujer Perfecta

una llamada, y verás que en menos de una hora viene una jeepeta a recogerme. ¡Estoy contigo, coño, y no lo entiendo! Estoy contigo, aunque tú continuamente me rechazas. Bien, O.K., no te pongas sentimental. Dime ¿Qué hablaron tú y Arielys cuando ella te llamó? Me preguntó si estábamos viviendo juntos ¿Qué le respondiste? Que por qué no te lo preguntó a ti. Luego: Sí lo hice, pero él dice que no. Y, ¿Por qué no le crees a él? Quería oírlo de tu boca. Él me ha dicho que no debo preocuparme, que tú eres una mujer fácil. ¡¿Ah sí?! Estoy segura de que José nunca diría algo así de mí, eso lo dices tú para ofenderme, pero no lo vas lograr, porque eso es mentira. Si fuera mentira tú no te hubieras involucrado con un hombre casado. Y si tú fueras una buena esposa, José no tendría que buscar amor y cuidado fuera del hogar; si es que a eso que tú tienes se le puede llamar hogar ¿Cuidarías tú de él mejor que yo? ¡Claro que sí! Yo no lo dejaría salir estrujado a la calle, o con ropa sucia porque…: “A mi se me olvidó lavar o planchársela” ¿Te ha dicho él que yo no le lavo o plancho la ropa? Él no tiene que decirme nada mi hijita, yo tengo dos ojos y lo he visto. Tú le lavas la ropa y queda toda estrujada y sucia por la mugre de la plancha. Yo le he visto hasta camisas descocidas y sin botones. ¿No indica eso que no lo cuidas? Tú dices que lo amas, y esos descuidos no indican amor. Mira mi hijita, tú no sabes la clase de hombre que Dios te puso en el camino, si hubiera sido otro, tú estuvieras cogiendo lucha con dos muchachos arrastro y otro en camino. ¿Tú crees que los hombres de ahora están por coger lucha con una 208

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loca como tú, cuando pueden conseguirse media docena de carijitas lindas, y sin retorceduras mentales, como las que tú arrastras? Eso lo hace José, porque es una masita de pan que se derrite por sus hijos, y tú, en vez de valorar ese amor y ese apego, lo que haces es maltratarlo con tu mal comportamiento. Dime: ¿Es eso amor? Es más, tú ni siquiera le haces bien el amor. ¡Tú sí se lo haces bien! ¿Verdad? ¡Claro que se lo haces bien, esa es tu especialidad, debes tener mucha práctica! ¡Yo no sé, no! Yo lo que sé es que él se siente feliz a mi lado ¿No será porque yo le doy lo que tú no tienes? ¡Mira mi hijita, pues sigue dándoselo, y cuídale los dos muchachos que tiene, y el otro que viene en camino! ¿No dizque los ibas a recibir? Pues yo los recibo, y los cuido con mucho amor. ¡Oh sí, porque tú eres la Madre Teresa de Calcuta! La Madre Teresa ya murió, yo soy Johanna M. D. Y, sí, los recibiré. ¡Tú lo que eres es un maldito cuerazo! Lo mismo digo de ti. La única diferencia es que aún no has encontrado a tu viejo rico, o al suizo que anhelas. ¿Tú crees que José no me ha dicho de tus aspiraciones? ¿No has leído la mascota donde él escribe su diario? ¡Por lo visto, lo que tú quieres es una vida cómoda, sin tener que hacer ningún esfuerzo, y vives siempre quejándote, pidiendo más y más! ¡Búscate a tu suizo, o a tu viejo millonario, y deja de andar acomplejándolo, diciéndole que él es un hombre ordinario, que tú no sabes cómo te casaste con él! Yo jamás le dije eso a él en serio. ¡Mira si eres una imbécil! Esas cosas no se dicen ni de relajo. ¡Qué bueno que me llamaras! Así sé la clase de mujer que eres: ¡Mala mujer, mala madre! ¡Y tú, maldito cuerazo!

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Una Mujer Perfecta

Cuando me volvió a decir eso, le cerré. Hay una cosa que no entiendo José… ¿Qué? ¿Cómo es que tú, tan inteligente que eres, te casaste con esa idiota? Sentimentalismos de juventud. Ella se fue de su casa, “dejándolo todo por mí”, luego amenazó con “suicidarse” si yo la dejaba. Llegué a la estúpida conclusión de que ella me quería más que a su propia vida. Es claro que yo nunca podría con el cargo de conciencia si ella se hacía algún daño pudiendo yo evitarlo. Por demás está decir que me gustaba y cuando se es joven, tiende uno a engañarse a sí mismo, todo bajo el poderoso influjo de la pasión, diciendo: “Yo voy a hacerla cambiar, con mucho amor, sí, ella cambiará” Luego desperté en esta pesadilla.

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Una Mujer Perfecta

“Vivir es: Eyacular profusamente sobre los tiernos labios de una hermosa mujer” -José A. Rodríguez N.-

XXIV Era su sexo, era demasiado exacta, demasiado calculadora, demasiado experta, demasiado perfecta para ser verdad. Me aterraba pensar que una carajita de 18 años fuera una maestra en el difícil arte de amar y de vivir ¿Y si se entrega por completo a la maldad? Entonces muchos serán víctimas. Era su sexo. Cuando la excitación la llevaba casi a punto del clímax, entonces sentía yo el agarre firme, pero suave, de un músculo que rodeaba mi pene, sin tocar mi glande. Sentía el placer del éxtasis de ella como si fuera mío. Era lento y prolongado. Entonces empezaba el mío propio, y aquel agarre misterioso me hacía lograrlo a manera de una súbita explosión, que luego se revertía lenta y acompasadamente. Muchas veces le pregunté sobre este asunto, y me decía que le sucedía sólo conmigo, que si le había pasado con otros nunca se lo habían hecho notar. Esta peculiaridad suya bastaba, por sí sola, para volver loco a cualquier hombre, y si a esto le sumamos sus técnicas en el arte de la manipulación… 212

José A. Rodríguez N.

Recuerdo el sabor de su sexo. Al principio, me pareció salobre, luego, un poco dulce. Su lubricación no era profusa, eso le permitía repetirse y lograrlo varias veces. Luego de terminar el segundo round aún no la sentía demasiado húmeda. Ella usaba también, la técnica de secar mi pene con sus manos durante las operaciones de entrada y salida. Se secaba la mano en la sábana y volvía. Esto le permitía graduar su lubricación. Luego de bañar su cara y su cuerpo con mi semen, me dirigí al baño, al regresar la encontré escurriendo su rostro y sus pechos con los dedos, y lamiéndoselos de Manera morbosa… ¿Qué haces? ¡Justo lo que ves! ¡Diablo mi vida, eres terrible! Eso no es tan terrible. Cuando uno ama como yo te amo, todo lo del otro tiene un sabor maravilloso. Es cierto, yo también guardo tu sabor entre los pelos de mi bigote, y suelo reproducirlo como si fuera una partida de Kasparov. ¿Kasparov? El campeón mundial de ajedrez. ¡Ah, sí, esa es tu vida: Ajedrez, poesía y guitarra! No; mi vida es: Mis niños, mi ajedrez, mi poesía, tú y mi guitarra. ¡Diablos, que lejos estoy en tu corazón!

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Una Mujer Perfecta

No amor, lo que sucede es que no puedo amarte sin poesía, no sería romántico. ¿Y sin ajedrez? No puedo pensar, y yo, “Pienso, luego existo” ¡Ay baboso! Y de tus niños ni hablar, porque ellos son tu vida, y sin vida no me puedes amar, ¿Verdad? ¡Uhú! Mira, aún tengo el primer poema que me regalaste, quiero que me lo leas ahora. O.K., déjame verlo: POEMA DE LA BUSQUEDA Éste que soy no se repetirá El sol seguirá siendo el mismo Adentro de mis ojos. He guardado este bosque y esta playa Y el cadáver de un árbol que se cunde De pájaros en el atardecer Porque no volveré a caminar este camino. Jamás apareciste Tú, la supuesta desmedida

a

amarme

con

La que muriera por falta de mis besos. 214

pasión

José A. Rodríguez N.

Jamás apareciste A pesar de que mucho te soñé Que concebí tus manos tiernas Así como tus ojos Tus cabellos castaños o nocturnos ¡Qué sé yo! Tu caminar gracioso Tu figura perfecta El corazón desbordante de amor Que sería el tuyo La paz que significaría el abrazarte. Jamás apareciste, amada Se supone serías tierna con los niños Con todos, tiernamente compasiva Ibas a cambiar el universo Amaríamos tu voz Tierna y apacible. ¿En Qué país del mundo te escondiste? ¿Acaso no comprendes mi lenguaje? ¿No reconoces mi voz cuando te llamo? Quizás estás aquí y he sido yo el imbécil

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Una Mujer Perfecta

Que no ha sido capaz de darse cuenta Que habitas otro cuerpo Que no pueden mis ojos percibirte ¿Y si tu espíritu se oculta entre las sombras? Quizás nunca he podido pensarte, amor Ni concebirte Quizás siempre estuve equivocado Las cosas no deben ser así, ni las personas ¿Debe uno aferrarse a sus errores? ¿No es una aberración? ¡Gracias por mis ojos estrábicos Y mi columna vertebral torcida! ¡Jamás viniste a consolarme! ¿Acaso no naciste? Quizás antes de yo nacer ya estabas muerta ¡Quién sabe por cuantos años me esperaste! Quizás tendida en sabe Dios qué playa Después de un largo día de trabajo Hurgando con tus ojos tristes y llorosos En el atardecer

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José A. Rodríguez N.

Escribiendo tus confidencias en un diario O talvez una carta a la mejor amiga Quien después de casarse se fue lejos: "Mi amado ha de llegar" -Decías"Cuando él llegue el mundo será otro O quizás sea el mismo, pero yo seré muy feliz Estoy segura" Amada... ¿Cómo saber si ya estás muerta? ¿Cómo saber si has de nacer, amada? Si aún estás aquí ¿Dónde encontrarte? "José será amoroso con los niños" -Solía decir Adriana"Él sabrá que todos fuimos niños una vez Y nos mostrará el camino verdadero del amor" Alfonsina se convirtió en el mar Y está dormida Adriana tendrá sus ojos de esmeralda Siempre abiertos y podrá caminar sobre las aguas 217

Una Mujer Perfecta

Ella nos guiará al paraíso. Quizás me equivoqué de nombre... ¡Seguro que sabré reconocerla! Ella me sabrá comprender Jugaremos a decirnos la verdad Descifraré el augusto mutismo En que los árboles se envuelven. ¿Has dejado esta inspiración flotando en la brisa Para que sean mis manos las que escriban? Mis pensamientos caerán como las hojas Incontables transeúntes caminaran por ellos Pero por siempre quedarán en lo secreto Así como nadie respirará nuestro paisaje. ¡Entonces no era la muerte Ni la vida! Ahora somos libres del tiempo Y estamos desatados De los estúpidos criterios de los otros Pídeme ser y seré Como siempre quisiste que yo fuera Eres el alfarero de mi cuerpo.

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José A. Rodríguez N.

Yo no quiero esculpirte ¡Soy torpe, torpe! Mis manos no comprenden El lenguaje del barro Voy a invocar a Rodin ¡Pero no, él no podrá crearte sin tocarte! ¡Soy mezquino, no te quiero tocada por más nadie! Te quedarás informe Hasta que milagros

adquiera yo maestría

en

los

Inventaré tu nombre ¡Lo he logrado! Pero tu nombre será el más feliz de los secretos Si él lo descubriera Podría recrearte ¿Cómo será tu espalda? Para mi lengua Será una frutales.

llanura

sembrada

de

árboles

Nadie me ha pensado con lujo de detalles Eres exacto como yo te soñé ¿Entonces, existo sólo en los sueños tuyos? En mi soñar despierta Y mi pensarte 219

Una Mujer Perfecta

En mi escribirte un verso y masturbarme Cuando sé que me miras Desde la otra dimensión de los espejos ¿Quieres decir que soy tu creación? ¡Maldita sea! ¡Entonces yo no existo! ¡Eres tan real que me muerdo los labios Me entrego a suspirar y gimo como loca En medio de la noche Por saborear el néctar Que brota del pétalo incendiado de tu cuerpo! ¡No, por favor, yo anhelo la pureza! No existe la pureza sin amor Y eso es lo más sublime. Jazmín será perfecta Como las lluvias invernales ¿Y sus besos? ¡Me duele en lo más hondo el no haberla besado todavía! Me tiendo sobre las dulces flores del amor Y me dejo soñar Cuando despierto estoy desnuda Brilla mi piel como la tarde Su hechizo me hace impúdica Ante el infantil asombro de los pájaros 220

José A. Rodríguez N.

Mi cabellera es augurio de la noche Pero extiendo mis manos... ¿Dónde está el amor? Los árboles muertos me persiguen Como un misterio antiguo Bajo el beso terrible de la luna. Es bueno no recordar A la pobre niña de la esquina ¡Ay, tan bella! Es bueno, también, no recordar sus quince años Ni a su noviecito llorando desconsoladamente Abrazado a su féretro. Es bueno vivir en la montaña Se detiene uno al borde del abismo Y acaricia el filo de la noche La soledad es tan real que hasta dialoga. Duerme amor, yo soy tu soledad Toma mi beso, un dulce pistilo de cayena. Dime amor, ¿Qué haré con tantas muertes? ¡Ya no puedo más! 221

Una Mujer Perfecta

Recoge las hermosas Y las reviviremos, amor Con nuestros besos. A mí, el toque de tu mano me redime Y ese sabor a rosa que tienen tus cabellos. Hay algo que me sucede al contacto de tu cuerpo Es como si todo fuera diferente. Toma tu guitarra y cantemos La canción perfecta del amor ¿Qué significa una guitarra? Esta es la canción perfecta del amor ¿Qué es una guitarra? La música es el misterio Que brota de su cuerpo ¿Cómo puede existir un mundo sin guitarra? Quizás en mi mundo su nombre es diferente ¡Ahora lo comprendo! No podemos establecer correspondencias Aun cuando los símbolos parezcan semejantes ¿Cuál es pensamiento?

la

diametral

percepción

Tendremos que pensarlo nuevamente. 222

del

José A. Rodríguez N.

Jazmín es un perfume O es una esencia perfumada Un manantial de brisa Su piel será eternamente El sueño de mis manos Pero ella no comprende mi lenguaje: Si digo: Mar, profundo Cadáveres del fondo Náufragos ineluctables de las sombras Pescador a la deriva Gaviota solitaria Pensamiento de sal Nubes de arena Corazón destrozado por tu ausencia Y toda esta maldición que brota de mis ojos ¡Ahora lo comprendo! ¿Cómo es el universo donde habitas? En el pequeño universo donde habito Todo parecería estar completo Pero me faltas tú Yo pongo la mejilla sobre mi mano izquierda Entrecierro los ojos Me entrego a suspirar

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Una Mujer Perfecta

¿Cómo vamos a unir dos universos? No me atrevo a decirte Que mis manos me traicionan Si te pienso Piénsame amor Piensa también mis manos Y mis ojos Entre nosotros nada tiene un sentido vertical Mi árbol ha sido mi maestro El jamás se marchó Porque me ama Y sigue propiciando mi existencia Él me protege de la nada y de lo todo ¡Ahora lo comprendo! Jazmín es un espíritu de amor Su árbol es en realidad un ángel Con este símbolo Lograré la visión De la justa perspectiva de las cosas. Un bosque Es una legión de apacibles ángeles Que no logran percibir Nuestra existencia

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José A. Rodríguez N.

Cuando encuentre su árbol Decodificaré sus pensamientos Pero tengo tanto miedo de ser otro O ser El mismo que se pierde en la distancia Siento mis manos resplandecer entre las sombras Mis ojos jamás fueron palpables Caen los días Hasta el fondo oscuro de las cosas Tengo miedo de no ser O de ser diferente de aquella que soñaste Te he amado por los siglos de los siglos Aunque no comprendo el misterio de los puentes Debe existir un valle interminable Sembrado de azules pensamiento Como el aliento dulce de Jazmín Sus manos me consuelan Y me hacen renacer Ya no me perseguirán árboles muertos Que son demonios ¡Malditos! ¡Apártense de mí! ¡Ya no soporto más el genocidio! Cada pájaro simboliza 225

Una Mujer Perfecta

La redención de algún fantasma Y se posan sin temor Sobre cualquier demonio ¡Jueguen niños, jueguen Porque la vida es en realidad maravillosa! Todo lo que muere pertenece al olvido Se borran nuestros nombres cada día ¡Suceden tantos atropellos! Nuestra casita Está escondida en las montañas Y afortunadamente es un navío Que se aleja más y más. Pero yo no comprendo tu lenguaje Es otro el lenguaje de los cuerpos Ellos sólo se entienden enlazados Apretados fuertemente el uno contra el otro En un eterno devorarse renaciente ¡Yo quiero comprenderte, quiero, quiero! La hora del amor es todo tiempo En ningún universo estás a gusto Sin alguien que te ame de verdad. Todo será imposible Pero no me queda alternativa

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José A. Rodríguez N.

Los niños están guardados Por manos infinitas; regresarán del sueño. La lluvia es un recuerdo inevitable Un algo que logra entristecerme Esta noche es un canto sideral El recuerdo era ella La tierna voz de Evandra Sinfonía puntiaguda Danáida La desnuda Destructora de ángeles eternos. Era Evandra Con su sexo siniestro Y yo su esclavo El sátiro insaciable El perdido El ebrio de ese néctar inefable Que emana de los lagares misteriosos De su cuerpo Jazmín, Adriana y Alfonsina Todas eran Evandra La Venus del amor La insoportable diosa La terrible

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Una Mujer Perfecta

Con todos los encantos de la muerte. POEMA DE LA BUSQUEDA José A. Rodríguez N. ¡Qué hermoso poema! La primera vez que rompiste conmigo, mira que ya han sido muchas veces, escribí algunas cartas. ¿Para mí? Bueno, hablaban de ti pero creo que eran como las hojas de un diario. ¿Y por qué no las escribiste en el diario que te regalé? Es que los poemas que me escribiste en el diario son tan lindos que no quería afearlos con mi letra. Pero tu letra no es fea. De todos modos, nunca quisiste enseñarme aquellas cartas, creo que son sólo un invento tuyo. ¡Claro que no José, no seas así conmigo! ¿Para qué iba yo a inventar algo así? No lo sé, quizás para hacerme creer que sí sufriste con aquel rompimiento. ¿Es decir que, según tú, todo lo mío siempre fue mentira? Bueno, no se si todo, pero sí una gran parte. Aquí están mis cartas, si quieres puedes leerlas.

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José A. Rodríguez N.

Cartas de Johanna: 19-4-2000 ¿Por qué te fuiste? José fue la persona más importante que ha pasado por mi vida y hoy se ha ido, dejando mi corazón triste y vacío. Ahora que te fuiste es que verdaderamente sé lo que significas en mi vida. A veces pienso en si de verdad sentías amor por mí, o si sólo estabas desesperado por encontrar amor. No sé por qué puse tantos pretextos para mi felicidad, porque sé que junto a él yo habría sido muy feliz, porque lo amo. Pero quizás tuve miedo, o no pude creer que yo pudiera ser feliz con él. Pero en el fondo, la verdad es que para mí es duro aceptar que yo estoy destruyendo su matrimonio, y aunque él me diga que no, yo sé que si yo no hubiera aparecido en su vida él quizás nunca abandonaría a su esposa, quizás no por ella, sino por sus dos hijos, que son su razón de vivir. Es tan fácil enamorarse de él; José es tierno, alegre, simpático, sincero… Fue alguien que supo enredar mi corazón. ¡Estoy loca por él! ¡Tantas cosas hermosas que vivimos juntos! Daría todo lo que no tengo por volver a ver su cara, sus ojos negros tan coquetos, y esa boca hermosa color rosa. Sus palabras, que dan tanto sentido a mi vida, y su forma de explicarme las cosas, mirándome a los ojos, con esa voz profunda y varonil. Cuando me hablaba me llevaba a otro mundo. Yo nunca debí amarlo tanto, pero es tan galante, con cuerpo de hombre y alma de niño robo mi corazón. Yo quise ser suya, quería rozar 229

Una Mujer Perfecta

su cuerpo con el mío, pero fui tan estúpida y lo dejé plantado aquella noche en pleno hotel y salí, diciéndole que volvería, pero jamás regresé. Yo me negaba a mí misma que pudiera ser tan feliz a su lado, no me lo merecía. Él ya estaba cansado de que yo lo dejara plantado tantas veces, así que cortó con nuestra relación, dándome la mano me dijo: “Adiós, haz tu vida sin mí.” –Con sus crudas palabras– “Sigue tu juego, pero ten mucho cuidado, tú juegas un juego demasiado peligroso.” Nunca comprendí qué me quiso decir con eso, pero tampoco se lo pregunté. Lo que él nunca supo es que yo no podía ni dormir, pasaba las noches en vela, pensando en las cosas que él me decía durante el día. Después que terminamos, yo buscaba cualquier excusa para verle, pero siempre que yo iba él estaba con pacientes, o no estaba ¡Diablos, nunca tuve la más mínima suerte con él! Ni siquiera porque le pedía a Dios con todo el corazón volverlo a ver. Pasan los días, y sigo sintiendo un vacío tan grande en el corazón. Por eso siempre escribo mis cartas, porque me ayudan a desahogarme, y expresar lo que siento. ¡Cuánto te extraño mi vida, mis días y mis noches son interminables porque tú no estás a mi lado! Quisiera tenerte aquí para expresarte con todo mi amor lo que siento. Y, aunque tarde pero tengo que decirte cuanto te amo. Éramos el uno para el otro, él me decía que yo era su propio reflejo. 230

José A. Rodríguez N.

Creo que José fue un espejismo que pasó por mi vida para que yo me diera cuenta de cómo es la felicidad, esa felicidad que dura poco en casa de los pobres. Jamás podré olvidarlo, ¡Dios mío! ¿Por qué tan tarde vine a darme cuenta de que lo amo? ¿Cómo podría luchar ahora que estoy sola, y él no me llama? Seguramente se olvidó de mí, y ahora está haciendo su vida normal y feliz, mientras yo sigo pensando en él. Nunca te olvidaré porque eres un recuerdo vivo en mi alma. Ojalá y encuentres en la vida a alguien que te ame como yo. Para: José A. Rodríguez N. A quien nunca le gustó su segundo nombre. Nunca te olvides de esta “Muchachita loca” Que pasó por tu vida como una estrella fugaz. Johanna M. D.

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“La luz sobre la espalda de la muerte” -José A. Rodríguez N.-

XXV Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Los pensamientos pasaban por mi mente a millones de años luz: ¡Mis hijos, Dios mío, cuida de mis hijos! Sin mí, ellos pasarán muchas vicisitudes, con la poca o ninguna ayuda de su madre. Poca atención le había prestado a las advertencias de Payén: “Mire José, yo hago esto porque le he tomado mucho aprecio, usted es un buen padre, y una buena persona. Téngase cuidao con Jova, esa muchacha anda como loca últimamente. Usted sabe que cuando ella se ajuma no le gusta ni aparentarlo; pero estamos muy preocupados tanto Ivelisse como yo, es que ahora Jova bebe todos los días, y anda diciendo que ella será la última de quien usted se burlará, que usted es un hijo e la gran puta… Nosotros estamos preocupados por la salud de ella, pero también queremos que usted sepa de este asunto, no vaya a ser que en uno de esos arranques de ella, coja para acá a hacerle un daño a usted. Yo duermo con mi “hierro” debajo del colchón; pero ella tiene muchos amigos que portan armas de fuego. Ella tiene facilidades para 232

José A. Rodríguez N.

conseguir una, así que si ella se aparece por aquí, ándele con precaución”. Ella entró justo cuando mi secretaria se marchaba. Eran las 6:05 p.m. ¡Hola! ¡Hola! Entra, José está ahí sentado leyendo. Y se marchó, cerrando la puerta con llave. Cuando levanté la mirada, la vi parada en la puerta, apuntándome con esa pistola que parecía más pesada que ella misma. Me miraba con severidad, con el ceño fruncido. Era la cuarta vez que me apuntaban con un arma, las tres veces anteriores, dos por asaltantes, la otra por un loco. Cuando te asaltan te resulta claro qué es lo que buscan, pero, ¿Cómo negociar con alguien que no sabes qué es lo que quiere? ¿Qué es lo que pretende? –Me dije– ¿Por qué no me disparó en cuanto entró? ¿Será sólo asustarme lo que busca? No, su rostro me decía que había venido dispuesta a asesinarme. Pero… ¿Qué esperaba? ¡Ah, sí! Quería ver mi reacción en este, mi último momento. Quería verme vencido, suplicando por mi vida, quería verme destruido antes de dispararme. Me encontraba en Zugzuang, era mi última jugada, y si no era muy buena, por no decir brillante…

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Una Mujer Perfecta

Recordé aquella legendaria partida cuando Tal se encontraba en una posición casi insalvable. Frente a él estaba Fischer, una fiera asesina olfateando su sangre. Era el turno de Fischer, y Tal se encontraba en este momento crucial, paseándose “despreocupadamente” por la sala de juego, cuando observó que Fischer anotaba su jugada en la planilla, y la colocaba de revés con la expresa intensión de que su adversario lo notara. ¿Estaba Fischer poniéndolo a prueba? ¿Qué hacer entonces? Miró la planilla y… Efectivamente, era la jugada desagradable y quizás, decisiva. Si torcía el gesto sería una clara indicación del disgusto que le causaba dicha movida, si sonreía estaría dándole su aprobación… ¿Qué hacer? Sin inmutarse, decidió seguir paseándose por la sala de juego, “despreocupadamente” y dejar que su adversario cargara con el peso de su propia responsabilidad. Fischer cayó en su propia trampa, reconsideró erróneamente su jugada, borró la que había anotado e hizo otra. La partida terminó en tablas. Así que, me decidí a jugarme el todo por el todo, total, ya lo llevaba perdido. Respiré despacio, para recuperarme, el frío de la muerte me había petrificado. Aun bajo el fuerte aire acondicionado, sentía las gruesas gotas de sudor resbalando por mi 234

José A. Rodríguez N.

espalda. Todo sucedió en fracciones de segundo, y sonreí con alegría, como demostrándole que me sentía completamente satisfecho. Al sonreír retorcía los labios, como solía hacerlo ella cuando estaba feliz, lo hice de manera atrevida, para que lo notara, con esto le decía lo que serían mis últimas palabras, o mejor dicho, pensamientos: ¡Mira lo que he logrado, he logrado apoderarme de ti! Dime ahora: ¿Qué se siente ser utilizado? Soy yo quien mueve las cuerdas y tú la marioneta. Reaccionó desconcertada, hizo un gesto de asombro, dobló un poco los codos y entrecerró brevemente los ojos… ¡Entonces me abalancé sobre ella empuñando la pistola, y poniendo la boquilla hacia arriba, todavía no la soltaba, así que la empujé bruscamente con mi hombro izquierdo contra la pared! Al golpearse fuertemente la cabeza, me soltó la pistola y se dejó caer al piso. ¡Mujer del Diablo, tú te tá volviendo loca coño! ¡Sí coñazo, me toy volviendo loca, dispárame ya y acaba con mi vida! ¿No es eso lo que quieres? ¡Dispara que ya no soporto este maldito dolor de cabeza! Es verdad que tú estás loca, yo nunca he querido hacerte daño. Tú fuiste la que vino apuntándome con el arma. ¡Y tú eres un angelito, buen desgraciado hijo e tu maldita madre, eres el peor de los malditos, destructor de vida y de ilusiones!

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Una Mujer Perfecta

¿Yo? Déjame decirte una cosita mi amorzote: Yo sólo te he dado una sopita de tu propio chocolate, ahora me gustaría escuchar de tu boca ¿Qué se siente? ¿Te gustó? Sea lo que sea, eso es lo que tú causas en los demás con tu manera de actuar. Lo que has visto en mí es un reflejo consciente de tu propia personalidad. Yo me propuse la tarea de aplicarte tus propias técnicas, en especial la del “Espejo”. ¡Diablo, yo no puedo creer que yo sea tan mala! Es que los ojos nunca miran para adentro mi hija, y como dicen por ahí: “Dolor ajeno no quita sueño” y otro: “El corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo” Espero que hayas aprendido alguito de estas experiencias, y que esto te ayude a corregir un poco la extraviada dirección de tu existencia. Lentamente fue poniéndose de pie, luego caminó hacia el sillón dejándose caer pesadamente. Se apretaba la cabeza con las manos, y sus copiosas lágrimas mojaban el piso. ¡Y pensar que yo sólo deseaba que ellos fueran felices! El camino al infierno está pavimentado de “buenas intensiones”. Ahora sabes de la agonía que pasan los sedientos cuando les llenas un vaso de agua fría, y luego lo arrojas contra el muro. ¡Diablo José, que drástico tú eres! ¿No pudiste simplemente explicarme?

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Es como te digo, hay cosas que para entenderlas tienes que vivirlas, en este caso, sufrirlas. ¡Y mira que sí sufro! Me has dejado un vacío profundo, una marca que dudo mucho algún día se borre. Yo te veía perfecto, dejé que se llenara de ti todo mi mundo, mi universo, te puse en un pedestal, en una torre, como alguien adorable, te rememoraba cuando mordías mi sexo con esa ternura tuya inexplicable, cuando me hacías llegar al infinito y me traías de vuelta. Y me arrancaste el corazón así, de cuajo, diciéndome que todo esto no ha sido más que una lección, que todo los has hecho por mi propio bien. Pues no lo creo. Si es cierto que no me amabas, entonces sí que ha sido un grave error tratar de asesinarte, porque ya estabas muerto, sólo así pudiera explicarse que no sintieras nada. Entonces no valdrías la pena. Cargas mucho dolor, estas vacío, hueco. Y andaba yo tratando de matar al muerto. No, no vale la pena, tú cargas demasiada amargura, eso es suficiente. No sé por qué, pero no te odio. Siento mucho dolor, porque pensé que en verdad me amabas, y que eras ese amor que yo soñé, que cualquier mujer soñara. Sólo te agradezco que me hayas ayudado a despertar. Sé que tú dices que no me amabas, que fue sólo una venganza, que me has dado una sopa de mi propio chocolate, pero te voy a decir una cosa: Nadie puede ser tan buen actor sin sufrir su papel. ¿A qué te refieres, qué quieres decir con eso? Quiero decir, que tú me amabas, que tenías que borrar de tu mente esa supuesta venganza,

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Una Mujer Perfecta

para hacerme el amor de una maravillosa como me lo hiciste.

forma

tan

Eso se logra con buena teoría y práctica. Yo me leí varios libros, entre ellos: “Todo sobre la mujer, y, Cómo hacer bien el amor a una mujer” ¡No seas hipócrita! Tú sabes muy bien lo que quiero decir, tú debías tener sentimientos muy profundos, porque en todo trato, en todo momento, fuiste maravilloso, un hombre mágico. Esos detalles tuyos no surgieron del estudio. Tú eres así, apuesto mi cabeza a que detrás de esa risa burlona estás escondiendo un profundo dolor. Déjame decirte linda niña que… Bueno, ya te lo he dicho; al principio sí te amé, pero luego, decidí seguir tratándote igual, para lograr mi venganza. Esta relación pudo ser como un cuento de hadas pero tú la echaste a perder. ¿Me sigues agradeciendo? Sí, te agradezco el que me hayas dado una felicidad que jamás conocí con otros hombres, y que dudo vuelva a sentir alguna vez. ¡Vaya, sí que sabes dar cumplidos! Adiós, José, gracias por hacerme despertar a otra forma de ver la vida. Adiós, Johanna, gracias por tus palabras, pero no creo que sean sinceras, ni que vayas a cambiar tu forma de ser. Ese sentimiento de vacío profundo que mencionas, es el mismo sentimiento que padecimos nosotros, los hombres a quienes utilizaste para no sé qué fines. Y déjame decirte que todo está bien, todos 238

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tuvimos suerte de que esta historia no terminara en un baño de sangre, porque, como ya ves, tú deseabas matarme, Neudys muchas veces pensó en hacerte lo mismo, y Leo… ¡Leo…! ¿Cómo sabes de Leo? Neudys me lo ha contado. Me dijo que Leo se había vuelto loco, que se tatuaba el cuerpo entero con tu nombre: “Leo y Johanna, Leo y Johanna” Y que lo salvaron de varias sobredosis cuando se cortaba las venas delirando: ¡Johanna, Johanna! Estoy seguro de que comprendes el daño que le has hecho a mucha gente, pero sigues haciéndolo. No creo que estés dispuesta a cambiar, ni mucho menos. Es más, cuando una persona tiene un patrón erróneo de conducta, y se da cuenta de ello y se dispone a cambiar, todavía debe poner mucho de su parte. Los malos hábitos son los que más profundamente se arraigan en las personas. Se requiere de verdadera fuerza de voluntad para irse uno corrigiendo poco a poco. ¡Vaya, también como predicador eres muy bueno! Y, dime ¿Cómo es que todos cayeron en mi hechizo menos tú? ¿Y quién dice que no caí en tus garras? La verdadera magia no está en no caer, sino en volver uno a levantarse. ¿Y cuántas veces tuviste que hacerlo? Dos o tres veces, creo. Yo, por mi parte, creo que esta es mi primera caída, y también, creo que será la última.

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Una Mujer Perfecta

“Yo no me siento viva sin un hombre que me tenga cogida.” -F. M. T.-

XXVI Ahora que me has explicado todo, y yo lo he comprendido, devuélveme la pistola, por favor. Lamento no poder complacerte. ¿No crees que sería un “poquito arriesgado” de mi parte? Además, como ya te expliqué, no creo en los cambios repentinos. ¿De quién es esta pistola? Es… De mi amigo Wilfredo. ¿Wilfredo? ¿Quién es ese? Es un hombre que conocí hace como un mes, cerca de la esquina caliente, en el colmado de la parada en pintura. Yo me desmonté del expreso a comprar una botellita de agua, y él se había parado a comprar un VAT-69. Me miró de arriba abajo, y me dijo: “¿Para dónde tú vas morenita linda?” Voy para Baní ¡Mira qué coincidencia, yo voy para Azua, permíteme llevarte! Espera, déjame sacar la cartera que dejé en la guagua de ASOMIBA. ¿Y te fuiste con él acabando de conocerlo?

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Sí. Comprendo que fue bastante imprudente de mi parte, pero había algo en ese hombre que me hacía recordarte, y yo necesitaba urgente de un consuelo, algo que me aliviara este dolor de saberse una abandonada por el tiguere que una ama, y que él sigue por ahí, como si nada. ¿Y tan pronto han entrado en confianza que te ha prestado su pistola? El no me la prestó, yo se la cogí prestada. El no se dio cuenta. Ayer, la esposa de él se encontró con nosotros en un colmadón de Santo Domingo, y empezó a vociferar en plena vía pública, entonces él me dijo que nos fuéramos, que subiera a la Jeepeta. Yo subí, y cuando él iba a arrancar, la mujer abrió la puerta del conductor, lo agarró por la camisa, y le dio un jalón que se la rompió. El se puso furioso, y bajó de la Jeepeta. Mientras discutían muy acaloradamente, vi la pistola en la cajuela que se había quedado abierta, así que se me ocurrió esconderla en mi cartera, no fuera él a buscarla para pegarle un tiro a la vieja. Como no dejaban de discutir, y ella le volaba encima cada vez que podía, yo salí de la Jeepeta y llamé un taxi. Él me gritaba: “¡Johanna, coño, ven acá, no te vayas!” Pero me fui. En la noche, me puse a recordarte y me bebí dos Brugal de mayita, luego se me ocurrió que me sentiría mucho mejor si estabas muerto, y como sé que no sufres de nada, y que no tienes planes de morirte, no me quedaba otro remedio que matarte. Decidí esperar hasta la mañana para pensar bien como hacerlo, planeaba hacerlo a eso de las doce del medio día, cuando Esther se marchara, pero me cogió el sueño, así que tuve que venir al final de la tarde. Te juro que venía decidida a asesinarte; luego 243

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cogería un expreso para la capital como si nada hubiese pasado. Pero me sorprendiste con esa forma tuya tan extraña. Yo pensé que me ibas a suplicar, que te ibas a arrodillar a pedirme que por amor a tus hijos, que por amor a Dios, que por favor, no te matara. Y cuando vengo y te apunto, me miraste despreocupadamente, me congelaste el alma con esa sonrisa retorcida, como si no te importara la muerte, ni la vida, como si fueras dueño de mí, dueño de Dios y todo el universo. Me dejaste perpleja con tu reacción, no te disparé enseguida sólo para tratar de saber de dónde sacas tanta fuerza, qué te da tanta seguridad ¿Es que acaso crees que puedes salirte de la muerte? Yo quería tener eso que tú tienes, ese valor, esa gallardía para enfrentar la muerte. ¡Déjame decirte que estuve a punto de cagarme! Y disculpa la expresión. Sabía que venías a matarme, pero como no disparaste de una vez, me dejaste entrever que algo buscabas, así que me lo jugué todo a esa última carta. ¡Tres hurras por mis dotes de actor impasible e impávido! ¡Tres hurras porque se ha salvado mi pellejo! ¡Diablo, me mandaste al diccionario con eso de impasible e impávido! ¡Gracias a Dios que no apreté el gatillo! ¡Mírate celebrando, que grave error habría cometido yo! Todo es un juego para ti José; eres un niño bajo el caparazón de un hombre. 244

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Hablando de todo… ¿Qué le dirás a tu amigo cuando eche de menos su pistola? Le diré que tú la tienes, que me la quitaste para impedir que matara a Neudys. ¿Y por qué habrías de querer matarlo? Porque le he contado a él sobre las muchas veces que Neudys ha amenazado con matarme. Le diré que planeaba matarlo yo a él primero. Así que ya tú sabes, le voy a dar el teléfono tuyo para que te llame. Wilfredo no se cansó de agradecerme: “¡Ay si esa muchacha hubiera cometido esa locura, arruinando su vida y privando a ese muchacho de la suya! Me habrían metido preso porque la pistola es mía. Te veré mañana en Santo Domingo, y gracias otra vez mi hermano”.

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“Dicen que mis partidas deberían ser más interesantes, yo podría ser más interesante y también perder.” -Tigran B. Petrosian-

XXVII El sábado recibí la llamada de Johanna: ¡Hola! ¿Dónde estás? Estoy en mi consultorio. ¿En Baní todavía? No, estoy aquí, en santo domingo, cerca del MOSCOSO PUELLO, acuérdate que tengo que trabajar aquí todos los sábados en la mañana. ¡Ah, sí, lo había olvidado! ¿Y tú, dónde estás? Estoy cerca del Jardín Botánico ¿Sabes dónde es? Claro que sí. ¿Tienes la pistola? Sí. Wilfred me dijo que viene en camino para que vayamos juntos donde ti a buscarla. O.K., cuando él llegue dile que pasen a recogerme, que estoy en la Nicolás de Ovando esquina Josefa Brea. 246

José A. Rodríguez N.

Ta’ bien, pero eso no va a ser ahora. ¿Por qué no? Porque él me llamó desde BONAO, para decirme que saldrá como en media hora. ¡Diablos, eso está lejos! O.K., oye una cosa: Shary, la hermana de la esposa del primo de Wilfredo, tiene carro y me dijo que pasáramos a recogerte, para que esperaras a Wilfredo aquí, en la casa de ella ¿Estás de acuerdo? ¡Sí, por qué no! O.K. ¿En cuanto tiempo llegas al Botánico? ¡Andel Diablo! vendrían aquí!

¡Yo

pensaba

que

ustedes

No, ella no sale muy lejos, porque no tiene licencia, mejor coge un taxi y te pasamos a recoger por la puerta del Botánico. O.K., estaré ahí en media hora. De acuerdo. Llevaba como cinco minutos esperando frente a las puertas del Botánico cuando un TOYOTA CAMRY negro, de cristales oscuros, entró al parqueo. Johanna salió, y me hizo señas con la mano, mientras me acercaba, se abrió la puerta del conductor, y salió una muchacha robusta, como de mi estatura, de piel blanca y cabellos castaños. Hola Johanna. ¿Cómo estás? Bien, ¿y tú? 247

Una Mujer Perfecta

Bien. Ella es Shary. ¡Un verdadero placer hermosa dama! ¡Compartido galante caballero! ¡Conque usted es el famoso José Rodríguez! ¡Famoso! (No pude más que explotar de risa) ¿Y eso de famoso, si nunca he salido en televisión? Sí, pero cierta persona por ahí, no cesa de hablar de usted. ¡Espero que sea para bien! Sí, más bien de lo que usted se imagina. Yo, normalmente, no creo que exista un hombre de tantas y tan buenas cualidades, a menos que no sea un príncipe de cuentos, o un galán de telenovelas. ¡Diablos, ni yo tampoco! (Y todos soltamos la risa) Ella sugirió que nos fuéramos, así que subí al asiento trasero, y Johanna se quedó delante. Unos cinco minutos después, llegamos a la casa. Era de dos niveles, y desde la marquesina había una escalerita de metal para llegar arriba. Las chicas salieron y me invitaron a seguirlas; iba Johanna, con un pantalón lycra azul delgadísimo, casi transparente y se veían sus nalgas redonditas color canela tropical de fuego. Shary es lo que se llama “Un mujerón”, con ese perfil griego, es voluptuosa, despampanante, un verdadero modelo de mujer ¡Y qué muslos, Dios mío, qué piernotas! Shary usaba Jeans cortos, y una mini blusita de tiritos, todo tan fácil

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José A. Rodríguez N.

que uno… Tuve que respirar muy hondo para poder calmarme. Entramos a la pequeña salita, y Shary me ofreció un vaso con jugo de naranja. “¡Es su favorito, ¿Cierto?!” El comentario me sorprendió. ¡Oye pero qué bien ten han informado! Johanna sonrió, y pidió permiso para ir al baño. ¿Y qué más te han dicho de mí? Bueno, me han dicho muchas cosas, pero hay algunas que me resisto a creer, a menos que las compruebe por mí misma. Yo estoy dispuesto a respaldar todas las que sean ciertas. Pues aquí está mi número celular, llámame en cuanto puedas, pero una condición… ¿Cuál? Discreción, ante todo. Despreocúpate, discreción es mi lema y mi consigna. Cuando Johanna salió del baño, se sentó a mi lado y empezó a pellizcarme los muslos, y a agarrarme el cosote, el que, para su gran sorpresa, encontró en plena guardia. Despabiló los ojos, en señal de sorpresa; mientras Shary reía a carcajadas. ¿No tienes miedo de que Shary nos vea? Shary lo sabe todo, somos muy buenas amigas. Al parecer sólo estábamos los tres en la 249

Una Mujer Perfecta

casa. Johanna sugirió un serrucho para preparar algo de comer. Bueno, yo toy arrancá –dijo Shary– tengo RD$ 40.00 para gasolina, porque tengo que pasar a buscar a Tatiana, como a eso de las 6:00 p.m. Yo tengo RD $ 50.00, cojan la mitad –dijo Johanna– ¡Está bien, para un buen entendedor…! Aquí está, yo me canteo con RD$ 100.00. ¡Diablos Shary, tú ves qué bueno es tener amigos ricos! ¡Sigue hablando, que por poquito me quedo a pie! (Y nos desternillamos de risa) Shary llamó al colmado, y trajeron plátanos verdes y chuleta ahumada. Ambas fueron muy rápidas, y prepararon fritos verdes con chuleta y jugo de naranja. Luego de comer, charlamos sobre algunas trivialidades y Shary se mecía en una mecedora, mirándome con pícaros ojos de maldad, y sonreía, como para que Johanna también lo notara. Cuando Shary recogió los platos y se fue a la cocina, Johanna me susurró: Shary ta por ti, pero ya toy cogiendo cuerda, tente mucho cuidado, que yo sé lo peligrosito que tú eres. ¿Yo? ¡Pero ven acá! Tú me estás reclamando por algo que podría suceder, y yo estoy aquí, esperando a tu amante ¿No te parece un poco irónico? ¡No, no me parece! Tú sabes que todo esto es culpa tuya. ¡No me digas!

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¡Sí, sí te digo! Y Shary sólo siente curiosidad, así que no te aproveches, ¿Oíste? ¡Ah, pero yo soy un lobo feroz y despiadado! Bueno, una te ve esa carita inocente y risueña, y se piensa que tú eres una mansa ovejita, y cuando una se acerca para acariciarte… ¡Ay, pobrecita, ahí mismo sacas tus colmillos y garras! ¡Vaya que tienes una maravillosa concepción de mi persona! Y mucho que he sufrido yo por conocerte. En ese momento sonó el celular de Johanna… Alóu, ¡Hola mi amor! Sí, Bien, Ajah, Sí, No, por eso no te preocupes que Shary y yo fuimos a recogerlo, y aquí lo tenemos secuestrado. Está bien, te espero. Dice Wilfred que llega en 20 minutos. Qué bueno, porque ya son casi las 2:00 p.m., y tengo que irme. ¿Y por qué tienes que irte? Es que tengo torneo de ajedrez a las 3:00 p.m. ¡Ah, bueno! En eso llegó Wilfredo. ¡Buenas tardes! ¡Buenas tardes! Wilfredo Mercedes, para servirle. José A. Rodríguez, a sus órdenes.

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Terminado el protocolo se dirigió hacia Johanna, la rodeó por la cintura, y le estrechó un sonoro beso, le pasó un cubito de papitas PRINGLES y ella lo tomó, y lo colocó sobre la mesa. Ella volvió a sentarse a mi derecha, y él se sentó justo frente mí. Hubo un largo silencio, y noté que él me miraba fijamente a los ojos. Enseguida reconocí el odio en su mirada, y me di cuenta de que estaba celoso. Me miraba como tratando de escrutar mis pensamientos; como me miran mis adversarios cuando efectúo una jugada que ellos no comprenden. Para mí, entonces, estaba claramente definida la trama de este juego. Este pobre hombre había caído en la trampa, así que lo miré con mucha compasión y benevolencia. ¿Hace mucho que se conocen tú y Johanna? Sí, hacen ya varios años. ¿Sabes de su relación con Fedro? ¡Claro que sí! ¿Y de su relación con Neudys? Sí, es el policía que ella abandonó, y que ha amenazado con matarla. Pero esas son cositas de muchachos. Eso no pasa de ahí. Te lo aseguro. Aquí tienes tu pistola, y no la dejes al alcance de los niños. ¡Jajá jajá! Ta bien, me voy a llevar de tu consejo. Tomó la pistola, revisó el cargador y… ¡Diablos José, no tenía el seguro puesto! ¿No sabes manipular una pistola?

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Creo que es la primera vez que le pongo la mano a una vaina de esas. Yo aborrezco todos los inventos que son para segar la vida. Bueno, tú no sabes cuanto te agradezco el que le hayas incautado el arma a esta loca. Una pistola es para uno protegerse, es el concepto que yo tengo de un arma. Bueno, a mi no me gusta ni mirarlas, esa se la quité a Johanna para evitar que cometiera una locura. ¿Es cierto que estás escribiendo un libro acerca de la vida de Johanna? Johanna reaccionó molesta: “¿Y a ti quién te dijo eso?” ¡Cómo que quién me lo dijo! ¡Tú misma! Y comenzaron una discusión acalorada. ¿Tú te fijas, José? Esta muchacha y yo discutimos a cada rato, y es porque no hay nada de lógica en las cosas que me dice. Yo te hago una pregunta… ¿Fuiste tú, José, quien me dijo del asunto del libro? ¡Claro que no, yo acabo de conocerte! Si no fuiste tú, entonces, lógicamente, fue ella. Lo que sucede es que no se acuerda, o ahora finge no acordarse; porque le da vergüenza el que yo lo mencione enfrente de ti. ¿Me respondes la pregunta por favor? Sí. Es cierto que le estoy escribiendo un libro. ¡Qué bien! Yo quiero una copia de ese libro en cuanto lo termines. Ah, otra cosita más... 253

Una Mujer Perfecta

¿Qué? ¿Estás enamorado de Johanna? ¡Cómo! ¿Y a qué viene esa pregunta? Es por simple curiosidad. No, no estoy enamorado de Johanna, ella y yo somos sólo buenos amigos. Pues déjame informarte de algo, para que lo incluyas en tu libro: Esa Johanna que está ahí, a tu lado, y que no te quita la mirada de encima, está loca por ti. –Entonces despabilé los ojos, y volteé hacia ella, con un profundo gesto de extrañeza– No te preocupes José, que así es Wilfred. Él vive dándome a todos los hombres de novios: Dice que estoy enamorada del muchacho que trae la compra, del dueño del colmado, del guachimán, y hasta del perro de la esquina. Así es él, y no quiere que yo le discuta, sino que me quede callada. Mira José, razona esto y dime: Jova dice que tú eres el hombre más inteligente que ha conocido, y yo le digo que eso depende del área de trabajo en que te pongan a prueba. Yo le digo que todas las personas somos inteligentes, sea más sea menos, pero cada quien en lo suyo. Estoy absolutamente de acuerdo contigo, Wilfredo. O.K., pero eso no es lo que quiero que razones. ¿Y qué es, entonces? ¿Conoces bien a Johanna? 254

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Eso creo. ¿Cuál es la cosa de comer que a ella más le gusta? Las papitas PRINGLES. ¡Lo ves! Cuando llegué le pasé las papitas y, sin mirarlas, las puso sobre la mesa. No me ha dado siquiera las gracias, y eso que ella se vuelve loca de alegría cuando le traigo esas jodidas papitas. Johanna miró las papitas sobre la mesa y dijo: ¡Ay mi amor, perdóname! ¡Gracias! ¡Ves lo que te digo, ni siquiera se había dado cuenta, es que no te quita los ojos de encima, creo que tiene miedo hasta de pestañear no vaya a ser que se pierda un precioso instante de mirarte! Y las cosas que dice de ti: Que tú eres lo más esto, lo más lo otro, que eres el hombre más perfecto. Esas cosas son las que dice una mujer cuando está locamente enamorada. Porque dime: ¿A quién diablos le cabe en la cabeza que haya un hombre o una mujer perfecta? Eso le pasa a uno cuando uno es muy muchacho y está, como te dije, locamente enamorado. Entonces Johanna repostó: ¡Ay coño, pero tú si eres un hombre envidioso, celoso y chismoso! Y empezaron de nuevo los dimes y diretes. Bueno señores, yo sólo tengo algo que decirles: Si no pueden vivir, entonces déjense, porque la vida es muy corta para vivirla en constante agonía. Traten de arreglar sus asuntos y vean si pueden llevarse mejor, porque noto que 255

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hay mucho amor entre ustedes, pero es tanto que amarga. Traten de comprenderse un poco más. ¡Diablos, la verdad es que tú eres un tipo chévere José! ¿Tú crees que Jova en verdad me quiera? ¡Claro! Yo nunca la había visto en una discusión tan apasiona. Ella nunca trata de convencer a nadie. Eso indica que ella lo que quiere es arrastrarte para su lado. Eso es porque eres algo muy importante para ella. ¡Este tiguere es un psicólogo del Diablo! Bueno, este psicólogo tiene que marcharse, así que: “Me voy y los dejo…” Tengo torneo de ajedrez a las 3:00 p.m. Ah pero faltan sólo quince minutos, déjame llevarte, es lo menos que puedo hacer para agradecerte. ¡No ombe, no te preocupes, yo tomaré un taxi! ¡Insisto, te llevaré! Además, a mí también me gusta el ajedrez, lo único que hace tiempo que no juego. Yo empecé a jugar cuando Fischer se hizo campeón mundial, en el 72, en ese entonces había una fiebre de ajedrez en todo el mundo. Yo me compré como tres docenas de libros de ajedrez, pero había un grupo de tigueres que siempre me paseaba. Cuando íbamos saliendo vi a Shary parada en el pasillo, me miró, y con una semi sonrisa 256

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dibujada en sus jugosos labios, me hizo una señal de auricular telefónico con la mano: (“Llámame”) Asentí con la mirada, y moviendo casi imperceptiblemente la cabeza.

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“En el ajedrez, tenemos un cuadro de la lucha intelectual de la humanidad.” -Richard Reti-

XXVIII En cuanto entramos al centro olímpico, empezaron las anécdotas de Wilfredo acerca de su vida deportiva: Yo fui atleta de alto rendimiento de campo y pista en el año... Y todavía me mantengo en forma, dando mis corridas y jugando Softball. Tú, José, tienes que ponerte a rebajar esa barriguita que tú estás muy joven... Por cierto, ¿Qué edad tienes? Tengo 31, ¿Y tú? Yo estoy cerca de los 50, y soy un verdadero atleta. ¡Coño, pero tú podrías ser mi hijo, y aparentas casi de mi edad! Bueno, con la diferencia de los cabellos, claro está. Diablo Wilfredo, ya deja de atacar a José. Además, José se ve muy bien con su barriguita, déjalo así, que no es a ti a quien él tiene que gustarle. ¡Tú ves José! ¡¿Entiendes lo que trato de explicarte?! ¡Si tú quieres que se te declaren mejor de ahí...! Yo sé que debo ponerme a dieta y seguir una rutina de ejercicios, lo que pasa es que Jova me ve con ojos de cariño, y no le importa lo gordo y 258

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feo que soy, porque eso no es lo que ella busca en mí. Y... ¿Qué es lo que ella busca en ti? Amistad, llevamos una bonita amistad. Y yo sé que a ella le gustan los hombres atléticos, como tú. En realidad todos los novios o maridos de ella han sido así. Ya, después de tantos años, no creo que ella vaya a cambiar sus gustos, o a mirarme a mí con otros ojos, o yo a ella. Entre nosotros difícilmente podría desarrollarse un sentimiento como ese. Eso sería como si dos hermanos se enamoraran, ¿Verdad Jova? Jova me miró, e hizo un gesto de desacuerdo retorciendo los labios, y le “cortó los ojos” a Wilfredo. Algo andaba mal. Esta situación podía tornarse peligrosa. Un tipo celoso y armado... Mira José, aunque tú no lo veas así de tu lado, a mi nadie me saca de la cabeza que Jova vive haciendo cocote contigo, ¿Tú no ves cómo reaccionó ahora mismo? ¡Ay Wilfredo, deja esa vaina del jueguito de los celos, ustedes están “afisiao” el uno del otro, y me quieren coger a mí de mingo de billar porque no tienen otra cosa! Así mismo son los “carajitos” cuando se enamoran, buscan causarle celos a su pareja. Así que, déjate de estar de “pariguallo”. Esa mujer está loca por ti. Fíjate que cuando me habló de ti, me dijo que tenías como 30 y pico, y jamás mencionó que fueras calvo. Sólo mencionó que eras apuesto, fuerte, delicado, galante, chévere... (Johanna sonrió cuando el giró a mirarla. Se le notaba plenamente satisfecho)

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Una Mujer Perfecta

Llegamos a la Federación Dominicana de Ajedrez, y en cuanto entramos, los ajedrecistas se acercaron a nuestra mesa. Todos los ojos se clavaron en Johanna, como si ella fuera una atracción de feria. Algunos me hacían señas de: “Ven acá” ¡Sí, dime! ¿Y esa tipa, quién es? ¡Diablo, qué ácida! ¡Y mira como se le dibujan las tanguitas! ¡Diablo qué mujer! ¡Esa no es la mujer de ese viejo! ¡Sí, es la mujer de él, y ten cuidado, que ese tipo es militar, y muy celoso! Johanna y Wilfredo estaban jugando una partida de ajedrez, y no lo hacían mal. Los muchachos los asesoraban, aportándole ideas, mejores a ella que a él, claro está. Él meditaba largamente sus jugadas, ella sólo trataba de entender qué era lo que él estaba planeando. ¡Ayúdame José, que me van a dar jaque mate! ¡Cómo que José te ayude coño, abusadora, José es un maestro, tú no ves que todos le dicen maestro! ¡Si él te ayuda mejor ni juego, esto es entre tú y yo solos! ¡Ay sí, pero tú has leído muchísimos libros, y yo nada más he jugado una sola partida y eso fue cuando José me enseñó a mover las piezas, después de eso no había vuelto a jugar hasta ahora! ¡Ya dejen de discutir tanto, y concéntrense en la partida, que ustedes de todo forman un chanchullo! (Los dos soltaron la risa) Yo “cabeceaba” de sueño, y recordaba aquella tarde en que enseñé a Johanna a mover las piezas del ajedrez. Me tomó unos quince minutos explicarle el movimiento de cada pieza por separado, y cómo debía colocarse el tablero, con un cuadro blanco en la esquina, a la derecha de 260

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cada jugador, luego las torres, una en cada esquina, luego los caballos, uno al lado de cada torre, luego los alfiles, uno al lado de cada caballo, y quedan dos cuadros, se coloca la dama en un cuadro de su mismo color. La dama en su color, en sus aguas. (¿Quiere esto decir que las mujeres siempre se salen con la suya?) Luego el rey, quien se mueve para todos los lados, pero sólo a un paso. Luego, le sugerí que jugara una partida contra mi secretaria, ella objetó diciendo que era mejor que nosotros dos jugáramos la partida, así se sentiría más segura de haber aprendido bien el movimiento de cada pieza, antes de jugar una partida. ¡No quiero hacer una atollada! Mi secretaria movió el peón de Rey dos pasos adelante, Yo respondí moviendo mi peón de Dama dos pasos adelante. Mi adversaria meditó por unos cinco minutos antes de realizar su segunda jugada: Caballo de la Dama a la tercera callilla enfrente del Alfil, y Johanna se desternillaba de risa, luego se cubrió la boca con los dedos de la mano derecha, como quien se muestra arrepentido. ¿De qué te ríes? No, no. Sigue jugando, es una tontería que me pasó por la mente. El ajedrez se basa en patrones de razonamiento, lo mismo que la vida. Es por eso que dicen que el ajedrez se parece a la vida. A veces esos patrones son errados, pero se pueden ir perfeccionando, poco a poco, lección a lección, como en la escuela. Ahora, dime: ¿Qué fue eso que te pasó por la mente? 261

Una Mujer Perfecta

Bueno, no te rías: Pensé que la movida del caballo es una jugada tonta. ¿Por qué? Porque ella defiende su peón, por temor de que se lo capturen, cuando ella puede capturar el otro, y así le hace a su adversario justo lo que él quería hacerle a ella. ¡Muy bien ajedrecista.

pensado!

¿Quién dijo? inteligente!

¡El



ajedrez

serás es

una

para

gran gente

Recordé, también, aquel domingo, cuando salimos del hotel. Había sido un fin de semana de antología, y yo había trillado opíparamente, hasta saciarme, en los bosques de árboles frutales de su cuerpo. Cada gajo, cada recóndito intersticio, recorrido por mi lengua tibia y mis colmillos desgarrantes, que eran tiernos y a la vez amorosos. Las clases de guitarra estaban programadas para las 9:00 a.m., Pero llegamos a eso de las 10:00 a.m. El Profesor: “¡Rodríguez, tarde, como siempre, pero hoy se le perdona, porque viene muy bien acompañado! Los muchachos de la clase no me respondieron el saludo, se quedaron embelesados en los senos redondos de Johanna, ella no traía sostén, y la blusita era de seda negra transparente. En la pizarra estaban escritos los acordes de la canción: “Reloj no marques las horas”. Canción en Biguín de Do+, y

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en el pentagrama: Clave de Sol, y las notas: Do+ La- Re- Sol7 Do+. Yo me sabía este Biguín de memoria, así que tomé una de las guitarras del taller, y comencé a ejecutarla. Al cabo de media hora, el profesor me pidió que cantara la canción. ¡Dejemos a Rodríguez, que a él le gusta cantar! Luego de que canté la canción con el acompañamiento de la clase, Johanna tomó una guitarra y comenzó a ejecutar perfectamente la canción, ante mi sorpresa, y la de toda la clase. El profesor exclamó: ¡Ah, pero la niña toca también! ¡Mi amor, yo no sabía que tú tocabas! ¿Por qué no me lo habías dicho? Porque yo tampoco lo sabía, es la primera vez que le pongo la mano a una guitarra. José, ¿y a qué hora es el dichoso torneo? Ya van a ser las cinco de la tarde. Y todos los muchachos le respondieron a Wilfredo que el torneo por equipos del Distrito Nacional, lo habían suspendido. Bueno José, como no habrá ningún torneo... Lo mejor es que nos vayamos a La Ceniza, al malecón, y nos tomemos unas cuantas frías, para botar el golpe, ¿Qué te parece? ¡Bueno, déjame pensarlo! ¡Nada de pensarlo, deje esa pensadera para cuando llegue el torneo; ahora usted viene con nosotros!

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Una Mujer Perfecta

Y Johanna sonreía feliz, porque Wilfredo había logrado convencerme. ¡Pero te advierto una cosa, Wilfredo, Yo con dos cervezas estoy borrachísimo, así que no más de ahí! O.K., casi de acuerdo, ¿Alguna otra cosa? Sí, hay un colmadón frente a la estatua a Fray Antón de Montesinos, ¿podríamos ir a ese colmado en lugar de La Ceniza? Está bien, como usted diga, usted es nuestro invitado, ¿Verdad Jova? ¡Jejejeje, claro que sí!

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“El mundo está lleno de cadáveres” -José A. Rodríguez N.-

XXIX Llegamos al colmadón que está frente al parque, al lado, nuestro restaurante favorito, al otro lado de la avenida, Fray Antón de Montesinos disertaba apasionadamente su “Sermón de Advientos”. Los transeúntes pasaban, sin prestarle demasiada atención. Nos sentamos frente al parque. Johanna miraba con nostalgia el lugar donde nos sentamos aquella primera vez que vinimos al parque y nos encontramos con Maceíto. Miraba la estatua, y miraba hacia el restaurante. Ya pasábamos de ocho cervezas, y yo sólo podía recordar que mi nombre era Antoine De Saint-Exupéry, pero no recordaba donde había quedado mi aeroplano. Estoy súper-borracho, es mejor que me vaya a mi casita. ¡No José, no te vayas! Mira a Jova, ya se puso sentimental. ¡Coño, yo no sé qué hacer para conquistarla! Nos pasamos la vida discutiendo. Yo sé que ella siente algo por mí, pero otras veces siento de ella un rechazo repulsivo, como si me odiara. Son unos cambios repentinos en su estado de ánimo, no logro entenderla. Tú la conoces bien, dime, ¿Qué hago para conquistarla? 265

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O.k., te diré, hay vainas que nunca fallan con las mujeres. Las mujeres no son para uno entenderlas, es más, ni ellas mismas se entienden. A veces quieren una cosa, y al ratito quieren otra, y te dicen:” ¡Ay, no me hagas caso, yo soy así de loca!” ¡Diablo José, que verdugo tú eres! ¡Pero dime! ¿Cuáles son esas vainas que nunca fallan con las mujeres? Las flores, los dulces, y tu lengua en su clítoris, bamboleando al ritmo de su cuerpo. Algunas gustan de un volumen muy alto, a otras les gusta un poco más suavecito. ¡Ven, abre la jeepeta, que tengo algo en mi maletín! (Saqué un estuche de lentes donde guardaba dos rosas rojas, de las mismas que le regalé a Johanna aquella tarde en que la eché fuera de mi vida. Él le llevó la rosa, la cual soltaba al aire su mágico perfume. Ella respiró aquel aroma, y pude ver en sus ojos como se coagulaban los recuerdos) Cuando dejó caer algunas lágrimas, Wilfredo pensó que había dado en el clavo, y no se cansaba de agradecerme. ¡Bueno chicos, ya es tarde, ahora sí que debo irme! ¿Pero irte para dónde? ¡Dime una cosa! ¿Es sacándonos los pies que tú estás? No Wilfredo, te diré la verdad, tengo que verme con una amiga, y ya es casi la hora de la cita. ¡Ah, yo sabía, es una muchachona que te está esperando por ahí! 266

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Bueno, es sólo una amiga. Nos servimos mutuamente como paño de lágrimas, pero no es más de ahí. Johanna había permanecido en silencio, pero muy atenta a nuestra conversación. Se le notaba molesta, evidentemente por lo que yo había dicho, de ir a verme con una amiga. Meditó por un rato sus próximas palabras... Sí es amiga tuya, entonces debe ser amiga de nosotros, por extensión... ¿Verdad, Wilfred? ¡Claro que sí, Jova! ¿La conozco? No, no la conoces. Wilfredo propuso que fuéramos a verla, y si ella se sentía a gusto en una reunión de cuarteto, podríamos inventar una salida para algún lugar interesante. Yo acepté, bajo la condición de que si mi amiga demostraba algún gesto de incomodidad, ellos debían sacar pie inmediatamente. Aceptaron. Llegamos al lugar acordado. Faltaban siete minutos para las 5:00 p.m. Los niños jugaban en el parque, y los turistas los fotografiaban. Ella no había llegado. Wilfredo pidió una cerveza en el bar, y yo pasé al baño. Cuando salí... José, Jova dice que tú eres un poeta “der” Diablo, ¡Ahora, yo quiero que tú nos saques un poema! Bueno, eso es por inspiración, además, Jova sabe que yo casi no escribo poemas de amor. Y... ¿De qué son tus poemas? De vivencias. 267

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¡Pues, sácale un poema a estas vivencias de hoy! O.k. Le sacaré un poema a este momento. ¡Miren ese cuadro que está en la pared! ¿Qué significa? La obra artística difícilmente pueda explicarse de una manera tan lineal. No es fácil decir: “Significa esto o aquello”. La verdadera “belleza” de la obra de arte radica en su plasticidad, en esa mezcla de rasgos que impresionan, muchas veces de manera diferente a cada observador, causando una emoción estética (“Estótica en los hombres”) o de extrañeza. Ese cuadro, por ejemplo, me impresiona, deja su misterio en mí, y le dedico este poema: (El poema es una metáfora sobre la realidad que intuyo, existe entre Wilfredo y Johanna. Pero él de ningún modo debía sospechar que yo era conciente de lo que estaba sucediendo) LA TARÁNTULA Y EL MURO La mano es tarántula Que asciende por el muro Cuando el muro es oscuro pensamiento Que no sabe de sí Porque no puede el muro Ser tarántula Ni la tarántula oscuro pensamiento. 268

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Está bonito, pero ¿Qué significa? Es lo que yo interpreto del cuadro, es lo que me toca, me emociona o impresiona ¡Significa...! ¡Lo que tú quieras! Salí, y miré hacia el banco donde Ligia P., y yo siempre nos sentábamos, y allí estaba Ligia, puntual como un reloj Suizo. Llegó mi amiga, es aquella en el banco de enfrente. Espérenme aquí, iré a saludarla. ¡Hola chico! ¿Cómo estás? ¡Bien! ¿Y tú? ¡Bien! ¡Tú siempre tan puntual! ¡Mira Ligia, esa que viene ahí es Johanna, el hombre que la acompaña, es su amante, Johanna y yo somos sólo amigos, y tú y yo, somos dos amigos que están más o menos enamorados! ¿Comprendes? ¡Despreocúpate, cuenta conmigo! Ligia, esta es Johanna, Johanna, Ligia... ¡Un placer! ¡Igual, gracias! Él es Wilfredo... ¡Mucho gusto señorita! Es admirable que usted, siendo dominicana, llegue siempre a la hora acordada.

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Dicen que el tiempo es oro, por eso no hago que las personas lo malgasten en esperas innecesarias, y hasta molestas. ¡Muy bien! Ahora, José nos ha contado que ustedes se reúnen, beben una cerveza, comen una pizza, y charlan largamente. ¡Jajajajaja! ¡Sí, es cierto! A veces nos falta tiempo para seguir contándonos, así que lo dejamos para el próximo encuentro. Hoy, como estamos los cuatro, queremos cambiar esa hermosa rutina de ustedes, ¡Siempre y cuando, usted esté de acuerdo! Y, ¿Qué han planeado? Queremos ir a San Cristóbal, a comernos un chivo guisado. Sabemos de un lugar donde lo hacen riquísimo. ¡Uhm, está bien, iré! Me sorprendió la declaración de Wilfredo, pues a mi no me había comentado nada sobre el dichoso chivo; pero más me sorprendió el que Ligia aceptara la invitación. Ligia P., se acuesta a las 9:00 p.m., y se levanta a las 6:00 a.m., a veces creo que tiene un cronómetro incrustado en el cerebro. Quizás aceptó por cortesía, o para ayudarme a seguir con la farsa de que sólo era el mejor amigo de Johanna. Compramos un par de cervezas, y subimos a la jeepeta. Ellos delante, Ligia y yo detrás. ¡Dime chico! ¿Cómo anda tu vida? Casi igual: Los mismo quehaceres, la misma rutina... ¿Y tú? ¡Dime!

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Yo estoy por dejar el trabajo. Ayer solicité para trabajar como secretaria en una firma de abogados. ¡Qué bien! Estoy seguro de que, si te ponen a prueba, te aceptan. Así es. Me dieron una prueba, y el director quedó encantado, me dijo que es muy posible que me llamen en el transcurso de la semana. Johanna me miraba a través del retrovisor. Estaba de muy mal humor, y no hacia nada para disimularlo. Debajo del cielo rojo, naranja y amarillo de aquel atardecer, estaba el mar azul, pero teñido de listones verde esmeralda, de olas encrespadas y de espuma muy blanca. Los almendros, de hojas ya maduras y rojizas, sembrados a lo largo del malecón. ¡Miren que hermoso atardecer! ¡Yo no puedo distraerme, porque manejando, mírenlo ustedes, y luego cuentan!

voy me

Y todos nos echamos a reír. Menos Johanna. Señores, discúlpenme a Jova, es que últimamente ha estado de muy mal humor, dándole mente a cosas que no valen la pena. Yo lucho por alegrarla, y hoy hasta secuestré a José, a ver si conseguía algo, pero se alegró por un buen rato, y ya se volvió a dañar. Johanna lo miró y le dio una leve sonrisa. Yo estoy bien, sólo estaba pensando. No pienses en nadie, piensa e mi que estoy aquí, deja que el Diablo se lleve al demonio, 271

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piensa en lo bien que la estamos pasando con José y sus poemas, y sus atardeceres, y con la amiga de José que no tiene la culpa. Ligia me miraba de reojo. Las cervezas empezaban a hacerle efecto. Yo estaba borracho, definitivamente. Demasiadas cervezas para una sola tarde. Empezaba a oscurecer. ¡Sabes, José! ¿Qué? Nunca te había mirado de perfil. ¿Y eso qué? ¿Puedo morderte? ¡Sí, pero hazlo despacito, y con ternura! Ligia empezó a besarme, y a morderme los labios apasionadamente, me besaba el cuello, y comencé a excitarme. La abracé, y los besos fueron largos y apretados. Le quité la blusita de tiritos que llevaba puesta, y comencé a recorrer sus pechos con mis labios, varias veces me detuve en sus senos firmes y pequeños, hasta que sus gemidos se hicieron audibles. Johanna quiso objetar: ¡Pero bajen las cortinas por lo menos! Se le veía casi a punto de explotar, tenía ese fuego de odio en la mirada. ¡Pero muchacha, no te metas en la vida ajena, atiende a tu cartón, mi hija! Repostó Wilfredo, y ella recostó su cabeza sobre las piernas de él. Entonces noté que él sonreía, como si se anotara un punto a su favor.

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“Ahora vemos por espejo, en oscuridad” -San Pablo-

XXX Llegamos a San Cristóbal y, efectivamente: Chivo Gourmet de la alta cocina sureña, en la costera ciudad “benemérita”, San Cristóbal. Quise grabar el nombre del pequeño restaurante, pero el letrero no dejaba de dar vueltas como un loco. Johanna no levantaba la mirada y apenas comió algo. En su lugar, apuraba las cervezas con una celeridad para mí preocupante. Después que acabamos de comer pedimos otra cerveza, ya iban como siete con esta, y eso que tres de nosotros apenas bebimos de las anteriores. Johanna se levantó, y pidió permiso para ir al baño, yo hice lo mismo, y como Dios me ayudó, me puse de pie, casi bamboleando. Wilfredo se reía a Carcajadas: ¡Coño, José! ¿Pero es verdad que tú estás borracho? ¡Pero yo te lo dije, que con una sola cerveza me vuelvo loco! Johanna tomó el pasillo izquierdo hacia el baño de Damas, y yo el que conducía al de Caballeros. Había un largo mostrador que dividía ambos pasillos. Las vitrinas mostraban todo tipo de marcas de cigarrillos, chicles, mentas y golosinas. 274

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Cuando abrí la puerta del baño de caballeros, me sorprendí al encontrarme fuera del recinto. Esta puerta en realidad conducía al patio trasero, un patio de tierra amarilla y húmeda, indicio de que había estado lloviendo en la zona sur, como bien informaban los últimos reportes meteorológicos. Más allá del patio había una alambrada, y el terreno se veía recubierto de abundante vegetación. Los árboles se elevaban como figuras gigantescas y oscuras. Había caído la noche definitivamente. El baño estaba un poco alejado y a la izquierda. Era un baño compartido. Había alguien adentro, y Johanna esperaba a que saliera. ¡Tú eres un maldito, José! ¿Por qué dices eso? Las copiosas lágrimas caían sobre su blusita transparente. ¿Cómo te atreves a agarrar y comerte con esa tipa justo enfrente de mí? ¿Qué? ¡Pero yo no entiendo cómo te atreves tú a reclamarme! ¿No andas tú acompañada de tu amante? ¡Sí, pero tú sabes por qué! Tú bien sabes que él no significa nada en mi vida. Él llegó a mí en un momento de angustia, de debilidad, cuando tú me abandonaste, y yo no tenía a que aferrarme. Además, yo no estoy chuleándome, ni manoseándome con él, como tú con ella. Tú lo que quieres es que yo me muera de amargura. Mira, mejor entra al baño, que ya salió la muchacha.

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¡No, no voy a entrar nada, y ahora mismo voy a ir a decirle a Wilfredo que tú y yo no somos amigos, le diré que somos amantes, para que nos mate a los dos! ¡No mi amor, no hables así! ¡Tú sabes muy bien que eres el amor de mi vida! Ella es sólo una amiga que sabe de lo nuestro, pero también sabe que él es tu amante, y que es muy celoso, por eso me está ayudando a hacer “el mediante”. ¡Sí coño, pero no vuelvas a besarla delante de mí, tú sabes que eso me duele demasiado, y no podré disimular! A ella se le oían los gemidos, casi a punto de venirse ahí mismo, justo enfrente de nosotros. ¡Esa tipa tá afisiá de ti! ¡Que se deje de vainas! Está bien, no lo volveré a hacer. Ahora, sécate las lágrimas y entra al baño, que ya él puede estar sospechando, debido a la tardanza. Cuando ella salió, yo entré, y regresó el alivio a mis riñones. Cuando salí, ella aún estaba esperándome. ¡Pero vete! Y volvió por su mismo pasillo. Luego tomé mi pasillo, abrí la puerta, y alcancé a verlo parado frente a la jeepeta, con una cara de marcado disgusto. ¡Diablo pero ustedes si mean! ¡Quién dijo, es un solo baño para todo el mundo, y hay que esperar a que los otros terminen! ¡Sí ombe, yo lo sé, yo toy jarto de venir a este restaurante! 276

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Y, entonces... ¿Volvemos a la ciudad? ¡¿A dónde?! ¡Tú tá loco, ustedes son nuestros prisioneros esta noche! ¿Verdad, Jova? ¡Claro que sí! Miré a Ligia, quien estaba recostada en el asiento trasero, y sonrió, dándome su aprobación. ¿Y cuáles son los planes? Bueno, primero vamos a ir a Baní, mejor dicho, a Las Calderas, para que Jova se cambie de ropa. Eso es lo que ella me dijo. De ahí para allá, que ella decida lo que quiere hacer con nosotros. Eran las 9:30 p.m., cuando llegamos a la casa de la hermana de Johanna. Luego de hablar un rato con la hermana de Johanna, decidimos salir a tomar un poco de aire fresco, pues como dije, Ligia funciona como un reloj, y ya había rebasado la hora de irse a la cama. Johanna estaba muy molesta, “Yo no supe por qué”. Es decir, no supe el motivo que le habría metido (mentido) a Wilfredo. Él salió a buscarme, dizque para que lo ayudara a convencer a Johanna, porque ahora esta se negaba a volver a salir. ¡Diablo José, toy loco por enganchar a esta carajita! ¡Tú no sabes lo difícil que se me ha hecho! ¡Siempre encuentra un agarre para sacarme los pies! ¡Esta noche estoy casi a punto de lograrla, ayúdame! ¡O.k, lo intentaré, déjame hablar con la mía, que está desesperada por encontrar un lugar donde dormir! ¡Tiene un sueño der diablo! Está bien, te espero en la casa. 277

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Ligia estaba de muy mal humor. Varias veces me sugirió que buscáramos un motel en los alrededores, para pasar ahí la noche. ¡Espérame un ratito aquí, déjame tratar de convencer a Johanna para que nos acompañe! ¡Que nos acompañe para dónde diablos, yo lo que quiero es dormir, ya no aguanto más! ¡Ah, otra cosa... Johanna no va a salir! ¿Y cómo lo sabes? Es que cuando nos detuvimos en Villa Sombrero, y entramos al baño en aquel bar, me estuvo investigando. ¿Acerca de qué? Me preguntó si tú y yo éramos novios. ¿Qué le respondiste? Le dije: ¿Y tú que crees? Entonces empezó a interrogarme: ¿Sabes que José es casado, y que tiene dos niños, y otro en camino? ¡Sí, lo sé! ¿Y no te importa? ¡No, no me importa! ¿Sabes que él y yo somos amantes? ¡Fueron, lo de ustedes ya él lo ha dado por perdido! Cuando empezó a llorar, decidí salir del baño, pero me detuvo tomándome por el brazo, y me dijo que tú eres un hombre excepcional, que todo lo tuyo es una magia, que lo aprovechara y supiera valorarlo, de lo contrario, esa felicidad me duraría muy poco: “Si no estás en la capacidad de dar amor él se te escapará” ¡Despreocúpate, soy una persona muy amorosa! No es eso a lo que me refiero. ¿Entonces, a qué te refieres? 278

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El amor que él busca no es cualquier clase de amor; es un amor profundo y verdadero, un amor de entrega y sacrificio. Él piensa en los demás primero que en sí mismo. Eso yo lo sé, cualquiera que lo conoce sabe que él es así. Apréndete esto: Todos buscamos la pareja ideal, el hombre a la mujer perfecta y viceversa. Eso también lo sé. Sí, pero no sabes que esa persona en realidad no existe, porque todo lo que vemos en el mundo: Las personas y las cosas, las cualidades de las personas y los detalles de las cosas, son sólo el reflejo de nuestros propios pensamientos. En nuestro interior las cosas se reflejan conforme a nuestros ojos. Tú sabes que cada ojo es una cámara, y hay cámaras de mucha calidad y muy costosas, porque plasman el teatro del mundo con una nitidez maravillosa. ¡No entiendo a dónde quieres llegar! Quiero decir que, la persona que todos buscamos es el reflejo de nosotros mismos, soy yo misma buscándome en los otros. Hace tiempo que me di cuenta de este hecho. Por eso se me hace tan fácil conquistar a los hombres: Los observo, empiezo resaltando sus buenas cualidades, pasando por alto sus puntos negativos. Me concentro en elogiar lo bueno, trato de ir en dirección de ellos, les sigo la corriente, son fuertes, son como un torbellino que te arrastra. No se debe nadar contra corriente, es algo inútil. 279

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He aprendido a rodear el remolino, a buscarles la vuelta, a proporcionarles justamente lo que andaban buscando. Son algo predecibles, todos buscan lo mismo, bueno, casi todos. Buscan un cuerpo esbelto, pechos firmes y nalgas voluptuosas. La mayoría de nosotras tenemos estos dones, pero hay algo que casi todas ignoran: Los hombres también quieren sentirse amados, deseados, es una parte muy importante de su hombría. Un hombre llega a obsesionarse, hasta se vuelve loco, si una mujer profesa y demuestra, que él es su entera devoción. Esto lo hace sentirse especial, en la cima de todo el universo. Es así como una se apodera de los hombres, están a nuestra merced. Así, son fáciles de destruir, desde allí; ninguno sobrevive a la caída. ¿Eres feliz haciendo eso? Sí, te lo confieso. Al principio, yo también soñaba con un príncipe azul, como todas las niñas. Ese hombre que te proteja con el amor y la fuerza de un padre, y te devore con la furia del amante. Casi todas nos aferramos a esta fantasía. Es bonito soñar, pero que duro es cuando despiertas en esta cruda realidad: ¡Los hombres son unas malditas bestias egoístas! ¡Son unos salvajes, guiados por instinto, no piensan en otra cosa que en saciarse! Ni siquiera piensan en sus hijos. Los estudio, me bastan unas cuantas semanas para profundizar en sus adentros, entonces se me hace tan fácil reflejarlos. Me apodero por completo de sus mentes, y cuando consigo todo lo que

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buscaba en ellos, los destruyo, los dejo que se pierdan en mi olvido. ¿Y, por qué no has hecho eso con José, en vez de andar llorando? José es diferente, por eso te dije: “Casi todos” buscan lo mismo. José es un amor, es transparente, inocente, un manantial de agua cristalina. Al agua puedes hacerle todo lo que quieras, pero nunca puedes destruirla, ella vuelve y renace. Reflejarlo a él me ha sido muy difícil, las cosas de José no son visibles, no son cosas perceptibles, o tangibles. Necesitaré mucho más tiempo, si es que puedo. Pero sé que me será casi imposible, se escapa de mis manos, casi no puedo percibirlo, no me da ni una oportunidad, no cae en la trampa del elogio porque casi nunca se concentra en sí mismo. José es tan liviano como la suave brisa. No encuentro cómo reflejarlo. Lo miro a los ojos, y me encuentro atrapada en un sueño de pura inocencia, pero no puedo entregarme a vivir este sueño, tendría que suicidarme, no sería capaz de soportar si todo es una trampa. ¿Dónde está la mujer que pueda ser el reflejo del agua o de la brisa? Vive tu felicidad mientras te dure. Te será muy difícil atraparlo. ¡En eso te equivocas! El no tendrá que escapar de mí, porque jamás será mi prisionero. Yo no pretendo esclavizar a las personas. Eso no es amor. Eso es lo que tú crees, pero te engañas a ti misma. Lo que buscamos es arrastrar al otro a conformarse a nuestros propios gustos, a 281

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nuestras formas. Somos egoístas. Las parejas que son más o menos felices son las que se equilibran, pero son en realidad muy pocos los razonables que encuentran a alguien razonable, dispuesto a ceder; cuando esto sucede es cuando el mundo recobra la fe en que la felicidad sí existe. Pero estos casos se cuentan con tres dedos de la mano y sobran dedos. ¡Diablo, Ligia! ¿Y cómo te acuerdas de todo eso? En realidad hablamos mucho, sílo te estoy contado lo que más me impresionó. Esa muchacha tiene la mente retorcida. Te conviene alejarte de ella. Sí, pero, ¿Cómo sabes convencerla de que salga?

que

no

podré

Porque me dijo que ya no lucharía más por ti, que en cuanto llegara a casa de su hermana se iría a dormir. Mientras me dirigía hacia la casa, me asaltaban los pensamientos: ¡Hay algo raro en esto! ¿Cómo es que ella no hace nada para agradar a Wilfredo? Y, ¿Por qué un tipo tan inteligente sigue insistiendo, cuando sabe a ciencia cierta, y me lo ha indicado, que ella está por mí? Algo me huele muy mal. Jova, aquí está José, y quiere hablar contigo. ¡Sí, dile que salgo enseguida! Se le notaban los ojos irritados por el llanto. Le he dicho a Jova que no piense en ese tipo, que trate de alegrarse y vivir su propia vida, que 282

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ella es muy joven y bonita para estar en eso. Mira a ver si tú logras convencerla de que salga del amargue, y se vaya a vivir la vida con el hombre que más la quiere, y que da todo por ella. Luego de que Wilfredo nos dejara solos, le dije que se cambiara de ropa, que saliéramos a donde él quisiera. Él quiere estar conmigo, pero no quiero. Él sabe que no lo quiero, y aún así sigue insistiendo. ¡Sí, pero él cree que es por Neudys! El no sabe nada, ni le importa. Es egoísta y dominante, como casi todos los hombres. Bueno, te agradeceré si me sacas de este embrollo. Tú sabes que él no nos sacará de aquí si no sales con él. Está bien, iré. Pero sabes que lo hago sólo por ti. Te lo agradezco, mi amiga se está muriendo de sueño.

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“Una mujer astuta, puede más que mil hombres” -Mi abuela-

XXXI Wilfredo estaba loco de alegría. Se le metió en la cabeza coger para Azua, dizque a comer mariscos. Johanna aceptó, como para vengarse de Ligia, quien se veía a punto de desfallecer. Cuando salimos del lugar de los mariscos, a Wilfredo(o mejor dicho al licor en que nadaban sus neuronas) se le ocurrió la magnífica idea de coger para la playa Monte Río de Azua, a bañarse a la luz de la luna. En el camino hacia la playa, Ligia iba con la cabeza recostada en mis piernas, pero decidió sentarse, porque los rebotes constantes de la jeepeta, debido a lo malo del camino, le estaban produciendo un fortísimo dolor de cabeza. Ligia me miraba con esa mirada de cuchillo, así que no me fue difícil entender lo que quería decirme: Wilfredo, creo que es muy tarde ya, y este camino es pésimo, ¿Qué te parece si volvemos a Baní? ¡No sé, pregúntale a la jefa! ¿Qué opina jefa? Johanna sonrió, y asintió con la cabeza. 284

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En el camino de Azua hacia Baní, la jeepeta venía Zigzagueando. El sueño y el cansancio estaban engullendo a Wilfredo poco a poco. ¡Al fin me había dado cuenta de que este tipo era, también, un ser humano! ¡Bueno señores, vengan ustedes para atrás, que yo tomaré el timón, a ver si llegamos vivos a Baní! Aceptaron pasarse al asiento trasero, y Ligia y yo nos sentamos delante. Enseguida se quedaron dormidos, y Ligia se recostaba sobre mi hombro derecho. ¡No lo hagas! Esto no es un carrito de feria, como cuando vamos FUNTÁSTICO del Conde. ¡Está bien, discúlpame! No, no es nada. Es que yo aprendí a manejar en una escuela de choferes, y no le había puesto la mano a un guía desde que saqué la licencia. Además, es la primera vez que manejo un armatoste tan grande como este. ¡Así que, cruza los dedos, los ojos y los pelos, para que lleguemos a salvo! Cuando llegamos a la entrada de Baní, Wilfredo se despertó, y pidió un fuerte aplauso para mí, por haberlos traído sanos y salvos. El se hizo cargo del volante. Ya se había recuperado un poco del sueño. Nos detuvimos en un colmado, y aproveché para comprar un par de cepillos y crema dental, y un regalo para Wilfredo: Un litro de VAT-69, su favorito. ¡Diablo José! Pero ¿Cómo adivinaste? ¡Este es mi favorito!

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¡Es que, hay alguien por ahí, que cuando estamos solos, no deja de hablar de ti! Así es que ya te conozco bien. ¡Oye José, tú eres un verdugo, mira que detallista eres, coño, por eso es que estas chicas andan locas por ti! ¡Jejejejeje, no todas, hay algunas que vienen por ti, y tú sabes a quien me refiero! La mirada y la sonrisa de Johanna hacia él, le devolvieron la paz y la alegría. Nos detuvimos en una parrillada, frente a D’cachet disco. Johanna pidió un bistec, Ligia pollo frito, Wilfredo un mofongo, y yo un mondongo con tostones. Me adelanté a pagar la cuenta, pues era notoria la intención de Wilfredo de robarse el Show, por medio de pagar en todas partes. ¡Hey, eso es un golpe bajo, no vuelvas a confabularte con el mesero, para ir a pagar a mis espaldas! ¡Acuérdate de que soy el anfitrión en esta vaina! Luego me susurró: ¡Además, tengo que agradecerte, porque hiciste salir a la carajita, que estaba negada! ¿Qué les parece si nos quedamos a dormir en Tentación? Dicen que es un lugar acogedor. Sí, es bonito, pero hoy, a esta hora, debe estar repleto. Yo he pasado por eso muchas veces, y he tenido que irme de vuelta a Santo Domingo. Así que mejor nos vamos directo a Santo domingo.

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¡Háganle caso a Wilfred, que él tiene mucha experiencia en eso de cabañas! –Dijo Johanna– Y todos soltamos la risa. En el cruce de Baní y San Cristóbal, nos agarró un fuerte aguacero. La lluvia era torrencial, no se podía ver nada por ninguno de los cristales. Avanzábamos con lentitud pasmosa. Creo que Wilfredo iba adivinando cada tramo carretero. Casi llegando a la entrada de Piedra Blanca, el aguacero empezó a ceder. Llegamos a las cabañas Presidente, en el malecón. Sólo encontramos una disponible. Wilfredo decidió dejarnos a Ligia y a mí, y luego esperar a que apareciera otra para él y Johanna. Mientras subíamos la escalerita, Wilfredo me hizo una señal de: “Vuelve acá”, me llenó un vaso grande con Whiskey, y otro con Seven-up, diciendo que “eso nunca debe bajar seco”. Sonreí dándole las gracias, miré hacia Johanna, como para despedirme, y encontré en su mirada un rencor infinito. Le hice una señal de “hasta lueguito” y Ligia y yo subimos a la habitación. Ligia se desvistió rápidamente, sacó unas tanguitas y brasier de la cartera, y los colocó sobre la mesita de noche. ¿Cuál es mi cepillo? Cualquiera. Escogió el rosado, le puso pasta dental y entró al baño a comenzar la higiene bucal. Era la primera vez que la veía completamente desnuda. Parecía un maniquí: Cabellos recortados, rostro dibujado, leve y discreto maquillaje, sus larguísimas y musculosas piernas, 287

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su cinturita abarcable por mis manos. No había un gramo de grasa en ese cuerpecito de nalguitas redondas y senitos pequeños. Luego de terminar la higiene bucal, se metió a la bañera, y al verla frente a mí, observé su exuberante monte de Venus, parecía una selva virgen. Me desvestí y entré a la bañera con ella, ella permanecía indiferente. Me le acerqué por detrás y empecé a acariciar su cuerpo húmedo y tibio por el agua, rozaba dulcemente sus pezones con las yemas de mis dedos, mientras mis labios y lengua recorrían su espalda con tierna lentitud, ya mi pene iba al encuentro con sus nalgas, y pasaba adelante hasta su sexo. ¡Déjame decirte una cosa...! ¡Dime! Tú sabes que lo de la jeepeta fue sólo un teatro, no te voy a negar que me excité, y me gustó, pero ahora no estoy en esa vaina. Ahora voy a salir, me secaré, me pondré mi ropa interior, y espero que me dejes descansar, porque mañana tengo un encuentro con un grupo de compañeros de la universidad, para terminar un trabajo de Sociología. Terminé con el aseo y la higiene bucal, salí, me sequé, y ella fingía dormir. Encendí el televisor y busqué un canal xxx. Ella se levantó, y oprimió el botón de apagado, que estaba justo en su lado de la cama. ¡Acuéstate, y tratar de dormir, por favor! Volvió a acostarse, y arroparse. Me metí dentro de las sábanas, y la abracé.

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¡Está bien, quédate ahí tranquilo, que estás tibiecito y el frío de este aire me está matando! Empecé a sobar mi pene contra sus nalgas, y le quité las tanguitas, recorrí sus pechos, y me detuve con mi paladar en sus pezones, bajé hasta su ombligo, y luego hasta la exuberancia de su monte. ¡Ay José, no lo hagas, no! ¡Ay no! ¡Ay no lo hagas por favor! ¿Por qué no? Es que... No quiero decepcionarte. ¿Decepcionarme? decepcionarme?

¿Por

qué

habrías

de

Te mostraré. Se sentó en la cama, y encendió las luces por completo. ¡Baja de la cama, y da la vuelta! Abrió ampliamente las piernas, y me mostró su sexo. ¿Crees que ese cosote que tienes puede penetrar por este hoyito tan pequeño? ¡Claro que sí, eso amplía muchísimo! ¡No, el mío no ancha más de ahí! ¡Tócalo, trata con tu dedo para que lo compruebes! La penetré con dos de mis dedos, y resultó una operación difícil. ¿No podríamos intentarlo siquiera? Inténtalo, si tanto lo deseas, pero estoy segura de que no entrará. Tendrían que hacerme una reconstrucción vaginal si eso sucede. 289

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Era un clavelito pequeño, mezcla de rojo y amarillo; quizás anaranjado, pero no totalmente, pues el amarillo imprimía a éste su cualidad fosforescente. Me miraba con esa mirada inquisitiva, pero a la vez delicada. Su boca semiabierta, como queriendo decir algo, no tuve otro remedio que besarla. La fui recostando lentamente, mi mano derecha recorría su cintura, sus nalgas. Me detuve por un rato y acaricié la hierba de su monte. Solo uno de mis dedos se introdujo en esa gruta húmeda y pequeña... ¡Ay Dios mío! ¡Ay! La fuerza de mi muslo derecho impulsaba al mayor de los dedos de mi mano, y ella se retorcía como un reptil que ha caído en el fuego. Poco a poco fue recuperando el aliento, su mirada era estrábica, sus movimientos lentos, hasta que respiró profundamente. Acarició mi mano hasta mi brazo, de ahí mi cabeza. Me daba mordiscos tiernos por todo el rostro, y un poco más apretados en los labios, mordía y besaba mi pecho, mordía y besaba mis tetillas, y se entretenía con su paladar. Al final descendió hasta mi miembro... ¡Ponte de pie sobre la cama! Obedecí prestamente. Ligia siempre ha sido muy imperativa, no se le puede llevar la contraria. Me puse de pie, y ella se arrodilló sobre la cama. Sonreía, mientras jugaba encariñada con mi pene. Me miraba fijamente, con gestos de malicia y picardía, succionaba mi ombligo, y me 290

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besaba en círculos concéntricos toda la zona genital, hasta los muslos, hacía breves pausas para mirarme y sonreír, para desesperarme. ¡De repente me apretaba con furia, succionaba mi pene desesperadamente, y seguía con la punta de su lengua recorriendo mi escroto, hasta ese punto donde...! ¡Coño, nadie me había hecho esa vaina! Sonreía, mientras se relamía, sonreía, recogiéndose el semen que bañaba su cara, sonreía. ¿Puedo contarle a Johnny? ¡Cuéntale si quieres, me tiene sin cuidado! Iré a su casa, luego de dejarte con tus compañeros de clase. ¡Alóu! ¡Alóu! José, ¿Dónde están ustedes? Ah, Ligia debía terminar un trabajo de la universidad, junto con unos compañeros, así que cogimos un taxi desde el hotel. ¡Coño! ¿Por qué no nos llamaron? Es que no queríamos despertarlos. O.k. ¿Dónde están ahora? Bueno, Ligia se quedó con sus compañeros, y yo estoy esperando un carro público, frente a la Lotería Nacional. ¡Ah, pues espéranos ahí mismo, muevas, que estamos cerquita de ahí!

no

te

Wilfredo no se imaginaba que Ligia y yo habíamos acordado, si sobrevivíamos a la odisea 291

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de la noche anterior, jamás volver a salir con ellos. ¡Diablo, qué rápido llegaron! Te dije que estábamos cerquita. Bueno, y, ¿Cómo les terminó de ir anoche? ¡Coño, ni tan bien, después de haber cogió tanta lucha! ¡Muchacho...! Tuvimos que esperar como cuarenta minutos hasta que se desocupó una cabaña y la limpiaron. ¡Ya nos estábamos muriendo de sueño! Y a ti, ¿Cómo te fue con la muchachona? ¡Bueno, debo decirte que fue una historia larga...! (Yo estaba dispuesto a contársela con lujo de detalles, con tal de hacer sufrir más a Johanna) ¡O.K., ve contándonos todo lo despacio que quieras, porque el tiempo se nos sobra! ¡Bueno, quizás a ustedes, pero a mi se me acaba. Yo me quedo en la Gómez! ¡¿En la qué?! ¡Pero tú tá loco mi hijo! ¿Tú no sabes que vas con nosotros, rumbo a San Pedro de Macorís? ¿Para dónde diablos? ¡Pero es verdad que ustedes no tienen juicio! Yo no soporto está ropa que traigo encima, debo llegar a mi casita, darme un baño y dormir un poco, o me voy a caer muerto. ¡Bueno, mi hermano, si usted no durmió anoche, “lo acompaño en sus sentimientos!” ¡No relajen, que yo no he dormido nada!

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¡Bueno, ya te dije para donde es que tú vas! Ahora, si no quieres, abre la puerta de la jeepeta y tírate. ¡Coño no me castiguen así, que yo no estoy acostumbrado a coger este tipo de ajetreos! ¡Explícame eso de que no has dormido! ¿Te pasaste la noche entera dando lija? ¡Dándole lija a Ligia, eso suena como un trabalenguas! ¡Vamos, coño, habla! ¡Bueno, más o menos! ¡Coño, suéltalo de una buena vez! O.k. Sucede, que cuando amanezco fuera de mi casa, se me hace casi imposible conciliar el sueño, y cuando no duermo, no logro venirme (De seguro que Johanna recordaba muy bien este detalle) ¡¿Cómo e la vaina?! ¡Como lo oyes, no me vengo ni por el diablo! ¡Ah pero, la carajita se dio vida contigo entonces! ¡Bueno, creo que sí, se vino como cuatro veces, hasta que ya no pudo más! Johanna nos miraba con cara de irritación: ¡¿Y por qué tienen ustedes que hablar de ese tipo de vainas en frente de mí?! –preguntó, muy molesta– ¡Porque los amigos se cuentan sus fechorías! ¿Verdad, José? ¡Claro que sí! 293

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¡Pero ustedes no han dicho nada de cómo les acabó de ir anoche! ¡Mierda! ¡Sí supieras que cogí tanta lucha para nada! ¿Cómo que para nada? ¡No me digas que Jova..., mira coño! ¡No, no fue culpa de Jova! ¡Anoche ella estaba por la maceta, como nunca antes! ¿Y entonces? ¡Coño, yo que luché tanto por agarrá a eta carajita, y anoche me sucedió lo que nunca! ¡Coño, no me digas que...! ¡Ay coño, no! ¡Dios me libre de esa vaina! No, no fue eso. Es que anoche estaba tan cansado, que en cuanto me tiré en la cama caí como muerto. Este degraciao, tanto que jodió para hacerme salir de mi casa, y viene a dormirse justo en la noche cuando toy má encendía, me dieron ganas de coger la pistola y pegarle un tiro ahí abajo. ¡Hey, así no, despreocúpate, quedan más días que longaniza! ¡Espero que la longaniza no se te acabe en un día! Lo único que yo puedo decirles es que lleven la vida más al paso. Nos detuvimos en Boca Chica, a recargar combustible. Cuando llegamos a San Pedro de Macorís... Los pasteles en hoja estaban riquísimos, pero nunca a la altura de los que prepara mi tío Porfirio. 294

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¿Quién es ese? ¡Mi tío Porfirio es el que prepara los mejores pasteles en hoja de todo el país! ¡Coño José, pero llévanos a conocer a tu tío! ¿Tú no sabes que Jova y yo somos locos con los pasteles en hoja? ¡Ya me voy dando cuenta! Supongo que ahora regresaremos a Santo Domingo. ¡Supones mal! Ahora vamos para ALTOS DE CHAVÓN, porque Jova no ha visitado esos lares. En el camino hacia ALTOS DE CHAVÓN, nos detuvimos en algún parador, por tres o cuatro cervezas. Luego de Casa De Campo, llegamos al lugar donde se presentan los mejores artistas de todo el país, y del extranjero, una gigantesca espiral acústica, parecida al Coliseo Romano. El sol estaba en su cenit, eran como las 2:00 p.m., tuvimos que salir huyendo, por temor a morir calcinados. Luego, visitamos un barriecito que lleva por nombre: BOCA DE CHAVÓN, Wilfredo iba a recoger algunos recuerdos que había dado por perdidos, y dizque a comer empanadas de mariscos, según él, eso le “sube a uno las defensas”. Además, ya picaba el hambre. Las empanadas estaban deliciosas, es una pena que no apareciera un juguito de naranja, todo era cerveza y cerveza, y el mundo seguía dando vueltas como un loco. Johanna había vuelto a coger su mal humor, y discutían por, qué sé yo que vaina. Entramos a un centro cervecero y brillaba el sol sobre la playa. Unos muchachos jugaban pelota en un campo de juego improvisado. 295

Una Mujer Perfecta

¡Ya dejen de discutir que me dan nauseas! ¡Jajá jajá! ¡Eso fue que quedaste embarazado anoche! ¡Mira! Mejor llévate a Jova a bailar, y verás como se pone contenta de una vez. ¡No, no quiero bailar! Es conmigo que no quiere bailar, ¡Sácala tú José! Yo no sé bailar. Lo he intentado un par de veces, y me canso de una vez. Siguieron con sus dimes y diretes, y yo sólo pensaba en qué cuento me inventaría cuando llegara a mi infierno. Una hermosa morenita volvió a pasar, y noté que me miraba. Volvió a pasar, ahora acompañada de una amiga, y me miraba sin intención de disimularlo. Le hice señas de: “Ven acá”, con la mano derecha, y ella me devolvió el gesto diciéndome: “Ven tú aquí” ¡No, venga usted, le dije, carajo! Wilfredo interrumpió nuestra discusión de señales: ¡Pero ve tú, mi hijo, tú eres el interesado! ¡No ombe, quién dijo! Ella está tan, o más interesada que yo. Ha pasado como cuchu mil veces, y siempre se queda mirándome. Además, yo estoy en la sombra y ella en el sol. ¡Pero ve, y trata de convencerla de que venga! O ¿Vas a dejar a esa pobre niña que rostice en ese sol?

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La muchachita me explicó que la terraza bar del lado era propiedad de su madre, y que por eso no entraba al negocio de la competencia, aunque estuvo pasando por ahí, para hacerse notar, porque era la primera vez que me veía por esos predios, y lo más interesante, estaba desparejado. ¿Qué les parece a ustedes si nos mudamos a la terraza que está aquí al lado? La muchachita nos va a acompañar. ¡Diablo pero este hombre sí es rápido con las mujeres! ¿Vamos Jova? Johanna me miró con esa mirada de cuchillo afilado, apretando notoriamente las mandíbulas, pero al fin accedió. -

¡Hola, soy José!

-

¡Hola, soy Elizabeth!

-

¡Mucho gusto, Wilfredo!

-

¡Johanna, un placer!

Entramos con Elizabeth, y enseguida nos prepararon una mesa con cuatro sillas. Yo la invité a sentarse, y luego me senté a su lado. Johanna se sentó frente a mí, y Wilfredo frente a Elizabeth. Wilfredo pidió dos cervezas, y Johanna un ciclón. -

¡Esa que está como cajera es mi mamá!

-

¡Se ve joven! ¿Me la presentas?

-

¡Sí, por qué no!

-

¡Hola, señora, soy invitado de su hija! 297

José

Rodríguez

un

Una Mujer Perfecta

- ¡Vaya que es usted un privilegiado! ¡Es un placer conocerle, mi nombre es Sonia Méndez, a sus órdenes, disfrute usted la estancia!

- ¡Tiene usted una hija muy linda, y atenta! - ¡Gracias, herencia de familia, y perdone la inmodestia! No tuve más remedio que sonreír. De regreso a la mesa, ella me invitó a bailar, acepté, primero advirtiéndole sobre mi inexperiencia, y me respondió: “A nadar se aprende nadando, a bailar se aprende bailando”. -

¡Eres buena en esto!

-

¡La experiencia de los años!

-

¿Qué edad tienes?

-

17, ¿Y tú?

-

30, ¡Soy un viejito para ti!

-

¡El amor no tiene edad, deberías saberlo!

-

¡Lo sabía, pero lo había olvidado!

-

¡Déjame decirte que tú no bailas mal, eres delicado!

-

¿A qué te refieres?

-

Me refiero a que me tocas suavemente, no como la mayoría de los hombres cuando no saben bailar, que llevan a una al trote.

-

¡Ah, es que ese es mi estilo! Dicen que el estilo es el hombre.

-

¿De dónde eres?

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José A. Rodríguez N.

- Soy de Santo Domingo, pero trabajo en Baní.

- Yo soy de aquí, pero vivo en Santo Domingo. -

¿Con quien vives allá?

-

Comparto una pensión de estudiante con una compañera, estudio Arquitectura en la U.A.S.D.

- ¡Óyeme, Elizabeth, mi amigo te va a pedir que nos acompañes a HIGUEY, por favor, no aceptes, bajo ninguna circunstancia! -

¿Y por qué habría yo de aceptar si apenas acabo de conocerlos?

-

Él dice que conoce a tu madre y a tu tío, que son amigos de confianza, él dice que puede conseguir que te den permiso, siempre y cuando tú aceptes.

- ¡Ah, sí! Ahora que lo pienso... Sí, él es amigo de mami, y de tío Pedrín. Lo que pasa es que hacía tiempo que no venía por aquí. ¿Y por qué no quieres que acepte la invitación, es que no te gusto?

- ¡No, no es eso, yo tendría que estar mal del juicio para que no me gustaras, eres una cosita lindísima! Lo que sucede es que, quiero deshacerme de ellos y llegar a mi casa. Estoy súper cansado y no entiendo por qué están ellos tratando de retenerme. Además, estoy tan cansado que no podría disfrutar de tu compañía a plenitud y yo quiero 299

Una Mujer Perfecta

estar lo mejor de lo mejor para cuando salgamos juntos. ¡Mira, lo mejor será que nos demos los números telefónicos y nos comuniquemos luego! ¿Qué te parece?

- Está bien, cuando lleguemos a la mesa. Volvimos a la mesa, saqué la cartera y le di mi tarjeta, luego saqué otra y anoté sus números, tanto el de aquí como el de Santo domingo. Conforme al plan de Wilfredo, Johanna me sacó a bailar para él quedarse a convencer a Elizabeth. Johanna estaba muy molesta: ¡Ves lo que te digo, ahí estás haciéndolo de nuevo, eres un maldito! ¡Pero no estoy haciendo nada, a quien se le ocurrió esa loca idea fue a Wilfredo! ¡O.k, pero si ella acepta no es con Wilfredo con quien se va a acostar, es contigo! ¡Despreocúpate, ella no aceptará! ¿Cómo los sabes? ¡Ya le advertí y le pedí que bajo ninguna circunstancia acepte! Para mi sorpresa, cuando volvimos a la mesa, Wilfredo casi había convencido a Elizabeth para que nos acompañara. Elizabeth estaba demasiado alegre y me miraba con ojos chispeantes. -

José, Elizabeth se va con nosotros para Higuey, y de ahí para Santo domingo. De todas maneras ella tiene que estar allá

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mañana temprano, pues tiene clases en la universidad. -

¿Es eso cierto, Elizabeth?

-

¡Bueno, yo le dije que iba a consultarlo con mami primero!

Se paró de la mesa y se dirigió hacia donde estaba su madre, habló con ella y la madre movió la cabeza en señal de negación. -Mami dice que te tiene toda la confianza del mundo, Wilfredo, pero sucede que soy la única que logra arrancarle el dinero a mi papá y por eso debo quedarme, porque él viene esta noche para acá. ¡De no haber sido por eso...! Este caballero me parece más que interesante, este paseíto me habría permitido conocerlo mejor, pero lamentablemente tendrá que ser en otra ocasión. ¡Al fin salimos de Boca de Chavón! El camino de salida a la auto pista era pedregoso y Wilfredo se quedaba dormido al volante. Tuve que hacerme cargo del guía nuevamente. Johanna dormía en el asiento trasero. Nos detuvimos y cambiamos de lugar. Wilfredo se quedó dormido. Se despertó cuando llegamos a la intersección con la autopista. ¡José, reduce, hay un policía acotao! ¡Sí, ya lo vi! ¡Ten cuidado con la guagua! ¿Qué guagua? ¡Frena coño, vas a chocar con la guagua! 301

Una Mujer Perfecta

¡No veo ninguna guagua! (¡¡Pumm!!) ¡Coño, te lo dije! ¡Anda pal diablo, yo pensé que era del otro lado, por eso no me metí y preferí chocar con esta que está parada y era menos peligrosa! ¡O.k, desmóntate y resuelvo!

no hables nada,

yo

Se enganchó la pistola y salió. El chofer y el cobrador del auto bus salieron con rostros y palabras agresivas: ¡Déjame hablar con el conductor! ¡Yo soy el dueño de la jeepeta, hablen conmigo! ¡Pero era él quien venía manejando! ¡Sí, pero yo soy quien responde por él y por mi vehículo! Soy el teniente Mercedes del departamento de robos de la P.N. ¡O.k oficial, usted conoce el procedimiento! ¡Claro que lo conozco! Vamos a poner la querella en el puesto policial más cercano y que el seguro pague. ¡Pero teniente, hay que ir tan lejos! Usted sabe como es eso del seguro... ¿Por qué no nos resuelve con $ 1,000.00 y dejamos eso así? ¡Pero tú tá loco mi hijo! Eso se resuelve con un cuartillo de pintura. ¡Ese bumper es el diablo! El problema lo voy a tener que resolver yo en el taller, con ese abollao. Cojan $ 300.00, compren un cuartillo de pintura de $ 200.00 y se economizan los cien. 302

José A. Rodríguez N.

¡Pero eso no alcanza para nada! ¡Bueno, mis hijos, eso es lo que hay! ¡Tá bien teniente, hoy por mi mañana por ti, marineros somos y en el mar andamos, cuídeseme mucho! ¡Adiós mis hijos! Llegamos a Higuey, entramos a contemplar la impresionante arquitectura de la Basílica Nuestra Señora De La Altagracia. Luego de una breve discusión entre Wilfredo y Johanna acerca de por qué él no cree en los sacerdotes y por qué jamás se confesaría, tomamos el camino de regreso a Santo domingo. Wilfredo tomó el camino por dentro, para regresar, es decir, nos fuimos por El Seibo. De regreso Wilfredo y Johanna reiniciaron sus dimes y diretes, el tema en debate era que, ¿Quién era el culpable de la infelicidad de mi matrimonio, yo o Aracelys? Johanna me defendía apasionadamente, mientras que Wilfredo insistía en que yo debía presentar mis propios argumentos. ¿Para qué? – le dije – tú tienes tus criterios demasiado arraigados, yo los respeto aunque no los comparta. ¡Ay, Dios mío, pero que hombre tan mamita! Y Johanna repostó con un cartapacio de palabras, yo la miré fijamente como queriendo advertirle que no echara más leña al fuego, ella me respondió con una leve sonrisa como diciendo: “¡No te preocupes, sé muy bien lo que estoy haciendo!” Los dejé envueltos en su discusión y me trasladé al recuerdo de aquella tarde en que Johanna me preguntó: ¿Cómo es que hay situaciones y lugares que nos resultan familiares sin haberlos visto antes? ¿Existe la 303

Una Mujer Perfecta

reencarnación? No, eso no existe. Existe un género comparativo del cerebro, la situación o el lugar te resultan familiares, pero si pudieras verlos como en dos fotografías separadas te darías cuenta de las muchas diferencias. Este género funciona siempre que conocemos a una persona… En seguida nos formamos un juicio sobre ella: ¡Qué chévere es fulano! ¡Qué antipático es el vecino! ¡Diablo sí José, eso es exactamente así! Bueno, ni tan exacto porque ese primer juicio es muy somero; cuantas veces no tiene uno que retractarse y decir: “y yo que pensaba que fulanito era mala gente” O.k, pero si uno se fija bien en los detalles puede formarse un juicio muy preciso. ¡Ah, sí! ¿Es así cómo te adentras en la intimidad de las personas? Debes respetar ese territorio privativo. Es peligroso profundizar demasiado en la interioridad de las personas. ¿Por qué? Porque puedes estar interfiriendo con su libre albedrío y eso hasta Dios mismo lo respeta. Entonces nos quedamos mirando fijamente a los ojos. Ambos sabíamos que era extremadamente peligroso tenernos de enemigos. Cuando llegamos a Santo Domingo, a Wilfredo se le metió en la cabeza el querer llevarme hasta mi casa, dizque para conocer a mi esposa. No sé cómo logramos convencerlo de lo desafortunado de esta idea. ¡Al fin se marcharon! Yo tomé un taxi hacia mi casa.

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“Sabio es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse” -El libro de los Proverbios-

XXXII El sábado del fin de semana siguiente, estaba yo jugando ajedrez con los muchachos en casa de Sergio, cuando sonó mi celular: ¡Alóu, buenas! ¡Alóu, José, es Wilfredo! ¿En qué tú estás? ¡Hola Wilfredo, cómo estás! Estoy aquí con unos amigos ajedrecistas, estamos jugando en casa de un amigo y estamos haciendo un Sancocho. ¡Qué bien! Jova está aquí conmigo y me dijo que te llamara a ver si querías irte de bonche con nosotros. Si quieres puedes llamar a tu amiguita. Bueno, para salir con Ligia hay que programarlo como con dos semanas de antelación, de todas maneras no voy a poder ir con ustedes porque estamos celebrando el regreso de uno de los miembros del equipo y estoy seguro de que no me dejarán salir. ¿Quién es el anfitrión? Es un amigo mío llamado Sergio, es el dueño de la casa. 305

Una Mujer Perfecta

¿Podrías ponérmelo, por favor? ¡O.k, espera un momento, voy a llamarlo a la cocina! (Yo Ya le había comentado a Sergio sobre la odisea del pasado fin de semana y él me había aconsejado encarecidamente que no volviera a juntarme con ese dúo de retorcidos: “Mira José, ese tipo es lo suficientemente maduro como para darse cuenta de que esa carajita lo está utilizando a él para llegar a ti, él se deja utilizar porque algún beneficio está sacando, y tú bien que puedes imaginarte cual es. Cuando este tipo se canse del jueguito, puede ponerse celoso y querer a la tipa sólo para él, y podría hasta matarlos a ustedes dos. Así que no vuelvas a juntarte con ellos, ni con ninguno de los dos por separado. Hay demasiados locos por ahí sueltos”) ¡Alóu, buenas, Sí!, soy Sergio, mucho gusto. Uff, hace más de quince años que nos conocemos. No, no queremos dejarlo ir, él es el alma de la fiesta. Todos queremos ganarle a él. No, no es que no queramos invitarlos a ustedes, es que es una reunión de amigos del equipo solamente, hasta a las esposas las hemos dejado fuera. A la mía tuve que mandarla a casa de su mamá, pero lo que podemos hacer es invitarlos a ustedes cualquier día de estos, cuando el momento no sea tan privado como este. ¡José, quieren hablarte! ¡Bueno José, tá bien nos sacaste los pies! ¡No Wilfredo no es eso, es justamente como Sergio te explicó! 306

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Tendremos que cancelar para otra ocasión. ¡O.k, adiós! ¡Adiós, y me despides de Jova, por favor! (¿Tú ves lo que te dije el lunes por la noche, cuando me contaste sobre esa vaina? ¡Eso es ella que lo hostiga para que él te llame! No te prestes para esa vaina. Lo más traicionero y peligroso son las emociones humanas, no es todo el mundo que puede mantener el equilibrio en esa vaina, hay que ser muy buen ajedrecista para eso, y esos dos me parecen unos chambones, así que deshazte de ellos)

§ ¡Alóu, buenas! ¡Hola! ¿Cómo estás? ¡Muy bien! ¿Y tú? ¡Bien gracias! Y... ¿Quién me habla? Soy Elizabeth, ¿Me recuerdas? ¿Elizabeth la de BOCA DE CHAVÓN? ¡Sí, esa misma! ¡Hola cosita linda! ¿Cómo anda tu vida, cómo está tu madre? Ella está bien. Mi vida... Sigo en la misma rutina: paso la semana entera estudiando en

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Santo domingo y el fin de semana me voy para Boca de Chavón. ¿Puedes variar esa rutina para este fin de semana? ¿Qué tienes en mente? ¡No sé, vernos para charlar un poco! ¿Qué opinas? De acuerdo, ¿Dónde y a qué hora nos vemos? ¡No sé, sugiéreme un buen lugar! ¿Qué te parece MacDonald en la Gómez con José Contreras? ¡Perfecto! ¿El día y la hora? Próximo sábado a las 7:00 p.m. ¡Allí estaré sin falta, gracias por llamar! ¡Adiós! ¡Bye cosa bella!

§ Creo que la suerte de un hombre con las mujeres es algo cambiante. ¿A qué te refieres? Me refiero a que hay un tiempo en que nos va bien con las chicas y hay un tiempo oscuro donde ninguna se fija en nosotros. ¿Y en qué loop estás ahora? ¿En que qué? 308

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Quiero decir que si sientes que estás en la etapa de arriba o la de abajo. ¡Ah, loop! ¿Hablas Inglés? Un poquito. Pero ese es un término que usamos mucho en Estadísticas. Bueno, creo que estoy en la longitud de onda positiva, en la de arriba. ¡Mira nada más la cosita tan bella que aceptó salir conmigo está noche! ¡Gracias, eres un galán! Bueno, solo cuando se trata de chicas lindas, a las feas les doy trato normal, casi seco, para que no vayan a encariñarse. ¡Ya lo creo! Y, dime, ¿Lograste deshacerte de tus queridos amigos aquella tarde? ¡Ay, ni lo menciones! ¡Pasé las de Caín con esas gentes! ¡Dios mío que gente que discute por disparates! ¡Sí, ella estaba muy molesta y se puso peor cuando yo aparecí! ¿Lo notaste? ¡Desde luego que sí, saltaba a la vista que estaba celosa de mí! ¡Y no precisamente por el viejo! ¿A cuál de los dos viejos te refieres? ¡Tú no eres viejo! ¡Me refiero al otro! ¿Al otro viejo? ¡Vamos, deja eso! ¡No, solo bromeo!

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¡Eres divertido, eso es clave para el éxito con las chicas! ¡Gracias, pero solo soy así de suelto con las chicas bonitas! ¿Eres tímido con las feas? ¡Sí, mucho! ¡Jajajajajaja! ¡Eres terrible! Dime una cosa... ¿Qué? ¿Cómo es que Wilfredo estuvo a punto de convencerte para que te fueras con nosotros a Higuey? ¿No entendiste lo que te dije? ¡Claro que te entendí, y muy bien! No querías seguir en andaderas porque estabas cansado y ellos estaban tratando de retenerte ¿No es así? ¡Sí, así es! ¿Entonces no sabes todavía por qué te tenían secuestrado? ¡Jajajajaja! ¡Esos son los términos que utilizó Wilfredo! ¡Sí, son sus propias palabras las que te estoy citando! En cuanto la Johanna te sacó a bailar él me explicó toda la trama. ¿Qué te dijo? Me dijo que la carajita taba afisiá de ti. ¿Te dijo eso? ¡Sí! ¿Y tú, qué pito tocas? –Le Pregunté– Me dijo que ella y tú habían sido amigos desde hacía muchos años y que desde niña se había 310

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obsesionado contigo. Pero que tú nunca te fijaste en ella. Ella estaba tan frustrada, la pobre, que se conformaba hasta con un hombre que se pareciera un poquito a ti. Él era ese hombre, según ella. ¡No veo en que nos parecemos Wilfredo y yo, a no ser porque tenemos la nariz en el centro, un poco más abajo de los ojos! ¡Jijijiji! Bueno. El trato entre ellos era que, debido a que tú no te la llevabas, él la iba a ayudar a conquistarte. ¿Y él, que ganaba con eso? Su cuerpo, ella se repartiría para los dos. ¡Diablo, qué enredo! ¡Un triángulo amoroso, de esos que resultan peligrosos! El asunto es que en cuanto ustedes se conocieron el empezó con su plan para hacer que te fijaras en ella y te dieras cuenta de que ella taba por ti, así cumplía con su parte y ella tendría entonces que entregarse a él. Pero las cosas iban resultando para él, mejor de lo que se había esperado. ¿Por qué? Porque tú, no solo no mostrabas ningún interés en ella, sino que además estabas luchando para que ella se quedara con él. ¡Todo esto era un enredo de telenovelas que yo no quería perderme! Sucedió entonces que ella se disgustó mucho al considerar que el plan que él llevaba a cabo no era correcto y que él no hacía las cosas como ella le decía.

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¡Ah, ahora entiendo el por qué de las continuas discusiones! Pero él me decía que ella estaba así era por Neudys. ¿Neudys, quién es ese? Es el más reciente (ex) marido de Johanna. ¿Es decir que ha habido otros? ¡Varios muchos! ¡Diablo diciendo!

que

tipa

tan

Verduga!

¡Sígueme

¡Cómo que te siga diciendo, sígueme diciendo tú! ¡Ya, eso fue todo lo que él me contó! ¡Ah, espera, hay otra cosa! El no te iba a sacar el guante hasta lograr que te enamoraras de Johanna, pero al final de la tarde del sábado ocurrió otro puntazo a favor de Wilfredo: Tú los llevaste a ellos a conocer a una amiguita tuya y se fueron los cuatro de paseo y tú empezaste a comerte a la amiguita justo ante los ojos de Johanna. Eso fue como matarle el gallo a ella entre la funda. Ella tenía tanta amargura que le dijo a Wilfredo que dejaran eso así, que ya ella no quería sufrir más, que se iba a morir. Entonces Wilfredo te utilizó para hacerla salir de la casa de su hermana. Cuando eso sucedió él estaba seguro de que ella no tendría más remedio que quedarse con él. El plan le estaba resultando a pedir de boca, y todavía mejor cuando al otro día él empezó a interrogarte y tú empezaste a decirles cómo, y cuantas veces se cogieron tú y tu amiguita. Era para que Johanna se cayera muerta o te llegara a odiar de una buena vez. Y para colmo... ¡Aparezco yo! Ahí sí que se 312

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acababan las esperanzas para Johanna. Por eso él me insistía en que los acompañara y que me quedara contigo toda la noche si era posible. Él cubriría todos los gastos, si era necesario. Todo me resultaba intrigante, además debo confesar que me caíste muy bien desde el primer momento. Y, más aun cuando me sugeriste que no aceptara la invitación, ¡Coño, me sentí rechazada, y eso no lo puedo soportar! ¡Tengo un orgullo que salvar! ¡Sí, pero ya te había explicado la razón! Es que no tenía ya más energías para seguir en ese trote. Así no podía responder como un macho responsable, aunque tu fueras una princesita. Bueno, yo lo tomé por donde me convino, me dije que tú me rechazabas porque no sabías nada de lo que estaba sucediendo y que como no tenías ningún interés en ella, lo aconsejable era que te quedaras conmigo. Así que estaba dispuesta a irme con ustedes para Higuey y de ahí para Santo Domingo. Pero el asunto del dinero que tenía que arrancarle al tacañón de papi, me hicieron parar en seco. ¿No fue que tu mamá te prohibió que fueras? No, mi mamá tiene una vista de águila para los hombres, ella me dijo: Ese tipo, te aseguro que sería el ideal para ti. Pero debes decidirte, pues si te vas ahora yo no podré convencer a tu papá de que te deje los chelitos, y yo no tengo nada para darte este mes, así que lo mejor es que lo dejes ir y lo llamas después. ¡Ah, yo pensé que tu mamá te había dicho que no fueras!

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Si ella hubiera notado algo raro y no hubiera sido amiga de Wilfredo, de una vez me habría dicho que no. Pero ella lo vio todo con buenos ojos y, como siempre, estaba en lo cierto. ¿Entonces tú no sabías que Johanna estaba enamorada de ti? ¡Claro que lo sabía, pero me hacía el tonto! Ya no estaba interesado en ella. ¡Es decir que antes sí estabas interesado! Sí, pero ese interés me duro muy poco. ¿Y por qué ella no te aprovechó en ese tiempo? Es una larga historia mi amor. ¡Pues soy toda oídos y tengo todo el tiempo del mundo! ¡Jajá jajá! ¡No; Te lo digo en serio! Es una historia larga, hasta estoy escribiendo un libro sobre esta historia. ¡Ah, cierto, eso me dijo Wilfredo, también! ¿Qué te dijo? Me dijo que tú tenías a Johanna impresionada con tus dotes de escritor, y que hasta le estabas escribiendo un libro. Que ella solo estaba encaprichada contigo, que te admiraba mucho, pero que eso no era amor. ¿Y tú, qué opinas? ¿Qué opino sobre qué? Sobre todo este embrollo. ¡Ah, yo opino que cada quien escoge lo que le gusta y cree que le conviene! Ella te admira o 314

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está encariñada contigo y cree que sería feliz contigo, eso es amor o una forma de amor, según mi entendimiento. ¿Tú qué opinas? Opino que debes conocer toda la historia. ¿Y cómo será eso si tú no me la cuentas? ¡Déjame terminar el libro, después te envío una copia! ¡De acuerdo, espero que sea pronto eso!

§ ¡Conque usted es el famoso José A. Rodríguez! ¡No sé por qué, pero esas palabras me parecen conocidas! ¿Usted es Roselyn? Sí, pero mis amigos me dicen Rosy. ¡Entonces usted es el gran amor de Johanna! Eso es mucho decir, pues han sido muchos los amores que ha tenido ella. ¡Mi hermanita es una diabla! ¡Eso es herencia de familia! ¡¿ Ah, sí...?! Sí, pero ninguna como ella en la familia. Y, dígame, ¿Cómo van las cosas entre ustedes? Ni bien ni mal, yo no he vuelto a verla desde aquellos dos días fatídicos que no quiero recordar. ¿La vez que se juntaron usted y Wilfredo?

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¡Sí, así es! Se ve que usted está muy bien informada. Ella me ha contado todo con lujo de detalles. La verdad es que fue una verdadera osadía de parte de ella juntar a dos hombres que estaban por ella, esa es la ruta más directa para que dos hombres se maten, y hasta para que la maten a ella, ¡Dios no lo permita! Entonces usted es bailarina en un night club en Panamá, ¿Cierto? ¡Así es, parece que a usted le ha informado bien acerca de mí! ¡Cierto, conozco algunas cositas como por ejemplo, la mermelada que usted gusta embarrarse allá abajo en su rosa de fuego, para que el amante vaya por ella hasta lo más profundo, pero lo que no me habían dicho es que el parecido físico entre usted y Jova era tan grande, con la excepción de que usted es mucho más alta, parecen hermanas gemelas! ¡Aha, hahaha, hasta eso de la mermelada le ha contada la Jova! Además de ser las que más nos parecemos, somos las que mejor nos llevamos. Y ni aun a mí me hace mucho caso la mangrina. Esa muchachita es terrible, mire que en cuanto llegué al país me dijo que lo iba a llamar a usted para ver si nos juntaba. ¿Y qué pretende con eso? Quiere reavivar la pasión de usted hacia ella por medio del parecido que hay entre nosotras. No quiere que la llama de ese amor se apague. ¡De eso no quedan ya ni las cenizas! ¿Y por qué no viene ella en persona? 316

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La vida de ella se le ha tornado un poco complicada, el maldito calvo no le saca ni pie ni pisá. Ese tipo se cree el dueño de ella. No puede salir a ningún sitio si no es con él. Es cierto que le ha amueblado una casa en Las Caobas, en un solarcito apartado y muy bonito, pero la tiene encerrada, literalmente encerrada. Mi pobre hermanita es una prisionera. Las pocas veces que ha logrado escaparse él la persigue, como si se tratara de una prófuga de la justicia. Él mueve sus contactos en el departamento de robos de la policía y en pocos días la ubica. Ella dice que ya no aguanta más vivir como una fugitiva. ¡Ese desgraciado cuando la agarra la mata a golpes! ¡Quisiera yo que lo mataran de una buena vez, a ese hijo e la gran puta, abusador! ¿Es decir que la reunión nuestra ha sido todo un plan de Johanna? ¡Así es! Aunque le digo, yo estaba más que deseosa de conocerlo. ¿Y eso por qué? ¡No se ponga tenso con lo que voy a hacer...! La terraza estaba oscura y estábamos en una mesa apartada, aparentemente nadie nos veía. Era ese el sitio favorito mío y de Johanna. Ella tomó mi mano para que la acariciara y empezó a recorrerse el rostro con mi mano, suavemente, luego sus redondos y voluptuosos senos, la sentía como una reminiscencia de Johanna. Luego hasta su sexo, y lo sentí voluminoso como el de Johanna cuando estaba excitada. ¡Tócame suave papi, cógeme, soy tuya!

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Y se bajo la blusa dejando sus pechos al desgaire. ¡Ven acá, cógeme y disfrútame, mi vida, hazme gozar, papi! ¡Dame esa cosa, ay, qué grande, papi, por eso mi hermanita anda loca por ti! Estaba suspirando y gimiendo mientras chupaba mi cosa, cuando de pronto me di cuenta de que estaba cayendo en una trampa. ¡Hey, aguarda un momento! ¿Qué te pasa mi vida? ¡Pero si acabamos de conocernos! ¿Cómo es posible que vayamos a cogernos así de rápido! ¡Hehehehehe! ¡Tienes toda la razón, estuve a punto de entramparte! Quería comprobar toda esa Mierda que me dijo Jova de que tú eres un tipo diferente y de que a ti no se te domina por ahí, como a la mayoría de los hombres. Estuviste a punto de caer. Te soy sincera, estoy sorprendida, eres el primero capaz de resistirme cuando ya habíamos llegado hasta este punto. ¡Por poquito me atrapas fuera de base, pero enseguida recordé que eres una actriz! ¿Actriz? ¡No, soy bailarina! ¡Bueno, para eso se necesita tener ciertas dotes de actriz; debes fingir que sientes lo que no sientes! ¡Bueno, tienes razón en cierta forma! ¿Y todo ese teatro que haces es ensayado?

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¡No, Jejejeje, son cosas que se me ocurren en el momento! Y siempre me habían dado resultado, hasta hoy. ¿Y eso era parte del plan de Jova? Bueno, en cierto modo, porque ella estaba segura de que yo no podría seducirte. El trato era que si yo lo lograba entonces, ya eras mío. ¿Y si no lo lograbas? Entonces yo habría cumplido con avivar en ti el recuerdo. ¡En eso no se equivocaron, ustedes son idénticas! ¿Es decir que todavía sientes algo por Jova? ¡Claro, Jova es el amor de mi vida! Pero no puedo aceptarla con esos vicios que tiene de “amar” tanto a los hombres. ¡Diablo, ustedes tienen que estar locos para seguir queriéndose después de tantos arrebatos! ¡Así es la vida! ¿Es cierto que también tú y Neudys se juntaron y que estuvieron a punto de matarse por ella? ¡Bueno, eso no es del todo cierto! Neudys descubrió el doble juego de Johanna y decidió enfrentarla. Pero él la conoce bien y sabía de lo que ella es capaz, así que no creo que en ningún momento fuera a hacerle daño. No te digo que en un momento de rabia y de locura no cometiera una barbaridad, pero lo que Jova le hizo a él conmigo, es justamente lo que Jova le había hecho a Leo con él. 319

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¿Cómo sabes de eso? El mismo Neudys me lo ha contado, casi sin darse cuenta. ¿Es cierto que Neudys se ponía celoso cuando veía a mi macho llevando a Johanna hasta su casa? Bueno, él me dijo que estaba seguro de que el marido tuyo de aquí y Jova se agarraban. Él decía que tú y Jova se parecían demasiado y que por eso era muy seguro que tu marido le llevara interés a Jova. ¿Y tú qué crees? ¡Ven acá, pero ustedes son hermanitas! ¿Por qué me preguntas eso a mí? ¡Es que tú sabes, en estos asuntos una nunca puede estar segura de nada! ¡Así es, en la vida sólo la muerte y los impuestos son seguros! ¡Mira eres un tipo de alto calibre, me gustaría volver a salir contigo alguna vez! ¡Estaré encantado, quizás podamos conocernos mejor y me hagas un strip tease de esos que tú sabes! ¡Claro que sí, cuando quieras y lleves ganas, así te termino donde te dejé! ¡WOW, qué bien! ¡Déjame decirte una cosa que quizás no sepas! ¿Qué?

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Jova te ama, mira que te lo digo, Jova te ama, aun a pesar de todos sus problemas. Te ama hasta por encima de su propia vida. El maldito calvo, celoso, cuando está borracho, dice que va a matar a todos los hombres que han estado con ella. Ella te ha protegido siempre, por eso él no te menciona en ese grupo. Ella dice que prefiere morir antes de que a ti te pase algo.

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Una Mujer Perfecta

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“La muerte está en la mano, así como en la espada” -Yamamoto Musashi-

XXXIII ¡Alóu, buenas! ¡Hola José, soy Johanna! ¡Muchacha, resucitaste! ¡Sí, pero por poco tiempo! José, antes que nada quiero agradecerte por prestar atención a mi llamada e ir a conocer a mi hermana Rosy, ella quedó encantadísima contigo, te lo juro. Sí, ella es muy agradable, la pasamos bien chévere juntos. ¿Es verdad que fueron a Mi Estancia? Sí. Nos tocó la misma mesa donde solíamos sentarnos tú y yo. ¡WOW, qué romántico! ¿Hicieron el amor? ¡No, pero estuvimos cerca! ¡Sí, ella me contó, solo quería saber si me ibas a decir la verdad! Reaccioné a tiempo. Un poquito más y me hubiera perdido en sus encantos. Ella es idéntica a ti. En ese momento pensé que ella eras tú.

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Una Mujer Perfecta

¡Sí, yo tenía la esperanza de que eso sucediera! ¡Eso quiere decir que todavía sientes algo por mí! Es cierto, aunque me niego a admitirlo. ¡Al menos oírte confesarlo me sirve de consuelo! Estoy llevando una vida peor que la de un perro, soy una fugitiva. Sí. Roselyn me ha contado de eso. Ya volviste loco al pobre Wilfredo también. Sí, y caro que lo estoy pagando. Creo que me la están cobrando todas juntas. ¡Bueno! ¡José, necesito tu ayuda! Y perdóname, estoy realmente apurada, mira que es la primera vez que te molesto, estoy desesperada. ¿Para qué te soy bueno? Me le fugué a Wilfredo de la casa. Estoy en Santiago. Pero él ya descubrió que estoy aquí, vino a buscarme. Tengo que irme rápido, pero no tengo un chele, si puedes, mándame algo de dinero. ¿Cómo cuánto? No sabría decirte; algo para el pasaje y la comida de hoy. ¿Un pasaje para dónde? Para Santo Domingo. O.k, te mandaré $700.00 ¿Está bien con eso? Sí, bastante bien, gracias. ¡Qué bueno, porque no me alcanza para más!

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¡Ay José, tú siempre tan gracioso, si supieras la falta que me haces! ¿Cómo te envió el dinero? Mándamelo por Hemisferio, es más barato. ¿En cuanto tiempo lo harás? Unos 20 minutos, más o menos. ¡Gracias, mi amor! No te tardes, que una amiga mía del parador me llamó y me dijo que él anda preguntando por mí. Tengo que salir rápido de aquí. O.k, entonces adiós. ¡Adiós mi vida!

§ ¡Alóu, buenas! ¡Alóu! ¿Quién me habla? José Rodríguez. ¡Ah, hola José, soy Wilfredo! ¿Cómo estás? Estoy sobreviviendo a duras penas. ¿Y tú? ¡Yo estoy vuelto una Mierda José, esta carajita me tiene loco! ¿Quién, Jova? ¡Y quién más va a ser! ¡Ven acá! ¿Por qué me llamas y me preguntas que quién habla?

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Una Mujer Perfecta

¡Ah, es que quise saber a quién había llamado Jova y le di a remarcado y saliste tú! ¿Está ella contigo? No, yo no la he vuelto a ver desde aquella vez que andábamos los tres juntos. ¡Ah sí, desde cuando nos sacaste los pies! ¡Claro, Jejejeje, mientras yo me esté acordando de esa vaina, no vuelvo a salir con ustedes! ¡Diablo, qué mal agradecido tú eres! ¿Ya se te olvidó que te diste a la amiguita, gracias a mí? ¡Bueno, eso te lo agradezco, pero el que quieras matarme de sueño, de cansancio, de alcohol y de choques, eso sí que no! ¡Tú eres un blandengue! ¡Bueno, soy flojo en algunas cositas, pero duro en muchas otras! José ¿Hablaste mucho con Jova cuando te llamó? Sí, hablamos como por dos horas ¿Y qué te dijo? Me dijo que se iba, que no aguantaba más el encierro. ¿Te dijo para dónde se iba? No, no me dijo. ¡Mira José, voy a preguntarte algo y quiero que seas sincero conmigo! Dime... ¿Tú y Jova tuvieron algo? 326

José A. Rodríguez N.

¡Coño, ahí vuelves tú con esa vaina! ¿Es para eso que me llamas? ¡No José, no quiero que te ofendas, no me cuelgues por favor! Es que en estos días Jova tuvo una discusión muy acalorada con su hermana Karla y yo estaba presente. Cuando Karla se puso furiosa, me miró y le dijo: ¿Por qué no le dices a Wilfredo que tú y José eran amantes? ¡Porque eres una jabladora y una sucia, por eso! ¡Ah, entonces me estás averiguar chismes de mujeres!

llamando

para

¡No José, coño, hazme el favor! ¡Discúlpame Wilfredo, es que tengo una vida muy atareada y con muchos problemas, yo no puedo andar ocupándome con los problemas sentimentales tuyo y de Johanna, suficiente tengo yo con los míos y de mi esposa! ¡Coño, pero espérate, no vayas a colgar! ¡O.k, dime! ¡Mira José, tú eres un tipo muy inteligente, y puede ser que me estés engañando, pero a mi no me importa esa vaina! ¡Hay muchas cosas que tú ignoras de Jova! Ese libro que nunca acabas de escribir acerca de la vida de ella, estoy seguro de que ni se acerca a la verdad. Jova es un demonio, José. Tú ni te imaginas. Yo sí puedo hablarte de ella, porque yo la he vivido y la he sufrido. ¿Estás ahí? ¡Sí, te estoy escuchando! Mira, el tal Fedro y el tal Neudys, son unas pobres víctimas de las maquinaciones de ella. En 327

Una Mujer Perfecta

estos días vi al pobre Neudys borracho, como un perro, llorando amargado en la casa de Roselyn, pidiéndole que le buscara a Jova. Él no sabía nada de mi, y yo estaba ahí, escuchándolo todo, y todos me miraban asustados porque creían que yo le iba a dar un tiro al pobre tipo. La familia entera de Jova me tiene odio, porque ellos piensan que soy un desgraciado. ¡Todos son unos malditos! ¡Ellos saben a lo que se ha dedicado esa diabla y ninguno le da un consejo que sirva! ¡Es por ser tan desgraciada y tan demonia que la mantengo encerrada, así no sigue haciendo daño! ¡A esa maldita hay que mantenerla aislada, esa tipa es como la Cocaína, tú prefieres morirte en vez de dejarla! ¿Has probado la Cocaína? ¡Dios me libre! ¿Entonces cómo sabes de sus efectos? ¡No ombe, eso es lo que me han dicho algunos adictos! Yo sé que por más que me digan y me juren que ustedes tuvieron algo, eso es mentira. Yo estoy consciente de lo que te digo: Iván, Leans, Fedro, Armando, Leo, Neudys, Yo... Todos andamos locos, pero locos de verdad. No es posible que tú hayas probado ese veneno y andes por ahí vivito y coleando. Bueno, pero si tú me estás diciendo todo esto, entonces no estás tan loco. Lo mejor sería que te alejes de esa arpía. ¡Qué no estoy tan loco! ¡Yo estoy que no puedo ni comer, ni dormir cuando se me mete el vicio de esa maldita mujer! ¡Te juro que es una vaina demoníaca, yo le tengo pena a todos los que han caído en sus garras! ¡Si tú estuviste con 328

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ella y te zafaste, eres un asesino si no nos dices cómo hacerlo! ¡Bueno, yo te estoy oyendo, pero me resisto a creer una vaina como esa! ¡Pues créalo mi hermano, que se lo estoy jurando con mi sangre! ¡Yo le he dado todo a esa maldita: Le compré una casa con todo lo necesario, la llevé a la mejor de mis tiendas y le regalé unos muebles de mi propio diseño exclusivo, unos muebles, que los vendo como por quinientos mil pesos, contraté a una decoradora de interiores y la puse a sus órdenes para que ella tuviera una casa como ella la quisiera, hasta una piscinita le hice en el jardín, y la muy hija e la gran puta a cada rato se escapa y se va! ¡Coño, pero tú eres el hombre, el que suelta el billete, date importancia y déjala! ¡Yo lo que soy es una pura Mierda! ¡Yo estoy loco, loco, lo que quiero es matarla y matarme! ¡Yo no sé qué diablo es lo que esa mujer le echa a los hombres! ¡Todos queremos matarla y a todos nos tiene dominados! ¡Bueno, es serio el asunto! Mira José, hay una vaina que yo no te he dicho... ¿Qué? Yo no sé qué es lo que hay entre tú y Jova... ¡Otra vez con esa misma vaina! ¡No José, no me cuelgues, es muy importante lo que tengo que decirte! ¡Entonces, dime! 329

Una Mujer Perfecta

¡O.k, tá claro que tú no tienes y no quieres tener nada con ella! Eso a mí me consta. Pero ella es débil contigo. ¿Por qué dices eso? Mira, la única forma en que yo lograba que ella no se me fuera, era amenazando con matarla o si la encontraba con otro, matarla a ella y a toa la familia. ¡Hey, no digas esa vaina, que el diablo tienta! ¡Sí, los mato a todos, aunque después me pegue un tiro, pero primero me doy ese gustazo! ¡Esos azarosos! Pues, como te iba diciendo, ya ni a eso le para, a cada rato se me escapa y no me explico cómo, no tiene llave de los candados y sale dejándolos cerrados. ¡Pero eso es muy fácil! Ella llama por teléfono a un cerrajero y él viene, abre los candados y le hace una copia de las llaves. ¡Diablo, no había pensado en eso! Bueno, lo que te quiero decir es, que a lo único que ella le para es cuando te menciono... ¡¿Cuando me mencionas?...! ¡No te asustes, eso lo hago para que no se escape! ¿Haces qué? Le digo que si se va, iré a buscarte y matarte. Que yo sé donde trabajas, que eres una víctima fácil. ¡Diablo, no relajes así conmigo! ¡No ombe, es todo un mediante, yo sé que tú eres un tipo de ná! ¡Pero yo quisiera que tú 330

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vieras como se me arrodilla, se tira en el piso, grita como loca, me ruega, pero con unos lagrimones, que no, que no le haga eso, que la mate a ella mejor, que no, que ella va a hacer todo lo que yo le diga! ¡Diablo Wilfredo, te pasaste de jablador! ¡No José, te digo la verdad y te lo voy a probar! ¡Pruébalo! Mira, cuando yo la conocí, me dijo que se había fijado en mi porque yo me parecía al amor de su vida. Yo le dije que a lo mejor era yo. Me respondió que el amor de su vida era su mejor amigo, y que lo quería tanto, que no se atrevía ni a confesarle que estaba tan enamorada de él, porque ella no sabría que hacer si él no correspondía a ese amor. A mí esa vaina me llegó muy lejos, y quise saber cuáles eran las cualidades tan excepcionales de ese tipo, para hacer que una muchacha tan linda se enamorara de él tan perdidamente. Ella me dijo que nos iba a presentar, en esos días fue cuando la esposa mía nos encontró bebiendo en un colmadón en la avenida Venezuela. En la discusión, yo bajé de la jeepeta y Jova se quedó dentro, cuando vine a darme cuenta de que ella se iba ya había llamado un taxi. La esposa mía sufre del corazón y estaba tan alterada que me dio miedo, así que la monté en la jeepeta y la llevé a casa. Con el ajetreo y con tantos problemas, fue al otro día por la noche cuando vine a echar de menos la pistola. Fui corriendo a la marquesina a ver si todavía estaba en la cajuela. ¡Coño! ¿Dónde está la pistola? Enseguida cogí el celular y llamé a

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Una Mujer Perfecta

Johanna... Jova ¿Cogiste la pistola? ¡Sí, la cogí! ¿Dónde está? La tiene mi amigo José. ¿Pero para qué diablos te la llevaste? ¡Me iba a suicidar! ¿Y por qué?¡Te soy sincera Wilfredo, yo quiero tanto a José que no quiero la vida sin él! ¿Y cómo ha llegado la pistola a manos de él? Él me la quitó cuando la saqué de la cartera. ¿Entonces le dijiste que te ibas a matar por él? No, no tuve el valor de decirle, tuve miedo, le dije que era para matar a Neudys porque él me andaba buscando para matarme. Es por eso que me quitó la pistola, para que no cometiera una locura. Me dijo que así no se resuelven las cosas, que mejor pusiera la querella en la policía. ¡Ese tipo me parece juicioso! ¿Dónde puedo ir a buscar mi pistola? No te preocupes, él trabaja mañana en Santo Domingo. Yo le dije que tú pasarías a buscarla. ¿Esa conversación entre ustedes viernes anterior a conocernos?

fue

el

¡Así es! ¡Ahora ya sabes que esa pistola no era para matar a Neudys, ella se te iba a confesar y si no le correspondías, se iba a pegar un tiro ahí mismo enfrente de ti! (Al escuchar esta nueva invención de Johanna, tuve que respirar profundo, desperezarme y pasarme varias veces la mano izquierda por la nuca) ¡Lo que me cuentas es una historia de telenovelas! ¡Bueno, como sea! Ahora tú entiendes por qué yo te insistía tanto en que ella taba loca por

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ti y casi te secuestré para que te quedaras con nosotros. Todo era parte del plan. ¿Qué plan? El plan que teníamos ella y yo para que te enamoraras de ella. ¿Y tú que ibas a ganar con eso? ¡Sí yo lograba que te enamoraras de ella, ella se me entregaría, seríamos amantes! ¡Diablo Wilfredo! ¿Y tú entraste en esa vaina? ¡Claro; Yo no tenía nada que perder! Pero el asunto resultó mejor de lo que yo esperaba: Te conocí y me di cuenta de que eres un tipo común y corriente, y de que tú no tenías ningún interés en ella, y para colmo, te comiste a la amiguita justo enfrente de sus ojos. Fue cuando se me ocurrió cambiar de plan, claro, sin que ella se diera cuenta. Pero es demasiado astuta la maldita, de una vez empezó a llevársela, por eso las constantes discusiones entre ella y yo, porque ella decía que yo no estaba cumpliendo con el trato. ¡Y mira ahora como he venido a terminar, enamorado como un loco de un maldito cuero, no sé cómo es que hechiza a los hombres! Pero la alegría mía es que ella sufre porque no ha logrado conquistarte. ¡Bueno, eso fue un teatro, una historia que ella se inventó para entramparte y hacer que tú te enamoraras de ella! Esa mujer nunca ha estado enamorada de nadie. ¡José, hazme caso, esa mujer sufre por ti, lo que te digo no es relajo, ella prefiere que la maten antes que renunciar a ti!

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¡Bueno, yo digo como dices tú de la cocaína: ¡Que Dios me libre! ¡Ah, otra cosa...! ¿Qué? ¿Recuerdas lo que te dije acerca del libro, justo cuando nos conocimos? ¿Que querías una copia? No, ya eso no me interesa para nada. Lo que te dije fue que le cambiaras el nombre al libro o no se iba a vender. Ahora te lo repito y con más fuerza, cámbiale el título, y ponle: “El cuerazo más maldito del mundo”. ¡Jejejejeje! ¿Y crees que se venda con ese titulazo? ¡No sé, pero ese título sí hace honor a la verdad! Deja de soñar José... ¿A quién diablos le cabe en la cabeza que en este mundo pueda haber un hombre, y mucho menos, una mujer perfecta?

§ ¡José esta es la última vez que hablo contigo! ¿Ya no me volverás a llamar? ¡No! ¿Wilfredo te va a cortar el teléfono? No, Wilfredo no está aquí. Él viene sólo los fines de semana. Pero no te dije de llamar, te dije que ya no hablaremos otra vez. 334

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¿Es porque me odias? ¡Claro que no José, cómo se te ocurre! ¿Y entonces? ¡Es que estoy cansada! ¡Pues duerme un poco y me llamas cuando te despiertes! ¡No, coño, tú siempre me enredas! ¡No es eso lo que te quiero decir! ¡Bueno, tienes que ser más explícita! ¡Estoy cansada de llevar esta vida, no encuentro alegría en este mundo! Antes, el día era muy corto, había tantas cosas hermosas: La mañana radiante, la música, la playa, los besos, los abrazos, hacer el amor hasta quedar sin fuerzas, luego irnos a nuestro restaurante favorito, caminar por el malecón en el atardecer, escuchar al viejo que cobra veinte pesos por canciones, cantando nuestra canción fuera de tono y muy desafinado, las flores amarillas, el mirarnos a los ojos, el respirar el mar, la anciana que nos vendía rosas y se lamentaba de no haber tenido un hijo, me partía el alma, eras tú, con tus palabras de profeta, tenías una respuesta para todo, yo me aferraba a ti desesperadamente, eras mi ancla, yo miraba con fe más allá de los problemas, más allá de la tormenta, incluso, más allá de la muerte ¿Dónde está tu aguijón, Oh, muerte? ¿Si uno muere puede volver a vivir, José? ¿Dónde está la verdad? ¿Dónde está el amor? Pero yo no sabía que eras tú, fui una imbécil, y lo negaba todo, fui una imbécil para seguir buscando. No encuentro la forma para hacer que me creas, no encuentro la forma de 335

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escapar de mí misma, de esta visión oscura y terrible que me asedia. Todo se hizo oscuro, los árboles se oscurecieron después de tu partida, una nube negra cubrió el cielo, ya no existen la luna y las estrellas, el mar es un vacío interminable, igual a tu recuerdo. Es demasiado grande mi castigo, yo misma asesiné mi última esperanza. Voy a dormir como Alfonsina, ¿Te acuerdas José, cuando me leíste aquel poema? “Bájame la lámpara un poco más, déjame que duerma nodriza en paz, y si llama él no le digas nunca que estoy, dile que Johanna no vuelve, te me vas Johanna con tu soledad, que poemas nuevos fuiste a buscar una luz antigua de viento y de sal, que requiebra el alma y la está llevando hacia allá como en sueños, dormida Johanna vestida de mar” ¿Y mi sucio vestido, cuando me convertiste en la niña loca del puerto, por aquel poema de tu amigo Alejandro? ¡Yo estaba temblando! ¡Ay si Dios me regresara a aquella noche! Hay solo una cosa que ahora no entiendes y quizás sea mi culpa. ¡No sabes que era Yo quien te buscaba, quien inventaba el universo al otro lado del espejo! ¡Era yo buscándote en el mundo porque me habías creado a imagen y semejanza de ti mismo! ¡Hace tiempo que ya no soy Johanna! ¡Aunque siga atrapada en este cuerpo, aunque todos crean reconocerme cuando escuchan mi voz, soy otra, he cambiado, me haz hecho cambiar aunque ya no me creas, y aunque te hayas cansado de todos mis pecados, aunque no me perdones y aunque no quieras darme otra oportunidad! ¡Mientras viva voy a pensar en ti, tú serás mi último recuerdo! ¡Adiós, te amo! 336

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§ Payén sobrevivió milagrosamente. Tres impactos de bala: Uno le perforó el estómago, otro el abdomen y el último, por suerte, fue amortiguado por la gruesa hebilla de su correa de guardia. Payén me ha contado como sucedieron las cosas esa madrugada del día 4 de marzo del 2001: El día anterior Wilfredo había estado bebiendo todo el día, desde la mañana. Había venido con un amigo. “Se le cogió conque fuéramos a comer mariscos para Azua. ¿Para Azua, y a buscar la madre de quién diablos? –le dije–. Decidimos ir hasta sombrero y los cinco cenamos en la fonda de (no recuerdo quien) El amigo de Wilfredo se estaba durmiendo en la silla, del jumo tan grande que tenía. Cuando terminamos de cenar, reposamos un rato. Wilfredo trataba de alegrar a Jova pero ella no decía una palabra. Subimos a la jeepeta, Jova se montó delante, como siempre, el amigo se montó atrás conmigo y con mi esposa Ivelisse. Cuando llegamos a mi casa en Arroyo Hondo eran cerca de las 2:00 de la madrugada. El amigo se había quedado dormido en la jeepeta. Ive sacó la llave y abrió, yo entré, me quité la pistola y la enganché, me quité la camisa y me quedé en franela, me puse los pantaloncitos cortos de dormir, tuve que ponerme la correa, gracias a Dios, porque se me caían los shorts y no encontraba las malditas chancletas ¡Nunca me las dejan donde las pongo! Ive se había puesto su bata de dormir y ambos fuimos y nos sentamos en el comedor, donde ya estaban Jova y Wilfredo con el eterno: ¡Jova camina pa tu casa! ¡Yo no voy pa ningún 337

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lao! La insistencia de Wilfredo era larga y tendía, como siempre. Ive puso la cara dura como quien dice: ¡Vamos a ver si se alargan y nos dejan dormir! Yo miraba mi reloj y bostezaba hondamente, luego puse las manos encima de la mesa y recosté la cabeza. Ive estaba frente a mí, del otro lado, Jova estaba a mi derecha y Wilfredo más allá, en aquella cabecera de la mesa. ¡Jova coño, que camines pa tu casa! Ya solo esperábamos las serias amenazas, como siempre, para que Jova tuviera que pararse y allantarlo, como siempre ¡Jova o caminas o te mato! Entonces Jova, como siempre, le diría algunas palabras de cariño: ¡¿Cómo vas a matar al amor de tu vida?! Y luego se irían, como siempre. ¡No entiendo qué diablos le pasó por la mente a Jova aquella noche! Wilfredo la amenazó como tres veces, él mismo estaba sorprendido de que ella ni lo miraba... ¡Jova coño, no te juegues conmigo que tú no me conoces! ¡Jova e que tú no me oyes, requete coñazo! Jova volteó y se paró a mirar por la ventana. ¡Jova te voy a matar! Era la cuarta vez que lo decía. Se levantó rápidamente de la silla, sacó la pistola y fue y le dio un fuerte jalón por los cabellos, ella seguía mirando por la ventana hacia la noche oscura, este chin era nuevo, Ive y yo nos pusimos de pie muy asustados, pasó un momentito de silencio y fue cuando sobó bruscamente la pistola, quedamos petrificados, otros cinco segundos de silencio y le puso el cañón a la mitad del pecho, ella seguía mirando por la ventana abierta, luego de tres segundos le 338

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hizo dos disparos, ella se desplomó pesadamente, quise reaccionar, instintivamente miré hacia la habitación donde estaba mi arma, pero ya era muy tarde, me hizo tres disparos, mis piernas no pudieron sostenerme y caí boca arriba, mi esposa cayó con ataques de nervios pensé que vendría a rematarme, Pero fue a donde mi esposa había caído y le hizo dos disparos justo a mitad del pecho. Todo me daba vueltas, estaba a punto de perder el conocimiento, me miraba a los ojos y noté como si estuviera sonriendo, luego fue a donde Jova, puso los dedos en la yugular para asegurarse de que estuviera muerta, me parece que le hizo una caricia. Se fue poniendo lentamente de pie, sin dejar de mirarla, colocó el cañón de la pistola sobre su sien, y sin vacilación haló el gatillo”.

José A. Rodríguez N. (BANÍ, PROVINCIA PERAVIA, 2002)

§

Los poemas del diario: ¡Johanna mía! 339

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I La próxima vez, Johanna mía Temprano haremos el amor Para luego irnos a dormir Y levantarnos de madrugada Con renovadas ansias De estar juntos Así compartiremos aquel amanecer Caminando abrazados por la playa, Yo no anhelo más que estar contigo Y que jamás se muera Esa hermosa costumbre De regalarnos florecillas. II ¡Qué triste es nuestro amor! ¿Verdad, Johanna? Nuestro amor es una lágrima, Un solitario farol Bajo la lluvia, Uno de esos caminitos estrechos Perdiéndose lejano en la montaña. Triste es nuestro amor Como esta mano que te escribe Por no poder tocarte cuando quiera

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Nuestro amor es un mar Cada vez más oscuro ¡Ay amor! ¿Qué vamos a hacer Con nuestro amor? III Johanna, quiero que algún atardecer Nos sentemos frente al mar Como dos noviecitos a abrazarnos Para que se ahoguen Nuestros amorosos corazones En la brisa, Que nos embriaguemos Del ruido de las olas Comiéndonos a besos Y que luego suceda Lo que es inevitable. IV ¡Tú sabes que naciste para mí, Johanna! ¡Ya basta de buscarme en otros hombres! Solo mi paladar Sabe de la miel

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Que guardas en tu sexo. Estás tan dentro de mi corazón Que tengo miedo. ¿Sabes que este amor Que nos deja vivir Puede ser capaz de destruirnos? V Johanna, deja de ser ya la endurecida Ahora eres mi amor, La dulce, ceñida de inocencia La pura, la intocada. Es el himen no rasgado Del verdadero amor El que te cubre, Y es solo mi falo-luz El que ha de poseerte ¡Nuestras bodas serán sobre las nubes! VI Johanna, si alguna vez Tenemos que alejarnos Quiero verte llorar

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Al abrazarme, Quiero beber la sal De tu tristeza, Quiero mirar tus ojos Y saber Por lo que se ha de suicidar Mi corazón. VII Johanna, tú has sabido saciarme Ya no existen en mí Las ansias de otro cuerpo, Ninguna perfección como la tuya. Las flechas que traspasan mi corazón Son tus gemidos. Estar lejos de ti es algo que me duele. VIII ¡Ay, Johanna, Princesita nocturna! ¿Qué me has hecho? Yo era un sonámbulo feliz Que se extasiaba Al contemplar una gaviota

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Suspendida en la brisa. Has abierto un desierto En mi garganta, Mi sed de ti es insaciable, Tus ojos son dos soles, Quiero devorar Cada uno de los gajos De tu cuerpo. IX Si llueve, Me quedaré a llorar Por mi Johanna Así nadie sabrá Que estoy llorando, Eso no es permitido Entre los hombres, Somos demasiado Categóricos Para estar pensando En que las olas... Si llueve, Lloraré por nuestro amor, Te lo prometo.

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X No sé cómo pudo Johanna Enseñarme a contemplar mi figura En el espejo, Como si hubiera algo de mí Que debiera contemplarse, No sé cómo ha despertado Con su piel Las yemas de mis dedos, Tocar su cuerpo es un ritual sagrado, Si ella se marcha No sé cómo podrá mi corazón... XI Johanna, beso las gemas ambarinas de tus ojos, Con el reverso de mis dedos Recorro cada línea de tu rostro, Estrecho tu carita Entre mis manos, Me entrego a contemplarte, Te abrazo fuertemente Sintiendo el frenesí 345

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Que corre por mi cuerpo, Pero no puedo confiar en mis sentidos, Tengo que poseerte Para saberte cierta. Luego sigo despierto Como un zombi. ¡Sabes que por ti me vuelvo loco! XII Nadie, mi Johanna, Ninguno de esos hombres Te ha tocado, Fueron engañados por la fuerza De huracán De tu silueta, Quizás creyeron verte, difusamente, En sus oscuros sueños, En sus soledades y egoísmo, Yo, con mi asquerosa bondad, Quise hacerles notar La infinita bondad Que significas, Para tocarte, Mi profunda ternura

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Es mi secreto, ¿Los otros...? ¡Pobres seres, Sin ojos Y sin manos!

XIII Johanna, la mujer más hermosa, La que reconstruyó mi paraíso, La tierna y amorosa Con los niños, La que colecciona memorias Guardando florecillas, Es un manantial De ternura inagotable. Soy... Eternamente suyo. XIV Si Johanna ha de venir, Late mi corazón apresurado, Una alegría secreta Desborda los manantiales

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De mi sangre, Siento Que se aflojan Mis rodillas. Si se tarda, Cada minuto Es un cuchillo En mi garganta. Cuando llega No me queda más remedio Que abrazarla. XV Johanna, No hay nada mejor Que estar contigo, Me arrancas el corazón Cuando te marchas. Yo no pretendo ser Como los otros No me arrojo a tus pies A suplicarte, Te dejo en libertad Para que sepas

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Que en ningún otro Corazón Está tu casa. XVI Me prometí no amar A una mujer Pero Johanna es un segur En mi garganta. Sabe uno Que todo es imposible No germina la flor Bajo la nieve. Hay algo en su ser De prístina inocencia, No sabe que soy yo Quien la ha creado A imagen y semejanza De mí mismo. Cuando le hago el amor Se cree dormida Dentro Del misterio irremediable Del espejo,

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Reflejo de su propio laberinto. Yo fui siempre rebelde Y me entregué a soñarla así, Desnuda Hasta la médula sideral De todos los augurios, Fui borrando las manos De los otros, Fui borrando Sus nombres, Sus memorias, Hasta sólo quedar Yo, El íncubo Que devora su sexo. Quedé como un estigma En el fuego maldito De sus ojos. José A. Rodríguez N. (SANTO DOMINGO, R.D. 30/5/2000)

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Del Diario de Johanna: ¡Un diario, jajá jajá, me ha regalado un diario! ¡Ay Dios mío, que ingenuo es este tipo! ¿Pretenderá él que yo escriba mis cosas en un diario para que él pueda leerlas? A toda persona que escribe un diario deberían leerle sus derechos: “Tiene derecho a permanecer callado, todo lo que diga puede ser usado en su contra” - ¡Diablo Jova, que burlona tú eres!

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¡Mira Neudys, de entre todos los imbéciles que me han tocado, éste es el campeón, jijijiji! Éste está buscando amor. A éste no sólo le sacaremos dinero, le sacaremos hasta el alma. ¡Diablo Jova, tú no tienes compasión! La compasión es para los mediocres. De mí nadie tuvo compasión y no me he muerto. Apréndete esto: “No te entregues a los sentimientos, si no quieres fracasar; de los sentimientos nacen la compasión y los sentimentalismos y toda esa mierda que debilita tu carácter. ¡Coño Jova, Yo no puedo ser como tú! ¡Claro que puedes! ¿No viste el teatro que le hicimos a este tipo? ¡Diablo sí, se lo ha creído por completo! ¿Sabes que hasta me regaló $500.00 porque estoy sin trabajo y me voy a enganchar a la policía? ¡Te digo que es el campeón de los estúpidos! ¡Es tan bobito! Es 352

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inocente, como un niño: Me cuenta sus cosas, me muestra su diario ¡Te imaginas, un hombre que escribe un diario! A éste tendré que enseñarle a ser hombre, tendré que adoptarlo. Creo que cuando termine con él hasta me lo va a agradecer. Ahora, es como te digo, presta mucha atención y aprende de mí, esta vaina siempre da resultado. Lo que yo hago con los hombres tú lo puedes hacer con las mujeres, así las ganancias serán doble.

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Una Mujer Perfecta

Páginas del Diario de Johanna: O.k., todo está bajo control, bueno, casi todo. 1).- Armando ¿Qué será de la vida de Armando? Lo llamaré mañana. 2).- Iván me llamó desde Puerto Rico y me mandó Algunos dólares. 3).- Leans me invitó para Santiago este fin de semana. 4).- Fedro no llamó ayer, pero mandó el cheque de este mes. 354

José A. Rodríguez N.

5).- ¿Leo? Fuera X Drogas = Peligroso. 6).- ¿Neudys? Me protege de Leo. Además lo necesito para aprovechar el complejo de identidad que hay entre los hombres; pero debo darle un escarmiento, creo que se está volviendo a enamorar de mí, el muy estúpido. Así no me sirve. 7).- José, el nuevo: No está encajando bien dentro lo establecido ¡Me votó! ¡Coño! O.k., Jova, repásalo fríamente: Él lee y escribe libritos de poema = Romántico ¿Romance para los hombres? = Sexo. • Sexo. Es ajedrecista = Piensa mucho = peligroso (Muy peligroso) Ajedrecista = Que juega ajedrez. Ajedrez = Jueguito complicado que apasiona muchísimo a los hombres y casi nada a las mujeres. 355

Una Mujer Perfecta

Dicen que la gente que juega ajedrez es muy inteligente, se creen inteligentes, quieren demostrar que son inteligentes. He notado que hacen gestos y se comportan de manera rara (Tienen manías ¿Lo hacen a propósito?) quizás para lucir excéntricos. • El ajedrez tiene demasiados libros = ocupa demasiado tiempo. •

Bien, José: Sexo = Romance. Poesía = Romance. • Ajedrez = Inteligente, libros, piensa, peligroso. • Guitarra = Alegría = Romántico = Poesía. • Niños = Ama y habla mucho de sus niños, de todos los niños = ¿Amoroso? = ¿Tierno? • Sexo = Pasión = Apasionado. • •

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José A. Rodríguez N.

José = Apasionado, amoroso, tierno, inteligente. ¿Amoroso? ¡Algo no concuerda en este cuadro! ¡Piensa Johanna, piensa! 1).- ¿Le diste pasión? Sí, está loco por llevarte a la cama. 2).- ¿Le diste ajedrez? Sí, muchos problemas para que los resolviera, tú eras el premio. Todo iba bien ¿Por qué me votó? ¿Otra mujer? No. El estaba muy triste cuando me despidió. ¿Le puse demasiados problemas? No. Estuve con él en el hotel y me dejó ir sabiendo que lo iba a dejar plantado. ¿Por qué me dejó ir? ¡No insistió! ¡No concuerda! Entonces, lógicamente = Quiere sexo pero no es lo más importante para él. ¿Qué diablos quiere? ¿Amor? ¡Sí, está buscando amor! 1)

Amor.

O.K., Busca amor. 357

Una Mujer Perfecta

Amor + Ternura + Pasión + Inteligencia. ¿Por qué me dejó ir? ¿Por qué no insistió? O.K., quiere amor espontáneo. No quiere forzar la patineta. ¡Sí, me está dejando decidir! = No es egoísta = No es posesivo. Me deja ir y me aconseja por mi bien = No es rencoroso. ¿Por mi bien? ¡Se sacrifica por mí! No cabe dudas, el mecanismo de éste es diferente. ¿Una personalidad de amor, ternura, entrega, sacrificio? ¡Ten cuidado Johanna, no te fíes! ¡Recuerda que el amor es una trampa, tú lo sabes mejor que nadie! 358

José A. Rodríguez N.

¡Debes ir con cuidado, este tipo te puede resultar extremadamente peligroso! Johanna M.D.

Fin

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Una Mujer Perfecta

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