p rograma de intervención familiar en situaciones de desprotección infantil en Castilla y León
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programa de intervención familiar en situaciones de desprotección infantil en Castilla y León ©
Junta de Castilla y León Consejería de Sanidad y Bienestar Social Gerencia de Servicios Sociales
Depósito Legal: VA-78/2000 I.S.B.N.: 84-7846-888-9 Imprime: GRÁFICAS GERMINAL, Sdad. Coop. Ltda.
Presentación
La familia constituye el contexto más adecuado para la atención de las necesidades de los niños y es además el entorno natural de convivencia, socialización y desarrollo. Por ello, la Junta de Castilla y León considera el apoyo a las familias como una medida prioritaria del sistema de protección a la infancia en nuestra Comunidad. El Programa de Intervención Familiar tiene como finalidad principal el trabajo con las familias biológicas de los niños que tienen expediente abierto en protección a la infancia, por encontrarse en situación de grave riesgo o desamparo. Se pretende que los niños puedan vivir en el seno de sus familias de origen estableciendo garantías de que su seguridad e integridad están salvaguardadas y sus necesidades cubiertas. La administración autonómica, con este programa, se plantea capacitar a estas familias para que puedan dar una correcta atención a sus hijos, desarrollando para ello pautas básicas de atención y educación. Queremos con ello preservar la integridad de las familias evitando, siempre que sea posible, una separación de los hijos, o procurando el regreso de los niños en los casos en los que éstos estuvieran separados de los padres. Para llevar a cabo esta tarea la Junta de Castilla y León está creando una red de equipos especializados en intervención familiar, que serán los encargados de llevar a cabo esta importante tarea. El contenido de esta publicación pretende ser un apoyo teórico, tanto para nuestros técnicos como para aquellos otros de otras administraciones, igualmente relacionados con la protección a la infancia. JUAN JOSÉ LUCAS Presidente de la Junta de Castilla y León
ÍNDICE PRESENTACIÓN ..........................................................................................
7
PRIMERA PARTE: MANUAL DE INTERVENCIÓN FAMILIAR EN SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN INFANTIL EN CASTILLA Y LEÓN
15
Introducción ................................................................................................
17
1. El sistema de Protección a la Infancia: Los programas de apoyo a familias como recurso de intervención .........................................................
19
1.1. Finalidad de la Protección ...............................................................
19
1.1.1. Finalidad general ................................................................
19
1.1.2. Integración a través de grupos naturales ..............................
19
1.1.3. Contenido de la protección .................................................
20
1.1.4. Denominación jurídica para garantizar los derechos del niño
22
1.1.5. Formas de protección ..........................................................
22
1.1.6. Definición del maltrato ........................................................
25
1.1.7. Cuándo se interviene ...........................................................
25
1.2. Niveles de protección .....................................................................
25
1.2.1. Los padres en el ejercicio de la patria potestad deben .........
26
1.2.2. A todos los ciudadanos corresponde ....................................
26
1.2.3. Todas las administraciones públicas deben ..........................
26
1.2.4. La administración competente en materia de protección a la infancia (protección en sentido estricto) debe ......................
27
1.2.5. Al sistema judicial competente ............................................
27
1.3. Recursos del Sistema de Protección a la Infancia ............................
29
1.3.1. Recursos específicos de protección ......................................
30
1.3.2. Otros ....................................................................................
31
1.4. Cómo se interviene en el Sistema de Protección a la Infancia .........
33
1.5. Principios de la toma de decisiones ................................................
37
1.5.1. Una familia adecuada ..........................................................
37
1.5.2. La protección es cosa de todos ............................................
37
1.5.3. Prevalecen los intereses del niño .........................................
38
1.5.4. Una alternativa mejor ..........................................................
38
9
1.5.5. Una alternativa definitiva .....................................................
44
1.5.6. Una intervención mínima ....................................................
45
1.5.7. Sopesando riesgos ................................................................
45
1.5.8. Garantías mínimas necesarias ..............................................
45
1.5.9. Plan de Caso ........................................................................
46
1.5.10. Plan de Contingencia ...........................................................
46
1.6. Finalidad del Programa de Intervención Familiar ............................
47
2. Los subprogramas de preservación familiar y separación provisionalreunificación ...........................................................................................
49
2.1. Población a atender ........................................................................
49
2.2. Finalidad y objetivos .......................................................................
55
2.2.1. Finalidad ..............................................................................
55
2.2.2. Objetivos .............................................................................
56
a) Objetivos generales .........................................................
56
b) Objetivos específicos ......................................................
57
c) El Subprograma de Separación Provisional-Reunificación Familiar ...........................................................................
59
3. Características y necesidades de las familias ..........................................
65
4. Temporalización y procedimiento de intervención .................................
75
4.1. Fases de la intervención ..................................................................
75
4.1.1. Descripción y objetivos de la Fase de Observación .............
76
4.1.2. Descripción y objetivos de la Fase de Tratamiento ..............
77
4.1.3. Descripción y objetivos de la Fase de Seguimiento .............
79
4.2. Duración de la intervención ............................................................
80
4.3. Distribución de funciones ...............................................................
81
5. Recursos de los Programas de Intervención Familiar .............................
89
5.1. La utilización de los recursos comunitarios y del voluntariado .......
89
5.2. Composición de los equipos y funciones de cada profesional .......
92
5.2.1. Composición de los equipos ................................................
92
5.2.2. Funciones de cada profesional .............................................
92
5.3. Criterios generales sobre la utilización de los recursos ....................
110
6. Instrumentos estandarizados para la evaluación de la situación familiar
113
6.1. Criterios de selección y descripción de los instrumentos .................
113
6.1.1. Escalas de Bienestar Infantil (S. Magura y B.S. Moses, 1986)
115
6.1.1.1. Descripción y objetivos .........................................
115
10
6.1.1.2. Utilización en la intervención de los P.I.F. .............
116
6.1.1.3. Contenido de las escalas ........................................
116
6.1.1.4. Administración .......................................................
124
6.1.1.5. Forma de corrección ..............................................
125
6.1.2. Inventario de Potencial de Maltrato Infantil (J.S. Milner, 1986)
126
6.1.2.1. Aplicaciones del Inventario ....................................
126
6.1.2.2. Utilización en la intervención de los P.I.F. .............
127
6.1.2.3. Limitaciones del inventario ....................................
128
6.1.2.4. Decripción general del inventario ..........................
129
6.1.2.5. Administración y corrección ..................................
133
6.1.3. Versión para Maestros del Inventario de Problemas de Conducta del Niño (T.M. Achenbach, 1991) ..............................
133
6.1.3.1. Objetivos ...............................................................
133
6.1.3.2. Utilización en la intervención de los P.I.F. .............
134
6.1.3.3. Descripción ...........................................................
135
6.2. Administración de los instrumentos .................................................
137
7. Evaluación del Programa de Intervención Familiar ................................
139
7.1. Introducción ....................................................................................
139
7.1.1. La evaluación de Programas en el contexto de la Intervención Psicosocial ...................................................................
139
7.1.2. Los objetivos de la evaluación de Programas .......................
140
7.1.3. Diseño y metodología de la evaluación de Programas .........
143
7.2. Evaluación del P.I.F. .........................................................................
145
7.2.1. Utilidad de la evaluación de los Programas de Intervención Familiar ....................................................................................
145
7.2.2. Información que se debe recoger para la evaluación del Programa
147
7.2.2.1. Evaluación de los resultados del P.I.F. .....................
148
7.2.2.1.1. Evaluación de resultados con respecto a objetivos finales .......................................
149
7.2.2.1.2. Evaluación de resultados con respecto a objetivos instrumentales ...........................
151
7.2.2.2. Evaluación de los recursos y actividades del P.I.F. ..
161
7.2.2.3. Cobertura general del P.I.F. .....................................
163
7.2.2.4. Características de los casos atendidos .....................
165
11
ANEXO I:
DEFINICIÓN DE MALTRATO INFANTIL Y SUS DIFERENTES MANIFESTACIONES ............................................................
ANEXO II:
VIOLENCIA FAMILIAR: DATOS Y TRATAMIENTO .............
181
ANEXO III:
INFORME INICIAL ..............................................................
225
ANEXO IV:
INFORME SEMESTRAL ........................................................
239
ANEXO V:
INFORME DE BAJA .............................................................
249
ANEXO VI:
ESTADILLOS MENSUALES ...................................................
265
ANEXO VII:
INFORME ANUAL DE RESULTADOS DE GESTIÓN ............
271
SEGUNDA PARTE: EVALUACIÓN DEL PROGRAMA DE APOYO A FAMILIAS EN SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN INFANTIL EN CASTILLA Y LEÓN (1991-1995) .............
297
PRESENTACIÓN GENERAL DE LA EVALUACIÓN DEL PROGRAMA ..........
299
1. La Demanda de Evaluación del Programa de Apoyo a Familias en el contexto de la Intervención en Protección Infantil ...........................................
301
1.1. La Demanda de Evaluación .............................................................
301
1.2. El Contexto Nacional e Internacional de la Intervención Familiar y la Evaluación de Programas ............................................................
302
1.2.1. Los programas de rehabilitación de familias maltratantes o negligentes ...........................................................................
303
169
1.2.2. La evaluación de programas en protección infantil ..............
304
2. Características generales del Proceso de Evaluación ..............................
305
2.1. Objetivos de la Evaluación ..............................................................
305
2.2. Metodología y Diseño de la Evaluación ..........................................
306
2.3. Descripción del Proceso de Evaluación ...........................................
308
EVALUACIÓN DEL PROGRAMA DE APOYO A FAMILIAS .........................
311
1. Introducción ...........................................................................................
313
2. Descripción de la Implantación del Programa de Apoyo a Familias .......
315
2.1. Justificación del Programa de Apoyo a Familias ..............................
315
2.2. Premisas en las que se fundamenta su implantación .......................
316
2.2.1. Premisas de tipo Jurídico-Administrativo ..............................
316
2.2.2. Premisas de tipo teórico-técnico ..........................................
317
2.2.3. Premisas respecto a la eficacia de los programas de tratamiento familiar ...................................................................
317
2.3. Descripción del Programa ...............................................................
318
12
2.3.1. Población a atender .............................................................
318
2.3.2. Objetivos del Programa .......................................................
318
2.3.3. Fases del Programa ..............................................................
319
2.3.4. Historia de la implantación de cada subprograma ..............
320
3. Descripción de los casos atendidos en el Programa ................................
325
3.1. Introducción ....................................................................................
325
3.2. Población Atendida .........................................................................
327
3.3. Tipologías de situaciones de desprotección ....................................
329
3.4. Características Sociodemográficas de las familias ............................
333
3.4.1. Edad de las madres y los padres .........................................
334
3.4.2. Estado civil de las familias ..................................................
335
3.4.3. Nivel cultural de las madres y de los padres .......................
336
3.4.4. Situación laboral de las madres y de los padres ..................
337
3.4.5. Profesión de las madres y de los padres ..............................
338
3.4.6. Nivel de ingresos familiares ................................................
338
3.4.7. Número de hijos .................................................................
339
3.4.8. Edad y sexo de los niños .....................................................
339
3.4.9. Escolarización de los niños .................................................
340
3.4.10. Situación de los niños .........................................................
340
3.5. Problemas Psicosociales de las madres y los padres ........................
342
3.5.1. Relaciones interpersonales y sociales ...................................
343
3.5.2. Dificultades económicas ......................................................
344
3.5.3. Problemas psicosociales de los niños ...................................
345
3.6. Factores Asociados a las Situaciones de Desprotección .................
346
3.6.1. Conciencia de problema y motivación para el cambio .......
346
3.6.2. Presencia de alcoholismo/adicciones ..................................
348
3.6.3. Problemas significativos en el bienestar psicológico ...........
348
3.6.4. Relaciones interpersonales y sociales ..................................
348
3.6.5. Condiciones del domicilio familiar .....................................
349
3.6.6. Situación laboral de las madres y los padres .......................
349
3.6.7. Manejo de la economía familiar .........................................
349
3.6.8. Planificación familiar ..........................................................
349
3.6.9. Dificultades en la relación con los hijos y en su educación
350
3.6.10. Historia de infancia en los padres/madres ...........................
351
13
3.7. Tiempo de Permanencia de los casos en los Servicios Sociales ...........
352
3.8. Fuente de Remisión del Caso ..........................................................
354
3.9. Situación de los Casos (alta/baja) ....................................................
355
3.10. Características de los Casos dados de Baja ......................................
356
4. Evaluación de los Recursos y las Actividades del Programa ...................
359
4.1. Introducción ....................................................................................
359
4.2. Análisis Cualitativo de la Organización de los diferentes subprogramas
360
4.2.1. Tipologías atendidas, criterios de inclusión y exclusión en los subprogramas .........................................................................
360
4.2.2. Objetivos Generales y Específicos de cada subprograma.........
362
4.2.3. Los Recursos y su Organización en cada subprograma.........
364
4.3. Servicios y Recursos proporcionados a las Familias durante el Tratamiento .............................................................................................
372
4.4. Previsión de Recursos tras la Baja del Programa .............................
377
5. Evaluación de los Resultados del Programa ............................................
381
5.1. Introducción ....................................................................................
381
5.2. Motivo de la Finalización del Tratamiento ......................................
382
5.3. Valoración General de los Resultados .............................................
383
5.4. Modificación de las diferentes Situaciones de Desprotección .........
385
5.5. Resultados obtenidos con cada uno de los Factores Asociados a las Situaciones de Desprotección ........................................................
387
5.6. Modificaciones de la Situación de los Menores ...............................
391
6. Conclusiones y recomendaciones ...........................................................
393
6.1. Sobre la Implantación del Programa de Apoyo a Familias ...............
393
6.2. Sobre la Población atendida en el Programa ...................................
396
6.3. Sobre la Evaluación de los Recursos y las Actividades del Programa
399
6.4. Sobre la Evaluación de los Resultados del Programa ........................
400
ANEXO I: CARACTERÍSTICAS DE LOS CASOS DADOS DE BAJA .............
403
ANEXO II: FORMULARIOS DE RECOGIDA DE INFORMACIÓN ...............
417
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................
459
14
Primera Parte
manual
de intervención familiar en situaciones de desprotección infantil en Castilla y León
Introducción
El Programa de Apoyo a Familias para la prevención de la marginación de los menores en riesgo de maltrato nació como una experiencia piloto implantado por la Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León. Se inició en 1990 a partir de la colaboración entre la Comunidad Autónoma de Castilla y León y tres Corporaciones Locales (Diputación de Palencia, Diputación de Segovia y Ayuntamiento de Valladolid) ejecutando dichos programas de carácter experimental. En el primer Plan Regional de Infancia Juventud y Familia (1990) se recoge el Programa de Ayuda a la Familia como medida prioritaria en protección de menores. El fortalecimiento de la capacidad de la familia para atender a sus hijos, aparece como fundamental para facilitar la desinstitucionalización y la integración familiar. Desde 1991 el Ministerio de Asuntos Sociales, partiendo de los mismos criterios y necesidades, colabora con la Junta de Castilla y León en la financiación de dichos programas experimentales. Posteriormente se ha ido ampliando el programa desarrollándose en otras provincias de la Comunidad a través de Convenios o subvenciones con la Junta de Castilla y León. En la capital de Burgos con Cáritas Diocesana desde 1992, en la provincia de Ávila a través del Ayuntamiento y Diputación de Avila desde 1994, y en la capital de Zamora con Cáritas Diocesana desde este mismo año. En 1995 por encargo del Servicio de Protección y Atención a Menores de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social se lleva a cabo una evaluación del Programa de Apoyo a la Familia en esos 5 años para comprobar la utilidad y viabilidad de este programa, considerándose positiva la valoración general de los resultados obtenidos con el conjunto de las familias y coincidente con lo que se considera habitual en los programas de apoyo familiar tanto en el ámbito nacional como internacional. Aproximadamente la mitad de los casos tratados han experimenado una mejoría general de su situación al haberse alcanzado de manera total o parcial los objetivos planteados.
En ese mismo año (1995) se aprueba y entra en vigor el II Plan Regional de Protección y Atención a Menores que sigue priorizando tanto en los programas de Prevención como en los de Protección el Apoyo a la Familia, planteándose como uno de sus objetivos el generalizar a toda la Comunidad Autónoma la implantación de este programa. En la actualidad se siguen desarrollando los programas anteriormente citados y además se han implicado la mayoría de las Entidades Locales de nuestra Comunidad contando en estos momentos con 25 equipos de Intervención Familiar. Ante el aumento considerado de subprogramas implantados en los distintos Territorios de la Comunidad Autónoma se ha visto necesario elaborar un manual de procedimiento y evaluación del Programa de Apoyo a Familias, que tenga como objetivos: – Definir y describir el programa. – Homogeneizar funciones y criterios de los equipos. – Crear un marco para facilitar, clasificar y crear relaciones entre los equipos y las Gerencias Territoriales. – Facilitar la evaluabilidad de los programas. El presente manual consta de siete capítulos, en el primero se habla del Programa de Apoyo a Familias como recurso de intervención en el ámbito de protección a la infancia. En el II capítulo se describen los dos subprogramas en que va a desarrollarse la intervención con familias, el de preservación y el de separación provisional y reunificación. En el capítulo siguiente se describen las características y necesidades de las familias atendidas en los programas y se analizan las implicaciones para la intervención. Los capítulos IV y V tratan de la temporalización y procedimiento de intervención en la implantación de los programas y de los recursos necesarios para poder llevarlos a cabo. La evaluación es tratada en los dos últimos. En el capítulo VI se describen los instrumentos estandarizados a utilizar para la evaluación de la situación de las familias en el momento de iniciar la intervención del programa, en la formulación de objetivos y en la evaluación de los resultados de la intervención y fines. El último capítulo recoge la evaluación del programa de intervención con familias.
1. El sistema de Protección a la Infancia: Los programas de apoyo a familias como recurso de intervención La concepción global de todos los dispositivos dedicados a la protección a la infancia es el punto de partida de la intervención profesional y de este manual, implica concebir cada recurso como parte de un sistema de protección sistema al que debe contribuir. 1.1. FINALIDAD DE LA PROTECCIÓN 1.1.1. Finalidad general Garantizar la integración del menor en sus grupos naturales de convivencia, en condiciones básicas suficientes que posibiliten su participación en la vida familiar, económica, social y cultural, y su desarrollo como persona. 1.1.2. Integración a través de grupos naturales Se persigue la integración de la infancia a través de sus grupos naturales de convivencia, potenciándolos para que puedan funcionar como contextos educativos adecuados. (1) Sus padres biológicos. (2) Su familia extensa. (3) Una nueva familia. (4) Su autonomía personal y madurez como adulto. 19
1.1.3. Contenido de la protección Si bien la acción protectora puede considerarse en sentido estricto: «Cuando los padres o tutores no cumplen con las obligaciones que la Ley les impone respecto a los hijos menores a su cargo», también debe tenerse en cuenta que el desarrollo progresivo de los servicios públicos y del sistema de protección social va ocupando parcelas de actuación protectora que incide en la infancia tanto de forma directa, como indirecta a través de sus padres. Esta acción del resto de los servicios públicos se ejerce en muchos casos desde una perspectiva de atención normalizada, siempre preferible. Parece lógico que allí donde las áreas teóricas de actuación de los servicios especializados de protección a la infancia y del resto de los servicios públicos se solapan, sea preferible utilizar e impulsar los servicios generales con preferencia al servicio específico de protección a la infancia. Por lo tanto, en la medida en que la sociedad pone nuevos recursos a disposición de los menores en riesgo y de sus familias, el ámbito real de situaciones problema que debe atender protección a la infancia se va reduciendo, limitándose en algunos casos a fomentar la correcta utilización de los servicios de la comunidad por parte de las familias «en riesgo», o el correcto funcionamiento de los servicios, especialmente para los casos problemáticos. Por ejemplo, al implantarse el sistema educativo como obligatorio desde los 6 a los 16 años, no tiene sentido que protección a la infancia financie un servicio de día para el niño de esas edades, en horario escolar. Sí tendría sentido facilitar la escolaridad de una familia concreta, o pedir colaboración en el control escolar sobre ciertos niños en riesgo. Podemos decir que caen fuera de la actuación de los servicios especializados de protección a la infancia, actuaciones como: • Educación compensatoria • Formación para el empleo • Atención sanitaria a la embarazada y al lactante • Educación para la salud • Tratamiento de drogadicciones 20
• Reeducación y recuperación escolar • Rehabilitación física, psíquica, o sensorial • Prótesis y Asistencia Sanitaria Así mismo, podemos decir que caen fuera del ámbito de la atención especializada de protección a la infancia, situaciones problema como las siguientes: • Retraso escolar • Falta de preparación laboral • Enfermedades, malformaciones o hándicaps físicos del niño • Deficiencias físicas, psíquicas o sensoriales • Drogadicciones • Falta de control del absentismo escolar • Inadecuada atención sanitaria a los padres, incluyendo la educación para la salud • Falta de acceso a prestaciones económicas y otros recursos comunitarios a los que una familia tiene derecho. Ambos grupos de problemas y actuaciones enumerados arriba no son parte del objetivo principal de la actuaciones de los servicios especializados de Protección a la Infancia, pero pueden llegar a formar parte de un programa individual, de forma complementaria y secundaria a la medida protectora principal. El contenido básico de la actuación protectora se puede resumir en las siguientes líneas: (1) Garantizar a la infancia en situación de desamparo un contexto normalizado de desarrollo personal, que respete su integridad y potencie sus cualidades, en su familia, o en otra. (2) Sustituir temporal y subsidiariamente a los padres en la atención de todas las necesidades del niño. 21
1.1.4. Denominaciones jurídicas para garantizar los derechos del niño Riesgo La Ley Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Juridíca del Menor define el riesgo como cualquier situación que perjudique el desarrollo personal o social del niño y que no requiera la asunción de la tutela. Pueden darse tres tipos de situaciones: a) El/la niño/a puede ser protegido/a adecuadamente con los recursos comunitarios disponibles b) Las necesidades básicas del niño/a en su familia sólo pueden ser cubiertas mediante los recursos disponibles especializados de Protección a la Infancia (programa de intervención familiar, centro día, etc.) c) La única protección posible de las necesidades del niño/a es lo separación temporal de su familia, aún contando con la colaboración voluntaria de sus padres o tutores (acogimiento residencial y familiar) Desamparo Cuando la gravedad de la situación y la falta de colaboración de los padres son tales que la única forma de garantizar la seguridad del niño o niña es separarlo de su familia y asumir la tutela provisionalmente desde la Administración Pública. Según el Código Civil, art. 172 se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por la Ley para la guarda de los menores, cuando estos quedan privados de la necesaria asistencia moral o material. 1.1.5. Formas de protección La acción protectora se debe organizar en programas de actuación según su objetivo general: 22
DENOMINACIÓN DEL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN
OBJETIVO GENERAL
Evitar la separación del niño o la niña de su entorno familiar
Preservación
Separar provisionalmente al niño de su familia y establecer las condiciones paraposibilitar su retorno
Separación provisional y Reunificación
Separar definitivamente al niño de su familia y promover su integración en un entorno convivencial alternativo y estable
Separación definitiva y Acoplamiento a una nueva familia
Establecer las condiciones para que un niño protegido sea capaz de desarrollar una vida adulta independiente
Emancipación
Cada niño protegido ha de estar adscrito necesariamente a uno de dichos programas (además de poder recibir servicios complementarios), y así ha de constar en el Plan de Caso. La inclusión en uno u otro programa depende de (a) la gravedad de la situación de desamparo o de riesgo, (b) el grado de colaboración de los padres con el Servicio de Protección de Menores, y (c) el pronóstico en cuanto a la posibilidad de cambio de la situación familiar. Los motivos de apertura de expediente se determinan por las siguientes circunstancias: • Cuando los padres biológicos lo soliciten, alegando imposibilidad para cumplir sus obligaciones de guarda. • Cuando la Administración conoce la situación de un niño que carece de tutores y no existen expectativas de que se inicie la tutela ordinaria. • Por orden judicial. • Cuando la falta de apoyo de otras Administraciones a la familia está determinando una situación de desamparo de un niño. Los motivos de apertura de expediente y las formas de actuación están íntimamente relacionadas tal como se especifica en los cuadros 1 y 2: 23
CUADRO 1 MOTIVOS DE APERTURA DE EXPEDIENTE SOLICITUD DE LOS PADRES
NOTIFICACIONES DE DESAMPARO
Asentimiento de los padres para adopción
Solicitud de guarda por los padres
Existencia de un menor sin tutores
Recién nacido y registrado sin padres Con padres o tutores conocidos
Alegando los motivos que les impiden ejercer sus funciones de guarda
Huérfano Abandonado
Tutela y Acogimiento en residencia Selección de adoptantes Formalización del acogimiento preadoptivo Valoración del acogimiento Propuesta de adopción al mes
Valoración de los motivos que les impiden cumplir sus obligaciones Acogimiento voluntario en familia o residencia Reunificación familiar e implantación de otras entidades competentes para proteger a la familia
Maltrato
Daño al niño o riesgo demostrable Conducta de los padres demostrable Relación causal entre conducta parental y maltrato
ORDEN JUDICIAL Imposible o inadecuada protección de las entidades competentes para ayudar a la familia
Orden judicial de ejecución de una medida protectora
Carencia Orden de tutela de vivienda Orden de guarda Carencia de recursos Orden de materiales para investigación mantenimiento del hogar Dificultades escolares Inadecuada atención higiénica y sanitaria Problemas de salud mental insuficientemente atendidos Problemas de orden público
TIPOS DE INTERVENCIÓN Tutela y Acogimiento en residencia Selección de adoptantes Formalización del acogimiento preadoptivo Valoración del acogimiento Propuesta de adopción al mes
Investigación Investigación preliminar y Propuesta e implicación de derivación de otras entidades a otras entidades competentes con competencias para proteger concurrentes para a la familia proteger a la familia Plan de caso: Si la derivación *Preservación no es efectiva: familiar Plan de caso: *Separación * Preservación provisional, familiar acoplamiento * Separación y reunificación provisional, *Separación acoplamiento definitiva y reunificación y acoplamiento * Separación Derivación a otras definitiva entidades con y acoplamiento competencias concurrentes para Derivación proteger a la familia a otras entidades con competencias concurrentes para proteger a la familia
24
Aplicación de la medida Evaluación del caso e implicación de otras entidades competentes para proteger a la familia Propuesta al Juzgado de Plan de caso
1.1.6. Definición de maltrato El maltrato infantil se puede definir tanto en términos de las condiciones del niño como de las conductas de su crianza. Se precisan tres requisitos para determinar una situación de maltrato infantil: 1. Debe existir una descripción objetiva de la conducta de los padres en relación al niño. Puede ser un acto de comisión o de omisión, y puede ser físico o emocional. Es importante identificar el momento o momentos en que ocurrió la conducta. 2. Debe haber una descripción de daño en el niño o del daño que el niño está en riesgo probable de sufrir, sobre la base del juicio profesional o la evidencia de la investigación. 3. Es necesario establecer una relación causal entre la conducta parental y el daño actual o potencial del niño. En relación con las diferentes manifestaciones del maltrato ver anexo I. 1.1.7. Cuando se interviene Se interviene protegiendo a la infancia cuando sus padres o tutores no realizan las funciones que la ley les impone de cara a su desarrollo y participación, por cualquiera de los siguientes motivos: (1) Porque no existen. (2) Porque no se localizan. (3) Porque no pueden. (4) Porque no saben. (5) Porque no quieren. 1.2. NIVELES DE PROTECCIÓN Junto a la protección de menores en sentido estricto, hemos de situar la acción protectora que en un sentido genérico corresponde realizar a los distintos estamentos de la sociedad, como las obligaciones de los padres para con los hijos menores, o las del sistema educativo, por ejemplo. 25
La sociedad en general reconoce la necesidad de que todos los elementos que la integran (personas, instituciones y organizaciones) contribuyan a garantizar los derechos de los niños, especialmente su derecho a la integridad, a no sufrir torturas o tratos inhumanos y vejatorios, a su desarrollo integral como persona, y a su propia familia. Esta necesidad de contribuir a garantizar los derechos del menor puede concebirse como una necesidad de protegerle, en sentido genérico, y estructurarse en niveles de competencia y responsabilidad según quién sea el agente protector. Podemos hablar de los padres y tutores en primer lugar, de todos los ciudadanos en segundo lugar, de la Administración Pública en general, de la Administración competente en materia de protección de menores en particular, y también del sistema Judicial. Conocer cuál es el papel que la sociedad atribuye, a través de la normativa, a cada uno de estos estamentos, es fundamental para poder promover su correcta actuación sobre los menores en riesgo de desamparo, y sobre sus familias, desde las Secciones de Protección. NIVELES: 1.2.1. Los padres, en el ejercicio de la Patria Potestad deben: (1) Velar por los hijos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral. (2) Representarlos y administrar sus bienes. 1.2.2. A todos los ciudadanos corresponde: (1) Notificar las situaciones de malos tratos y de menores abandonados de que tengan conocimiento. (2) Denunciar la comisión de delitos que se presencien. (3) Colaborar con la Administración. 1.2.3. Todas las Administraciones Públicas deben: (1) Garantizar desde sus competencias específicas los derechos fundamentales de los menores y de su entorno familiar. 26
(2) Notificar la existencia de situaciones de desamparo. (3) Adoptar, en el ejercicio de sus competencias, las medidas necesarias para que los dispositivos y recursos de la comunidad ayuden especialmente a las familias en riesgo, a fin de evitar situaciones de desamparo. 1.2.4. La administración competente en materia de protección a la infancia (protección en sentido estricto) debe: (1) Determinar la situación de desamparo, y asumir la tutela provisional y la guarda, cuando no se cuenta con la efectiva colaboración de los padres o tutores. (2) Asumir sólo la guarda cuando lo solicita el padre voluntariamente en situaciones de riesgo de desamparo. (3) Formalizar y autorizar los acogimientos administrativos. (4) Proponer al Juez acogimientos judiciales. (5) Proponer al Juez las adopciones. (6) Revisar al menos cada seis meses la situación de todos los menores protegidos. (7) Notificar al Fiscal la situación de todos los casos. 1.2.5. Al sistema judicial competente: (1) Al Fiscal corresponde proteger al menor de edad mediante las siguientes actuaciones: (174 C.C) (a) Conocer y vigilar la situación de los niños. (b) Proponer al Juez la adopción de medidas protectoras. (2) Los Jueces son competentes para acordar: (a) La suspensión de la Patria Potestad. (b) El establecimiento del régimen de visitas de los padres cuando estén en desacuerdo con lo establecido por la Administración protectora. 27
(c) Sancionar las faltas y delitos de padres, tutores, y guardadores. (d) Ratificar la tutela provisional, a instancia de los padres, el niño, el fiscal, o la entidad competente. (e) Adopción. (f) Acogimiento en los casos que contempla la ley. (g) Tutela ordinaria. Así, se puede hablar de diferentes niveles de responsabilidad y de diferentes mecanismos sociales para la protección a la infancia. El objetivo a perseguir consistiría en que el primer nivel (padres/tutores y ciudadanos) y el segundo nivel (servicios comunitarios) funcionaran de tal manera que garantizaran la protección de los niños, y que fuera innecesaria la intervención del tercero. De hecho, hay que tener en cuenta que una de las finalidades de los Servicios de Protección de Menores es garantizar a todo niño en situación de desamparo un contexto normalizado de desarrollo personal, que respete su integridad y potencie sus cualidades, a ser posible en su propia familia o en otra, rodeado de una red informal (ciudadanos) y formal (servicios comunitarios) normalizada de apoyo. Este planteamiento puede quedar recogido en el siguiente gráfico:
NIÑO
PADRES TODOS LOS CIUDADANOS
SERVICIOS BÁSICOS. EDUCACIÓN. SANIDAD. SALUD MENTAL
SERVICIOS DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
28
1.3. RECURSOS DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA El siguiente gráfico recoge el Sistema de Protección a la Infancia con sus medidas y recursos. Además se reflejan los Servicios Comunitarios que tienen contacto habitual con niños y familia y responsabilidades de intervención en las situaciones de desprotección infantil. • Residencias. • Viviendas hogar. • Hogares tutelados. • Familias para niños con dificultades o riesgos especiales.
• Hogares y unidades de acogida.
• Equipos de intervenciones familiar
• Hogares y unidades para menores con problemas de socialización.
• Unidades de intervención educativa
• Hogares para discapacitados.
• Centros de día
• Otros.
• Familia ajena normalizada.
• Familias para niños sanos a partir de 8 años y/o grupos de hermanos.
• Familia ajena especializada.
• Familias para niños pequeños sanos.
• Familia extensa.
APOYO
ACOGIMIENTO
ACOGIMIENTO
FAMLIAR
EN RESIDENCIA
FAMILIAR
ADOPCIÓN
SERVICIOS ESPECIALIZADOS
GERENCIA TERRITORIAL SECCIÓN DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA
SERVICIOS COMUNITARIOS
SERVICIOS EDUCACI ÓN INFANTIL
SANIDAD
SALUD MENTAL
SOCIALES BÁSICOS
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EDUCA-
ÁMBITO
CIÓN
POLICIAL
OTROS
1.3.1. Recursos específicos de protección 1. El acogimiento residencial que es una medida destinada a aquellos niños que no pueden permanecer en sus hogares, y mediante la cual se les proporciona un lugar de residencia y convivencia que cumpla con el cometido de una adecuada satisfacción de las necesidades de protección, educación, y cualquier otra que presenten en esas etapas de desarrollo. Esta medida se fundamenta en su carácter temporal, ya que no es deseable la estancia prolongada en las residencias, en su carácter instrumental, ya que está al servicio de un plan que contempla una finalidad estable y normalizada. Según se recoge en la Ley Orgánica 1/96, de Protección Jurídica del Menor y en los decretos, ordenes e instrucciones de la Junta de Castilla y León que regulan los centros. 2. Centros de día. (Orden de 9 de agosto de 1993, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social) «son dispositivos que acogen durante el día a niños que tienen dificultades socio-familiares graves pero para los que es posible y deseable el contacto diario con su familia». Se trata, por tanto, de un servicio especializado de protección a menores de edad en situación de riesgo, dentro de las intervenciones encuadradas en los programas de Preservación Familiar, o de Reunificación. Es un recurso de apoyo a la familia, con el que se pretende evitar que un niño tenga que ser separado de su medio familiar o posibilitar que regrese a él. 3. Acogimiento familiar (Ley Orgánica 1/96 de Protección Jurídica al Menor, Ley 21/87 de Adopción y otras formas de Protección a Menores, Decreto 57/88 por el que se dictan normas sobre Protección de Menores en Castilla y León). El acogimiento familiar es un servicio de bienestar infantil, que porporciona al niño una atención familiar sustitutoria o complementaria durante un tiempo planificado, cuando su propia familia no puede atenderle. 3. Atendiendo a la finalidad del mismo, se recogen tres tipos de acogimientos familiares: 3. – Acogimiento simple, cuando se dan las condiciones de temporalidad, en las que es relativamente previsible el retorno del menor con su familia. 30
3. – Acogimiento permanente, en aquellos caso en los que la edad u otras circunstancias del menor y su familia aconsejan dotarlo de una mayor estabilidad, ampliando la autonomía de la familia acogedora respecto a las funciones derivadas del cuidado del menor, mediante la atribución por el juez de aquellas facultades de la tutela que faciliten el desempeño de sus responsabilidades. 3. – Acogimiento y preadoptivo, posibilitando el establecer un período preadoptivo, a través de la formalización de un acogimiento con esta finalidad, bien sea porque la entidad pública eleve la propuesta de adopción de un menor o cuando considere necesario establecer un período de adaptación del menor a la familia antes de elevar al juez dicha propuesta. 4. Unidades de Intervención Educativa (U.I.E.) (Ley Orgánica 4/1992, Decreto 57/88 de 7 de abril, Resolución 30 Junio de 1997). Son un equipo de profesionales que trabajan con jóvenes con medida judicial no privativa de libertad o que terminada ésta aceptan actuaciones de seguimiento y/o jóvenes con expediente de protección que presentan problemas de adaptación social. 3. Su finalidad es conseguir la reinserción social y familiar de estos menores de edad por medio de la intervención personal y familiar. 5. Programas de Intervención Familiar (P.I.F.) (Ley Orgánica 1/96, Decreto 57/88, Plan Regional de Protección y atención a menores). Son programas específicos de apoyo a familias cuyo objetivo es preservar la integridad de la familia evitando una separación de ella de los niños o procurar el regreso del hijo a su casa si está separado de sus padres. 3. Se trata de capacitar a la familia para dar una correcta atención a sus hijos, eliminando conductas negligentes o maltratadoras, desarrollando pautas de atención básica y prácticas educativas adecuadas a la edad del niño, así como capacitar a la familia para enfrentarse a situaciones de crisis. 1.3.2. Otros Recursos de particular importancia dentro del Sistema de Servicios Sociales: Como se describe en el capítulo III del Decreto 57/1988 sobre Protección de Menores de Castilla y León el apoyo a la familia será medida priori31
taria en la protección a la infancia que se materializará en ayudas de carácter técnico o económico. Las Gerencias Territoriales de Servicios Sociales en coordinación con las Entidades Locales, facilitarán todo tipo de asesoramiento para el acceso a los recursos generales. Los recursos dentro de los programas de apoyo a familias se pueden situar tanto en servicios comunitarios como en específicos. Dentro de los Servicios Sociales básicos se podrían señalar como algunos de los recursos más significativos , los siguientes: – Servicio de información y orientación (Decreto 13/90 de 25 de enero, por el que se regula el sistema de Acción Social), donde se informa a los ciudadanos sobre derechos y recursos sociales, se orientan los problemas individuales o familiares hacia servicios o recursos especializados, si fuera necesario. Se coordinan las tareas de prevención desarrolladas en los sectores específicos y se gestionan ayudas económicas para situaciones de urgencia social, así como los individualizadas de carácter periódico. – Servicio de apoyo a la familia y convivencia (Decreto 13/90), donde se establecen las siguientes modalidades: – a) Ayuda a domicilio: comprende un conjunto de tareas realizadas en el propio domicilio de los ciudadanos por profesionales debidamente supervisados, con el fin de atender determinadas necesidades de los individuos y grupos familiares cuando estos se encuentran en situaciones en las que no les es posible, por problemas de autonomía, la realización de sus actividades cotidianas y que pueden ser según los casos: • De carácter doméstico: Todas aquellas actividades que guardan relación con las que se realizan de forma cotidiana en el hogar para su mantenimiento. • De carácter personal: Compañía, acompañamiento en gestiones, apoyo a la movilidad. • De carácter técnico: Adaptaciones del hogar en la infraestructura o en el equipamiento. 32
– b) Ayudas económicas: (Orden de 30 de diciembre de 1994) siendo su finalidad cubrir total o parcialmente situaciones de extrema urgencia o grave necesidad de personas físicas con carácter individualizado. – b) En el art. 4 se dice que se considerará como prioritarias a las familias que además de escasos recursos económicos tengan a su cargo menores. – c) Promoción de la convivencia e integración familiar: Incluye actividades dirigidas a la atención psico-social, desarrollo de habilidades sociales y educativas y prestaciones técnicas o de rehabilitación orientadas a mejorar la autonomía, incrementar las competencias sociales y las relaciones de convivencia. Destacan las actividades de: apoyo social o educativo y de apoyo a la estructura familiar o dinámica relacional, así como todos aquellos servicios dirigidos a facilitar la integraciòn social normalizada de los individuos. – Programa de voluntariado: (Decreto 12/1995 de 19 de enero) servicios en los que se cuenta con personal voluntario para la realización de actividades complementarias con menores o con familias como: acompañamiento al menor al centro escolar o tratamientos, o rehabilitaciones… etc. – La coordinación entre estos servicios básicos y los demás servicios comunitarios que componen el sistema de protección social (educación, sanidad, vivienda, trabajo, prestaciones) es fundamental para poder intervenir en la prevención de situaciones de riesgo para niños y jóvenes así como en la aplicación y seguimiento de medidas de integración familiar. 1.4. COMO SE INTERVIENE EN EL SISTEMA DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA Como se describe en la Ley Orgánica 1/1996 de Protección Juridíca del Menor: Las Administraciones públicas facilitarán a los menores la asistencia adecuada para el ejercicio de sus derechos. Las Administraciones públicas, en los ámbitos que les son propios articularán políticas integrales encaminadas al desarrollo de la infancia por medio de los medios oportunos, de modo muy especial, cuando se refiera a los derechos 33
enumerados en esta Ley. Los niños tiene derecho a acceder a tales servicios por si mismos a través de sus padres o tutores o instituciones en posición equivalente, quienes a su vez, tienen el deber de utilizarlos en beneficio de los niños. Se impulsarán políticas compensatorias dirigidas a corregir las desigualdades sociales. En todo caso, el contenido esencial de los derechos del menor no podrá quedar afectado por falta de recursos sociales básicos. Las Administraciones públicas deberán tener en cuenta las necesidades del niño al ejercer sus competencias especialmente materia de control sobre productos alimenticios, consumo, vivienda, educación, sanidad, cultura, deporte, espectáculos, medios de comunicación, transportes y espacios libres en las ciudades. (Art. 11) – La Protección del Menor por los poderes Públicos se realizará mediante la prevención y reparación de situaciones de riesgo con el establecimiento de los Servicios adecuados para tal fin el ejercicio de la guarda, y, en los casos de desamparo, la asunción de la tutela (Art. 12). – Toda persona o Autoridad y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una situación de riesgo o posible desamparo de un niño, la comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise (Art. 13). Se pueden diferenciar distintos niveles de responsabilidad y diferentes mecanismos sociales para la protección a la Infancia como ya hemos reflejado en el primer apartado de este capítulo. Puede considerarse que dentro del abordaje de las situaciones de desamparo y riesgo de desamparo Infantil existen dos niveles diferenciadores: uno primario, comunitario que incluye el nivel local, ya sea barrio, zona, municipio o comarca y los colectivos profesionales más significativas que tienen contacto con este problema: – Profesionales de ámbito escolar. – Profesionales del ámbito sanitario (pediatra). – Profesionales de educación infantil (guardería). – Profesionales del área de Salud Mental. – Profesionales del ámbito policial. – Profesionales de los Servicios Sociales de Base. 34
Un segundo nivel, más especializado, los equipos de Protección a la Infancia, que llevan a cavo la protección en sentido estricto. Los criterios que se utilizan para determinar si el abordaje de un caso corresponde a los Equipos de Infancia son los siguientes: • La situación notificada implica a un/a niño/a, es decir, a una persona menor de 18 años. • La notificación revela que la situación supone una violación, real o potencial, de los derechos de el/la niño/a a recibir el cuidado y atención que aseguren su normal desarrollo. • La notificación indica que hay indicios razonables para pensar que la situación de maltrato está originada por los actos u omisiones de los padres/tutores u otras personas responsables del bienestar del niño/a. El proceso que habitualmente se sigue con este tipo de casos consta de las siguientes fases: 1. Detección y Notificación. 2. Investigación. 3. Evaluación diagnóstica. 4. Toma de decisión y planificación de la intervención. 5. Intervención. 6. Seguimiento. 7. Cierre del caso. Especialmente en las tres primeras fases, los profesionales que desarrollan su trabajo en contacto con la infancia y la familia pueden tener capacidad, pos su conocimiento de la situación, de proporcionar información imprescindible para garantizar que la problemática de la familia va a ser definida de manera precisa y que va a ser abordada adecuadamente. (Ver cuadro de las fases del proceso de intervención.) La posesión de información completa, veraz y fiable es por tanto el primer requisito para asegurar una adecuada toma de decisión sobre el caso, con el consiguiente beneficio para el niño/a y su familia. Así, los profesionales de los Servicios de Infancia han de recoger durante estas fases información contrastada y relevante del mayor número posible de fuentes para su posterior valoración. 35
Con respecto a la colaboración y participación de los profesionales de servicios comunitarios en este proceso de intervención, es importante resaltar tres cuestiones: 1. La Responsabilidad que cada profesional tiene ante la Infancia que recibe malos tratos. Esta responsabilidad incluye la obligación de notificar los casos y la de colaborar en el proceso de solución del problema. 2. El necesario carácter multidisciplinar para un abordaje eficaz del matrato infantil. La cooperación abierta de todos los profesionales implicados (servicios sociales, equipos de pediatría, escuela, jardines de infancia, policias, salud mental, justicia, etc.) es una condición básica para la utilización de estos instrumentos. 3. El empleo de las guías como algo que puede ayudar a clarificar, agilizar y coordinar la intervención. (Guia 1 Detección y notificación; Guia 2 Investigación y evaluación).
CUADRO DE LAS FASES DEL PROCESO DE INTERVENCIÓN DETECCIÓN Y NOTIFICACIÓN 1. Determinación de si el caso constituye una situación de maltrato o de desprotección infantil, o si el caso ha de ser abordado por otros servicios. 2. Recogida de información (identificación del caso, situación notificada, evaluación inicial de la severidad del caso y determinación del proceso a seguir).
INVESTIGACIÓN 1. Comprobación de la validez de la notificación. 2. Evaluación del riesgo en que se encuentra el/la niño/a. 3. Provisión de servicios de urgencia en caso preciso.
EVALUACIÓN 1. Determinación de los factores causales de la situación. 2. Identificación de las áreas de intervención. 3. Elaboración del pronóstico del caso.
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La información de todos los profesionales comunitarios de una zona, en la fase primera de detección y notificación (cuando la situación es de urgencia podrá remitirse a la Sección de Protección a la Infancia de la Gerencia Territorial de Servicios Sociales correspondiente, asi como a las fuerzas de orden público o juzgados). Los Servicios Sociales Básicos, en esta Comunidad Autónoma, tienen un papel relevante como puerta de entrada al Sistema, destacando entre sus funciones la recogida de información, análisis de la situación, valoración inicial y derivación y coordinación con los SS. SS. especificos y en este caso con Infancia. 1.5. PRINCIPIOS DE LA TOMA DE DECISIONES 1.5.1. Una familia adecuada Los niños y jóvenes tienen derecho a una protección que garantice su desarrollo integral como personas en el seno de una familia, preferentemente con sus padres, en su defecto con su familia extensa, y en último caso con una familia ajena. La aplicación de las garantías del Estado de Derecho debe hacerse de forma especialmente atenta con los menores maltratados. 1.5.2. La protección es cosa de todos La aplicación de los principios del «Estado de Derecho» a la protección de menores nos ofrece una responsabilidad de atender al niño compartida de modo subsidiario entre sus padres y los poderes públicos: 1. La «función parental» de los padres representa el contexto normal de desarrollo del niño, y es el primer nivel de responsabilidad que debe cubrir sus necesidades utilizando los recursos existentes en la sociedad. 2. La familia extensa constituye un nivel de apoyo inmediato al niño y a sus padres, a los que ayudan y en caso necesario son los primeros en sustituirles en su función parental. 3. Los sistemas públicos de Salud, Acción Social, Educación, Vivienda, etc. de prestación obligatoria para las Administraciones Públicas, constituyen un tercer nivel protector que deberá ayudar a los padres a cumplir con su función. 37
4. Los Servicios de Protección de Menores, como servicios públicos especializados de segundo nivel deben actuar cuando los anteriores niveles no sean suficientes para garantizar los derechos del niño. 5. El sistema judicial representa el nivel de protección más externo para garantizar al niño y a sus padres los recursos apropiados, desde la superior vigilancia de la acción protectora que ejerce el Ministerio Fiscal, hasta la resolución de conflictos de intereses por los Juzgados. Todos estos niveles deben reforzarse entre sí en el sentido más próximo al niño, y actuar sólo de forma subsidiaria. 1.5.3. Prevalecen los intereses del niño Debido a la vulnerabilidad y a la indefensión reconocidas del niño, existe consenso sobre el principio que debería, no obstante, concretarse en criterios más operativos:
En las decisiones sobre: Asignación de recursos a la familia del niño; Separación provisional del menor de su familia; Régimen de visitas; Separación definitiva; Emancipación;
Prevalecen los intereses del menor sobre los de:
Cuando:
Otras personas con más autonomía y capacidad personal para afrontar las limitaciones que les impone su contexto;
Tales recursos puedan garantizar el cumplimiento por los padres de su función parental.
Sus padres, que pueden desear que se quede o que se vaya;
Está en riesgo la integridad básica del menor por el comportamiento de sus padres.
1.5.4. Una alternativa mejor Toda acción protectora debe suponer una alternativa mejor a la ausencia de protección. De lo contrario es mejor no intervenir. Los niños y adolescentes a los que se ha separado de sus padres para protegerles tienen derecho a una calidad de vida y a una educación mejores que las que tenían en su propia casa. 38
1. Separación definitiva: no se debe realizar una separación definitiva de un niño de su familia biológica si no hay una alternativa mejor; una nueva familia en condiciones favorables para su desarrollo y que asume los riesgos existentes. 2. Separación provisional: puede representar una alternativa mejor en los siguientes casos: 2. • En los casos de maltrato grave a niños vulnerables por su edad o grado de autonomía, en que no se pueda separar al maltratador de su hogar o mantenerle bajo control, y la situación se considera reversible. 2. • En los casos de maltrato menos graves cuando la separación da una oportunidad a los padres para afrontar sus problemas, y asumen voluntariamente prepararse para el retorno del niño en un plazo fijo inferior a los dos años, y se garantiza el contacto entre ambos. 2. • Los casos en que la separación sea la mejor manera de proporcionar un tratamiento al niño, y se pueda garantizar el contacto del menor con sus padres. 2. • Cuando se va a utilizar un acogimiento transitorio como paso previo para la integración del menor en una nueva familia. 2. • Cuando un menor puede prepararse para la emancipación a través de un acogimiento. Los niños y adolescentes tienen derecho a que se ofrezca apoyo a sus padres. 1. Los padres tienen derecho a recibir apoyo y orientación. 2. Los padres deben recibir ayuda para afrontar los sentimientos negativos que pueda producirles la separación de su hijo. 3. Los niños tienen el derecho a ser visitados por sus padres, y éstos el deber y la obligación de visitar a sus hijos, siempre que no perjudique el interés del menor. Los niños y adolescentes que han sido separados de sus hogares tienen derecho a que se considere seriamente su retorno con sus padres lo antes posible. 39
Cuantos más y mejores contactos existan entre los padres y el hijo, mayores son las posibilidades de reunificación de la familia, y las oportunidades de éxito. En los casos en que el niño ha sufrido malos tratos o negligencias graves, es probable que haya sufrido consecuencias a nivel afectivo, y por ello es necesario protegerle especialmente del ambiente familiar. Los niños y adolescentes que han sido separados de sus hogares tienen derecho a que se adopte un plan para su integración socio-familiar lo antes posible, e integrarse en un hogar definitivo en un plazo máximo de dos años. 1.5.4.1. Plan de Guarda estable El enorme coste que conlleva para el niño la separación y la situación de provisionalidad e incertidumbre, requiere establecer un plazo máximo para la duración de las separaciones provisionales. Ninguna separación provisional debe durar más de dos años, y si es así se debe decidir una ubicación definitiva para el menor. 1.5.4.2. Prevalencia de los intereses del niño En numerosas ocasiones se presenta un conflicto de intereses entre los padres y el niño, en que es necesario considerar ambos, y proteger siempre los intereses y derechos fundamentales del niño. Si la actuación puede afectar a los derechos de los padres deberá hacerse con la mayor precaución, y sin provocar su indefensión. 1.5.4.3. La necesidad de vínculos de apego En caso de separación definitiva deben proporcionarse al niño las condiciones para establecer otros vínculos de apego estables con adultos, ya sea a través de la adopción, o de acogimientos permanentes. 1.5.4.4. Con sus hermanos Será preferible que los hermanos separados de sus padres permanezcan juntos durante el acogimiento o en la adopción, o en el mayor contacto posible. 40
Mantener juntos a los hermanos puede no ser una alternativa mejor cuando: • Se ha documentado una grave incompatibilidad irreversible. • No se reconocen vínculos afectivos mutuos. • Uno de ellos precisa una atención individualizada incompatible con la convivencia con los otros. • Cuando no se encuentra un recurso de acogimiento que les permita vivir unidos. Si no se encuentra una familia adecuada, puede resultar preferible que convivan en un centro. 1.5.4.5. Estableciendo límites y responsabilidades para su conducta Los niños y adolescentes tienen derecho a que se establezcan límites a su conducta cuando pueda resultar perjudicial para sí mismos o para otros. 1. Ejercer la guarda de un niño significa prestar atención a sus necesidades, y establecer límites. 1. La inadecuada atención parental que se encuentra frecuentemente en los niños protegidos, determina una gran ausencia de conocimiento de los límites en la interacción social, y la falta de modelos de conducta prosocial produce a menudo que los niños carezcan de un repertorio de conductas socialmente competentes. 1. Impulsar el proceso de socialización de los niños protegidos es importante para prevenir la transmisión generacional del maltrato y comportamientos delictivos, y debe realizarse proporcionándoles oportunidades para elegir y equivocarse, modelos de comportamiento prosocial, y estableciendo límites en su conducta. 2. El control y la coerción ejercida hacia la conducta de un niño debe ser orientado a aumentar su capacidad de elección libre en el futuro. 1. El derecho del niño a asumir la responsabilidad de su propia vida puede ejercerlo con propiedad conforme aumenta su edad, y su madurez. 1. El derecho y el deber de tomar decisiones en lugar del niño debe ejercerse de forma que no se impida al niño madurar y ser responsable de sí mismo en el futuro, y procurando que las comprenda y las acepte, y aprenda a elegir y decidir en el futuro. 41
1.5.4.6. Sin romper con su pasado Los niños y adolescentes a los que se ha separado de sus padres tienen derecho a tener conocimiento y relación con su propia historia personal y familiar, y al respeto por sus antecedentes culturales y sociales. Apoyo específico al niño en función de sus necesidades personales. Atención particular al apoyo al niño en los conflictos de lealtad con sus padres, provocados por la separación. El derecho a mantener contacto con otras personas importantes para ellos. El derecho a que se consideren especialmente los problemas causados por el proceso de cambio de hogar. El derecho a conocer la propia historia personal y familiar, y a tener copia del propio expediente y pertenencias personales. 1.5.4.7. Con la participación del niño y de sus padres Los niños y adolescentes tienen derecho a que se cuente con su opinión y con la de sus padres. La colaboración de los padres en el proceso protector es fundamental, y el factor más importante de éxito. Todos los esfuerzos dedicados a negociar acuerdos con los padres y lograr su colaboración tienen una importancia capital. Cuando los padres se oponen a la colaboración, es más importante el derecho de los niños a ser protegidos, y esto debe aplicarse no sólo a la necesidad de asumir responsabilidades de los padres, sino también y especialmente a proporcionarle ayuda en su propia casa. La intervención que no cuenta con la colaboración de los padres debe evitarse y limitarse a situaciones graves en las que se han descartado otras alternativas. Aunque el uso inicial de la autoridad y el control puedan tener aparentemente unos efectos negativos, se ha demostrado que en muchos casos es posible establecer posteriormente una relación de cooperación positiva, y ayudar a los padres a reinterpretar lo ocurrido. Los padres y los niños tienen derecho a recibir información y explicaciones de lo que se haya hecho sin su consentimiento. 42
El trabajo con familias que se oponen a la intervención requiere el apoyo y la coordinación especial de los otros servicios y autoridades implicados, particularmente del poder judicial, las fuerzas del orden, y los servicios educativos y sanitarios. También requiere una preparación especial para afrontar situaciones de crisis y violencia, y prestar gran atención a los informes, acuerdos, y a los tiempos en que transcurre la acción. 1. Participación de los padres: Los padres tienen el derecho y el deber de participar en la elaboración del plan de caso. 1. La implicación de los padres es generalmente el principal determinante de éxito de la reunificación familiar. Incluirlos desde el principio en un proceso de negociación y acuerdos formales beneficia a todas las partes. 2. Participación de los niños: Se debe consultar la opinión de los niños teniendo en cuenta su grado de madurez, y los responsables de la decisión deben buscarla activamente y garantizar que se tiene en cuenta. 1. Desde los doce años se debe consultar al niño todas las decisiones de separación provisional o definitiva, en los cambios de hogar y todo lo que conlleve cambios importantes para él. 1. A partir de los 15 años, la opinión del niño debe tener un peso importante, y el proceso de negociación de alternativas debe ser comprendido como un proceso de ayuda para aprender a solucionar sus propios problemas y a tomar decisiones. 1. Es necesario ser comprensivo y respetuoso con los problemas de lealtad con sus padres que a veces se le puedan presentar al niño, y ayudarle a comprender el sentido de medidas que eventualmente pueda ser necesario imponerle. 1. Los niños y adolescentes tienen el derecho de ser informados de los derechos legales que tienen en relación a las personas que intervienen protegiéndoles. Se incluye las normas del hogar o centro en que resida, el contrato con la familia acogedora, el régimen de visitas, la duración y el objetivo de las medidas, y las personas a las que puede recurrir en caso de considerarse injustamente tratado. 3. Responsabilidad pública de informar a los padres y al niño: Los niños y los padres tienen el derecho de conocer el contenido de los documentos de su propio caso, salvo cuando existan indicios de que el conocimiento de ciertos datos por un padre puede perjudicar al niño. 43
Los servicios para los niños y adolescentes deben estar orientados a sus necesidades, y no a su conducta sintomática. Los problemas de comportamiento pueden estar producidos por factores sociales, psicológicos, materiales o fisiológicos, y es preciso orientar los servicios hacia las necesidades del niño, y no hacia las dificultades que los causan. Debe evitarse la clasificación etiquetadora, que puede convertirse en una causa de marginación cuando los niños y los demás esperan de ellos que se comporten de una determinada manera debido a la «etiqueta» que les ha sido atribuída. 1.5.5. Una alternativa definitiva Todo niño y adolescente con medida protectora tiene derecho a un plan de integración definitiva cuyos objetivos principales sean la continuidad de la atención, y la estabilidad de su vida familiar. La integración familiar del niño es el fin principal de la acción protectora, y ésta no puede tener lugar sin un plan destinado a conseguir dicho fin. El contacto con su familia de origen es un derecho importante del niño en cualquier caso, y un deber para él, su familia y los servicios cuando el plan de integración prevé la reunificación. Este contacto es importante incluso cuando no se prevé el retorno del niño a su familia de origen. La estabilidad del hogar es fundamental para los niños separados de su familia, y especialmente para los menores de 12 años. Es importante evitar las rupturas y fracasos de reunificación sucesivas, y para ello deben valorarse los factores de riesgo y las alternativas que ofrezcan más estabilidad a los niños con antecedentes de acogimientos fracasados. Cuando se prevé una separación de larga duración, el niño tiene derecho a un hogar estable en el que crecer y desarrollarse, y es importante que él y sus guardadores tengan garantías de estabilidad y permanencia. El niño tiene derecho a desear volver con una familia anterior cuando ha fracasado la reunificación con la familia de origen, o cuando necesita otro acogimiento. Esta alternativa se deberá valorar teniendo en cuenta la primacía del interés del niño. 44
1.5.6. Una intervención mínima Todo niño y adolescente protegido tiene derecho a que sea mínima la intromisión en su vida y en la de su familia. Eso implica: • La preferencia por intervenciones tan breves como sea posible. • Actuar con el acuerdo del niño, los padres y el mayor número posible de personas implicadas. • Preferencia por recursos normalizados próximos al niño y a sus padres frente a los especiales y lejanos. 1.5.7. Sopesando riesgos Todo menor tiene derecho a que se sopesen previamente los riesgos y los beneficios de las decisiones que se adopten. Este requisito parece ser importante y determinante de la calidad de las decisiones. 1. Toma de riesgos: el modelo de «toma de riesgos « concibe la decisión como una toma de conciencia del riesgo cuando el daño potencial es irreversible y se asumen unos riesgos con la esperanza de alcanzar unos beneficios. En cada opción posible se deben considerar los riesgos que entraña y los efectos que tendrían en el niño. 2. Posibilidad más optimista y posibilidad más pesimista: al valorar un riesgo puede considerarse la hipótesis más optimista o la más pesimista. 2. • Prevalecerá la hipótesis más pesimista cuando se valore un riesgo que afecta a la integridad del niño. 2. • Prevalecerá la hipótesis más optimista cuando se valore la posibilidad de cambio de los padres. 1.5.8. Garantías mínimas necesarias Todo menor tiene derecho a que se adopten medidas preventivas respecto a los riesgos que entraña la opción elegida. En muchas decisiones no existe ninguna opción posible exenta de peligros importantes, y se impone adoptar unas «medidas complementarias necesarias». En la separación temporal, el mayor riesgo es la pérdida del vínculo 45
entre el niño y sus padres, y la principal garantía mínima es un contrato de contactos padres-hijo. Cuando se decide que el niño permanezca o que retorne al hogar si el maltratador vive allí, existe un riesgo cierto de maltrato. Los mecanismos de control sobre la conducta del maltratador, y de vigilancia sobre el estado cotidiano del niño constituyen garantías mínimas sin las cuales debiera reconsiderarse la decisión en función de la gravedad del riesgo. A veces será preferible elegir una opción en que existe más riesgo, pero pueden adoptarse unas garantías mínimas suficientes de que el niño no será maltratado, frente a otra en que existe menor riesgo pero resulta imposible de controlar. 1.5.9. Plan de caso Los niños y adolescentes tienen derecho a que se establezca un plan de actuación con la mayor participación posible de sus padres. Contenido del plan: El plan debe incluir: a) objetivos, concretando si la integración final se realizará con su propia familia, con su familia extensa, con una familia ajena, o como adulto independiente, b) métodos de intervención para solucionar los problemas de la familia respecto a su hijo, c) criterios para evaluar el funcionamiento del plan, d) plan provisional de apoyo o separación para el niño para un máximo de dos años, e) concreción de la persona responsable del niño. 1.5.10. Plan de contingencia El niño protegido tiene derecho a la previsión de una alternativa por si fallara el «plan de caso» cuando existen indicios de riesgo en tal sentido. En el «plan de contingencia» se realizará una previsión de ubicación alternativa por si resultara inviable la ubicación inicialmente prevista para el niño. Se debe considerar principalmente en casos como: La permanencia del menor en su familia, la reunificación o salidas a casa de niños vulnerables con antecedentes de maltrato grave incluyendo el abuso sexual, en los acogimientos familiares, y en los procesos de emancipación con riesgo de fracaso. 46
1.6. FINALIDAD DEL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN FAMILIAR Como se describe en el capítulo V, para desarrollar este programa de intervención familiar en nuestra Comunidad Autónoma, se han optado por disponer de equipos profesionales específicos formados como mínimo por educadores familiares y psicológos cuya misión dependerá del subprograma que se esté llevando a cabo con cada niño. – SUBPROGRAMA
DE PRESERVACIÓN.
– Casos: Que habría que separar si no se asigna el P.I.F. – Finalidad: Conseguir el mayor número de casos que necesitando una separación (por motivos de protección) se evita con garantía para el niño en cuanto a su integridad y su estabilidad en su familia. – SUBPROGRAMA
DE SEPARACIÓN PROVISIONAL Y REUNIFICACIÓN.
– Casos: En que se alargaría el tiempo de separación si no son asignados al P.I.F. – Finalidad: Conseguir en el mayor número de casos acortar al máximo el tiempo de separación del niño con su familia. – SUBPROGRAMA
DE SEPARACIÓN PROVISIONAL CON POSIBILIDADES DE SEPARA-
CIÓN DEFINITIVA.
– Casos: En que se puede demostrar una situación de irreversibilidad familiar con vistas a una separación definitiva sólo si se asigna al P.I.F. – Finalidad: Conseguir en el mayor número de casos en situación de separación provisional con posibilidades de separación definitiva o bien la reunificación definitiva o bien acreditar la irreversibilidad de la situación familiar ante un esfuerzo especial por apoyarlo.
47
2. Los subprogramas de preservación familiar y separación provisional-reunificación 2.1. POBLACIÓN A ATENDER
Como se ha señalado anteriormente, los Programas de Intervención Familiar atienden a familias y menores de edad que tienen abierto expediente de protección en las Gerencias Territoriales de Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Castilla y León como consecuencia de situaciones de Desamparo o Riesgo. En función del motivo de la apertura de expediente, y en consecuencia de la situación del niño/a y su familia, pueden diferenciarse dos tipos de subprogramas dentro de los PIF según sea la situación del niño/a, separado de su familia o permaneciendo con ella:
1. El Subprograma de Separación Provisional y Reunificación Familiar, que se dirige a familias y niños/as donde se ha producido o se va a producir una separación del niño/a de su familia de origen, con previsión de retorno. 1. En algunos casos, la entidad pública ha decretado el Desamparo del niño/a, lo que supone que asume su tutela, éste es separado temporalmente de su familia, y pasa a ser acogido en un entorno alternativo (p.ej., centro residencial, familia de acogida). 1. En otros casos, el niño/a puede encontrarse en situación de Protección Voluntaria por parte de la entidad pública. Son casos en que el niño/a ha sido separado de su familia como consecuencia de la acep49
tación por parte de la Gerencia Territorial correspondiente de una solicitud de Guarda Voluntaria realizada por los padres/tutores. También en estas situaciones, cuando el caso está en el subprograma de Separación Provisional-Reunificación, la separación se plantea como una medida temporal, y se pretende el retorno definitivo del niño/a a su familia de origen. 2. El Subprograma de Preservación Familiar, que se dirige a familias y niños/as donde la entidad pública ha definido la existencia de una situación de Riesgo. Estas situaciones se producen cuando la Gerencia Territorial ha valorado (a) que sólo la aplicación de una medida o recurso específico de protección (en este caso, un tratamiento familiar) puede evitar una situación de Desamparo, y (b) que hay una colaboración suficiente de los padres/tutores con esa medida o recurso específico de protección como para evitar la separación. 2. Excepcionalmente, algunos casos de niños/as que deben ser separados definitivamente de sus padres o tutores para insertarse con otros miembros de su familia extensa, podrán considerarse objeto de intervención del Subprograma de Preservación. Esto podrá darse cuando se trate de intervenciones con la familia extensa dirigidas a garantizar la permanencia del niño/a en ese núcleo. Estos casos se mueven dentro de un continuo entre la Preservación Familiar y la Separación Definitiva, dependiendo de la vinculación del niño/a con su familia extensa. No en todos los casos donde se ha abierto expediente de protección por Desamparo o Riesgo de Desamparo se va a iniciar un tratamiento familiar a través de un PIF. Para que se considere que este recurso es el indicado para una familia, deben darse, además, las siguientes condiciones de inclusión: 1. La Gerencia Territorial que atiende al niño/a y la familia (a) ha valorado que hay posibilidades (aunque sean escasas) de que se corrija el comportamiento maltratante o negligente de los padres/tutores con un tratamiento familiar, (b) ha valorado que hay posibilidades (aunque sean escasas) de que los padres/tutores puedan resolver los problemas que les impiden temporalmente o limitan para atender adecuadamente a sus hijos/as, y/o (c) valora que hay que proporcionar a los padres/tutores todos los apoyos posibles para lograr su rehabilitación antes de proponer para el niño/a una medida de separación definitiva. 50
2. En la familia hay al menos una figura adulta con una mínima capacidad para ejercer responsabilidades parentales (no serían susceptibles de tratamiento, por ejemplo, padres/madres con esquizofrenia, retraso mental, o trastornos similares). 3. Los adultos sobre los que se va a centrar la intervención del PIF (a) han sido informados previamente y de manera clara por parte de técnicos de la Gerencia Territorial que les atiende, de los motivos de su intervención y de los objetivos del PIF, y (b) han aceptado mediante acuerdo escrito la participación en el PIF en las condiciones en que lo ha determinado dicho Servicio. 4. La Gerencia Territorial ha valorado que no existe ningún otro factor que haga inviable o inadecuado proporcionar a la familia tratamiento a través de un PIF (por ejemplo, no cobertura de necesidades básicas para la subsistencia familiar, fracaso de tratamientos anteriores, separaciones definitivas de otros hijos/as, padres toxicómanos sin terapia contra la adicción, familias transeúntes). 4. – Cuando dentro del equipo de intervención familiar no se puedan asumir todas las familias que la sección de protección a la infancia tiene para P.I.F. y se cree la lista de espera se tendrá en cuenta los siguientes criterios de prioridad aunque no serán los únicos determinantes: 4. – • Familias con niños pequeños o bebés. 4. – • Grupo de hermanos. 4. – • Mejor pronóstico en relación al tratamiento 4. – • Familias para las que se considere el resultado de la intervención como decisivo para tomar medidas de separación definitiva. Son varias las situaciones o comportamientos parentales que pueden derivar en una situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo y que deberán ser abordados y corregidos desde los Programas de Intervención Familiar. Estos son los siguientes: 1. Maltrato físico. 1. «Cualquier acción no accidental por parte de los padres/tutores que provoque daño físico severo o enfermedad en el niño/a o le coloque en grave riesgo de padecerlo». 51
2. Maltrato psíquico (o emocional). 2. «Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte del cualquier miembro adulto del grupo familiar». Incluye las conductas de rechazar, aterrorizar, privar al niño/a de oportunidades para establecer relaciones sociales, y la violencia doméstica extrema y/o crónica. 3. Negligencia física. 2. «Las necesidades físicas básicas del niño/a (alimentación, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados médicos) no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro adulto del grupo que convive con el niño/a». 4. Negligencia emocional. 2. «Falta persistente de respuesta a las señales, expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño/a, y falta de iniciativa de interacción y contacto, por parte de una figura adulta estable». Incluye las conductas de falta total de disponibilidad y atención de los padres/tutores hacia el niño/a, y retraso o rechazo a proporcionarle atención psicológica que éste necesita. 5. Abuso sexual. «Cualquier contacto sexual de un adulto con un niño/a, donde el primero posee una posición de poder o autoridad sobre el segundo». 6. Explotación sexual. 2. «Utilización del niño/a en la prostitución o en la realización de pornografía con el fin de obtener un beneficio, sea económico, equivalente o de otra índole, por parte del padre/tutor». 7. Explotación laboral. 2. «Los padres/tutores asignan al niño/a con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que: (a) exceden los límites de lo habitual, (b) deberían ser realizados por adultos, (c) interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales 52
y/o escolares del niño/a, y (d) son asignados al niño/a con el objetivo fundamental de obtener un beneficio económico o similar para los padres/tutores o la estructura familiar». 8. Inducción a la delincuencia. 2. «Los padres/tutores facilitan y refuerzan pautas de conducta antisocial o desviadas (especialmente en el área de la agresividad, sexualidad y drogas) que impiden el normal desarrollo e integración social del niño/a. También incluye situaciones en las que los padres/tutores utilizan al niño/a para la realización de acciones delictivas (por ejemplo, transporte de drogas, hurtos)». 9. Modelo de vida en el hogar inadecuado para el niño/a. 2. «El hogar en el que vive el niño/a constituye un modelo de vida inadecuado para su normal desarrollo, por contener pautas asociales o delictivas». 10. Otros motivos de Riesgo de Desamparo (situaciones de Desamparo o Riesgo de Desamparo no incluidas en las categorías anteriores). 10. En el Anexo VII se recogen los niveles de gravedad que pueden presentar estas situaciones de maltrato En las familias que van a ser objeto de atención por los PIF: 1. Esas situaciones/comportamientos suponen que hay necesidades básicas del niño/a que no están siendo cubiertas o lo son de manera muy deficitaria, y están provocando un daño significativo en su desarrollo físico, cognitivo, social y/o emocional, o pueden llegar a provocarlo. 2. En general, se dan varias de esas situaciones/comportamientos de manera simultánea. Entre las familias que presentan estas problemáticas, hay algunas que presentan mejor pronóstico que otras en relación al tratamiento. Según la bibliografía1, las variables relevantes para el establecimiento del pronóstico son:
1 Arruabarrena, M.I. y De Paúl, J. (1994). Maltrato a los niños en la familia. Evaluación y Tratamiento. Madrid. Pirámide. 53
– Conciencia del problema en los padres: – Se refiere al grado en el cual los padres (a) muestran tener conciencia del daño que está recibiendo el niño/a como consecuencia del maltrato y de los problemas que éste padece, y (b) asumen su responsabilidad en el maltrato y en la resolución de los problemas que afectan al niño/a. La inexistencia de esa conciencia del problema en los padres y/o su negativa a asumir responsabilidad alguna en su resolución son características que, si no se modifican, indican un pronóstico negativo. – Motivación de cambio en los padres: – Aunque los padres sean conscientes de los problemas que sufren sus hijos y reconozcan su responsabilidad, ello no significa que sean capaces o deseen modificar dicha situación. Es preciso, como criterio imprescindible para determinar un pronóstico positivo, que los padres muestren motivación para modificar su comportamiento y su forma de relación con sus hijos. – Grado de cronicidad de la problemática familiar: – Las familias en las que el maltrato representa una situación crónica, abarcando incluso varias generaciones, tienen un pronóstico difícil. Por el contrario, los casos no crónicos, donde el maltrato se produce como consecuencia de una crisis en la familia, tienen un mejor pronóstico. – Nivel de incapacidad parental: – Cuanto más severo es el grado de incapacitación personal que presentan los padres, mayores dificultades hay para su rehabilitación. Algunos tipos de incapacitación, como son (a) el retraso mental severo, (b) los trastornos psíquicos de pronóstico negativo, y (c) los problemas de toxicomanías o alcoholismo de evolución negativa, son indicativos de un pronóstico también negativo. – Grado de violencia intrafamiliar: – Las familias donde la violencia presenta una intensidad elevada y se produce de manera incontrolada, presentan dificultades muy importantes para su rehabilitación. – Existencia de vinculación afectiva padres-hijos: – Cuando el padre/s maltratante/s no muestra ninguna vinculación afectiva hacia su hijo o cuando el maltrato es reflejo o consecuencia del 54
rechazo total del padre hacia éste, puede establecerse claramente un pronóstico de carácter negativo. – Tipo de situación de maltrato: – Las familias donde se han producido situaciones de abuso sexual intrafamiliar (especialmente incesto) presentan mayores dificultades para su reunificación y rehabilitación que las familias donde se presentan otros tipos de maltrato. – Gravedad del daño infligido al niño/a: – A medida que el daño que recibe el niño/a es más grave, es decir, a medida que el maltrato aumenta en intensidad, el pronóstico es más negativo. – Problemas presentados por el niño/a: – Cuando el niño/a presenta problemas graves (en cuanto a número e intensidad) de conducta antisocial y/o delictiva (robos, abuso de drogas, fugas, etc.), el pronóstico para la rehabilitación familiar es más difícil. Se cuenta con las Unidades de Intervención Educativa (U.I.E.) como recurso de tratamiento para los menores y sus familias con dichos problemas. En el P.I.F. la presencia de alguna de estas variables en las familias no significa que se descarte la intervención con ellas sino que se deberá priorizar en el programa de intervención estos objetivos y apoyar a las familias para producir cambios, ya que a la vez que esto se va consiguiendo el pronóstico del tratamiento mejora.
2.2. FINALIDAD Y OBJETIVOS
2.2.1. Finalidad El fin último de los Programas de Intervención Familiar consiste en posibilitar que un niño/a pueda vivir en su familia de origen habiendo garantías de que su seguridad e integridad básicas están salvaguardadas y sus necesidades básicas se encuentran satisfechas. Este planteamiento parte de la 55
consideración de que la familia constituye el contexto más adecuado para la atención de las necesidades del niño/a (especialmente las psicológicas) y es el contexto natural de convivencia, socialización y desarrollo para éste. De acuerdo con lo anterior, la finalidad específica de los dos subprogramas en que se dividen los Programas de Intervención Familiar es la siguiente: a) Subprograma de Preservación Familiar: En una situación de Riesgo de Desamparo, preservar la integridad de la familia evitando la separación del niño/a. b) Subprograma de Separación Provisional y Reunificación Familiar: En una situación donde se ha separado o se va a separar al niño/a de su familia (por Desamparo o Guarda Voluntaria), procurar el retorno a la familia de la que ha sido separado previamente. 2.2.2. Objetivos a) Objetivos generales Los Subprogramas de Preservación y Separación Provisional-Reunificación se plantean los siguientes objetivos generales. Subprograma De Preservación: 1. Eliminar el riesgo de separación del niño/a de su familia. 2. Lograr el mantenimiento del niño/a en su hogar, garantizando su seguridad e integridad básicas. Subprograma De Separación Provisional –Reunificación–: 1. Eliminar la necesidad de separación del niño/a de su familia. 2. Lograr el retorno del niño/a con su familia de origen en el menor plazo de tiempo posible. 3. Eliminar o controlar el riesgo de que en un futuro pueda ser necesario separar nuevamente al niño/a de su hogar. 56
Algunas de las estrategias más adecuadas para llegar a conseguir dichos objetivos son: 1. Capacitar a los padres para que sean capaces de proporcionar un cuidado adecuado al niño/a y satisfacer sus necesidades básicas. 2. Corregir los déficits/problemas en: 2. – el funcionamiento personal de los padres, 2. – el funcionamiento personal de los niños/as, 2. – el funcinamiento de los padres a nivel parental, 2. – las relaciones entre los miembros de las familia, 2. – el funcionamiento del sistema familiar en su conjunto, 2. – la relación de la familia con su entorno. 2. Asociados o causantes de la aparición y/o mantenimiento de dichas situaciones/conductas de maltrato/abandono. 3. Dinamizar y coordinar una red de sistemas y servicios (normalizados o específicos) de apoyo a la familia y el niño/a, que les ayude para (a) llegar a conseguir un funcionamiento adaptativo a nivel individual, parental, familiar y social, y (b) eliminar o controlar la reaparición de situaciones de Desamparo. b) Objetivos específicos La finalidad y los objetivos generales de los Subprogramas de Preservación y Separación Provisional-Reunificación se traducen en una serie de objetivos específicos. Algunos de ellos son comunes a ambos subprogramas, mientras que otros son abordados únicamente desde el subprograma de Separación Provisional y Reunificación. El cuadro que se presenta a continuación describe cuáles son estos objetivos. Hay que tener en cuenta que no se trata de un listado exhaustivo ni aplicable en todo su contenido a todos los casos. Sólo una evaluación individualizada y permanente de la situación de cada niño/a y cada familia permitirá a los profesionales del Programa de Intervención Familiar determinar los objetivos específicos pertinentes al caso y su temporalización. 57
SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN
SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN
OBJETIVOS COMUNES A AMBOS SUBPROGRAMAS –
Generar conciencia en los padres de sus dificultades en la relación, crianza, atención y educación de sus hijos/as, y que han motivado la situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo.
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Promover el tratamiento y resolución de trastornos psicopatológicos o problemas emocionales en los padres que les dificultan o impiden ejercer adecuadamente su rol parental.
–
Identificar y hacer conscientes a los padres de los factores que han motivado la aparición y mantenimiento de tales dificultades.
–
–
Fomentar en los padres motivación para resolver esas dificultades y las de sus hijos/as.
Promover el tratamiento y resolución de dificultades relacionales entre los padres que les dificultan o impiden ejercer adecuadamente su rol parental.
–
–
Reforzar en la familia, y específicamente en los padres, su capacidad de cambio.
Promover el tratamiento y resolución de dificultades de relación de los padres con su entorno (p.ej., familia extensa, aislamiento social) que les dificultan o impiden ejercer adecuadamente su rol parental.
–
Reforzar los aspectos positivos y recursos de la familia.
–
–
Implicar a los padres, al niño/a (si tiene capacidad para ello), a otros miembros de la familia (si se valora adecuado), y a las restantes redes/servicios/profesionales relacionados con el caso, en el diseño y el desarrollo de dicho plan de intervención.
Abordar las dificultades relacionales padres-hijo/a que se encuentran en el origen de la situación de maltrato/abandono.
–
Promover la provisión al niño/a de tratamientos específicos dirigidos a resolver déficits o problemas que a) le sitúen en una situación de riesgo o vulnerabilidad en su proceso de desarrollo, o b) le coloquen en una situación de riesgo para ser nuevamente objeto de maltrato/abandono.
–
Garantizar que el niño/a disponga en su entorno inmediato de modelos adultos positivos.
–
Dinamizar, coordinar y reforzar los sistemas formales e informales de apoyo que la familia dispone o de los que puede disponer en su entorno.
–
Mantener un seguimiento y control constantes del estado del niño/a y de la calidad del cuidado que recibe en el hogar.
–
Apoyar y orientar emocional y técnicamente a los padres en ese proceso de cambio.
–
Proporcionar a la familia el apoyo y enseñanzas necesarios para corregir los factores que han derivado en la situación de maltrato/abandono.
–
Ayudar a la familia a reducir el impacto de la crisis y/o estabilizar su situación. Reducir el nivel de estrés familiar, bien ayudando a la familia a hacerle frente de manera adecuada, o bien reduciendo el impacto o el número de los factores estresantes que les afectan.
OBJETIVOS EXCLUSIVOS DEL SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN – –
Garantizar la integridad del niño/a. Modificar los factores determinantes de la conducta parental
que da lugar al maltrato, ya sean situaciones desencadenantes o inhibidoras.
OBJETIVOS EXCLUSIVOS DEL SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN Previo a la separación: –
Preparar a los padres y al niño/a para llevar a cabo la separación de manera positiva y lo menos traumática posible.
–
Durante la separación: – – – –
– – –
–
los nuevos roles a ejercer por cada uno de ellos una vez que el niño/a retorne el hogar. Ayudar a la familia a reducir su nivel de ansiedad ante la reunificación.
Tras la reunificación: – Ayudar al niño/a a expresar y hacer frente a sus sentimientos de pérdida en relación a su situación anterior (p.ej., compañeros del centro residencial, educadores, padres acogedores). – Ayudar al niño/a a hacer frente a los cambios producidos en su hogar y en su familia (p.ej., cambios físicos, nuevos hermanos). – Ayudar a los padres a hacer frente a la reestructuración que supone hacerse cargo nuevamente del cuidado del niño/a. – Ayudar a la familia a redefinir las normas y roles familiares, y consensuar la nueva estructura organizativa del sistema familiar. – Ayudar a la familia a desarrollar expectativas realistas acerca de cómo va a ser el proceso de la reunificación (dificultades y conflictos previsibles). – Enseñar a la familia a enfrentarse de manera eficaz a las dificultades y conflictos que pueden aparecer tras la reunificación. – Reforzar en los miembros de la familia el sentimiento de identidad familiar. – Ayudar al niño/a en la nueva integración en su nuevo contexto sociocultural, relacional y/o educativo.
Ayudar a los padres a mantener una visión realista acerca de las posibilidades y condiciones para el retorno del niño/a. Ayudar a la familia a mantener unas expectativas realistas acerca de la reunificación. Apoyar la continuidad de la relación del niño/a con los miembros de su familia y con su entorno anterior a la separación. Promover un contacto progresivamente mayor entre el niño/a y su familia y una permanencia progresivamente mayor del niño/a en el hogar (p.ej., fines de semana, noches). Apoyar a los padres en el ejercicio de las responsabilidades parentales que sigan asumiendo. Ayudar al niño/a a asimilar posibles cambios que puedan producirse en su familia durante su ausencia. Ayudar al niño/a a hacer frente a sentimientos de inseguridad respecto a la estabilidad de su familia o respecto a su retorno, o sentimientos de culpa que puedan aparecer tras la separación. Facilitar un proceso de negociación entre padres, hijo/a y otros miembros de la familia, del que derive un consenso respecto a
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c) El Subprograma de Separación Provisional y Reunificación: Presupuestos básicos de la intervención: – La reunificación del niño/a con su familia biológica es el objetivo final de la intervención. Su consecución en el plazo de tiempo lo más breve posible ha de guiar los objetivos y actuaciones a llevar a cabo con los padres, con el niño/a, con el resto de miembros de su familia, y con su entorno. – La implicación y participación de los padres, del niño/a (si tiene capacidad) y de otros miembros de la familia en la planificación de la intervención, en la formulación de sus objetivos, y en su evaluación, constituye un requisito primordial para conseguir un proceso de separación y reunificación exitoso. – La estabilidad y continuidad de la relación del niño/a con su familia biológica tras la separación, constituye una condición básica para posibilitar la reunificación posterior. – La reunificación forma parte de un proceso que comienza con la separación. El éxito de la reunificación depende del conjunto de intervenciones llevadas a cabo a lo largo de ese proceso, incluyendo las condiciones en las que tuvo lugar la separación inicial. – Las condiciones para la reunificación deben ser establecidas lo antes posible por la Sección de Protección a la Infancia, preferentemente en el mismo momento de la separación. Estas condiciones deben ser concretas, deben quedar recogidas en un documento escrito, y ser conocidas y aceptadas tanto por los padres como por el niño/a. – La reunificación constituye, al igual que la separación, una situación estresante y que genera ansiedad en el niño/a y en su familia. La reunificación supone un cambio, y muchas familias, aunque la deseen, tienen dificultades para asumir dicho cambio. De aquí que necesiten ayuda no sólo para conseguir las condiciones que permitan el retorno del niño/a al hogar, sino también para adaptarse a ese retorno. Este proceso puede durar meses. 59
Etapas en el proceso de separación-reunificación y objetivos/tareas en cada una de ellas: El proceso de separación-reunificación no empieza después de la salida del niño/a del domicilio familiar, sino en el momento en que se decide que ésa es la medida necesaria en el caso y empiezan a establecerse las condiciones para llevar a cabo esta intervención y el posterior proceso de reunificación. Desde el punto de vista de las Secciones de Protección a la Infancia y los PIF, es muy importante recordar que las intervenciones previas a la separación tienen una gran importancia de cara a las posibilidades de éxito del proceso de reunificación. Los Programas de Intervención Familiar tienen un papel muy relevante en este proceso previo a la separación, preparando a padres e hijos/as para que ésta se lleve a cabo de manera lo menos traumática posible, especialmente para estos últimos. Algunos de los objetivos/tareas a cumplir por los PIF en esta fase incluyen: – Ayudar a la familia (padres e hijos/as) a entender los motivos de la separación y a aceptarla. – Ayudar a los padres a entender la importancia de su colaboración para conseguir que la separación no sea traumática para los niños/as. – Ayudar a los padres a explicar a los niños/as los motivos de la separación. – Ayudar a los padres y a los hijos/as a calmar los sentimientos negativos que puedan surgir como consecuencia del planteamiento de la separación (culpabilidad, abandono, ansiedad, etc.). – Ayudar a padres e hijos/as a resolver las dudas y temores que tengan respecto a la separación. – Acompañar a padres e hijos/as a conocer y familiarizarse progresivamente con el lugar y personas que van a acoger al niño/a durante la separación. Siguiendo a Bullock, Little y Millham (1993)2, una vez decidida y preparada la separación, el proceso de separación-reunificación se desarrolla a través de una serie de etapas sucesivas en el tiempo y cualitativamente diferentes:
2 Bullock, R., Little, M. y Millham, S. (1993). Going home. The return of children separated from their families. Dartmouth. England. 60
1. El momento de la separación. 1. – Clarificar ante la familia (padres e hijos/as) que conseguir su reunificación en el plazo de tiempo lo más breve posible, es el objetivo último de la intervención de la Sección de Protección a la Infancia. 1. – Clarificar ante la familia los motivos y problemas que han motivado la separación, y reforzar la valoración de que éstos son resolubles o mejorables. 1. – Establecer ante la familia las condiciones concretas requeridas por la Sección de Protección a la Infancia para posibilitar el retorno del niño/a, y plazos de tiempo para su consecución o revisión. 1. – Transmitir a la familia la idea de la separación como una intervención legítima y dirigida a proteger al niño/a. 1. – Implicar a los padres, al niño/a (si tiene capacidad para ello) y a los restantes miembros del núcleo familiar (si es adecuado), en las decisiones a adoptar con respecto a la intervención. 1. – Facilitar y promover la estabilidad y continuidad de la relación del niño/a con los miembros de su familia. 1. – Ayudar a padres e hijo/a a expresar y hacer frente a sus sentimientos negativos (pérdida, culpa, fracaso, ansiedad, cólera, estigmatización, etc.). 1. – Posibilitar al niño/a, en la medida de lo posible, la continuidad y estabilidad de las relaciones no sólo con sus padres, sino con el resto de su entorno (otros familiares, escuela, amigos, actividades de ocio, etc.). 2. Los momentos posteriores a la separación. 1. – Ayudar a los padres a mantener una visión realista acerca de las posibilidades y condiciones para el retorno del niño/a. 1. – Continuar recabando información sobre la situación de la familia. 1. – Proporcionar a los padres o facilitarles el acceso a los recursos de apoyo necesarios para resolver los problemas que motivaron la separación. 61
1. – Mantener el contacto padres-hijo/a con la mayor frecuencia posible. 1. – Mantener el rol protagonista de los padres en relación al cuidado del niño/a (por ejemplo, en cuanto a la supervisión de su evolución escolar, provisión de vestuario y atención médica). 1. – Ayudar al niño/a a asimilar posibles cambios que puedan producirse en su familia durante su ausencia. 1. – Ayudar al niño/a a hacer frente a sentimientos de inseguridad respecto a la estabilidad de su familia o respecto a su retorno, o sentimientos de culpa. 3. El momento en que se determina la pertinencia de la reunificación. La reunificación se plantea cuando los problemas que motivaron la separación del niño/a se encuentran total o parcialmente resueltos, y se considera que la seguridad e integridad básicas del niño/a van a encontrarse garantizadas en el hogar. Como se ha señalado anteriormente, la reunificación supone una situación estresante; es un cambio, que requiere un proceso de adaptación a nuevos roles, rutinas, responsabilidades, etc. Por ello, todos los miembros de la familia, incluidos a los padres y los hijos/as, deben ser preparados para la reunificación. Las tareas de la intervención en esta fase consisten en: – Aumentar progresivamente el contacto del niño/a con su familia y su tiempo de permanencia en el hogar (por ejemplo, fines de semana, noches). – Facilitar un proceso de negociación entre padres, hijo/a y otros miembros de la familia, del que derive un consenso respecto a los nuevos roles a ejercer por cada uno de ellos una vez que el niño/a retorne al hogar. – Ayudar a la familia a reducir su nivel de ansiedad ante la reunificación. – Ayudar a la familia a mantener unas expectativas realistas acerca de la reunificación. 4. El momento de la reunificación y los días inmediatamente posteriores. 1. – Realizar con la familia un «ritual de transición» (reunión conjunta), que permita a padres e hijos/as identificar clara y formalmente el momento concreto en el que se produce la reunificación. 62
– Ayudar al niño/a a expresar y hacer frente a sus sentimientos de pérdida en relación a su situación anterior (padres acogedores, compañeros del centro residencial, educadores, etc.). – Ayudar al niño/a a hacer frente a los cambios producidos en su hogar y en su familia (por ejemplo, cambios físicos, nuevos hermanos, nuevas figuras parentales). – Ayudar a los padres a hacer frente a la reestructuración que supone hacerse cargo nuevamente del cuidado del niño/a. – Transmitir a la familia la imagen del técnico de la Sección de Protección a la Infancia como fuente de apoyo y ayuda en el proceso de reunificación. 5. Las primeras semanas tras la reunificación. Algunos autores denominan a este período como «Luna de miel». Se caracteriza por la inexistencia de problemas aparentes en el desarrollo de la convivencia familiar, y por el esfuerzo de los padres, el hijo/a y los restantes miembros de la familia por asegurar el éxito de la reunificación. 6. La «discusión». La «Luna de miel» finaliza con una discusión, que aparentemente deriva de desacuerdos en cuestiones relativas a roles, territorios o aspectos económicos. Sin embargo, esta discusión ha de interpretarse como parte del proceso de la reunificación, y constituye el reflejo de cuestiones no resueltas en la familia (por ejemplo, el dolor de la separación), de tensiones acumuladas y ocultas, o de expectativas no realistas en relación a la reunificación. En este momento, la intervención de un profesional que ayude a la familia es muy importante. En muchos casos, sin esa ayuda externa la familia no será capaz de hacer frente exitosamente a estas dificultades. Las tareas en este momento deben centrarse en: – Ayudar a la familia a identificar los problemas reales que se encuentran en la raíz de su/s discusión/es. – Ayudar a la familia a desarrollar expectativas realistas acerca de cómo va a ser el proceso de la reunificación (dificultades y conflictos previsibles). 63
– Enseñar a la familia a enfrentarse a dichas dificultades y conflictos de manera eficaz, sin percibirlos como un fracaso en la reunificación. – Ayudar a la familia a expresar de manera adecuada y hacer frente a los sentimientos negativos o de dolor provocados por la separación. 7. El establecimiento de un nuevo «modus vivendi». – Reestablecer las normas y roles familiares, y consensuar la nueva estructura organizativa. – Ayudar a cada uno de los miembros de la familia a adaptarse a los cambios producidos en los demás durante el tiempo de la separación. – Reforzar en los miembros de la familia el sentimiento de identidad familiar. – Ayudar al niño/a en la integración en su nuevo contexto sociocultural, relacional, y/o educativo.
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3. Características y necesidades de las familias atendidas en los programas de intervención familiar e implicaciones para la intervención Las familias que llegan al sistema de Protección a la Infancia por situaciones de Desamparo o Riesgo de Desamparo presentan una problemática básica común: la existencia de (a) una disfunción o problemas de relación muy severos en la relación padres-hijos/as, y (b) problemas y limitaciones significativas en los padres/madres para atender adecuadamente a sus hijos/as. Partiendo de este punto, las conductas/situaciones en las que se manifiesta esa problemática y esa disfunción, su gravedad, los miembros de la familia que se ven directamente implicados, sus causas, su evolución, etc., varían. No hay, en este sentido, una «familia-tipo» o un «patrón de funcionamiento» común a todas estas familias. Sin embargo, sí es posible identificar en al menos una parte importante de estas familias una serie de características y necesidades comunes, que requieren ser tenidas en cuenta en el diseño e intervención de los Programas de Intervención Familiar. Estas son las siguientes: 1. Son familias multiproblemáticas. Estas familias no sólo presentan problemas en la relación padreshijos/as, sino también en muchas otras áreas de su funcionamiento: – en el funcionamiento individual de sus miembros, incluidos padres e hijos/as (p. ej., trastornos emocionales o psicopatológicos, limitaciones intelectuales, alcoholismo, toxicomanías, ludopatías, conductas antisociales). 65
– en el funcionamiento de los subsistemas familiares: subsistema conyugal (p.ej., violencia física o verbal, separaciones o divorcios violentos), subsistema parental (p.ej., falta de apoyo mutuo en el cumplimiento de las responsabilidades parentales, falta de acuerdo), subsistema fraternal (p.ej., violencia entre hermanos), y en los límites entre dichos subsistemas (p. ej., role-reversal). – en la relación de la familia con su entorno: dificultades en la relación con la familia extensa, falta de apoyo social, conflictividad en el entorno. – en el área socioeconómica (p.ej., dificultades económicas, desempleo, problemas severos en la administración económica). En la medida en que estos problemas estén directa o indirectamente relacionados con los motivos del Desamparo o Riesgo de Desamparo, deberán ser objeto de atención por parte de la intervención de los PIF. Eso significa: – Que es preciso mantener una perspectiva amplia (ecológico-sistémica) que abarque diferentes niveles de análisis (desde la historia personal de los padres, las características individuales de los miembros de la familia, del microsistema familiar, hasta las características del entorno de la familia) para identificar cuáles son los problemas que pueden estar afectando a la relación padres-hijos/as. – La perspectiva de los Programas de Intervención Familiar debe ser, por tanto, más amplia que una perspectiva puramente psicológica o de trabajo social en su sentido tradicional. – Que tras ello hay que analizar de qué manera esos problemas están afectando a la relación padres-hijos/as, para poder así establecer los objetivos de la intervención y secuenciarlos en prioridad y tiempo. – Que si bien los profesionales de los Programas de Intervención Familiar no van a intervenir directamente en la resolución de algunos de esos problemas (p.ej., provisión de ayudas económicas a las familias, provisión de tratamiento psicológico a los niños/as, abordaje de problemas de retraso escolar en los niños/as), deberán mantener una perspectiva que los incluya en su plan de intervención y deberán mantener una actitud de permanente acceso y coordinación con las redes y servicios comunitarios que tienen entre sus competencias el abordaje de tales problemas. 66
2. En muchos casos, con problemas cronificados. En muchas ocasiones, las familias llegan a las Secciones de Protección a la Infancia cuando los problemas en la relación padres-hijos/as son de una gravedad extrema o casi extrema. En general, la aparición de esos problemas no es inmediata (aunque en ocasiones es fruto de una crisis), sino que es fruto de una evolución en la que ha ido aumentando progresivamente la gravedad. Este hecho supone un hándicap importante para los Programas de Intervención Familiar, pues a medida que aumenta la gravedad o cronificación de los problemas, más difícil resulta su resolución. En muchas familias, el comportamiento maltratante o negligente de los padres se encuentra instalado firmemente en su funcionamiento individual y en el funcionamiento y dinámica familiar. que han recibido tratamientos fallidos anteriormente, También en muchos casos, las familias que llegan a los PIF han recurrido o han sido derivadas en ocasiones anteriores a diferentes servicios comunitarios para tratar algunos de sus problemas (p.ej., salud mental). Es frecuente que dichos tratamientos no hayan tenido éxito (de otra manera muchas de ellas no hubieran llegado a las Secciones de Protección a la Infancia), en muchas ocasiones a causa de la insuficiente implicación de la familia. Los abandonos de tratamientos y el incumplimiento de las orientaciones profesionales son comportamientos habituales en muchos de estos padres, y pueden tender a repetirlos en la intervención del Programa de Intervención Familiar. Evitar este tipo de comportamientos señalando con claridad a los padres (a) cuáles son las condiciones y compromisos que deben regir su relación con el Programa, reiterándoselo siempre que sea necesario, y (b) cuáles serán las consecuencias de los incumplimientos, permitirá no sólo un mayor aprovechamiento de los recursos, sino que dará seguridad a los padres y les enseñará a respetar un marco y unas normas de relación. y dependientes de los Servicios Sociales. También en muchos casos, las familias que llegan a los PIF se han adaptado a una forma de funcionamiento en la que, en lugar de dirigirse hacia la autosuficiencia, descansan en la dependencia de los Servicios Sociales, en 67
los que buscan la solución a sus problemas (incluyendo los económicos). En muchas ocasiones, este tipo de funcionamiento se ve reforzado por la dinámica de los servicios. La autonomía de la familia respecto a los Servicios Sociales debe ser, en estos casos, un objetivo de los Programas de Intervención Familiar, aunque reconociendo que hay familias que nunca podrán conseguir esa autosuficiencia debido a la existencia de limitaciones en los padres que no se pueden corregir (p.ej., limitaciones intelectuales, determinados problemas psicológicos) y que van a requerir el apoyo de agentes externos hasta que los niños/as alcancen su propia autosuficiencia o independencia. 3. La intervención implica a numerosos profesionales y servicios. Como se ha señalado anteriormente, la multiplicidad de problemas que afectan a estas familias hace necesaria la intervención de múltiples profesionales y servicios. Profesionales de ámbitos distintos (p.ej., educación, sanidad, salud mental, orden público) que disponen de una formación diferente y que en muchas ocasiones trabajan para instituciones cuyos objetivos son difíciles de compatibilizar (y en ocasiones, contrapuestos), deben trabajar de manera conjunta y coordinada en estos casos, compartiendo información, consensuando objetivos y distribuyéndose tareas. Los Programas de Intervención Familiar deben tender al aprovechamiento máximo de los recursos comunitarios. Cuando no existen sistemas/redes de trabajo comunitario ya establecidas, los PIF deberán asumir la función de poner en funcionamiento, dinamizar y coordinar la red de profesionales y servicios que intervienen en cada caso concreto, con el objetivo último de que, cuando el Programa finalice, dicha red siga funcionando de manera autónoma, apoyando a la familia y los niños/as en las necesidades que éstos presenten. Siendo ésta una de las funciones fundamentales de los servicios sociales básicos en nuestra Comunidad. Además de lo anterior, los PIF tienen que tener en cuenta especialmente el relevante papel que juegan en la intervención con estas familias el sistema judicial (jueces y fiscales), los servicios que tienen como responsabilidad específica la protección de los menores de edad (Secciones de Protección a la Infancia), y los Servicios Sociales Básicos. Los Programas de Intervención Familiar deben implicar en su intervención y mantener una coordinación estrecha con los Servicios Sociales Comunitarios, y especialmente con los servicios 68
sociales básicos pues además de que disponen de recursos para apoyar a las familias y niños/as, serán quienes asuman la responsabilidad de apoyar a la familia y realizar un seguimiento y control de la situación del niño/a una vez que se hayan resuelto los motivos que provocaron la situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo. 4. Con posibilidades de que se produzcan situaciones o conflictos que requieran la intervención inmediata de los profesionales. Hay algunos problemas, como, por ejemplo, el alcoholismo, las dificultades para el control de la conducta o los impulsos agresivos, algunos trastornos psicopatológicos, o la violencia conyugal, que pueden surgir con virulencia en determinados momentos y provocar situaciones de tensión, conflicto o violencia familiar que requieren la intervención inmediata de los profesionales. Son las denominadas «situaciones de urgencia». En la mayoría de los casos, los problemas que pueden derivar en una intervención de urgencia son observables previamente por un profesional preparado, lo que significa que es posible «prever» o «sospechar» que pueden aparecer. En otros casos, que representan una minoría, se producen situaciones de urgencia que no podían haber sido previstas. La red de servicios que está interviniendo con las familias debe estar preparada para hacer frente a este tipo de situaciones, y los Programas de Intervención Familiar tienen la responsabilidad de coordinar los servicios y planificar quién, cuándo y cómo va a responder a las situaciones de urgencia. Los Programas de Intervención Familiar tienen también la responsabilidad de asegurar que la familia sabe dónde recurrir en este tipo de situaciones. Los profesionales de los PIF deben tener capacidad para valorar correctamente qué tipo de situaciones requieren una intervención de urgencia y cuáles no; los errores, tanto en uno como en otro sentido, pueden tener consecuencias muy graves. Si una situación de urgencia no es valorada como tal y no se interviene de manera inmediata, el niño/a puede sufrir un daño severo o los padres pueden perder totalmente su confianza en la intervención. Por otra parte, una intervención inmediata ante una situación no urgente puede significar que los profesionales han sido manipulados o puede servir para fomentar la dependencia de la familia hacia los profesionales. 69
La necesidad de una intervención inmediata debe valorarse básicamente en función de: a) La capacidad de la propia familia para hacer frente, controlar y detener la situación de tensión, conflicto o violencia. b) La capacidad de la familia para buscar ayuda en su red familiar y/o social, y la capacidad de dicha red para hacer frente, controlar y detener el problema. c) La gravedad del problema. d) La predecibilidad/impredecibilidad de la evolución del problema. e) La existencia de niños/as pequeños o con características de vulnerabilidad que les impiden defenderse eficazmente del conflicto. El contenido de las intervenciones de urgencia puede ser muy diverso, y puede incluir, por ejemplo, una visita domiciliaria o una llamada telefónica del Educador Familiar o del Psicólogo del PIF, una consulta o ingreso psiquiátrico urgente, la convocatoria a familiares que puedan ayudar a la familia, la intervención de las Fuerzas de Orden Público, o la salida urgente del niño/a del domicilio familiar. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que los profesionales del PIF no pueden decidir sobre la salida de un niño/a del domicilio familiar, y que sólo las Fuerzas de Orden Público o los técnicos de las Secciones de Protección a la Infancia tienen capacidad para decidir una medida de este tipo. 5. La demanda original de tratamiento no proviene de las propias familias. Todos los padres que son atendidos en los Programas de Intervención Familiar deberán haber sido informados previamente por el técnico que coordina su caso en la Gerencia Territorial correspondiente de los motivos y objetivos de su participación en el Programa, y han tenido que dar su consentimiento a ello. En la mayoría de los casos, sin embargo, los padres no pueden reconocer o no tienen una conciencia clara de sus dificultades en la relación con sus hijos/as, de los déficits que presentan en su cuidado, ni tampoco tienen una motivación interna de cambio. Muchos de ellos aceptan la intervención del Programa como la única manera que tienen de recuperar a sus hijos/as o evitar su separación, hecho en sí mismo positivo porque indica la existencia de un deseo por 70
su parte de seguir ejerciendo el rol parental y seguir cuidando de sus hijos/as, pero no suficiente para garantizar que van a tener un aprovechamiento adecuado del tratamiento. En otros casos, el impacto psicológico que la separación o la posibilidad de separación provoca en los padres es tal que se ven incapacitados para asimilar o entender los planteamientos iniciales y propuestas de los técnicos de la Gerencia Territorial, y meramente asienten a ellos como la única alternativa que perciben para recuperar a sus hijos/as. Por ello, en muchos casos los objetivos iniciales de la intervención de los Programas de Intervención Familiar tienen que centrarse en: a) ayudar a los padres a reconocer sus dificultades en la relación con sus hijos/as y reconocer los déficits en su cuidado, b) ayudarles a identificar las causas de ello, y c) generar en ellos motivación para corregir tales dificultades. 6. En muchos casos, son padres con tendencia a delegar responsabilidades en el exterior. Uno de los problemas más habituales al trabajar con familias maltratantes y negligentes es la dificultad de los padres para asumir sus responsabildades, que se hace evidente no sólo para las responsabilidades parentales, sino también en otras áreas (p.ej., laboral, económica). Es frecuente también que los padres no reconozcan estos déficits, y los atribuyan a factores o agentes externos (p.ej., cónyuge, familia extensa, dificultades económicas, profesionales). Por otra parte, también es habitual en estas familias la tendencia a delegar en el exterior el cumplimiento de esas responsabilidades. Los profesionales de los PIF tienen que estar prevenidos ante esta tendencia e intentar contrarrestarla. El objetivo de la intervención consiste en último término en conseguir que las familias funcionen de manera adaptativa y autónoma, para lo cual es requisito imprescindible que los padres asuman sus propias responsabilidades en cuanto cuidadores de sus hijos/as y responsables del mantenimiento de la familia. Salvo situaciones graves (en las que, por ejemplo, la salud e integridad del niño/a corre peligro), los profesionales no deben sustituir a los padres 71
en sus responsabilidades parentales. Lo que los PIF han de hacer es enseñar y apoyar a los padres a que las asuman; para ello, cuando los profesionales hagan tareas de acompañamiento y modelado, será siempre con el objetivo de que los padres desarrollen las capacidades necesarias para cumplir adecuadamente esas responsabilidades de manera autónoma y estable.
7.
Con limitaciones o peculiaridades que determinan el tipo de estrategias o técnicas de tratamiento a utilizar.
Hoy en día, todavía hay un sesgo en el tipo de casos que llegan a las Secciones de Protección a la Infancia: gran parte de ellos corresponden a familias de estatus socioeconómicos y culturales bajos. Aunque el maltrato y abandono infantil no se restringe a niveles económicos o culturales específicos, es cierto que determinadas tipologías de malos tratos (por ejemplo, abandono físico, explotación laboral, inducción a la delincuencia) son más frecuentes en las clases sociales más desfavorecidas. Además, y por muchas razones, las clases sociales medias y altas son menos accesibles a la intervención de las Secciones de Protección a la Infancia. Muchas de estas familias tienen un elevado número de hijos/as, son monoparentales, y tienen dificultades económicas, lo que puede limitar su capacidad para participar en el tratamiento (acudir a reuniones, desplazamientos, etc.). Los PIF deberán tener en cuenta estas limitaciones, y (a) intentar adaptar al máximo sus horarios y las actividades del tratamiento a las posibilidades de la familia, y (b) promover los recursos y servicios necesarios para permitir a las familias participar en las actividades del tratamiento (p.ej., cuidadores para los niños/as, ayudas económicas para desplazamientos). En segundo lugar, un porcentaje importante de los padres atendidos por los PIF tienen limitaciones intelectuales o un bajo nivel cultural. Esto supone que no es posible aplicar técnicas de intervención psicológica o de enseñanza que requieren mayores capacidades intelectuales, de simbolización, comprensión, expresión o introspección. La elección de los objetivos, estrategias y técnicas de intervención debe tener en cuenta este tipo de limitaciones o peculiaridades. 72
RESUMEN Los Programas de Intervención Familiar deben tener en cuenta que:
necesarios para la familia en coordinación con los servicios sociales básicos.
– Trabajan con familias multiproblemáticas, en muchos casos con problemas cronificados y que han recibido anteriormente tratamientos sin éxito.
– Su objetivo es capacitar a los padres para cumplir adecuadamente con sus responsabilidades parentales, y hacerles autónomos en este sentido.
– Deben mantener una perspectiva amplia, ecológico-sistémica, que guíe sus procesos de análisis e intervención.
– No deben sustituir a los padres en el cumplimiento de sus responsabilidades parentales, sino que su función es apoyarles y enseñarles para que ellos lo hagan.
– La intervención rehabilitadora con este tippo de familias tiene que partir de una creencia básica en la capacidad de cambio de los padres, así como en sus potencialidades.
– Deben perseguir conseguir la independencia de la familia respecto a los Servicios Sociales.
– Es fundamental implicar a la familia en la planificación de los objetivos del tratamiento y de los recursos-servicios que se han de utilizar.
– En la mayoría de los casos, sus primeros objetivos con los padres van a consistir en generar en ellos conciencia de los problemas y motivación de cambio.
– Deben trabajar de manera conjunta y coordinada con múltiples servicios e instituciones.
– Deben clarificar ante los padres cuál es el marco y los compromisos que definen su relación con el PIF.
– Entre sus funciones se encuentra la de dinamizar y coordinar la red de profesionales y servicios intervinientes con la familia conjuntamiento con los servicios sociales básicos.
– La red de servicios que interviene con la familia debe estar preparada para responder de manera adecuada e inmediata ante situaciones de urgencia.
– Tienen que tender al aprovechamiento máximo de los recursos comunitarios.
– Deben adaptar sus estrategias y técnicas de intervención a las posibilidades y capacidades reales de las familias.
– Entre sus funciones se encuentra el gestionar la puesta en marcha de recursos
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4. Temporalización y procedimiento de intervención 4.1. FASES DE LA INTERVENCIÓN El presente cuadro describe el procedimiento general de intervención a través del cual llegan las familias al Programa de Intervención Familiar: DETECCIÓN
NOTIFICACIÓN
RECEPCIÓN
INVESTIGACIÓN
EVALUACIÓN
(Plan urgente)
(Lista de espera)*
EVALUACIÓN (Lista de espera)*
P L A N
D E
C A S O
OTROS RECURSOS
DERIVACIÓN AL PIF
INTERVENCIÓN (*) Lista de espera. La lista de espera es un instrumento a manejar dentro de la Sección de Protección a la Infancia. Cuando el recurso más adecuado para una familia sea el PIF y no se cuente con él en ese momento, se planteará otra intervención con el niño y/o la familia hasta poder disponer de dicho recurso.
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La intervención de los PIF se divide en tres fases secuenciadas, con una duración de 2 años: a) Fase de Observación, con una duración entre cuatro y ocho semanas (1 ó 2 meses). b) Fase de Tratamiento, con una duración máxima de 17 meses. c) Fase de Seguimiento, con una duración máxima de seis meses. 4.1.1. Descripción y objetivos de la Fase de Observación La Fase de Observación comienza cuando la familia inicia su participación en el PIF. El Equipo del Programa deberá decidir, a partir de la información que la Sección de Protección a la Infancia le ha proporcionado sobre el caso, cuál será la estrategia y la línea de intervención a seguir, cuáles van a ser los objetivos específicos de la Fase de Observación, y qué profesionales tienen que intervenir en este momento. Los objetivos de esta Fase se concretan en: – Establecer una vinculación positiva entre la familia y los profesionales del Programa. – Completar, si es necesario, la información proporcionada por la Sección de Protección a la Infancia sobre la situación del niño/a y la familia. – Evaluar el grado en que los padres tienen conciencia de sus déficits y dificultades en la crianza de sus hijos, y su motivación de cambio. – Identificar los factores causales o asociados a la situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo. – Formular los objetivos iniciales (generales y específicos) de la intervención, y realizar una primera planificación respecto a su secuenciación (objetivos a corto, medio y largo plazo). – Determinar los recursos necesarios en el caso (tanto del propio Programa como de otros servicios). Al final de esta Fase, el PIF deberá remitir al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia, un informe descriptivo sobre 76
la valoración de la problemática y necesidades de la familia, objetivos específicos a trabajar, y secuenciación de los mismos (Anexo III). Se deberá incluir las Escalas de Bienestar Infantil (S. Magura y B.S. Moses, 1986), el Inventario de Potencial de Maltrato Infantil (J.S. Milner, 1986) y el Inventario de Problemas de Conducta del Niño/a (T.M. Achenbach, 1986, 1991) Versión para Maestros.
4.1.2. Descripción y objetivos de la Fase de Tratamiento Los objetivos de esta Fase se concretan en: – Desarrollar el tratamiento propiamente dicho, es decir, llevar a cabo las intervenciones necesarias para lograr los cambios perseguidos en la situación familiar y del niño/a (intervenciones directas tanto del Programa como de otros servicios/profesionales). – Conseguir la implantación de dichos cambios. – Lograr la máxima implicación de la familia (padres, y niños/as y otros miembros de la familia si es apropiado) en la planificación y desarrollo de la intervención. – Coordinar y apoyar técnicamente al conjunto de servicios/profesionales intervinientes en el caso. – Crear, coordinar y/o dinamizar una red estable de servicios formales e informales de apoyo para la familia. – Evaluar permanentemente la evolución de la intervención y reformular, en caso preciso, su estrategia, objetivos y recursos. En esta Fase, el PIF deberá elaborar semestralmente informes de evaluación de la intervención dirigidos al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia. Estos informes deberán tener con el siguiente contenido (Anexo IV): – Introducción: Período que comprende el informe, recursos utilizados (tanto propios del PIF como comunitarios), y profesionales/servicios intervinientes con la familia durante ese período. 77
– Evolución del caso: – • Nivel de bienestar del niño/a en el hogar, según las «Escalas de Bienestar Infantil» de Magura y Moses (1986) (ver capítulo VI). – • Descripción de los objetivos planteados en relación al niño/a y nivel al que han sido alcanzados. – • Otra información relevante sobre la situación de la familia y el niño/a recogida durante ese período. – Valoración: Valoración de los resultados y evolución del tratamiento, valoración de la situación de los niños/as, orientación sobre la intervención a seguir en el futuro, y formulación de objetivos. – Los Informes deben seguir las siguientes recomendaciones: – • Ser concretos y concisos. – • Utilizar un lenguaje técnico y comprensible. – • Recoger los hechos, valoraciones y conclusiones relevantes. – • Desechar la información irrelevante. – • Distinguir entre los hechos y las valoraciones/opiniones. – • Distinguir entre información documentada e información no verificada. – • Evitar juicios/valoraciones vagas, inconsistentes o sin apoyo. – • Justificar las valoraciones recogidas en el informe. – Esos informes deben incluir el MAGURA y el TRF (en niños con problemas). Además de estos informes periódicos, en ocasiones la Sección de Protección a la Infancia puede solicitar al PIF la elaboración de otros informes para propósitos específicos (p.ej., para justificar una propuesta de medida, responder a una petición del Juzgado). Si en esta Fase se produce el fin de la intervención del PIF (es decir, no hay Fase de Seguimiento), se deberá elaborar un informe-resumen final para la Sección de Protección a la Infancia con el siguiente contenido (Anexo V): 78
– Introducción: Tiempo que ha durado la intervención, objetivos con los que la familia fue remitida al PIF, recursos utilizados (tanto propios del PIF como comunitarios), y profesionales/servicios que han intervenido con el caso. – Evolución del caso: – • Evolución del Nivel de bienestar del niño/a en el hogar, según las «Escalas de Bienestar Infantil» aplicadas a lo largo del tratamiento. – • Descripción de los objetivos planteados en relación al niño/a y la familia, y nivel al que han sido alcanzados. – Valoración, pronóstico y necesidades futuras de intervención: Valoración global de los resultados y evolución del tratamiento, valoración de la situación de los niños/as al finalizar el tratamiento, pronóstico del caso, necesidades de la familia, y orientación sobre la intervención a seguir en el futuro. – Estos informes deben incluir el MAGURA, el CAP y el TRF.
4.1.3. Descripción y objetivos de la Fase de Seguimiento Los objetivos de esta Fase se concretan en: – Supervisar y controlar la situación de los niños/as en la familia. – Supervisar si los cambios producidos en la familia se mantienen una vez que el PIF va desapareciendo de la vida familiar. – Posibilitar una desvinculación adecuada de la familia de los profesionales del PIF. – Reforzar una vinculación adecuada de la familia con los profesionales/servicios que a partir de ese momento van a ejercer como apoyo y referencia. Al finalizar esta Fase, el PIF deberá elaborar un informe-resumen final de la intervención (con los contenidos detallados en el apartado anterior) (Anexo V). 79
4.2. DURACIÓN DE LA INTERVENCIÓN DE LOS PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN FAMILIAR La duración de la intervención de los Programas de Intervención Familiar no será superior a los 18 meses. Según los datos de la bibliografía internacional1, si una familia recibe servicios intensivos de tratamiento y apoyo, ese tiempo es suficiente para determinar si la familia tiene capacidad potencial de mejorar, de manera que los niños/as puedan permanecer en el hogar garantizando su bienestar y su seguridad. Si en ese tiempo no se han observado cambios significativos en la dirección esperada, no tiene sentido, al menos en ese momento, continuar la intervención del PIF. Pero no en todos los casos es necesario agotar los dieciocho meses de tratamiento para concluir que la intervención no va a arrojar ningún resultado. Por ello, cuando la Sección de Protección a la Infancia (en base a la información que le proporcione el Equipo del PIF y/o la información que recoja directamente) valore que la situación familiar no ha mejorado de manera suficiente en un tiempo razonable, podrá decidir antes de cumplirse los 18 meses la suspensión de la intervención del PIF. Es esperable que haya un grupo de familias que en el período de tratamiento de 18 meses consigan una mejoría clara y significativa y se considere recomendable el mantenimiento de los niños/as en el hogar, pero esa mejoría no es suficiente como para considerar que la familia puede funcionar de manera autónoma y que los padres van a ser capaces de asegurar el bienestar y seguridad de los niños/as sin apoyos o supervisión profesional. Son familias que siguen necesitando servicios de apoyo/tratamiento durante más de 18 meses, aunque de una manera menos intensiva. El Equipo del PIF debe ser capaz de prever esta situación antes de la finalización de su intervención, y cuando llegue ese momento debe haber preparado una red de servicios/recursos comunitarios alrededor de la familia que siga proporcionando a ésta los servicios de apoyo/tratamiento que requiera. Si esta alternativa no resultara factible o si se dieran otras circunstancias que lo justificaran, la Sección de Protección a la Infancia podrá decidir ampliar el tiempo de intervención del PIF durante seis meses más con una 1 Daro, D. (1988). Confronting child abuse. Research for effective program design. The Free Press. Nueva York. 80
menor intensidad. Las razones para esta ampliación deberán quedar bien argumentadas y justificadas en el expediente del caso. 4.3. DISTRIBUCIÓN DE FUNCIONES: SECCIÓN DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA, PROGRAMA DE INTERVENCIÓN FAMILIAR, CENTRO RESIDENCIAL/FAMILIA DE ACOGIDA DONDE SE ENCUENTRA EL NIÑO/A Y CEAS Antes de la remisión de la familia al PIF Tareas de la Sección de Protección a la Infancia: – Realizar una evaluación completa de la situación familiar y del niño/a (contactar para ello con los CEAS), elaborar el Plan de Caso, y formular el objetivo de (a) Preservación, o (b) Separación Provisional-Reunificación. – Realizar una primera formulación de los objetivos de la intervención, en cuanto a qué debe cambiar en la situación de niño/a y/o la familia para considerar que se ha eliminado la situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo. – Consultar al técnico del CEAS de la zona sobre las decisiones a adoptar con el caso. Consensuar con él los objetivos a conseguir con el niño/a y la familia, la línea de intervención a seguir, y las funciones a asumir por cada uno de ellos. – Informar al técnico del CEAS sobre la inclusión de la familia en el PIF. – Ofertar a los padres/familia el Programa de Intervención Familiar. Clarificar a la familia el porqué, el para qué y los plazos de tiempo de la intervención del PIF. – Clarificar a la familia qué información va a pedir la Sección al PIF, y qué tipo de actuaciones pueden adoptarse en función de su respuesta al tratamiento. – Clarificar a la familia cuál es la relación que va a haber entre el Servicio, el PIF y el centro/familia de acogida donde se encuentra el niño/a. – Obtener por parte de la familia consentimiento escrito a su participación en el PIF, en un documento que recoja los objetivos generales de la intervención. 81
– Elaborar y remitir un informe escrito para el Equipo del PIF sobre la situación del niño/a y la familia, su respuesta a la propuesta del tratamiento, y los objetivos generales encomendados al Programa. – Elaborar y remitir un informe escrito para el Centro de acogida/Entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento, sobre los objetivos generales propuestos con el caso y la línea de intervención que se prevé iniciar. – Asegurar que el resto de profesionales/entidades que van a intervenir directamente con el niño/a (centro de acogida, familia de acogida, entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento) entienden, comparten y apoyan el plan de intervención. – Buscar el apoyo de los profesionales/servicios comunitarios que tienen relación con la familia en el plan de intervención, y asegurar, cuando menos, que lo entienden y lo aceptan. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF (puede incluirse también al CEAS): – Cuando se valore necesario, estudiar el caso y determinar la estrategia idónea para realizar a la familia la oferta y/o presentación del Programa. En el momento de la remisión de la familia al PIF Sección de Protección a la Infancia: – En caso necesario, encontrar un mediador válido que pueda ayudar en la presentación del PIF. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-CEAS-PIF: – Definir y acordar los canales de coordinación y comunicación entre la Sección de Protección a la Infancia, el CEAS y el PIF durante la intervención. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF: – Presentación formal del PIF a la familia. En los casos en que se acuerde por ambas partes, por valorarse más adecuado, podrán ser los técnicos de C.E.A.S. quienen realicen esta tarea. 82
– Definir ante la familia la relación que a partir de ese momento va a haber entre la familia y la Sección de Protección a la Infancia, entre la familia y el PIF, entre la Sección de Protección a la Infancia y el PIF, y entre el PIF y el Centro/Familia de acogida. Centro/Entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento/Familia de acogida: – Conocimiento y aceptación de los objetivos generales propuestos con el caso. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF-Centro de Acogida/Entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento: – Acordar, bajo las directrices de la Sección de Protección a la Infancia, cuáles van a ser las competencias del PIF y del Centro/Familia de acogida respecto al niño/a, y cuáles van a ser los canales de comunicación entre ambos recursos. – Definir, bajo las directrices de la Sección de Protección a la Infancia, cuáles son las tomas de decisión que corresponden a la Sección y cuáles pueden ser negociadas directamente entre el PIF y el Centro/Entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento. Durante la intervención del PIF Sección de Protección a la Infancia: – Permanecer ante la familia y otras instancias como institución a quien compete la toma de decisiones sobre la protección del niño/a. – Mantener informado al técnico del CEAS sobre la evolución de la intervención y las actuaciones que se siguen con la familia. – Coordinar la intervención del PIF y el Centro de acogida/Entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento y acogedor en su caso. – Determinar el momento de la reunificación y decidir cómo llevar a cabo dicho proceso (temporalización, frecuencia de visitas, etc.). 83
– Una vez decidido el retorno definitivo del niño/a a su familia de origen, informar de ello por escrito al centro/familia de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento, y agradecerles explícitamente el trabajo realizado y su colaboración. – Determinar, si es necesario, la interrupción temporal o definitiva del proceso de reunificación. – Realizar intervenciones directas con las familias u otros servicios/profesionales cuando lo solicite el PIF y se considere necesario para la buena evolución del tratamiento. – Estudiar la información remitida periódicamente por el PIF y el centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento, sobre la situación de la familia y el niño/a, y la evolución de la intervención. – Mantener contactos directos con el niño/a y la familia, siempre de manera coordinada con el PIF y el centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento. – Recoger información periódica de otros profesionales/servicios implicados en el caso sobre la situación del niño/a y la familia. Programa de Intervención Familiar: – Formular los objetivos específicos de la intervención tras la Fase de Observación. Remitir un informe escrito al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia sobre la valoración de la problemática y necesidades de la familia, objetivos específicos a trabajar, y secuenciación de los mismos. – Desarrollar el tratamiento con el niño/a y la familia, utilizando tanto los recursos propios del PIF como recursos comunitarios. – Implicar al máximo a la familia en la planificación y desarrollo de la intervención. – Crear, mantener y/o dinamizar una red estable de servicios de apoyo y protección hacia el niño/a y la familia. – Remitir informes semestrales a la Sección de Protección a la Infancia sobre la evolución del tratamiento. 84
– Elaborar propuestas a la Sección de Protección a la Infancia sobre cambios en el Plan de Caso, cuando se considere oportuno. – Informar inmediatamente a la Sección de Protección a la Infancia de cualquier incidente que haya afectado o se piense que puede afectar negativamente a la seguridad e integridad del niño/a. – Comunicar a los profesionales del centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento, cualquier información relevante sobre el niño/a que pueda afectar a su comportamiento o situación en el centro/familia acogedora. Servicios Sociales Básicos: – Proporcionar a los técnicos de la Sección de Protección a la Infancia y del PIF toda aquella información sobre la situación familiar que pueda ser importante para el desarrollo de la intervención. – Gestionar y tramitar recursos sociales/comunitarios que se han valorado necesarios para el caso. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF: – Mantenimiento de reuniones periódicas para la reevaluación de la intervención y, en su caso, la reformulación de la estrategia y/o objetivos de trabajo. – Formalizar conjuntamente con la familia y el PIF «contratos de intervención» que recojan por escrito los acuerdos anteriores (objetivos específicos, plazos de tiempo, recursos a utilizar por parte del PIF, compromisos que adquiere la familia, consecuencias del no cumplimiento de tales compromisos). Tareas conjuntas PIF-CEAS: – Coordinar la intervención de los servicios comunitarios implicados en el caso. Centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento residencial o familiar: – Colaborar en la formulación de los objetivos específicos de la intervención con el niño/a. 85
– Desarrollar la intervención planificada con el niño/a. – Colaborar activamente en la preparación de la reunificación familiar. – Comunicar a la Sección de Protección a la Infancia o al PIF toda información relevante respecto al niño/a y su familia que pueda afectar a la intervención. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF-Centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento residencial o familiar: – Mantenimiento de una comunicación fluida y provisión de apoyo mutuo. – Acordar los objetivos específicos a trabajar y la estrategia a seguir por parte de los profesionales del centro de acogida/entidad responsable del apoyo técnico en el acogimiento. – Mantener reuniones periódicas para la reevaluación de los objetivos específicos planteados en relación al niño/a. Previo a finalizar la intervención del PIF Sección de Protección a la Infancia: – Decidir sobre la finalización de la intervención del PIF. Sección de Protección a la Infancia-CEAS: – Acordar con el técnico del CEAS la decisión sobre la finalización de la intervención. – Definir el proceso de intervención futuro con el caso y, en su caso, los servicios/recursos a utilizar. Programa de Intervención Familiar: – Tratar y planificar con la familia con antelación suficiente la finalización del tratamiento, y valorar cuáles son las necesidades de apoyo/tratamiento que siguen teniendo. – Negociar con los profesionales/servicios comunitarios con suficiente tiempo de antelación cómo llevar a cabo el proceso de desvinculación del PIF. – Iniciar y desarrollar progresivamente el proceso de desvinculación con la familia. 86
– Reforzar la vinculación de la familia con la red de profesionales/servicios comunitarios en los términos y de la manera en que se haya acordado con cada uno de ellos. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF: – Determinar las necesidades de apoyo/tratamiento del niño/a y la familia una vez finalizada la intervención del PIF. – Acordar la estrategia a seguir (y llevar a cabo las acciones pertinentes) para garantizar que, una vez finalizada la intervención del PIF, dichas necesidades van a ser cubiertas por otros servicios (con especial atención a los fracasos en los procesos de reunificación). – En los casos de fracaso en la intervención (no logro de la preservación familiar o de la reunificación), hacer un análisis en profundidad de las causas del fracaso. En el momento de la finalización del PIF Sección de Protección a la Infancia: – Continuar ejerciendo como servicio de referencia para el niño/a y la familia, o, si el caso es derivado a otros servicios, realizar dicha derivación de manera formal. – Clarificar ante la familia cuál va a ser en el futuro su relación con el Servicio. – Comunicar a las instancias/entidades pertinentes (incluyendo el CEAS) la finalización de la intervención del PIF y la línea de intervención futura prevista con el caso. Programa de Intervención Familiar: – Realizar un informe-resumen final de la intervención dirigido al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia. Tareas conjuntas Sección de Protección a la Infancia-PIF: – Realizar con la familia una reunión formal de devolución y revisión de los resultados de la intervención, y de cierre formal del tratamiento. 87
5. Recursos de los Programas de Intervención Familiar
5.1. LA UTILIZACIÓN DE LOS RECURSOS COMUNITARIOS Y DEL VOLUNTARIADO Como se ha señalado capítulos anteriores, los Programas de Intervención Familiar se insertan en una red de servicios comunitarios que tienen como propósito la protección a la familia y la infancia. En este sentido, los PIF se conciben como un servicio específico que se crea para responder a una necesidad que no puede ser atendida por ese conjunto de servicios y recursos ya existentes; han de ser entendidos, en consecuencia, como un servicio que complementa esa red de «protección». Los PIF tienen que tender al aprovechamiento máximo de los recursos existentes. Eso significa: – Que al planificar la intervención con cada familia, deberá darse prioridad y promover la utilización máxima de los recursos comunitarios, siempre y cuando éstos respondan a las necesidades de la familia. Corresponde por tanto a los PIF, conjuntamente con los Servicios Sociales de Base, determinar qué recursos comunitarios se requieren en la intervención y, si es necesario, gestionar su puesta en marcha. – Que la utilización de esos recursos debe estar perfectamente coordinada, función que también ha de ser asumida por los PIF, conjuntamente con los servicios sociales de base. En muchas ocasiones, los recursos comunitarios pueden ser suficientes o cubrir gran parte de las necesidades de una familia; sin embargo, podrían no ser eficaces e incluso producir efectos negativos, si sus objetivos son contradictorios 89
o no congruentes, o si su aplicación no responde a una planificación global y coherente. No hay que olvidar, además, que la intervención de los PIF se produce en un período limitado de tiempo en la historia de una familia. La familia continuará, una vez finalizada la intervención del PIF, viviendo en su entorno y haciendo uso de la red de servicios y recursos disponibles en ese entorno en la medida en que lo necesite. Las familias que han llegado al Sistema de Protección a la Infancia han experimentado problemas muy severos en su funcionamiento, y probablemente, aun cuando el tratamiento tenga éxito, pueden volver a sufrir crisis o dificultades en el futuro. La red de recursos comunitarios debe estar preparada para detectar tempranamente esas dificultades y para ayudar a la familia a superarlas, evitando la reaparición de situaciones de desprotección. El período de tiempo en que los PIF están interviniendo con la familia debe ser el momento para crear, consolidar y/o preparar esa red de protección y ayuda a la familia y al niño/a, de manera que funcione tanto durante la intervención del PIF, como una vez que haya finalizado. Los PIF tienen que tender también a la inclusión del voluntariado como recurso de apoyo en la intervención. Como ha quedado constatado en numerosos programas desarrollados en éste y otros países, algunas de las características del voluntariado (p.ej., elevada motivación y amplia disponibilidad) le convierten en un recurso de gran utilidad para este tipo de programas. El voluntariado nunca puede sustituir la actuación profesional, pero sí puede servir de apoyo y complemento importante durante el tratamiento, y puede continuar apoyando a la familia una vez que la intervención del PIF haya finalizado. Así, por ejemplo, los voluntarios pueden ejercer funciones como: – Proporcionar apoyo individual a niños/as que presentan retrasos en el desarrollo o en su rendimiento académico. – Proporcionar apoyo a los padres/madres para la realización de determinadas gestiones o actividades del Programa. – Proporcionar apoyo personal a padres/madres socialmente aislados. – Proporcionar ayuda directa a los padres/madres en el cuidado de sus hijos. 90
– Enseñar a los padres/madres determinadas habilidades sencillas para el cuidado de los hijos o la organización doméstica. – Apoyar a los profesionales del PIF a ejercer una supervisión y control más exhaustivos sobre el cuidado recibido por el niño/a en el hogar. Estos son sólo algunos ejemplos de tareas que el voluntariado puede ejercer de manera satisfactoria. Se trata de tareas para las que no se requiere una cualificación profesional sólida, aunque sí una preparación y una dirección y supervisión profesional. Para que el voluntariado pueda integrarse y funcionar adecuadamente en la intervención llevada a cabo por los PIF, han de cumplirse las siguientes condiciones: – La actuación del voluntario debe estar dirigida, supervisada y apoyada directamente por los profesionales del PIF. – Cada voluntario debe tener una persona de referencia en el PIF a quien pueda recurrir en cualquier momento a pedir asesoramiento u otro tipo de ayuda. – Los voluntarios deben percibir con claridad que forman parte de un equipo, conocer cuáles son las funciones de cada miembro del equipo, y cuáles son las reglas que rigen su relación. – Los voluntarios deben tener claramente definidas cuáles son sus funciones respecto a la familia. – Los voluntarios deben tener recursos personales y habilidades y conocimientos suficientes para ejercer las tareas que se les pretenden asignar. – La actitud y percepción del voluntario acerca de las familias maltratantes y negligentes ha de ser congruente con la mantenida desde el PIF. – El voluntario debe ser enseñado acerca de las dificultades o problemas que puede encontrarse con cada una de las familias con las que vaya a intervenir, y debe ser instruido acerca de cómo responder a ello. – No deben introducirse voluntarios en familias que no acepten dicha figura, en casos muy graves de maltrato/abandono, en familias con problemas de abuso sexual intrafamiliar, con niveles elevados de violencia, o donde los padres presenten problemas psicopatológicos graves. 91
– Ha de procurarse buscar por parte de los voluntarios un compromiso de estabilidad en el ejercicio de sus funciones. 5.2. COMPOSICIÓN DE LOS EQUIPOS DE LOS PIF Y FUNCIONES DE CADA PROFESIONAL 5.2.1. Composición de los Equipos Los Programas de Intervención Familiar que trabajen en la Comunidad Autónoma de Castilla y León tienen que disponer de Equipos profesionales formados, como mínimo, por: – Educadores Familiares debidamente preparados para la intervención directa con familias, y un psicólogo cualificado, en un número que dependerá de la cantidad de familias que atiendan. Los PIF podrán disponer también dentro de su estructura de otros recursos (p. ej., Grupo Pedagógico de Padres/Madres), cuyos profesionales funcionarán como miembros del Equipo. Cuando el PIF dependa de la Corporación Local (Diputación y Ayuntamiento), los profesionales de CEAS (Trabajador social y/o animador comunitario) podrán funcionar también como miembros del equipo cuando la familia, objeto de intervención, resida en la zona. En el caso en el que los PIF dependan de entidades privadas, se trabajará en total coordinación con los servicios sociales básicos. El trabajo en equipo es una necesidad en este campo de actuación donde la complejidad de los problemas en los que se va a intervenir, su multicausalidad e interdependencia hace necesario este instrumento, para una mayor eficacia en la intervención. 5.2.2. Funciones de cada profesional Las funciones que se describen a continuación son las básicas que deben desarrollarse dentro del equipo, el reparto entre profesionales es orientativo y flexible, adaptándose en cada equipo a su realidad. 92
a) Funciones de los Educadores Familiares FUNCIONES 1. Ejercer como figura de apoyo personal para los padres/madres. 2. Supervisar directamente el cuidado recibido por los niños/as en el hogar.
ciones de orientación y guía hacia los niños/as. Supervisado o ejecutado por el psicólogo dependiendo de la situación problemática.
3. Modelar y enseñar a los padres/madres conocimientos y habilidades para:
5. Recoger información directa y permanente sobre la situación de la familia.
• Proporcionar un cuidado adecuado a sus hijos en las áreas en las que presenten déficits, y asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas.
6. Recoger información de otros profesionales implicados en el caso y coordinar su actuación en colaboración con el CEAS.
• Relacionarse adecuadamente con otras personas y con su entorno.
7. Impulsar la gestión de otros recursos comunitarios necesarios para la intervención, en colaboración con el CEAS.
• Mantener una adecuada organización familiar.
8. Recoger por escrito toda la información relativa al caso.
4. En familias con pre-adolescentes y adolescentes: Mediar en los conflictos padres-hijos, modelar estrategias de resolución de problemas tanto en los padres como en los hijos, y ejercer fun-
9. Participar en la evaluación del Programa mediante la pasación de cuestionarios e instrumentos de observación en el domicilio familiar.
1. Ejercer como figura de apoyo personal para los padres/madres. 1. Esta es una de las funciones más importantes de los Educadores Familiares, pues el tipo de relación y vinculación que establezcan con la familia tiene una influencia importante, e incluso determinante, en la relación de los padres con el Programa en general y en la evolución del tratamiento. 1. Los Educadores Familiares deben ser capaces de representar simultáneamente ante los padres un rol de apoyo personal y a la vez normativo. Eso significa que los padres deben llegar a sentirse seguros de contar con el apoyo y respeto incondicional de los Educadores Familiares, sea cual fuere su comportamiento, pero también deben saber que el Educador va a establecer límites y normas a su comportamiento cuando sea preciso (es decir, cuando pueda resultar dañino para el niño/a). 93
1. El Educador Familiar debe dirigir su esfuerzo a establecer con los padres una relación de confianza, y para ello debe mostrar una actitud de respeto, empatía, transparencia, sinceridad, refuerzo, firmeza, y no culpabilización hacia ellos. Este tipo de actitud debe ser permanente, sean cuales fueren las circunstancias del caso y las dificultades que los padres puedan tener para establecer esa relación positiva y de confianza con el Educador. 2. Supervisar directamente el cuidado recibido por los niños/as en el hogar. 1. Uno de los objetivos más importantes de los PIF consiste en garantizar que la salud e integridad básicas del niño/a en el hogar se encuentran salvaguardadas. Este objetivo debe estar presente a lo largo de todo el proceso de intervención, aunque en general requerirá una mayor atención en los momentos iniciales del tratamiento, en situaciones de crisis o cambios importantes en la familia, o, en los casos de reunificación, en las visitas/permanencias del niño/a en casa o en la fase inmediatamente posterior al retorno. 1. El Educador Familiar es el único profesional que mantiene un acceso directo y continuado al domicilio familiar, y tiene por tanto la oportunidad de obtener información suficiente para conocer qué cuidados está recibiendo el niño/a. De aquí que una de sus funciones consista en supervisar si esos cuidados garantizan su salud e integridad básicas. Para ello, deberá mantener una actitud permanente de búsqueda activa de información, de manera que pueda conocer de manera fiable cuál es la situación real del niño/a. Es importante destacar que, en la mayoría de los casos, una mera observación superficial y espontánea no permite obtener esa información, pues es frecuente que los padres maltratantes y negligentes, especialmente al inicio del tratamiento, tiendan a ocultar o negar sus déficits. Además, hay que recordar que determinados tipos de malos tratos son difíciles de detectar. 1. En segundo lugar, el Educador Familiar también tiene como función hacer un seguimiento permanente a lo largo del tratamiento de si se están logrando los cambios perseguidos respecto al trato y cuidado de los niños/as en el hogar. 1. Este objetivo de supervisar la situación del niño/a es importante en todos los casos, pero especialmente: 1. (a) Cuando hay niños/as con características de especial vulnerabilidad, como son los niños/as de edades inferiores (menores de dos años), o niños/as con hándicaps físicos o psíquicos. 94
1. (b) En los casos de reunificación familiar, en los períodos en los que el niño/a permanece con sus padres (visitas o permanencias fuera o dentro del domicilio) o cuando se ha producido ya su retorno al hogar familiar. 3. Modelar y enseñar a los padres/madres conocimientos y habilidades para: 1. • Proporcionar un cuidado adecuado a sus hijos en las áreas en las que presenten déficits, y asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas. Para ello, puede ser necesario: – Enseñar a los padres cuáles son las necesidades físicas, sociales, cognitivas y/o emocionales básicas de sus hijos según su momento evolutivo. – Hacer conscientes a los padres de la importancia de satisfacer esas necesidades básicas, y de las consecuencias negativas que puede tener para los niños/as que haya déficits en ese sentido. – Enseñarles qué tipos de atenciones y cuidados se requieren para atender adecuadamente dichas necesidades. – Fomentar un funcionamiento consistente en el subsistema parental en cuanto a las pautas de crianza y educación de los hijos. – Enseñarles pautas de comportamiento alternativas al maltrato/abandono. – Modelar pautas adecuadas de atención, cuidado y relación padreshijos. 1. • Relacionarse adecuadamente con otras personas y con su entorno: Para ello, puede ser necesario: – Enseñar a los padres técnicas de comunicación y negociación. – Enseñarles técnicas de autocontrol de los impulsos agresivos. – Enseñarles habilidades sociales. – Ayudarles a corregir sus dificultades en las relaciones interpersonales. – Ayudarles a corregir sus dificultades en el área laboral. 1. • Mantener una adecuada organización familiar: Para ello, puede ser necesario: 95
– Reforzar o ayudar a los padres a establecer hábitos y rutinas de convivencia familiar. – Corregir o ayudar a los padres a establecer hábitos para el mantenimiento del hogar en unas condiciones físicas aceptables. – Ayudarles a establecer una adecuada distribución de roles y responsabilidades en la familia. – Ayudarles o enseñarles a llevar una adecuada administración de los recursos económicos. 1. Los Educadores Familiares en ningún caso tienen como objetivo sustituir a los padres en el ejercicio de determinadas tareas, funciones o responsabilidades parentales o familiares, sino que su objetivo es apoyarles y enseñarles para que ellos sean capaces de ejercerlas de manera adecuada. 1. Para llegar a esa capacitación, una de las técnicas más utilizadas en la intervención con familias maltratantes y negligentes es el «Modelado», que se convierte en una de las pocas técnicas de enseñanza útiles con padres/madres negligentes o con un bajo nivel cultural o intelectual (donde la enseñanza a través de la palabra resulta difícil). Al utilizar el Modelado, el Educador Familiar «hace» aquello que quiere que los padres aprendan, por ejemplo, a controlar una rabieta de su hijo, a conseguir que coma cuando éste se opone, a interactuar lúdicamente con él, a preparar menús variados, a organizar adecuadamente los armarios, etc. 1. En estos casos, el Educador Familiar hace esas tareas o funciones no para sustituir a los padres, sino para enseñarles cómo hacerlo. El empleo de esta técnica exige, para ser eficaz, que los padres sean aleccionados previamente acerca de qué tienen que observar mientras el Educador ejerce de modelo, y que, posteriormente, repitan lo que el profesional ha hecho. El modelado de una conducta debe repetirse tantas veces como sea necesario, y deberá utilizarse de manera más frecuente en la medida en que las capacidades intelectuales, de simbolización y generalización de los padres sean más limitadas. 1. No hay que olvidar, sin embargo, que, en un sentido general, el Educador Familiar está ejerciendo permanentemente el rol de «modelo» para los padres y para los niños/as. 96
4. En familias con pre-adolescentes y adolescentes: Mediar en los conflictos padres-hijos, modelar estrategias de resolución de problemas tanto en los padres como en los hijos, y ejercer funciones de orientación y guía hacia los niños/as. (Supervisado o ejecutado por el psicólogo dependiendo de la situación problemática) 1. La estrategia de intervención según la cual el Educador Familiar no interviene directamente con los niños/as, sino que lo hace con los padres para que éstos sean capaces de proporcionar un cuidado apropiado a sus hijos y manejar correctamente sus conductas inadecuadas, resulta insuficiente en las familias donde hay conflictos serios entre los padres y sus hijos preadolescentes o adolescentes. 1. En estos casos, el nivel de conflicto puede ser tan elevado que impida totalmente la labor del Educador Familiar, que puede encontrarse con que su trabajo depende más de los conflictos que hay en la familia y que hay que resolver, que de la planificación de objetivos previstos en el caso. Además, en este tipo de familias, la resolución del conflicto requiere no sólo un cambio de actitud y comportamiento de los padres, sino también de los hijos. 1. Para abordarlo, el Educador Familiar debe ejercer en primer lugar una labor de mediador de manera que el nivel de conflictividad familiar pueda reducirse hasta un nivel que permita un trabajo planificado y continuado. Una vez conseguido lo anterior, el Educador Familiar deberá ejercer su función de enseñante y modelo no sólo con los padres, sino también con los hijos, y realizar intervenciones tanto individuales como conjuntas dirigidas a enseñar y modelar, entre otros, habilidades y técnicas de negociación y resolución de conflictos. En esta segunda fase, es también recomendable iniciar una terapia familiar, siempre que exista una mínima motivación para ello por parte de los miembros de la familia. 1. Por último, en estos casos la relación padres-hijo puede estar tan deteriorada que los padres renuncien temporalmente a ejercer las tareas de orientación y guía que todo niño/a necesita, y especialmente un adolescente. Hasta que los padres se encuentren capacitados para reasumir esa función, y si no hay otro profesional que pueda ejercerla, el Educador Familiar deberá hacerlo sustituyendo temporalmente a los padres en este cometido. 1. Como se ha señalado anteriormente, este tipo de intervenciones requerirán del Educador Familiar tanto visitas conjuntas con padres e hijos, como visitas individuales. 97
5. Recoger información directa y permanente sobre la situación de la familia. 1. El Educador Familiar es el único profesional que tiene acceso continuado al domicilio familiar, y puede recoger de manera directa información sobre la situación de los diferentes miembros de la familia y la dinámica familiar. En ocasiones, la información a la que tiene acceso el Educador Familiar no podría ser obtenida de otras fuentes, mientras que en otros casos complementa a la obtenida en otros contextos. 1. Esta información a la que el Educador Familiar tiene acceso privilegiado se refiere a: 1. • El trato y el nivel de cuidados y estimulación recibidos por el niño/a en el hogar. 1. • El comportamiento del niño/a en el hogar. 1. • La organización y hábitos de convivencia familiar. 1. • La distribución de roles y responsabilidades dentro de la familia. 1. • La observación directa de las relaciones familiares: relación conyugal, relación padres-hijos, relación entre hermanos. 1. • La repercusión de determinados problemas de padres o hijos (p.ej., alcoholismo, toxicomanías, problemas emocionales) en la dinámica y relaciones familiares, y en el cuidado y atención proporcionados al niño/a. 1. Los métodos que el Educador Familiar debe utilizar para recoger esta información son: 1. • La observación directa. 1. • La recogida directa de información de los padres. 1. • La recogida directa de información de los niños/as (imprescindible en todos los casos). 1. • La recogida directa de información de otros componentes del núcleo familiar. 1. Esta no es, evidentemente, la única información que el Educador Familiar tiene que recoger sobre la situación y dinámica familiar. Siguiendo las directrices del Psicólogo del Equipo, deberá también obtener datos, tanto 98
directamente como a través de otras fuentes, que permitan definir correctamente la estrategia y los objetivos del tratamiento. Esta información dependerá de las características particulares de cada caso, pero puede abarcar aspectos tales como: 1. a) En la Fase de Observación: 1. a) • Los cuidados ofrecidos al niño/a en las áreas médica y educativa. 1. a) • La situación emocional de los padres. 1. a) • La relación de la familia con su entorno (familia extensa, vecinos, amistades). 1. a) • La historia y pronóstico de problemas que afectan a los padres (p.ej., alcoholismo, toxicomanías, trastornos mentales) o a los niños/as (p.ej., trastornos emocionales, retrasos en el desarrollo). 1. b) A lo largo del Tratamiento: 1. a) • La evolución experimentada por la familia en cada una de las áreas mencionadas. 6. Recoger información de otros profesionales implicados en el caso y coordinar su actuación en colaboración con el CEAS. 1. Como se ha señalado en el párrafo anterior, el Educador Familiar tiene también entre sus funciones recoger información relevante para el tratamiento, de otros profesionales/servicios en contacto con la familia y el niño/a. Entre ellos, se encuentran: 1. • CEAS. 1. • Educadores del centro de acogida donde se encuentra el niño/a. 1. • Guardería y/o Escuela. 1. • Servicios de Pediatría o Medicina General. 1. • Servicios de Salud Mental. 1. • ONGs. 1. • Otros: Servicios Médicos Hospitalarios, Clubes de Tiempo Libre, Servicios de Mujer, etc. 99
1. Estos profesionales pueden proporcionar no sólo información relevante sobre la situación actual de la familia, sino también de su historia, las intervenciones llevadas a cabo en el pasado con el caso, y los resultados obtenidos, aspectos éstos de gran importancia para determinar el pronóstico del tratamiento y establecer la estrategia de intervención del PIF. 1. Para que la intervención del PIF tenga posibilidades de éxito, una condición previa y necesaria es que ese conjunto de profesionales y servicios comunitarios que está interviniendo con la familia (y donde se integra el PIF) actúe como una red coordinada, lo que significa: 1. • Que sus componentes han de compartir los objetivos generales y estrategia de la intervención. 1. • Que cada profesional/servicio debe tener claro cuáles son sus competencias y objetivos, y cuáles los de los demás. 1. • Que deben establecerse canales ágiles y permanentes de comunicación entre los miembros de la red. 1. • Que la red debe ser eficaz a la hora de dar respuesta a las demandas de sus miembros. 1. Los Educadores Familiares deben participar, junto con el Psicólogo de su Equipo y los técnicos de la Sección de Protección a la Infancia, en la creación de esa red. En concreto, los Educadores Familiares deberán mantener contactos periódicos con esos profesionales, contactos en los que habrá no sólo una recogida sino un intercambio de información, y donde se consensuarán y asignarán los objetivos de trabajo, que deberán ser revisados periódicamente.
7. Impulsar la gestión de otros recursos comunitarios necesarios para la intervención, en coordinación con el CEAS. 1. Si a lo largo de la intervención se valora necesario que la familia acceda a determinados servicios o recursos comunitarios, en primer lugar, el Educador Familiar (o el Psicólogo del Equipo según el caso) habrá de proponérselo a los padres (y a los niños/as, si es pertinente). Si éstos se niegan y el equipo del PIF considera que ese servicio o recurso es necesario, el Educador Familiar (o el Psicólogo) deberá seguir tratándolo con los padres, 100
averiguar cuáles son las razones reales para esa negativa (que pueden ser distintas de las razones aparentes o manifiestas), e intentar hacerles conscientes de esa necesidad, aportándoles argumentos que les ayuden a superar su oposición. 1. Si los padres aceptan estos nuevos servicios, se deberá valorar si la familia es capaz por sí misma de realizar la demanda sin ayuda externa. Sólo en el caso de que no sea así, el Educador Familiar deberá intervenir, siempre con el consentimiento de los padres, para apoyarles (nunca sustituirles) en la solicitud de dicho servicio o recurso. 8. Recoger por escrito, de manera textual y con el mayor detalle toda la información relativa al caso, incluyendo la información que obtenga en sus visitas domiciliarias (en entrevistas con miembros de la familia o mediante observación), en entrevistas con otras personas (p. ej., familia extensa), y en contactos y gestiones con otros servicios/profesionales. 1. Es importante destacar en este momento que en esa recogida escrita de información, el Educador Familiar debe transmitir de manera lo más textual posible la información a la que ha tenido acceso (hechos, actos o comportamientos observados, manifestaciones verbales), diferenciándola claramente de lo que pueden ser sus propias valoraciones o interpretaciones. 9. Participar en la evaluación del Programa mediante la pasación de cuestionarios e instrumentos de observación en el domicilio familiar.
LOS EDUCADORES FAMILIARES DESARROLLAN SUS FUNCIONES MEDIANTE –
Visitas en el domicilio de las familias.
pediatra, médico de cabecera de los padres, personal de guarderías).
–
Acompañamientos a los miembros de la familia a otros servicios (p.ej., CEAS, Centro de Salud Mental).
–
Reuniones o contactos telefónicos con profesionales en contacto con la familia y el niño/a (p.ej., CEAS, escuela,
101
–
Reuniones con el Técnico que coordina el caso y su equipo en la sección de Protección a la Infancia, siempre que se considere oportuno.
–
Reuniones periódicas de supervisión y/o apoyo con el Psicólogo del equipo del PIF.
b) Funciones de los Psicólogos FUNCIONES 1. Hacer la presentación formal del Programa a la familia. 2. Determinar la línea de intervención a seguir con el caso, los recursos a utilizar, y promover los cambios necesarios para una adecuada evolución del tratamiento. 3. Seleccionar y hacer la presentación del Educador Familiar a la familia. 4. Dirigir, supervisar, y apoyar técnica y personalmente el trabajo del Educador Familiar. 5. Apoyar al Educador Familiar en la coordinación de la red de servicios/profesionales intervinientes en el caso, y en la gestión de nuevos servicios/recursos conjuntamente con el CEAS.
cido u observado en la familia que haga pensar que los niños/as pueden estar sufriendo o sufrir en el futuro un daño severo. 9. Mantener reuniones periódicas con los miembros de la familia para evaluar la evolución de la intervención. 10. Valorar la situación emocional de los miembros de la familia o de la dinámica relacional familiar, y determinar necesidades específicas de tratamiento. 11. Proporcionar terapias y desarrollar intervenciones específicas de mediación y/o apoyo personal a los miembros de la familia. 12. Centralizar la información relativa a la intervención con el caso.
6. Realizar otras intervenciones necesarias para apoyar el trabajo del Educador Familiar.
13. Elaborar informes escritos sobre la evolución del tratamiento dirigidos al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia.
7. Determinar la necesidad de incluir el recurso del voluntariado, seleccionarlo, dirigirlo, supervisarlo, y apoyarlo técnica y personalmente.
14. Ejercer como interlocutor y responsable del Programa ante los responsables de la Sección de Protección a la Infancia.
8. Notificar de manera inmediata a la Sección de Protección a la Infancia cualquier sospecha o incidente cono-
15. Garantizar la aplicación y cumplimentación correctas de los instrumentos para la evaluación del Programa.
1. Hacer la presentación formal del Programa a la familia. 1. Para plantearse la intervención del PIF, la familia ha tenido que responder positivamente a la propuesta hecha en este sentido por el técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia y su equipo. Eso significa que los padres (y, si se ha considerado oportuno, también los hijos) conocen el procedimiento de actuación y los objetivos generales del PIF. 102
1. Desde el primer contacto con la familia, será el Psicólogo quien ejerza ante ellos el papel de responsable del Programa. En el primer contacto, que puede desarrollarse en una, dos o tres reuniones según el caso, se han de lograr los siguientes objetivos: 1. • Definir al PIF como recurso de apoyo para conseguir un mayor nivel de bienestar para los niños/as y la familia en su conjunto. 1. • Alcanzar un consenso mínimo con la familia respecto a cuáles han sido los motivos para la intervención de la Sección de Protección a la Infancia, y cuáles han sido los motivos para su remisión al PIF. 1. • Conocer la percepción de los miembros de la familia acerca de los problemas que les afectan y su motivación de cambio. 1. • Consensuar con la familia cuáles van a ser los objetivos generales de la intervención (preservación familiar o reunificación). 1. • Explicar a la familia las fases y duración del Programa, los profesionales que van a intervenir, sus funciones, la relación que van a mantener entre ellos, y la relación que van a mantener con otros profesionales y personas relevantes en la vida familiar. 1. • Clarificar ante la familia cuál va a ser la relación y las obligaciones del PIF respecto a la Sección de Protección a la Infancia, y cuál va a ser la utilización del PIF de la información que obtenga durante la intervención. 1. • Planificar con la familia el desarrollo de la Fase de Observación, y comenzar a implicarles, si es pertinente, en la formulación de los primeros objetivos de la intervención. 2. Determinar la línea de intervención a seguir con el caso, los recursos a utilizar, y promover los cambios necesarios para una adecuada evolución del tratamiento. 1. En base a la información que progresivamente va obteniendo acerca de la situación de la familia y la evolución del tratamiento, el Psicólogo ha de ir marcando la estrategia y la línea de intervención con el caso dentro del Programa. A él le corresponden las tomas de decisión en este sentido, aunque no cabe duda de que deberá respetar los criterios que establezca la Sección de Protección a la Infancia a este respecto, y contar con la información y la opinión directa de la familia, del Educador Familiar y de otros profesionales. 103
1. Cuando haya dificultades en la intervención, el Psicólogo, en base a la información de esas fuentes, deberá valorar las causas que están provocando esas dificultades, y promover las acciones necesarias para superarlas. En este análisis, se deberán valorar no sólo las dificultades de la propia familia (p.ej., gravedad o cronicidad de determinados problemas, falta de conciencia de problema o motivación de cambio en los padres), sino también si la actuación del PIF o de otros servicios intervinientes puede estar provocando o contribuyendo a tales dificultades. 3. Seleccionar y hacer la presentación del Educador Familiar a la familia. 1. En la primera visita o el primer contacto del Educador Familiar con la familia deberá estar presente el Psicólogo, quien se encargará de presentar a este profesional, y volver a definir sus funciones y sus responsabilidades y obligaciones. 4. Dirigir, supervisar, y apoyar técnica y personalmente el trabajo del Educador Familiar. 1. Entre las funciones del Psicólogo del PIF se encuentra el dirigir, supervisar y apoyar técnicamente al Educador Familiar. Esto se debe realizar a través de (1) reuniones de supervisión de periodicidad preestablecida, (2) reuniones/contactos convocados al efecto para tratar cuestiones concretas relativas a la intervención, y (3) el acceso permanente del Educador Familiar al Psicólogo para solicitar su asesoramiento. 1. Además de este apoyo técnico, el Psicólogo debe asumir también la función de velar por el bienestar personal del Educador Familiar y proporcionarle apoyo personal cuando lo necesite. No hay que olvidar que el trabajo del Educador Familiar supone una importante carga de tensión y responsabilidad, y que la herramienta de trabajo del Educador es su propia persona. La sobrecarga de responsabilidad, la pérdida de motivación y energía, los problemas personales, son algunas de las dificultades que puede padecer un Educador Familiar y que pueden repercutir muy negativamente en su trabajo. Los PIF deben tener incorporados mecanismos que detecten este tipo de dificultades lo antes posible y colaboren en su resolución. El contacto periódico del Educador con el Psicólogo, y el apoyo técnico y personal de este último, pueden formar parte de esos mecanismos de «protección». 104
5. Apoyar al Educador Familiar en la coordinación de la red de servicios/profesionales intervinientes en el caso, y en la gestión de nuevos servicios/recursos conjuntamente con el CEAS. 1. Hay determinadas gestiones y contactos que deben ser asumidas por el Psicólogo en lugar del Educador Familiar. Esto puede ser indicado cuando: 1. • El contenido de la gestión/contacto requiere la formación específica de un Psicólogo (p.ej., recogida de información de los profesores de una escuela sobre sus sospechas de que un niño/a está siendo objeto de abusos sexuales, revisión de los resultados de la valoración psiquiátrica de un niño/a llevada a cabo por un Servicio de Psiquiatría Infantil). 1. • La gestión/contacto ha sido planificada para tomar decisiones sobre la línea general de la intervención o aspectos concretos de la misma, y deben intervenir profesionales con capacidad de decisión (p.ej., con el técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia, con responsables de CEAS, con equipos técnicos de Juzgados). 1. • El Educador Familiar tiene dificultades temporales no resolubles para llevar a cabo esas gestiones o contactos. 1. Sólo cuando sea imprescindible, el Psicólogo y el Educador Familiar acudirán juntos a reuniones o gestiones con otros servicios/profesionales. 6. Realizar otras intervenciones necesarias para apoyar el trabajo del Educador Familiar. 7. Determinar la necesidad de incluir el recurso del voluntariado, seleccionarlo, dirigirlo, supervisarlo, y apoyarlo técnica y personalmente. 1. Cuando el Psicólogo valore que hay necesidades familiares u objetivos de trabajo que pueden ser asumidos por la figura del voluntariado, debe en primer lugar garantizar: 1. • que la familia está preparada para aceptar esa figura, 1. • que el voluntario puede integrarse en la red de servicios/profesionales intervinientes en el caso, 1. • que el PIF puede asegurar que se cumplen las condiciones mínimas para asegurar un buen funcionamiento de este recurso (véase apartado primero de este capítulo). 105
1. Las funciones de selección, dirección, supervisión y apoyo al voluntario recaen en el Psicólogo del PIF. Una vez seleccionado, el Psicólogo ejercerá el resto de sus funciones a través de (1) reuniones/contactos de supervisión de periodicidad preestablecida, (2) reuniones/contactos convocados al efecto para tratar cuestiones concretas relativas a la intervención, y (3) el acceso permanente del voluntario al Psicólogo para soliitar su asesoramiento. 8. Notificar de manera inmediata a la Sección de Protección a la Infancia cualquier sospecha o incidente conocido u observado en la familia que haga pensar que los niños/as pueden estar sufriendo o sufrir en el futuro un daño severo. 1. La valoración sobre si un niño/a se encuentra seguro en su familia y, en caso necesario, la decisión de alejarlo del hogar si es necesario para protegerle, corresponden a la Sección de Protección a la Infancia, no a los profesionales del PIF. 1. La función de los PIF consiste en hacer un seguimiento continuado de la situación del niño/a, y detectar, de la manera más precoz posible, la aparición de indicios, situaciones o circunstancias que pueden hacer peligrar su seguridad. Cuando esto se produzca, el Psicólogo del PIF debe poner inmediatamente estos hechos en conocimiento del técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia, quien valorará la situación, dará indicaciones a los profesionales del Programa, y, si lo considera preciso, adoptará las medidas convenientes para proteger al niño/a. 9. Mantener reuniones periódicas con los miembros de la familia para evaluar la evolución de la intervención. 1. Después de la presentación formal del Programa, el Psicólogo del PIF deberá mantener obligatoriamente contactos periódicos (con una periodicidad máxima de seis meses) con todos los miembros de la familia (incluyendo padres, hijos y otros componentes del núcleo familiar), para: 1. • Revisar la evolución del tratamiento, reforzar los logros obtenidos, y explicar a la familia la valoración del PIF respecto a dicha evolución. 1. • Recoger la valoración de los diferentes miembros de la familia sobre la evolución del tratamiento. 1. • Recoger demandas específicas de la familia respecto a la intervención. 106
1. • Contrastar y/o completar la información recogida por el Educador Familiar. 1. • Implicar a los miembros de la familia en la formulación de los objetivos futuros de la intervención y en las actuaciones a llevar a cabo (siempre que sea posible, se deberá procurar que esto quede recogido en acuerdos escritos). 10. Valorar la situación emocional de los miembros de la familia o de la dinámica relacional familiar, y determinar necesidades específicas de tratamiento. 10. En base a la información proporcionada por la Sección de Protección a la Infancia, por el Educador Familiar, por otros profesionales, o a sus propias observaciones, el Psicólogo puede llegar a formular hipótesis respecto a problemas personales o relacionales en la familia que parecen incidir de manera significativa en la aparición o mantenimiento de la situación de Desamparo o Riesgo de Desamparo. 10. En estas circunstancias, el Psicólogo deberá realizar una valoración específica dirigida a confirmar esas hipótesis (sea una valoración psicológica individual de algún miembro de la familia, o la valoración de determinados aspectos de las relaciones familiares), e identificar, en su caso, necesidades de tratamiento (que serán abordadas por él mismo o por otros servicios, según el caso). 11. Proporcionar terapias y desarrollar intervenciones específicas de mediación y/o apoyo personal a los miembros de la familia. 10. Como se ha señalado anteriormente, los PIF deben tender al aprovechamiento máximo de los recursos ya existentes, entre ellos la red pública de Salud Mental. Esa será la primera alternativa que el Psicólogo deberá explorar cuando valore que algún miembro de la familia, varios de ellos, o la familia en su conjunto necesita una terapia. 10. El papel del psicólogo será fundamental en los casos en que se valore la necesidad de: 10. – de apoyo personal a alguno de los miembros de la familia, o 10. – de mediación en situaciones de conflicto familiar. 10. – tratamiento en problemas relacionales (pareja, hijos, contexto, etc.). 107
12. Centralizar la información relativa a la intervención con el caso. 10. El Psicólogo deberá centralizar toda la información relativa al desarrollo de la intervención con la familia, que tendrá que quedar recogida por escrito de manera lo más detallada posible. En la carpeta del caso se registrarán todos los contactos mantenidos por los profesionales del PIF con la familia y con otros profesionales/servicios, así como la información recabada y las observaciones realizadas en dichos contactos. Por otra parte, se recogerán también los informes elaborados por otros profesionales (p.ej., Sección de Protección a la Infancia, CEAS, Escuela) relevantes para el caso. 10. El uso que el PIF haga de esta información (y los informes que se elaboren en el PIF a partir de ella) será restringido y confidencial.
13. Elaborar informes escritos sobre la evolución del tratamiento dirigidos al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia. 10. Semestralmente, el Psicólogo del PIF deberá enviar al técnico que coordina el caso en la Sección de Protección a la Infancia, un informe de evaluación de la intervención con el siguiente contenido: 10. – Introducción: Período que comprende el informe, recursos utilizados (tanto propios del PIF como comunitarios), y profesionales/servicios intervinientes con la familia durante ese período. 10. – Evolución del caso: 10. – • Nivel de bienestar del niño/a en el hogar, según las «Escalas de Bienestar Infantil» de Magura y Moses (1986). 10. – • Descripción de los objetivos planteados en relación al niño/a y nivel al que han sido alcanzados. 10. – • Otra información relevante sobre la situación de la familia y el niño/a recogida durante ese período. 10. – Valoración: Valoración de los resultados y evolución del tratamiento, valoración de la situación de los niños/as, orientación sobre la intervención a seguir en el futuro, y formulación de objetivos. 108
10. Este informe tiene que ser detallado, y ha de tener información suficiente para que los técnicos de la Sección de Protección a la Infancia conozcan (1) cuál es el trato y el cuidado recibido por el niño/a en el hogar y en qué grado sus necesidades básicas se encuentran satisfechas, y (2) cuál es la evolución de la familia en el tratamiento, de manera que pueda orientar su toma de decisión sobre: 10. – El mantenimiento del niño/a en el hogar familiar. 10. – La reunificación familiar. 10. – La adopción de otras medidas en relación al niño/a. 10. Para ello, el Informe debería seguir las siguientes recomendaciones: 10. – Ser concreto y conciso. 10. – Utilizar un lenguaje técnico y comprensible. 10. – Recoger los hechos, valoraciones y conclusiones relevantes. 10. – Desechar la información irrelevante. 10. – Distinguir entre los hechos y las valoraciones/opiniones. 10. – Distinguir entre información documentada e información no verificada. – Evitar juicios/valoraciones vagas, inconsistentes o sin apoyo. – Justificar las valoraciones recogidas en el informe. 10. Además de estos informes periódicos, en ocasiones la Sección de Protección a la Infancia puede solicitar al PIF la elaboración de otros informes para propósitos específicos (p.ej., para justificar una propuesta de medida, responder a una petición del Juzgado). 14. Ejercer como interlocutor y responsable del Programa ante los responsables de la Sección de Protección a la Infancia. 15. Garantizar la aplicación y cumplimentación correctas de los instrumentos para la evaluación del Programa (ver último capítulo de este Manual). 109
LOS PSICÓLOGOS DESARROLLAN SUS FUNCIONES MEDIANTE –
Reuniones periódicas con los miembros de la familia (bien en el domicilio o en despacho).
–
Reuniones o contactos telefónicos con otros profesionales en contacto con la familia y el niño/a.
–
Reuniones periódicas de supervisión y/o apoyo con el Educador Familiar del PIF.
–
Elaboración de informes escritos para la Sección de Protección a la Infancia.
–
Reuniones con el Técnico que coordina el caso y su Equipo en la Sección de Protección a la Infancia.
5.3. CRITERIOS GENERALES SOBRE LA UTILIZACIÓN DE LOS RECURSOS DE LOS PIF La variedad de problemas y circunstancias que presentan las familias que van a ser atendidas en los PIF hace que no exista un tipo de tratamiento, recurso/s o técnica/s estándar aplicable y eficaz para todos los casos. Por ello, el PIF tiene que decidir en cada caso qué recursos utilizar y cómo hacerlo. Los criterios para adoptar estas decisiones son aplicables tanto a los recursos propios del PIF como al resto de recursos comunitarios que pueden ser utilizados en la intervención, y son los siguientes: – La asignación de los recursos debe realizarse tras una evaluación individualizada y global de las características y necesidades familiares. – En esa evaluación deben participar todos los profesionales y servicios que proporcionan o gestionan esos recursos. Entre todos ellos deben consensuar una estrategia global de intervención, donde los objetivos de cada recurso queden claramente establecidos, y tengan sentido y coherencia en esa estrategia global. – La decisión sobre la aplicación de un determinado recurso y la intensidad en su utilización, se hará en función de (a) las necesidades de la familia y del niño/a, y (b) las posibilidades reales de disponer de dicho recurso. – En una situación de escasez de recursos, ha de tenderse al aprovechamiento máximo de los que estén disponibles. 110
– Puesto que las necesidades de la familia pueden cambiar a lo largo del tiempo o en momentos determinados (y los objetivos de la intervención van modificándose en función de ello), la asignación e intensidad en la aplicación de los recursos también deberá cambiar. En la utilización de los recursos propios del PIF, esto significa: – Que en cada caso habrá de valorarse si las características y necesidades familiares requieren (a) la intervención del Educador Familiar, y (b) intervenciones psicológicas de apoyo o la provisión de tratamiento psicoterapéutico (a algún miembro de la familia, a algunos de ellos, o a ésta en su conjunto) por parte del Psicólogo del PIF. – Que en cada caso habrá de valorarse cuál es la intensidad requerida en la aplicación del recurso, es decir: – • La frecuencia de las visitas domiciliarias del Educador Familiar. – • La frecuencia de las sesiones de apoyo/tratamiento psicoterapéutico, o de las intervenciones directas del Psicólogo con la familia. – Que esa evaluación deberá ser permanente, y la frecuencia de las visitas domiciliarias del Educador o de las intervenciones/sesiones psicoterapéuticas deberá variar en función de las necesidades del caso. – Los PIF tienen que ser capaces de utilizar sus recursos de manera flexible. En situaciones de crisis familiar o momentos de especial «vulnerabilidad» (p. ej., durante el proceso de reunificación), si se valora necesario, deberán aumentarse la frecuencia de las visitas y/o contactos con la familia, de manera que se pueda responder adecuadamente a las necesidades del caso y se pueda mantener una supervisión y control suficientes sobre el cuidado recibido por el niño/a. De la misma manera, habrá otros momentos en que la frecuencia de las visitas/contactos profesionales podrá o deberá ser reducida. – Que los horarios de las visitas domiciliarias o los contactos con la familia deberán establecerse en función de las posibilidades reales de la familia y de los objetivos a trabajar. Los horarios de trabajo de los profesionales del PIF deben adaptarse a las necesidades particulares de cada caso, y nunca a la inversa. Los Programas de Intervención Familiar deben ser, en este sentido, servicios con una amplia disponibilidad horaria. 111
– Que se procurará el máximo aprovechamiento de los recursos del Programa, utilizando un solo profesional para cada tarea, es decir: – • Un solo Educador Familiar asignado a cada familia. – • Un solo profesional (Psicólogo) para los tratamientos psicoterapéuticos. – • Un solo profesional (Educador Familiar o Psicólogo, según el caso) para las gestiones y contactos con otros profesionales/servicios. – La presencia de más de un Educador Familiar con una familia, la utilización de coterapias, o la presencia del Educador Familiar en las sesiones psicoterapéuticas familiares, han de ser situaciones excepcionales.
112
6. Instrumentos estandarizados para la evaluación de la situación familiar
6.1. CRITERIOS DE SELECCIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LOS INSTRUMENTOS Este apartado tiene como objetivo describir algunos de los instrumentos estandarizados que los profesionales del PIF pueden utilizar para orientar su intervención, es decir, como ayuda para la formulación de objetivos, y para la evaluación de los resultados del tratamiento con cada familia. Como es obvio, no se puede hacer una revisión exhaustiva de qué instrumentos podrían utilizarse, pues sería una tarea excesiva y no es el propósito de este Manual (para mayor información, véanse las revisiones realizadas al respecto por Arruabarrena, 1996, Grotevant y Carlson, 1989, y Navarro Góngora, 1992)1. En este texto se van a presentar algunos de estos instrumentos, entendiendo que, en cada caso particular, podrán buscarse y utilizarse todos los instrumentos de ayuda para el diagnóstico y la evaluación de resultados que los profesionales que están interviniendo en cada caso consideren útiles. Los tres instrumentos que se presentan en este capítulo han sido seleccionados por varios motivos, entre los cuales caben destacarse los siguientes:
1 Arruabarrena, M.I. (1996). Evaluación y tratamiento familiar. En J. De Paúl y M.I. Arruabarrena (1996): Manual de Protección Infantil (pp. 283-326). Masson, Barcelona; Grotevant, H.D. y Carlson, C.I. (1989). Family assessment: A guide to methods and measures. Guilford Press, Nueva York; Navarro Góngora, J. (1992). Técnicas y programas en terapia familiar. Paidós, Barcelona. 113
– Han sido ampliamente utilizados en el ámbito internacional por profesionales del campo de la Protección Infantil, como instrumentos de ayuda en: – • La Evaluación Inicial que las Secciones de Protección a la Infancia realizan de la situación de las familias maltratantes/negligentes una vez que éstas llegan a sus servicios, y que va a servir de base para la Toma de Decisión sobre la intervención. – • La Evaluación «clínica» que los profesionales de los Programas de Intervención Familiar hacen de cada familia de manera individual antes de iniciar el tratamiento, para detectar las áreas o aspectos sobre los que se requiere incidir y determinar así los objetivos de la intervención. – • El análisis de la evolución y aprovechamiento de la intervención mediante la pasación de dichos instrumentos en momentos sucesivos en el tiempo. – • La Evaluación Global de los resultados del Programa y la comparación de los resultados obtenidos en diferentes programas. – • La investigación sobre las características de los padres maltratantes y negligentes, las consecuencias del maltrato en los niños/as, y la eficacia de diferentes métodos/programas de tratamiento. – Estos instrumentos están comenzando a ser utilizados con esos mismos objetivos en diferentes Servicios de Protección a la Infancia y Programas de Intervención Familiar del estado español, lo que puede permitir en el futuro compartir y comparar experiencias. – Han sido diseñados con una orientación eminentemente práctica y orientada a la intervención directa. – Proporcionan información relevante y son sencillos en su administración e interpretación. – Recogen información de fuentes diversas (Educador Familiar, padres/madres, maestros) y con diferente formato (escala de observación, autoinforme, listado de problemas de conducta). – Los estudios que se han llevado a cabo con estos instrumentos, tanto en el ámbito internacional como en el estado español, indican que cuentan con propiedades psicométricas adecuadas o suficientes. 114
6.1.1. Escalas de Bienestar Infantil (S. Magura y B.S. Moses, 1986) 6.1.1.1. Descripción y objetivos Este instrumento se enmarca dentro del enfoque ecológico como modelo etiológico del maltrato infantil. Surge ante la necesidad de evaluar los resultados de los Programas de Intervención llevados a cabo en las Secciones de Protección a la Infancia y ante la ambigüedad en la definición de las «consecuencias deseables» de los programas y la incertidumbre y ausencia de métodos para medir dicho contenido. Parte del concepto de «Bienestar Infantil» y de la idea de que para conocer la eficacia de un programa de intervención, se han de conocer los cambios producidos en la conducta, motivos, conocimiento o recursos de padres e hijos; es decir, en los problemas existentes y en el funcionamiento familiar. Se trata de unas escalas de observación que deben ser completadas por un profesional (que puede ser el Educador Familiar) que tiene la oportunidad de observar directamente a la familia y su entorno y que los conozca suficientemente. El instrumento consta de 43 escalas: – Treinta y ocho escalas evalúan conceptos relacionados con una o más necesidades físicas, psicológicas y emocionales que tienen todos los niños/as, y que se supone que deben estar satisfechas para garantizar un desarrollo sano. Para evaluar el grado en que cada una de esas necesidades está satisfecha, cada escala se divide en niveles (entre tres y seis), que van desde «adecuado» hasta una «total inadecuación». – Otras cinco escalas evalúan una serie de condiciones que se consideran necesarias para posibilitar el éxito del tratamiento: – • El reconocimiento por parte de los padres/madres de la situación de desprotección del niño/a, los problemas que la han provocado, y su responsabilidad en ello. – • La motivación de los padres/madres para resolver esos problemas. – • La colaboración de los padres/madres en la intervención. – • La disposición de una red de apoyo para la familia. – • La disponibilidad de los servicios/recursos requeridos para responder a las necesidades de la familia. 115
Evidentemente, este instrumento es aplicable únicamente a los niños/as que están conviviendo con su familia de origen o a aquéllos que, aun habiendo sido separados, pasan un tiempo suficiente en el domicilio familiar. También hay que tener en cuenta que no todas las escalas son aplicables en todos los casos (por ejemplo, hay escalas aplicables únicamente a niños/as de edades inferiores, u otras aplicables sólo a adolescentes). Estas escalas evalúan de manera bastante completa el espectro de necesidades básicas del niño/a, aunque no son exhaustivas. Así, por ejemplo, las necesidades del ámbito social se encuentran recogidas de manera muy somera, mientras que las necesidades sexuales no son recogidas. Por ello, cuando se considere necesario, este instrumento se puede complementar con otros instrumentos, tanto de observación (p.ej., «Home Observation for the Measurement of the Environment» o «Childhood Level of Living Scale»; ver Arruabarrena, 1996) como de otra índole. 6.1.1.2. Utilización en la intervención de los PIF Las Escalas de Bienestar Infantil permiten a los profesionales del PIF hacer una evaluación exhaustiva al inicio de la intervención de: a) Cuáles son las necesidades básicas del niño/a, cuál es el grado en que dichas necesidades están siendo satisfechas en el hogar familiar, e identificar aquéllas sobre las que hay que incidir en el tratamiento. El instrumento permite, entonces, determinar los objetivos de la intervención en relación a los cambios que hay que conseguir respecto al cuidado del niño/a en el hogar, y evaluar si a lo largo del tratamiento esos cambios se están produciendo o no. b) Si se da una serie de condiciones previas necesarias para posibilitar el éxito de la intervención, y, en caso negativo, formularlas como objetivos del tratamiento y evaluar si se van consiguiendo a lo largo del tiempo. 6.1.1.3. Contenido de las escalas El instrumento evalúa cuatro áreas del funcionamiento familiar: 1. Adecuación de la ejecución del rol parental. Explora los siguientes aspectos en relación a los cuidados que los padres proporcionan a sus hijos: 116
1. – Supervisión/cuidado físico 1. – Disciplina física 1. – Cuidado emocional 1. – Guía/seguridad 1. – Estimulación de la educación 2. Capacidades de la familia: 1. – Habilidades parentales 1. – Salud física de los padres 1. – Salud mental de los padres 1. – Relaciones sociales 1. – Otros recursos familiares 3. Grado de competencia del niño en: 1. – Relaciones sociales 1. – Rendimiento académico 4. Capacidades del niño: 1. – Salud y desarrollo físico 1. – Salud mental 1. – Habilidades cognitivas 1. – Actitudes y motivación Estas áreas son evaluadas a través de 43 escalas, que se describen a continuación: 1. Cuidado de la salud física. 1. Mide la adecuación de los cuidados que el niño/a recibe en relación a su salud física (no evalúa el estado de la salud física en sí mismo). Pretende ser aplicable a cualquier problema de salud física, incluyendo heridas, enfermedades e incapacidades, ya sean agudas o crónicas. 117
12. Nutrición/dieta. 11. Se centra en la calidad y cantidad de comida disponible para los niños/as en la familia y en las consecuencias de una alimentación inadecuada para la salud. La calidad de la comida tiene en cuenta tanto el equilibrio nutritivo como si la comida está en buen estado. La cantidad de comida se define en términos de su preparación y del acceso de los niños/as a los alimentos. La escala no atiende a cuáles son las razones de los déficits en la nutrición/dieta (eso es objeto de valoración por parte de otras escalas), sino únicamente mide el grado de adecuación de la misma. 13. Vestido. 11. Mide la adecuación de la ropa de los niños/as. Los factores que se tienen en cuenta son su cantidad, estado y adaptación al tiempo atmosférico (esta escala no evalúa la limpieza de la ropa). 14. Higiene personal. 11. Se refiere a la limpieza corporal (piel, pelo, dientes) y de la ropa. 15. Mobiliario de la casa. 11. Se centra en la existencia y condiciones de los muebles esenciales, incluyendo electrodomésticos, y en la cantidad y equilibrio de los muebles en relación a las necesidades de la familia. 16. Hacinamiento. 11. Toma en cuenta la cantidad de espacio disponible para vivir en relación al tamaño y composición de la familia, a las necesidades privadas de los adultos y de los niños/as mayores del sexo opuesto, y a la capacidad de los miembros de la familia para poder realizar las actividades normales y necesarias en la casa. 17. Higiene de la casa. 11. Evalúa la limpieza de la casa, incluyendo aspectos tales como orden, cantidad de polvo y escombros (porquerías), eliminación de las basuras, almacenamiento y consumo adecuado de los alimentos perecederos, limpieza de la cocina y el baño, y presencia de ratones, insectos o similar. 118
18. Seguridad de vivienda. 11. Evalúa la seguridad que tiene la familia de contar con una vivienda. 19. Disponibilidad de servicios. 11. Se refiere a los problemas que pueden surgir en los servicios de una casa y que pueden hacerla inhabitable. Se incluyen problemas con la calefacción, el agua, la luz, los electrodomésticos para cocinar, y servicios de fontanería. 10. Seguridad física en el hogar. 10. La escala evalúa las condiciones físicamente peligrosas en la casa o edificio en que la familia está viviendo, asumiendo que cuanto más peligrosas sean esas condiciones, mayor riesgo de lesión existirá para los niños/as. 11. Cuidado de la salud mental. 10. Mide la adecuación del cuidado que se proporciona en la familia a los problemas mentales, emocionales o psicológicos del niño/a (esta escala no evalúa el estado de salud mental en sí mismo). 12. Supervisión de los niños/as pequeños. 10. Mide la cantidad y calidad de la atención que se presta a los niños/as cuando están jugando o participando en actividades libres. El foco de esta escala se sitúa en el peligro o daño que la falta de supervisión ha provocado o puede provocar en el niño/a (que es independiente de la causa de esa supervisión inadecuada). 13. Supervisión de los adolescentes. 10. Se refiere fundamentalmente a la supervisión por parte de los padres de las actividades sociales de sus hijos/as adolescentes (establecimiento de normas y límites, preocupación parental por las actividades de los hijos/as, uso de sanciones adecuadas cuando está justificado, capacidad para infundir respeto en los hijos/as, y comprensión de las normas sociales sobre la conducta de los hijos/as). La escala evalúa la adecuación de la supervisión de los padres, independientemente de su capacidad para ello o de lo difíciles de controlar que sean sus hijos/as. 119
14. Acuerdos para el cuidado de los niños/as. 10. Mide la adecuación con que los padres organizan el cuidado de sus hijos/as cuando se ausentan por un tiempo, desde una noche hasta varios días, por la razón que sea. La escala considera varios factores relacionados con el riesgo de daño para el niño/a, como la edad y capacidad del niño/a para cuidar de sí mismo. 15. Manejo del dinero. 10. Mide la adecuación con la que los padres manejan sus «ingresos disponibles», es decir, los ingresos sobre los que tienen cierto control para gastar (prioridad de gastos, planificación y regulación de los gastos, atención al valor de lo que se compra, y frecuencia y cantidad de dinero que se pide prestado). No se tiene en cuenta el nivel de ingresos. 16. Capacidad parental para el cuidado de los hijos/as. 10. Evalúa el grado en que la capacidad de los padres para cuidar a sus hijos/as puede estar limitada; el origen de tal limitación puede ser físico, mental, emocional o conductual. No se hace ninguna distinción si los padres tienen o no un control voluntario del problema. 17. Relaciones parentales. 10. Mide la calidad de la interacción entre los padres o figuras parentales en la casa (cantidad de peleas y conflictos, métodos utilizados para acabar las discusiones, uso de la violencia, utilización de los niños/as en los conflictos, etc.). 18. Continuidad de la labor parental. 10. Evalúa la estabilidad de las figuras parentales de apego para el niño/a. 19. Reconocimiento parental de los problemas. 10. Evalúa de manera explícita las actitudes parentales hacia los problemas familiares y la comprensión de los mismos. La escala considera el grado en que los padres comprenden la naturaleza y gravedad de la situación de maltrato/abandono y problemas asociados, comprenden su propia contribución a dicha situación, y asumen una responsabilidad adecuada. 120
20. Motivación parental para la solución de problemas. 10. Evalúa la preocupación que muestran los padres por los problemas identificados, independientemente de que se consideren «responsables» de ellos, y su disposición para trabajar para conseguir la resolución de dichos problemas. 21. Cooperación parental con los servicios/planificación del caso. 10. Evalúa el grado de cooperación de los padres con la intervención/tratamiento (mantenimiento de las citas, participación activa en la planificación de la intervención, propuesta de alternativas, uso máximo de los servicios que se ofrecen, aceptación de recursos, o realización de actividades autónomas). 22. Apoyo del principal cuidador. 10. Se ocupa de las redes sociales informales de los padres que pueden contribuir a aliviar el estrés personal y las responsabilidades domésticas. La escala mide el nivel de apoyo social a través de la intimidad de la relación y por el número de personas a las que los padres pueden recurrir para pedir ayuda cuando lo necesitan. 23. Disponibilidad/accesibilidad de servicios. 10. Esta escala es la única que se centra de manera exclusiva en la adecuación de los servicios comunitarios a las necesidades de la familia. En este sentido, constituye una medida de las limitaciones para el éxito de un caso. 24. Aceptación/afecto parental hacia los hijos/as. 10. Mide conductas que reflejan una visión positiva incondicional de los padres hacia los hijos/as (expresiones verbales de afecto, animar al contacto físico, compartir afecto con todos los hijos/as, aceptar las demandas de afecto de los niños/as). 25. Aprobación parental de los niños/as. 10. Se centra en si las sanciones se llevan a cabo principalmente premiando la conducta adecuada del niño/a o castigando la conducta inadecuada. También evalúa la relación entre los castigos y la conducta real del niño/a (proporcionalidad). 121
26. Expectativas parentales hacia los hijos/as. 10. Se centra en la adecuación de las demandas conductuales que los padres hacen a los hijos/as. 27. Consistencia de la disciplina parental. 10. Evalúa el grado en que los padres mantienen una pauta de disciplina uniforme y comprensible para los niños/as. 28. Enseñanza/estimulación de los padres hacia los hijos/as. 10. Se refiere al grado en que los padres proporcionan oportunidades de aprendizaje y animan a sus hijos/as a mejorar su competencia en la ejecución de tareas. Esta escala tiene implicaciones tanto emocionales como cognitivas para el desarrollo adecuado de los niños/as. 29. Castigo físico abusivo. 10. Se centra en el uso de la fuerza física con los niños/as como estrategia disciplinaria o de control, y la gravedad de las lesiones físicas que ello ha provocado en el niño/a. 30. Deprivación deliberada de comida/agua. 10. Mide el tipo y grado de privación de alimentos, cuando esto se practica como técnica disciplinaria o de control. 31. Confinamiento o restricción física. 10. Mide el uso del confinamiento o restricción como técnica disciplinaria o de control. 32. Dejar al niño/a fuera de casa deliberadamente. 10. Se ocupa de la privación de un refugio (techo) para el niño/a por parte de los padres (es particularmente aplicable a los niños/as a los que se les ha «expulsado» de la casa). 33. Abuso sexual. 10. Indica el nivel de abuso experimentado por los niños/as, diferenciando el tipo de abuso y la persona que lo comete. 122
34. Amenaza de abuso. 10. Define el riesgo de maltrato físico cuando todavía no ha tenido lugar. Los indicadores de riesgo elegidos son las verbalizaciones y conductas reales de los padres, que van desde amenazas generales o vagas hasta amenazas directas y acciones físicas que podrían haber provocado una lesión. 35. Explotación económica. 10. Se ocupa de la participación de los niños/as en roles de trabajo inadecuados, bien de manera voluntaria o involuntaria. 36. Protección ante el abuso. 10. Evalúa la capacidad de los padres para proteger a los niños/as del daño que otras personas les están infligiendo. 37. Adecuación de la educación. 10. Se centra en el grado en que se están cubriendo las necesidades educativas del niño/a. 38. Rendimiento académico. 10. Recoge información sobre las notas reales u otros indicadores del rendimiento del niño/a en la escuela. Se evalúa el rendimiento en relación al potencial intelectual del niño/a. 39. Asistencia al colegio. 10. Evalúa la asistencia del niño/a al colegio y su repercusión en su aprovechamiento escolar. 40. Relaciones familiares del niño/a. 10. Se centra en el grado y tipo de conflicto dentro de la casa entre el niño/a y el resto de miembros de la familia (se aplica a los niños/as de edad escolar). Se tienen en cuenta factores tales como los esfuerzos para la solución de problemas, la tolerancia entre los miembros de la familia, o la cantidad de contacto entre ellos. 123
41. Mala conducta de los niños/as. 10. Se ocupa del tipo y gravedad de las conductas problemáticas que muestra el niño/a en casa, en el colegio, y en la comunidad. 42. Conducta de afrontamiento de los niños/as. 10. Evalúa la adecuación de las relaciones que el niño/a establece con los demás (adultos e iguales). 43. Condiciones que incapacitan al niño/a/grado de deterioro. 10. Se centra en las limitaciones del funcionamiento del niño/a en sus diferentes roles, atribuibles a condiciones físicas o emocionales específicas. La mayoría de las escalas se centran en las necesidades que no son cubiertas, ya sea real o potencialmente, y no en las causas por las que esto sucede. Cada escala tiene entre tres y seis niveles, que van desde «adecuado» hasta grados de mayor inadecuación. Los niveles de cada escala están explícitamente definidos. Los «descriptores» narrativos de cada nivel están escritos en términos lo más observables posibles, es decir, según el funcionamiento y conducta reales de los padres y los hijos. La necesidad de recurrir a inferencias y predicciones es mínima. Los descriptores de una determinada escala pretenden ser mutuamente excluyentes; cada familia o niño/a tiene un nivel que mejor les describe. Cada escala, además de los niveles mencionados, presenta la posibilidad de responder que la subescala no es aplicable para el caso en cuestión, o que no se posee la suficiente información como para poder ser respondida. 6.1.1.4. Administración Las escalas están diseñadas para ser completadas por una de las personas que está interviniendo directamente en la familia, normalmente un Educador/a Familiar, con toda la información disponible y creíble sobre una familia. La cumplimentación exacta del instrumento requiere algún contacto directo y la observación de la vivienda de la familia, pero las escalas no constituyen un sistema estructurado de observación. La persona que las completa debe obtener y sintetizar información sobre una familia de muchas fuentes (incluidos estudios y evaluaciones previas o de otros servicios). 124
La cantidad de tiempo que por término medio se necesita para la cumplimentación de las escalas, una vez que el Educador/a Familiar se ha familiarizado con su contenido, es de 25 minutos (a medida que el número de escalas con puntuación en el nivel «adecuado» aumenta, el tiempo de cumplimentación disminuye). Esta prueba se aplicará en todos los casos, en la observación, en las evaluaciones semestrales y al final. 6.1.1.5. Forma de corrección Se ha diseñado una hoja de evaluación para facilitar la tarea de puntuar las 43 escalas de cada caso. De la escala 1 a la 28, la familia es evaluada en conjunto, recibe una única puntuación. En caso de que en una familia la satisfacción de determinadas necesidades sea diferente para cada uno de los niños/as, se registrará la puntuación más negativa, es decir, la del niño/a, cuyas necesidades están más inadecuadamente satisfechas. De la escala 29 a la 43, cada uno de los niños/as de la familia recibe una puntuación independiente. En cada caso se debe seleccionar el nivel de cada subescala que mejor describa a la familia en ese momento. Esto no significa necesariamente que se haya de reflejar la situación del día exacto en que las escalas son completadas, sino la última información disponible sobre la familia. Esto tampoco significa que el nivel elegido deba ajustarse completamente a la familia, sino que debe ser el que más se acerque, el que constituya la mejor descripción de la situación familiar. Antes de completar las escalas se ha de revisar el contenido de cada una de las categorías. No se han de forzar las respuestas; es decir, si no se posee la suficiente información o la escala no es aplicable, así se debe señalar en la hoja de evaluación. Si la persona que está completando las escalas considera necesario añadir alguna información, puede hacerlo en la hoja de evaluación. En la corrección de estas escalas, se considera que los aspectos que se miden en cada una de ellas, tienen una importancia diferente en relación con el bienestar general del niño/a. Por ello, cada escala tiene asignada una puntuación ponderada para cada nivel. Estas puntuaciones ponderadas permiten comparar la gravedad de las situaciones peligrosas para el niño/a, descritas en cada una de las escalas. Las puntuaciones de gravedad van de 0 (lo más grave) a 100 (adecuado). Sólo con las puntuaciones directas de las esca125
las no es posible comparar la gravedad de los descriptores en las diferentes escalas. Las puntuaciones ponderadas permiten combinar toda la información de las 43 escalas en una puntuación total familiar. Esta puntuación total es el resultado de extraer la media de las puntuaciones de gravedad de las 43 escalas. Para las escalas 29 a 43, en las que se puntúa independientemente a cada niño/a, se debe hallar previamente la media de las puntuaciones de gravedad para todos los niños/as. La puntuación máxima familiar sería de 100 y la mínima de 1. Se obtendría una puntuación global familiar de 100 si la familia obtuviera una puntuación directa de 1 en las 43 escalas. Para más información acerca de su corrección e interpretación, ver la adaptación española de De Paúl y Arruabarrena (1998). 6.1.2. Inventario de Potencial de Maltrato Infantil (J.S. Milner, 1986)2 6.1.2.1. Aplicaciones del Inventario El Inventario CAP fue elaborado en su versión original con el objetivo principal de ser utilizado como instrumento de detección de padres/madres (o adultos que cumplen funciones parentales) que maltratan físicamente a sus hijos. No obstante, se ha demostrado útil en otras funciones, tales como: – Evaluación de los clientes antes del tratamiento. – En esta aplicación, el Inventario CAP se usa para proporcionar información clínica relevante para el tratamiento. Las cinco subescalas que componen la Escala de Abuso pueden indicar posibles áreas problemáticas del sujeto que requieren tratamiento. Esto debe ser explorado en mayor profundidad utilizando otras pruebas y/o entrevistas. – Evaluación del tratamiento o de programas de intervención. – El Inventario CAP se puede utilizar en la evaluación de tratamientos individuales o programas de intervención. En general, el Inventario se administra al inicio del programa de intervención/tratamiento, en
2 Versión española: De Paúl y Arruabarrena, 1998. 126
algún o algunos momentos durante la propia intervención, en el momento de su finalización, y un tiempo después (habitualmente entre seis y doce meses tras haber terminado). Los Índices de Validez del Inventario CAP también pueden constituir un criterio útil que ayude a determinar/asegurar si la evaluación de la situación de un sujeto o de los resultados de la intervención llevada a cabo con él, es fiable o no (los Índices de Validez pueden reflejar que el sujeto intenta dar una imagen no real de sí mismo). La variación en las puntuaciones en la Escala de Abuso de un sujeto a lo largo del desarrollo de un programa de tratamiento, pueden servir como una estimación global del cambio en su riesgo potencial de maltrato físico. Por último, las cinco subescalas que forman la Escala de Abuso proporcionan información acerca de las áreas donde el programa de intervención es más eficaz, y las áreas donde los resultados son insuficientes y se necesita poner en marcha otro tipo de intervenciones. 6.1.2.2. Utilización en la intervención de los PIF En la intervención de los PIF, el «Inventario de Potencial de Maltrato Infantil» puede ser útil para: a) Formular objetivos de trabajo en las áreas del funcionamiento personal de los padres/madres en las que se detecten problemas, y evaluar a lo largo de la intervención (con las evaluaciones sucesivas) si dichos problemas van remitiendo o no. b) Detectar áreas problemáticas en el funcionamiento personal de los padres/madres, que posteriormente serán objeto de análisis y valoraciones más precisas (bien a través de la utilización de otros instrumentos de medida específicos, y/o bien a través de una valoración psicodiagnóstica profesional). Es interesante señalar que el «Inventario de Potencial de Maltrato Infantil» cuenta también con una «Escala de Deseabilidad Social» compuesta por diez items, que detecta sujetos que distorsionan sus respuestas de una manera socialmente deseable, es decir, que quieren dar una imagen positiva de sí mismos y, para ello, falsean información (para establecer esta conclusión, el sujeto tiene que puntuar por encima de la puntuación normativa de corte en esta escala). Esta escala proporciona una información muy útil para la intervención clínica, pues puede indicar que los padres están ocultando infor127
mación a los profesionales del Programa sobre problemas que pueden estar ocurriendo en la familia e incluso sobre situaciones de maltrato o abandono que siguen produciéndose. Los profesionales de los PIF deben estar muy atentos a los «signos de alarma» de la Escala de Deseabilidad Social, y explorar si realmente el niño/a está sufriendo situaciones de maltrato/abandono que los padres intentan ocultar y si hay problemas en la familia que aún no se han identificado. Los profesionales también deberán explorar por qué los padres quieren dar una imagen positiva de sí mismos: porque no quieren colaborar con la intervención, porque no son capaces de reconocer sus problemas, porque no han establecido con los profesionales una relación de confianza tal que les permita hablar sobre sus dificultades, o porque tienen miedo hacia posibles consecuencias negativas derivadas del descubrimiento de sus dificultades (p.ej., separación o no retorno de los niños/as). 6.1.2.3. Limitaciones del Inventario En primer lugar, el instrumento tiene su mayor validez cuando se utiliza para detectar sujetos maltratadores físicos o sujetos alto-riesgo para ello. Aunque las personas que cometen otros tipos de maltrato (por ejemplo, abuso sexual, negligencia física) también tienen puntuaciones elevadas en la Escala de Abuso, en estos casos la Escala produce demasiados errores de clasificación. Además, la puntuación en la Escala de Abuso no puede ser utilizada para diferenciar entre los distintos tipos de maltrato. En segundo lugar, el Inventario CAP describe la situación de un determinado sujeto en el momento de la administración del instrumento. Si bien una puntuación elevada en la Escala de Abuso predice la probabilidad de que se produzcan actos de maltrato físico infantil en el futuro, se recomienda que, transcurrido un plazo de tiempo, se vuelva a pasar el Inventario. Esto es especialmente recomendable cuando las condiciones vitales y/o familiares del sujeto han cambiado (por ejemplo, si los niveles de estrés han aumentado y/o si un niño/a ha retornado al domicilio familiar con sus padres). Otra cuestión importante, y que afecta no sólo al Inventario CAP sino a los instrumentos de autoinforme en general, es el hecho de que sus resultados pueden verse cuestionados o invalidados por los intentos del sujeto de distorsionar sus respuestas. Las formas de distorsión más habituales consisten en dar una imagen positiva de sí mismo, dar una imagen negativa de sí mismo, o responder al azar. Detectar estas distorsiones es muy importante, 128
pues pueden llegar a invalidar totalmente los datos obtenidos con el instrumento. El Inventario CAP incluye -como ya se ha señalado- tres Índices de Validez (Índice de Imagen Positiva, Índice de Imagen Negativa, e Índice de Respuesta al Azar), dirigidos de manera específica a detectar los tipos de distorsiones más habituales. Estos Índices deben ser computados y evaluados antes de proceder a puntuar e interpretar las escalas del Inventario. Por último, es importante señalar que la puntuación en la Escala de Abuso del Inventario no puede ser utilizada bajo ninguna circunstancia como criterio único para realizar un diagnóstico o clasificar a un sujeto como maltratador/no maltratador o alto/bajo riesgo. La puntuación de un sujeto en la Escala de Abuso debe ser utilizada conjuntamente con datos de evaluación obtenidos de otras fuentes (tales como entrevistas, expedientes, observaciones directas, entrevistas colaterales, informes médicos, y otros tests psicológicos). En la medida en que se utilicen más datos y se hayan utilizado métodos diferentes para la recogida de información, la probabilidad de realizar clasificaciones/predicciones correctas es mayor. 6.1.2.4. Descripción general del Inventario Los 160 items del Inventario CAP contienen un total de cuatro escalas. La primera de ellas es la Escala de Abuso. Esta escala contiene a su vez cinco subescalas, cada una de las cuales describe un factor: Malestar psicológico, Rigidez, Infelicidad o problemas de relación social, Problemas familiares, y Problemas con el propio hijo. El Inventario CAP contiene también tres escalas de validez: la Escala de Deseabilidad Social, la Escala de Respuesta al Azar y la Escala de Inconsistencia. La combinación de las puntuaciones de las tres escalas de validez proporciona tres Índices de distorsión de respuesta o Índices de Validez: Imagen Positiva, Imagen Negativa, y Respuesta al Azar. Escala de Abuso (73 ítems): Malestar Psicológico (27 ítems) Rigidez (15 ítems) Infelicidad y problemas de relación social (14 ítems) Problemas familiares (9 ítems) Problemas con el propio hijo (8 ítems) 129
Escalas de Validez: Escala de Deseabilidad Social (DS) (10 ítems) Escala de Respuesta al Azar (RA) (12 ítems) Escala de Inconsistencia (IC) (20 pares de ítems) Índices de Validez: Índice de Imagen Positiva: Escala DS elevada y Escala RA normal Índice de Imagen Negativa: Escala RA elevada y Escala IC normal Índice de Respuesta al Azar: Escala RA elevada y Escala IC elevada a) Escala de Abuso Los 73 ítems que componen la versión española de la Escala de Abuso recaban información sobre determinadas características del sujeto evaluado, que se miden a través de las cinco subescalas en que se agrupan los ítems. De ellas, las dos primeras (Malestar psicológico, Rigidez) miden características de personalidad y/o dificultades psicológicas del sujeto. Las dos últimas (Problemas familiares, Problemas con el propio hijo) miden problemas en las relaciones interpersonales. La tercera escala (Infelicidad o problemas de relación social) incluye ítems que evalúan tanto dificultades personales como interpersonales. 1. Malestar psicológico (evaluado a través de 27 ítems) 1. La escala de «Malestar psicológico» es una medida de la percepción del sujeto acerca de su malestar psicológico personal. Incluye ítems que evalúan sentimientos de tristeza, ansiedad, frustración, soledad, confusión, agresividad y baja autoestima. En sentido general, estos ítems indican problemas de ajuste personal. 2. Rigidez (evaluado a través de 15 ítems) 1. La escala de «Rigidez» identifica un patrón parental rígido. Valora si el sujeto tiene muchas expectativas rígidas acerca de la apariencia, comportamiento o sentimientos de los niños/as. Esto se refleja en ítems que hacen referencia a que los niños/as deben estar limpios, deben comportarse adecuadamente, ser obedientes, no tienen que causar problemas, ni hacer ruido, deben tener sus cosas en orden, y tienen que estar callados. La rigidez también se refleja en ítems que 130
hacen referencia a que los niños/as necesitan normas muy estrictas, a la adecuación del castigo físico con los niños/as, a la valoración negativa de la expresión de sentimientos de debilidad o de necesidad de apoyo, y a la expectativa de que una casa debe estar siempre perfectamente limpia. Estas creencias pueden hacer que el padre/madre fuerce al niño/a a comportarse de acuerdo al rígido modelo definido por él. Algunos estudios han asociado la rigidez con el autoritarismo. 3. Infelicidad o problemas de relación social (evaluado a través de 14 ítems) 1. La escala de «Infelicidad o problemas de relación social» hace referencia a sentimientos generales de infelicidad en la vida y a sentimientos de infelicidad derivados de problemas de relación con otras personas. El contenido de esta escala incluye la percepción de no ser feliz, de que la propia vida no es buena, de haber tenido mala suerte en la vida, la percepción de que otras personas han provocado esa infelicidad, la incertidumbre respecto a si las necesidades básicas del sujeto van a poder cubrirse, y la falta de confianza en los demás. Estas situaciones se supone que dificultan la relación del sujeto con sus hijos/as. 4. Problemas familiares (evaluado a través de nueve ítems) 1. La escala de «Problemas familiares» hace referencia a dificultades pasadas y actuales del sujeto en la relación con su familia de origen. Se incluyen ítems referentes al trato recibido por el sujeto en su infancia, y específicamente su percepción sobre el nivel de afecto, comprensión, seguridad y apoyo recibidos, la existencia de agresiones físicas hacia él por parte de sus padres, y el deseo del sujeto de haber recibido más afecto en su infancia por parte de sus padres. Otros ítems se refieren a las dificultades actuales de la familia de origen del sujeto para mantener una relación positiva. 5. Problemas con el propio hijo/a (evaluado a través de ocho ítems) 1. La escala de «Problemas con el propio hijo/a» identifica a sujetos que describen a sus hijos/as de manera negativa. Se centra en la percepción del sujeto de tener un hijo/a problemático y con capacidades y habilidades limitadas. Los ítems hacen referencia a percepciones de tener un hijo/a que se mete en líos, con problemas especiales, que es malo, torpe, que rompe cosas, que está enfermo en muchas ocasiones, y que se hace daño a sí mismo. 131
b) Escalas de Validez 1. Escala de Deseabilidad Social: 1. La Escala de Deseabilidad Social está formada por diez ítems que tienen como objetivo detectar sujetos que distorsionan sus respuestas de una manera socialmente deseable. El contenido de los ítems incluye actitudes y conductas valoradas socialmente de manera positiva, pero que son imposibles de cumplir en su totalidad. Una respuesta socialmente deseable a algunos de estos ítems incluiría, por ejemplo, afirmar que uno mismo cumple siempre todas sus promesas, que nunca se pone furioso con los demás, que nunca actúa tontamente, o que nunca levanta la voz por enfado. Por el contrario, una respuesta sincera incluiría, cuando menos, reconocer que algunos de esos ítems no son ciertos. La Escala de Deseabilidad Social tiene sus ítems balanceados, es decir, hay el mismo número de respuestas «De acuerdo» y «En desacuerdo» que tienen asignado el valor 1. 2. Escala de Respuesta al Azar: 1. La Escala de Respuesta al Azar consta de 15 ítems. Su objetivo es detectar sujetos que responden al azar al Inventario. 3. Escala de Inconsistencia: 1. La Escala de Inconsistencia está formada por 40 ítems, agrupados en 20 pares. Esta escala proporciona una medida diferente a la Escala de Respuesta al Azar. La Escala de Inconsistencia mide el grado en que el sujeto responde de forma inconsistente a ítems que normalmente han de ser respondidos de una manera predecible y consistente. La escala está balanceada de la siguiente manera: contiene cinco pares de ítems a los que se supone que se ha de responder De acuerdo-De acuerdo, cinco pares de ítems a los que se supone que se ha de responder En desacuerdo-En desacuerdo, cinco pares de ítems a los que se supone que se ha de responder De acuerdo-En desacuerdo, y cinco pares de ítems a los que se supone que se ha de responder En desacuerdo-De acuerdo. 132
c) Índices de Validez (Índices de Distorsión de Respuesta) 1. Índice de Imagen Positiva: 1. Este índice se construye a partir de dos escalas de validez: Deseabilidad Social y Respuesta al Azar. El Índice de Imagen Positiva es considerado elevado cuando la puntuación en la Escala de Deseabilidad Social es elevada y la puntuación en la Escala de Respuesta al Azar es normal. 2. Índice de Imagen Negativa: 1. Este índice se construye a partir de las escalas de Respuesta al Azar e Inconsistencia. El Índice de Imagen Negativa es considerado elevado cuando la puntuación en la Escala de Respuesta al Azar es elevada y la puntuación en la Escala de Inconsistencia es normal. 3. Índice de Respuesta al Azar: 1. Este índice se construye a partir de las escalas de Respuesta al Azar e Inconsistencia. El Índice de Respuesta al Azar es considerado elevado cuando las puntuaciones tanto en la Escala de Respuesta al Azar como en la Escala de Inconsistencia son elevadas. 6.1.2.5. Administración y corrección Ver Manual de la versión española del Inventario (De Paúl y Arruabarrena, 1998). Se aplicará sólo para los casos de maltrato físico, con la periodicidad establecida (principio, cada seis meses y al final). 6.1.3. Versión para Maestros del «Inventario de Problemas de Conducta del Niño/a» (T.M. Achenbach, 1986, 1991) 6.1.3.1. Objetivos La versión para maestros del Inventario de Problemas de Conducta del Niño se diseñó para recoger en un formato estandarizado las competencias y los problemas de conducta de niños/as de edades comprendidas entre 5 y 133
16 años, tal y como éstas son informadas por parte del maestro-tutor que conoce bien al niño/a. El objetivo de este Inventario es poder establecer una primera aproximación diagnóstica de posibles problemas comportamentales en niños/as de tales edades. A través de la información proporcionada por los maestros sobre los diferentes problemas que presenta el niño/a, se trata de construir un perfil diagnóstico de dicho niño/a con las puntuaciones normativas existentes. A diferencia de los adultos, los niños/as no acuden a los servicios de salud mental por sí mismos sino a través de la información proporcionada por los adultos que conocen su comportamiento. Los padres o los maestros suelen ser las personas que más tiempo están en contacto con el niño/a y que, por tanto, pueden tener más información sobre sus problemas de comportamiento y la evolución y cambios que se producen en los mismos. A pesar de que los padres son la fuente clave de información sobre muchos aspectos relevantes del comportamiento del niño/a, se considera que los profesores son a menudo igualmente importantes por las siguientes razones: (1) la escuela es un ámbito de desarrollo del niño/a en el que se pueden evidenciar problemas que no aparecen en otros ambientes, (2) los profesores son a menudo las personas que ocupan el segundo lugar de importancia en la vida de los niños/as, (3) gracias a su entrenamiento, experiencia y oportunidades para observar a los niños/as en grupo, los profesores pueden informar de aspectos del funcionamiento de los niños/as que no son evidentes para los padres, y (4) el informe de los profesores no está afectado por la dinámica familiar, a pesar de que pueda estar afectado por la dinámica escolar. De acuerdo al autor del instrumento, si tras su administración se sospechara la existencia de un posible trastorno psicopatológico, debería realizarse un examen psicológico/psiquiátrico exhaustivo del niño/a, en esta ocasión utilizando otros instrumentos. 6.1.3.2. Utilización en la intervención de los PIF Al igual que el «Inventario de Potencial de Maltrato Infantil» en el caso de los padres/madres, el «Inventario de Problemas de Conducta del Niño/a» proporciona de manera rápida un «screening», un «repaso», de la situación emocional/comportamental del niño/a en el ámbito escolar. Así, en la intervención de los PIF, este Inventario puede ser útil para: 134
a) Formular objetivos de trabajo en las áreas del funcionamiento del niño/a en las que se detecten problemas, y evaluar a lo largo de la intervención (con las evaluaciones sucesivas) si dichos problemas van remitiendo o no. b) Detectar áreas problemáticas en el funcionamiento del niño/a, que posteriormente serán objeto de análisis y valoraciones más precisas (a través de la utilización de otros instrumentos de medida específicos y/o de una valoración psicodiagnóstica profesional). La versión para Maestros de este Inventario puede complementarse con la versión para Padres/Madres, que tiene una estructura similar y los mismos objetivos. Utilizando los dos instrumentos, puede obtenerse una visión rápida y fiable de la situación emocional/comportamental del niño/a en la escuela y en el hogar, tal y como es percibida por los maestros/tutores y por los padres/madres 6.1.3.3. Descripción El TRF consta de dos partes: a) La primera evalúa el nivel de adaptación del niño/a al contexto escolar y su funcionamiento académico. b) La segunda parte, compuesta por 118 ítems que describen diferentes problemas emocionales/comportamentales. Los formularios piden a los maestros que señalen, con la información que ellos poseen, en qué medida la conducta descrita en el item es característica o habitual en el niño/a, asignándose una puntuación en función de ello (0=Raramente o Falso; 1=En parte o algunas veces; 2=Muy cierto o casi siempre). Los problemas emocionales/comportamentales se evalúan en relación a los dos meses inmediatamente anteriores a la cumplimentación del formulario. b) Este instrumento proporciona puntuaciones en: b) – El «Total de Problemas de Conducta», que se obtiene con el sumatorio de las puntuaciones directas de todos los ítems e indica, a través de su comparación con las puntuaciones normativas, si la conducta del niño/a es, a nivel global, clínicamente perturbada. 135
b) – La «Escala Internalizada» y la «Escala Externalizada». La Escala Internalizada hace referencia a problemas emocionales/comportamentales relacionados con la ansiedad y conductas de inhibición. Está formada por tres subescalas: Rechazante, Quejas somáticas, y Ansioso/deprimido. La Escala Externalizada hace referencia a problemas emocionales/comportamentales relacionados con conductas agresivas y antisociales. Está formada por dos subescalas: Conducta delictiva y Conducta agresiva. Desde el punto de vista del diagnóstico y la orientación de la intervención clínica, resultan más interesantes los resultados individuales de cada una de las ocho subescalas del instrumento, que corresponden a Síndromes de problemas emocionales /comportamentales específicos: Retraimiento social (9 ítems), Quejas somáticas (9 ítems), Ansioso/deprimido (18 ítems), Problemas en la interacción social (13 ítems), Problemas de pensamiento (8 ítems), Problemas de atención (20 ítems), Conducta delictiva (9 ítems), y Conducta agresiva (25 ítems). Siete de dichas subescalas permiten realizar un diagnóstico diferencial de determinados trastornos psicopatológicos específicos según son clasificados en el DSM-IV. Estos son los siguientes:
Subescala del Inventario
Categoría DSM-IV
Retraimiento social
Trastorno por evitación
Quejas somáticas
Trastorno de somatización
Ansioso/deprimido
Trastorno de ansiedad generalizada Trastorno depresivo mayor Trastorno distímico
Problemas de pensamiento
Trastorno esquizotípico de la personalidad Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
Problemas de atención
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Conducta delictiva
Trastorno de conducta tipo grupal
Conducta agresiva
Trastorno de conducta tipo solitario agresivo Trastorno negativista desafiante
136
El TRF se pasará en la fase de observación. No se volverá a pasar posteriormente si en esta fase no se diagnostican problemas de conducta. 6.2. ADMINISTRACIÓN DE LOS INSTRUMENTOS Para hacer la Evaluación Inicial, es evidente que los instrumentos deben administrarse en el momento en que la familia es remitida al PIF. A partir de los resultados, se identificarán aspectos deficitarios en las áreas de funcionamiento personal/familiar evaluadas mediante los instrumentos. Los aspectos deficitarios entrarán a formar parte de los objetivos de la intervención. Posteriormente, los instrumentos pueden volver a ser utilizados como criterio «externo» (junto con la valoración «clínica» de los profesionales intervinientes en el caso) para evaluar si esos objetivos se han conseguido o no, considerándose que seis meses es un plazo de tiempo adecuado para ir realizando sucesivas evaluaciones. Cada nueva evaluación implicará un nuevo análisis de la información obtenida y, si es necesario, la reformulación de objetivos de la intervención. Es importante que en las distintas evaluaciones se apliquen los mismos instrumentos, siempre que sea posible; las variables que con ellos se evalúan no sólo pueden mejorar o mantenerse estables, sino que también pueden empeorar o retroceder. Hay que tener en cuenta que, de la misma manera que pueden producirse mejorías en áreas deficitarias, también es posible que a lo largo del tratamiento puedan aparecer problemas que anteriormente no se daban (como, por ejemplo, que el niño/a comience a presentar problemas de comportamiento en la escuela). Este tipo de hallazgos deberá ser objeto de análisis y diagnóstico individualizado por parte de los profesionales que están interviniendo en el caso. Por último, es importante recordar que el plazo de seis meses para la administración sucesiva de los instrumentos de evaluación (tanto los descritos en este capítulo como todos aquellos que los profesionales del PIF consideren apropiados para cada caso), coincide con los plazos establecidos para la remisión de informes escritos por parte del PIF a la Gerencia Territorial de Servicios Sociales, sobre la evolución del tratamiento con cada familia.
137
7. Evaluación del Programa de Intervención Familiar
7.1. INTRODUCCIÓN
7.1.1. La evaluación de Programas en el contexto de la Intervención Psicosocial La alta frecuencia de aparición de programas de intervención en muy diversos ámbitos (sanitario, educativo, etc.) no ha estado asociada en las décadas pasadas con la tendencia a la evaluación de dichos programas. Durante bastantes años, se han puesto en marcha muchas iniciativas que trataban de abordar problemas sanitarios, educativos o sociales, sin considerar necesario realizar una evaluación de sus resultados o de su eficacia. Se consideraba, quizá, que el mero hecho de poner en marcha una actividad, un recurso o un programa, era ya una demostración de que se estaba solucionando un problema, partiendo de la premisa de que el recurso era necesario, suficiente y eficaz y de que no era preciso demostrarlo. En todo caso, la crítica externa acerca de la ineficacia de los programas, recursos o actividades, basada más en la confrontación de modelos teóricos o en rivalidades profesionales, sustituía a la verdadera evaluación. Sin embargo, recientemente se ha venido produciendo un proceso de maduración en muy diversos ámbitos de la intervención social, ya sea sanitaria, educativa, psicológica y de servicios sociales, que, en parte, se expresa en el hecho de exigir a dichos programas una demostración de su eficacia, más allá de las valoraciones basadas en la «buena intención» de los mismos o en la «estructuración» de los modelos teóricos que los sustentan. 139
Sólo en los últimos años empieza a ser frecuente que los programas de intervención psicosocial sean sometidos a evaluación. La «cultura» de la evaluación ha entrado recientemente en el ámbito de los Servicios Sociales. La Protección a la Infancia constituye una de las áreas de intervención de más reciente desarrollo dentro de los Servicios Sociales y sus objetivos de trabajo exigen la máxima clarificación sobre la eficacia de las actuaciones realizadas. Es evidente que en el trabajo relacionado con la infancia víctima de malos tratos no es suficiente con poner en marcha programas, ni con garantizar la «buena intención» de los mismos. Es imprescindible demostrar si se están alcanzando o no, parcial o totalmente, los resultados deseados. Y en caso de que no se alcancen los objetivos deseados, es necesario saber, por ejemplo, cómo se podría mejorar, a qué se puede deber la ausencia de cambios, con qué situaciones de maltrato no se obtienen todavía los resultados deseados, etc. En el ámbito de la Protección a la Infancia, y de la intervención con las familias en particular, la evaluación debe constituir una prioridad en el diseño de los programas. No se trata de una actividad generalizada todavía, pero constituye una señal inequívoca de rigor en la puesta en marcha de los recursos psicosociales y demuestra una preocupación por conocer si los clientes se están beneficiando en la medida deseada de dichos recursos. No debe olvidarse que la evaluación añade costos a la realización de los programas. Pero los beneficios que de ella se derivan se convierten en imprescindibles, en primer lugar, para todos los implicados en cada programa, y en segundo lugar, para toda la comunidad de profesionales que en el ámbito nacional e internacional, dedican sus esfuerzos al mismo objetivo. 7.1.2. Los objetivos de la evaluación de Programas Desde un punto de vista general, en los programas de Intervención Psicosocial, la evaluación se realiza con los siguientes objetivos: 1. Colaborar en la mejora constante de los programas. Conectar de manera adecuada, a partir de modelos etiológicos confrontados, las características de la demanda, los recursos puestos en marcha y los resultados obtenidos, permite ir introduciendo de manera prudente y paulatina las modificaciones que se consideren pertinentes en los programas. Es necesario destacar que la interpretación de los datos de la evaluación de un programa debe generar un proceso de discusión 140
y reflexión sobre los aspectos que son mejorables: tipo de casos que requieren otro tipo de recursos, eficacia diferencial de los diferentes recursos puestos en marcha, etc. Sería deseable que la evaluación de los programas pueda servir para generar, en caso necesario, modificaciones en la planificación de los recursos, en los tiempos previstos de intervención, la tipología de casos admitida, etc. Todo ello siempre desde la premisa de la mejora permanente de la eficacia y la calidad de la intervención, a partir de la mejor satisfacción de las necesidades de los clientes. 2. Comunicar los resultados a la comunidad científica y de profesionales y ampliar el conocimiento sobre la realidad psicosocial de que se trate. La difusión de los hallazgos (tanto de los éxitos como de los fracasos) constituye un mecanismo fundamental en la evolución de cualquier área de conocimiento. En la actualidad, sería poco defendible que cada grupo de profesionales debiera evolucionar únicamente a partir de su propia experiencia. La comunicación de los resultados es posible si éstos han sido obtenidos a partir de una metodología de evaluación que pueda ser compartida. 3. Servir de ayuda a la intervención. El objetivo básico de cada programa es corregir los problemas por los que se ha formulado la demanda de tratamiento para cada caso. La evaluación del programa se apoya en los datos que se recopilan de cada uno de los casos, y esta información debe ser también utilizada para poder planificar con mayor precisión y eficacia los objetivos, los recursos y la estrategia de intervención para cada caso. Para poder alcanzar los tres objetivos señalados es necesario recopilar de manera sistemática una serie de datos de la población atendida en el programa y de los recursos puestos en funcionamiento y las actividades realizadas. En concreto, se debe recopilar información que permita alcanzar tres objetivos específicos: 1. Conocer la demanda, es decir, cantidad y las características concretas de los casos que el programa está abordando. 2. Conocer lo que se hace, es decir, conocer con detalle los recursos y las actividades que se están poniendo en marcha en los programas. 3. Conocer los resultados que se están alcanzado en dichos casos y con los recursos y las actividades descritas. 141
Es necesario clarificar, en este contexto, que la evaluación de programas NO DEBE plantearse como: – Un cuestionamiento o crítica hacia los profesionales o los programas. La evaluación se debe realizar siempre con un objetivo constructivo y educativo para los propios profesionales, los responsables o los financiadores de los programas. Se trata, en definitiva, de ayudar a «hacer mejor lo que hay que hacer». – Un análisis de costos y beneficios, con el objetivo simplista de reducir los costos en momentos de necesidad de reducción de gastos. Es de una gran importancia optimizar la utilización de recursos, de manera que se obtengan los máximos beneficios posibles. La evaluación de programas sirve a este objetivo, pero no debe confundirse con la mera reducción de costos. – Una mera justificación de la existencia y continuidad de actividades, programas y recursos, o eliminación de programas que «a priori», y por la razón que fuere, se consideran eliminables. Existe la posibilidad de que la evaluación de programas sea utilizada como una estrategia o un recurso para alcanzar objetivos como los citados anteriormente. Como ocurre en todos los ámbitos del conocimiento, cuando los medios se ponen al servicio de fines para los que no están diseñados, no sólo pierden toda su pertinencia, sino que se corre el riesgo de cuestionar su bondad intrínseca y su aplicabilidad real. En el contexto más concreto de los Programas de Intervención Familiar en Protección a la Infancia, los objetivos concretos de la evaluación son: – Conocer la cantidad de familias y de niños/as con los que se está interviniendo. Se trata, en cierto sentido, de saber si el programa está siendo pertinente, en la medida que responde a una necesidad existente. Poder observar la cobertura de un Programa de Intervención Familiar a lo largo del tiempo, permite tener información sobre la evolución social del problema tratado y su detección, así como sobre el funcionamiento general de la Sección de Protección a la Infancia. – Conocer la problemática concreta de desprotección infantil y las características asociadas de las familias y los niños/as que están siendo tratados. Es importante tener datos para conocer si se está abordando la problemática para la que fue diseñado el programa. La efi142
cacia de un programa puede verse influida por el hecho de recibir un determinado porcentaje de familias con problemas para los que no se habían previsto una serie de recursos. – Conocer qué se hace en concreto con las familias y con los niños/as en los programas. Se trata de conocer el proceso de intervención, los recursos utilizados, la organización de los mismos, su distribución, etc. La intervención con familias maltratantes puede realizarse desde muy diferentes perspectivas teóricas, con mayor o menor profusión de recursos, y con diferentes fórmulas de organización de los mismos. Los resultados obtenidos por cada programa adquieren sentido únicamente a partir de una descripción de tales procesos. – Conocer cuáles son los resultados alcanzados con las familias y los niños/as en relación con los objetivos generales y específicos previstos por el programa.
OBJETIVO FUNDAMENTAL: TENER LA INFORMACIÓN SUFICIENTE PARA PODER MEJORAR DE MANERA CONTINUA EN ESTE TRABAJO, PROPORCIONANDO A CADA NIÑO/A LOS RECURSOS MÁS ADECUADOS A SUS NECESIDADES
7.1.3. Diseño y metodología de la evaluación de Programas Son muchos los textos escritos acerca de cuestiones metodológicas relativas a la evaluación de los programas de intervención psicosocial, y más en concreto, de los Programas de Intervención Familiar en Protección a la Infancia. Aquí se trata de clarificar algunas cuestiones relacionadas con las exigencias metodológicas. Desde un punto de vista de metodológico, para poder demostrar que los cambios experimentados en los sujetos son efecto del programa y sólo del programa, deben cumplirse una serie de condiciones que únicamente se dan en lo que se denomina un experimento. Dos de estas condiciones son: (1) 143
selección al azar, de entre un conjunto de sujetos con problemas similares, de un grupo de sujetos que va a recibir el tratamiento, y (2) aplicación de los mismos recursos del programa a todos los sujetos, manteniendo la máxima estabilidad y homogeneidad en dicha asignación. La primera condición implica la utilización de un Grupo Control de sujetos que no reciben el tratamiento y que son evaluados de la misma manera que el Grupo Experimental, que sí lo recibe. Unicamente si los cambios observados en el grupo experimental no se han observado en el grupo control se puede concluir que dichos cambios podrían deberse al programa. La segunda condición implica que todos los sujetos deben recibir el mismo tratamiento durante el tiempo que dure la intervención. Es evidente que, en el ámbito de la Protección a la Infancia y en otros muchos contextos de tratamiento, difícilmente se pueden cumplir ambas condiciones. No se puede, ni se debe, mantener a un niño/a en su familia o separado de ella sin darle a ésta la oportunidad de ser tratada, aunque sea con el objetivo, por otra parte positivo, de poder tener las máximas garantías de saber si los cambios experimentados en el grupo que recibe tratamiento se deben al mismo. Es, por otra parte, casi imposible, defender que todas las familias reciban los mismos recursos de manera homogénea. Cada familia, a pesar de presentar síntomas semejantes, tiene unas necesidades específicas y, por tanto, un proceso de tratamiento particular. En ausencia del método experimental como estrategia de diseño aplicable a este ámbito de trabajo, se opta por un diseño de evaluación que cumpla las siguientes condiciones: – Posibilidad de establecer una diferenciación de tipos de situaciones de desprotección infantil que permita una lectura diferenciada de los resultados obtenidos con cada una de ellas. – Extremo cuidado en el establecimiento de un «hilo conductor» que conecte (1) los objetivos del programa, (2) las variables comportamentales o actitudinales en que se traducen dichos objetivos, (3) una serie de indicadores que sean la expresión de que se han producido los cambios perseguidos en dichas variables, y (4) unos instrumentos o criterios que midan con validez y fiabilidad dichos indicadores. – Establecer un sistema de medición y valoración de dichos indicadores y variables en diferentes momentos de la intervención. Es imprescindible realizar una medición en el momento de inicio de la interven144
ción (evaluación pretratamiento) y otra en el momento de finalización de la intervención (evaluación postratamiento). Para poder compensar la ausencia de un grupo sin tratamiento y controlar, en cierta medida, el efecto del azar o de la evolución natural de las variables analizadas, se considera necesario establecer mediciones intermedias durante el proceso de intervención, que permitan realizar «Análisis de Tendencias», es decir, análisis de la evolución continuada de las medidas de las variables objeto de estudio. Se puede considerar pertinente realizar una aplicación de los instrumentos de medida con una periodicidad semestral. 7.2. LA EVALUACIÓN DEL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN FAMILIAR 7.2.1. Utilidad de la evaluación de los Programas de Intervención Familiar La evaluación de cualquier programa de intervención psicosocial requiere poner en marcha unos recursos humanos y materiales con los que se pueda recoger, almacenar y procesar una cierta cantidad de información de los casos tratados y de la propia intervención. Se requiere precisión metodológica en la recogida de datos, dedicar un determinado tiempo a organizar y compilar toda la información necesaria, y en algunas ocasiones se debe emplear tiempo en aplicar unos cuestionarios, etc. En definitiva, es evidente que realizar la evaluación de un programa supone un costo añadido al derivado de la actividad misma de intervención. Pero resulta imprescindible tener en cuenta que si la evaluación de un programa se realiza de manera adecuada, debe producir una serie de beneficios a los profesionales que ponen en marcha la intervención, que deben superar la inversión realizada. En este apartado se van a presentar, a modo de ejemplo, algunas de las aplicaciones prácticas más relevantes que pueden derivarse de la lectura e interpretación de los datos que se obtienen en el proceso de evaluación de los Programas de Intervención Familiar: 1. Conoceremos los resultados del programa en cuanto a su objetivo fundamental: ¿hasta qué punto estamos consiguiendo eliminar la necesidad de separación del niño del hogar o logramos su retorno?; ¿desaparecen las situaciones de maltrato o el riesgo de maltrato?, 145
¿queda la seguridad e integridad del niño/a garantizados, con sus necesidades básicas cubiertas? 2. Extraeremos información relevante sobre la capacidad de los recursos y del programa en sí mismo para alcanzar los objetivos deseados (1) con los diferentes tipos de desprotección y en función de su gravedad, (2) con los factores asociados a las mismas, y (3) con algunas características demográficas de las familias. Se puede reconocer, por ejemplo, la mayor o menor eficacia del programa con casos en los que exista un problema de alcoholismo en los padres, con casos de negligencia física, con madres adolescentes, o con familias monoparentales. Todo ello puede ayudar a que los profesionales del programa reflexionen sobre las medidas precisas para poder mejorar de manera continua los resultados con el conjunto y con cada uno de los casos tratados. 3. Los datos de la evaluación de un Programa de Intervención Familiar, recopilados a lo largo de un periodo de tiempo prolongado, permiten conocer la evolución de características relevantes de los niños/as y las familias que, a su vez, debería posibilitar una adaptación eficaz de los recursos a los citados cambios. La evaluación de programas proporciona datos fiables sobre: 3. • El aumento o disminución del número global de familias tratadas, que justificaría un aumento o disminución de los recursos necesarios. 3. • Los posibles cambios en los tipos de desprotección que se remiten al programa, que justificarían el mantenimiento, eliminación o implantación de determinados recursos necesarios para afrontar ciertos problemas. Dado que los recursos necesarios para los casos de negligencia física no son los mismos que para los casos de abuso sexual, una modificación relevante de la proporción entre estos dos tipos, indicaría la necesidad de modificar los recursos de los que se dota el programa. 3. • Los posibles cambios en la gravedad de los casos tratados, tanto desde el punto de vista de la sintomatología presente (daños para los niños/as) como de los factores asociados a las situaciones de maltrato. 146
4. Podremos conocer también la utilización diferencial de cada uno de los recursos del Programa. La flexibilidad e individualización de la utilización de los recursos debe ser una de las características básicas de los Programas de Intervención Familiar. Esto significa que cada familia debe recibir en cada momento los recursos que le son necesarios. La lectura e interpretación de los datos de la evaluación puede permitir conocer: 3. • Los diferentes grados de utilización los recursos con cada uno de los tipos de desprotección que se remiten al programa. 3. • La diferente utilización de los recursos con casos en los que aparecen diferentes factores asociados a la situación de desprotección infantil 3. • Las diferencias en la eficacia de los resultados obtenidos con los recursos aplicados según la tipología y los factores asociados. 3. • La medida en que determinados recursos no son utilizados por las familias, a pesar de que hayan sido asignados o planificados 5. Por último, obtendremos datos sobre el tiempo de intervención que se emplea con las familias tratadas. Se pueden detectar diferencias en el tiempo total de tratamiento en función del tipo de desprotección, del tipo de factores asociados, de ciertas características sociodemográficas de las familias, etc. La lectura de estos datos puede proporcionar información sobre las mayores o menores posibilidades de obtener resultados con determinadas familias, después de un determinado periodo de tiempo de intervención. 7.2.2. Información que se debe recoger para la evaluación del Programa La evaluación se realiza a partir de la recopilación, descripción, análisis e interpretación de cuatro bloques de datos: 1. Resultados 2. Recursos y actividades 3. Cobertura general del Programa 4. Características de los casos atendidos 147
Se han elaborado varios formularios para registrar la información necesaria (anexos III a VII). Con ellos se puede recoger tanto la información señalada en el apartado 4.1 de este Manual (sobre evolución del caso y objetivos de intervención), como los datos necesarios para evaluar el programa. Los tres primeros anexos se refieren a cada caso; los dos últimos al conjunto. En resumen, la información que deben cubrir los equipos sobre cada caso es la siguiente: • Cuando se inicia, después de la fase de observación: Informe Inicial (Anexo III) • Cada seis meses: Informe semestral (Anexo IV) • Cuando se termina la intervención: Informe de baja (Anexo V) Sobre todos los casos tratados se recogerá la información siguiente: • A final de mes: Estadillos sobre dedicación de tiempo a las familias y sobre situación de las familias (Anexo VI). • Al finalizar el año: Informe sobre Resultados y Gestión (Anexo VII). • El informe de Resultados se referirá sólo a los casos cerrados a lo largo del año, mientras que el de Gestión versará sobre todos los casos tratados en ese periodo.
Para el seguimiento de cada caso y para la evaluación de resultados basta con cumplimentar los formularios que se recogen en los Anexos de este Manual cuando corresponda, y remitirlos a la Sección de Protección a la Infancia.
A continuación se explica el porqué de los datos que se piden en esos anexos en cuanto a la evaluación del programa. 7.2.2.1. Evaluación de los resultados del PIF En este apartado se trata de registrar toda la información correspondiente a lo que habitualmente se suele entender como la parte esencial de la Evaluación de los Programas, es decir, la evaluación de sus resultados. Como ya se ha comentado, es preciso tener en cuenta que la evaluación de los resultados adquiere todo sus sentido en el contexto global de la Evaluación del Programa, y a la luz de los datos relativos a las características de los casos tratados y de los recursos asignados a los mismos. 148
Para poder completar este apartado de la evaluación es necesario hacer una referencia a la finalidad y los objetivos con los que se ha diseñado el propio PIF y los Subprogramas de Preservación Familiar y de Separación Provisional-Reunificación, que quedaron descritos en el apartado 2.2. de este Manual. 7.2.2.1.1. Evaluación de resultados con respecto a objetivos finales 1. Resultados en cuanto a objetivos finales. Se reflejará hasta qué punto se han logrado los objetivos finales del PIF, es decir, si se ha conseguido que los niños/as puedan vivir en su familia de origen en las condiciones adecuadas. Como es lógico, se registrará la información correspondiente en función de la pertenencia a uno u otro subprograma. Cada caso será clasificado en una de las categorías a partir de los cambios producidos en la situación global de la familia y de los objetivos alcanzados a lo largo de la intervención. SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN FAMILIAR – Objetivos alcanzados: Se ha preservado la integridad familiar; se ha evitado la separación del niño/a de su familia, y éste puede permanecer en el hogar con garantías de que su seguridad e integridad están salvaguardadas, y sus necesidades básicas están cubiertas de forma continuada. – Objetivos parciales suficientes: Se ha preservado la integridad familiar y se han producido cambios positivos notables, suficientes para garantizar el bienestar de los niños/as en la familia, pero requiere control de los Servicios Comunitarios. – Objetivos parciales insuficientes: Se han producido algunos de los cambios esperados, pero no se consideran suficientes para garantizar la seguridad y el bienestar de los niños en la familia. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios. – Objetivos no alcanzados: No se ha observado ninguna mejoría en la familia o los logros no son significativos. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación provisional. La familia pasa al Subprograma de Separación Provisional-Reunificación. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva. 149
SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN – Objetivos alcanzados: Se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar (se ha eliminado la necesidad de la separación), y el niño/a puede permanecer en el hogar con la garantía de que su seguridad e integridad están salvaguardadas, y sus necesidades básicas están cubiertas de forma continuada. – Objetivos parciales suficientes: Se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar y el niño/a puede permanecer en él; se han producido cambios positivos notables durante la intervención, suficientes para garantizar el bienestar de los niños, pero requiere control de los Servicios Comunitarios. – Objetivos parciales insuficientes: Se han producido algunos de los cambios esperados en la familia, pero no se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar. – Objetivos no alcanzados: No se ha observado ninguna mejoría en la familia o los logros no son significativos, y no se ha conseguido el retorno del niño al hogar. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva. 2. Tipología de desprotección: ¿se ha eliminado la situación de maltrato? Cada uno de los casos ha sido categorizado en función de una o varias «situaciones o comportamientos parentales que pueden derivar en un Desamparo o Riesgo de Desamparo» y que deberán ser eliminadas (mediante la participación en el Programa) para poder anular el riesgo de separación del niño/a de la familia. Se deberá registrar, a partir de la información que poseen los profesionales responsables de cada caso, si tal situación o comportamiento parental ha desaparecido o se sigue manteniendo tras el periodo correspondiente de tratamiento. 3. Situación de los niños. Interesa recoger también la situación de los niños al comienzo y al final de la intervención, es decir, con quién vive: hogar familiar, familia extensa (con o sin acogimiento), familia ajena (acogimiento o adopción), residencia, etc. Es éste otro indicador general sobre los resultados del Programa. 150
4. Razón de finalización de la intervención. La familia puede finalizar su participación en el Programa por diversas razones que deben de ser registradas en este apartado. Las posibilidades son las siguientes: (1) Porque la familia no acepta los recursos y abandona el programa. (2) Por decisión de los responsables institucionales de la Sección de Protección a la Infancia. (2) En esta segunda posibilidad, se deberá especificar si esta decisión se ha tomado por: (2) (2a) Cumplimiento del tiempo máximo establecido para la intervención; (2) (2b) Por falta de resultados con finalización antes del plazo de tiempo previsto; (2) (2c) Por la consecución de los objetivos previstos; (2) (2d) Porque las circunstancias familiares hacen innecesaria la intervención. (3) Por otras causas: (2) (3a) Por traslado; (2) (3b) Por fallecimiento del niño; (2) (3c) Por otros motivos, que se deberán especificar. 7.2.2.1.2. Evaluación de resultados con respecto a objetivos instrumentales 1. Factores asociados a la situación de maltrato. Se considera que cualquier situación de maltrato infantil o riesgo está determinada, provocada o mantenida de manera múltiple por una serie de factores individuales, psicosociales y culturales. No se pueden considerar dichos factores como causas de los malos tratos, ya que se desconoce si existe una relación de causa-efecto entre ellos. Sin embargo, se asume que estos factores predisponen a la aparición y mantenimiento de las situaciones de maltrato infantil. Cada uno de estos factores asociados sirve para describir de manera más precisa la problemática que se aborda por el PIF. Desde este punto de vista, sirven también para conocer la pertinencia de los recursos 151
que se ponen en marcha en cada programa. Por otra parte, en la medida en que los factores asociados se convierten en los objetivos del tratamiento con estas familias, ya que se parte de la hipótesis de que si se reduce o se elimina su presencia, se reducirá o desaparecerá la situación de maltrato a los niños/as, constituyen una parte esencial de la evaluación de los resultados del PIF. Los Factores Asociados más relevantes a evaluar por el PIF son los siguientes: 2(1) Ausencia de conciencia de problema: Uno o ambos padres no reconocen la existencia de la situación de desprotección o alto-riesgo en sus hijos. Se incluye también en esta categoría la falta de reconocimiento por parte de los padres de aquellos problemas cuya resolución es imprescindible para solventar la situación de desprotección (ejemplo: problemas de alcoholismo o toxicomanía). 2(2) Falta de motivación para el cambio: La actitud y el comportamiento del padre y/o la madre hacia la intervención reflejan su resistencia a la introducción de cambios en la situación familiar o, manifestando aparentemente una voluntad de cambio, no se implican activamente en la consecución del mismo. 2(3) Presencia de alcoholismo/otras toxicomanías: Uno o ambos padres presentan problemas de consumo abusivo o dependencia de alcohol, drogas o fármacos. 2(4) Problemas significativos en el bienestar psicológico: Uno o ambos padres sufren un problema mental lo suficientemente serio para imposibilitarles un funcionamiento mínimamente adaptado. Se incluyen también las familias en las que uno o ambos progenitores presentan dificultades menores a nivel psicológico que tiene implicaciones negativas en su capacidad para cumplir adecuadamente con las responsabilidades de su rol parental. 2(5) Desempleo: El padre o la madre carecen de un trabajo remunerado. 2(6) Problemas en la relación con la familia extensa: Existen problemas en las relaciones con la familia extensa (parientes consaguíneos y/o políticos) que interfieren de manera clara en el funcionamiento adecuado del núcleo familiar objeto de la intervención. 152
2(7) Aislamiento social: Uno o ambos padres no disponen de una red social que les permita mantener relaciones interpersonales positivas y estables y, en consecuencia, contar con figuras que les proporcionen el apoyo necesario (material, emocional e informacional). 2(8) Problemas en el manejo de la economía familiar: Existen dificultades notables respecto a la distribución adecuada de los recursos económicos de la familia. 2(9) Relación de pareja conflictiva: Se incluyen aquellas familias en las que existen problemas importantes en la relación conyugal que interfieren en el cumplimiento de los roles parentales. (10) Domicilio familiar en condiciones precarias: Se constata la presencia de serios déficit en la vivienda que significan un deterioro importante de sus condiciones de habitabilidad (casa en estado ruinoso, ausencia de baño, cocina, calefacción, agua caliente, etc). (11) Presencia de problemas de comportamiento en los niños/as: Uno o varios hijos presentan alteraciones emocionales y/o comportamentales que implican un deterioro significativo de su bienestar psicológico (problemas de ansiedad, depresión, problemas conductuales, etc.). (12) Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos (excluyendo la problemática específica del maltrato físico): Se constata un deterioro evidente de las relaciones entre padres e hijos, con repercusiones negativas notables en el entorno familiar general. (13) Asunción de roles parentales por parte de los hijos: Uno o varios de los hijos desempeñan, en mayor o menor grado, roles parentales, asumiendo funciones que, fuera de su competencia, implican un nivel de responsabilidad en el niño/a claramente inadecuado. (14) Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar: Los padres no adoptan medios precisos para posibilitar una adecuada planificación familiar. 153
Las variables del niño y de la familia más relevantes a evaluar por el PIF, que son las evaluadas a la vez por la sección de protección a la infancia son las siguientes (guía 2 de la variable 17 a la 78): a) Con respecto al niño Edad del niño/a y visibilidad por parte de la comunidad: Edad cronológica del niño y grado en que éste puede ser visto de manera continuada por personas que no conviven con él. Capacidad del niño para protegerse o cuidarse a sí mismo: Características de desarrollo del niño que le posibilitan o impiden salvaguardar su integridad ante circunstancias adversas del exterior y grado de dependencia hacia los adultos. Acceso del abusador al niño/a: Facilidad de acceso de la persona identificada como responsable del maltrato/abandono al niño como para causarle daño de manera activa o pasiva. Apego hijo-padres: Características de la vinculación afectiva temprana (relación de apego) establecida entre los padres y el niño durante los primeros años de vida de éste. Descripción de la manera en que se muestra afecto en la interacción padres-hijo y sucesos que han configurado o determinado el grado de apego existente entre ambos. Tipo de percepción que los padres manifiestan hacia su hijo. Estatus evolutivo físico del niño: Condición física del niño, nivel de desarrollo y posible existencia de necesidades médicas especiales. Presencia de enfermedades físicas crónicas y/o severas, déficits sensoriales o motores que ocasionan una restricción importante del funcionamiento normal del niño en las diferentes esferas de actividad (escolar, familiar, relaciones sociales,…) o existencia de otros problemas o condiciones físicas menos severos pero con impacto significativo en alguna o varias de las actividades habituales del niño; situación evolutiva del niño en relación a lo que sería esperable según su edad (talla, peso, vacunaciones, …); aspectos relacionados con la higine del niño (general y dental), regularidad y asistencia a las revisiones médicas rutinarias, etc. Estatus evolutivo cognitivo y emocional del niño: Existencia de posibles problemas en el desarrollo evolutivo del niño (retraso mental, retraso generalizado en el desarrollo, trastornos específicos del desarrollo –habla y lenguaje, lectura y escritura, habilitades psicomotoras–), el rendimiento académico 154
y nivel de aprendizaje, la adecuación de su conducta en el hogar y escuela (existencia de problemas comportamentales como, por ejemplo, desobediencia, fugas, conductas agresivas hacia objetos o personas, inasistencia a la escuela, hiperactividad, impulsividad, hurtos u otros comportamientos delictivos, consumo de sustancias tóxicas, etc.), la existencia de potenciales dificultades emocionales (baja autoestima, depresión, intentos/amenazas de suicidio, cambios bruscos en el estado de ánimo, preocupación desproporcionada en torno a una o varias situaciones, ansiedad o miedos irracionales, ...), problemas en los hábitos de sueño y alimentación, control de esfínteres, etc. Impacto de este problema en las actividades habituales del niño y la familia. Temperamento del niño y capacidad de respuesta hacia los padres: Calidad de la interacción existente entre el niño y su padre/madre/tutor y capacidad del niño para promover afecto y protección en éstos. Existencia de características comportamentales o temperamentales en el niño que hacen que éste no responda adecuadamente a las demostraciones de afecto o acercamiento de sus padres. Grado en que los padres son capaces de comprender y tolerar estos problemas. Relaciones sociales del niño: Grado en que el niño mantiene relaciones sociales con otros niños de su edad, estabilidad de tales relaciones, existencia de posibles problemas de aislamiento/rechazo, grado de control/conocimiento de los padres, posibles influencias negativas de las amistades del niño. b) Variable con respecto a la familia Cooperación de los padres/tutores con las indicaciones de los técnicos del servicio de protección a la infancia: Grado en que los padres/tutores aceptan las indicaciones y sugerencias de los técnicos del Servicio de Protección a la Infancia en relación al cuidado del niño. Características de la vivienda: Estabilidad de vivienda, apropiación del espacio disponible para las necesidades de la familia (hacinamiento, niños compartiendo cama con adultos, …), nivel de seguridad (cristales rotos, ventanas sin cierre, balcones sin protección, fuentes de calor al alcance de los niños, …), higiene (posibles focos de infección, desperdicios visibles, …), existencia y estado de los servicios y equipamientos básicos (cocina dotada de electrodomésticos esenciales, baño equipado, agua caliente, calefacción, electricidad o gas), existencia y condiciones del mobiliario esencial (camas, sillas, mesas, armarios, etc.). 155
Capacidades de los padres/cuidadores asociadas a la edad: Edad del cuidador principal. Existencia, en caso de ser adolescente, de otros adultos que te apoyen positivamente en el cuidado del niño. Historia de crianza de los padres/cuidadores: Percepción de los padres acerca de la calidad de la relación que mantuvieron con sus propios padres, existencia de figuras adultas positivas de apego durante la niñez y adolescencia, experimentación de situaciones de desprotección infantil (maltrato y/o abandono físico, maltrato/abandono emocional, abuso sexual, explotación laboral, etc.). Historia parental relacionada con situaciones de violencia o conductas antisociales: Conocimiento de que el padre/madre/tutor ha ejercido violencia o agresión contra otros (niños o adultos). Intensidad de dichos incidentes y consecuencia de ello en el cuidado y atención recibido por el niño. Existencia de situaciones de violencia en la familia y nivel de reconocimiento de su existencia. Salud y bienestar físico de los padres/cuidadores: Presencia de deficiencias, hándicaps o enfermedades de origen y manifestación fundamentalmente física que pudieran limitar el funcionamiento normal de los padres y, especialmente, la ejecución adecuada de su rol parental. Se incluyen problemas o manifestaciones somáticas derivadas de un posible abuso de sustancias tóxicas como el alcohol u otras drogas. Existencia de seguimiento médico del problema. Salud mental, nivel intelectual, funcionamiento psicológico de los padres/cuidadores: Aspectos del estatus y bienestar psicológico de los padres que pueden afectar, condicionar o limitar significativamente su funcionamiento adaptativo en las diferentes esferas de actividad (trabajo, relaciones sociales, relaciones familiares, …) y, sobre todo, en el desempeño del rol parental. Existencia de problemas psicológicos importantes y/o patologías psíquicas o psicosociales severas (retraso mental importante, trastornos psicóticos, depresión mayor, alteraciones graves de la personalidad, alcoholismo u otros tipos de drogadicción, conducta criminal/delincuencia, etc.). Características del funcionamiento psicológico general del sujeto: capacidad de juicio y razonamiento, madurez mental, habilidades de enfrentamiento y resolución de problemas, reacciones habituales ante el estrés, nivel de tolerancia a la frustracción, estabilidad y madurez emocional, nivel de control de los impulsos, autoestima, capacidad para mantener relaciones adultas, pasividad, etc. 156
Toxicomanías en los padres/cuidadores: Existencia de dependencia física y/o psicológica de los padres/tutores de alguna sustancia (alcohol, droga o fármacos) de manera que la intoxicación que padece le hace incapaz de cuidar y proteger al niño. Disponibilidad/accesibilidad de los servicios de apoyo: Determinación de si existen en la comunidad los servicios requeridos por la familia, y si dichos servicios están disponibles y accesibles para ésta. Creencias y expectativas parentales hacia el niño/a: Grado en que los padres mantienen unas expectativas adecuadas en relación a las capacidades (físicas, intelectuales, responsabilidades que puede asumir, etc.) y necesidades (cuidado y atención, estimulación, dependencia/autonomía, etc.) del niño en función de la edad en la que se encuentra. Existencia de creencias culturales, étnicas, religiosas, etc. que formulan expectativas inadecuadas o irracionales respecto al cuidado y atención del niño. Creencias y prácticas de disciplina por parte de los padres/cuidadores: Características de la disciplina utilizada por los padres y nivel de adecuación de la misma: utilización del castigo físico, consistencia, inexistencia de disciplina. Relación de pareja: Estabilidad de la relación, reparto del poder en la misma, conflictos habituales y forma de resolverlos, existencia de problemas de violencia, vinculación emocional en la pareja, grado en que las necesidades afectivas de cada uno son cubiertas por el otro. Grado en que las dificultades de la relación de pareja afectan o interfieren en la capacidad de los padres para atender, cuidar y proteger al niño. Utilización del niño en los conflictos conyugales. Relaciones sociales de los padres/cuidadores: Existencia o no de personas con las que los padres mantienen relaciones de cercanía y apoyo mutuo (vecinos, amistades, compañeros de trabajo, etc.), grado de aislamiento social de los padres, conflictividad significativa en las relaciones sociales, estabilidad de las relaciones de amistad, disponibilidad que los vecinos, amigos, etc. tienen para ayudar a los padres en momentos de crisis, tipo de ayuda que pueden prestarles, etc. Grado en que las dificultades en este área afectan al bienestar de los padres y a su capacidad para atender a los niños de manera adecuada. Presencia de un compañero o padre/madre sustituto/a: Grado en que la presencia de un/a compañero/a del cuidador principal afecta al cuidado recibido por el niño. 157
Existencia de suficientes factores de control/protectores en relación al niño/a: Presencia de condiciones/circunstancias en el niño y su entorno que funcionan como factores de control de la conducta del abusador y/o factores de protección hacia el niño, reduciendo muy significativamente o eliminando el riesgo de que el niño vuelva a ser objeto de maltrato/abandono y, en consecuencia, permitiendo que pueda permanecer en el hogar familiar sin riesgo para su seguridad y bienestar, no siendo necesaria la separación. Entre los factores de control/protectores más relevantes pueden señalarse: (a) la edad del niño y su visibilidad por parte de la comunidad, (b) la capacidad del niño para protegerse o cuidarse a sí mismo, y (c) la presencia de un adulto en el entorno del niño capaz de protegerle eficazmente del abusador y satisfacer de manera adecuada sus necesidades básicas. Relación padres-hijo/a: Grado en que los padres se muestran competentes en estimular y prestar atención al niño en función de las necesidades de éste según su nivel evolutivo. Provisión por parte de los padres de un entorno de atención y estimulación (física y emocional) apropiado a lo que requiere el niño. Relaciones entre hermanos: Comunicación existente entre los hermanos, existencia de conflictos, victimización de algún hermano por otro mayor, grado en que la relación fraternal supone una fuente de apoyo o estrés para los niños implicados en la misma. Relaciones con la familia extensa: Relaciones de los padres con miembros de la familia extensa que puedan influir de manera significativa en la dinámica de la familia y, en particular, en el bienestar de los niños. Nivel de contacto/influencia que la familia extensa ejerce en la familia del niño, grado en que la familia extensa supone una fuente de apoyo/conflicto, tipo de ayuda que pudiera prestar (cuidado de los niños, ayuda económica, …), existencia de rivalidad intensa entre las familias extensas de ambos progenitores. Sucesos/condiciones estresantes en la familia durante el último año: Existencia de sucesos/situaciones en la familia que obstaculizan o interrumpen los roles y actividades habituales de la familia (ejemplos: muerte del cónyuge o familiar cercano; separación, divorcio, matrimonio o reconciliación; retorno/partida del hogar de uno o varios miembros de la familia; embarazo o nacimiento reciente; estilo de vida caótico o conflicto familiar continuo (p. ej., período en la cárcel, peleas crónicas, condenas repetidas); enfermedad/lesión física o psíquica importante o crónica en algún miembro 158
de la familia; jubilación o pérdida de trabajo; situación prolongada de desempleo; cambio significativo en las rutinas en un espacio de tiempo relativamente corto; pérdida importante o moderada de ingresos económicos). Gravedad de tales sucesos e impacto que éstos tienen sobre el funcionamiento de la familia y, en particular, sobre la capacidad de los padres para desempeñar adecuadamente su rol parental. Historia de contacto de la familia con los servicios sociales: Existencia de contactos previos de la familia con los Servicios Sociales y de intervenciones de estos servicios a causa de situaciones de desprotección infantil. Grado de aceptación/rechazo de los padres de la ayuda proporcionada. Reconocimiento por parte de los padres/cuidadores de la/s situación/es de desprotección infantil: Grado en que los padres reconocen la situación de desprotrección del niño y sus repercusiones en el niño, y asumen responsabilidad en la misma. Motivación de los padres/cuidadores para el cambio y para aceptar ayuda: Grado en que los padres muestran disposición y deseo de cambiar la situación familiar, y colaborar con los Servicios Sociales y aceptar su ayuda para su resolución. Situación económica de la familia: Regularidad de los ingresos económicos familiares, existencia de deudas. Grado en que tales ingresos permiten cubrir las necesidades básicas de la familia. Manejo de la economía familiar (existencia o no de problemas para establecer prioridades de gasto). Nivel de autonomía de la familia en este sentido. c) Necesidades específicas del niño – Retraso escolar superior a un año. – Discapacidad física, psíquica o sensorial. – Toxicomanías. – Psicosis. – Delincuencia. – Problemas de conducta social. – Prostitución. – Fugas del hogar o del acogimiento. – Trastorno emocional. – Dificultades en el control de esfínteres. 159
d) Necesidades específicas de la familia – – – – – – – – – – – –
Dificultades en la gestión económica del hogar. Dificultades en la organización de la vida cotidiana del hogar. Horario laboral de los adultos incompatible con la atención al niño. Desempleo. Temporero. Mendicidad. Prostitución. Conducta antisocial. En prisión. Fallecido. Deficiencia mental. Oposición intensa y/o violenta de los adultos a la intervención del servicio de protección a la infancia.
En la evaluación de los resultados, se trata de registrar la información referida a los cambios producidos en las variables relevantes presentes en cada caso, que hayan sido consideradas objetivo de tratamiento. 2. Evaluación de tipo estandarizado. La evaluación de los resultados del PIF se realiza también a través de los instrumentos estandarizados que se detallan en el capítulo VI de este Manual: (1) Escala de observación completada por el profesional en contacto directo con la familia y que la conoce suficientemente (Escalas de Bienestar Infantil –CWBS–). (2) Cuestionario de autoinforme que cumplimenta el padre y/o la madre participante en el Programa (Inventario de Potencial de Maltrato Infantil –CAP–). (3) Listado de problemas de conducta del niño/a completado por el profesor-tutor (Versión para Maestros del Inventario de Problemas de Conducta del Niño –TRF–). En concreto, se utilizan estos instrumentos para alcanzar cuatro objetivos principales: 160
a) Completar la información recogida de las familias. Los instrumentos seleccionados permiten obtener información que, además de estar estandarizada desde el punto de vista estadístico, proporciona la posibilidad de ser analizada e interpretada clínicamente. b) Contrastar ambos tipos de información, de manera que pueda comprobarse si existe o no coincidencia entre los datos que provienen del conocimiento que los profesionales del PIF tienen de la familia, con la información extraída a partir del cuestionario de autoinforme, las escalas de observación y el informe del maestro/tutor. c) Conseguir una serie de datos que puedan ser comparables para todas las familias y sujetos participantes en el Programa. Se trata de conseguir, además, que estos datos puedan ser comparados con los obtenidos por otros sujetos o familias participantes en otros programas similares realizados en otros ámbitos nacionales o internacionales. Se deben seleccionar, por ello, instrumentos que están siendo utilizados en otros programas. d) Obtener datos de las familias y los sujetos participantes en el Programa que provengan de fuentes de información diversas y a partir de instrumentos de diferente formato. 7.2.2.2. Evaluación de los recursos y actividades del PIF Para conocer los recursos que se han asignado al conjunto de los casos y la utilización que se ha hecho de cada uno de ellos, en el Informe de Resultados (Anexo VII.A.3) se resumirá la información recogida para todos los casos cerrados en los correspondientes informes de baja (Anexo V). Se registrarán los siguientes datos: a) Tiempo de intervención total: Tiempo transcurrido desde que la familia es remitida al PIF y se inicia la intervención, hasta que dicha familia finaliza el tratamiento, sea cual sea la razón de dicha finalización. (Anexo V). b) Recursos asignados por el propio PIF: Recursos que cada familia ha recibido a lo largo de su participación en el Programa y que forman parte del propio PIF. Se recogen durante la intervención y deben quedar reflejados en el Anexo V (Informe final) y en el Anexo VI (Estadillos mensuales de dedicación de tiempo de los técnicos del equipo a cada familia). 161
b) Dado que los recursos esenciales con los que cuentan los diferentes subprogramas asignados al PIF son (1) los Educadores Familiares, (2) los Psicólogos, y (3) los Voluntarios, se describen a continuación los datos requeridos de cada uno de ellos. También se describen los datos que deben recogerse de la atención psicoterapéutica, para aquellos Programas que cuenten con este recurso. b) Educador Familiar. de manera que se pueda obtener la siguiente información en cada uno de los casos que reciban este tipo de recurso: b) • Número total de horas de atención directa a la familia b) • Número total de horas dedicadas a otras actividades (coordinación con otros profesionales, informes o coordinación con la Sección, supervisión dentro del programa, etc.) b) • Fechas de Inicio y Finalización de la actividad de los voluntarios: …………… - ………… b) Psicólogo. Se deberán registrar los datos que se presentan en el Anexo V: b) • Número total de horas de atención directa a la familia b) • Número total de horas dedicadas a otras actividades (coordinación con otros profesionales, informes o coordinación con la Sección, supervisión dentro del programa, etc.) b) Atención Psicoterapéutica. En los casos en que el psicólogo del PIF realice una actividad psicoterapéutica con la familia en su conjunto, con algunos de los subsistemas familiares o alguno de sus miembros de manera individual, se deberá registrar de manera específica este recurso. Se deberán registrar los datos que se presentan en el Anexo V: b) • Número total de sesiones de psicoterapia y duración realizadas con la familia o cualquiera de sus miembros. Se deberá especificar el número de sesiones de terapia de familia, terapia de pareja, terapia individual para el padre o la madre, y terapia para los hijos/as. b) Voluntarios. Se deberá registrar la información que se presenta en el Anexo V: b) • Actividad realizada b) • Número total de horas dedicadas a la familia 162
c) Otros recursos externos al PIF y asignados a la familia o a cualquiera de sus miembros. En este apartado se trata de registrar la utilización por parte de la familia de recursos públicos o privados externos al propio PIF. Para cada uno de estos recursos, se registrará únicamente la fecha de inicio y de finalización de su utilización. Los recursos externos que se registran son los siguientes: b) • Centro de Día b) • Centro de Salud Mental (de adultos o infantil). Se registrará la asignación a la madre, al padre, a alguno de los hijos/as, a la pareja o a la familia en su conjunto. b) • Equipo Multiprofesional del M.E.C. b) • Servicio de tratamiento de alcoholismo b) • Servicio de tratamiento de otras toxicomanías b) • Grupos y asociaciones de Tiempo Libre b) • Escuela de Padres b) • Recursos de apoyo extraescolar (clases particulares, grupos de apoyo de tiempo libre, etc.) b) • Unidad de Intervención Educativa b) • Otros recursos de los Servicios Sociales b) • Otros recursos aplicados 7.2.2.3. Cobertura general del Programa Se trata de conocer el impacto del Programa en el conjunto de las necesidades de la Protección a la Infancia. Se concreta en conocer las siguientes cuestiones: a) Número total de familias y niños/as atendidos por subprograma; altas y bajas. Incluye el número de familias y niños/as que han recibido algún tipo de recurso. Se señalan también los que han sido dados de alta y/o de baja a lo largo del año. Se registra en el Informe de Gestión (Anexo VII.B), que recoge los datos sobre todas las familias tratadas a lo largo del año. 163
b) Número de familias que han sido dadas de baja en el PIF. Este dato se refiere únicamente a aquellas familias que han finalizado su participación en el Programa a lo largo del año. Se desglosa en los casos que han «abandonado» el PIF por su propia voluntad y los casos en los que se ha dado por finalizada la participación por parte de los responsables institucionales de la Sección de Protección a la Infancia. Esta información se registrará en el Informe de Resultados (Anexo VII.A), que recoge los datos referidos a los casos en los que la intervención se ha cerrado. c) Situación de los niños/as del Subprograma de Separación Provisional-Reunificación: los niños/as pueden encontrarse fuera de su hogar, en muy diferentes situaciones: (1) en familia extensa sin acogimiento, (2) en acogimiento en familia extensa, (3) en acogimiento en familia ajena, o (4) en acogimiento residencial. Se trata en este apartado de reflejar cada una de estas situaciones posibles. d) Antigüedad del caso en los Servicios Sociales. Se trata de conocer la fecha en la que la familia fue conocida por primera vez (y por tanto registrada en los archivos) por los Servicios Sociales de cualquier provincia de la Comunidad Autónoma de Castilla y León o de otra Comunidad Autónoma, en su caso. En este dato, se reflejará la razón por la que se abrió expediente a la familia. El objetivo de esta información es poder valorar la permanencia previa de cada caso y del conjunto de los mismos en los Servicios Sociales, y a partir de ello, poder valorar la estabilidad, la cronicidad, y en cierta forma, la severidad de la problemática de los casos tratados. Se puede plantear la hipótesis de que el tiempo transcurrido desde la detección del caso en los Servicios Sociales y el inicio de la intervención del PIF puede tener alguna relación con los resultados obtenidos con dicha intervención. e) Antigüedad del caso en la Sección de Protección a la Infancia. Se trata de conocer el tiempo transcurrido desde que se abrió un expediente para la familia en los archivos de las Gerencias Territoriales de Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Castilla y León (o en su caso, de otra Comunidad Autónoma del Estado Español). Se reflejará la fecha del primer expediente abierto a cualquiera de los hijos/as de la familia que participa en el PIF. Se puede plantear la hipótesis de que (1) el tiempo transcurrido desde la aparición del caso 164
en los Servicios Sociales y la apertura del primer expediente en la Gerencia Territorial, y (2) el tiempo transcurrido desde dicha apertura de expediente y el inicio de la intervención del PIF, pueden tener alguna relación con los resultados obtenidos en el PIF. 7.2.2.4. Características de los casos atendidos En este apartado se trata de recoger un tipo de información con la que se intenta obtener tres objetivos principales: 1. Poder realizar una descripción pormenorizada de la problemática abordada por el Programa. 2. Conocer en qué medida se está interviniendo y tratando a los casos para los que el PIF había sido creado y diseñado. Por muy diversas razones, a lo largo de la vida de un programa, pueden producirse modificaciones de las características de los casos que se remiten al mismo. Los resultados obtenidos con los recursos del programa pueden verse modificados por razón de la evolución de dichas características. 3. Conocer la severidad y la dificultad de los casos tratados. Los recursos utilizados por un programa y la planificación de los mismos (tiempo de intervención, intensidad de las actividades, etc.) y los resultados obtenidos pueden tener relación con algunas características que expresen la severidad de la problemática abordada. 3. La información que se recogerá en relación con este apartado de la Evaluación es la siguiente: 3. a) Cumplimiento de los Criterios de Inclusión en el PIF. En el apartado 2.1. de este Manual se describen cuatro criterios de inclusión de familias en el PIF. Resulta importante poder reflejar el porcentaje de casos en los que se cumplen todos o algunos de los cuatro criterios. Para ello se recogerá la siguiente información: 3. a) – Si el caso ha sido remitido porque se ha valorado que hay posibilidades de que se corrija el comportamiento maltratante o negligente, que hay posibilidades de que los padres puedan resolver los problemas que les impiden o limitan para atender adecuadamente a los hijos/as y/o porque se valora que hay que proporcionar a los padres todos los apoyos posibles para lograr 165
su rehabilitación antes de proponer una medida de separación definitiva. 3. a) – Si en la familia hay al menos una figura adulta con una mínima capacidad para ejercer responsabilidades parentales. 3. a) – Si los adultos sobre los que se va a centrar la intervención han sido informados previamente y de manera clara por parte de los técnicos del Servicio Territorial de los motivos de su intervención y de los objetivos del Programa, y si estos adultos han aceptado mediante acuerdo escrito la participación en el Programa. 3. a) – Si no existe ningún otro factor que haga inviable o inadecuado proporcionar tratamiento a la familia a través del PIF. b) Los Tipos de las situaciones o comportamientos parentales que pueden derivar en un Desamparo o Riesgo de Desamparo. La tipología se explica en el apartado 2.1. de este Manual; para valorar la gravedad de la situación deben emplearse los criterios que se recogen en el Anexo I. c) Factores Asociados a la situación o comportamiento parental que deriva en Desamparo o Riesgo de Desamparo. En el apartado 7.2.2.1.2. de este capítulo se han descrito cada uno de los denominados Factores Asociados que son objeto de evaluación. En la descripción de las características de las familias atendidas, se debe reflejar la presencia o ausencia de cada uno de dichos factores asociados al inicio de la participación de dicha familia en el Programa. d) Características sociodemográficas de las familias objeto de intervención. Por último, resulta importante realizar una descripción de algunas de las variables de tipo social, económico, cultural y demográfico de las familias que son objeto de intervención por parte del PIF. Se recogerán las siguientes variables sociodemográficas, siguiendo la descripción que se detalla en el Anexo III: d) – Edad de las madres y de los padres d) – Estado civil de las familias d) – Nivel cultural de las madres y de los padres d) – Profesión de las madres y de los padres 166
d) – Situación laboral de las madres y de los padres d) – Ingresos familiares d) – Número de hijos/as d) – Edad de los niños/as d) – Sexo de los niños/as d) – Escolarización de los niños/as d) – Procedencia de las familias d) – Lugar de residencia de las familias d) El análisis derivado de la descripción de este conjunto de variables puede permitir a los responsables y profesionales del PIF: d) – Conocer si la población de familias atendidas pertenece a uno o varios subgrupos sociológicos. Se pueden analizar las posibles diferencias entre programas puestos en marcha en diferentes provincias y comarcas. d) – Conocer a lo largo de los años de implantación del PIF, si se están produciendo cambios sociodemográficos en las características de los casos. Estos cambios pueden relacionarse, por ejemplo, con una modificación de los tipos remitidos, con una mayor o menor presencia de casos relacionados con la marginación, etc. Algunas variables sociodemográficas pueden ser indicadoras de la antigüedad o la cronicidad de las situaciones de desprotección, como, por ejemplo, la edad de los padres y el número de hijos. d) – Conocer algunas características que condicionan los recursos y las actividades del PIF. El nivel educativo, el estado civil, la profesión y situación laboral de los padres, así como la situación económica de las familias, son aspectos que condicionan dichos recursos y actividades. d) Conocer este tipo de características de las familias objeto de intervención puede permitir elaborar objetivos relacionados con la prevención primaria y secundaria de situaciones de maltrato infantil.
167
anexo I
Definición de maltrato infantil y sus diferentes manifestaciones
Bajo el término genérico de Maltrato infantil se engloban diversos tipos de situaciones, diferentes en su detección, etiología, tratamiento y prevención. Todas ellas no obstante, tienen varias características comunes: • Constituyen la manifestación y resultado de un conjunto de problemas que afectan al bienestar psicológico de los padres/tutores, y su entorno presente y pasado. • Afectan negativamente a la salud física y/o psíquica del niño/a y comprometen su adecuado desarrollo. • Sus efectos negativos aumentan en intensidad a medida que la situación se cronifica o es más severa. La siguiente tipología describe las doce situaciones que habitualmente se identifican como desamparo: 1. Maltrato físico. 2. Maltrato psíquico (emocional). 3. Negligencia física. 4. Negligencia psíquica (emocional). 5. Abuso sexual. 6. Explotación sexual. 7. Explotación laboral. 8. Inducción a la delincuencia. 9. Modelo de vida en el hogar inadecuado para el niño. 171
10. Imposible cumplimiento de la obligación parental. 11. Abandono. 12. Renuncia. A continuación se presenta la definición de cada una de estas situaciones. 1. MALTRATO FÍSICO «Cualquier acción no accidental por parte de los padres/tutores que provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo». Indicadores físicos en el niño: 1. Magulladuras o moratones en el rostro, labios o boca, en zonas extensas del torso, la espalda, nalgas o muslos; en diferentes fases de cicatrización o con formas no normales, agrupados o con formas o marcas del objeto con el que ha sido producida la agresión. 2. Quemaduras con formas definidas de objetos concretos o de cigarrillos o puros, o con indicadores de haber sido realizadas por inmersión en agua caliente. 3. Fracturas de nariz o mandíbula o en espiral de los huesos largos. 4. Torceduras o dislocaciones. 5. Heridas o raspaduras en la boca, labios, encías y ojos o en la parte posterior de los brazos, piernas o torso. 6. Señales de mordeduras humanas, claramente realizadas por un adulto y reiteradas. 7. Cortes o pinchazos. 8. Lesiones internas, fracturas de cráneo, daños cerebrales, hematomas subdurales, asfixia y ahogamiento. Para identificar la presencia de maltrato físico ha de cumplirse al menos uno de los siguientes requisitos: 172
a. Como mínimo en una ocasión se ha detectado la presencia de al menos uno de los Indicadores. Las lesiones físicas no son «normales» en el rango de lo previsible en un niño de su edad y características (bien por su mayor frecuencia o intensidad, por ser lesiones aparentemente inexplicables o no acordes con las explicaciones dadas por el niño y/o los padres, etc.). b. No se ha percibido claramente ninguno de los indicadores señalados, pero hay un conocimiento certero de que el niño ha padecido alguna de las lesiones físicas indicadas como resultado de la actuación de sus padres/tutores. c. No existen lesiones físicas, pero hay un conocimiento certero de que los padres/tutores utilizan un castigo corporal excesivo o palizas hacia el menor. Para que estos dos tipos de acciones sean calificadas como maltrato físico, deberían estar presentes los siguientes factores: c. • La intensidad de la reacción del padre/madre no se corresponde con la gravedad del comportamiento del niño. O la disciplina administrada no es apropiada o no está en concordancia con los intereses del niño en función de su edad o nivel de desarrollo. c. • Parece que el padre/madre no controló su reacción cesando el castigo. c. • Además de lo anterior, el niño presenta una reacción de tensión emocional no justificada. 2. MALTRATO PSÍQUICO (EMOCIONAL) «Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar.» Tipos de conductas que comprende: 1. Rechazo. En general, implica conductas de los padres/tutores que comunican o constituyen abandono. 173
1. • Cero a dos años: Rechazo activo por parte del padre/madre a aceptar las iniciativas primarias de apego del niño, a las iniciativas espontáneas de éste, y a las respuestas naturales/normales al contacto humano. Rechazo a la formación de una relación primaria de apego con el niño. 1. • Cero a cuatro años: Exclusión activa del niño de las actividades familiares. 1. • Edad escolar: Transmisión constante al niño de una valoración negativa de sí mismo. 1. • Adolescencia: Rechazo a aceptar los cambios en el rol social esperados en el joven (es decir, evolucionar hacia una mayor autonomía y autodeterminación). 2. Aterrorizar: Se refiere a situaciones en las que se amenaza al niño con un castigo extremo o con uno vago pero siniestro, que intentan crear en él un miedo intenso. También se puede aterrorizar al niño creando hacia él unas expectativas inalcanzables con amenaza de castigo por no alcanzarlas. 1. • Cero a dos años: Ruptura consistente y deliberada de la tolerancia del niño a los cambios y a los nuevos estímulos. 1. • Dos a cuatro años: Utilización de gestos y palabras exagerados que pretenden intimidar, amenazar o castigar al niño. 1. • Edad escolar: Exigencia al niño de respuesta a demandas contradictorias de los padres/tutores. 1. • Adolescencia: Amenaza al joven de exponerle a la humillación pública. 3. Aislamiento. Se refiere a privar al niño de las oportunidades para establecer relaciones sociales. 1. • Cero a dos años: Negación al niño de la posibilidad de interactuar de manera continuada con los padres u otros adultos. 1. • Dos a cuatro años: El padre/madre enseña al niño a evitar cualquier contacto social que no sea con él. 174
1. • Edad escolar: Evitación activa de que el niño mantenga relaciones normales con sus compañeros. 1. • Adolescencia: Evitación activa de que el joven participe en actividades organizadas e informales fuera del hogar. 4. Violencia doméstica extrema y/o crónica: Se producen de manera permanente situaciones de violencia física y/o verbal intensa entre los padres en presencia del niño. 1. Para poder definir la existencia de maltrato psíquico/emocional, (a) debe presentarse al menos en una de las situaciones anteriores de manera reiterada y/o continua, y (b) la presencia de tal/es indicador/es ha de ser claramente perceptible. 3. NEGLIGENCIA FÍSICA «Las necesidades físicas básicas del menor (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados médicos) no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño.» Indicadores en el niño: 1. Alimentación: No se le proporciona la alimentación adecuada. Está hambriento. 2. Vestido: Vestuario inadecuado al tiempo atmosférico. El niño no va bien protegido del frío. 3. Higiene: Constantemente sucio, escasa higiene corporal. 4. Cuidados médicos: Ausencia o retraso importante en la atención médica de los problemas físicos o enfermedades necesidades. Ausencia de cuidados médicos rutinarios. 5. Supervisión: El niño pasa largos períodos de tiempo sin la supervisión y vigilancia de un adulto. Se producen repetidos accidentes domésticos claramente debidos a negligencia por parte de los padres/cuidadores del niño. 175
6. Condiciones higiénicas y de seguridad del hogar que son peligrosas para la salud y seguridad del menor. 7. Área educativa: Inasistencia injustificada y repetida a la escuela. 1. Para poder definir la existencia de negligencia física, debe presentarse uno o varios de los indicadores de manera reiterada y/o continua. 4. NEGLIGENCIA PSÍQUICA (EMOCIONAL) «Falta persistente de respuesta a señales, expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño, y falta de iniciativa de interacción y contacto, por parte de una figura adulta estable.» Tipos de conductas que comprende: 1. Ignorar. Se refiere a aquellas situaciones en las que hay una ausencia total de disponibilidad de los padres hacia el niño, y cuando éstos se muestran inaccesibles e incapaces de responder a cualquier conducta del menor. 1. • Cero a dos años: No provisión de respuesta a las conductas sociales espontáneas del niño. 1. • Dos a cuatro años: Frialdad y falta de afecto en el tratamiento del padre/madre al niño, no participación en las actividades diarias del menor. 1. • Edad escolar: Fracaso en proteger al niño de las amenazas externas o en intervenir en favor de éste aun sabiendo que necesita ayuda. 1. • Adolescencia: Renuncia por parte de los padres al rol parental y ausencia total de interés por el joven. 2. Rechazo de atención psicológica: Rechazo de los padres/tutores a iniciar un tratamiento de algún problema emocional o conductual del niño, existiendo acceso a un recurso de tratamiento que ha sido recomendado por profesionales competentes. 176
3. Retraso en la atención psicológica: Los padres/tutores no proporcionan o buscan ayuda psicológica para resolver una alteración emocional o conductual del niño ante una circunstancia extrema en la que es evidente la necesidad de ayuda profesional (p. ej., depresión severa, intento de suicidio). 1. Para poder definir la existencia de negligencia psíquica/emocional, (a) debe presentarse al menos una de las situaciones anteriores de manera reiterada y/o continua, y (b) su presencia a de ser claramente perceptible. 5. ABUSO SEXUAL «Cualquier clase de contacto sexual de un adulto con un menor, donde el primero posee una posición de poder o autoridad sobre el niño.» El menor puede ser utilizado para la realización de actos sexuales o como objeto de estimulación sexual. Tipos de conductas que comprende: a) En función de la relación entre la víctima y el abusador: a) 1. Incesto: Contacto físico sexual protagonizado por una persona que mantiene una relación de consanguineidad lineal con el menor (padre, madre, abuelo, abuela) o por un hermano, tío o sobrino. También se incluye el caso en que el adulto esté cubriendo de manera estable el rol parental (por ejemplo, padres adoptivos, padrastro/madrastra). a) 2. Violación: Contacto físico sexual protagonizado por cualquier persona adulta no incluida en el apartado anterior. b) En función de tipo de contacto sexual: a) 1. Abuso sexual sin contacto físico: Por ejemplo exhibicionismo, solicitudes al niño de implicarse en una actividad sexual sin contacto físico, enseñar y/o hablar con el niño acerca de material pornográfico. a) 2. Abuso sexual con contacto físico: Por ejemplo tocar y acariciar los genitales del niño, coito, intentos de penetración vaginal, oral y/o anal. 177
6. EXPLOTACIÓN SEXUAL «Utilización del niño en la prostitución o en la realización de pornografía con el fin de obtener un beneficio, sea económico, equivalente o de otra índole, por parte del padre/tutor.»
7. EXPLOTACIÓN LABORAL «Los padres/tutores asignan al niño con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que: (a) exceden los límites de lo habitual, (b) deberían ser realizados por adultos, (c) interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales y/o escolares de niño, y (d) son asignados al menor con el objetivo fundamental de obtener un beneficio económico o similar para los padres o la estructura familiar.»
8. INTRODUCCIÓN A LA DELINCUENCIA «Los padres facilitan y refuerzan pautas de conducta antisocial o desviadas (especialmente en el área de agresividad, sexualidad y drogas) que impiden el normal desarrollo e integración social del menor. También incluye situaciones en las que los padres utilizan al niño para la realización de acciones delictivas (por ejemplo, transporte de drogas, hurtos).»
9. MODELO DE VIDA EN EL HOGAR INADECUADO PARA EL NIÑO «El hogar en el que vive el niño constituye un modelo de vida inadecuado para su normal desarrollo, por contener pautas asociales o autodestructivas.» Tipos de conductas que comprende: 1. Las conductas que pueden incluir un modelo inadecuado para el niño pueden incluir: Conductas delictivas, particularmente las que causan daño a los demás, el tráfico de drogas, el consumo de drogas, y comportamientos autodestructivos. 178
2. Para poder definir la existencia de modelo de vida inadecuado para el niño: 2. a) Debe presentarse al menos una de las situaciones anteriores de manera reiterada y/o continua. 2. b) Su presencia ha de ser claramente perceptible. 2. c) El modelo inadecuado debe de ser claramente perceptible por el niño en su interacción cotidiana. 2. d) El niño debe reunir condiciones suficientes de vulnerabilidad al modelo: capacidad cognitiva suficiente y razonamiento moral en desarrollo.
10. IMPOSIBLE CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES PARENTALES «Los niños no pueden recibir los cuidados y atención necesarias por parte de sus padres/tutores, y resulta totalmente imposible, temporal o definitivamente, que se modifique la situación que lo provoca.» La incapacitación puede derivar de las siguientes circunstancias de los padres/tutores: • Fallecimiento (orfandad del menor) • Encarcelamiento • Enfermedad incapacitante (física o mental)
11. ABANDONO «Delegación total de los padres/tutores del cuidado de niños en otras personas, con desaparición física y desentendimiento completo de la compañía y cuidado del menor.»
12. RENUNCIA «Negativa explícita a reconocer la paternidad/maternidad del niño, o negativa a poseer/mantener cualquier derecho legal sobre éste.» 179
A pesar de haberse definido de manera diferenciada, en la mayoría de los casos aparecen de manera simultánea diferentes tipologías de maltrato, cada una de ellas con una mayor o menor gravedad. Frecuentemente las conductas de maltrato y/o abandono emocional acompañan a las restantes tipologías de malos tratos. En este sentido, las diferentes investigaciones realizadas indican claramente que, excepto en los casos de gravedad extrema, los efectos realmente negativos a largo plazo para el niño/a no derivan fundamentalmente de las acciones de agresión física (sea por acción u omisión), sino de la agresión emocional (sea por acción u omisión) que se produce simultáneamente al maltrato o abandono físico.
180
anexo II
Violencia familiar: datos y tratamiento José Navarro Góngora Facultad de Psicología de Salamanca
En este artículo se describe cómo se genera la violencia en la pareja. Se parte de una serie de estadísticas que tratan de dimensionar la incidencia de la violencia en la población general, y de las agresiones serias en la población violenta. La segunda parte describe la secuencia de construcción de la violencia y las intervenciones posibles en cada momento del ciclo.
1. INTRODUCCIÓN: INCIDENCIA DE LA VIOLENCIA Y PRECISIONES CONCEPTUALES El objetivo de este trabajo es describir cómo se construye la violencia en el seno de la familia, singularmente en la relación de pareja. Siguiendo el hilo conductor de la secuencia de formación se irán presentando las distintas formas de intervenir según el momento de la secuencia, finalmente se ofrece un apartado con programas y técnicas de intervención. Todo lo que aquí se dirá puede aplicarse a la violencia-simétrica (Perrone, 1994) en las relaciones de pareja y también entre padres e hijos. El modelo necesita reformularse para la situaciones de violencia-complementaria. Más adelante se definirán estos conceptos. No obstante, en primer lugar, quizás resulte util algunos datos sobre la incidencia de la violencia. Los datos han de juzgarse con prudencia: pertenecen a estudios realizados en otra sociedad (son americanos); además en materia tan sensible se producen sesgos derivados de cómo se define la violencia, existen, igualmente, problemas de instrumentación, etc. 183
Total matrimonios con problemas de agresiones ..................
20-30%
Proporción de padres golpeados por sus hijos......................
3,5%
Proporción de ancianos maltratados (> de 65 años) .............
3-4%
Proporción de mujeres seriamente agredidas .......................
2%-4% (sobre población total)
Proporción de niños maltratados
3,6% (si se consideran los comprendidos entre 3-7 años, se acerca al 4%)
Proporción de agresiones severas (a niños)...........................
0,8%
Proporción de madres maltratantes (de niños) ......................
50% (un tercio son madres que viven solas)
Proporción de padres o padrastros maltratantes (de niños) ....
40%
Parejas violentas en el primer año de matrimonio ................
16%
Parejas violentas en el transcurso del 2.º año .......................
28%
Proporción de mujeres que toleran el abuso por más de un año antes de abandonar a la pareja ................................
75%
Proporción de mujeres que toleran el abuso por más de 5 años
26%
Agresión pre-marital .............................................................
50%
Agresiones contínuas ............................................................
10%
Primera agresión antes del matrimonio.................................
23%
Agresiones severas (ataques con objetos punzantes) ............
2% (Población total)
Asesinatos de hombres cometidos por sus esposas ...............
7,7%
Asesinatos de mujeres cometidos por sus maridos................
9,2%
Proporción de hombres que declararon ser víctimas de agresiones .......................................................................
36%
Id. de mujeres .....................................................................
31% (3,8% ± 1%, población total)
Proporción de hombres que declararon ser exclusivamente víctimas de agresiones ....................................................
13%
Id. de mujeres.......................................................................
6%
Proporción de las víctimas que declararon que también eran físicamente agresivos con sus parejas..............................
50%
Proporción estimada de mujeres residentes en casas de acogida que retornan con sus maridos, a pesar del peligro de continuar siendo maltratadas ..........................................
25%-50%
Casos de maltrato que se informan a las autoridades ........... 1 de cada 10
Tabla 1: Incidencia de la violencia en la población general e indicadores de gravedad (datos recopilados de diversas fuentes).
184
En la tabla 1, se han recogido una serie de indicadores que tratan de reflejar tanto la incidencia en la población general, como en poblaciones específicas tradicionalmente consideradas en mayor riesgo de ser agredidas en función de su desvalimiento (niños, mujeres y ancianos). En este respecto obsérvese que la tasa de incidencia es sensiblemente parecida, oscilando en torno al 3%. Un segundo grupo de datos reflejan la persistencia del problema; datos que son más cualitativos y que expresan mejor la gravedad, revelando que la violencia llega a ser un problema estructural, cotidiano, de larga data y un ingrediente más en la forma de relacionarse de la pareja. En este sentido resulta sorprendente comprobar como en el 50% de la población que se agrede, el maltrato comenzó antes del matrimonio (no obstante lo cual se casaron), y que un 26% de las parejas llegan a aguantar 5 años antes de separarse.
Tasa de hombres que se vuelven violentos sin haber tenido una historia previa de violencia en su familia ...................................................................................
1%
Id. mujeres ..........................................................................................................
2%
Tasa de hombres que se vuelven violentos con una historia previa de violencia en su familia ........................................................................................................
6%
Id. mujeres ..........................................................................................................
8%
Proporción de hombres violentos con una historia previa de haber sido objeto de violencia o con madres objeto de violencia ...................................................
54%
Proporción de mujeres objeto de violencia que experimentaron violencia en su niñez ...................................................................................................................
29%
Tabla 1: La relación de la violencia actual con una historia de violencia previa. (Datos obtenidos de fuentes diversas).
La tabla 2, relaciona violencia actual con una historia previa de violencia como testigo o como víctima. Pese a lo que se ha divulgado en los medios de comunicación y por algunos profesionales, y a pesar de que tener una historia previa de violencia multiplica por 6 las posibilidades de ser violento, resulta importante destacar que el 94% de los sujetos testigos o víctimas de violencia en su niñez llegan a poder controlarse. 185
Para finalizar las estadísticas, tan solo dos datos más que reflejan el importante papel que juega el consumo de alcohol: en el 50% de los incidentes violentos está presente el alcohol, más aún un 20% de los alcohólicos son también violentos. En segundo lugar sería importante definir qué se entiende por violenciasimétrica y qué por violencia-complementaria. La violencia simétrica (violencia agresión) se genera en situaciones de desafio en el que uno trata de imponerse al otro; la mujer es la que suele llevar los golpes, pero no se somete, se las arregla para continuar la lucha. La agresión es abierta y existe el sentimiento de culpa. En el caso de la violencia adulto-niño, el niño pretende una relación en pie de igualdad con el adulto, por eso la situación degenera en violencia. El niño, en estos casos, no siente miedo del adulto. La violencia complementaria (violencia castigo) es un intento de perpetuar una relación de desigualdad. En esta relación hay un fuerte y un débil, el fuerte se cree en el derecho de castigar al débil. Es más oculta, se rechaza todo tipo de intervención profesional o de control social, no hay sentimientos de culpa y sí una cierta sanción cultural que justifica la violencia del fuerte. Los niños víctimas de esta situación pueden haber sido quemados, padecer trastornos del crecimiento, faltarles dientes, etc. Tienen una expresión de miedo y pánico, viven con un sentimiento permanente de indignidad. Creen que han de vivir de esta manera. Las secuelas y trastornos son muchos más graves. Se trata de una violencia oculta, al contrario de la violencia-agresión. La violencia castigo destruye la identidad, porque el golpeado no pertenece a la misma clase de quien golpea. En estos casos el entorno social cree que las cosas deben ser así, por lo que nadie suele hablar de ello. La violencia castigo puede llevar a la muerte. Las víctimas presentan un estado alterado de conciencia, prestándose de forma pasiva y ritual a las maniobras del violento (Perrone, 1994). Este es un tipo de violencia que hay que denunciar y hacer que intervenga la justicia. 186
2. PREDICTORES DE VIOLENCIA FAMILIAR Y PERFILES DEL AGRESOR Y LA VÍCTIMA Los estudios sobre ambos perfiles han de interpretarse con mucha precaución. Algunas familias que presentan los factores de riesgo que a continución relacionamos, no son, sin embargo violentas. Mientras que algunas que no tienen el perfil, lo son. Por lo tanto los datos son sólo orientativos; se trata de una relación correlacional y no de causalidad.
PREDICTORES DE VIOLENCIA: (Arias y O’Leary, 1988) 1. Observación de agresiones parentales o ser objeto de la agresión parental. 2. Personalidad agresiva. 3. Altos niveles de estrés cotidiano. Cuanto más alto es el estrés mayores son las posibilidades de agresión. 4. Abuso de alcohol. 5. Problemas maritales. 6. Estilo de interacción negativa con la pareja. Críticas, sobreimplicación, comentarios negativos, dudas sobre las capacidades, etc. 7. Actitud positiva hacia el maltrato físico. 8. Significado (cultural y social) de la agresión física. La cultura del agresor o su subgrupo social apoyan la violencia física como método aceptado de relación. 9. Consecuencias percibidas de la agresión. 10. Percepción de los acontecimientos cotidianos como siendo estresantes. 11. Pertenencia a una clase social baja. 12. Aislamiento social significativo. Ráramente las familias maltratantes permanecen más de dos años en un mismo lugar. 13. Perpetuan la violencia la tensión reiterada y la falta de un ámbiente cálido en la familia. En la violencia cotidiana juegan un papel importante esa tensión y la comunidad circundante.
187
Perfiles de la víctima y del agresor: Hombres (violentos hacia sus esposas): Se caracterizan por estilos agresivos, impulsivos y defensivos. Están sometidos a un alto estrés cotidiano. Son poco asertivos con sus mujeres (véase apartado 4, epígrafe 1.2., para una corrrecta interpretación del concepto de asertividad). Tienen baja auto-estima, depresión e historias de exposición a la violencia. Aceptan las agresiones como método legítimo de relación entre esposos, frecuentemente son alcohólicos. Mujeres (violentas hacia sus esposos): Tienen estilos agresivos y defensivos, experimentan altos grados de estrés cotidiano. También carecen de asertividad hacia sus esposos; tienen baja auto-estima y frecuentemente se deprimen. Consideran la agresión entre esposos menos negativa que las mujeres no violentas. Características personales del violento: Se sienten inadecuados y que su vida está siendo un fracaso, viéndose impotentes para cambiarla. Reprimen los sentimientos de desagrado hasta que se produce un estallido de cólera y violencia. El estrés, real o percibido, es el detonante de los estallidos. Se ven como víctimas y no como agresores, consideran que reaccionan de forma inevitable a la provocación de la víctima. Características de las víctimas: Son muy similares a las de sus victimarios (en algunos casos exáctamente iguales): un 36% de hombres y un 31% de mujeres declararon ser victimas de agresiones. Sólo el 13% de hombres y el 6% de mujeres declararon ser exclusivamente victimas. Más del 50% de las victimas son también físicamente agresivos con sus parejas. El factor común entre agresor y agredido es el deseo de implicarse en la violencia física o la legitimidad percibida en el uso de la violencia física contra alguien íntimo. En resumen las personas que están bajo un fuerte estrés cotidiano, que tienen falta de confianza en sí mismos, que son generalmente agresivos, que no emplean (o no tienen) habilidades para la asertividad y para solucionar problemas, están en alto riesgo de enrolarse en agresiones físicas. En el cuadro 1, se recoge una lista alternativa propuesta por Mack (1989). 188
a) Amplia gama de respuestas. b) Culpa. c) Dependencia emocional. d) Dependencia económica (finalmente determinante). e) Baja auto-estima. f)
Sistema tradicional de valores.
g) Cólera (depresión). h) Aislamiento. i)
Miedo.
j)
Ambivalencia.
k) Vergüenza (algo embarazoso). l)
Miedo a la locura
m) Enfermedades físicas. n) Impotencia aprendida. o) Carencia de un conocimiento previo de la violencia doméstica. p) Generalmente ha sido un niño(a) maltratado(a) o ha sido testigo de maltratos en su familia de origen q) Percepción de la pareja como inmadura(o) y dependiente. Otros datos de interés: – Agnósticos y ateos tienen las mayores tasas de maltrato. – El maltrato tiene más posibilidades de ocurrir en familias jóvenes que en las adultas. – La educación no juega un papel determinante en el abuso. Sí lo juega los ingresos: los obreros manuales tienen tasas de maltrato superiores a los cualificados, siendo los obreros en paro y los que trabajan sólo a jornada reducida los de mayor proporción. La tasa de los que trabajan a jornada reducida es el doble de la que trabajan la jornada completa. – Si las familias adoptan una toma de decisiones más igualitaria, las posibilidades de violencia se reducen a la mitad.
Cuadro 1. Características de la población en riesgo de ser violenta. (Fuente: Mack, 1989).
Algunas parejas parecen ser más proclives que otras a adquirir hábitos violentos. La pareja típica se compone de dos adolescentes que tienen urgencia de crear su propio hogar. Necesidad que les viene de una situación familiar muy infeliz, en ocasiones tratan de escapar de ser ellos mismos objetos de malos tratos, de explotación, de incesto, etc. En estas parejas la necesidad sustituye al amor (Deschner, 1984). 189
3. EL CICLO DE FORMACIÓN DE LA VIOLENCIA E INTERVENCIONES SEGÚN ETAPAS DEL CICLO Deschner (1984), ha propuesto un modelo de Ciclo de Violencia que se ha hecho célebre en el campo y que reproducimos a continuación: Dependencia mútua: El punto de partida es una relación entre dos personas que sienten una fuerte necesidad una de la otra. El contrato no expresado de la relación es que las necesidades de ambos deben encontrar su satisfacción dentro del contexto de la relación. Se trata de un vínculo con alta intensidad emocional en la que ambos hacen votos de devoción y pasión mútua que excluye otras relaciones y el mundo exterior. La mujer suele sentir que su pareja se comporta como un hijo más al que hay que cuidar y no abandonar. Acontecimiento problemático: En un momento dado la paz se rompe. La «víctima», hace algo que se percibe como indeseable por el abusador. Ese algo «displacentero» cae fuera del contrato de dependencia mútua; el acontecimiento puede ser totalmente trivial. Respuesta afectiva del abusador al acontecimiento perjudicial: el abusador se siente abandonado y rechazado. Estos sentimientos de rechazo son los que preparan el estallido de violencia. No-comunicación de sentimientos: Los sentimientos de rechazo se transforman en heridas que el abusador no es capaz de comunicar, y la incomunicación la torna después en explosiones de rabia. Intercambios de coacciones: El abusador hace varios intentos de detener la situación displacentera, generalmente mediante una serie de amenazas verbales y denuncias; el otro miembro de la pareja participa en la escalada respondiendo a las amenazas. La ansiedad de la situación escala, sin que ambos sean capaces de rebajarla. El último recurso: El violento juzga la situación como insostenible, no pareciendo existir salida al impasse alcanzado. Esta decisión es clave; ciertas normas culturales afectan la velocidad con que se alcanza el climax. Furia primitiva: El ataque se produce como consecuencia del juicio anterior. Se atacan objetos de la casa, paredes, etc. Se ataca a puñetazos, mordiscos, empujones, con instrumentos, armas, etc., a la pareja o al(los) hijos; se les golpea o incluso dispara más allá de lo necesario para vencer. La conciencia del atacante se inunda por completo de furia, siendo el objeto de tal furia violentamente atacado sin restricción alguna. La mente racional del sujeto se desvanece; incluso olvida lo realizado durante el ataque. 190
Refuerzo de la agresión: Durante el ataque de rabia la víctima cesa en su comportamiento como una forma de sobrevivir al ataque y no provocar más furia. Con la detención de la conducta, la víctima está enviando el mensaje de que la «violencia funciona» ya que sirve para detener aquello que molesta al violento (refuerzo negativo). De forma que la táctica puede repetirse en el futuro. Si la víctima no resultó excesivamente herida, puede recompensar aún más al maltratador intentando aplacarlo con gestos o palabras que indican sumisión, por ejemplo culpándose de lo que ha sucedido o siendo amable con él preparando comidas, siendo más servicial, o teniendo relaciones sexuales, lo que de nuevo funciona como refuerzo negativo en la medida en que aplacar disuelve la furia del agresor. Instigación de miedo: Una vez se ha producido la agresión, el miedo se convierte en un ingrediente activo de la relación en la medida en que el abusado adopta una pauta de auto-protección. Con cada repetición del ciclo aumenta el miedo, y la fase de arrepentimiento se torna menos convincente. El miedo incrementa la ansiedad de la relación impactando su dogma básico según el cual la relación debe proveer de todo lo necesario. Reconocer el miedo se convierte en una forma denunciar el contrato: la relación ya no puede llenar, ya no sirve, se crea una distancia. Fase de arrepentimiento: Tanto la víctima como el agresor están trastornados por lo que acaba de suceder. La víctima puede necesitar atención médica, o ha huido a una casa de acogida de mujeres. El abusador, debido a su amnesia parcial, dificilmente puede creer la magnitud de su violencia y, sinceramente, promete no volver a hacerlo. La víctima entiende que el arrepentimiento es honesto, y superando sus sentimientos de miedo y rabia, le da una oportunidad más. Desafortunadamente, la sumisión durante la fase anterior ya ha reforzado negativamente la aparición de nuevos episodios de violencia. El efecto neto del arrepentimiento es que el violento abdica de su superioridad conseguida a base de golpes. Proclamando una y otra vez su indigencia, desplaza a la víctima a la posición de dependencia mútua, con lo que el ciclo vuelve a repetirse. Son varios los presupuestos que maneja Deschner, y también nosotros en el modelo de la la figura 1. El primero es que la violencia es algo que se construye entre los actores de la situación; muy lejos, por lo tanto, de la visión tra191
dicional y tópica de que la violencia es algo que depende de uno de ellos (el violento) y que es sufrida por el otro (la víctima) que no hace nada en la situación excepto aguantar pasivamente los desbordamientos del agresor. La violencia se construye entre dos, por lo que hace uno y otro. Eso que hacen es entendido como una escalada primero verbal y, después, física, cuyo punto final es la agresión que termina con el enfrentamiento y con la situación desagradable. El segundo presupuesto, es que la violencia se construye siguiendo un patrón circular que, como todos los patrones circulares, se alimenta a sí mismo, lo que significa que no necesita de razones externas para su mantenimiento y que pasa a formar parte del repertorio de patrones de interacción de la pareja. Una vez creado y ensayado, surge la necesidad de su utilización para comunicarse cosas o para controlar situaciones, lo que queda puesto de manifiesto en Deschner: después de la agresión la pareja suele tener intensos encuentros afectivos y, el violento, consigue controlar conductas indeseables (temas, actitudes, conductas, etc.) del agredido(a), lo que explica en buena parte su persistencia y es índice de su peligrosidad. La violencia pasa de ser un acto aislado a convertirse en una forma mútuamente aceptada por la pareja de interaccionar, lo que aumenta el riesgo de graves lesiones o de homicidio. El tercero de los presupuestos es consecuencia de los dos ya mencionados. Para finalizar la violencia es preciso que los dos actores de la violencia hagan algo diferente. De nuevo lejos de la interpretación tradicional que señalaba al violento como lugar del cambio. La finalización de la violencia se concibe como un cambio de un patrón interaccional y no como cambio de la conducta de una persona. El cuarto de los presupuestos es también una consecuencia de la visión como patrón circular de la secuencia de violencia, y entiende que las agresiones implican un consenso implícito rígido, (Perrone, 1994). Se trata de un acuerdo entre los cónyuges, es rígido porque no pueden modificarse. El consenso alcanza tres áreas: espacial, temporal y temática. – Espacial: Acuerdan vivir la violencia en un lugar determinado y no en otro (se golpean en la alcoba, pero no en el comedor, por ejemplo), fuera de estos ámbitos la violencia está prohibida. Ella puede aceptar ser golpeada delante de unas personas pero no de otras. De esta forma se define quiénes están dentro y quiénes fuera del ciclo de violencia. Si se viola el consenso, se rompe el acuerdo y la violencia finaliza. 192
– Temporal: Se relaciona con la secuencia temporal del acto violento: vuelve del trabajo bebe, está cansado y todos saben que puede estallar la violencia. Pero si el violento elige otros momentos distintos, puede romperse el consenso y resultar denunciado. – Temática: La violencia aparece ligada a la discusión de ciertos temas. Los celos, las familias de origen, la competencia profesional (es un inútil que no sabe ganar dinero). Cuando se detectan las áreas temáticas es posible bloquear la secuencia de violencia. En el cuadro 2, hemos recogido variantes al esquema habitual descrito por Deschner. 1. Después de varios años de ejercicio de maltrato el ciclo de generación de violencia puede reducirse a tan sólo dos estadios: construcción y ataque. El violento puede agredir a la víctima todos los días, y la víctima quedar en un estado de terror y de sumisión; su actitud es la de tratar de agradar al violento y evitar su contacto tanto cuanto puedan, posponiendo así la rutina de la violencia. La situación de las agredidas es la de un prisionero en un campo de concentración. 2. En otra de las variantes víctima y victimario intercambian o negocian los roles periódicamente. – El victimario cambia en algún momento su rol al de salvador de su pareja mediante el recurso al arrepentimiento. En otros momentos es la esposa la que juega el papel de salvadora dejando de fastidiar verbalmente a su esposo y tornándose amable y cuidándole. – Cuando ninguno de los dos juegan los papeles de salvadores, símplemente se alternan en dar y recibir castigos. Después de un periodo de sufir malos tratos, la esposa comienza a ser verbalmente desagradable con él o lo abandona. El marido durante un cierto tiempo aguanta la situación hasta que, de nuevo, realiza otro acto de violencia. En esta variante de ciclo no hay arrepentimiento, ni reconciliación. Estos matrimonios pueden estabilizarse en el patrón descrito durante muchos años porque ambos gozan del refuerzo de encontrarse en la posición superior de forma alternativa. Cuadro 2. Formas alternativas de construcción de la violencia (Deschner, 1984)
Muchos de los elementos del ciclo de Deschner aparecen reflejados en la figura 1. El esquema facilita la visión de la violencia como patrón circular, así como su capacidad de alimentarse a sí mismo. Nos servirá también como hilo conductor para explicar qué técnicas de intervención son adecuadas para qué momentos. 193
0. Contrato irrealizable
1. Negociación de diferencias
2. Grito
3. Insultos
4. Coacciones
CIRCUITO DE INTENSIFICACIÓN
A
5. Amenazas
C T I V A C
6. Activador puntual
I Ó N
10. Perdón de la víctima
9. Arrepentimiento del agresor
7. Agresión
8. Cese del motivo de la disputa
C O M P L E M E N TA R I E D A D
FA C TO R E S D E E S T R E S A M B I E N TA L CONDICIONES SOCIALES DE VIDA
Figura 1. Ciclo de generación de la violencia en parejas simétricas.
Factores de estrés ambiental y las condiciones sociales de vida: De forma sistemática la investigación ha encontrado ciertos correlatos socioambientales de la violencia. Singularmente se habla de un alto grado de estrés ambiental. Se significa con ello que la familia en la que aparece la violencia padece problemas crónicos que la someten a una tensión alta y constante. Desempleo, trabajos particularmente duros o en condiciones de explotación extrema, enfrentamientos crónicos con las familias de origen, condiciones de vivienda penosas, etc., son algunas de las situaciones. La lite194
ratura habla de otras dos condiciones ambientales particularmente perjudiciales: el aislamiento social (debido a cambios de residencia frecuentes estas parejas carecen de una red social estable) y el apoyo de la cultura a las conductas violentas. El aislamiento social funciona en la violencia de varias formas: privando al violento de la posibilidad de observar patrones alternativos que le permitan manejar ciertos problemas de forma distinta a la agresión. Privándole de la posibilidad de confiar sus problemas a alguien (o de descargar su estrés). Finalmente, se ha comprobado que la presencia de un tercero inhibe el pronunciamiento violento (ver tabla 3), la carencia de red social imposibilita esta presencia. Ciertas minorías étnicas y ciertas subculturas urbanas occidentales legitiman el uso de la violencia, y, en algunos casos, practican el culto a la violencia. No utilizar la violencia cuando la minoría recomienda su uso equivale a ser rechazado socialmente. En algunos casos las familias viven alienadas de la cultura que reconoce la norma legal como instrumento sancionador de ciertas formas de conducta. Obvíamente conocen que existen normas legales de convivencia, pero no las interiorizaron como algo que les compete a ellos, y así, por ejemplo, entienden que el delincuente que es atrapado por la justicia el único error que ha cometido es, precisamente, el haberse dejado atrapar (Perrone, 1994). El clínico poco puede hacer para intervenir en el estrés ambiental, sobre todo si existe una relación de dependencia importante (dependen económicamente de un trabajo degradante o de un elevado grado de dureza). Ciertas fórmulas de manejo del estrés o la mejora en la utilización de servicios sociales pueden servir. Pero todo ésto tiene un límite, en situaciones de carencia de empleo no es realista ayudar a soportar al trabajador unas condiciones de explotación, cláramente la actuación que se necesita no es precisamente la psicológica. Tampoco el apoyo de ciertos valores culturales a la violencia es fácil de modificar, aunque el respeto a dichas normas no debe ser óbice para que el profesional explique de forma clara que en nuestra sociedad, en la que vive el trasgresor, esas normas no rigen y además están castigadas. A veces el único argumento es la evitación del castigo, la terapia entonces procede ayudándo al violento a identificar qué es lo que le está pidiendo el juez y tratando de conformar su conducta a dicha petición. 195
0. Contrato irrealizable: Por extraño que parezca la relación entre la pareja violenta está sujeta a un contrato de exclusividad emocional: se prometen ser todo para el otro. Un amor tan radical puede funcionar durante algún tiempo, después el desarrollo de la vida impone cambios en las personas y sus circunstancias, y cuestiona la validez del contrato. La necesidad de suscribir uno nuevo es normal en todas las parejas, en las violentas esa necesidad es interpretada como una traición, reclamándose la fidelidad al original. Uno de nuestros pacientes le decía a su pareja: si me quisieras como yo te quiero, serías capaz de renunciar a salir con tus compañeras a tomar un café después del trabajo y estarías conmigo, como yo estoy contigo cuando tú me lo pides. La estrategia de la intervención en este punto se dirige a ayudarles a suscribir otro contrato de relación que tome en cuenta las nuevas circunstancias y que deje un mayor espacio de libertad a ambos. El objetivo final es reinstaurar una consideración positiva del otro cónyuge, la terapia no debe finalizar si no se consiguió la consideración positiva. 1. Negociación de las diferencias: La escalada entre los esposos suele comenzar cuando perciben diferencias de criterios. Las diferencias pueden interpretarse como prueba de desafecto, como una traición al contrato de exclusividad. La intervención en este punto pasa por dotarles de un buen modelo de negociación de diferencias, modelo que tiene tres elementos: entrenamiento en comunicación, en asertividad y en negociación. Al final de los entrenamientos la pareja debe: poder mirarse a los ojos cuando hablan, exponer sus puntos de vista sin herir al otro, expresar sus sentimientos, ser capaces de transigir en sus exigencias para llegar a un compromiso, así como defender el compromiso como si fuera propio, escuchar (y eventualmente poder repetir) el punto de vista del otro. En el apartado 4 hemos recogido un programa de entrenamiento en asertividad como ejemplo del tipo de intervención que se propone en este nivel 1. Circuito de intensificación (2. Gritos; 3. Insultos y 3. Coacciones): Una vez la pareja ha fracasado en la negociación de sus diferencias se inicia una escalada de la tensión que hemos denominado circuito de intensificación. Se ha de tener en cuenta que, de ordinario, se necesitan varias recurrencias de gritos, insultos y coacciones para que la intensificación (y el paso al siguiente circuito) sea posible. La escalada viene alimentada por la sensación de los contendientes de que el otro trata de imponer su punto de vista, lo que lleva a una respuesta que tiene la desdicha de ser interpretada por el otro conten196
diente como un intento de prevalecer sobre su criterio. A veces no se trata de una lucha de argumentos en escalada, sino que uno de ellos (normalmente la mujer) emite una conducta que resulta particularmente aversiva para el otro (por ejemplo, un insulto); a veces basta con que la mujer se atreva a responder ... Las atribuciones con respecto de las intenciones juegan un papel importante: ambos atribuyen la discusión a intenciones hostiles del otro (lo que es impensable habida cuenta los términos del contrato). Además esas intenciones hostiles son atribuidas a rasgos de caracter (por lo tanto estables), lo que predice una eficacia en la resolución del conflicto muy pobre. Son varios los mediadores cognitivos que juegan su papel en estos momentos. Hay una estimación exagerada de la presunta falta cometida, junto con una percepción selectiva de aquellos aspectos negativos de la otra persona. No se comunican los sentimientos que se están teniendo, generalmente por parte del marido, y se inicia un proceso de acumulación de puntos, (quien está callado tiene la sensación psicológica de estar acumulando tensión); en un momento dado piensa que lo que haga ya está justificado por todo lo que estuvo aguantando e intercambia lo que acumuló por una acción agresiva (activación). Pueden entenderse, igualmente, en términos de mediador cognitivo los sistemas de creencias que justifican la violencia, como hemos mencionado las creencias pueden pertenecer a una subcultura o ser idiosincrásicas de una familia o de un sujeto configurando una actitud en el violento que puede resumirse en los siguientes puntos: – Muchos maridos piensan que es no sólo su derecho, sino su deber golpear físicamente a sus mujeres. – Otros entienden que es legítimo si son provocados. A éstos no les gusta golpear, y si lo hicieron fue porque: (a) Querían que se les escuchara u obedeciera. (b) Cuidaran mejor de sus hijos. (c) Cesaran de gritarles o molestarles. (d) Les dejaran de responder. – El marido no se ve responsable de la violencia; fue provocado y, por lo tanto, se justifica lo que hizo. No se siente responsable. El cambio actitudinal más importante se produce cuando acepta la responsabilidad. La intervención en este nivel trata de modificar el sistema cognitivo mediante la re-atribución (atribuyendo a causas externas la postura del esposo-a; técnicas para este cometido serían la redefinición, la connotación positiva y el elogio; pero también la prueba de realidad de ciertas creencias). 197
Pueden enseñársele técnicas conductuales para respetar ciertas señales que producen la intensificación, señales que se comprometen a respetar cuando sean emitidas. Por ejemplo, tiempo fuera para el primer cónyuge que perciba que entran en escalada; o la modificación de las condiciones del enfrentamiento (hablando en susurros). Circuito de activación (5. Amenazas, 6. Activador puntual y 7. Agresión): Se trata de la parte más vinculada a la agresión y no es más que la continuación de la escalada de intensificación. Se inicia con un poderoso mediador cognitivo, las amenazas, mediante las que el violento se auto-instruye sobre cómo actuará una vez empiece la agresión. Así, por ejemplo, la madre puede decirle a su hijo: ¡te partiré la cara!; una vez sobreviene la agresión tiene ya una pista de cómo actuar. El activador puntual, es algo que el(la) agredido(a) dice o hace que irremediablemente provoca la agresión. Las agredidas suelen saber muy bien qué es lo que funciona como disparador, a veces es un insulto (o el tono con que se dice el insulto), un tema (singularmente los celos), etc. Una vez se produjo el activador puntual sobreviene la agresión que se realiza en un estado crepuscular en el que se rebajan los controles, perdiéndose, a veces, la conciencia y el control de lo que hacen. Las situaciones de violencia se caracterizan precisamente por esta pérdida o el fallo de los controles internos. Por razones obvias resulta dificil intervenir en este momento: Es demasiado tarde para tratar de controlar la escalada. Puede establecerse un límite que se suele situar en la amenaza o en la respuesta fisiológica que preludia la agresión (por ejemplo, cerrar los puños): alcanzado ese límite el violento debe salir inmediatamente de casa (tiempo fuera), o, alternativamente, la esposa debe encerrarse en una habitación previamente acordada y que disponga de una cerradura, así mismo dispondrá de teléfono para pedir auxilio y de las llaves del coche para huir. Puede, igualmente, pedirse a la mujer que cese de utilizar el activador puntual, a cambio de lo cual el violento se compromete, bajo contrato, a no volver utilizar la agresión. Finalizada la violencia puede iniciarse cambios más profundos cuya meta última es re-instaurar una mútua consideración positiva. Complementariedad: Consumada la agresión, la víctima cesa en su desafio o en la conducta que causó la escalada, hasta la siguiente negociación de diferencias. El cese de lo indeseable funciona como refuerzo: el agresor ya sabe cómo controlar los problemas y tenderá a utilizar en el futuro 198
aquello que sabe que funcionó. Restaurada la racionalidad, el violento se percata del daño que ha realizado y muestra un arrepentimiento genuino por el daño infligido. Se produce un intenso acercamiento afectivo entre la pareja que puede terminar en una relación sexual gratificante. Resulta desdichado que aprendan que sólo consiguen esa cercanía afectiva cuando previamente se produjo una escena violenta. La sinceridad aparente del agresor y la proximidad emocional conseguida mueven a la agredida a otorgar el perdón. Cuan eficaz resulta esta puesta en escena queda demostrado por el tiempo que media entre el comienzo de las agresiones y la petición de una demanda de separación (ver tabla 1). Se suele decir que el momento de la pausa complementaria es el más idóneo para intervenir. La estrategia de intervención pasa por negociar un compromiso de fin de la violencia y un procedimiento de auto-protección para la agredida; es también el momento en que el agresor admitirá una consideración positiva y será, por lo tanto, proclive a comprometerse en aumentar sus expresiones de cuidado y de afecto hacia su pareja y quizás a considerar aquellas conductas o hábitos motivo de enfrentamiento (como por ejemplo, el alcoholísmo). Es también el momento en que puede aceptar la necesidad de aprender conductas alternativas a la violencia. 4. ESTRATEGIAS Y TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN EN VIOLENCIA FAMILIAR Recogemos en este epígrafe cómo organizar la intervención con las parejas violentas en términos de qué tipos de problemas han de tratarse y con qué técnicas. Con ello completamos la visión ofrecida en el epígrafe anterior. Objetivos generales: – El primer objetivo y el más fundamental es que nadie resulte físicamente herido y mucho menos muerto. A este objetivo se subordinan todos los demás. – El segundo objetivo consiste en restablecer la consideración positiva de la otra persona, o al menos el respeto. – El tercero es mejorar la relación (comunicación, solución de problemas, negociación, reestructuración cognitiva, etc.). 199
– • Estrategias generales de intervención: – • Evitar al precio que sea el maltrato físico. Bloquear la pauta de maltrato. – • Empatizar con el violento como condición de posibilidad de su cambio. – • Generar recursos alternativos a la violencia. – • Restablecer la consideración positiva mútua. 1. Programa y técnicas de intervención: Toma de Decisiones y Estrategias de Intervención: Quizás le resulte útil al lector tener un modelo de toma de decisiones en situaciones de violencia. El que se recoge en la figura 2, tomado de Deschner (1984), puede servir como orientación. En general las técnicas y objetivos pueden agruparse en dos grandes estrategias (Perrone, 1994), evitativas y resolutivas. Se recomienda empezar por estrategias evitativas y continuar con las resolutivas. Estrategias evitativas: Tratan de finalizar la violencia sin resolver los problemas que la motivan. Son distintas para la violencia agresión o castigo. – Violencia agresión: – • Introducir cierta complementariedad en la simetría: Después de la escalada entre los dos, uno de ellos da la razón al otro, estableciéndose con ello la complementariedad. – • Salida mediante el síntoma: Ante la inminencia de violencia uno de los dos afirma tener un síntoma (dolor de cabeza, palpitaciones, mareos, etc.). – • Rituales: Cuando sobreviene el ataque se introduce un ritual alternativo. – • Triangulación: Se busca a un tercero que esté presente, de esta forma se evita la violencia. – • Un regulador que impide la violencia. El regulador es estable, siempre el mismo. 200
– • Separación: La pareja se separa para evitar la violencia, aunque no por ello se da por finalizada la relación. – • Ruptura: La relación se da por finalizada. – Violencia castigo: – • Introducir la simetría (introducir igualdad en la relación), apoyando a quien recibe la agresión. Puede darse la simetria por un cambio de alianzas: el hijo, por ejemplo, termina por proteger a la madre golpeada. Por una enfermedad (el alcoholísmo del padre le hace enfermar). – • Síntomas: Las víctimas pueden llegar a crear síntomas para detener la agresión, otitis, infecciones, etc. – • Sobrecomplementariedad: El que está en la posición inferior acepta estarlo mucho más, mientras que el que ocupa la posición superior extrema también su posición. – • Complementariedad invertida: Inferior y superior intercambian sus posiciones respectivas. El niño (la mujer) golpeado(a) amenaza a los padres con llamar a la policía si no atienden sus caprichos. – • Separación: Refugiándose, por ejemplo, en una institución de acogida de víctimas. Puede también producirse abandonos, como alternativa a ser golpeados hasta la muerte. Estrategias resolutivas: Tienen como meta solucionar la violencia: – Interiorización de la ley. Determinadas personas en su proceso de socialización no han interiorizado la norma legal, viviendo bajo el imperativo del deseo. Algunos padres no han entendido que la ley no les permite golpear a sus hijos. Cuando entienden que la ley está por encima de ellos y los controla o sanciona, pueden empezar a controlar sus actos. Como profesionales somos representantes de ese marco legal. – Cambio del sistema de creencias socio-cultural que apoya el ejercicio de la violencia. 201
Consulta de la pareja
Terapia marital tradicional u otra alternativa
No
¿Se está produciendo violencia? Sí
Remitir a casa protegidas y posible implicación de la policia
No
¿Están los hijos a salvo?
¿Está la esposa a salvo?
No
Sí Sí
Dar información y teléfonos de contacto
No
Informe a los servicios de protección de menores
Conoce la esposa los recursos y las causas protegidas por si los necesitara en un futuro? Sí
No Derivación a grupos de apoyo
¿Desean seguir como pareja? Sí
y de mujeres, terapia de grupo para hombres o terapia indivi-
No
dual dependiendo de las nece-
¿Desean ambos participar?
sidades específicas de cada
Sí
pareja y de la disponibilidad de servicios comunitarios
No
¿Resulta la mediación razonable? ¿Puede controlarse la violencia?
Selección del plan de tratamiento
Consejo conjunto de pareja
O
Y/O
Terapia de grupo para el control de la violencia masculina
Tratamiento de alcoholismo si fuera necesario
Fig. 2. Árbol de Toma de Decisiones en situaciones de violencia.
202
O
Y/O
Terapia conjunta más grupal
– Reencuadre de activadores puntuales: Se trata de encontrar otra forma de entender los activadores puntuales. Determinadas situaciones necesitan ser redefinidas: por ejemplo, el bloqueo del niño al contestar puede deberse a que tiene tres respuestas al mismo tiempo, sin animarse a elegir una de ellas; cuando rehusa comer, lo que pasa es que a ella le gustaría comer, pero una vez que ha dicho que no, no se anima a contradecirse; cuando se calla, es para evitar la violencia, etc. – Cambio en el consenso implicito rígido: Cuando se ha detectado los términos del consenso puede intentarse un cambio en dicho acuerdo. Por ejemplo, puede proponerse no hablar de determinados temas, o sólo en el salón cuando los niños están durmiendo. – Cambio de representación: Una vez se ha instaurado la violencia, cada vez que el agresor piensa en la víctima, elicita las emociones ligadas a ella: cólera, fastidio, ganas de maltratarla, etc. De lo que se trata es de cambiar la representación con su correlato emocional. Se distorsiona la representación pasada, se mezcla la nueva representación con la antigua, rebajándose la respuesta emocional antigua. – Aprendizaje del estado: Cuando un sujeto aprende algo en un estado emocional, el estado emocional le evocará la respuesta conductual. Fuera de esos estados hay una amnesia que dificulta la respuesta. Suscitar en terapia ciertos estados emocionales permitirá recuperar respuestas, o adquirir otras nuevas. La emoción permite el anclaje de las respuestas. – Meta-comunicación: El sujeto se coloca en una posición desde la que puede hacer comentarios sobre el estado en el que se encuentra. El terapeuta puede facilitar la posición haciendo en la entrevista comentarios del tipo: «si Vd. pudiera decirle en esos momentos, no sigas por ahí porque voy a ponerme violento». No obstante, la permanencia reiterada en la posición meta, puede interpretarse como arrogarse una superioridad no justificada, lo que suele provocar más violencia, por eso la regla es que quienes núnca están en posición meta, hay que ayudarles a recuperarla; quienes lo están de forma continuada, hay que ayudarles a recuperar una relación directa. – Interiorizar reguladores, que actuan como frenos de la violencia. Los reguladores pueden ser nuevos aprendizajes. 203
Complementariamente, Fishman (1990), sugiere la necesidad de observar los siguientes principios o estrategias cuando se trabaja con familias violentas: – Primo non nocere: La organización estructural de la familia suele responder a alguna razón que por lo común es sabia. Así la coalición adolescente-madre, puede cumplir la misión de enfrentar la violencia del padre. Atacar la coalición puede poner en peligro físico a la madre. En su intento de cambio, el terapeuta, primero, no ha de dañar lo existente. – La terapia ha de basarse en la experiencia: Dado que el terapeuta puede encontrarse en la necesidad de desactivar coaliciones que hasta entonces probablemente han salvado vidas, es esencial que cuente con criterios seguros para avanzar, para lo cual debe comprobar cuan seguros son los patrones de interacción nuevos en la propia entrevista, si tales patrones no se dieran o se reiteraran los antiguos, deberá tomar las medidas necesarias para la seguridad de la familia. – Desarrollar una consideración positiva entre los miembros de la familia: Dado que el sistema familiar violento suele ser un medio degradado, resulta importante que, tan pronto como haya pasado el peligro de agresión, el terapeuta trate de desarrollar una consideración positiva entre los miembros de la familia. En concreto debe tender a crear un medio cálido, de valoración y respeto mútuo y menos tenso. La terapia no debe concluir hasta que no se haya instaurado esa consideración positiva. Quizás una buena forma de modelar la consideración positiva por parte del profesional sea escuchar empáticamente la historia y las razones que le han llevado al agresor a pronunciarse violentamente, lo que no debe confundirse con justificar la violencia. El terapeuta debe comprender pero no justificar, y desde luego debe pronunciarse de forma inequívoca sobre lo inadmisible de la violencia y sobre la necesidad de que cese inmediatamente. Estratégicamente es mejor hacer esta petición después de escuchar la historia del agresor. – Tratar tanto con la familia como con el contexto extenso: El factor ecológico que mayor incidencia tiene en el desarrollo de la violencia es la pobreza. Por eso resulta importante que la familia tenga la posibilidad de utilizar los recursos sociales de la comunidad. Junto con los servicios sociales es necesario investigar cómo influye la familia extensa. La acción sobre estos factores externos tiene que ser encarada con celeridad. 204
Técnicas de intervención: No vamos a pretender una descripción exhaustiva de las técnicas utilizadas en la terapia de la violencia, muchas de ellas son patrimonio de otros tipos de terapia (de pareja, familiar, etc.). Nos proponemos reseñar aquellas que son menos conocidas y más específicas de este campo. Las técnicas a utilizar dependerán de si estamos en una crisis de violencia o en una fase crónica. Para estimar lo crítico de la situación o el peligro potencial de graves agresiones o de homicidio existen procedimientos basados en la observación clínica y procedimientos mediante cuestionarios. Un criterio clínico importante es estimar la frecuencia y el modo en que se produce la agresión. Cuanto más frecuentes sean las agresiones y más instrumentales (con objetos contundentes y peligrosos), mayor es el riesgo. Cuando los dos criterios se dan juntos (frecuencia más violencia instrumental), el riesgo es aún mayor. Elicitar información sobre ambos aspectos, resulta por momentos intimidante para la víctima, por lo que el criterio clínico debe complementarse con pruebas estandarizadas (por ejemplo, la Escala Táctica de Conflictos, es un buen instrumento). Si lo que hay que enfrentar es una crisis el profesional debe primero separar físicamente a los contendientes, no permitir ni que se vean; si no pudiera hacerlo por él mismo deberá reclamar la presencia de la policia, todo antes de que alguien resulte físicamente herido o muerto. Después de lo cual deberá asegurar la protección de la víctima creando, por tiempo parcial y mientras dura la crisis, una red de acogida, bien familiar, bien institucional (centros de acogida), bien mixta. A continuación, y mientras dura la separación, deberá enseñar a los contendientes primero técnicas de evitación y control del conflicto (que explicamos a continuación), y segundo técnicas resolutivas del conflicto (cuando se ha avanzado en estas técnicas la pareja suele estar ya viviendo conjuntamente). Técnicas evitativas o de control del conflicto: 1. Tiempo fuera: Se trata de una técnica clásica de corte aparentemente sencillo pero que para su utilización en el contexto de violencia exige una considerable sofistificación y cuidado. Deschner (1.984), sugiere los siguientes pasos en su aplicación: 1. (1). Cuándo utilizar el tiempo fuera: El mejor momento es cuando la situación no se ha vuelto todavía demasiado explosiva (ver la figura 1 y lo expuesto en el epígrafe sobre el ciclo de generación 205
de violencia). El objetivo es que identifiquen pistas tempranas de la violencia. Esta investigación de pistas debe realizarse en todas las entrevistas. 1. (2). Utilización del signo «T»: Cuando uno de los miembros de la pareja decide que se hace necesario un tiempo fuera hará el signo «T» con las manos, tal como hacen los árbitros de baloncesto. Lo único que debe decir verbalmente es «tiempo fuera», nada más. Frente a la creencia popular de que una descarga de agresividad es liberadora, lo cierto es que lo único que hace es preparar para la violencia. La ventaja del signo y de la palabra «tiempo fuera», es que son neutros y que no precipitan el enfrentamiento. 1. (3). Respuesta al signo «T»: Cualquiera de los miembros de la pareja puede iniciar el signo «T», el otro deberá cooperar. La tarea de quien recibe el signo es facilitar la partida de quien lo hace. Deberá hacer así mismo una «T», o decir algo como, «está bien, tiempo fuera». Suspenderá cualquier otro comentario para eliminar la tendencia a decir la última palabra. No debe producirse contacto físico alguno. Resulta más dificil responder adecuadamente al signo T que ser el iniciador. Quien recibe puede juzgar que la situación no es tan seria, pero ha de aceptar la evaluación del emisor. Puede estar ganando en ese momento la discusión, lo que le hará más dificil todavía parar. 1. (4). Retirada silenciosa: Una vez se ha producido en signo T, ambos deben cooperar para que uno de ellos se marche de forma adecuada. Generalmente quien se va es quien hizo el signo, se marchará en silencio y sin decir nada. Deberá concentrarse en no dar un portazo. El procedimiento funciona si no incrementó aún más la agresividad mediante gestos, palabras o portazos. Puede sustituirse la salida de la casa por la reclusión en una habitación que esté provista de pestillo. En ambos casos, la pareja debe acordar no seguir al otro miembro o molestarle. Lo esencial del procedimiento es escapar de la presencia del otro para que ambos puedan calmarse. 1. (5). Pasear: Una vez fuera quien se marchó, debe proceder a dar un paseo que suponga una actividad física vigorosa que disipe la energía acumulada. No se recomiendan ejercicios como golpear árboles, cortar madera, golpear una almohada, etc. Tales activi206
dades no liberan tensión, pese a lo extendido de la opinión, más bien preparan o activan la rabia y hacen más factible la agresión. En cualquier caso prolongan el tiempo necesario para calmarse. Mientras pasea deberá tratar de controlar aquellos pensamientos que reproducen una y otra vez el incidente. Esta rumia reactiva los sentimientos de furia, sin resolver los problemas. Se le puede sugerir que, en vez de la rumia, piense en el 1% del error que cometió, error que podrá comentar con su cónyuge una vez regrese a casa. 1. (6). La vuelta: Idealmente debe producirse cuando ambos hayan disipado su furia y ya no sea posible la violencia. Debe haberse rebajado la presión sanguínea, finalizado la rumia, y estar abiertos a que quizás cometieron «algún error técnico» (su 1% de error). Aceptar el 1% de culpa constituye una pista segura de que la violencia cedió. 1. (7). Intercambio de errores técnicos: Ni es necesario, ni recomendable que uno de ellos cargue con toda la culpa de la situación. Si la admisión del error no lleva a que el otro cónyuge reconozca recíprocamente el suyo, se impone un segundo periodo de tiempo fuera (o un tercero o un cuarto). El reconocimiento mútuo de errores lleva a una auténtica reconciliación. Una vez se ha utilizado varias veces, el procedimiento deja de ser algo temido u ofensivo. Obviamente el procedimiento de tiempo fuera es algo en lo que tienen que acordar ambos, sujetándose a un contrato que hemos recogido en el Apéndice 1. Como puede comprobrase en el Apéndice el contrato se ofrece conjuntamente con el de finalización de la violencia, ambos son inseparables. 2. Respuestas alternativas: Se trata de enseñar fórmulas de confrontación distintas de la agresión. En el caso de padres se les enseña a castigar a sus hijos retirándoles privilegios o con tareas pesadas, también con tiempo fuera al que se añade la necesidad de que el hijo elabore un plan sobre cómo piensa conducirse en el futuro, el levantamiento del tiempo fuera se hace contigente a la elaboración del plan. Deschner (1984), ofrece dos ejemplos de respuestas alternativas, la primera Corrección Diplomática es aplicable entre esposos, también entre 207
padres e hijos adolescentes. La segunda, Respuesta a críticas realizadas por figuras de autoridad se recomienda especialmente para adolescentes.
CORRECCIÓN DIPLOMÁTICA Se pretende que la secuencia que se describe a continuación se convierta en una segunda naturaleza de las personas que lo utilizan y que combinado con el entrenamiento en asertividad que se describirá después, impliquen una auténtica alternativa a la violencia. El procedimiento comprende 10 pasos: 1. Afirmación inicial positiva: ¿No te dije que la cena estaba muy buena?. 2. Descripción de la conducta inapropiada: Cuando fries tanto la carne, termina por quedarse negra y dura. 3. Explicaciones. Porqué la conducta resulta inapropiada: No me gusta entonces como sabe, está dura y reseca. 4. Descripción de la conducta apropiada: ¿ Qué te parece si programas la freidora cuando fries la carne?. 5. Razones. La nueva conducta puede resultar recompensante. – Una vez programes la freidora podrás hacer otras cosas, como responder el teléfono, además la carne quedará estupenda. 6. Ofrecimiento de incentivos: Si lo haces así, te prometo que arreglaré el mango de la sarten. 7. Petición de una confirmación: – ¿Te parece? 8. Ensayo de la conducta apropiada: – ¿Por qué no programo la freidora mientras tú buscas en el libro de cocina cuánto tiempo tienen que freir los filetes?. 9. Ofrecer feed-back durante la práctica: – ¿La señal que estoy oyendo es la de la freidora?. La cena debe haber salido de cine. 10. Elogio y recompensa: – Bueno aquí está la sarten perfectamente arreglada. Puede utilizarse el procedimiento en una versión corta, en este caso sólo se utilizan los pasos 1, 4, 6 y 10 (afirmación inicial positiva, descripción de la conducta apropiada, ofrecimiento de incentivos, elogio y recompensa).
208
RESPUESTA A CRÍTICAS REALIZADAS POR FIGURAS DE AUTORIDAD El programa se dirige sobre todo a jóvenes (también es aplicable en otras situaciones) que desafian figuras de autoridad porque les critican injustamente. La estrategia es evitar un enfrentamiento con personas a las que no pueden derrotar debido a la posición inferior que ocupa el jóven. Básicamente se les pide un sometimiento. El programa consta de 5 respuestas: – Contacto visual (transmite honestidad e igualdad de derechos entre personas). – Asentimiento expresado de forma verbal: básicamente el mensaje ha de ser: de acuerdo, cooperaré. – Control (y ausencia) de respuestas no-verbales que puedan resultar agresivas. – Respuesta asertiva de dilación: implica solicitar un encuentro posterior con la persona poderosa en el que el jóven expondrá sus argumentos de forma más calmada. Ejemplo: De acuerdo, escribiré 100 veces mi nombre, pero permítame solicitarle volver al Colegio más tarde, con alguno de mis compañeros como testigo, para explicarle el porqué de mi conducta.
Técnicas resolutivas del conflicto. Técnicas de comunicación, negociación y solución de conflictos: Los entrenamientos en comunicación y solución de problemas son sobradamente conocidos (el lector queda remitido a textos como los de Liberman et al., 1987, o el clásico y mucho más completo de L’Abate y McHenry, 1983, por ejemplo). En problemas de violencia se utilizan variantes de entrenamientos en comunicación, como por ejemplo el entrenamiento en asertividad, variable que juega un papel muy importante como habrá podido apreciarse. 209
ENTRENAMIENTO EN ASERTIVIDAD Resulta importante distinguir (y hacer distinguir a las parejas) entre: Agresividad: que supone la afirmación de una persona a costa de otra, o tratar de conseguir objetivos hiriendo a otra(s) persona(s). No-asertividad: que es una forma de auto-negación, implica dejar a los demás que elijan por nosotros. Asertividad: significa ser capaz de expresar los sentimientos sin herir a otra persona, ser capaz de elegir por uno mismo. Para facilitar la asertividad, el terapeuta ha de fijarse en las siguientes conductas: contacto visual entre la pareja, postura corporal, gestos, expresión facial, procesos temporales de la comunicación (por ejemplo, si un miembro de la pareja comienza a expresar sentimientos negativos, se va «calentando» y termina con una explosión), fluidez del discurso, contenido del discurso. El procedimiento de Entrenamiento en Asertividad, se compone de las siguientes etapas: 1. Evaluación. Se recomienda el role-playing de situaciones por parte de la pareja como forma de evaluación. 2. Listado de las situaciones: se definen las situaciones que para cada miembro de la pareja resultan conflictivas. Se les pide que definan con claridad qué es lo que ocurre en esas situaciones conflictivas. 3. Ensayo encubierto: se pide a la pareja que cierren los ojos y que imaginen cómo responden a una situación conflictiva. 4. Modelado: el terapeuta realiza el role-playing de una escena en la que se muestra cómo se responde asertivamente. 5. Feedback: se instruye a los clientes para que revisen la respuesta modelada con un énfasis en discriminar las cualidades no-asertivas, agresivas y asertivas de las respuestas. 6. Ensayo encubierto: se pide a la pareja que repita el paso 3, pero visualizando una respuesta asertiva correcta. 7. Role-playing del cliente: el cliente ejecuta en role-playing las conductas (e intercambios) nuevas que ha aprendido. 8. Feedback: el terapeuta da feedback al cliente de cada uno de los componentes de la conducta ejecutada. Utilizar video resulta útil. 9. Entrenamiento: los pasos 6, 7 y 8 se repiten hasta que el cliente ha adquirido práctica en conseguir un comportamiento auto-expresivo. 10. Ensayo in vivo: se motiva a los clientes a que practiquen en casa. 11. Seguimiento: el terapeuta debe mantener contacto con los clientes mientras realizan en casa los ensayos.
Al finalizar el entrenamiento el sujeto ha de ser capaz de componer frases en las que se recojan los tres elementos de una oración asertiva: Descripción de la conducta que perturba al sujeto (cuando llegas tarde); descripción de los sentimientos que provoca en el sujeto la conducta (me siento explotado); y descripción del efecto tangible que provoca la conducta per210
turbante (porque tengo que hacer la comida y atender a los niños al mismo tiempo). De lo que se trata es de que este tipo de frases se conviertan en un hábito alternativo a la agresión. La negociación puede entenderse como una alternativa a la violencia como método de solución de problemas. A lo que los manuales de terapia de pareja dicen nos gustaría añadir algunas precisiones. Primero, hemos encontrado útil explicar a las parejas qué significa negociar, antes de explicarles cómo negociar. Una vez han optado explícitamente por solucionar sus diferencias negociando, les decimos que negociar significa que ninguna de las dos posturas prevalecerá, seguramente el resultado será un híbrido entre las dos: negociar significa aceptar que no saldrá aquello que uno quiere, no obstante lo cual tendrá que comprometerse a defenderlo como si fuera suyo. En segundo lugar, el compromiso con respecto del resultado de la negociación es un compromiso que no dependende de que el otro cumpla su parte en lo pactado. Cada cual se compromete por su honor a defender y cumplir lo pactado, lo hace porque quiere, no porque el otro se comprometa o no, podría no hacerlo, y se espera que con respecto de lo prometido hagan lo que normalmente hacen cuando empeñan su palabra en algo. Lo que quiere decir que hemos abandonado un contrato basado en la contingencia de conductas (quid pro quo). Tercero, una vez se han comprometido y empiezan a negociar sobre la lista de problemas, se les reclama su opción por negociar (en lo que está diciendo, ¿en qué se nota su deseo de negociar?). Hemos venido repitiendo la necesidad de restablecer una consideración positiva entre los miembros de la pareja. En relaciones con una historia previa de violencia esa consideración tiene que demostrarse en conductas y actitudes palpables, de modo que aumentar las expresiones de cariño, cuidado y apoyo mútuo constituyen una parte fundamental de la terapia. Los intercambios positivos no sólo desarrollan una relación positiva, sino que ayudan a aumentar el umbral de tolerancia de los intercambios negativos. El lector interesado podrá encontrar en cualquier manual de terapia de parejas los procedimientos. Es importante, no obstante, recordar que las relaciones se deterioran no sólo por el intercambio de conductas negativas, sino por la ausencia de las positivas; el corolario es que la terapia no ha terminado cuando cesó la violencia, en ese momento, en realidad, comienza una segunda fase que impedirá la recaida en las agresiones en la medida en que sean capaces de intercambiarse cosas positivas. 211
Control de las respuestas de celos: Habida cuenta del importante papel que juegan los celos en la violencia, el profesional debe poder ofrecer algunas fórmulas para ayudar al celoso(a) a controlar su respuesta. Los supuestos de los que se parte son dos. Primero, aún siendo real lo que motiva los celos, es posible responder de una forma alternativa que no tenga tanto coste emocional. Segundo, el otro cónyuge puede ayudar al celoso a salir de su tortura, siempre que éste lo acepte. Deschner (1984), ha hecho una compilación de fórmulas que presentamos a continuación: 1. Cesar todo tipo de comprobaciones sobre la conducta del otro. Para lo cual primero es preciso identificar todas aquellas actividades que tienen ese sentido de comprobación y, después, comprometerse a no realizarlas. Cualquier fallo en una sola de estas conductas por muy “inocentes” que pudieran parecer da al traste con el intento de erradicar los celos. 2. Parada de pensamiento: La fórmula clásica para detener las «rumias» es «gritarse mentalmente», ¡basta!, ¡fuera!, o alguna expresión similar. Igualmente resulta útil llevar una cinta elástica rodeando la muñeca, que el sujeto tensará y soltará cuando se le venga la «rumia» celosa. La idea es que el dolor (que no tiene porque ser extremo) sirva como elemento distractor el tiempo suficiente como para permitir que reconduzca sus pensamientos. Una vez que ha cesado el pensamiento celoso, el sujeto debe proponerse un pensamiento más racional (por ejemplo, llegó tarde porque se encontró con alguien). Conviene llevar un registro de las veces que ha tenido que utilizar la goma elástica o la parada de pensamiento como procedimiento de auto-refuerzo. 3. Desensibilización sistemática: Puede intentarse una desensibilización clásica creando una lista de items ordenados según su capacidad de producir ansiedad. Hay que tener en cuenta que una cosa es imaginar un item y otra muy distinta pasar por la experiencia. De lo que se trata es de poder mantener la calma frente a este tipo de situaciones, no de que el sujeto deje de importarle que le sea fiel su cónyuge. 4. Conductas que debe observar el miembro no-celoso de la pareja: – Debe ignorar los pronunciamientos celosos y responder sólo a los no-celosos. – No debe responder a las peticiones de información que alimenten los celos. A la vez debe recompensar una conducta alternativa. En el caso de los celos la conducta alternativa es una petición de atención y seguridad. Por ejemplo, ante la pregunta ¿con quién has estado cenando esta noche?, la respuesta alternativa que tiene en cuenta las necesidades de atención podría ser, Como quiera que ya hemos perdido esta noche, ¿qué te parece si mañana vamos a cenar?. – Una alternativa drástica y peligrosa que no debe intentarse si no es mediante un férreo acuerdo entre la pareja, es inundar al miembro celoso con toda suerte de información evocadora de celos, información que puede ser inventada. Conducirse de forma celosa como forma de inundación es todavía más peligroso y sólo en circunstancias muy especiales podrá utilizarse.
212
5. DISCUSIÓN Y RESUMEN La violencia es un fenómeno complejo que hunde sus raices en factores de tipo genético y social. Su tratamiento es igualmente complejo y campo de intervención de diferentes tipos de profesionales con competencias diferentes y por espacios de tiempo tambien diferentes: médicos, psiquiatras, policias, jueces, fiscales, asistentes sociales, psicólogos, voluntariado social, políticos, etc. Sería inocente por nuestra parte haber sembrado la idea de que el psicólogo tiene la clave de su solución. La violencia no es problema que pueda ser resuelto por un solo tipo de profesional, su naturaleza exige ser abordado por profesionales de diferente índole, por eso la primera obligación es la de conseguir, al menos, un cierto grado de coordinación entre algunos de estos profesionales, quizás, y muy especialmente, entre los dispositivos de recepción de casos, policía y médicos de urgencias hospitalarias; los de tratamiento, psicólogos, psiquiatras y voluntariado social; y los sancionadores, jueces y fiscales. A largo plazo, podrían ensayarse programas compactados en los que el procedimiento de tratamiento incluyera medidas psicológicas, sociales y judiciales en un mismo programa. No estamos abogando por un procedimiento de abordaje multidisciplinar en el que varios profesionales trabajan de forma simultánea con un mismo caso, fórmula sobre la que existen dudas razonables (Caplan, 1993), sino más bien, y siguiendo al mismo autor, se sugiere un profesional que esté a cargo del problema y con la posibilidad de coordinar y dar paso a otros profesionales. Siendo realistas probablemente lo mejor para prevenir la violencia sería un buen programa de desarrollo para poblaciones que hoy están sumidas en economías de subsistencia; sumergidas, o cláramente al margen de la ley. La marginación por imperativo de la necesidad de seguir viviendo en una sociedad que alienta la opulencia y la competitividad fuera de todo control ético o legal, es en buena parte responsable de la violencia. En nuestro mundo actual la pobreza no genera violencia sino se da en un contexto de desigualdad social alimentado por valores que cláramente desprecian la observación de la ley como norma de convivencia. La violencia de nuestra sociedad no es un fenómeno de lucha de clases, constituye una verdadera cultura de la violencia interclasista. Como resumen de lo expuesto podríamos señalar los siguientes puntos: 1. La violencia familiar, tanto hacia el otro cónyuge como hacia los hijos, es un fenómeno construido por la colaboración activa del agresor y del agredido. Obviamente no se trata de exculpar a nadie, sino 213
de señalar qué hace uno y otro con la intención definir qué parte tiene cada uno en su control. Es creencia del autor que la responsabilidad última descansa en quien agrede, que siempre puede elegir otra forma de controlar la situación distinta de poner en peligro la integredidad física del agredido. 2. La violencia simétrica se concibe en términos de un patrón de conductas circular en el que unas refuerzan a otras. La violencia se entiende, igualmente, como producto de una escalada que se alimenta por la creencia de los contendientes de que el otro está tratando de imponer su criterio, lo que es respondido por una conducta que es interpretada por el otro también como un intento de imposición. El enfrentamiento es dirimido finalmente por la pura imposición física que provoca en el agredido una conducta de evitación. No hay consenso, sólo hay que esperar hasta la próxima discrepancia para que estalle de nuevo la violencia. 3. La reiteración del patrón hace de la violencia un ingrediente habitual del repertorio de conductas de la pareja, la convierte en la forma de dirimir los conflictos. La pareja carece de un modelo alternativo de solución de conflictos, de negociación, de comunicación y de asertividad. Los programas de intervención contemplan estos cuatro ingredientes como partes sustanciales del tratamiento. 4. Existen importantes variables de tipo cognitivo que alimentan el conflicto y que son, igualmente, objeto de tratamiento, variables como la atribución, la percepción selectiva de los rasgos negativos, la estimación exagerada de los daños producidos por una conducta, las creencias personales, familiares o de la cultura a la que pertenece el agresor, etc. 5. Las estrategias de tratamiento psicológico de la violencia se dividen en evitatitivas (que tratan de que no se produzca el acto violento) y resolutivas (que resuelven los problemas de fondo de la pareja). Objetivos del tratamiento son la finalización de la violencia lo antes posible, la adquisición de habilidades que hagan innecesario el uso de la violencia, el aumento de intercambio de conductas de cuidado y de expresión del amor, la restitución de una consideración positiva mútua y la modificación del sistema de creencias que apoya la violencia. 214
6. Se han sugerido varias técnicas de intervención, quizás las más importantes sean tres: tiempo fuera como evitación, y asertividad y corrección diplomática como alternativas. Se pretende que las parejas incorporen las dos últimas como una segunda naturaleza. Finalmente, se advierte que sin mejorar la relación existe un peligro importante de recaida. Para finalizar, y en la tabla 3, hemos recogido aquellas intervenciones que parecen que mejor y peor funcionan. Funcionó mejor
Funcionó peor
N
Porcentaje
N
Porcentaje
Auto-revelación
45
30
14
10
Auto-defensa
33
23
12
8
Escaparse-esconderse
15
11
3
2
Intervención social o legal
44
30
39
28
Hablar
5
4
10
7
Promesas de cesar la violencia
0
–
21
14
Otras
2
1,3
0
–
Nada
1
0,7
46
31
145
100
145
100
TOTAL
FACTORES QUE PERMITIERON EL CESE DE LA VIOLENCIA N
Porcentaje
Miedo al divorcio
27
30
Miedo a sanciones legales
19
21
Deseo de reconstruir la relación*
23
25
9
10
Otros
13
14
TOTAL
91
100
Aceptar cambios en la pareja
(*) También, miedo a perder a la pareja. Tabla 3. Estrategias informadas por las víctimas que funcionaron mejor y peor para parar la violencia. (Fuente: varios autores).
215
APÉNDICE 1. INSTRUMENTOS UTILIZADOS EN LA TERAPIA FAMILIAR DE LA VIOLENCIA
Informe Semanal de Violencia ¿Cuántas peleas han tenido durante esta semana? Verbales
Puntue su rabia de 0 a 10:
..................
Puntue la rabia de su pareja: ..................
Físicas
Puntue su miedo:
..................
Puntue su rabia de 0 a 10:
..................
Puntue la rabia de su pareja: .................. Puntue su miedo:
..................
¿Cuáles fueron las señales internas de que comenzaban los problemas? ..... ...................................................................................................................... ¿Cuáles las señales que percibió en su pareja?.............................................. ...................................................................................................................... ¿Cuántas veces tuvo que utilizar el procedimiento de tiempo fuera? ............ ...................................................................................................................... ¿Cuántas su pareja?....................................................................................... ¿Qué recursos utilizó? (Responda SI/NO) ............ El signo “T”
............ Ejercicio
............ Devolver Tiempo Fuera
............ Admitir el error
............ Marcharse de forma silenciosa
............ Error de la pareja.
¿Cuánto tiempo pasó en tiempo fuera? ......................................................... ¿Qué sucedió después? ................................................................................. 216
¿Qué otros medios de control utilizó? Practicado
Utilizado en la vida real
Reestructuración cognitiva
...............................
...............................
Asertividad en tres fases
...............................
...............................
Reflejo de lo escuchado
...............................
...............................
Corrección diplomática
...............................
...............................
Evalúe (de 0 a 10) el grado de felicidad con su pareja si las cosas continuaran como en esta semana: ............ Responsabilidades de la casa
............ Felicidad general
............ Ayuda con los hijos
............ Comunicación
............ Progresos en actividades personales
............ Dinero
............ Independencia personal
............ Sexo
............ Independencia de mi pareja
............ Vida social.
Tiempo Fuera y Contrato de no-violencia. TIEMPO FUERA Cuando sienta que me invade la rabia (o cuando perciba que le ocurre a mi pareja), haré la señal de tiempo fuera (una «T»), dándome inmediatamente la vuelta y marchándome. No golpearé a nadie, ni a nada. No saldré dando un portazo. No regresaré hasta que haya dejado de estar violento. Me daré un paseo para disipar la violencia. Pensaré en alguna cosa que me sea agradable. Regresaré cuando sea capaz de mantener una conversación que comience con, «sé que tengo algo de razón, aunque también sé que en algo estoy equivocado», y sea capaz de describir el error que he cometido. 217
Si mi esposa hace la señal de tiempo fuera (una «T») y se marcha, le devolveré la señal de forma pacífica, sin importar lo que estuviéramos hablando. Pensaré en algo agradable mientras mi esposa se marcha. Cuando vuelva, empezaré la conversación con, «entiendo que en parte yo tenía razón y en parte estaba equivocado», y describiré el error técnico que haya cometido. CONTRATO DE NO VIOLENCIA Prometo no permitir que mi violencia alcance el punto de agredir físicamente a miembro alguno de mi familia, sin importar lo justificado que pudiera parecer. Prometo utilizar el procedimiento de tiempo fuera en vez de la violencia, y cooperar con mi pareja cuando sea ella quien haga la señal. Nombre ...................................
Fecha...........................................
218
Referencias Bibliográficas
ARIAS, I. y O’LEARY, K.D.: Cognitive-behavioral treatment of physical agression in marriage. En Norman Epstein, Stephen Schlesinger y Windy Dryden, Cognitive-Behavioral Therapy with Families. New York: Brunner and Mazel, 1988. CAPLAN, G.: Aspectos preventivos en Salud Mental. Barcelona: Ed. Paidós, 1993. DESCHNER, J.P.: How to end the hitting habit. New York: Free Press, 1984. FISHMAN, Ch.: (1990) Tratamiento de adolescentes con problemas. Barcelona: Ed. Paidós. Cap. 5: Tratamiento de la familia violenta. FRUDE, N.: Understanding family problems. A psycological approach. New York: John Wiley and Sons, 1991. Capítulos: 5, 6 y 7. L’ABATE, L. y McHENRY, Sh.: Handbook of Marital Interventions. New York: Grune Stratton, 1983. LIBERMAN, R.P.-WHEELER, E.G.-VISSER, L.A.J.M. DE-KUEHNEL, J. y KUEHNEL, T.: Manual de terapia de pareja. Bilbao: Ed. Desclee de Brower, 1989. MACK, R.N.: Spouse abuse. A dyadic approach. En Gerald R. Weeks, Treating couples. The intersystem model of the marriage council of Philadelphia. New York: Brunner and Mazel, 1989. NAVARRO GONGORA, J.: Técnicas y programas de Terapia Familiar. Barcelona: Ed. Paidós, 1992. 219
NEWBERGER, E.H.-BOURNE, R.: Unhappy families: clinical research perspectives on family violence. Littleton: PSG Pub. Con. Inc., 1985 OHLIN, L.I.-TOMRY, M.: Family violence. Univ. Chicago: Chicago, 1989 PERRONE, R.: Curso impartido en el Master Universitario de Intervenciones en Psicoterapia de la Universidad de Salamanca sobre Violencia y Abuso Sexual en la Familia. 1994. PITTMAN, F.S.: Turning points. New York: Norton anc Company, 1987. ROSENBAUM, A.-O’LEARY, K.D.: The treatment of marital violence. En Neil S. Jacobson y Alan S. Gurman, Clinical Handbook of Marital Therapy. New York: Guilford Press, 1986: 385-405. STITH, S. et al.: Psicosociología de la violencia en el hogar. Bilbao: Desclee de Brower, 1992 STORDEUR, A. R.-STILLE, R.: Endings mens violence against their partners. London: Sage Pub., 1989.
220
Formularios (anexos III-VII)
Formularios
FORMULARIOS – La Sección de Protección a la Infancia envía al equipo los datos de identificación de la familia, el Plan de Caso y el Informe de Investigación y Evaluación (del Manual de Intervención en Situaciones de Desamparo), con los objetivos propuestos (página 156). – El Equipo de Intervención Familiar realizará los siguientes Informes y Estadillos, que enviará a la Sección de Protección a la Infancia cuando corresponda. FORMULARIOS PARA CADA CASO: I - Informe inicial (Al concluir la fase de Observación). Anexo III. II - Informe semestral/seguimiento (Cada seis meses desde el inicio del Tratamiento o cuando fuera preciso). Anexo IV. III - Informe de baja (Cuando se cierra el caso). Anexo V. FORMULARIOS GENERALES DEL PROGRAMA: IV - Estadillos mensuales de dedicación de tiempo a las familias y de situación de cada familia en el programa. (Se enviará antes del día 10 del mes siguiente a la Gerencia Territorial). Anexo VI. V - Informe anual de Resultados y Gestión (Se enviará antes del 31 de enero). Anexo VII. 223
A. Resultados sobre los casos cerrados en un año Se cubre con los datos que figuran en: • Informes iniciales y de baja de los casos cerrados en ese año, independientemente de su fecha de inicio. • Estadillos mensuales de dedicación de tiempo y de situación de las familias en el programa. B. Gestión sobre todas las familias atendidas en el año. Se cubre con los datos que figuran en: • Informes iniciales de los casos tratados en ese periodo, aunque se hayan abierto con antelación. • Estadillos mensuales de dedicación de tiempo y de situación de las familias en el programa.
ADVERTENCIAS: – Donde se dice «Padre» o «Madre» debe entenderse «la persona que está al cuidado del niño/a», «cuidador principal» o «guardador», sea o no el padre o madre biológico, especialmente en el caso de que se trate de familia extensa. – Cuando los datos no se adapten a los epígrafes de los formularios, deberá señalarse con cierto detalle.
224
anexo III
Informe inicial
Provincia
Equipo
Año
N.º
CÓDIGO DE IDENTIFICACIÓN DE LA FAMILIA
*
SUBPROGRAMA Separación Preservación Provisionalfamiliar Reunificación
HIJOS
Fecha del informe Equipo de Intervención Familiar de
* La provincia.– Código numérico de la provincia. Equipo.– Código asignado a cada equipo de intervención familiar. Año.– Año en que la familia pasa al PIF. N.º– Orden cronológico de incorporación de la familia al programa.
227
Identificación de la familia FECHA DE REMISIÓN DE LA FAMILIA AL PIF: (Fecha de la resolución) ........................................................... FECHA DE APERTURA DEL PRIMER EXPEDIENTE: 1. EN SERVICIOS SOCIALES DE BASE Y RAZÓN POR LA QUE SE ABRIÓ: ........................................................................... 2. EN PROTECCIÓN A LA INFANCIA Y RAZÓN POR LA QUE SE ABRIÓ: ........................................................................... CUMPLIMIENTO DE LOS CRITERIOS DE INCLUSIÓN EN EL PIF (Señalar todos los que cumple el caso): Existen posibilidades de que se corrija el comportamiento maltratante o negligente Existen pocas posibilidades de corregir el comportamiento parental pero se pretende apoyar a la familia antes de considerar una separación definitiva Hay una figura adulta con mínima capacidad para ejercer responsabilidades parentales Los adultos han sido informados de los motivos de intervención y objetivos del Programa, y han aceptado mediante acuerdo escrito la participación el Programa No existe ningún otro factor que haga inviable o inadecuado el tratamiento a través del PIF
RESIDENCIA HIJOS N.º de hijos menores de 18 años
R E S I D E N C I A
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros (señalar)
TOTAL 228
N.º de hijos de 18 o más años
EVALUACIÓN (CODIFICACIÓN) ESPECIFICAR PARA CADA NIÑO –SÓLO LOS MENORES DE 18 AÑOS– CON EXPEDIENTE ABIERTO DE PROTECCIÓN: Evaluar con respecto a la guía 2 Actual: Evaluación del PIF tras la observación. Pasado: Evaluación de la Sección de Protección a la Infancia antes de pasar el caso al PIF. MENOR: Apellidos
Nombre
N.º
D E S A M P A R O N I Ñ O
F A M I L I A
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56
ACTUAL
M. Físico M. Psíquico N. Física N. Psíquica A. Sexual Expl. Sexual Expl. Laboral Ind. Delincuen. Modelo Inade. Imp. oblig. pat. Abandono Renuncia Severidad M. Cercanía T. Presencia L. Historia Pre. Edad/Visibilidad Capacidad Acceso Apego M/H. Apego P/H. Estat. Físico Estat. Cognitivo Temperamento Relaciones S. Cooperación C. Vivienda Cuidador Edad H. Crianza M. H. Crianza P. H. Violencia M. H. Violencia P. Salud Física M. Salud Física P. Salud Mental M. Salud Mental P. Toxicoman. M. Toxicoman. P. Disponibilidad Expectativas M. Expectativas P. C. Prácticas M. C. Prácticas P. Relac. Pareja Relac. Soc. Ps. P. Compañero Insuf. F. Control Relac. M-H. Relac. P-H. Relac. Herma. Relac. F. Externa Sucesos F. Historia S.S. Reconoc. Des. Motivación C. S. Económicas
1 O O O O ➞ O
2
3 O O O O O
O O O O
O O O O
➞ O O O O O O O ➞ O ➞ O O O O O O O O O O ➞ O ➞ O O O ➞ O ➞ O ➞ O ➞ O O O O O O O O ➞ O O O O O O O O ➞ O ➞ O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
4
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
PERSONA RESPONSABLE DEL MALTRATO
PASADO 5 O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
0 O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
229
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
3 3 3 3 3 3 3 3 3 3
5 5 5 5 5 5 5 5 5 5
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
......................................... ......................................... ......................................... ......................................... ......................................... ......................................... ......................................... ......................................... ......................................... .........................................
N.º 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66
➞
ESPECÍFICAS DEL Re. Escolar Discapacidad Toxicomanías Psicosis Delincuencia P. Socializac. Prostitución Fugas T. Emocional C. Esfínteres
NIÑO L L ➞ L ➞ L ➞ L ➞ L ➞ L ➞ L ➞ L L
Pronóstico del Caso junto con la cronicidad de la problemática familiar y la gravedad del maltrato
ESPECÍFICAS DE LA FAMILIA N.º
67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78
No
G. Económica Organizc. Condi. Horario Laboral Desempleo Temporero Mendicidad Prostitución Cta. Asocial Prisión Fallecido Deficiencia Oposición
O O O O O O O O O O ➞ O O
P
M
D
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
Identificación de la familia DATOS SOCIODEMOGRÁFICOS Fecha de nacimiento del padre/tutor Fecha de nacimiento de la madre/tutora PROCEDENCIA GEOGRÁFICA Padre/tutor Madre/tutor LUGAR DE RESIDENCIA DE LA FAMILIA l Zona Rural l Zona Urbana Zona de Acción Social
(especificar) Código
ESTADO CIVIL ACTUAL DE PADRES/TUTORES, CON QUIEN ESTAMOS TRABAJANDO (Rodear con un círculo) 1. Casados 2. Separados/Divorciados 3. En Pareja (Tiempo ) 4. Viudedad 5. Madre soltera NIVEL CULTURAL PARENTAL (Señalar con una X) NIVEL CULTURAL
PADRE
MADRE
PADRE
MADRE
No sabe leer, ni escribir Estudios Primarios Graduado Escolar, E.G.B. Formación Profesional Bachillerato Estudios Universitarios
Empleo fijo Contratación temporal Trabajos esporádicos Desempleo Ama de Casa Jubilado/Pensionista 230
Identificación de la familia PROFESIÓN DE LOS PADRES (Señalar con una cruz la casilla adecuada) PADRE
Alto Ejecutivo, Propietario de grandes empresas. Postgraduados. Director de empresa. Propietario de medianas empresas. Profesionales de titulación superior. Personal de Administración. Profesional de titulación media (perito, maestro). Propietario de pequeños negocios. Oficinista. Trabajador de ventas. Técnicos. Trabajador cualificado (Encargado, Oficial). Trabajador semicualificado (Ayudante, Auxiliar). Trabajador no cualificado (Peón, Conserje, Dependiente). Personas económicamente dependientes (Parados, Amas de casa, Beneficiarios Ayudas Sociales).
INGRESOS FAMILIARES (Rodear con un círculo) 1. < 500.000 ptas./año. 2. 500.000 - 1.000.000 ptas./año. 3. 1.000.000 - 2.000.000 ptas./año. 4. 2.000.000 - 3.000.000 ptas./año. 5. > 3.000.000 ptas./año. 231
MADRE
Identificación de la familia PROCEDENCIA DE LOS INGRESOS (Rodear con un círculo) 1. Trabajo de los miembros de la familia 2. En su mayor parte procecen del trabajo de los miembros de la familia, pero recibe también algún tipo de prestación de los Servicios Sociales 3. Parte de los ingresos proceden del trabajo de los miembros de la familia, pero son mayores los que reciben de los Servicios Sociales. 4. Proceden en su práctica totalidad de los Servicios Sociales. 5. Proceden en su práctica totalidad de prestaciones de la Seguridad Social.
232
Identificación de la familia
NÚMERO TOTAL DE HIJOS: NÚMERO DE HIJOS MENORES DE 18 AÑOS: EDAD, SEXO Y ESCOLARIZACIÓN/EMPLEO
HIJO
FECHA DE NACIMIENTO
SEXO hombre/mujer
ESCOLARIZACIÓN/EMPLEO (señalar curso o trabajo)
HIJO 1 HIJO 2 HIJO 3 HIJO 4 HIJO 5 HIJO 6 HIJO 7 HIJO 8 HIJO 9 HIJO 10
QUÉ RECURSOS/SERVICIOS/PROGRAMAS HAN INTERVENIDO PREVIAMENTE CON LA FAMILIA
RED DE RECURSOS DISPONIBLES EN LA COMUNIDAD 233
Identificación de la familia INFORME DESCRIPTIVO Valoración de la problemática y necesidades de la familia, objetivos específicos a trabajar, y secuenciación de los mismos.
234
Identificación de la familia 1. ESCALAS DE BIENESTAR INFANTIL (CWBS) DE MAGURA Y MOSES Familia
Puntuación Total de la Escala «Mantenimiento del Hogar» «Disposición Parental» «Rendimiento del Niño» 1. Cuidado de la salud física 2. Alimentación/Dieta 3. Vestido 4. Higiene personal 5. Mobiliario de la casa 6. Hacinamiento 7. Higiene de la casa 8. Seguridad de la vivienda 9. Disponibilidad de servicios 10. Seguridad física del hogar 11. Cuidado de la salud mental 12. Supervisión niños pequeños 13. Supervisión de los adolescentes 14. Acuerdos cuidado de los niños 15. Manejo del dinero 16. Capacidad parental cuidado hijos 17. Relaciones parentales 18. Continuidad labor parental 19. Reconocimiento parental problemas 20. Motivación parental solución problemas 21. Cooperación parental 22. Apoyo principal cuidador 23. Disponibilidad/accesibilidad servicios 24. Aceptación/afecto parental hacia hijos 25. Aprobación parental de los hijos 26. Expectativas parentales de los hijos 27. Consistencia de la disciplina parental 28. Enseñanza/estimulación de los hijos 29. Castigo físico abusivo 30. Privación deliberada de comida 31. Confinamiento o restricción física 32. «Dejarle fuera de casa» deliberadamente 33. Abuso sexual 34. Amenaza de abuso 35. Explotación económica 36. Protección ante el abuso 37. Adecuación de la educación 38. Rendimiento escolar 39. Asistencia al colegio 40. Relaciones de la familia del niño 41. Mal comportamiento de los niños 42. Conducta de afrontamiento de los niños 43. Condiciones que incapacitan a los niños
235
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Identificación de la familia 2. INVENTARIO DE POTENCIAL DE MALTRATO INFANTIL (CAP) (sólo para maltrato físico) PADRE/TUTOR
Deseabilidad Social Respuesta al Azar Inconsistencia Imagen Positiva Imagen Negativa Respuesta al Azar ESCALA DE ABUSO Malestar Psicológico Rigidez Infelicidad o problemas de relación social Problemas con la familia Problemas con los niños
236
MADRE/TUTORA
Identificación de la familia 3. VERSIÓN PARA MAESTROS DEL INVENTARIO DE PROBLEMAS DE CONDUCTA (TRF) PADRE/TUTOR
Total de problemas de conducta Total de problemas internalizados Total de problemas externalizados Retraimiento social Quejas somáticas Depresión/Ansiedad Problemas de relación social Problemas de pensamiento Problemas de atención Infelicidad o problemas de relación social Conductas delictivas Conductas agresivas
237
MADRE/TUTORA
anexo IV
Informe semestral
CÓDIGO DE IDENTIFICACIÓN DE LA FAMILIA SUBPROGRAMA Separación Preservación Provisionalfamiliar Reunificación
HIJOS
Fecha del informe Equipo de Intervención Familiar de
241
Identificación de la familia Familia (Para cada apartado se utilizará el espacio que se crea conveniente)
1. Introducción Fecha de Alta en el Programa Periodo que comprende el Informe
Recursos utilizados y profesionales que han intervenido:
242
Identificación de la familia 2. EVOLUCIÓN. Evaluación de los objetivos planteados en el Programa de intervención, situación actual, valoración y propuesta.
243
Identificación de la familia 3. VALORACIÓN. Valoración de la situación de los niños/as, propuestas de nuevas áreas y/u objetivos de intervención a seguir en el futuro, y formulación de objetivos.
244
EVALUACIÓN SEMESTRAL/SEGUIMIENTO (CODIFICACIÓN) FECHA: MENOR: Apellidos
Nombre
N.º 1
D E S A M P A R O
N I Ñ O
F A M I L I A
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56
M. Físico M. Psíquico N. Física N. Psíquica A. Sexual Expl. Sexual Expl. Laboral Ind. Delincuen. Modelo Inade. Imp. oblig. pat. Abandono Renuncia Severidad M. Cercanía T. Presencia L. Historia Pre. Edad/Visibilidad Capacidad Acceso Apego M/H. Apego P/H. Estat. Físico Estat. Cognitivo Temperamento Relaciones S. Cooperación C. Vivienda Cuidador Edad H. Crianza M. H. Crianza P. H. Violencia M. H. Violencia P. Salud Física M. Salud Física P. Salud Mental M. Salud Mental P. Toxicoman. M. Toxicoman. P. Disponibilidad Expectativas M. Expectativas P. C. Prácticas M. C. Prácticas P. Relac. Pareja Relac. Soc. Ps. P. Compañero Insuf. F. Control Relac. M-H. Relac. P-H. Relac. Herma. Relac. F. Externa Sucesos F. Historia S.S. Reconoc. Des. Motivación C. S. Económicas
➞
➞
➞ ➞
➞ ➞
➞ ➞ ➞ ➞
➞ ➞
2
3
O O O O O
O O O O O
O O O O
O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
4
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
5
0
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
245
➞
Pronóstico del Caso junto con la cronicidad de la problemática familiar y la gravedad del maltrato
N.º ESPECÍFICAS DEL NIÑO 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66
Re. Escolar Discapacidad Toxicomanías Psicosis Delincuencia P. Socializac. Prostitución Fugas T. Emocional C. Esfínteres
L L L L L L L L L L
➞ ➞ ➞ ➞ ➞ ➞ ➞
ESPECÍFICAS DE LA FAMILIA N.º
67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78
G. Económica Organizc. Condi. Horario Laboral Desempleo Temporero Mendicidad Prostitución Cta. Asocial Prisión Fallecido Deficiencia Oposición
➞
No
P
M
D
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
Identificación de la familia 1. ESCALAS DE BIENESTAR INFANTIL (CWBS) DE MAGURA Y MOSES (Meses transcurridos desde el inicio de la intervención ) Familia
Puntuación Total de la Escala «Mantenimiento del Hogar» «Disposición Parental» «Rendimiento del Niño» 1. Cuidado de la salud física 2. Alimentación/Dieta 3. Vestido 4. Higiene personal 5. Mobiliario de la casa 6. Hacinamiento 7. Higiene de la casa 8. Seguridad de la vivienda 9. Disponibilidad de servicios 10. Seguridad física del hogar 11. Cuidado de la salud mental 12. Supervisión niños pequeños 13. Supervisión de los adolescentes 14. Acuerdos cuidado de los niños 15. Manejo del dinero 16. Capacidad parental cuidado hijos 17. Relaciones parentales 18. Continuidad labor parental 19. Reconocimiento parental problemas 20. Motivación parental solución problemas 21. Cooperación parental 22. Apoyo principal cuidador 23. Disponibilidad/accesibilidad servicios 24. Aceptación/afecto parental hacia hijos 25. Aprobación parental de los hijos 26. Expectativas parentales de los hijos 27. Consistencia de la disciplina parental 28. Enseñanza/estimulación de los hijos 29. Castigo físico abusivo 30. Privación deliberada de comida 31. Confinamiento o restricción física 32. «Dejarle fuera de casa» deliberadamente 33. Abuso sexual 34. Amenaza de abuso 35. Explotación económica 36. Protección ante el abuso 37. Adecuación de la educación 38. Rendimiento escolar 39. Asistencia al colegio 40. Relaciones de la familia del niño 41. Mal comportamiento de los niños 42. Conducta de afrontamiento de los niños 43. Condiciones que incapacitan a los niños
246
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Identificación de la familia 2. VERSIÓN PARA MAESTROS DEL INVENTARIO DE PROBLEMAS DE CONDUCTA (TRF) (Meses transcurridos desde el inicio de la intervención ) Sólo cuando en la fase de observación se han diagnosticado problemas de conducta Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Hijo nº
Total de problemas de conducta Total de problemas internalizados Total de problemas externalizados Retraimiento social Quejas somáticas Depresión/Ansiedad Problemas de relación social Problemas de pensamiento Problemas de atención Infelicidad o problemas de relación social Conductas delictivas Conductas agresivas
(SE REALIZARÁ SIEMPRE QUE EXISTAN PROBLEMAS EN EL NIÑO)
247
anexo V
Informe de baja
CÓDIGO DE IDENTIFICACIÓN DE LA FAMILIA SUBPROGRAMA Separación Preservación Provisionalfamiliar Reunificación
HIJOS
Fecha del informe Equipo de Intervención Familiar de
251
Identificación de la familia
A. EVALUACIÓN DE LOS RESULTADOS - NIÑO: (Se utilizará una hoja por cada uno de los niños por los que se ha llevado a cabo la intervención) A.1. Resultados sobre objetivos finales 1. Resultados obtenidos en cuanto a objetivos finales (Señalar la opción que proceda). SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN FAMILIAR – Objetivos alcanzados: Se ha preservado la integridad familiar; se ha evitado la separación del niño/a de su familia, y éste puede permanecer en el hogar con garantías de que su seguridad e integridad están salvaguardadas, y sus necesidades básicas están cubiertas de forma continuada. – Objetivos parciales suficientes: Se ha preservado la integridad familiar y se han producido cambios positivos notables, suficientes para garantizar el bienestar de los niños/as en la familia, pero requiere control de los Servicios Comunitarios. – Objetivos parciales insuficientes: Se han producido algunos de los cambios esperados, pero no se consideran suficientes para garantizar la seguridad y el bienestar de los niños en la familia. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios. – Objetivos no alcanzados: No se ha observado ninguna mejoría en la familia o los logros no son significativos. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación provisional: La familia pasa al Subprograma de Separación Provisional-Reunificación. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva. 252
Identificación de la familia
SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN – Objetivos alcanzados: Se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar (se ha eliminado la necesidad de la separación), y el niño/a puede permanecer en el hogar con la garantía de que su seguridad e integridad están salvaguardadas, y sus necesidades básicas están cubiertas de forma continuada. – Objetivos parciales suficientes: Se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar y el niño/a puede permanecer en él; se han producido cambios positivos notables durante la intervención, suficientes para garantizar el bienestar de los niños, pero requiere control de los Servicios Comunitarios. – Objetivos parciales insuficientes: Se han producido algunos de los cambios esperados en la familia, pero no se ha conseguido el retorno del niño/a al hogar familiar. – Objetivos no alcanzados: No se ha observado ninguna mejoría en la familia o los logros no son significativos, y no se ha conseguido el retorno del niño al hogar. – Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva. 2. Razón de finalización de la intervención – Porque la familia no acepta los recursos y abandona el Programa – Por decisión de los responsables institucionales -
Por cumplimiento del tiempo máximo establecido Por falta de resultados antes del plazo de tiempo previsto Por la consecución de los objetivos previstos Porque las circunstancias familiares hacen innecesaria la intervención
– Por otras causas - Por traslado - Por fallecimiento del niño - Por otros motivos (especificar): 253
Identificación de la familia
3. Situación de los niños (Especificar la situación de cada niño/a al inicio y al final de la intervención, utilizando las iniciales de su nombre y apellido)
SITUACIÓN
INICIO PROGRAMA
FIN PROGRAMA
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros: (especificar)
4. Datos sobre incidentes y situaciones de maltrato durante la intervención • Fase de Observación: Número, tipo y gravedad de la situación • Fase de Tratamiento: Número, tipo y gravedad de la situación • Fase de Seguimiento: Número, tipo y gravedad de la situación Descripción sucinta (utilícese el espacio que se crea necesario):
254
Identificación de la familia A.2. Resultados sobre objetivos instrumentales y las situaciones de maltrato MENOR: Apellidos
Nombre
N.º
D E S A M P A R O
N I Ñ O
F A M I L I A
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56
FINAL M. Físico M. Psíquico N. Física N. Psíquica A. Sexual Expl. Sexual Expl. Laboral Ind. Delincuen. Modelo Inade. Imp. oblig. pat. Abandono Renuncia Severidad M. Cercanía T. Presencia L. Historia Pre. Edad/Visibilidad Capacidad Acceso Apego M/H. Apego P/H. Estat. Físico Estat. Cognitivo Temperamento Relaciones S. Cooperación C. Vivienda Cuidador Edad H. Crianza M. H. Crianza P. H. Violencia M. H. Violencia P. Salud Física M. Salud Física P. Salud Mental M. Salud Mental P. Toxicoman. M. Toxicoman. P. Disponibilidad Expectativas M. Expectativas P. C. Prácticas M. C. Prácticas P. Relac. Pareja Relac. Soc. Ps. P. Compañero Insuf. F. Control Relac. M-H. Relac. P-H. Relac. Herma. Relac. F. Externa Sucesos F. Historia S.S. Reconoc. Des. Motivación C. S. Económicas
1 O O O O ➞ O
2
3 O O O O O
4
O O O O O
O O O O
➞ O O O O O O O ➞ O ➞ O O O O O O O O O O ➞ O ➞ O O O ➞ O ➞ O ➞ O ➞ O O O O O O O O O O O O O O O O ➞ O ➞ O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
INICIAL 5 O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
0 O O O O O
1 O O O O ➞ O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
O O O O
O O O O
➞ O O O O O O O ➞ O ➞ O O O O O O O O O O ➞ O ➞ O O O ➞ O ➞ O ➞ O ➞ O O O O O O O O O O O O O O O O ➞ O ➞ O O
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
255
2
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
3 O O O O O
4
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
OBSERVACIONES 5 O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
0 O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................ ............................................................
N.º ESPECÍFICAS DEL NIÑO 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66
Re. Escolar Discapacidad Toxicomanías Psicosis Delincuencia P. Socializac. Prostitución Fugas T. Emocional C. Esfínteres
➞
L L L L L L L L L L
➞ ➞ ➞ ➞ ➞ ➞ ➞
Pronóstico del Caso junto con la cronicidad de la problemática familiar y la gravedad del maltrato
ESPECÍFICAS DE LA FAMILIA N.º 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78
G. Económica Organizc. Condi. Horario Laboral Desempleo Temporero Mendicidad Prostitución Cta. Asocial Prisión Fallecido Deficiencia ➞ Oposición
No P
M
D
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
O O O O O O O O O O O O
Identificación de la familia 2. ESCALAS DE BIENESTAR INFANTIL (CWBS) DE MAGURA Y MOSES (Informe final; meses transcurridos desde el comienzo de la intervención Familia
Hijo nº
Hijo nº
Puntuación Total de la Escala «Mantenimiento del Hogar» «Disposición Parental» «Rendimiento del Niño» 1. Cuidado de la salud física 2. Alimentación/Dieta 3. Vestido 4. Higiene personal 5. Mobiliario de la casa 6. Hacinamiento 7. Higiene de la casa 8. Seguridad de la vivienda 9. Disponibilidad de servicios 10. Seguridad física del hogar 11. Cuidado de la salud mental 12. Supervisión niños pequeños 13. Supervisión de los adolescentes 14. Acuerdos cuidado de los niños 15. Manejo del dinero 16. Capacidad parental cuidado hijos 17. Relaciones parentales 18. Continuidad labor parental 19. Reconocimiento parental problemas 20. Motivación parental solución problemas 21. Cooperación parental 22. Apoyo principal cuidador 23. Disponibilidad/accesibilidad servicios 24. Aceptación/afecto parental hacia hijos 25. Aprobación parental de los hijos 26. Expectativas parentales de los hijos 27. Consistencia de la disciplina parental 28. Enseñanza/estimulación de los hijos 29. Castigo físico abusivo 30. Privación deliberada de comida 31. Confinamiento o restricción física 32. «Dejarle fuera de casa» deliberadamente 33. Abuso sexual 34. Amenaza de abuso 35. Explotación económica 36. Protección ante el abuso 37. Adecuación de la educación 38. Rendimiento escolar 39. Asistencia al colegio 40. Relaciones de la familia del niño 41. Mal comportamiento de los niños 42. Conducta de afrontamiento de los niños 43. Condiciones que incapacitan a los niños
(Se adjuntarán copias de las escalas CWBS cubiertas en los informes anteriores)
256
Hijo nº
) Hijo nº
Identificación de la familia 3. INVENTARIO DE POTENCIAL DE MALTRATO INFANTIL (CAP) (Informe final; meses transcurridos desde el inicio de la intervención PADRE/TUTOR Deseabilidad Social Respuesta al Azar Inconsistencia Imagen Positiva Imagen Negativa Respuesta al Azar ESCALA DE ABUSO Malestar Psicológico Rigidez Infelicidad o problemas de relación social Problemas con la familia Problemas con los niños (Se adjuntarán copias del CAP cubiertas en los informes anteriores)
257
)
MADRE/TUTORA
Identificación de la familia 3. VERSIÓN PARA MAESTROS DEL INVENTARIO DE PROBLEMAS DE CONDUCTA (TRF) (Informe final; meses transcurridos desde el inicio de la intervención Hijo nº
Hijo nº
Total de problemas de conducta Total de problemas internalizados Total de problemas externalizados Retraimiento social Quejas somáticas Depresión/Ansiedad Problemas de relación social Problemas de pensamiento Problemas de atención Conductas delictivas Conductas agresivas (Se adjuntarán copias del TRF cubiertas en los informes anteriores)
258
Hijo nº
Hijo nº
) Hijo nº
Identificación de la familia B. RECURSOS ASIGNADOS EN LA INTERVENCIÓN
1. Educador familiar: Número total de horas de atención directa a la familia Número total de horas dedicadas a otras actividades (coordinación con otros profesionales, informes o coordinación con la Sección, supervisión dentro del programa, etc.) Fechas de Inicio y Finalización de la actividad del Educador Familiar: ………………
2. Psicólogo/Coordinador: Número total de horas de atención directa a la familia Número total de horas dedicadas a otras actividades (coordinación con otros profesionales, informes o coordinación con la Sección, supervisión dentro del programa, etc.) Fechas de Inicio y Finalización de la actividad del Psicólogo:
………-………
3. Atención psicoterapéutica: Nº de sesiones de Terapia Individual de Adultos (padre y/o madre) ……… y nº total de horas: ……… Nº de sesiones de Terapia de Pareja
………
Nº de sesiones de Terapia de Familia
y nº total de horas
………
………
y nº total de horas
Nº de sesiones de Terapia de Individual Infantil horas ………
………
………
y nº total de
Fechas de Inicio y Finalización de la actividad del psicoterapéuta: ……… 259
………-
Identificación de la familia 4. Voluntarios: Actividad realizada: Número total de horas dedicadas a la familia Fechas de Inicio y Finalización de la actividad de los voluntarios:
………-
………
5. Otros recursos externos al PIF: (señalar cuáles se han utilizado) Centro de Día Centro de Salud Mental Equipo Multiprofesional del M.E.C. Servicio de tratamiento de alcoholismo Servicio de tratamiento de otras toxicomanías Grupos y asociaciones de Tiempo Libre Escuela de Padres Recursos de apoyo extraescolar (clases particulares, grupos de apoyo de tiempo libre, etc.) Unidad de Intervención Educativa Ayudas económicas de los Servicios Sociales Otros recursos de los Servicios Sociales Otros recursos aplicados
………………………………
……………………………………………………
Número total de horas dedicadas por el personal del equipo: Datos sobre el personal que atendió a la familia – ¿Hubo continuidad en el personal del equipo que trató a la familia? – ¿• Técnico 1 (Indicar especialización)
…………………………
SI
NO
– ¿• Técnico 2 (Indicar especialización)
…………………………
SI
NO
– ¿• Técnico 3 (Indicar especialización)
…………………………
SI
NO
– ¿• Técnico 4 (Indicar especialización)
…………………………
SI
NO
260
Identificación de la familia C. INFORME-RESUMEN (Se dedicará a cada epígrafe el espacio que se crea conveniente). 1. Introducción. Recursos utilizados y profesionales que han intervenido:
261
Identificación de la familia 2. Evolución del caso: Evaluación de los objetivos planteados en el programa de intervención, situación actual, valoración y propuesta.
262
Identificación de la familia 3. Valoración, pronóstico y necesidades futuras de intervención: Valoración global de los resultados y evolución del tratamiento, valoración de la situación de los niños/as al finalizar el tratamiento, pronóstico del caso, necesidades de la familia y orientación sobre la intervención a seguir en el futuro.
263
anexo VI
Estadillos mensuales de dedicación de tiempo a la familia y de situación de cada familia en el programa
267
ANEXO IV.A - INFORME SOBRE DEDICACIÓN DE TIEMPO A LAS FAMILIAS EQUIPO DE INTERVENCIÓN FAMILIAR DE …………………………………… MES …………………………… (Horas de dedicación del técnico superior y los medios a cada familia) (Se enviará cada mes a la Sección de Protección a la Infancia) Tiempo de intervención directa Familia
SEMANA 1ª Subprog.
Téc. Sup.
Téc. Medio
SEMANA 2ª Téc. Sup.
Téc. Medio
SEMANA 3ª Téc. Sup.
Téc. Medio
SEMANA 4ª-5ª-6.ª Téc. Sup.
Téc. Medio
11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 268
19. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. Tiempo dedicado a otras actividades (*) (*) Coordinación con otros profesionales, informes o coordinación con la Sección, supervisión dentro del programa, etc. NOTA: • Cómputo de todas las semanas del mes, aunque sean incompletas, comenzando con el primer día hábil. • Cuando el profesional del CEAS es un miembro más del equipo de intervención se puede recoger su tiempo de dedicación en columna paralela.
ANEXO IV.B - SITUACIÓN DE LOS CASOS HASTA LA FECHA …………………………… EQUIPO DE INTERVENCIÓN FAMILIAR DE ……………………………………………………………………………… Familia
Fecha de entrada
Fecha inicio Fecha inicio Observación Tratamiento
11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 269
18. 19. 10. 11. 12. 13. 14. 15. * Intervención = Observación + tratamiento + seguimiento.
Fecha inicio Seguimiento
Meses de Meses de Cierre Invervención*
Observaciones
Nombre del Educador
anexo VII
Informe anual: A. Resultados B. Gestión
A. INFORME DE RESULTADOS Formulario para recogida de datos de los casos cerrados durante el año, independientemente de la fecha de inicio. Se cubre con los datos que figuran en: • Informes iniciales y de baja de los casos cerrados en ese año, independientemente de su fecha de inicio. • Estadillos mensuales de dedicación de tiempo del equipo a las familias. • Estadillos mensuales de situación de esas familias en el Programa. NÚMERO DE CASOS Y SUBPROGRAMA AL QUE PERTENECEN FAMILIAS
SUBPROGRAMA
N
%
NIÑOS N
%
Subprograma de Preservación Familiar Subprograma de Separación - Reunificación Familiar TOTAL DE CASOS CERRADOS EN EL AÑO
100
100
(Los casos que hayan cambiado de subprograma, se contabilizarán en el de llegada)
NÚMERO DE CASOS QUE CAMBIARON DE SUBPROGRAMA FAMILIAS N
%
NIÑOS N
%
Pasaron del S. de Preservación al de Sep.-Reunificación Pasaron del S. de Sep.-Reunificación al de Preservación TOTAL 273
100
100
A.1. Resultados finales 1. Resultados obtenidos en cuanto a objetivos finales
SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN
ALCANZADOS
NO ALCANZADOS
Se ha preservado la integridad familiar
Se ha preservado la integridad familiar
No se ha preservado la integridad familiar
Se ha conseguido el retorno del niño al hogar
%
Objetivos alcanzados La seguridad, integridad y atención de las necesidades básicas del niño están garantizadas Objetivos parciales suficientes Se han producido cambios notables, pero no todos los esperados. Requiere control de los Servicios Comunitarios Objetivos parciales insuficientes Pequeña mejoría, pero insuficiente. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios Objetivos no alcanzados No se ha observado mejoría significativa en la familia. Requiere la presencia regular de profesionales de los Servicios Comunitarios Objetivos no alcanzados y se propone la separación provisional Pasa al Subprograma de Separación Provisional - Reunificación Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva
SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN ALCANZADOS
FAMILIAS N
Objetivos alcanzados La seguridad, integridad y atención de las necesidades básicas del niño están garantizadas Objetivos parciales suficientes Se han producido cambios notables, pero no todos los esperados. Requiere control de los Servicios Comunitarios
NO ALCANZADOS
Objetivos parciales insuficientes Se han conseguido algunos cambios positivos pero insuficientes
No se ha conseguido el retorno del niño al hogar
Objetivos no alcanzados No se ha observado mejoría significativa en la familia Objetivos no alcanzados y se propone la separación definitiva
274
FAMILIAS N
%
2. Eliminación de situaciones de maltrato (En relación a los hijos menores de 18 años) INICIO DEL PROGRAMA FINAL DEL PROGRAMA
NIÑOS EN SITUACIÓN DE MALTRATO AL… SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN
N
%
N
%
MALTRATO FÍSICO MALTRATO PSÍQUICO NEGLIGENCIA FÍSICA NEGLIGENCIA EMOCIONAL ABUSO SEXUAL EXPLOTACIÓN LABORAL EXPLOTACIÓN SEXUAL INDUCCIÓN A LA DELINCUENCIA MODELO DE VIDA EN EL HOGAR INADECUADO PARA EL NIÑO OTROS (Señalar)
INICIO DEL PROGRAMA FINAL DEL PROGRAMA NIÑOS EN SITUACIÓN DE MALTRATO AL… SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN N % N % MALTRATO FÍSICO MALTRATO PSÍQUICO NEGLIGENCIA FÍSICA NEGLIGENCIA EMOCIONAL ABUSO SEXUAL EXPLOTACIÓN LABORAL EXPLOTACIÓN SEXUAL INDUCCIÓN A LA DELINCUENCIA MODELO DE VIDA EN EL HOGAR INADECUADO PARA EL NIÑO OTROS (Señalar)
275
3. Situación de los niños atendidos
SITUACIÓN SUBPROGRAMA PRESERVACIÓN
INICIO DEL PROGRAMA FINAL DEL PROGRAMA N
%
N
%
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros (especificar)
SITUACIÓN SUBPROGRAMA SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros (especificar)
276
INICIO DEL PROGRAMA FINAL DEL PROGRAMA N
%
N
%
4. Razón de finalización de la intervención RAZÓN DE FINALIZACIÓN SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN
FAMILIAS N
%
Porque la familia no acepta los recursos y abandona el Programa Por cumplimiento del tiempo máximo establecido Por decisión de los responsables institucionales
Por falta de resultados antes del plazo de tiempo previsto Por la consecución de los objetivos previstos Porque las circunstancias familiares hacen innecesaria la intervención Por traslado Por fallecimiento del niño
Otras causas
RAZÓN DE FINALIZACIÓN SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN Porque la familia no acepta los recursos y abandona el Programa Por cumplimiento del tiempo máximo establecido Por decisión de los responsables institucionales
Por falta de resultados antes del plazo de tiempo previsto Por la consecución de los objetivos previstos Porque las circunstancias familiares hacen innecesaria la intervención Por traslado Por fallecimiento del niño
Otras causas
277
FAMILIAS N
%
A.2. Resultados con respecto a objetivos instrumentales 1. Factores asociados VARIABLES
NO MEJORADAS
ESPECÍFICAS DE LA FAMILIA
ESPECÍFICAS DEL NIÑO
FAMILIA
NIÑO
N
%
Edad/Visibilidad Capacidad Acceso Apego M/H. Apego P/H. Estat. Físico Estat. Cognitivo Temperamento Relaciones S. Cooperación C. Vivienda Cuidador Edad H. Crianza M. H. Crianza P. H. Violencia M. H. Violencia P. Salud Física M. Salud Física P. Salud Mental M. Salud Mental P. Toxicoman. M. Toxicoman. P. Disponibilidad Expectativas M. Expectativas P. C. Prácticas M. C. Prácticas P. Relac. Pareja Relac. Soc. Ps. P. Compañero Insuf. F. Control Relac. M-H. Relac. P-H. Relac. Herma. Relac. F. Externa Sucesos F. Historia S.S. Reconoc. Des. Motivación C. S. Económicas Re. Escolar Discapacidad Toxicomanías Psicosis Delincuencia P. Socializac. Prostitución Fugas T. Emocional C. Esfínteres G. Económica Organizc. Condi. Horario Laboral Desempleo Temporero Mendicidad Prostitución Cta. Asocial Prisión Fallecido Deficiencia Oposición
278
PARCIALMENTE MEJORADAS N %
MEJORADAS N
%
A.3. Recursos y actividades 1. Educador familiar FAMILIAS N
NIÑOS %
%
N
(% con respecto al total de familias y niños del programa)
MEDIA
RANGO
Horas dedicadas a cada familia en intervención directa Horas dedicadas a cada familia en otras actividades
2. Psicólogos FAMILIAS N
NIÑOS %
N
%
(% con respecto al total de familias y niños del programa)
MEDIA
RANGO
Horas dedicadas a cada familia en intervención directa Horas dedicadas a cada familia en otras actividades
3. Atención psicoterapéutica FAMILIAS N
NIÑOS %
N
%
(% con respecto al total de familias y niños del programa)
MEDIA DE SESIONES
Terapia Individual de Adultos Terapia de Pareja Terapia Familiar Terapia Individual Infantil 279
RANGO DE SESIONES
MEDIA DE HORAS
RANGO DE HORAS
4. Voluntarios FAMILIAS N
NIÑOS %
N
TIEMPO DEDICADO A LAS FAMILIAS %
Media
% DE FAMILIAS
TIEMPO MEDIO
(% con respecto al total de familias y niños del programa) ACTIVIDAD REALIZADA
Nº DE FAMILIAS
PADRE/TUTOR
N
%
MADRE/TUTORA
N
Centro de Día Centro de Salud Mental Equipo Multiprofesional del M.E.C Servicio de tratamiento de alcoholismo Servicio de tratamiento de otras toxicomanías Grupos y asociaciones de Tiempo Libre Escuela de Padres Recursos de apoyo extraescolar (clases particulares, grupos de apoyo de tiempo libre, etc.) Unidad de Intervención Educativa Ayudas económicas de los Servicios Sociales Otros recursos de los Servicios Sociales Otros recursos aplicados 280
%
HIJOS
N
FAMILIA EN CONJUNTO
%
N
%
A.4. Características de la población tratada 1. Cumplimiento de los criterios de inclusión
CRITERIOS DE INCLUSIÓN
Nº FAMILIA
% SOBRE EL TOTAL DE FAMILIA CERRADA
Existen posibilidades de que se corrija el comportamiento maltratante o negligente Existen pocas posibilidades de que se corrija el comportamiento parental, pero se pretende apoyar a la familia antes de considerar una separación definitiva Hay una figura adulta con mínima capacidad para ejercer responsabilidades parentales Los adultos han sido informados de los motivos de intervención y objetivos del Programa y han aceptado mediante acuerdo escrito la participación en el Programa No existe ningún otro factor que haga inviable o inadecuado el tratamiento a través del PIF
2. Antigüedad de los casos tratados
TIEMPO MEDIO
1. Entre la apertura de expediente en cualquier organismo de Servicios Sociales y su paso a la Sección de Protección a la Infancia 2. Entre la apertura de expediente en la Sección y su paso al equipo del Programa de Intervención Familiar
281
3. Duración media de las fases de intervención (Sólo sobre fases cerradas) DURACIÓN MEDIA Subprograma de Preservación
Subpr. de Separación Prov.-Reunificación
Fase de Observación Fase de Tratamiento Fase de Seguimiento Total de la Intervención
4. Datos sociodemográficos 4.1. Edad de los padres PADRES
MADRES
N
%
MEDIA DE EDAD RANGO DE EDAD (menor-mayor)
4.2. Composición familiar
Familias biparentales de origen Familias monoparentales (PADRE) Familias monoparentales (MADRE) Familias reconstituidas Otros parientes Otros TOTAL
100% 282
4.3. Procedencia geográfica
N
%
N
%
Zona Rural Zona Urbana
4.4. Estado civil
Casados Separados/Divorciados En pareja Viudedad Madre soltera
4.5. Nivel educativo parental
PADRES N
No sabe leer, ni escribir Estudios Primarios Graduado Escolar, E. G. B. Formación Profesional Bachillerato Estudios Universitarios 283
MADRES %
N
%
4.6. Situación laboral parental
PADRES N
MADRES %
N
%
Empleo fijo Contratación temporal Trabajos esporádicos Desempleo Ama de casa Jubilado/Pensionista
4.7. Profesión de los padres
PADRES N
Alto ejecutivo; Propietario de grandes empresas; Postgraduados Director de empresa; Propietario de medianas empresas; Profesionales de titulación superior Personal de Administración; Profesional de titulación media (perito, maestro) Propietario de pequeños negocios; Oficinista; Trabajador de ventas. Técnicos Trabajador cualificado (Encargado, Oficial) Trabajador no cualificado (Peón, Conserje, Dependiente) Personas económicamente dependientes (Parados, amas de casa, beneficiarios de ayudas sociales)
284
%
MADRES N
%
4.8. Ingresos familiares
N
%
< 500.000 ptas./año 500.000 - 1.000.000 ptas./año 1.000.000 - 2.000.000 ptas./año 2.000.000 - 3.000.000 ptas./año > 3.000.000 ptas./año
4.9. Procedencia de los ingresos N
%
Trabajo de los miembros de la familia en su mayor parte En su mayor parte proceden del trabajo de los miembros de la familia, pero recibe también algún tipo de prestación de los Servicios Sociales Parte de los ingresos proceden del trabajo de los miembros de la familia, pero son mayores los que reciben de los Servicios Sociales Proceden en su práctica totalidad de los Servicios Sociales
Proceden en su mayor parte de prestaciones de la Seguridad Social Procede del trabajo y de prestaciones de la Seguridad Social
4.10. Número de hijos TOTAL
Media de hijos Rango de hijos 285
MENORES DE 18 AÑOS
4.11. Sexo (En relación a los hijos menores de 18 años) N
%
TOTAL
MENORES DE 18 AÑOS
N
%
Niños Niñas
4.12. Edad de los hijos
Media de edad EDAD
Menos de 1 año De 1 a 3 años De 4 a 7 años De 8 a 12 años De 13 a 15 años De 16 a 17 años 18 o más
4.13. Lugar de residencia de los hijos (En relación a los hijos menores de 18 años) N
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros (especificar)
286
%
B. INFORME DE GESTIÓN Formulario para recogida de datos anuales de todas las familias atendidas en ese periodo por el equipo. Se cubre con los datos que figuran en: • Informes iniciales de los casos tratados en ese periodo (aunque se hayan abierto con antelación) • Estadillos mensuales sobre dedicación de tiempo de esos meses a cada familia • Estadillos de situación de las familias en el Programa.
Número de casos tratados por subprograma CASOS A 1-I
ALTAS
BAJAS
CASOS A 31-XII
Subprograma de Preservación Niños Subprograma de Separación Prov.-Reunificación
Niños
TOTAL
Niños
Número de casos que cambiaron de subprograma NIÑOS N
Pasaron del P. de Preservación al de Sep.-Reunificación Pasaron del P. de Sep.-Reunificación al de Preservación TOTAL 287
%
Ocupación del equipo (Media semanal de familias atendidas por el equipo) Ocupación por trimestres: Sumatorio del nº de semanas de tratamiento de todas las familias atendidas dividido entre 13: Enero-Marzo: Abril-Junio: Julio-Septiembre: Octubre-Diciembre: Ocupación total: Sumatorio del nº de semanas de tratamiento de todas las familias atendidas dividido entre 52
Características de la población tratada 1. Cumplimiento de los criterios de inclusión N
Existen posibilidades de que se corrija el comportamiento maltratante o negligente Existen pocas posibilidades de que se corrija el comportamiento parental, pero se pretende apoyar a la familia antes de considerar una separación definitiva Hay una figura adulta con mínima capacidad para ejercer responsabilidades parentales Los adultos han sido informados de los motivos de intervención y objetivos del Programa y han aceptado mediante acuerdo escrito la participación en el Programa No existe ningún otro factor que haga inviable o inadecuado el tratamiento a través del PIF
288
%
2. Antigüedad de los casos tratados Tiempo medio
1. Entre la apertura de expediente en cualquier organismo de Servicios Sociales y su paso a la Sección de Protección a la Infancia 2. Entre la apertura de expediente en la Sección y su paso al equipo del Programa de Intervención Familiar
3. Tipo de maltrato, elegir uno (N, es el número de niños)
SUBPROGRAMA DE PRESERVACIÓN TIPOS
PASADO N
%
Maltrato físico Maltrato emocional Negligencia física Negligencia emocional Abuso sexual Explotación laboral Explotación sexual Inducción a la delincuencia Modelo de vida en el hogar inadecuado para el niño Maltrato físico + negligencia Negligencia física + negligencia emocional
289
ACTUAL N
%
SOSPECHA ACTUAL N
%
SUBPROGRAMA DE SEPARACIÓN PROVISIONAL-REUNIFICACIÓN TIPOS
PASADO N
%
Maltrato físico Maltrato emocional Negligencia física Negligencia emocional Abuso sexual Explotación laboral Explotación sexual Inducción a la delincuencia Modelo de vida en el hogar inadecuado para el niño Maltrato físico + negligencia Negligencia física + negligencia emocional
290
ACTUAL N
%
SOSPECHA ACTUAL N
%
4. Variables relacionados con la situación de maltrato
ESPECÍFICAS DE LA FAMILIA
ESPECÍFICAS DEL NIÑO
FAMILIA
NIÑO
VARIABLES
N
Edad/Visibilidad Capacidad Acceso Apego M/H. Apego P/H. Estat. Físico Estat. Cognitivo Temperamento Relaciones S. Cooperación C. Vivienda Cuidador Edad H. Crianza M. H. Crianza P. H. Violencia M. H. Violencia P. Salud Física M. Salud Física P. Salud Mental M. Salud Mental P. Toxicoman. M. Toxicoman. P. Disponibilidad Expectativas M. Expectativas P. C. Prácticas M. C. Prácticas P. Relac. Pareja Relac. Soc. Ps. P. Compañero Insuf. F. Control Relac. M-H. Relac. P-H. Relac. Herma. Relac. F. Externa Sucesos F. Historia S.S. Reconoc. Des. Motivación C. S. Económicas Re. Escolar Discapacidad Toxicomanías Psicosis Delincuencia P. Socializac. Prostitución Fugas T. Emocional C. Esfínteres G. Económica Organizc. Condi. Horario Laboral Desempleo Temporero Mendicidad Prostitución Cta. Asocial Prisión Fallecido Deficiencia Oposición
291
%
5. Datos sociodemográficos 5.1. Edad de los padres
PADRES
MADRES
N
%
N
%
Media de edad Rango de edad
5.2. Composición familiar
Familias biparentales de origen Familias monoparentales (PADRE) Familias monoparentales (MADRE) Familias reconstruidas Otros parientes Otros TOTAL
5.3. Procedencia geográfica
Zona Rural Zona Urbana 292
5.4. Estado civil N
%
Casados Separados/Divorciados En pareja Viudedad Madre soltera
5.5. Nivel educativo parental PADRES N
MADRES %
N
%
No sabe leer, ni escribir Estudios Primarios Graduado Escolar, E. G. B. Formación Profesional Bachillerato Estudios Universitarios
5.6. Situación laboral parental PADRES N
Empleo fijo Contratación temporal Trabajos esporádicos Desempleo Ama de casa Jubilado/Pensionista 293
MADRES %
N
%
5.7. Profesión de los padres PADRES N
%
MADRES N
Alto ejecutivo; Propietario de grandes empresas; Postgraduados Director de empresa; Propietario de medianas empresas; Profesionales de titulación superior Personal de Administración; Profesional de titulación media (perito, maestro) Propietario de pequeños negocios; Oficinista; Trabajador de ventas. Técnicos Trabajador cualificado (Encargado, Oficial) Trabajador no cualificado (Peón, Conserje, Dependiente) Personas económicamente dependientes (Parados, amas de casa, beneficiarios de ayudas sociales)
5.8. Ingresos familiares
N
< 500.000 ptas./año 500.000 - 1.000.000 ptas./año 1.000.000 - 2.000.000 ptas./año 2.000.000 - 3.000.000 ptas./año > 3.000.000 ptas./año 294
%
%
5.9. Procedencia de los ingresos N
%
Trabajo de los miembros de la familia en su mayor parte En su mayor parte proceden del trabajo de los miembros de la familia, pero recibe también algún tipo de prestación de los Servicios Sociales Parte de los ingresos proceden del trabajo de los miembros de la familia, pero son mayores los que reciben de los Servicios Sociales Proceden en su práctica totalidad de los Servicios Sociales
Proceden en su mayor parte de prestaciones de la Seguridad Social Procede del trabajo y de prestaciones de la Seguridad Social
5.10. Número de hijos TOTAL
MENORES DE 18 AÑOS
Media de hijos Rango de hijos
5.11. Sexo (En relación a los hijos menores de 18 años) N
Niños Niñas 295
%
5.12. Edad de los hijos TOTAL
MENORES DE 18 AÑOS
N
%
Media de edad
EDAD
Menos de 1 año De 1 a 3 años De 4 a 7 años De 7 a 12 años De 12 a 15 años De 16 a 18 años Más de 18 años
5.13. Lugar de residencia de los hijos (En relación a los hijos menores de 18 años) N
Hogar familiar Familia extensa sin acogimiento Acogimiento en familia extensa Acogimiento residencial Acogimiento en familia ajena Adopción Otros (especificar)
296
%
Segunda Parte
evaluación
del programa de apoyo a familias en situaciones de desprotección infantil en Castilla y León (1991-1995)
Joaquín de Paúl (Director) Pedro Múgica Nuria Alday
presentación
general de la evaluación del programa
299
1. La Demanda de Evaluación del Programa de Apoyo a Familias en el contexto de la Intervención en Protección Infantil 1.1. LA DEMANDA DE EVALUACIÓN El equipo de trabajo sobre temas de Protección Infantil de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, recibió el encargo del Servicio de Protección y Atención a Menores de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León de llevar a cabo una Evaluación del Programa de Apoyo a Familias. Esta petición se enmarca dentro de la línea de colaboración establecida entre ambas Instituciones y que se viene desarrollando en los últimos cinco años. En concreto, ya desde la puesta en marcha de los primeros programas de apoyo a familias, se había venido llevando a cabo una evaluación de los mismos con la colaboración de miembros del equipo de trabajo de la Universidad del País Vasco. Este trabajo se centró en tres de los subprogramas (Guardo, Valladolid y Segovia) que se pusieron en marcha en primer lugar y de los que se han proporcionado una serie de Informes de Evaluación. Esta fase de evaluación de dichos subprogramas culminó con la reunión mantenida con los equipos de profesionales de dichos subprogramas (Enero de 1996) y en la que se procedió a la presentación y explicación de los contenidos del Informe. La demanda actual de evaluación del Programa de Apoyo a Familias se presentó en el mes de Septiembre de 1995. Tuvo como objetivo el realizar una recopilación y una síntesis del funcionamiento, cobertura, actividades y resultados obtenidos por el conjunto de los siete subprogramas que están en funcionamiento en la actualidad. Se entiende que en esta demanda, al interés por conocer la realidad más concreta del conjunto de actividades y resultados, se añade la voluntad de obtener una serie de recomendaciones sobre la posible mejora en el funcionamiento de dichos programas y sobre la 301
implantación de un futuro sistema de evaluación de los mismos. Sería, por tanto, un primer paso que permitiría a los responsables de dicho programa el establecer una dinámica de trabajo conducente a la implantación de un Manual de Procedimiento y Evaluación del Programa de Apoyo a Familias. En dicho contexto se ha realizado la evaluación que se presenta en este Informe. La metodología con la que se ha llevado a cabo el trabajo de evaluación, la lectura de los datos que se presentan y las conclusiones y recomendaciones que se proponen, han sido escritas y deben ser entendidas desde dicho punto de vista. En el aspecto metodológico, tal y como se expresará más adelante, debe reseñarse que se trata de una evaluación retrospectiva, realizada a partir de la información existente en los equipos responsables de los programas y a partir de una rápida recopilación de la misma. En cuanto a los objetivos, se ha trabajado con los siguientes: 1. Conocer la cobertura total y el funcionamiento concreto de cada uno de los subprogramas del Programa de Apoyo a Familias y la eficacia de las intervenciones en el conjunto de las familias con las que se lleva a cabo la intervención. 2. Proporcionar datos que permitan a los profesionales que trabajan en dichos programas realizar una valoración de su trabajo e iniciar un proceso de evaluación y mejora permanente de las actividades con las familias
1.2. EL CONTEXTO NACIONAL E INTERNACIONAL DE LA INTERVENCIÓN FAMILIAR Y LA EVALUACIÓN DE PROGRAMAS Para poder comprender adecuadamente el contenido del Informe que se presenta a continuación es importante conocer cuál es el contexto nacional e internacional del tratamiento de familias en el ámbito de los servicios de protección infantil. Toda valoración de un programa, un recurso o cualquier tipo de servicio público o privado adquiere sentido si se inserta de manera precisa en las coordenadas temporales y espaciales pertinentes y si se establecen las comparaciones oportunas. Es necesario realizar una brevísima descripción del estado actual de la cuestión en el contexto nacional e internacional en dos aspectos: (1) los programas de rehabilitación de familias maltratantes o negligentes y (2) la evaluación de los programas en los servicios sociales y en la protección infantil en particular. 302
1.2.1. Los programas de rehabilitación de familias maltratantes o negligentes. En el ámbito internacional, especialmente en el contexto anglosajón, se aprecia un desarrollo importante de los programas de rehabilitación familiar a lo largo de la década de los años ochenta. A finales de dicha década empiezan a ser muy frecuentes en USA los denominados programas de «preservación familiar» que tenían como objetivo evitar la separación de los niños de sus familias, mejorando las condiciones de las mismas para garantizar la seguridad e integridad del niño. Se trata, por tanto, de un tipo de recursos que se puede considerar como relativamente reciente y que se ha venido generalizando en Europa en los últimos diez o quince años. En España, los primeros programas de rehabilitación de familias se pusieron en marcha en algunas Comunidades Autónomas en la segunda mitad de los ochenta. Los ejemplos de la provincia de Zaragoza, de la provincia de Guipúzcoa y algún ayuntamiento de Madrid se llevaron a cabo como experiencias piloto. A partir de los primeros años de esta década (1990), el Ministerio de Asuntos Sociales a través de la Dirección General del Menor y la Familia, impulsa la puesta en marcha de una serie de programas experimentales de tratamiento familiar. Fundamentalmente se ponen en marcha estos programas por la necesidad de cumplimiento de algunas de las directrices centrales del texto de la denominada Ley 21/87. Esta iniciativa tiene, además, como objetivo evaluar la eficacia de los mismos a la vez que intenta crear un contexto en el que se promocionen los recursos alternativos a la institucionalización de los menores. Por tanto, se debe considerar que los programas que se evalúan en este Informe se enmarcan en un contexto internacional en el que los recursos de tratamiento familiar están siendo objeto de amplio desarrollo en los últimos años. En el ámbito nacional se trata de un recurso de muy reciente aparición y que no puede ser todavía considerado como algo generalizado. Debe, por tanto, valorarse de manera muy positiva la capacidad de la Junta de Castilla y León, a través de sus profesionales y de los recursos utilizados, para adecuarse y actualizarse en la puesta en marcha de un recurso de intervención caracterizado por una cierta complejidad. Si se tiene en cuenta que algunos de estos subprogramas de Castilla y León se iniciaron en 1991, esto puede ser señalado con mayor rotundidad. Es importante que los responsables técnicos y todos los profesionales que forman los equipos de este programa sean conscientes de que están llevando a cabo un trabajo en cierta forma pionero. Estos programas constituyen un modelo que está siendo observado 303
por otros equipos de otras provincias o comunidades autónomas y, muy probablemente, en un futuro próximo constituirán una de las estrategias de abordaje de la protección infantil más generalizada. 1.2.2. La evaluación de programas en protección infantil. La evaluación de la eficacia de cualquier tipo de programas dentro del ámbito de los servicios públicos no ha sido, ni es en la actualidad, algo que pueda considerarse generalizado. En el ámbito de los Servicios Sociales, la evaluación de programas es también muy reciente. En el contexto de la protección infantil, se empieza a detectar en USA un interés por la evaluación de programas a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta. En el contexto europeo, en la actualidad es relativamente infrecuente encontrar programas de protección infantil que estén siendo evaluados. Lo mismo ocurre en el ámbito español, en donde la «cultura» de la evaluación es también muy reciente y no se puede decir que se encuentre ni mucho menos generalizada. En estos últimos años, se detecta, sin embargo, un gran interés por parte de algunos programas de protección infantil de conocer la eficacia de los mismos y de saber con cierta certeza la medida en la que se alcanzan o no los resultados esperados. Debe señalarse que la evaluación de programas sociales constituye un campo de trabajo también reciente en el que la metodología, los indicadores de evaluación, los procedimientos de recogida de información, etc., están siendo también objeto de un importante desarrollo en la actualidad. Por tanto, nuevamente se debe resaltar lo oportuno y actual de la demanda realizada por parte de la Junta de Castilla y León de llevar a cabo una evaluación del Programa de Apoyo a Familias. Los equipos de profesionales de estos programas deben ser conscientes que la evaluación que llevan a cabo de su trabajo no es tampoco una práctica generalizada en el contexto español ni europeo. Esto significa que más allá de las incomodidades o dificultades que genera el someterse, y someter el programa, a un proceso de evaluación y, más allá de la escasez de recursos con los que se lleva a cabo dicha evaluación, deben tener en cuenta que participan en un proceso que les puede suponer una importante ayuda para iniciar un proceso de mejora permanente de la calidad de su trabajo. Por otra parte, supondrá la adquisición de una experiencia y un hábito en el ámbito de la evaluación que van a ser valorados de manera importante en un futuro próximo en el ámbito de los servicios sociales. 304
2. Características generales del Proceso de Evaluación
2.1. OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN El primer objetivo de la evaluación de este Programa es realizar una descripción y valoración de la forma en que se ha venido llevando a cabo la implantación real de cada uno de los subprogramas. Se trata de presentar datos que permitan valorar cómo en la práctica se están llevando a cabo una serie de actividades en cada subprograma y que responden a una serie de premisas expuestas en los documentos elaborados por la Consejería de Sanidad y Bienestar Social (Plan Regional de Protección y Atención a Menores, 1995). El segundo objetivo se centra en la valoración de la eficacia alcanzada por el Programa de Apoyo a Familias en relación a los objetivos previstos. El informe que se presenta a continuación es una descripción de la evolución de todas las familias que han participado en el Programa y de las que se han facilitado datos. Se pretende recoger los resultados globales del conjunto de familias que han participado en el Programa, haciéndose hincapié en los cambios que se hayan logrado alcanzar y que son indicativos de la eficacia de la intervención. Se trata de determinar la tendencia de cada familia, y del grupo hacia un mantenimiento, agravamiento o mejora del problema del maltrato y de los factores que se consideran como predisponentes o mantenedores de dichos problemas de desprotección. Además se espera poder señalar qué problemas se han solucionado más frecuentemente y qué problemas se han mantenido en aquellas familias en las que no se ha observado una evolución positiva. En las conclusiones del Informe se tratará de proporcionar información comparativa con lo que se conoce en la actualidad 305
sobre la eficacia de este tipo de programas en el contexto nacional e internacional. Un tercer objetivo, quizá el más relevante, se centra en realizar una evaluación del proceso de trabajo, de la organización de los recursos y de las actividades llevadas a cabo por cada uno de los subprogramas. No se trata tanto de valorar los subprogramas, en el sentido de dar «valor» a los mismos, sino de presentar datos que permitan iniciar un proceso de discusión conducente a la mejora permanente de dichos recursos y su organización. Por último, un cuarto objetivo es el que trata de demostrar que la evaluación de los programas de tratamiento familiar, al margen de la dedicación que exige, tiene siempre efectos positivos sobre la motivación de los profesionales, y en última instancia, garantiza que las familias y niños receptores de los recursos están siendo considerados como clientes a quienes se les debe proporcionar la mejor de las atenciones posibles. Este Informe estará diseñado y redactado de forma que pueda producir un efecto positivo en la motivación de los profesionales y los responsables del Programa para continuar y optimizar los sistemas de evaluación. 2.2. METODOLOGÍA Y DISEÑO DE LA EVALUACIÓN En la evaluación de los resultados de este Programa se ha utilizado un diseño de grupo único con medidas pre y post-tratamiento. Este tipo de investigación permite la comparación de dos grupos de medidas. La lógica de esta investigación consiste en : a. Tomar un grupo de sujetos/familias que se ha formado sin seguir una técnica especial. b. Someter a los sujetos a una medición de las variables previamente seleccionadas, antes de aplicarles el tratamiento (medida pre-tratamiento/informe inicial). c. Aplicarles el tratamiento (intervención con las familias). d. Tomar otra medida de los sujetos en las diferentes variables, iguales a las utilizadas en la medida pre-tratamiento (medida post-tratamiento/informe de baja). e. Comparar las medidas pre y post-tratamiento. 306
Si se constata la existencia de algún cambio entre las medidas «pre» y «post» se atribuye al efecto del tratamiento. Sin embargo, pueden aparecer en una investigación con este tipo de diseño una serie de variables contaminadoras (p.ej: historia, maduración, efecto de la medida pre-tratamiento). Estas variables pueden enturbiar la interpretación de los resultados, ya que se puede atribuir al efecto del tratamiento la posible variación encontrada entre los dos momentos de medida, sin tener en cuenta que esta variación ha podido ser producida por el efecto de alguna de las variables contaminadoras mencionadas. Además de ello, hay que hacer constar algunas de las características de esta evaluación que deben condicionar la lectura de los resultados de la misma: 1. La recogida de información se realizó de manera retrospectiva. En el momento en que el equipo de evaluación de la Universidad del País Vasco realizó la recogida de información, algunos de los casos llevaban varios meses en intervención e incluso otros habían sido dados de baja. Esto ha supuesto que, en algunos casos, la información solicitada no constaba en el expediente abierto a la familia y no era posible acceder a la familia. Por ello, parte de la información dependía del recuerdo que los diferentes profesionales tenían de la familia, lo que pudo provocar un sesgo derivado del recuerdo, positivo o negativo, que estos pudieran tener de la familia y de la relación establecida con ella. 2. Se trata de una evaluación externa. Esto significa que la evaluación ha sido llevada por una institución (Universidad del País Vasco) ajena a la que ha puesto en marcha los diferentes subprogramas de Apoyo a Familias (Junta de Castilla y León). Este tipo de evaluación presenta una serie elementos positivos (Fernández Ballesteros, 1995): – Maximiza la objetividad, al no estar el evaluador implicado en el programa. – Maximiza la credibilidad social de la evaluación, puesto que juzgar con independencia aumenta la credibilidad del juicio emitido. – Maximiza la utilización de tecnología «dura» (diseño, instrumentos). – Maximiza la utilización de los estándares, toda evaluación necesita de unos estándares y los evaluadores externos suelen conocer mejor el ámbito de la evaluación. 307
No obstante, la evaluación externa, de acuerdo a la autora citada anteriormente, presenta una serie de desventajas: – Minimiza las posibilidades de mejorar el programa ya que el evaluador ajeno no tiene posibilidades de actuación sobre él. – Maximiza la reactividad de los sujetos, en lo referente al registro de las operaciones a observar. Los evaluadores ajenos no disponen de familiaridad con los profesionales de los programas, lo que puede producir una mayor reactividad. – La evaluación externa es más costosa, porque requiere la contratación de personal especializado ajeno al programa. 3. Como se ha señalado anteriormente, en la evaluación de este Programa se ha utilizado un diseño de grupo único con medidas pre y post-tratamiento. Esto conlleva que carece de las dos propiedades que caracterizan los experimentos verdaderos, que son muestras aleatorias y grupo control. Estos diseños «cuasiexperimentales» se hallarán constantemente amenazados por la existencia de variables extrañas difíciles de controlar (Anguera, 1995). Ello dificulta la formulación de inferencias causales y consecuentemente, los resultados deben considerarse con suma precaución. 4. La evaluación de los resultados se ha realizado a partir de medidas pre y post-tratamiento de las situaciones de desprotección de las que eran víctimas los niños y de los factores o variables que se consideraban relacionados (hipotéticas causas) con dicha situación de desprotección. Toda esta información ha sido proporcionada por los profesionales en relación con las familias y los niños, lo que implica un riesgo de falta de objetividad en la forma en que se presenta tal información. No se han utilizado medidas de tipo estandarizado (cuestionarios, autoinformes, escalas de observación) que permitirían presentar datos más objetivos de cada uno de los casos. 2.3. DESCRIPCIÓN DEL PROCESO DE EVALUACIÓN Con el fin de llevar a cabo la recogida de información necesaria para la realización de la evaluación, el equipo de la Universidad del País Vasco elaboró dos formularios (ver Anexo 2) en donde se recogía información de diferentes áreas: tipología de maltrato, variables sociodemográficas, factores 308
asociados, etc., en el momento de entrada de la familia en el Programa (Informe Inicial), y en el momento en el que la familia finalizara su participación (Informe de Baja). Posteriormente, uno de los miembros del equipo realizó una primera visita individualizada a cada uno de los siete subprogramas de apoyo a familias. Los objetivos de esta primera visita fueron los siguientes: (1) explicar los objetivos y procedimiento de la evaluación, (2) conocer las características particulares de cada programa, (3) conocer toda la información existente (retrospectiva y actual) de cada uno de los casos objeto de intervención en cada subprograma, (4) exponer a los responsables de los subprogramas las necesidades del equipo de evaluación en cuanto a la recogida de información, tanto de las actividades de cada subprograma como de los casos tratados, y (5) en caso necesario, proporcionar instrumentos (formularios) para la recogida de información. Una vez presentada la evaluación y establecida la forma de recogida de información, se solicitó a los responsables de cada subprograma que cumplimentaran los formularios elaborados por el equipo de la Universidad del País Vasco. A lo largo de este tiempo este equipo realizó un seguimiento y asesoramiento en el proceso de recogida de información. Una vez que los responsables de cada subprograma finalizaron la tarea de cumplimentación de los formularios, nuevamente un miembro del equipo de Evaluación de la Universidad del País Vasco, realizó una segunda visita individualizada a los siete subprogramas de apoyo a familias para (1) recoger la información requerida para la evaluación, (2) estudiar «in situ» la información recogida por los profesionales y (3) resolver problemas y dudas y completar la información.
309
evaluación
del programa de apoyo a familias
311
1. Introducción
En esta Introducción a la segunda parte se presenta de manera breve la ordenación de la información que el lector va a encontrar y el sentido y la importancia que, a juicio de los autores de este Informe, tiene cada apartado. En primer lugar, se va a realizar una descripción (transcripción, en algunos casos) de las cuestiones más relevantes de la implantación del Programa de Apoyo a Familias y que se encuentran recogidas por escrito en las publicaciones de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social. En concreto, se describe y valora la justificación que se hace del Programa, las premisas teóricas del mismo, los objetivos, la población que se prevé que va a ser objeto de atención y las fases de dicha intervención. Se realizará una breve valoración de dichos aspectos y se tratará posteriormente de tener en cuenta esta información para establecer las comparaciones oportunas con la forma real en la que se han implantado y se han estado llevando a cabo las actividades concretas de cada subprograma. En este apartado se hará también una breve descripción de la «historia» de implantación y mantenimiento de cada subprograma, que puede permitir una interpretación más ajustada del trabajo llevado a cabo y de los resultados obtenidos por cada subprograma. En segundo lugar, se hará una extensa descripción del conjunto de casos tratados en el Programa y de las características de todos ellos. Estos datos son imprescindibles de ser leídos con detenimiento para poder valorar la pertinencia, la relevancia e impacto social del Programa, así como su eficiencia (costos/beneficios). Por otra parte, la lectura de estos datos permitirá conocer la adecuación de los casos tratados a lo previsto en el momento de su implantación. Por último, permitirá mejorar la capacidad de interpretación 313
de los resultados al establecer relaciones con las tipologías de desprotección abordadas y con la gravedad, severidad y cronicidad de los casos. En tercer lugar, se realizará una descripción cualitativa y cuantitativa de los recursos puestos en marcha en cada subprograma y de la organización de los mismos. A la luz de estos datos, se podrá valorar la suficiencia de los recursos en relación a los problemas que deben abordar. Por otra parte, se podrán establecer valoraciones sobre las diferencias existentes entre los subprogramas, de manera que se pueda considerar la conveniencia de promover o no una mayor homogeneidad de dichos recursos y su organización. El conocimiento de estos datos acerca de los recursos y las operaciones realizadas con los mismos, permite comprender y contextualizar los resultados obtenidos, evaluar la eficiencia (costos/beneficios) de los mismos y promover, a partir de información concreta y contrastable, las mejoras o modificaciones que se consideraran oportunas. Por último, se realizará una evaluación global de los resultados obtenidos con el conjunto de las familias objeto de intervención. Se trata de un aspecto fundamental de la evaluación, pero no el más importante y que únicamente adquiere verdadero sentido en la medida en que sea leído a la luz de la información descrita anteriormente.
314
2. Descripción de la Implantación del Programa de Apoyo a Familias
2.1. JUSTIFICACIÓN DEL PROGRAMA DE APOYO A FAMILIAS De acuerdo al documento elaborado por la Dirección General de Acción Social de la Junta de Castilla y León en Agosto de 1990, la situación en aquellos momentos, en lo referente a la protección a la infancia se caracterizaba por: (1) la inexistencia de dispositivos alternativos al internamiento residencial, que se convierte casi en el único recurso para todos los casos, (2) existencia de una extensa población que carece de los recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas e (3) inexistencia de dispositivos de apoyo técnico a la familia. Ante esta situación, esta Dirección General se planteó «el desarrollo progresivo de una red integrada de servicios de atención a menores, basándose en la diversificación de dispositivos, que permiten dar soluciones más individualizadas, considerando como la pieza clave los recursos para realizar el apoyo técnico a las familias desde los Centros de Acción Social». En aquellos momentos, la evolución de la demanda en lo referente a la infancia dentro de la Comunidad de Castilla y León presentaba los siguientes aspectos: – La mejora en la calidad y cantidad de los servicios sociales y sanitarios produce un efecto de aumento de los casos detectados de maltrato y trato negligente, y especialmente del abuso sexual. – Parecía incrementarse en Castilla y León el número de nacimientos de niños con madres menores de 18 años. 315
– Los profesionales estaban demandando, fundamentalmente, recursos para el Apoyo a Familias y solución a las necesidades de vivienda, como requisitos básicos para una intervención eficaz. – Disminución de los acuerdos judiciales de internamiento como medida reformadora, y aumento de las medidas en medio abierto y de las medidas protectoras complementarias. – Se estaba produciendo un desplazamiento de menores con problemas de conducta asocial, desde los dispositivos de reforma a los de protección, que no estaban suficientemente adaptados para atender a este tipo de demanda. En este mismo sentido se afirmaba «...resulta absolutamente central desarrollar dispositivos capaces de prestar apoyo técnico a las familias con menores en riesgo de marginación, si se quiere promover la integración familiar y la prevención social». Se consideraba que «de esta cuestión dependen objetivos como la desinstitucionalización, la ruptura de la cadena de transmisión generacional de pautas automarginadoras, y el aumento de la capacidad de las familias para hacer frente a crisis futuras». Dentro de este contexto, en 1990 se pusieron en marcha tres programas de carácter experimental, financiados por el Ministerio de Asuntos Sociales, la Comunidad Autónoma y las Corporaciones Locales (Diputación de Palencia, Diputación de Segovia y Ayuntamiento de Valladolid), ejecutando estas últimas dichos programas. Las razones que determinaron la puesta en marcha de los programas en esta zonas estuvieron determinadas por ser consideradas como zonas de alto riesgo. 2.2. PREMISAS EN LAS QUE SE FUNDAMENTA SU IMPLANTACIÓN 2.2.1. Premisas de tipo Jurídico-Administrativo. – La ley 21/87 señala que se procurará la vuelta del menor con su familia lo antes posible. Así mismo, en el artículo 172.2 se recoge que cuando los padres soliciten a la Administración Pública la guarda voluntaria, ésta se tendrá durante el tiempo imprescindible. – El Decreto de Protección de Menores de Castilla y León establece el apoyo a la familia como la medida prioritaria en protección de menores. 316
– Antes de proceder a una petición al Juzgado de retirada de los derechos parentales, es necesario demostrar que se han realizado esfuerzos razonables por la recuperación familiar. Cuando se han proporcionado a las familias recursos y no se han beneficiado de ellos, es más fácil demostrar la irrecuperabilidad de la familia y proponer un plan de integración estable del menor en otra familia. 2.2.2. Premisas de tipo teórico-técnico. – Existe suficiente evidencia empírica de que el contexto más adecuado para la atención de las necesidades del niño, especialmente las psicológicas, es la familia, contexto natural de la convivencia, la socialización y desarrollo del niño en nuestra cultura. – El 90% de los menores que son separados de su familia regresan al cabo del tiempo con ellas, por lo que si las condiciones que llevaron a la separación no han cambiado el niño regresa bajo las mismas circunstancias que motivaron su salida. – La no intervención con las familias de niños previamente separados de ellas prolonga indefinidamente la situación de separación con los consiguientes costes psicológicos para los menores. – Según estimaciones de los técnicos de Protección de Menores, un 20% de los menores separados de sus familias podrían permanecer en sus casas con el adecuado apoyo técnico. 2.2.3. Premisas respecto a la eficacia de los programas de tratamiento familiar. – Son eficaces para mantener a los niños con sus familias. El grado de eficacia varía en función de los criterios de selección y la gravedad de los casos atendidos, pero se puede decir que tienen un éxito entre el 40% y 90% de casos de menores que pueden permanecer con sus familias. – Es más económica y con mejores resultados que la atención en recursos alternativos. Las familias obtienen beneficios de servicios educativos y de apoyo y deben de continuar recibiendo ayuda tras un período inicial intensivo y tras la reunificación. 317
– Los programas parecen más eficaces al evitar el ingreso de un niño en un Centro que al facilitar el regreso de un menor previamente separado. También se alcanzan mayores niveles de éxito cuando se interviene al poco tiempo de detectado el problema que si se dilata mucho la intervención. – Se deben distinguir dos tipos principales de programas de intervención con familias: programas de preservación familiar cuyo objetivo es evitar la separación y programas de reunificación familiar, en los que el objetivo es conseguir la vuelta del menor a su hogar o, secundariamente, la separación definitiva. Los programas de preservación pueden alcanzar una eficacia del 90% para prevenir la separación. Los de reunificación obtienen un éxito que oscila desde un 25% cuando se trabaja con familias multiproblemáticas en las que ya se proporcionaron los servicios de preservación, y un 70% cuando se trabaja con todos los niños en acogimiento familiar o residencial. 2.3. DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA 2.3.1. Población a atender. El programa está dirigido a familias que cumplan tres tipos de requisitos: – La situación legal del menor debe de ser clara y con perspectivas de estabilidad. – El riesgo y la gravedad del caso debe justificar suficientemente una intervención específica y difícil. – El grado de reversibilidad potencial de la situación debe hacer rentable la intervención. Se prioriza la atención de los casos de maltrato o desprotección infantil que, además de cumplir las condiciones anteriormente señaladas, tuvieran un pronóstico que hacía razonable considerar que existían ciertas probabilidades de éxito con los recursos desarrollados en este tipo de programas. 2.3.2. Objetivos del Programa. A. Objetivos Generales: – Preservar la integridad de la familia, evitando una separación de ella de los menores. 318
– Procurar el regreso de los menores a su entorno familiar si estuvieron separados de sus padres. – Garantizar a los menores en riesgo de maltrato, una atención familiar correcta. – Desarrollar en la familia la competencia necesaria para la correcta atención a sus hijos – Aumentar la capacidad de la familia para enfrentarse a situaciones de crisis. B. Objetivos específicos: – Eliminación de las conductas negligentes o maltratadoras a menores, por parte de sus padres o familiares. – Los padres usarán pautas de atención básica adecuadas a la edad del menor, en las siguientes áreas: - higiene y hábitos de salud. - alimentación. - vigilancia y control del niño. – Los padres usarán pautas básicas para mantener condiciones adecuadas de habitabilidad y organización de la vivienda. – El estilo de la práctica educativa de los padres será, en líneas generales, adecuado para el desarrollo del menor. 2.3.3. Fases del Programa. En la planificación previa a la puesta en funcionamiento del Programa de Apoyo a Familias, la intervención fue dividida en seis fases diferenciadas: Fase Primera: Selección de familias. El objetivo consiste en seleccionar a las familias objeto de intervención. La decisión de incorporación de la familia al Programa debía de ser tomada por una Comisión de Valoración del Servicio Territorial de Bienestar Social con la asistencia del Asistente Social del C.E.A.S., el Director Territorial Local y el Director Territorial Regional. Fase Segunda: Toma de contacto. Tiene como finalidad transferir la responsabilidad del caso al equipo técnico de trabajo con familias. 319
Fase Tercera: Intervención Motivacional y Evaluación en profundidad. Los objetivos establecidos para esta fase son los siguientes: (1) conseguir una motivación suficiente de la familia para participar en las actividades del programa, (2) evaluar en profundidad la situación psicosocial de cada familia y (3) establecer unos objetivos específicos de intervención. Fase Cuarta: Intervención Terapéutica. En esta fase se trata de realizar las actividades conducentes a alcanzar los objetivos establecidos en la fase anterior. Fase Quinta: Intervención Emancipadora. El objetivo de esta fase se centra en facilitar la salida de la familia del Programa con las máximas garantías de mantenimiento de los logros obtenidos. Fase Sexta: Evaluación y Seguimiento. El objetivo de esta última fase se centra en conocer los resultados y los cambios experimentados en cada caso y en establecer la planificación de las actividades de seguimiento del mismo. 2.3.4. Historia de la implantación de cada subprograma. 2.3.4.1. Subprograma del Ayuntamiento de Guardo (Palencia) Este subprograma de apoyo a familias para la prevención de la marginación de los menores en riesgo de maltrato, nació como una experiencia piloto impulsada por la Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla-León. El subprograma, que se encuentra en la actualidad en su tercera fase, se inició a partir de la colaboración de tres Administraciones Públicas: Junta de Castilla y León, Diputación Provincial de Palencia y Ayuntamiento de Guardo. Su ámbito de actuación es la zona comprendida por el Centro de Acción Social (C.E.A.S.) de Guardo. Este subprograma viene desarrollando su actividad desde noviembre de 1990. La actividad del programa se ha interrumpido en dos ocasiones durante 4 y 7 meses, en los años 1993 y 1995 respectivamente. y finalizó la primera fase en julio de 1993. En la primera fase (noviembre de 1990 a julio de 1993), la atención se centró, fundamentalmente, en menores con problemas de maltrato/abandono, ampliándose a partir de la segunda fase (diciembre de 1993) dicho criterio, para abarcar familias en las que se dan situaciones de crisis o problemáticas no específicamente relacionadas con la desatención de los menores. 320
En la actualidad las instituciones que garantizan el mantenimiento del subprograma son la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Guardo. El personal tiene una dependencia laboral del Ayuntamiento de Guardo y una dependencia técnica de la Junta de Castilla y León. 2.3.4.2. Subprograma del Ayuntamiento de Ávila Este subprograma comenzó su actividad durante el año 1994 (aunque ya se intervenía con casos de desprotección infantil desde 1992). Las razones que originaron su nacimiento estuvieron determinadas por las dificultades observadas para poder trabajar desde los servicios sociales de base con la eficacia requerida en los casos definidos como de desprotección infantil. Este subprograma está subvencionado al 50% por la Junta de Castilla y León, aportando el 50% restante el Ayuntamiento de Ávila. Los profesionales que toman parte en este programa son un psicólogo que ejerce funciones de coordinador del subprograma un trabajador familiar y un trabajador social. 2.3.4.3. Subprograma de Segovia Este subprograma inició su actividad el año 1991. En un primer momento, el subprograma desarrolló su actividad en una zona rural, al considerar el Servicio Territorial que se trataba de una zona de Alto Riesgo. En el año 1995 su trabajo se extendió a toda la provincia de Segovia. Una de las características a destacar de este subprograma es la poca densidad de población del territorio de su competencia. El aislamiento geográfico de muchas de las zonas rurales a las que se debe acceder implica un alto costo temporal y económico derivado de los desplazamientos (cada trabajador familiar realiza aproximadamente 1.000 kms al mes). Los profesionales que participan en este subprograma son un psicólogo, que ejerce la función de coordinador del subprograma y a la vez es director de la Casa Cuna Juan Pablo II, y tres trabajadores familiares 2.3.4.4. Subprograma de Zamora Este subprograma es de los más recientes ya que inició su actividad en Enero de 1995. En un primer momento su cobertura se reducía a la capital 321
de la provincia, aunque en la actualidad se pretende ampliar su cobertura a toda la provincia. La característica más importante de este subprograma es que ha sido Cáritas Diocesana la encargada de poner en funcionamiento las actividades del mismo. Esta organización no gubernamental ofrece sus instalaciones y su propia infraestructura. Por su parte la Junta de Castilla y León cubre los gastos de personal. Los profesionales que participan en este programa son un psicólogo y dos trabajadores familiares. 2.3.4.5. Subprograma del Ayuntamiento de Valladolid Este programa se puso en marcha a lo largo del año 1991. Su actividad se inició en uno de los barrios de Valladolid con una población de 3.500 habitantes, al ser considerada como una zona de alto riesgo social. A lo largo del año 1993, la zona de intervención se amplió, pasando a cubrir una zona de la capital en la que residen 80.000 personas. En un principio, la Junta de Castilla y León cubría el 100% del gasto del personal del subprograma. En la actualidad, este gasto es cubierto tanto por la Junta de Castilla y León (90%) como por el Ayuntamiento de Valladolid (10%). Los profesionales que participan en el Programa son un coordinador, un psicólogo y dos trabajadores familiares. 2.3.4.6. Subprograma de Burgos Este subprograma inició su trabajo en el año 1992, financiado y coordinado por la Junta de Castilla y León y gestionado por Cáritas Diocesana de la provincia de Burgos. El origen de este subprograma estuvo determinado por las necesidades detectadas en un barrio determinado de la capital. La organización no gubernamental Cáritas Diocesana ofrece su infraestructura, mientras que la Junta de Castilla y León subvenciona el gasto de personal. En este programa los profesionales que participan son una coordinadora (voluntaria), una psicóloga y tres Trabajadores Familiares. 322
2.3.4.7. Subprograma de la Diputación de Ávila Este subprograma inició su actividad en el año 1994. En el momento de realizar esta evaluación, el programa desarrolla sus actividades en dos zonas rurales de la provincia: por una parte, la zona de Arévalo y, por otra, la zona de los municipios de Madrigal y La Adrada. La financiación de este programa se realiza a partes iguales por la Diputación Provincial de Ávila y por la Junta de Castilla y León. Los profesionales que participan en este programa son una psicóloga que ejerce como coordinadora del subprograma y dos trabajadores familiares.
323
3. Descripción de los casos atendidos en el Programa
3.1. INTRODUCCIÓN Para realizar la evaluación del Programa de Atención a Familias se ha recogido información de 150 casos atendidos en el Programa. A continuación, se procede a describir las características de estas familias, con el objeto de conocer las situaciones de desprotección y otro tipo de aspectos relevantes para la planificación de los recursos de tratamiento y para la evaluación de la eficacia de los resultados. En este apartado se hace referencia principalmente al total de familias (N=150) que han pasado por el Programa desde la implantación del mismo, es decir, tanto las que están actualmente siendo intervenidas como las que han sido ya dadas de baja. Se hace solo una breve referencia a los datos de las familias que han sido dadas de baja ya que no se observan diferencias reseñables con respecto al total de las familias. No obstante, los datos de las familias dadas de baja se presentan con detalle en el Anexo I, ya que los resultados del Programa han sido evaluados a partir de estas familias que ya han finalizado la intervención. Los datos que se incluyen son los siguientes: – Población Atendida: número total de casos (número de familias y número de menores) atendidos en el conjunto de los siete subprogramas y su distribución en cada uno de ellos. – Tipologías de las situaciones de desprotección infantil del total de las familias y su distribución en los diferentes subprogramas. – Características sociodemográficas de las familias: se analiza la distribución de los sujetos en cada una de las variables sociodemográficas evaluadas. 325
– Problemas psicosociales de las familias atendidas: se han evaluado una serie de problemas psicológicos y sociales presentes tanto en las figuras parentales como en menores. Se considera que estos problemas están relacionados con la gravedad y severidad de las situaciones de desprotección. – Factores asociados a las situaciones de desprotección infantil: los factores asociados son un conjunto de variables individuales, familiares, sociales y culturales, que si bien no se puede asegurar que son causas de los malos tratos a los menores, se asume que son factores que predisponen a la aparición, mantenimiento y agravamiento de los mismos. Se puede plantear la hipótesis de que al reducir o eliminar la presencia de estos factores, se reducirá o eliminará a su vez, la situación de desprotección de los menores. Bajo esta hipótesis, los factores asociados se convierten en los objetivos del tratamiento de estos programas. Estos datos junto con otros, evaluados al finalizar la intervención, proporcionan información sobre la consecución o no de los objetivos planificados en la intervención con las familias y, en último término, sobre el grado de eficacia de los programas. – Tiempo de permanencia de las familias en los Servicios Sociales. Este dato se refiere al tiempo transcurrido desde la detección de los casos hasta la remisión de los mismos a los diferentes subprogramas de atención a familias. – La variable Remitente se refiere a la vía por la cual los casos han sido remitidos al programa. En este caso se contemplan dos vías diferentes: los Servicios Sociales de Base y el Servicio Territorial de Protección de Menores de la Junta de Castilla y León. – Situación de los casos. Se aportan los datos sobre el número de familias que permanecen en intervención y el número que han sido dadas de baja. El conjunto de la información recogida sobre los casos atendidos en el Programa proporciona una visión general sobre: – La cobertura del Programa de Atención a Familias (P.A.F.) de Castilla y León. El número total de casos (familias y niños) que hayan sido objeto de tratamiento en el Programa es un dato de una gran relevancia que permitirá conocer la relevancia del recurso y su potencial impacto sobre el sistema de protección de menores de esta Comunidad 326
Autónoma. La consideración de este Programa como dirigido a evitar la separación del núcleo familiar de una serie de menores en situación de desprotección, debe permitir valorar el volumen de familias y niños que han recibido y reciben este recurso. – Las diferentes situaciones de desprotección infantil que presentan estas familias y que han ocasionado el ingreso de las mismas en los diferentes subprogramas que componen el P. A. F., la gravedad de estas situaciones y el pronóstico de rehabilitación de las familias. – Las necesidades y problemáticas (diferentes a la desprotección infantil) que presentan las familias atendidas. En base a estas necesidades y problemáticas se determina la severidad de los casos por un lado, y por otro los diferentes recursos que los programas deben movilizar para su resolución. – Las diferencias existentes entre los subprogramas, en cuanto al conjunto de variables características de las familias atendidas. Finalmente, hay que reseñar las dos cuestiones siguientes: primero, en los datos de los hijos, solamente se han tenido en cuenta los hijos menores de edad, existiendo en algunas familias hijos mayores de edad. Segundo, en general, existe un mayor acceso a la información relacionada en el caso de las madres que en el de los padres, sobre todo en los datos referidos a los factores asociados a las situaciones de desprotección infantil. Habitualmente, los programas de intervención con familias con problemas de desprotección infantil se centran en la figura materna, probablemente por influencia de su mayor presencia en el hogar y su mayor papel en la crianza de los hijos, de ahí que se aporte mayor información sobre éstas que sobre los padres. 3.2. POBLACIÓN ATENDIDA En conjunto, han pasado a través de los recursos del Programa de Apoyo a Familias un total de 150 familias. El total de hijos de estas familias es de 451, cifra que incluye tanto a los hijos mayores de edad y/o emancipados (n= 80), como a los menores de edad (n= 371). Sin embargo, los datos referentes a los hijos que aparecen en la presente evaluación se refieren a un total de 338 niños. Estos 338 niños se corresponden con aquellos de los cuales se ha proporcionado información sobre la situación de desprotección infantil o malos tratos. Estas familias y niños se distribuyen de la siguiente manera en cada uno de los subprogramas: 327
FAMILIAS LOCALIDAD
N
TOTAL DE HIJOS
%
N
83
%
18.4
HIJOS CON TIPOLOGÍA N
66
%
AYTO. ÁVILA
31
20.7
19.5
DIPT. ÁVILA
12
08.0
38
8.4
27
08.0
SEGOVIA
38
25.3
135
30.0
103
30.5
ZAMORA
11
07.3
25
5.5
23
06.8
GUARDO
24
16.0
83
18.4
43
12.7
BURGOS
18
12.0
47
10.4
41
12.1
VALLADOLID
16
10.7
40
8.9
35
10.4
150
100.0
451
100.0
338
100.0
La observación de estos datos globales exige destacar la evidencia de que estos programas están dando cobertura a un importante número de casos en los que se ha constatado que los menores son víctimas de malos tratos. Además de la situación de desprotección, éstas familias presentan otra seria de necesidades y problemáticas que se consideran como predisponentes para el inicio y mantenimiento de los malos tratos a los menores. Desde los diferentes subprogramas se están realizando una serie de actividades que tratando de encontrar soluciones a dichos problemas se pueda garantizar la desaparición de las conductas maltratantes, la estabilidad del núcleo familiar y el adecuado desarrollo de los menores. Se trata, por tanto, de un conjunto de niños, muchos de los cuales pudieran ser objeto de separación familiar en caso de que no se resolviese la problemática de desprotección existente. Este conjunto de 150 familias han sido objeto de intervención por parte de los diferentes subprogramas a lo largo de los últimos cinco años, aunque con abundantes diferencias temporales para cada uno de dichos subprogramas. Las primeras familias que se incorporan al Programa lo hacen en el año 1991 en los subprogramas de Guardo, Valladolid y Segovia. Sin embargo, el subprograma del Ayuntamiento de Ávila y de Burgos, únicamente reciben familias desde el año 1993, (en el caso del Ayto. de Ávila reciben familias desde 1992, pero en la presente evaluación sólo se han incluido los datos de las familias que ingresan en el programa a partir de 1993). El subprograma de la Diputación de Ávila y de Zamora únicamente llevan fun328
cionando un año en el momento de llevar a cabo esta evaluación. En la Tabla siguiente se presentan el número de familias que han sido dadas de alta y de baja en cada subprograma y para cada periodo anual desde el inicio del funcionamiento de los mismos. 1991
1992
1993
Baja
Alta
Baja
Ayto. Ávila
***
***
***
***
5
1
14
Dip. Ávila
***
***
***
***
***
***
Segovia
13
4
4
1
7
Zamora
***
***
***
***
Guardo
10
1
1
Burgos
***
***
3
0
Valladolid
Alta
1994
Alta
Baja
Alta
1995
Baja
Alta
Baja
2
12
19
***
***
12
0
8
4
9
9
5
***
***
***
***
11
3
1
1
5
11
2
1
0
***
***
8
4
5
4
4
0
0
0
0
0
11
1
3
5
En el caso del subprograma de Valladolid, el equipo evaluador no recibió los datos sobre las familias dadas de alta y baja en el período 1992-1993. Esto no significa, por tanto, que no se hayan recibido casos durante ese periodo de tiempo, sino que no se han registrado en este Informe de Evaluación. 3.3. TIPOLOGÍAS DE SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN MF
17%
AF
16%
MF + AF MF+ ME/AE
25% 12%
AF+ME/AE MF+AF+ME/AE ME/AE
5%
10%
2% 12%
1%
IP AR
329
La primera cuestión que destaca en la lectura de estos datos es la muy alta tasa de casos en los que existe una situación que ha sido considerada como de maltrato o abandono emocional. Si se suman todos los casos en los que aparece esta tipología, aislada o asociada a otras tipologías, nos encontramos con un 63.1% de los casos. Únicamente, en un 15.9% de los casos se señala la existencia de esta tipología de maltrato o abandono emocional sin otros tipos de malos tratos. Debe resaltarse en este punto la dificultad para establecer definiciones operativas del concepto de maltrato/abandono emocional, lo que provoca muy diferentes interpretaciones y diferentes tendencias hacia una sobrerrepresentación o una infrarrepresentación de la cantidad de casos existentes. Por otra parte, en muchas ocasiones se tiende a considerar que toda situación de maltrato físico o de abandono físico conlleva la existencia inevitable de una situación de maltrato emocional. Es posible que en cualquiera de estas razones haya provocado un aumento de las tasas de casos de maltrato y abandono emocional en este programa. Teniendo en cuenta lo anterior, se presenta a continuación una descripción detallada de cada tipología y su distribución diferencial por cada subprograma. a. El mayor porcentaje de casos atendidos por los programas (25.4 %) corresponde a casos de Abandono Físico en los que también existe como componente principal Maltrato y/o Abandono Emocional (AF+ME/AE). Se han podido observar algunas diferencias entre los casos atendidos en las diferentes localidades. En el caso de Segovia, se incluyen en esta categoría casi la mitad de las familias atendidas, mientras que en la Diputación de Ávila no aparece ningún caso en dicha categoría. AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
3.8 %
0.0 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
AF +
47.2 %
18.2 %
34.8 %
17.6 %
25.0 %
ME/AE
b. En segundo lugar, destaca un elevado porcentaje de casos que presentan simultáneamente Maltrato Físico, Abandono Físico, Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional, y que alcanza el 16.7 %. 330
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
3.8 %
0.0 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
MF + AF +
8.3 %
27.3 %
17.4 %
23.5 %
50.0 %
ME/AE
Los casos más graves de desprotección infantil son aquellos en los que se da la presencia de múltiples formas de malos tratos. Son estos los casos que presentan un peor pronóstico de rehabilitación. Es destacable el alto porcentaje de casos que se incluyen en esta categoría en el subprograma de Valladolid pudiendo deberse a alguna de las siguientes cuestiones: – Dificultades en la asignación de cada caso a una tipología concreta, que hayan provocado el que en la mayoría de los casos se haya optado por la asignación de múltiples situaciones de desprotección. En la descripción realizada por los profesionales de este subprograma de las situaciones previstas como objeto de atención del mismos (ver cuadro: tipologías atendidas, criterios de inclusión, criterios de exclusión), no se hace referencia a tipologías de desprotección del menor, sino a lo que se podrían denominar como factores asociados o problemáticas familiares. Esto puede implicar diferentes criterios en la utilización de las tipologías de maltrato que se han manejado en esta evaluación. – Cabría esperar que tratándose de los casos que presentan mayor gravedad, la remisión de éstos se hubiera realizado por parte de los Servicios de Protección Infantil de la Junta de Castilla y León. Sin embargo, en sentido contrario, se observa que el mayor porcentaje de casos atendidos en este programa son remitidos por los Servicios Sociales de Base. – El subprograma de Valladolid es uno de los programas de implantación más antigua (1991) y en el que los profesionales poseen una mayor experiencia. Esto puede hacer que la evaluación sea más completa y se detecten con mayor precisión las situaciones de desprotección. 331
c. En tercer lugar, un 15.9 % de los casos presentan Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional como única tipología. La incidencia de esta tipología en las diferentes localidades queda reflejada en la siguiente tabla:
ME/AE
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
26.9 %
0.0 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
5.6 %
18.2 %
17.4 %
29.4 %
12.5 %
d. En el 12.3 % de las familias existe una situación de Incapacidad de los padres para controlar la conducta de los hijos. En esta categoría estarían incluidos aquellos casos que, sin ser estrictamente casos de maltrato infantil, implican una situación de riesgo para los menores. Las diferencias entre las localidades se reflejan en la siguiente tabla:
IP
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
7.7 %
77.8 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
5.6 %
27.3 %
4.3 %
11.8 %
0.0 %
Es destacable el caso de la Diputación de Ávila, en la que el 77.8% de los casos atendidos por este subprograma son clasificados dentro de esta categoría. Debe destacarse que este dato es coherente con los expuesto en la descripción que hacen los profesionales de este subprograma de la previsión de casos a atender (ver cuadro: tipologías atendidas, criterios de inclusión, criterios de exclusión). En dicho texto se refieren únicamente a las tipologías de Abandono Físico, Incapacidad Parental de control de la conducta de los hijos y Alto Riesgo. Salvo en el caso de un 11.1% de casos clasificados como de Abandono Físico, el resto de los casos atendidos en el programa son definidos como «Alto Riesgo», no pareciendo ningún otro tipo de tipología de malos tratos. e. Otro 11.6 % de los casos corresponde a familias donde se presenta exclusivamente Abandono Físico. La incidencia de Abandono Físico en las siete localidades es:
AF
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
11.5 %
11.1 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
16.7 % 332
9.1 %
13.0 %
11.8 %
0.0 %
f.
AR
En un 10.1 % de los casos las familias presentan factores de riesgo que hacen prever una recidiva de problemas pasados de desprotección infantil o la aparición de este tipo de problemas. Son los casos considerados como Alto Riesgo. AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
30. 8 %
11.1 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
8.3 %
0.0 %
8.7 %
0.0 %
0.0 %
g. Un 5.1 % se corresponde a familias en las que el Maltrato Físico aparece asociado a Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional. AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
7.7 %
0.0 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
MF +
5.6 %
0.0 %
4.3 %
5.9 %
6.3 %
ME/AE
h. Finalmente, en dos (2.2 %) del total de las familias, aparece Maltrato Físico y Abandono Físico y sólo en una de las familias (0.7 %) se detecta Maltrato Físico presentado de manera exclusiva.
MF+AF
MF
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
3.8 %
0.0 %
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA
3.8 %
0.0 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
2.8 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
6.3 %
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
3.4. CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LAS FAMILIAS Se presenta a continuación la distribución de los sujetos atendidos en el Programa, en cada una de las variables sociodemográficas evaluadas. Además, se comentan las diferencias existentes entre los sujetos participantes en cada subprograma. 333
3.4.1. Edad de las madres y de los padres – Media de edad de las madres: 35.8 (Rango: 18-70) – Media de edad de los padres: 40.1 (Rango: 20-62) No existen diferencias entre los diferentes subprogramas. Se debe señalar que en el caso de las madres se ha incluido algún caso en que, no siendo madres biológicas, cumplen la función de las figuras maternas, de ahí que el rango alcance la cifra de 70 años (situación que solamente se da en una de las familias). La distribución de los padres y madres por grupos de edades es la siguiente: % MADRES
% PADRES
Menos de 20 años
1.4
0.8
Entre 20 y 30 años
26.0
12.0
Entre 30 y 40 años
47.6
37.2
Entre 40 y 50 años
20.0
39.0
5.0
11.0
Más de 50 años
Se podrían considerar unas edades relativamente elevadas para el objetivo de tratamiento de este tipo de programas. Se trata de familias con madres y padres en una edad en la que ya se han ido instalando y estabilizando una serie de comportamientos y en la que los cambios resultan más difíciles de realizar que en edades más tempranas. Las edades de las madres y los padres, el número de hijos y las edades de estos, pueden considerarse como un indicador del momento en que se realiza la detección de los casos y del grado de cronicidad de las situaciones de desprotección. Se puede suponer que a mayor edad de los padres, de las madres y de los hijos, más tardía ha sido la detección de los casos, y en consecuencia estar más cronificada la problemática familiar. Hay que reseñar por otro lado, que este hecho es habitual en las primeras fases de implantación de este tipo de programas. 334
En este sentido, las edades de los clientes de los Servicios de Protección Infantil pueden constituir a su vez, un indicador adecuado de la evolución de tales Servicios, en la medida en que una reducción de las mismas supondría una señal de una detección más temprana y por tanto de una mejora de la calidad del sistema de protección. 3.4.2. Estado Civil de las familias La tasa de familias formadas por parejas casadas (55%) es claramente inferior a lo que se da en la población general. Se observa un porcentaje importante de casos en los que la crianza de los menores recae en una de las figuras parentales (34.9%). A pesar de ser una situación atípica para las características de la población general, se debe considerar como coincidente con lo que ocurre en el ámbito de los servicios de protección infantil. Se debe destacar, no obstante, la relevancia de este dato de cara a la asignación de recursos específicos para madres que presentarán probablemente problemas económicos, de apoyo social, de dificultades para asumir los roles parentales, etc. Sin embargo, también debe destacarse que la presencia de una situación de pareja casada no es sinónimo en la mayoría de los casos de los que aquí se trata de estabilidad personal. Tal y como se verá en apartados posteriores, en muchas ocasiones se trata de una fuente de estrés añadida.
55%
Casados Separ./Divorc. 24%
En pareja Viudedad Madre soltera
6% 5%
10%
Las diferencias en esta variables entre la población atendida en cada subprograma, quedan reflejadas en la siguiente tabla: 335
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
CASADOS
64.5 %
50.0%
71.1 %
27.2 %
37.5 %
58.8 %
43.8 %
SEPAR/ DIVOR
25.8 %
33.3 %
10.5 %
18.2 %
25.0 %
29.4 %
31.3 %
EN PAREJA
6.5 %
8.3 %
10.5 %
18.2 %
25.0 %
5.9 %
0.0 %
VIUDEDAD
3.2 %
8.3 %
2.6 %
27.3 %
4.1 %
0.0 %
6.3 %
MADRE SOLTERA
0.0 %
0.0 %
5.3 %
9.1 %
8.3 %
5.9 %
18.8 %
El porcentaje de parejas casadas, en el caso de Zamora desciende a un 27.2%, porcentaje que es igual al de personas viudas en dicha localidad. Como ya se ha indicado al principio, es destacable el hecho de que en un 34.9% de los casos totales, la crianza y educación de los menores recae en una de las figuras parentales, bien sea por separación/divorcio de los padres, por tratarse de personas viudas o de madres solteras, situaciones que suponen un mayor riesgo de abandono y/o maltrato infantil. Esta cifra se eleva al 37,7% y al 41% en los casos de Guardo y de la Diputación de Ávila respectivamente. En el caso de Zamora supera el 54 % y en Valladolid alcanza el 56.4 % de las familias atendidas por este subprograma.
3.4.3. Nivel Cultural de las madres y de los padres Otro aspecto característico de un gran porcentaje de las madres y los padres maltratantes y negligentes atendidos en los Servicios de Protección Infantil es su bajo nivel cultural. La mayoría de las familias atendidas por los diferentes subprogramas se caracterizan por tener un bajo nivel educativo. Existe un considerable porcentaje de analfabetismo (9.0 % en los padres y 14.5 % en las madres). Un 75% de los padres y cerca del 70% de las madres sólo tienen estudios primarios (sin finalizar E.G.B. u obtener el Graduado Escolar). En primer lugar, hay que destacar que este dato es muy coincidente con lo que se observa en la generalidad de los servicios de protección infantil. En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que la mayoría de estas familias están compuestas por sujetos con serias dificultades educativas para 336
adecuarse a las demandas del mundo laboral actual, lo que les coloca en una situación de alto-riesgo de cronificación de su dependencia de los servicios sociales. Por último, este dato es muy relevante para la planificación de los recursos concretos de tratamiento familiar. Difícilmente se van a poder adecuar a modelos terapéuticos pensados y diseñados para sujetos y familias con una cierta capacidad de verbalización y de organización del pensamiento. Tanto los profesionales como las técnicas que estos utilizan, deben adaptarse a las características culturales y educativas de dichas familias y no viceversa, siendo éste uno de los retos esenciales de la intervención social y comunitaria en el ámbito de los servicios sociales y la protección infantil, en particular. 3.4.4. Situación laboral de las madres y de los padres
MADRE 13% Empleo Fijo 19%
Cont. temporal Trab. esporádicos
9%
34%
Desempleo Ama de casa Jubilado/pensionista Dependiente de SS.
6% 7%
12%
PADRE 22% Empleo Fijo Cont. temporal Trab. esporádicos 15% 33%
Desempleo Ama de casa Jubilado/pensionista
15% 3% 11%
1%
337
Dependiente de SS.
Únicamente un 33.6 % de los padres y un 6.3 % de las madres tienen empleo fijo. Sin embargo, un alto porcentaje de los casos (el 51% de los padres y el 40.3 % de las madres), se caracterizan por la inestabilidad laboral: contratación temporal, trabajos esporádicos o desempleo. Todas estas situaciones unidas a la escasa capacitación laboral derivada del déficit educativo constituyen una importante fuente de estrés a la que muchas de estas familias no saben hacer frente y que puede afectar a su estado emocional y a la relación con sus hijos. Las dificultades económicas que aparecen como consecuencia de la precariedad laboral, los sentimientos de impotencia y de baja autoestima o el aumento de contactos diarios padres-hijos, pueden perturbar de manera seria dichas relaciones. Un 35 % de las madres son amas de casa y dependientes económicamente, lo que hace que la mayor parte del tiempo estén en sus hogares dedicadas a las tareas de crianza. Esto, unido a los bajos niveles adquisitivos de estas familias y al elevado número de hijos, hace que estas madres estén sometidas a un importante nivel de estrés. 3.4.5. Profesión de las madres y de los padres El 55.5 % de los padres realizan trabajos no cualificados. En el caso de las madres, el porcentaje más alto se sitúa en la categoría de amas de casa y/o de dependencia económica (71.0%). Estos datos reafirman lo expuesto en el apartado anterior. 3.4.6. Nivel de Ingresos Familiares
INGRESOS FAMILIARES 34% < 600.000 500.000-1.000.000 1000000-2000000 22%
2.000.000-3.000.000 29% > 3.000.000 3% 12%
338
Los datos presentados en la gráfica anterior señalan el hecho de que la mayoría de las familias posee un nivel de ingresos muy bajo, situándose un alto porcentaje de las mismas (56.3%) por debajo del millón de pesetas de ingresos anuales. El bajo nivel de ingresos, unido a los problemas en el manejo de la economía familiar, genera un mayor nivel de estrés ambiental en estas familias, nivel que se incrementa al tratarse de unidades familiares amplias. Tal y como se ha señalado anteriormente, muchas de estas familias son dependientes de las ayudas económicas de los servicios sociales y «clientes» habituales de los planes de lucha contra la pobreza. La coordinación de las actuaciones de estos programas de tratamiento familiar con las contraprestaciones derivadas de la participación en los programas de lucha contra la pobreza es un aspecto importante a desarrollar en los servicios sociales. 3.4.7. Número de Hijos No existen diferencias en el número de hijos de cada familia entre los diferentes subprogramas, situándose la media en tres hijos por familia. Esta cifra es significativa ya que supera claramente la media existente en la población general (1,2 hijos por familia). El rango oscila entre 1 y 9 y el 30 % de las familias tienen cuatro o más hijos. Media de número de hijos: 3.0 (Rango: 1-9) Otro dato a destacar es el hecho de que, en muchos de estas familias, existe muy poca diferencia de edad entre los niños, lo que implica una escasa separación temporal entre los embarazos. Todo ello puede considerarse, no obstante, como una característica generalizada de las familias con las que se trabaja en los servicios de protección infantil. Las implicaciones de estos datos para la incorporación de programas de planificación familiar en el trabajo con estas familias, resultan evidentes. 3.4.8. Edad y sexo de los niños La media de edad de los niños es de 9.3 años, oscilando el rango entre 1 y 17 años. La distribución según sexo indica una mayor representación de niños (55.2%) que de niñas (44.8%). No existen diferencias destacables en las distintas localidades en cuanto a la edad o sexo de los niños. 339
EDADES
PORCENTAJE
De 1 a 3 años
15.2
De 4 a 7 años
21.8
De 8 a 11 años
25.4
De 12 a 15 años
29.0
Más de 16 años
8.6
3.4.9. Escolarización de los niños Un 9.8 % de los niños no se encuentran escolarizados. Estos datos se refieren a aquellos casos en los que los menores no están en edad escolar o han superado la edad de enseñanza obligatoria. No se aprecian diferencias entre las diferentes localidades. 3.4.10. Situación de los niños
SITUACIÓN DEL NIÑO Hogar familiar
82%
Fam. Ex. sin Acog. Fam. Ex. con Acog. Acog. Institucional Acog. familiar 1% 11%
1%
5%
En la gráfica se puede observar que la mayoría de los hijos están residiendo en el hogar familiar (82.4%). Este es un dato muy relevante de cara a la caracterización del Programa ya que refleja que se está trabajando con familias en las que los niños siguen en su propio domicilio, que se intenta mantener la integridad del núcleo familiar y evitar la separación de los menores del hogar. Se observan algunas diferencias entre los subprogramas: 340
– En Zamora, un 35% de los menores se encuentran institucionalizados, lo que podría ser indicador de que estos casos son los que presentan una mayor gravedad. En Guardo, y en la diputación de Ávila no existe ningún caso de institucionalización. – En el subprograma de la Diputación de Ávila, el 100 % de los niños residen en el hogar familiar. – En Guardo y Valladolid, un 17.1 % y un 11.4 % de los menores, respectivamente residen con la familia extensa sin que exista una situación de acogimiento. Únicamente existe un caso de un menor en acogimiento familiar (Burgos).
AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
%
%
%
%
%
%
%
84.8
100.0
82.2
60.0
82.9
76.9
71.4
Familia extensa sin acogimiento
3.0
0.0
2.0
5.0
17.1
10.3
11.4
Familia extensa con acogimiento
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
Acogimiento institucional
12.1
0.0
15.8
35.0
0.0
10.3
17.1
Acogimiento familiar
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
2.6
0.0
Adopción
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
0.0
Hogar familiar
Los datos de los diferentes subprogramas reflejan también que se está trabajando en unos casos con el objetivo final de evitar la salida de los menores del hogar garantizando su seguridad y bienestar y en otros, con el objetivo último de promover la desinstitucionalización de los menores, es decir, el retorno de estos a la familia de origen. Probablemente sea en estos segundos, donde las situaciones de desprotección infantil y las problemáticas familiares asociadas a las mismas sean las más graves. 341
3.5. PROBLEMAS PSICOSOCIALES DE LAS MADRES Y LOS PADRES
44,1
PROBLEMAS PSICOSOCIALES DE LAS MADRES 45%
Delincuencia Transtorno emocional
35%
C.I. límite
29,9
40%
30%
Transtorno psíquico Incapa. física
20%
Emfermeddad física 12
Alcoholismo Institu.
2,6
5%
Toxicomanías
6
7,8 3,4
10%
6,9
15%
14
12,4
25%
Hª. maltrato.
0%
37,1
PROBLEMAS PSICOSOCIALES DE LOS PADRES 40
Delincuencia
35
Transtorno emocional
30
C.I. límite Transtorno psíquico
25
Incapa. física
20 9,7 6,4
8,9
8,8
2,4
5
5,6
10
6,5
10,6
Emfermeddad física 10,6
15
Toxicomanías Alcoholismo Institu. Hª. maltrato.
0
A la vista de los datos que ofrecen las gráficas hay que destacar en primer lugar la elevada incidencia de problemas de alcoholismo presentes en los padres (37.1%). En segundo lugar, en el caso de las madres, es reseñable el alto porcentaje de casos que presentan problemas emocionales (44.1%). También en el caso de las madres, existe un destacable número de casos que han sido víctimas de malos tratos en la infancia (29.9%). Estas dos últimas cifras, en el caso del subprograma de Valladolid, alcanzan el 80%. Este porcentaje podría deberse a que se han realizado entrevistas en mayor profundidad indagando más sobre este área, que lo que se ha podido realizar desde otros subprogramas. También es posible que se hayan utilizado criterios muy 342
amplios en esta definición, aumentando así el número de posibles situaciones o experiencias infantiles que podrían ser incluidas en este apartado. Estos datos concuerdan con los que habitualmente aparecen en la literatura sobre los factores etiológicos de malos tratos. Parece frecuente que en los padres o madres maltratantes se encuentren sentimientos de incapacidad para mejorar su vida y su situación personal, lo que puede colaborar a reducir sus habilidades para hacer frente de manera efectiva a las situaciones de crisis (Anderson y Lauderdale, 1982). Probablemente, estas diferencias entre padres y madres sean debidas en gran parte, a las influencias educativas y culturales recibidas. Así, las respuestas ante las situaciones de estrés dadas por los primeros, si bien de carácter desadaptativo, sean más «activas» que en el caso de las madres. En cualquier caso, y como ya se ha indicado anteriormente, tanto el alcoholismo de los padres y los problemas de baja autoestima o depresión en las madres como otros problemas psicosociales de las figuras parentales, son factores que pueden estar favoreciendo la aparición y el mantenimiento de las conductas de malos tratos hacia los menores. Así, deben ser abordados desde los programas de intervención con familias maltratadoras por dos cuestiones fundamentales: (1) por su influencia en el mantenimiento de los malos tratos, y (2) para lograr que los padres alcancen un nivel de bienestar personal mínimo, que les permita poder emprender el aprendizaje de habilidades parentales y enfrentarse a situaciones de crisis y a la educación y crianza de los hijos de forma satisfactoria. Dentro de este apartado se han evaluado conjuntamente en padres y madres otro grupo de variables familiares que se presentan a continuación: 3.5.1. Relaciones interpersonales y sociales % FAMILIAS
– Problemas en la relación conyugal
67.1
– Conflicto con la familia extensa
57.8
– Aislamiento social
43.9
En el subprograma desarrollado en Zamora el porcentaje de problemas de aislamiento social se reduce a un 9.1 %, (este dato podría estar indicando que esta variable no ha sido evaluada de forma exhaustiva) y el de fami343
lias con conflictos con la familia extensa es de un 90%. En el caso de Valladolid estos últimos se presentan en el 81.3% de las familias. No existen otras diferencias destacables entre las localidades, en las variables referentes a las relaciones interpersonales y sociales. Puede deducirse de esos datos que las familias atendidas en el programa presentan importantes déficits en lo que se ha denominado en la literatura especializada como «red de relaciones sociales» y que se considera como uno de los determinantes fundamentales de la vulnerabilidad ante el estrés. Estas deficiencias en la red de relaciones sociales características de las familias maltratantes, pueden provocar en gran medida, la falta de apoyo social que padecen y como consecuencia de ello, la carencia tanto de fuentes de apoyo instrumental o material, emocional e informacional o referencial. Uno de los factores relacionados con los problemas de apoyo social, y que caracteriza a las familias maltratantes y negligentes, es el déficit observado en las habilidades sociales necesarias para establecer y mantener relaciones interpersonales significativas. Estas relaciones cumplen una importante función en relación a la paternidad. Esta función es tanto de control de la conducta parental (reforzando o criticando las prácticas de crianza) como de provisión de modelos de rol parental. 3.5.2. Dificultades económicas Un 78.0% de las familias presentan dificultades económicas, de las cuales son el 29.0% en las que éstos problemas son graves. No hay diferencias destacables entre las familias atendidas en las diferentes localidades salvo en el caso de Burgos. En este subprograma no aparecen familias con dificultades económicas graves, situándose la mayoría (70.6%) en la categoría de dificultades económicas moderadas. % FAMILIAS – Dificultades económicas moderadas
49.0 %
– Dificultades económicas graves
29.0 %
La inestabilidad laboral, el bajo nivel de ingresos y los problemas de manejo de la economía familiar, en conjunción con el elevado número de miembros que componen estos núcleos familiares, originan serias dificulta344
des económicas en dichas familias. Como ya se ha apuntado, esta situación de precariedad económica además de una importante fuente de estrés, puede condicionar el desarrollo del tratamiento si no se provee a los participantes en el mismo, de los recursos necesarios para responder a las demandas o compromisos que se les exige desde el programa. 3.5.3. Problemas psicosociales de los niños % NIÑOS
– Toxicomanías
0.3 %
– Delincuencia
5.4 %
– Enfermedad física
4.5 %
– Incapacidad física
2.1 %
– Trastornos psíquicos
1.2 %
– C.I. límite
3.6 %
– Trastornos emocionales
12.6 %
Estos problemas presentados por los menores pueden considerarse como factores de riesgo para la propia situación de desprotección. Por otro lado, parte de estos, (por ejemplo, los trastornos emocionales, la delincuencia, las toxicomanías, etc.), son consecuencia de dicha situación de desprotección, produciéndose así una especie de «círculo vicioso»: los malos tratos producen en los menores una serie de trastornos o alteraciones comportamentales o emocionales que, a su vez, están favoreciendo el mantenimiento de los malos tratos. El porcentaje de menores que presentan conductas antisociales o delictivas es del 5.4%. Sin embargo esta cifra está extraída del total de los menores. Cuando se realiza el promedio teniendo en cuenta solamente aquellos menores que tienen edades en las que potencialmente pueden desarrollar este tipo de conductas (mayores de 11 años), el porcentaje asciende al 10.7%. Es imprescindible que desde los programas se aborden estas problemáticas, por un lado, para evitar su agravamiento y cronificación y por otro, como estrategia para reducir y neutralizar las situaciones de malos tratos. 345
3.6. FACTORES ASOCIADOS A LAS SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN Como ya se ha indicado anteriormente en este Informe se puede considerar que el maltrato infantil está determinado de manera múltiple por factores que actúan en la familia, en el individuo, en la comunidad y en la cultura en la que el individuo y la familia están implicados. No se pueden denominar a estos factores como causas de los malos tratos, ya que se desconoce si existe una relación causa-efecto entre ellos. Sin embargo, se asume que estos factores predisponen a la aparición y mantenimiento de las situaciones de desprotección. Así, se convierten en los objetivos del tratamiento con estas familias, partiendo de la hipótesis de que si se reduce o elimina el efecto negativo de estos factores, se reducirán o desaparecerán los malos tratos a los menores. Dentro de estos factores, algunos son importantes como indicadores de un mejor o peor pronóstico de la rehabilitación de las familias. Este es el caso, por ejemplo, de los factores denominados como «ausencia de conciencia de problema» y «falta de motivación para el cambio». A su vez, y como también se ha indicado al principio, la evaluación de los mismos al finalizar el tratamiento permitirá evaluar los resultados del tratamiento, y de forma global, la eficacia del programa de intervención. 3.6.1.
Conciencia de problema y motivación para el cambio % MADRES
% PADRES
– Ausencia de conciencia de problema
60.1 %
68.9 %
– Falta de motivación para el cambio
56.6 %
61.8 %
Uno de los aspectos que caracteriza a los programas de intervención con familias maltratantes es el hecho de que en la mayoría de las ocasiones, las familias maltratantes/negligentes no acceden al tratamiento de manera voluntaria y tras haber realizado una demanda de ayuda, sino que en general lo hacen a causa de la presión ejercida por la autoridad administrativa o judicial (Arruabarrena, De Paúl, 1995). Tanto el grado en el que los padres muestran tener conciencia del daño que está recibiendo el niño y de su responsabilidad en el maltrato y en la resolución de los problemas, como la motivación mostrada para modificar su comportamiento, son criterios imprescindibles para determinar el pronóstico del caso. 346
Es por ello que, en numerosas ocasiones, el primer objetivo del tratamiento consista en lograr que los padres adquieran conciencia de sus dificultades en la relación con sus hijos y realicen una demanda de ayuda (Arruabarrena, M.I. y De Paúl, 1995). Los datos reflejan que la mayoría de las familias que participan en los subprogramas carecen al inicio de la intervención de conciencia de problema y de motivación para el cambio. – En el caso de Valladolid estas cifras superan el 90% (ausencia de conciencia de problema), el 85% (falta de motivación para el cambio) en el caso de las madres y en el caso de los padres el 80% (ausencia de conciencia de problema). – En el subprograma desarrollado en Burgos, el 90% de los padres carecen de motivación para el cambio. – En el Ayuntamiento de Ávila estos porcentajes en el caso de las madres se reducen a un 16.1% y a un 29.0%, (ausencia de conciencia de problema y falta de motivación para el cambio respectivamente). Es importante tener en cuenta este dato a la hora de evaluar los resultados. Como ya se ha indicado, estos factores son un criterio imprescindible para determinar el pronóstico del caso. Estos bajos porcentajes, por lo tanto, serían indicadores de un mejor pronóstico de los casos atendidos en este subprograma. Por otro lado, el descenso de porcentajes puede ser debido a diferentes razones: – A una diferencia, con respecto a los otros subprogramas, en cuanto a lo que se entiende o define en este subprograma como «conciencia de problema» y la «motivación para el cambio». - A que se haya dado un trabajo de estas cuestiones, previo a su remisión al programa. Y finalmente, al analizar los datos referentes a los recursos utilizados por los diferentes subprogramas, se observa que en el caso del desarrollado por el Ayuntamiento de Ávila, el recurso utilizado mayoritariamente (en el 92.6% de los casos) es la terapia de tipo sistémico. Esto puede estar provocando una tendencia a abordar aquellos casos en los que existe un cierto grado de conciencia de problema y de motivación para el cambio, condición importante para dicho tipo de intervención. 347
3.6.2. Presencia de alcoholismo/adicciones Alcoholismo/adicciones
% MADRES
% PADRES
15.0 %
46.7 %
En el caso de los subprogramas desarrollados en Burgos y en Valladolid los porcentajes de madres con problemas de alcoholismo/adicciones ascienden al 40.0% y al 26.7% respectivamente. 3.6.3. Problemas significativos en el bienestar psicológico
– Problemas en bienestar psicológico
% MADRES
% PADRES
48.3 %
30.4 %
– En los subprogramas de la Diputación de Ávila y de Guardo estas cifras se reducen, en el caso de las madres (10 % y 8.3 % respectivamente). – Los padres, en el subprograma de la Diputación de Ávila, no presentan problemas en el bienestar psicológico, En Valladolid, al contrario, éstos afectan al 80% de los padres. Es destacable el alto porcentaje de padres que presentan problemas de alcoholismo/adicciones, siendo en el caso de las madres, los problemas en el malestar psicológico el dato más significativo. Al igual que otros factores de riesgo (dificultades económicas, aislamiento social, problemas de salud, etc.), estos pueden estar favoreciendo la aparición y mantenimiento de las situaciones de desprotección infantil. Estos factores a su vez, durante la intervención dificultan o impiden cualquier tarea de aprendizaje por parte de los padres, por lo que dichos déficits o problemáticas deberían ser previamente abordadas. 3.6.4. Relaciones interpersonales y sociales % MADRES
% PADRES
– Relación de pareja conflictiva
66.9 %
73.6 %
– Problemas con la familia extensa
55.2 %
44.7 %
– Aislamiento social
44.0 %
40.2 %
348
Como ya se ha indicado anteriormente, estas familias presentan importantes déficits en habilidades necesarias para establecer y mantener relaciones sociales disminuyendo en consecuencia las posibilidades de acceder a fuentes de apoyo material, emocional e informacional. 3.6.5. Condiciones del domicilio familiar
– Domicilio familiar en condiciones precarias
% MADRES
% PADRES
43.7 %
43.0 %
Las dificultades económicas, las familias con un elevado número de miembros, entre otros factores, hacen que en un alto porcentaje de familias existan problemas de hacinamiento en el domicilio familiar y/o que las viviendas no presenten las condiciones mínimas de habitabilidad. – En el subprograma de Valladolid estos porcentajes se reducen considerablemente, siendo en las madres de un 6.7 % y de un 12.5 % en los padres.
3.6.6. Situación laboral de las madres y los padres
– Desempleo
% MADRES
% PADRES
48.2 %
33.0 %
% MADRES
% PADRES
55.9 %
48.0 %
% MADRES
% PADRES
15.5 %
12.0 %
3.6.7. Manejo de la economía familiar
Problemas en el manejo de la economía familiar
3.6.8. Planificación familiar Problemas relacionados con la planificación familiar 349
3.6.9. Dificultades en la relación con los hijos y en su educación % MADRES
% PADRES
46.8 %
49.5 %
– Conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono físico)
45.8 %
55.3 %
– Ignorancia de las características evolutivas del niño y sus necesidades
70.6 %
71.3 %
– Relaciones conflictivas padres/hijos (excluido maltrato)
Tratándose de familias que están siendo atendidas debido a una problemática de malos tratos, son esperables los porcentajes hallados en cuanto a las dificultades de relación con los hijos y a su educación. Se observan, en el caso de los padres, algunas diferencias entre los diferentes subprogramas: – En el subprograma de Guardo las cifras se reducen considerablemente, no superando en ninguno de los tres casos el 12.5%. – En los subprogramas de Zamora y de Burgos en el 100% de los padres se ha valorado que carecen de los conocimientos básicos sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades. – En el subprograma de Valladolid, el 87.5% de los padres presentan conductas negligentes hacia los menores. En el caso de las madres, son destacables las siguientes diferencias: – En el subprograma de la Diputación de Ávila los porcentajes de relaciones conflictivas padres/hijos y de conductas negligentes descienden a un 10% y un 0% respectivamente. – En el subprograma de Zamora se considera que el 100% de las madres ignoran las características evolutivas y las necesidades básicas de sus hijos. – En el subprograma de Valladolid se considera que el 80% mantienen relaciones conflictivas con sus hijos y que un 86.7% desarrollan conductas negligentes. En ningún caso se ha considerado que las madres ignoren las características evolutivas y necesidades de sus hijos. 350
3.6.10. Historia de infancia en los padres/madres % MADRES
% PADRES
– Historia de malos tratos
29.8 %
10.8 %
– Rechazo emocional en la infancia
25.7 %
11.0 %
– Historia de disarmonía y ruptura familiar
22.1%
9.0 %
– Institucionalización en la infancia
9.9 %
3.0 %
En el caso de las madres, en los subprogramas de Valladolid y Burgos, estos porcentajes son superiores al de los restantes subprogramas en las siguientes variables: En el primero, Historia de malos tratos, 66.7%; Rechazo emocional en la infancia, 86.7%; Historia de disarmonía familiar, 64.3%. En el segundo, Historia de malos tratos, 43.8%; Rechazo emocional en la infancia; 43.8%, Historia de disarmonía familiar, 43.8% e Institucionalización en la infancia, 31.3%. Por otro lado, y también en el caso de las madres, en el subprograma del Ayuntamiento de Ávila los porcentajes se reducen, no alcanzando en ninguno de los casos el 3.2%. En el subprograma de Valladolid el 62.5% de los padres han padecido rechazo emocional en la infancia. La experiencia de malos tratos en la infancia, coloca a los sujetos en un importante riesgo de reproducir el problema. (Arruabarrena, M.I. y De Paúl, J. 1995). Los datos reflejan que en un elevado porcentaje de las madres, ha existido historia de malos tratos. Es evidente que los programas de intervención no pueden incidir directamente en este problema por tratarse de una situación pasada, pero sí en aquellos factores o variables que se sabe que actúan como amortiguadores de la transmisión intergeneracional. Entre estos, destacan la estabilidad y apoyo emocional de la pareja actual. Otros factores amortiguadores de la transmisión intergeneracional son la adecuada integración de la historia de maltrato vivida, la presencia de una figura de apoyo durante la infancia y la participación en algún tipo de actividad psicoterapéutica (Belsky, 1993). Es importante tener en cuenta estos últimos factores citados como base para posibles estrategias preventivas para evitar dicha transmisión en el caso de los menores que han sufrido malos tratos y que actualmente participan en estos programas de intervención. 351
3.7. TIEMPO DE PERMANENCIA DE LOS CASOS EN LOS SERVICIOS SOCIALES La cuantificación de esta variables se refiere al tiempo transcurrido desde la fecha del primer informe existente en los servicios sociales o del momento de la detección del caso hasta el momento de su remisión al Programa de Atención a Familias. En primer lugar, hay que reseñar que estos datos, (media de tiempo) se han extraído de un total de 49 familias. En las 101 restantes no se han proporcionado los datos sobre esta variable, lo que puede ser indicador de dos situaciones diferentes: o bien que estos casos eran desconocidos previamente por los Servicios Sociales y por tanto, han sido remitidos al programa en el momento de su detección o bien que, las familias eran conocidas previamente pero se desconocen las fechas de detección por no existir constancia escrita de ello. Estos 101 casos están repartidos en las diferentes localidades de la siguiente manera: – En el Ayuntamiento de Ávila son 28 casos del total (N=31) los que han sido remitidos al programa en el momento de la detección o aquellos de los que no se tiene constancia escrita de este dato, lo que supone el 90,3% de las familias atendidas. – En la Diputación de Ávila son 9 los casos (N=12), que corresponde al 75% de las familias atendidas. – En Segovia son 15 familias del total (N=38), lo que supone un 39.4% del total de familias atendidas. – En Zamora y Guardo son 11 casos del total (N=11) y 24 casos del total (N=24) respectivamente, lo que supone el 100% de las familias. – En Burgos, 6 casos del total (N=18) lo que supone un 22.2% de las familias atendidas en dicha localidad. – En Valladolid, son 8 casos del total (N=16), que corresponde a la mitad de las familias atendidas (50%). En segundo lugar, decir que la media de tiempo que estas familias son conocidas por los Servicios Sociales es de casi dos años (22.06 meses). El rango oscila entre 1 y 144 meses. 352
PORCENTAJE
Menos de 5 meses
40.8
De 6 a 12 meses
16.2
De 13 a 24 meses
10.0
De 25 a 48 meses
16.1
Más de 49 meses
16.0 N= 49
En el porcentaje más frecuente de casos no se superan los cinco meses desde que se dispone del primer informe o se produjo la detección por parte de los servicios sociales. Existe por otro lado, un 26.1% de casos en los que se superan los dos años de tiempo desde que se realizó la detección hasta que fueron remitidos al programa. Este dato puede estar reflejando lo siguiente: – La puesta en marcha de algunos subprogramas es relativamente reciente. Algunas de las familias incluidas en estos, han podido estar recibiendo otro tipo de apoyo. No siendo suficiente este apoyo para corregir la situación de desprotección de los menores, finalmente ha sido remitidas al Programa en el momento de la creación del mismo. – Se ha podido considerar en otros casos que la situación familiar no era grave, ofertando a las familias otro tipo de recursos. Con estos recursos no se ha superado la situación de desprotección, remitiendo finalmente los casos al Programa. – Se ha podido producir la detección de los casos por otras problemáticas diferentes a la desprotección (dificultades económicas, alcoholismo/toxicomanías de uno a ambos padres, violencia conyugal, etc.), constatándose posteriormente la existencia de una situación de desprotección infantil. Por lo tanto, es posible que, en el caso de que los datos sean desconocidos, la cifra media de tiempo de permanencia de los casos en los Servicios Sociales sea aún más elevada. Si se trata de datos desconocidos, quiere decir que éstos se han perdido, que no han quedado recogidos en los 353
informes, por lo que es probable que la detección de los casos se haya realizado hace tanto tiempo que los profesionales los desconozcan o no los recuerden. Es importante reseñar que desde estos programas se está interviniendo con algunas familias en las que la situación de desprotección, entre otras problemáticas, está muy cronificada, lo que por otro lado va a ser un indicador de que el pronóstico para la rehabilitación de las familias es más negativo.
3.8. FUENTE DE REMISIÓN DEL CASO REMISIÓN DEL CASO 100 SS. SS. de base
90
Junta Cast-Len
80 70 60 50 40 30 20 10 0 TOTAL
Ayto. Ávila Dipt. Ávila
Segovia
Zamora
Guardo
Burgos
Valladolid
N=150
El 69.6% de los casos totales son remitidos al Programa por la Junta de Protección de Menores de Castilla y León, mientras que el 30.4% restante, llegan al programas a través de los Servicios Sociales de Base. La estructura organizativa, la financiación de los diferentes subprogramas, o las distancias geográficas pueden ser algunas de las cuestiones que expliquen esta diferencia. Por otro lado, estas diferencias en cuanto a la remisión de los casos, puede indicar que los subprogramas están abordando problemáticas familiares diferentes. Aquellos casos remitidos por la Junta de Protección de Menores, podrían ser los que presenten situaciones de desprotección infantil más graves y cronificadas. También en el caso de las familias que han sido remitidas por la Junta de Protección de Menores ha podido ocurrir que haya sido necesaria la intervención de la autoridad administrativa o judicial como forma de que las familias acepten su participación en el Programas. Respecto a este hecho, ya 354
se ha indicado anteriormente, cómo en la mayoría de las familias atendidas existe una clara ausencia de conciencia de problema y falta de motivación para el cambio. Las diferencias en cuanto a la remisión de los casos en los diferentes subprogramas quedan reflejadas en la siguiente tabla: AYTO. ÁVILA
DIPT. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
%
%
%
%
%
%
%
Servicios Sociales de Base
71.0
100.0
5.4
0.0
0.0
0.0
62.5
Junta de Protección de Menores
29.0
0.0
94.6
100.0
100.0
100.0
37.5
3.9. SITUACIÓN DE LOS CASOS (ALTA/BAJA) Del total de las familias participantes en el programa (N=150), no todas han sido dadas de baja, permaneciendo parte de ellas en intervención. En la siguiente gráfica quedan representados el número de familias, y el correspondiente número de menores que continúan siendo atendidos y el número (familias y niños) que han finalizado su participación en los subprogramas. SITUACIÓN DE LOS CASOS 100 90 80
Alta/Baja
70
Alta
60
Baja
50 40 30 20 10 0 TOTAL
Ayto. Ávila Dipt. Ávila
Segovia
Zamora
N=150
355
Guardo
Burgos
Valladolid
Como puede apreciarse, el 43.3% de las familias permanecen en tratamiento mientras que el 56.7% han sido dadas de baja, (1) al considerar que se han alcanzado de forma satisfactoria la totalidad de los objetivos perseguidos con la intervención o, (2) al considerar que se han conseguido no la totalidad de los objetivos planificados, pero sí los suficientes para garantizar el bienestar y seguridad de los menores o, (3) debido al abandono del programa por parte de la familia o, (4) por considerar imposible alcanzar los cambios necesarios en la situación familiar para garantizar el bienestar y seguridad de los menores. Se aprecian algunas diferencias entre los distintos subprogramas, en cuanto a la situación de los casos. Mientras que, en el del Ayuntamiento de Ávila y en el de Segovia en la mayoría de las familias incluidas en la presente evaluación ha concluido la intervención, en el resto de localidades disminuyen estos porcentajes, destacando el caso del subprograma de la Diputación de Ávila en el que la totalidad de las familias continúan en tratamiento. En este último subprograma cabe destacar que son a su vez los casos que menos tiempo llevan en intervención, pudiendo ser ésta la razón por la que no ha sido dado de baja ninguna de las familias. Los datos del total de familias que han concluido su participación en el Programa, es decir los dados de baja, son los que se han tenido en cuenta para realizar la evaluación de los resultados. Estos datos van a proporcionar información sobre la eficacia de dichos programas.
3.10. CARACTERÍSTICAS DE LOS CASOS DADOS DE BAJA Los datos completos (variables sociodemográficas, problemas psicosociales, factores asociados) de los casos que, habiendo sido atendidos en el Programa de Atención a Familias de Castilla y León, han sido dados de Baja, se presentan en el Anexo 1. – El total de familias dadas de Baja es de 85. – Los datos presentados son los recogidos al inicio de la intervención con dichas familias. – Los datos no difieren de los del total de las familias atendidas en el Programa (N=150). 356
– Los datos de las 85 familias dadas de baja son los utilizados para realizar la evaluación de los resultados. – Únicamente se incluyen datos de seis de los siete subprogramas. En el subprograma de la Diputación de Ávila no existen casos que hayan sido dados de Baja.
357
4. Evaluación de los Recursos y las Actividades del Programa
4.1. INTRODUCCIÓN En este apartado del Informe se presenta lo que puede denominarse la Evaluación del Proceso del Programa, es decir, todo lo referente a las actividades realizadas con los casos remitidos para intervención. Se trata de describir y evaluar, en primer lugar, la forma en que son seleccionados los casos, los objetivos con los que se trabaja y la temporalización de la intervención. En segundo lugar, se describe y evalúan los recursos utilizados para alcanzar los objetivos propuestos, teniendo especial relevancia la organización que se realiza de los mismos. Es importante conocer no solo el tipo de recursos materiales y humanos con los que se cuenta, sino también la orientación teórica y práctica desde la que se diseña y pone en marcha en el día a día la intervención. En la evaluación llevada a cabo de cada uno de los subprogramas no se ha podido llevar a cabo una observación y seguimiento externo de este tipo de cuestiones, sino que se ha procedido en base a la información que los responsables de cada subprograma han proporcionado al equipo de evaluación. La evaluación de los recursos, su organización y las actividades llevadas a cabo tiene una gran relevancia en la evaluación de programas en la medida en que permite (1) dar sentido y capacidad de interpretación de los resultados obtenidos con dichos recursos, (2) detectar diferencias entre lo diseñado y lo que se ha realizado realmente y entre los diferentes subprogramas y (3) estudiar los aspectos en los que se pueden introducir cambios que per359
mitan desarrollar un proceso de mejora de los recursos y de su organización, que permitan evaluar su efecto en los resultados obtenidos. En primer lugar, se presenta una descripción cualitativa de las cuestiones que los responsables de los programas han señalado con respecto a la forma de trabajo en los respectivos subprogramas. En segundo lugar, se hace una descripción cuantitativa de los recursos proporcionados a cada una y al conjunto de las familias en los diferentes subprogramas. 4.2. ANÁLISIS CUALITATIVO DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS DIFERENTES SUBPROGRAMAS 4.2.1. Tipologías atendidas, criterios de inclusión y exclusión en los subprogramas En la gráfica que se presenta a continuación se pueden observar las diferentes descripciones y terminologías que se utilizan para señalar los casos que se suponen están siendo aceptados para intervención en cada subprograma. Se detecta esencialmente una clara disparidad y falta de homogeneidad en la terminología utilizada por cada subprograma y una tendencia a la confusión entre aspectos que pueden ser considerados como factores de riesgo para la desprotección infantil y la propia desprotección del niño. En algunos subprogramas se señalan claramente determinadas tipologías de desprotección infantil, en otros se señalan cuestiones más generales como la desestructuración familiar, las familias monoparentales, el alcoholismo parental, etc. Es importante tener en cuenta que si se trata de un Programa que tiene como objetivo evitar la separación del niño de la familia y que se enmarca en el ámbito de la protección infantil, el objetivo tiene que focalizarse en aspectos concretos de la desprotección que los niños sufren (tratamiento) o pueden sufrir de manera potencial (prevención). La mayoría de las familias monoparentales, ni de las familias donde existe una enfermedad mental o un problema de alcoholismo no son objeto de tratamiento. Estas familias que han sido tratadas en este Programa lo son porque se supone que existe una situación real o potencial de desprotección o malos tratos infantiles. Es importante que los diferentes subprogramas pongan en marcha un trabajo de discusión y elaboración de criterios homogéneos sobre estas cuestiones. Por otra parte, se detecta una multiplicidad de los criterios utilizados para incluir o no a una familia en el programa. Pero el más relevante, 360
CRITERIOS DE INCLUSIÓN
CRITERIOS DE EXCLUSIÓN
ZAMORA
– Riesgo de desintegración familiar. – Cierto grado de desestructuración familiar.
– Hijos menores y expediente abierto en el S.º de Protección de Menores. – Situación legal de menores clarificada. – Reversibilidad de la situación familiar.
– La familia no acepta participar en el programa. – No hay mínima estabilidad familiar.
DIPT. DE ÁVILA
– Familias Alto Riesgo. Abandono Físico. – Incapacidad parental de control de conductas de los menores.
– Lazos afectivos padre/madre-hijo(s). – Capacidad mental de los padres para la asunción de roles parentales.
– No lazos afectivos padre/madres-hijo(s). – Incapacidad mental de los padres. – Riesgo para la vida del menor.
SEGOVIA
– Maltrato y Abandono de los menores.
– Expediente abierto en S.º de Protección de Menores y asignación al Programa por el S.º Territorial.
– No cumplir los criterios de inclusión.
AYTO. DE ÁVILA
– Familias en riesgo y maltrato. – Familias Monoparentales. – Con escasos recursos psicoeducativos o con conflictividad psicosicial.
– Hijos menores y expediente abierto en el S.º de Protección de Menores. – Reversibilidad de la situación familiar. – Lazos afectivos padre/madre-hijo(s). – Familias con desventaja social. – Existe riesgo par alos menores. – Déficits en internalización de normas. – Aceptación voluntaria del Programa.
– Negativa a participar en el Programa. – Patología psíquica y/o mental grave. – Minusvalías graves.
BURGOS
– Familias multiproblemáticas. – Familias monoparentales. – Familias con miembros con enfermedad mental.
– Situaciones de maltrato infantil.
– Negativa a participar en el Programa. – Situación familiar irreversible. – Valoración de no inclusión por el Equipo del Programa.
GUARDO
– Maltrato y/o Abandono Físico; Maltrato y/o Abandono emocional; Abuso Sexual; Incapacidad Parental de Control de la conducta de los hijos; Explotación Laboral; Corrupción; Alto Riesgo.
– Expediente abierto en S.º de Protección de Menores. – No es suficiente la intervención de S.º Sociales Generales. – El menor está leglamente a cargo de sus padres.
– Familias con hijos mayores de 16 años. – Padres incpacitados. – Situación familiar irreversible.
VALLADOLID
– Madres adolescentes y solteras. – Alcoholismo parental; Delincuencia. – Desempleo. Falta de vivienda. – Retraso intelectual parental. – Relación conflictiva con la familia extensa.
– Permanencia del menor en el hogar. – Motivación de al menos un progenitor para cuidar de los hijos. – Capacidad de al menos un progenitor para cuidar de los hijos
– No permanencia de los menores en el hogar. – No motivación para hacerse cargo de los hijos. – Enfermedad mental grave o adicciones de los dos progenitores.
361
TIPOLOGÍAS ATENDIDAS
y que merece un comentario particular, se refiere a la conciencia de problema en la familia, es decir, a la voluntariedad o no de los padres para participar en el programa. En algunos de los subprogramas esta cuestión de hace claramente explícita y en otros no se cita. Se trata de una cuestión clave en la intervención en protección infantil, sobre la que existen diferentes criterios, pero en la que todos los profesionales coinciden en afirmar que es esencial para garantizar un mínimo pronóstico de éxito de la intervención. Se recomienda también un trabajo de discusión que garantice una conceptualización y operacionalización homogénea de la forma en que se define y utiliza esta cuestión.
4.2.2. Objetivos Generales y Específicos de cada subprograma Nuevamente se detectan claras diferencias en la forma en que son explicitados los objetivos en cada uno de los subprogramas. Es importante comparar la forma en que se describen los objetivos de cada subprograma con los objetivos que figuraban escritos en la documentación de la puesta en marcha del Programa de Apoyo a Familias y que se ha expuesto en otra parte de este Informe (Segunda Parte, apartado 2.3.2). Es importante tener en cuenta que la formulación de los objetivos de los programas constituye la clave para la evaluación de los resultados generales o parciales. En este sentido, se debe valorar positivamente la inclusión entre los objetivos, que la realizan algunos subprogramas, de cualquier referencia a evitar la separación del menor o la reintegración del mismo a la familia. El número de casos en los que esto se produzca será siempre un indicador de la eficacia del programa. Por otra parte, siempre es conveniente tener en cuenta que las familia, los padres o las madres deben realizar al final del programa algo de manera diferente a como lo hacían al inicio del programa, ya sea en términos de pensamiento, conocimiento, actitudes o comportamientos. Y estas cuestiones deben ser traducidas en términos de objetivos que permitan evaluar su cumplimiento al final del programa. Para utilizar un ejemplo contrario, es cierto que cuando se trabaja en este ámbito de la protección infantil, se intentan producir cambios en la dinámica familiar, pero resulta imposible precisar, homogeneizar e incluso evaluar con criterios objetivos y contrastables qué es lo que cada profesional o cliente considera que es una «dinámica familiar positiva», en el caso de que ésta exista desde el punto de vista objetivo. 362
OBJETIVOS DEL PROGRAMA OBJETIVOS GENERALES
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
ZAMORA
– Promover el desarrollo integral de la familia, para favorecer una dinámica familiar positiva que haga posible la permanencia o reincorporación de los menores a la misma.
– Desarrollar competencias para la correcta atención de los hijos. – Potenciar valores, recursos para mejorar la claidad de vida de la familia. Conseguir convivencia familiar saludable y relación social positiva.
DIPT. DE ÁVILA
– Ofrecer recursos y habilidades para afrontar su situación, reorganizar la dinámica familiar posibilitando competencias para superar obstáculos y previniendo o erradicando las consecuencias en los menores.
– Evitar la institucionalización d elos menores. – Dotar de recursos y habilidades parentales. – Reorganización de las relaciones familiares.
SEGOVIA
– Garantizar la adecuada atención de los menores en el seno de la familia.
– Reconstrucción familiar y clarificar límites de subsistemas familiares. – Garantizar el cumplimiento de los roles parentales.
AYTO. DE ÁVILA
– Ofrecer a las familias los recursos y habilidades necesarias, reorganizar la dinámica familiar posibilitando su competencia y previendo o erradicando las consecuencias en los menores.
– Incorporación progresiva de las familias a los recursos. – Aprendizaje de normas de convivencia y educativas. – Evaluación de aconteimientos críticos y capacidades de adaptación. – Evaluación de las pautas de intervención.
BURGOS
– El programa asume los del dossier inicial.
– El programa asume los del dossier inicial.
GUARDO
– Menor en familia: garantizar la atención adecuada. – Menor fuera de la familia: garantizar las condiciones básicas necesarias para el retorno del menor a la familia. – Mantener al menor en el seno familiar será resultado de que se cumplan condiciones y requisitos mínimos de atención.
– Establecer pautas básicas de atención al menor. – Condiciones habitabilidad y organización en el hogar. – Entrenamiento de los padres en habilidades sociales y parentales.
VALLADOLID
– Garantizar el bienestar del menor en el núcleo familiar. – Potenciar las capacidades parentales. – Promover la autogestión familiar.
– Garantizar la atención del menor (salud, higiene, etc.). – Favorecer condiciones mínimas de habitabilidad. – Potenciar recursos de formación, búsqueda y mantenimiento de empleo. Fomentar emancipación económica. – Desarrollo de habilidades parentales, de comunicación y autocontrol. – Evitar el aislamiento social.
363
Se aprecia una mayor operacionalización y capacidad de evaluación de los objetivos descritos en el apartado citado anteriormente (Segunda Parte, punto 2.3.2). Se recomienda que los objetivos que se describen en dicho apartado sean desarrollados de manera más amplia y utilizados como documento de discusión para la formulación de los objetivos de tratamiento de cada uno de los subprogramas. 4.2.3. Los recursos y su organización en cada subprograma En las gráficas que se presentan en las siguientes páginas se presenta una descripción resumida de la información que cada uno de los subprogramas ha proporcionado acerca de los recursos externos e internos de los que se dispone, de la forma en que se organiza y se secuencia la intervención con las familias y de la forma en que se organizan las actividades de dichos recursos. Una lectura detallada y comparativa de los mismos permite realizar una serie de valoraciones de los mismos: A. La secuenciación con la que se lleva a cabo la intervención con las familias y la forma en que son descritos los objetivos diferenciales de cada una de ellas se considera altamente positiva. La existencia de objetivos diferenciados en cada una de las fases de la intervención colabora a la clarificación de los recursos y de las actividades que son necesarios en cada una de ellas. En este aspecto debe resaltarse la homogeneidad general en el conjunto de los subprogramas con respecto a los objetivos y a la duración asignada a cada fase. Únicamente se detecta una clara discrepancia en el caso del subprograma del Ayuntamiento de Ávila en el que la denominada «fase de intervención» es claramente más breve (6 meses). Parece claro que en el caso de este subprograma se está trabajando con planteamientos técnicos diferentes al del resto de los subprogramas, lo que incluiría una reducción del tiempo de intervención. Esta reducción del tiempo de intervención tiene que estar relacionada con diferencias en las características de las familias y/o con los objetivos que se persiguen con la intervención. B. Parece desprenderse de la información proporcionada por los responsables de los subprogramas que se dispone de una adecuada red de recursos externos al programa. En general se detecta una cierta homogeneidad en este tipo de recursos externos, con la excepción 364
de los recursos de «voluntariado», «centro de día» y «servicio de ayuda a domicilio» que únicamente está disponible en alguno de los subprogramas. No ha podido ser evaluada en este trabajo la calidad de la coordinación con este tipo de recursos. No obstante, y dada la experiencia acumulada en otros programas similares, se puede hipotetizar que la relación y coordinación eficaz con estos recursos externos constituye una de las cuestiones que mayor preocupación genera a los profesionales de los subprogramas. Se debe resaltar que parte del éxito del trabajo en servicios especializados con los casos de desprotección infantil está condicionado por la agilidad, confianza mutua y eficacia de la coordinación con los servicios sociales, sanitarios, educativos de referencia para cada caso. Debe hacerse un esfuerzo por registrar, cuantificar y evaluar cualitativamente el tipo de relación profesional con dichos recursos externos, así como la aceptación e integración de los subprogramas en el conjunto de los servicios sociales. C. En cuanto a los recursos internos que se ponen en marcha en el conjunto del Programa de Apoyo a Familias y en cada uno de los subprogramas, se pueden hacer las siguientes valoraciones de los datos presentados por los responsables de estos: – Los recursos humanos se consideran limitados desde el punto de vista numérico. El volumen de familias con las que se trabaja en cada subprograma es suficiente como para considerar que la cantidad de profesionales de cada programa se encontraría en el límite de sus posibilidades y con poca capacidad de hacer frente eficazmente a los frecuentes imprevistos y situaciones de crisis en las que entran este tipo de casos. – La cualificación profesional de los recursos humanos se considera homogénea y adecuada para el tipo de función que están realizando. Se requeriría, sin embargo, hacer un esfuerzo importante en la formación continuada de estos profesionales. Se trata de una actividad profesional en la que se requiere un alto grado de motivación y actualización en la utilización de diferentes recursos y técnicas de tratamiento. – Se considera que los recursos humanos, a juicio de este equipo de evaluación, tienen una orientación excesivamente «terapéutica», en el sentido de que su intervención tiende a ser de tipo «clínico». 365
Este dato se verá corroborado con la presentación de los datos de los recursos que cada familia ha recibido. Desde nuestro punto de vista, se puede decir que adolecen de una necesaria formación y orientación de tipo «sociocomunitario». Esta valoración debe considerarse de manera particular en cada uno de los subprogramas, ya que en algunos de ellos se agudiza extraordinariamente. – Se considera positiva y relevante la utilización de la figura de los supervisores de la mayoría de los subprogramas. No obstante, a pesar de que no se ha podido evaluar de manera muy precisa la distribución de funciones y la organización del trabajo, se detecta en algunos de los subprogramas una escasa clarificación de la distribución de funciones y responsabilidades entre los diferentes profesionales. Se recomienda instaurar la figura del supervisor en todos los subprogramas, cuidando la contratación estable y la dedicación completa de los mismos a los programas de tratamiento, de manera que desde esta figura, como mínimo, se garantice la necesaria estabilidad de los subprogramas en la relación con las familias. Se recomienda trabajar en la distribución de responsabilidades y funciones del conjunto de profesionales de cada subprogramas (supervisores, psicólogos, trabajadores familiares, etc.). – Con respecto a los Trabajadores Familiares, se puede afirmar que se trata de profesionales con una formación muy adecuada para este tipo de funciones. Se debe estudiar la conveniencia de la dedicación semanal de este tipo de profesionales a las familias, analizando la posibilidad de que se pueda disponer de un mayor número de trabajadores familiares con una menor dedicación semanal al programa. La adecuación de cada trabajador a cada familia es una condición importante en el éxito de la intervención. En la actualidad, el número de familias que tiene asignado cada educador es excesivo y la asignación de cada familia a cada educador se realiza de manera muy poco flexible, dada el escaso número de opciones disponibles. Por otra parte, se trata de un tipo de trabajo que genera un alto nivel de estrés y tensión emocional que es difícil de compatibilizar con una dedicación completa. Un mayor número de educadores con una menor dedicación horaria semanal permitiría mejorar ambas cuestiones. 366
SECUENCIACIÓN Y TEMPORALIZACIÓN FASE INICIAL
367
FASE DE INTERVENCIÓN
FASE DE SEGUIMIENTO
ZAMORA
– 12 SEMANAS – Lograr motivación en la familia. – Evaluación de la familia. – Establecer objetivos específicos.
– 72 SEMANAS – Desarrollar competencia familiar. – Potenciar valores y recursos familiares para mejorar su calidad de vida.
– 24 SEMANAS – Facilitar la salida del Programa. – Garantizar el mantenimiento de los logros.
DIPT. DE ÁVILA
– De 1 a 4 SEMANAS – Definir contexto y crear la relación familia/educador familiar. – Definir el problema y fijar metas. – Crear áreas de competencia. – Investigación (C.E.A.S.).
– ENTRE 16 y 104 SEMANAS – Promover cambios en la familia para que desarrolle capacidades de resolución de conflictos.
– ENTRE 4 Y 16 SEMANAS – Secuenciar apoyo para facilitar la autonomía familiar. – Prevención de recaídas. – Intervenciones puntuales.
SEGOVIA
– 8 SEMANAS – Reunir información de la familia.
– 96 SEMANAS – Garantizar adecuada atención del menor.
– 10 SEMANAS – Revisión y estabilización de metas. – Prevención de recaídas.
AYTO. DE ÁVILA
– 4 SEMANAS – Definir objetivos, metas, recursos y dificultades. – Crear relación de colaboración. – Establecer contrato psicoterapéutico.
– 24 SEMANAS – Promover cambios significativos. – Desarrollo de capacidades parentales. – Valoración de éxitos y búsqueda de recursos complementarios.
– 8 SEMANAS. – Revisión de metas. – Previsión de recaídas. – Estabilización de objetivos alcanzados.
BURGOS
– El tiempo de intervención depende de la tipología familiar. – Empatizar con la familia. – Recoger información. – Coordinación con otros servicios.
– El tiempo de intervención depende de la tipología familiar. – Elaborar plan y estrategias de trabajo. – Dar pautas educativas a los padres. – Coordinación con otros servicios.
– El tiempo de intervención depende de la tipología familiar. – Observar mantenimiento de logros. – Derivar a la familia a otros servicios.
GUARDO
– 4 SEMANAS – Recabar datos para valoración. – Determinar campo de intervención (relaciones familia-E.A.F.Sº Menores) – Sondeo de conciencia y motivación familiar.
– 88 SEMANAS – Completar valoración de la familia. – Establecer objetivos básicos. – Elaborar hipótesis de trabajo. – Establecer estrategias de intervención. – Asignación de recursos.
– DE 12 A 24 MESES – Preparar emancipación de la familia. – Mantenimiento de los logros. – Previsión de recursos.
VALLADOLID
– 4 SEMANAS – Diagnóstico del caso. – Programación de la intervención. – Formalizar contacto con la familia. – Realizar contrato de participación.
– 78 SEMANAS – Aplicación de objetivos establecidos. – Revisión quincenal de objetivos. – Coordinación con profesionales.
– 26 SEMANAS – Emancipación familiar del E.A.F. – Revisión del mantenimiento de los cambios. – Revisión a lo 6 meses (tras la baja).
RECURSOS EXTERNOS AL PROGRAMA RECURSOS Guarderías Escuela Equipo Pedagógico (M.E.C.) Institución de acogida de menores Centro de Día Servicio de Ayuda a Domicilio Otras áreas de Servicios Sociales 368
Instituciones Asistenciales Servicio de Pediatría Centros de Salud Mental S.º de Tratamiento específico (Alcoholismo/Toxicomanías) Policía Justicia Asociaciones ciudadanas Educación de Adultos Asociaciones de Tiempo Libre (Niños y/o adultos) Voluntariado Parroquias, Cáritas
ZAMORA
DIPT. ÁVILA
SEGOVIA
AYTO. ÁVILA
BURGOS
GUARDO
VALLADOLID
RECURSOS PERSONALES DEL PROGRAMA
369
POSIBILIDAD DE FORMACIÓN CONTINUADA
ACCESO A LITERATURA PROFESIONAL
– Psicóloga: Terapia familiar, individual. Orientación en intervención familiar. – Trabajs. Familiares: Educ. para la Salud. Intervención en SS.SS. Orientación en Intervención familiar.
– Cursos o encuentros dos o tres veces al año por un máximo de tres días.
– Libros sobre Terapia Familiar. – Documentación de Cáritas (marginación y familia). – Publicaciones del C.O.P.
– 1 Ldo. en Psicología – 1 Diplomado en Magisterio
– Violencia familiar. Terapia Familiar. – Intervención en SS.SS. Orientación en intervención familiar.
– No posibilidades de acudir a actividades de formación continuada.
– Revistas: Trabajo Social, Cáritas, Infancia y Familia. – Publicaciones del C.E.M. – C. de Documentación Fuente Clara.
SEGOVIA
– 1 Supervisor de caso – 4 Trabajadores familiares
– Supervisor: Ldo. en Psicología. - Protección a la Infancia. Terapia familiar e individual. – Trabajs. Familiares: 1 Ldo. en Psicología. 3 Ldos. en Pedagogía. - Protección a la Infancia y violencia familiar. Terapia individual.
– No existe posibilidad de formación continuada.
– No acceso a publicaciones periódicas. – Libros concretos de interés.
AYTO. DE ÁVILA
– 1 Supervisor de caso – 1 Trabajador Familiar – 1 Trabajador Social
– Supervisor: Ldo. en Psicología. - Protección a Infancia y violencia familiar. Terapia familiar e individual. – Trabajs. Familiares: Trabajo Social. - Protección a la Infancia y violencia familiar. Terapia familiar e individual.
– No existe posibilidad de formación continuada.
– Documentación de Cáritas. – Revistas de Terapia Familiar. – Documentación del C.O.P.
BURGOS
– 1 Supervisor/Coordinador – 1 Ldo. en Psicología – 2 Trabajadores Familiares
– Supervisor: Diplomada en Trabajo Social. – Trabajs. Familiares: Puericultura. Magisterio.
– Posibilidad de acudir a cursos de formación continua.
GUARDO
– 1 Supervisor de caso – 2 Trabajadores Familiares
– Supervisor: Psicólogo. - Violencia familiar. Terapia Familiar. – Trabajs. Familiares: Magisterio. - Violencia familiar.
– Difícil acceso a cursos de formación continuada.
VALLADOLID
– 1 Supervisor de caso – 2 Trabajadores Familiares
– Supervisor: Psicóloga. - Orientación sexual. Diplomada en Orientación Familiar. – Trabajs. Familiares: Psicóloga. Pedagoga. - Diplomado en Orientación Familiar. Terapia Familiar.
N.º DE TRABAJADORES
FORMACIÓN
ZAMORA
– 1 Ldo. Psicología – 1 Diplomado en Magisterio – Animador Socio-cultural
DIPT. DE ÁVILA
– Acceso a cursos y Congresos.
– Cuadernos de Terapia Familiar. – Publicaciones del C.O.P. – Bibliografía de temas de Protección de Menores. – Revistas: FAPMI, Infancia y Sociedad, Infancia y Aprendizaje, Infancia y Familia, Child Abuse and Neglect. – Libros sobre malos tratos, etc.
ASPECTOS ORGANIZATIVOS SUPERVISOR DE CASO TIPO DE CONTRATACIÓN ZAMORA
– No existe la figura de Supervisor de Caso.
DIPT. DE ÁVILA
– No existe la figura de Supervisor de Caso.
SEGOVIA
– Fijo.
AYTO. DE ÁVILA
CALENDARIO/HORARIO
FUNCIONES
– Dr. del Centro de Acogida Juan Pablo II. - Eliminar obstáculos para intervención eficaz con la familia. - Mantener reunión semanal con Equipo: - Revisión de objetivos. Análisis del desarrollo de la intervención.
370
– 15 horas por familia. – 1 hora semanal.
BURGOS
– Personal aportado por Cáritas Diocesana.
– 8 horas semanales.
GUARDO
– Temporal.
– De lunes a viernes. – 9.00 h. - 14.00 h./16.30 h. - 19.00 h.
VALLADOLID
– Temporal.
– Lunes: 9.30 h. - 15.00 h./16.00 h. 19.00 h. – Martes: 9.00 h. - 15.99 h./16.00 h. 20.00 h. – M-J-V: 9.00 h. - 15.00 h. – Flexibilidad–
– Trazar líneas de actuación y periodicidad. – Estudio de respuesta de la familia a la intervención. – Establecer metas de la familia y del trabajador familiar. – Trabajadores asignados: 2. – Participa en revisión de la intervención. – Gestión y administración del programa. – Formación del Equipo. – Conexión con Sección de Protección de Menores. – Familias asignadas: 20 máximo. – Elaborar documentación base del programa. – Establecer objetivos y estrategias. – Informes de evaluación. – Coordinación con servicios y técnicos. – Desarrollo de sesiones terapéuticas. – Dirección de la escuela de padres. – Supervisión del Trabajador Familiar. – Coordinación con Jefe de Zona, técnicos, servicios. – Coordinación de actuación del Equipo. – Programación de objetivos. – Evaluación inicial de familias. – Coordinación de la Escuela de Padres. – Intervención directa con familias. – Verificar cumplimiento de objetivos de programa. – Registro de datos y actualización de expediente.
ASPECTOS ORGANIZATIVOS TRABAJADOR FAMILIAR TIPO DE CONTRATACIÓN
CALENDARIO/HORARIO
FUNCIONES
– Temporal
– Mañana: 10 h.-14 h. (Flexibilidad). – 37.5 horas semanales. – Sesiones diarias (60-10 min.).
– Apoyo emocional. – Desarrollo y mejora de las habilidades parentales. – Promoción personal, cultural y laboral.
DIPT. DE ÁVILA
– Temporal
– 37.5 horas semanales. (Flexibilidad). – Sesiones semanales o quincenales (50-105 min.).
– Dinamizar las relaciones familiares. – Favorecer un clima de afectividad en la familia. – Crear contextos de colaboración en redes sociales. – Promoción personal, cultural y social.
SEGOVIA
– Temporal
– 35 horas semanales. (Flexibilidad). – Familias asignadas: 2. – 2 trabajadores por familia. – 1 sesión semanal (120 min.).
– Dinamizar las relaciones familiares. – Favorecer un clima de afectividad en la familia. – Crear contextos de colaboración en redes sociales. – Promoción personal, cultural y social.
AYTO. DE ÁVILA
– Sesiones semanales o quincenales (90 min.).
– Dinamizar las relaciones familiares. – Favorecer un clima de afectividad en la familia. – Crear contextos de colaboración en redes sociales. – Promoción personal, cultural y social.
BURGOS
– 1 trabajador: 20 horas semanales. – 1 trabajador: 20 horas semanales. – Flexibilidad. – Familias asignadas: en función de gravedad del caso y del tiempo del trabajador.
– Analizar la situación real de la familia. – Planificar la intervención junto con el equipo. – Elaborar programas educativos específicos. – Apoyo y orientación a la familia. – Facilitar la inserción familiar enla red social. – Orientar organización de economía doméstica, alimentación, higiene, etc.
371
ZAMORA
GUARDO
– Temporal
– 35 horas semanales. – L. a V.: 9 h. - 14 h./16 h. - 19. – Familias asignadas: 10. – Sesiones semanales o quincenales.
– Evaluar la situación familiar. – Mejora de las habilidades parentales, de convivencia y gestión del hogar. – Facilitar la gestión de los recursos comunitarios. – Cumplimiento de tareas y compromisos por parte de la familia. – Conocimientos y control de comportamientos familiares en hogar.
VALLADOLID
– Temporal
– 35 horas semanales. (Flexibilidad). – L. a V.: 9 h. - 15 h./17 h. - 19.30 h. (dos días). – Familias asignadas: 6. – Sesiones semanales (60-75 min.).
– Observar la dinámica familiar. Dinamizar las relaciones familiares. – Apoyo emocional. – Acompañamiento en determinadas gestiones. – Educación de la familia, cambio de actitudes. – Participación y preparación de la Escuela de Padres. – Estimulación de los menores. – Animación de la familia a participar en actividades comunitarias. – Registro de datos en los informes.
– Se aprecian algunas diferencias reseñables en la actuación de los trabajadores familiares. En algunos subprogramas se ha señalado que cada familia recibe la visita domiciliaria de dos trabajadores familiares, mientras que en otros es únicamente uno el que lo hace. En otro subprograma, los trabajadores familiares actúan, en la mayoría de los casos, en el propio local del servicio de intervención, en funciones de colaboración con el psicólogo-terapeuta, a diferencia de la mayoría de los subprogramas en los que se trabaja en el domicilio familiar. Deben respetarse y valorarse muy positivamente las diferentes orientaciones y los diversos modelos de tratamiento. No obstante, sería muy importante iniciar una discusión del conjunto de los subprogramas, para clarificar la medida en que esta diferencias se deben a reales necesidades diversas del tipo de familias con las que se trabaja. Es importante que las técnicas de tratamiento se adapten a las características particulares de cada familia y no que se les exija a las familias acomodarse a los conocimientos o habilidades técnicas de los profesionales. La flexibilidad y adaptabilidad debe ser la línea directriz de este tipo de intervenciones esencialmente psicosociales.
4.3. SERVICIOS Y RECURSOS PROPORCIONADOS A LAS FAMILIAS DURANTE EL TRATAMIENTO En este apartado se hace una presentación, a partir de diferentes formas de organización de los datos, de los diferentes tipos de recursos que han recibido a lo largo de su participación en el programa el conjunto de las familias. Se va a tratar de realizar una presentación pormenorizada de esta información porque se considera clave para entender el funcionamiento general del Programa y de cada uno de los subprogramas. Los recursos utilizados son los trabajadores familiares, las diferentes formas de atención terapéutica y los grupos educativos para las madres y los padres. Lo importante es evaluar la utilización diferencial de cada uno de ellos en el conjunto del Programa y en cada subprograma. En primer lugar, se presentan los datos relativos a la utilización de los tres tipos de recursos agrupados por las categorías mixtas existentes: (1) únicamente trabajador familiar (2) trabajador familiar y atención terapéutica, (3) 372
trabajador familiar y grupos educativos, (4) trabajador familiar, atención terapéutica y grupos educativos, (5) únicamente atención terapéutica y (6) únicamente participación en grupos educativos. Esta información se presenta para el conjunto del Programa (85 familias que han sido dadas de baja) y para cada uno de los subprogramas.
RECURSOS PROPORCIONADOS A FAMILIAS Agrupados por categorias mixtas 23% Trabajador Familiar
7%
Trab. Fam. + Terapia 12%
Tr. Fam + Grup. Padres Trab. Fam. + Terapia + G. P.
29%
Terapia Sólo Grupos de padres 1% 28%
Las diferencias en la utilización de estos tres tipos de recursos agrupados en las seis localidades, aparecen reflejadas en la siguiente tabla:
RECURSOS
TOTAL
AYTO. ÁVILA
%
%
SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID %
%
%
%
%
Trab. Fam.
28.4
7.4
70.5
66.7
0.0
37.5
0.0
Trab. Fam.+ Terap.
23.0
22.2
10.0
33.3
11.1
50.0
42.9
Trab. Fam+ Grup.
6.8
0.0
10.0
0.0
22.2
0.0
14.3
Trab. Fam+ Terap.+Grup.
12.2
0.0
0.0
0.0
66.7
12.5
28.6
Terap.
28.4
70.4
5.0
0.0
0.0
0.0
14.3
Grup.
1.4
0.0
5.0
0.0
0.0
0.0
0.0
373
En el conjunto del Programa predomina la asignación del recurso del Trabajador Familiar con una tendencia a ser utilizado de manera conjunta con la atención terapéutica. Para poder conocer con más detalle este dato se ha tratado de cuantificar la información de diferentes maneras y de exponerla en forma de gráficas. En la gráfica siguiente se presentan los datos del número de familias que han recibido cada uno de los recursos (atención terapéutica, trabajador familiar y grupos educativos), sin tener en cuenta las combinaciones entre los mismos. RECURSOS DE INTERVENCIÓN PROPORCIONADOS 70%
61,9% 58,3
60% 50% 40% 30%
20,2
20% 10% 0%
Trabajador Familiar
Terapia
Grupos de Padres
Tal y como puede apreciarse en la gráfica, el recurso más utilizado ha sido el Trabajador Familiar, que ha sido asignado al 61.9 % de las familias. La utilización del recurso terapéutico es también frecuente y alcanza a un 58.3% de las familias. El recurso menos utilizado es de los grupos educativos para madres y padres. Se presentan a continuación datos detallados de los diferentes tipos de atención terapéutica que han recibido las familias y los niños (terapia de familia, terapia de pareja, terapia individual de adultos y terapia individual de los niños), ya sea de manera aislada o en diferentes tipos de combinaciones. Los datos de esta gráfica se pueden desglosar y organizar de la siguiente manera: – Un 64% de las familias reciben un sólo tipo de terapia (terapia de adultos (TA) el 21%, terapia familiar (TF) el 26% y terapia de pareja (TP) el 17%). 374
UTILIZACIÓN DE RECURSOS TERAPÉUTICOS Terapia Adultos 21%
T.A +T.P.+ T.F.+T.I. 2% T.A. + T.F + T. in. 7% T.P. + T.F + T. in 2%
Terapia Familiar 26% T.A.+ T.F. 14%
T.A.+ T.F. 10%
Terapia de pareja 17%
– Un 24% reciben dos tipos de recursos terapéuticos (terapia de adultos y terapia familiar el 10%, terapia de adultos y terapia de pareja el 14%). – Un 9% recibe tres tipos de recursos terapéuticos (terapia de pareja, terapia familiar y terapia individual infantil (T. In) el 2%; terapia de adultos, terapia familiar y terapia individual infantil el 7%). – Finalmente, un 2% recibe cuatro tipos de recursos terapéuticos (terapia de adultos, terapia de pareja, terapia familiar y terapia individual infantil).
100
70
62,5
64,3
80
75
77,8
90
87,5
100
92,8
100
100
UTILIZACIÓN DE RECURSOS TERAPÉUTICOS Y TRABAJADOR FAMILIAR Porcentaje de Familias recibiendo cada Recurso
Trabajador Familiar
60
10,7
28,6
30
33,3
50 40
20 10 0 A. Ávila
SG
ZA
Guardo
BU
375
Terapia
VA
La asignación a las familias de las diferentes modalidades de atención terapéutica presenta una serie de particularidades en cada uno de los subprogramas que se describen en la siguiente tabla. AYTO. ÁVILA RECURSOS
N
%
SEGOVIA N
%
ZAMORA N
GUARDO
%
N
%
BURGOS N
%
VALLADOLID N
%
TA
6 23.1
0
0.0
0
0.0
1 16.7
0
0.0
2 40.0
TF
8 30.8
1 50.0
0
0.0
1 16.7
0
0.0
1 20.0
TP
6 23.1
1 50.0
0
0.0
0
0.0
0
0.0
0
TA+TF
1
3.8
0
0.0
1 100.0
1 16.7
0
0.0
1 20.0
TA+TP
2
7.7
0
0.0
0
0.0
2 33.3
1 50.0
1 20.0
TP+TF+TII
1
3.8
0
0.0
0
0.0
0
0
0.0
0
0.0
TA+TF+TII
1
3.8
0
0.0
0
0.0
1 16.7
1 50.0
0
0.0
TA+TP+TF+TII
1
3.8
0
0.0
0
0.0
0
0
0
0.0
0.0 0.0
0.0
0.0
La diferente forma de utilización de los recursos de atención terapéutica y de los trabajadores familiares son relevantes de cara a comprender la orientación de los diferentes subprogramas y la forma en la que se intentan alcanzar los objetivos previstos. Por ello, se presenta, en la siguiente gráfica, el porcentaje de familias que en cada uno de los subprogramas recibe cada uno de los dos tipos de recursos. Por último, se presentan los datos referentes al tiempo (en meses) y las sesiones que, en el conjunto del Programa, se emplean en la aplicación de cada tipo de recurso. – Tiempo (en meses): Trabajador familiar Terapia de adultos Terapia de pareja Terapia de familia Terapia I. infantil Grupos de padres
MEDIA 15.2 10.4 5.9 6.4 3.4 7.9 376
– Nº de sesiones:
MEDIA
Trabajador familiar
51.9
Terapia de adultos
14.0
Terapia de pareja
10.3
Terapia de familia
8.5
Terapia I. infantil
8.2
Grupos de padres
16.0
4.4. PREVISIÓN DE RECURSOS TRAS LA BAJA DEL PROGRAMA En las revisiones realizadas sobre las experiencias y evaluaciones de los programas de intervención con familias con problemas de desprotección infantil, se constata una probabilidad importante de reaparición de los malos tratos, meses después de finalizar el tratamiento intensivo. Las cifras de recaídas que se manejan son las siguientes: en un 70% de las familias con problemas de abandono físico y en un 73% de las familias con problemas de maltrato y/o abandono emocional (Daro, 1988). Es por ello importante que, una vez finalizada la intervención intensiva, se realice un seguimiento cercano de la familia y se proporcione un apoyo a sus miembros, con el objeto de garantizar el mantenimiento de los cambios logrados durante el tratamiento y evitar las recidivas. La provisión de estos recursos por parte de los diferentes subprogramas en la totalidad de las familias dadas de baja queda reflejada en los datos que aparecen en la siguiente gráfica: En un 24.3% de los casos no se provee de recursos tras la finalización de la participación de las familias en el programa. En el resto de los casos (75.7%), se mantienen o introducen los siguientes recursos: – En un 40.5% se realiza seguimiento habitual por los Servicios Sociales. – En el 21.6% de las familias se lleva a cabo un seguimiento específico de la situación de las mismas. 377
PREVISIÓN DE RECURSOS TRAS LA BAJA DEL PROGRAMA 41% Sin Recursos Seg. Habitual Seg. Específico Trat. Terapéutico 24%
Trab. Familiar Terapia + Trab.Familiar 4%
22% 5%
4%
– Se proporciona tratamiento psicoterapéutico al 4.1% de las familias y a otro 5.4% la figura del trabajador familiar. – Finalmente, en el 4.1% de los casos se provee de forma simultánea del recurso de tratamiento psicoterapéutico junto con la figura del trabajador familiar. Entre los distintos subprogramas se aprecian algunas diferencias en cuanto a la provisión de recursos a las familias en situación de baja: – Los porcentajes de familias en las que se mantiene un seguimiento habitual por parte de los Servicios Sociales de Base, son los siguientes: Ayto. de Ávila (32.0%), Segovia (38.5%), Zamora (33.3%), Guardo (50.0%), Burgos (28.6%), Valladolid (50.0%) – Únicamente en el caso del subprograma del Ayuntamiento de Ávila se proporciona un seguimiento específico a un porcentaje importante de familias atendidas en dicha localidad (56.0%). Este dato sería importante conectarlo con la brevedad diferencial de la fase central de la intervención. En este subprograma, junto con el de Valladolid, se mantiene o inicia tras la baja tratamiento psicoterapéutico en algunos casos, (uno en el subprograma del Ayuntamiento de Ávila y dos en el subprograma de Valladolid). 378
– En el subprograma de Burgos se utiliza tras la baja del caso el recurso del trabajador familiar con una de las familias. No se da esta circunstancia en el resto de los subprogramas. – En los subprogramas de Segovia y Valladolid algunas familias (Segovia, n=4; Valladolid, n=2) reciben simultáneamente tratamiento psicoterapéutico junto con el apoyo de un trabajador familiar, tras producirse la baja en el programa.
379
5. Evaluación de los Resultados del Programa
5.1. INTRODUCCIÓN En este capítulo del Informe se procede a la exposición de los datos referentes a la evaluación de los resultados. Normalmente se considera a la evaluación de resultados como la «verdadera» evaluación de un programa. No es esta la orientación con la que se ha realizado este Informe. Si bien es cierto que la evaluación de los resultados constituye el punto central de la valoración del rendimiento de un programa y de su eficacia, estas cuestiones adquieren verdadero sentido si se analizan estableciendo una conexión permanente con los objetivos previstos, con las características de los casos con los que se ha intervenido y con los recursos y actividades que se han puesto en marcha a lo largo del proceso de intervención. En este apartado se presentan en primer lugar, los datos referidos al motivo de finalización del tratamiento. En segundo lugar, se exponen los datos relacionados con la valoración general que los profesionales realizan de los resultados generales de la intervención con los casos. En tercer lugar, se presentan los resultados obtenidos en función de las tipologías de malos tratos con los que se ha intervenido y los cambios que la intervención ha provocado en cada una de ellas. En cuarto lugar, se aportan los cambios producidos en cada uno de los factores asociados a la situación de desprotección. Por último, se aporta la información referente a los cambios producidos en la situación de los casos, es decir, al mantenimiento o no del menor en el domicilio familiar. Como ya se ha advertido anteriormente en el presente informe, el lector debe considerar estos datos como tendencias y no como conclusiones pro381
badas, debido al reducido número de familias con las que, en algunos subprogramas, se ha podido contar. Además, la evaluación de resultados se ha visto dificultada como consecuencia de la falta de información con la que se ha contado en el caso de algunas de las variables evaluadas. 5.2. MOTIVO DE LA FINALIZACIÓN DEL TRATAMIENTO
RAZÓN DE LA BAJA 1% Fin de Tratamiento 49% Separación 21% Abandono
Ausencia de Cambios
29%
N=85
Como se puede observar en la gráfica, en un 49.4% de los casos, se ha finalizado el tratamiento con el logro parcial o total de los objetivos propuestos al inicio de la intervención (Fin del tratamiento). En un 28.6% de los casos, la intervención finaliza debido a la incapacidad de lograr los cambios previstos. Dentro de este porcentaje se incluyen los siguientes casos: (1) casos en los que la ausencia de conciencia de problema y/o la ausencia de motivación para el cambio impide el logro de cambios en la familia, (2) casos en los que se ha producido un cambio de residencia de la familia a un lugar fuera de las competencias de los subprogramas y (3) casos en los que el tipo de patología presentada por los padres impide cualquier posibilidad de cambio de la situación familiar. En otro 20.8% del total de las familias en situación de baja, ésta se ha producido por la decisión voluntaria (abandono del programa) de los padres de concluir su participación en el programa. Finalmente, en un 1.3% se produce la institucionalización de los menores, finalizando así la intervención familiar. 382
5.3. VALORACIÓN GENERAL DE LOS RESULTADOS VALORACIÓN GENERAL DE RESULTADOS 22% Parcial suficiente
Objetivos Alcanzados 30% 28%
Objetivos no alcanzados
Parcial insuficiente
20%
N=85
En la gráfica anterior se puede observar la valoración general que los profesionales realizan del total de las familias dadas de baja. Esta valoración se realiza teniendo en cuenta los objetivos planificados en la intervención con cada caso. Hay que reseñar que estos datos son muy coincidentes con los resultados obtenidos en programas similares desarrollados en otros países. Una tasa de recuperación cercana al 50% de los casos puede considerarse como adecuada dadas las características de los casos tratados y los recursos puestos en marcha. – En el 21.8% de los casos, se ha producido una mejora completa de la situación de la familia, considerándose alcanzados los objetivos planificados en la intervención (objetivos alcanzados). – En un 29.5% de los casos, se valora que se han producido cambios positivos notables durante la intervención, y aunque no se han alcanzado en su totalidad, estos objetivos se consideran suficientes para garantizar el bienestar de los menores (resultados parcialmente suficientes). – En un 20.5% de las familias se han producido algunos de los cambios esperados. Estos objetivos, sin embargo, no se consideran suficientes para garantizar la seguridad y el bienestar de los menores (resultados parciales insuficientes). 383
– Por último, un 28.2% de las familias no han experimentado ninguna mejoría, es decir, no se han logrado alcanzar los objetivos planificados (objetivos no alcanzados). En estas categorías están incluidas aquellas familias en la que la razón de la finalización del tratamiento ha sido el abandono voluntario del programa. El porcentaje de casos en los que se han alcanzado los objetivos de manera total o parcial-suficiente sería algo superior en caso de no inclusión de dichos «abandonos». A continuación se presentan las diferencias entre las distintas localidades en esta «valoración general»: Se trata de una información que ha sido proporcionada por los propios responsables y profesionales de los programas y que no ha podido ser contrastada a través de una evaluación externa al programa. Puede también señalarse que se trata de una información en la que los criterios utilizados pueden ser diferentemente interpretados por cada uno de los profesionales que completan los datos. Siendo los profesionales quienes mejor conocen la información de cada caso, también es cierto que se trata de las personas más implicadas personal y profesionalmente con ellos, lo que puede producir cierto riesgo de subjetividad.
AYTO. ÁVILA
SEGOVIA
ZAMORA
GUARDO
BURGOS
VALLADOLID
%
%
%
%
%
%
Objetivos alcanzados
25.0
22.7
33.3
22.2
12.5
12.5
Resultados parciales suficientes
32.1
31.8
66.7
22.2
0.0
37.5
Resultados parciales insuficientes
25.0
13.6
0.0
33.3
37.5
0.0
Objetiv. No alcanzados
17.9
31.8
0.0
33.3
50.0
50.0
384
Como se puede observar, en la mayoría de las localidades, los porcentajes más altos corresponden a la categoría de «Resultados parciales suficientes», aunque se aprecian algunas diferencias: – En el subprograma de Burgos se valora que únicamente en un 12.5% de las familias se han alcanzado los objetivos planificados para asegurar el bienestar de los menores. En el resto de los casos con los que se ha intervenido en esta localidad, los objetivos no se han alcanzado (50,0%) o no se consideran suficientes (37.5%). – Al contrario, en el subprograma de Zamora se considera que en la totalidad de los casos dados de baja se ha producido una mejora total o una mejora parcial suficiente de la situación de las familias. Un 33.3% de los casos se incluyen en la categoría de «Objetivos alcanzados» y un 66.7% en la categoría de «Resultados parciales suficientes». – En el caso del subprograma de Valladolid, un 50% corresponde a la categoría de «Objetivos no alcanzados». El 50% restante se distribuye en las categorías de «Objetivos alcanzados» (12.5%) y de «Objetivos parciales suficientes» (37.5%).
5.4. MODIFICACIÓN DE LAS DIFERENTES SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN TIPOLOGÍAS DE MALTRATO
PRESENCIA EN EVALUACIÓN INICIAL N
%
PRESENCIA EN EVALUACIÓN FINAL N
%
MF
1
1.3
1
1.2
AF
8
10.3
2
2.4
MF+AF
2
2.6
1
1.2
MF+ME/AE
2
2.6
1
1.2
AF+ME/AE
22
28.2
13
15.7
MF+AF+ME/AE
13
16.7
4
4.8
ME/AE
13
16.7
10
12.0
IP
6
7.7
5
6.0
AR
11
14.1
9
10.8
385
De los 85 casos dados de baja, son 78 los que se han tenido en cuenta a la hora de evaluar los resultados según las tipologías de maltrato. De los 7 restantes no se ha aportado la información necesaria para realizar la evaluación de resultados según las tipologías de malos tratos.
RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN POR TIPOLOGÍAS DE MALTRATO N=85
1
Resultados
0,9
No Rehabilitadas
0,8
Rehabilitadas
0,7 0,6 0,5 0,4 0,3 0,2 0,1 0 MF
AF
MFAF
MFME
AFME
MFAFME
ME
IP
AR
Tipologías
Únicamente existe un caso en el que se ha señalado la presencia de maltrato físico sin otro tipo de malos tratos, lo que hace que no sea significativa la información referente a esta tipología. Parece que estos programas son más efectivos en aquellos casos en los que la tipología presentada por las familias es la de Abandono Físico (75% de rehabilitación), y en los casos en los que se presenta simultáneamente Maltrato Físico, Abandono Físico y Maltrato y/o Abandono Emocional (69.2% de rehabilitación). Aún siendo relevantes, estos porcentajes de éxito se reducen en los casos de Maltrato Físico presentado simultáneamente con Abandono Físico (50%) o con Maltrato y/o Abandono Emocional (50%), y en los casos de Abandono Físico presentado simultáneamente con Maltrato y/o 386
Abandono Emocional (40.8% de rehabilitación). El pronóstico de rehabilitación parece ser más negativo en las familias que presentan Maltrato y/o Abandono Emocional (23.07% de casos rehabilitados), en los de Incapacidad Parental para Controlar la Conducta Infantil (16.6%), y en los de Alto Riesgo (18.1%). En el presente informe, en el apartado de «Tipologías de Situaciones de Desprotección» se advertía que en algunos programas existía una tendencia a utilizar en exceso la categoría de «Alto Riesgo» o de «Incapacidad Parental para Controlar la Conducta Infantil». La menor reducción de los porcentajes en cuanto a resultados en estas dos tipologías podría estar explicada por este hecho. Pudiera ser que realmente estos casos puedan ser incluidos como tipologías más concretas de maltrato pero que no se haya efectuado por dificultades en la categorización de las mismas. En cuanto a los resultados obtenidos, hay que reseñar que éstos son diferentes a los que se desprenden de informes y revisiones de otros programas de tratamiento (Daro, 1988), Esto ocurre concretamente en los casos en los que se presentan las siguientes tipologías: abandono físico (asociado o no a maltrato y/o abandono emocional), aquellos que presentan simultáneamente maltrato físico, abandono físico y maltrato y/o abandono emocional. Son coherentes dichas revisiones en las tipologías de maltrato y/o abandono emocional e inferiores en los casos de maltrato físico, de incapacidad parental de control de la conducta de los menores y de alto riesgo.
5.5. RESULTADOS OBTENIDOS CON CADA UNO DE LOS FACTORES ASOCIADOS A LAS SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN Se presentan a continuación los datos de la evaluación de los resultados obtenidos por la totalidad de los subprogramas en relación a los factores asociados a las situaciones de desprotección infantil. Se describen los datos de las madres y de los padres, estableciendo una diferenciación en tres niveles: (1) objetivos alcanzados, (2) objetivos parciales suficientes y (3) objetivos no alcanzados. 387
MADRES:
RESULTADOS DE LA INVERSIÓN POR CADA FACTOR ASOCIADO Madres 100%
Resultados
90%
Objet. no alcanzado
80% 70%
Parcial Suficiente
60%
Objetivo alcanzado
50% 40% 30% 20% 10% 0% A
B
C
D
E
F
G
H
I
J
K
L
M
EVALUACION INICIAL FACTORES ASOCIADOS
N
EVALUACIÓN FINAL
Presencia
Objs. no alcanzados
Objs. parciales suficientes
Objs. alcanzados
A.–Ausencia de conciencia del Problema
54.9 %
37.5 %
37.5 %
25.0 %
B.– Falta de motivación para el cambio C.– Presencia de Alcoholismo o adicciones D.– Problemas significativos en el bienestar psicológico E.– Relaciones de pareja conflictivas F.– Problemas en la relación con la familia extensa G.– Aislamiento social H.– Domicilio familiar en condiciones precarias I.– Desempleo J.– Problemas en manejo de economía familiar K.– Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos L.– Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono) M.– Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar N.– Ignorancia sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades
53.7 % 14.8 %
36.8 % 63.3 %
39.5 % 18.2 %
23.7 % 18.2 %
57.3 % 72.8 %
38.6 % 38.8 %
50.0 % 34.7 %
11.4 % 26.5 %
56.1 % 47.5 %
38.1% 40.0 %
38.1 % 37.1 %
23.8 % 22.9 %
44.4 % 46.3 %
28.6 % 51.5 %
46.4 % 33.3 %
25.0 % 15.2 %
54.9 %
32.4 %
48.6 %
18.9 %
50.6 %
21.6 %
43.2 %
35.1 %
48.1 %
21.9 %
53.1 %
25.0 %
15.9 %
46.2 %
0.0 %
53.8 %
74.4 %
31.4 %
54.9 %
13.7 %
388
PADRES:
RESULTADOS DE LA INVERSIÓN POR CADA FACTOR ASOCIADO Padres 100%
Resultados
90%
Objet. no alcanzado
80% 70%
Parcial Suficiente
60%
Objetivo alcanzado
50% 40% 30% 20% 10% 0% A
B
C
D
E
F
G
H
I
J
K
L
EVALUACION INICIAL FACTORES ASOCIADOS
A.– B.– C.– D.– E.– F.– G.– H.– I.– J.– K.– L.– M.– N.–
Ausencia de conciencia del Problema Falta de motivación para el cambio Presencia de Alcoholismo o adicciones Problemas significativos en el bienestar psicológico Relaciones de pareja conflictivas Problemas en la relación con la familia extensa Aislamiento social Domicilio familiar en condiciones precarias Desempleo Problemas en manejo de economía familiar Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono) Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar Ignorancia sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades
M
N
EVALUACIÓN FINAL
Presencia
Objs. no alcanzados
Objs. parc./sufics.
Objs. alcanzados
59.7 % 61.3 % 40.6 %
32.3 % 32.3 % 55.0 %
29.0 % 41.9 % 10.0 %
38.7 % 25.8 % 35.0 %
39.7 % 78.1 %
40.0 % 46.3 %
50.0 % 31.7 %
10.0 % 22.0 %
46.8 % 42.6 %
50.0 % 28.0 %
28.6 % 48.0 %
21.4 % 24.0 %
45.0 % 30.2 %
35.0 % 50.0 %
45.0 % 21.4 %
20.0 % 28.6 %
43.5 %
26.3 %
47.4 %
26.3 %
56.5 %
13.8 %
31.0 %
55.2 %
61.9 %
20.7 %
44.8 %
34.5 %
11.5 %
28.6 %
28.6 %
42.9 %
72.1 %
22.2 %
58.3 %
19.4 %
389
Como ya se ha indicado, la evaluación de los resultados obtenidos por los programas, en relación a los factores asociados a las situaciones de desprotección, se ha visto dificultada tanto en el caso de las madres como en el de los padres (aunque en menor medida en las primeras) debido a que no se ha aportado la información suficiente. Se han analizado catorce factores asociados a las situaciones maltratantes con el objetivo de evaluar las modificaciones producidas en los mismos tras la finalización de la intervención. Como se puede observar en las gráficas, la frecuencia de todos ellos al inicio del programa es elevada. Los más frecuentes por orden de importancia en el caso de los padres, son los siguientes: – Relaciones de pareja conflictivas (78.1%). – Ignorancia sobre las características evolutivas y las necesidades de los hijos.(72.1%). – Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (61.9%). – Falta de motivación para el cambio (61.3%). – Ausencia de conciencia del problema (59.7%). – Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos (56.5%). En el caso de las madres, los más frecuentes por orden de importancia son: – Ignorancia de las características evolutivas y las necesidades de los hijos (74.4%). – Relaciones de pareja conflictiva (72.8%). – Problemas significativos en el bienestar psicológico (57.3%) – Ausencia de conciencia de problema (54.9%) – Problemas en el manejo de la economía familiar (54.9%). – Problemas en la relación con la familia extensa (56.1%) Comparando los resultados obtenidos en la evaluación inicial y final, se observa un descenso en todas estas problemáticas, tanto en los padres como en el caso de las madres. Tanto para el caso de las madres como de los padres, los programas parecen más efectivos en la resolución de los problemas de «relaciones conflictivas padres e hijos», y «problemas relacionados 390
con la planificación familiar». Los factores en los que los programas resultan menos eficaces son aquellos relacionados con el bienestar psicológico de las figuras parentales. 5.6. MODIFICACIONES DE LA SITUACIÓN DE LOS MENORES
LUGAR DE RESIDENCIA
Domicilio familiar Institución
EVALUACIÓN INICIAL
EVALUACIÓN FINAL
N
%
N
%
158
80.2
151
77.8
24
12.2
28
14.4
Acogimiento en familia extensa
2
1.0
0
0.0
Acogimiento familiar
1
0.5
0
0.0
12
6.1
14
7.2
0
0.0
1
0.5
197
100.0
194
99.9
Familia extensa sin acogimiento Adopción TOTAL
* La diferencia del número de menores entre la evaluación inicial y la evaluación final es debida a que a lo largo de la intervención, dos de los menores fallecen (un niño minusválido de 14 años y una niña de 3 meses) y un tercero cumple los 18 años de edad.
391
6. Conclusiones y recomendaciones
6.1. SOBRE LA IMPLANTACIÓN DEL PROGRAMA DE APOYO A FAMILIAS 1. Se considera que la iniciativa de implantar un Programa de Apoyo a Familias estaba en el momento de sus inicios, y sigue estando en la actualidad, absoluta y adecuadamente justificada. Se aprecia que la implantación de los tres primeros programas responde a unas necesidades concretas de nuevos recursos que son detectadas oportunamente por los profesionales y responsables de los Servicios de Protección Infantil. 2. Se debe destacar el hecho de que la implantación de estos programas se realiza de manera relativamente temprana si se tiene en cuenta el contexto nacional en el que se desarrollaba la protección infantil en el año 1991. Se considera positivo el que a lo largo de estos últimos cinco años se hayan implantado cuatro programas más en otras provincias de la Comunidad Autónoma. 3. Las premisas de tipo jurídico-administrativo, teórico-técnico y referentes a la eficacia de los programas se consideran pertinentes. La mayoría de ellas son muy adecuadas para contextualizar la puesta en marcha del programa y se puede entender que han sido elaboradas a partir de un conocimiento actualizado del «estado de la cuestión» en el ámbito de los programas de tratamiento familiar. Sin embargo, puede ser necesario señalar una cierta dificultad en la interpretación del concepto de «esfuerzos razonables». Se trata de una transcripción de uno de los párrafos más ambiguos de la cita393
da Ley 21/87. El concepto de “esfuerzos razonables” resulta difícil delimitar, operacionalizar y utilizar cuando se entiende como un criterio para diagnosticar a una familia como irrecuperable. Es cierto que los programas de apoyo a familias sirven para garantizar que en la mayoría de los casos se haya posibilitado a la familia la oportunidad de corregir su situación con la utilización de los recursos apropiados. No obstante, nunca se debe derivar de un fracaso de la intervención, realizada la mayoría de las veces con no todos los recursos ni conocimientos que pudieran necesitarse, el hecho de que una familia sea «irrecuperable». Sí nos permite tener una cierta seguridad de que, en la actualidad, y con los medios y conocimientos que poseemos, no podemos mejorar la situación de una determinada familia y el niño, en ciertos casos, debería ser integrado en otra familia. 4. Las precisiones que se realizan con respecto al tipo de casos que son objeto de intervención en este Programa se consideran adecuadas con respecto a los conceptos de «riesgo y gravedad» y «reversibilidad potencial». No obstante, el poder llegar a conocer con precisión dichas características de cada caso, siendo en la mayoría de las ocasiones difícil, exige siempre un trabajo previo muy importante en los servicios sociales de base y en los servicios especializados de protección infantil. Se debe realizar una adecuada y completa investigación y evaluación de cada caso que permita poder establecer un pronóstico de los mismos. Esto implica que buena parte de la eficacia de los programas de apoyo a familias está condicionada por la calidad del trabajo previo realizado con cada caso. 5. Se hace referencia en los textos de la implantación del Programa a un «pronóstico que hace razonable considerar que existen ciertas probabilidades de éxito». Es muy importante que los profesionales posean la formación y la actualización suficiente como para poder conocer una parte relevante de la información que proporcionan las evaluaciones de los programas de tratamiento que se desarrollan en el contexto tanto nacional como internacional. La participación en Congresos y Reuniones de especialistas sobre el tema puede permitir conseguir parte de estos objetivos. La propia evaluación del Programa de Apoyo a Familias de esta Comunidad debe ir proporcionando a los profesionales un conocimiento cada vez 394
más real y pragmático del verdadero pronóstico de las diferentes situaciones familiares relacionadas con la desprotección infantil. 6. Se aprecia una falta de referencia a una cuestión de gran relevancia en la selección de los casos de tratamiento familiar: la voluntariedad u obligatoriedad de la participación de las familias en el programa. 7. Los objetivos generales y específicos se consideran adecuadamente formulados, ya que permiten a cada subprograma un desarrollo y concreción de los mismos, a la vez que hacen que el conjunto del Programa adquiera evaluabilidad. Sería conveniente, no obstante, la formulación de algún objetivo general que pueda ser claramente objetivable y que esté relacionado con el impacto derivado de la eficacia del Programa de Apoyo a Familias. En concreto, pudiera considerarse que la puesta en marcha de este Programa debería provocar una disminución del número de casos en los dispositivos residenciales o un aumento en la derivación de casos desde los servicios sociales de base, etc. 8. Resulta evidente que los subprogramas van surgiendo en momentos diferentes y que se gestionan a través de acuerdos con diferentes organismos. Esto hace que sea esperable una importante heterogeneidad en aspectos relevantes de la organización de los recursos, en las orientaciones de la intervención, etc. Por otra parte, los diferentes programas disponen de un nivel de experiencia diferente. Todo ello hace que sea muy recomendable establecer canales de comunicación mutua entre los profesionales de todos los programas. Además de ello, el hecho de que los programas sean gestionados a través de la colaboración con diferentes organismos (públicos, en unos casos, y privados en otros) permite a los responsables del Programa realizar una valoración diferencial de la eficacia y rentabilidad de las diversas formas de gestión. 9. Se aprecian diferencias importantes en cuanto a las características geográficas de algunos programas. En una Comunidad como Castilla y León, las diferencias con respecto a la condición de rural o urbano de cada programa deben ser tenidas en cuenta a la hora de la planificación de los recursos y de la misma evaluación de los resultados. 395
10. Se debe resaltar lo negativo que resulta que los Programas que trabajan con familias en este tipo de situación no dispongan de la estabilidad precisa. Las dificultades de motivación de esta familias, la inestabilidad y la dureza de estas intervenciones son evidentes. Deben hacerse todos los esfuerzos posibles para evitar que un programa, que ha sido puesto en marcha y está trabajando con familias, desaparezca temporalmente o se encuentre en situación de inseguridad e inestabilidad. Resulta recomendable no iniciar la puesta en marcha de un programa de este tipo si no se tienen garantías de que va a disponer de una estabilidad temporal mínima. 6.2. SOBRE LA POBLACIÓN ATENDIDA EN EL PROGRAMA La lectura detallada de este apartado del Informe puede proporcionar información de gran relevancia para conocer las características de las familias que son objeto de intervención y para poder mantener, adaptar, mejorar o implantar recursos que sean coherentes con las necesidades que las familias y sus miembros individuales precisan. 1. El número de casos (150 familias y 338 niños) que han sido y están siendo objeto de tratamiento debe ser considerado como muy importante, tanto desde el punto de vista del impacto social que implica, como del aprovechamiento y rendimiento de los recursos humanos, materiales y económicos puestos en marcha. La actualización de este programa en el conjunto del sistema de protección vigente en el conjunto del Estado unida al número de casos citados debe considerarse también de forma muy positiva. Por otra parte, en la medida en que los dispositivos de protección infantil (detección, investigación, evaluación) vayan perfeccionando su funcionamiento es previsible que siga aumentando la demanda de recursos de apoyo a familias que requieren tratamiento alternativo a la separación de los menores. 2. Las tipologías de malos tratos y desprotección infantil con las que se trabaja reflejan nuevamente la importancia y relevancia de los recursos puestos en marcha. En términos generales coincide con lo que suele ser frecuente en el conjunto de los programas de tratamiento de los servicios de protección infantil. Unicamente, se ha considerado relevante la alta tasa de situaciones de maltrato y 396
abandono emocional que se encuentra condicionada por la diversidad de criterios para su definición y por la dificultad para demostrar su existencia. También se ha destacado la alta tasa de casos denominados como de «Incapacidad de control de la conducta de los hijos» y de «alto-riesgo». La primera de ellas suele utilizarse en casos en los que no se puede precisar la presencia de malos tratos y en los que padres con niños relativamente mayores (más de 11 años) se definen como incapaces de hacerse cargo de todos los problemas que presentan estos niños. Se trata de un tipo de casos que están apareciendo de forma muy habitual en los servicios de protección infantil. No obstante, quizá en el proceso de evaluación que se ha llevado a cabo en este Programa, se ha entendido de diferente manera esta tipología y esto ha provocado que aparezcan importantes diferencias en algunos subprogramas. Sería importante analizar esta cuestión en mayor detalle. 3. La mayoría de las variables demográficas (estado civil, nivel cultural, número de hijos, situación laboral, ingresos económicos, etc.), que aparecen en los casos que se han estudiado en esta evaluación son las habituales en las familias que suelen ser objeto de intervención en protección infantil. Por tanto, se puede concluir que este Programa está trabajando con el mismo tipo de familias que lo hacen otros programas de tratamiento del resto del Estado, lo que haría, en principio y desde este punto de vista, comparables los resultados. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la mayoría de las característicaas observadas en estas familias constituyen una permanente fuente de tensión ambiental y de aparición de problemas cotidianos que hacen que la intervención se vea afectada por ello. La coordinación de los servicios de apoyo familiar con los servicios sociales de base y con otros recursos sociosanitarios es imprescindible. 4. En cuanto a los problemas psicosociales analizados en esta familias, se deben destacar los siguientes: (1) presencia de una alta tasa de mujeres con historias infantiles de malos tratos y con problemas emocionales, (2) presencia de una alta tasa de hombres con problemas de alcoholismo y (3) alta tasa en todos los sujetos de problemas de tipo relacional y de aislamiento (con la pareja y con la familia extensa). Los recursos de tratamiento deben tener en cuenta este tipo de problemas, para adaptar sus recursos a los mismos 397
y mejorar la eficiencia del programa. Es importante tener en cuenta que los problemas emocionales de muchas de las mujeres suelen asociarse a sintomatología depresiva, de ansiedad, baja autoestima, etc. y que requieren una intervención basada en el desarrollo de habilidades sociales, de manejo del entorno y de mejora de la integración social. Los problemas de alcoholismo de los padres requieren también de recursos especializados. Más relevante es la existencia de los problemas de tipo relacional, que afectan tanto a hombres como mujeres y a las familias en conjunto. Este dato coincide con lo que se ha observado en otros programas de tratamiento familiar. Parece claro que estos programas tienen que trabajar con sujetos en los que existe una generalizada falta de habilidad para crear una red de relaciones personales positivas y para resolver de manera adaptativa conflictos interpersonales. Esto se manifiesta tanto en los problemas que tienen con sus hijos como con otros adultos tanto de su propia familia como de la red social externa. Probablemente la mera integración en redes sociales no sea suficiente sin un trabajo intenso de mejora de la capacidad de los sujetos en la resolución de los conflictos interpersonales. 5. Se valora positivamente el esfuerzo del Programa por la evaluación individualizada de la conciencia que cada familia tiene de los problemas de desprotección infantil y de la motivación llevar a cabo actividades dirigidas a cambiar su situación. Todos los trabajos señalan que se trata de variables de un gran valor pronóstico para el éxito de la intervención. Se debe mantener el interés del Programa por desarrollar recursos y actividades dirigidas a generar esta conciencia de problema y motivación para el cambio en las familias. 6. El tiempo de permanencia de las familias en los servicios sociales, previo a la entrada en el programa, es en algunos casos excesivamente elevado. Es razonable y esperable este dato en la medida en que se trata de programas que han aparecido recientemente y que recogen familias con una larga historia de dependencia en los servicios sociales. Este dato tiene que ser tenido en cuenta en la evaluación de resultados de cada caso, ya que la cronicidad de este tipo de situaciones empeora el pronóstico. 398
7. Se detectan también importantes diferencias entre los subprogramas en la fuente que remite y deriva el caso al Programa. En algunos casos predominan los servicios sociales de base y en otros el servicio de protección infantil. Unicamente es conveniente resaltar la posibilidad de que existan diferencias importantes entre los casos remitidos por diferentes fuentes en aspectos como (1) la precisión de la investigación y evaluación realizada, (2) la gravedad de la situación de malos tratos y (3) la disposición, voluntariedad y reconocimiento del problema que presenta la familia. 6.3. SOBRE LA EVALUACIÓN DE LOS RECURSOS Y LAS ACTIVIDADES DEL PROGRAMA 1. Es conveniente mejorar y clarificar la utilización de criterios de clasificación de las diferentes formas de presentación de las situaciones de desprotección infantil. Se detecta una cierta falta de homogeneidad entre los diferentes subprogramas, que dificulta la comparación de los mismos en aspectos básicos de la evaluación. Lo mismo ocurre con los criterios de inclusión y exclusión de las familias del programa. Se debe fomentar un trabajo de discusión dirigido a homogeneizar dichos criterios. 2. De la misma manera es muy importante desarrollar un proceso de trabajo dirigido a la mejora y a la homogeneización de los objetivos generales y específicos de cada subprograma. La evaluación de los resultados debe siempre hacer referencia a los objetivos previstos y estos deben ser, en la medida de lo posible, traducibles en indicadores medibles de manera comparable y contrastada entre los diferentes subprogramas. 3. En cuanto a los recursos externos con los que cuenta el Programa, parece que la cuestión más relevante es la de la fluidez de la relación que se establezca con cada uno de ellos. Si se tienen en cuenta las características sociodemográficas de las familias, es evidente que se trata de casos que requieren una atención global y permenente de muy diversos recursos sociales. La coordinación de los mismos con el programa de apoyo y la utilización contingente de los recursos sociales concretos puede ser un recurso de gran eficacia con muchos de los casos. 399
4. Los recursos con los que cuentan cada uno de los subprogramas son relativamente limitados. El volumen de casos y la gravedad de las situaciones concretas tratadas hace entender que estos recursos puedan encontrarse muy cerca del límite de sus posibilidades de desarrollar una intervención eficaz. Desde el punto de vista cualitativo, se considera que los recursos que se utilizan difieren entre cada uno de los subprogramas en algunos aspectos importantes. Se recomienda un trabajo de homogeneización en cuanto a las diferentes orientaciones teóricas, la organización jerárquica y la distribución de funciones de los equipos, y las actividades de los supervisores y de los trabajadores familiares. En términos generales, y de manera particular en alguno de los subprogramas, se puede afirmar que los recursos están excesivamente inclinados hacia una orientación de tipo clínico y terapéutico, adoleciendo de la necesaria adecuación a los modelos de intervención sociocomunitarios. Por último, se recomienda reorganizar la forma de trabajo y contratación de los profesionales, en particular de los trabajadores familiares. Es importante, en términos generales, que estos programas y sus profesionales tengan un grado máximo de estabilidad, de manera que se pueda trabajar con las familias partiendo de planificaciones realizadas a medio o largo plazo. Por otra parte, puede ser conveniente analizar las posibles ventajas de la contratación a media jornada de los trabajadores familiares, ya que la dedicación completa a esta función pudiera no estar indicada en términos generales. Dado que cada familia tiene unas características particulares (edad, sexo, actitudes, etc.), que exigen un tipo de relación diferente con el trabajador familiar, se recomienda la adopción de alguna fórmula de trabajo que permita aumentar las posibilidades de emparejamiento y adecuación de los trabajadores familiares a cada situación familiar.
6.4. SOBRE LA EVALUACIÓN DE LOS RESULTADOS DEL PROGRAMA 1. La valoración general de los resultados obtenidos con el conjunto de las familias se considera positiva y coincidente con lo que se considera habitual en los programas de apoyo familiar tanto en el ámbito nacional como internacional. Aproximadamente la mitad de los casos tratados han experimentado una mejoría general de su 400
situación, al haberse alcanzado de manera total o parcial los objetivos planteados. Dadas las características generales de estas familias y las dificultades de los problemas que presentaban, la eficacia del programa resulta adecuada. No obstante, debe señalarse que se trata de una evaluación basada en información proporcionada por los propios responsables de los programas. Para mejorar la validez interna de la evaluación de los resultados sería conveniente que en el futuro se establezcan sistemas de contraste externos al programa. 2. Con respecto a las tipologías tratadas los resultados presentan algunas cuestiones que deberían ser analizadas en profundidad por los responsables de los programas. Los resultados obtenidos con los casos de Abandono Físico son mejores que lo que se suele observar en las revisiones de este tipo de programas. En general, las familias negligentes tienen una serie de características que parecen resultar de una más difícil modificación y que tiende a cronificar su situación. Sería interesante analizar en detalle la gravedad y cronicidad de las familias negligentes tratadas en este Programa, de cara a comparar los resultados con los de otros programas similares. Otro dato importante que debe ser analizado es el relativo a los escasos resultados positivos obtenidos con las familias con tipologías menos definidas («incapacidad parental de control» y «alto riesgo»). 3. Es muy importante realizar un análisis en detalle de los resultados obtenidos con cada uno de los objetivos planteados en lo que se han denominado «factores asociados». Una lectura detallada de estos datos puede ser útil para conocer la eficacia diferencial de los programas en cada uno de los aspectos problemáticos que presentan estas familias. Algunos apuntes serían los siguientes: (1) en un tercio de los casos no se ha podido obtener ningún cambio en la conciencia del problema, (2) en los casos en los que se presenta un problema de alcoholismo, los resultados no han sido positivos en cuanto a su desaparición, (3) la modificación de los problemas emocionales de las familias no puede ser considerada como suficiente y debe intentar mejorarse la intervención ante este tipo de problemas, (4) pueden ser considerados positivos los resultados obtenidos en la mejora de los problemas de relación de pareja, (5) en los problemas de aislamiento social de las familias (madres especialmente) no han sido resueltos de manera suficiente y debe hacer401
se más énfasis en la valoración de cada una de las situaciones particulares que generan aislamiento social y en la utilización de recursos que afronten dichos problemas. 4. El Programa de apoyo a familias puede ser considerado como un programa que tiene como objetivo central mantener a los menores en el núcleo familiar, es decir, evitar la separación familiar, mejorando la atención, la seguridad y la integridad psicológica y física de los niños en su propia familia. La lectura de los resultados referentes a esta cuestión permite valorar de manera muy positiva los resultados de este programa, ya que en la inmensa mayoría de los casos de niños que vivían con sus padres esta situación se ha podido mantener una vez finalizado el programa. Se puede hipotetizar que un porcentaje (difícil de determinar) de estos niños hubieran debido ser institucionalizados en caso de no haberse llevado a cabo esta intervención. 5. Por último, se tiene que hacer constar que no se ha podido realizar una evaluación del seguimiento de estas familias tras un periodo mínimo de tiempo posterior a la finalización de la intervención. Este tipo de familias, a pesar de que mejoren su situación durante un periodo de tratamiento, deben ser consideradas como permanentemente vulnerables a sufrir «recaídas». En ese sentido, resulta muy importante mantener un control posterior de las mismas a través de los servicios sociales, no solo para garantizar el futuro bienestar de los niños, sino, en el caso que nos ocupa, para poder tener una evaluación rigurosa de los resultados obtenidos a medio y largo plazo.
402
anexo I
Características de los casos dados de baja
1. DISTRIBUCIÓN DE LOS CASOS EN LOS SUBPROGRAMAS
FAMILIAS
HIJOS
N
%
N
%
AYTO. DE ÁVILA
28
32.9
45
22.8
SEGOVIA
29
34.1
82
41.6
ZAMORA
03
3.5
05
2.5
GUARDO
09
10.6
21
10.7
BURGOS
08
9.4
24
12.2
VALLADOLID
08
9.4
20
10.2
85
100.0
197
100.0
Como se puede apreciar en la tabla, en este caso sólo se incluyen los datos de seis de siete de las localidades. Esto es debido a que en el caso de la Diputación de Ávila no existen datos de familias que hayan sido dadas de baja. 2. TIPOLOGÍAS DE SITUACIONES DE DESPROTECCIÓN a. Casos de Abandono Físico en los que también existe como componente principal Maltrato y/o Abandono Emocional (AF+ME/AE). 405
TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
AF +
28.2 %
4.3 %
44.4 %
0.0 %
66.7 %
25.0 %
12.5 %
ME/AE
b. Casos de Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional. TOTAL
ME/AE
16.7 %
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
30.4 %
7.4 %
0.0 %
11.1 %
25.5 %
12.5 %
c. Casos de Maltrato Físico, Abandono Físico, Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional. TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
MF + AF +
16.7 %
4.3 %
7.4 %
0.0 %
22.2 %
37.5 %
62.5 %
ME/AE
d. Casos de Alto Riesgo.
AR
TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
14.1 %
34. 8 %
11.1 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
e. Casos de Abandono Físico. TOTAL
AF
10.3 %
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
8.7 %
14.8 % 406
33.3 %
0.0 %
12.5 %
0.0 %
f.
Casos de Incapacidad de los padres para controlar la conducta de los hijos. TOTAL
IP
7.7 %
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
8.7 %
7.4 %
66.7 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
g. Casos de Maltrato Físico asociado a Maltrato Emocional y/o Abandono Emocional.
TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
MF +
2.6 %
0.0 %
7.4 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
ME/AE
h. Casos de Maltrato Físico asociado a Abandono Físico.
TOTAL
MF/AF
i.
2.6 %
4.3 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
12.5 %
Casos de Maltrato Físico.
TOTAL
MF
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
1.3 %
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
4.3 %
0.0 %
0.0 % 407
0.0 %
0.0 %
0.0 %
3. CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LAS FAMILIAS 3.1. Edad de las madres y de los padres – Media de edad de las madres: 35.4 (Rango: 18-57) – Media de edad de los padres: 40.1 (Rango: 20-58)
3.2. Estado Civil TOTAL
AYTO. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
Casados
59.5 %
64.3 %
65.5 %
0.0 %
44.4 %
42.9 %
62.5 %
Separ/ Divor
21.4 %
25.0 %
13.8 %
33.3 %
22.2 %
28.6 %
25.0 %
En pareja
9.5 %
7.1 %
10.3 %
33.3 %
11.1 %
14.3 %
0.0 %
Viudedad
4.8 %
3.6 %
0.0 %
33.3 %
11.1 %
0.0 %
12.5 %
Madre soltera
4.8 %
0.0 %
10.3 %
0.0 %
11.1 %
14.3 %
0.0 %
3.3. Nivel cultural de los padres y de las madres AYTO. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
PADRES
TOTAL
No lee ni escribe
7.8 %
4.0 % 10.5 %
Estudios primarios
68.8 %
52.0 % 84.2 %
E.G.B.
12.5 %
28.0 %
5.3 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
1.6%
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
16.7 %
Bachillerato
7.8 %
12.0 %
0.0 %
33.3 %
0.0 %
0.0 %
16.7 %
Es. Uni. Medios
1.6 %
4.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Es. Uni. Superiores
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
F.P.
408
0.0 %
0.0 % 25.0 %
16.7 %
66.7 % 100.0 % 75.0 %
50.0 %
MADRES
TOTAL
AYTO. DE VALLADOLID ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS
No lee ni escribe
15.4%
10.7 % 17.4 %
0.0 %
11.1 % 37.5 %
12.5 %
Estudios primarios
61.5%
46.4 % 69.6 % 100.0 %
77.8 % 62.5 %
62.5 %
E.G.B.
15.4%
32.1 %
8.7 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
12.5 %
F.P.
0.0%
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Bachillerato
5.1%
10.7 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
12.5 %
Es. Uni. Medios
1.3%
0.0 %
0.0 %
0.0 %
11.1 %
0.0 %
0.0 %
Es. Uni. Superiores
1.3%
0.0 %
4.3 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
3.4. Situación laboral de los padres y de las madres
PADRES
TOTAL
AYTO. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
Empleo fijo
39.1 %
50.0 % 37.5 %
33.3 %
0.0 % 28.6 %
50.0 %
Contrato temporal
24.6 %
20.8 % 29.2 %
66.7 %
0.0 % 14.3 %
33.3 %
Trab. esporádicos
14.5 %
16.7 %
4.2 %
0.0 %
20.0 % 42.9 %
16.7 %
Desempleo
13.0 %
8.3 % 16.7 %
0.0 %
40.0 % 14.3 %
0.0 %
Ama de casa
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Jubilado/ pensionista
5.8 %
0.0 % 12.5 %
0.0 %
20.0 %
0.0 %
0.0 %
Depend. de S.S.
2.9 %
4.2 %
0.0 %
20.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
409
MADRES
TOTAL
AYTO. DE VALLADOLID ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS
Empleo fijo
9.8 %
10.7 %
17.9 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Contrato temporal
6.1 %
10.7 %
3.6 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
12.5 %
Trab. esporádicos
19.5 %
21.4 %
17.9 %
50.0 %
12.5 %
25.0 %
12.5 %
Desempleo
12.2 %
7.1 %
14.3 %
0.0 %
25.0 %
0.0 %
25.0 %
Ama de casa
34.1 %
39.3 %
35.7 %
50.0 %
37.5 %
0.0 %
37.5 %
6.1 %
3.6 %
7.1 %
0.0 %
12.5 %
12.5 %
0.0 %
12.2 %
7.1 %
3.6 %
0.0 %
12.5 %
62.5 %
12.5 %
Jubilado/ pensionista Depend. de S.S.
3.5. Profesión de los padres y de las madres PADRES
TOTAL
AYTO. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
Dr. de empresa
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Persal. Admón.
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Técnico
9.9 %
12.5 %
4.2 %
0.0 %
14.3 %
14.3 %
16.7 %
T. cualificado
8.5 %
20.8 %
4.2 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
T. semicualificado
12.7 %
12.5 %
16.7 %
33.3 %
0.0 %
0.0 %
16.7 %
T. no cualificado
50.7 %
37.5 %
50.0 %
66.7 %
57.1 %
71.4 %
66.7 %
Depend. de S.S.
18.3 %
16.7 %
25.0 %
0.0 %
28.6 %
14.3 %
0.0 %
410
MADRES
TOTAL
AYTO. DE VALLADOLID ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS
Dr. de empresa
1.2 %
0.0 %
3.6 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Persal. Admón.
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Técnico
3.6 %
0.0 %
7.1 %
0.0 %
11.1 %
0.0 %
0.0 %
T. cualificado
1.2 %
0.0 %
3.6 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
T. semicualificado
6.0 %
10.7 %
3.6 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
12.5 %
T. no cualificado
16.9 %
21.4 %
14.3 %
50.0 %
0.0 %
25.0 %
12.5 %
Depend. de S.S.
71.1 %
67.9 %
67.9 %
50.0 %
88.9 %
75.0 %
75.0 %
3.6. Nivel de ingresos
TOTAL
AYTO. DE ÁVILA SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID
< de 500.000
16.3 %
14.3 %
8.0 %
0.0 %
12.5 %
50.0 %
25.0 %
500.0001.000.000
33.8 %
21.4 %
40.0 %
100.0 %
50.0 %
12.5 %
37.5 %
1.000.0002.000.000
31.3 %
42.9 %
28.0 %
0.0 %
0.0 %
37.5 %
37.5 %
2.000.0003.000.000
16.3 %
21.4 %
16.0 %
0.0 %
37.5 %
0.0 %
0.0 %
> de 3.000.000
2.5 %
0.0 %
8.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
411
3.7. Número de hijos Media de número de hijos: 3.03 (Rango: 1-8)
3.8. Edad y sexo de los hijos Media de edad de los hijos: 9.06 años (Rango: 1-17) – Niños: 56.5 % – Niños: 43.5 %
3.9. Escolarización Niños escolarizados: 90.5%
3.10. Situación del Niño TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
Domicilio familiar
80.5 %
88.9 %
84.7 %
0.0 %
76.2 %
83.3 %
65.0 %
Institución
12.0 %
8.9 %
12.9 %
80.0 %
4.8 %
0.0 %
20.0 %
Acog. fam. extensa
1.0 %
2.2 %
1.2 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
Acog. familiar
0.5 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
4.2 %
0.0 %
Fam. ext. sin acog.
6.0 %
0.0 %
1.2 %
20.0 %
19.0 %
12.2 %
15.0 %
Adopción
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
0.0 %
412
4. PROBLEMAS PSICOSOCIALES DE LAS FIGURAS PARENTALES % PADRES
– Historia de Malos tratos – Institucionalización en la infancia
% MADRES
9.7
24.4
6.8
13.3
– Alcoholismo
33.3
8.4
– Toxicomanías
8.3
2.4
– Enfermedad Física
11.1
13.3
– Incapacidad Física
6.9
2.4
– Trastorno Psíquico
6.9
8.4
– C.I. Límite – Trastorno Emocional
4.2
7.2
16.7
54.2
8.3
6.0
– Delincuencia
4.1. Relaciones interpersonales y sociales % FAMILIAS
– Problemas en la relación conyugal
75.3
– Conflicto con la familia extensa
56.6
– Aislamiento social
47.6
4.2. Dificultades económicas % FAMILIAS
– Dificultades económicas graves
28.0 %
– Dificultades económicas moderadas
50.0 %
5. PROBLEMAS PSICOSOCIALES EN LOS HIJOS % NIÑOS
– Delincuencia
5.5 %
– Enfermedad física
4.6 %
– Incapacidad física
2.0 %
– Trastornos psíquicos
1.0 %
– C.I. límite
2.0 %
– Trastornos emocionales
12.2 % 413
6. FACTORES ASOCIADOS A LA SITUACIÓN DE DESPROTECCIÓN
6.1. Conciencia de problema y motivación para el cambio % MADRES
% PADRES
– Ausencia de conciencia de problema
54.9 %
59.7 %
– Falta de motivación para el cambio
53.7 %
61.3 %
6.2. Presencia de alcoholismo/adicciones % MADRES
– Alcoholismo/adicciones
14.8 %
% PADRES
40.6 %
6.3. Problemas significativos en el bienestar psicológico % MADRES
– Problemas en bienestar psicológico
57.3 %
% PADRES
39.7 %
6.4. Relaciones interpersonales y sociales % MADRES
% PADRES
– Relación de pareja conflictiva
72.8 %
78.1 %
– Problemas con la familia extensa
56.1 %
46.8 %
– Aislamiento social
47.5 %
42.6 %
6.5. Condiciones del domicilio familiar % MADRES
– Domicilio familiar en condiciones precarias
44.4 %
414
% PADRES
45.0 %
6.6. Situación laboral % MADRES
– Desempleo
% PADRES
46.3 %
30.2 %
6.7. Manejo de la economía familiar % MADRES
– Problemas en el manejo de la economía familiar
6.8.
% PADRES
54.9 %
43.5 %
Planificación familiar % MADRES
– Problemas relacionados con la planificación familiar
% PADRES
15.9 %
11.5 %
6.9. Dificultades en la relación con los hijos y en su educación % MADRES
% PADRES
– Relaciones conflictivas padres/hijos (excluido maltrato)
50.6 %
56.5 %
– Conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono físico)
48.1 %
61.9 %
– Ignorancia de las características evolutivas del niño y sus necesidades
74.4 %
72.1 %
6.10. Historia de infancia en los padres/madres % MADRES
% PADRES
– Historia de malos tratos
23.5 %
6.6 %
– Rechazo emocional en la infancia
22.2 %
11.7 %
– Historia de disarmonía y ruptura familiar
14.8 %
8.3 %
8.5 %
3.3 %
– Institucionalización en la infancia 415
7. REMITENTE
TOTAL
AYTO. DE SEGOVIA ZAMORA GUARDO BURGOS VALLADOLID ÁVILA
%
%
%
%
Servicios Sociales de Base
67.9
71.4
7.1
0.0
0.0
0.0
62.5
Junta de Protección de Menores
32.1
28.6
92.9
100.0
100.0
100.0
37.5
416
%
%
%
anexo II
Formularios de recogida de información
DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA PROGRAMA DE APOYO A FAMILIAS
1. ORGANIZACIÓN/IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA 1.1. Población atendida 1.1.1. Tipologías atendidas 1.1.2. Criterios de inclusión 1.1.3. Criterios de exclusión 1.2. Procedencia de los casos (rodear con un círculo) a) Servicios Sociales de Base b) Colegios/Guarderías c) Servicios Pediátricos d) Justicia 419
1.3. Secuenciación y temporalización 1.3.1. Fase inicial Duración (en semanas)
………
Objetivos: 1.3.2. Fase de intervención Duración (en semanas)
………
Objetivos: 1.3.3. Fase de seguimiento Duración (en semanas)
………
Objetivos: 1.4. Objetivos del Programa 1.4.1. Objetivos generales 1.4.2. Objetivos específicos 1.5. Tiempo que dura la intervención a) Menos de un mes b) 1-3 meses c) 4-6 meses d) 7-12 meses e) 1-2 años f) Más de dos años 2. RECURSOS DEL PROGRAMA 2.1. Recursos internos (Listar los recursos propios del Programa) 2.1.1.
………………………………………………………
2.1.2.
………………………………………………………
2.1.3.
………………………………………………………
2.1.4.
………………………………………………………
420
2.2. Recursos externos RECURSOS
SÍ
Guarderías Otras áreas de Servicios Sociales Instituciones de acogida de menores Escuela Equipos Multiprofesionales (M.E.C.) Servicio de Pediatría Centros de Salud Mental Servicios de tratamiento específico (alcoholismo, toxicomanías) Policía Justicia Instituciones asistenciales Asociaciones de tiempo libre para adultos y/o niños Otras asociaciones ciudadanas Otros (señalar):
3. RECURSOS PERSONALES DEL PROGRAMA
3.1. Supervisor de Caso 3.1.1. Número de Supervisores de Caso 421
………
NO
3.1.2. Titulación de los Supervisores de Caso: Ldo. Psicología (señalar número)
………
Ldo. Pedagogía (señalar número) ____ Diplomado Trabajo Social (señalar número)
………
Otros (señalar número): ………………………………
………
………………………………
………
3.1.3. Formación de los Supervisores de Caso: Formación en Protección Infantil (señalar número)
………
Formación en Violencia Familiar (señalar número)
………
Formación en Psicología Clínica: Terapia Familiar (señalar número)
………
Terapia Individual (señalar número)
………
Otra formación (señalar tipo y número): ………………………………
………
………………………………
………
Sin formación específica (señalar número)
………
¿Existe posibilidad de participar en actividades de formación continuada? (En caso afirmativo, señalar; tipo, duración y frecuencia) Familiaridad con la literatura profesional (publicaciones periódicas, libros... Señalar cuales): 3.1.4. Experiencia Profesional (rodear con un círculo. Señalar número de Supervisores y estancia media) a) En Servicios Sociales
………
………
b) En Servicios de Protección Infantil 422
………
………
c) Otros señalar: ………………………………
………
………………………………
………
Número medio de años en el Programa de Apoyo a Familias de los Supervisores de Caso ……… 3.1.5. Aspectos organizativos a) Tipo de contratación (rodear con un círculo. Señalar número) * Fijo
………
* Temporal
………
* Indefinido
………
b) Número de horas/semana asignadas a cada Supervisor por familia ……… c) Calendario/horario
………
d) Disponibilidad/Flexibilidad e) Número máximo de familias asignadas a cada Supervisor de Caso ……… f) Número de Trabajadores Familiares asignados a cada Supervisor de Caso ……… 3.1.6.Funciones asignadas a cada Supervisor de Caso (señalar cuáles) 3.2. Trabajador Familiar 3.2.1. Número de Trabajadores Familiares
………
3.2.2. Titulación de los Trabajadores Familiares: Ldo. Psicología (señalar número)
………
Ldo. Pedagogía (señalar número)
………
Diplomado Trabajo Social (señalar número) 423
………
Otros (señalar número): ………………………………
………
………………………………
………
………………………………
………
3.2.3. Formación de los Trabajadores Familiares: Formación en Protección Infantil (señalar número)
………
Formación en Violencia Familiar (señalar número)
………
Formación en Psicología Clínica: Terapia Familiar (señalar número)
………
Terapia Individual (señalar número)
………
Otra formación (señalar tipo y número): ………………………………
………
………………………………
………
………………………………
………
Sin formación específica (señalar número)
………
¿Existe posibilidad de participar en actividades de formación continuada? (En caso afirmativo, señalar; tipo, duración y frecuencia) Familiaridad con la literatura profesional (publicaciones periódicas, libros... Señalar cuales): 3.2.4. Experiencia Profesional (rodear con un círculo. Señalar número de Supervisores y estancia media) a) En Servicios Sociales
………
………
b) En Servicios de Protección Infantil c) Otros señalar: ………………………………
………
………………………………
………
………………………………
………
424
………
………
Número medio de años en el Programa de Apoyo a Familias de los Trabajadores Familiares ……… 3.2.5. Aspectos organizativos a) Tipo de contratación (rodear con un círculo. Señalar número) * Fijo
………
* Temporal
………
* Indefinido
………
b) Número de horas/semana asignadas a cada Trabajador Familiar por familia ……… c) Calendario/horario
………
d) Disponibilidad/Flexibilidad
………
e) Número máximo de familias asignadas a cada Trabajador Familiar ……… 3.2.6. Funciones asignadas al Trabajador Familiar (señalar cuáles) 4. CARACTERÍSTICAS DE LA LABOR DEL SUPERVISOR DEL CASO 4.1. Supervisión del Trabajador Familiar 4.1.1. Objetivos 4.1.2. Frecuencia 4.1.3. Duración de cada Supervisión 4.1.4. Lugar donde se realizan 4.2. Toma de decisiones 4.2.1. Tipo de decisiones 4.2.2. Carácter de las mismas – Individual – Grupal 425
4.2.3. Reuniones del equipo de intervención a) Objetivos b) Frecuencia c) Profesionales del programa que participan en las mismas 4.2.4. Reuniones con la familia a) Objetivos b) Frecuencia c) Lugar donde se desarrolla 4.2.5. Existencia de Supervisor Externo a) Formación b) Frecuencia c) Objetivos
5. CARACTERÍSTICAS DE LA LABOR DEL TRABAJADOR FAMILIAR 5.1. Frecuencia de las sesiones (rodear con un círculo) a) Semanal b) Quincenal c) Mensual d) Otra (señalar)
………
5.2. Duración de cada sesión (señalar en minutos) 426
………
6. DESCRIPCIÓN DE ACTIVIDADES (VER ANEXO) OBJETIVO
LOCALIZACIÓN
PROFESIONAL
427
ESTRATEGIA
FOCO
ANEXO Objetivos a) Apoyo emocional b) Incremento de las habilidades parentales c) Habilidades de estimulación hacia el niño d) Cuidados médicos e) Nutrición f) Desarrollo social g) Estimulación del lenguaje h) Apoyo escolar i) Autocontrol j) Disciplina k) Respuestas ante la conducta infantil l) Habilidades de comunicación e interacción m) Cuidado físico infantil n) Corrección de expectativas parentales inadecuadas ñ) Enseñanza de habilidades de cuidados físicos infantiles o) Incremento de las interacciones positivas p) Manejo de problemas infantiles q) Utilización de técnicas de manejo de la conducta infantil r) Técnicas disciplinarias alternativas al castigo físico s) Habilidades de comunicación y negociación t) Control de los impulsos agresivos u) Habilidades de enfrentamiento al estrés v) Técnicas de relajación w) Técnicas de resolución de problemas x) Enseñanza de habilidades de comunicación 428
y) Incremento de interacciones verbales positivas madre-hijo z) Enseñanza de habilidades para la estimulación del niño Localización a) Centradas en el domicilio familiar b) Centradas en el Programa c) Otros (señalar) Profesional a) Trabajador Familiar/Educador Familiar b) Supervisor del Caso c) Servicio de Ayuda domiciliaria (Ayuda menajera) d) Otros (señalar) Estrategia a) Provisión de materiales b) Indicaciones a los padres c) Modelado d) Apoyo e) Ofertar recursos f) Técnicas de negociación g) Ofrecimiento de conocimientos a cerca del desarrollo físico h) Otros (señalar) Foco de la intervención a) Padre b) Madre c) Diada parental d) Pareja e) Padres-hijos f) Familia extensa 429
Nº caso
INFORME INICIAL CASOS REMITIDOS AL SERVICIO
CÓDIGO
430
………………
………
Nº caso
………
Identificación del caso Localidad
................................................................................................................................................
Fecha de remisión del caso
.........................................................................................................
Remitente (Rodear con un círculo)
1. Servicio de Evaluación y Diagnóstico 2. Servicio de Guarda 3. Otros (Especificar)
........................................................................................
Tipo de maltrato (Señalar con una cruz la casilla adecuada) TIPOLOGÍA
ACTUAL
Maltrato físico Abandono físico Maltrato emocional Abandono emocional Abuso sexual Explotación laboral Corrupción Incapacidad parental de control de la conducta del/los/as niño/a/s Alto - Riesgo Otros (Señalar):
431
PASADO
SOSPECHA
Nº caso HIJOS
TIPO MALTRATO
CATEGORÍA
HIJO N.º 1 AÑOS HIJO N.º 2 AÑOS HIJO N.º 3 AÑOS HIJO N.º 4 AÑOS HIJO N.º 5 AÑOS HIJO N.º 6 AÑOS HIJO N.º 7 AÑOS HIJO N.º 8 AÑOS HIJO N.º 9 AÑOS HIJO N.º 10 AÑOS HIJO N.º 11 AÑOS HIJO N.º 12 AÑOS HIJO N.º 13 AÑOS 432
ACTUAL/ PASADO
………
PERPETR.
Nº caso
………
Datos sociodemográficos Edad padre
.......................................................
Fecha de nacimiento
.................................
Edad madre
........................................................
Fecha de nacimiento
....................................
Procedencia geográfica Padre
........................................................................................................................................
Madre
.......................................................................................................................................
Estado civil (Rodear con un círculo) 1. 2. 3. 4. 5.
Casados Separados/Divorciados En Pareja (Tiempo .....................................................................) Viudedad Madre soltera
Nivel cultural parental (Señalar con una X) NIVEL CULTURAL
PADRE
No sabe leer, ni escribir Estudios primarios Graduado Escolar, E.G.B. Formación Profesional Bachillerato Est. Univ. Medios Est. Univ. Superiores
Ingresos familiares (Rodear con un círculo) 1. 2. 3. 4. 5.
< 500.000 ptas./año. 500.000 - 1.000.000 ptas./año. 1.000.000 - 2.000.000 ptas./año. 2.000.000 - 3.000.000 ptas./año. > 3.000.000 ptas./año. 433
MADRE
Nº caso Situación laboral parental (Señalar con una cruz la casilla adecuada) SITUACIÓN LABORAL
PADRE
MADRE
Empleo fijo Contratación temporal Trabajos esporádicos Desempleo Ama de casa Jubilado/Pensionista Dependiente de Servicios Sociales
Profesión de los padres (Señalar con una cruz la casilla adecuada) PROFESIÓN
PADRE
Alto Ejecutivo, Propietario de grandes empresas. Postgraduados Director de empresa. Propietario de medianas empresas. Profesionales de titulación superior Personal de Administración. Profesional de titulación media (perito, maestro) Propietario de pequeños negocios. Oficinista. Trabajador de ventas. Técnicos Trabajador cualificado (Encargado, Oficial) Trabajador semicualificado (Ayudante, Auxiliar) Trabajador no cualificado (Peón, Conserje, Dependiente) Personas económicamente dependientes (Parados, Amas de casa, Beneficiarios Ayudas Sociales)
Número de hijos
...........................................................................
434
MADRE
………
Nº caso
………
Edad, sexo y escolarización/Desempleo HIJO
EDAD
FECHA DE NACIMIENTO
HIJO 1 HIJO 2 HIJO 3 HIJO 4 HIJO 5 HIJO 6 HIJO 7 HIJO 8 HIJO 9 HIJO 10
435
SEXO
ESCOLARIZ./ EMPLEO
Nº caso
………
Proceso previo del caso en los Servicios Sociales
Detección/Fecha del primer informe
.........................................................
Servicios provistos
SERVICIOS SOCIALES
RECEPTOR
FECHAS
AYUDAS ECONÓMICAS Esporádicas Salario Social SERVICIOS DE URGENCIA Acogida Servicios Médicos AYUDA DOMICILIARIA SERVICIOS PSICOTERAPÉUTICOS EDUCADOR FAMILIAR SEGUIMIENTO PROGRAMA MUNICIPAL O TERRITORIAL ASESORAMIENTO LEGAL OTROS (Señalar)
436
ORGANISMO RESPONSABLE
DENOMINACIÓN PROGRAMA
Nº caso
SERVICIOS COMUNITARIOS
RECEPTOR
FECHAS
ORGANISMO RESPONSABLE
………
DENOMINACIÓN PROGRAMA
SALUD MENTAL ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS TOXICOMANÍAS ESCUELA DE PADRES OTROS (Señalar)
Situación de los miembros de la familia a la remisión del caso. Personas que residen en el hogar familiar (Hogar del niño tomado como referencia y donde reside al menos una figura parental). 1. 2. 3. 4.
Padre Madre Hijos (Número ....................) Familia extensa (Señalar): ..................................................... ..................................................... .....................................................
5. Otros (Señalar): ..................................................... ..................................................... .....................................................
437
Nº caso
………
Residencia padre (Rodear con un círculo) 1. 2. 3. 4. 5.
Hogar Familiar Familia Extensa Residencia particular Residencia temporal (cárcel, psiquiátrico...) ................................................... Otros .......................................................................................................................................
Residencia madre (Rodear con un círculo) 1. 2. 3. 4. 5.
Hogar Familiar Familia Extensa Residencia particular Residencia temporal (cárcel, psiquiátrico...) ................................................... Otros .......................................................................................................................................
Residencia hijos
RESIDENCIA
NÚMERO DE HIJOS
HOGAR FAMILIAR FAMILIA EXTENSA SIN ACOGIMIENTO FAMILIA EXTENSA CON ACOGIMIENTO ACOGIMIENTO INSTITUCIONAL ACOGIMIENTO FAMILIAR ADOPCIÓN OTROS (Señalar):
438
Nº caso Historia parental (Señalar con una cruz la casilla correspondiente) RESIDENCIA
PADRE
MADRE
HISTORIA DE MALOS TRATOS SEPARACIONES / INSTITUCIONALIZACIONES
Factores de estrés familiar (Señalar con una cruz la casilla adecuada) RESIDENCIA
PADRE
MADRE
HIJOS
PADRE
MADRE
HIJOS
ALCOHOLISMO TOXICOMANÍAS ENFERMEDAD FÍSICA CRÓNICA ENFERMEDAD FÍSICA PROLONGADA INCAPACIDAD FÍSICA OTROS (Señalar):
SALUD MENTAL (Diagnosticado)
TRASTORNO PSÍQUICO CRÓNICO C.I. LÍMITE PROBLEMAS EMOCIONALES OTROS (Señalar):
439
………
Nº caso ÁREA LABORAL
PADRE
MADRE
HIJOS
SI
NO
Desempleo CONDUCTA ANTISOCIAL/DELINCUENCIA
SITUACIÓN ECONÓMICA
Dificultades económicas graves Dificultades económicas moderadas RELACIONES FAMILIARES Conflicto Conyugal Problemas relación con la familia extensa AISLAMIENTO SOCIAL
440
………
Nº caso
………
Factores asociados PADRE FACTORES ASOCIADOS
SI
Ausencia conciencia de problema Falta de motivación para el cambio Presencia de alcoholismo/Adicciones Problemas significativos en el bienestar psicológico Relación de pareja conflictiva Problemas en la relación con la familia extensa Aislamiento social Domicilio familiar en condiciones precarias Desempleo Problemas en el manejo de la economía familiar Presencia de problema específicos en los niños Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos (excluido maltrato físico) Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono físico) Asunción de roles parentales por parte de los hijos Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar Ignorancia sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades Hª de malos tratos/Desatención severa Rechazo emocional durante la infancia Hº de disarmonía y ruptura familiar Hª de institucionalización durante la infancia 441
MADRE NO
SI
NO
ANEXO Tipología y gravedad del caso A) MALTRATO FÍSICO Definido como «cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo». * Indicadores físicos en el niño – Magulladuras – Quemaduras – Fracturas – Torceduras o dislocaciones – Heridas o raspaduras – Señales de mordeduras humanas – Cortes o pinchazos – Lesiones internas – Fractura de cráneo, daño cerebral, hematoma subdural – Asfixia o ahogamiento * Requisitos para señalar su presencia Para identificar la presencia de Maltrato Físico, ha de cumplirse al menos uno de los siguientes requisitos: 1. En al menos una ocasión ha sido percibida la presencia de, como mínimo, uno de los indicadores. Las lesiones físicas no son «normales» en el rango de lo previsible en un niño de tal edad y características (bien por su mayor frecuencia o intensidad, por ser lesiones aparentemente inexplicables o no acordes con las explicaciones dadas por el niño y/o sus padres, etc.). 442
2. No se ha percibido claramente ninguno de los indicadores señalados, pero hay un conocimiento certero de que el niño ha padecido alguno de los tipos de lesiones físicas indicadas como resultado de la actuación de sus padres o tutores. 3. No existen lesiones físicas, pero hay un conocimiento certero de que los padres o tutores utilizan un castigo corporal excesivo o palizas hacia el menor. para que este tipo de acción sea calificada como maltrato físico, deben estar presentes los siguientes factores: – La intensidad de la reacción padre/madre no se corresponde con la seriedad de la acción del niño o con la ausencia de acción del menor, o la disciplina administrada no es apropiada o no está en concordancia con los intereses del niño en función de sus edad o nivel de desarrollo. – Parece que el padre no controló su reacción cesando el castigo. – Además de lo anterior, el niño presenta un estrés emocional no justificado. * Categorías de maltrato físico Las categorías especificadas a continuación han sido elaboradas a fin de determinar la gravedad de la situación: Gategoría A Lesiones físicas graves (fracturas de huesos, hemorragias, lesiones internas, quemaduras, envenenamiento, hemorragias o hematomas subdurales, etc.) que requieren atención médica. Gategoría B Lesiones físicas menores o sin lesiones (no ponen en peligro la salud física del menor). Categoría Z No conocido. 443
B) ABANDONO FISICO Definido como «aquella situación en la que las necesidades físicas básicas del menor (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, y/o cuidados médicos) no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño». * Indicadores físicos – Alimentación: no se le proporciona la alimentación adecuada. Hambriento. – Vestuario inadecuado al tiempo atmosférico. El niño no va bien protegido del frío. – Higiene: Constantemente sucio. Suciedad aparatosa. Escasa higiene. – Cuidados médicos: Problemas físicos o necesidades médicas no atendidas, o ausencia del control y cuidados médicos rutinarios. – Supervisión: El niño pasa largos períodos de tiempo (solo o con sus hermanos) sin la supervisión y vigilancia de un adulto. – Supervisión dentro del hogar: repetidos accidentes domésticos claramente debidos a negligencia por parte de los padres o tutores de los niños. – Condiciones higiénicas y/o físicas del hogar: condiciones higiénicas y/o físicas del hogar peligrosas para la salud de la menor. – Área educativa. inasistencia injustificada y repetida a la escuela. * Requisitos para señalar su presencia La existencia de Abandono Físico viene determinada por la cronicidad en la observación de las conductas anteriormente descritas, es decir, de la constatación de un solo indicador o varios indicadores simultáneamente de manera reiterada y/o continuada. * Categorías de Abandono Físico Las categorías especificadas a continuación han sido elaboradas a fin de determinar la gravedad de la situación: 444
Categoría A: El niño ha padecido lesiones o daño físico como consecuencia directa de la conducta negligente de sus padres o tutores, habiéndose requerido atención médica por ello. O La negligencia en la conducta parental ha determinado que el niño presente retrasos importantes en su desarrollo (intelectual, físico, social...) que requieren de atención especializada. Categoría B: El niño no ha padecido lesiones o daño físico como consecuencia directa de la conducta de sus padres o tutores y no requiere, por tanto, de atención médica. Sin embargo, la conducta parental negligente es causa directa de situaciones de rechazo hacia el niño (escuela, calle...). Categoría C: Se produce la conducta negligente, pero el niño no padece ninguna de las situaciones señaladas en las categorías anteriores. Categoría Z: No conocido. C) MALTRATO EMOCIONAL Definido como «hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar». * Indicadores en los padres o tutores (Garbarino y cols, 1986) – Rechazo: Implica conductas que comunican o constituyen abandono (rechazar las iniciativas de interacción del menor, exclusión del niño de las actividades familiares, transmisión al niño de una valoración negativa de si mismo). 445
– Aterrorizar: Se refiere a amenazar al niño con un castigo extremo o con uno vago pero siniestro, crear en él un miedo intenso, de amenaza impredecible, ó mantener hacia éste expectativas inalcanzables castigándole por no alcanzarlas. – Aislamiento: Se refiere a privar al niño de las oportunidades para establecer relaciones sociales. * Requisitos para señalar su presencia Para señalar la presencia de Maltrato Emocional, se han de dar los dos requisitos siguientes de manera simultánea: – Al menos una de las conductas incluidas como indicadores se presenta de manera reiterada y/o continua. – Su presencia es claramente perceptible. * Categorías de Maltrato Emocional Las categorías especificadas a continuación han sido elaboradas a fin de determinar la gravedad de la situación: Categoría A (Severo): Señalar cuando se produzca alguna de las tres situaciones siguientes: – Rechazo: Categórico, total y constante. – Aterrorizar: Amenazas dramáticas, misteriosas, extremas o doble vínculo. – Aislamiento: El padre/madre pone todo su esfuerzo en impedir las relaciones sociales del niño. Categoría B (Moderado) Señalar cuando se produzca alguna de las tres situaciones siguientes: – Rechazo: Frecuente y grandemente generalizado. 446
– Aterrorizar: Amenaza directa continuada a la sensación de seguridad del niño. – Aislamiento El padre/madre realiza esfuerzos activos por evitar las relaciones sociales del niño. Categoría C (Medio): Señalar cuando se produzca alguna de las tres situaciones siguientes: – Rechazo: Se limita a incidentes aislados. – Aterrorizar: Arbitrariedad y utilización del miedo como disciplina. – Aislamiento: Fracaso parental en proporcionar al niño oportunidades y ocasiones para la interacción social. Categoría Z: No conocido.
D) ABANDONO EMOCIONAL Definido como «la falta persistente de respuesta a las señales, expresiones emocionales y conductas procuradas de proximidad e interacción iniciadas por el niño y falta iniciativa de interacción y contacto, por parte de una figura estable adulta». * Indicadores en los padres o tutores – Ignorar: Se refiere al estado del padre/madre de no disponibilidad para el niño, es decir, el padre/madre está preocupado por si mismo y es incapaz de responder a las conductas del niño. * Requisitos para señalar su presencia Para señalar la presencia de maltrato Emocional, se han de dar los dos requisitos siguientes de manera simultánea: 447
– Al menos una de las conductas incluidas como indicadores se presenta de manera reiterada y/o continua. – Su presencia es claramente perceptible. * Categorías de Abandono Emocional Las categorías especificadas a continuación han sido elaboradas a fin de determinar la gravedad de la situación: Categoría A (Severo) El niño no tiene acceso emocional o de interacción a los padres. Categoría B (Moderado) Períodos prolongados de inaccesibilidad, el padre erige una «barrera de silencio». Categoría C (Medio) Evidente falta de atención al niño durante el tiempo que está con sus padres: comida regreso del colegio. Categoría Z No conocido.
E) ABUSO SEXUAL Definido como «cualquier tipo de contacto sexual en un niño menor de 18 años por parte de un familiar/tutor adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño». * Indicadores – El niño es utilizado por sus padres o tutores para realizar actos sexuales. 448
* Requisitos para señalar su presencia Se requiere que en al menos una ocasión se haya producido alguna de las situaciones señaladas. F) EXPLOTACIÓN LABORAL Definida como aquella situación en que los padres o tutores asignan al niño con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que: 1. Exceden los límites de lo habitual. 2. Deberían de ser realizados por adultos. 3. Interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales y/o escolares de los niños. 4. Son asignados al niño con el objetivo fundamental de obtener un beneficio económico o similar para los padres o la estructura familiar. G) INCAPACIDAD PARENTAL DE CONTROL DE LA CONDUCTA DEL NIÑO Definido como aquellas situaciones en que «los padres o tutores manifiestan o demuestran claramente su total incapacidad para controlar y manejar de manera adaptativa el comportamiento de su/s hijos». H) ALTO RIESGO Definido como «aquellas situaciones donde no se ha producido ninguna situación de maltrato y abandono, pero las condiciones de la familia y/o sus miembros particulares hacen prever altas posibilidades de que la situación se desarrolle en el futuro». I) CORRUPCION Incluye impedir la normal integración del niño mediante el refuerzo de pautas de conducta antisocial o desviadas (especialmente en el área de agresividad, sexualidad y drogas). 449
Factores asociados al maltrato Además de la situación de maltrato propiamente, es frecuente que se presenten simultáneamente una serie de problemas en la familia cuya resolución va a depender en gran medida la recuperación del buen funcionamiento familiar, el mantenimiento de los posibles cambios seguidos y, por lo tanto, la eficacia del programa. Se pretende determinar cuáles y cuántos de estos problemas se encuentran presentes en cada familia, en cada uno de los momentos en los que se realice la evaluación. Se da por supuesto que la solución de dichos problemas, en aquellas familias en las que se presente, ha sido uno de los objetivos de la intervención. De alguna manera, equivale a evaluar en que medida se están consiguiendo buenos resultados en lo que a los objetivos específicos por la intervención se refiere. a) Ausencia de conciencia de problema: Uno o ambos padres no reconocen la existencia de la situación de desprotección ó alto-riesgo en sus hijos. Se incluye en esta categoría la falta de reconocimiento por parte de los padres de aquellos problemas cuya resolución es imprescindible para solventar la situación de desprotección (ejemplo: problemas de alcoholismo o toxicomanía). b) Falta de motivación para el cambio: La actitud y el comportamiento del padre y/o la madre hacia la intervención reflejan su no disposición a la introducción de cambios en la situación familiar ó, manifestando aparentemente una voluntad de cambio, no se implican activamente en la consecución de los mismos. c) Presencia de alcoholismo/drogodependencias: Uno ó ambos padres presentan problemas de consumo abusivo ó dependencia de alcohol, drogas o fármacos. d) Problemas significativos en el bienestar psicológico: Uno ó ambos padres sufren un problema mental lo suficientemente serio para imposibilitar un funcionamiento mínimamente adaptado del sujeto. Se incluyen también las familias en las que uno o ambos progenitores presentan dificultades menores a nivel psicológico que tiene implicaciones negativas en su capacidad para cumplir adecuadamente con las responsabilidades de su rol parental. 450
e) Relación de pareja conflictiva: Se incluyen aquellas familias en las que existen problemas importantes en la relación conyugal que interfieren en el cumplimiento de los roles parentales. f)
Problemas en la relación con la familia extensa: Existe un problema en las relaciones con la familia extensa (parientes consanguíneos y/o políticos) que interfiere de manera clara en el funcionamiento adecuado del núcleo familiar objeto de la intervención.
g) Aislamiento social: Uno ó ambos padres no disponen de una red social que les permita mantener relaciones interpersonales positivas y estables y, en consecuencia, contar con figuras que les proporcione el apoyo necesario (material emocional e informacional). h) Domicilio familiar en condiciones precarias: Se constata la presencia de serios déficit en la vivienda que significan un deterioro importante de las condiciones de habitabilidad de la misma (casa en estado ruinoso, ausencia de baño, cocina, calefacción, agua caliente, etc). i)
Desempleo del cabeza de familia: El cabeza de familia carece de un trabajo remunerado.
j)
Problemas en el manejo de la economía familiar: Existen dificultades notables respecto a la distribución adecuada de los recursos económicos de la familia.
k) Presencia de problemas específicos: Uno o varios hijos presentan dificultades que implican un deterioro de su bienestar psicológico (problemas de ansiedad, depresión, problemas conductuales, etc.). l)
Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos (excluyendo la problemática específica del maltrato físico): Se constata un deterioro evidente de las relaciones entre padres e hijos, con repercusiones negativas notables en el entorno familiar general.
m) Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (excluyendo la problemática específica de abandono físico): Uno ó ambos padres manifiestan ciertas conductas negligentes hacia sus hijos que no llegan a generalizarse y que, por tanto, no pueden ser englobadas estrictamente dentro de una situación de abandono físico. 451
n) Asunción de roles parentales por parte de los hijos: Uno ó varios de los hijos desempeñan, en mayor o menor grado, roles parentales asumiendo funciones que, fuera de su competencia, implican un nivel de responsabilidad en el niño claramente inadecuado. ñ) Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar: Los padres no adoptan medios precisos para posibilitar una adecuada planificación familiar.
452
Nº caso
………
Informe de baja Familia
.........................................................................................
Supervisor/a
..............................................................................
Fecha de Alta
..........................................................................
Fecha de inicio de Seguimiento
......................................
Fecha de Baja ...........................................................................
453
(Duración en meses)
Nº caso
………
Recursos utilizados a lo largo de la intervención RECURSOS
SI
NO
TIEMPO TOTAL N.º SESIONES (MESES)
DURACIÓN SESIÓN
Trabajador/a familiar Valoración Terapia * Individual adultos * Pareja * Familia * Individual infantil Grupos Pedagógicos Padres/Madres Otros (señalar):
Situación de los menores (Señalar número de menores en cada situación) SITUACIÓN
INICIO PROGRAMA
Domicilio familiar Institución Acogimiento familia extensa Acogimiento familiar Familia extensa sin acogimiento Otros (Señalar):
454
FIN PROGRAMA
Nº caso
………
Tipo de maltrato (Señalar con una cruz la casilla adecuada) HIJOS
TIPO MALTRATO
CATEGORÍA
HIJO N.º 1 AÑOS HIJO N.º 2 AÑOS HIJO N.º 3 AÑOS HIJO N.º 4 AÑOS HIJO N.º 5 AÑOS HIJO N.º 6 AÑOS HIJO N.º 7 AÑOS HIJO N.º 8 AÑOS HIJO N.º 9 AÑOS HIJO N.º 10 AÑOS HIJO N.º 11 AÑOS HIJO N.º 12 AÑOS HIJO N.º 13 AÑOS 455
ACTUAL
PERPETRADOR/A
Nº caso Residencia hijos RESIDENCIA
NÚMERO DE HIJOS
HOGAR FAMILIAR FAMILIA EXTENSA SIN ACOGIMIENTO FAMILIA EXTENSA CON ACOGIMIENTO ACOGIMIENTO INSTITUCIONAL ACOGIMIENTO FAMILIAR ADOPCIÓN OTROS (Señalar):
Indicación de previsión de recursos adicionales tras la baja –SI – Trabajador/a Familiar – Tratamiento Psicoterapéutico – Seguimiento específico – Seguimiento habitual en los Servicio Sociales – No Razones de baja (Señalar con una cruz la casilla adecuada) – Fin de Tratamiento – Abandono del Programa por parte de la Familia – Imposibilidad de lograr cambios: – No conciencia de problema – No motivación cambio – Tipo de patología presentada – Otros (especificar) Valoración general de resultados – – – –
Objetivos alcanzados Resultados parciales suficientes Resultados parciales insuficientes Objetivos no alcanzados 456
………
Nº caso
………
Factores asociados FACTORES ASOCIADOS
OBJ. NO PADRE
MADRE
OBJ. PARC. PADRE
MADRE
OBJ. SI PADRE
Ausencia conciencia de problema Falta de motivación para el cambio Presencia de alcoholismo/Adicciones Problemas significativos en el bienestar psicológico Relación de pareja conflictiva Problemas en la relación con la familia extensa Aislamiento social Domicilio familiar en condiciones precarias Desempleo Problemas en el manejo de la economía familiar Presencia de problema específicos en los niños Presencia de relaciones conflictivas padres-hijos (excluido maltrato físico) Presencia de conductas negligentes hacia los hijos (excluido abandono físico) Asunción de roles parentales por parte de los hijos Presencia de problemas relacionados con la planificación familiar Ignorancia sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades OBJ. NO:
Objetivo respecto al problema no alcanzado.
OBJ. PARC: Objetivo respecto al problema parcialmente alcanzado. OBJ. SI:
Objetivo respecto al problema completamente alcanzado. 457
MADRE
bibliografía
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