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Si hubierais engañado a vuestro(a) novio(a), ¿se 10 diriais?
al
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el caso de todos en esta tierra-, Illentira
un mal necesario -lo
1;11' absolutamente
hay que conformarse
más raramente
con hacer de la
posible, cierto, Porque evi-
la mentira instauraría el reino de la moralidad
pura, sin
ll.
duda, pero, igualmente, ('1ueldad integral.
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:> c;.
a falta
de una santidad
generalizada,
el de la
Enmascarada, oculta, disfrazada o disimulada, ¿qué es, pues, esta verdad? 1.1coincidencia
entre el decir y el ser, entre una afirmación
y el estado real
dI' una cosa, de un hecho, de un gesto, de una palabra, Esverdadero lo que 11;1lenido lugar; decir la verdad, por tanto, es describir fielmente il'rimiento:
ese acon-
estabais en casa de vuestros padres, os encontrabais
Vl'ras, lo decís -ahí está la verdad. Esta supone una voluntad
allí de
deliberada de
',tlperponer lo real y el juicio emitido sobre ello. De buena fe, juzgamos, esti111;¡mos:si la distancia es nula entre lo que es, lo que vemos y lo que deci1110\entonces la verdad sale a nuestro encuentro, En cuanto a la mentira, 1".1;1se desarrolla en el extravío voluntario: "llrmáis
1,11
I mil'
estabais en galante compañía y
que cenabais con vuestros padres -ahí está la mentira.
1·(./"(1ad,casi nunca es bueno ,,1ecirla una violencia de la verdad cruda y desnuda: tomad la firme resolu-
,IÚll, una mañana, al despertar, de decir la verdad a todos los que os crucéis, 11excepción, durante las veinticuatro
horas, amigos, amantes, queridas,
p,lIlil's, familiares, colegas, anónimos, superiores en jerarquía, comerciante,s, V('('illOS de autobús y demás. Manteneos en esta decisión sin concesiones, En absoluto, evitad lo, a no ser que tengáis ganas de hacer daño sin que sea realmente necesario hacerla, simplemente por voluntad de decir 1;1
1':111 cuales sean las circunstancias.
Os garantizo que os enfadaréis con la
Ilill:ld de vuestros conocidos, si no con todos. Se habrá tenido la ímpresión,
verdad, aunque sea al precio de un dolor y un sufrimiento infligidos. Si la historia de la pasada noche se explica por el solo placer de una velada
,odl·{ltldose
a dúo (o más...), sin hipotecar el futuro
111.1111'1';15, que ignora la cortesía elemental y los modales básicos.
y sin proyecto de cambiar de vida,
¿por qué hacer honor al deber de verdad con la certeza de hacer daño? Con la verdad podemos provocar bueno como para lo malo. Ciertamente,
efectos
considerables,
tanto
para lo
con vosotros, de cruzarse con un patán, un tipo grosero, sin
1,1110,sin elegancia, un individuo de mal carácter, con lengua viperina, sin 1.,0 si, estaréis satisfechos de la verdad, nada más. ¿Es decir? Habréis dllllO ;¡ los imbéciles que lo son, a los inoportunos
que os molestan, a los
111I(·II,.,'ldos, los agarrados, los tacaños que os sacan de quicio, a los que
lo ideal es no ponerse en la situación
de tener que mel1
11"11l'IIt!Ol'(lado o envejecido que los kilos de más o las arrugas no les sien-
tir, evitar la acción que os sentiréis obligados a ocultar. Prevenir par¡ll'vi
1,1111111'11, h;¡bréis afirmado sin miramiento
tal' tener que curar. Podemos, también,
1111',011:1" que nO os inleresan, con los cuales las comidas se os hacen lar-
no decir nada, sin que eso ~(';I
necesariamente mentir: no decir una vel'clacl no supone obligéllOl'i;lIl1cl1l(' instalarse en la menlira -s<1lvo p(ll'a lo~ ni.,li¡III0\ (¡tiC h;llll;1I1 (/1' Ullil mentira ocullor
pOI' omisiÓn y vcn 1;1r;lÍ¡ d('1 1)('(':11111 ('11I;¡ il1l('III'iÓll
11Ii"""1 dt.
1<.1 V('1'(1¡lrl.1\'1'01'11l'II';¡o,O (/(' IJII(' 1111 '.I';'H', 1111 .,;¡lllo, o 1111"'"1111,,
'1"'" o., (i(-:-pl:I/;¡r('is
que estáis hartos de comer con
para decir él alguien que no soportáis su belleza, su
11Iil'llql'lH'i:J,.,tI ('xilo, su dinero, eonleS;lr('is quc los triunfos de los otros a 1I11'IIIIdo o., 1'lll'Oql'1l ('1 l'or;I/(1I1, Illil'lIlr:ls IlhlYllll" dI' 101', Vt'('(·••. 1'11'.
(¡lIl' sus frnc
286
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Os habréis comportado
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como humanos y no habréis hecho más que decir
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la verdad, expresar lo que sentíais y se os pasaba directamente por la cabeza, sin privaros de ello ... La vida cotidiana entera, cuando no actuamos de
forma trasparente, se reduce a una clase de mentira por omisión. ¿Quién aceptaria sin temor saber lo que sus amigos piensan y dicen verdaderamente de él? ¿Quién jugaria a ser invisible para asistir a una comida donde se tratará de él, sin temer la pérdida de uno que pasa por su amigo? Los necios, los ingenuos, los inocentes ...
re amo, /ueqo te nÚcnto ... '" A pesar de la evidente maldad de la naturaleza humana, algunos piensan que es necesario prohibir absolutamente la mentira, sin tolerar una sola
S:lrajevo, saljda de judíos,
1993 (fotografía
de Gjlles Peress).
excepción, cualquiera que sea el caso en cuestión. Incluso si las consecuencias de la verdad deben ser peores por sus efectos devastadores que el acto de mentir. Poco importan las consecuencias del gesto, hay que querer la ver-
~olemnes con el puro respecto de la ley moral que pretende garantizar
dad por ella misma: mentir descalifica la fuente del derecho, ya que basta
existencia de dicha ley en un mundo puro pero inexistente, más preocupa-
mentir una vez a alguien para que ese alguien siempre pueda poner en duda legítimamente vuestra palabra en el futuro.
dos por la realidad humana, definen la mentira como el hecho de no dar la
La mentira hace imposible, de forma definitiva,
la confianza necesaria en
la
verdad, sin duda, pero solamente a quien se la debe. Lo cual modifica con~iderablemente las cosas. Pues todos comprobamos cómo no debemos for-
la relación ética. En consecuencia, una sola destruye la posibilidad misma de
/osamente la verdad a todo el mundo. En efecto, algunos tienen derecho a
un trato moral. Cada uno tiene derecho a la verdad, y darla es un deber para
('lla, otros no; los unos pueden oírla, los otros no. En el ejemplo precedente, no se le debe la verdad a un nazi, si se sabe lo que va a hacer con ella, aque-
quien dispone de ella. La verdad se practica a la manera de una religión, como un Dios que adoramos: nada justifica su derogación, en absoluto una
llo para lo que dicha verdad le va a servir. Ocultándole
comparación
judío disimulado en nuestra casa, no decimos la verdad, ciertamente,
con sus consecuencias. Sin embargo, estas pueden ser catas-
la presencia de un pero
tróficas y provocar algo peor que la mentira. Poco importa, dicen, por ejemplo, Kant (1724-1804) y los cristianos. Así, cuando un nazi con las botas
I;lmpoco practicamos la mentira. De ahí la necesidad de distinguir
puestas entre en vuestra casa para perseguir allí a un judío que, con la estre-
busca un engaño destinado a someter al otro, a limitarlo,
lla amarilla en el envés de su chaqueta, os demanda asilo en medio de la
preciarlo, y la mentira
precipitación
piadosa, la que cometemos, por ejemplo, con el fin de ahorrar sufrimiento y dolor a una persona querida. En sí, la mentira no es más que un instrumenlo a través del cual disimulamos y sustraemos la verdad respecto al otro.
y se refugia en la habitación de aliado, tendríais que indicar-
le, efectivamente,
la entrada de un individuo sofocado en vuestro salón y su
ocultación. Hubiera perdido la vida tras el arresto, las torturas, el aprisionamiento y la deportación; ese hombre, convertido en desafío entre la verdad
la mentira perjudicial,
lIno se puede leer positiva o negativamente,
dependiendo de las virtudes o
los vicios a los que sirve. Reflexionad
rigor moral. Kant tiene razón, en principio, pero ¿qué hacer con un princi-
o vuestra novia sobre vuestra escapada de anoche ...
pio invivible,
impracticable,
o bien, que cuesta un mal todavía mayor (la
Otros filósofos definen la mentira de olra méJncrél,con menos rigidez, mayor conocimicnlO el(' 1:1 vid;1 rc;i1 y ('011('1'('1:1. M('II()~
a evitarlo, a des-
para ayudar, limpia, llamada por algunos mentira
y la mentira, debería ser sacrificado en el altar de la pureza filosófica y del
muerte de un hombre) que aquel del que queríamos escapar (la mentira)?
impura, la que
antes de informar
a vuestro novio
288
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TEXTOS
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lmmanuel Kant
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(alcm,ín, 1724-1804)
Creador del criticismo (crítica del funcionamiento de la razón y 10 ••• reducción de su uso únicamente a los objetos de experimentación, siendo el resto, muy separado, dependiente de la fe.) Un libro de SUma importancia: Crítica de la de los razón pura (178 J). En moral hace laico el contenido de las enseñanzas Evangelios.
cias de esto, por imprevistas que puedan ser. Pues la vercidad es un deber que ha de considerarse como la base de todos los deberes fundados en un contrato, deberes cuya ley, si se admite la menor excepción a ella, se hace vacilante e inútil. El ser veraz (sincero) en todas las declaraciones
es, pues,
sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente no limitado por conveniencia alguna.
un
exigido y
Sobre un presunto derecho de mentir por filantropía, en Teoría)' Práctica, Tecnos,
Madrid,
1986, traducción
de Juan Miguel Palacios
¿Mentir? ¡Jamás! ~
Así pues, la mentira, definida simplemente como declaración intencionadamente falsa dirigida a otro hombre, no necesita e! complemento de que tenga que perjudicar a otro, como lo exigen los juristas para su definición [... ]. Pues siempre perjudica a otro, que, aunque no sea otro hombre, sí es la humanidad en general, en cuanto que hace inutilizable la fuente de su derecho. Pero esa mentira bondadosa puede también resultar por accidente (casus) punible según las leyes civiles; mas lo que escapa a la penalidad por mera casualidad puede también ser juzgado como injusto por las leyes exteriores. Así, por ejemplo, si mediante una mentira tú has impedido obrar a alguien que se proponía cometer un asesinato, eres jurídicamente reponsable de todas las consecuencias que puedan seguirse de ello. Pero si te has atenido estrictamente a la verdad, la justicia pública no puede hacerte nada, sea cual fuere la imprevista consecuencia de ello. En cambio, es posible que, después de haber respondido sinceramente que sí a la pregunta de! asesino de si su perseguido se encontraba en tu casa, este se haya marchado de manera inadvertida, de modo que el asesino no dé con él y, por tanto, no tenga lugar el crimen. Pero si has mentido y dicho que no está en tu casa y aque! se ha marchado realmente (aun no sabiéndolo tú), de suerte que e! asesino lo sorprende en la fuga y perpetra en él su crimen, puede acusársete a ti con derecho como originador de la muerte de aquel. Pues si tú hubieras dicho la verdad tal y como la sabías, acaso el asesino, mientras buscaba a su enemigo en tu casa, hubiera sido atrapado por los vecinos que acudieran corriendo yel crimen se habría impedido. Así pues, el que miente, por bondadosa que pueda ser su intención en ello, ha de responder y pagar incluso ante un tribunal civil por las consecuen-
eodvr W. Adorno Músico
de formación,
sociólogo
(¡¡lt.:mill. 190'1 1%9)
y musicólogo,
filósofo judío
expulsado
por el
nazismo y refugiado en los Estados Unidos, miembro de la Escuela de Fráncfort. Pcnsador antifascista que se preocupa por reflexionar sobre las condiciones de una revolución social que no pase por la violencia.
11
falta está en la excesiva sinceridad»
Sobre todo una cosa, hijo mío: La inmoralidad de la mentira no radica en la vulneración de la sacrosanta verdad. A fin de cuentas tiene derecho a invocada una sociedad que compromete a sus miembros forzosos a hablar con franqueza para poder luego tanto más eficazmente sorprenderlos. A la universal falsedad no le conviene diatamente
permanecer en la verdad particular, a la que inmetransforma en su contraria. Pese a todo, la mentira
porta en sí algo cuya conciencia lo somete a uno al azote de! antiguo látigo, pero que a la vez dice algo del carcelero. Su falta está en la excesiva sinceridad. El que miente se avergiienza porque en cada mentira tiene que experimentar lo indigno de la organización del mundo, que lo obliga a mentir si quiere vivir al tiempo que le canta: «Obra siempre con lealtad y rectitud». Tal vergi.ienza resta fuerza a las mentiras de los más sutilmente organiz.ados. Estas no lo parecen, y así la mentira se torna inmoralidad como tal solo en el otro. Toma a este por estúpido y sirve de expresión a la irresponsabilidad. Entre los avezados espíritus pr;íclicos de hoy, la mentira hace tiempo que ha perdido su limpia función de burlar lo real. Nadie cree a nadie, todos están enterados. Se miente solo para dar a entender al otro que a uno
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nada ]e importa de él, que no necesita de él, que ]e es indiferente lo que piense de uno. La mentira, que una vez fue un medio ]iberal de comunicación, se ha convertido hoy en una más entre las técnicas de la desverguenza con cuya ayuda cada individuo extiende en torno a sí ]a frialdad a cuyo amparo puede prosperar.
traducción
de Joaquín
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¿Hay que ser obligatoriamente
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embustero para ser Presidente1?
Mínima IIloralia (1951), primera parte, 9, Chamorro lVIieJke, Taurus, Madrid, 1998
1,1¡., 111\'11, cso ayuda. Mal imaginamos 111
,11 ',(1
cómo un hombre decidido a sacri-
vicia a la verdad podría hacer una carrera política, ya sea en el más
(',>calafón o en la cima. Pues, en materia de política,
111111
i!o,>ruestiones: 11111111 mantenerse
11111
1111",1.1:
Iodos los medios son buenos. Llamamos maquiavelismo
di ,lp.IIIM
completamente
la moral para reducir la política
I¡\IIII,I" de fuerza. En otros términos, principalmente 1
pt'lwCjuía.
1111111111'
Desde esta perspectiva,
la mentira
los candidatos
1'1111110.
1
que nunca tengas la mínima sospecha, la mínima duda. Como anteayer, por ejemplo.
a puros pro-
los del decir popular:
1" ,"'"
1",,1>, r1111\141
""
proporciona
un arma
y eficaz.
11.1('("('50 al poder supone la demagogia,
-Si te engaño algún día, no sufrirás. Pues lo haré de tal modo que no lo sep,IJ,
a este arte
JlI"lifica los medios: todo es bueno, con tal de que se obtenga lo que
11111
1
no existen más
¿cómo acceder al poder? Y una vez alcanzada la cima, en ella? Los dos interrogantes tienen la misma res-
1'.11
a las funciones
es decir, la mentira para con el
oficiales
han renunciado
desde
''1H1rtado encontraremos muchas referencias a la política explícitamente In nl:.yoría de los casos bastaría suprimir el adjetivo «francés/a» para que
)J.dlH' 1I1:lyor
alcance.