Poemas

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10 BABELIA

EL PAÍS, SÁBADO 8 DE JULIO DE 2006

POESÍA ANTOLOGÍA DE BABEL

Poemas de presos en Guantánamo Echándote, madre, de menos Por Imad Abdullah Hassan Echándote, madre, de menos, mi corazón he consumido. Juro por la entera Creación que no sé cómo hablarte. En la noche, en mi sueños sonámbulos, siento tu amor Llamándome: ¿Dónde está Imad? Todos aquí han recibido cartas que alivian su corazón. Pero yo, sufriendo, vivo en mi soledad, más lejos.

Aun si el dolor Por Daddiq Turkestani Aun si el dolor de la herida se acrecienta Habrá un remedio para tratarla. Aun si los días en prisión se alargan Habrá un día para dejarla.

¿Es verdad?

La poeta madrileña Amalia Bautista.

Por Usama Abu Kabir

Las cuatro paredes Amalia Bautista ha reunido en un volumen sus tres libros de poemas y los diversos cuadernos de versos que ha publicado. La obra de la autora madrileña responde a una poética de la intimidad y a un confesionalismo diáfano y de extremada sencillez retórica. TRES DESEOS (poesía reunida) Amalia Bautista Prólogo de Jorge Valdés Díaz-Vélez Renacimiento. Sevilla, 2006 208 páginas. 10 euros ÁNGEL L. PRIETO DE PAULA

Cuatro versos y tres deseos conforman el núcleo amoroso de este volumen titulado, precisamente, Tres deseos, recopilación de los libros de Amalia Bautista (Madrid, 1962) publicados desde 1988: “Ver el alba contigo, / ver contigo la noche / y ver de nuevo el alba / en la luz de tus ojos”. En otro poema semejante se mantienen tres deseos, que consisten ahora en “poder querer a alguien, que nos quieran, / y no morir después que nuestros hijos”. Es ésta una poesía en el boudoir donde se acicala el alma, manifestación de afanes limitados y de ambiciones literarias recortadas. Escribió Pascal que

evitaríamos muchos males si nos resignáramos a vivir entre cuatro paredes; pero encastillarse en la intimidad y desatender lo que sucede extramuros del yo no garantiza la dicha. Desde Cárcel de amor, su primera entrega, la obra de Amalia Bautista ha ido construyendo una trinchera donde los trabajos y los días discurren, con más tribulación que gozo, en endecasílabos sin rima, con una homogeneidad rítmica atenuada algo en Estoy ausente (el título procede de un soneto en que Garcilaso equipara ausencia amorosa con enajenación); y donde las fábulas blancas de los comienzos anuncian tormentas sordas contra las que no sirven de refugio las hijas, el amor, la casa. La diafanidad y eficacia lírica recuerdan a Miguel d’Ors o Enrique García Máiquez; la destreza al tramar lo cotidiano con lo inopinado, a Luis Alberto de Cuenca; el arraigo y pureza, a José Julio Cabanillas o, más cerca, Rocío Arana. El len-

guaje es ceñido y transparente, y constituye un alarde de sencillez —paradoja al canto— frente a la poesía visionaria, las quiebras vanguardistas, la autorreferencialidad. Un culturalismo tamizado descongestiona apenas el confesionalismo de esta poesía, cuyas fabulaciones míticas encierran la desventura de una mujer que se degrada de Penélope a Aracne: “Pensaron que era la paciente esposa / de un héroe. La que espera noche y día / tejiendo y destejiendo. La que ignora / que nunca vuelve el mismo que ha partido. / Y sólo soy una maldita araña”. El peligro de esta poesía es la reducción de lo lírico a la efusión sentimental o al golpe de efecto, cuando no a la planicie expresiva. Por fortuna, igual que el Dios teresiano anda entre los pucheros, la poesía siembra de misterio las que parecían presentarse como sobadas obviedades. Claro que para ello hace falta que, a despecho de tendencias, haya, como aquí, una poeta.

¿Ha vuelto a crecer la Hierba después de la lluvia? ¿Volverán las Flores a levantarse en la Primavera? ¿Es verdad que los Pájaros regresarán a casa? ¿Ha de volver el Salmón a remontar su corriente? Es verdad. Esto es verdad. Y son verdaderos milagros. Pero ¿es verdad que un día dejaremos la Bahía de Guantánamo? ¿Es verdad que ese día habremos de volver a casa? Soñando con mi casa, me hago a la mar en sueños. Para estar con mis hijos, cada uno es parte de mí; para estar con mi mujer, y aquellos a quienes amo; para estar con mis padres, los corazones más tiernos de mi mundo. Yo sueño que estoy en casa, libre de esta jaula. ¿Me escuchas tú, oh Juez, me oyes acaso? Somos inocentes, no hemos cometido ningún crimen. ¡Déjame libre, déjanos libres, si todavía queda justicia Y alguna compasión en este mundo!

La verdad (fragmento) Por Imad Abdullah Hassan Inscribe tus cartas del corazón en esta cueva Que harán camino hasta la Ciudad del Profeta. Fue aquí que el Destino quedó absorto. Oh Noche, estas luces que veo, ¿son reales? *** Yo soy el Compañero de la Noche. Yo soy quien rehusó la humillación en su propia tierra, Aquel que no haya reposo. Yo soy el que lleva el peso en su nuca, Aquel que rehúsa zanjar. Oh Noche, yo soy una luz que brilla Que no podrás oscurecer. Oh Noche, mi canción devolverá la dulzura de la Vida: Los pájaros cantarán otra vez en los árboles. El pozo de pena se vaciará, La fuente de felicidad rebosará, Islam triunfará en los confines de la tierra. “Allahu Akbar, allahu Akbar”. Alá es nuestro Señor. Ellos no comprenden Que todo lo que necesitamos es a Alá, nuestro consuelo. Versión y nota de Julio Ortega. Estos poemas han sido publicados como primicia por Book Forum (Nueva York, junio-septiembre de 2006) y son parte de los pocos que los abogados a cargo de la defensa de los presos de Guantánamo han podido recuperar. Mark D. Falkoff (del American Enterprise Institute, profesor y reconocido latinoamericanista) explica que se trata de una mínima parte de los miles de versos escritos por poetas presos (como los hermanos Ustad Badruzzam Badr y Adurraheem Muslim Dost, liberados y ya en Pakistán, pero cuyos poemas siguen confiscados). La mayoría de poemas no ha sido desclasificada por el Departamento de Estado estadounidense porque si un verso dice, por ejemplo, “perdóname, querida esposa” se lo califica de intento de comunicación con una tercera persona (sólo pueden escribir a sus abogados) y su publicación queda prohibida.

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