Las rocas con musgo Hubo una vez un hombre que tenía una gran mansión cuyos jardines eran realmente maravillosos además de un hermoso lago. Allí vivían miles de animales de cientos de especies como lobos mexicanos, tan distintas como koalas y de gran variedad y colorido como las ranas y nutrias que adornaban su lago, que convertían aquel lugar en una especie de paraíso del que todos disfrutaban. Sólo una cosa en aquellos jardines disgustaba al hombre, justo el centro del lugar se veía los restos de lo que siglos atrás había sido una pequeña torre, pero que ahora solo quedaban rocas llenas de musgo y otros tantos colores que arruinaban el paisaje tan alegre del lago. Tanto le molestaba, que finalmente ordenó retirarlas y sustituirlo por un precioso juego de sillas para él té. Algún tiempo después, un astuto arquitecto estuvo visitando al hombre en su mansión. Y en un momento le dijo disimuladamente al oído: - Señor, usted es el más elegante de los hombres. En todas partes se oye hablar de la belleza de estos jardines y la multitud de animales que los recorren. Pero en el tiempo que llevo aquí, apenas he podido ver otra cosa que no fuera esta sillas y unos pocos carpinteros lineados... ¡Qué gran engaño! El millonario, que nunca pretendió engañar a nadie, descubrió con horror que era verdad lo que decía el arquitecto. Llevaban tantos meses admirando la belleza del conjunto de mesas y sillas a la hora del té, que no se habían dado cuenta de que apenas quedaban unos pocos animales. Sin perder un segundo, mandó llamar a los expertos y científicos. El millonario tuvo que escuchar muchas mentiras y suposiciones, pero nada que pudiera explicar lo sucedido. Ni siquiera la gran recompensa de una mansión que ofreció el hombre permitió recuperar el esplendor de los jardines. Muchos años después, una joven se presentó ante el millonario asegurando que podría explicar lo sucedido y recuperar los animales. - Lo que pasó con su lago y jardín es que no tenía suficientes cantidades de musgo y nutrientes, señor. Sobre todo para las algas. Todos los presentes rieron el chiste de la joven. Los guardaespaldas se disponían a expulsarla cuando el millonario se lo impidió. - Quiero escuchar la historia. De las mil teorías que he oído, ninguna había empezado así. La joven siguió muy seria, y comenzó a explicar cómo los grandes animales de aquellos jardines y lago se alimentaban principalmente de pequeños animales, como ratones y nutrias que a su vez se alimentaban de ranas que vivan en el lago pero que este se había contaminado por la falta de algas y por eso las ranas se fueron. Y que por eso solo encontraba unos peces león porque alguien los había arrojado para evitar que se notara el cambio del lago. Además de que el desbalance causo que el eucalipto del koala se acabara y muriera este. Ante tantas suposiciones el millonario grito: - ¡Basta! ¿Y se puede saber cómo sabes tú todas esas cosas, siendo tan joven?- preguntó.
- Pues porque ahora varios de esos animales habitan el lago de mi ciudad además de que note unos peces muy extraños en su lago. Antes de haber nacido yo, mi padre recuperó aquellas piedras que quito y las puso de adorno en nuestro jardín. Desde entonces, cada cierto tiempo, aumentaba la cantidad de algas. Con el tiempo, las algas atrajeron a las ranas que a su vez causaron que surgieran nuevas plantas y árboles, que fueron comida de otros animales, que a su vez lo fueron de otros... Y ahora, la zona del lago y sus terrenos están llenos de fauna y flora. Todo fue por las rocas con nutrientes para esas algas. - ¡Excelente! -exclamó el señor-. Ahora podré recuperar mis jardines. Y a tí, te haré rica. Asegúrate de que dentro de una semana todo esté listo. Utiliza tantos hombres como necesites. - Me temo que no podrá ser majestad- dijo la joven-. Si queréis, puedo intentar volver a recrear los jardines y el lago, pero no viviréis para verlo. Hacen falta muchísimos años para recuperar el equilibrio natural, además de que el koala se extinguió por completo ya que solo habitaba en la zona con eucalipto. Con mucha suerte, cuando yo sea anciana podría estar listo con casi toda la fauna original. Esas cosas no dependen de cuántos hombres trabajen en ellas. El rostro del anciano rey se quedó triste y pensativo, comprendiendo lo delicado que es el equilibrio de la naturaleza, y lo imprudente que fue al romperlo tan alegremente. Pero amaba tanto aquellos jardines y aquellos animales, que decidió construir un inmenso palacio junto a la ciudad y el lago de la joven. Y con miles de hombres trabajando en la obra, pudo verla terminada en muchísimo menos tiempo del que hubiera sido necesario para reestablecer el equilibrio natural de aquellos jardines y lagos en cualquier otro lugar.