SONETO 1 GARCILASO DE LA VEGA
Cuando me paro a contemplar mi estado y a ver los pasos por dó me ha traído, hallo, según por do anduve perdido, que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estoy olvidado, a tanto mal no sé por dó he venido: sé que me acabo, y mas he yo sentido ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme, si quisiere, y aun sabrá querello:
que pues mi voluntad puede matarme, la suya, que no es tanto de mi parte, pudiendo, ¿qué hará sino hacerlo?
POEMAS DEL RENACIMIENTO
LA TRISTEZA JUAN BOSCÁNA Tristeza, pues yo soy tuyo,
Que el placer de verte en mí,
tú no dejes de ser mía;
no hay remedio para echallo,
mira bien que me destruyo
¿quién jamás estuvo así?
sólo en ver que el alegría
que de ver que en ti me hallo,
presume de hacerme suyo.
me hallo que estoy sin ti.
¡Oh, tristeza!
¡Oh ventura!
que apartarme de contigo
¡Oh amor, que tú hiciste
es la más alta crueza
que el placer de mi tristura
que puedes usar conmigo.
me quitase de ser triste!
No huyas ni seas tal
Pues me das por mi dolor
que me apartes de tu pena;
el placer que en ti no tienes,
soy tu tierra natural,
porque te sienta mayor,
no me dejes por la ajena
no vengas, que si no vienes,
do quizá te querrán mal.
entonces vernás mejor. Pues me places,
Pero, di:
vete ya, que en tu ausencia
ya que estó en tu compañía,
sentiré yo lo que haces
¿cómo gozaré de ti,
mucho más que en tu presencia.
que no goce de alegría?
POEMAS DEL RENACIMIENTO
YO DIRÍA DE VOS TAN ALTAMENTE Gutiérrez de Cetina (A doña María de Mendoza)
Yo diría de vos tan altamente que el mundo viese en vos lo que yo veo, si tal fuese el decir cual el deseo. Mas si fuera del más hermoso cielo, acá en la mortal gente, entre las bellas y preciadas cosas, no hallo alguna que os semeje un pelo, sin culpa queda aquel que no os atreve. El blanco, el cristal, el oro y rosas, los rubís, y las perlas, y la nieve, Delante vuestro gesto comparadas, son ante cosas vivas, las pintadas. Ante vos las estrellas, como delante el sol, son menos bellas. El sol es más lustroso, mas a mi parecer no es tan hermoso. ¡Qué puedo, pues, decir, si cuanto veo, Todo ante vos es feo! Mudaos el nombre, pues, señora mía: vos os llamad beldad, beldad María.
POEMAS DEL RENACIMIENTO
Madrigales a una señora Hernando de Acuña En un contino llanto hasta acabar la vida, ¿quién no murió de ver vuestra partida?
Epitafio puesto en un retrato de una señora El que ensalzar procura su sentido y de toda bajeza libre verse,
Y es muy poca señal de mal tan fuerte
el que más sin remedio está perdido y cobrarse quisiere con perderse,
tal pérdida llorada, pues con el postrer daño, que es la muerte, aun no fuera igualada.
y el que busca el deseo bien cumplido y extremo que no pueda merecerse, de gracia, de valor y hermosura reposen, en mirando esta figura.
Sólo puede igualarle mi quedada, pues siendo vos partida, quedé yo sin el alma y sin la vida. En el tiempo, señora, que encubría lo que publico agora, no tuve de descanso sola un hora. Lo que sentía me forzó a quejarme, y quedo más quejoso, porque lo que busqué para aliviarme me da menos reposo; y pues todo camino es tan dañoso, yo tomo por mejor dejarme en vuestra mano y la de Amor.
DIOS NOS GUARDE POEMAS DEL RENACIMIENTO
de Baltasar del Alcázar De la que a nadie despide
y los ejercicios de ella;
y al que la pide a las nueve
de la que si fue doncella
a las diez ya no le debe
no se acuerde por ser tarde,
nada de lo que la pide:
Dios nos guarde
De la que así se comide como si no hubiera tarde Dios nos guarde De la que no da esperanza, porque no consiente medio entre esperanza y remedio, que el uno al otro no alcanza; de quien desde su crianza siempre aborreció dar tarde Dios nos guarde De la que en tal punto está que de todo se adolece, y al que no la pide ofrece lo que al que le pide da; de quien dice al que se va sin pedirla, que es cobarde, Dios nos guarde. De la que forma querella de quien en su tierna edad le impidió la caridad
POEMAS DEL RENACIMIENTO