LEYENDA DE LA FLOR DEL CACTO
La región humahuaqueña antes de que el mundo estuviera totalmente firmado, era un lugar sereno y de paz. Los indios v
en la que perecieron miles y miles de hombres desarmados
un lugar sereno y de paz. Los indios vivían labrando sus andenes gustando la coca en acullicos interminables. Calchaquíes y diaguitas
les de hombres desarmados, hasta hacía poco dichosos y contentos. Sólo se salvó el infortunado je
interminables. Calchaquíes y diaguitas soñaban envidiosos con conquistar sus tierras llenas de vida, amor y esperanza. Un día resolvi
ólo se salvó el infortunado jefe, que lanzando proféticas palabras, anunció lo inútil de esa matanza,
vida, amor y esperanza. Un día resolvieron a una de sus más hermosas mujeres llamada Zumac Huayna para enamorar al jefe de los
ció lo inútil de esa matanza, ya que no gozarían los vencedores de esa victoria. La tierra antes verde
Huayna para enamorar al jefe de los humahuacas, distraerlo de sus labores, de su vigilancia sobre el pueblo feliz y permitir la destruc
victoria. La tierra antes verde, amarilló de arenas estériles, de rocas erizadas. Y primero él y luego t
bre el pueblo feliz y permitir la destrucción del mismo. Y en efecto lo consiguió. La muerte reinó por doquier al ser traicionados los hum
zadas. Y primero él y luego todos los cadáveres de sus hermanos, fueron transformados en espinos
por doquier al ser traicionados los humahuacas. Una noche infernal fue aquella en la que perecieron miles y miles de hombres desarm
on transformados en espinosos cactos y escalonándose en quebradas y valles, en las cimas y en los
eron miles y miles de hombres desarmados, hasta hacía poco dichosos y contentos. Sólo se salvó el infortunado jefe, que lanzando pr
y valles, en las cimas y en los pasos, como centinelas alertas y eternos. Y en horas en que el sol cal
vó el infortunado jefe, que lanzando proféticas palabras, anunció lo inútil de esa matanza, ya que no gozarían los vencedores de esa v
Y en horas en que el sol calcina la tierra, antes fértil ahora yerma, abren sus flores amarillas, blanca
e no gozarían los vencedores de esa victoria. La tierra antes verde, amarilló de arenas estériles, de rocas erizadas. Y primero él y luego
n sus flores amarillas, blancas y rosas, que, según dicen los lugareños son las almas de aquellos bu
de rocas erizadas. Y primero él y luego todos los cadáveres de sus hermanos, fueron transformados en espinosos cactos y escalonánd
son las almas de aquellos buenos indios...
ados en espinosos cactos y escalonándose en quebradas y valles, en las cimas y en los pasos, como centinelas alertas y eternos. Y en
como centinelas alertas y eternos. Y en horas en que el sol calcina la tierra, antes fértil ahora yerma, abren sus flores amarillas, blancas
ma, abren sus flores amarillas, blancas y rosas, que, según dicen los lugareños son las almas de aquellos buenos indios...
e aquellos buenos indios...