Todo Pensamiento Cautivo

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Todo Pensamiento Cautivo I- El “Problema” del Mal

e ha dicho que la victoria más grande de Satanás ha sido la de convencer a la población humana en general que él no existe. Como resultado, la humanidad no toma muy en serio el mundo espiritual y la advertencia de Pedro, “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8), queda desatendida. Aún entre los varios grupos e individuos que claman creer en las Escrituras se encuentran aquellos que interpretan las advertencias y las descripciones de oposición demoníaca como metáforas de maldad humana, o como construcciones literarias para tratar de explicar el destino y la “naturaleza impredecible de Dios”. Sin embargo, nosotros sabemos que nuestro Padre declara, “Yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6) y aunque sus pensamientos son más elevados que los nuestros no obstante, El está supremamente interesado en nuestro bienestar y felicidad eterna. Esta es una característica consecuente de Su ser. El no tienta a nadie, ni puede ser tentado a actuar contra nosotros (Santiago 1:13). No obstante, en el Libro de Job vemos que Dios a fin de perfeccionar la fe de Sus siervos devotos (1 Pedro 1:7), ocasionalmente permitirá a Satanás (quien es un ser muy real – Marcos 1:13, Lucas 10:18) cometer sus fechorías. A menudo la gente se confunde con la pregunta de por qué cosas malas les suceden a gente buena y fiel. Se nos dice que ninguno será tentado “más de lo que podrá resistir.” (1 Corintios 10:13) “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28) Algunas personas han hallado dificultad en una declaración bíblica sobre el Padre, donde dice, “que formo la luz y creo la oscuridad, que hago la paz y creo el mal. Yo Jehová soy el que hago todo esto.” (Isaías 45:7 --traducción literal de la versión inglesa) No obstante, esto se entiende fácilmente cuando comprendemos que la palabra hebrea para “mal”– “rah” – no es un término que se refiere solamente al mal moral, sino también a las “adversidades”. Los Salmos dicen, “El mal cazará al hombre injusto para derribarle” (Salmo 140:11) y entendemos que la palabra aquí se refiere a las circunstancias que no son agradables al individuo involucrado. En tal caso, también puede referirse a las consecuencias justas y naturales que surgen por acciones equivocadas. Es en este sentido que nuestro fiel Padre “crea el mal o adversidades” al permitirnos enfrentar las acusaciones de Satanás con el fin de que nos beneficiemos, y que otros – al contemplar nuestra victoria y la firmeza de nuestra fe – sean atraídos hacia Aquel a quien servimos. Al final del Libro de Job leemos que el personaje principal fue grandemente bendecido (Job 42:12) y no sólo para sí mismo. Sus amigos también obtuvieron un entendimiento más claro del Todopoderoso, para su bendición eterna. (versos 7-9) En otro sentido, aquellos que persisten en hacer el mal se verán entregados “a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” (1 Corintios 5:5). El Padre hará que “este mal” caiga sobre nosotros de manera que

inteligentemente reconozcamos las consecuencias de la rebelión y nos arrepintamos. “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Corintios 7:10) Esto es según Su voluntad para la humanidad, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:4) aunque esa educación sea a veces dolorosa. Hay seres bien reales en la tierra que buscan nuestra destrucción, y la Escritura esta rica de instrucciones para evitar su influencia. Nuestra fe debe estar fundamentada en nuestro Redentor, quien “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:15) El nos invita a hacer lo mismo: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” (Apocalipsis 3:21) Para lograr esto, debemos permitir que el Espíritu del Todopoderoso nos guie por completo, no sólo en acciones y palabras sino también en pensamientos. Como Cristo declaró, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20) y cuando esto es hecho, nos convertimos en el Templo del Espíritu Santo, en el cual El mora. (1 Corintios 3:16). Se nos ha dicho que el amor “no piensa mal” (1 Corintios 13:5-traduccion mas exacta) hacia otros, y veremos precisamente, en las Escrituras, porqué esto es importante para los que buscan el Cielo.

II – La Naturaleza de la Hechicería Desde la confusión, iniciada en la Torre de Babel, los humanos a este lado del Diluvio han experimentado un conflicto espiritual en el planeta. Con la extensión generalizada de falsas religiones, de todo tipo y forma, y la influencia de hombres corruptos aún dentro de las puertas del Cristianismo (Hechos 20:30), no es de extrañar que el Salvador declarara tristemente, “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14) Como Pablo escribió, nuestros verdaderos enemigos son “los gobernadores de las tinieblas de este siglo, [y] contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12) Podemos leer en la Biblia que definitivamente este no es un problema nuevo. El Libro de 1ª Samuel dice que “la rebelión es como pecado de hechicería (adivinación) y la obstinación es como iniquidad e idolatría.” (1 Samuel 15:23 –traducción exacta) La conexión aquí es muy simple: La hechicería/adivinación es rebelión contra la voluntad del Omnipotente. Los individuos que desean influir el curso de los eventos para su propio beneficio, o el de otros, frecuentemente se vuelven hacia ritos idólatras, ceremonias y encantamientos con el fin de conseguir los resultados que desean. Cualquier persona o personas que suplante la voluntad del Padre con la suya propia revela un espíritu diferente al de Cristo, quien humildemente dijo, “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya,” (Lucas 22:42) como un ejemplo para todos nosotros. La idolatría, la rebelión y la hechicería, todas son lo mismo. Aún las religiones paganas, relativamente “moderadas”, como Wicca y el Satanismo de La Vey, que no reconocen a un “Diablo” personal, son “Satánicas” de todas maneras debido a que continúan defendiendo la religión que Lucifer inició. El Querubín Caído

(Ezequiel 28:16) fue el primero en retirar su alianza al Rey de Reyes, y todas las formas de idolatría (aún la naturaleza o las fuerzas naturales pueden ser un “ídolo” – Romanos 1:23-25), el egoísmo (adoración del yo), la perversión (ir contra los caminos de Yahweh), y la magia (la cual involucra todo lo anterior) tienen sus semillas en ese primer acto de rebeldía. La hechicería comienza con un individuo que ha retirado su confianza en el Santo de Israel. Para algunos, que nunca tuvieron esta confianza para empezar, ese paso es uno muy fácil de tomar. Al verse a sí mismos, incapaces de confiar en Yahweh, depositan sus afectos en otras cosas con el fin de satisfacer sus deseos. Ellos no someterán su destino al Creador que los hizo, “y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.” (Romanos 1:28) La Biblia reconoce que los seres humanos pueden invocar fuerzas sobrenaturales y producir efectos milagrosos cuando se alían con seres espirituales. Una muchacha en el Libro de Hechos profetizaba debido a la presencia de un demonio en su interior. (Hechos 16:16) En ese mismo libro, Simón el Mago “ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria.” (Hechos 8:9) Un individuo poseído fue capaz de librarse de las cadenas, que hubieran mantenido sujeto a un hombre ordinario, (Marcos 5:2-4) y los Efesios vieron la necesidad de quemar sus volúmenes mágicos cuando el espíritu de Yahweh estaba presente entre ellos. (Hechos 19:19) La Iglesia primitiva tuvo muchos conflictos como esos, con demonios y con aquellos que les servían (aún cuando estos ángeles caídos empleaban los nombres de dioses mitológicos – Hechos 14:13, 19:27) y aunque Satanás y sus fuerzas se han vuelto más sutiles con el tiempo (2 Corintios 11:3) podemos estar seguros de que no han dejado su interés principal de arruinar la fe humana. Se nos ha dicho que el tiempo del juicio se acerca, los ángeles malignos pelearán con mayor ferocidad que antes para alejar a la gente del camino de la vida, “porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.” (Apocalipsis 12:12) El Libro de Isaías registra una declaración concerniente a las varias formas de hechicería que aún siguen prevalecientes en el mundo de hoy. Aunque comúnmente son etiquetadas como entretenimiento o diversiones inofensivas, aquellos que aceptan las Escrituras como su autoridad – o como algo más importante quizá– y aquellos que entienden la naturaleza santa y amorosa de nuestro Padre ven que nada bueno puede surgir de la asociación con tales fuentes. “Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2 Corintios 6:14-16) La declaración del Libro de Isaías lee así: “Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrás mejorarte, quizá te fortalecerás. Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten.” (Isaías 47:12-14)

¿Entonces, qué esperanza tiene el Cristiano que está rodeado por tan grandiosos y poderosos enemigos? Nuestro Salvador nos ha consolado con estas palabras a través de Su amado apóstol: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4)

III – Mayor es El Que está En Vosotros El apóstol Pablo nos exhorta a vivir de esta manera: blandiendo armas espirituales y “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.” (2 Corintios 10:5) Este no es un consejo arbitrario y ciertamente no es una guerra desagradable. Es esencial que aquellos que vivirían vidas piadosas, vivan y es eso lo que un corazón regenerado desea y hace. Como consta en la sección anterior, el ponerse bajo la influencia de fuerzas espirituales dañinas comienza de una manera muy simple: con la pérdida de la confianza en nuestro Padre Celestial. Repetidas veces somos exhortados a “no aborrecer a nuestro hermano en nuestro corazón” (Levítico 19:170-- adaptación) Hemos visto de los ejemplos anteriores cuán dramáticamente nuestro estado espiritual puede influenciar al mundo, que está a nuestro alrededor, por el poder de los demonios, quienes ansiosamente esperan por la oportunidad de lastimarnos y nuestra única defensa, por lo tanto, es adoptar completamente la experiencia de la conversión, la cual renueva nuestras mentes, protegiéndola de pensamientos malignos. (Romanos 12:2) Cuando estamos “juntamente crucificados con Cristo”, como Pablo lo describe, (Gál 2:20) estamos llenos del Espíritu Santo, y el Hijo de Yahweh mora en nosotros. Nuestros pensamientos llegan a ser como Sus pensamientos y nuestros caracteres llegan a ser como Su carácter. “El amor no piensa mal” por el simple hecho de que los malos pensamientos conllevan, de una u otra manera, al infortunio; y el infortunio es algo que un converso genuino no desea causar en otros individuos. Escrito está, “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5:23,24) Aquí hay sabiduría: Somos llamados a hacer las cosas correctas con nuestros prójimos antes de aproximarnos al Trono del Omnipotente, porque es en ese mismo Trono que Satanás presenta sus acusaciones contra los habitantes de nuestro planeta. (Job 2:1-2) Si vamos ante la presencia del Altísimo con odio, celos o resentimiento en nuestros corazones le damos al tentador la oportunidad de actuar contra nosotros mismos y contra otros. De igual manera, si sabemos que alguien tiene asuntos pendientes contra nosotros (que es el caso específico en Mateo 5), efectuaremos una reconciliación mientras este en nuestro poder y tengamos la oportunidad de hacerlo. Algunos pueden preguntar, “¿Cómo es que los pensamientos malos de una persona pueden traer desastre hacia otros? ¿Cómo es justo eso?” Para ser “justo” verdaderamente con todos los seres humanos el Todopoderoso ha escogido respetar la libertad individual de cada persona. En otras palabras, El no evita que la gente mala haga cosas malas. Lo que El hace, sin embargo, es darles a los fieles de Su gracia, paz y gozo aún en medio de las adversidades que son causadas por otros. (Salmo 119:165, Filipenses 4:11) De esta manera, los hombres malos revelan su maldad y los justos revelan su justicia e integridad. (Mateo 7:17). Balanceando así el peso hasta el regreso

de Cristo, el criterio de esta separación se hará evidente: Aquellos que confiaron y amaron a Dios tendrán palabras, acciones y pensamientos que revelarán su fe. Aquellos que no lo amaron ni confiaron en Él, tendrán palabras, acciones y pensamientos que revelarán su fe. Lo que pensemos de otras personas afectara nuestro trato con ellos (Mateo 12:35) pero más que esto, lo que pensemos de ellos determina, en cierto grado, como ellos serán afectados por el mundo espiritual. Considera el 10mo Mandamiento: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.” (Éxodo 20:17) No sólo no debemos cometer crímenes tales, como robo, adulterio y asesinato, sino que tampoco desearemos cometerlos. Esta es la libertad que experimentan aquellos que viven en Cristo – por la nueva naturaleza (nuevo nacimiento), “todas las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17) Pablo dice de los conversos, “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.” (Romanos 8:9a) Notamos el hecho de que somos llamados a salir de la presencia de aquellos que mantienen “disputas necias” (malos pensamientos). (1 Timoteo 6:4,5) No es suficiente hacer las cosas correctas y seguir todas las “reglas” porque como Isaías escribió hace mucho tiempo, “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?” (Isaías 1:11) El no tener una fe y un amor verdadero, que no piensa mal de otros, no sólo puede dañar la vida espiritual del individuo sino también la vida espiritual de otros. Las fuerzas demoníacas actúan, directa e indirectamente, a favor del hechicero (quien no es nadie más que una persona idólatra y rebelde) para causar daño a otros. Si aceptamos la descripción Bíblica sobre la hechicería/adivinación este principio debería ser obvio. Puede ser un concepto difícil de ver para algunos al estar rodeados con los medios de comunicación populares y cuentos de hadas que ilustran imágenes de ancianas con sombreros puntiagudos y ancianos con largas barbas con vestidos ondeantes como el estereotipo de las “brujas y los magos”. La verdad es que cualquiera que se sale de la fe del Todopoderoso es una presa fácil para la influencia de las fuerzas malignas y al haberse dicho eso, ¡hay muchos “hechiceros/adivinos” (Apoc 21:8) en el Cristianismo de hoy!, que se denominan así mismos como “Cristianos” Muchos han dicho “Tengo amigos que son adivinos y son las personas más agradables que conozco.” Es verdad que un carácter moralmente bueno puede encontrarse aún entre las disciplinas religiosas más anticristianas. Es verdad que la amabilidad exterior no está limitada solamente a los fieles; no obstante, hay una diferencia entre un carácter “bueno” y un carácter “piadoso”. Aunque los hombres vean y juzguen la apariencia exterior “Yahweh mira el corazón” (1 Samuel 16:7) y hay un gran precipicio de separación entre los corazones de aquellos que hacen el bien a otros por convicciones morales solamente y aquellos que hacen el bien a otros como consecuencia de tener corazones renovados, que están guardados por la presencia eterna del Dios Viviente. Mucha gente moralmente correcta, que otros juzgan como “buena”, se perderá en el advenimiento de Cristo. “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,

hacedores de maldad.” (Mateo 7:22,23) Estas personas alimentaron a los pobres, vistieron a los desnudos y fueron amables con el extranjero… pero la diferencia entre estos individuos y aquellos que serán salvados está en el corazón, en los más profundos pensamientos de su corazón. Aquellos con fe verdadera y amor verdadero demuestran todas estas cosas naturalmente, (Mateo 7:16-20) y la bondad que se manifiesta en ellos es una muestra del amor del Padre que es derramada en sus almas desde el Cielo. Sólo las acciones que proceden de estos pensamientos de fe son aceptables para el Todopoderoso de otra manera serían sólo “obras”. Aquellos que sólo obedecen por obligación aunque sus actos estén acompañados de la mejor intención no están verdaderamente cumpliendo la misión para la que somos llamados. Un feligrés fiel que albergue malicia en su corazón está en rebelión contra la Ley del Amor. “Como pecado de adivinación es la rebelión” nos dicen las Escrituras. (1 Samuel 15:23) El más dulce dador de diezmo que codicia las cosas de su prójimo y envidia la buena fortuna de otros ha puesto sus deseos carnales en el lugar donde el amor a Dios y el amor al prójimo al hombre debe estar. “Y como ídolos e idolatría la obstinación.”, declara la Palabra de Yah. Las casadas que no se sujeten a la guía espiritual de sus esposos (Efesios 5:22) y los esposos que no amen a sus esposas como a sí mismos (verso 28) trabajan en oposición a los principios ordenados por el Cielo. Una conversión es necesaria para aquellos que piensan mal de otros, porque no están operando dentro de los seguros límites de la ley de la libertad, que es la ley del amor. Este artículo no tiene el propósito para hacer que la gente “salte sobre las sombras” sino para incitar una apreciación, a los lectores, de la manera en como nuestra mentalidad influencia no sólo nuestro bienestar sino también el bienestar de los demás. Aun si nuestros deseos nunca son manifestados en nuestras acciones, o en la autoridad que los demonios pueden tener en la vida de otros, los pensamientos e intenciones malignas reflejan severos problemas en la fe de la persona. “Y el Espíritu y la Novia dicen: ‘Ven.’” (Apoc 22:17) Cristo y Su Iglesia llaman a aquellos que están batallando bajo la carga del pecado y la inquietud de pensamientos no muy caritativos. Para todos los que humilde y voluntariamente se sometan, el Salvador provee una purificación. El dijo, “Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” (Mateo 23:26) En estos últimos días, los reportes sobrenaturales rara vez son tomados en serio. Sin embargo, las Escrituras predijeron este tiempo, cuando nosotros experimentaríamos “los espíritus de demonios, haciendo milagros” (Apocalipsis 16:14) Aquellos que voluntariamente invocan las fuerzas demoníacas para cumplir sus propios fines a los jóvenes más inocentes, quienes debido a sus pensamientos incontrolados e inmadurez espiritual, pueden experimentar el fenómeno conocido como “actividad poltergeist”, el Mesías ofrece Su libertad. No somos liberados de nuestras ideas y deseos personales; pero nuestros pensamientos y deseos son librados de las manchas impías e injustas. Somos diferentes, por completo, pero aún seguimos siendo nosotros mismos. Sólo en Cristo podemos conocernos a nosotros mismos – como estábamos supuestos a ser, si el pecado no hubiera manchado los corazones, mentes y cuerpos de la raza humana. Sólo en Cristo podemos conocer el amor verdadero que motivará cada acción y palabra. Sólo en Cristo podemos escuchar la dirección de Su Espíritu, llamándonos a salir de los deseos terrenales hacia Su Voluntad y llamándonos a salir de la religión

falsa (aún entre las llamadas formas “Cristianas” de brujería) hacia la seguridad de un pueblo unificado, quien cumplirá lo dicho por el apóstol de “estar perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Corintios 1:10) Hay una idea en común entre todos los que siguen el ejemplo del Señor Crucificado, siendo llenos con Su Poder y Su Espíritu. Hay un pensamiento que “nos guía en las sendas de justicia por amor de su nombre.” (Salmos 23:3--adaptación) Hay un pensamiento que conecta el Trono de los Cielos con los pocos fieles en la tierra, quienes “están atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8,9) Ese pensamiento es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23) Todo lo cual se resume en una sola palabra: “Agape--Amor”. -David.

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