Relato para no olvidar El protagonista de este cuento ya esta cerca del “colorin colorado”, y ha olvidado por completo su “había una vez”. Vieja y cansada, esta ya en su sillón. Ve pasar los días, uno detrás de otro. Las horas corren más, y los minutos mejor ni mencionarlos. Los segundos, aquellos que marcan el latir de su corazón, son los que han perdido la forma. El buen entrenamiento los hizo correr a lo largo del tiempo, y ahora pasan andando, caminando, recreándose en el reloj. Parece como si este cuento se estuviera ya quedando sin tinta, y las páginas cada vez se fueran tornando de un blanco color. Siempre hay malos en las películas, en este caso uno de ellos, es un villano que no actúa solo. El bastón le sirvió de guía para llegar al objetivo y las canas, que tiñen la testa del protagonista de este relato de blanca, fue el camino que siguió para entrar hasta el interior. ¿Te gusta leer? Porque te aviso que este cuento es de los largos. Muy gorda y densa, escrita con letra pequeña, tímida, es esta historia titulada vida. Algo te puedo resumir, para que no te quedes dormido de aburrimiento, porque no te pretendo dormir como a un niño pequeño en la cama, sino que puedas conocer historias como estas tan reales y tan lejanas cuando no te tocan. Mi resumen nunca será perfecto, mejor que ella nadie te lo dirá. Piensa que quizás se le haya olvidado, cuando a tu pregunta el silencio te responda.
Nació en el blanco y negro, de hecho la primera paginas de este libro, están acompañadas de imágenes sin colorear. A los márgenes cerca pero no decisivo en su argumento se reflejan apostilladas reseñas históricas. Una dictadura reprimida, una luz leve de republica, y los capítulos finales dentro de una democracia. En negrita escrita la anotación de la guerra civil. Y húmedo de lagrimas, corrida la tinta, el párrafo dedicado a su hermano, caído en la lucha de hermanos en el treinta y seis. De “fueron felices y comieron perdices” esta su boda, y de “salud para criarlos” sus tres partos. Ahora de sudor difuminadas las letras, correspondientes a la lucha por sus hijos, del trabajo en casa, ese que nunca es correspondido. La llegada de su media docena de nietos, que por algunos días la volvieron hacer sentir como una madre. Episodios de heroicidad y de pena, llenan de contraste los innumerables capítulos que siempre terminarían con etcéteras, sin contraer. ¿No recuerdas algún dato de lo leído? Pues vuelve páginas atrás y relee. Ella en su propio cuento del que es protagonista no lo puede hacer. Ella vive el momento, un forzado carpediem. Si nos ve, ella frunce el ceño y nos intenta conocer. Sen rinde ante el esfuerzo, y pierde la mirada. - ¿Quién era ese extraño? Que me da todos los días de comer, que lleva un avión a mi boca cargado de papilla. Seguro que su madre no le hacia eso, por cierto ¿Quién será su madre?
En casa todos pendientes de ella, que tanto cuidó de nosotros. Su mente no pide de comer, tampoco atina a reflejar donde le duele, no controla movimientos, ni su voz le permite expresarse suficientemente. Su mente no entiende de coordinación de piernas para andar, y el camino de la cama al sofá, lo hace abrazos de su yerno, que como un hijo debería de mirar. Ella tampoco agradece el esfuerzo, ni siquiera ayuda a que sean mas fáciles. Pero que menos premio que verla sonreír, o acariciar a su muñeca que le dimos como juguete. Es mi abuela la protagonista, que esta siendo derrotada por ese villano, cobarde y frió. Que ni el Dios al que ella rezo tanto, le puede ayudar. Esta señora va a perder, se intuye cerca, ella no sabrá que se retira, ni sufrirá cuando su corazón también se olvide de latir. Este villano de nombre olvido y apellido alzheimer, se esta saliendo con la suya. Roba bancos repletos de cajas fuertes con recuerdos, extiende el pánico y desorden en la ciudad del hogar, ha esquivado a todo tipo de policías en forma de medicinas y lentamente acaba con el héroe. El ultimo capitulo, todavía en blanco, queda aun por escribir. El final previsible para todos, seguro que te lo imaginas. El lápiz que tiene ahora mismo el destino puede cambiar de mano. Puede que este entre dedos de un señor mayor. Casi temblando quiere acabar este cuento de otra manera. Todas las noches sueña con poder agarrar ese bolígrafo, y sus
arrugas no hacen incompatibles con que pueda seguir deseando un sueño. Con frases cortas y claras, letra vieja, desterraría al villano. Su señora solo volvería a leer esos capítulos en los que algo grato sacaría. Las penas y el llanto, se quedarían solos en el reino del olvido. Abuelo toma el bolígrafo… y hazlo realidad. Para mi abuela que nunca leerá lo aquí narrado.