Nombre de la catedrática: Lic. Dolores Concepción Hernández
Nombre de la alumna: Verónica Alexandra Vásquez Hernández.
Tema: La Masacre de El Mozote.
Fecha de entrega: 09 de noviembre del 2018.
Materia: Sociales y Cívica.
Sección: “A”.
Grado: 7º.
Observaciones: _________________________________ _______________________________________________ _______________________________________________
La tarde del 10 de diciembre de 1981 la tranquilidad del pequeño poblado de El Mozote ubicado al norte de El Salvador, cerca de la frontera con Honduras, habría de esfumarse para siempre. El batallón Atlácatl, un grupo del ejército salvadoreño encargado de poner fin a la guerrilla y formado en la tristemente célebre Escuela de las Américas, conocida como el semillero de militares que inauguraron las dictaduras más sangrientas de América Latina, irrumpió en el poblado. Su objetivo, según la "Operación Rescate", era segu ir toda huella del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una organización política que había elegido la guerrilla como el medio para terminar con la precaria situación, pobreza extrema y la poderosa influencia de los Estados Unidos en la política nacional que vivía el Salvador. Las poco más de 25 casas reunidas en torno a una plaza pública que conformaban El Mozote quedaron vacías ante la llegada de los militares, quienes exigieron a toda la población abandonar inmediatamente sus viviendas y concentrarse en la plaza. Una vez reunidos fueron interrogados por los soldados sobre las actividades de la guerrilla en la zona, obligados a encerrarse en sus casas y amenazados de muerte si a alguno se le ocurría salir a la calle durante el resto de la noche. Los soldados del Batallón Atlácatl llegaron el 10 de diciembre al caserío y obligaron a todos los habitantes a que salieran de sus casas y que se formaran en filas en la pequeña plaza del lugar. A la medianoche, se les ordenó a todos que regresaran a sus casas. El Mozote estaba atestado de gente, pues por el temor del operativo muchos otros moradores habían llegado a refugiarse. En total, se calcula que había entre seiscientas y ochocientas personas, la mayoría niños.
La madrugada del 11 de diciembre el batallón repitió el protocolo inicial y recrudeció sus acciones a un punto sin retorno. Sin excepción, cada habitante de El Mozote se presentó en la plaza, donde fueron divididos entre hombres, mujeres y niños y encerrados por separado en la iglesia, en un sitio conocido como "el convento" y en distintas casas. Comenzó el interrogatorio. Los soldados formaron a grupos de 5 personas para preguntar de forma intimidante todo lo que supieran sobre el movimiento insurgente. Con las técnicas de la Escuela de las Américas puestas en práctica en distintas dictaduras en el Cono Sur años atrás, el interrogatorio devenía en tortura para cada uno de los miembros del grupo. En grupos de cinco y vendados y amarrados de manos, los hombres eran sacados de la iglesia y fusilados. Los pocos que quedaban agonizando eran brutalmente decapitados con golpes de machete en la nuca. A las doce del mediodía ya habían terminado de matar a todos los hombres. Las mujeres no corrieron mejor suerte. Los soldados entraron a la fuerza en la pequeña casa y comenzaron a seleccionar a las mujeres más jóvenes. La mayoría de madres se opuso, pero fueron sometidas con golpes de culata de fusil o a patadas. Una vez finalizado, asesinaban a todos para borrar cualquier evidencia. La cruel escena se prolongó durante horas. La plaza, el convento y la iglesia veían pasar ríos de sangre y un montón de cuerpos apilados mientras la masacre continuaba. Los militares fueron especialmente sádicos con las mujeres y los menores. Muchas de ellas fueron violadas y posteriormente decapitadas. Algunas, para horror de los niños y las mujeres, fueron asesinadas en el mismo lugar. Las jóvenes fueron llevadas a las afueras del caserío para ser violadas. Un testigo que ha permanecido en el anonimato durante todo el proceso de investigación, un hombre obligado a servir como guía por los oficiales del Atlácatl, reconoció que las adolescentes fueron violadas durante todo ese día. Los soldados hablaban sobre las
violaciones. Contaban y bromeaban sobre lo mucho que les habían gustado las niñas de doce años. Después de violarlas, los soldados las mataban a tiros o las decapitaban. Las mujeres fueron asesinadas con el mismo método practicado a los hombres: se les transportaba en grupos de cinco y se les fusilaba; posteriormente se decapitaban los cadáveres o a las agonizantes. El crimen se repitió en otras localidades vecinas de El Mozote durante al menos tres noches. Se trata de la matanza más sanguinaria en la historia de América Latina y un hecho sin precedentes en el que un ejército masacró sin piedad a la sociedad civil desarmada, sin enfrentamiento alguno.
El único testimonio de primera mano de aquellos días de 1981 es el de Rufina Amaya, sobreviviente de la masacre, quien contó una y otra vez cómo asesinaron a su esposo y cuatro hijos en espera de justicia; sin embargo, el gobierno salvadoreño negó sistemáticamente la masacre y sepultó cualquier posibilidad de investigación en 1993, cuando la Ley de Amnistía General promulgada meses atrás cerró el caso con total impunidad. Después de 36 años de la masacre, a inicios de 2017 se esbozó una posibilidad para hacer justicia, luego de que un tribunal salvadoreño reabriera el caso, medio año después de la anulación de la ley que apostó por el olvido y la muerte.