Libro- El Verdadero Amor Y El Amor Prohibido

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EL VERDADERO AMOR Y EL AMOR PROHIBIDO UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LAS CAUSAS DE LA INMORALIDAD Y EL SUFRIMIENTO, SU ORIGEN HISTÓRICO Y SOLUCIONES Jesús González Losada Montevideo - Uruguay 1997

CONTENIDO INTRODUCCIÓN EL AMOR Y LA VIDA El amor es el valor supremo. El amor y el propósito de la vida. Los trágicos resultados del mal uso del amor. LA NECESIDAD DE RESPUESTAS Y SOLUCIONES. ¿QUIEN, CUANDO, COMO Y POR QUE COMENZÓ EL MAL, EL SUFRIMIENTO Y LA TRAGEDIA HUMANA? En la búsqueda de nuestros antepasados. El significado de los símbolos. El primer delito o pecado original. Interpretaciones similares. LAS MOTIVACIONES Y EL PROCESO DE LA CAÍDA. Los ángeles. El arcángel Lucifer y su traición. La caída espiritual. La interrelación entre lo físico y lo espiritual. La caída física. EL AMOR INMADURO E ILÍCITO FUE EL INICIO DE LA TRAGEDIA Y EL SUFRIMIENTO HUMANO. El corazón de Dios. El poder absoluto y sagrado del amor. Por que Dios no intervino. LAS CONSECUENCIAS HISTÓRICAS DE LA CAÍDA. La desunión entre los deseos de la mente y los deseos del cuerpo. Nuestra naturaleza original y nuestra naturaleza caída. Posibles criticas a esta visión. La circuncisión, el celibato y el sacramento del matrimonio. El pecado original afecta nuestro linaje. LA REALIZACIÓN DE UN MUNDO DE VERDADERO AMOR Bibliografía. ÍNDICE DE ILUSTRACIONES Los pilares para una sociedad sana y feliz.

El sufrimiento se origina en el mal uso del amor. La realización del propósito de nuestra vida. El hombre es espíritu y tiene un cuerpo. El pecado original fue la realización del amor prohibido. Nuestro valor y dignidad. La solución de los problemas mundiales empieza con el individuo. El camino para la paz mundial

UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LAS CAUSAS DE LA INMORALIDAD Y EL SUFRIMIENTO, SU ORIGEN HISTÓRICO Y SOLUCIONES

INTRODUCCIÓN El ideal eterno e incambiable de Dios y el deseo permanente del hombre, tanto en la actualidad, como en el transcurso de la historia, ha sido siempre la creación de un mundo unido de paz, amor y felicidad para toda la humanidad. Sin embargo, es obvio que la realidad de este mundo es y ha sido totalmente diferente a esos ideales a los que todos fervientemente aspiramos. Sin esclarecer a fondo el origen de nuestros problemas será extremadamente difícil encontrar las soluciones apropiadas. La dificultad más grande en la medicina siempre ha sido descubrir las causas reales de cada enfermedad, antes de poder encontrar y aplicar un remedio eficaz. De igual forma, en el transcurso de la historia, la tarea más difícil a la que se enfrentaron tanto los fundadores de las más grandes religiones como filósofos, sabios y santos, fue encontrar las causas verdaderas y profundas del sufrimiento humano y las raíces originales e históricas del mal. Aunque se han desarrollado muchas explicaciones y teorías sobre el origen del mal, hasta ahora nadie ha podido aclarar satisfactoriamente este problema y ofrecer soluciones efectivas que terminaran con la tragedia y el sufrimiento humano. Este ensayo que presentamos a continuación está inspirado en los extraordinarios descubrimientos logrados por el Reverendo Sun Myung Moon sobre este tema. En ellos se aporta una nueva luz sobre este problema transcendental, todavía no resuelto. El propósito del autor es familiarizar al lector con estas importantes revelaciones que nos traen una esperanza real y concreta de conseguir un nuevo y mejor futuro para la humanidad.

Jesús González Losada New York, Julio 1992

EL AMOR Y LA VIDA EL AMOR ES EL VALOR SUPREMO ¿Qué es lo más valioso en nuestra vida? ¿Qué es lo que nos hace felices? Algunos dirán "el dinero y las riquezas". Otros responderán sin duda que la "sabiduría y el conocimiento". Y otros sugerirán "el poder, la posición y la fama." Entonces, ¿son el dinero, las riquezas, los conocimientos, el poder, la fama las cosas más importantes de la vida? Cuando encaramos seriamente esta cuestión, surgen otros pensamientos. No hay duda que las riquezas, los conocimientos, el poder y la fama, son cosas valiosas que todos buscamos, pero que, en sí mismas, no son la fuente de nuestra felicidad. Una persona puede tener todas las riquezas del mundo, así como conocimientos, pero si es obligada a vivir sola, no sería feliz. Todos esos elementos como dinero, riquezas, conocimientos, poder, fama, sólo tienen sentido y valor cuando son compartidos, o usados para el beneficio de los demás. Somos felices cuando podemos compartir con otras personas nuestra posición, nuestras riquezas, nuestros conocimientos o cualquier cosa valiosa que poseamos. Si alguien nos ofreciera millones de dólares así como conocimientos y poder a cambio de nuestro querido marido o esposa, nuestros padres o hijos ¿los venderíamos? ¿Seríamos felices después? Sólo cuando tenemos relaciones armoniosas de amor verdadero con los demás, sentiremos la máxima felicidad. Así, pues, la felicidad requiere de una relación con alguien y esto es verdad tanto para el hombre, como es verdad para Dios. Por lo tanto, tenemos que llegar a la conclusión de que lo más precioso en la vida es el amor. Ninguna suma de dinero, poder o conocimientos puede igualarse al infinito poder del amor verdadero. No importa cuanto tiempo vivamos, nuestra existencia biológica no tiene valor a menos que experimentemos el amor. Cuando observamos nuestro universo, nos damos cuenta de que cada ser existe a través de la unión de elementos pares. Eso es cierto en todos los niveles, empezando incluso por el reino mineral. Los átomos y moléculas se forman por la unión de un elemento positivo y negativo. En el nivel de las plantas, la existencia y la reproducción requieren la unión del estambre y el pistilo, que representan los aspectos masculino y femenino. El sistema de pares es incluso más obvio en el nivel de los animales. Los peces, los pájaros, los mamíferos y todos los animales existen como macho y hembra. Finalmente los seres humanos, son hombres y mujeres. ¿Por qué existe este sistema de pares? ¿Es que acaso existió algún hombre en toda la historia que planeara crearse a sí mismo como masculino, con todos sus órganos y características, porque tenía que existir un complemento femenino con el que formar un hogar y procrear hijos? ¿Acaso alguna mujer lo planeó? Por supuesto que no. ¿Quién, entonces? Es obvio que tuvo que ser el mismo Creador, el primero en pensar y planear en crearnos como hombre y mujer para el propósito de formar una unidad en amor. El creador dividió todo en masculino y femenino para que ellos pudieran unirse a través del dar y recibir amor. Dios creó todas las cosas formando parejas recíprocas para que todos los niveles de la creación experimentasen alegría y amor. El propósito de Dios en crear el mundo fue el de tener un objeto para amar. Su propósito en crear a padres e hijos, esposo y esposa y todas las cosas en pares en este mundo, fue para establecer el amor verdadero en la creación. Así como los padres viven para sus hijos y los hijos para los padres, los maridos para sus esposas y las esposas para sus maridos. Todos los seres en la creación existen para vivir y 1

darse los unos a los otros. A través de la acción del amor, cada especie se multiplica y extiende su linaje. El concepto del amor fue lo primero en la mente de Dios y El luego creó al hombre y a la mujer. El hombre y la mujer pueden encontrar amor verdadero solamente el uno a través del otro. ¿Vivimos los hombres y las mujeres con el sólo propósito de comer tres veces por día y dormir ocho horas cada noche? No, vivimos para el amor. Así es como Dios nos creó. Dios es la primera personalidad y la personalidad humana proviene de Dios. Es por eso que los hombres y las mujeres están dispuestos a sacrificar sus propias vidas por el bien de los que aman. La palabra "sagrado" debe estar conectada al amor; solamente en el contexto del amor, la palabra "sagrado" tiene significado. Por ejemplo, cualquier marido que sea capaz de sacrificarse por el bien de su esposa es un marido sagrado, y viceversa. La persona que está dispuesta a morir por sus padres será un hijo con piedad filial; es un hijo o una hija sagrada. La persona que da su vida por el bien de la humanidad es un santo. El amor es el valor supremo. El amor no existe para uno mismo, sino que existe para otros. El amor verdadero comienza cuando nos sacrificamos y vivimos para el propósito de amar a los demás. El amor verdadero es altruista y da constantemente para el beneficio de los demás, olvidando lo que ha dado. Si conscientemente recordamos lo que hemos dado, entonces empezamos a calcular cuánto de lo dado es bastante. Y si decidimos que ya hemos dado lo suficiente, entonces el amor no puede continuar eternamente. El amor verdadero es el acto de dar sin la condición de recibir. Todos deben inclinarse ante este amor verdadero. El amor verdadero tiene poder y dominio sobre todas las cosas sólo el amor verdadero transciende todas las barreras. Para que podamos llamar a nuestro amor "verdadero", debe contener algunas características esenciales. Debe ser único, eterno, incambiable y absoluto.

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EL AMOR Y EL PROPÓSITO DE LA VIDA El ideal eterno e incambiable de Dios es la creación de un mundo de amor, paz y felicidad para toda la humanidad. El más importante y profundo de todos los atributos que existen en el carácter divino es el "corazón". Podemos definir al "corazón" como el fuerte impulso emocional de obtener alegría y felicidad a través del amor. En el "corazón" de Dios existe ese irresistible estímulo, esa irrefrenable fuerza emocional y deseo de amar. Es por esta razón que comúnmente decimos que Dios es amor. (I Juan 4:7-8). Porque el amor se origina en Dios. El amor existe sólo cuando hay alguien a quien amar y alguien que nos ame. Dios necesita crear a la humanidad para realizar Su amor. Es por amor que los seres humanos son la creación suprema. Un ideal necesita ser compartido con alguien. Y ésta es la profunda razón motivadora que Dios tuvo para crear a los seres humanos. A los que creó a Su imagen y semejanza como la manifestación visible de sus características invisibles. Como objetos de su amor, en la posición de hijos, para ser la fuente de Su alegría y compartir Su creatividad. Dios creó el mundo físico y el mundo espiritual como el ambiente y objeto de alegría para la humanidad. Cuando uno está unido con Dios en verdadero amor, uno tiene dominio sobre toda la creación de Dios, tanto la física como la espiritual. El verdadero amor contiene los tres grandes atributos de "herencia," "participación" e "igualdad." Por ejemplo, si una mujer pobre y sin estudios se casa con un hombre rico y forman una pareja feliz; entonces lo que pertenece al marido también pertenece a la esposa. Ella adquiere el derecho de participar en los intereses de su marido y como se aman mutuamente mucho más que a sí mismos llegan a ser iguales en valor. Cuando uno vive completamente para los demás, uno está alcanzando la esencia misma del ser de Dios. Las vibraciones de Dios se convierten en nuestras vibraciones, los sentidos de Dios se nos transmiten naturalmente. Viviendo de esta manera, llegamos a ser un cuerpo resonante del corazón y el amor de Dios. Ese es el estado de perfección que Dios quiere que alcancemos y por el que originalmente nos creó. Para realizar Su propósito, Dios creó al hombre y a la mujer para que primero crecieran y alcanzaran su perfección individual. Luego, con Su bendición se unirían extasiados en amor, estableciendo una pareja eterna, llegando a ser padres verdaderos para sus hijos, transmitiéndoles la vida física y espiritual. (Este ideal está expresado en el Génesis 1:28) El propósito de nuestra existencia es la realización de este ideal de amor verdadero y felicidad en la familia, el cual se extenderá naturalmente a la sociedad, la nación y el mundo. De entre todas las instituciones que existen o puedan crearse, la familia es la primera, la más básica e importante, por ser Dios mismo Su fundador. La familia es la unidad fundamental y el elemento indispensable en la construcción de cualquier sociedad. Si no podemos lograr paz, amor y felicidad en nuestros hogares, no existirá esperanza de crear paz, amor y felicidad en la sociedad, la nación o el mundo. Buenas familias son elemento imprescindible para realizar una sociedad sana, próspera y feliz en cualquier parte. (ver diagrama # 1)

La familia es la escuela del amor y el lugar ideal donde el amor de Dios se ve expresado en las relaciones humanas. En la familia cada uno crece, aprende y experimenta los ilimitados reinos del amor: primero, el amor filial hacia nuestros padres, luego el amor entre hermanos y hermanas, después el amor conyugal con nuestra pareja, y finalmente el amor paternal hacia nuestros propios hijos e hijas. Cuando aprendemos y experimentamos estos cuatro reinos de amor en nuestro corazón, nos graduamos en esta escuela del amor. A través de este proceso nos preparamos para señorear todas las complejas relaciones de la sociedad en general. Cuando observamos la familia, vemos que los padres están en la posición central. La familia se forma sobre la base del amor entre un hombre y una mujer. El amor es como el vínculo aglutinante, el elemento que los une y que mantiene esa unidad. El amor y la familia son inseparables y por lo tanto es absolutamente necesario descubrir el valor y el propósito transcendental que el amor tiene en nuestras vidas. En la historia, distintos puntos de vista sobre la vida, el universo y Dios han presentado problemas no resueltos. La solución de estos problemas se hallará cuando un verdadero hombre y una verdadera mujer se unan con Dios en verdadero amor, creando una unidad absoluta, debido a que ése es el propósito original de Dios y la fuente del valor absoluto. Cuando observamos a los adolescentes, vemos que se están preparando para el amor tanto en lo físico como en lo espiritual. Por eso suelen ser muy románticos, idealistas, sensibles y apasionados. Esas son las señales de que se están abriendo a las sensaciones completas del amor en el cuerpo, la mente y el espíritu. Son como un capullo antes de abrirse. La dulzura está guardada dentro. Así, pues, antes de ser bendecidos en matrimonio deberían ser como un capullo bien cerrado, guardando así la fragancia en lo más profundo de su ser. Cada joven debería valorar y guardar cuidadosamente su pureza y virginidad como su más valiosa fortuna. Esa es la mejor garantía para el éxito de su futura familia. La castidad y la pureza de corazón antes del matrimonio garantizan el continuo crecimiento de nuestra personalidad y espíritu. Existe una definitiva correlación entre el desarrollo de una sexualidad sana y el crecimiento espiritual hacia una vida de integridad y rectitud como adulto. Estos elementos son necesarios para construir con éxito una unión de amor verdadero en el matrimonio. Sobre ese fundamento, hombre y mujer pueden establecer una pareja fuerte y ser padres capaces de transmitir a sus hijos una verdadera tradición de amor. Este es el principio divino. Dios creó al hombre para la mujer y la mujer para el hombre. De manera que podemos decir que desde el mismo momento en que una persona nace, nace para su compañero o compañera. Hombre y mujer son la manifestación sustancial de las características masculinas y femeninas que provienen de Dios. Son como acumuladores que se van cargando de energía proveniente de Dios, pero de una polaridad opuesta. Se forma una especie de electricidad entre el hombre y la mujer, así como cuando el positivo y el negativo de un circuito eléctrico se encuentran y la corriente fluye. Dios genera más y más voltaje entre ellos creando una enorme chispa y una bola de fuego de amor. Esa chispa significa unidad y creatividad. Cuando una chispa se produce entre los hombres y mujeres, se crea un campo magnético fluyendo desde Dios. Por lo tanto, toda la creación es como una máquina de amor. Dios creó a los seres humanos para ser la parte interna de la máquina, mientras que el universo es la máquina externa. Ambas vibran juntas con la misma onda de amor. ¿En qué lugar físico finalmente se conectan el hombre y la mujer para la consumación de su amor? Ese lugar son los órganos sexuales. El órgano del amor del hombre, así como el de la

mujer, están situados en el centro del cuerpo, en ellos se concentran todos los sistemas nerviosos. Dios los puso en un lugar protegido, como una construcción oculta. Estos órganos, si el hombre no se hubiera degradado en el origen, deberían estar conectados en última instancia a su central de energía, que es Dios. Los órganos sexuales deberían ser originalmente el palacio del amor de Dios. Deberían de ser los lugares más importantes y sagrados, pues en ellos se consuma el amor a través de ellos se crea la vida y se transmite el linaje. La unión en el acto del amor debería tener una dimensión mística y sagrada, ya que es la unión íntima entre el marido y la esposa con Dios para disfrutar del amor que El originalmente diseñó. Dios creó al hombre y la mujer de tal forma que se armonizan sexualmente. El órgano sexual del hombre es propiedad de su esposa y viceversa. Esta es una verdad simple y ningún poder la podrá cambiar. Marido y esposa intercambian la propiedad de sus órganos y desde ese momento hay un sólo y único dueño para siempre; es como si voluntariamente se pusieran un cinturón de castidad y le entregaran la llave a su cónyuge. El problema ha surgido con la idea de que nosotros tenemos la potestad sobre nuestro órgano sexual y que tenemos el derecho de usarlo de cualquier modo que el cuerpo desea. En la búsqueda de una familia estable y feliz necesitamos establecer un principio imprescindible: Las relaciones sexuales, como la expresión del amor verdadero y eterno, deben de realizarse única y exclusivamente dentro del matrimonio. Sólo el marido y la esposa tienen la llave de acceso para abrir esos lugares sagrados para el cumplimiento del amor celestial. Ese acto de amor está destinado a ser la posesión más sagrada del marido y su esposa y nunca debe profanarse permitiendo que un extraño entre y lo adultere o corrompa. Esta es la forma correcta de comprender la relación entre marido y esposa. Una vez que el hombre y la mujer encuentran su amor verdadero, es algo eterno y permanente y no puede existir un amor alternativo. Para establecer familias verdaderas y la paz en el mundo, es necesario el compromiso de amor eterno y de fidelidad sexual absoluta en nuestros matrimonios, por lo que tenemos que: - Comprometernos a exaltar la dimensión sagrada de la sexualidad humana, debido a su poder de celebrar el amor eterno, crear vida eterna y perpetuar el linaje eterno. - Comprometernos a respetar al hombre y la mujer como representantes de los dos aspectos de Dios y el universo, incompletos el uno sin el otro, quienes experimentan el amor y la felicidad suprema a través de su relación armoniosa. - Comprometernos a honrar los órganos sexuales, que representan nuestro centro físico y espiritual del amor, manteniendo la pureza sexual antes del matrimonio y la fidelidad sexual absoluta dentro del matrimonio. La primera noche cuando se comparte el primer amor, el momento cuando marido y esposa se funden juntos en total unidad a través de un amor completo físico y espiritual, cuando los órganos sexuales se ensamblan en armonía total, ése es el lugar y el momento donde se cumple con el propósito entero de la creación. Dios nos dio los órganos sexuales para que como marido y esposa podamos unirnos, lo que supone la bendición más increíble. A través de esa unión Dios quiere sentir placer en el Palacio del Verdadero Amor (los órganos sexuales). Ese es el punto de comienzo de la felicidad verdadera. Heredamos nuestro linaje de sangre por medio del acto sexual. Ese no sólo es el momento

cumbre de consumación para hombre y mujer, sino que es el punto culminante de consumación también para Dios. La imagen entera invisible de Dios se completa en ese instante. El mundo espiritual y el mundo físico, el Creador y lo creado, todo llega a ser uno en ese momento. Es ahí donde se manifiesta la alegría de la creación. Ese es el comienzo de la felicidad y la esperanza y por eso debemos restaurar y lograr ese ideal. Esa es la vida que Dios concibió para cada hombre y mujer aquí en la tierra y cuándo se termina esta clase de vida en la tierra, iremos al Reino de los Cielos en el mundo espiritual eterno. El estímulo y realización definitivos de los hombres y las mujeres son los del amor verdadero, no existe nada mejor. Es como el ancla de la vida. Cuando el amor de marido y esposa se consuma en este nivel tan sagrado, Dios está viviendo con ellos en todo momento. Una vez anclados en el corazón de Dios, el marido y la mujer pueden sentirse satisfechos y realizados para siempre. El amor de nuestros padres origina nuestra vida física y transmite el linaje de sangre. El amor, la vida y el linaje están relacionados con los órganos sexuales. El vínculo del amor, la vida y linaje es lo que da a la historia su continuidad, enlazando el pasado, el presente y el futuro. Por esta razón, el acto del amor debería ser lo más precioso, hermoso y santo en la vida. Pero, sin embargo, es muy significativo descubrir el hecho de que constantemente durante toda la historia humana, los órganos sexuales y el acto del amor hayan sido vistos como algo sucio y vergonzoso. También es sintomático que la mayoría de los idiomas usan frecuentemente el lenguaje más obsceno y vulgar para describir los órganos sexuales y el acto del amor. El adulterio es la más grande traición imaginable contra el amor, y sin embargo, este problema, desafortunadamente lo vemos repetido, en todos los ámbitos y culturas a través del tiempo, así como la prostitución, que reduce el sexo a una mera mercancía. Los incestos, los abortos, las violaciones y toda clase de perversiones sexuales que se realizan a través de los órganos del amor, invadieron y contaminaron la vida de los hombres en todas las razas, culturas y religiones a través de toda la historia humana pasada y presente. Estas son pruebas evidentes de que existe algo terriblemente equivocado y desviado en la conducta humana, en relación al amor y su expresión sexual. También nos prueba, como veremos más adelante, que el hombre en sus orígenes se desvió y se degradó por tomar la dirección equivocada en cuanto al amor. El impulso sexual es la fuerza interior más poderosa. Si no somos capaces de controlarla, conquistarla y usarla en la dirección correcta, entonces será esa fuerza la que nos conquistará a nosotros. Esta es la razón por la que ha sido tan difícil para el hombre superar el deseo por el amor ilícito. Todas las grandes religiones en la historia han tratado de superar este problema y por eso han puesto al adulterio y la fornicación entre los más grandes pecados. Incluso en muchos casos, han propugnado y defendido una vida de celibato como medio de purificación y acercamiento a la dimensión más alta del amor de Dios. Haciendo de esta forma una clara distinción entre el amor original divino y celestial que aspiraban alcanzar y el nivel degradado y corrompido del amor mundano existente. El amor es la fuerza más grande y poderosa en el universo, y la fuente de la vida y la felicidad. El acto del amor está destinado, según la ley o principio divino, a ser la experiencia más hermosa, sagrada y sublime. Pero si ese acto se realiza de forma ilícita, se convierte en la experiencia más sucia, degradada y vergonzosa. Por lo tanto, el amor ilícito o prohibido es también una fuerza destructiva que causa grandes frustraciones, desengaños y sufrimientos. Se puede hacer una analogía entre el poder físico de la energía atómica y el poder espiritual del amor. Si la energía atómica se usa sabiamente para propósitos pacíficos, es una fuente de

prosperidad y progreso inimaginable pero mal usada, la energía atómica se convierte en la fuerza más destructiva. En forma similar, cuando el amor se experimenta en la dirección correcta nos eleva y nos hace sentir la más grande felicidad, paz y armonía imaginables pero si el amor se experimenta de forma inmadura o equivocada nos degrada y produce trágicos resultados, como divorcios, embarazos no deseados, abortos, incestos, violencia en el hogar, y otros males consecuentes. (Véase diagrama).

LOS TRÁGICOS RESULTADOS DEL MAL USO DEL AMOR La corrupción sexual ha causado la caída de muchos grandes hombres y naciones a lo largo de la historia humana. Como el principal enemigo de la familia, el amor ilícito o prohibido es y ha sido la causa de amargas tragedias tanto para las personas y familias involucradas como para la sociedad en general. Estas palabras contienen una vieja y severa sabiduría. Desde lo más remoto, pueblos y profetas compartieron juntos la creencia de que tarde o temprano la conducta sexual no controlada traería consigo el enojo de los dioses en forma de decadencia y autodestrucción. En la Biblia está escrito que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas porque las personas que vivían en ellas llevaban una vida muy inmoral. Las investigaciones modernas corroboran esta creencia. Arnold Toynbee, uno de los más grandes historiadores modernos, escribe: "De entre las 21 civilizaciones más notables de la historia, 19 perecieron no por haber sido conquistadas, sino por la decadencia interior." Otro historiador, el doctor J.D.Unwin de la Universidad de Cambridge, hizo un estudio de ochenta civilizaciones que hubo en un período de cuatro mil años y concluyó diciendo que una sociedad o bien escoge promiscuidad sexual y degenera, o disciplina sexual y crea energía. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, expresa: "Sólo puedo decir una y otra vez -porque nunca fui capaz de descubrirlo de otro modo- que la sexualidad es la clave para el problema de la psiconeurosis y de las neurosis en general". (Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad) El imperio romano llegó a ser increíblemente fuerte y poderoso en su tiempo, y sin embargo se derrumbó, no debido a una formidable fuerza invasora externa, sino por la decadencia interior que lo hizo débil y vulnerable. Desde los emperadores hasta la gente común, todos llevaban una vida sensual. Los arqueólogos, cuando descubrieron las ruinas de la ciudad de Pompeya en Italia, que fue sorpresivamente sepultada por la erupción del Vesubio, pudieron reconstruir las escenas de la vida en el momento de la erupción y comprobar que el estilo de vida era realmente lujurioso, promiscuo y de una moral corrupta. A la luz de lo expresado anteriormente, la idea de que el sexo es solamente una necesidad biológica más, un apetito que hay que satisfacer, como beberse "un vaso de agua" cuando se tiene sed, está totalmente errada. Y se sustenta en el concepto equivocado de que el hombre no es más que un simple animal evolucionado y racional, queriéndolo desligar completamente de su dimensión espiritual y divina. Necesitamos comer, beber, dormir, tener ropas y refugio para nuestra supervivencia individual. La actividad sexual es necesaria desde el punto de vista biológico para la reproducción de nuestra especie, pero no para mantener nuestra vida física individual. El acto sexual no es meramente una función física. El sexo es interpersonal y afecta directamente a otra persona. Como ya hemos visto, su verdadero propósito está ligado a ser la expresión del verdadero amor. Cualquiera que lo dude, puede comprobar lo sucedido en Rusia durante los primeros años de la Revolución Bolchevique. Al principio se atentó deliberadamente contra el matrimonio y la familia. El divorcio se podía obtener por cualquier razón y en cualquier momento. El aborto era legal y facilitado. Las relaciones prematrimoniales eran favorecidas. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio, se tenían como normales. ¿Y qué sucedió? Según nos relata el profesor Sorokin de la Universidad de Harvard, a los pocos años, hordas de niños salvajes y sin hogar eran una amenaza real para el país. Millones de vidas, especialmente muchachas, eran destruidas, el divorcio y el aborto llegaron a su máximo apogeo. Los odios y conflictos producidos por la poligamia y la poliandria se incrementaron rápidamente, y lo mismo

ocurrió con las psiconeurosis. El trabajo en las fábricas nacionalizadas se descuidó. Los resultados eran tan alarmantes que el gobierno se vio obligado a invertir su política. La propaganda del "vaso de agua" fue declarada contraria a la Revolución y en su lugar se erigió la glorificación oficial de la castidad y la santidad del matrimonio. En otras palabras, los rusos descubrieron la triste realidad de que el sexo, considerado como un apetito más, no sólo arruinaba al individuo, sino que arruinaba rápidamente al mismo Estado. La armonía y estabilidad social comienzan, como es natural, con la armonía y estabilidad del hogar. Es una observación muy común que la familia es la base moral de la sociedad. Por lo tanto, el nivel ético y moral de una nación refleja el nivel moral de sus familias. Necesitamos cariño y amor para nuestro crecimiento, de la misma forma que necesitamos alimentos físicos para nuestro cuerpo. Cuando un niño no recibe la alimentación adecuada en su época de crecimiento, sufrirá de raquitismo, desnutrición y otros problemas que afectarán la formación de su cuerpo. En forma similar, si no recibimos el amor, la atención y el cariño necesario de nuestros padres en el hogar, aparecerán, como consecuencia, limitaciones, complejos y otros problemas que afectarán nuestro carácter y comportamiento adulto. Muchas investigaciones sociológicas y estadísticas nos prueban que en la sociedad muchos delincuentes y criminales provienen de hogares desintegrados y que la mayor parte de los problemas de alcoholismo, drogadicción y violencia están ligados a la distorsión o falta de amor en el hogar. De hecho, donde haya homosexualidad, amor promiscuo, drogas y alcoholismo, no tiene cabida un mundo de verdadero amor. ¿Cuántos han experimentado la crueldad de la infidelidad y el divorcio? ¿Dónde está Dios en los amores de una noche? ¿Qué podríamos decir de la pesadilla en la que viven los niños que han sido abusados sexualmente por uno de los padres? ¿Vale tanto ese amor promiscuo como la vida de un niño destrozado? La promiscuidad sexual es lo que más hiere a Dios. Un mundo promiscuo es absolutamente contrario a la Voluntad de Dios y al ideal de la familia. El amor surge del estímulo de una emoción inmaculada, pero la promiscuidad sexual carece completamente de pureza o de verdadera emoción. En el tiempo actual, muchos problemas pueden ser eliminados gradualmente por el avance de la ciencia, la tecnología y el empleo de nuevos y más avanzados sistemas económicos, políticos y sociales. Pero, sin importar la magnitud de estos avances, observamos que cuanto más desarrollado llega a ser un país, parece más incapaz de reconocer y controlar la inmoralidad sexual, el adulterio y los delitos sexuales. Tales actos suelen realizarse en privado y secreto. Este es un problema que ni las leyes, las píldoras, la tecnología, ni los actuales métodos de educación sexual son capaces de resolver. Desafortunadamente muchos de los programas educativos modernos de educación sexual para la juventud, presentan una mera información física (genital), enfocándose fundamentalmente en los aspectos biológicos, médicos e higiénicos del sexo, con toda gama de detalles sobre todos los métodos posibles para evitar el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual. Estas enseñanzas están a menudo desprovistas de los valores éticos y morales, y fallan miserablemente en reconocer el valor verdadero y sagrado del amor y su expresión sexual. No es ninguna sorpresa, por tanto, que el resultado de este tipo de educación ha conducido a un incremento del mismísimo problema que tratan de solucionar. En lugar de enfatizar el valor de la castidad y una seria preparación para el amor y el matrimonio, estos métodos han servido en muchos casos a una abierta invitación a la experiencia sexual prematura, fomentando la actitud de que el sexo es una mera necesidad biológica y que sólo las consecuencias constituyen un problema si no se toman las medidas apropiadas.

LA NECESIDAD DE RESPUESTAS Y SOLUCIONES Como acabamos de exponer, el amor debería dirigirse según el plan o principio divino, en una dirección correcta y verdadera, produciendo resultados buenos y sin lugar a dudas, ser la fuente de la felicidad y el cumplimiento de nuestros ideales. Pero, lamentablemente, como también hemos expuesto, durante toda la historia el hombre no ha sabido encontrar la dirección verdadera en cuanto al amor y alcanzar de esta forma los ideales a los que ansiadamente aspira. ¿Cuándo y cómo se origina en el hombre esta tendencia de escoger la dirección falsa e ilícita del amor? ¿Cuál es la causa de esta desviación? Si Dios es nuestro creador y Su ideal eterno e incambiable es la realización de un mundo unido de amor, paz y felicidad, ¿por qué el mundo es un lugar de sufrimiento y tragedia tan diferente al ideal divino? Nadie ha podido aclarar satisfactoriamente con profundidad y detalle estos interrogantes y ofrecer soluciones eficaces que terminaran con la tragedia y el sufrimiento humano. De todas las investigaciones que el hombre pueda hacer, ésta es la más importante. De todos los secretos nunca antes esclarecidos, éste es sin lugar a dudas también el más transcendental. Como vamos a exponer a continuación, los extraordinarios descubrimientos que el Reverendo Sun Myung Moon ha hecho sobre este tema tienen un valor incalculable y representan una aportación esencial para esclarecer este problema nunca antes resuelto satisfactoriamente. Sun Myung Moon inició un largo y difícil camino en la búsqueda de estos secretos y misterios tan ocultos, la mañana de Pascua del 17 de abril de 1935 en una montaña del noroeste de Corea, su tierra natal. A la edad de 15 años se encontraba sumido en profunda oración y preocupado en grado extremo por el sufrimiento que observaba a su alrededor y que lamentablemente formaba parte de la continua experiencia del hombre en el transcurso de la historia. Jesucristo se le apareció en una visión y le mostró el curso de los eventos de su vida. Debido a la incomprensión de sus contemporáneos, la vida de Jesús estuvo llena de sufrimiento y dolor. A pesar de toda la preparación realizada por Dios en la nación de Israel, enviando profetas y señales antes de la llegada del Mesías, Jesús enfrentó el rechazo y la oposición en su tiempo, al no ser reconocido ni aceptado en su verdadero papel y posición como el Mesías. Este fracaso de la gente preparada en unirse con el Mesías esperado, les condujo finalmente a considerarlo un impostor y crucificarlo después de tan sólo tres años de ministerio público. A pesar de todo, Jesús siempre mantuvo un corazón de amor incondicional y pudo ser victorioso en traer una salvación espiritual a la humanidad a través de su ejemplo y sacrificio en la cruz. Sin embargo, la gran esperanza de Dios y de Jesús era erradicar definitivamente en aquel tiempo el pecado y poder establecer substancialmente el Reino de los Cielos. Esperanza que sigue todavía sin realizarse. Jesús explicó al joven Moon la necesidad de que alguien asumiera seriamente la tarea de completar esta misión y le pidió tomar esta responsabilidad. A pesar de su edad, él ya había sentido la tragedia y el sufrimiento de la humanidad, y se había determinado a dedicar su vida para remediarlo. Pero esta experiencia espiritual ocurrió de repente y estaba muy asombrado. Se le pedía una decisión extremadamente difícil e importante.

En un principio él rehusó, pero finalmente aceptó. Como explicaría años más tarde a sus seguidores, él lo hizo por dos razones. Primero, si él no aceptaba, probablemente Jesús no encontraría a ningún otro. Segundo, si comenzaba esa tarea por su propia determinación, siempre tendría la opción de abandonarla en un futuro, pero si hacía una promesa solemne a alguien, en este caso Jesucristo, entonces tendría que perseverar hasta el fin. Después de esta profunda y sorprendente experiencia, todo cambió en su vida y durante los 9 años siguientes inició una intensa búsqueda de la verdad de Dios. Aunque exteriormente él continuó sus estudios, graduándose en ingeniería eléctrica, todo su tiempo libre en esa época fue dedicado a la oración, el estudio de la Biblia y otros libros sagrados. Estaba intensamente serio y preocupado, preparándose para su misión. Deambuló por las montañas y a lo largo de los ríos, meditando, orando, investigando. Las respuestas nunca aparecieron de una manera fácil. Tuvo que enfrentar intensas y difíciles batallas espirituales con las fuerzas del mal que querían bloquear su búsqueda de la verdad que pudiera liberar al hombre del pecado y el sufrimiento. A través de innumerables noches en oración, mantuvo comunicación espiritual con Jesucristo, Moisés, Buda y otros santos, así como comunicación directa con Dios. Luchó desesperadamente por resolver un vasto enigma espiritual de preguntas tales como: ¿Quién es Dios realmente? ¿Cuál es Su naturaleza? ¿Cuál es Su intención y propósito? ¿Por qué creó al hombre? ¿Cuál es la relación que debe de existir entre el hombre y su Creador? Esa fue una de las cuestiones que Dios mismo le reveló en forma directa: "La verdad básica y central de este universo es que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos. Todos fuimos creados como hijos de Dios." Por lo tanto, él le preguntó al Padre Celestial: ¿Por qué no disfrutamos ahora de esa íntima relación como Padre e hijo contigo? ¿Mediante qué proceso, por qué razón, cuándo y por quién fue destruida esa relación? ¿Por Satanás? ¿Quién es Satanás? ¿Quién creó a Satanás? ¿Por qué Satanás llegó a ser Satanás? Si Tú eres bueno y el único Creador, ¿cómo puede aparecer el mal?, si nadie creó a Satanás, ¿cómo es que Satanás llegó a existir? Si Dios es amor y ha enseñado a perdonar a nuestros enemigos, ¿por qué Dios mismo no pudo perdonar a Satanás? ¿Por qué? ¿Qué es lo que Satanás pudo haber hecho, para que sea tan difícil incluso para Dios perdonarlo? ¿Qué clase de pecado fue cometido en el principio, que acarreó tanta tragedia a este mundo? ¿En qué consistió el pecado original? ¿Por qué nos afectó y afecta tan profundamente? Si Tú eres todopoderoso, ¿cómo puedes permitir la existencia del mal? ¿Por qué eres incapaz, impotente? ¿Por qué?... ¿Quién es, entonces, responsable de resolver el problema del mal? ¿Dios? ¿El hombre? ¿El Mesías? Dios y Jesús habían estado esperando por alguien que pudiera exponer finalmente a la luz del mundo, la identidad y el delito oculto de Satanás, para de esta forma poder acusarlo ante Dios y juzgarlo. Llegar a aclarar y exponer la naturaleza del pecado original, fue la tarea más compleja y difícil. Una vez que Sun Myung Moon descubrió la terrible traición cometida contra Dios y Su ideal de amor en el origen de la historia humana, el conocimiento de este secreto, fue la mejor arma para defenderse y contraatacar las fuerzas del mal, así como también la llave para ir desvelando el camino recorrido y el que falta por recorrer, para que la humanidad restaure el estado de bondad y perfección que estaba supuesta a alcanzar originalmente. Sun Myung Moon en este tiempo llegó a comprender intensamente el corazón angustiado de nuestro Padre Celestial, que sufrió y sufre constantemente por la tragedia y los pecados de todos sus hijos. Sintiendo esto, no podía parar de llorar. Aunque mucha gente abandonó a

Dios, El no abandona a nadie. A pesar de su soledad y dolor, constantemente trabaja para la salvación de la humanidad. Sun Myung Moon lloró por días enteros al descubrir la situación miserable del Padre Celestial. A veces sus ropas estaban completamente empapadas por sus lágrimas y su rostro tan hinchado que ni sus vecinos lo reconocían. El continuó preguntando: ¿A través de qué principios Tú estás trabajando durante la historia para restaurar a la humanidad? ¿Por qué el Reino de los Cielos que Jesucristo proclamó, no se realizó cuando estaba aquí en la tierra? ¿Cuáles fueron las circunstancias y las razones por las que Jesús fue rechazado y crucificado hace dos mil años? ¿Cuándo será el fin del mundo anunciado en la Biblia? ¿Por qué tiene que venir el fin del mundo? ¿Cómo termina el mundo? ¿Será una catástrofe del universo, o no? si no es así, ¿cuál es el significado de los acontecimientos predichos en la Biblia? ¿De qué forma y cuándo será erradicado el mal y el pecado definitivamente del hombre? ¿Cómo y cuándo se realizará el Reino de los Cielos sobre la tierra? Sun Myung Moon a través de increíbles luchas fue finalmente victorioso y obtuvo las respuestas a éstas y muchas otras preguntas, que más tarde fueron sistematizadas y escritas por sus seguidores en lo que hoy conocemos como el Principio Divino. El Reverendo Moon comentó en 1972 en Londres: "Estoy revelando el tema de mayor controversia en la esfera del mundo teológico actual. Este contenido no es meramente mi estudio o una investigación de la Biblia. Es una revelación, que llegó después de una intensa búsqueda y exploración en los más remotos lugares del mundo espiritual, donde obtuve las respuestas. Por lo tanto, mi deseo más serio es que no se precipiten en hacer juicios previos. Por favor, mantengan sus conclusiones y hagan sus propias investigaciones, particularmente en el mundo espiritual. Yo conozco claramente que la ley de Dios es muy severa. Si yo proclamo algo que no es verdad, entonces sé que recibiré el juicio de la historia. He sufrido persecución toda mi vida únicamente porque estoy hablando la verdad y sólo por esa única razón. Existen dos formas de comprobar esto. Podemos confirmarlo aquí en la tierra o luego confirmar esta verdad en el mundo espiritual. Les digo esto porque deseo que lo mediten profundamente y lo consideren seriamente." A continuación vamos a exponer algunos conceptos que nos ayuden a comprender mejor estas revelaciones sobre el origen histórico del mal y sus implicaciones en lo que tradicionalmente se conoce como: "La caída del hombre".

¿QUIEN, CUANDO, COMO Y POR QUE COMENZÓ EL MAL, EL SUFRIMIENTO Y LA TRAGEDIA HUMANA? A través de toda la historia registrada, observamos la existencia de una naturaleza mala e innatural en el hombre, que provoca conflictos y contradicciones, ocasionando tanto sufrimiento y tragedia a nuestras vidas. El antropólogo americano Richard Heinberg observa: "La gente en cada época y cultura ha insistido que el mal tiene una causa específica..., que la naturaleza humana no es del todo natural porque ha sido distorsionada por algún error o fallo fundamental que se ha perpetuado de generación en generación." (Memories and Visions of Paradise) Por lo tanto es razonable asumir que este mal tuvo que haber aparecido en el mero principio de nuestra existencia en este planeta, iniciándose probablemente de nuestros antepasados originales. Este es un problema que va más allá del alcance de la ciencia y es por lo que debemos tratar de comprenderlo desde la perspectiva de la religión. Es muy revelador y significativo descubrir que en casi todas las culturas y religiones del mundo existe algún tipo de relato o leyenda acerca de lo que sucedió en los albores de la historia, reconociendo que el hombre perdió su dirección original y que en un cierto momento se corrompió y el mal entró en el mundo. En cuentos egipcios, por ejemplo, se habla de una edad de oro perdida y la muerte causada por la "antepasada de las mujeres" y la serpiente. Leyendas Indias nos explican que Brahma fue tentado por Shiva para que creyera que la flor del árbol del conocimiento le daría la inmortalidad. En la mitología griega la caja de Pandora es un ejemplo famoso. Pandora era una mujer que iba a casarse con uno de los dioses antes de la existencia del mal. Le dieron una caja y le pidieron que no la abriera hasta después de su noche de bodas. Sin embargo, ella no pudo controlar su curiosidad y al abrirla desencadenó las terribles desgracias sobre la raza humana. La Biblia tiene el relato de Adán y Eva. El famoso psicoanalista Carl Jung comprendió estos relatos no meramente como una superstición o mito, sino como importantes revelaciones de una verdad más allá de la comprensión de la mente racional. Para Jung, eran expresiones simbólicas de la memoria colectiva de la raza humana, un tesoro de secretos de nuestra mente inconsciente colectiva que nos habla de nuestro pasado como personas. De todos los relatos acerca de lo que el cristianismo denomina la "Caída Humana", la Biblia contiene el relato más detallado y el que más impacto ha causado en las esferas culturales del mundo. Por lo tanto, este relato, merece nuestra completa atención. El libro del Génesis en la Biblia, nos describe que el primer hombre (Adán) y la primera mujer (Eva), vivían en el "Jardín de Edén", un mundo de alegría, sin miedo, culpa o maldad. Este jardín tenía dos árboles en su centro. Dios les dio una plena libertad a Adán y Eva, con la única excepción de obedecer el mandamiento de "no comer" del "fruto" del "Árbol del conocimiento del Bien y del Mal", con la seria advertencia de que si comían, morirían. Tentada por una "serpiente", la mujer comió del fruto prohibido y luego lo compartió con el hombre. Como resultado, ambos sintieron vergüenza de su desnudez y se ocultaron de Dios. Luego, Dios maldijo a la serpiente y fueron expulsados del jardín. Dios puso un ángel para que guardara del hombre el camino de acceso al "Árbol de la Vida", el otro árbol que estaba en el centro del jardín. Esto fue la caída de nuestros antepasados de acuerdo con este relato bíblico. Examinemos

detenidamente este relato para poder descifrar sus distintos símbolos que nos permitan comprender su significado y mensaje en relación con la condición humana actual.

EN LA BÚSQUEDA DE NUESTROS ANTEPASADOS Una de las características que distingue a los seres humanos del resto de los animales es que poseemos un espíritu único, eterno e indestructible. Por tanto, en el siguiente análisis, cuando se hace referencia o mención a la primera pareja original, [según la Biblia, Adán y Eva] nos referimos respectivamente al primer espíritu masculino, eterno e indestructible de un hombre [Adán] y de una mujer [Eva]. Ambos representan y encarnan respectivamente las características masculinas y femeninas de Dios y estaban destinados a ser la manifestación visible de Sus características invisibles [imagen y semejanza]. Estos dos primeros espíritus humanos encarnados estarían en la posición de hijos de Dios como señores y herederos de todo lo creado. El resto de todos los espíritus humanos ahora existentes se originaron y multiplicaron a partir de estos dos primeros espíritus humanos [padre y madre]. Nuestra preocupación fundamental es clarificar su origen espiritual y divino, así como el propósito para su creación, evitando especular sobre los todavía desconocidos detalles de su origen biológico o físico. Las preguntas relacionadas con nuestro origen físico o biológico es un problema que compete a la ciencia y que esperamos pueda dar una respuesta satisfactoria en un futuro no muy lejano. Aun en el supuesto caso de que múltiples parejas de homínidos estuviesen involucrados en nuestro origen biológico, ello no presentaría ningún problema con el planteamiento básico presentado por el Principio Divino. Sin embargo, recientes descubrimientos realizados a través de la biología genética aportan nueva luz en la búsqueda de nuestros antepasados. Los biólogos modernos, Rebecca L. Cann, Mark Stoneking y Allan C. Wilson de la Universidad de California, Berkeley, recientemente hicieron una investigación a través de rastrear el código genético del DNA mitocondrial, el cual se transmite exclusivamente por la línea materna y que obtuvieron de las placentas de 147 mujeres de todas las razas y puntos geográficos de los 5 continentes. Los resultados obtenidos llevaron a una poderosa conclusión: cada uno de nosotros, como parte de la humanidad, podemos rastrear nuestro linaje hasta una única mujer, que curiosamente estos científicos, apodaron "Eva Mitocondrial". Estos resultados fueron publicados el 1 de enero de 1987 bajo el título: "La Evolución Humana y el DNA Mitocondrial" en NATURE, una de las revistas científicas de mayor prestigio. Esta investigación causó una gran controversia y luego fue seguida de numerosos ataques por refutarla. Pero a pesar de la controversia y las dudas sobre el lugar y el tiempo de la aparición de esta supuesta "primera antepasada", el postulado fundamental de que nuestros genes provienen de "ella", se mantiene. Recientemente en un estudio publicado en "Journal of Science" (26-5-95) los científicos Robert L. Dorit de la Universidad de Yale, Walter Gilbert de la Universidad de Harvard e Hiroshi Akashi de la Universidad de Chicago, descartaron la idea de que el hombre moderno apareció simultáneamente en distintas partes del mundo. Al no encontrar variaciones después de analizar uno de los genes del cromosoma "Y" extraído de 38 hombres de distintas partes del globo, concluyeron que los antepasados de la humanidad provienen de una pequeña población concentrada. Estos hallazgos son consistentes con el prevaleciente punto de vista entre los antropólogos de que el origen de nuestra especie fue un hecho reciente que sucedió en una región y que luego los seres humanos se diseminaron por el mundo. Las variaciones raciales de hoy se originaron después de esa dispersión. La raza humana comenzó en un cierto punto específico de la historia de nuestro planeta, así como nuestra propia vida individual también tuvo un punto de comienzo. Hagamos la siguiente comparación, nuestro padre y nuestra madre son el punto de comienzo de nuestra vida. Ellos nos transmitieron sus características y genes, que estaban contenidos en las dos

células originales que se unieron en el momento de la concepción y que luego, al multiplicarse, dieron origen a la inmensa cantidad de células que componen los órganos de nuestro cuerpo. Cada célula de nuestro cuerpo, porta ese código genético exclusivo y característico de cada individuo y que proviene de las dos células originales. En forma similar, los más de 5.500 millones de personas que actualmente conforman la población mundial, provienen de la multiplicación que ocurrió a través del tiempo, en las distintas generaciones y que al retroceder en nuestro árbol genealógico, nos llevarían a nuestros antepasados originales. El primer padre y la primera madre, la primera pareja humana, origen de nuestra especie. Cada uno de nosotros portamos ese código genético exclusivo y característico de nuestra especie, dado por esos padres originales.

Habitantes

│ │ │ │ │ │ 0

Tiempo

5.500 Millones │ │ │ │ │ │ Actualidad

[Cada individuo sin excepción proviene de un padre y una madre. Es por tanto un problema matemático de estadística del crecimiento de población el regresar desde los aproximadamente 5.500.000.000 habitantes que conforman la población mundial actual hasta retroceder al tiempo con cero habitantes y obviamente, el siguiente número después del cero que habría que considerar sería el 2, pues 1 o 1.5 en este caso no pueden procrear.]

¿Llegarán finalmente los biólogos a la conclusión de que el Adán y la Eva del relato bíblico, la primera pareja de nuestros antepasados, de hecho realmente existieron? Hoy tenemos que agradecer que muchos de los descubrimientos en la ciencia actual, están ayudando a unificar y clarificar muchos de los viejos conceptos religiosos. Sobre todo, los nuevos y revolucionarios avances en las áreas de la física cuántica, la biología molecular y la parapsicología. Desafortunadamente, en siglos pasados, desde los tiempos de Galileo Galilei, existen serias e irreconciliables disputas entre el punto de vista de la religión y la ciencia, fundamentalmente, provocadas por la ignorancia y una actitud de prepotencia y fanatismo que muchas veces estaba presente en ambos lados. Según los "Principios de Unificación" no debe existir contradicción entre la ciencia y la religión. Como humorísticamente el Reverendo Moon expresó a un grupo de científicos que estaban interesados en saber por qué un líder religioso patrocina enormes conferencias con científicos, él dijo: "Dios es el más antiguo y el número uno de todos los científicos". La ciencia y la religión deben trabajar juntas y en armonía, puesto que ambas sirven para superar nuestra ignorancia externa e interna. Como Albert Einstein comenta: "La ciencia sin la religión está lisiada, y la religión sin la ciencia está ciega".

EL SIGNIFICADO DE LOS SÍMBOLOS EL JARDÍN DEL EDÉN.- La palabra hebrea "Edén" significa alegría o delicia, lo que nos indica que el hombre debería vivir en alegría y felicidad. El "Jardín del Edén" representa, por tanto, ese Mundo Ideal o Paraíso Terrenal, que se realizaría con el cumplimiento de lo que el Principio Divino denomina "las tres grandes bendiciones": La primera bendición:

Se refiere al logro de la perfección individual.

La segunda bendición:

Se refiere al establecimiento de una familia verdadera de amor eterno.

La tercera bendición:

Se refiere a la armonía y unidad de la familia humana con todas las cosas creadas. (El cuidado del medio ambiente).

Estos dones o bendiciones divinas, serían las metas esenciales a cumplir por todo hombre y están expresadas en el versículo 1:28 del Génesis: "Creced, multiplicaos y dominad..." (Véase diagrama). Adán y Eva tenían que crecer y alcanzar una madurez física y espiritual como hijos de Dios, es decir, llegar a ser uno con Dios en corazón, amor e ideales. De esta forma, Adán y Eva se convertirían en la encarnación o manifestación visible de Dios invisible. El templo donde el Espíritu de Dios morara constantemente Luego, con el permiso y la bendición de Dios, se unirían extasiados en un amor celestial, estableciendo una pareja eterna y convirtiéndose en los Padres Verdaderos que transmitirían la vida física y espiritual a sus hijos. Ellos establecerían la tradición del amor verdadero y felicidad eterna que seguirían más tarde todos sus descendientes y toda la humanidad. Este reino de amor y felicidad continuaría expandiéndose en la dimensión espiritual o Mundo Espiritual, después de la muerte de nuestro cuerpo físico. A través de la familia humana, Dios podría ejercer un dominio de amor sobre todas las cosas creadas, tanto en el mundo físico como en el mundo espiritual. Todo esto sería hoy una realidad, si el hombre no se hubiese degradado por el pecado en el origen. Por esta razón, la voluntad incambiable de Dios y el deseo permanente del hombre es el de restaurar y recuperar ese jardín o Paraíso Terrenal perdido. Esa esperanza se expresa en términos religiosos como el "Reino de los Cielos" o el "Nuevo Cielo y la Nueva Tierra" mencionados en la Biblia. LOS DOS ÁRBOLES DEL EDÉN.- El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, no son árboles de hojas y ramas que podamos encontrar en los libros de botánica. Estos dos árboles que se encontraban en el centro del jardín, simbolizan a Adán y Eva que estaban en el centro de la creación divina. Existen numerosos pasajes de la Biblia, en los que se compara al hombre con un árbol. (Prov.11:30 y 15:4, Salmos 1:3, Is. 5:7, Dan. 4:17-19, Jn. 15:5, Rom. 11:17).

El árbol de la vida, que era el deseo de Adán y que él no pudo alcanzar al ser expulsado del jardín después del pecado, representa al Adán perfecto u hombre de vida. Por eso la expresión "Árbol de la Vida" se menciona en la Biblia en varias ocasiones como la esperanza y deseo permanente, no sólo de Adán, sino de todos los hombres por alcanzar la perfección. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento: Proverbios 13:12, "...deseo satisfecho es árbol de vida" y luego en el Nuevo Testamento: Apocalipsis 22:14 "Dichosos los que laven sus vestiduras así podrán disponer del Árbol de la Vida..." El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, representa a Eva en su etapa de crecimiento, y su "fruto", como veremos más adelante, podría dar el conocimiento del bien y el mal. EL MANDAMIENTO.- El hecho de que existía la posibilidad de actuar en una dirección mala nos indica que el hombre y la mujer estaban todavía inmaduros en un período de crecimiento hacia la perfección. El mandamiento representa la "Palabra, Verdad o Principio" de Dios que tenía que guiarlos durante su período de crecimiento. Era la responsabilidad del hombre tener fe en esta palabra, como el desafío que les permitiría por sus propios esfuerzos alcanzar la perfección y cumplir con el propósito de sus vidas. Ese relato y la trágica realidad en que vivimos, nos indica que ellos fallaron en su responsabilidad. EL FRUTO PROHIBIDO.- ¿Qué es exactamente lo que hicieron? La respuesta gira alrededor del fruto. ¿Cuál es el significado de ese fruto que los llevó hacia el mal? Obviamente debe ser el símbolo de algo extremadamente importante por el que estaban dispuestos a arriesgar su vida. El fruto no pudo ser sólo una prueba que Dios les puso para demostrar su obediencia, como alguna gente cree. Ningún padre y mucho menos un Dios de amor, además omnisciente, probaría a sus hijos imponiéndoles un castigo de muerte por fallar la prueba. Por lo tanto, el mandamiento de Dios no fue una prueba, sino más bien una advertencia para proteger a sus hijos de algún grave peligro a su alrededor. Más aún, nuestros antepasados sólo podrían arriesgarse a morir por algo que fuera más deseable y estimulante que la vida misma. ¿Qué podría ser? ¿Qué es más importante que la vida misma y que, incluso hoy, nos puede arrastrar a desestimarla? Como ya hemos explicado, sólo la fuerza del amor es más fuerte que el deseo por la vida. Hombres y mujeres han sacrificado sus vidas por el amor a Dios, a su país, a sus ideales, etc. Una gran cantidad de duelos y muertes ocurren en las disputas por conquistar el amor de un hombre o una mujer. El fruto de un árbol es la señal de su madurez y capacidad de reproducción. El árbol se multiplica a través de su fruto que contiene semillas. De igual forma, el hombre se multiplica a través de sus órganos sexuales. Nuestro "fruto" representa el amor sexual a través del cual también nos multiplicamos. Antes de comer del fruto, Adán y Eva no sentían vergüenza de su desnudez. Después de comer del fruto, ellos sintieron vergüenza de sus cuerpos desnudos y ocultaron sus partes sexuales. Que Adán y Eva "comieron del fruto", significa que tuvieron una relación sexual. El hecho de que se ocultaron y sintieron vergüenza, nos indica la pérdida de su inocencia y que esa relación sexual se realizaba en desobediencia al mandamiento y las direcciones de Dios, antes de su plena madurez física y espiritual. Es una inclinación natural el ocultar lo malo y sentir vergüenza de nuestra conducta equivocada. ¿Quiere esto decir que el sexo en sí mismo es malo? Por supuesto que no en realidad todo lo contrario. Como ya hemos explicado, una vez lograda la madurez física y espiritual, el amor

sexual, centrado en Dios, debería ser la experiencia más hermosa y sagrada entre un hombre y una mujer. Los órganos sexuales serían el punto de unión en la consumación del amor verdadero y eterno entre Dios, Adán y Eva. Esos órganos son el lugar más valioso: el palacio del amor, la vida y el linaje, por donde se multiplicarían los hijos de Dios. El mandamiento de Dios de "no comer", era necesario para Adán y Eva, sólo durante el período de su crecimiento a la perfección. Era muy importante su estricta obediencia, pues de ello dependía la realización del Ideal del Amor y el propósito de la Creación Divina. Una vez alcanzada la madurez, Dios mismo se fundiría con ellos en el disfrute de su matrimonio y amor sexual. LA SERPIENTE.- En toda la literatura mundial, siempre se repite ese famoso complot del triángulo de amor, donde dos caracteres luchan por el amor de un tercero. También, lo encontramos en los distintos relatos de la caída. En el relato de la Biblia este tercer personaje está caracterizado por la "serpiente". ¿Quién es esa "serpiente" que indujo a Adán y Eva, que eran puros e inocentes, a tener una experiencia sexual prematura en desobediencia al mandato de Dios? Es obvio que esta "serpiente" no se refiere literalmente a ningún reptil con la capacidad de hablar. La Biblia, en el Apocalipsis (12:9) llama Diablo o Satanás a esta serpiente antigua y lo identifica con un ángel caído que engaña al mundo entero y que fue expulsado del cielo junto con otros ángeles. En la tradición cristiana a este líder de ángeles, originalmente bueno y que luego traiciona a Dios y provoca la caída de Adán y Eva, se le conoce como el arcángel Lucifer. ¿Qué hace Lucifer para traicionar el plan divino? La Biblia nos revela en los versículos 6 y 7 de la carta de San Judas en el Nuevo Testamento, que esos ángeles caídos perdieron su posición por cometer pecados sexuales. Esto nos indica que el arcángel Lucifer como líder de esos ángeles también cayó y se degradó por un pecado sexual. Dado que también ése fue el pecado cometido por Adán y Eva al ser influidos por el arcángel, nos lleva a concluir, que no se trata de dos incidentes separados sin ninguna relación, sino que se refieren al mismo delito.

EL PRIMER DELITO O PECADO ORIGINAL Una vez examinados y descifrados todos los símbolos de este relato sobre la caída, llegamos a la conclusión de que este primer delito o pecado original fue la relación adúltera e ilícita de amor sexual entre Eva y el arcángel Lucifer. Más tarde, este amor contaminado se pasa a Adán, cuando Eva lo induce a tener una relación sexual prematura y lo corrompe con el mismo tipo de amor falso y egoísta aprendido del arcángel. Este adulterio y fornicación, constituye la más grande traición contra Dios y contra ese ideal de amor verdadero y eterno que Adán y Eva realizarían después de su madurez física y espiritual. Si el amor es lo más sagrado y valioso en la vida, la destrucción del amor representa por tanto la tragedia más grande que uno se puede imaginar. Como veremos a continuación, este incidente corrompió a nuestros primeros antepasados que estaban supuestos a transmitir el verdadero ejemplo y tradición de lo que sería el amor verdadero y eterno entre marido y esposa. También estaban destinados a llegar a ser los Padres Verdaderos y los representantes visibles de Dios para todos sus descendientes, realizando un mundo próspero y feliz. Pero, en lugar de esto, la historia humana comenzó con un adulterio y fornicación, estableciendo un modelo falso y un ejemplo totalmente opuesto a lo que debería ser el ideal, embruteciendo al hombre espiritual y físicamente a niveles bajísimos, llevándonos a la era de las cavernas por miles de años y acarreándonos unas consecuencias trágicas para la historia humana. Siempre se nos ha enseñado que el pecado original es la raíz o la fuente de todos los demás pecados. Muchos teólogos y creyentes estaban intrigados de cómo un solo incidente podía causar tan graves consecuencias. Podemos compararlo con el simple pinchazo de un ojo para causar la ceguera permanente, o a una simple perforación al corazón, que termina con la vida de todo el cuerpo. En el psicoanálisis se encuentran a menudo casos de severos disturbios mentales originados por un solo trauma psíquico. Podemos decir que es como la contaminación en la fuente abastecedora de agua, que inevitablemente afectará a toda la ciudad, o como la enfermedad que entra en la raíz de un árbol y gradualmente infecta cada rama y cada hoja. En el árbol familiar de la humanidad Adán y Eva eran las raíces.

INTERPRETACIONES SIMILARES La interpretación de la caída de los ángeles y la caída de Adán y Eva en términos sexuales o de concupiscencia no es algo nuevo en la historia del Judeocristianismo. La encontramos en escritos de ciertos rabinos judíos, sobre todo del período intertestamental, así como en los Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos de los primeros siglos de nuestra era. Clemente de Alejandría en el siglo II escribió: "...el primer hombre de nuestra raza no esperó el tiempo apropiado, deseando el favor del matrimonio antes de su hora y cayó en pecado por no esperar el tiempo de la voluntad de Dios...ellos (Adán y Eva) fueron inducidos a hacerlo mucho antes de lo normal porque estaban todavía jóvenes y fueron arrastrados por el engaño." (Sobre el matrimonio XIV:94, XVII:102-103). De forma similar, Teófilo de Antioquía y San Irineo consideraban a Adán en una edad prematura cuando infringió el precepto de abstenerse de la unión conyugal con Eva, su futura esposa, no porque fuera una acción mala, sino impropia de su edad. Este concepto de que la caída ocurrió en un período de inmadurez antes de que alcanzaran la perfección, también es compartido por Pedro Lombardo, Hugo de San Víctor, Alejandro de Hales, San Buenaventura, Juan Duns Escoto y otros en la escuela franciscana. Influidos por algunos libros apócrifos de esa época y en especial por el Libro de Enoc, la noción de una relación carnal de los ángeles con las mujeres en los comienzos de la historia era comúnmente aceptada, sobre todo, para interpretar los versículos del Génesis 6:1-4. Tertuliano (160-200) llama a esos ángeles caídos "Desertores Dei, Amatores Feminarum" (Los desertores de Dios y amantes de las mujeres.) Interpretaciones similares fueron mantenidas por: San Irineo, Atenágoras, San Atanasio, San Ambrosio, San Jerónimo, San Justino y otros. Sin embargo, esos análisis ambiguos e incompletos no prosperaron, ni pudieron realmente ofrecer un remedio efectivo al grave problema del pecado original. El "Ambrosiaster", un escrito del siglo IV atribuido durante mucho tiempo a San Ambrosio, pero de autor desconocido, es un poco más específico: "Al ser corrompida Eva, la primera mujer, pierde su virginidad contra la voluntad de Dios y aparece corrompido cuanto de ella se engendra, comenzando por Caín, nacido de la primera desobediencia." "El demonio ha utilizado a Eva para enredar a Adán, haciendo de él un instrumento para usurpar la soberanía suprema, que sólo a Dios pertenece." "Adán el hombre primero y único creado y promovido por Dios a la realeza universal, con la investidura de la imagen y semejanza divina, aceptó la propuesta demoníaca de hacerse igual a Dios desflorando la virginidad de su mujer, Eva, a la cual el Señor había prometido el amor conyugal y casto de un matrimonio santo." ( El Pecado Original. Eleuterio Elorduy. B.A.C. 1977, pag. 202, 208, 221) El "Ambrosiaster" influye en gran medida a San Agustín en su interpretación del pecado original. San Agustín, aunque enfatizó que la caída se debió primordialmente al pecado de orgullo y desobediencia, merece nuestro reconocimiento por señalar también el factor sexual, así como su comprensión de que la concupiscencia es todavía la raíz del presente estado pecaminoso del hombre.

Lo extraordinario de estas nuevas revelaciones presentadas ahora por el Reverendo Sun Myung Moon, se debe a que no provienen de una mera interpretación bíblica o de un estudio de las interpretaciones teológicas dadas en el pasado, sino que el Reverendo Sun Myung Moon proclama con absoluta confianza y gran autoridad que son una nueva revelación divina, resultado de una directa e intensa búsqueda en la realidad del mundo espiritual. Segundo, esta revelación, como veremos a continuación, nos aclara y profundiza con minucioso detalle, por primera vez en la historia, el proceso, la motivación, los resultados y las soluciones a ese primer crimen o pecado original que tanto nos afectó y afecta, arrastrando al hombre en la dirección ilícita del amor. Desafortunadamente, tenemos que reconocer que en lo profundo del corazón del hombre todavía persiste esa fuerte inclinación o tendencia por el deseo de un amor ilícito.

LAS MOTIVACIONES Y EL PROCESO DE LA CAÍDA LOS ÁNGELES La creencia en seres espirituales amistosos ha sido mantenida en casi todas las culturas y religiones alrededor del mundo así como también el miedo a seres demoníacos. La Biblia llama ángeles a estos habitantes específicos del mundo espiritual. Aunque se les ha representado a menudo en el arte religioso con grandes alas en su espalda, en realidad tienen una apariencia similar a nosotros y por eso en algunos relatos bíblicos se les confunde con hombres. Al igual que nosotros, los ángeles tienen un cuerpo espiritual eterno e indestructible, con las mismas facultades de emoción, intelecto y voluntad. Pero, a diferencia de los hombres, nunca poseyeron ni experimentaron un cuerpo temporal y físico en el que crecer y perfeccionarse antes de pasar a vivir para siempre en el mundo espiritual. Los ángeles fueron creados antes de la aparición del universo físico, asistiendo y sirviendo a Dios en su largo proceso creativo. Encontramos muchas referencias a los ángeles en diversos relatos de la Biblia. Unas veces aparecen como mensajeros y enviados de Dios y otras veces ayudando y asistiendo a los hombres a cumplir su misión y responsabilidad en el camino de la restauración. Aparte de estas referencias bíblicas, existen innumerables testimonios de sus apariciones en la vida de muchos hombres y mujeres durante la historia. Interesantes encuentros con ángeles los tuvieron Mahoma, Santa Teresa, el científico y visionario sueco del siglo XVIII, Enmanuel Swedenborg, sólo por citar algunos. Aparte del hecho ya mencionado de que los ángeles nunca tuvieron un cuerpo físico, también existe una diferencia en cuanto a su misión y posición. Dios creó a los ángeles como sirvientes y mensajeros, pero creó a los hombres como a sus hijos. Los ángeles existen para recibir nuestro amor y encuentran su felicidad en servir a Dios y a los hombres. Una vez que los hombres alcanzasen su perfección, se convertirían en los señores de la creación, heredando y ejerciendo como los representantes visibles de Dios un verdadero dominio de amor sobre todas las cosas del mundo físico y el espiritual, incluyendo a los ángeles. Como hijos de Dios, los hombres están supuestos a tener autoridad sobre los ángeles como reconoce el Apóstol Pablo en su Carta a los Corintios. (I. Cor. 6-3) A pesar de que tradicionalmente siempre se les ha visto como seres gloriosos y muy superiores, en realidad el hombre fue destinado originalmente a una posición superior a la de cualquier ángel y sólo ahora como resultado de la caída las posiciones se han invertido y por eso nos sentimos en un nivel inferior. Antes que Adán y Eva aparecieran, los ángeles eran los seres más cercanos a Dios, que le reflejaban en mayor medida y recibían todo su amor.

EL ARCÁNGEL LUCIFER Y SU TRAICIÓN En la Tradición Judeocristiana, el Diablo o Satanás es el acusador y enemigo número uno del hombre, el origen de todo el mal y causante del sufrimiento y la tragedia humana. Satanás es un poderoso adversario, porque es un ángel caído que conoce muy bien las debilidades humanas así como los planes y estrategias de Dios. Dado que él fue Lucifer, un arcángel en la corte celestial, tiene incluso la habilidad de imitar a Dios y aparecer como un "ángel de luz". Satanás actúa de incógnito detrás de las escenas. El hace su trabajo de manera mas efectiva como el condescendiente y casi irresistible "espíritu o costumbre de la época". Una vez que el demonio ha enmarañado y confundido la situación verdadera de hombre, los valores y las normas morales parecen sólo sombras, y lo que sí parece ser más real son los aspectos económicos, políticos y materiales. Cuando estamos separados de la luz de Dios, nos volvemos sospechosos y desconfiados de nuestros semejantes, lo que gradualmente conduce al caos social. Satanás, por lo tanto, se beneficia enormemente de nuestra ignorancia incluso uno de sus grandes logros es hacer creer a la gente que él no existe. Mientras la identidad de un criminal, la naturaleza de su crimen y sus métodos permanezcan ocultos, el criminal puede pretender ser inocente y le será fácil continuar cometiendo impunemente sus delitos. Pero, una vez que su crimen es expuesto, su identidad es revelada y las pruebas son presentadas y publicadas, entonces todo el mundo estará alerta y no podrá actuar libremente ni continuar su engaño. A continuación vamos a exponer cómo este "ángel de luz" traicionó a Dios y llegó a tomar el control de la humanidad, convirtiéndose en lo que la Biblia llama "el dios de este mundo". La búsqueda de la verdad y la lucha contra el mal no es tarea fácil. Por eso, no nos es difícil entender por qué en un mundo lleno de vicios y pecado, los profetas y hombres de Dios siempre sufrieron persecución y rechazo. Sun Myung Moon pasó por increíbles batallas espirituales para descubrir el crimen oculto de Satanás y luego enormes dificultades toda su vida para poder exponer este secreto a la luz del mundo. Lucifer, simbolizado por Lucero hijo de la Aurora en Isaías 14:12, era, antes de su caída, un arcángel en una posición de liderazgo en la jerarquía celestial. Lucifer era responsable de pasar las direcciones y el amor de Dios a otros ángeles, por lo que disfrutaba de una relación especial cercana a Dios, recibiendo de un modo privilegiado su amor. Aunque cronológicamente Adán y Eva aparecen al final de todo el proceso creativo, Lucifer pronto llegó a descubrir y comprender que ellos eran la obra suprema de Dios, Su imagen más completa, que como hijos recibirían su amor total y una vez alcanzada su perfección serían los herederos y señores de todo lo creado, incluyendo por lo tanto a los ángeles. Al comparar a Dios con un rey y a Lucifer como su querido primer ministro, podemos entender cómo el rey va a desarrollar una relación de corazón más íntima con sus hijos que con su primer ministro. Sus hijos nacidos como el príncipe y la princesa están destinados a heredar todo su reino. Lucifer, aunque siempre seguía recibiendo el mismo amor y bendiciones de Dios, al compararse con Adán se sintió dísturbado por verse desplazado de su posición central a un segundo lugar. Lucifer particularmente envidiaba el hecho de que Adán y Eva, además de tener un cuerpo espiritual como los ángeles, poseían también un cuerpo físico, con capacidad

de procrear y tener influencia y dominio sobre el universo físico. Lucifer como sirviente estaba envidioso de la posición y el amor que Adán y Eva recibían de Dios y celoso del amor que luego consumarían una vez que recibieran la bendición de Dios en matrimonio. Lucifer, al añorar y poner más valor en su antiguo mérito y posición que en el amor que luego él recibiría de Dios y del hombre, sintió como que Dios lo amaba menos. Poco a poco fue separándose de Dios y desarrollando envidia, celos y resentimiento por esta nueva situación. El libro de Sabiduría aceptado por la Iglesia Católica como canónico nos menciona que el Diablo tentó al hombre motivado por envidia. (Sab. 2:23-24). En el Corán también se menciona sobre este sentimiento cuando el ángel dice: "¿Por qué tengo que servirles? éllos son de tierra mientras que yo soy de fuego" (Corán. Sura VII, 11). Los celos son una respuesta natural. Es algo similar a lo que siente el primer hijo, cuando un nuevo bebé aparece en la familia acaparando toda la atención de los padres. Sin embargo, los celos pueden ser beneficiosos o destructivos dependiendo de cómo reaccionamos o actuamos ante ellos. La responsabilidad de Lucifer era permanecer leal a Dios y confiar completamente en su amor y justicia. El debería unirse con el punto de vista de Dios y amar y cuidar de Adán y Eva con ese mismo corazón que Dios tenía para ellos, en lugar de verlos como rivales. Lucifer, por haber sido creado primero y participado en el proceso de la creación, tenía en ese tiempo muchos más conocimientos y habilidades que Adán y Eva, pero, como parte del proceso de su madurez tenía que ser capaz de superar su arrogancia y orgullo. El debería vislumbrar con claridad que su felicidad se realizaría al cumplir su misión sirviendo a Dios y a sus hijos, reconociéndoles su posición, enseñándoles y ayudándoles. De esta forma, Lucifer, actuando como un buen profesor para Adán y Eva, contribuiría a la realización del ideal divino. Ayudar a que Adán y Eva lograran su perfección, permitiría a Lucifer un mayor acercamiento al corazón de Dios por eso esta situación era necesaria y beneficiosa para su propio perfeccionamiento. Una vez que Adán y Eva fueran unidos en amor con la bendición de Dios y llegaran a ser los Padres Verdaderos de la humanidad, establecerían el modelo y tradición celestial que conduciría al establecimiento de ese mundo ideal de felicidad eterna para Dios, la humanidad, los ángeles y toda la creación.

LA CAÍDA ESPIRITUAL Desafortunadamente, Lucifer falló en su responsabilidad. Para Lucifer fue muy difícil aceptar su nuevo papel de amar y servir a Adán y Eva con el mismo corazón con el que Dios los veía y consideraba. Lucifer decidió mantener su posición alta de antigüedad e importancia y compensar su sentimiento de pérdida del favor divino, a través de querer controlar a Adán y Eva, y disfrutar en la sociedad humana de una posición similar a la que disfrutaba en el mundo angélico. Lucifer empezó a ver esta situación sólo desde su punto de vista, alejándose gradualmente de Dios y desarrollando una actitud egoísta. El amor es la fuente de la vida, felicidad y belleza. Cuanto más amor una persona recibe de Dios, tanto más bello él o ella llega a ser. Cuando Adán y Eva alcanzaron su adolescencia, Eva llegó a tener una gran belleza y a expresar un encanto especial como la hija de Dios. Lucifer, como un ser masculino, sintió una gran atracción y estímulo por la belleza de Eva. Se desarrolló en él un fuerte deseo de estar más tiempo con Eva y compensar así su sentimiento de falta de amor. Eva, por su parte, veía en Lucifer ese "ángel de luz" lleno de conocimientos y sabiduría, que podía explicar muchas cosas. A los ojos de Eva, en ese tiempo, Lucifer parecía más grande e importante que su hermano Adán. Eva estaba fascinada por todas las atenciones que recibía de Lucifer, confiando y sintiendo una gran admiración por él. De esta forma, fue creciendo entre ellos un amor y una atracción especial. A medida que Lucifer se acercaba más a Eva, se incrementaron los celos y la envidia hacia Adán, su futuro esposo, queriendo usurpar su posición. Aunque Lucifer sabía que sus intenciones eran contrarias al plan de Dios, su deseo de amor por Eva creció más allá que el temor a realizar una traición contra Dios. Finalmente, la pasión y el sentimiento llegó a ser tan fuerte que se determinó a desafiar el principio de Dios y rebelarse. Lucifer comprendió muy bien que el amor es la fuerza más poderosa, la fuente de la vida y la esencia de la felicidad. Que a través del amor se cumpliría el ideal de toda la creación. Por lo tanto, estaba totalmente consciente de que si conseguía conquistar el amor de Eva y luego a través de ella, controlar a Adán, cumpliría finalmente su deseo de dominio en la sociedad humana y el cosmos. Ante esta situación de peligro, Dios advirtió claramente a Adán y Eva dándoles el mandamiento para protegerlos de caer en un amor falso e ilícito bajo el control del arcángel. A través de la obediencia al mandamiento ellos desarrollarían y profundizarían su amor, confianza y unidad con Dios. También comprenderían la importancia y el valor sagrado del amor, logrando en este proceso su madurez y perfección. Toda esta preparación culminaría con el día glorioso de su boda, en el que con la bendición divina, consumarían su amor llegando a ser "una sola carne", fundiéndose con Dios en un amor verdadero y eterno. De esta forma establecerían su posición como los "Padres Verdaderos" de la humanidad. También obtendrían la subyugación natural del arcángel Lucifer, calificándose y convirtiéndose por sus propios méritos en los señores de todo lo creado, incluyendo al arcángel y la totalidad del mundo angélico. Aunque en un principio Eva siguió las advertencias de Dios, resistiendo las insinuaciones del arcángel, más tarde Lucifer tuvo éxito en aislarla de Dios y de Adán, e influenciarla y persuadirla creando confusión en su mente.

En esta situación, si Eva hubiese preguntado a Dios o consultado con Adán, podría haber recibido la ayuda y la dirección correcta a seguir, evitando ser seducida por el arcángel Lucifer. Al no consultar, la fuerza del amor creada por el deseo excesivo del arcángel, más el deseo prematuro de Eva por tener una experiencia de amor completa, arrastró a Eva hasta el punto de consentir en tener una relación sexual con Lucifer. Esta unión sexual ilícita entre el cuerpo espiritual de Lucifer y el cuerpo espiritual de Eva originó lo que el Principio Divino llama la caída espiritual. Como ya hemos mencionado, estas revelaciones del Reverendo Moon sobre la caída, concuerdan con las interpretaciones dadas por algunos de los padres de la Iglesia. Encontramos también la misma línea de interpretación en algunos antiguos rabinos judíos. El rabino Leo Jung, que hizo un cuidadoso estudio de los comentarios judíos, cristianos e islámicos sobre la caída, mantiene que todas las historias que hablan del adulterio de la "serpiente" con Eva tienen algún fundamento en la tradición judía. (L. Jung, Ángeles Caídos en la Literatura Judía, Cristiana y Mahometana, 1974, pag. 69-78). Por ejemplo, encontramos en el Talmud en Abot de Rabbi Nathan del siglo II: "En aquel momento la serpiente malvada consideró en su corazón: como soy incapaz de causar la caída de Adán, iré y causaré la caída de Eva. El fue, se sentó a su lado y habló mucho con ella... ¿Qué planeó la serpiente malvada en aquel momento? El pensó iré y mataré a Adán y me casaré con su esposa y seré el rey de todo el mundo y marcharé orgulloso y disfrutaré placeres reales." En forma similar, el profesor F. R. Tennant de la Universidad de Cambridge, que hizo un extenso estudio de la caída, nos comenta: "Más allá de toda duda, los diversos relatos acerca de la relación sexual de Adán y Eva con demonios y especialmente, Eva con la serpiente o Satanás, eran muy antiguos y muy extendidos entre los judíos (F.R. Tennant, Las fuentes y las doctrinas de la caída y el pecado original, Schocken, NY 1968, pag. 156).

LA INTERRELACIÓN ENTRE LO FÍSICO Y LO ESPIRITUAL Sin embargo, esta explicación de la caída, a pesar de lo bien documentada que puede estar en las escrituras y aceptada en épocas pasadas, presenta una seria dificultad para ser comprendida y aceptada por el hombre moderno. ¿Cómo es posible que un ángel pueda tener una relación sexual con un ser humano? La Biblia nos ilustra con muchos incidentes de ángeles y de espíritus de hombres que tuvieron un contacto directo con personas y cosas. Por ejemplo, Jacob recibió el nombre de "Israel" del mismo ángel que luchó vigorosamente con él dislocándole una cadera. (Gen. 32:25). En el Monte de la Transfiguración, Jesucristo conversó con Moisés y Elías, muertos ya desde hacía mucho tiempo. (Mt. 17:3). Cuando María Magdalena vio un ángel junto a la tumba de Jesús creyó que era un jardinero (Jn. 20:15). San Pedro pudo escapar de prisión con la ayuda de un ángel (Hch. 12:7-12). También encontramos en la literatura de todas las grandes culturas y civilizaciones antiguas, relatos similares en los que se asume que la gente aquí y ahora tienen contacto con los espíritus tanto de hombres como de ángeles. De todo esto podemos deducir que los ángeles y los espíritus de los hombres, no sólo poseen poderes de percepción sensible como nosotros, sino que también poseen una forma que en ocasiones puede ser percibida. Consideremos por un momento la experiencia mística de Santa Teresa de Avila con un ángel que ella llama "el novio celestial": "Vi en la mano del ángel un largo dardo dorado con una punta ardiente. Varias veces él lo introdujo en lo profundo de mi ser, de tal manera que penetró mis entrañas. Cuando lo sacaba parecía como si mis entrañas salieran con él, dejándome con un ardiente amor por Dios. El dolor era tan fuerte que me hizo gemir, aun así la dulzura era tan intensa, que no quería librarme de ella". Por otro lado, encontramos a través de la historia humana casos estudiados de ciertos individuos que tuvieron relaciones sexuales con espíritus. Existen testimonios de personas que por las noches sufren extrañas tentaciones sexuales por parte de espíritus. No se trata de los sueños sexuales eyaculatorios, por todo el mundo conocidos; ni de las alucinaciones sexuales de los esquizofrénicos, sino de experiencias reales en estado de vigilia. En la historia de la religión este fenómeno ha sido estudiado y se conoce por el nombre de "íncubo", cuando el espíritu que se aparece es masculino, y de "súcubo", cuando se trata de un espíritu femenino. Es ampliamente conocida la anécdota de San Antonio de Egipto que en sus luchas por mantener su pureza y castidad, era tentado por espíritus con apariencia de mujeres hermosísimas que lo persuadían con toda clase de artimañas eróticas. Casos documentados de tentaciones similares ocurrieron en monasterios y conventos a monjes y a monjas que estando recluidos del mundo, pasaron por este tipo de pruebas difíciles. Tampoco faltan evidencias de estos fenómenos en lo que podíamos llamar el lado satánico. Brujos y brujas, por mucho tiempo han sostenido que en sus ritos místicos podían experimentar la unión sexual con su maestro y sus contrapartes sobrenaturales. Durante la Edad Media, hasta el siglo XVII e incluso hoy, han confesado estos hechos, tanto a clérigos como a autoridades seculares, no como admisión de culpa, sino como parte de sus experiencias y creencias. Por supuesto, este tipo de fenómeno no está en el ámbito de la

experiencia cotidiana de las personas comunes sin embargo es un hecho posible y comprobado incluso en este tiempo. La tremenda influencia del pensamiento racionalista, pragmático y materialista de los tiempos modernos, nos ha vuelto escépticos. Nos ha alejado de las experiencias místicas y del saber intuitivo. Nos ha arrastrado a un desconocimiento profundo de los fenómenos espirituales, no sólo en el campo de las ciencias humanas, sino incluso en ciertos ámbitos religiosos. Desde el tiempo de Isaac Newton, los científicos han pensado el universo como una gran máquina gobernada por leyes mecánicas inmutables. Se decía que el hombre estaba confinado a un espacio y tiempo que estrictamente lo limitaba. Nuestra naturaleza estaba destinada a estar rígidamente determinada por la interacción de la herencia y el medio ambiente. Nuestros pensamientos se creía estaban causados por las ondas eléctricas de nuestros cerebros y nuestras emociones eran reguladas por el funcionamiento de nuestras glándulas. Esta clase de visión "científica", obviamente no dejaba ningún lugar para la realidad de un mundo espiritual. Sin embargo, esta interpretación materialista de la ciencia, todavía creída por muchos, está siendo hoy ampliamente cuestionada. La realidad y la influencia de un mundo espiritual está ahora más evidente a la luz de los últimos descubrimientos científicos. En primer lugar, nuestra comprensión del origen y la naturaleza del mundo material ha sido drásticamente alterada. Si bien en el pasado los científicos pensaban en un universo que había existido desde siempre, construido por pequeñísimos e indestructibles bloques sólidos de materia, los físicos modernos, en contraste, nos prueban un punto de comienzo al universo y que el mundo material consiste de patrones invisibles de energía. La solidez del mundo material ha demostrado ser totalmente ilusoria. Ya no existe para la misma ciencia hoy una clara distinción del punto donde termina lo material y comienza lo espiritual. Este enigma no sólo intriga a los físicos modernos sino también a neurólogos y biólogos moleculares, que no han podido explicar todavía el funcionamiento de la mente sobre la materia en los complejos procesos de nuestros cerebros. En cierta ocasión le pidieron al eminente neurólogo inglés, ganador del premio Nobel, Sir John Eccles, que dictara una conferencia a parapsicólogos, quienes discutían los temas acostumbrados de percepción extrasensorial, telepatía y psicokinesis (la habilidad de mover objetos físicos con la mente). Si quieren ver auténtica psicokinesis dijo él a su auditorio entonces consideren las proezas que ejecuta la mente sobre la materia de nuestro cerebro. Es realmente asombroso que con cada pensamiento la mente es capaz de mover átomos de hidrógeno, carbono, oxígeno y otras partículas en las células del cerebro. Nada parecería estar más distante que un pensamiento insubstancial y la sólida materia gris del cerebro. El truco entero se realiza de algún modo sin ningún eslabón o vínculo aparente. En segundo lugar, la psicología profunda, especialmente la de C. Jung, nos ofrece una nueva perspectiva del hombre. Ya no somos más unas simples criaturas de tiempo y espacio, moldeados por la herencia y el medio ambiente. Aparte de ser influido por los pensamientos y sentimientos conscientes, cada individuo está profundamente afectado por una poderosa esfera subconsciente revelada en sueños y descrita en las antiguas mitologías. Este mundo no físico, forma parte de nuestro ambiente y afecta en gran medida nuestra salud y bienestar. El subconsciente es para la psicología de C. Jung, el mundo espiritual y sus influencias. En tercer lugar, por casi cien años se han venido realizando investigaciones científicas de los fenómenos parapsicológicos. Como nos prueban los cuidadosos estudios de las Sociedades

Americana y Británica de Investigación Psíquica, existe una dimensión espiritual verificada por los innumerables fenómenos de percepción extra-sensorial, clarividencia, trance de los médiums, precognición, experiencias extracorporales en personas revividas de su muerte clínica y muchos otros experimentos que han sido estudiados y cuidadosamente registrados, aun incluso en la antigua Unión Soviética cuando su doctrina oficial era la del materialismo ateo. Finalmente, antropólogos y estudiantes de culturas comparadas han comenzado a interpretar con simpatía las religiones de los así llamados pueblos primitivos, volviéndose más conscientes de esta creencia universal en poderes sobrenaturales que están en contacto con el hombre e influencian su comportamiento. Es irónico que todos estos descubrimientos recientes que están ocurriendo en el mundo científico en las áreas mencionadas de la física cuántica, la psiquiatría, la parapsicología y la antropología cultural nos empujen a creer de nuevo en los viejos y tradicionales principios religiosos. Nosotros no continuamos simplemente existiendo después de nuestra muerte. Desde el comienzo y a través de nuestras vidas, vivimos en ambos mundos, el físico y el espiritual. Aunque la mayoría no estamos conscientes de este hecho, debido a que nuestros sentidos espirituales no están abiertos, vivimos rodeados por una gran cantidad de observadores. Aunque sean espíritus desencarnados, existen a nuestro alrededor e influencian y guían nuestros asuntos cotidianos. La teología Católica Romana y la Cristiana Ortodoxa reconocen este hecho en su doctrina en lo que se conoce como la comunión mística de los santos. Los católicos afirman que existe una constante comunión entre el mundo físico y el mundo espiritual. Por lo que hacen énfasis en la importancia de las oraciones para recibir la intercesión de los santos y continúen con su preocupación por la salud espiritual de este mundo. Se enseña también que cada persona tiene un ángel guardián que nos asiste a evitar el mal y actuar con justicia. También se reconoce la existencia e influencia de los malos espíritus. El evangelio claramente nos muestra cómo Jesucristo creía en estas fuerzas demoníacas y dedicó tiempo de su ministerio para liberar a muchas personas de tales influencias. Estas creencias son muy similares en la mayoría de las religiones en el mundo. En el Oriente, por ejemplo, (Confucionismo, Hinduismo, Budismo, Sintoísmo, etc.) existe un gran respeto y culto por los antepasados difuntos, a los cuales se venera y se les pide protección. El Principio Divino concuerda ampliamente con esta visión. Y añadiendo algo más, nos explican que los buenos espíritus benefician y cooperan con nosotros, para acelerar nuestro desarrollo espiritual y el trabajo de la restauración en la providencia de Dios. A cambio de este servicio, pueden avanzar a niveles más altos a través de las personas a las que ayudan. En contraste, espíritus malos y vengativos pueden influirnos y tentarnos a actuar de forma inmoral o violenta. Estos espíritus se desahogan influyendo a la gente a realizar acciones inmorales y destructivas debido a su bajo nivel y a sus tremendas frustraciones y resentimientos. En este caso la persona debe resistir fuertemente este impulso malo, confrontarlo y superarlo, pues de otra forma, no podrá liberarse de esas influencias negativas. Los espíritus son siempre atraídos a personas que tienen un nivel, circunstancias, temperamento y misión similares a las de ellos. Debe existir una base recíproca, ya sea consciente o subconsciente. Todo lo anterior, nos hace ver la relación tan estrecha y cercana que existe entre estos dos mundos y que, seamos conscientes o no, nadie escapa a dicha influencia.

Por lo tanto, podemos comprender que la caída espiritual entre Lucifer y Eva no se trató de una mera relación imaginaria o un mero adulterio en el corazón y la mente de Eva, sino que estamos hablando de una relación sexual completa en la que Eva pierde su pureza y que afectó de modo muy profundo a ambos.

LA CAÍDA FÍSICA Cuando el amor une a dos seres, siempre genera en ambos un cambio y una influencia recíproca. Lucifer, después de cumplir su deseo de poseer y conquistar a Eva, sintió una gran alegría y satisfacción egoísta, en lo que podríamos llamar el primer incidente de explotación masculina de la mujer. Sin embargo, en lo profundo de su corazón se llenó de temor e intranquilidad por haber traicionado a Dios. Al oponerse y rebelarse contra Dios, Lucifer pierde su posición original y se convierte en Satanás, el enemigo de Dios. El sabía que este acto, no sólo violaba el orden natural, sino que totalmente destruía el propósito de Dios de ver realizado a través de Adán y Eva Su ideal de amor verdadero y eterno. Por otro lado, cuando Eva "comió del fruto", sus "ojos se abrieron" como la "serpiente" le había prometido, es decir, Eva recibió el conocimiento del amor sexual, algo antes desconocido. A través de esa experiencia, ella pudo comprender que Adán y no Lucifer era quien estaba destinado a ser su verdadero esposo. De esta forma, llegó a darse cuenta de la gravedad de su acción y recibió del arcángel esa misma sensación de temor e intranquilidad al separarse de Dios desobedeciendo su advertencia. Eva pierde así su paz interior, su dignidad y sentido de valor como la hija de Dios. El desasosiego, la culpabilidad, el remordimiento, la frustración, la vergüenza y toda una gama de sentimientos nuevos y desconocidos aparecieron al perder su inocencia y pureza. En estas circunstancias, Eva, naturalmente, quería liberarse del dolor en su conciencia y recuperar su antigua posición y bienestar. Ella pensó que la mejor forma de lograr esto, era uniéndose sexualmente con Adán como su esposa. Adán, que estaba puro y en un estado de inocencia, cercano a Dios, apareció muy hermoso a los ojos de Eva y representaba su única esperanza. Pero en lugar de confesarle honestamente a Adán su caída sexual con el arcángel, recibir consuelo y pedirle ayuda para que intercediera por ella ante Dios, Eva optó por ocultar su problema y seducir a Adán, persuadiéndolo e influyéndolo de la misma manera que ella había aprendido de Lucifer. Si Eva hubiera confesado su pecado, todo hubiese sido más fácil y Adán nunca consentiría esa unión prematura, contraria al mandamiento de Dios. Una vez que Adán alcanzara su madurez y perfección, con las direcciones de Dios podría haber restaurado a Eva. Finalmente en estas circunstancias, recaía totalmente sobre Adán, como el hijo de Dios, la responsabilidad completa de evitar la tragedia que se avecinaba. Sin embargo, en lugar de preguntar a Dios y recibir Su dirección, se dejó engañar y seducir. Adán se desconectó de Dios y también recibió los mismos elementos de temor, vergüenza y culpa, después de unirse sexualmente con Eva, en forma prematura y bajo ese amor egoísta aprendido y transmitido por Eva en su adulterio con Lucifer. Es así como ambos completaron su caída en lo que el Principio Divino llama "la caída física". Esta acción los desconectó de Dios, en una forma muy similar a como un niño emocionalmente disturbado se desconecta de la realidad. En este mundo interno de miedo y vergüenza, Satanás pudo controlar y dominar a nuestros primeros antepasados y a sus descendientes. Esta seducción por parte de Eva, constituía el primer incidente de la explotación femenina

hacia el hombre, así como el inicio del dominio del cuerpo sobre la mente. Cuando la virginidad e inocencia se pierden, son irrecuperables. Es como la fruta inmadura, que una vez arrancada del árbol, no puede colocarse de nuevo, para que siga creciendo. La relación sexual prematura de nuestros primeros antepasados, bloqueó el amor a un nivel inmaduro y egoísta, destruyendo el ideal de un amor verdadero y eterno. La perfección humana llegó a ser casi imposible de imaginar a medida que las generaciones siguientes aprendieron a vivir con un estándar de amor degradado.

EL AMOR INMADURO E ILÍCITO FUE EL INICIO DE LA TRAGEDIA Y EL SUFRIMIENTO HUMANO La primera pareja estableció el patrón de la vida familiar para toda la historia. Adán y Eva, iniciaron la historia abrazándose prematuramente el uno al otro bajo el control del amor enseñado por el arcángel caído, en lugar de Dios. En otras palabras, comenzaron su vida matrimonial en adulterio y fornicación. Desde este momento los problemas comenzaron. Adán acusó a Eva de haberlo tentado y Eva acusó a Adán por dejarse seducir. Su vida llegó a ser una acusación mutua, con luchas y discordias, experimentando remordimientos y angustia. Los padres sintieron vergüenza ante sus hijos y no pudieron más tarde ser un modelo, ni dar una verdadera orientación a los hijos respecto al sexo y al amor. Todo este sufrimiento tuvo que haberse hecho visible en su vida diaria. Los hijos heredaron esos sentimientos de los padres. Ellos vieron y escucharon las peleas de sus padres. Los hijos fueron naturalmente influidos al crecer en esas circunstancias. Como resultado de ese ambiente, también lucharon entre ellos, hasta el punto en que un hermano mató al otro. La primera familia humana plantó la semilla de la infidelidad, el adulterio y el asesinato. Desafortunadamente, la historia humana comenzó a desarrollarse desde este modelo y multiplicó un mundo lleno de desconfianza, adulterios, fornicación, conflictos y asesinatos. Los hombres crecieron aprendiendo a dañarse y acusarse unos a otros en lugar de amarse y perdonarse. Esta tradición falsa se pasó de generación en generación. A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos pocos instintos que nos guían. Aprendemos cómo amar y vivir, básicamente de nuestra familia y cultura. Por esta razón, el patrón de comportamiento de la primera familia era esencial para establecer la tradición verdadera que eventualmente formaría la vida humana por cientos de generaciones. Todavía en la actualidad, seguimos arrastrando una tradición de amor inmaduro, temporal, cambiante y condicional; opuesta a la planeada originalmente. Desafortunadamente, este amor incompleto e inmaduro es aún la fuerza más grande en las relaciones entre el hombre y la mujer. Las experiencias del amor en este nivel, bloquean e impiden la realización del ideal de un amor eterno, incondicional e incambiable. Al principio, este amor se siente y hace promesas y compromisos como si fuera verdadero y auténtico, pero al final, revela ser sólo una imitación, reflejando con el paso del tiempo ser incompleto e inmaduro. Tanto ahora como en el pasado, somos influidos por historias románticas, canciones, poemas, películas y telenovelas plagadas de ejemplos de ese tipo de amor falso e inmaduro. En la famosa leyenda de don Juan nos encontramos con el clásico personaje tipo Lucifer, el prototipo del conquistador y burlador de mujeres, el "rompe-corazones". Ese hombre fascinador y arrogante que atrae a las mujeres, las seduce, las abandona, las olvida y las sustituye por otras en una frenética e incansable experiencia en la que goza y disfruta de la seducción y la conquista, pero es incapaz de sentir amor. Es el conocido ejemplo que nos ofrece la literatura de esa actitud luciferina o satánica de disfrutar con la destrucción del amor puro, verdadero y eterno. En "El burlador de Sevilla" de Tirso de Molina, don Juan nos confiesa: "... el mayor gusto que en mí puede haber es burlar una mujer y dejarla sin honor". Esa actitud o tendencia es completamente destructiva y radicalmente opuesta al amor verdadero y auténtico y debe ser expuesta como tal y erradicada completamente. Al igual que le ocurrió a Eva, es interesante también observar la gradual confusión, debilidad

e impotencia de la víctima de la seducción. Así responde la seducida dona Inés a las palabras de don Juan Tenorio en la famosa obra de Zorrilla: "Tal vez poseéis, don Juan, un misterioso amuleto, que a vos me atrae en secreto como irresistible imán. Tal vez Satán puso en vos su vista fascinadora, su palabra seductora y el amor que negó a Dios. ¿Y qué he de hacer, (ay de mi!, sino caer en vuestros brazos, si el corazón en pedazos me vais robando de aquí?" A menudo, nuestras relaciones comienzan con sentimientos de alegría y esperanza y frecuentemente terminan con decepción, odio y resentimientos. En lugar de liberarnos y desarrollar nuestro potencial espiritual, nos vuelve inhibidos y desconfiados. Vivimos en el temor de que nuestras relaciones puedan cambiar, terminarse, o que seamos incapaces de satisfacer sus condiciones o demandas. En el centro de todo siempre está el egoísmo. El amor inmaduro busca sacrificar a otros para nuestro propio beneficio. No puede satisfacer la necesidad de nuestros corazones por el amor verdadero e incambiable al que ansiadamente aspiramos. Aun así, este amor inmaduro continúa siendo la tentación más fuerte hasta que no alcancemos la perfección y podamos finalmente experimentar ese amor auténtico y eterno centralizado en Dios. La caída supuso la destrucción total del sueño de amor de Dios. Degradó las experiencias más sublimes, bellas y sagradas convirtiéndolas muchas veces en algo casual, obsceno, impuro y vulgar. Cada experiencia de amor, habría sido una explosión de energía regocijante y celestial. La satisfacción y realización definitivas para el hombre y la mujer serían encontradas en el verdadero amor. La relación sexual entre un verdadero marido y su esposa es el estado del amor verdadero. Esta unión está destinada a ser lo más sublime y el valor supremo, lo más sagrado de todas las cosas santas. No existiría nada mejor. Sería la experiencia suprema, el clímax, y el éxtasis de la vida. El ancla que nos daría estabilidad permanente. Aunque podamos tener muchas distintas experiencias en el transcurso de la vida, siempre permaneceríamos conectados a esa ancla central. Una vez que la vida en la tierra hubiese terminado, podríamos llevar esa ancla a la cual estaríamos amarrados toda la vida e ir al mundo espiritual con ella. Allí podríamos anclarla en el corazón de Dios. El hombre es un ser privilegiado, por ser capaz de realizar el acto del amor, una y otra vez, toda su vida y continuar después en el mundo espiritual. Las experiencias de amor con los demás son nuestro verdadero tesoro y forman nuestra personalidad, identidad y carácter. Esa es la única riqueza o posesión que podemos llevar con nosotros al mundo espiritual. Adán y Eva tenían que llegar a ser los templos en donde Dios morara. El corazón humano es el lugar en donde debe residir y manifestarse el amor de Dios. El cuerpo espiritual del hombre debería vibrar en consonancia con el amor de Dios, dirigiendo las acciones de nuestro cuerpo físico. El amor verdadero es el poder de vibración con el cual Dios llega hasta el hombre, tratando de guiarlo hasta ponerlo en consonancia con El. Por lo tanto, Adán y Eva representaban la forma visible y caminante de Dios en la tierra. Serían la personificación de Dios. Dios quería morar en ellos y a través de ellos tener dominio sobre toda la creación. Este es el secreto del universo, nadie en toda la historia, llegó a plantearlo con la profundidad y claridad con que ahora lo hacen estas revelaciones del Reverendo Sun Myung Moon. Si no hubiera ocurrido la caída, Dios hubiera amado a Adán y Eva completamente, y

hubieran sido el templo sagrado y lugar en donde moraría el amor de Dios. Pero Satanás invadió el lugar más sagrado. Este fue el peor desastre de toda la historia. Por esta razón, el mal uso del amor fue, es y será siempre el principal pecado a la vista de Dios. Ante numerosos líderes religiosos que participaban en la Asamblea de las Religiones del Mundo en Agosto de 1990, el Reverendo Moon preguntó: "¿Donde se encuentran el amor de Dios y el amor del hombre? -ante el silencio de los asistentes, él continuó: En los órganos sexuales. Ese lugar es el palacio del amor, el palacio del origen de la vida y el palacio del linaje. El poder de Satanás mal usa ese lugar y la misión del Reverendo Moon es eliminar a Satanás de ese lugar. Esa es la misión del Reverendo Moon y la misión de las religiones." Según el plan original de Dios, los órganos sexuales serían el lugar donde el hombre y la mujer se unirían y consumarían su amor eterno centrados en Dios. Esa es la forma como Dios planeaba pasar Su amor, multiplicar la vida y transmitir Su linaje. Por esta razón el acto sexual estaba destinado a ser la experiencia cumbre donde se sellaría y consumaría el amor y se fundirían para siempre Dios, Adán y Eva. Esta es la forma cómo los hombres y mujeres originalmente se unirían con Dios. A través de ese acto es como se crearían y multiplicarían los hijos de Dios. Los hijos nacen cuando el marido y la esposa se unen en amor, tomando la forma de Dios. El hombre es un instrumento para dar nacimiento a un niño, sin embargo, el poder de la creación de los hijos viene de Dios. Por consiguiente, cuando el marido y la esposa se unen con el amor de Dios, dan nacimiento a un hijo de Dios. Así como nosotros no podemos cambiar a nuestros padres que nos dieron nacimiento, una vez que un hombre y una mujer se casan con la bendición absoluta de Dios, jamás pensarán en divorciarse su amor llega a ser incambiable y eterno, así como eterna es la vida que ellos crean a través de sus hijos que son los frutos de ese amor. Son el marido y mujer en esta tierra y también en el mundo espiritual por la eternidad. Este es el verdadero significado de la expresión "amor eterno". El comienzo del mundo ideal es siempre un hombre y una mujer perfectos y su matrimonio divino con la bendición de Dios. ¿De dónde se originó la humanidad? No de los ojos, no de la nariz, no de la cabeza, pero sí de los lugares más sagrados: los órganos reproductores, los órganos del amor, los órganos sexuales. El ideal de Dios, la existencia y la vida, todo estaría conectado a ese lugar central donde se consumaría el amor. Es el lugar donde residiría el verdadero amor, la semilla de la vida y el verdadero linaje de sangre. Debemos darnos cuenta de que en esos órganos se encuentra el más valioso fundamento para la vida, el amor y el linaje de sangre. La historia del pasado, el presente y la historia futura, están todas conectadas a ellos. Satanás contaminó y deshonró ese lugar más sagrado, plantando su semilla de corrupción en los primeros antepasados humanos. Esa semilla se ha estado transmitiendo generación tras generación. El acto de amor sexual entre un hombre y una mujer habría sido siempre la experiencia más sagrada, pura, sublime y hermosa de nuestras vidas, pero ese acto se profanó cayendo bajo el poder de Satanás y se convirtió a menudo en un acto obsceno, impuro, vergonzoso y vulgar. La fornicación, el adulterio, la prostitución, los incestos, los abortos, las violaciones, la pornografía, la homosexualidad y toda clase de perversiones sexuales que se realizan a

través de los órganos del amor, invadieron y contaminaron la vida de los hombres en todas las razas, culturas y religiones a través de toda la historia humana. Los órganos sexuales llegaron a ser el templo del mal y completamente destruyeron el principio celestial. A través de ese órgano se plantaron el amor falso, la vida falsa y el linaje falso. El lenguaje más obsceno y vulgar, así como los chistes de mal gusto, con frecuencia tienen relación o se usan para describir el acto del amor y los órganos reproductores. Los años de la adolescencia se convirtieron muchas veces en una época para experimentar amor satánico e inmaduro, en lugar de ser el tiempo para la pureza y la preparación seria para el deseado y esperado amor eterno y celestial. Se suponía que el amor original debería ser el pasaje al cielo para los hombres y mujeres, pero en lugar de eso, compraron los pasajes para el infierno a través del amor ilícito. Así como los pájaros saben construir sus nidos, nosotros deberíamos saber cómo construir verdaderas relaciones de amor. Pero debido a la caída, los seres humanos debemos avergonzarnos ante las formas inferiores de la creación. Existen ciertos animales, que cuando escogen la pareja de su vida, le son fieles para siempre y en algunos casos aún después de su muerte, jamás vuelven a aparearse. ¿Cómo es posible que la lealtad y fidelidad de los hombres racionales y espiritualmente conscientes es mucho más débil que el instinto de un animal? Los animales no cometen pecados, viven y existen dentro de esa ley natural que gobierna al universo. En cambio, la creación suprema de Dios se degradó moralmente hasta un nivel por debajo de los animales. Las masacres, crueldades, torturas, sadismo y tormentos infligidos a nuestros semejantes en todas las épocas conocidas de la historia, no tiene paralelo con ninguna conducta conocida en el reino animal, ni siquiera entre los más terribles depredadores. Como tampoco lo tienen las violaciones, la prostitución, la homosexualidad y toda gama de perversiones sexuales. Leemos en la Biblia que Dios, viendo la maldad y perversidad del hombre, se arrepintió de haberlo creado y se entristeció su corazón (Génesis 6:5-6).

EL CORAZÓN DE DIOS Lo peor de esta tragedia, tuvo su mayor impacto en Dios mismo. Leamos algunos comentarios al respecto dados por el Reverendo Sun Myung Moon en distintos sermones: "Lo más irónico es que Adán y Eva no comprendieron profundamente cuánto dolor y sufrimiento de hecho sus acciones causaban a Dios. Desde entonces nadie ha llegado a comprender el corazón angustiado de Dios en el momento de la caída de Adán y Eva. La caída fue el pináculo del sufrimiento de Dios." (22 de Mayo de 1977) "Dios desearía que el universo entero se hubiese roto en pedazos antes que Adán y Eva. Aunque su creación entera hubiera sido destruida, Dios no hubiese estado tan apenado como por la caída de Adán y Eva. Si toda la tierra se hubiese roto en pedazos Dios fácilmente hubiera recreado otro hogar para Adán y Eva, pero Dios no puede recrear el amor; tiene que ser restaurado y dado voluntaria y libremente. El propósito entero de la creación se enfoca en un hombre y una mujer. Si ellos son hechos pedazos, no hay esperanza, sólo oscuridad total. Dios no podía crearlos de nuevo. Tenía sólo un curso a seguir: La restauración." (31 de Diciembre de 1978) "La posición de Dios es casi igual a la del marido cuya esposa lo traiciona y se va con algún desconocido. Después de haberla amado tanto, ¿qué clase de sentimiento abrigará este hombre en su corazón hacia ella? El se sentiría torturado." (1 de Abril de 1979) "En cierto sentido, Eva hubiera llegado a ser la futura esposa de Dios. Esto es así, porque una vez que Adán llegara a ser uno con Dios, el Espíritu de Dios moraría en él. Adán sería la encarnación de Dios mismo. Por consiguiente, para Dios, su esposa fue violada por Satanás." (4 de Febrero de 1969) "Satanás es el arcángel, nada más que un sirviente de Dios y los hombres, pero este sirviente no sólo violó a la hija de Dios, sino que tomó también todas las propiedades de su Señor. Satanás es un impostor y un fornicador, un adúltero. Nuestro trabajo es exponer y expulsar a Satanás de nuestro planeta. Sin embargo, hasta ahora en la historia humana, Satanás ha tratado de expulsar a Dios del planeta." (27 de Agosto de 1987) "En toda la historia, la pena más profunda en el corazón de Dios fue cuando Adán se convirtió en un hombre caído. Y segundo, la muerte de Jesucristo." (11 de Febrero de 1972) "¿Te has parado a pensar cómo te sentirías si tu marido e hijos fueran secuestrados? Esto es exactamente como Dios siente en su corazón. A los ojos de Dios todos los hombres han sido raptados y El está desesperadamente ansioso de traerlos de regreso." (11 de Junio de 1978) "La caída del hombre no fue otra cosa más que el incidente por el cual el mismísimo lugar en el que Dios tendría que residir nunca apareció. El fue expulsado. Satanás llegó a ser el dueño. Llegó a ser el ocupante. Por lo tanto, el crimen de Satanás es la destrucción del amor que es la verdadera esencia de Dios. Por consiguiente, Dios no puede perdonar a Satanás, porque si lo hace, significaría que Satanás mismo está destruyendo a Dios. Es como si Satanás está en la posición del invasor de una residencia. El vino a la morada de Dios, le arrebató su posición, esclavizó al hombre y expulsó a Dios." (Londres, 1972) Young Whi Kim, uno de los primeros seguidores del Reverendo Sun Myung Moon escribe: "A causa de la caída, Dios perdió a sus queridos hijos, creados a Su imagen para llegar a ser

cuerpos sustanciales. Cuando Dios vio esta tragedia, no pudo soportarlo. Su corazón se quebró y sintió el más grande pesar. Dios creó al hombre para que fuera el ser más amado, y derramó en él todo lo que tenía, su corazón, amor y energía, para hacer del hombre su hijo, la obra maestra de la creación. El hombre fue creado como un ser tan valioso, que sin el hombre, el ideal de Dios no podía ser realizado. Sin embargo, Dios perdió a sus hijos por la caída. También Dios perdió toda la creación, porque los hombres como los señores de la creación, fueron dominados por Satanás. El propósito y el ideal de Dios al crear al hombre y el universo era recibir alegría y felicidad al tener una relación con ellos. Dios perdió todas las cosas, y debido a esto, Dios no pudo tener un objeto que reflejara completamente su naturaleza. En cambio, Dios vio el desarrollo de las más odiosas relaciones entre la gente caída y Satanás. El hombre, que fue creado para ser hijo de Dios, se convirtió en el hijo de Satanás. Los hombres que fueron creados para ser los señores de la creación, se convirtieron en los siervos de los siervos. Sin embargo, los hombres caídos no conocen su estado miserable y se contentan con él. Como huérfanos ignorantes, llegan incluso a negar la existencia de Dios y hacen toda clase de mal, estableciendo un mundo trágico. De esta manera, Dios no solamente perdió a sus hijos, sino que los hijos de Dios llegaron a ponerse en contra suya como sus enemigos. Dios está en una paradójica situación: El no puede rechazar a los hombres, porque originalmente fueron creados como sus hijos y El no puede amarlos completamente, porque se convirtieron en los hijos del mal. El tampoco puede destruirlos, sino que debe trabajar para salvarlos de su estado caído a su estado original. Cuando Dios envía a sus profetas o representantes e incluso a Su hijo amado, la humanidad se opone a ellos apedreándolos y matándolos, incrementando así la pena de Dios. La esperanza de Dios para el hombre era tan grande cuando él empezó su obra de la creación, que cuando el hombre cayó, la desilusión, la pena y la angustia que El sintió fue inmensa. No podemos hallar a nadie más apenado que Dios. Cuando Dios mira la realidad de este mundo, es para El un recuerdo constante de la caída del hombre y Dios se entristece. Dios quiere desesperadamente tener a sus hijos restaurados y quiere amarlos. Por eso, El obra en la providencia de la restauración o la salvación. Por consiguiente, debemos consolarle y terminar Su sufrimiento, restaurando nuestra posición original como sus hijos." La palabra favorita que Jesucristo usó para describir a Dios era "Abba" que significa padre. No sólo Dios es un padre cercano a nosotros, sino que está esperando impacientemente nuestro regreso, como Jesucristo nos enseñó en la parábola del hijo pródigo. A través de los cientos de miles de años de historia, Dios nunca ha recibido la verdadera gloria y alegría por parte del hombre. A través del silencio de los siglos, Dios vivió en agonía con un corazón roto. !Cuán profunda y larga ha sido su consternación, amargura y pena! En la Biblia el profeta Oseas nos describe los siguientes sentimientos de Dios: "Pero mientras Yo los amaba, más se alejaban de Mi. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso a los ídolos. Yo, sin embargo, le enseñé a andar a Efraín, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que era Yo quien cuidaba de ellos. Yo los trataba con

gestos de ternura. Fui para ellos como quien les saca el bozal del hocico y les ofrece en la mano el alimento (Oseas 11:2-4) Dios nos revela a través del profeta Isaías: "Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento". (Isaías 1:3) Separada de Dios la humanidad, por su lado, ha estado sufriendo de hambre y sed en su espíritu, como nos canta el salmista: "Como anhela mi corazón estar junto al arroyo, así mi alma te anhela. (Oh Dios! Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo iré y veré la faz de mi Dios? Mis lágrimas son mi único alimento noche y día." (Salmos 42:2-4) La separación de Dios acarreó la muerte espiritual del hombre, causando la miseria, la tragedia y el mal a toda la humanidad. Desde entonces, muchas religiones se han desarrollado en la sociedad humana. Se ha buscado a Dios a través de Jesucristo y otros hombres santos. De una u otra forma, cualquier búsqueda religiosa, representa el esfuerzo humano por restaurar la imagen de Dios dentro de nosotros mismos y recuperar nuestra verdadera identidad. Esta búsqueda demuestra el deseo profundo del hombre por encontrar a Dios y establecer una relación con El. Si el hombre no hubiera caído, la humanidad hubiese estado experimentando el amor de Dios, caminando con El y creando con El. Todo esfuerzo religioso para reconectar al hombre con Dios hubiera sido innecesario, de la misma forma que un hombre sano no necesita de médico ni medicina. Excepto por los pasajes mencionados en Isaías, Oseas, los Salmos y las parábolas de Jesucristo en los que apenas se deja entrever el corazón apenado de Dios, el profundo dolor de nuestro Padre Celestial siempre permaneció oculto. Lo mismo que nosotros no podemos revelar nuestros sentimientos íntimos a cualquiera, pues seríamos incomprendidos, Dios no podía revelar completamente Su angustia, excepto a aquél que comprendiera exactamente lo que Satanás hizo y cómo afectó gravemente el Plan Divino. En su profunda exploración espiritual, Sun Myung Moon llegó a conocer y expuso todos estos detalles sobre la caída, así como la raíz de esta profunda y antigua pena oculta de nuestro Padre Celestial, ese dolor y angustia sin resolver, así como Su indignación guardada sin expresar por tanto tiempo. Una vez que él compartió este corazón oculto, lloró junto con Dios esa angustia por días enteros. Ya nunca más pudo permanecer inmóvil o indiferente. Este corazón fue su constante fuerza motivadora, que le llevó a perseverar con fuerza y coraje a pesar de las enormes dificultades que tuvo que enfrentar. Con un sentimiento de tremenda urgencia, trabajó constantemente a lo largo de su vida, inspirando a otros a unirse a esta batalla cósmica para superar y eliminar completamente el mal y el pecado de la vida del hombre. Para los unificacionistas, el propósito de la salvación no es meramente obtener el perdón divino de nuestros pecados individuales e ir al cielo, como muchas personas están pensando. La verdadera salvación significa la restauración de todos y cada uno de los hijos de Dios, liberando a toda la humanidad del vicio, el pecado y el sufrimiento. Sólo así, se conseguirá la meta final que es la liberación de nuestro Padre Celestial. Desde su juventud, Sun Myung Moon se determinó absolutamente a remover esa carga

intolerable que todavía oprime el corazón de Dios y arrancar completamente las causas de esa profunda pena. La tarea de desenmarañar y solucionar esta tragedia cósmica, se convirtió en la misión permanente de toda su vida. Una vez que Dios esté libre de ejercer su amorosa soberanía sobre la creación, Su inmensa alegría traerá la primavera cósmica a todo el universo que irradiará felicidad y armonía para siempre.

EL PODER ABSOLUTO Y SAGRADO DEL AMOR Recordemos que el concepto del amor fue lo primero en la mente de Dios. Su ideal para la humanidad no es el de un mundo de leyes y reglamentos, sino un mundo de amor. Por lo tanto, Dios hizo el poder del amor superior a cualquier otro poder. El amor es la fuerza suprema en el universo. Dios hizo el poder del amor tan absoluto que incluso sus principios, que regularían el funcionamiento del universo, no excluían la posibilidad de expresar el amor en una forma que violara Su voluntad. Tanto la literatura como la historia dan tributo sobre este dominio omnipotente del amor sobre el corazón humano. Shakespeare ha inmortalizado cómo la fuerza del amor empujó a Romeo y Julieta hasta el suicidio y cómo el tío de Hamlet cegado por la pasión llegó a matar a su hermano para casarse con su cuñada. En este siglo, hemos visto cómo el Rey Eduardo VII de Inglaterra llegó a renunciar al trono por la causa del amor. Sigmund Freud y otros psicoanalistas señalaron que en este mundo el impulso erótico por sí mismo es lo suficientemente fuerte para descartar todas las normas éticas convencionales que la sociedad y la conciencia atribuyen a la voluntad de Dios. Solamente el poder del amor era la única fuerza capaz de desviar al hombre en su camino a la perfección. Cuando Eva sucumbió ante la seducción del arcángel rebelde y luego se unió prematuramente con Adán, todavía estaban inmaduros para sentir y comprender el amor de Dios. Ellos abandonaron a Dios y Su ideal para poder seguir sus deseos personales. Ellos no se pusieron en la posición de confiar, esperar y sacrificarse como era necesario para lograr que su amor llegara a ser perfecto. Dios no podía ejercer Su influencia directa y completa sobre ellos hasta que no alcanzaran la perfección. Una vez que Adán y Eva hubieran logrado su madurez, nada ni nadie podría romper su amor incondicional hacia Su Creador. En esa etapa y sólo entonces, Dios podía libremente derramar Su amor infinito sobre ellos. Antes de ese tiempo, el amor de nuestros primeros padres hacia Dios era incompleto y existía la posibilidad de llegar a ser mal dirigido. Por esta razón, el hombre y la mujer deben experimentar la unión de amor el uno con el otro, sólo después de que su amor individual para Dios ha llegado a ser incondicional. Sin lograr perfeccionar nuestro amor para Dios, el verdadero afecto, el cariño y la unión con otro ser humano es muy difícil, como claramente nos lo demuestran los problemas matrimoniales de nuestro tiempo.

¿POR QUE DIOS NO INTERVINO? ¿Si Dios es todopoderoso, omnisciente y bueno, por qué El no protegió de alguna forma a Adán y Eva para que no frustraran su plan de la creación? El Principio Divino sugiere que este problema tiene que ser tratado teniendo en cuenta cuatro factores: La libertad humana, el poder absoluto y sagrado del amor, la inmadurez de Adán y Eva y la dignidad intrínseca del hombre como el señor de la creación. Nosotros poseemos libertad de elección porque fuimos creados como la imagen de Dios. Si somos humanos somos responsables por nuestras acciones. Si nos faltara esa libertad nos convertiríamos en meros robots o marionetas controladas desde fuera. Podríamos decir que la omnipotencia de Dios no es absoluta y Su poder está limitado por la libertad que El dio al hombre. De acuerdo a este punto de vista, el hombre y Dios deben trabajar juntos para realizar la meta de la historia. El amor por definición es una respuesta libre y voluntaria. Nosotros no podemos forzar a alguien a que nos ame ni siquiera Dios podía violar Su propio principio. Dios quería que Adán y Eva escogieran libremente el camino de la bondad y que libremente decidieran amar a Dios en respuesta a Su amor por ellos. Sólo en libertad puede nacer el amor verdadero. Si Dios hubiera intervenido en la caída, El hubiera destruido el significado y valor de Sus hijos. El hubiera violado Su propio sistema perfecto y hubiera invadido e invalidado la responsabilidad humana. Nuestra libertad, responsabilidad y creatividad tienen un valor absoluto, que Dios reconoce y respeta incondicionalmente. El hombre fue creado como el señor de la creación y posee potencialmente una dignidad superior a otras criaturas. Para estar completamente calificado para esa posición, él tiene que depender de sus propios poderes y juicio en perfeccionar su corazón de acuerdo a la imagen divina. Dios espera hasta que el hombre aprende cómo gobernarse a sí mismo, antes de dejarle gobernar el mundo. Tenemos que dominarnos a nosotros mismos primero, antes de poder dominar el mundo. Para alcanzar nuestra dignidad, debemos actuar por nosotros mismos. De esta manera, Dios quiere que el hombre comparta Su trabajo creativo. El hombre debe pasar a través de un proceso de maduración, en el cual se le da una gran responsabilidad para desarrollar la autoiniciativa y la autodisciplina. Tenemos que crecer para asegurarnos un estado merecedor de la confianza de Dios, de nuestros semejantes y de toda la creación, incluyendo a los ángeles. Desde la perspectiva de la responsabilidad humana podemos comprender que la caída fue un asunto exclusivo del hombre. No se debe comprometer la integridad moral de Dios, pues de ninguna forma El fue un participante responsable. El no puede reconocer el amor ilícito y lo que sucedió como parte de su propia creación.

De la misma forma que no se pueden reconocer como válidas ciertas acciones que violan la Constitución y las leyes de un país. Y así como algunas naciones se niegan a reconocer gobiernos establecidos ilegítimamente, tampoco Dios podía reconocer el mundo falso que resultó de la caída. Intervenir para parar una acción fuera de Sus principios perfectos, sería como reconocerla válida y parte de su creación. Dios puede tener un dominio o influencia directa de amor sobre sus hijos e hijas, solamente después de que hayan alcanzado su perfección espiritual después de cumplir con su parte de responsabilidad. Interferir antes de su madurez espiritual implicaría negar la habilidad de Adán y Eva para perfeccionarse y sería un indicativo de que el hombre no puede ser confiable o capaz de alcanzar la perfección por sus propios esfuerzos. Por todas esta razones y a pesar del insoportable dolor que Dios sintió en su corazón en aquellos momentos, El no podía intervenir para evitar la tragedia de la caída.

LAS CONSECUENCIAS HISTÓRICAS DE LA CAÍDA Debido a la caída, la primera familia se separó de Dios y cayó bajo la influencia del arcángel rebelde. Con el deterioro del amor original, surgió una tradición y una forma de vida falsas. Desde ese momento, los vicios y el mal rápidamente se multiplicaron a través de los descendientes. Como resultado surgió un mundo -fuera de los principios de Dios- opuesto a Su ideal y fuera de Su control. Usando un término religioso, tendríamos que llamar "infierno" a esta clase de mundo lleno de vicios, confusión, pobreza, explotación, guerras y sufrimiento. La humanidad separada de Dios, sin verdaderas leyes y en desorden, se fue embruteciendo y degradando tanto física como espiritualmente. Al no existir un ideal y un propósito común, los hombres se alienaron y perdieron poco a poco su identidad. El hombre, al perder su luz espiritual, cayó en un estado salvaje con una sensibilidad espiritual tan nula como la de los animales. Las luchas y los conflictos aislaron más y más a los diversos grupos humanos. Esto generó una división y separación constantes. Se crearon y aumentaron las barreras territoriales y de comunicación, surgiendo por tanto, notables diferencias en raza, lengua, creencias, costumbres, y otras, que caracterizaron la historia humana del pasado. Esta desgracia nos arrastró hasta el punto de permanecer la mayor parte de nuestra historia, sobreviviendo en forma primitiva, sumidos en la ignorancia, la barbarie y las supersticiones que impidieron nuestro progreso moral y material. Sin embargo, a pesar de que el estándar espiritual de los seres humanos llegó a un nivel bajísimo, la humanidad siempre mantuvo en lo más profundo ese potencial bueno de nuestra naturaleza original. Debido a esto, Dios fue capaz de trabajar a través de nuestra conciencia de forma constante y gradual, para desarrollar y elevar, aunque fuera lentamente, nuestro corazón e intelecto. Dios nos inspira cumplir con nuestra responsabilidad. Desde el amanecer de la historia, Dios ha sido esa fuerza oculta que ha conducido la dispensación, para restaurar a su estado original este mundo de pecado y recuperar así el ideal perdido. Dios, nuestro Creador, tiene una Voluntad. Esta Voluntad es la de restaurar este mundo a un mundo de verdadera paz. En otras palabras, El restaurará el mundo de Su creación e ideal originales, recreándolo a partir del mundo actual. Por consiguiente, desde este punto de vista, la historia humana tiene una dirección y una meta. Dicha meta, es la restauración o recreación de nuestro estado caído a nuestro estado original, es decir, la realización final de este Mundo Ideal Original o Paraíso perdido. En otras palabras, restaurar este "infierno" y convertirlo en el "Reino de los Cielos". Tradicionalmente se ha hablado sobre la salvación. Pero, ¿qué es la salvación? Salvación es precisamente eso, la restauración. Un doctor salva a su paciente al recuperarle o restaurarle la salud perdida. Este proceso requiere la cooperación de ambos, el doctor y el paciente. Los esfuerzos de Dios a través de la historia, reflejan exactamente esta situación. Aunque Dios es Todopoderoso, El no puede salvar la humanidad sólo por Su poder son necesarios la cooperación y los esfuerzos de los hombres. La historia es, por lo tanto, el registro de los esfuerzos de Dios y los esfuerzos del hombre en responder con sus éxitos y fracasos a la

ayuda de Dios. ¿Por qué Dios quiere salvarnos a pesar de que somos nosotros los que Le hemos traicionado y abandonado, creando este mundo de infierno y tragedia? Existen tres razones fundamentales: Primero, porque Dios es Todopoderoso y Absoluto. Cuando El decide lograr Su meta, nada ni nadie podrá impedírselo. El nunca será derrotado por Satanás. Si Dios es Todopoderoso, esto es lo menos que El podría ser capaz de realizar, un mundo de paz y felicidad para la humanidad. Si este tipo de mundo no puede lograrse, debemos concluir, entonces, que Dios no existe. Segundo, Dios creó a la humanidad como sus hijos. Aunque nosotros le hemos traicionado muchas veces, Dios es nuestro Padre Verdadero. El no puede abandonarnos. Su felicidad de alguna manera depende de nosotros. De la misma forma en que los padres humanos son atraídos hacia aquel hijo con más sufrimiento y problemas, la preocupación de Dios le arrastra a sus hijos que están en tragedia. El no puede separarse de nuestra infelicidad. Los padres no pueden encontrar felicidad si sus hijos están en dolor. El Creador Todopoderoso es nuestro padre amante que sufre con todos nosotros. Por esta razón resolverá el problema de la caída. El tiene que terminar el sufrimiento de la humanidad. Finalmente, Dios creó el espíritu humano indestructible y para la eternidad. Por tanto, aunque el mundo físico fuese destruido, los espíritus de las innumerables personas que vivieron en el pasado, permanecerían sin realizarse en el mundo espiritual. Hasta que la humanidad no se restaure física y espiritualmente, no se resolverán completamente los resultados de la caída. El archivo de los esfuerzos de Dios para salvar a la humanidad está registrado en la historia de las religiones mundiales. De hecho, la palabra religión viene del latín "religare" que significa volver a unir. El verdadero propósito de la religión, por consiguiente, es unir de nuevo al hombre con Dios y restaurar Su Ideal Original. Desde las primeras pinturas del hombre primitivo, que ya describían a seres y fuerzas espirituales, era evidente esa naturaleza religiosa en el hombre. A medida que Dios fue capaz de ir elevando nuestro nivel intelectual y moral, se desarrollaron expresiones religiosas más altas, reflejando un progreso en la restauración. Dado que la caída nos apartó de la verdad, en el proceso de la restauración debemos específicamente recrearnos mediante la palabra o verdad. Por eso, Dios trabajó siempre por medio de hombres virtuosos, santos, profetas y líderes espirituales que aparecieron progresivamente a través de la historia para extender la verdad divina. Al observar puntos comunes y una gradual unificación de ideas en la historia de la religión, podemos ver a Dios como la fuente inspiradora. En su profundo estudio sobre la evolución de las esferas culturales, el famoso historiador británico Arnold Toynbee descubre, que las culturas se han desarrollado siempre alrededor de una religión. Los pueblos y naciones que en su historia no avanzaron hacia una filosofía religiosa más elevada fueron siempre absorbidos. A medida que se iba desarrollando una forma más universal y elevada de religión, iban también apareciendo a su alrededor formas más elevadas de cultura, que tendían a absorber a las culturas circundantes de más bajo nivel. El mundo actual proviene de un pasado con más de veintiséis diferentes esferas culturales, que a través de la unificación ocurrida en el transcurso de la historia, han resultado en el mundo actual de cuatro grandes esferas culturales fundamentales: El Hinduismo-Budismo, el Judeocristianismo, el Islam y las culturas del Extremo Oriente. (Confucionismo, Taoísmo, Sintoísmo.)

La conclusión de Arnold Toynbee es que, de hecho, nos movemos hacia el mundo de una sola cultura mundial. Para el Principio Divino ésta no es una coincidencia, sino el resultado de los esfuerzos de Dios y del hombre por recrear un mundo unificado que conduzca a la restauración del ideal eterno e incambiable de Dios. El desarrollo científico y tecnológico que hoy disfrutamos es extraordinario. Tenemos la capacidad y los medios externos para construir un mundo maravilloso de confort y bienestar para toda la humanidad. Sin embargo, a pesar de este gran potencial y progreso externo, todavía no somos capaces de construir un mundo armonioso de paz y felicidad, debido a que no tenemos un desarrollo paralelo en el sentido espiritual y moral. En este momento existe un desbalance entre nuestros conocimientos externos y nuestro desarrollo interior. Por ejemplo, aunque salimos al espacio exterior y logramos poner hombres en la Luna, en cambio aún somos incapaces de vivir y aplicar con éxito normas éticas y morales tan naturales, simples y antiguas como los Diez Mandamientos dados por Dios a Moisés hace 4.000 años. A pesar de nuestro desarrollo, tampoco estamos cumpliendo nuestro papel como los verdaderos señores de la creación, cuidando y protegiendo esa preciosa herencia que Dios nos dio. Nuestro egoísmo a menudo causa el maltrato de la naturaleza. En lugar de existir armonía entre el hombre y el medio ambiente, el egoísmo humano ha producido una explotación irracional de la naturaleza generando así una hostilidad mutua. El apóstol Pablo nos habla sobre este sufrimiento de la naturaleza que compara con los dolores de parto en ansiosa espera por la aparición de los hijos de Dios. (Rom. 8:22) Y no sólo la naturaleza, sino que también Dios y toda la humanidad está lista y en espera, para ese gran cambio y transformación que nos permita finalmente recuperar nuestro valor y dignidad como hijos de Dios y realizar un mundo libre de mal y pecado. No cabe duda que la mayoría de las personas conscientes concuerdan, que en este mundo urge una profunda transformación que lo libere del caos, la inmoralidad, la violencia y la corrupción. Pero, con pocas excepciones, la tendencia general hasta ahora ha sido mirar hacia afuera, querer resolver primero el problema que vemos fuera de nosotros mismos y querer "ver la paja en el ojo ajeno". Por este motivo, se han puesto enormes esfuerzos y esperanzas en creer que determinados programas o sistemas políticos y económicos nos darían la solución definitiva. Por ejemplo, cuando la Revolución Bolchevique triunfó en 1917, se creó una gran expectativa, y sus precursores estaban orgullosos de acabar con un viejo sistema explotador, y de imponer uno nuevo que prometía justicia y paz. Hoy, el mundo entero es testigo de la tragedia de dicho sistema y su consecuente fracaso. La gran lección que podemos aprender de ésta y otras experiencias históricas similares, es que es insuficiente e ilusorio pretender cambiar primero la sociedad, sus estructuras y sistemas, en la creencia y la espera de que después esos cambios transformarán necesariamente la conducta humana. Cada nuevo plan, programa o sistema, al ser gobernado por los mismos hombres corruptos, no puede funcionar. A menos que el hombre cambie, nada cambiará. En la raíz, los problemas humanos comienzan con las actitudes egoístas de los individuos que luego integran y crean las estructuras y los sistemas en la sociedad. Solamente cuando el hombre es capaz de superar el egoísmo y el pecado dentro de sí mismo, será posible ver cambios permanentes y estables luego en la sociedad. Aquí es donde la humanidad puede albergar sus esperanzas o sueños de paz verdadera en el

futuro. La voluntad de Dios es la erradicación del egoísmo de cada individuo, para luego transformar y recrear esa persona en Su propio templo, haciendo que todos lleguemos a ser hombres sagrados. Por esta razón, la verdadera paz mundial y armonía entre las naciones no se inicia a nivel nacional, sino en la perfección del individuo. Cada persona se perfecciona al convertirse en un templo de Dios. Es aquí donde la paz mundial germina. Cada uno de nosotros es el verdadero punto de partida de la paz mundial y el establecimiento de un mundo ideal. Necesitamos restaurar completamente nuestra sensibilidad espiritual, de forma que jamás pudiéramos con nuestra conducta, dañar o perjudicar a otros, ya que sentiríamos la pena y el dolor de los demás como el nuestro propio. Del mismo modo, nuestra felicidad también se logrará haciendo a otros felices. En el mundo original de la creación de Dios, la lucha del hombre contra el hombre sería algo así como la lucha de la mano derecha contra la izquierda. O peor aún, tu propia mano arrancando tus propios ojos. En tal mundo no habría conflictos, ni malentendidos. Habría sólo armonía, cooperación y asistencia mutua. Habría unidad entre los hombres en la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza. Este sería verdaderamente el mundo de paz que la humanidad busca. Tenemos que reconocer, por consiguiente, que de todas las grandes transformaciones que afectaron los destinos de la historia, la más grande e importante está todavía por realizarse. De todas las batallas que jamás se han luchado, la más fundamental es aquélla que cada uno individualmente tiene que librar, para finalmente subyugar el mal dentro de nosotros mismos; es decir, purificarnos y liberarnos del pecado. Siendo más específico, eliminar y borrar completamente de nuestros corazones y memorias, ese amor falso e ilícito que ha contaminado por tanto tiempo a la humanidad. Estas profundas revelaciones acerca del origen del mal son importantísimas, pues nos clarifican la naturaleza del pecado y nos proporcionan las armas y el conocimiento para comenzar a derrotarlo. La última y más difícil de todas las revoluciones será esta revolución interna en nuestros corazones y conciencias, que nos lleva de la injusticia, la corrupción y el egoísmo, a actitudes contrarias, de amor y servicio a los demás como el valor supremo. Como nos profetiza el Reverendo Sun Myung Moon: "Puedo ver un gran cambio, una revolución viniendo sobre el mundo, no por fuego ni por balas, sino por la verdad de Dios prendiendo en los corazones de los hombres. He venido para encender esta revolución espiritual, una revolución silenciosa que hace pasar al hombre del egoísmo al altruismo". Sun Myung Moon, en su discurso de fundación de la Federación para la Paz Mundial en agosto de 1991, en Seúl, Corea, ante presidentes y dignatarios de varios países, proclamó: "El siglo XXI será un siglo de rectitud. En el siglo XXI la riqueza no será el factor dominante. En su lugar, el espíritu y el alma humana dominarán. El siglo XXI será la era de unidad entre Dios y el hombre. Será la era donde un nuevo despertar llegará a cada hombre al darse cuenta de que se beneficiará más en tanto que viva más genuinamente para sus semejantes. En el siglo XXI el egoísmo disminuirá. La vida, el honor y la gloria basados en el altruismo triunfarán. Estas serán las características del siglo XXI. La era de la paz se acerca. Es más, la oportunidad para el Reino de los Cielos en la tierra la tendremos al

alcance. El siglo XXI será uno de esperanza y gloria". En la Biblia, se nos habla de "los últimos días" y del "fin del mundo". Si la historia hubiese comenzado en bondad, no sería necesario ningún final. Pero como la historia se inició con el mal, tienen que llegar esos últimos días en los que el mal será definitivamente erradicado y donde habrá un fin para el mundo de vicios y pecados. Será el tiempo al que el libro sagrado se refiere cuando nos habla "de fundir nuestras espadas en instrumentos de labranza". En otras palabras, el tiempo de transición en el que el "infierno" se transformará en el "Reino de los Cielos". Por consiguiente, no será la destrucción literal del universo a través de grandes catástrofes, como algunos cristianos han interpretado. Sino un tiempo de alegría en el que se realizará la esperanza más grande de la humanidad, mantenida firmemente durante todo el largo curso de la historia desde la creación del mundo.

LA DESUNIÓN ENTRE LOS DESEOS DE LA MENTE Y LOS DESEOS DEL CUERPO Para poder librar esta batalla final de la historia y ser victoriosos en subyugar y erradicar el mal dentro de nosotros mismos, es necesario reconocer claramente nuestras debilidades, egoísmo y naturaleza caída. Debido a que Satanás controló a los primeros antepasados humanos a través de sus deseos físicos, ahora continúa controlándonos a través de los deseos físicos egoístas de nuestro cuerpo. La caída, que llegó a través del amor falso, creó una discordia entre dirección altruista de la mente y los mal dirigidos deseos físicos del cuerpo. Como resultado experimentamos desunión y lucha en nuestras relaciones verticales -con Dios, nuestros padres, nuestros hijos, nuestros estudiantes- y también en nuestras relaciones horizontales -con nuestra esposa, nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestros colegas, etc. Estas relaciones, en lugar de estar caracterizadas por el amor genuino, llegaron a estar, frecuentemente, distorsionadas por la confusión que existe dentro de nosotros mismos, entre los deseos de la mente de servir a otros y los deseos del cuerpo de satisfacerse a sí mismo. Originalmente, la mente y el cuerpo debían estar unidos y no podían separarse. La mente humana representa la mente de Dios. El cuerpo humano es el recipiente que acomoda la mente, o el lugar donde la mente habita. La separación entre estos dos ocurrió conjuntamente con la caída del hombre y trajo como consecuencia que el cuerpo humano llegara a estar bajo el dominio de Satanás y el egoísmo. Nuestro cuerpo físico es importante, principalmente para apoyar nuestro crecimiento espiritual. Por sí mismo, el cuerpo tiende a buscar sólo su propio confort y bienestar. Por ese motivo, el mal siempre busca movilizar a nuestro cuerpo para dominar y anular los deseos de nuestra mente. El amor sexual ilícito o fuera de los principios, incluso nos da la ilusión de sentirnos en unidad y alegría, imitando y sustituyendo al amor verdadero. El dinero y el poder también pueden darnos la ilusión de satisfacer y realizar nuestros deseos internos por medios externos. A menudo hacemos cosas malas sólo para satisfacer nuestros propios deseos y necesidades físicas, aun a costa de perjudicar a otros. Por otro lado, en nuestra mente, la conciencia humana se convierte en el agente de Dios. La conciencia no existe para el beneficio personal. Está implantada para actuar con rectitud. Siempre busca la bondad. La conciencia humana persigue el altruismo. Pero el cuerpo se rebela contra la conciencia. El cuerpo sólo busca su comodidad y tiende a actuar egoístamente buscando realizar sus deseos carnales. La conciencia, en cambio, trata de corregir al cuerpo y subyugarlo en la dirección de la mente. Por ello, mientras que no logremos la unidad de la mente y el cuerpo es inevitable que experimentemos conflictos y luchas internas. Dios ejerce su influencia para estimular nuestra mente a través de nuestros deseos espirituales. Nuestros deseos espirituales buscan una satisfacción verdadera a través de actividades buenas y responsables. Somos felices haciendo primero felices a los demás. Nuestro cuerpo, sin embargo, a menudo es atraído a buscar otros caminos sustitutos e ir en otra dirección. Cuando hay algo importante que debe ser hecho, el cuerpo pide reposo, alimento o bebida, y el hombre que no está desarrollado espiritualmente se dirá, "yo quiero hacer estas cosas y debo hacerlas", pero el que verdaderamente es sabio dirá: "éste que desea

no soy yo y es preciso que espere". A menudo cuando se presenta la oportunidad de ayudar a alguien, el cuerpo dice, "cuánta molestia, será para mí mejor que lo haga otro", pero debemos responder a nuestro cuerpo; "tú no me impedirás ejecutar una buena obra". El cuerpo es un animal a nuestro servicio, el caballo sobre el que cabalgamos. Por consiguiente, debemos tratarlo bien y cuidarlo, hay que nutrirlo convenientemente y mantenerlo limpio. Sin un cuerpo sano y limpio no podremos llevar a cabo el arduo trabajo que nos permita alcanzar la perfección. Pero, debemos ser siempre nosotros quienes dominemos a nuestro cuerpo y no el cuerpo que nos domine a nosotros. En cierto sentido, nuestro peor enemigo es nuestro propio cuerpo. Debemos establecer firmemente este principio: "Debo conquistarme a mí mismo antes de tener dominio sobre cualquier otra cosa". Si estoy controlado por mis circunstancias, significa que mi cuerpo está controlando a mi mente. Pero si puedo mantener mi posición y estado mental, sin importar donde vaya o las circunstancias difíciles en las que me encuentre, significa que mi mente controla mi cuerpo. Este choque de mente y cuerpo dentro de nosotros mismos representa la guerra entre el bien y el mal. La mente debe tener la fuerza interna y el poder espiritual de autocontrol necesario para superar los deseos por la comida, el sueño y el sexo, que son los tres deseos más básicos de nuestro cuerpo. Esta es la razón por la cual las religiones tradicionales del mundo, unánimemente, enseñan el principio de la disciplina corporal por medio del ayuno, la oración, la abstinencia sexual, etc. -haciendo cosas que el cuerpo no desea hacer. La religión es el campo de entrenamiento donde los deseos incontrolados del cuerpo son reprimidos, subyugando al cuerpo bajo la voluntad de la mente. La verdadera religión enfatiza la autonegación, el autocontrol, la disciplina y nos enseña una forma de vida sacrificada para los demás. Nunca ha existido ninguna gran religión en la historia que enfatizara el egoísmo. La gente religiosa que ha vivido en conventos y monasterios se sometió a sí misma a una vida ascética de estricta disciplina. Encontramos el caso de monjes budistas que se sientan a meditar por años y años, tratando de remover de sí mismos todos los deseos hasta el punto de la nada o el vacío. Haciendo esto, ellos quieren encontrar el estándar básico del carácter humano. Su entero esfuerzo puede ser caracterizado en una sola frase: Ellos niegan el pequeño yo egoísta, para encontrar el verdadero ser interior. Este es su propósito. Para lograr dominar completamente el cuerpo debemos unirnos con Dios internamente. El mayor poder que capacita a la mente para tener dominio completo sobre el cuerpo, es la experiencia de la verdad y el amor de Dios. La mente tiene que estar en la posición subjetiva, y el cuerpo en una posición objetiva con respecto a la mente. El amor de Dios y su verdad tienen el poder de unirlos armoniosamente en un todo. Esta persona de unidad es lo que la religión define como un hombre de perfección o un santo. Por esta razón, la religión ha sido el instrumento de Dios para conducir y recuperar al hombre a Su ideal original. Originalmente, Dios nos hizo para que vivamos nuestras vidas en felicidad y alegría. Fuimos creados no para ser intoxicados no por drogas, sino para ser plenificados por el amor de Dios. Desde que perdimos esta capacidad original, buscamos intoxicaciones antinaturales y artificiales como alcohol, la marihuana u otras drogas. Sin embargo, el hombre y la mujer están creados para extasiarse mutuamente con el amor centrado en Dios. No hay nada que supere este sentimiento de felicidad. Cada célula de nuestro cuerpo explotará de alegría los ojos, los oídos, los tejidos de la cara, los brazos, las piernas, todo renacerá a la vida en un rapto de alegría.

Cuando las personas descubren la forma de extasiarse con el amor verdadero centrado en Dios, entonces, aunque se les empuje a probar las drogas, el alcohol, o cualquier otra cosa, las rechazarán. Aparecerán como cosas insípidas. Una vez que marido y esposa crecen a la perfección y son unidos en el verdadero amor de Dios, ningún poder bajo el sol puede romper ese vínculo. Les será imposible ser infieles el uno para con el otro. La mente estará completamente en control. Si nuestra disciplina es tal que nuestra conciencia rige completamente sobre las demandas de nuestro cuerpo, incluyendo la tentación del amor ilícito, entonces ganamos un boleto para el cielo.

NUESTRA NATURALEZA ORIGINAL Y NUESTRA NATURALEZA CAÍDA Cuando Emanuel Swedenborg preguntó en cierta ocasión a maestros en el mundo espiritual sobre el cielo y el infierno, el famoso espiritualista y científico del siglo XVIII que visitó y exploró el mundo espiritual por casi 30 años, transcribió esta respuesta: "Hay tres realidades básicas en el infierno, que son simplemente lo contrario de las realidades del cielo. Los aspectos básicos del infierno son tres amores o deseos: el deseo de gobernar o mandar motivado por la gloria personal, el deseo de tener lo que pertenece a otros debido al amor por las cosas del mundo, y el placer por las relaciones sexuales fuera del matrimonio". "Las realidades básicas del cielo son los tres deseos o amores opuestos a ésos: el amor o deseo de gobernar motivado por el afán de ser útil, el querer tener bienes debido al deseo de ponerlos en un buen uso, y el placer en el verdadero amor matrimonial". Como podemos ver, creamos el cielo y el infierno o la felicidad y la desdicha según el uso de nuestros amores y actitudes. Por tanto, tenemos la responsabilidad de realmente recuperar y mantener la actitud correcta sobre los cuatro deseos originales, recibidos de nuestro Creador, para cumplir con el propósito de nuestras vidas. Estos cuatro deseos originales son: 1. El deseo de amor sexual. La forma apropiada de cumplir este deseo es guardando la ley básica del cosmos, que ya nos fue dada en el principio con la expresión simbólica "no comer del fruto." Lo que significa abstinencia antes del matrimonio, y amor y fidelidad absoluta a nuestro cónyuge después del matrimonio. De esta forma es como realizaremos el ideal de un amor eterno y una de una familia que nos dará la mayor paz y felicidad para siempre. Por el contrario, el mal uso de este deseo natural nos arrastra al amor por la variedad o el sexo libre en otros términos, el amor por la fornicación y el adulterio, que es totalmente opuesto al verdadero amor matrimonial. Al final, la gente involucrada en este tipo de amor nunca encuentra satisfacción permanente, e inevitablemente se sumergen en la decepción y la infelicidad. 2. El deseo de tener cosas materiales (amor por las cosas del mundo). No hay nada equivocado con nuestro deseo por tener cosas, por ser rico, adinerado y próspero, por ser un millonario, tener tierras y propiedades. Todas estas aspiraciones se relacionan con el deseo de ejercer un verdadero dominio de amor sobre el medio ambiente permitiéndonos ser los verdaderos señores de la creación. ¿Pero cuál es la actitud apropiada para cumplir esos deseos? Si cuando lo que poseemos se usa correctamente para el beneficio y el servicio de los demás, generando alegría y felicidad así como armonía en el medio ambiente, todo eso es perfectamente aceptable, bueno y legítimo. Por otra parte, cuando mantenemos riquezas solamente para satisfacer nuestros intereses particulares y nuestro poder y gloria personal, eso es injusto y a largo plazo resultará en insatisfacción y fracasos. 3. El deseo de autoridad (amor al poder). Todos deseamos ser un rey o una reina. Este es un deseo original y natural, debido a nuestra posición y dignidad como hijos de Dios. La forma apropiada de ejercer este deseo es llegar a ser un verdadero líder. Un verdadero líder es el que se satisface en ser útil y el que genuina y sinceramente ama y sirve a los demás. Por

lo tanto, tal persona es naturalmente apreciada por todos los que le rodean y quienes gustosamente le darán reconocimiento, poder y posición. Valor y Posición. Cuando tenemos verdadero valor en nosotros mismos y las calificaciones necesarias, tarde o temprano, aun cuando no lo queramos ni lo busquemos, se nos dará posición y autoridad. Por el contrario, cuando alguien disfruta de una posición para su propia gloria y beneficio, obviamente carece de valor moral y a largo plazo tal persona terminará perdiendo su posición. 4. El deseo de autoperfección. Esta es una ambición o deseo original que nos motiva siempre a alcanzar nuestro potencial como hijos de Dios. Todos tenemos este deseo de ser mejores y de tener éxito. Nos gusta adquirir conocimientos y desarrollar habilidades. Queremos sobresalir y lograr la excelencia en las cosas que hacemos. Nos gusta ser reconocidos, admirados y famosos. Deseamos llegar a ser grandes artistas, científicos, conferencistas, campeones deportivos, inventores, filántropos, etc. Como ya hemos dicho, la actitud apropiada para realizar estas aspiraciones consiste en usar todos nuestros logros para el bien y la felicidad de los demás. De lo contrario, nuestros deseos, ambición y esperanza centrada sólo en nosotros mismos, desarrollan la codicia. El ejercicio de la libertad sin estar en conformidad con la ley divina genera el libertinaje. El mal uso del amor se torna en lujuria. Nuestra dignidad y orgullo natural de ser hijos de Dios se transforma, cuando no vivimos centrados en Dios, en vanidad y arrogancia. Si no usamos apropiadamente nuestros talentos, creatividad e ingenio para ayudar a los demás, a menudo se convierten en malicia. Ningún aspecto básico del carácter humano es esencialmente malo. El bien y el mal son un asunto de dirección. Cuando los deseos de nuestra naturaleza original están mal dirigidos originan nuestra "naturaleza caída," básicamente egoísmo. Por esta razón, las causas o raíces de nuestra mala conducta resultan ser la inversión de las principales fuerzas para la bondad. De acuerdo al Principio Divino, nosotros tenemos dos propósitos: El propósito del conjunto que nos dirige a vivir para los demás y el propósito individual que nos conduce a buscar nuestro propio bienestar. Fuimos creados con una naturaleza original buena, que mantiene esos dos propósitos en armonía. Sin embargo, como resultado de la caída, nuestros deseos tienden a dirigirse en una dirección egoísta creando lo que llamamos la "naturaleza caída", la cual nos empuja a poner prioridad en el propósito individual por encima del propósito del conjunto. El egoísmo es tan común que casi ni lo reconocemos. El egoísmo no se refiere al deseo natural de superación de cada persona. Tenemos una ambición natural de asegurar el bienestar y un deseo de alcanzar los valores más altos. Esto no es egoísmo. Estos son aspectos de la naturaleza original del hombre, otorgada por Dios. El egoísmo se refiere a la aplicación errónea mal dirigida y estrecha de nuestros deseos y ambiciones. Esta estrechez da lugar a la codicia, la envidia y la vanidad, que constituyen un veneno para nuestra vida espiritual. El egoísmo es una perversión de nuestra naturaleza original. La vida nos presenta una serie interminable de elecciones, y por estar ciegos hacia la realidad espiritual tomamos decisiones erróneas. El egoísmo puede compararse con la actitud de una persona que, sin suficiente información, decide sus compras en el mercado. Más tarde, al recibir la información, se da cuenta que no tomó la decisión correcta. De igual forma, los que viven una vida egoísta aquí en este mundo se sentirán frustrados después de la muerte cuando se den cuenta de sus decisiones

equivocadas. Tenemos el deseo de hacer el bien, pero no lo hacemos y realizamos el mal que no deseamos. Esta es nuestra naturaleza contradictoria. De este conflicto dentro de nosotros mismos aparecen como consecuencia los conflictos en el mundo. Debido a esta situación contradictoria podemos comparar al hombre con una taza agujereada. El propósito de la taza es contener líquido, pero por otro lado lo derrama. Por esto, es prioritario tapar ese agujero al superar y erradicar nuestra naturaleza caída que se mantiene y multiplica sobre todo a través del mal uso del amor. Después de haber causado la caída, Satanás ha extendido su poder y fortalecido su dominio sobre la humanidad. Aunque Satanás inició esta situación, él ha estado acusando a la humanidad por la violación de la ley celestial cometida por los primeros antepasados. La meta de Satanás es siempre separarnos de Dios y mantenernos en la ignorancia espiritual acerca de nuestro verdadero valor y posición como Sus hijos. El hace esto en dos formas. Por un lado, nos acusa constantemente de desobedecer los mandamientos y las leyes del Creador. Y por otro lado, está constantemente tratando de seducirnos y tentarnos a actuar mal y probar que sus acusaciones son válidas. Satanás manipula nuestra tendencia a pecar. El explota nuestras debilidades, ambiciones, orgullo, pasiones y egocentrismo. Actúa de tal forma que pensamos que estamos expresando nuestros deseos o haciendo simplemente lo que queremos. No somos los esclavos de un amo extraño, sino más bien sus complacientes súbditos. Su influencia es enteramente espiritual, y a causa de que nuestra percepción espiritual está deteriorada, no podemos fácilmente identificar su influencia negativa. Lo mismo que el crimen organizado en el mundo físico, dirigido por un padrino de la mafia al que muy raramente vemos y cuyas actividades ilegales están hechas a través de otros, Satanás nunca se aparece a nosotros abiertamente. El trabaja anónimamente y de incógnito. Satán trabaja a través de nuestra propia "naturaleza caída". Podemos reconocer cuatro aspectos o tendencias fundamentales en nuestra "naturaleza caída" Primera. No amar desde el punto de vista de Dios y desarrollar un punto de vista egoísta. La motivación de la caída del arcángel consistió en que no pudo amar a Adán y Eva desde el punto de vista de Dios. En su lugar, él tomó su propia dirección y tuvo envidia y celos de ellos. Encontramos que en el centro de esa naturaleza caída está el egoísmo y la tendencia de tomar una actitud crítica hacia los demás. Tratamos de enfocarnos en nuestro punto de vista parcial y egocéntrico. Despreciamos a los demás a causa de que tienen algo que nosotros no tenemos o que pueden hacer algo que nosotros no hacemos. En lugar de apreciar a otros, nos comparamos y desarrollamos envidia de los demás. Estudiantes pueden sentirse celosos de otro estudiante que parece ser el favorito del profesor. En el trabajo, la gente siente celos del compañero que es promovido por su excelente trabajo. En lugar de encontrar valor en los demás, muy a menudo nos satisface encontrar algo equivocado en otros, para hacernos aparecer mejores. El fallo en ver las cosas desde el punto de vista de Dios, nos aleja gradualmente de la verdad y nos induce poco a poco a creer en lo falso, a no tener confianza, y finalmente a rebelarnos. El primer error de Adán y Eva fue el de no creer en las palabras de Dios y creer en cambio en las palabras falsas del arcángel, lo que les condujo finalmente a desobedecer la dirección de Dios.

Segunda. Abandonar nuestra posición de responsabilidad. El arcángel no apreció el valor de su posición dada por Dios, y en lugar de encontrar satisfacción cumpliendo su responsabilidad, él esperó encontrarla tomando el papel de Adán e incluso usurpando la posición de Dios. En forma similar, es muy fácil para nosotros abandonar nuestra posición de responsabilidad. Escapamos de nuestras responsabilidades para buscar el camino fácil. Cuando algo va equivocado nos quejamos, y el último lugar en donde queremos mirar es en nosotros mismos. Tenemos la tendencia de culpar a otros de nuestros propios errores. El resultado más crítico de esta naturaleza caída es el de buscar la experiencia completa de amor antes de madurar en corazón y carácter, y la tendencia de usar a otros para experimentar un momentáneo placer sexual. El pecado de fornicación y adulterio siempre está relacionado con el abandono de nuestra posición. Tercera. La inversión de dominio o del orden de autoridad. Los seres humanos eran los líderes naturales para el arcángel. Lucifer, sin embargo, rehusó someterse a Adán y Eva, y en lugar de eso se impuso sobre ellos. Sin la calificación en el corazón, él sólo podía ser un falso líder manteniendo dominio a través del engaño, el miedo y la mentira. Como Lucifer, nosotros a menudo somos arrogantes y no seguimos a la persona que es nuestro ejemplo y que está mejor calificada que nosotros mismos. En lugar de influir en otros a través del amor y la verdad, tratamos de tomar control sobre los demás, usando en ocasiones la fuerza y el engaño. Esto es la raíz de la explotación. El aspecto más importante de esta naturaleza caída es la tendencia de tratar de dominar a otros. Pensamos que somos mejores que los demás a causa de nuestra posición, inteligencia, raza o nacionalidad. Otro ejemplo de la inversión del dominio del que ya hemos hablado, es el dominio de nuestros deseos carnales sobre nuestra conciencia. A causa de esta naturaleza caída, los líderes tratan de obtener poder a través de métodos falsos, como la fuerza y el engaño. El siglo XX ha sido testigo de los mayores ejemplos de este problema. A causa de esta mala experiencia con muchos líderes, tendemos a desconfiar de cualquiera en la posición de liderazgo. La envidia, la arrogancia, el odio, la agresividad, la violencia y el asesinato siempre están relacionados con esta tendencia o naturaleza caída. Para liberarnos de esta actitud debemos amar verdadera e incondicionalmente a los demás, saber perdonar y servir incluso a nuestros enemigos, hasta que sean conquistados de forma natural por nuestro buen corazón. Cuarta. La multiplicación del mal y la autojustificación. De la misma forma que el arcángel multiplicó el mal en Eva y luego Eva en Adán, también nosotros tendemos a que nuestro mal se multiplique en otros. Tratamos de involucrar a los demás en nuestra mala conducta. Cuanto mayor número acepta lo equivocado, parece que se hace menos falso. El resultado de todo esto es la pérdida de valores absolutos. Todo parece depender de la aceptación de la mayoría, en lugar de depender o basarnos en principios. A medida que el pecado aumenta y que más gente está equivocada, todos parecen sentir menos culpabilidad. Debido a la multiplicación del mal, se

pierde el estándar del bien y del mal. A veces no estamos seguros de lo que es correcto o equivocado, y se crea una gran confusión. Existen dos resultados particulares a esta insensibilidad que permite al mal perpetuarse. Una es la desesperación y falta de esperanza, que nos hace creer que no hay forma de transformar este mundo en un lugar de bondad. Y segundo es la irresponsabilidad, que nos hace creer que el mal es sólo una ilusión y que desaparecerá por sí mismo. Es importante reconocer todos estos elementos de nuestra naturaleza caída para luego poder ser victoriosos en superarla y vencer sobre el mal dentro de nosotros mismos.

POSIBLES CRITICAS A ESTA VISIÓN Es comprensible que muchos lectores, al verse confrontados con esta nueva explicación sobre el origen histórico del mal y la inmoralidad, se sientan escépticos. Uno se puede preguntar, ¿quién estaba ahí para llegar a saber todos esos detalles del comportamiento y las motivaciones de Adán, Eva y el Arcángel? Es muy probable que muchos consideren estas descripciones como una pura fabricación novelesca acerca de un mito antiguo, y duden o nieguen la autenticidad histórica de estos hechos. Esta reacción es perfectamente natural, sobre todo para ateos y agnósticos, o para todos aquéllos que carezcan de una sólida creencia religiosa, también para quiénes nieguen o duden de la existencia de una vida más allá de la muerte y mantengan todavía una interpretación materialista sobre el origen, la evolución y el propósito de la vida. Sin embargo, el sostener un punto de vista materialista, agnóstico o radicalmente ateo no debería de servir de excusa para rechazar las valiosas enseñanzas morales que se derivan de esta interpretación, así como tampoco debería servir para justificar racionalmente la inmoralidad o el mal comportamiento. Podríamos por tanto hablar de dos clases de ateos. Una, los que alegan: "No hay Dios ni existe vida después de la muerte física, de modo que puedo hacer todo lo que me plazca en este mundo". Y otra que razona: "Como Dios no existe, tengo que ser responsable por este mundo y hacer todo el bien que Dios haría si existiese". Los que se determinen a convertirse en esta clase de ateos responsables, amando y sirviendo incondicionalmente a los demás y evitando el amor ilícito, pronto llegarán a descubrir la Divinidad en su interior. La raíz histórica del mal, como hemos expuesto previamente, no se originó en el ateísmo, sino más bien en una actitud egoísta e irresponsable. Para las personas de fe confrontadas con esta nueva interpretación, nuestro consejo sería el de la prudencia y la reflexión seria ante el desafío que siempre representan los nuevos descubrimientos. Se necesita humildad, tolerancia y una gran apertura mental para dejar nuestros conceptos y no precipitarnos a hacer juicios previos hasta que no hagamos nuestras propias investigaciones. Por medio de la oración intensa y sincera se podrán recibir respuestas. Otro método posible, aunque difícil, es a través de la búsqueda directa en el mundo espiritual. Este es, obviamente, el mejor lugar donde encontrar las respuestas. Ahí está el archivo total y completo de toda la historia pasada. Ahí encontraríamos a los ángeles y hombres protagonistas de todos los eventos ocurridos en el pasado. Según testimonio del Reverendo Sun Myung Moon, recordemos que estos descubrimientos son una revelación lograda por él, después de enormes e intensos esfuerzos por los métodos arriba mencionados. Quiénes consideran el relato del Génesis de la Biblia como pura y simple mitología, de igual forma es probable que vean estas nuevas revelaciones como ficción. Sin embargo, aunque se interpretaran las cosas de este modo y se tomara este mensaje de forma simbólica, no podríamos desestimar, renunciar u olvidar el valor ético y moral de lo que aquí se expresa como una valiosa guía hacia la virtud, por las siguientes razones: Primera. Este enfoque, sin lugar a dudas, ofrece una poderosa defensa y afirmación del matrimonio monógamo, la familia, el amor verdadero y todos esos valores necesarios para mejorar y mantener una sociedad sana. Segunda. Nos presenta una excelente exposición de las razones para evitar el adulterio y la infidelidad, proporcionándonos el mejor antídoto y soluciones.

Ante la creciente amenaza de la epidemia del SIDA que desafortunadamente, debido a los falsos enfoques adoptados hasta ahora, sumergirá a ciertos países en una crisis de proporciones catastróficas, tenemos que reconocer que la castidad y la fidelidad matrimonial son el mejor y único antídoto aceptable. Tercera. Expone con claridad la razón y los motivos por los que el hombre está separado de Dios. Cuarta. Nos advierte y pone en alerta sobre el poder absoluto y sagrado del amor como fuente de felicidad o también de tragedia. Quinta. Esta explicación revela psicológicamente mucho sobre nosotros mismos, nuestras actitudes y tendencias, siendo acertadamente consistente con los muy conocidos patrones o pautas de comportamiento repetidos constantemente a través de la historia humana. Sexta. Proporciona una valiosa guía para superar nuestro egoísmo y la naturaleza caída. Séptima. Ofrece unas respuestas muy razonables, acerca del origen histórico del egoísmo, la vergüenza, la envidia, el amor ilícito, la inmoralidad, la ruptura y la desintegración familiar y todos los problemas y vicios sociales consecuentes que provocan la alienación humana. A quienes creemos en esta interpretación y nos sentimos inspirados y agradecidos por el beneficio que supone para nuestra vida espiritual, sólo nos queda decir que esperamos sinceramente de los que no comparten la misma opinión o están en desacuerdo, que acepten el desafío de ofrecer una mejor respuesta y solución a todas las preguntas y problemas aquí planteados.

LA CIRCUNCISIÓN, EL CELIBATO Y EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO El Principio Divino coincide con San Ireneo en ver que la obra de la redención sigue exactamente las etapas de la caída del hombre. Por cada paso falso que dio el hombre, seducido por Satanás, Dios le exige una compensación, a fin de que su victoria sobre el seductor sea completa. El conocimiento de lo que realmente pasó en el origen, nos permite comprende mejor ciertas prácticas religiosas como el caso concreto de la circuncisión, el celibato y el sacramento del matrimonio. Según el Génesis, Abrahán instituyó este acto ceremonial de la circuncisión, como un signo visible de la alianza que unía a los hijos de Israel con su Dios. El hombre cayó por el mal uso de sus partes sexuales y como compensación o restitución por ese acto, era cortado el prepucio de los niños. Cortar la piel del órgano sexual, nos indica la determinación de cortar las ataduras con Satanás y el amor sexual falso que él enseñó. Estas revelaciones sobre la caída tienen un gran mérito, porque precisamente nos señalan uno de los pecados que está enraizado en la estructura biológica del hombre. Como sabemos, la caída ocurrió a través de la seducción del amor sexual egoísta e inmaduro. Por este motivo, todas las grandes religiones siempre consideraron la fornicación y el adulterio entre los más grandes pecados. En cierto sentido, y apartándonos de los detalles de sus teorías, Sigmund Freud correctamente rastreó la tragedia humana al deseo sexual no sublimado y no controlado. Los Padres de la Iglesia, mucho antes, ya habían conectado el pecado original con el pecado de concupiscencia. Es significativo observar que en muchos casos exigieron a sus dirigentes y sacerdotes una vida de abstinencia sexual y celibato, como camino de santidad y purificación. Esto permitía también establecer un estándar y ejemplo de disciplina y autocontrol que fortaleciera e inspirara a sus seguidores. No se puede ignorar la alabanza y recomendación que Jesucristo y el Apóstol Pablo dieron a la práctica del celibato religioso para aquellas personas especiales que tenían la vocación o determinación de recorrer tal camino. (Mt. 19:12, I Cor. 7.) Examinemos por ejemplo el caso de la Madre Ann Lee Stanley que oficialmente fundó un grupo de Cuáqueros célibes (Shaking Quakers). Estando encarcelada en 1770 en Manchester, Inglaterra, tuvo una visión en la que Jesucristo se le apareció y le mostró gráficamente en relación al pecado original que el acto sexual fue el verdadero acto de transgresión cometido por el primer hombre y mujer en el Jardín del Edén. Después de esta sorprendente experiencia, ella y sus seguidores se establecieron en comunidades célibes en las que vivían juntos como hermanos y hermanas. Muchos de los llamados a esta renuncia o vocación, en cierta forma llegaron a intuir que se debía recorrer el camino de la restauración en celibato, como hermanos y hermanas, esperando por el permiso absoluto de Dios para realizar un matrimonio santo y divino que sería otorgado en un futuro. Por lo que escogían "desposarse" espiritualmente sólo con el Señor y su obra. En el proceso de la restauración, el amor vertical tiene que ensalzarse y el amor horizontal

debe negarse, debido a que la historia humana comenzó con un amor horizontal ilícito. Ahora podemos entender por qué las más prominentes religiones de la historia siempre han enfatizado la negación individual. En el afán por negar todo lo mundano, las personas religiosas más piadosas llevaron una vida ascética y aislada en busca de ese perdido amor vertical, original y verdadero, tratando de dominar la tentación sexual y permanecer del lado de Dios. El énfasis en el celibato religioso ocurría porque tenían que resistir la tentación del amor impuro, para poder alcanzar finalmente el amor vertical de Dios. Esto nos aclara por qué el Hinduismo, Budismo y muchas formas de cristianismo enseñaron que, para quienes verdaderamente buscan lo divino, el camino más rápido y excelso requiere la abstinencia sexual. En la Iglesia Católica, por ejemplo, los sacerdotes, monjes y monjas mantienen unos votos de celibato permanente como el mejor camino espiritual para la salvación personal, así como para ejercer el ministerio en bien de otras personas. Si Jesucristo no se casó, es natural que sus más fieles seguidores tampoco podían ser en eso diferentes a su Maestro. Bajo esta perspectiva, el matrimonio fue considerado por muchos Padres de la Iglesia como recomendable y bueno, pero, al mismo tiempo, un camino secundario o alternativo para quienes no eran capaces de recorrer el difícil sendero de la abstinencia. El 25 de marzo de 1954, el papa católico Pío XII en su encíclica sobre la Virginidad Consagrada nos recuerda cómo los Padres de la Iglesia ilustraron en abundancia sobre las numerosas ventajas de la completa renuncia de todo placer sexual para el progreso de la vida espiritual. No debido a que tal placer cuando se deriva de un matrimonio legalmente establecido, sea reprensible en sí mismo,... sino que como consecuencia de la caída de Adán las bajas pasiones de la naturaleza humana no son completamente obedientes a la correcta razón y pueden involucrarnos en acciones deshonrosas. Santo Tomás de Aquino dijo que el uso del matrimonio "dificulta al alma del total abandono y servicio a Dios". En el Concilio de Trento se definió la excelencia de la virginidad y el celibato y su superioridad sobre el estado de casado. La virginidad consagrada era preferible al matrimonio para poder dedicarse totalmente al servicio de Dios, mientras que el corazón de las personas casadas permanecería más o menos "dividido" entre el amor a Dios y el amor a su cónyuge. El apóstol Pablo escribió: "Pero si no pueden guardar continencia, cásense, que es mejor casarse que abrasarse". (1 Cor. 7:9) Incluso los sacerdotes en el Antiguo Testamento tenían que abstenerse del uso del matrimonio durante el período de su servicio en el templo. Todo esto implica, hasta cierto punto, la admisión de que el sacramento del matrimonio todavía no tiene la bendición y santificación completa de Dios. De hecho Jesucristo sólo nos pudo dejar como preferente un modelo de perfección individual, porque él nunca se casó, ni estableció un modelo familiar, tan necesario para que todos sus seguidores lo pudieran imitar y continuar. La ignorancia de la gente en reconocerlo como el Mesías provocó el rechazo y su posterior crucifixión, previniendo de esta forma que restaurara por primera vez en la tierra una verdadera pareja y familia, en sustitución del modelo y tradición familiar falsos heredados desde la caída. La familia cristiana, como pareja monógama y estable, por supuesto era el marco apropiado y natural para la reproducción y cuidado de los hijos, así como el mejor medio para evitar la fornicación y la promiscuidad. Pero este nivel todavía no representa la restauración completa del ideal de familia que se perdió con la caída. Como lo prueba el hecho, admitido por los

mismos teólogos cristianos, de que incluso las parejas más devotas, bautizadas y casadas dentro de la Iglesia siguen transmitiendo el pecado original a sus descendientes. Hasta el momento presente, en la mayoría de las Iglesias cristianas, el vínculo del sacramento del matrimonio tiene una validez temporal y condicional como nos muestra la famosa sentencia: "Hasta que la muerte los separe". Sin embargo, todos tenemos un espíritu eterno e indestructible que Dios nos ha dado. En el mundo ideal que Dios quiere ver establecido, la muerte sólo representa la separación de nuestro cuerpo físico que se descompone, pero de ninguna manera, ese hecho nos separa o divorcia de nuestro cónyuge, hijos o personas a las que amamos y con las que finalmente nos reuniremos en el Mundo Espiritual. ¿Con quién finalmente vamos a experimentar y compartir la intimidad de nuestro ser día a día en un eterno para siempre? Obviamente dicha persona será nuestro esposo o esposa, y por supuesto esa unión incluye el espíritu de Dios que se fundirá con cada pareja en el disfrute de ese matrimonio y amor sexual bendecido. A pesar de nuestro amor, gratitud y admiración por Jesucristo u otros hombres y mujeres extraordinarios, ellos no son la persona con quien, (de acuerdo con el propósito original de la creación) estamos destinados a fundirnos y llegar a ser dos en una sola carne. Debido a que Dios no tiene un cuerpo ni brazos para abrazarnos y al igual que nuestra mente es invisible e intangible (aquí o en el mundo espiritual) nuestro esposo o esposa es quien se convierte en el rostro de Dios y sus abrazos y su amor son la expresión tangible y substancial del abrazo y el amor de Dios. El celibato consagrado como camino de perfección, ha sido una práctica común en el cristianismo, budismo, hinduismo y otras religiones hasta ahora, a causa de que el amor conyugal necesita ser restaurado, y el ideal de la familia no está totalmente restablecido al nivel que Dios quería ver originalmente, de no haber ocurrido la caída. Cuando esto ocurra se terminará la necesidad del celibato consagrado. En un mundo donde el matrimonio esta instituido propiamente, la felicidad se extenderá desde la pareja, cuya unión en el acto del amor debería tener esa dimensión espiritual, mística y sagrada, creando familias centradas en Dios, comunidades, naciones y un mundo de libertad, paz, unificación y armonía. Como más adelante se explicará, estamos todavía esperando esa bendición eterna y verdadera de Dios para el establecimiento de un matrimonio absoluto y verdadero que nos restaure a nuestra posición original perdida.

EL PECADO ORIGINAL AFECTA NUESTRO LINAJE El amor es el origen de la vida. El amor falso experimentado por los primeros progenitores, transmitió la vida a los descendientes y afectó profundamente nuestra ascendencia o linaje. En la Biblia leemos un comentario de Jesucristo verdaderamente asombroso y revelador: "Dijeron ellos (los fariseos). Nosotros no somos nacidos de fornicación; tenemos por Padre a Dios. Díjoles Jesús si Dios fuera vuestro Padre me amaríais a mí porque yo he salido y vengo de Dios... Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. (Juan 8:41-48) Jesús declaró claramente que nuestro padre no es Dios, que nuestro padre es el Diablo, que ha sido asesino y mentiroso desde el principio. ¿No es ésta una declaración sorprendente? Tanto Jesús como Juan Bautista en ciertas ocasiones se refirieron a la gente como "raza de víboras", haciendo alusión a nuestro linaje falso. (Lc. 3:7, Mt. 12:34 y Mt. 23:33) Por lo tanto, el pecado original es un pecado que afecta el linaje y es algo que se ha transferido de generación en generación. Nacemos del linaje satánico como los descendientes del amor satánico. Desde el momento que nuestra vida es concebida en el vientre de la madre, esa vida indirectamente tiene una conexión con el amor que Satanás enseñó en el principio en lugar de Dios. Muchos padres de la iglesia entendieron que el pecado original se transmite desde la primera pareja a todos los descendientes a través de la relación sexual de nuestros progenitores. Hablando figuradamente, es como una especie de virus espiritual que se transmite de generación a generación. A pesar de que no tenemos personalmente la culpa de lo que sucedió en el origen de nuestra historia, seamos conscientes o ignorantes de ello, nos guste o no nos guste, el hecho es que somos afectados y heredamos ese linaje iniciado por los primeros antepasados. Todos, en cierta forma, tenemos que lamentarnos como el autor del Salmo 51:7. "He aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió mi madre". Esta tragedia llegó a la tierra por el Diablo, el arcángel caído que inició el amor sexual del hombre en lugar de Dios. Y es por eso que Jesucristo le llama nuestro padre. Hemos caído bajo la soberanía satánica, pues Satanás llegó a ser el padre falso y el dueño de este mundo. Es claro que el pecado original es el pecado de la caída y que nosotros recibimos ese linaje de sangre satánico así como elementos o tendencias malas, generación tras generación. A causa de la verdadera naturaleza de este delito o pecado original, su liquidación y restauración ha sido una tarea increíblemente difícil. El pecado original o primero que cometieron nuestros progenitores, es como la contaminación en la raíz del árbol genealógico de la humanidad. A partir de ese pecado la humanidad ha estado constantemente violando las leyes celestiales, generando una tradición pecaminosa. Los efectos de estos pecados de nuestros antecesores son heredados por los descendientes para su superación. También tendríamos que añadir los pecados colectivos cometidos por un determinado grupo y que luego afectan a la nación, la raza o inclusive a toda la humanidad. Finalmente tenemos nuestros pecados personales. Aunque es posible limpiar y restituir hasta un cierto punto, los pecados tanto personales como heredados, a través de nuestros esfuerzos al confesar nuestras culpas, pedir perdón, arrepentirse y pagar indemnización. El pecado original, que tiene que ver con el entero linaje humano, está más allá de nuestra capacidad. Por mucho que nos esforzáramos, sería

imposible borrar o remover el linaje caído por nosotros mismos y ésta es la razón por la que la humanidad necesita un salvador. Solamente aquél que finalmente ha descubierto lo que Satanás hizo a la primera pareja humana y a sus descendientes, podrá con el poder, la gracia y la autorización de Dios, remover el pecado original y restaurarnos al linaje divino. Una vez que nuestro pecado original sea perdonado y eliminado, será mucho más fácil construir un mundo futuro libre de pecado. Un mundo en el que cada persona, con el poder e inspiración de Dios, será capaz de vencer el mal, y donde Satanás jamás podrá volver a actuar y acusar al hombre. El deseo por el amor ilícito está profundamente arraigado en el corazón humano. Los pecados sexuales y los pecados contra del verdadero amor son muy difíciles de superar. Sin embargo nuestra restauración nunca se logrará, a menos que cada hombre sea capaz de resistir la tentación de una mujer hermosa y desnuda en la misma cama con él. Jesucristo nos pidió un estándar muy elevado de pureza: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón." (Mt. 5:27-28) Los actos inmorales casi siempre se cometen en secreto, y en una sociedad libre no hay forma de prevenirlos, a menos que se eleve nuestra sensibilidad, corazón y conciencia. Simples leyes, reglamentos, castigos u otros métodos externos aceptables, demuestran, tanto ahora como en el pasado, ser ineficaces para controlarlos. Como los seres humanos no podemos vivir sin experimentar el amor, si no somos capaces de vivir por las normas del amor verdadero es evidente que la alternativa es el amor ilícito. Las personas deben ser claramente informadas de las terribles consecuencias que esa clase de comportamiento inmoral representa para nuestra vida eterna. Tenemos únicamente una vida y un único primer amor o virginidad. Si perdemos la vida y morimos, no hay forma posible de recuperarla, y lo mismo podemos decir de nuestro primer amor. Como escribió William Graham Cole: "Los objetos robados pueden devolverse o compensarse, las mentiras pueden ser retractadas y corregidas, la envidia puede ser superada. Pero el acto sexual cometido con otra persona no puede anularse. Las relaciones mutuas sufren un cambio radical, y la pareja afectada nunca jamás volverá a ser lo que era antes. Algo indeleble les ha marcado". Nuestra virginidad, que representa nuestro primer y verdadero amor, es la posesión o fortuna más valiosa y sagrada que tenemos no hay suma en dinero que la pueda comprar. Una vez que se pierde, es irrecuperable. Por eso, cuando tenemos suficiente sensibilidad espiritual y llegamos a darnos cuenta de este hecho, es una verdadera tragedia el regalar o perder esta posesión única y sin precio en un descuidado momento de pasión o incontinencia. Desde el punto de vista interno de nuestro corazón, esa pérdida puede tener consecuencias devastadoras para nuestras futuras actitudes y comportamiento. Incluso, líderes religiosos, que con su fe guiaron a muchos y realizaron grandes obras, han sucumbido a menudo ante tales tentaciones. No falta quienes piensan que estas debilidades son algo natural y parte inherente a nuestra naturaleza humana, y que es inútil tratar de cambiarnos. Sin embargo, Jesucristo claramente señaló que en el contexto del amor, la perfección humana es posible: "Sed, pues, perfectos

como es perfecto vuestro Padre Celestial." (Mat.5:48) Paradójicamente, nuestro camino a la perfección implica por un lado llegar a desarrollar un amor verdadero e incambiable, amando y sacrificándonos por los demás, incluyendo a nuestros enemigos, aun al precio de nuestra vida. Y por otro lado, abstenernos de amar en la forma equivocada, evitando seducir o ser seducidos por el amor ilícito. En síntesis, amar desde el punto de vista de Dios y rechazar el amor prohibido. Los esfuerzos que tradicionalmente se realizaron por medio de una constante autodisciplina, o a través de un celibato permanente como medio para evitar y superar estos problemas, son encomiables y dignos de admiración. Pero, desafortunadamente, no representan una erradicación o superación total del pecado, ni una solución realista y completa al problema. ¿En qué forma, entonces, se podrá finalmente resolver esta difícil situación? Es obvio, que el único antídoto o solución definitiva, sería la poderosa experiencia del amor verdadero, eterno e incambiable, dentro de un matrimonio reconocido y bendecido por Dios. El amor puro y verdadero es la medicina insustituible para curar tanto la falta de amor, como el amor contaminado. Es algo así como cuando reconocemos, conseguimos y nos satisfacemos con buena comida, abandonamos automáticamente el deseo por la comida descompuesta o la necesidad de ayunar. La luz disipa la obscuridad, y sólo lo verdadero y auténtico extingue todo deseo por sustitutos. Por lo tanto, solamente el logro del amor divino entre el hombre y la mujer, nos asegurará el éxito en erradicar totalmente los deseos por un amor alternativo. Se eliminarían de una vez por todas de la conducta humana la infidelidad, el adulterio, los divorcios, la prostitución, las violaciones y demás calamidades consecuentes. Después de 21 años de analizar este problema, ésta es mi conclusión: Cuando todos las personas comprendan ya desde adolescentes el valor fundamental y sagrado del amor y mantengan de una forma natural y voluntaria su virginidad y pureza hasta el día de su matrimonio y luego guardan una fidelidad permanente a su pareja, ese día existirá una firme y concreta esperanza de resolver todos los otros incontables problemas humanos, ya que éste, como el agujero en la taza, es el primer problema y el más difícil de resolver. Personalmente, he hecho una promesa a Dios y he asumido el compromiso de dedicar mi vida (aquí o en el mundo espiritual) para contribuir a esta meta, porque me he dado cuenta del valor místico y sagrado que tiene el verdadero amor entre marido y esposa en unión con Dios, así como también de la tragedia que supone la destrucción o contaminación de dicho amor. Esta clase de tragedia continúa ocurriendo día a día en este mundo y es así como nos separamos del ideal divino y matamos la relación con Dios en nosotros mismos. Por lo tanto, el acto de "la caída humana" sigue repitiéndose en la actualidad y no sólo se refiere exclusivamente al incidente concreto (o al mito para algunos) que supuestamente sucedió en nuestros orígenes. Como explicaremos más adelante, la humanidad tiene que recibir a unos nuevos padres, que sustituyan a Adán y Eva, los padres caídos. Estos nuevos progenitores, en la posición de Padres Verdaderos, representando el amor de Dios y su linaje, nos separarán del linaje falso. Inspirarán a cada hombre y mujer a superar la tendencia hacia el amor ilícito e inmaduro (pecado original). Nos injertarán en el verdadero linaje de Dios y nos transmitirán, por primera vez en la historia, la bendición para el establecimiento de un matrimonio santo y eterno reconocido por Dios.

Verdaderas familias viviendo en la tradición celestial se multiplicarán y expandirán, creando gradualmente un fundamento para realizar la soñada y esperada utopía de un mundo mejor. En esta forma se restaurará el ideal original e incambiable que Dios y la humanidad ansiadamente desean, y que se perdió con la caída.

LA REALIZACIÓN DE UN MUNDO DE VERDADERO AMOR Como detalladamente hemos expuesto, Adán y Eva se separaron a sí mismos de Dios y no llegaron a ser un solo cuerpo en el amor de Dios. Por lo tanto, Dios no pudo bendecirlos en un matrimonio celestial, y la historia humana comenzó con un linaje satánico en lugar del linaje de Dios. Es realmente asombroso darse cuenta de que a pesar de los miles de millones de personas que han vivido en la tierra desde entonces, Dios nunca ha tenido realmente Su propia familia. Ni una sola familia fue establecida con la total y completa bendición de Dios a causa de que somos descendientes de Adán y Eva caídos. Es verdaderamente conmovedor darse cuenta que, a través de los miles de años de historia, Dios ha estado buscando constantemente Su familia. El ha estado esperando por el día en que se pudiera realizar la primera ceremonia de un matrimonio celestial y divino entre un hombre y una mujer unidos en Su ideal de Amor Verdadero. Dios quiso ver este matrimonio celestial durante el tiempo de Jesucristo. Jesús vino como el Mesías, el Hijo unigénito, el primer hombre en la tierra sin pecado. El vino como el segundo Adán. (1 Cor. 15:45) Estaba destinado a ser el primer novio perfecto en la tierra. El momento culminante de su ministerio se hubiera alcanzado cuando, después de restaurar a una novia celestial, juntos pudiesen realizar en aquel tiempo las "Bodas del Cordero" y luego como los "Padres Verdaderos" de la humanidad hubieran, establecido la primera familia de Dios en la tierra. Sin embargo, la falta de fe de sus contemporáneos no permitió que ese día glorioso llegara en el tiempo de Jesucristo. En lugar de eso, él fue rechazado y crucificado. Desde ese tiempo la humanidad está destinada a recibir de nuevo a un tercer Adán que pueda establecer finalmente la posición de "Padres Verdaderos" de la humanidad en sustitución de los padres caídos. Los unificacionistas afirman que ahora, en este tiempo, el Reverendo Sun Myung Moon ha cumplido, con éxito, la misión mesiánica que Jesucristo le encomendó en su juventud. A pesar de las indescriptibles tribulaciones, persecución y oposición, él fue finalmente victorioso no sólo en descifrar el secreto oculto sobre la naturaleza del pecado original, sino también en encontrar una verdadera solución que nos ayudará a superar y cortar definitivamente con ese amor, vida y linaje falsos heredados desde la caída. En 1960, después de cumplir con todas las condiciones requeridas y siguiendo el mandato de Dios, Sun Myung Moon y su esposa Hak Ja Han recibieron esta bendición celestial para recrear el matrimonio original que se había perdido desde el tiempo de la caída. Este matrimonio está considerado por los unificacionistas como el punto de partida para las futuras bendiciones de Dios a la humanidad. Por eso, desde 1960, el reverendo Sun Myung Moon y su esposa Hak Ja Han, en la posición de "Padres Verdaderos," han bendecido una gran cantidad de parejas en sucesivas ceremonias celebradas por el Movimiento de Unificación. En 1961, recibieron esta bendición divina las primeras 36 parejas y en años subsiguientes: (1962) 72 parejas, (1963) 124 parejas, (1968) 430 parejas, (1970) 777 parejas, (1975) 1.800 parejas, (1982) 8.000 parejas, (1988) 6.516 parejas, (1989) 1.265 parejas y muchas otras realizadas a largo de esos años. El 25 de agosto de 1992, en Seúl, Corea, 30.000 parejas recibieron la bendición y en esa misma fecha en el año 1995, 360.000 parejas. En ambos eventos, la mayoría de las parejas participaron simultáneamente de la ceremonia conectados por satélite desde distintos lugares

del mundo. El día anterior a la bendición de 30.000 parejas, el 24 de agosto de 1992, ante distinguidos líderes religiosos, políticos, científicos, académicos y periodistas, el reverendo Sun Myung Moon sorprendió a todos los allí presentes, cuando hizo una histórica declaración al anunciar oficialmente que él y su esposa Hak Ja Han habían sido escogidos por Dios para ser los "Padres Verdaderos" de la humanidad y que habían cumplido con éxito su misión. ¿Cuál es, entonces, la misión que él cree que está realizando con éxito? y ¿a qué se refiere cuando él habla de los "Padres Verdaderos? Si en pocas palabras tuviera que resumir el aporte del reverendo Moon a la obra de la restauración, como él la denomina, yo personalmente resaltaría lo siguiente: Hasta este momento todos los grandes santos, profetas, y hombres de Dios en las distintas tradiciones nos han dado un ejemplo de grandes virtudes y nos han abierto y mostrado un camino hacia la perfección individual y la comunión mística del alma con Dios. Como Santa Teresa de Avila nos dice: "Ya sabéis que Dios está en todas partes. San Agustín buscaba a Dios en muchas partes y dice que le vino a hallar dentro de sí mismo" (Confesiones, X Cap. 27). El reverendo Moon nos anima también a recorrer ese mismo camino personal e individual de perfección. Sin embargo, el elemento que él enfatiza constantemente es que el tiempo ha llegado para que esa unión mística se realice ahora, no solo como individuos, sino en pareja marido y esposa juntos ante Dios para restaurar y establecer ese amor original y auténtico que se perdió desafortunadamente en el principio con la caída de la primera pareja humana. Es así como finalmente recuperaremos esos dones preternaturales y esa gracia que nos permitirá realizar de nuevo el paraíso terrenal perdido, ese reino interior de felicidad en el amor permanente que Dios planeó para cada pareja y familia desde la creación del mundo. Si por la caída de nuestros antepasados Adán y Eva perdimos a nuestros primeros padres que no llegaron a ser los padres verdaderos, aquí está la razón por la cual el reverendo Moon insiste tanto en ese concepto de "Padres Verdaderos" como la misión que él tiene que cumplir, abriendo el camino para que cada hombre y mujer puedan restaurar el amor original perdido, convertirnos en un verdadero marido y esposa ante Dios, y finalmente llegar a ser Padres Verdaderos nosotros mismos. Gracias a la victoria y el fundamento logrados por los Padres Verdaderos, esta extraordinaria bendición matrimonial se ofrece ahora a todas las parejas de cada nación, raza, religión y cultura, para establecer así una purificación del linaje y elevar, con un nuevo significado, el estándar de la vida familiar que ofrece a las futuras generaciones la perspectiva real de realizar un mundo mejor. Por eso a partir del año 1992, dicha "Bendición" que había sido recibida con muy pocas excepciones solamente por Unificacionistas, quedó abierta a todas las parejas de cada rincón del globo sin importar su fe, afiliación religiosa o credo personal. Para poder recibir esa bendición cada pareja debe estar de acuerdo en practicar una "fidelidad sexual absoluta" dentro del matrimonio, vivir con un amor auténtico comprendiendo la naturaleza eterna del amor, y enseñar la pureza moral a sus hijos. Son eventos únicos en el mundo que reúnen a esposos y esposas de todas las distintas creencias con el propósito de voluntariamente renovar y reafirmar sus votos. Afirma los ideales de todas las religiones. A medida que la gente empiece a comprender el valor de estos eventos, millones de personas querrán este tipo de bendición para sus matrimonios. Gracias a ellos, Dios podrá restaurar la familia que Satán destruyó. Esta clase de familias restauradas, centradas en Dios, serán las piedras angulares de una nación y un mundo verdaderos. Aquellas familias que por un

período de tres generaciones mantengan con éxito la abstinencia y pureza sexual hasta la constitución de la pareja así como la fidelidad sexual absoluta en sus matrimonios, serán reconocidos por éste logro tan valioso y recibirán el honor y la gloria de ser una "Familia de Pureza y Fidelidad" que será motivo de un gran prestigio, dignidad y honra, no sólo para esas familias sino también para su comunidad y su país. Los nombres de esas familias serán reconocidos y apreciados por todos. La próxima Ceremonia Internacional de Bendición de la Familia tendrá lugar el 29 de noviembre de 1997. Participarán en esa bendición más de 40 millones de parejas de 185 países conectadas vía satélite con el Estadio RFK de Washington, DC., Estados Unidos. Se realizarán así con éxito juntas las dos ceremonias anteriormente planeadas de 3,6 y 36 millones de parejas. La próxima bendición, que está planificada para realizarse antes del año 2001 en el comienzo del nuevo milenio, incluirá a 360 millones de parejas y representará a toda la humanidad. Gandhi, Martin Luther King y la Madre Teresa de Calcuta han inspirado a millones de personas a participar activamente en las nobles causas que ellos promovieron. Esta dedicación se dio y se da sin que la gente necesariamente profese los credos religiosos particulares de tales figuras universalmente reconocidas. Del mismo modo, el reverendo Moon y su Señora impulsan hoy un movimiento por la fidelidad y la pureza para establecer familias verdaderas y la paz en el mundo. Es lamentable que, debido al rechazo inicial y la incomprensión de ciertos líderes religiosos cristianos hacia estas nuevas revelaciones presentadas por el Reverendo Moon, se estableció una barrera que impidió que estas importantes enseñanzas pudieran extenderse masivamente sobre el terreno fértil del fundamento preparado por el cristianismo durante 2.000 años. Es realmente paradójico, triste y lamentable que, por este motivo, las personas más preparadas e idóneas, como los dirigentes religiosos, pastores, sacerdotes, monjes y monjas, que deberían ser los primeros en recibir esta gran bendición divina, son en muchos casos, por ignorancia, los primeros en oponerse y escandalizarse. Sería muchísimo más acertado que estos lideres adoptaran una actitud más prudente y llena de sabiduría como la que demostró el venerable Gamaliel, doctor de la ley, ante el Sanedrin, cuando los Apóstoles estaban en peligro de ser matados por proclamar a Jesucristo como el Mesías ante los príncipes de los sacerdotes. Como nos relatan los Hechos de los Apóstoles, este fue el consejo de Gamaliel: "... si esta obra es de los hombres, se desvanecerá. Mas si es de Dios, no la podréis deshacer. No seáis tal vez hallados resistiendo a Dios." (Hechos 5: 30-40) Uno puede creer o no creer en el reverendo Moon, pero algo que sí debe quedar absolutamente claro es la validez de los principios que él promueve. Aunque el reverendo Moon no fuese la persona que él dice ser que es, siempre vamos a mejorar por apoyar las nobles causas que él promueve y que nuestras conciencias reconocen como buenas. Pero si más adelante, ya sea aquí o en el mundo espiritual después de nuestra muerte, descubrimos que el reverendo Moon es realmente la persona que él proclama ser, nuestra actitud prudente nos ha beneficiado doblemente, primero, por participar en algo bueno y justo, independientemente de quien lo sugiere, y segundo, porque lo hicimos en el momento oportuno apoyando la voluntad de Dios de "seguir a aquel que El nos ha enviado". El sociólogo jesuita Joseph Fichter, que ha estudiado detenidamente los ideales sobre el matrimonio en el Movimiento de Unificación, escribe: "Teólogos tradicionales cristianos encuentran estas enseñanzas llenas de herejías, pero para un sociólogo pragmático es como decir que los "Moonies" (Unificacionistas) han llegado a un programa familiar que funciona. Mientras que consejeros matrimoniales y curas de

parroquias se llevan las manos a la cabeza sin saber qué hacer ante las rupturas en la vida familiar, el Movimiento de Unificación está haciendo algo acerca de esto. La familia centrada en Dios no es meramente un bonito lema o un ideal espiritual sugerido por los líderes del movimiento. Es la esencia fundamental de la comunidad entre los fieles". "Uno tiene que reconocer su programa sistemático para la restauración del "viejo estilo" de moralidad, su énfasis en la castidad antes del matrimonio, oraciones en preparación antes del matrimonio, una disposición de aceptar orientación en la selección de la pareja, amor matrimonial como reflejo del amor de Dios, la transmisión de la perfección espiritual a los hijos. Ha habido muchos comentarios y críticas de los aspectos teológicos, políticos y económicos del Movimiento de Unificación, pero muy poco ha sido dicho acerca de las implicaciones del valor positivo con respeto al matrimonio y la familia". Debido a este rechazo inicial de muchos líderes religiosos, el Reverendo Sun Myung Moon, muy apenado y muy a su pesar, tuvo que comenzar prácticamente desde cero y se vio obligado, en contra su deseo, a crear su propia organización religiosa en 1954. Young Oon Kim, doctora en teología y uno de los pocos líderes cristianos en reconocer desde los inicios el valor de este mensaje, nos comenta: "El Reverendo Moon organizó la Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Cristianismo Mundial, más conocida por Iglesia de Unificación, en Corea en 1954. Desde el comienzo, él nos dijo que nosotros no somos un movimiento denominacional. La Iglesia no es nuestra meta, ni tampoco el eje para crear el Reino de los Cielos. Es meramente el instrumento para enseñar el Principio Divino, elevar a los miembros espiritualmente y llevar adelante el trabajo de Dios. Cuando nosotros alcancemos nuestra meta, la Iglesia será disuelta". ¿Cuál es entonces esa meta? El Reverendo Moon lo exponía con claridad en un sermón el 11 de Septiembre de 1974: "¿Cuál es nuestro propósito? Llegar a ser verdaderos hombres. Crearemos el verdadero marido y la verdadera esposa que llegarán a ser verdaderos padres que darán nacimiento a hijos que experimentarán una hermandad plena de amor. Y juntos esos hijos y padres crearán una familia celestial. La familia se expandirá en una verdadera sociedad. Esa verdadera sociedad se expandirá en una verdadera nación y esa verdadera nación se expandirá en un mundo verdadero". En una carta abierta publicada el 20 de julio de 1997 en numerosos diarios a través del mundo, el reverendo Moon confirma todo lo anterior al afirmar: "La era de la religión y la salvación individual está pasando y la era de la salvación de la familia ha comenzado. Por esa razón, la Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Cristianismo Mundial (Iglesia de la Unificación) dará nacimiento a una organización mucho más amplia, no denominacional y enfocada en la familia: La Federación de Familias para la Paz y la Unificación Mundial." El Reverendo Moon ha fundado literalmente cientos de organizaciones en los campos académico, científico, económico, político, medios de comunicación, proyectos humanitarios, y otros, con el propósito de acercar este mundo más a Dios y crear una base genuina de confianza, credibilidad y reconocimiento para que finalmente estas revelaciones puedan ser comprendidas y aceptadas por la humanidad. Pero definitivamente la misión central y fundamental del Reverendo Moon es la de dar esta bendición original de Dios, para poder crear parejas y familias verdaderas. El Reverendo Sun Myung Moon tiene ahora el permiso y la autoridad de Dios y de Jesucristo para transmitir esta "bendición" que nos permite separarnos del linaje caído y nos injerta en el linaje de Dios.

Para finalizar este ensayo, me gustaría transcribir el mensaje dado por el Reverendo Moon a las 2.075 parejas que participaron en la ceremonia de bendición realizada el 1 de Julio de 1982, en el Madison Square Garden de New York, en la que el autor tuvo el privilegio de participar: "El establecimiento de familias verdaderas y felices como fuente de vida, de amor y de alegría, ha sido la meta de Dios y del hombre durante toda la historia. Para realizar este ideal, cada uno de ustedes ha dedicado meses y años de preparación, a veces bajo circunstancias muy difíciles. Todos nosotros podemos sentirnos justamente orgullosos de encontrarnos aquí juntos, en este día, para poner otra gran piedra en la construcción del Reino de los Cielos en la Tierra. Hasta ahora los ojos del mundo han estado enfocados sobre nuestro movimiento, de ahora en adelante los ojos del mundo estarán centrados en ustedes y sus familias. Acuérdense siempre de tres cosas en su vida juntos: 1) La unión eterna entre esposos. Su matrimonio no dura sólo "hasta que la muerte los separe", sino toda la eternidad. Cada esposo (o esposa) es una gran llave para expandir y profundizar el entendimiento del Dios infinito. En sus matrimonios el amor de Dios es consumado y juntos, ustedes pueden recibir Su amor por completo. 2) La tradición del amor familiar. Después de crear una unión ideal entre ustedes, es su responsabilidad educar a sus hijos bajo un compromiso hacia un estándar moral muy elevado, excelente. Antes de invertir su amor y energía en otras dimensiones, ustedes deben, con todo lo que pueden, realizar su responsabilidad como padres dedicados. 3) El mundo ideal. El Reino de los Cielos es el mundo de corazón, donde todos pueden confiar y unirse unos a otros con amor. Pero no habrá un verdadero Reino de los Cielos para nadie, mientras que la gente esté todavía en la miseria y el sufrimiento, sea físico o espiritual. Todos ustedes tienen que aceptar su responsabilidad de trabajar como ciudadanos del mundo; así la herencia que dejen a sus hijos y nietos será el mundo armonioso del amor de Dios. Que Dios los bendiga en todo lo que hagan y pueda darles la visión y la fuerza que necesitan para realizar Su reino sobre la Tierra, que es la tarea con la que todos nos enfrentamos".

(Aleluya!, porque ha establecido su reino el Señor, Dios todopoderoso; regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa está dispuesta, ... Bienaventurados aquéllos que son invitados al banquete de las Bodas del Cordero. (Ap. 19:6-9)

BIBLIOGRAFÍA Para la realización de este ensayo fueron consultados los siguientes libros: - Divine Principle, (HSA-UWC) - Outline of The Principle level 4 - Divine Principle. Study Guide, Young Whi Kim - Unification Theology & Christian Thought, Young Oon Kim - Unification Theology, Young Oon Kim - Presentations on the Unification Principle, (CARP) - International Leadership Seminar, Outline of Presentations, (CARP) - Divine Principle Home Study Course, (HSA-UWC) - God's Warning to The World I, II, Rev. Sun Myung Moon, (HSA-UWC) - God's Will and The World, Rev. Sun Myung Moon, (HSA-UWC) - The Path of a Pioneer (HSA Publications) - A Prophet Speaks Today, The Words of Sun Myung Moon,(HSAUWC) - The Way of Tradition Vol. I, II, III, IV, (HSA-UWC) - Rev. Sun Myung Moon, Public Talks Vol. I (U.F.E. Publications) - Guidance for Heavenly Tradition, Young Whi Kim - Pecado, sexo y autocontrol, Norman Vincent Peale (Ed. Grijalbo) - Fundamentals of Unification Thought, Sang Hun Lee (U.T.I.) - True Love, Reverend Sun Myung Moon. Vol. One, (HSA-UWC) - Y las publicaciones:

Unification News (HSA-UWC) Today's World (HSA-UWC) Blessing Quarterly (HSA-UWC)

Este ensayo, aunque expone y hace referencia a las enseñanzas del Reverendo Sun Myung Moon, no representa ni debe considerarse una publicación oficial del Movimiento de Unificación. La completa responsabilidad por el contenido de la presente obra, recae exclusivamente en el autor. Para mayor información o correspondencia con el autor, por favor escribir a: Jesús González Losada Avda. 19 de abril, 3460 Montevideo, Uruguay

El verdadero amor es la fuerza más grande y poderosa en el universo y la fuente de la vida y la felicidad. El acto del amor está destinado, según el principio divino, a ser la experiencia más hermosa, sagrada y sublime. Pero, si ese acto se realiza de forma ilícita, se convierte en la experiencia más sucia, degradada y vergonzosa. Por lo tanto, el amor ilícito o prohibido es también una fuerza destructiva que causa grandes frustraciones, desengaños y sufrimientos. Se puede hacer una analogía entre el poder físico de la energía atómica y el poder espiritual del amor. Si la energía atómica se usa sabiamente para propósitos pacíficos, es una fuente de prosperidad y progreso inimaginable pero mal usada, la energía atómica se convierte en la fuerza más destructiva. En forma similar, cuando el amor se experimenta en la dirección correcta, nos eleva y nos hace sentir la más grande felicidad, paz y armonía imaginables pero si el amor se experimenta de forma inmadura o equivocada, nos degrada y produce trágicos resultados, como divorcios, embarazos no deseados, abortos, incestos, violencia en el hogar, y otros males consecuentes. Este libro está inspirado en los extraordinarios descubrimientos logrados por el Reverendo Sun Myung Moon y nos presenta importantes revelaciones sobre éste imperecedero e importante tema del amor.

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