Salmos 42.docx

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Salmos 42:1 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Este salmo fue escrito por el Rey David, probablemente lo escribió luego de una crisis profunda depresiva que podemos leer en 2do libro de Samuel 15:23. David estaba lleno de años, no tenía enemigos, pero resulta que a este hombre de Dios se le levanta un enemigo: Absalón, su hijo, quien lo quería matar para entronarse como rey de Israel. David tiene que escapar aunque sus generales le habían dicho que acabara con el problema quitándole la vida, pero David amaba profundamente a su hijo. En una crisis profunda, el rey David, atraviesa el torrente de Cedrón (en ese momento un riachuelo casi seco por el verano) y es cuando viene a su imagen el ciervo que brama por las corrientes de agua. En once versos David, expresa su situación catorce veces. No debe existir Salmo más egocéntrico que este, ya que el autor menciona catorce veces la expresión “mi situación”, dieciséis veces “mis problemas” y veintiún veces menciona la palabra “yo”, leemos frases tales como “mi alma Señor, tiene sed de ti”, “dónde estás tú, oh Dios”, y finaliza con “porque te abates oh alma mía y te turbas dentro de mí”. David reconoce que es un hombre que en medio de su situación no tenía la solución para salir, no podía solucionarlo con dinero, ni siquiera era una enfermedad, su hijo le perseguía para matarle, quería entronarse en Israel. En medio de su desesperación el rey decide ir al único que le podía defender: el Dios de Israel, el Dios de sus padres a quien había servido por años, pero igual debía pasar por su crisis. Lo interesante en este salmo es que cuando David muestra su abatimiento se compara con un ciervo que brama. Cuando se ve a un ciervo bramar es porque está en la necesidad de conseguir agua. Es un animal con la agilidad de caminar por las montañas, su dificultad no es caer, sino tener profunda sed. Al bramar, un ciervo lo hace desde sus entrañas, su gemir es interno, sale de lo más profundo de su estómago, necesita saciarse en las aguas del profundo vacío que siente. El ciervo tiene dos enemigos: el primero es externo, los lobos y los leones que lo están cazando para comérselo, pero eso lo podía resolver con la agilidad para caminar en las montañas; pero el segundo problema no es externo, es interno, el enemigo interno es su sudor, su aroma, y la única forma de limpiarse de su hedor de ciervo es metiéndose en la profundidad del agua, porque la única manera que el lobo y el león pueden seguir cazando a su presa, es por el olor. David se sentía como presa fácil y necesitaba derramar su vida en el único pozo que puede camuflajear su olor y derramarse en la presencia de este único Dios

vivo que llena con poder y gracia, transformando una situación interna en una fuente de vida para bendición eterna. Desesperadamente este ciervo busca agua, dice el salmo: “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Un ciervo que en medio de su crisis, debe clamar desde lo más profundo para pedirle a Dios que derrame sobre su vida la profundidad de Su agua, no un poco de agua, sino un río que inunde y se lleve toda la fragancia y llene del olor de la presencia que salva de todo enemigo, y oler a la presencia del Espíritu. Yo no sé cuál es tu enemigo externo, ni tu enemigo interno pero Dios quiere tomarte y soltar el río que tienes años reprimiendo, y llevarte a la presencia del Espíritu Santo, un río que nunca se acaba, un río que llena de paz incomprensible y allí sentirás como esa presencia te baña y quita todo hedor de enfermedad, todo hedor de pecado, y empieza a emanar la clara y bendita presencia de su Espíritu en tu vida. Dios quiere llenar tu vida, Él comienza una obra de limpieza desde lo más profundo de tu ser, es una presencia tal que no la puedes explicar, ni descifrar con códigos y palabras, si estas enfermo, comienzas a ver la enfermedad como una forma de bendecir tu vida, Dios quiere impactar tu vida en un profundo quebrantamiento que saque el gemido de lo más profundo de tu ser, y puedas sentir que en ese gemir se va el alma, se va la vida, no importa el tiempo, el espacio, ni el momento sino que te derrites como mantequilla y el calor de Su fuego llena tu ser y puedas perder tu voz para sentir que tu vida huele a la presencia del Espíritu Santo. José Gregorio Ferreira Culto de Ministración del Espíritu Santo

bramar v. intr. 1 Emitir su voz ciertos animales salvajes, como el toro o el ciervo: el toro bramaba y escarbaba la tierra con las patasdelanteras. 2 Gritar con fuerza, manifestando su ira una persona o animal: comenzó a bramar y a chillarnos si n ningunajustificación. 3 Producir un ruido fuerte el aire o el agua: olas gigantes que os rompéis bramando / en las playa s desiertas y remotas.

Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. El Ciervo, mamífero rumiante de tamaño mediano, es elogiado por su agilidad y se cuenta entre los animales limpios y tiene carne sabrosa. El ciervo es un animal astuto

y ágil, esa agilidad se pone de manifiesto cuando es perseguido por sus depredadores. Se cansa muy rápido. En las montañas y en su hábitat tiene que convivir con sus peores enemigos, leones hambrientos, tigres y hienas. Cuando llega el verano el ciervo tendrá que enfrentarse con su peor enemigo, su sudor (las feromonas que despiden su sudor lo delata ante sus depredadores), por lo tanto el tiene que tratar de encontrar un río donde bañarse…pero como en el verano los ríos tienden a desaparecer, solo le queda una última oportunidad, encontrar lirios aromáticos del campo y restregárselos en su cuerpo para poder engañar a sus depredadores. Es impresionante como la palabra de Dios usa los ejemplos de los animales para instruirnos en sabiduría y conocimiento, y basta con que nos tomemos el tiempo para estudiar un poco sobre ellos, y nos maravillamos al encontrar la enseñanza que el Señor nos ha querido dar con el comportamiento de estos, como el ciervo brama por corrientes de las aguas, dice el salmista, así clama por ti oh Dios, el alma mía es impresionante conocer que estos animales en el verano braman por agua, por dos razones, la sed, y el olor del sudor que los delata ante sus enemigos. ¿ y tu a quien le estas clamando por agua, y defensa de tus enemigos? ¿A quien estas corriendo en tu angustia y desesperación? Isaías 55:1 dice A todos los sedientos: Venid a las aguas. Jesús dijo en Juan. 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Él es la fuente que quita la sed, que sacia al cansado, al fatigado…Jesús es el agua viva, los ciervos al no encontrar el agua, saben que tienen otra alternativa, los lirios del campo. Cantares 2:1 Yo soy la rosa de Saarón, Y el lirio de los valles; Jesús el lirio de los campos, sabes tú que todo aquel que le ha dejado entrar en su corazón, huele a Él. Galatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Galatas 3:27 Porque cuando fueron bautizados, también quedaron unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Esta es la razón, por la que los depredadores no pueden tocarnos, los enemigos no pueden cazarnos, el olor de Jesús en mi los ahuyenta, los hace retroceder. la Biblia nos enseña que el diablo como león rugiente busca a quien devorar, ahí el poder de la palabra.

¿a quién crees que va a devorar? A los que no huelen a Jesús, a todos aquellos que no lo tienen como su Señor y Salvador, solo el olor del Maestro en nuestras almas alejara al enemigo. Satanás respeta el olor de Jesús, el sabe que lo que está marcado por su sangre, por su aroma como el lirio de los valles, no puede ser tocado sin su autorización, ya que no debemos de olvidar que nuestra alma, fue comprada, ¿sabes a quien se la compro Jesús?, antes le pertenencia al príncipe de la tinieblas, pero ahora pertenecemos al reino de la luz, Jesucristo nos compro con su sangre, ese fue el precio, su sacrificio en la cruz, ¿sabes tú que las potestades de este mundo, no nos ven a nosotros, no perciben nuestro olor, sino que ven y perciben el olor de la sangre del Cordero de Dios en nuestra vida, estamos revestidos, estamos impregnados de El, y muchos cristianos no lo saben, y por su ignorancia, son presa fácil del enemigo de nuestra alma, el enemigo lo sabe, y toma ventaja de la falta de conocimiento del hijo de Dios. Isaías. 35.1, 2 Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. La gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón: los hombres verán la gloria del Señor, y la hermosura de nuestro Dios, los que estábamos sin Cristo éramos el desierto, la tierra seca, pero el Señor dice que con flores se alegraría nuestra tierra, Cristo vino para traer alegría, una canción, la misma gloria que el Padre le dio a Él, nos la ha dado a nosotros, a los que le siguen y le aman, la hermosura del Carmelo, la de la rosa de Sarón, los que están sin Cristo no deben de ver más nuestra humanidad si no la gloria de Dios, la hermosura de Dios en los llamados cristianos…y decir, huele a Jesús ¿cómo?, a través de nuestra conducta, de nuestras conversaciones, de nuestro diario vivir, hay una alabanza que dice, no basta solo con decir, no es suficiente solo con querer, sino que es necesario morir, solo cuando vamos muriendo a nuestra comodidad, a nuestro yo, el orgullo, la autosuficiencia, al pecado, y entramos en una dependencia a su Señorío, se podrá evidenciar la diferencia entre el decir, y el ser. Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, bramando como el ciervo por las corrientes de agua viva, o muriendo en el camino, siendo presa de los depredadores de tu alma. Tú decides

significa un cambio de actitud hacia el pecado, generando arrepentimiento y a su vez un cambio también de conducta. Convertirse a Cristo significa un cambio radical de comportamiento hacia Dios y hacia el prójimo, como evidencia de un verdadero cristiano, y ese comportamiento viene a ser el resultado de un cambio de mentalidad y de actitud frente al pecado. Al recibir a Cristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador, Él nos regala un corazón nuevo, siempre dispuesto a seguirlo y a dejar de pecar. Porque seguir a Cristo, es también renunciar al mundo y al pecado, pues no podemos decir que estamos con Dios y seguir pecando. El pecado va en contra de Dios dado que Dios es santo, y al seguirlo Él nos demanda también santidad. Convertirse a Cristo es arrepentirse y dejar de pecar En el libro de Hechos 3:19 Pedro insta a la multitud a arrepentirse cuando dice: “Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo”. Así pues la clave para la conversión es el arrepentimiento genuino, y la conversión implica romper con el pecado. El comportamiento es la evidencia de la conversión El comportamiento es la evidencia de la conversión, lo que implica que si hay arrepentimiento y conversión, hay un cambio intencional de conducta, que va del pecado hacia la santidad, como el fruto del mismo y si Jesús es real y verdadero en nuestro interior nuestro comportamiento debe reflejarlo. ¿Pero cómo se evidencia ese comportamiento? Ese comportamiento se evidencia de cuatro formas que son:



Con el amor hacia nuestros semejantes, porque el principal y mejor indicio de nuestra actitud hacia Dios, es la actitud hacia nuestro prójimo. La Biblia es muy clara cuando dice que en el día del juicio seremos juzgados por nuestras obras, más no por nuestras creencias, (Eclesiastés 12:14, Mateo 25:31-46). En Cristo debemos ayudar y servir sin esperar nada a cambio, porque la recompensa no vendrá de este mundo, sino que viene de Dios.



Con integridad y honestidad, expresadas en todas las áreas de nuestra vida, tales como relaciones, trabajo, familia, etc, porque es a esto a lo que nos debe llevar el arrepentimiento genuino. No engañar no mentir, no querer sacar ventaja de nada ni de nadie.



Con relación al dinero: El dinero siempre es importante, de hecho la falta de él trae consecuencias. Sin embargo, nuestra actitud hacia el dinero debe ser bien clara. El dinero



debe ser nuestro siervo pero jamás nuestro amo. El joven rico fue despedido por Jesús por no estar dispuesto a perder su dinero (Mateo 10:17-21). No significa que Dios esté en contra del dinero, sino de nuestra actitud hacia el mismo. Un corazón verdaderamente arrepentido, sabe vivir bien con lo que tiene y si tiene que despojarse de todo, lo hace gustoso pues sabe que su provisión viene de Dios y que Dios no lo desamparará jamás. Compartiendo el mensaje de Salvación a los perdidos, porque además es un mandato de Dios. Jesucristo lo dijo antes de ir al Padre, en Lucas 16:15: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.

Todo cristiano verdadero convertido a Cristo, debe reflejar fielmente estos cuatro aspectos en su vida porque ellos son el fruto del arrepentimiento, pues habiendo sido liberados del pecado por el sacrificio de Jesús nos hicimos siervos de Dios, cuyo fruto es la santificación, y cuyo fin, es la vida eterna, (Romanos 6:22).

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