Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU)
Sustentante: Paula G. Toribio
Matricula: 18-2216
Docente: Juan Alejo
Materia: Lógica y Jurídica
Temas: La dialéctica y Retorica Géneros Retóricos y Argumentativos
ÍNDICE La dialéctica y Retorica .................................................................................................... 3 La dialéctica:.................................................................................................................. 3 La retórica: .................................................................................................................... 3 La argumentación: ........................................................................................................ 4 Propósito de la argumentación: ................................................................................... 4 Eficacia de la argumentación: ....................................................................................... 4 ¿Cómo resolver un caso y argumentarlo? .................................................................... 4 ¿Como argumentar un caso? ........................................................................................ 6 Géneros Retóricos y Argumentativos ............................................................................. 8 El auditorio: ................................................................................................................... 8 Género deliberativo o político: ..................................................................................... 8 Género demostrativo o epidíctico: ............................................................................... 8 Técnica de asociación: .................................................................................................. 8 Técnica de disociación: ................................................................................................. 8 Técnica de ridiculizacion: .............................................................................................. 9 Prejuicios: ...................................................................................................................... 9 Casualidad: .................................................................................................................... 9 La disposición del discurso:........................................................................................... 9
La dialéctica y Retorica La dialéctica: El término “dialéctica” siempre ha estado vinculado al diálogo, es decir, a una interacción entre dos actantes: un proponente y un oponente, que sostienen puntos de vista opuestos y que confrontan entre sí a manera de lid intelectual de modo que uno intenta siempre derrotar al otro mediante argumentos. Sin embargo, para Platón, la dialéctica no fue una mera confrontación de opiniones sino el objeto supremo de la filosofiá : la consideró como un método que permite acceder a lo inteligible a partir de lo sensible y único, es decir que permite pasar de la multiplicidad a la unidad, fundamento del saber filosófico. Aristóteles, en cambio, ubicó la dialéctica al mismo nivel de la retórica por el hecho de que ambas no constituyen ciencias sino técnicas o instrumentos y porque se ocupan de razonamientos no verdaderos sino aceptables. Con todo, hay diferencias: la dialéctica es disputa, probabilidad, inducción mientras que la retórica es intento de persuasión. Ninguna de las dos es demostración, pero la dialéctica se encuentra más próxima a la lógica porque la práctica dialéctica está pautada por reglas y normas referidas a la interrogación y al desempeño de los roles de los participantes en un proceso que debe seguir ciertas directivas. Seguramente, esta es la razón de su inclusión en el Organon, en el libro VIII de los Tópicos. Su empleo surgió́ como una necesidad de sistematizar los procedimientos apropiados para participar en los debates públicos que se desarrollaban en Atenas generalmente con la intervención de un árbitro y dos discutidores que asumiá n respectivamente los papeles de proponente y oponente en un debate sobre un tópico previamente establecido. El oponente se esforzará por derrotar a su adversario mediante preguntas cuestionadoras de los puntos de vista expresados por el proponente en respuesta a los previos cuestionamientos a los que fuera sometido. La retórica: Para Aristóteles “La retórica es una contrapartida de la dialéctica, ya que ambas se refieren a determinadas cuestiones cuyo conocimiento es en cierto sentido común a todos y no propio de una ciencia definida. Por tal motivo todos participan de ambas. Y es que todos en alguna medida procuran poner a prueba y sostener un aserto, así como defenderse y acusar”. Aristóteles (Retorica: 1354a.)5. Esta definición no señala ninguna diferencia notable entre retórica y dialéctica: ambas tratan de asuntos de conocimiento común que no pertenecen a una ciencia definida. Tanto la dialéctica como la retórica son para Aristóteles formas de argumentación: solo que los argumentos dialécticos son instrumentos para la discusión, en cambio los argumentos de la retórica son argumentos del discurso y como tales involucran al sujeto. Comparten ciertas propiedades: ninguna de ellas es ciencia, ambas son artes o técnicas; y, por consiguiente, instrumentos. Tanto la retórica como la dialéctica emplean argumentos, que son instrumentos para persuadir en el primer caso, instrumentos para discutir en el segundo. Podemos afirmar que aquí reside la diferencia fundamental: los argumentos retóricos son necesarios para que el sujeto construya su imagen, su ethos, apelando para ello a valores, sentimientos y dominio del discurso. Gracias a su buena imagen y al empleo de un discurso apropiado (logos) al tema y a las representaciones que ha construido de su público, logrará conmover a su auditorio y despertar su adhesión
(pathos). Todo esto lo hará apelando a valores compartidos por el auditorio. Diferente función tienen los argumentos dialécticos: estos son instrumentos destinados al buen desempeño de los roles de oponente y proponente, que sostienen el desarrollo de la discusión. Son portadores de instrucciones trasmitidas, por ejemplo, acerca de cómo atacar cierto tipo de hipótesis, cómo se deben hacer y ordenar las preguntas Se trata entonces de recetas para confrontar y debatir puntos de vista opuestos y, por esta razón, no apelan al pathos del auditorio mediante la construcción de ningún ethos, sino que se orientan a un blanco de ataque: el punto de vista o los argumentos del proponente. Oponente y proponente son dos lugares vacíos que pueden ser llenados no se sabe por quién, pues no se prevén atributos para ellos. Como ha podido observarse, las tres clases de argumentos aristotélicos se comportan de distinto modo en relación con el sujeto y su discurso. En los argumentos que se exponen en el Organon (dialécticos y demostrativos), la calidad de estos ya no dependerá, como en la retórica, del impacto que logren en el público sino de la buena aplicación de instrucciones o del seguimiento de reglas sintácticas y o semánticas. De este modo, reducido a una simple función actancial, o eliminado por completo, el sujeto ya no cuenta. Es como si se hubiese decretado su desaparición. La argumentación: Argumentar consiste en defender razonadamente una opinión con el fin de que el destinatario haga suya la idea que el emisor sostiene. Su eficacia dependerá, pues, de la consistencia y la fuerza persuasiva de los argumentos. Propósito de la argumentación: El propósito de la argumentación es convencer a alguien de la validez de una idea o persuadirlo para que adopte un determinado comportamiento. De ahí que en la argumentación sea posible distinguir dos dimensiones: una lógica, en la medida en que se aportan razones, y otra práctica, por cuanto la finalidad última es lograr la adhesión del receptor. La argumentación tiene una gran importancia en la vida social; a ella acudimos continuamente para justificar nuestro comportamiento o influir en el de los demás. Eficacia de la argumentación: La argumentación será eficaz en la medida en que el emisor consiga que el destinatario adopte el punto de vista defendido o bien modifique su comportamiento en el sentido deseado. ¿Cómo resolver un caso y argumentarlo? Ahora bien, sin más preámbulos, vamos al asunto que aquí nos ocupa. Frente a la pregunta: “¿Cómo se debe estudiar un caso?”, podemos responder de dos maneras igualmente insuficientes. La primera consiste en replicar con otra pregunta: “¿Qué caso?”. La segunda consiste en contestar con una prudente aseveración: “Debe estudiarlo bien y lo mejor que pueda”. La primera respuesta resulta comprensible, ya que dada la amplia variedad de casos en los que un abogado puede intervenir, no habría forma de establecer un procedimiento genérico aplicable a todos los casos. Lo más razonable seriá clasificar los distintos tipos de casos y luego proceder a mirar los problemas que el estudio de cada uno de ellos plantea. Esto no es lo que hace Genaro Carrió en sus conferencias sobre Cómo estudiar y cómo argumentar un caso. Consejos elementales para abogados jóvenes, y tampoco es lo que nosotros haremos aqui.́ Carrió sigue la liń ea de desarrollo que abre la segunda respuesta: “el caso debe ser estudiado bien, lo mejor posible”.
En virtud de la gran variedad de casos y las limitaciones que podrían establecerse para clasificar los casos en función de los distintos tipos de problemas que su estudio plantea y luego decir algo útil de ellos, tenemos que recurrir a una teoriá general del caso. Sin olvidar que cada caso tendría sus particularidades y que sólo se trata de forma de acercarnos a las condiciones de posibilidad para toda argumentación y estudio de un caso. Comúnmente se dice que los jueces no estudian las sentencias o que mejor se debe tratar de ser buen amigo del juez. Comentarios peregrinos como estos no contribuyen en nada al desempeño profesional de los abogados, a mejorar la imagen del derecho y a fortalecer las instituciones jurid́ icas. Lo mejor es seguir otra viá más ética y profesional, por ello diremos que los abogados deben esmerarse más para presentar sus argumentos, llegada la oportunidad, de la manera más clara y concisa posible, y prepararse para refutar con eficacia y solidez las malas sentencias que con cierta frecuencia se dictan. Cuando un cliente se presenta por primera vez y narra su situación, el joven abogado no entiende y por más conceptos que tiene en su cabeza, adquiridos con esfuerzo y disciplina en su formación universitaria, no visualiza como debe proceder ni la situación del cliente, puesto que en la universidad no le han enseñado el oficio de abogado ni las reglas técnicas propias del oficio. Preguntemos entonces, ¿Qué es un caso? La respuesta es sencilla: Un caso es un problema práctico. Una persona C (el cliente), que se encuentra en circunstancias H (hechos), desea obtener un resultado R (un cierto estado de cosas). El cliente C, acude a un abogado para que este le consiga el resultado R, o al menos le indiquecomo hay que hacer para conseguirlo. El conjunto de medios que permiten llegar a R partiendo de H constituyen la solución S. Tales son, según Carrió, los aspectos constitutivos de un caso. El resultado R a que aspira el cliente puede ser, entre una inmensa variedad de posibilidades, algunos de de estos: • Salir absuelto de una causa penal. • Hacer un testamento. • No pagar un dinero que otro le reclama. • Divorciarse. • Formar una sociedad apta para ciertos fines. • Obtener una reliquidación de los impuestos. • Conseguir la libertad de un amigo o familiar detenido, etc. Los medios para alcanzar los resultados que se buscan pueden ser los más diversos. Desde redactar una denuncia hasta elaborar una tutela. Las notas distintivas de la tarea del abogado y de los casos en el que ellos intervienen son dos: por un lado, A) El resultado R, lo que el cliente desea obtener, aunque sea sólo un medio para otro fin que sólo al cliente le concierne, que consiste en: 1) recibir una ventaja otorgada por el orden jurid́ ico y apoyarse en éste para lograr cierta meta; o 2) evitarse un mal, impuesto por el orden jurid́ ico; o 3) una combinación de estas dos cosas. Y, por otro lado, B) los conocimientos jurid́ icos necesarios y suficientes para alcanzar el resultado y la familiaridad con el derecho vigente y sus complejidades. En este sentido, la labor de los abogados es una labor técnica; consiste en usar ciertos medios para alcanzar un resultado a partir de una situación problemática inicial determinada25. Usa su conocimiento del orden jurid́ ico y las normas que él no ha creado
para alcanzar ciertos resultados particulares. No obstante, el punto de vista del abogado no agota el discurso jurídico y su perspectiva argumentativa no es la única que debe tomarse en cuenta. El orden jurídico puede ser abordado desde distintas perspectivas e intereses. Una perspectiva es la que hemos señalado, la del abogado, otra es la del legislador, que aunque también es de carácter técnico, a diferencia del abogado, que usa su conocimiento de normas que él no ha creado (así como otros conocimientos), para lograr determinados resultados particulares, el legislador crea normas generales para alcanzar resultados generales. Finalmente, está la perspectiva del juez, quien emplea normas generales para justificar decisiones particulares y concretas. Se trata de tres formas distintas de ver el derecho y usar sus normas26. El problema es que el Derecho en nuestras universidades no siempre se enseña desde alguna de estas perspectivas y generalmente no se les permite a los estudiantes observar al derecho en sus contextos prácticos. Se presentan las cosas desde el punto de vista de la cátedra universitaria, esto es, desde el punto de vista del profesor de Derecho. Punto de vista que tiende a excluir la dimensión práctica y formular en términos puramente abstractos el Derecho. “Los legisladores, los jueces y los abogados, nos dice G. Carrió, usan normas jurídicas. Los profesores hablan de ellas”
¿Como argumentar un caso? hipótesis y proposiciones con base en pruebas empiŕ icas que permitan incrementar el grado de probabilidad o constatar su veracidad en todos los casos particulares que implica. Sin embargo, no es posible exigir que un sistema cientif́ ico sea susceptible de una decisión definitiva y concluyente por medio de la confirmación o aplicación a todos los casos particulares; pero si es posible seleccionar, en un sentido negativo, por medio de contrastes o pruebas empíricas los casos particulares que refutan una hipótesis o teoría científica dada. Pues estas no son jamás deducibles de enunciados singulares, pero si pueden estar en contradicción con estos últimos. En consecuencia, por medio de inferencias puramente deductivas es posible argüir de la verdad de enunciados singulares a la falsedad de las proposiciones universales. Suponiendo que el contenido de verdad y que el contenido de falsedad de dos teoriá s T1 y T2 sean comparables entre sí, podemos decir que T2 se acerca más a la verdad que T1, si y solo si:́ 1) El contenido de verdad, pero no de falsedad de T2, excede al de T1, y 2) El contenido de falsedad de T1, pero no su contenido de verdad, excede al de T2. Con base en la suposición que el contenido empírico y el contenido de verdad de una teoriá (a) son, en principio, mesurables, se puede ir más allá y definir la verosimilitud o semejanza con la verdad de (a) asi:́ Vs(a)= Ctv(a) – Ctf(a). Esta idea es importante en los casos en que tenemos que trabajar con teorías de las que sabemos bien que no pueden ser verdaderas y que son, a lo sumo, aproximaciones. Sin embargo, ¿cuáles son los seis (6) tipos de criterios que nos permiten dictaminar que una teoriá T1 ha sido superada por T2 o que nos inclinariá a decir que T2 es más verosímil que T1? La respuesta de Popper se articula a partir de seis criterios51: 1. T2 hace afirmaciones más precisas que soportan más tests. 2. T2 abarca más hechos que T1 y los explica. 3. T2 detalla más los hechos que T1. 4. T2 resiste test en los que T1 ha fracasado.
5. T2 sugiere nuevos tests experimentales y los resiste. 6. T2 vincula problemas que antes estaban desvinculado. Esta concepción de la ciencia y la comunicación cientif́ ica como una permanente discusión crit́ ica, abierta a la formulación de conjeturas y la realización de refutaciones, fue puesta en duda por Kuhn53, quien mostró con casos históricos y análisis sociológicos, que la ciencia no se distingue por su carácter revolucionario y de discusión crit́ ica sino más bien por su aptitud conservadora, dogmática, sometida a paradigmas establecidos. En su conferencia La lógica del descubrimiento o la psicologiá de la investigación54, presentada en el marco de un Congreso de filosofía de la ciencia en Londres, Kuhn pasa revista a sus puntos de vista y los compara con los de Popper. Esto le conduce a consideraciones de carácter sociológico que identifican y describen la importancia fundamental de los valores y compromisos de una comunidad en la elección de teorías. Para Kuhn la ciencia normal convierte a una comunidad de científicos en solucionadores de acertijos, adecuadores de los hechos a los modelos y parámetros establecidos por su comunidad. Sólo frente a la reiteración de ciertas anomalías y problemas insolubles el investigador contemplaba la posibilidad de teorías, conjeturas y modelos alternativos. Entonces la ciencia normal entra en crisis y los cientif́ icos se ven obligados a reconstruir su paradigma y sus acuerdos por medio de argumentaciones persuasivas que tratan de lograr la adhesión de sus interlocutores a las interpretaciones que proponen como modelos, teorías o hipótesis de trabajo. Kuhn puso de presente la imposibilidad de fundar el conocimiento en la base empiŕ ica y los hechos, la observación no puede separase de la teoría y el paradigma con el que interrogamos al mundo; par Kuhn resulta insostenible distinguir entre el contexto de descubrimiento (condiciones históricas, sociales, culturales y psicológicas en las que surgen las hipótesis y teorías) y el contexto de justificación (el ámbito de la investigación cientif́ ica y sus formas de razonamiento). El procedimiento usado para formular una teoriá y sus implicaciones socioculturales, políticas e históricas son tan relevantes como el problema de las condiciones de su aceptabilidad, veracidad o verosimilitud. Frente a la probabilidad como fundamento del conocimiento fidedigno, que aunque no puede apelar a la certeza absoluta ni garantizar con toda seguridad que el enunciado es verdadero, pero ofrece un grado de confirmación que suministra una medida de la probabilidad de su verdad, una base para su aceptabilidad y credibilidad, Kuhn propone una argumentación persuasiva que busca el consenso razonable (a nivel axiológico, ontológico, instrumental, lingüiś tico y metodológico) de una comunidad, con respecto a los conflictos de interpretación, la elección de teoriá s y la toma de decisiones. En su conferencia Machette dada en la Furman University el 30 de noviembre de 1973, Kuhn revisa crit́ icamente los criterios que sugiere Popper para elegir entre teoriá s rivales. La toma de decisiones interpretativas a la hora de abandonar una teoría por otra no puede resolverse mediante pruebas demostrativas. La decisión que toma un grupo cientif́ ico no puede basarse en algoritmos de elección compartidos o estructuras deductivas de ninguna clase. Los debates frente al conflicto de la interpretación obligan a usar la persuasión y los juicios de valor, basados en una mezcla de factores objetivos y subjetivos o de criterios compartidos y criterios individuales. Los criterios que más influyen son: máximas, normas, valores, modelos y principios metafiś icos. Las generalizaciones simbólicas de la lógica y la matemática sólo funcionan si el acuerdo es unánime frente a ellas. En este sentido, según Kuhn, hablamos de “técnicas de persuasión, o de argumentos y contrargumentos, en una situación tal que no puede haber prueba”.
Géneros Retóricos y Argumentativos
El auditorio: El auditorio general e individual en lo forense: Género judicial: Se ocupa de acciones pasadas y lo califica un juez o tribunal que establecerá conclusiones aceptando lo que el orador presenta como justo y rechazando lo que presenta como injusto.
Género deliberativo o político: Se ocupa de acciones futuras y lo califica el juicio de una asamblea política que acepta lo que el orador propone como útil o provechoso y rechaza lo que propone como dañino o perjudicial. Género demostrativo o epidíctico: Se ocupa de hechos pasados y se dirige a un público que no tiene capacidad para influir sobre los hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de presentarlos que tiene el orador, alabándolos o vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su contrario, lo feo. Sus polos son, pues, el encomio y el denuesto o vituperio.
Técnica de asociación: La Técnica de Asociación es muy útil cuando quieres recordar o memorizar palabras u objetos. Tienes que crear una relación de asociación mental entre las dos palabras. Visualiza por un segundo esa asociación. La imagen debe ser instantánea no dures más de tres segundos con esa imagen. Técnica de disociación: es comúnmente usada: “El verse desde fuera” “Y puedes hacer el ejercicio de verte a ti mismo desde fuera, verte tan cómodamente sentado en esa silla, disfrutando de esas sensaciones de relax; verte como se mira a un objeto, desde todos los ángulos y apreciar…”, “Y puedes verte a ti mismo en una gran pantalla de cine…” Asociando para disociar. Usar enunciados de disociación. Técnica empleada por Erickson. Éstos ayudan a guiar la atención a estados fenomenológicos. Se trata de enfocar al paciente y disociarle y se enuncia bajo la fórmula: Tu parte consciente hace X, (un sistema representacional con verbo permisivo) mientras tu parte inconsciente hace Y (otro sistema representacional con verbo imperativo) porque… (motivación)
Técnica de ridiculización: Ridiculizar es una Técnica de Supresión del Control muy efectiva. Cualquiera que use esta técnica tiene muchas risas de su lado mientras que la persona receptora se siente incómoda y ridiculizada, o incluso terriblemente estúpida y sin el menor sentido del humor. Todos estos sentimientos finalmente crean un ambiente de inseguridad que hace a la persona sentirse aplastada y pasiva. Técnicas de frenaje Prejuicios: El prejuicio es la acción y efecto de prejuzgar (juzgar las cosas sin tener cabal conocimiento o antes del tiempo oportuno). Un prejuicio, por lo tanto, es una opinión previa acerca de algo que se conoce poco o mal. Casualidad: El argumento causal pretende razonar la existencia de una causa para determinado efecto. Su conclusión dice: A causa B. Mi perro ha muerto porque comió un cebo envenenado. Esto no es más que una manera de hablar, ya que, en rigor, no sabemos cómo una causa produce un efecto. Abro un grifo y cae agua; le piso la cola al gato y maúlla; tomo una aspirina y se esfuma mi dolor de cabeza; arrimo fuego a la cera y ésta se derrite; pulso las teclas del ordenador y aparecen letras en la pantalla... El mundo está lleno de prodigios que no sé cómo se producen pero que van seguidos. Veo el rayo, escucho el gran tronazo que le sigue y digo: el rayo es la causa del trueno. Sin duda representa un gran progreso dejar de atribuir los meteoros a la cólera de los dioses, pero limitado. Nunca le vemos la cara a una causa. No sabemos qué es. No percibimos cómo germina un efecto. Constatamos que determinadas acciones o sucesos se acompañan de otros. Comprobamos que determinadas cosas a las que, para entendernos, llamamos causas, se siguen de otros distintos considerados efectos. La disposición del discurso: es el segundo elemento de la organización del discurso. Se determina la manera en la cual se logra convencer al público. Además de crear un discurso que integre los elementos de la retórica, te estableces como comunicador independiente; es decir, transmites las ideas que componen el discurso de una manera única y personal para lograr la mejor comunicación posible. Para realizar esto el conferenciante necesita utilizar un lenguaje que sea preciso y correcto, pero que también quepa dentro de su marco de referencia. Al organizar y "disponer" tu discurso, te comprometes a adquirir y a apropiarte del lenguaje necesario para poder comunicar eficazmente tus ideas.