Los alimentos transgénicos son el resultado del traspaso de parte de sus genes entre diferentes especies, para dar lugar a una nueva y mejor variedad. Así, cualquier organismo que posea una combinación nueva de material genético, ya sea por la introducción de un nuevo gen o por la supresión del mismo, puede considerarse un Organismo Genéticamente Modificado (OGM).
Según los defensores de esta práctica, con la modificación genética se pretende lograr alimentos mucho más resistentes y con unas cualidades nutritivas más beneficiosas para el ser humano. Esto que suena a charla de laboratorio en la última película de George Lucas es ya una realidad. Así, podemos hablar de un maíz resistente a los insectos, tomates que duran
más de seis semanas en la nevera sin estropearse, un arroz rico en vitamina A, cosechas que aguantan sequías y crecen en suelos alcalinos, cultivos que sobreviven a herbicidas e insecticidas, plantas que resisten determinadas plagas de insectos, frutas con mejor sabor y con una maduración más lenta, café sin cafeína, legumbres con más proteínas, etcétera.