Un comentario sobre el vidrio. El vidrio según Poe, el vidrio para la modernidad. En su “Philosophy of Furniture”, Edgar Allan Poe comienza declarando “En la decoración de interiores, si no en la arquitectura externa de sus residencias, los ingleses son supremos”. Poe compara el estilo de decoración estadounidense con el gusto inglés y explica como las diferencias se basan en la falta de nobleza de los norteamericanos: la exhibición del dinero resulta siendo el único medio de distinción aristocrática. El resplandor y el brillo, dice Poe, son los principales errores en la filosofía de la decoración del hogar estadounidense, y añade como los norteamericanos están (más bien estaban, dado que se trata de una publicación de más de 150 años), enamorados del vidrio, entre otras cosas como la iluminación por gas. El ensayo de Poe invita a reflexionar: Con una brillante teoría del cuento corto, cuya modernidad queda fuera de duda, ¿pudo Poe haberse equivocado en su gusto sobre decoración de interiores? Imposible, pues en materia de gustos, “error” no es una categoría sobre la cual se puedan emitir juicios, sino solo expresar meras opiniones. No debemos olvidar que la habitación ideal de Poe no puede ser separada de sus escritos. La decoración que Poe propone está pensada para provocar el mismo efecto que tan brillantemente produce en sus cuentos, y esa ha de ser la única razón de su desprecio hacia el vidrio. Para los que adoran a Poe y les gusta el vidrio, no deben aquejarse por estar cayendo en una contradicción. En primer lugar debemos aclarar que la “Filosofía del Mobiliario” de Poe debe ser leída como una filosofía de su escritura: el vidrio y los espejos son vistos como meros reflectores, objetos que aluden al realismo o la mimesis en literatura. La lámpara, por el contrario, es asociada a otro tipo de literatura, la Romántica. La lámpara emite una luz que está cubierta por sombras –por zonas oscuras- y jamás ilumina completamente, la ambigüedad es una de las consecuencias. En segundo lugar, la habitación ideal de Poe está diseñada para conducirnos hacia otra realidad en la cual la fantasía y lo fantástico –así cómo lo gótico, para ser exactos- es posible. Parecería que lo que a Poe le molesta, mas que el vidrio, es la proliferación de la literatura realista que finalmente reinaría sobre el efecto de la lámpara (incluso hasta nuestro días donde el gusto de la mayoría va desde la literatura realista y bastante tradicional -cuyos límites ya son ampliamente conocidos-, hasta el otro extremo, con el regreso de las sagas de literatura maravillosa) y, siguiendo su juego, esto puede ser asimismo traducido en la decoración de interiores. El vidrio se ha convertido en EL material predilecto en diseño (desde una mesa de centro, o una mesa de comedor, hasta un escritorio PC, un mesa TV o incluso en una biblioteca porta CD, y también en arquitectura, como por ejemplo la estación de trenes en Alemania. ¿Qué nos dice esto de nosotros mismos? ¿A qué se debe nuestra inclinación hacia el vidrio? ¿Por qué el vidrio se ha convertido en un must-have para cualquier living que desee expresar un estilo moderno y denotar cierto status? Transparencia y claridad; reflejar la luz en vez de retenerla. El hombre moderno emplea la gran parte de su tiempo en espacios cerrados, “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. El caos de la ciudad y la fragmentación del ser reclaman cierta clase de unidad que éste ha de buscar, desde luego, en su propio hogar.
El hombre que vive en la gran ciudad, donde el espacio es racionado, necesita crear la ilusión de espacialidad y de luz. Los espejos no solo son útiles para reflejar una imagen pero también para multiplicar la luz. Pueden iluminar y duplicar los espacios, haciéndolos lucir más amplios y más iluminados. Aglomeraciones de edificios, autos, personas, objetos, publicidad, imágenes que bombardean nuestros sentidos; ¿dónde encontrar la simplicidad, la “unidad perdida”? En la casa, nuestro moderno y privado Edén, hemos de decir. El vidrio resulta hoy, para nosotros, una necesidad; crea una ilusión y le brinda al hombre moderno la luz y el espacio, además de cierta sensación de libertad, que tanto anhela.