Opinión Reflexiones de una madre
uando a finales del curso pasado comencé a estudiar la documentación necesaria para la elección del Centro de Secundaria para mi hija no imaginaba el cambio que este hecho iba a producir en mi vida diaria. Terminaba una etapa para ella pero también para mí. La transformación que dicen que sufren al llegar al Instituto la veía lejana y hasta un tópico, pero no, no es un tópico. Mi niña de repente se alejaba y me contestaba con monosílabos a todo lo que le preguntaba. Yo siempre he presumido de llevarme muy bien con mis hijos, pero empezaba a preguntarme ¿con quién vivo?. Ahora se recluía en su habitación y no la veía el pelo salvo para comer, para pedirme permiso para salir o para decirme que necesitaba algo. Mi hogar se había convertido en un hotel donde unos entraban, otros salían, se surtía de alimentos y se dejaba la ropa para lavar y planchar. Pero yo necesitaba hablar con ella, no quería perder la palabra, el contacto, necesitaba y necesito convivir con mi familia. Tenemos que debatir no sólo la cantidad de su asignación semanal o los horarios de regreso a casa, también las obligaciones que cada uno tenemos para procurar que el clima familiar sea agradable y no tengamos la necesidad del reproche constante. No renuncié a compartir con ella todo lo nuevo que estaba experimentando, lo positivo y también lo negativo, que de todo ha habido en este tiempo. Y poco a poco se acercó y volvimos a tener una relación en la que nos respetamos los silencios porque sabemos el grado de diálogo que podemos tener cuando es necesario. Cuando los hijos crecen está claro que la función de estar sobre ellos se va diluyendo hasta casi desaparecer pero eso no debe impedir establecer actividades comunes que nos hagan disfrutar juntos, porque no pasamos mucho tiempo en familia y eso es un error. Debemos compartir con nuestros hijos parte de nuestro tiempo libre. Nosotros, a veces, hacemos juntos la compra semanal, al principio me decían que era un rollo pero yo les convencí de que todos comemos y que era una buena oportunidad para poder elegir lo que les gustaba. Discutimos sobre lo que se debe o no comer hasta llegar a un acuerdo sobre su alimentación. Ellos están más convencidos que nunca de que comer sano es importante y de que de ello depende, en parte,
su salud. Otra parte importante de su buena forma física es el deporte y he tenido la suerte de aficionarlos a uno de ellos. Ellos lo practican y yo les acompaño cuando salen a competir, les animo y disfruto tanto cuando les sale bien como cuando no consiguen sus objetivos. Porque su principal recompensa está en sus compañeros, en el ambiente de camaradería que viven y en la superación personal y constante. Quizás uno de los mayores errores que hayamos cometido los educadores de hoy es no imprimirles de ese espíritu de sacrificio tan importante para lograr saborear el éxito y aprender de los errores. La vida es como un viaje y el de nuestros hijos comenzó el mismo día de su nacimiento. A nosotros nos corresponde acompañarlos en su recorrido y disfrutar con ello. Hacerles sentir que cuando les va bien nos alegramos con ellos pero que cuando algo les salga mal o cuando cometan alguna tontería estamos aún más cerca de ellos. Ahora somos padres o madres y tendemos a olvidarnos de cuando éramos hijos y aunque no debemos justificar todos sus errores sí tenemos que intentar sentir como los viven ellos para ayudarles a afrontarlos y superarlos. Se oye a diario lo mal que está la sociedad, la violencia en los centros de enseñanza, la agresividad de los jóvenes, todas esas noticias negativas con las que nos bombardean los medios de comunicación y yo pienso en mis hijos, en los amigos de mis hijos, en los hijos de mis amigos, en tantos chicos jóvenes que conozco, que son estupendos y que no son noticia pero que están ahí. Por ellos debemos romper una lanza y confiar en que son la mayoría y en que cuando educas en el respeto, en la tolerancia, y en la comprensión estamos siguiendo el camino correcto. No podemos descargarnos de nuestra responsabilidad como padres y pensar que los centros educativos vayan a asumir la educación total de nuestros hijos. En ellos aprenderán materias y se les reforzará en su comportamiento pero somos nosotros los que mejor los conocemos y a los que nos corresponde hacerles personas íntegras. Una vez leí que el futuro dependerá de los hijos que dejaremos a nuestro mundo. Intentemos por lo tanto que nuestros hijos se conviertan en adultos de éxito y que puedan conseguir grandes logros.
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Gema Sánchez-Pajares Zambrano
Opinión Departamento de Religión Católica asterisco 2007
Santos Hernández
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Departamento de Religión
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on satisfacción aportamos desde el Departamento de Religión del IES.CUATRO CAMINOS nuestro granito de arena para la Revista ASTERISCO y para el diálogo intercultural. Un doble aspecto queremos destacar en esta colaboración: en primer lugar, el valor en sí misma de la enseñanza de la Religión para la formación integral de los niños y de los jóvenes y para la convivencia en los centros educativos; en segundo lugar, la congratulación de nuestro Seminario con toda la Comunidad Educativa del Centro por el espíritu de trabajo, la convivencia y las muestras de estima y ayudas que recibimos de todos. No es ocioso, en las circunstancias que concurren en estos tiempos, insistir, de nuevo, en la importancia de la enseñanza religiosa en el currículo escolar. A pesar de las normativas del Ministerio de Educación, cada vez más perdido en cuestiones superficiales y caprichosas, (aunque con una intención bien clara de dificultar la presencia en la escuela de esta asignatura); cuando falta una propuesta seria para una educación de calidad en verdaderos valores para los jóvenes... nosotros mantenemos la oferta de una enseñanza desde la libertad y para la libertad, pero también desde la responsabilidad y la exigencia personal, en orden a una convivencia respetuosa y constructiva. Cuando se desmadeja nuestra sociedad y nuestros jóvenes andan erráticos y sin unos objetivos claros y, por tanto, sin caminos seguros, las obsesiones oficiales dificultan cada día un poco más la presencia de la enseñanza de la Religión Católica en el sistema educativo y la situación de los mismos profesores. No creemos sinceramente que así se avance en una auténtica calidad para la formación de los jóvenes y estabilidad para la misma enseñanza.
Ante el desinterés ético, social y participativo de las generaciones más jóvenes, reconocible fácilmente por su apatía, indiferencia por lo comunitario, desconocimiento de las realidades que les rodean, ante el individualismo que invade su actividad y sus motivaciones, necesitamos una educación que abra a la persona, y especialmente a niños y jóvenes, a unas dimensiones nuevas, a una verdadera comunicación e integración en la sociedad, de la que tanto han recibido y que tanto les proporciona gratuitamente. La vida plena personal no podemos aislarla de la vida social, de la convivencia y de los valores transcendentes o espirituales que estimulan y alientan el esfuerzo y la ilusión por superarse, abandonando egoísmos empobrecedores. Educar es comunicar saber y también sentido de la vida, responsabilidad y esperanza para que el ser humano asuma su propia existencia como realidad y como tarea, y se realice como persona ante sí mismo, ante los demás y ante Dios. La educación supone información sobre las realidades objetivas y ayuda para conformarse con los grandes y más nobles ideales que han abierto al hombre a la transcendencia. A la plenitud personal uno se abre por las ideas recibidas y por el testimonio vivo y el ejemplo de los que transmiten los saberes, la familia y los educadores. Pero esta bella tarea de educar encuentra hoy graves obstáculos. Y hasta los mismos educadores nos quedamos, a veces, a mitad del camino, ofreciendo información, técnicas, datos... pero sin llegar a implicarnos en el sentido profundo del ser humano y en una educación constructiva y constitutiva de lo más valioso de la persona individual y socialmente. Por todo esto, desde el Seminario de Religión queremos seguir luchando por ofrecer estas
ASTERISCOS TRANSVERSALES
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entrega y colaboración al clima de solidaridad y compañerismo existente en medio de tan numeroso claustro, unido en lo fundamental, (como reza nuestro lema), y tan entusiasta en la entrega a la mejora de las condiciones humanas y técnicas para hacer realidad cada día la CALIDAD DE NUESTRO SERVICIO EDUCATIVO. Que, pese a quien pese, no decaiga la esperanza y la certeza de que la EDUCACIÓN ES EL MEJOR VALOR DE NUESTRA SOCIEDAD.
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dimensiones para una educación integral de nuestros alumnos. Y tratamos de hacerlo con una calidad humana y técnica que responda a las exigencias de nuestro tiempo y en igualdad de condiciones con los demás profesores. Y esto sabiendo que no es fácil mantener la ilusión y el interés de los alumnos en la textura que están colocando esta asignatura. Queremos mantener el equilibrio entre la calidad y la intuición de los chicos de que este esfuerzo no les va a valer inmediatamente para nada práctico. Por ello hay que valorar en su justa medida el interés de los numerosos alumnos que eligen Religión. Al final encontrarán una satisfacción en lo profundo de su ser. Nosotros no queremos privar a los chicos de esta riqueza para su formación integral como personas libres, conscientes y críticas en medio de la sociedad. Con relación a la convivencia y la inserción del Seminario de Religión en la vida diaria del IES. Cuatro Caminos, y las relaciones con la Dirección y los compañeros, nos sentimos contentos por la acogida en igualdad por parte de todos. Manifestamos nuestro agradecimiento a la ayuda encontrada y deseamos aportar nuestra
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