…. SED DE VENGANZA FECHA: Semana del
al … de … de 2009
LECTURA PARA CONTAR: En un artículo de periódico, a raíz de bombardeos suicidas y represalias militares en el Medio Oriente, se hablaba de un hombre de 28 años consumido por la venganza de la muerte de su tío. «Cuando matan a alguien a quien tú quieres -dijo- no puedes dormir; tienes que hacer algo.» Pero incluso después de matar a dos hombres a quienes él consideraba enemigos, todavía no se sentía satisfecho. Porque en realidad nadie puede ganar tratando de empatar. Es posible que internamente exista hoy en nuestra vida un ciclo de venganza, podría tratarse de una batalla verbal constante con un compañero de trabajo, con tu cónyuge o un hijo, un vecino o con alguien de la iglesia. Sea lo que fuere, Dios quiere que termine. La venganza es un arma de un poder tan devastador que sólo Dios puede manejarla. Él dijo: «Mía es la venganza, yo pagaré» (Romanos 12:19). El arma que Él nos ha confiado es la bondad: «Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Y nos recuerda en el v.20-21. . “No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal”. Esto no significa que no debamos apelar a las cortes pidiendo justicia en algunos casos. Pero puesto que Dios es justo, no tenemos que pagar personalmente a los que nos hacen daño. Con bondad y amor, podemos poner fin a la venganza. Debemos aprender a descansar en Dios, el defiende nuestra causa, porque él ama la justicia. También es importante recordar que lo opuesto a la venganza es el perdón, en Mateo 18,21-35, Jesús habla acerca de cuánto perdonar. Perdonar es algo serio, humanamente difícil, si no imposible. No se debe hablar de ello a la ligera, sin darse cuenta de lo que se pide a la persona ofendida cuando se le dice que perdone. En la parábola está claro por qué se debe perdonar: ¡porque Dios, antes, nos ha perdonado y nos perdona una deuda infinitamente mayor que la que un semejante nuestro puede tener con nosotros. Pablo recuerda: Col 3,13. Está superada la ley del talión. Jesús no se ha limitado, a mandarnos perdonar; lo ha hecho él primero. Mientras le clavaban en la cruz rogó diciendo: «Padre, ¡perdónales, porque no saben lo que hacen!» Lc 23, 34. Es lo que distingue la fe cristiana de cualquier otra religión. Pero, ¿perdonar setenta veces siete no representaría alentar la injusticia y dar luz verde a la prepotencia? No; el perdón cristiano no excluye que puedas también, en ciertos casos, denunciar a la persona y llevarla ante la justicia, sobre todo cuando están en juego los intereses y el bien incluso de otras personas. Pero, ¿Qué hacer cuando uno descubre que ha sido traicionado por el propio cónyuge? ¿Perdonar o separarse? Es una cuestión demasiado delicada; no se puede imponer ninguna ley desde fuera. La persona debe descubrir en sí misma qué hacer. Han habido casos en los que la parte ofendida ha encontrado, en su amor por el otro y en la ayuda que viene de la oración, la fuerza de perdonar al cónyuge que había errado, pero que estaba sinceramente arrepentido. El matrimonio había renacido como de las cenizas. Pero nadie puede pretender que esto pueda ocurrir, en una pareja, «setenta veces siete». CONCLUSIÓN: LA VENGANZA ES MÍA, lleva implícitas dos realidades divinas: la justicia perfecta y el perdón imprescindible. Nos dice por un lado que los perversos SIEMPRE obtienen el castigo a sus maldades. Es cuestión de tiempo, así quedará satisfecho el deseo de justicia, pero es imprescindible llevar esta seguridad a la práctica por medio del perdón. PERDONARÁS A TU HERMANO AUNQUE SEA SETENTA VECES SIETE..., si realmente estamos convencidos de la justicia divina, este segundo precepto no debería suponer ningún esfuerzo, más bien al contrario, deberíamos abstenernos de intervenir para que ese mismo principio no se vuelva contra nosotros a causa de las ansias vengativas. Por lo tanto, perdona a tu enemigo, no odies, no sientas rencor, no tomes venganza, incluso ama a tu
enemigo y compadécete de él, porque la Justicia perfecta de Dios no dejará sin resarcimiento las iniquidades. El salmo 18, es un regalo de Dios para sus hijitos, léelo con calma en esos momentos en que somos atropellados por injusticias… PETICIÓN ESPECIAL PARA HOY: Señor ayúdanos a limpiar nuestro corazón, sánanos y liberanos.