Escrito realizado en el marco de la colaboración con el i-talde Valores del área de Innovación Social de Innobasque, en el Proyecto: Libro Verde: Hacia una Sociedad Vasca 2030 basada en Valores Innovadores Bilbao, Octubre 2009. Rosana Agudo
Es preocupante que la innovación se refiera de forma pretendidamente integral a “todos los ámbitos en los que la persona hace”, y no alcance aquellos en los que “la persona es”.
Para mi, Innovar es la capacidad que tienen las personas para ir más allá de lo que son o lo que fueron. Innovar es evolucionar, por lo tanto, todos los seres vivos innovamos, y cuando no lo hacemos, las especies se mueren. También nosotros-as, los seres humanos hemos muerto muchas veces para llegar hasta aquí. No somos lo que éramos, somos el resultado de nuestra evolución, de sucesivas transformaciones. Y, además, no solo el exterior cambia y nos adaptamos, somos mucho más que eso. Nuestros cambios internos producen cambios en el exterior, suelen ser estos cambios de mayor calado que cuando el exterior cambia y nosotros-as simplemente nos adaptamos. Este cambio al que ahora nos enfrentamos, viene de dentro, es muy profundo, quizás por eso estemos hablando de crisis de valores y ya prevemos que va a modificar todas las estructuras sociales conocidas.
Innovar es dar respuestas a la vida de una manera nueva cada vez, porque la vida se nos muestra nueva cada vez. Y la vida fluye con el tiempo, y en cada estación, el mismo paisaje cambia y a él nos adaptamos, de él nos empapamos, para él nos preparamos y le esperamos. La promesa de la próxima estación, de nuevas lunas, mueve la rueda de la vida, de las ilusiones, de las esperanzas, de las promesas. Este cambio que nos lleva a la Sociedad del Conocimiento, también es una promesa, deberíamos estar ilusionados-as. Rosana Agudo, 2009 www.tti-transformacion.blogspot.com
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¿Cómo podríamos abordar la innovación solo como algo externo (en lo que se hace)
y luego pretender ser creativos (en lo que se es)?. Es difícil de
entender. Solo a una mente contradictoria como la nuestra se le podría ocurrir.
Las Organizaciones son innovadoras cuando sus personas son innovadoras, y las personas son innovadoras cuando se les ofrece el espacio para innovar y tienen pasión por innovar. Por mucho dinero que tenga una organización si no tiene personas con pasión por conocer, por descubrir, por manifestar aquello que intuyen, que de alguna manera saben, manejarán necesidades pero no transformaciones. Y todo esto ocurre EN lo que las personas SON y, además, luego, en lo que las personas HACEN.
Como consecuencia de nuestra evolución, innovamos o bien, como consecuencia de nuestra innovación, evolucionamos. A elegir, da igual. En cualquiera de los casos, innovación y evolución van de la mano. Lo importante aquí, es que esto que hasta ahora parecía una consecuencia inconsciente, “sucedía”, ahora, nos hacemos conscientes y “voluntariamente” nos sumamos a un proceso innovador-evolutivo, que ya sabemos nos va a traer un replanteamiento profundo de nuestras vidas, tanto a nivel social, como individual.
Para todo ello, necesitamos basarnos en unos valores que nos ayuden a caminar, a echar a andar en un proceso de cambio profundo hacia no se sabe dónde, porque dada la rapidez con que los acontecimientos se están sucediendo, no hay conocimiento suficiente ni forma de sostenerlo el tiempo necesario como para que entre a formar parte de una forma de hacer, que se asiente y genere herramientas sólidas que nos den un respiro.
Rosana Agudo, 2009 www.tti-transformacion.blogspot.com
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Creemos que los valores que necesitamos nos pueden ayudar a lograr un equilibrio que nos es tan necesario en épocas de incertidumbre, como la que estamos viviendo. Los valores son creencias, creencias que nos sirven en un determinado momento y a las que nos agarramos y que sostenemos, que nos dan fuerza y sentido de ser y de hacer, en ellas y sobre ellas fundamentamos nuestra personalidad y la forma en que vivimos la vida, en ellas y sobre ellas se funda la leyenda de un pueblo, de una sociedad, de una civilización….
Por lo tanto, necesitamos algo en lo que creer que sea profundo, que nos conmueva lo suficiente como para que sea el motor de nuestra acción, que podamos transmitir y que genere confianza en el futuro, en la próxima estación.
Los valores, las creencias profundas, se manifiestan en lo que se hace, pero parten, nacen en lo que se es y en lo que cultivamos dentro de nosotros-as, de manera que crean una forma especial de ver el mundo y de que el mundo nos reconozca de una manera singular.
El pueblo vasco es un pueblo trabajador
Así nos ven, así nos vemos. Trabajamos para que esa creencia, ese valor, crezca y se reafirme. Alrededor de ese valor hemos construido un pueblo próspero y hemos sido reconocidos-as y respetados-as, ¿hemos perdido ese valor? ¿Necesitamos cambiarlo por algún otro? ¿Cambiar trabajador por innovador? ¿Añadir trabajador + innovador? Quizás lo que necesitamos es comprender lo que “trabajo” significa. Los valores giran “en torno a” y “se sostienen por” los supuestos que tenemos sobre ellos, y estos supuestos son los que le dan vida, calor, razón de ser.
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En torno al “trabajador”, nació y se hizo especialmente fuerte en el País Vasco el movimiento cooperativista, sostenido además por una fuerte visión que tocaba la fibra más íntima del ser humano, el espíritu de justicia y bienestar para todos-as. Vinieron muchas personas a trabajar y fueron acogidas e integradas, crecieron y se manifestaron valores de solidaridad. Muchas gentes vascas marcharon a otras tierras en un movimiento de globalización y trasvase de conocimiento.
Fue un movimiento de cambio intenso que dio lugar a una transformación de calado y que nos ha traído hasta aquí, fortalecidos-as por unos valores que ahora nos tienen que sostener de nuevo, en una dimensión más amplia, en un contexto nuevo, más complejo. Es un reto fascinante para un pueblo “trabajador”.
Todavía hace muy poco tiempo, un hombre trabajador era lo más a lo que una mujer podía aspirar como compañero. Los hombres han crecido con ese valor inculcado durante generaciones, y de repente, hay que conciliar. Ahora no están bien vistos los horarios de trabajo interminables, por ejemplo. De nuevo nos desconcertamos, y ahora qué, si ya no podemos “trabajar” muchas horas o hacer trabajados duros físicamente, ¿ya no sirve el “trabajo” como un valor?.
No necesitamos nuevos valores, necesitamos nuevos ojos.
El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar territorios nuevos, sino en tener nuevos ojos. Marcel Proust
Rosana Agudo, 2009 www.tti-transformacion.blogspot.com
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Pero esto ¿cómo se hace?. Parece mucho más fácil cambiar los valores, es decir, hablar de estos o de aquellos, de cuál es mejor y más apropiado para aquello o esto, como si estuviéramos eligiendo el traje más adecuado para salir a cenar o a bailar. Parece que todos-as estamos muy dispuestos-as a decir qué valores tienen que inculcarse en educación, en la empresa, etc., siempre hay un “otros-as”, como si nosotros-as no formáramos parte de ese “otros-as”.
Necesitamos algo en lo que creer. Valores que nos sostengan. ¿Y por qué no creer en nosotros-as mismos-as, en nuestros valores, en nuestras capacidades, en lo que nos ha dado fuerza siempre, en nuestras raíces?. Para ello solo tenemos que crecer como seres humanos, fijarnos en lo que somos además de en lo que hacemos, innovarnos cada día.
Podrán nuestras empresas enfrentarse a este reto, ¿cómo se hacen crecer los valores? ¿Cómo podemos dar valor a otras formas de creación de riqueza? ¿Cómo se pueden valorar otro tipo de resultados en las empresas? ¿Podremos aprender a valorar la riqueza por encima del dinero? Y esto ¿qué quiere decir?,¿a qué tendremos que “renunciar” para obtener riqueza?
Rosana Agudo TTi – Tecnología para la Transformación Interior
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