Marcelo Valverde
1. Hola, yo soy Marcelo. Un chico como tú, que tuvo alegrías, tristezas, penas, logros y derrotas. La única diferencia entre tú y yo es que en los 18 años que tengo pude conocer lo bueno y lo malo de la vida. Todo comenzó cuando era un niño, que solo se preocupaba por jugar y pasar el rato. Mientras fui creciendo mis aficiones fueron cambiando y empecé a jugar fútbol en las calles y canchas de mi Tanto era mi gusto por el fútbol que de niño mi único sueño era ser futbolista. Por lo que mis viejos me metieron a que jugara fútbol en una academia. Eran las canteras del Sport Boys, el equipo del Callao. Fui a esa academia porque yo vivía en el Callao, muy cerca a donde se entrenaba.
2.
a pocoun empecé sentir cierto Sport Boys; además, toda es mi fútbol”. familia por parte SinPoco embargo, día mi aviejo me dijo: aprecio “Vamoshacia para el que veas lo que realmente Nunca de mi ese vieja era hincha esteen equipo; la era mayoría mis amigos delalcolegio la gente de mi olvidaré día. Ese día vi de lo que realidad amor.de Cuando llegamos estadioy vimos un mar de barrio. personas parecía una procesión de las tantas que hay en esta ciudad, pero a diferencia de una procesión estas personas no estaban tristes sino que cantaban de felicidad. Su adoración no era a un Dios ni a un santo; era hacia una letra, esa letra era la (U). Estas personas eran los llamados trincheros. El nombre viene de la barra a la que pertenecen, lo que quería decir que por primera vez en mi vida me crucé con la barra brava a la que llamaban trinchera norte. Dentro del estadio, el canto era aún más alto como si nunca más en sus vidas fueran a cantar. Mi viejo no cantaba pero se sentía feliz de estar allí. De pronto, como si a todos les hubiera pasado la mejor cosa de su vida empiezan a gritar y saltar, había salido un equipo de crema. Un equipo que no conocía, era Universitario.
3. Me acuerdo que ese día las personas corearon una canción clásica de este equipo. Una canción criolla conocida que era: “Un capo entre los capos… seguro es la (U) ♪” Los que vestían esta camiseta eran realmente buenos jugadores, tenían picardía, garra y jugaban como se debe jugar al fútbol; como si fuera el último partido que iban a jugar, como si fuera el partido por el cual recibirían alguna copa o ganarían algún campeonato.
Estos jugadores dejaban la vida en la cancha. Uno de ellos destacaba por su garra, un jugador que parecía un hincha, de esos que cantaban, su juego era tan apasionado que la gente lo alentaba 4. más a él que a los otros jugadores. Era el líder de aquel equipo de guerreros. Mis conocimientos acerca del fútbol, en esos tiempos, eran muy limitados por lo que no sabía quién Mi viejo con ese queese lo invadía entramos con a verdos el partido mesus dijo:delanteros “¿Ese?... El el era el Puma. Al júbilo final de partidodesde ganó que Universitario goles de y es una más grandeactuación de estos del tiempos… espléndida Puma. es el Puma” Cuando salimos del estadio, en las calles la alegría seguía como si este equipo hubiera ganado alguna copa y las personas que cantaban dentro del estadio seguían cantando fuera de este. Yo me preguntaba si no les dolía la garganta o estaban cansados de tanto gritar y saltar. Su amor hacia la camiseta de Universitario parecía no tener límites. Mi viejo por su parte también estaba feliz, nunca lo había visto tan feliz. Creo que estaba más feliz que cuando nací. Esa fue la primera vez que vi al equipo de mis amores, al equipo más grande del Perú, allí conocí a la (U).
5. Durante años fui al estadio con mi viejo, siempre íbamos a la tribuna oriente. Una vez le dije para ir a los costados del estadio, a la tribuna norte. En ese momento, me contó lo que significaba ir a esa tribuna. Según su relato, esta tribuna estaba llena de personas de mal vivir: ladrones y drogadictos. Me empezó a contar historias de peleas entre esa barra y otras de los otros equipos del fútbol peruano. Siempre crecí con la curiosidad de saber qué pasaría si iba a esa tribuna, pero nunca pude ir porque mi viejo decía que nos iban a querer robar. Tuve amigos que me contaron lo que era ir a la popular. Según ellos no pasaba nada, a pesar de que si había drogadictos y ladrones, dentro de la misma tribuna no te robaban porque todos eran hinchas del mismo equipo y había una especie de hermandad. Era una familia crema que sufría junta cuando la (U) perdía; y que reía junta cuando la (U) ganaba.
6. Así paso el tiempo y yo me fui haciendo cada vez más hincha de este gran equipo. Tenía pocos amigos hinchas de la (U) por lo que cada vez que iba al estadio era solo con mi viejo. Por el colegio tuve que dejar de entrenar y solo me dediqué a estudiar, pues mis viejos querían que fuera un profesional en alguna rama.
De todas maneras yo jugaba en las calles de mi barrio cuando podía. Fueron años un poco aburridos de los cuales no recuerdo casi nada. Cuando terminé la primaria, me cambiaron de colegio a uno más grande. Al entrar conocí gente nueva, pero no tenía muchos amigos. Solo tenía un pata con quien paraba conversando, mi pata se llamaba Omar.
7. Omar, también hincha de la (U), era una persona realmente graciosa por lo que le caía bien a bastante gente. Gracias a su facilidad para socializar pude conocer más gente y hacer más amigos. Para cuando estábamos en tercero, éramos un grupo de 10 amigos. Todos éramos hinchas de la (U) y cada vez más nos apasionaba el fútbol y sobretodo el gran equipo Universitario.
La mayoría en el salón de clase nos molestaba porque todos eran gente del Sport Boys. Hasta llegaron a formar una barra, si es que se le puede llamar así a esa sarta de babosos. Esta gente se empezó a juntar con la gente de la popular del Boys, más conocida como la Juventud Rosada, por esto a la salida siempre había ladrones, también miembros de la Juventud Rosada, que molestaban a todos para divertirse y robaban. A mis patas y a mí nos jodían hasta el cansancio gritándonos gallinas, soplones, etc. Varias veces habíamos quedado frente a frente preparados para pelear, pero ellos eran más grandes y no éramos grandes adversarios por lo que no empezábamos la
8. Conforme fue pasando el tiempo, nos jodían peor y nosotros decidimos hacerles el pare. Un día salimos y antes que nos empezaran a joder los quisimos agarrar a golpes. No fue la mejor idea que pudimos tener en ese momento, desde el inicio de la pelea nos golpearon y golpearon. Aunque sea se habrán llevado un golpe de nosotros, pero seguro después de esa pelea se habrán burlado tremendamente. Un día yo iba saliendo del cole sin nada que hacer y me crucé como a 5 de ellos. Estaban drogados y se vinieron contra mí. Yo seguí caminando normal y cuando estaba por llegar al paradero para tomar una combi para regresar a mi casa; me agarraron por el hombro y sin decir nada me quisieron golpear y robar mi maleta. Yo me defendí como pude. A uno de ellos le rompí la nariz y los demás se distrajeron por lo que pude sacar la cola e irme a mi casa. Consciente de lo que había hecho, sabía que iba a tener más problemas. En ese momento, pensé que iban a venir a mi barrio o me iban a buscar cuando este en la calle y me iban a querer revolcarme el piso hasta que les
9. Al día siguiente, llegué al colegio y la noticia ya era conocida por todos. Para mis amigos era un “Dios” y para los demás una “mierda”. Ese día recibí amenazas, insultos, etc. Yo me alucinaba misterio por lo que a los que me decían algo se los devolvía. Estaba dispuesto a pelear con cualquiera.
A la salida, el mismo grupo con quien un día antes me había peleado me estaba esperando. Mis patas y yo decidimos pelear sin pensarlo dos veces. Ese día no nos sacaron corriendo, nuestra pelea parecía que no tenía fin. Mis amigos se habían inspirado tanto en la bronca contra ellos cinco que no iban a parar hasta verlos inconscientes o botando espuma por la boca. Tuvieron que venir los vigilantes del cole para que nos soltemos. En ese momento, éramos mucho más respetados por todo el colegio que nadie. Sin embargo, esto no nos sirvió mucho. Al llegar a mi casa, después de estar en la dirección del cole unas dos horas discutiendo acerca del amor al prójimo; ósea
10. vi la pared de la entrada de mi casa y estaba pintada con el nombre de una barra del Boys. Era obvio que eran esos 5 huevones que no sabían otra cosa que querer pegárselas de pendejos. Mi vieja dio el grito al cielo cuando se enteró de mi pelea y peor aún por la pared que pintaron. Según mi vieja todo era mi culpa por ir “molestando” a otros chicos.
Así pasé tercero y cuarto. Peleando con ese grupo de hinchas del Boys. A veces los correteábamos, otras nos correteaban. En quinto, fue donde quizás pasamos de ser los más conocidos del cole a ser los más conocidos del Callao. No porque nos quisieran, sino porque nos odiaban. Un día, la (U) iba a jugar con el Boys, en el mismo Callao y todos decidimos que debíamos ir a alentar.
11. Casi todos fuimos con la camiseta crema. Camino al estadio no nos cruzamos con los 5 que siempre molestaban, nos cruzamos con todo su barrio. Eran como 30 personas, uno más lacra que el otro. No sabíamos que podíamos hacer. Si corríamos, probablemente, nos cruzábamos con toda la Juventud Rosaba, lo cual iba a ser mucho peor. Por hacernos los muy hombres estábamos en esa situación que fácilmente pudo resultar peor de lo Ese fue el peor día de mi vida. Nos patearon, robaron, nos dejaron sin camisetas y tirados en plena avenida Colonial. Acabamos con cortes y golpes por todo el cuerpo. Mi pata Omar fue quien se llevó la peor parte, con una nariz rota. Era el desquite por haberle hecho lo mismo a una de esas mierdas. La policía nos recogió y nos llevó a nuestras casas. Nuestras madres siempre exagerando las cosas nos dijeron que eso nos pasaba por ser casi pandilleros, que ellas no nos habían criado así. Nuestras viejas y su menopausia, que más iban a decir.
12. Arto de tanto golpe, al día siguiente con Omar planeamos formar algo grande, queríamos formar una barra. No éramos muchos pero más gente de la (U) era difícil de encontrar en nuestra zona. Como íbamos a dejarnos robar nuestras camisetas, era vergonzoso dejarnos controlar por el temor que nos querían sembrar los lacras del Boys.
Ese día, a la salida, nos juntamos los diez y otras 6 puntas de otros salones que también eran gente crema. Ese día, con Omar y yo a la cabeza, decidimos que ya estábamos siendo cojudos, no nos podíamos dejar golpear tanto. En ese momento éramos 16, podíamos seguir creciendo. Todavía recuerdo exactamente mis palabras: “Somos 16, esos huevones son ahorita máximo 10. Somos pocos, pero ellos son menos. Ellos son el enemigo ¿cómo nos pueden sacar la mierda? Vamos a reventarlos carajo que sepan quienes somos. Desde hoy día ha nacido una nueva barra”
13. En ese momento, salimos como si fuéramos a una guerra, no pensábamos en nada más que vengarnos y causar más daño del que nos habían hecho. Afuera del cole, nos agarramos entre puñetes, patadas y algunas piedras. Los vigilantes salieron, pero no pudieron contra nosotros. No solo eran los del Boys los enemigos, sino también los vigilantes. Igual estábamos decididos a hacerles el peor daño posible. Ya no éramos los jóvenes tranquilos de un colegio pavo, la cólera fue más fuerte. Las enseñanzas de ese colegio de mierda sobre el prójimo era lo que menos nos importaba. Desde este momento, la barra crema del Callao estaba naciendo. Tanta fue la pelea que tuvieron que llamar a serenazgo. En la comisaría, llamaron a nuestros padres. Recuerdo con pena a mi vieja llorando al verme allí como si fuera un delincuente más.
14. Esos días, el Callao ya salía en los periódicos como una zona escabrosa llena de delincuentes, por lo que sus calles estaban cada vez más peligrosas. En esos momentos, éramos presa fácil de los tombos si nos querían meter a cana. Nuestra barra siguió creciendo; teníamos que ponerle un nombre. Teníamos varias opciones, elegimos la que más amenazadora sonaba. Nuestro nombre desde ese día en adelante fue Empezamos por una bandera, ya que todas las barras tenían una. Reunimos algún dinero y fuimos a comprar una tela, Omar y yo. En el mercado del Callao, cuando a los vendedores les pedíamos tela 15. crema nos veían con cara de pocos amigos. Teníamos que hacernos conocidos, y eso no era solo yendo al estadio cada vez que jugase la (U). Al final, compramos bueno comprar es un decir. Como nadie nos quería vender se jodieron. Uno La mejor manera para hacernos conocidos fue ir al barrio de los huevones que siempre nos tuvo que pagar pato y nos llevamos 6 metros de tela crema de un puesto, de los tantos que habían buscaban bronca. en ese gran mercado popular. Pintamos la bandera con unos graffitis negros que resaltaban la letra (U). Esta vez no bajamos como los estudiantes de un colegio pavo. Esta vez éramos S(U)B(U)RBIO y valla que lo hicimos notar. Pintamos sus casas, rompimos algunas lunas, etc. Nuestra fama después de esta bronca iba a crecer enormemente, pero no sabíamos que en realidad lo que hacíamos por fama era una gran estupidez. Nadie se había acordado que nosotros vivíamos en el Callao y que por todos lados había gente como ellos o que por lo menos sean sus amigos. Desde ese día en adelante a todos nos acechaban a la salida de nuestras casas. Tanto fue nuestro temor que varias veces
16. nos acompañábamos a nuestras casas para andar en grupo y no ser víctimas de los otros. Esto era lo que buscábamos, un poco de adrenalina en nuestras vidas, algo de acción que al final no nos conduciría a nada bueno. Una infinidad de veces en la esquina de donde vivía había gente rosada que me miraban como cuando un león está a punto de cazar a su presa. A pesar de esto, nunca fueron contra mí, tal vez la gente de mi cuadra intercedió por mí ante ellos. Era bueno haber tenido amigos hinchas del Boys que me conocieran desde chamaquito. Una ocasión me aproveché de esta situación y pinté la esquina donde siempre se paraban. Lo que pinte fue simple, una (U) inmensa de color rojo. Un insulto para ellos, para la zona donde vivían y para el vecino una pared más que los pandilleros le pintaban. Total si me querían agarrar me tenían que buscar en el estadio.
17. Por otro lado, mis amigos no la pasaban muy bien en sus barrios, algunos eran insultados y otros no paraban de pelear casi todos los días. Esto sirvió para que todos se vuelvan más violentos y que aprendan a pelear. Ya muchos ni sentían el dolor tanto golpe que les metían.
Otros al ver que sus vidas iban a ser imposibles decidieron retirarse, “nunca falta un cabro”, esa era mi frase.
18. Con la gente nos reuníamos todos los domingos en la mañana antes de ir al estadio. Sabíamos que no podíamos hacer mucho escándalo porque sino los rosados se arrebataban y allí si perdíamos. Sin embargo, siempre salíamos en caminata sin que ellos nos pudieran hacer algo.
Eso me hace recordar la primera vez que salimos rumbo a un partido. Nosotros nos sentíamos malos, fuertes, pendejos no sabíamos a lo que nos exponíamos. No solo las otras barras son los enemigos, sino también los policías o algún soplón que te pudiera ver. Esa vez fuimos caminando hasta una avenida para recién allí tomar un carro que nos lleve. En el camino pasó lo que menos imaginábamos.
19. Otro grupo de hinchas de la (U) nos confundió y nos corretearon por unas cuadras. En ese momento todos nos separamos, éramos unas 20 personas. Omar y yo nos metimos por un barrio que no conocíamos, y cuando pensábamos que ya no nos iban a alcanzar nos metimos por una calle sin salida. En ese momento no sabíamos que hacer, era la puerta de una fábrica ni siquiera eran casas donde pudiéramos tocar con la esperanza que nos ayuden. Entonces como nosotros éramos prácticamente los que controlábamos la barra decidimos hacernos los valientes y salir. Éramos 2 contra el mundo. Cuando los otros se dieron cuenta de nuestras camisetas pararon y a lo lejos gritaron: “¿quiénes son? ¿Ganso te has puesto una camiseta para que no te mate? Ganso es el apodo a los hinchas del Boys por lo que entendimos el porque nos perseguían.
20. Yo no tardé en ir a hablarles y le expliqué a uno de ellos que nosotros somos los que batuteábamos una barra recién formada. Éramos como ellos, íbamos al mismo lugar que ellos. Nos ofrecieron ir con nosotros para que podamos conocer más gente y adéntranos más en el mundo de las barras. Altoque juntamos a toda la gente que estaba esparcida por todos lados y nos fuimos en mancha. Éramos un pueblo, estábamos juntos como 3 barras. Solo nosotros éramos de esa parte del Callao. Los patas que conocimos nos comentaron que para formar parte de la peligrosa barra norte, teníamos que ser bien valientes porque para ser parte de la barra y no solo un espectador común por lo menos debíamos pararle la mecha a las barras enemigas de la zona. Era como cuando un animal marca su territorio, ellos lo hacían de la misma forma.
21. Sabiendo eso, era evidente que nosotros siempre estaríamos en constante peligro porque barras enemigas habían hasta por gusto. A pesar de eso, como algo le faltaba a nuestras vidas decidimos correr ese peligro. Como de todas ya muchos maneras nos odiaban, que nos odiasen unos mas o unos menos no iba a ser gran cosa. Ojala ese día no hubiéramos salido rumbo al estadio, ojala pudiera volver y desahuevar a todos mis patas. Después de ese encuentro, intercambiamos números y direcciones para poder juntarnos e ir juntos a los estadios o pelearnos con alguien que lo busque. Ese día cerramos la tarde con una frase a lo misterio: “Con nosotros quien quiera… contra nosotros quien pueda”
22. De a pocos mis amigos, pasaron de ser tranquilos a ser más rebeldes y violentos que nunca. Omar mi mano derecha también se fue formando así. Las reuniones ya eran con la otra barra crema. Estas reuniones eran un fumadero y nunca faltaba la chela para amenizar la noche. Una vez llegué a probar droga, una fumada al wiro. Desde esa vez no lo volví a probar, yo con mi cigarro era feliz. Sin embargo, mis patas seguían en su vacilón y yo no les podía decir nada porque me podían tildar de maricón. Cantábamos y cantábamos, nos pasábamos hablando lo que era ser un hincha crema y nos contaban todas sus peleas y robos. Según sus historias, ellos fueron en un inicio como nosotros y fueron creciendo de a pocos. Como Omar y yo habíamos formado la barra y animado a la gente, nosotros éramos quienes dábamos la cara e impulsábamos a que toda la gente valla a las reuniones.
23. Seguíamos yendo a los partidos, incluso ya teníamos los polos del cono (U) oeste. En esos tiempos, ya éramos una barra oficial de la popular norte. Mis amigos empeoraban, algunos empezaron a robar. La gente de peso, los corrompían. De los 16 que éramos, se quitaron 3 y otros 10 ya estaban en la marihuana y la plata de los clientes que pasaban por las esquinas. Sus respectivos barrios se volvieron más peligrosos. La modalidad de robo de mis causas era simple, miraban a sus clientes mientras jugaban a las cartas. A sus barrios no cualquiera entraba y si había algún valiente que se atrevía a entrar, salía en una bolsa negra. El Callao cada vez se estaba poniendo peor y toda mi gente estaba absorbiendo esa vaina. Muchos ya nos señalaban como la lacra de la zona, pero que se podía hacer el mundo de las barras
24. Sobrevive el más fuerte, el más pendejo. Cuando todos empezaron a cambiar sus vidas ya estábamos por acabar el cole. Como despedida teníamos que dejar un recuerdo. Que mejor recuerdo que una firma. Unas pintas que nunca creo que olviden sobre todo ese director maricón.
Al siguiente año, ingresé a una universidad pituca, y me di cuenta de una cosa. La venta de droga es la misma en el Callao que en la Molina. Solo que allá tienen más plata y controlan más a los tombos. Todos hablaban y tenían el peor concepto de mi zona. Lo que no saben que bonito es el jardín, aunque espinas tengan las rosas. Todos tildaban al puerto como una zona de bandas de sicarios donde se trafica y se mata, su pensamiento era el peor. A pesar que yo siempre viví en una zona que pica, donde la sangre salpica y la droga se trafica, siempre quise deja bien a
25. mi querido barrio. En la universidad, había gente crema de oriente con los que pude hacer amistad y de vez en cuando nos tomábamos una chela y empecé a fumar algunos wiros.
Justo acababa el primer día de clases y mi hermano Omar me llamó. Tuvo una bronca con los pavos de por su zona y le habían pegado. Era momento de poner el pecho y salir a hacer respetar 26. nuestro nombre. Contactamos a toda la gente y a los de la otra barra. Ese día por la noche fuimos alguno pare mecha. y para que pelear mejor, la gente se arrebató con su polvo blanco. Todos los de la otra barra estaban su fierro por si la cosa se ponía difícil. Cuando agarramos a los pavos, ellos se quedaron fríos, no sabían si correr o pelear. Al ver esta reacción, los rodeamos y preparado, mi hermanoporque Omar los le sacó la estaban mierda al que le por había los de demás Siempre había que estar pavos dirigidos unpegado, presidente cono hicimos lo mismo con los otros pavos que quedaban. y tal vez por allí había Después de eso hubo otras peleas, varias veces terminamos heridos o con golpes un poco graves. Ya todos empezamos a andar con una navaja en el bolsillo. Para algunos robar era su pan de cada día, y muchos fumaban o jalaban diariamente. Todo eso era la barra.
27. Íbamos a todos los partidos, los clásicos eran nuestros preferidos. Las peleas en plenas avenidas principales son las que más recuerdo. Esas peleas donde escuchas balazos y no sabes si alguno te caerá a ti. Esas peleas donde corres hacia adelante si la gente lo hace y huyes si todos huyen. Como una manada de animales, buscábamos matar a los cagones. Los policías en estas peleas solo miraban, ¿qué nos podían hacer 2 patrullas contra dos pueblos Hablando de Alianza, una vez quemamos un barrio cagón de La Perla. Hubo una palta con un pata que vivía por esa zona y como ya la gente estaba malograda y no le interesaba nada, fueron a matar directamente. Llegamos y estaban sentados en su parque, empezamos con algunas piedras y después Omar de la nada empezó a prender los árboles de su parque. Los cagones solo corrieron a sus casas sabían que iban a perder y si ya estábamos quemando su barrio, los siguientes eran ellos.
28. Varias veces pensé en dejar este tipo de vida, una vez en especial por una mujer. En la universidad, conocí a una chica que casi me hace colgar mi polo crema. Ver la sonrisa de esta chica era como ver levantar a la (U) una copa. Verla feliz era como un gol en un clásico. Lamentablemente, en ese momento estaba más enfocado en seguir conduciendo a la gente y paraba yendo a las reuniones para recoger entradas. Un día de la nada empecé a hablar con esta chica. Su nombre era Evelyn, una chica de piel blanca con unas curvas bien formadas. Le comenté sobre mi afición y a diferencia de otras personas en la universidad, ella no me tuvo miedo, sino que siguió conversando conmigo las siguientes clases. Todas las clases, esperaba que se sentara por donde yo estaba para poder verla y tratar de gilearla. Tanto me había concentrado en la (U) en los últimos tiempos que me había olvidado de florear a alguna tipa.
29. Con mis patas de oriente, un día, andábamos caminando por la universidad y de pronto veo a Evelyn. Me distraje por un momento y después fui a seguirla. Nos pusimos a conversar sobre cualquier cosa y le ofrecí invitarla a almorzar. Grande fue mi alegría cuando me atracó. Después de eso tuve tanta rabia…
Fuimos a un salón para que pidiera algo. Yo no sabía lo que me esperaba. Salió un tipo, gordo, alto y con cara de culo. Era su enamorado. Casi todo lo que restó del ciclo no le hablé mucho porque si tenía enamorado por las huevas era tratar de gilearla. Me dediqué plenamente a la (U), tanto pude llegar a querer a mi equipo que no me importaba otra cosa.
30. No me interesaba estudiar, ni mis viejos, ni Evelyn. Sin embargo, un día, cuando ya había terminado el primer ciclo, la invité a salir porque sinceramente me gustaba. No pudo ser mejor esa salida, me agarré a la flaca. El baboso de su enamorado estaba de viaje y en verdad a ella no le importaba el huevón solo estaba porque se había acostumbrado a él. En ese momento, estaba por dejar la batuta a mi causa Omar y yo solo ir de vez en cuando al estadio. Me interesaba mucho esta chica y era de escoger a la (U) o a ella. Como a mi equipo nunca lo iba a dejar le ofrecí ser enamorados, pero yo iba a seguir siendo como siempre. Ella sabía a lo que se exponía, sabía que podía correr peligro si habían mechas con cagones que vivían por su casa de todas maneras no le importó y siguió conmigo.
31. La (U) por esos días no estaba luchando nada, los jugadores eran mediocres y las deudas eran agobiantes para el club por lo que pude faltar a algunos partidos para estar con mi nueva enamorada. En la universidad, me crucé un par de veces con su ex, me miraba con su cara de baboso como queriéndome asustar. Una vez nos agarramos, pero no duró mucho la mecha porque mis patas me Con lo poco que peleamos, el estúpido ese ya no me miraba grueso, hasta me tenía miedo. Tan duro le habré dado ese día que lo asusté de por vida. No me acuerdo que tan fuerte le pegué, en ese momento no pensaba en nada más que dejarlo tirado por habérsela pegado de pendejo. Según me había contado Evelyn, ese huevón antes había sido drogo y andaba en la calle. Por la pelea, ese animal no tenía nada de calle, a lo mucho en toda su vida se habría peleado con su vieja y eso.
32. En la universidad me gané un respeto por parte de todos los demás estudiantes. No era común que alguien sea tan valiente de pelearse dentro del campus, tenía que ser alguien que realmente sea valiente. Ya era conocido por estudiantes, profesores, vigilantes. Todos me tenían trazado, como el pendejo de la universidad. Por una parte eso era bueno, ningún huevón se metía con mi flaca, todos sabían Pero como siempre pasa en toda relación, siempre hay un hijo de su madre que quiere joder. En este caso, hubo una basura, un drogo que nunca olvidaré. Cuando íbamos al estadio, teníamos que pasar por su casa. Infinidad de veces la pintamos, “S(U)B(U)RBIO te está buscando” era la frase que pintábamos para amedrentarlo. Para el partido con los pavos, bajamos hasta el k(U)bil para ir con toda la popular y como éramos tanto no nos podían hacer nada, ese día aproveché para romperle algunas lunas y gritando le recordamos con la enamorada de quien se estaba metiendo.
33. Ir al estadio con Evelyn era un poco complicado. Yo sabía todo lo que pasaba allí adentro por lo que íbamos a los costados de la tribuna. La gente ya pensaba que me estaba retirando y me gritaban arrastrado. Sin embargo, yo nunca los abandoné y hubo partidos que iba solo y los obligaba a cantar cada vez más fuerte como cada partido. Mi amor por la (U) era mucho más grande que el amor que pudiera tener hacia alguna mujer. Cuando peleaba con Evelyn, mi alegría era ir al estadio. Mientras que ella se iba con su amigo el drogo. Tanto tiempo consentí eso, más bien la descuide por ir a alentar y seguir con la manija de la barra, que ya se había tomado como costumbre parar con esa mierda. Durante ese tiempo se fue formando un resentimiento que después iba a florecer.
34. Por casi un año, no solo experimenté el amor hacia la crema, sino también tenía el cariño hacia otra persona. Un cariño que no había sentido antes. Fue lo bueno de la vida que me tocó vivir. Esos días que nunca más volverán. Ojala nunca la hubiera conocido y hubiera seguido como siempre. Hubiera dirigido a la gente, pero sin entrar en drogas y sin experimentar el odio hacia los demás.
Una mujer te puede cagar de por vida, sin darte cuenta te vas aferrando más a tus sentimientos. Ni el amor por la (U) me volvió tan estúpido que el amor por una mujer. Si algún día estas entre escoger entre tu equipo de fútbol y estar con una mujer que te promete felicidad, elige a tu equipo. Tu equipo nunca te va a dejar, tu equipo siempre va a estar contigo, tu equipo te puede poner triste, pero después con una victoria te devolverá esa felicidad que tanto necesitas.
35. Lo bueno fue que nunca dejé de ir a alentar a mi querido Universitario, si en ese momento me alejaba después me iba a quedar totalmente solo. Desde un principio, mi hermano Omar me advirtió sobre el drogo, su mejor amigo. Lamento no haberle hecho caso. Una vez nomás que hubiésemos ido todos y lo hubiera sacado de mi vida para siempre. Nunca olvidaré ese verano, un día de clásico. Un día esperado para bajar como el pueblo crema que éramos. Todos los conos ya estaban preparados, la reunión era en el K(U)bil. El partido en el nacional. Una llamada me dejó frío. Mi enamorada se iba de viaje con su gran amigo el drogo. Más amargo que nunca fui rumbo al terminal de buses para traerme a mi flaca. No la alcancé y se fue. Gran enamorada que me había conseguido. Esa vez lloré como si nunca más la fuera a ver.
36. Llegué tarde al partido, llorando como un niño al que le habían quitado su juguete. Mi hermano Omar me preguntó que había pasado. Le conté la historia y me tiró al suelo y me quiso sacar la mierda. Recuerdo sus palabras: “Desahuevate mierda… te pones así por una cojuda que está que se divierte de lo más lindo mientras tú lloras como un imbécil” Ese partido como nunca me prendí hasta por las puras. Tenía que apagar mi depresión con algo. Allí tomé ese vicio que me cagó durante bastante tiempo. Los días siguientes fueron solo de pena, no comía y en las reuniones me unía a la fumadera. Bajé de 37. peso rápido y cada vez me sentía más débil. En el estadio, buscaba mecha con cualquier hincha con Cada vez que llamé a Evelyn, ella paraba con esa basura. Peleábamos por teléfono, yo le decía que cara de pavo. Les robaba en los baños. El dejar de comer me hizo mal, me dio tuberculosis y estuve no me gustaba compartir a mi enamorada, pero nunca me hizo caso. Los dos de viaje se burlaban internado como 3 días. de mí cada vez que podían, cada vez que llamaba. Mi vieja estuvo a mi costado, esos días internado solo recordaba que por las puras pensé alejarme de A su regreso no la fui a buscar y por su orgullo ella tampoco llamó.
Al día siguiente, después de un arrebato fuimos a buscar al drogo a ese conchasumadre que siempre debimos matar. Estaba decidido a matarlo, me cagó los días y yo iba a cagar los suyos. Entramos a su casa como ladrones, tiramos su puerta y les apuntamos a sus viejos en la cabeza con unos revólveres que la gente se había conseguido. En su cuarto, lo encontré. Estábamos frente a frente. Los dos nos odiábamos a morir. Nuestras miradas eran de fuego.
38. No iba a dejar que me viera la cara de baboso como mi ex enamorada lo había hecho. Cuando ya se estaba viniendo contra mí para pelear, debo admitir que cobardemente le apunté y disparé sin pensarlo. No lo maté, pero inconsciente lo dejé. Si lo hubiera matado no me hubiera arrepentido. Después de eso no volví a saber de él. Dejé la universidad porque no rendía en las clases, era obvio por la tbc que tenía paraba muy cansado y tomaba las pastillas pero como fumaba no mejoraba. Mi vieja no me botó, pero mi popularidad fue creciendo por los barrios aledaños al mío por peleas y algunos disparos. La gente me veía jalar, siempre andaba con una pistola en la cintura nunca sabía cuándo podría aparecer un cagón o un ganso. Durante meses la pasé escondido por temor, solo salía encubierto para poder ir a donde siempre me podían encontrar, en el monumental de la (U).
39. Ese año estábamos luchando el campeonato y logramos un cupo en la copa libertadores. Mi salud por esos días no era de las mejores, de vez en cuando vomitaba sangre, nunca dejé de fumar a pesar de la enfermedad que tenía. Ya no me importaba nada. Terminé en la comisaría incontables veces, nunca me metieron a cana.
Mi vieja lloraba todos los días, su hijo por el cual se había esforzado tanto ahora era un delincuente de los más reconocidos en el bajo mundo. Mi viejo me decía que aunque sea juege fútbol y tal vez me dedicaba a ser futbolista, pero físico era lo que menos tenía. La tuberculosis es una enfermedad que te va matando de a pocos.
40. La (U), ese año, avanzó a paso firme en la libertadores. Fue increíble el triunfo ante San Lorenzo de Argentina. Un penal nos dio los tres puntos. Esa noche, la popular lució como en sus mejores tiempos. Esa era la (U), luciéndose ante los argentinos. Mostró lo que es la garra para mantener ese único gol hasta el final del partido. La garra de la (U), es la garra del Perú. Como siempre lo ha hecho, la (U) me regaló una alegría, me dejó feliz.
Durante ese partido hubo algunos incidentes. Algunas broncas dentro de la barra, lo normal de todos los partidos y por supuesto no faltó la hierba que hacía que la gente aliente más. El olor a basura en la barra cuando juega la (U) es realmente fuerte.
41. Para los cuartos de final, el club regaló más entradas gratis, por lo que fuimos con más gente, los que recién se estaban iniciando. La barra para esos momentos ya era más de 30. El partido de ida en el monumental fue un poco difícil, nosotros alentamos todo lo que pudimos, todo el partido, la obsesión siempre fue alzar esa copa tan querida por lo que no podíamos parar ni un momento. Todos coreábamos: “Dale alegría a mi corazón… la copa libertadores es mi obsesión♪” Ese partido, terminó con un empate, por lo que el partido de vuelta lo teníamos que ganar. La (U) tenía que ganar en el extranjero. Con una definición en penales agónica pudimos clasificar, ya estábamos en semifinales. Ahora nos tocaba un partido durísimo, era con el mismo River Plate de argentina, un equipo de jerarquía y que en esa copa estaba jugando todos los partidos dejando la vida.
42. Como la (U) es tan grande ganó por goleada en Lima y con un empate de 0 a 0 clasificó a la final. Todo el tiempo estuvimos allí acompañando al equipo al más grande sueño que parecía iba a volverse realidad. Los diarios locales alababan a la (U), no era para menos, estábamos avanzando a un paso firme para conseguir el sueño más deseado. Todo el desgaste que sufrí durante los viajes me causaron más problemas con la tuberculosis que
Se venía la final, con San Paulo de Brasil. El primer partido fue regular, en Brasil resultó ser un amistoso empate y se acabaron los 90 minutos. Solo quedaba esperar al partido en el Monumental en Lima.
43. Y pensar que ese día estaba en el estadio, como al inicio escuchaba esa canción: “un capo entre los capos… seguro que es la (U)♪ “ Quien iba a pensar que podríamos estar presentes en este partido. Nunca pensamos que íbamos a ser tan grandes. Es cierto, entre drogadictos y ladrones. En ese momento, todos estábamos unidos en nuestra querida tribuna norte. Alentando a la (U) en un partido tan importante. La gente está impaciente, la mitad del Perú más uno deseaba un triunfo ese día. Desde el corazón de la popular, el Callao estaba cantando sin cesar. Parecía que todo se definiría en penales, tenía más nervios que nunca, más que cuando iba a pelear con alguien. Seguíamos cantando con todas nuestras fuerzas como si fuera el primer minuto. Estábamos demostrando al Perú y a nuestros rivales que esta hinchada tiene más corazón que nadie.
44. Poco a poco, me empecé a sentir mal. La (U) tenía el partido más importante de su historia futbolística, yo me enfrentaba al último partido de la mía. La tuberculosis había avanzado de una manera muy rápida. Sólo pedía poder ver hasta el final ese partido y ver a mi querida camiseta crema en lo más alto de toda Sudamérica. Esos jugadores no eran como los de antes, parecía que les falta el amor propio, no ponían la garra Sólo tocaban y tocaban la pelota, porque no se atrevían a llegar más adelante. Deberían saber que a pesar de que el otro tenga más talento, ellos eran unos jugadores cremas y se deberían esforzar al máximo para superarlo. Nosotros coreábamos: “ole le le… ola la la… que chucha están haciendo tenemos que ganar”
45. De pronto, Dios me mandó un regalo desde el cielo, un centro inesperado por la derecha y un cabezazo y goooooooooooool!!!!! Gol carajo gol!!! La bendita palabra que todos estábamos esperando desde el inicio, al fin! Esa es la (U), nunca me había fallado, la (U) que siempre me ha dado alegrías. Mi cuerpo no daba más, y me desplomé en plena celebración. Omar me agarró, no sabía si reír o llorar. Me dijo gritando: “Párate huevón, la (U) va a salir campeón” Con las últimas fuerzas que me quedaban me logré parar, pero ya no pude cantar. Alentar era lo que más quería. El réferi estaba por sonar su pito, y la alegría más grande de mi vida estaba por suceder.
46. Éramos campeones!! Todos cantaban: “sale el campeón… sale el campeón ♪“ De ahí en adelante, no recuerdo nada más…
47. Como olvidar aquel día, con mi hermano en mi casa… Como olvidar el día que la (U) ganó la libertadores. No pude ver la vuelta olímpica, pero eso no importa solo me conformo con saber que se logró el mayor de los triunfos y yo estuve con mi equipo, siempre creí en él.
48. Ahora, ya no podré ver a mi querida (U), quisiera volver a los estadios con mis amigos. Ojala no los de mi vida. hubiera malogrado tanto. Ahora alentaré a la (U) desde el cielo y junto con todos los demás hermanos que se han ido antes que yo seguiremos la tradición de estar domingo a domingo contigo. A mis amigos desde aquí les digo que sí, Diosito es crema, y siempre pichanguea con Lolo. Mucha gente antes de morir busca a Dios, yo no lo busqué, el vino a mí y me sostuvo 90 minutos, los últimos 90 minutos
Universitario de Deportes me dio la alegría que nadie más me pudo dar durante toda mi vida. Le agradezco a mi vieja por haberme querido así con los problemas que tenía y a mi viejo por haberme llevado al estadio aquella vez, por él llegué a la (U). Barrio querido no me pidas volver, te recordaré siempre. Ojala nuestra barra siga existiendo, no tuve un hijo a quien heredarla, pero la he dejado en buenas manos.
49. No cumplí mi sueño de ser futbolista, pero por lo menos te seguí a todas partes querida (U). Quien podría pensar que el día más feliz de mi vida, sería el día que morí. Sólo me queda una última canción para dedicarle a mi querido club merengue:
FIN
“Gracias por esta alegría de salir primero….
…de salir campeón ♪“