El Patrón Energético o Patrón Kármico es la forma en que percibimos el cúmulo de energías en una persona en un determinado momento.
La energía en realidad es una sola, pero de acuerdo al grado de manifestación, el ser humano sin tener conciencia de ello, es el que le ha colocado una gran diversidad de nombres, llamándolos a su vez virtudes, dones, cualidades o valores humanos: amor, paz, respeto, felicidad, dignidad, alegría, generosidad, pudor, consideración, fe, honestidad, deber,…
Por lo tanto, el Patrón Energético o Patrón Kármico no es más que una FOTOGRAFÍA IMAGINARIA o una visualización en la que también, imaginariamente, podemos observar estos grados de manifestaciones energéticas o cualidades, dones, virtudes, valores humanos o energías colocadas en los peldaños de una cadena de ADN.
La energía al no poder ser creada ni destruida, sólo se va transformando y en consecuencia, el Patrón Kármico capta esa transformación.
Cuando imaginariamente, hacemos esta visualización, debemos tener presenta que la energía inherente a todo ser humano, es una energía sutil o “energía espiritual”, que no se ve. Dicha energía, se ha venido activando desarrollando, fortaleciendo, afianzando, consolidando, arraigando y/o reconociendo, con el transcurrir de cada una de las existencias experimentadas.
Cuando imaginariamente, hacemos esta visualización, debemos tener presenta que la energía inherente a todo ser humano, es una energía sutil o “energía espiritual”, que no se ve. Dicha energía, se ha venido activando desarrollando, fortaleciendo, afianzando, consolidando, arraigando y/o reconociendo, con el transcurrir de cada una de las existencias experimentadas.
O también, puede que ésta se haya desvirtuado, y en consecuencia, puede que no se encuentre activada, ni desarrollada, ni fortalecida ni afianzada, ni consolidada, ni arraigada, ni reconocida ni en esta vida ni en las ya experimentadas.
O también, puede que ésta se haya desvirtuado, y en consecuencia, puede que no se encuentre activada, ni desarrollada, ni fortalecida ni afianzada, ni consolidada, ni arraigada, ni reconocida ni en esta vida ni en las ya experimentadas.
Son energías en proceso de desarrollo, en proceso de fortalecimiento, en la búsqueda del equilibrio, así como también, puede que expresen exigencias o “deudas”, que deben ser saldadas de manera individual, ya sea por deficiencias o por excesos en su manifestación.
Son energías en proceso de desarrollo, en proceso de fortalecimiento, en la búsqueda del equilibrio, así como también, puede que expresen exigencias o “deudas”, que deben ser saldadas de manera individual, ya sea por deficiencias o por excesos en su manifestación.
Al morir una persona, ese Patrón Energético que si es real, conforma la herencia energética o la herencia kármica.
Es en realidad el carácter heredado para la siguiente existencia.
La energía, al no poder ser creada ni destruida, es eterna y al aceptarse la eternidad energética, la fuerza vital, el alma o la humanidad inherente “bien o mal” desarrollada, reencarna una y otra vez con una única finalidad: reconocerse a sí misma, o mejor dicho, lograr su equilibrio y liberarse.
Es por lo tanto, una codificación que “atrae” a cada individuo cuando nace, al lugar y “condiciones perfectas”, y por sobre todo, con las personas que debe estar, vivir, convivir y experimentar, junto a un conjunto de características físicas, muy particulares, determinadas finalmente por el ADN Biológico.
Estas características, son el resultado del ordenamiento genético, que el Patrón Kármico o ADN Energético le dispuso, le mandó y le ordenó al ADN Biológico, al momento de la concepción y durante el desarrollo del feto.
Esto ocurre de esta manera, para que cada individuo, tenga la oportunidad, tanto de “disfrutar” lo que ya tiene acumulado por “méritos” durante sus diferentes existencias, así como de “pagar” lo que debe “saldar”.
Es de acuerdo a esas energías ya activadas, desarrolladas, fortalecidas, afianzadas, consolidadas, arraigadas y reconocidas, además de las no activadas, no desarrolladas, no fortalecidas, no afianzadas, no consolidadas, no arraigadas ni reconocidas, que esa alma será atraída al lugar perfecto.
Es decir, nacerá en el país, estado, ciudad, pueblo o comunidad, donde debe nacer, para poder tener “ciertas oportunidades” y así equilibrar sus energías, con los padres, hermanos y familiares “perfectos”.
Atraerá a los amigos, maestros, vecinos, parejas, compañeros de trabajo, desconocidos, gobernantes y situaciones “perfectas”, o características físicas e idiosincrasia particulares de color de piel, raza, religión, ideología, enfermedades, riquezas y/o pobreza “perfectos”.
Lo que hará posible, ese lento despertar y ese reencontrarse a sí mismo, en la hora, el día y el momento en que deba ocurrir y por sobre todo, cuando así lo quiera, preferiblemente, de manera conciente, personal, individual, espontánea y voluntaria.
En otras palabras, el Universo es perfecto y todo lo que en él habita tiene el derecho natural e intrínsico, de evolucionar de manera Equitativa. Esta equidad se manifiesta en el sin número de oportunidades necesarias para poder alcanzar la perfección energética.
En el caso de los seres humanos, ni las características físicas ni las condiciones de vida que se puedan estar experimentando, deben ser consideradas como ventajas u obstáculos para la exploración, el entendimiento y el descubrimiento de esa perfección.
Es decir todos tienen el mismo derecho de experimentar la perfección energética, en cualquiera de sus existencias, sin que las condiciones físicas de sexo, raza, color, religión, idioma, clase social, nivel académico, ni posición política, se lo puedan impedir ni limitar.
En consecuencia, las cualidades, las virtudes y los valores humanos al ser inherentes y al ser energía, no se pueden aprender, ni adquirir, ni obtener, ni implantar, no pueden entrar, ni se enseñan, ni se instruyen, tampoco se pierden, ni se carece de ellos. Por ejemplo, nadie carece de dignidad ni de amor. Tampoco se puede afirmar que la sociedad ha perdido sus valores. Éstos no se fueron a ningún lado, ellos están y estarán siempre presentes en la esencia de cada ser humano. Lo que se tiene que hacer es: despertarlos, activarlos, desarrollarlos, estimularlos, expresarlos, manifestarlos, afianzarlos, experimentarlos, fortalecerlos, refortalecerlos, consolidarlos, realizarlos, disfrutarlos,....
Al ser las virtudes, dones o valores humanos, inherentes a esa esencia humana, la solución de todos los conflictos se encuentra en cada uno de los seres humanos. Entonces, comencemos por redescubrirnos a nosotros mismos y hagamos de este mundo, un Mundo Mejor. Elizabeth Vârga Ramírez
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