COMENTARIO
Interesante comentario, a partir de una publicación sobre el futuro de la guerra nuclear, donde el autor concluyen que ambos lados de la carrera armamentista llegaban a un punto de no solución, por buscar exclusivamente las soluciones en el área científica y técnica, al contrario empeorarían la situación.
El autor llama la atención sobre estas conclusiones por que la idea universal es que todo problema tiene soluciones técnicas, pero demandan pocos o nulos cambios en los valores humanos o la moralidad. También señala que fue de mucha valentía dar esta afirmación en días que la gran mayoría afirma que las soluciones están en la tecnología. La preocupación planteada destaca la importancia del conjunto de problemas humanos, que pueden ser llamados, sin solución técnica y específicamente de la identificación y discusión de ellos. La población tiene una manera geométrica de crecer, esto significa un determinante que la miseria humana aumentará de no asumir que el mundo disponible es “finito”. Un mundo finito puede sostener una población igualmente finita. Destaca que no es posible la teoría de mayor bienestar para mayor cantidad de individuos, no es matemáticamente posible maximizar dos variables. Otra razón surge del orden biológico. Los organismos para vivir requieren de una fuente de energía, comida por ejemplo. La población óptima, deberá ser menor que el máximo, pero nadie ha podido definir qué es lo óptimo. En la vida real, los inconmensurables se miden, solo se necesita criterio y en la naturaleza ese criterio es la supervivencia. La tragedia de los recursos comunes reaparece en los problemas de contaminación. Los desechos de la actividad humana, son vertidos en la naturaleza sin haber sido purificados, ensuciando nuestro nicho ecológico. El problema de las contaminaciones consecuencia de la población. Conforme la población se ha hecho más densa, los procesos naturales de descontaminación están saturados y exigen una redefinición de los derechos de propiedad. La contaminación como función de densidad de la población descubre que la moralidad de un acto es una función del estado en el momento que se realiza. Usar los recursos comunes en zonas vírgenes no daña a la población
porque esta no existe, pero lo contrario ocurre en lugares con densidad poblacional alta. Las leyes de nuestra sociedad siguen un patrón de ética antigua por tanto se adapta pobremente para gobernar un mundo altamente poblado y cambiante. La solución que plantea el autor es abultar la ley estatutaria con la ley administrativa.. los administradores al evaluar la moralidad están expuestos a la corrupción. Debemos encontrar maneras de legitimar la autoridad para los que custodian la ley como para las acciones correctivas. Resumiendo sencillamente el problema de la población humana, dice : los recursos comunes, si acaso justificables, son justificables solo en caso de baja densidad poblacional. La única manera de preservar y alimentar otras libertades es renunciando a la libertad de reproducción. Concluye que la libertad es el reconocimiento de la necesidad de abandonar la libertad de procreación. Así se podrá poner fin a este aspecto de la tragedia de los recursos humanos. Si bien las justificaciones dadas por el autor están sustentadas en nuestro actual mundo es difícil que sean aceptadas, además que la contaminación del medio, la depredación de los recursos continúa y estos controles deberán hacerse a la par.