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PRESENTACION
INDICE
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LOS TERCIOS
La infantería española dominó los campos de batalla durante los siglos XVI y XVII. Los tercios eran la unidad de infantería española. Ahora los llamamos regimientos gracias a una ordenanza de Felipe V (nieto de Luís XIV de Francia “Rey Sol”) que les cambió el nombre para que le fueran más familiares. Fueron aclamados y temidos en el mundo entero. Todos sabemos qué son los tercios, y sin embargo, ¿Cómo estaban compuestos? ¿En qué radicaba su éxito? Aunque a lo largo de estos dos siglos los tercios evolucionaron continuamente, intentaré dar una visión general, para hacernos una idea de cómo eran y cómo funcionaban.
Armamento Las armas utilizadas básicamente son las siguientes. Cada una tenía sus ventajas e inconvenientes, dependiendo el uso de una u otra de las circunstancias concretas. Pica: Lanza larga de 26 o 27 palmos de vara española (unos cinco metros y medio). Es un arma básicamente defensiva muy útil contra cargas de caballería, pero prácticamente inútil en el cuerpo a cuerpo. Su longitud impide el fácil movimiento y no es apta en terrenos abruptos, bosques,... Alabarda: Utilizada para el cuerpo a cuerpo. Espada: Todo soldado iba armado con una espada. Arcabuz: Arma de fuego con cañón de 4 palmos y medio de vara española (1 metro aproximadamente), que requería el uso de mecha para ser disparado. Su alcance útil era de 50 metros, aunque normalmente se disparaban entre los 15 y 20 metros. Existían varios tipos de arcabuces, pero los españoles tenían la culata plana y se disparaban desde el hombro, “a la española”, en contraposición con los de culata curva que se disparaban desde el pecho, “a la italiana”. Se disparaba básicamente a la masa puesto que la puntería era muy limitada. El punto de mira no existía. No se podían usar si llovía (se apagaba la mecha) o en acciones de sorpresa nocturnas (la mecha delataba al atacante). Más adelante la mecha fue sustituida por la llave de rueda, que solucionaba los problemas comentados. Mosquete: Arma de fuego con cañón de 6 palmos de vara española (1,25 metros aproximadamente) que requiere el uso de la horquilla para apuntar. Evolución del arcabuz. Más preciso y con más alcance (100 metros), que se usaban alrededor de los 60 metros. Además eran capaz de atravesar armas fuertes como rodelas, morriones,... (Se consideraban armas fuertes las que no eran atravesadas por una bala de arcabuz). Requerían el doble de tiempo para ser cargados y eran mucho más pesados. El precio del arma era otro problema añadido.
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El arma de más prestigio era la pica por reminiscencia de la Edad Media. Aunque el arcabuz estaba mal visto, pues se perdía el cuerpo a cuerpo (cobardía), se acabó imponiendo. La mayoría de soldados querían ser arcabuceros.
Combatientes Los soldados eran, como los llamamos ahora, profesionales. “Mes cumplido, mes pagado”, aunque ya sabemos que la realidad era muy distinta. No es habitual en la época. Otros ejércitos se contratan para una campaña concreta y un tiempo determinado. Piquero: Soldado armado con una pica. Casi no llevaban armadura. Coselete: Soldado armado con una alabarda. Eran los que más armadura usaban. Morrión, coraza, rodela,... Arcabucero: Soldado armado con arcabuz. No llevaban armadura. Su vida depende de su agilidad. Mosquetero: Soldado armado con mosquete. Tampoco usaban armadura. Un soldado se especializaba en una de estas armas y siempre luchaba con ellas. Sin embargo, por necesidades concretas, podían variar principalmente picas y alabardas. La paga estaba en función del soldado.
Orgánica Camarada: Son los grupos de amigos. La fidelidad entre ellos es total. Todo soldado pertenece a una camarada. Incluso el maestre de campo tiene la suya propia. Sin embargo, no aparece en ningún escrito oficial. Una misión se encarga a la camarada de fulano o mengano. Compañía: Es la unidad mínima. Consta de aproximadamente 300 hombres nominales. Al mando de un capitán. Otros mandos son el alférez y el sargento. También dispone de un tambor. El alférez tiene por misión guardar la bandera. La bandera es el símbolo del honor de la compañía. El sargento es el encargado de formar a los hombres, sin embargo es considerado un oficial. El tambor debe saber tocar e interpretar todos los toques de las formaciones. Una compañía puede ser de arcabuceros o de piqueros. La diferencia está en el volumen. Así, una compañía de arcabuces tiene un 60% de arcabuces y un 40% de picas, mientras en la de picas la proporción queda invertida. Entiéndase que los coseletes estarían incluidos como picas, al igual que los mosquetes como arcabuces. Toda compañía disponía de unos 15 mosqueteros. La realidad es que cada vez más, las compañías se llenaban de arcabuces, pues existían más posibilidades de destacar. Tercio: Es la macro unidad. Se compone aproximadamente de 10 compañías. Unos 3000 hombres. Al mando de un maestre de campo, que a su vez es el capitán de su propia compañía y disponía de guardia personal. Existe un estado mayor del tercio compuesto por un sargento mayor, que domina el arte de “escuadronar” (realizar las formaciones), un tambor mayor que debe saber tocar e interpretar los toques propios y los extranjeros (a modo de espía en el campo de batalla), un furriel mayor, un capitán barrachel (policía militar), capellán, cirujano y médico. La realidad es que el tercio nunca llegaba al número de hombres nominal siendo lo normal 2000 o 2500 hombres. De todas formas el tamaño de la unidad es enorme. Formaciones Las formaciones eran ordenadas por los sargentos. Existían numerosísimas formaciones, aunque las básicas en el campo de batalla eran:
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Cuadro de gente: Formación con el mismo número de hombres de frente que de lado Cuadro de terreno: Formación cuadrada teniendo más hombres de frente que de largo Cuadro prolongado de gran frente: Formación que ofrece gran frente (línea) Cuadro prolongado de frente estrecho: Formación que ofrece mínimo frente (columna) Los arcabuceros debían formar, en principio, en gran frente para poder disparar cuantos más arcabuces a la vez mejor. Sin embargo, el frente estrecho es más útil para cargar. La realidad es que las formaciones se solían hacer combinando arcabuces y picas, de tal manera que las picas quedaban en el centro del cuadro y los arcabuces alrededor. Si la formación se exponía a una carga se terciaban las picas, cubriendo de esta manera a los arcabuces (erizo). Se consideraba que una formación de picas en buen orden era inexpugnable ante una carga. Sin embargo, era altamente vulnerable ante arcabuces debido a su escasa movilidad. Si formaba la compañía entera, el alférez, custodiando la bandera, quedaba en el centro y rodeado de alabarderos. Así se intentaba garantizar que no se capturase la bandera. Combates Las batallas en campo abierto, anfibias,... fueron los menos, siendo lo habitual el asedio a plazas fuertes. En campo abierto todos los soldados luchaban a pie, incluido el maestre de campo (jefe estratégico del tercio) que luchaba con una pica en el centro de la primera línea de su compañía (la línea de honor) y exceptuando al sargento mayor que lo hacía a caballo (es el jefe táctico del tercio). Eran relativamente habituales los castigos y penas por exceso de valor. Los soldados españoles se lanzaban al ataque sin esperar las órdenes de sus superiores, provocando la posible pérdida de la batalla. Acciones típicas eran las encamisadas. Golpe de mano nocturno. Le llamaban encamisada porque los soldados se ponían la camisa por encima de sus ropas para distinguirse en la noche de los enemigos. La escalada se utilizaba para rendir plazas fuertes. Un grupo reducido de soldados realizada una acción de subterfugio (escalaban los muros, se disfrazaban de civiles,...) con objeto de controlar una puerta de la ciudad, sobre la cual se lanzaba el grueso de la tropa. El asalto a una plaza era la acción más sangrienta conocida. Cuando la artillería habría brecha en las murallas, comenzaban las negociaciones para rendir la plaza. Si no llegaban a buen puerto se producía el asalto, pero ya no había piedad para los defensores. Las matanzas y saqueos eran habituales tras la toma de una plaza por asalto. Dentro del ejército imperial, existen tropas de múltiples nacionalidades, incluso tropas mercenarias. Los tercios españoles no suponían más del 10 ó 20 por ciento del total del ejército. El ejército español tenía prioridad para ocupar el lugar más peligroso y delicado de la batalla. Así, tropas aliadas de otras nacionalidades (alemanes, italianos,...) debían ceder el paso a los españoles. Esta situación provocaba envidias y malentendidos entre las tropas. Las compañías que se rebelaban por falta de paga (después de más de un año de atrasos) no participaban en las campañas, sin embargo, en caso de que el ejército fuese acosado por el enemigo, se incorporaban al mismo. Curiosidades El hecho de que el maestre de campo luchara como un soldado más, al frente de sus hombres provocó no pocas bajas de excelentes militares. Sin embargo, el valor y la fidelidad son el tono de los tercios. El maestre de campo Julián Romero le escribe al rey “Ha que sirvo a Vuestra Majestad cuarenta años la Navidad que viene, sin apartarme en todo este tiempo de la guerra y los cargos que me han encomendado
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y en ello he perdido tres hermanos, un yerno y un brazo y una pierna y un ojo y un oído [...] y ahora últimamente un hijo en el que yo tenía puestos mis ojos [...] y por otra parte ha de nueve años que me casé pensando en poder descansar y después acá no he estado un año entero en mi casa”. La preponderancia de las armas de fuego acaba destruyendo a la caballería que pierde terreno. Francia siguió aferrada, durante un tiempo, a la idea medieval de la caballería y así le fue. Los españoles no desprecian el uso de caballería pero la reorientan montando arcabuceros a caballo en compañías de Herreruelos. Son los precursores de los dragones del siglo XVIII, el nuevo siglo dorado de la caballería. Bibliografía Si os ha interesado este pequeño artículo os recomiendo los siguientes libros, que sin duda explican más y mejor los tercios que un humilde servidor: DE PAVIA A ROCROI – Los tercios de infantería española en los siglos XVI y XVII.- Juan Albi de la Cuesta; Balkan Editores TERCIOS DE FLANDES – Juan Jiménez Martín; Ediciones Falcata Ibérica EL EJERCITO DE FLANDES Y EL CAMINO ESPAÑOL 1.567-1.659 – Geoffrey Parker; Alianza Otros libros curiosos, aunque yo no los he leído, los podréis encontrar en la web de Libros Reyes TRATADO DE ARTILLERIA Y FORTIFICACION – Lechuga (ingeniero de la época)
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