Chavez Camacho Ixxe
379- B
El ser mexicanos no nos convierte en todo aquello que pasa por la mente y los oídos de los extranjeros, es casi imposible pensar en nuestra individualidad al ser un país homogéneo que perdura ante los problemas modernos. Mientras los demás países nos analizan, no se aventuran en nuestro mar de historia que nos brinda el amplio y virtuoso conocimiento que trasciende por nuestra vida igual que el aire. Algo de lo cual deberíamos estar orgullosos es no sólo de compartir un lugar y un nombre que nos reconoce como habitantes de la misma tierra, si no que todos compartimos esa historia donde todos resultamos ser hijos de los colonizadores que a lo largo de nuestra historia, quienes se han dedicado a explotarnos solo para recibir algo a cambio, esto funciona en todos los casos como una ley de vida, convirtiéndonos en los empleados de las maquinas hoy en día. Sin embargo poseemos una cultura basta y amplia que podemos usar todos los días como un pantalón sin darnos cuenta. Paz coloca como ejemplo, “La Chingada”, que suele ser una palabra que aparece mágicamente en la boca de todos cuando están enojados, hartos o solo sorprendidos diciendo: “Ah Chinga”. Creamos dichas palabras solo para sentir que nos aponemos a las nuevas culturas que a diario nos visitan. De ahí el porque llegamos a ser cautelosos y tremendamente calculadores y callados. Regresando a lo capitalista, la gente se deja influenciar solo por lo que esta designado como lo más fuerte o lo más débil. Pero si realizamos una comparación con los trabajos de ambas partes, serían equitativas y por lo tanto, merecerían un pago igual y correspondiente a su trabajo. Quizás la causa principal sea la falta de apreciación del trabajo con amor como una serie de acciones mecánicas. Nuestra voluntad como mexicanos y como personas recae en lo que decimos incluso en nuestro himno nacional como “Mexicanos al grito de Guerra”, que muestra no solamente la unión o lazo que nos une para gritar en contra de lo que queremos o merecemos. La Reforma cumple con su función ayudándonos a romper aquellas cadenas que nos sujetan y nos calan, sin embargo, nosotros ya iniciamos la pequeña ruptura para nuestra autonomía en común.