Tell me that’s not true Minific (Versión en español)
Cuando colgué el teléfono, no pude creerme lo que había pasado. Alcancé a duras penas el sillón, me senté y comencé a llorar. Apenas podía respirar, tenía ganas de morirme... Pero a pesar de todo eso, intenté calmarme y pensar en todo lo que me habían contado en esa conversación de medio minuto. Comencé a recordar la pelea que había tenido una hora atrás, y me recordé lo estúpida que había sido. Desde que David había conseguido ese trabajo en el hospital, apenas estaba conmigo, y casi no nos hablábamos, y cada vez que lo hacía, se mostraba frío y distante, y cada una de sus palabras se me clavaba como un puñal helado. Las peleas y discusiones formaban parte de nuestro día a día, y más de una vez quise irme lejos de él, pero sabía que no podría; le quería demasiado como para dejarle, y no podría soportar no estar con él. Pero ese día, su voz sonaba distinta de otras veces: era mi cumpleaños, y me había prometido una película y una cena, y la verdad, ambos teníamos ganas de celebrarlo. Pero, a última hora, como siempre, canceló nuestros planes por el trabajo... - Cariño, lo siento, pero el Doctor Malthus tiene reunión con todos los jefes de cada planta, y tengo que ir... Siento que tengamos que cancelarlo... - ¡David, ya no lo aguanto más! ¡Siempre pospones todo lo que planeamos juntos, y estoy harta! - ¡No me grites! Sabes que me encantaría.... - Déjalo, David... Ya no puedes hacer nada para remediarlo... - Muy bien, tú lo has querido... Abandono de mi trabajo como cirujano jefe... - ¡David, no! ¡No hagas eso! Pero colgó antes de que pudiese decirle que no quería que dejara ese trabajo. Intenté llamarle muchísimas veces, pero no contestaba. Llamé al hospital y me contestaron que ya se había ido... Pero él no volvía a casa. Hasta que recibí esa llamada, la que hizo que mi mundo se rompiera en pedazos, la que hizo que me desmoronase: David acababa de tener un accidente y había resultado herido mortal. Me levanté del sofá y fui hacia mi habitación. Mientras subía las escaleras, las lágrimas rodaban sin control por mis mejillas, e intenté dejar de pensar en ello, pero no pude. Cuando finalmente alcancé la puerta, pude ver una sombra sentada en mi cama. Avancé hacia ella temerosa, pero en cuanto oí una dulce voz susurrando mi nombre, encendí la luz y ahí le vi, sentado, pensativo y triste. - ¡David! ¡No estás muerto! - No... Fue todo un gravísimo error... Mi coche era el mismo del tipo que se estampó... Por eso creían que era yo... - ¡David, lo... lo siento! Siento muchísimo lo que te dije... No quería que
hicieses eso... ¿No... Habrás renunciado a tu trabajo, no? - Sí, pero porque me he dado cuenta de todo el daño que te he hecho, y sé que me he comportado como un egoísta... Lo siento mucho... Siento que hayas tenido que pasar este mal trago... Siento todo el daño que te he hecho... - Te... Te quiero, David... - Yo también.... Y me dio un beso. Desde entonces, mi mundo por fin volvía a ser el que solía ser antes, y estaba con el hombre de mis sueños, una de las razones por las que vivía: David Bonk.