complejo. Las que pueden pagarlo (aunque ilegal) no son las que engrosan la lista de muertas. Y aquí es donde chocamos con la despenalización como medida urgente: es evidente que muchas mujeres aún siendo conscientes de que no quieren ni pueden traer un hijo (u otro hijo) al mundo- no deciden practicarse un aborto por miedo a la prisión, al daño a la salud o a la muerte, es decir, a las consecuencias de la ilegalidad. Ante esto creemos que es necesario reforzar nuestra capacidad de decidir con todas las herramientas que están a nuestro alcance para imponernos al destino “fatal” de poseer un vientre. Es necesario defender nuestra autodeterminación antes que nada y luchar desde allí para gritarle a la legalidad y a sus soldados que antes que la ley está nuestra conciencia.
Nuevamente alzamos la voz para gritar que la libertad está antes, siempre antes que cualquier precepto y agregamos: no hay libertad sin igualdad y ambas se construyen con autodeterminación y organización. Preguntémonos qué sociedad queremos y cuánto estamos dispuestos/as a dar y a abandonar por su construcción, despojemos el estado de nuestros actos y nuestra mente y actuemos según esa conciencia -aún cuando ésta no esté escrita en la letra de ninguna ley- . La pregunta sobre si algo es bueno o deseable, tiene que darse necesariamente mucho antes. Asumamos nuestra responsabilidad y no esperemos a que sea el estado o la legalidad los que tengan la última palabra. Primero la libertad y la autodeterminación, siempre.
LUCHA SOCIAL !!! Masacre en Perú: Estado y Capital, alianza criminal Primero los nativos en sus tierras ancestrales. Luego el Capital minero, petrolero y forestal ansioso de nuevas zonas extractivas. Entonces el Estado dictando leyes (1064 y 1090) que permitan el desalojo y la privatización. Nuevamente los nativos, gritando que no les quiten sus tierras, sus tierras que son su vida, su cultura y su sustento. Finalmente la noticia: el brazo armado de la alianza criminal asesinando originarios, en bolsas negras y al río desde helicópteros, decenas o cientos de rehenes de los que se desconoce el paradero. Todas prácticas usuales de los uniformados, los funcionarios, los capitalistas. Hoy en Perú, mañana…
Fábricas Recuperadas
Mendoza Represiva
Avanza en Buenos Aires la resistencia de las empresas Disco de Oro, Indugraf, Arrufat y Febatex, recuperadas pos sus trabajadores. Con un festival organizado en conjunto fortalecieron la coordinación y el sostenimiento de estos espacios de producción, frente a los intentos de declarar la quiebra y avanzar en el desalojo por parte de las patronales. Por otro lado, un nuevo desalojo (luego del despido de 20 trabajadores por sindicalizarse) en FP Impresora dejó un saldo de 10 obreros detenidos.
Al uniformado no le gusta tu cara: al calabozo. Tienen orden de llenar sus libros de detenidos: al calabozo. Hay que buscar un “culpable” para esconder su incompetencia: al calabozo. Sobran en Mendoza ejemplos del accionar represivo. El pasado 1ro de Mayo, con el vallado de la legislatura ante una manifestación contra el Tarifazo Jaque dio una clara muestra. Incapaces de solucionar, atados como están al capital, la propuesta política reinante es la de militarizar, gendarmerizar, prepotear y encarcelar.
Más info: www.notiociasacratas.blogspot.com Puestos de distribución y venta de la Sociedad de Resistencia Mendoza (FORA/AIT) Capital: puesto de libros de Km. 0 Garibaldi y San Martín, Kiosco de revistas de Lavalle y San Juan, Galería Caracol L. 74 y 84. Godoy Cruz: Kiosco de revistas de Paso de los Andes y Arman; Maxi Lomo, Paso de los Andes 1545. San Martín: Biblioteca Popular A. Jaureche, Beruti 549. Puesto de Propaganda en Ciencias Políticas, UNC, 1er piso, martes por medio, de 16:30 a 18:30 hs. Llegaron nuevos libros, folletos y periódicos. Pedilos a nuestro e-mail
Aragón 1936: espíritu de libertad e igualdad El 19 de Julio comienza en España la mayor experiencia autogestionaria en la historia del anarquismo Aragón marcó la practicidad y aplicación de nuestros sueños de una sociedad de libres e iguales en lo que se denominaron colectivizaciones y se dieron por voluntad propia de sus miembros. No fue ordenada por el estado ni por la fuerza como en Rusia. Producían y distribuían colectivamente. Ni decretos, comisión gubernamental, u orientación oficial. Actuaban por intuición. La colectivización se dio en varias ciudades de España. En Catalunya se limitó a unas pocas colectividades piloto. En Aragón, por el contrario, se socializaron más de las tres cuartas partes de las tierras. Se constituyeron cerca de 450 colectividades que agrupaban a 500.000 miembros. En la región de Levante, la más rica de España, se formaron alrededor de 900 colectividades. En Castilla aproximadamente 300, integradas por 100.000 adherentes. La socialización se extendió hasta Extremadura y parte de Andalucía. La colectividad es la comunidad libre de trabajo de los aldeanos. En Aragón, ejemplo máximo de esta experiencia, el movimiento de la CNT y la FAI convocó asambleas generales de todos los aldeanos. De ellas han nacido las colectividades, tomando posesión de la tierra, del ganado y de los utensilios de trabajo, expropiados de los terratenientes. Los
pequeños propietarios que deseaban entrar aportaron sus herramientas y ganado. La adhesión era totalmente voluntaria, respetando la libertad individual de cada uno. Quien no quería participar podía quedarse con la tierra que él mismo pudiese cultivar. La colectividad tenía que ocuparse ante todo de la existencia material de sus miembros. Los productos del campo eran llevados a un almacén común; los alimentos más importantes repartidos por igual entre todos, los sobrantes se empleaban para el intercambio con otras comunas o con las colectividades de las ciudades. Los productos propios se repartían gratuitamente, según la riqueza de la colectividad. Lo que había que adquirir de fuera se racionaba. La satisfacción de las necesidades se hallaba desligada de la capacidad de trabajo de cada uno. Regía la norma “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”. La diferencia entre las industrias colectivizadas de Catalunya y otras ciudades y las colectividades campesinas de Aragón, se encontraba en que en las primeras el trabajo (o sea la producción) estaba colectivizada pero el consumo no; en las campesinas también lo estaba el consumo. Las colectividades se nucleaban en “federaciones comarcales”. Cada federación formaba
una unidad económica, reuniendo de 10 a 20 comunas, la colectividad de cada pueblo le enviaba a las federaciones un inventario con la extensión de las tierras, cantidad de máquinas y medios de transporte, en ganado y en existencia y productos propios. La federación comarcal estaba compuesta por miembros elegidos por las colectividades de los pueblos. Se ocupaba de los medios de comunicación y transporte entre las localidades, procuraba nuevos medios, instalaba líneas telefónicas (los servicios pasaron a ser gratuitos, ya que eran necesarios para la comunidad), y se encargaba del progreso cultural de las poblaciones adheridas. Los trabajadores del campo sobrepasaron, sin esperar un programa de partido, todas las reformas
pequeño-burguesas después del 19 de Julio. En ellos está vivo el ideal comunista; rebozan de hondos anhelos de libertad. Así triunfaron sobre la economía privada del capitalismo y el individualismo. Tan buenos resultados no se debieron sólo a la poderosa organización del sindicalismo sino también, en gran parte, a la inteligencia y a la iniciativa del pueblo. Aunque analfabetos en su mayoría, los campesinos dieron pruebas de tener una elevada conciencia comunista y un gran sentido práctico. Todas estas experiencias citadas no tuvieron difusión y aún hoy siguen siendo ignoradas, subestimadas o distorsionadas. Pero acabamos de demostrar que fue una de las más importantes y logradas revoluciones sociales del siglo veinte.
Sociedades ficticias y sociedades reales Por Horacio Seo
aumento de salario y quienes, beneficiados por el trabajo ajeno, sólo responden con indiferencia y represión? ¿Qué sociedad hay entre el pobre y el policía que lo denigra, armado y en banda, por el sólo hecho de que puede hacerlo? ¿En que son compañeros los habitantes de un barrio humilde con los funcionarios que ordenan su requisa masiva o deja a niños y grandes en la calle para posibilitar el desarrollo de emprendimientos comerciales de los que ya tienen demasiado? ¿Representa algún político tus intereses reales? ¿Te parece que el Estado funciona para tu bienestar y el de tus compañeros? La unidad nacional, identidad cultural, afiliación religiosa, adhesión a un club de fútbol, son todas sociedades ficticias o metafóricas que encubren el hecho de que los que no tenemos capital somos ordenados y utilizados como objetos, como materia prima, para que los que sí lo tienen sigan inflando sus bolsillos y regodeándose con la sumisión que
Una de las ficciones principales para el sostenimiento de la sociedad capitalista es, justamente, la de que juntos, todos, constituimos una verdadera sociedad.
imponen a los demás. Mientras, nos invitan a quererlos como hermanos. Ya concientes de esto, desenmascaremos en nuestra vida las sociedades ficticias que intentan crearnos. Asociémonos, en cambio, por voluntad propia y convicción, con nuestros pares, para constituir sociedades reales que nos permitan compartir con quienes apreciamos y resistir y enfrentar a quienes toda la vida no han hecho otra cosa que usar a los que menos tienen como objetos a su disposición. Los ricos ya tienen sus sociedades de empresarios, políticos, jueces y policías, de estados y corporaciones empresariales. Todas para controlarnos y organizar el mundo a su conveniencia. Aclaremos nuestros propios proyectos, individuales y colectivos, y avancemos en su realización con nuestras sociedades proletarias, de verdaderos compañeros y hermanos concientes.
El peso de la legalidad Por Mariana y Laura
Sobran los momentos a lo largo del año en que se nos quiere demostrar, con el aporte de nuestra misma docilidad, que todos somos una gran familia. No es otro el sentido de las fechas patrias o de la simpatía mercantil de la publicidad electoral. Pasado el momento en cuestión, la propaganda de la sociedad ficticia decae; pero ya ha contribuido a fomentar por un período más la ilusión de que la historia de los poderosos, banderas y algún proyecto político nos hermana con los que mandan, siempre en su exclusivo beneficio. Repasando el concepto sociedad podemos distinguir dos sentidos claramente diferentes. El primer sentido, ya presente en la Roma antigua (societas) hace referencia a la relación que se establece entre socios, compañeros, camaradas o aliados. Es la sociedad humana, que depende de una cierta igualdad entre sus miembros y, sobre todo, de la voluntad de éstos de relacionarse con un objetivo conciente común. Es por esto que los ciudadanos romanos no se consideraban en sociedad con los esclavos, ya que el objetivo común y primordial de estos era obtener su libertad y esta concesión era inadmisible para los ciudadanos, si querían seguir
viviendo al menos en una relativa comodidad sin trabajar. Pero existe otro sentido de sociedad, metafórico, que consiste en la relación que alguien establece entre objetos (sustancias químicas por ejemplo) para conseguir mediante esta asociación algún fin en particular. Obviamente, estos elementos no eligieron “hermanarse” entre sí. En esta relación, la voluntad y finalidad la pone un individuo o grupo externo a este nuevo grupo y en su propio provecho. Es decir, establece una sociedad para explotar las nuevas capacidades que surgen de esta asociación de objetos. Y no es que el segundo sentido sea maléfico de por sí. Asociamos de este modo cada vez que cocinamos. Pero sí confunde las cosas aplicar este sentido metafórico a las sociedades humanas. Las sociedades humanas implican voluntad de asociación para fines comunes. Donde hay mando ya no hay sociedad, porque la voluntad queda anulada. En todo caso sólo queda la asociación desde arriba de elementos para el provecho de uno o de unos pocos. La sociedad de objetos inconcientes al servicio de los seres concientes que los integran, ordenan, relacionan o suprimen según mejor les convenga. Repasado esto, pregunto: ¿Qué clase de sociedad existe entre quienes se manifiestan por un
Una y otra vez nos topamos con la confianza ciega de las personas en el sistema. Un sistema que se basa en la delegación infinita de responsabilidades en otros, a los cuales luego se exige soluciones: diputados, presidentes, policía, jueces, abogados, representantes sindicales. El relato que legitima la pervivencia del estado es el del “gobierno de todos”: la democracia. Así, el gobierno siempre será la prolongación del poder del pueblo y tomará múltiples decisiones en su nombre. Amparado en el mandato popular, que no tendrá más incidencia que la del voto, el estado se erige como ente encargado de velar por la seguridad y el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos. Si esto no sucede, aparece siempre la misma excusa “no es culpa del estado, sino de los ocasionales políticos que con sus actos incumplen la voluntad popular, y por ello dios y la patria los demandará”. Si no se asegura el bienestar del ciudadano, como se demuestra cotidianamente, “todos tenemos la culpa”. Según esta lógica, el sistema no está mal: “los elegidos son corruptos” y a pesar de ello, el imaginario social refuerza la necesidad de la gobernabilidad, de que es necesaria la continuidad de alguien que nos gobierne y organice. La confianza de la que hablamos podría mejor llamarse comodidad, dado que siempre es más fácil que sea el otro o la otra quien decida sobre lo que es mejor para “todos”- aludiendo a un bien común que no existe, porque nunca es común-. Es más fácil denunciar o llamar a la policía en lugar de hacernos cargo juntos ante una situación que consideramos injusta. Si miramos a los costados vamos a ver que
no estamos solos en esta postura, pero hay que salir de la comodidad de la legalidad y la delegación de responsabilidades. Crecimos acostumbrados a la existencia de leyes que regulan conductas, supuestamente gestadas bajo el mandato del pueblo y para una convivencia armónica de las partes. Pareciera que todas las necesidades se solucionan con una ley, cuya existencia es fundamento del estado. No nos deja de sorprender la forma en que el mismo sistema se va fortaleciendo y perpetuando acríticamente en las acciones de las personas. Así se crea la ilusión de que lo que es legal es bueno y toda proyección de sociedad tiene como límite lo preestablecido por el estado. De este modo, esa estructura represiva que es el estado, toma cuerpo en millones de personas que terminan legitimando la represión de la misma libertad: “¡no, pero eso es ilegal!”, “y bueno, si robó que se la aguante”, “si se murió por un aborto que se la banque por asesina, el aborto está mal”. En suma, lo legal se vuelve natural. No es de extrañar, por ejemplo, encontrarnos con una condena social tan grande frente a cuestiones como el aborto, dado que el hecho de que sea ilegal suprime todo debate social acerca de la decisión libre sobre el propio cuerpo y la vida. No es una postura ingenua, sabemos perfectamente que el asunto es