Ometeotl es el nombre Nahuatl (Mexica o Azteca) para Dios. Ometeotl (Dios) est la dualidad del universo: Tiempo y Espacio. Ometeotl es el creador, creador de todas las dualidades de la naturaleza: Masculino y Femenino; Orden y Caos; Día y Noche; Materia y Espíritu. Ometeotl se manifiesta en los elementos básicos del universo: fuego, aire, agua y tierra. El nombre de Ometeotl cuando se manifiesta a través del agua es Tlaloc, que es rojo y queda al este. El nombre de Ometeotl cuando se manifiesta a través de la tierra es Tezcatlipoca, que es negro y queda al Norte. El nombre de Ometeotl cuando se manifiesta a través del aire es Quetzalcoatl, que es blanco y queda al oeste. El nombre de Ometeotl cuando se manifiesta a través del fuego es Huitzilopochtli, que es azul y queda al Sur. Dios antiguo, que no tenía templos, y era casi desconocido por el pueblo, pero muy nombrado en los poemas de las clases altas. Ometeótl es también llamado "in Tonan, in Tota, Huehueteotl", "Madre nuestra, Padre nuestro, Viejo Dios". Como dualidad y unidad masculino-femenina, reside en Omeyocann, "el Sitio de la Dualidad", que, a su vez, ocupa el más alto lugar de los cielos. El/ella es padre/madre del Universo y cuanto hay en él. Como "Señor y Señora de Nuestra Carne y Sustento", suministra la energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a cada cosa su naturaleza particular. Es en virtud de estos atributos que se lo/la llama "el Uno Mediante Quien Todos Vivimos" y el/la que "es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas". Por ser metafísicamente inmanente, Ometeótl es llamado/a Tloque Nahuaque, amo de lo cercano y lo lejano o el/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca. En tanto epistemológicamente trascendente, se lo/la llama Yohualli-ehecátl, Uno que es Invisible (como la noche) e Intangible (como el viento). Recibe también los nombres de Moyocoyatzin, "el inventor de sí mismo" e Ipalnemohua, "el dador de vida". Según la mitología azteca antes de nuestro sol, que es el quinto, existieron otros cuatro. Para los aztecas vivíamos, por tanto, en la quinta creación, o en la quinta era. Volviendo a la pareja original y a su descendencia, la legenda mexica señalaba que cada uno de seos dioses creadores luchaba por la supremacía en el mundo, empleando cada uno su propia fuerza cósmica: tierra, fuego, viento o agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaba en orden y podía existir la era de un sol; sin embargo, si se producía un desequilibrio cósmico, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos de esa era, perecerían. El primero de esos cinco soles fue el creado por el dios Tezcatlipoca, que era el dios de la Tierra. Sin embargo, su creación fue algo imperfecta, ya que los seres humanos aparecieron con forma de gigantes y en vez de un sol completo, se formó medio sol. Aquellos gigantes seres humanos, se vieron obligados a sobrevivir solamente con bellotas
y piñones. A consecuencia de esta pésima alimentación, los humanos crecieron poco y débiles. En un momento determinado de esa era, los jaguares devoraron al medio sol existente y, ayudados por la oscuridad, fueron destruyendo y asesinando a los seres humanos gigantes. El segundo de esos soles fue creado por el dios Quetzalcoatl, dios del Viento. Bajo este sol, los humanos se alimentaron con semillas de árboles, que todavía eran insuficientes para fortalecer a los hombres, que debían sobrevivir a los fuertes vientos. Los tremendos huracanes en ocasiones arrojaban a los seres humanos lejos. A pesar de ello, algunos humanos lograron sobrevivir al ser capaces de transformarse en monos Tlaloc, que era el dios de la Lluvia en la mitología azteca, creó el tercer sol. Durante la era del tercer sol, los seres humanos hambrientos vivían de cereales. En este mundo, fueron los tremendos volcanes los que provocaron las desgracias. Enromes volcanes hacían erupción y las cenizas caían desde el cielo, consumiendo y enterrando el mundo. Sin embargo algunos hombres sobrevivieron al convertirse en pájaros que podía escapar a aquellas destructivas erupciones. Chalchiuhtlique, la diosa del Agua azteca, fue la encargada de la creación del cuarto sol. Los seres humanos de esta creación intentaron sobrevivir con una semilla conocida con el nombre de acicintli, pero ésta no era comida suficiente para los humanos, que tenían que enfrentarse a enormes inundaciones. El agua emergió del centro de la Tierra provocando una tremenda catástrofe en el mundo. Algunos seres humanos lograron sobrevivir a esta catástrofe convirtiéndose en peces. Todas las creaciones anteriores habían sido destruidas por una catástrofe, y con ella habían desaparecido los soles, las tierras y los seres humanos de cada una de esas eras. Entonces los dioses se dieron cuenta de que la existencia del quinto sol solamente sería posible con el sacrificio de otro dios. Así, los dioses decidieron levantar una enorme pira con ardiente fuego, si bien ninguno de ellos se atrevía a sacrificarse. Finalmente la decisión recayó en dos divinidades creadas por el supremo Ometeotl: los dioses Nanahuatl y Teucciztecatl. Éste último hizo hasta cuatro intentos para arrojarse al fuego, sin embargo, no tenía el suficiente valor y fue Nanahuatl, lleno de valentía, el primero en sacrificarse. Teucciztecatl consiguió reunir el suficiente coraje y finalmente siguió a Nanahuatl en el sacrificio. Nanahuatl se transformó en un sol resplandeciente, que ninguno de los dioses podía mirar directamente, mientras que su compañero se convirtió en la luna. El resto de los dioses se percató de que Nanahuatl no se alzaría en el firmamento hasta que no recibiese alimento necesario, es decir: los corazones para comer y la sangre para beber, de otros dioses sacrificados. Tras el enfrentamiento entre Nanahuatl y la Estrella Matutina, que se enfadó ante la idea del sacrificio, este último dios que era el más feroz de los 1.600 dioses, fue derrotado. Entonces todas esas divinidades, las 1.600, decidieron sacrificarse para dar alimento a este quinto sol, tras lo cual Nanahuatl, se alzó desde el este. Esos dioses se sacrificaron, ofreciendo su sangre para dar vida a este quinto Sol, pero Hiutzilopochtli tuvo que luchar con las tinieblas para poder expulsarlas del mundo y esa lucha dio origen a las estrellas. En otras versiones, se
cuenta que esos dioses se fueron arrojando uno tras otro a ese fuego legendario, hasta transformarse en los astros que componen el firmamento. Pues bien, una de esas verdades es el principio del -par de opuestos complementariosque están representados en todas las civilizaciones como un principio básico. Con nuestros Viejos Abuelos el punto luminoso de esta verdad se encuentra representado en -Ometeotl, el señor de la dualidad divina- pero indiscutiblemente esta presente implícitamente o explícitamente en toda la filosofía o como la llamaban nuestros Viejos Abuelos –Toltecayotl(arte para vivir, conocimiento dejado por los antiguos habitantes)-. Ellos decían que el Todo Poderoso, “Aquél por quien se vive, el Señor del cerca y del junto”. Esto es, que todo en el universo esta compuesto de un par de opuestos complementarios. Es decir, que son dos individualidades que se complementan y que forman, CUANDO LOGRAN EL EQUILIBRIO- en un tercero, superior a las dos individualidades que lo produjeron. Este par de individualidades, diferente y opuestas...!se necesitan y se complementan!, para qué?, ....para llegar a la totalidad! De modo que como el universo esta en movimiento y el movimiento es la vida, y este par de opuestos...!además de buscarse para encontrarse en el caos original, deben -luchar- para equilibrarse en sus cargas energéticas opuestas y complementarias, en sus sentimientos, en sus colores, en sus sexos, en sus texturas, en sus caracteres, en sus direcciones, en sus vidas y un largo etcétera. En esta -lucha- la búsqueda del equilibrio es el desafío. Sí cualquiera arrasa o destruye al opuesto, será su propia destrucción. Son opuestos, pero no enemigos, son diferentes pero complementarios. Su plenitud sólo se logra en el equilibrio. Ninguno de los dos, por caminos separados, puede llegar a la trascendencia de su existencia…a la toltalidad, aún por ir más lejos y más alto en su individualidad. Su verdadero potencial existencial radica precisamente en sus diferencias y en el equilibrio buscado. Tal vez el amor de un hombre y una mujer puede ser el mejor ejemplo de este principio filosófico. Cada uno por separado se neutraliza, en una relación dialéctica, cualquiera que aniquile al otro...se aniquilará a sí mismo. Su verdadero potencial radica en su antagonismo equilibrador, que permite la creación de una tercera entidad, mucho más poderosa que las dos individualidades que le crearon. El y ella por separado se neutralizan. El y ella confrontados se neutralizan. Los hijos en este caso son el mejor ejemplo como fruto en una pareja. Nuestros Viejos Abuelos identificaban en el mundo del -Tonal- (el mundo conocido o material inmediato) casi a todo en un par de opuestos complementarios: el calor y el frío, el día y la noche, la vida y la muerte, etc. De modo que el Nahual es su par opuesto complementario. El Tonal representa al hombre, el Sol, la razón, lo seco, la luz. El Nahual representa como contraparte: A la mujer, La Luna, la intuición, la humedad, la oscuridad.
Pero acaso la alegoría filosófica más decantada y maravillosa en la Toltecáyotl es el concepto de AGUA QUEMADA, que para los Viejos Abuelos significaba la construcción del conocimiento superior o sutil. El -Agua Quemada- se producía de un par de opuestos complementarios...agua y fuego. Sin embargo, sí se equilibran estos dos elementos antagónicos en permanente lucha creadora, surge un tercero, diferente a los dos elementos generadores… ¡el vapor!. Un elemento que es superior a los dos que lo formaron, pues el vapor, simbólicamente logra la proeza ontológica de la sabiduría humana...logra elevarse y trascender el plano humano. No es gratuito que otra gran figura filosófica del México Antiguo, sea precisamente Tezcatlipoca que literalmente en lengua Náhuatl significa, el Espejo Humeante. Es pues entonces, el principio del par de opuestos complementarios uno de los que rigen la existencia y trascendencia en el plano de lo humano. Sin embargo hoy en nuestros días este principio humano esta embrutecido y manoseado. La ciencia y la tecnología han perdido su esencia, es decir, han perdido a la sabiduría; y una ciencia sin sabiduría nos esta conduciendo a la muerte y a la destrucción del planeta. Recuperar esas verdades universales de la sabiduría de nuestros Viejos Abuelos, seguramente nos ayudaría a crear una sociedad más justa y humana.