LOVE FOR ETERNITY
- TERENCE KOH
-Si ¡Dime! Menos mal que estábamos a oscuras, en medio de aquella sala repleta de columnas de espejo, y sólo de vez en cuando los pulsos de luz permitían ver algo. Temía que alguien contemplara mi cara descompuesta, completamente desencajada por esa voz que nítida retumbó, apenas un metro delante de mí. -¿Cómo me había oído? ¿Dije algo en alto?
¡Nooooo!. ¿Cómo podía él saber lo que estaba pensando? ¡Ah! No puede ser, eso es que alucino, me he imbuido demasiado en este ambiente y ¡Debo salir! -Si, eso es, saldré en cuanto vuelva de nuevo un flash de luz, observaré bien y ¡Solucionado! ¡Pero mira que hablarle de amor a un extraño! Y encima de Amor para Siempre, para la Eternidad. ¿Qué sabré yo de eternidad, del infinito?, podría ser un segundo más o miles de años, según para quién, según para qué. Durante un instante un pequeño haz iluminó esta vez el espacio en negro, no vacío, sino repleto de oscuridad. Yo me había quedado allí parada, esperando, pero el desapareció y lejos de apartarle de mi mente le hablé. Le susurraba al oído, a su espalda, y a su nuca, con una voz que no emergía de mi garganta, que no exhalaba aire por mi boca, pero tremendamente profunda y al parecer eficiente. -¡Vamos a ver! ¡Acércate y da la cara! Me dijo. -¿Cómo? Uf, creo que me estoy volviendo loca. -¡Jajaja ¡Su carcajada resonó en el espacio chocando con los espejos y devolviéndome su eco. _ No podía verle pero él me escuchaba, y lo más extraño: Yo podía oírle, nítido, aún no tenía claro si sólo en mi cabeza. En unos segundos pasaron multitud de ideas entrelazándose o chocando unas contra otras: -No es real. ¡Si lo es!
- Me lo he inventado. Estaba ahí, cuando pueda ver las fotos seguirá estando. Sí, pero ¿Y su voz? Los pulsos de luz producen alucinaciones… Tomé una decisión: En cuanto encontrara la salida me acercaría a él y le hablaría, le diría cualquier cosa con el fin de saber si realmente me había oído, si era él a quién yo oía.
Después de aquella sala le sucedió una de luz blanca, intensa, muy intensa. No supe si me encontraba en el suelo, o en el cielo, no supe si era buena o mala,
-el blanco para nosotros es bueno, pero para otras culturas, por ejemplo la oriental es como el negro para los occidentales, conlleva todos los valores negativosMe saludó un joven colgado bocabajo para mi perspectiva, en una fila de tonos morados y las toallas estaban en aquel estante dobladas sostenidas en el aire. ¿Me encontraba yo boca arriba?
La voz... ¡Ni rastro de él!
Salí corriendo de la Luz que amenazaba
con deslumbrarme y choqué de frente con un fotógrafo colocado delante de la última cena, el testigo. No dije ni mu, ¡A saber si este también podría escuchar! Sonrió y sin decir nada me cedió el paso ladeándose. Un lucernario amarillento de fluorescentes doraba las paredes.
Al fondo dos rectángulos de panes de oro señalaban algo. Los comensales alrededor de la mesa todos de negro, vestían de riguroso luto incluso sus orejas y en el centro una figura de largas melenas extendiendo sus manos sobre ¿Dos cabezas?
El chico que había visto antes, el de la sala blanca estaba ahora reposando sobre la mesa, sobre un mantel que se alargaba hasta el suelo, parecía un sudario. ¿La última cena sobre su cuerpo, con sus mismas orejas*? Al acercarme contemplé su rostro sereno y eso a pesar de que le faltaba un miembro... el miembro.
Había olvidado mis propósitos, observé la sala y volví a ver un reflejo raudo, como el que pasa y deja impresa una sombra en la pared que escapa tras sus huellas.
Le seguí, tuve que agachar la cabeza, el frío era intenso.
La luz dorada se transformó en
silencio
.
Me abracé a la Oscuridad hasta que mis ojos se adaptaron a ella y descubrí dos llamas custodiando aquella especie de sepulcro en medio de Nada.
Caminé apenas unos pasos. No podía verlos, pero supe que estaba atestado de otros como yo, ¿Buscando quizá una voz?
Ya no importaba. --------------------------------
Después de todo retorné sobre mis pasos al lugar donde intuí su presencia en medio de aquel lucernario, al acercarme, advertí en él la pared un reflejo, y una nota con un número de teléfono.
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Terence Koh se reinventa cada día. Su obra está llena de ochos y doses. 1980-2008. El ocho le recuerda el infinito, a mí la eternidad. Habla de Amor el título de su exposición: LOVE FOR ETERNITY. Cualquiera podría pensar que su obra es un oscuro bodegón conmemorando la escena de su caza, su muerte y su deseo de brillar más allá.
Posee dos identidades, no sabe con cuál quedarse, se busca y las adopta en alternativa ¿Soy Oriental u Occidental? Se pregunta antes de posar un pie en el suelo.
Ego es la palabra.
El centro de su mundo se encuentra en su interior.
Siempre yo. Siempre yo. Siempre yo. Siempre yo. Siempre yo. Siempre yo.
Calavera. Cuerpo a tierra. Sus orejas sobre el esqueleto. * Resalto la palabra orejas porque tomó moldes de sus orejas que colocó en los esqueletos-comensales en torno a la mesa.
Ego Ego
Ego Ego Ego
Ego
La linterna en el sepulcro se sitúa a 123 cm del suelo, a la altura de su corazón. Ego sea lo que sea. Love for Eternity Es la trascendencia de él mismo, al tiempo que su obra.
Yo diría La necesidad desesperada de ser Eterno.
Soy una linterna, dos llamas He muerto. Pon tus manos sobre mis cabezas Ven a ver mi tumba Mi vida se extinguió en una cena Soy una linterna, dos llamas. He muerto.
Mimí