KARMA POR: MANUEL ALEJANDRO SANTOS
Si, lo sé, a nadie en el mundo le agrada conversar sobre el sufrimiento. Casi siempre cuando aparece, la gente reacciona diciendo: “No sé porque me está pasando esto”, “Seguramente hice algo malo y estoy recibiendo una lección”, “En realidad no sé qué hice mal…”; algunos de tus disque buenos amigos se atreverán a decirte que de seguro es el karma, o si eres creyente seguro pensarás: “no sé qué me está tratando de enseñar Dios”. Como quiera que sea, estarás contrariado sobre lo que te pueda estar ocurriendo, pero, esto sucede exactamente porque no hemos entendido correctamente el sufrimiento. Francamente, esta es la forma que yo reacciono en los momentos difíciles la mayoría de las veces. Tengo esos mismos pensamientos, como si Dios actuara en mi vida según un sistema de karma. Para algunas religiones, el karma (que significa “acción”) es una energía trascendente que se genera a partir de los actos de las personas. Es una creencia central en la doctrina del hinduismo, el budismo, el jainismo, y el espiritismo entre otras, que explica los dramas humanos como la reacción a las acciones buenas o malas realizadas en el pasado más o menos inmediato. Esta creencia se ha infiltrado fuertemente en la mente de muchos, por eso cuando pasa algo malo, inmediatamente lo atribuyen al karma, incluso cuando solemos ser espirituales pensamos que si nos portamos mal Dios responde con una consecuencia para enseñarme una lección. Hago algo bueno, y Dios me bendice, hago algo malo Dios me castiga, tenemos una mezcla de creencias abanderando el pluralismo de la época. Y aunque es diferente cuando le agrego el elemento de “Dios” al final, actuamos bajo el mismo principio del karma. Sin duda que nuestras acciones tienen consecuencias, no podemos negar que mucho de lo que nos pasa es resultado de nuestras decisiones y acciones, pero no siempre ni en todos los casos. No podemos creer que eso se acumule en el universo como energía y que después se desencadene sobre nosotros. Debemos ser equilibrados en ese tipo de creencias. No es objetivo de este artículo discutir sobre el karma en sí, sino compartir algunos puntos sobre como percibir y vivir el sufrimiento. Yo he tenido momentos de sufrimiento y sin duda he vivido estas crisis y he pensado miles de cosas al respecto. Pero poco a poco, he llegado a algunas conclusiones, y aunque sé que probablemente la psicología o filosofía de estos tiempos puedan tener sus ideas sobre el karma, yo comparto desde mi perspectiva cristiana y desde la cosmovisión bíblica del sufrimiento lo que creo del tema, ya que frecuentemente tengo que recordarme cinco verdades para reaccionar al sufrimiento de una forma correcta. 1. El sufrimiento no se trata de ti. La primera tentación ante el sufrimiento es enfocarte en ti mismo. “¿Por qué yo Dios?”. ¿Te suena conocido? Mis padres muy sabiamente me decían en momentos de dificultad: “Está bien llorar, está bien sentirte triste, pero recuerda, este no es el fin del mundo”. Aun en momentos de sufrimiento, se por lo que enseñan las escrituras, que Dios es constante, que Dios reina y que aun en lo que no entiendo él tiene razones y el gobierna todo. No debo enfocarme en mí, sino en saber que él tiene siempre el control de las cosas.
2. Dios sabe y actúa en base a Su conocimiento. Dios es omnisciente, lo que significa que nos conoce mejor que cualquier persona; conoce todo lo que ha pasado, está pasando y pasará en nuestras vidas y Él no desperdicia nada. Dios trabaja para nuestro bien en todo, según Su voluntad. Él ya sabe el resultado de nuestra dificultad y lo está usando para cumplir Su propósito en nosotros. Dios nunca se olvidará de ti. En ningún momento salimos de la esfera del conocimiento de Dios. Aunque nosotros no sepamos, aunque nosotros no entendamos, Dios sí. 3. El sufrimiento es una forma en la que Dios muestra Su gracia. Aunque parezca injusto o difícil de creer, el sufrimiento es una manera en la que Dios nos enseña más de Él. Cuando le pedimos a Dios que nos ayude en nuestro momento de dificultad, casi siempre le estamos pidiendo que remueva la causa de nuestro sufrimiento. Sin embargo, muchas veces Dios nos muestra lo que el escritor Paul Tripp llama “gracia incómoda”. La gracia incómoda es la forma en que Dios nos refina y ayuda a crecer en momentos de dificultad. Es gracia que no necesariamente cambia nuestras circunstancias inmediatas, sino que usa nuestras circunstancias para conformarnos más a la imagen que Dios quiere que tengamos y para fortalecer más nuestra fe y enseñarnos cosas nuevas. 4. El sufrimiento es un proceso. Muchas veces vemos el sufrimiento como las pruebas que tomábamos en el colegio; como si nuestros momentos de dificultad fueran una prueba para ver si aprobamos o reprobamos. En realidad, el sufrimiento no es un momento en el que mostramos si somos maduros o no, es un proceso para crecer a la semejanza de Dios. 5. En Cristo no hay karma, solo gracia. Cuando ponemos nuestra confianza en Cristo para el perdón de nuestros pecados, encontramos también libertad de su condenación. Esto significa que cuando sufrimos, no estamos recibiendo el pago de algo malo que hicimos anteriormente. Para el cristiano eso es imposible porque Cristo ya pagó el precio de nuestra condenación. Si tuviera que explicarlo con el karma te diría que el karma que merecíamos cayó sobre Él y que todo lo que merecíamos tu y yo por nuestro constante pecado y la idolatría de vivir lejos de Dios, él ya lo sufrió en nuestro lugar. La espada de la justicia ya cayó sobre El. Dios no usa circunstancias difíciles para condenarnos por nuestros pecados, sino para conformarnos más a la imagen de Jesús. Dios siempre es bueno, aunque no siempre actúe como nosotros queremos. Él no solamente permitió que sufriéramos en el pasado, si no que nos advierte que sufriremos mientras estemos en esta tierra. En un mundo de maldad vamos a sufrir, y no hay ninguna fórmula mágica que nos libre de eso o nos haga amar el sufrimiento. Eso va en contra de nuestra naturaleza. Pero lo que sí es seguro es que en medio de todo él está con nosotros, que su auxilio y ayuda siempre están presentes, que detrás de todo hay un propósito y que al abundar el sufrimiento abundará también su consuelo. Dios es un Dios de poder que nos transforma para nuestro bien y para su gloria. Pero al final siempre con la esperanza de que nuestro sufrimiento es igual de temporal como nuestro paso por la tierra ya que un día Dios acabará con el sufrimiento de forma total y disfrutaremos de una vida perfecta a su lado. Un día el karma y sus secuaces serán eliminados y será su gloria la que nos llene.