La Dama De La Nebulosa Azul

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  • Pages: 34
La Dama de la Nebulosa Azul

Por

José M. Lausar





DEDICATORIA

Deseo de todo corazón, dedicar esta historia a todas aquellas personas amantes de la lectura, del lirismo, de la poesía, de los detalles que encierra la narrativa, la descriptiva y el diálogo en las novelas de ficción como esta. De los detalles que hacen grandes a las mujeres y hombres de nuestro amado, Planeta Tierra. Lo dedico, a todas aquellas personas que sueñan con los mundos perdidos en el vasto universo, con planetas habitables, con un Universo más equilibrado, con un Universo para todos los seres de las galaxias. Lo dedico, a todos los seres vivos del Universo porque siente… y cuando sienten, pueden amar y corregir… Así es la vida de maravillosa, un verdadero milagro de la Creación, un regalo finito que el Universo nos obsequia con todo su amor. Lo dedico, a mis padres, a mis hermanas y a mi hermano. Lo dedico, a mis amigos; a todos ellos que de una u otra forma han logrado inspirarme en lo que creo: que la amistad es otra forma de amor incondicional. Que los amigos te apoyan tanto como la familia y eso, es maravilloso… Lo dedico, a mis adoradas princesas, a mis amadas hijas, que la fuerza interior que la Creación ha puesto en mí, me permita guardarlas y protegerlas siempre… Ellas son, mi más hermoso regalo en esta vida terrenal. Lo dedico, a mi compañera y esposa, por todas las dádivas de su amor verdadero y tierno…

AGRADECIMIENTOS

Al Universo, primeramente, por haberme dado el regalo maravilloso de la escritura, de la poesía. Gracias a su energía cósmica, me inspiro y he continuado por la vida aprendiendo y escribiendo. Agradezco infinitamente a mi familia terrestre por haberme apoyado incondicionalmente en todos los proyectos que, a lo largo de mi vida, he decidido afrontar. Gracias Papá por tu amor, por tu sabiduría adquirida con los años, por tus oportunas correcciones en todo sentido y por haberme legado, a través de la herencia cósmica, el maravilloso arte de la escritura.

Gracias Mamá por tu paciencia, por tu amor incondicional, por tus consejos de madre buena y por darme la oportunidad de vivir… Definitivamente eres mi ángel en este Planeta. Gracias hermanas, las amo, siempre estaré agradecido con la Creación por sus existencias, por ser fuentes de inspiración para mí. A mi hermano, va mi agradecimiento profundo y sincero. Me has enseñado tanto hermano, mi primer gran amigo, mi hermano amado. Somos tan diferentes y, aun así, nos hemos comprendido y hemos aprendido juntos. Has sido gran fuente de inspiración para todas mis redacciones. Mi agradecimiento amoroso y reconocido a mi amada compañera, amiga, amante y esposa adorada; por haberme impulsado a publicar. Antes de ti, no había contemplado la posibilidad de hacerlo. Mil gracias por el incentivo y también por haberme servido de fuente de inspiración para continuar redactando. En fin, agradezco a todas esas personas, lugares y cosas que, de una u otra forma, me han servido como fuente de inspiración en este maravilloso viaje de la escritura, del lirismo, de la vida poética, muchísimas gracias.

PRÓLOGO

Cuando apenas era un infante, solía crear en mi cabeza una o varias historias pueriles que, al final, se fueron convirtiendo en mis pasatiempos favoritos. Esta es una de ellas. Una creación ficticia que narra la historia de una de las damas galácticas más hermosa e importante de los sistemas solares: Las Estrellas o Soles, como se les conoce acá en La Tierra. A medida que fui creciendo, me fui dando cuenta, claro está, fui aprendiendo sobre estos temas que me apasionaban de niño y descubrí que, a pesar de mi corta edad, tenía una gran disposición para la escritura, la escritura de ciencia ficción. Entonces, comencé redactando historias cortas basadas en mis ideas de infante y luego le fui dando forma a través de las palabras. Con mi lápiz, fui construyendo lo que en mi cabeza iba llegando. Comencé a notar, que era muy sensible ante la degradación ambiental. Me molestaba muchísimo el hecho de que la naturaleza y sus recursos agotables, fuesen abusados en vez de usados con racionalidad. Me hervía la sangre al ver, como, poco a poco, a la gente le importaba más disfrutar el momento irresponsablemente, que, con conciencia y sentido de pertenencia simbiótica con la Madre Naturaleza, con La Tierra, nuestro hogar. En ese mundo paralelo de mi cabeza pueril e inocente, no existían esas depravaciones.

En mi mundo de milagros, la energía cósmica reside por doquier. No hay lugar en el Universo que no la posea, y es de allí, de donde sacamos nuestro poder. Un enorme poder interior, que está dormido y sólo es revelado cuando despertamos a la conciencia cósmica. Cuando abrimos los ojos a la verdad de las leyes del universo, que nos han sido conferidas desde los albores del tiempo, desde los albores de nuestro tiempo. Todas las cosas que están mal en el Universo, alteran el equilibrio cósmico y, por ende, nos altera a todos los seres de las galaxias. La historia que les traigo a continuación, estimados y respetados lectores, se centra en la increíble vida de una estrella a través de sus miles de milenios. Una estrella llamada Zoúariana Ziú, perteneciente al Sistema Solar Z9274 y que, en su fase terminal de Supernova, decide hacer algo con su poderosa energía remanente, en vista de los desmanes que tuvo que presenciar inmóvil como centro de su sistema solar. Una estrella que tenía la habilidad empática de comunicación con los seres vegetales de los planetas: plantas, árboles superiores e inferiores. Y, en vista de que, en su sistema solar, ella no pudo quebrantar la ley de la Gravedad, decidió concebir, al final de sus días, un hijo, un poderosísimo ser de luz, de energía cósmica, capaz de restaurar el balance, el equilibrio cósmico en su galaxia. Así surgió la historia de la madre del Ángel Celestial de la Selva, la hermosísima Supernova Zoúariana Ziú, la protagonista de este libro que se titula: “La Dama de la Nebulosa Azul”. Una historia fantástica, cargada de ensueños y promesas de mundos mejores, de mundos más equilibrados, con seres que estén más despiertos al llamado de la Creación: crear vida por el cosmos y nunca destruirla. Una historia, amigo lector, que muestra cómo, cuando las cosas llegan al punto de extrema iniquidad, surge la justicia cósmica para equilibrar las cosas, para ordenar lo que ha caído en desorden, para otorgar alegrías al más triste de los seres del cosmos, para abrazar con el fuego abrasador, todo aquel que se encuentre en el frío y vacío espacio con la esperanza, siempre, de un porvenir mejor. La historia nos habla de elección. Sí, estimado lector, elección. La divina dádiva del “libre albedrío” que nos conduce a tomar decisiones acertadas o desacertadas y a vivir en consecuencia con base en las decisiones tomadas. Todo por la gracia de la Creación y su enorme e infinito poder reparador. Así como esta extraordinaria Supernova, este ser cósmico de inmensa capacidad energética, logra formar un descendiente, un aliado, un amigo, un aliciente para la desesperanza, así como ella tomó la decisión, así nosotros debemos elegir el mejor camino para nosotros y nuestra descendencia, porque de ello dependerá el futuro y si en el presente no elegimos bien, las decisiones y sus consecuencias derivadas repercutirán en nuestra prole. Esas decisiones los

acompañarán siempre por el camino que ellos decidan emprender y la esperanza, la esperanza siempre será el poder de elección que les heredemos conforme nos lo ha dispuesto la Creación. Esta hermosa aventura es un regalo, es un regalo del Universo, es un regalo de la Dama de la Nebulosa Azul. Una fantástica madre sideral que ha dado a su prole como un valiosísimo aporte al cosmos. Una esperanza de que, con su deceso, algo más grande y maravilloso ocurriría en el Universo. Este regalo llegó a mí y deseo hacerlos partícipes de mi regalo. Este presente, este hermoso presente que ahora les doy… La Dama de la Nebulosa Azul.

CAPÍTULO 1 – EL ORIGEN DE SU NACIMIENTO: LA ENANA BLANCA

Su Nacimiento: Un Milagro del Universo “(…) ¡Extraordinario, como son todas las cosas en él! El verdadero milagro de la vida, el cosmos otorgando vida, el balance de las energías creadoras de las vastas galaxias. Un sin fin de posibilidades y mundos nuevos que surgen del fuego, del plasma comprimido que, al explotar, expande los gases ardientes de su sublime e importante nacimiento. ¡El extraordinario nacimiento de una estrella! Así nació ella. Nació como nacen todas ellas, pequeñas, pero gigantes, al ser comparadas con los planetas que las rodean. Su polvo cósmico las moldea para un propósito, para un fin: dar calor al frío universo, dar calor donde no lo hay. Donde no hay nada más que vacío y soledad infinita. Dar calor en un lugar sin aire, sin oxígeno que respirar, sin tierra que calentar. Así de milagroso es su advenimiento: el nacimiento de las hermosas ‘Enanas Blancas’… ¡Qué maravilla de la Creación!” El vasto universo, el infinito cosmos, oscuro, frío y sin aire. Una extraordinaria energía dispersa por el cosmos infinito y en constante movimiento para mantener los cuerpos flotando y girando eternamente. Fenómenos, que, para los terrícolas, bien podrían ser cosas de un Dios. Así es el Universo, así son los cambios constantes e infinitos en el tiempo que él promueve y sostiene para la vida. ¡Extraordinario, como son todas las cosas en él! El verdadero milagro de la vida, el cosmos otorgando vida, el balance de las energías creadoras de las vastas galaxias. Un sin fin de posibilidades y mundos nuevos que surgen del fuego, del plasma comprimido que, al explotar, expande los gases ardientes de su sublime e importante nacimiento. ¡El extraordinario nacimiento de una estrella! Así nació ella. Nació como nacen todas ellas, pequeñas, pero gigantes, al ser comparadas con los planetas que las rodean. Su polvo cósmico las moldea para un propósito, para un fin: dar

calor al frío universo, dar calor donde no lo hay, dar vida donde no la hay, donde no hay nada más que vacío y soledad infinita. Dar calor en un lugar sin aire, sin oxígeno que respirar, sin tierra que calentar. Así de milagroso es su advenimiento: el nacimiento de las hermosas ‘Enanas Blancas’… ¡Qué maravilla de la Creación! Ella nació en la galaxia Z9274, de donde fue tomado su bello nombre. Empezó a calentar los planetas más cercanos a su órbita. Con un fuego de juventud, con un fuego de señorita, de hermosa señorita ardiendo por dentro. Con candor, con alegría, su fuego joven soleaba las planicies de aquellos dos planetas – el tercero y el cuarto – que albergaban vida. Esa era su función. Para eso fue creada. Ese debía ser su trabajo por miles de años en su sistema solar. En el tercer planeta que ella iluminaba, el tercero en órbita a su alrededor en aquel sistema solar interno, vivía una raza primitiva que empezaba sus albores de iluminación intelectual. En el cuarto planeta que la orbitaba, habitaban otros seres, más avanzados, más inteligentes que los del planeta vecino. Eran seres vegetales, en su mayoría árboles de enorme tamaño. Desde el espacio, este planeta se veía completamente verde, con algunas manchas azules, típicas del agua primordial, también presente en él. La hermosísima joven estrella, la Enana Blanca ZZ, vigorosa, esparcía sus rayos de energía por millones de kilómetros de distancia hasta arropar todos los planetas de su entorno más cercano. Sus cálidos rayos, ayudaban a energizar y fertilizar los suelos de los 2 planetas habitados y los habitantes de éstos, agradecían esas dádivas siderales. El tercer planeta que albergaba vida bajo las condiciones inherentes a su proximidad con su estrella– mucho más cerca de ésta y por tanto más caliente – que era casi en su totalidad desértico y con muy escasas acumulaciones de agua superficial a excepción de las acumulaciones subterráneas, tenía seres de cuatro piernas, un tronco largo hasta sus hombros, con dos extremidades superiores y una enorme cabeza alargada. Estos seres estaban provistos de ojos muy sensibles a la luz; por tanto, vivían en cavernas la mayor parte del día solar y a la luz reflejada de las tres lunas que orbitaban su enorme planeta desértico y que ejercían gran influencia en los vientos de su ligera atmósfera, salían a contemplar el cielo nocturno y admirar la maravilla de las constelaciones existentes. Los seres vegetales del cuarto planeta, los árboles, por el contrario, se esmeraban en tomar toda la luz solar durante las horas diurnas para realizar sus asombrosos procesos fotosintéticos y de producción de oxígeno para regalarles aire puro a los otros seres vivos del planeta, sus únicos habitantes aparte de ellos: insectos de todos los tipos concebibles. Su atmósfera era muy

rica en oxígeno y más densa que la del tercer planeta; lo cual, le confería una suerte ideal para soportar la vida bajo las mejores condiciones planetarias. Los seres vivos de ambos planetas, estaban, perfectamente adaptados a sus mundos y las condiciones físico-químicas imperantes. Entonces, los del tercer planeta eran de hábito nocturno y los del cuarto planeta de hábito diurno. De esta manera, ellos vivían pacíficamente, sin advertirse siquiera de la existencia de los unos a los otros. Un balance perfecto de aquellos seres y sus casas espaciales: sus bellísimos planetas verde y marrón, que eran el mejor ejemplo de coexistencia y armonía cósmica. La Enana Blanca ZZ: la Joven Estrella que los cuida “Esta joven, pero vigorosa estrella, los cuidó por milenios, contemplando desde billones de kilómetros la armonía que guardaban entre sí. Pero, como toda evolución de inteligencia supone un exceso de confianza en las especies jóvenes, aquellos seres primitivos del tercer planeta comenzaron a evolucionar. Y con su evolución llegó la revolución que da el ingenio y la creación de máquinas que les permitían enviar artefactos con dispositivos diseñados para observar y registrar actividad en otros planetas. Y como era de esperarse, descubrieron el cuarto planeta, su planeta vecino” La Enana Blanca ZZ, joven estrella que ofrecía en aquellos dos planetas habitables, los más espectaculares albores, se empezaba a calentar. Es un proceso normal en el cosmos, con los milenios, en un ciclo que no termina, las estrellas eventualmente queman todo su combustible y mueren o se transforman. ZZ no era la excepción. Esta joven, pero vigorosa estrella, los cuidó por milenios, contemplando desde billones de kilómetros la armonía que guardaban entre sí. Pero, como toda evolución de inteligencia supone un exceso de confianza en las especies jóvenes, aquellos seres primitivos del tercer planeta comenzaron a evolucionar. Y con su evolución llegó la revolución que da el ingenio y la habilidad para la creación de máquinas que les permitían enviar artefactos con dispositivos diseñados para observar y registrar actividad en otros planetas. Y como era de esperarse, descubrieron el cuarto planeta, su planeta vecino. Nada volvió a ser igual después del descubrimiento. El paso lógico que debían adoptar, era visitarlo, colonizarlo, hacerlo parte de un puesto de avanzada para su especie. Al menos, eso mismo intentarían las otras especies del cosmos en sus respectivos planetas. Buscar los medios disponibles para hacerse de la tecnología de vuelo que les permitiera llegar a través de millones de kilómetros hasta el planeta verde. Sus vecinos de tallo y hojas, ignorantes del advenimiento de los seres del tercer planeta de aquel sistema solar, seguían haciendo su maravilloso trabajo,

seguían proporcionando oxígeno a sus cohabitantes, los insectos de aquel bellísimo planeta verde. Ellos seguían manteniendo los ecosistemas vírgenes y en perfecto equilibrio. Sus fuentes de agua dulce, eran límpidas, cual cielo de verano. Todo su suelo era fértil, un verdadero reservorio de vida, una biosfera perfectamente balanceada. Y los alienígenas llegaron. Arribaron al planeta por el lado oscuro de éste y al aterrizar, empezó el desastre. Quemando el suelo verde, frágil y los árboles circundantes, en perfecto equilibrio antes de su llegada, se dieron a conocer entre aquellos colosales seres vivos de tallo y hojas, que empezaron a sufrir. Llegaron más de 2.000 colonos hasta aquellas tupidas selvas, y en el primer acto de presencia, acabaron con miles de árboles e insectos… ¿Por qué algunas especies no se tomarán el tiempo de meditar sobre sus actos racionales de intelecto desplegado, que, al buscar en sus razones, no son más que necedades de seres irracionales sin control? Las plagas no eran los insectos del planeta verde, las plagas llegaron en esa nave que, justo al aterrizar, acabó con medio bosque sin piedad. Y, a pesar de todo aquello, ZZ los cuidaba, los iluminaba y les daba calor en el frío y oscuro espacio sideral. Nace la Disputa entre dos Mundos “¡Con tanto dolor, ZZ presenció por milenios, toda aquella pugna! Su impotencia, su frustración por no poder revelarse, por no poder hacer más de lo fue concebida para hacer, le restaron milenios de vida en aquel sistema del que formaba parte... ¡Qué sufrimiento tan grande para un ser cósmico, querer hacer y no poder!” Aquellos visitantes, seres irrespetuosos, foráneos, alienígenas, comenzaron a talar los grandes árboles y a construir sus chozas para protegerse de los rayos solares que, cada vez, eran más fuertes; puesto que, ZZ se calentaba con cada desmán que sufrían los verdes habitantes del hermoso planeta verde. ¡Con tanto dolor, ZZ presenció por milenios, toda aquella pugna! Su impotencia, su frustración por no poder revelarse, por no poder hacer más de lo fue concebida para hacer, le restaron milenios de vida en aquel sistema del que formaba parte... ¡Qué sufrimiento tan grande para un ser cósmico, querer hacer y no poder! Cada vez llegaban más naves cargadas de aquellos seres que no se detenían en su afán de colonizar totalmente aquel planeta y terraformarlo a su antojo y conveniencia. En lugar de compartir el nuevo mundo con la vegetación reinante, decidieron raer de la faz del planeta la cobertura vegetal y aclimatar el planeta entero a su hábitat de origen, un erial de desolación imperante.

Los árboles se defendieron como sólo ellos pueden defenderse, pero ellos sabían que, si actuaban en contra de los alienígenas, también matarían a los millones de especies de insectos que habitaban con ellos. Les era difícil tomar la decisión. Se comunicaron con ellos – los insectos – para tomar la mejor decisión en consenso para beneficio de todos. La primera ofensiva la lanzaron los insectos: los picaron, los molestaron, los hicieron meterse bajo tierra inclusive; pero aquello, no parecía crear el suficiente terror como para alejarlos del planeta. Al fin y al cabo, eran insectos contra gigantes de cuatro piernas – o más bien patas, porque ya parecían más animales que los animales, con sus actos – y enormes cuerpos peludos, que ofrecían una resistencia a la entrada de ellos; ya que, con cada intento de metérseles en la piel, su pelaje se enmarañaba y se hacía impenetrable. No fueron momentos agradables para los hermosos habitantes de aquel planeta verde. Mientras ZZ continuaba calentándose cada año con su impotencia, los alienígenas y los ultrajados del cuarto planeta, continuaban en fiero combate por su hogar. Los primeros en su afán por conquistar y los segundos, defendiéndose, para no dejarse conquistar. ZZ, de vez en cuando, enviaba poderosas tormentas solares, pero eso, lejos de favorecer a los del planeta verde, los perjudicaba. Los árboles, aunque comprendían el plan de su estrella, porque eran más inteligentes que sus adversarios, no querían sacrificar a los inocentes insectos de sus predios. Sabían que si se deshojaban – un mecanismo de defensa para protegerse de la aridez y la falta de humedad – podrían matar a sus pequeñitos cohabitantes. Ese era un riesgo que ellos no estaban dispuestos a correr. Frente a esa opción, ellos preferían morir junto a aquéllos en la lucha por su supervivencia. ¡Así eran de nobles esos seres vegetales! Y Sobrevivió el más Fuerte “Ni los insectos, ni los árboles, los lograban acabar. Fueron milenios de luchas que ambas especies nativas lograban aguantar. Pero ante las oleadas de naves que aquellos seres enviaban al planeta verde, sus fuerzas y esfuerzos se empezaban a acabar. La poderosa e impotente estrella ZZ, ya se quería desorbitar. Pero, estaba prohibido. Ella no tenía permitido alterar su cometido en esa parte de la galaxia.” El viento comenzó a cambiar, los árboles se comenzaron a marchitar, los insectos comenzaron a morir y las máquinas de aquellos invasores comenzaron a terraformar. No paraban, no dormían, no querían descansar hasta ver aquel planeta en una total oscuridad. Ellos querían sus cavernas, en aquel lugar recrear y convertir el planeta entero en un erial.

Ni los insectos, ni los árboles, los lograban acabar. Fueron milenios de luchas que ambas especies nativas lograban aguantar. Pero ante las oleadas de naves que aquellos seres enviaban al planeta verde, sus fuerzas y esfuerzos se empezaban a acabar. Ya no les quedaban recursos frente a las máquinas, la desventaja era evidente. Y aquellos seres inteligentes, lo notaron de inmediato. Su lucha, tarde o temprano, estaba destinada a fracasar. Los foráneos y sus máquinas los querían aplastar. La poderosa e impotente estrella ZZ, ya se quería desorbitar. Pero, estaba prohibido. Ella no tenía permitido alterar su cometido en esa parte de la galaxia; tenía que seguir siendo el centro de su sistema solar. Los árboles, que tenían empatía con su estrella, comprendían que ella no podía ayudar. Que ella debía mantenerse al margen de los acontecimientos. Como una simple luz para el día en su cara iluminada y ocultando su estela en el lado de total oscuridad. Aquellos árboles, los más fuertes, los que todavía permanecían en pie, iniciaron el ataque final y el sacrificio definitivo de todos los del reino animal: sus inocentes cohabitantes, los insectos. Comenzaron a destruir las cuevas de los alienígenas y todas sus chozas. Entendieron que su colonizador, tenía severos problemas con la luz y que no la soportaban durante las horas diurnas, por lo que siempre estaban ocultos en sus cavernas o en las chozas. Esto, les condujo a la victoria; pues, los foráneos no pudieron sobrevivir sin sus cuevas o chozas y la radiación solar terminó por acabarlos hasta el último de ellos. Los seres que quedaban en el tercer planeta, los pocos que aún lo habitaban comenzaron a notar que no recibían más comunicaciones de aquel lejano planeta. El monitoreo a distancia de las máquinas de terraformación falló por completo y no entendían por qué. Entonces, decidieron enviar al cuarto planeta una última nave para averiguar qué había pasado con sus congéneres en aquel lugar. Un Último vuelo al Cuarto Planeta “Avanzando en la oscuridad del espacio exterior, aquella nave con los últimos 4.000 colonizadores a bordo, se acercaba a la órbita del cuarto planeta. Fue evidente la desolación que observaron desde la órbita superior del planeta. Ya no quedaba verde, los pocos árboles que aún se mantenían, los más grandes y fuertes, estaban dispersos por la faz del planeta dejando evidentes huecos desérticos en él. En vista de aquellas evidencias, creyeron que todo estaba bien y que ya el orbe entero había sido convertido a su estilo de vida en su planeta de origen.” Los alienígenas abordaron una última nave que habían preparado y se

dispusieron a viajar a toda velocidad al planeta vecino. Avanzando en la oscuridad del espacio exterior, aquella nave con los últimos 4.000 colonizadores a bordo, se acercaba a la órbita del cuarto planeta. Fue evidente la desolación que observaron desde la órbita superior del planeta. Ya no quedaba verde, los pocos árboles que aún se mantenían, los más grandes y fuertes, estaban dispersos por la faz del planeta dejando evidentes huecos desérticos en él. En vista de aquellas evidencias, creyeron que todo estaba bien y que ya el orbe entero había sido convertido a su estilo de vida en su planeta de origen. Pero estaban muy equivocados al respecto, cuando entraron a la atmósfera del planeta y aterrizaron en él, inmediatamente después de abrir su escotilla principal, el aire enrarecido y altamente contaminado que inundó la nave, mató a todos los de abordo casi instantáneamente. No hubo sobrevivientes. Tampoco quedaban ya en el planeta casi árboles. Si se contaban 5 en un radio de 50 metros, era una rareza. El planeta entero estaba agonizando. Los árboles habían ganado, pero el costo de la victoria había sido muy alto: se había perdido el planeta por los próximos 10 milenios. Las luchas son así de nefastas. No se cosecha nada bueno de ellas, no se alimenta ni a un carroñero con los despojos de su inmundicia, no es posible resarcir el profundo daño causado. No queda esperanza después de su descomunal desastre. Nadie se recupera y quien lo hace, queda marcado de por vida por la conciencia cósmica que transmite su memoria de generación en generación, por los siglos de los siglos, eternamente. ZZ lo sabía. Ella con sus etapas milenarias sabía que eran así las cosas de las pugnas. Sabía que no existía nada de gloria en ellas, mas, sí mucho de deshonra y dolor. Los milenios transcurridos y los que vendrían no podrían borrar de la conciencia cósmica aquellos recientes y funestos eventos. Y su furia incrementó su fuego y su tamaño…

CAPÍTULO 2 – LA ENANA BLANCA ZZ PASA A GIGANTE ROJA

La Creación otorga Dones a los Elegidos “(…) los milagros del cosmos pueden otorgar dotes especiales a los seres más dignos del Universo. Sólo hay que ganárselos, con esfuerzo, con gallardía, con valentía, con amor, con buena voluntad y benevolencia. El equilibrio en la energía cósmica nunca puede ser alterado y siempre buscará equilibrarse a como dé lugar.” Mientras ZZ se iba transformando en la sorprendente e inmensa “Gigante Roja” su poder de combustión también se transformaba. La energía que el

Universo otorga a los seres galácticos debe ser proporcional a la capacidad de manejo de ésta. No se le puede dar una tremenda dote de energía a un infante que apenas está comprendiendo quiénes son sus progenitores. Deben elevarse primero. Deben alcanzar la iluminación que sólo puede venir con los años, con el tiempo. Sólo el tiempo dignifica la esencia cósmica otorgada. ZZ lo sabía, sabía que los milagros del cosmos pueden otorgar dotes especiales a los seres más dignos del Universo. Sólo hay que ganárselos, con esfuerzo, con gallardía, con valentía, con amor, con buena voluntad y benevolencia. El equilibrio en la energía cósmica nunca puede ser alterado y siempre buscará equilibrarse a como dé lugar. Ella tenía una habilidad empática única que le permitía comunicarse con los seres vegetales de los planetas que la orbitaban. Esta habilidad la hizo desesperar por milenios, al ver cómo por la avaricia de unos seres vertebrados de su tercer planeta en órbita, los habitantes del cuarto planeta tuvieron que perecer. Fueron eliminados por sus colonos. Pero los residentes, antes de abandonar sus “vainas cósmicas”, erradicaron el mal que los flageló por milenios: los seres vertebrados, también murieron. Ellos también pagaron su alta codicia. Ellos también probaron del amargo néctar de su avaricia y el dolor ingente que los acompañaría por generaciones enteras, a través de los siglos de los siglos. Todo debe equilibrarse. Si una fuerza arremete contra otra, al final, el balance debe dar cero (0) para que el Universo mantenga las cosas en su justo lugar. Los planetas tienen órbitas elípticas perfectas. Están, perfectamente, sincronizados. Si se movieran milímetros siquiera de éstas, las consecuencias de ese hecho serían catastróficas. El quinto y sexto planeta en órbita a la Gigante Roja ZZ, eran muy fríos para albergar vida, debido a lo distantes que se encontraban de ésta. Así que, al entrar en pugna los habitantes de los únicos dos planetas que la podían albergar, aquel sistema solar quedó inerte por milenios. Una Segunda Oportunidad de Vida “Pero el propósito siempre busca abrirse camino para volver a ser, para volver a existir, para volver con los seres que lo necesitan. Ella necesitaba un propósito y el cosmos se lo otorgó de nuevo con la recuperación progresiva del otrora planeta verde de su sistema planetario.” Transcurrieron 10 milenios y ZZ se volvió más roja y más grande. Estaba sola en el centro de aquel sistema y se sentía sin propósito. Si su función es dar calor a los planetas para que puedan albergar vida y los únicos que la tenían murieron, ¿dónde quedaba su propósito?, ¿para qué seguir iluminando a seis planetas vacíos?

Pero el propósito siempre busca abrirse camino para volver a ser, para volver a existir, para volver con los seres que lo necesitan. Ella necesitaba un propósito y el cosmos se lo otorgó de nuevo con la recuperación progresiva del otrora planeta verde de su sistema planetario. Feliz de volver a sentirlos, les regaló sus rayos maduros rojos y colorados, a los fervientes y ávidos seres invertebrados y su asombroso milagro vegetal. Las gramíneas y pastizales se abrieron camino primero, después continuaron los pequeños arbustos y plantas superiores. El cielo enrarecido fue, de a poco, despejándose y los invertebrados volvieron a pulular por doquier. Sus cantos se volvieron a escuchar por las noches y durante el día, la brisa fresca y suave cargada de oxígeno, se mecía por las ramas de los arbolitos que iniciaban su ascenso para coronar las cúspides que otrora habían alcanzado. Regresó la vida a aquel cuarto planeta y era más maravillosa, más hermosa de lo que fue hace milenios atrás. Las flores eran más grandes, los capullos se abrían por más tiempo. Los insectos comenzaron a polinizar y regar aquellas semillas por el planeta entero. El agua era dulce y cristalina. Los milenios que pasaron después, le otorgaron la bendición de la inmaculada pulcritud que guarda la madre vegetal de aquel mundo verde. Con el ingente calor abrasante que desprendía de la Gigante Roja ZZ, el tercer planeta en su órbita ya no podía sostener vida en su interior. La radiación era intolerable para cualquier organismo vertebrado e invertebrado. Las escasas fuentes de agua superficial se evaporaron por completo y el suelo se volvió totalmente estéril. La increíble radiación de ZZ, hacía intolerable la vida hasta para las bacterias. Nada sobrevivió, nada. El planeta, eventualmente, se convirtió en un pedazo de roca inerte flotando en su órbita alrededor de su estrella. Así son las cosas con las Gigantes Rojas. Su fuego es, en extremo, abrasador y descontrolado; al igual que sus impredecibles devastadoras tormentas solares. Pero, el cuarto planeta estaba a la distancia ideal, no muy lejos, no tan cerca. Justo donde debe encontrarse un planeta para albergar vida vegetal. Un milagro concedido a la hermosísima ZZ, para volver a darle propósito a su milagrosa y hermosa existencia. Una Petición de la Madre Vegetal a su Gigante Roja “Mi amada estrella, tú que me diste la luz para crecer. Tú que me diste la radiación que necesité sin siquiera pedirla, porque ese era tu deber, tu propósito. Porque ese era tu destino. Por todas esas dádivas y más, hoy te quiero agradecer. Sé que más adelante tu fuego se extinguirá, sé que lo sabes tanto como yo. Que todo en el Universo pasa, todo cambia y todo se transforma. Sé que llegará tu nuevo cambio y no podrás evitarlo. Y así como te has conectado conmigo, yo me he conectado contigo. He aquí mi petición

amada estrella: haz un ser galáctico con inmenso poder, créalo de ti, que tenga tu habilidad empática. Que sepa amar como lo has hecho tú. Que sepa discernir entre lo que está bien y está mal y pueda tomar la decisión por los incontables seres que aún no lo pueden hacer.” La Madre Vegetal del Planeta Verde Al final de los tiempos de la etapa de la Gigante Roja ZZ, la agradecida Madre Vegetal del hermoso planeta verde, le hizo una petición a su estrella, con base en los hechos acaecidos en los milenios pasados. Ella se comunicó con su distante Sol y le dijo: “Mi amada estrella, tú que me diste la luz para crecer. Tú que me diste la radiación que necesité sin siquiera pedirla, porque ese era tu deber, tu propósito. Porque ese era tu destino. Por todas esas dádivas y más, hoy te quiero agradecer. Sé que más adelante tu fuego se extinguirá, sé que lo sabes tanto como yo. Que todo en el Universo pasa, todo cambia y todo se transforma. Sé que llegará tu nuevo cambio y no podrás evitarlo. Y así como te has conectado conmigo, yo me he conectado contigo. He aquí mi petición amada estrella: haz un ser galáctico con inmenso poder, créalo de ti, que tenga tu habilidad empática. Que sepa amar como lo has hecho tú. Que sepa discernir entre lo que está bien y está mal y pueda tomar la decisión por los incontables seres que aún no lo pueden hacer.” Y la hermosísima y benévola Gigante Roja ZZ, le agradeció también su detalle por acordarse, que todos son parte del Universo, que todos tienen un lugar y un propósito. Que los que eligen hacer algo, los que toman la decisión, son premiados con grandes poderes. Con revelaciones que están obligados a compartir con los que no han despertado aún de su letargo. Son esos seres cósmicos los que tienen la enorme responsabilidad de conducir, de guiar con amor, con paciencia, con entrega y mística a los menos despiertos. A los que se asombran tanto con un fenómeno y de inmediato le llama: “Dios”. Las estrellas son parte esencial del Universo. Son la luz en la infinita oscuridad. ¿Por qué se le ocurriría a una de ellas cambiar su esencia para de otra forma ayudar? ¿Qué sentido tendría, sino el de mejorar? La perfección del cosmos es vital para sustentar la vida Universal. ZZ dio su promesa a los habitantes verdes de su cuarto planeta. Y una promesa no se rompe, menos por esa energía colosal que sostiene la vida en un sistema solar. Un Maravilloso Recuerdo de ZZ “Su poderosísima mente o conciencia cósmica, se remontó a sus orígenes como niña guerrera y defensora de las ingentes selvas tropicales de su amado planeta natal. Su fuerza y velocidad, aunado a su increíble poder mental, su habilidad empática, telequinética, percepción extrasensorial, control de la

fuerza gravitacional y su inmaculada belleza, pronto la hicieron destacar de entre las demás de su especie, como la líder prometida para defender a los más indefensos y antiguos seres vivos del Universo: los árboles.” Al escuchar lo que su agradecida Madre Vegetal residente de su cuarto planeta en órbita le pedía con tanto fervor y alborozo, ZZ comenzó a recordar lo que otrora vivió, antes de esta transformación energética actual. Comenzó a recordar cuando, millones de años atrás, ella fue una poderosísima guerrera de luz al servicio de la bondad, de la benevolencia, de la esperanza y la verdad en su ya extinto planeta natal, Arbórea. Su poderosísima mente o conciencia cósmica, se remontó a sus orígenes como niña guerrera y defensora de las ingentes selvas tropicales de su amado planeta natal. Su fuerza y velocidad, aunado a su increíble poder mental, su habilidad empática, telequinética, percepción extrasensorial, control de la fuerza gravitacional y su inmaculada belleza, pronto la hicieron destacar de entre las demás de su especie, como la líder prometida para defender a los más indefensos y antiguos seres vivos del Universo: los árboles. Como ha ocurrido con tantos mundos, una raza carroñera, llegó a las inmediaciones de su planeta, con intenciones de invadirlo. Aquella pugna hubiese generado la casi total extinción de su hogar, a no ser por sus increíbles habilidades. Habilidades otorgadas sólo a los más aptos, los más elevados e iluminados, cuya conciencia cósmica superior, les hace merecedores de aquellos talentos superiores, que aquella muchacha galáctica poseía. Su amado planeta natal sólo poseía hembras. Hermosas hembras desprovistas de ropaje que habitaban aquellas inmensas selvas, de hermosísimo y copioso follaje. Su equilibrio – simbiosis – con la Madre Naturaleza de su planeta, era perfecto. Ellas entendían que, lo que le afectara a ella, les afectaría y cambiaría para siempre, sus propias vidas. Así, aprendieron a coexistir. Ellas aprendieron a respetar los ciclos de su amada Madre Vegetal – de donde provenían – para el beneplácito de todos los seres que compartían su hogar. ZZ sabía por su enorme poder y conciencia sideral que, al llegar aquellos alienígenas, su planeta ya no volvería a ser el mismo. Ya no sería pacífico y equilibrado. Ya no tendría la dicha de vivir en armonía constante y en respeto recíproco con su hogar. Ella lo sabía, y como tenía la total certeza de la inminente aniquilación, organizó a sus hermanas para defender la flora y fauna de su casa natal, mientras ella, la única capaz de salir de su planeta a pelear por la vida contenida en él porque ella no necesitaba respirar oxígeno, se dirigió al espacio exterior y se colocó en la órbita superior de su planeta para enfrentar a sus agresores. Cuando aquellos carroñeros invasores avistaron su presencia, quedaron

maravillados al verla. Su cuerpo desnudo exhibía un aura de luz incandescente que la rodeaba. Su hermosura era sublime. Sus ojos brillaban cual estrella en la noche negra, cual luna enamorada de su planeta. Era extraordinaria su grandiosa esencia cósmica, y la raza invasora que se encontraba ante ella, lo sabía. Aquellos seres comenzaron a lanzar su ataque. Iniciaron con disparos de sus láseres de energía y, con su increíble poder cerebral, ZZ detuvo los rayos de energía que se aproximaban desvaneciéndolos en el espacio. Aquellos seres quedaron atónitos. No podían creer que, en aquel planeta verde pudiera existir una especie capaz de hacerle frente a su poderío bélico. Era inverosímil que aquello estuviese ocurriendo. Y se volvieron a sorprender por segunda vez, cuando ZZ, con su increíble control de la gravedad, movió las naves unas contra otras haciéndolas colisionar hasta ser destruidas por completo. La explosión arrojó miles de fragmentos metálicos en dirección a su planeta y ella, nuevamente, los repelió con su increíble poder y control de la fuerza de gravedad. Su planeta y todo aquel sistema solar, le agradecieron el enorme despliegue de poder ostentado aquel día. Y ZZ retornó con sus hermanas al interior de la enmarañada selva, donde tomó una siesta para descansar del reciente enfrentamiento. Sus atónitas hermanas, la cubrieron con grandes hojas que la Madre Vegetal les regaló para que le hicieran un lecho de descanso apropiado a su extraordinaria defensora. Y ZZ descansó por un milenio… El Concejo Intergaláctico hace un Llamado a ZZ “Mil años más tarde, el mensajero retornó al planeta Arbórea con un mensaje de parte de los miembros del gran Concejo Intergaláctico, quienes les otorgaban una membresía y la instaban a viajar con el mensajero al Sistema Solar V0510, para tomar parte vitalicia como miembro de la orden de los seres galácticos más poderosos del Universo.” Y continuaba ZZ recordando aquellos acontecimientos de otrora, absorta en sus memorias… Mientras ZZ hacía su larga y reparadora siesta, sus hermanas selváticas continuaban con sus simbióticas vidas en aquel paraíso que representaba su planeta. ZZ, aunque dormida, no estaba inactiva. De hecho, se encontraba en profunda conexión extrasensorial con su amado planeta y su hermosísima Madre Naturaleza. Mientras dormía, su increíblemente poderosa conciencia cósmica se conectaba con todo ser vivo en el planeta y realizaba las

reparaciones y ajustes necesarios para que su planeta continuase funcionando y albergando vida sana y prolífica para todos sus habitantes. Sus grandes habilidades comenzaron a llegar más lejos de lo que ella misma pensó, cuando un segundo ataque de la raza carroñera, la despertó de su milenio de sueño y conexión con su amado planeta. Ella abrió, nuevamente, sus increíblemente hermosos ojos verde esmeralda ante la mirada atónita de sus hermanas. Les dijo, nuevamente, que se prepararan, que estaba arribando un nuevo emprendimiento bélico en su contra y que si, lograban pasarla o someterla, lucharan hasta la última de ellas para defender a su progenitora: la hermosísima Madre Naturaleza de donde vinieron cada una de ellas. Eso fue lo acordado y entonces, ella levitó nuevamente al espacio exterior de su planeta, pero, esta vez, se alejó aún más de sus inmediaciones – unos 20 mil kilómetros de éste, aproximadamente. Esto lo hizo con la finalidad de crear un campo de fuerza de energía cósmica que envolviera a su planeta para mantenerlo a salvo durante la batalla. Ella ya había avizorado que, el inminente ataque, era diez veces mayor que el otrora ataque acaecido. La raza alienígena apareció con todas sus naves rodeando el hermosísimo planeta verde llamado Arbórea y ZZ, sin perder tiempo alguno, comenzó a aplastar aquellas naves. Los carroñeros comenzaron a disparar a voluntad contra ella, mientras por el otro lado del planeta, sus otras naves de combate intentaban ingresar al planeta. El poderoso campo de fuerza energético creado por ZZ les impedía el ingreso y eso los enfureció a tal punto que concentraron sus rayos destructores sobre el planeta. ZZ, comenzó a sentir los rayos golpeando su escudo protector, entonces, cerrando sus hermosísimos ojos verdes y con un movimiento de sus manos, desplazó todas aquellas naves en dirección a la estrella – Sol – de aquel sistema solar para que la gravedad de la estrella los atrajera y los destruyera por completo. Los carroñeros, al verse nuevamente superados, lanzaron sus armas más poderosas – tecnológicamente hablando – contra ZZ. Al impactar las armas contra su ser, la enorme explosión dejó un halo de luz ingente y enceguecedora alrededor de ella que les hizo creer a los pocos carroñeros que quedaban en los alrededores, que habían ganado, que la habían aniquilado. Para su perturbadora y frustrante sorpresa, cuando la enceguecedora luz se disipó ante sus atónitas pupilas, la inmaculada y poderosísima ZZ recogió la energía circundante y la canalizó a través de sus bellísimos ojos verde esmeralda, lanzando unos poderosísimos rayos de energía hacia las naves agresoras. El impacto las aniquiló por completo. De aquella batalla, sólo una nave logró sobrevivir. La anonadada tripulación de aquella única nave sobreviviente, fue la responsable de lo que

sucedió luego de aquella extraordinaria batalla intergaláctica, que cambió la vida de Arbórea y su extraordinaria civilización de féminas selváticas. ZZ, luego de la reciente batalla, despejó los alrededores de su planeta y envió todos los escombros de la guerra en dirección a su estrella para ser calcinados por ésta y luego retornó al interior de su planeta con sus hermanas. La nave carroñera sobreviviente mientras realizaba su viaje en hipervuelo a su planeta, fue interceptada por un mensajero sideral que provenía de la sede del Concejo Intergaláctico que residía en el borde exterior del Sistema Solar V0510, a 500 años luz del sistema que albergaba el planeta natal de ZZ. Este mensajero, interceptó la nave e interpeló a su tripulación para saber quién les había dado tan impresionante “paliza”, dejándolos, casi, al borde de su propia extinción. Entonces, el comandante de aquella nave, aún, visiblemente aterrado, se comunicó con aquel mensajero y le contó que, en todos sus viajes interestelares jamás habían conocido a un ser de tan alto poder. Le indicó que tenía el poder de mover objetos tan enormes como sus naves, que no respiraba oxígeno, que no se congelaba ante el frío extremo del espacio exterior, que tenía un halo de luz, de energía, que ellos no alcanzaron a comprender. Sólo sabían que era extremadamente poderosa y una celosa protectora de aquel planeta verde. Que parecía celar un tesoro tan valioso, como para defenderlo a costa de su propia vida, si eso fuera necesario. Le dijo que, ante su increíble poder, ellos y su portentosa tecnología no eran nada. Le dijo, que nunca más volverían a intentar un emprendimiento bélico con algún planeta de ese sistema solar y que, él mismo, se encargaría al llegar a su hogar, de convencer a sus congéneres de no volver por aquel lugar del cosmos. Entonces, el mensajero preguntó al comandante cómo se llamaba aquel sistema planetario que albergaba a ese extraordinario ser galáctico que aterrado él describía. El carroñero le respondió, nosotros identificamos ese sistema solar en nuestros archivos estelares, como S2102. El mensajero apuntó en sus registros el sistema y las coordenadas suministradas y abandonó aquella nave con dirección a ese lugar de la galaxia. Al arribar a las inmediaciones del borde exterior del mismo, ya ZZ venía en aproximación a su encuentro. El mensajero no lo podía creer. ¿Cómo era posible que supiera que él venía? ¿A caso ella había enviado algún espía a interceptar su comunicación con el carroñero que viajaba en fase de hipervuelo a su planeta? Sus incógnitas quedaron aclaradas cuando, extrasensorialmente, ella le habló y le dijo que entendía perfectamente a qué había venido a su encuentro. La poderosísima ZZ le instó a acompañarla hasta el planeta Arbórea, su hogar, para que él mismo viera lo que pretendían destruir los carroñeros invasores. Él accedió, tan sorprendido como lo estuvo el carroñero que le habló de ella. Al llegar a las inmediaciones de Arbórea, el mensajero quedó paralizado

con tanta belleza exterior. Pensó para sus adentros, “¡qué belleza!, ¿si así se ve por fuera?, ¿cómo será estar en sus predios verdes?” “¡Qué hermoso planeta! ZZ sonreía agradada con sus pensamientos sin que él lo advirtiera, y mientras descendían ella le iba contando las maravillas de su hogar, de la simbiosis perfecta que existía entre todos los seres que en él habitaban. Ella le contaba al mensajero que, ella, al igual que sus hermanas selváticas, habían nacido de la selva tropical, del interior de las raíces de sus árboles, de la savia de sus ingentes tallos, del verdor de sus hojas; por ello, el hermosísimo color verde que ostentaban sus ojos y que, además, ella era la única con el nivel energético para tolerar la carga cósmica que había sido depositada en ella. El mensajero le oía sin interrumpir y ella, sin mover sus labios, sólo con su mente, le continuaba contando por qué era tan importante preservar aquel planeta inmaculado que, hasta ahora, así permanecía. Luego de oír todo aquello y de disfrutar de la hospitalidad de sus habitantes, de aquellas hermosísimas doncellas de la selva, el mensajero retornó a su sistema solar de origen, para llevar las buenas nuevas a los miembros del Concejo Intergaláctico. Mil años más tarde, el mensajero retornó al planeta Arbórea con un mensaje de parte de los miembros del gran Concejo Intergaláctico, quienes le otorgaban una membresía y la instaban a viajar con el mensajero al Sistema Solar V0510, para tomar parte vitalicia como miembro de la orden de los seres galácticos más poderosos del Universo. ZZ se reunió con sus hermanas y les indicó que debía responder al llamado del Concejo Intergaláctico. Ellas comprendieron, por las evidentes razones de lo que ZZ representaba, al igual que su amada Madre Naturaleza, quien, tras conversar con ella, le obsequió un traje tipo piel, de color verde forestal, ceñido a su cuerpo de diosa divina. Un regalo de su Madre que, sabía, que su viaje era de ida y no de vuelta. ZZ salió de entre la enmarañada selva que abrió sus enredaderas a su paso y la mostró a sus hermanas y al mensajero, cubierta con un traje semi-transparente alusivo a las hojas gigantes de las arboledas de su hogar. Con sus hermosísimos y expresivos ojos verdes, miró atrás a sus hermanas, se despidió y partió acompañada del mensajero intergaláctico para ocupar su nuevo lugar entre las estrellas… … Los pensamientos de su otrora vida de guerrera selvática fueron interrumpidos por los hechos de su reciente realidad, de su actual y nueva misión como estrella, como centro de su Sistema Solar. Aquellos pensamientos que la habían abstraído de su actual realidad, se esfumaron al sentir su nuevo cambio, se evaporaron en su interior cuando estaba a punto de dar el siguiente paso evolutivo: convertirse en una Gigante Azul…



CAPÍTULO 3 – “LA GIGANTE ROJA ZZ PASA A GIGANTE AZUL”

ZZ, la Gigante Azul: 15 Mil Años más en Transformación “Después de 15 milenios más de transformación, ZZ se volvió azul y su núcleo se comenzó a contraer. Sus rayos de luz y altísima radiación, ya no eran más beneficiosos para las formas de vida vertebradas, invertebradas y vegetales, residentes en sus planetas circundantes.” Después de 15 milenios más de transformación, ZZ se volvió azul y su núcleo se comenzó a contraer. Sus rayos de luz y altísima radiación, ya no eran más beneficiosos para las formas de vida vertebradas, invertebradas y vegetales, residentes en sus planetas circundantes. Los habitantes vegetales de su, ahora, único planeta habitable, habían tenido una buena vida. Una vida sin ningún tipo de incidente desde aquellos milenios cuando los seres con columna vertebral y cerebro de aquel tercer planeta, los visitaron y los acabaron en su afán de conquista. Una gran vida que se pudo sustentar, gracias a las decisiones tomadas y a los sacrificios que allí tuvieron lugar. Su hogar, su “vaina cósmica”, tuvo que mutar, para que ellos se pudieran elevar. A los seres superiores, les toma años poder alcanzar los niveles de conciencia cósmica que les dan la libertad de elegir los mejores caminos a recorrer. Así lo hicieron los habitantes del planeta verde y así lo hizo la sorprendente, amorosa y hermosa Gigante Azul, ZZ. Ella ya había tomado su decisión. Había hecho una promesa y la cumpliría por el bien colectivo. Su nueva misión era crear a su hijo y entregarlo al cosmos para que sea más que ella, para que él haga lo que ella no pudo hacer. Para que él tenga más libertades de las que ella pudo tener. Los objetivos eran los mismos, pero los capullos serían diferentes con este nuevo ser. Su complaciente vida estelar se iría para dar paso a alguien superior y con más libertades, con más poder, con más y mejores promesas, con un mejor propósito del que ella soñó tener. Así, la promesa hecha a su amado planeta verde y su hermosísima dama vegetal, se convertiría en el nuevo propósito de su existencia. Un propósito más grande, un propósito más digno por el cual luchar, un propósito más grande que abrazar. Los vestigios del planeta verde que ya no podía sostener más vida debido a su arcaica estrella, le regalaba al cielo nocturno los últimos soplos de brisa. La madre vegetal de aquel hermosísimo lugar acostaba a sus milenarios árboles superiores, a sus efímeras y moribundas flores, a sus pocos insectos vagabundos en su tierno y cálido regazo, para que bendijeran junto a ella todas las dádivas otorgadas, todo el tiempo – que es un regalo del Universo – de vida planetaria, de existencia sideral y todas las oportunidades de

supervivencia concedidas. El amor, hecho vida, el amor hecho creación. ¡Qué hermosa esperanza!, ¡qué hermoso es el amor! La Solitaria Etapa de la Gigante Azul “Es solitaria la vida de una estrella en esta etapa. Sus cambios, su agotamiento son notorios. Ya no es aquella jovial estrella de luz blanca y fuertes rayos que viajan por la galaxia hasta alcanzar todos los planetas de su sistema solar. Ella sabía que su labor había concluido. Lo que intentó hacer, lo que dejó de hacer, ahora tendría que tocarle a su amado hijo que ya se gestaba dentro de ella. Sabía también que la gratitud nunca se olvida y que aquel amado planeta verde que otrora la bendijo y le agradeció, quedaría para siempre en su conciencia cósmica como retribución a su labor. (…)” Es solitaria la vida de una estrella en esta etapa. Sus cambios, su agotamiento son notorios. Ya no es aquella jovial estrella de luz blanca y fuertes rayos que viajan por la galaxia hasta alcanzar todos los planetas de su sistema solar. Ella sabía que su labor había concluido. Lo que intentó hacer, lo que dejó de hacer, ahora tendría que tocarle a su amado hijo que ya se gestaba dentro de ella. Sabía también que la gratitud nunca se olvida y que aquel amado planeta verde que otrora la bendijo y le agradeció, quedaría para siempre en su conciencia cósmica como retribución a su labor. Una loable labor de estrella y su esencial propósito de alimentar de luz la obscuridad perenne del vasto universo. Ya todos los planetas estaban casi inertes. Los 3 planetas de órbitas más cercanas, albergaban unas pocas especies de bacterias que son las que sobreviven más tiempo dentro de este ciclo natural de la vida y la muerte (transformación de la energía). Los 3 planetas más retirados de su órbita, ya eran meras esferas de roca gélida e inerte en un frío y oscuro borde solar. 6 planetas al borde del colapso recíproco con su madura y antañona estrella azul. En aquella inmensa soledad de milenios, ZZ comenzó a enfocar toda su energía restante en la gestación de su hijo. Enfocó todo su esfuerzo y dedicó los milenios de vida que le quedaban a transmitirle toda su conciencia cósmica, todas sus habilidades empáticas, todas sus dotes telepáticas y extrasensoriales. Y lo más importante, su extraordinario control de la fuerza de gravedad. ZZ recordó, nuevamente, su vida de otrora y le quiso dejar a su hijo amado, todas y cada una de sus habilidades, pero también, la capacidad de reconocer en los demás, la mentira, el engaño, la falsedad y el desamor. También, dedicó milenios a ubicar un destino necesario, un propósito para su hijo, un lugar que salvar, un lugar que equilibrar, un lugar para enviar a su amado unigénito cuando le tocara partir y él se tuviera que encargar de su cometido. En ocasiones, ZZ advertía la presencia de sondas de exploración remota

que pasaban por sus alrededores, a millones de kilómetros de distancia. Intuía que eran colonizadores de inteligencia superior, que se encontraban explorando en busca de planetas habitables por aquel sistema solar. Con su habilidad de percepción extrasensorial, corroboraba su intuición precisa de dama antañona en aquel olvidado y moribundo sistema solar. Los veía acercarse a los planetas, las sondas revisaban los parámetros mínimos para la vida y al notar que las condiciones no eran aptas, abandonaban la órbita de ese planeta y se dirigían al siguiente. Incluso, los vio descender en el otrora hermoso y siempre verde, lleno de vida, planeta verde, el cuarto de su órbita. En éste las sondas tardaron más. Sus exploraciones y la revisión de sus parámetros planetarios, les advirtió a aquellos viajeros intergalácticos, que ese planeta, en especial, pudo albergar la vida de una forma inimaginable. Por sus exploraciones en el cuarto planeta del sistema sustentado por ZZ, aquellos viajeros siderales, decidieron enviar sondas hacia ella para estudiar las posibles repercusiones que pudo tener su agonía con la extinción de la vida en el otrora planeta verde de su cuarta órbita. Sus sondas enviaban los datos recabados y ellos, ante la información recibida, llegaban a la obvia conclusión: la estrella de aquel sistema solar estaba muriendo, era evidente, entonces, el estado inerte de todos los planetas explorados. Todas aquellas cosas, por milenios y milenios de soledad, vivió la increíble Gigante Azul ZZ, mientras gestaba en su núcleo, cada vez más contraído, a su amado hijo sideral. Todos los milenios que vio ir y venir sondas, naves interestelares y toda clase de vida cósmica por sus alrededores, por sus inmediaciones. Todas esas vidas, todos esos seres, a todos, ella los sintió. Ella los escuchó dialogar, los escuchó pedir, los escuchó planear, los vio investigar con avidez ferviente los insondables laberintos del universo y pudo ver, a través de las ventanas de sus neófitas mentes, la sensación que afianzó con más fuerza, la imperiosa necesidad de la llegada de su poderosísimo hijo al Universo. Ahora no cabía duda, ahora era absolutamente necesario, que la “transmutación cósmica” diera lugar a su nuevo propósito… Su amado hijo de luz, de energía, debía absorber a su madre y concentrar su enorme poder para ponerlo al servicio del balance universal, del equilibrio cósmico… Un haz de luz para combatir la obscuridad…

CAPÍTULO 4 – “LA GIGANTE AZUL ZZ PASA A SUPERNOVA”

La Supernova ZZ: una Antigua Estrella de Color Azul

“Ya era muy antigua, ya estaba en su etapa final. Ahora era una Supernova, una estrella muriendo en su portal. Ahora, la energía, que de sus bordes la hacían lucir alegre, ya eran azules tendentes a grises, que sólo le daba más y más tristeza sideral. Ahora era una Supernova, una madre de color azul. Una estrella moribunda, una estrella en el ocaso de su senectud.” Enervada, ya sin fuerzas. Con los últimos destellos de grandeza confecciona y hereda a su prole unigénita sus dotes y su energía. Ella debía transformarse para servir a otra causa, pero como madre buena y responsable, prefirió sacrificarse por su descendencia para que éste tuviera la oportunidad de hacer algo más grande con todo ese poder. Algo que aportara más al balance cósmico. Ya era muy antigua, ya estaba en su etapa final. Ahora era una Supernova, una estrella muriendo en su portal. Ahora, la energía, que de sus bordes la hacían lucir alegre, ya eran azules tendentes a grises, que sólo le daba más y más tristeza sideral. Ahora era una Supernova, una madre de color azul. Una estrella moribunda, una estrella en el ocaso de su senectud. Ella persistía, guardando energía para su hijo sostener. Cual si fuera una madre preñada en placer por el hijo de su vientre que pronto ha de nacer. Ella lo amaba y todas sus esperanzas estaban puestas en él. Tenía que cumplir la promesa, pero se enamoró de la tarea al verle crecer en su azulado vientre de nácar que, al durmiente, si tuviera labios lo podría besar. Lo amamantó, no con leche, pero si con calor. Con el fuego de su vientre azul abrasador y su conciencia cósmica en plenitud. Sus recuerdos intactos a él los pasó, para que entendiera la magnitud de lo que ella le heredó. Le legó todo, sus victorias, sus derrotas, sus anhelos, sus esperanzas, la historia de sus hermanas selváticas, la historia de cómo ella, en aquel extinto planeta llamado Arbórea, nació. Le transmitió su ferviente deseo que él se convirtiera en el siguiente pacificador de mundos y balanceador de la fuerza y portavoz de la verdad y la justicia a lo largo y ancho del cosmos. Amamantándolo con conocimiento infinito, le mostró su papel de otrora como elegida y le hizo ver, a su vez, su importantísimo papel venidero. Mientras ella llenaba de energía a su amado hijo en detrimento de su propia existencia, volvieron las sondas a investigar. Eran otras sondas, quizás. Ya era tan anciana, tan longeva, ya no le interesaba escudriñar. Pues, todas sus energías estaban puestas en el interior de su vientre, su cuna natal. Las sondas se quedaron a fotografiar, como si de un documental se tratara su senilidad. Como toda anciana, merece respeto. Merece respeto y admiración. Los instrumentos de la sonda se congelaban por la, casi, ausencia de calor y para mantenerse operativa tenía que acercarse cada vez más a ZZ. Pero el peligro de atracción siempre estaba latente y por eso la trayectoria

correcta ella debía fijar, o sino la Supernova se la podía tragar. Fotografiando la sonda a la Supernova ZZ, se da cuenta de que aumenta su contracción. Su núcleo de fusión se comienza a hinchar, tal como si su energía, en un estallido, fuese a liberar. El hijo de la Supernova ya estaba gestado, completamente formado en el centro de su núcleo se encontraba aún dormido y esperando. Su despertar, no tardaría más de 5 mil años. Y entonces, su cometido debía iniciar. ZZ sabía que no podía explosionar, sino implosionar. Pero, si lo hacía su hijo y todos los planetas de aquel sistema solar, podían ser arrastrados dentro del hoyo negro que, tras su muerte, iba a dejar. Los sensores de la sonda advierten que se prepara para realizar la implosión y se retira a una distancia prudencial – cientos de millones de kilómetros – que, incluso, mal calculada, la podría arrastrar. Y con todos sus recuerdos transferidos a su amado hijo, con todas sus dotes de poder sideral otorgados y dejados en su ardiente vientre, ella advierte que es tiempo, que es su deber, que es su cometido y que lo debe hacer. Ya es tiempo de irse y dejarle paso a su promesa, a su propósito. Ya es tiempo de que el Universo renueve esa parte de la galaxia y transforme toda la energía remanente en derredor. Ya es tiempo de dejar ir para transformar. El Universo tiene sus ciclos infinitos y se deben respetar, para que exista equilibrio en la fuerza sideral. La tremenda implosión que era de esperarse, no fue tal. Ella decidió no apartar a su hijo de su vientre maternal. Ella decidió no tragarse todo como agujero voraz. Ella quería ocultarlo en la nebulosa que quiso formar. Para darle tiempo a madurar. Para que el capullo tuviera tiempo de eclosionar. El sacrificio de su hermosa madre, debía entregarle la oportunidad de vencer los comienzos, los atropellos y los posibles ultrajes prematuros, que derivan del tiempo y el espacio infinito. ¡El hijo de la Supernova Zoúariana Ziú, había nacido ya!...

CAPÍTULO 5 – LA SUPERNOVA ZOÚARIANA ZIÚ SE VUELVE NEBULOSA

Surgió La Dama de la Nebulosa Azul “Zoúariana Ziú se convirtió en Nebulosa y por su escasa energía, no había naranjas o rojos en su lugar de implosión. Ella dejó todo azul, todo grisáceo, todo teñido con un azul marino, que recordaba los azules de los océanos en los lugares coralinos. Así era como lo había decidido. De esa manera podía ocultar a su recién gestado hijo, mientras su crisálida lo

terminaba de energizar para dejarlo salir en pos de su ideal.” Zoúariana Ziú se convirtió en Nebulosa y por su escasa energía, no había naranjas o rojos en su lugar de implosión. Ella dejó todo azul, todo grisáceo, todo teñido con un azul marino, que recordaba los azules de los océanos en los lugares coralinos. Así era como lo había decidido. De esa manera podía ocultar a su recién gestado hijo, mientras su crisálida lo terminaba de energizar para dejarlo salir en pos de su ideal. La sonda que presenció la implosión de la Supernova, quedó atrapada por la alta densidad de gases que quedaron en el lugar y la increíble fuerza de gravedad. Se perdió su documentación de los hechos en un mar de gases azules y grises donde, ocultado, se encontraba el poderoso ser galáctico que la Dama de la Nebulosa Azul había concebido con sus remanentes de poder. La crisálida contentiva del niño galáctico, paso 5 milenios oculta en la nebulosa azul. En el proceso de “transmutación cósmica” todos los hechos relevantes de la madre, pasan al hijo en igualdad de condiciones, lo bueno y lo malo por igual; para que éste decida, con su libre albedrío otorgado, lo más conveniente para él y su cometido. La Dama de la Nebulosa Azul lo mantuvo oculto los 5 milenios que requería para su completo desarrollo. Su memoria lo acompañó, lo orientó, lo cobijó y lo educó en todo lo que debía saber sobre las leyes universales. Sobre las más importantes, las que se deben mantener, las que se pueden quebrantar, sólo si existe un bien superior que lo justifique. En ese estado de crisálida, le fue enseñando cómo construir mapas siderales. Le transfirió su poder de comunicación con la madre vegetal de cualquier planeta en el Universo. Era una madre sabia. ¿Y qué madre no lo es? ¿Qué madre no orienta a su hijo? Las madres siempre protegen a sus bebés. Siempre es así, y siempre será en cualquier parte del Universo. La Tierra: la Misión para el Hijo de la Nebulosa Azul “(…) Su madre le indicó que debía viajar allá y hacerse pasar por humano, pero pasar inadvertido entre ellos para que pudiera lograr su cometido. Le indicó que los terrícolas eran una de tantas especies jóvenes que existían en aquella galaxia, pero que poseían elevadas dotes de inteligencia. Con avances importantes en ciencias y tecnología. Pero, que su misión, aparte de protegerlos y enseñarles a coexistir, era garantizar la supervivencia de las especies no dominantes de aquel lugar. Los animales y la madre vegetal de aquel planeta debían ser protegidos de su extinción.” Luego de su completo desarrollo, la madre le transfiere la misión que debe cumplir su amado hijo en una galaxia muy lejana que contiene un Sistema Solar con una estrella joven y en cuya tercera órbita está el único planeta

habitable de ese sistema planetario: La Tierra. Su madre le indicó que debía viajar allá y hacerse pasar por humano, pero pasar inadvertido entre ellos para que pudiera lograr su cometido. Le indicó que los terrícolas eran una de tantas especies jóvenes que existían en aquella galaxia, pero que poseían elevadas dotes de inteligencia. Con avances importantes en ciencias y tecnología. Pero, que su misión, aparte de protegerlos y enseñarles a coexistir, era garantizar la supervivencia de las especies no dominantes de aquel lugar. Los animales y la madre vegetal de aquel planeta debían ser protegidos de su extinción. Le indicó que debía buscarles un nuevo hogar a los animales y plantas de aquel bellísimo planeta; ya que, los humanos presentaban una fuerte tendencia a acabar agotando sus propios recursos, al igual que lo hicieran aquellos seres de su otrora ya fenecido tercer planeta. La Dama de la Nebulosa Azul, Zoúariana Ziú, le dijo a su amado unigénito que debía emprender un largo viaje a la velocidad de la luz, de más de 5 milenios a través del cosmos infinito, para llegar a La Tierra. Que, en su viaje debía colectar toda la información de los posibles mundos u hogares para las semillas de la Madre Vegetal y los inocentes animales que habitan aquel planeta. También le dijo que podía elegir cómo quería completar su misión. Le dijo que estaba dotado de un enorme poder, que debía utilizarlo con justicia y que tenía el derecho a vivir una vida en el lugar que él eligiera una vez completada su misión. Esa era su elección. La Madre y el Hijo Amado: una Fusión de Poder “Por eso, lo hizo un caballero del cielo, un caballero de luz. Ella sabía que, en cuanto tuviera un cuerpo, buscaría una mujer. ¿Y cómo culparlo, si él ya era parte de su conciencia cósmica de ser? ¿Quién en el Universo y que se llame hombre, por el precioso legado de su nombre, no querría amar a una mujer?” Dentro de aquella nebulosa densa e impenetrable, se comunicaron por milenios ella y él. En sus delicados, inusitados y hermosos azules y grises, se convirtieron en uno. Ella en él y él en ella. Dos energías, un solo poder. Una sola entidad cósmica que ahora heredaba – “transmutación cósmica” – todo el poder de una estrella, todo el calor y energía de ella. Una entidad que guardaba lo mejor de su extraordinaria madre sideral y que conocía lo peor, para no tener que repetir los errores de milenios y milenios de desesperación, de dolor por la impotencia de cumplir su deber y sólo su deber. Hay cosas que pueden cambiar, hay cosas que deben cambiar. Al final, el Universo siempre lo agradecerá. Algunas veces, los azules se alumbraban. Otras veces, eran los grises que destellaban. Y en lo profundo del centro de la Supernova destruida, se veía el capullo eclosionando por primera vez en milenios. Él, era su madre hecho

energía, hecho conciencia cósmica, hecho ser. Él tenía las dotes de su orgullosa Dama de la Nebulosa Azul, tatuada en su esencia etérea. Era éter, era energía y era ser. No con cuerpo, no con materia, no con piel. Pero, definitivamente, creado por una mujer. Porque venía de ella, venía de una dama antigua, venía de una hermosísima estrella, su ser. Sus delicados pistilos se marchitaron para darle paso a él. Porque ella lo amaba, porque ella lo adoraba, porque ella es él. Porque no hay nada más grandioso que lo que hace por amor, una mujer. Le siguió hablando, le siguió otorgando todo su poder. Lo hizo un hombre, pero también un amante de la mujer. No lo hizo feminista, pero tampoco machista. Le dio el equilibrio justo que un hombre debe tener, para apreciar su rol y el respeto que por las féminas debe tener. Por eso, lo hizo un caballero del cielo, un caballero de luz. Ella sabía que, en cuanto tuviera un cuerpo, buscaría una mujer. ¿Y cómo culparlo, si él ya era parte de su conciencia cósmica de ser? ¿Quién en el Universo y que se llame hombre, por el precioso legado de su nombre, no querría amar a una mujer? Ella lo observaba formándose una conciencia del Universo, de su poder y sonreía junto a él. La preñez de deleite que le transmitía su ser, lo acercaba más al respeto, al orgullo que debe sentir un hijo, así formado, por la más grandiosa estrella que llegó a conocer. Su madre, un ejemplo de sacrificio de un femenino ser. El Milagro de la Dama de la Nebulosa Azul “Los seres de las distintas galaxias hablarán de ti. Los menos evolucionados como los de La Tierra, dirán que eres un milagro, un Dios. Y yo estaré orgullosa de saber que ese milagro de mí, salió. Un milagro para el Universo, un milagro para el amor. No, para el odio o la destrucción. Eres el mejor legado que le puedo dar al Universo, siendo que, por mi desobediencia yo debo pagar, he vivido tantos milenios queriendo hacer más. Ahora, contigo, lo puedo lograr.” La Dama de la Nebulosa Azul Ahora estoy en ti, hijo mío. Amado hijo, tú eres mi milagro. Te entregué todo lo que poseo, toda mi conciencia y en ello, todo mi amor de madre. Antes, sólo era una estrella alumbrando mi precioso sistema solar. Ahora, soy mucho más que eso, soy la orgullosa Dama de la Nebulosa Azul. Aquella que ha dado a luz un hijo bueno. Mientras estás aquí adquiriendo todo este vasto conocimiento, yo estoy anticipando para ti un futuro promisor. Yo estoy amando cada parte tuya y estoy augurando tu liderazgo absoluto. Los seres de las distintas galaxias hablarán de ti. Los menos evolucionados como los de La Tierra, dirán que eres un milagro, un Dios. Y yo estaré

orgullosa de saber que ese milagro de mí, salió. Un milagro para el Universo, un milagro para el amor. No, para el odio o la destrucción. Eres el mejor legado que le puedo dar al Universo, siendo que, por mi desobediencia yo debo pagar, he vivido tantos milenios queriendo hacer más. Ahora, contigo, lo puedo lograr. Como ya te advertí antes, hijo mío, no siempre fui una estrella en un sistema solar. Hace millones de años atrás, yo fui una guerrera estelar y también esa conciencia cósmica te he de heredar. Tendrás, por tanto, mis dotes de lucha. Dominarás artes marciales de todas las que hay. Sabrás como hacerlo sin necesidad de tu mente esforzar. Yo te las entrego todas a través de la “transmutación cósmica” por mi propia voluntad. Es tu herencia cósmica, tu legado ancestral. Tú, hablarás por mí, amado hijo. Tú dirás todo lo que ya yo no puedo decir. Darás grandes revelaciones de hechos acaecidos en la historia del Universo. Cosas que he vivido y que se tienen que decir. Y las que tu aprendas, también reveladas serán. Harás tu parte, por mí, por ti. Serás grande hijo mío, qué otra cosa puedo pedir. Deseo que triunfes y que en tu triunfo te eleves al infinito y que enseñes las verdades profundas del cosmos y sus principios a quienes las quieran oír. Serás escuchado, serás venerado, te llegarán a creer un Dios entre ellos. Pero, no importa lo que ellos crean. Es tu elección la que dirá lo que serás para el resto de los seres del Universo. Esos amigos que veo que te acompañarán, serán muy amados para ti. Pues, puse mucho amor en tu conciencia cósmica para que valores la amistad de los seres que, en tu viaje, conozcas. Ellos te amarán y te seguirán, te seguirán a donde vayas. Se atreverán a creerte y a respetarte por tus dotes, por tus extraordinarias habilidades. Serán tus aliados perfectos en el combate. Van a aceptar tus verdades como propias y vivirán a tu lado como amigos inseparables. Hijo mío, te pido, mantente humilde. Mantente ecuánime y no abuses de tus grandes habilidades. Se paciente y espera el mejor momento para actuar. Mantente atento y así detectarás a los abusadores y sus desmanes; abusos y desmanes que, con tu enorme poder, podrás resarcir. Todas estas cosas que te digo, por favor, no las olvides. Mantenlas en tu memoria cósmica a través de tus milenios. Ya eres antiguo para otros sistemas solares. Ya eres muy viejo para muchos seres mortales. Aprovecha esa antigüedad para enseñar, aprovecha el infinito tiempo que posees para ayudar, amado hijo, mi caballero del cielo, mi amor… Un Ciclo que se Cierra con Zoúariana Ziú: la Dama de la Nebulosa Azul

“Cuando Zoúa Rón Ziú ya estaba por salir del borde exterior, que representaba los límites de la colosal Dama de la Nebulosa Azul, sus conexiones con su madre se apagaron. Ya no podía sentirla, ya no la escuchaba más. Él recordó en ese momento, cuando ella le decía que no diera vuelta atrás, que se marchara sin voltear, sin vacilar, sin dudar. Recordó también que ella le dijo: ya estás listo amado Zoúa Rón Ziú. Ya eres todo lo que yo soñé ver en ti. 5.500 años, es apenas un pueril comienzo para ti, pero es el ocaso de mi existencia en esta forma que ahora ostento. No te aflijas, mi poderoso y amado hijo. Sigue el camino trazado en tu conciencia cósmica, acelera, piérdete en el vasto cosmos y no regreses más a este lugar. Se tú mismo, amado hijo. Se, el dueño de tu grandioso destino. Viaja lejos, es un viaje interestelar que tú no tendrás ningún problema en realizar. No respiras oxígeno, no sientes frío puesto que estás hecho del fuego abrasador de mi vientre, no pierdes energía, porque estás hecho de energía, de mí energía. Recuerda a tu madre que te ama. Tu Dama de la Nebulosa Azul, tu madre, Zoúariana Ziú.” Ya, amado hijo, mi amado unigénito, lo que queda de mí, contigo se irá. Cuando partas de aquí, no vuelvas atrás. No sea que te arrepientas y, como yo, quedes atrapado en este lugar, carente de propósito, vacío y sin sentido. Sin ideas, sin criterios que poder compartir o debatir. Parte con cuidado y acelera cuando estés lejos, cuando ya mis gases azules, grises y raros no te puedan tocar. Recuerda, contigo mi ciclo de vida se ha de cerrar. Hasta aquí llego yo, para que tú puedas avanzar. No estés triste, tu vida acaba de empezar. Del rescoldo con el que en mi seno te calentaba, te di las alas para que pudieras volar. En tu nombre grabé tu propósito, es tu nombre un legado a la paz. Mi hijo amado, mi Ángel Celestial, mi pequeño y grande príncipe de luz, que de mi lado se irá. ¿Qué otra cosa de mí te puedo contar para que te lleves cuando partas, hijo mío? ¿Qué otras alertas te puedo dar, mi amor, sobre este vasto Universo? Pienso que ya te he revelado todo lo que he vivido yo en todos mis milenios. Y si algo más te puedo decir, es que cuides tus dotes. Administra tu poder, no te excedas. No sea que pierdas en el camino milenios que luego no puedas recuperar. Recuerda que el tiempo, no vuelve atrás. El tiempo perdido, perdido está. Tienes un poder infinito y dependerá de ti, cuánto podrás elevarlo en tu conciencia cósmica a través de tus miles de milenios de existencia. ¿Cuánto vivirás? Eso lo decides tú, mi amor. Tienes el poder de prolongar tu edad el tiempo que desees. Y también puedes hacerlo con otros seres del Universo. Yo, por mi parte, perdí milenios por malas decisiones que fui tomando en mi recorrido por el espacio y el tiempo. Pero no me arrepiento, hay cosas que una estrella está dispuesta a hacer por el bien colectivo y yo tomé mi decisión en

detrimento, solamente, de mi ser y conciencia cósmica. Debes también estar pendiente de las fluctuaciones cósmicas. Ellas son indicativas de alteraciones en el equilibrio cósmico y puede llevarte donde está la fuente del desorden. El alcance de tu percepción extrasensorial es, prácticamente, ilimitado. Nuevamente, el límite lo estableces tú. Dependiendo de las habilidades que vayas desarrollando en el camino, irás creciendo en poder y necesitarás controlar tu energía para mantenerla en balance y que no te conviertas en un perturbador aleatorio del equilibrio cósmico. Recuerda hijo mío, es tu responsabilidad administrar ese gran poder que ahora posees. Mientras estamos en la transferencia de conciencia cósmica y herencia cósmica, los problemas en muchas partes del cosmos, se están sucediendo en este preciso momento. Pero, tranquilo, amado mío. Le corresponde a otros entes del Universo con un alto poder energético, hacer su parte también. Tu misión en La Tierra debe ser tu prioridad, por ahora. Concéntrate en ello y luego que hayas alcanzado la meta, y que ya no necesiten de tu ayuda; entonces, podrás dedicarte a viajar por el resto de las galaxias buscando un punto de perturbación que impida el flujo natural y progresivo de la energía cósmica a través del universo infinito. Tus amigos, esos que ya previenes tener. Serán un gran apoyo en el cometido que te he dado. Ellos, aunque parecen una especie muy inferior, tienen tremenda fuerza interior. Esta fuerza los puede llevar muy lejos en las estrellas, pero si no canalizan adecuadamente su don y su legado cósmico, serán víctimas de su propia idiosincrasia. Debes ayudarlos a centrarse en sus bondades más que en sus carencias. Tienen la creencia inducida de que son los únicos en el Universo, de que La Tierra es suya y que no deben rendir cuentas ante nadie. Eso, como ya has advertido hijo mío, es completamente erróneo y peligrosamente arrogante para una especie en sus inicios. Deberás hacerles entender, con tacto, con mucha delicadeza, que ellos, son una de tantas especies primitivas del Universo y que, si no bajan sus niveles de soberbia, es posible que más nadie, aparte de ti, los quiera ayudar o quiera aportar conocimientos a su causa. Ellos han avanzado en conocimientos sobre cosas elementales de su planeta, pero en cuanto a las verdades universales, aún están en los albores. Tú los puedes adelantar un poco. Si son lo suficiente humildes como para aceptar que son una minúscula partícula en el infinito océano de galaxias, planetas y estrellas, los podrás adelantar. Los podrás ayudar a dar saltos evolutivos en su forma de coexistir con los elementos. Pueden aprender de ti, así como tú aprendiste de mí. Claro, el tema de la longevidad frente a las generaciones de terrícolas que tendrán que internalizar tus principios, será una tarea que deberás manejar con cuidado.

Hay otro tema, amado hijo, del que te debo hablar. Existe un “Concejo Intergaláctico”. Seres muy poderosos, con habilidades únicas, así como las que te he heredado. Ellos son los jueces del Universo. Están designados por la Creación misma para hablar en nombre de ella y tomar decisiones inherentes al cosmos y su equilibrio permanente. En algún momento de tu historia serás llamado a presentarte ante ellos. Si tus actos son definidos como buenos para el cosmos, la Creación misma, te dará la posibilidad de pertenecer a este concejo como un miembro más. Pero, te advierto, yo una vez estuve con ellos. Se han vuelto muy intransigentes en vista del tiempo que llevan ejerciendo sus funciones estelares. En vista de las potestades otorgadas por la Creación y bueno, cuando te acostumbras a dictaminar, a sentenciar y no te detienes a revisarte (meta-cognición) corres el riesgo de volverte intolerante y despótico. Siempre ten esto presente, amado hijo. Cuando tus niveles energéticos hayan subido al máximo de tus potencialidades y tus actos de bondad sean conocidos en el Universo, te será pedida tu presencia ante el concejo que te mencioné. Te pido que negocies con ellos una forma más suave de tratar los asuntos universales. Ellos son ancianos, en su mayoría, pero también hay jóvenes entre ellos y con éstos tienes una oportunidad de cambiar los paradigmas universales que han prevalecido por tantos milenios en las galaxias. Los cambios, si son para bien, si son buenos, son necesarios y es obligatorio, es un deber de los seres más elevados en conciencia cósmica, afrontar esos retos que orienten a los demás para aceptar el cambio. Pelear, no es precisamente, la mejor respuesta a los problemas o a las inconsistencias universales. Ya viste en mis memorias lo que ocurrió en mis inicios como guerrera selvática. Cuando aquellos carroñeros invasores quisieron apropiarse de mi mundo, de mi hogar. Viste que tuve que tomar el control y defenderlo por encima, incluso, de mi propia existencia. Ya viste también, lo que ocurrió con aquellos dos planetas que alimentaba con mi luz, en esta, mi segunda aparición como estrella. Ya viste en mis memorias como, siempre que uno se impone sobre el otro, hay heridas, hay laceraciones imposibles de borrar; porque van directo a la conciencia cósmica y allí, se vuelve eterno el pensamiento, dejando como consecuencia, la inevitable alteración del equilibrio cósmico en la dotación de vida que la Creación Universal otorga. El tiempo es invariable e infinito, como el cosmos lo es. Por eso, curar heridas de guerra, es la más dura, difícil y peligrosa tarea que un pacificador como tú, pueda tener. Pero, tú tienes un don único en el Universo, mi amor. Un don, que muy pocos seres en el vasto cosmos, son capaces de tolerar y mantener: el don del amor a los otros y la indulgencia que da la benevolencia. Con estas dotes, podrás hacer maravillas donde quiera que te aventures a ir. Podrás crear lazos de amistad y cultivar el amor como la más elevada ley universal: amor para crear.

Tuve que sacrificar mucho por esto que te voy a decir, pero siento que valió la pena. Te he legado también un poco de poder creador, aparte de que puedes vivir, tranquilamente, la edad completa de las estrellas. Por mi legado creador, tienes la habilidad de ordenar a tus células que no envejezcan y por ende a las células de los seres que te acompañen. Los seres que se mantengan cerca de ti, tendrán la oportunidad de prolongar su edad, ampliando significativamente su longevidad. Como todo poder, si lo practicas, lo perfeccionas, podrás aumentar tu fuerza y longevidad tanto como lo desees o necesites, para que puedas lograr todos tus cometidos. Para ti, amado hijo, el tiempo es eterno. Sé que desearías que estuviera contigo acompañándote en todos tus logros personales. Pero, aunque, físicamente no podré estar, ten siempre presente que a donde vayas, mi energía, mi esencia, la he pasado a tu esencia, a tu éter, a tu ser, a tu existencia. Por eso, ¡yo siempre estaré contigo, mi amor! Búscame en tus memorias, búscame entre las estrellas, búscame con amor y me encontrarás. Me hallarás, en el vasto universo, cuando estés viajando a la velocidad de la luz, cuando aceleres, exponencialmente, tus niveles energéticos. En tu comunión con las estrellas, allí me encontrarás, mi amado Zoúa Rón Ziú. Mientras Zoúariana Ziú le hablaba las últimas frases de amorosa enseñanza a su amado hijo de energía cósmica, Zoúa Rón se preparaba para partir y alejarse para siempre de la estrella azul. El enorme halo de energía pura y concentrada en el éter de su esencia, iluminaba la inmensidad de la oscuridad reinante en el centro de la nebulosa. Él, era un digno hijo de su amorosa madre. Era enorme, en su estado de energía pura, de energía cósmica. Mostraba todos los portentos de los que era capaz. Comenzó a abrir la densa nebulosa que había dejado su madre al estallar. Su poder era ingente, colosal. Toda su energía cósmica concentrada, se encerró en una roca inerte de ese sistema solar ya fenecido, como el perfecto camuflaje para abrirse paso a través del cosmos sin ser detectado como algo inusitado. Salir de entre los restos de su amada madre, le costó cientos de años. Pues, su madre fue colosal. Mover las masas de gases en extremo pesados, los restos de partículas planetarias y asteroides de los planetas destruidos por la explosión, no era una tarea sencilla. Él debía luchar contra los restos de su propia madre para vencer su enorme gravedad y retirarse lo suficiente para acelerar a hipervelocidad en su viaje de 5 mil años hasta la Vía Láctea, la galaxia donde se encontraba el sistema solar que albergaba a La Tierra. Los cientos de años que le tomó salir de entre los restos de su madre, se convirtieron en 500 años. Nada, para un ser cósmico tan longevo como él. Pero en esa travesía por los restos maternos, continuó recibiendo indicaciones

de su amada progenitora celestial. La inteligente y superior Dama de la Nebulosa Azul, le preparó lo mejor que pudo y le dio todas las herramientas para sobrevivir en el vasto Universo. En un paréntesis de tiempo que a él le sobraba, le agradeció a su madre cósmica todo lo heredado, todo lo advertido, todo ese poder. Le prometió que su sacrificio no sería en vano. Que siempre la recordaría y que todas sus enseñanzas y vivencias él las pondría en práctica cuando arribara a La Tierra para ejecutar su misión. Que la iba hacer sentirse orgullosa de su creación. Le dijo que la amaba, que la adoraba con fervor. Que su amor interior se quedaba con ella para acompañar su espíritu en la oscuridad. Para alumbrarle el sendero que le tocara recorrer. Que ella era un ejemplo de valentía, de entrega por la vida y que representaba para él, la esperanza misma de la Creación. Su madre consciente ligada a él, le agradeció sus pensamientos. Le dijo que ya estaba orgullosa de su bebé y que ahora que sabía todo lo que el equilibrio cósmico representa para la Creación, ella podía estar tranquila sabiendo que había legado en su amado hijo, en su Ángel Celestial, la más grandiosa de las virtudes: el amor por los seres vivos y en especial, el amor por la Madre Vegetal. Ella, la hermosa Dama de la Nebulosa Azul, la otrora impresionante Supernova Zoúariana Ziú, en el declive de sus días comprendió, que su amado Zoúa Rón Ziú, heredero de sus súper poderes galácticos, era un fiel amante y luchador incansable de los indefensos, de los menos evolucionados, de los que, a la luz de los nuevos milenios, no han despertado de su aletargada vida simple y corriente para trascender al plano de la divinidad que ofrece el Universo a los incansables luchadores en su afán de alcanzar la gloria. Ella sabía, que él se convertiría en un guía, en un maestro supremo. Un ser de luz – como lo fue ella – que estaría dispuesto a sacrificarse por amor a otros seres. Que daría todo de él, su fuerza interior, sus habilidades, su liderazgo, por formar y desarrollar seres dignos de admiración y reverencia en las cortes del Concejo Intergaláctico. Seres dignos de ser seguidos, seres dignos de una oportunidad de crecer y desarrollar todas sus herencias cósmicas. Él creía en la igualdad, en la rectitud de los seres de luz, en lo incorruptibles que tienen que ser para dar el ejemplo en las galaxias, en su apego a las leyes universales y al amor. Ella creía que él debía aprender, que no siempre los seres más elevados son totalmente rectos. Que existen desviaciones en el camino a la iluminación y que cada uno de los seres de luz, debe enfrentar sus irregularidades cósmicas, hasta alcanzar el equilibrio necesario para gobernar su interior y así poder ofrecer su ayuda a los demás. La meta-cognición es el principio elemental para la ruptura de los paradigmas universales que atan a los grandes seres en su recorrido hacia la

iluminación definitiva de sus almas, de sus contenidos etéreos, de sus polvos cósmicos, o como le llamen en cada una de sus galaxias. Es esa esencia sideral, precisamente, la que constituye sus metas, sus propósitos existenciales. Y todos en el universo, tienen un propósito. El poderosísimo ser galáctico que se alejaba cada vez más del seno de su madre, iba afianzando sus poderes y su conciencia se hacía más y más firme, conforme se abría paso en la nebulosa azul. La conciencia de su madre le sentía cada vez más lejos y al notar que se le soltaba, que se alejaba de su fuerte y densa masa gasífera, no podía evitar sentir nostalgia y satisfacción a la vez. Sentimientos encontrados propios de una madre buena, del amor más grande y desinteresado que puede existir en el Universo y que, ahora, sentía partir a su amado, para siempre. Cuando Zoúa Rón Ziú ya estaba por salir del borde exterior, que representaba los límites de la colosal Dama de la Nebulosa Azul, sus conexiones con su madre se apagaron. Ya no podía sentirla, ya no la escuchaba más. Él recordó en ese momento, cuando ella le decía que no diera vuelta atrás, que se marchara sin voltear, sin vacilar, sin dudar. Recordó también que ella le dijo: ya estás listo amado Zoúa Rón Ziú. Ya eres todo lo que yo soñé ver en ti. 5.500 años, es apenas un pueril comienzo para ti, pero es el ocaso de mi existencia en esta forma que ahora ostento. No te aflijas, mi poderoso y amado hijo. Sigue el camino trazado en tu conciencia cósmica, acelera, piérdete en el vasto cosmos y no regreses más a este lugar. Se tú mismo, amado hijo. Se, el dueño de tu grandioso destino. Viaja lejos, es un viaje interestelar que tú no tendrás ningún problema en realizar. No respiras oxígeno, no sientes frío puesto que estás hecho del fuego abrasador de mi vientre, no pierdes energía, porque estás hecho de energía, de mí energía. Recuerda a tu madre que te ama. Tu Dama de la Nebulosa Azul, tu madre, Zoúariana Ziú.

FIN

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