México, D. F., a 25 de enero de 2008
Estimados profesores:
Me dirijo respetuosamente a ustedes para informarles de los acontecimientos que han sucedido en la coordinación de Metodología de la Investigación que han influido en mi renuncia como Presidente de la Academia de Investigación y Ética, así como del trato del que he sido objeto por parte de algunas autoridades de nuestra Facultad.
A finales del mes de noviembre del año pasado, mediante una llamada telefónica por parte del Coordinador de Metodología de la Investigación, Maestro Andrés Moreno, fui informado que para el siguiente semestre sólo tenía disponible un grupo de la asignatura Principios y Técnicas de Investigación que se imparte a los estudiantes del segundo semestre, ya que, según él, la plantilla había sufrido un considerable recorte de grupos; al preguntar que si había grupos disponibles de la materia de Seminario de Ética de los Negocios, de la cual soy titular, me dijo que no se abrirían grupos de esta materia para este semestre y que lo único que se me podía ofrecer era un curso intersemestral de dicha materia, la cual acepté, debido a que el tiempo apremiaba y no había ninguna otra opción, según se me dijo.
Derivado de lo anterior, me surgieron varias preguntas que hasta el día de hoy no han tenido respuesta: ¿Qué sucedió con los dos grupos que tuve en la materia de Teoría del Conocimiento de primer semestre? Yo supongo que algún profesor los tendrá ¿Cuáles fueron los criterios académicos que se establecieron para asignar estos dos grupos a otro profesor? ¿Por qué no se me informó con antelación de esta situación, porque, supongo, alguna autoridad debía haberlo previsto? ¿Por qué proceder de una manera tan arbitraria para elaborar la plantilla de profesores de nuestra Academia de Investigación y Ética? ¿Es acaso una información que nadie tiene derecho a saber? ¿De qué manera una persona como el coordinador
que, todos lo sabemos, no tiene el perfil, la formación, ni los conocimientos de este ámbito del saber, establece mecanismos para la asignación de grupos, pues ni siquiera es capaz de impartir una asignatura en la propia coordinación de la que él es el responsable? Ninguna autoridad me ha podido responder.
El viernes 25 de enero me fueron entregadas mis evaluaciones; un grupo calificó mi trabajo docente con 9.77 y el otro con 9.86, lo cual indica que no es éste el mecanismo por el que se asignan grupos, como reiteradamente lo ha señalado el coordinador, porque este instrumento de evaluación docente, sumamente subjetivo y, por lo tanto, no confiable, se ha tomado como argumento del maestro Moreno para no asignar grupos a otros profesores; por esto, me da la impresión de que hay una consigna para no darles grupos a los profesores que le resultan “incómodos”. Me resulta inaceptable la falacia que he escuchado de que una cosa es lo académico y otra lo administrativo, pese a que la asignación de grupos es eminentemente académico, debido a que se intuye, por lógica, que se trata de un proceso de selección con criterios académicos.
Varios han sido los profesores que han tenido la confianza de acercarse a mí para decirme que la merma de grupos les afecta directamente en muchos aspectos y, me cuestionan, que cómo quiero que colaboren con los trabajos de la Academia si el trato despótico que se les da por parte del coordinador es como si fueran el de un peón que trabaja a destajo. En varias ocasiones he dicho ante el pleno de nuestra Academia que la base de toda relación humana es el reconocimiento de la dignidad de los demás. En reiteradas veces, mi dignidad, como la de otros profesores, miembros de la Academia, ha sido mancillada con el trato que se nos da. Esta práctica no es nueva, desde hace dos o tres semestres se ha convertido en costumbre, en especial con los profesores que no son egresados de esta Facultad. Nadie nos da una respuesta cabal a muchas dudas que hay en la manera en que se procede en la coordinación, lo cual habla de una manifiesta incapacidad, así como falta de disposición al diálogo y el temor al ejercicio sano de la crítica y el libre debate de ideas, que son los pilares de nuestra institución.
En la minuta del mes de junio de 2007, en donde aparecen la firma del coordinador y de un servidor, en calidad de presidente de la Academia de Investigación y Ética, con una votación de casi treinta profesores a favor, ninguno en contra y cuatro abstenciones, se llegaron a acuerdos que se trataban de evitar, como transparentar la asignación de grupos a los profesores y difundir los criterios académicos para el mismo fin. El coordinador nunca tomó en cuenta los acuerdos, y hoy me doy cuenta que en realidad no tenemos un coordinador, sino a un pequeño señor feudal que no es capaz de reconocer las voluntades de los profesores, y que tiene en la simulación una práctica cotidiana, lo cual, en una Academia de Ética, es una inmoralidad.
La última semana de noviembre tuve una reunión con el maestro Francisco Solares, Jefe de la División de Administración a la que pertenece la coordinación de Metodología de la Investigación, en la que me dijo, respecto a este problema, que para el siguiente semestre “habría grupos para los profesores y que harían todo lo posible por restituirle los grupos a los profesores que el semestre anterior se quedaron sin ellos”, lo cual no fue así, por los comentarios que me han hecho llegar los propios profesores, que, académicamente, tienen el perfil profesional y el compromiso docente.
Quiero dejar en claro que la intención de mi escrito no es de confrontación para que se me asignen grupos; sé que después de esto sólo espero las represalias acostumbradas a mi persona y a mi labor como docente.
Asimismo, es importante señalar que en diciembre del año pasado solicité una reunión con la directora de la Facultad para comentarle lo que está sucediendo, a lo cual sólo me han contestado que les deje mi teléfono para concertar la cita; por supuesto, la reunión no se ha llevado a cabo.
Por todo lo anterior, presento a ustedes mi renuncia al cargo que he venido desempeñando como Presidente de este Honorable Cuerpo Colegiado. No estoy dispuesto a seguir permitiendo que se me trate de esta forma, ni tampoco a ser cómplice de nadie, en el sentido de prestarme a simulaciones y engaños o cometer injusticias con mis compañeros de trabajo. Desde mi discurso de aceptación de Presidente de Academia siempre dije que estaría dispuesto a escuchar a todos y cada uno de mis compañeros, por quienes siento gran admiración y aprecio; jamás pretendí amordazar o acallar a nadie dentro de la Academia, si alguna vez mis comentarios ofendieron a alguien les ofrezco una sincera disculpa. Me voy con el enorme gusto de haber colaborado con ustedes en beneficio de esta escuela que tanto quiero y, de antemano, les agradezco el valioso apoyo que la mayoría de ustedes me brindaron desinteresadamente.
Muchas Gracias.
Prof. Jesús Arroyo Estrada.