Lectura De La Profecía De Daniel 3.docx

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V/ ORACIÓN EN CASA DEL DIFUNTO En el momento de expirar (Algún familiar o amigo puede hacer la señal de la cruz en la frente del difunto y decir) Celebrante: Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino. Concede, Señor, a nuestro(a) hermano(a) N., cuyos ojos no verán más la luz de este mundo, contemplar eternamente tu belleza y gozar de tu presencia por los siglos de los siglos. Todos: Amén. Celebrante: Este primer mundo ha pasado definitivamente para nuestro(a) hermano(a) N. Pidamos al Señor que le conceda gozar ahora del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos. Celebrante: Vengan en su ayuda, santos de Dios; salgan a su encuentro, ángeles del Señor. Todos: RECIBAN SU ALMA Y PRESÉNTENLA ANTE EL ALTÍSIMO. Celebrante: Cristo que te llamó te reciba, y los ángeles te conduzcan al seno de Abrahán. Todos: Dale, Señor, el descanso eterno y brille para él (ella) la luz perpetua. Celebrante: Hacia ti, Señor, levantamos nuestros ojos; contempla nuestra tristeza, fortalece nuestra fe en este momento de prueba y concede a nuestro(a) hermano(a) N. el descanso eterno. Todos: Amén. Celebrante: Que Cristo, que sufrió la muerte de cruz por N. le conceda la felicidad verdadera, roguemos al Señor. Todos: Te lo pedimos, Señor. Celebrante: Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) reciba en su paraíso, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Que Cristo, el buen Pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas, Todos: roguemos al Señor.

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Celebrante: Que le perdone todos sus pecados y lo (la) agregue al número de los elegidos, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Que pueda contemplar cara a cara a su Redentor y gozar de la visión del Señor por lo siglos de los siglos, roguemos al Señor. Celebrante: Oremos como Jesús nos enseñó. Todos: Padre nuestro... Celebrante: Te pedimos, Señor, que tu siervo(a) N. que ha muerto ya para este mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén. Al colocar el cadáver en el cajón (Algún familiar o amigo presente dirige) Celebrante: Señor, tú has dicho: “Si el grano de trigo muere da mucho fruto”. Haz que este cuerpo, humillado ahora por la muerte, descanse de sus fatigas y, como semilla de resurrección, espere tu venida mientras su alma goza entre los santos por los siglos de los siglos. Todos: Amén. Celebrante: Por el amor y alegría que irradió su mirada. Todos: CONCÉDELE, SEÑOR, CONTEMPLAR TU ROSTRO. Celebrante: Por el dolor y las lágrimas que oscurecieron sus ojos. R/. A/. Por haber creído en ti sin haber visto. Todos: CONCÉDELE, SEÑOR, CONTEMPLAR TU ROSTRO. Celebrante: Señor, este rostro que nos ha sido tan querido va a desaparecer para siempre de nuestros ojos; ahora levantamos hacia ti nuestra mirada: haz que este(a) hermano(a) nuestro(a) pueda contemplarte cara a cara en tu reino, y aviva en nosotros la esperanza de que lo volveremos a ver este mismo rostro glorificado junto a ti y gozaremos de él en tu presencia por los siglos de los siglos. Todos: CONCÉDELE, SEÑOR, CONTEMPLAR TU ROSTRO. Celebrante: Señor, escucha nuestra oración por tu siervo(a) N. Todos: Señor, ten piedad.

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Celebrante: ! Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria. Todos: Señor, ten piedad. Celebrante: Perdónale sus pecados y concédele la vida eterna. Atiende a los que te suplican y escucha la voz de los que lloran. Todos: Consuélanos en nuestra tribulación. Celebrante: Oremos como nos enseñó el Señor. Todos: Padre nuestro... Todos: Ave María... Todos: Gloria al Padre...

VI/. ORACIÓN COMUNITARIA EN CASA DEL DIFUNTO (VELORIO) Nota: Si no hay sacerdote o diácono, la puede dirigir un laico. Más abajo (p. 20 y ss.) proponemos formularios alternativos de Oraciones, Lecturas; Salmos y Oración de los fieles. 1. Ritos iniciales Celebrante: Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer para una esperanza viva, por Cristo nuestro Señor. Todos: Amén. Celebrante: Aunque el dolor por la pérdida de un ser querido llena de pena nuestros corazones, avivemos en nosotros la llama de la fe, para que la esperanza que Cristo ha hecho nacer en nosotros dirija ahora nuestra oración para el encomendar a nuestro(a) hermano(a) N. en las manos del Señor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo. (Se canta o recita el salmo 129 con la respuesta que se propone. Las estrofas las puede cantar un salmista o bien las va recitando alguno de los presentes. También se puede cantar otro canto como “Juntos como hermanos”).

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Todos: MI ALMA ESPERA EN EL SEÑOR, ESPERA EN SU PALABRA; MI ALMA AGUARDA AL SEÑOR, PORQUE EN EL ESTA LA SALVACIÓN. Celebrante: Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Celebrante: Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Celebrante: Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, Más que el centinela a la aurora. Celebrante: Aguarde Israel al Señor, como el centinela a la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Celebrante: Oremos (pausa): Señor, escucha en tu bondad nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo(a) N... a quien has llamado de este mundo: dígnate llevarlo(a) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor. T/. Amén. Liturgia de la Palabra Luego se lee alguna de las siguientes lecturas. Lectura del libro de la Sabiduría (3, 1-6.9) Celebrante: “La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos tenían total esperanza en la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como el oro en el crisol, los recibió como sacrificio de ofrenda. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque Dios ama a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos”. Celebrante: Palabra de Dios. Celebrante: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (14, 7-9. 10c-12) Hermanos: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó

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Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito: “Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua”. Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo”. Celebrante: Palabra de Dios. (Si se hacen dos lecturas, entre la primera y la del Evangelio se puede cantar un canto de meditación como un salmo (ver más abajo p. 23). (Salmo 22). Celebrante: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (11, 17-27) “En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania está como a tres kilómetros de Jerusalén; y muchos judíos habían venido a ver a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro mientras que María permaneció en casa. Y Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos en el último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. Celebrante: Palabra del Señor. (Si está presente un sacerdote o diácono, dirige a los presentes una breve homilía. De lo contrario alguno de los presentes puede hacer algún comentario y guardar un momento de silencio. Luego todos hacen la Profesión de fe). Celebrante: Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que en Cristo nos ha sido prometida, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida cristiana. Todos: Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y 5

muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Oración de los fieles Celebrante: Oremos, hermanos, a Cristo el Señor, esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los que han muerto; llenos de confianza digámosle: Todos: TU QUE ERES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA, ESCÚCHANOS. Celebrante: Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro(a) hermano(a) N., roguemos al Señor. Celebrante: Señor, por el honor de tu nombre, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia, roguemos al Señor. ! No rechaces a tu siervo(a) N. ni lo(la) olvides en el reino de la muerte, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida. Celebrante: Acuérdate, Señor, de los familiares y amigos a quienes entristece esta muerte y auméntales la fe para que encuentren consuelo y paz, roguemos al Señor. Celebrante: Acoge en tu Reino de vida a todos nuestros seres queridos que han muerto con la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor. (Se pueden agregar peticiones espontáneas) Celebrante: Señor, sé tú el apoyo y la salvación de los que acudimos a ti: sálvanos y bendícenos porque somos tu pueblo, roguemos al Señor. Celebrante: El mismo señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir la oración que él nos enseñó: Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. (Se puede rezar también un Avemaría) 6

Celebrante: Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de su siervo(a) N. para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad divina lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén. Celebrante: Dale, Señor, el descanso eterno. Todos: Y brille para él (ella) la luz perpetua. Celebrante: Descanse en paz. Todos: Amén. Celebrante: Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: Amén. Se puede terminar con un canto como “Resucitó”, “El Señor resucitó, aleluya”, “Tú nos dijiste que la muerte”, “Mientras recorres la vida”. Notas: 1. Para la celebración de las Exequias que requiere la presencia del sacerdote (o al menos del diácono), hay diversos formularios en el Ritual y no los recogemos aquí. Algunas estaciones se pueden suprimir. El momento central es la celebración de la Misa de cuerpo presente. 2. En caso de la cremación del cadáver, es conveniente que la celebración de las Exequias tenga lugar antes de la cremación. También el Ritual prevé un rito exequial ante la urna de las cenizas que no deberán quedar depositadas en la iglesia ni llevarlas a ella con ocasión de aniversarios (Ritual p. 1106-1117). 17

VII/. ORACIÓN EN EL CEMENTERIO (ENTIERRO) Si no hay sacerdote, algún laico dirige esta oración ante la sepultura o el nicho. Celebrante: Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer a una esperanza viva. T/. Bendito seas por siempre, Señor. Celebrante: Hermanos: Vamos ahora a cumplir con el deber doloroso de dar sepultura a nuestro(a) hermano(a) N. Pero antes de colocarlo(a) en el sepulcro, 7

elevemos nuestras súplicas a Dios Padre y, con la fe puesta en la resurrección de Cristo, el primer resucitado de entre los muertos, pidámosle que bendiga esta tumba (este nicho) donde el cuerpo de nuestro(a) hermano(a) descansará esperando la resurrección del último día. Celebrante: Oremos: Todos oran unos momentos en silencio. Celebrante: Señor Jesucristo que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección; concede a nuestro(a) hermano(a) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la contemplación de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Todos: Amén. Colocan el cuerpo en la sepultura y rezan: Celebrante: Hermanos, Jesús ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre”. Celebrante: Oremos por nuestro(a) hermano(a) N. diciendo: Todos: TE LO PEDIMOS, SEÑOR. Celebrante: Señor, tú que lloraste ante la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Tú que resucitaste a los muertos, dígnate dar la vida eterna a nuestro(a) hermano(a) N., Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Tú que perdonaste en la cruz al buen ladrón y le prometiste el paraíso, dígnate perdonar y llevar al cielo a nuestro(a) hermano(a), Todos: roguemos al Señor.

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Celebrante: Tú que purificaste a nuestro(a) hermano(a) con el agua del bautismo, dígnate admitirlo entre tus santos y elegidos, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: (Tú que alimentaste a nuestro(a) hermano(a) con tu cuerpo y con tu sangre, dígnate también admitirlo(a) en la mesa de tu reino, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Y a nosotros que lloramos su muerte, dígnate confortarnos con la fe y la esperanza de la vida eterna, Todos: roguemos al Señor. Celebrante: Reunidos en el nombre del Señor, oremos todos como él nos enseñó: Todos: Padre nuestro... Todos: Ave María... Todos: Gloria al Padre... Celebrante: Padre nuestro que estás siempre atento a las súplicas de tus hijos, escucha los deseos de nuestro corazón, concede a tu siervo(a), cuyo cuerpo acabamos de depositar en el sepulcro, participar con tus santos y elegidos de la recompensa de la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. T/. Amén. Celebrante: Dale, Señor, el descanso eterno. Todos: Y brille para él (ella) la luz perpetua. Celebrante: Descanse en paz. Todos: Amén. Celebrante: Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Todos: T/. Amén.

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ORACIÓN AL FALLECIMIENTO DE UN SER QUERIDO ¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos! Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos; Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más tierno de los cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto; Tú, ¡oh Jesús! que te compadeciste del luto de un hogar deshecho y de corazones que en él gemían sin consuelo; Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas. Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida, por la pérdida de aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso. ¡Míralas, ¡Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma, para que la purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto antes al cielo, si aún no te goza en él! ¡Míralas, ¡Señor, para que nos des fortaleza, paciencia, conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma! ¡Míralas, oh dulce, oh piadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño, y ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a Ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón. Amen. _______

ORACIÓN POR NUESTROS SERES QUERIDOS Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén. Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amen.

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ORACIÓN DE RECOMENDACIÓN DEL ALMA A CRISTO Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a) ... (mencione su nombre) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra. Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras. Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados pasados ni de los excesos a que la llevó el ímpetu o ardor de la concupiscencia. Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo todo.

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RÉQUIEM PARA UN SER QUERIDO Silencio y paz. Fue llevado al país de la vida. ¿Para qué hacer preguntas? Su morada, desde ahora, es el Descanso, y su vestido, la Luz. Para siempre. Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros? Dios mío, Señor de la Historia y dueño del ayer y del mañana, en tus manos están las llaves de la vida y la muerte. Sin preguntarnos, lo llevaste contigo a la Morada Santa, y nosotros cerramos nuestros ojos, bajamos la frente y simplemente te decimos: está bien. Sea. Silencio y paz. La música fue sumergida en las aguas profundas, y todas las nostalgias gravitan sobre las llanuras infinitas. Se acabó el combate. Ya no habrá para él lágrimas, ni llanto, ni sobresaltos. El sol brillará por siempre sobre su frente, y una paz intangible asegurará definitivamente sus fronteras. Señor de la vida y dueño de nuestros destinos, en tus manos depositamos silenciosamente este ser entrañable que se nos fue. Mientras aquí abajo entregamos a la tierra sus despojos transitorios, duerma su alma inmortal para siempre en la paz eterna, en tu seno insondable y amoroso, oh Padre de misericordia. Silencio y paz.

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NUESTROS QUERIDOS SERES Parecemos devolvértelos a Ti, oh Dios, de Quién los recibimos. Pero, así como Tú no los perdiste al darlos a nosotros, tampoco los perdemos cuando regresan a Ti. Oh Amante de Almas, Tú no das como el mundo da. Lo que das no quitas, pues lo que es Tuyo, también es nuestro puesto que somos Tuyos, y Tú eres nuestro. La vida es eterna, el amor es inmortal; la muerte no es más que horizonte, y el horizonte no más que límite de nuestra visión. ¡Levántanos, oh Poderoso Hijo de Dios, para poder ver más allá; enjuga nuestros ojos para mirar con luz más clara; acércanos a Ti para sentirnos junto a Ti y hallarnos cerca de nuestros queridos seres que están contigo! Y mientras preparas un lugar para nosotros, prepáranos a nosotros también para esa tierra feliz, por que donde estés, estemos nosotros también, por siempre. Amen.

"Aunque Dios nos lo quite todo, nunca nos dejará sin Él, mientras no lo queramos. Pero hay más; nuestras pérdidas y separaciones no son más que por breve plazo." San Francisco de Sales "Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí ante el altar del Señor" (Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte.) San Agustín

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EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO CAPÍTULO 6 Capítulo 6, 9-11 Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy; Capítulo 6, 12-15 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. Capítulo 6, 16-18 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Capítulo 6, 19-21 No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. Capítulo 6, 22-24 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá! Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

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Capítulo 6, 25-27 Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Capítulo 6, 28-30 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? Capítulo 6, 31-34 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal. ¡Oh Dios! Nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe (especialmente N...) Participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén. María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.

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Buenas nuevas de salvación para Sion Isaías 61 versículo 1-3. 1 El

Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Isaías 25 versículo 6-9 6 En este monte el Señor de los ejércitos ofrecerá un banquete a todos los pueblos. Habrá los manjares más suculentos y los vinos más refinados. 7 En este monte rasgará el velo con que se cubren todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las naciones. 8 Dios el Señor destruirá a la muerte para siempre, enjugará de todos los rostros toda lágrima, y borrará de toda la tierra 16

la afrenta de su pueblo. El Señor lo ha dicho. 9 En aquel día se dirá: «¡Éste es nuestro Dios! ¡Éste es el Señor, a quien hemos esperado! ¡Él nos salvará! ¡Nos regocijaremos y nos alegraremos en su salvación!» Lamentaciones 3:22-26 22 Que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; 23 nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! 24 «Mi porción es Jehová; por tanto, en él esperaré», dice mi alma. 25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que lo busca. 26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Lamentaciones 3:31-33 31 Porque el Señor no desecha para siempre; 32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; 33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres. "Sabiduría, 3 Versículo 1-9 1.En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. 2.A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida, 3.y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz. 4.Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad; 5.por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí; 6. como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó. 7.El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán. 8.Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente. 9.Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos."

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