Pag-13

  • December 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Pag-13 as PDF for free.

More details

  • Words: 1,533
  • Pages: 1
Tepatitlán en el tiempo

Historia alteña Por Juan Flores García

Ya viene la Navidad Por el padre Miguel Ángel [email protected] L a s posadas son u n a “mexicanísima” forma de celebrar el novenario que prepara a la Noche Buena, y según se informa, esta celebración empezó en el pueblo de San Agustín de Acolman, casi junto a las pirámides de Teotihuacan, donde los frailes agustinos cristianizaron las festividades de los aztecas. Las posadas tienen diferentes maneras de celebrarse; comenzaron a hacerse en los patios de los conventos, de donde se desplazaron a los patios de las casa. La forma tradicional es más o menos esta: cada noche se reza el rosario y novena, dejando las letanías para cantarlas durante la procesión que va precedida por las imágenes de los “peregrinos” (en ocasiones vivientes); se cantan pues las letanías de la Virgen, las cuales se interrumpen para pedir posada, y detrás de una puerta se colocan los que van a negar o a darla. Después de recibirlos los peregrinos, se reparten los aguinaldos y se rompen las piñatas –símbolo del pecado, con el que el cristiano debe romper-. Las posadas no son fiestas paganas donde se degrada la dignidad personal, ni esas fiestas de fin de año en las que se cargan las bebidas embriagantes, ni aquellas reuniones donde está ausente el espíritu de los peregrinos de Nazareth. Por esto, cuando te inviten a una posada, sé crítico. Perpetuemos la hermosa tradición navideña de nuestras posadas, como preparación espiritual de la gran Noche de Paz. Cuentan que cierto día, un joven rico paseaba por las calles, cuando de pronto oyó gemidos y lamentos procedentes de la casa de un antiguo noble que, habiendo perdido todo su dinero, vivía en la miseria, acompañado de sus 3 hijas. Escuchó el jóven y oyó la voz de una de ellas, que en el silencio de la tarde, decía: -Papá, déjanos ir a la calle a mendigar; es demasiado duro morirse de hambre. -Esperemos una noche más –

respondió el padre-; rogaré nuevamente a Dios que libere a mis hijas de tal desgracia. Nicolás, que tal era el joven que había escuchado aquel diálogo, corrió a su casa. Entre los tesoros que había heredado de su padre, tenía 3 barras macizas de oro. Tomó una, y dirigiéndose a la casa del rico-pobre la arrojó dentro, por la ventana y se alejó. Volvió otra noche y dejó la segunda barra, hizo lo mismo con la tercera. Pero en esta última ocasión, fue descubierto. Y aquel padre de familia, que creía que el oro había bajado del cielo, se arrodilló a los pies de Nicolás, pero aquel santo hombre, lo hizo levantarse y le dijo: -Da gracias a Dios, porque fue

El quien me envió a ustedes. Nicolás hizo muchas otras obras de caridad en nombre de Dios, y siempre en secreto. Esto dio motivo a la tradición popular navideña de algunos países, por ejemplo Inglaterra y Estados Unidos, -y se ha incrustado en México- según la cual se supone que todos los años, en Nochebuena, acude San Nicolás para repartir a los niños juguetes y golosinas en nombre del Divino Niño de Belén. Los niños anglosajones le llaman Santa Claus; pues estas palabras pronunciadas en inglés, suenan muy parecido a “Sanacolás”, una deformación fonética de San Nicolás. Como hemos visto, San Nicolás es ejemplo del amor al prójimo, pero no debemos perder de vista que la fiesta de Navidad, debe ser Cristocéntrica. Todo debemos orientarlo al misterio de la Encarnación y de la Natividad. Es triste cómo mucha gente está haciendo de lado nuestras tradiciones: las posadas y el nacimientos, por costumbres extranjeras que dicen poco en nuestro ambiente, por nuestra mentalidad latina, como son el árbol de Navidad y Santa Claus.

7 días Sábado 13 de diciembre de 2008

La tierra alteña siempre ha tenido personajes que por su modo de vivir su fama los ha convertido en leyenda; algunos por su vida al servicio de los demás, otros persiguiendo un ideal, y otros, no lo podemos negar, por su negativa y equivocada conducta, han hecho de su existencia un perjuicio hacia los demás. Posiblemente nunca hayamos oído estos nombres: Pedro de Anda y Petronilo Navarro. No es posible que los más antiguos tengan un vago recuerdo de estos nombres y le sonaran familiares; sobre todo de Tepatitlán, San José de Gracia, Atotonilco o San Miguel, quizá lo escucharon de labios de sus abuelos, junto al fogón que calentaba la estancia en aquellas frías mañanas alteñas de la campiña jalisciense, cuando apretujados junto a la abuela, esperaban les diera el sabroso “burrito” con sal apelmazado, mientras corría de boca en boca el relato que se gravaba por siempre en las infantiles mentes y que hoy con esta crónica, se desempolve su recuerdo. Por estos rumbos fueron las principales correrías de estos personajes que nos ocupan; primero fueron bromas, después, ya fue en serio los desmanes cometidos por uno de ellos que le hacían indeseables. Y precisamente fue el 19 de febrero de 1874 cuando Pedro de Anda dio muestras de ferocidad al asesinar con crueldad inimaginable, en el Rancho del Jagüey, al Director Político del Departamento de Tepatitlán, Don Manuel Aceves; luego de los sucesos, muchos fueron los grupos armados que se dieron a la caza del asesino, quien pocos días después, burlando la acción de la justicia que lo perseguía tenazmente, formó ya una cuadrilla de malhechores y robó en el Rancho del Capadero a los señores Don Fernando Ramírez y a Don Vicente Casillas. Por dos crímenes mencionados, existían los procesos pendientes en el juzgado de Tepatitlán. Luego efectuó el plagio de Don Teodoro Macías, dueño de la Hacienda del Cerro Gordo, con lo que sacó muy buenos dividendos. En junio de 1874, él y su gavilla asaltaron el Rancho de Palo Blanco con el fin de plagiar a Don José María González, quien por fortuna no se encontraba ahí, entonces Pedro de Anda y sus secuaces se entregaron a toda clase excesos, saqueando la casa, forzando las puertas, robando cuando encontraban y golpeando a los sirvientes. En el año de 1880, Pedro de Anda participó en el plagio que sufrió en Atotonilco el señor Don Concepción Córdoba. Fue el autor del asesinato de Bibiano Limón y otros crímenes semejantes, de tal modo, que su nombre ponía a temblar a toda la gente pacífica de la comarca alteña, pues su fama trascendió y continuamente era perseguido por las autoridades de

Tepatitlán, Atotonilco, Jalos, San Juan y hasta Lagos. Cansado de ser perseguido o a lo mejor, arrepentido de sus fechorías, fue a radicarse a la capital del Estado, y ya establecido, se dedicó al comercio del ganado robado. Y como dice el dicho que “perro que da por tragar huevos aunque le rompan el hocico”, a principios del año de 1884, recordando su azarosa existencia, volvió a las andadas; y por el camino a Zapopan, de la capital del Estado, se cometió un cuantioso robo de alhajas y dinero en efectivo, echó a Don Alberto Perrín, representante de la Casa Greenswing y Cía., de California, y según los indicios los autores habían sido Pedro de Anda y Petronilo Navarro, otro pájaro de cuenta que ya se había unido a los desmanes del primero. Según datos ciertos de los que hizo acopio la guardia de policía, soltó tenaz cacería entre los infractores de la ley, estos, temiendo caer en manos de la justicia trataron de huir hacia el sur, pero por el rumbo de Santa María se encontraron con una partida de rurales comandada por Don Tomas Limón, quienes los intimidaron a rendición y entregarse, y aquellos no acataron las órdenes y luego de “torear” a sus perseguidores fueron muertos sin misericordia. Algunos periódicos de ese año, como “El Telegrama” y “Juan Panadero”, en sus páginas quisieron dar a la muerte de estos facinerosos el perfil de cariz político, pero sin resultados; del segundo tomamos la siguiente nota: Infames asesinos, Pedro de Anda, un valiente de primera fuerza, que si acaso tuvo algunas faltas antaño, lavó después con el arrepentimiento; caminaba en compañía de Petronilo Navarro con rumbo al sur, cuando, según el rumor público, se encontraron en Santa María con la escolta que el general Tolentino llevó a su Hacienda de Capacha; compuesta la tal escolta de “cuerudos” de Limón (o sea, rurales del Estado, que por su indumentaria de cuero así los llamaban), los cuales los aprendieron, fusilando a ambos…”… Hay quienes digan que el General Tolentino estuvo hablando con Pedro de Anda poco antes de morir y que por su orden se fusiló a Pedro lo mandó asesinar… Se quiere hacer creer que Pedro pretendía levantarse en armas en contra del gobierno; pero lo cierto es que iba a establecerse con un giro comercial en Colima; para tal objeto llevaba consigo una considerable cantidad de dinero, y que según se dice, días antes en la diligencia había mandado anticipadamente la familia. Datos de nuestro nebuloso ayer, es la historia alteña; fragmentos de la vida de nuestros abuelos, que hoy recordamos como quien saborea un añejo vino. Y con esto decimos que así fue Tepa en el tiempo. Agradecemos sus comentarios a: [email protected]

13

Related Documents

Pag13
April 2020 10
Pag13
May 2020 7
Pag13
April 2020 12
7 Pontos De Oxossi - Pag13
November 2019 7