Mesa Comp Art Ida 09-11-08

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EL CULTO AL DINERO

Hay algo alarmante en nuestra sociedad que nunca denunciaremos lo bastante. Vivimos en una civilización que tiene como eje de pensamiento y criterio de actuación, la secreta convicción de que lo importante y decisivo no es lo que uno es sino lo que tiene. Se ha dicho que el dinero es «el símbolo e ídolo de nuestra civilizociór» (Miguel Delibes). Y de hecho, son mayoría los que le rinden y sacrifican todo su ser. J. Galbraith, el gran teórico del capitalismo moderno, describe así el poder del dinero en su obra «La sociedad de la abundancia». El dinero «trae consigo tres ventajas fundamentales: primero, el goce del poder que presta al hombre: segundo, la posesión real de todas las cosas que pueden comprarse con dinero; tercero, el prestigio o respeto de que goza el rico gracias a su riqueza». Cuantas personas, sin atreverse a confesarlo, saben que en su vida, lo decisivq. I~ importante y definitivo es ganar dinero, adquirir un bienestar material, lognar un prestigio económico. Aquí está sin duda, una de las quiebras más gra;ves de nuestra civi lización. El hombre occidental se ha hecho materialista y, a pesar de sus grandes proclamas sobre la libertad, la justicia o la solidaridad, apenas cree en otra cosa qut no sea el dinero. Y, sin embal1go, Hay poca gente feliz.

Con dinúb Se puede montar un piso

agradable, pero no crear un hogar

cálido. Con dihero Se puede comprar una

I

I

cama cómoda, p~ro no un sueño tranqui lo. Con dinerp se puede adquirir nuevas relaciones pero no despertar una verdadera amistad. Con dinero se puede comprar placer pero no felicidad.

MESA COMPARTIDA

Celebra ción y vida de I;¡ Com unid;¡d Cristi;¡ na Dominqo 9 de noviembre 2008­ -:

i

Pero, los creyentes hemos de recordar algo más. El diner!o abre todas las puertas, pero nuncq abre la puerta de nuestro corazón a Dios. No estamos acostumbrados los cristianos a la imagen violenta de un Mesías fustigando a las gentes con un azote en las manos. Y, sin embargo, ésa es la reacción de Jesús di encontrarse con hombres que, inclusd en el templo, no saben buscar otra cose sino su propio negocio. El templo deja de ser lugar de encuentro con el Padre cuando nuestra vida es un mercado donde sólo se rinde culto al dinero. Y nb pudde haber una relación filial con Dios Padre cuando nuestras relaciones con Idsdemásestán mediatizadas sólo por intereses de dinero.

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Imposible entender algo del amo la ternura y la acogida de Dios a los hombres cuando uno vive comprando o vendiéndolo todo, movido únicamente por el deseo de «neqccior» su propio bienestar.

José Antonio Pagola

Uno de los factores que llevó a Jesús a su ejecución fue sin duda su ataque frontal a la liturgia del templo judío. Criticar la estructura del templo era poner en cuestión uno de los pilares fundamentales de la sociedad judía.AI subir a Jerusalén, Jesús encuentra el templo lleno de «vendedores y cambistas», hombres que no buscan a Dios, sino que se afanan egoístclmente por sus propios intereses. Aquella liturgia no es un encuentro sincero con Dios, sino un culto hipócrita que encubre injusticias, opresiones, intereses y explotaciones mezquinas a los peregrinos.La crítica profunda de Jesús va a desenmascarar aquel culto falso. El templo no cumple ya su misión de ser signo de la presencia salvadora de Dios en medio del pueblo. No es la casa de un Padre que pertenece a todos. No es el lugar donde todos se deben sentir acogidos yen donde todos pueden vivir la experiencia del amor y la fraternidad.Uno se explica la reacción de malestar y las quejas que puede provocar en algunos creyentes el ver que algunas celebraciones litúrgicas no se ajustan en todos sus detalles a una determinada normativa ritual. Pero antes que nada, si no queremos adulterar de raíz la liturgia de nuestros templos, hemos de saber escuchar la crítica profunda de Jesús que no se detiene a analizar el ritual judío sino que condenaun culto en donde el templo ya no es la casa del Padre.

Solamente recordaremos un hecho que desgraciadamente se repite constantemente entre nosotros. Vivimos en una sociedad en donde los hombres se matan unos a otros y donde todos traen sus muertos al templo cristiano para llorar su dolor y orar por ellos a Dios. Con frecuencia son celebraciones ejemplares en donde la fe, la esperanza cristiana y el perdón sincero prevalecen sobre los sentimientos de impotencia, rabia y venganza que tratan de apoderarse de los familiares y amigos de las víctimas.Pero, cqué decir de otras celebraciones que deforman el significado profundo de la liturgia cristiana? ¿Se puede orar a un mismo Padre, llorando la muerte de unos hermanos y pidiendo la destrucción de otros? ¿Se puede instrumental izar la Eucaristía y servirse de lo que debería ser el signo más expresivo de la fraternidad, para acrecentar los sentimientos de odio y venganza frente al enemigo? ¿Se puede oír fielmente la palabra de Dios, escuchando de él solamente una condena para los otros? ¿Se puede intentar «monopolizar» a Dios, tratando de identificarlo con nuestra causa y nuestros intereses parciales y hasta partidistas? La trágica situación que estamos viviendo, hace todavía más urgente la necesidad de encontrar al menos en el templo un ámbito en donde todos nos dejemos juzgar por el Unico que lo hace justamente, un lugar en donde tratemos de encontrarnos como hermanos ante un mismo Padre, un espacio en donde busquemosen el Creador de la vida fuerza para liberarnos del odio y la venganza. No convirtamos la casa del Padre en un lugar de división, enfrentamientos y mutua destrucción. José Antonio Pago la

ACTO PENITENaAL

ORAC.TÓN COLECTA

- Tú, Jesús, que eres el templo de Dios para toda la humanidad. Señor, ten piedad.

Señor, Dios nuestr o, que has quer ido convocar a tu pueblo y darle el nombre de Iglesia; haz que cuantos se reúnen en tu nombre vivamosnuestro culto en la vida diaria, en la familia, en el mundo, en el trabajo, amando a quien nos rodea.

- Tú, Jesús, que eres el fundamento de nuestra fe. Cristo, ten piedad. - Tú, Jesús, que nos transformas en templos del Espíritu Santo. Señor, ten piedad.

Por nuestro Señor Jesucristo.

Corintios 3,9c-11. 16-17 Hermanos: Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Palabra de Dios

SALMO 45 R. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Dios es nuestro refugio y nuestra

fuerza,

poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la

tierra,

y los montes se desplomen en el mar.

El correr de las acequias alegra la

ciudad de Dios,

el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;

Dios la socorre al despuntar la aurora.

El Señor de los ejércitos está con

nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,

las maravillas que hace en la tierra:

pone fin a la guerra hasta el extremo

del orbe.

Ezequie/47,1-2. 8-9. 12 En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. Me dijo: - Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vi da dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos

se acabarán; darán cosecha nuevacada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.

Juan2,13-22

-Para que consigamosuna mayor unidad en la iglesia. Oremos.

.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; ya los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: - Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Sus discípulos Se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: - ¿Qué signos nos muestras para obrar así? Jesús contestó: - Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaren; - Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? I Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

ORACIÓN SO~RE LAS OFRENDAS

I

Señor, al recor'dcr en este ~íq 16 dedicación d~ Id Basílica de Letndn, te rogamos qu~ escuches lasp le~arias de tu pueblo, verdadero TEimplo de piedras vivas, y que convierta~ este pan y este vino queah0l"a te presentamos en /Jli mento die \(ida para todos nosotros. Por Jesucristo.

ORACIÓN DE LOS FIELES

-Para que sepamos aceptar las diferencias como una riqueza del Espíritu. Oremos.

-Para que seamos solidarios con las iglesias que sufren persecución o pobreza. Oremos.

-Para que el obispo de Roma, el papa Benedicto, pueda evangelizar a su diócesis de Roma y presida en la fe la iglesia universal. Oremos.

-Para que los cristianos seamos testigos de la fe coherentes y contagiosos. Oremos.

-Para que demos consuelo y esperanza a los que sufren. Oremos.

'ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN Señor y Dios nuestro, que has querido hacer de la Iglesia un signo de tu presencio en la tierra; concede a tus hijos, al participar en esta Eucaristía, yivir unidos como hermanos y entrar así en el Reino de tu gloria.

~or

Jesucristo.

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