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Breve antología del poemario NAVÍOS DE CARONTE CARLOS FAJARDO FAJARDO COMÚN PRESENCIA EDITORES BOGOTÁ, 2008, 62 PGS.
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NAVÍOS
(Oh exilio y hundimiento Irrefutable.) La soledad es esto: El mar en todas partes. Giovanni Quessep
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1 Nos enmudece el grito del mar su insistente sonido. Cruel es el viento. Golpea cuerpos de legendarios guerreros diestros en soportar el hambre milenaria. Nos enmudece este mar antiguo esculpido en la memoria y el deseo de alcanzar su inabarcable horizonte. Rumores nos llegan con el aire. Arrastramos por la arena los navíos y una gota de sal se posa en nuestros ojos. Nos embriaga el sonido de las olas el llamado de Caronte. La soledad es esta barca envuelta de tragedia. Las moscas circulan por nuestros rostros. Tenemos ya tatuado el signo de la muerte
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2 Hemos visto aquí barcas sedientas dispuestas a partir y conversamos entre nosotros como vivientes tumbas. Estas barcas nos llevarán a otros países. Son nuestra fortaleza el suplicio por una libertad remota y triste. Hemos visto aquí estas barcas. Vencerán las infinitas distancias que entre nosotros palpitan. Mientras tanto cantemos para dejar tranquilo al corazón
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4 Madre las voces del exilio me han llamado. Miro al horizonte. Viajo en esta barca sin retorno lleno de vacíos. Madre cuelga un ramo verde en la puerta de casa espanta la muerte. Viajo hacia el abismo
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6 De día salimos. Alguien lloraba en la playa cuando nuestros corazones sorteaban las embravecidas olas. Todo un mes lo habíamos planeado. Una oración triste se elevaba y el llanto de una anciana iba prendido en la memoria. Destino sin destino. Navegamos abrazados a este pedazo de árbol labrado bajo el enfurecido cielo. Al gran Dios elevamos unas plegarias pero el mar cobró su recompensa y mientras el sol ardía sólo el silencio fue testigo de cuerpos flotando en la fogata de la tarde
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7 Ancho es el mar. Mis cabellos se agitan por los tempranos vientos. Sumergido en la inmensidad de la luna se me acaba la tarde. Que nadie se fije en nuestros aguados ojos. La muerte será más cruel y pura en océanos de nadie
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9 Tengo miedo, Ibrahim, tengo miedo. Desde nuestra partida no he dejado de sentir este miedo que se amontona en mi sangre. ¿Tendré que morir sin más compañía que la de mis huesos? Áspero rugir del agua bajo mis pies y no sé nadar Ibrahim. Cántame una canción abrázame como la primera noche regálame un beso bajo esta temerosa luna. No sé nadar y el mar da alaridos llamándome. Tengo miedo Ibrahim. ¿Y es que acaso no existe otro horizonte? ¿Otra playa donde ofrecerte mi adolescente cuerpo?
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11 Espadas son nuestras barcas en las manos del mar y toda la alegría dejada en casas lejanas. Espadas amenazantes en el momento de partir tajadoras de nuestros deseos. El sol en el mar y el mar en nuestra sangre el golpe de la ola en mitad de la noche cuando los rezos se vuelven estériles soñando en un más allá mejor que cualquier sitio. Espadas son nuestros navíos ruinas amontonadas delante de cualquier puerta en cualquier playa
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DIÁSPORAS
Viaja: hoy comienza el abismo de tu propia nostalgia. Carlos Obregón
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Soy del olvido. El techo de mi casa se derrumba voraces avispas pican mi carne insectos bajan a degustar esta podredumbre. Me resisto a vivir ante estos muros. No quiero empotrar aquí mis ojos ni mi sexo no quiero ser un moribundo llorado alguien que atrae golosas moscas. Soy del olvido oscuro túnel donde el tiempo sigiloso se oculta herida abierta de par en par ante mis ojos cataclismo que mira la dolorosa belleza. Soy del olvido. Un hombre con un ataúd que arrastra y una oración que llora. Un ser que se hace preguntas inclinado en esta barca eterna guía de la muerte que me signa corazón de mi extravío
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2 No tenemos nada sólo un duro porvenir hijos aún no nacidos. Ah que no nazcan bajo este cielo oscuro que se queden sin ver estos escombros. Nuestros hijos no han nacido. Que nazcan en tierras extranjeras bajo el claro cielo de lengua extraña no en estos firmamentos del desierto. No tenemos nada: sólo este dolor y la muerte enamorada
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4 Adiós bello Farid te dejo mi sonrisa mi ausencia y mi segunda piel. Que nuestro lecho jamás sea habitado por musgos ni por hiedras. Que la puerta de casa abierta permanezca para que entre mi nostalgia. Todo lo dejo aquí. Mi niñez, los amores mis juegos de hembra. Sólo tus locas manos podrán vencer mis miedos tu rostro lleno de súplicas las cartas secretas y el recuerdo de unos ojos nunca devorados por las sirenas de la muerte. Adiós bello Farid amante mío. Cuando sueñe te llevaré a otras tierras para que me salves de enfurecidos soles
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6 Barbate y Nina lloraron mi partida. Sus delicadas manos se agitaron al aire como derrotadas banderas destrozadas en la playa. Otro país me acogerá en sus arenas. Allí me esconderé hasta vencer el miedo. Y tú, amada y lejana tierra estarás latiendo en mi memoria
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PUERTOS Te escribo desde el otro lado de la tierra Joseph Brodsky
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1 Desnudo he llegado como oscuro remero de la noche. Desnudo por los bosques con un ciego terror igual a un grito esfumándose
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2 Tengo mi dinero estropeado y algas en la boca. Tengo corales en la espalda y medusas en mis ojos. De un momento a otro me he vuelto más viejo que todo el mar. Me azotan las olas. Alguien llora con un jirón de mi ropa entre sus manos. No entiendo por qué no veré más esos húmedos ojos su inquietante belleza
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3 Hasta esta playa hijo hemos llegado. A esta soledad terrestre donde ya nadie nos alcanza. Era nuestro sueño ¿recuerdas? La Otra Orilla pedazo de ilusión que desgarró nuestra alma. A esta playa hemos llegado. ¿Crees que en casa alguien habrá encendido un fuego a nuestro nombre? ¿Presentirán este vacío del vacío, sin dolor alguno? Hasta esta playa hijo hemos llegado. Te bañan acariciantes olas el sol crece en el horizonte y las aves petrifican su sonido en el acantilado. Descansa. En casa nadie sabe que ahora somos dos cadáveres sin compañía alguna
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4 Estoy muerta sé que estoy muerta. Las olas golpean mi espalda. Algo me sorprendió de pronto arrancó de los brazos a mi niña. Ahora estoy muerta. No llegaremos hija a la Otra Orilla. Tan cerca, tan próxima y tan lejos que se ve ahora. Estamos muertas hija. Padre no vendrá esta noche por nosotras
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7 Extranjero, extranjero ¿de qué país traes tus fiebres tu piel y entristecidos ojos? ¿de qué región provienes ansioso, tú el indeseado? Extranjero me gritan. Y mientras pasa la tarde un dolor recorre mi país marchito
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10 Madre aún siento el olor de todo el mar el sonido de las olas las hirientes arenas entre los pies. No he podido olvidar el color de tus ojos la mansa luna donde arrullas a tus hijos. No he podido olvidar tu voz entre los pájaros mientras me baño en otros ríos. No he podido olvidar nada madre y con esta carta viaja el rumor de los amigos muertos su terrible osadía. Viaja el aullido de un mar oscuro impenetrable
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EXILIOS
Mi única esperanza está en mi exilio Carlos Obregón
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1 Hemos partido de nuestra tierra de sol para ver este paisaje de chopos y de encinas y una ciudad entre un valle de olivares. No hemos encontrado paraíso alguno sino cuartos oscuros, calcinados. Aquí se ha detenido nuestra vida. No hay otro cielo ni promesas azules de muchachas. Sólo este otoño que de prisa pasa
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3 Soy extranjero sin nombre sin ley sin luna. Soy extranjero sin lengua sin palabras. Soy extranjero sin madre sin patria sin un árbol que recuerde
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5 Algo queda atrás. De un momento a otro todo ha cambiado. Bebemos exóticos licores lucimos llamativos sombreros tejidos en desconocidos países. El sol calienta nuestro pecho. En otoño furiosos vientos blanquean la trigueña piel. Con el fuego de la pasión encendemos cigarros traídos de las islas. Los encendemos para espantar la muerte
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7 Soy un extraño en trenes de extraños un pasajero sin más embriagado de luna. No conozco estos seres que pasan como un vicio no sé nada de sus largas jornadas ni de su íntimo bar. Busco mi patria en las patrias de otros y no sé qué país con sus miedos me habita
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9 Mi mano busca la mano de mi madre ¿Dónde encontrarla? Necesito su voz de ángel cotidiano el luminoso regazo para mis infantiles sombras. Mi mano busca la mano de mi madre pero desde entonces todo ha sido ausencia y nada puede ya traer su rostro alucinado. Mi mano busca la palabra del hermano pero desde entonces él descansa tan solo y apacible que nada llega a su inalcanzable canto
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11 Mándame una postal, me dices. Cómprame una bufanda para alcanzarte. Escribe tus cartas en la boca de los lobos y no te mueras sin mí en extrañas ciudades. Tráeme un buen vino para pasar juntos el trago amargo de esta lejanía. Tráeme algo pero sobre todo tráete a ti. Mientras yo al otro lado de la línea trato de alcanzar esa voz buscando que la tarde adquiera la forma de tus brazos
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Estoy hecho para el recuerdo. Ahora sé que no seré feliz. Triste de esta fortaleza donde no perduraré. Triste de mí triste de viento triste de ser lo que soy aunque perduren las hojas caídas y los pájaros
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17 ¿Quién me llevará de nuevo a mi triste y bello país? Está en la otra orilla. Llamo pero nadie responde. ¿Será que he muerto en esta extraña patria esperándote? ¿Quién me llevará de nuevo a mi triste y bello país? Te estoy llamando. Nadie responde
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