H
abía una vez una gaviota que vivía en una playa del sur de color azul y de arena blanca. Vivía con su familia en esta apacible costa, donde el calor del desierto agotaba a todos los del lugar.
1
A ella le gustaba salir con sus hermanos a buscar comida a la bahía, donde el mar era el espejo de su vuelo al pasar. Ahí, veía a los pelícanos en el muelle y a los pescadores trabajando. Veía los botes en la playa y las palmas en el malecón.
2
A ella le gustaba ir con sus amigos tierra adentro, donde los grillos le cantaban juntos a las plantas grises que tenían sed. Ahí, veía los cactus inmóviles y las ramas secas. Veía los cerros y las dunas y la pitaya sin flor. Y sentía el aire de la tarde soplando quedo, acompañando su volar.
3
Pero sucedió una vez, que el cielo entristeció. Lloró mucho, muchos días lloró. su pena era tan grande, que en sollozos irrumpió. Sollozó tanto, que el calor sofocante, se acabó; que la bahía cristalina, se turbó; que las plantas del desierto, temblaron.
4
La gaviota desde su casa en las rocas, escuchó el sollozo del cielo, y se estremeció.
Cuando el cielo había ya desahogado su pena, la intensidad del sol volvió a sentirse como antes. Al ver la luz entrar en su casa, la gaviota se aventuró a volar sola. No podía esperar a ver su querida bahía.
5
Al llegar ahí, no vió los botes en la playa, y las palmas del malecón estaban maltrechas. Pero el agua cristalina seguía reflejando su vuelo.
6
Al seguir su vuelo tierra adentro, no vió a los grillos que cantaban, y muchas plantas estaban maltrechas. Pero el desierto reverdecía con un hermoso color.
7
Recordó entonces su espera en las rocas, el sollozo del cielo, y los estragos que dejó. Emprendió el vuelo y vió su bahía, ahora tranquila; y sintió el agobio del calor sobre su cuerpo, y pensó: Después de la tempestad, viene la calma.
8