Julian Felipe Gonzalez Gomez Gabriela Gómez Cárdenas Alejandro Cruz _______________________________________________________________________________________
La imagen intolerable
En este texto, Ranciere discute el problema de si es o no correcto mostrar dentro del arte imágenes del horror y el sufrimiento humano bajo sus diversas formas, como lo pueden ser las masacres y genocidios o el hambre en el mundo, y los posibles resultados que tenga mostrar esas imágenes, a las que el autor se refiere como imágenes intolerables. Inicialmente, se hace una distinción importante entre lo intolerable en la imagen y lo intolerable de la imagen. La primera hace referencia a la realidad dolorosa que se está queriendo representar y la segunda hace referencia a la forma en que esta realidad se ve plasmada en la imagen. Esto puede general problemas, pues cuando el artista intenta hacer una crítica de una problemática con una imagen demasiado literal, el público va a considerar que lo que se está mostrando es demasiado intolerable como para representarlo mediante una imágen, como le ocurrió al fotógrafo Oliviero Toscani con su foto para la semana de la Moda en Milán. Esta clase de imágenes causan una reacción común en las personas, que es la de desviar la mirada, e ignorar así la realidad que esta intenta criticar. Es necesario entonces que para que al intentar plasmar estos hechos intolerables se haga algún tipo de transformación, pues si lo intolerable de la imagen y lo intolerable en la imagen coincide, no se va a lograr el efecto que el artista quiere. Generalmente, los artistas usan la imagen intolerable como un recurso para denunciar otra realidad y así intentar cambiarla, como por ejemplo la serie Bringing the War Home, cuya intención era denunciar el papel que tenía Estados Unidos en la guerra de Vietnam, que se ocultaba detrás de la cómoda vida que llevaban los americanos en ese momento. Sin embargo, este método no logra llevar a cabo su propósito. En parte se debe a la reacción natural de desviar la mirada frente a esta clase de imágenes, pero también, dice Ranciere, se debe a la pasividad del espectador. Como espectadores estamos envueltos en un sistema que nos muestra permanentemente imágenes, y entre más permanezcamos consumiendo estas imágenes, más pasivos seremos y menos vamos a hacer para cambiar estas realidades intolerables que nos muestran.
Existe otra perspectiva con respecto al uso de la imagen intolerable, que dice que está mal que los artistas busquen representar mediante imágenes este tipo de acontecimientos, pues no es posible representar estos acontecimientos en su totalidad, en ellos hay algo irrepresentable. Detrás de este argumento se esconde una implicación aún mayor: una oposición entre la imagen y la palabra. Los partidarios de este argumento consideran que la palabra es superior a la imagen porque no pretende representarlo todo, es más, pretende mostrar que no todo puede ser dicho. Ver una imagen es mucho más fácil para nosotros que escuchar a alguien contándonos sobre cómo vivió esta realidad, y ver cómo en momentos no es ni siquiera capaz de hablar debido a lo doloroso del acontecimiento, y sin embargo se ve obligado a hacerlo porque la voz del otro, del que lo está haciendo testimoniar, lo obliga. Esto se puede ver en el documental Shoah de Claude Lanzmann, que tiene una escena donde ponen a un hombre que sufrió el holocausto es puesto a contar su experiencia, y en un momento se niega a seguir hablando mientras se seca las lágrimas. Los que apoyan esta postura creen que esta incapacidad de seguir hablando debido a lo intolerable del acontecimiento es mejor forma de hacernos conscientes de estas realidades que simplemente intentar representarlas mediante una imagen. Y sin embargo, este argumento falla, pues cuando el hombre ya no puede seguir hablando y se acaba la palabra es precisamente una imagen, la del hombre llorando, la que nos hace ser conscientes y sensibilizarnos frente a estos horrores. Así pues, el problema de la imagen intolerable no es simplemente una cuestión de enfrentar a la imagen contra la palabra, sino que va mucho más allá.
Finalmente, Ranciere plantea una nueva forma de entender el problema de la imagen intolerable. Según él, el arte y la política están estrechamente relacionados, pues el papel del arte es representar la realidad, y esta
realidad se extiende incluso hasta la esfera de lo político. Por lo tanto, es importante seguir haciendo arte que critique estas realidades dolorosas. El problema no es si es correcto o no mostrar las imágenes de horror, la cuestión es la manera en que se hace. Muchas personas consideran que el problema está en que el sistema nos muestra tantas imágenes de sufrimiento que al final nos vuelve insensibles, pero esta opinión es contraria a lo que realmente ocurre. Los medios evitan estratégicamente mostrar estas imágenes para evitar el efecto normal que generan, el de voltear la mirada. En vez de eso, el sistema de la Información nos muestra pocas imágenes seleccionadas y explican lo que se debe entender de ellas. Para Ranciere, el problema no está en la cantidad de cuerpos que vemos, sino en el hecho de que vemos cuerpos sin nombre, sin historia y sin palabra, lo cual hace más fácil ignorar esos problemas. En el texto hay varios ejemplos de artistas que han cambiado el uso tradicional de la imagen intolerable para evitar caer en esta cuestión de los cuerpos sin nombre y sin palabra. Particularmente el artista chileno Alfredo Jaar tiene esto en cuenta en sus obras Real Pictures, The Eyes of Gutete Emerita y The Sound of Silence, que en lugar de intentar representar la realidad tal cual ocurrió, busca darle contexto a los hechos y mostrar las historias reales de las víctimas para así darles voz. Estas obras no oponen las palabras a las imágenes sino que las palabras son usadas para crear imágenes, acabando así con la postura que ponía a la palabra por encima de la imagen. Así pues, las imágenes son solo elementos dentro de un dispositivo de visibilidad que busca hacer visibles ciertas formas específica de entender la realidad. A esto el autor lo llama “sentido común” que es un conjunto de datos cuya visibilidad, percepción y significación son compartidos por los individuos o grupos. El sistema de la Información sería un dispositivo de visibilidad, y para tratar el tema de la imagen intolerable, es necesario crear nuevos dispositivos de visibilidad con nuevos sentidos comunes. Esta creación de nuevos sentidos comunes es trabajo de la ficción, que contrario a lo que se cree, no consiste simplemente en contar historias. En verdad consiste en establecer nuevas relaciones entre las palabras y las imágenes. Teniendo esto en cuenta, se podría decir que las obras mencionadas en el texto son ficciones. Ranciere da un ejemplo final que para él es una forma correcta de abordar este problema de la imagen intolerable. Este ejemplo es la serie de fotos West Bank de la fotógrafa Sophie Ristelhueber. En estas fotos no se representa directamente el conflicto sino que se ilustran las cicatrices y huellas que este ha dejado. Esta serie de fotos no genera el efecto normal de voltear la mirada, sino que genera curiosidad y deseo de ver más de cerca, lo cual es una mejor forma de crear conciencia sobre estos problemas que simplemente intentar representar la realidad de los conflictos. Este tipo de arte sería lo que Ranciere reconoce como “arte crítico”, que es aquel que acaba con la pasividad del espectador, lo lleva a plantearse una postura personal y lo mueve para intentar cambiar estas realidades.