LA DIPLOMACIA COMERCIAL Y LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA Y LA EMPRESA
Uno de los aspectos más destacados en la evolución de la diplomacia frente a los innumerables nuevos retos del mundo actual es el desarrollo de la diplomacia comercial en las carteras de asuntos exteriores de muchos países. Por siglos, el propósito de embajadores y cónsules era promover y facilitar el intercambio comercial entre reinos e imperios, ofrecían productos y servicios, llevaban propuestas, y mediaban en desacuerdos y disputas para normalizar o beneficiar a su país. Luego, con el tiempo, la diplomacia se enfocó más en los intereses meramente políticos, aunque no se abandonaron los asuntos comerciales siempre y cuando fueran de interés del gobierno o de algún gobernante.
Desde hace unas décadas, la internacionalización del comercio, así como la globalización de las comunicaciones, con su dinámica en principio incluyente, hicieron que los Estados dieran un paso al lado para dejar fluir casi libremente a los nuevos actores internacionales en el escenario global, específicamente en el ámbito comercial. Organismos e instituciones internacionales, además de los medios de comunicación, reportaron y analizaron ampliamente cómo los descalabros comerciales y financieros en la última década generaron una crisis económica que le dio la vuelta al mundo y afectó a empresas, gobiernos, empleados y sus familias, inversionistas, estudiantes, instituciones, es decir, a todos. Y todos, unos más y otros menos, necesitaron de la mano del gobierno para reactivar sus economías y dar alivio a la gente.
Es entonces cuando los gobiernos, además de otras medidas y herramientas, vuelven a valerse de la diplomacia. Hoy, en la mayoría de los países, los presidentes de la república y sus ministros de asuntos exteriores lideran las políticas de Estado que impulsan el comercio y la inversión en el exterior, y ayudan a sus empresarios a posicionar sus productos en los mercados mundiales en las mejores condiciones y promocionan el país. Estas son ejecutadas por los ministerios de asuntos exteriores, con la participación de las demás entidades estatales del ramo.
Sólo en Latinoamérica, países como Brasil, México, Perú, Argentina, entre otros, han identificado como objetivo prioritario de la cartera de asuntos exteriores la promoción del comercio exterior y la inversión extranjera de y en sus países; además, para su ejecución, lo han incorporado a su organigrama tanto internamente como en el exterior.
¿Porqué las carteras de Relaciones Exteriores y no las de comercio exterior u otra entidad similar? En la práctica, esto se debe a que, en el exterior, la “cara confiable, oficial” del país es su Embajada. Esta es buscada y reconocida por todos los actores internacionales, valga decir, gobiernos nacionales, regionales y locales, empresarios, cámaras gremiales, universidades, organismos no gubernamentales, medios de comunicación, etc.
Son las misiones diplomáticas, con su primera respuesta y con su seguimiento, apoyadas en las entidades nacionales de su país, las que facilitan el acercamiento, los negocios y proyectos con otros países. Adicionalmente, ofrecen guía y soporte a sus nacionales en el país en donde están acreditados cuando los primeros necesitan información o apoyo. Cuando una empresa extranjera
tiene una inquietud, o inclusive una queja sobre un país, generalmente acude en primera instancia a la Embajada de éste.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia hoy apoya una gestión liderada por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y Pro Colombia. Sería interesante empezar a pensar en ampliar el campo de acción y preparar a sus funcionarios para asumir el reto que los demás países ya asumieron.