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2 HERALDODOMINGO 18 de enero de 2009 ●



Portada Planificación agraria

50 años de los pueblos de colonización

Seis pueblos nacieron junto a Ejea con la colonización. Los primeros colonos llegaron a El Bayo desde Tiermas, porque Yesa los expulsó Por Ramón J. Campo Fotos Juan Carlos Arcos is padres se marcharon llorando de Tiermas. Vivíamos en la parte de abajo del pueblo y nos echó el agua de Yesa. Somos cinco hermanos y yo tenía 4 años cuando vinimos a El Bayo. Fuimos la primera familia que entró aquí, el 10 de febrero de 1959. Las calles estaban abiertas, no teníamos luz, ni agua, había una fuente como abrevadero. Mis padres siempre contaron que los primeros años fueron muy duros”, así recuerda Mari Carmen Sánchez su transformación de ser una familia propietaria en Tiermas a unos colonos rumbo a El Bayo (a 80 kilómetros). Allí recibieron prestados un lote de 10 hectáreas de “tierra fuerte” (salitrosa), una casa con huerto, una yegua, una vaca, semillas y algo de maquinaria. Por esa ruta de pioneros, como si fuera el lejano Oeste, bajaron “tristes” más de la mitad de los vecinos de Tiermas, expulsados de sus raíces por el embalse de Yesa (le llamaban “la muralla”). El sorteo de los lotes de El Bayo se ce-

M

Laúltimos colonos que resisten en El Bayo lebró en Tiermas y algunos vecinos, como Eustaquio Laplaza, de 75 años, rememora que “como era joven, lo vivió “como una aventura”. “Los mayores sufrieron”, añade. Varios adelantaron el viaje a septiembre de 1958 para sembrar los campos que les tocaron en suerte antes de instalarse. Allí encontró a la misma maestra de su pueblo natal, Modesta de Marco, una zaragozana con quien se casó en 1962. “Cambió la vida de Tiermas, un pueblo con un ambiente alegre, un balneario y muchas conexiones en autobús, a la dureza de El Bayo”, comenta la profesora, que daba clase a los niños en una escuela mixta, que por las tardes tenía alumnos mayores. El espíritu aventurero de Eustaquio como pionero (la boda generó su lote, con 7,5 hectáreas de regadío y 1,5 de secano) se topó con la cruda realidad de la escasa producción de los primeros años, que provocaron cambios de lotes por los errores de los ingenieros de colonización. “Aprendían juntos los ingenieros y los colonos. En los primeros cinco años no cogíamos casi nada”, explica Eustaquio Laplaza. Y parte de la cosecha era para pagar al Estado, lo que generaba dificultades. “Cultivamos cereal porque querían alimentar al pueblo, con maíz y alfalfa, pero las tierras no eran buenas y hubo que reajustarlas. La remolacha se daba bien en la tierra fuerte que era salada”. Frente al “dirigismo” del Instituto Nacional de Colonización (INC), “especialmente durante el régimen de tutela para suplir las carencias educativas y su supuesta preparación rudimentaria” (así lo describe el historiador monti-

sonense Alberto Sabio), “los colonos tuvieron que realizar un gran esfuerzo en los trabajos de mejora de las tierras, como con las nivelaciones deficientes o la elección de los cultivos”. Más de la mitad de los 114 primeros colonos de El Bayo eran víctimas de los embalses de Yesa (Tiermas y Ruesta) o la Tranquera, pero también procedían de las Cinco Villas (Farasdués, Uncastillo, Biel, Biota, Luesia, Castejón...), como corrobora José Guarc, un cura valenciano de Pinsoro, que ha escrito el libro ‘Los colonos pioneros de Bardenas’. Para obtener la cartilla de colono, el INC exigía acreditar una práctica agrícola reciente, ser mayor de 23 años y menor de 45, casado o viudo con hijos, saber leer y escribir, dotes de moralidad aceptable y estar desprovisto de taras hereditarias fisiológicas como la sífilis o el alcoholismo. Todas esas exigencias para ser colono no se convertían en facilidades cuando se hacían propietarios al pagar su préstamo. Eran más bien dificultades para las habituales familias numerosas que llegaban a esos pueblos de colonización porque no podían dividir las tierras de los lotes entre los hijos, lo que supuso la emigración de muchos. En El Bayo hubo una familia con diez hijos con un lote para todos. “Tenemos tres hijos, dos son ingenieros agrónomo y ambiental, y una chica, que trabajan en Ejea y Zaragoza. En El Bayo nos quedamos nosotros solos. Aquí el 90% de la gente es bastante mayor y un centenar de vecinos trabajan fuera”, explican Eustaquio y Modesta, ambos jubilados. Pocos siguen viviendo allí y menos los jóvenes porque se van. Muchos trabajan en Ejea aunque residen en El Bayo (como María Carmen Sánchez y la alcaldesa Yolanda Ortiz) o por cuenta ajena sin arriesgar. Jóvenes con viviendas nuevas

Solo tres jóvenes afrontan el futuro como colonos en El Bayo. Carlos Casilla, de 30 años, y los hermanos Diego (32) y Antonio Miguel (29). Ellos son los únicos que

La balsa de los patos en El Bayo, donde el agua es más que un símbolo.

El Bayo nació con 114 pioneros, con menos de 45 años; hoy hay tres colonos jóvenes Empezaron con lotes de 10 hectáreas por familia; y ahora si no tienen 50, se marchan

Carlos Casilla, izquierda, y los hermanos Miguel, ante sus viviendas.

se han apuntado a las viviendas de protección oficial, que cambian la faz de la colonización. Son la tercera generación de aquellos pioneros que llegaron desde Farasdués y Ejea. Optaron por cultivos de huerta, como el tomate y los pimientos, en detrimento del maíz, que fueron rentables un tiempo hasta que las conserveras navarras los importaron desde Perú. Ahora les pesa más el final de la PAC (Política Agraria Comunitaria) y la crisis de la agricultura que los restos de la colonización. Cultivan maíz, alfalfa, arroz y han abierto granjas. La nivelación de la tierra ya no preocupa. “Siempre hemos trabajado en el campo, desde críos. Al principio, trabajamos con el lote de los abuelos que tenían 14 hectáreas, pero si te quedas hay que aumentar el lote o arrendar para que sea

rentable”, explican la nueva filosofía que les permite quedarse en El Bayo. Los hermanos Miguel trabajan 90 hectáreas y Carlos Casilla, 50, más una granja de cerdos. Hablan en la sede de la Casa de Cultura de El Bayo, aunque el letrero de la entrada dice Hermandad sindical. Permanece un pino centenario y un letrero de la inauguración del pueblo por Franco en abril de 1959. Hace dos años, cambiaron los nombres de las calles: el Paseo del Caudillo por la Constitución (como Bardena del Caudillo por Bardenas). ¿Y el recrecimiento de Yesa? “Nos expulsaron de Tiermas por el agua y ahora casi nos quedamos sin tierras en El Bayo por falta de agua”, concluye Eustaquio Laplaza, el pionero jubilado. “La zona regable se ha triplicado. Todos estamos en el mismo barco”, coinciden los últimos colonos.

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