JUSTICIA, PAZ E INTEGRIDAD DE LA CREACIÓN
Nuestra reflexión se sitúa en la perspectiva de la nueva visión cosmológica presentada en el último Capítulo General. 1.1 Entendemos por “justicia” el hecho de vivir buenas relaciones a todos los niveles: hacia todas las cosas, con cada persona y con Dos. Esto aporta, como fruto, la paz. La justicia exige que respetemos de verdad la creación – su integridad, su interdependencia. Estar en relación es lo que caracteriza al conjunto del cosmos y la comunión es su destino. Será así si reconocemos que la fuente y el corazón de toda la creación es Dios-Trinidad-Relación-Comunión. 1.2 Como personas humanas en relación con Dios, con los demás seres humanos y con el cosmos, el deseo de justicia, de paz y de la integridad de la creación está anclada en nuestra misma naturaleza humana. 1.3 La fe nos lleva a fijar los ojos en Jesús como a nuestro Maestro y modelo de vida en todas las relaciones. Relaciones impregnadas de amor y de ternura, de mansedumbre y de compasión, en un don total de sí hasta sacrificar su propia vida que haya más vida y vida en abundancia. Cómo vivimos estas relaciones con la nueva orientación en nuestra vida cotidiana. 2.1 Aprendemos a mirar la creación de una manera nueva, con los ojos de la fe. Vemos todo lo que existe como el espejo de la belleza, la bondad y el amor de Dios. En la creación la presencia de Dios se nos hace muy cercana y da a nuestra vida de oración continua, un nuevo dinamismo que hace de nosotras una presencia de adoración, alabanza, acción de gracias, ante SU PRESENCIA 2.2 La adoración eucarística cotidiana toma nueva profundidad y significación en este contexto. Somos conducidas de una forma de Presencia a otra forma de la misma presencia, para continuar la adoración. La vida cotidiana está ritmada por la oración y renueva nuestra consciencia de estar ante Dios para y con nuestras hermanas/hermanos y con la creación. Sentimos cada vez más, la necesidad de vivir el silencio y la soledad en profundidad a fin de permanecer estrechamente unidas a la Fuente trinitaria de la vida que está en el corazón del cosmos. 2.3 Como nunca hasta ahora, nos damos cuenta de nuestra dependencia respecto a las cosas de la creación para nuestra vida y subsistencia. Hoy tratamos de cuidarla…cuidando las plantas de nuestro jardín, utilizándolas solamente el tipo de abono que contribuye a su crecimiento sin causar perjuicio a la salud humana. Limpiar, embellecer nuestro jardín para asegurar un clima de serenidad. Tener actitudes que son benévolas hacia el medio ambiente. 3.1 La justicia y las buenas relaciones entre los seres humanos está esencialmente fundado en el reconocimiento y el respeto mutuo porque cada persona es la imagen de Dios. En la semejanza de Dios, tratamos de ver el bien en cada persona, poder promover y favorecer lo que es positivo. 3.2 Nuestra preocupación es la de vivir y crecer en relaciones de calidad evangélica en nuestra vida cotidiana. La situación de guerra y de violencia en nuestro país nos lleva hoy a una conciencia más viva y a un compromiso más reflexionado en este sector. Nuestros fracasos nos hacen más sensibles y nos exhortan a vivir el perdón y la reconciliación como una necesidad cotidiana. 3.3 reconocemos la igualdad en dignidad de todas las personas. Sentimos la necesidad de desembarazarnos de las tendencias de control y dominación. La presencia de hermanas de otras culturas diferentes en nuestra comunidad es un don y una llamada. Tratamos de integrar nuestras diferencias de manera pacífica. De la misma manera, hemos tomado conciencia de la necesidad de estar más abiertas a las diferentes razas,
culturas, religiones y costumbres de la gente de nuestro país, de apreciar sus valores y de reconocer sus derechos. 3.4 Entre nosotras vivimos la interdependencia y la interconexión gracias a la colaboración activa y a la participación en las responsabilidades en la comunidad – liturgia, trabajos, servicios, etc. 4.1 Otra cuestión importante que va unida a la justicia es nuestra relación con los pobres, entre los uales vivimos. Viviendo la “ética de lo suficiente” podemos compartir con los pobres cercanos con respeto, compasión y mansedumbre. Convencidas de que los bienes de la creación están destinados a todos, utilizamos aquello que necesitamos con respeto, gratitud y evitando el derroche. 4.2 Nuestra preocupación por los hermanos y hermanas en necesidad no consiste únicamente en el compartir de cosas materiales. Nuestra oración es un lugar importante en la que vivimos la solidaridad con todos. En los Salmos, la oración nocturna, experimentamos nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en su sufrimiento físico y moral, su dolor ante la exclusión y en nuestros pecados comunes. Con ellos, suplicamos por la venida del Reino de Dios, Reino de justicia y de paz, poniendo nuestra esperanza en Dios y en su Palabra. 5.1 La paz es un don de Dios, por eso suplicamos para que cese la guerra. Se trata de la mayor preocupación del momento que llevamos a nuestra oración de intercesión y en todas nuestras relaciones. Tratamos de favorecer un clima de paz en nosotras y entre nosotras. Y creemos que por nuestra interdependencia, tiene un efecto benéfico sobre nuestro pueblo y nuestro mundo. 5.2 Todo lo que pasa en nuestro país nos llama a discernir nuestras actitudes – en particular las de violencia en nosotras mismas- y a vivir la conversión del corazón. La mansedumbre y la compasión son actitudes evangélicas femeninas que tratamos de cultivar en nuestra vida personal y comunitaria. La Palabra de Dios en la Eucaristía, en la Liturgia de las Horas, la lectio divina personal cotidiana y la lectio comunitaria semanal, es un camino de conversión del corazón que modela en nosotras relaciones semejantes a las de Cristo. 5.3 La participación cotidiana en la Eucaristía, nos estimula a ofrecer nuestra vida en sacrificio, contribuyendo así a que prosiga la liberación y la realización de la familia cósmica según el deseo de Dios. 6.1 Para intentar integrar la justicia, la paz y la integridad de la creación en nuestra vida, decimos que. -
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Vivir relaciones justas impregnadas de amor y de compasión es la clave de una vida en plenitud. Todas las forma de vida en la tierra existen en una relación de interdependencia. Están interconectadas y destinadas a la comunión. Aceptar y respetar la igualdad de la dignidad de todos los seres humanos, respetando los derechos de las diferentes razas y culturas es absolutamente necesario para la paz. Las diferencias no son un obstáculo para la unidad y la comunión. La creación ofrece, para todos los seres humanos, en abundancia los bienes necesarios para una vida digna. La condición de nuestros hermanos y hermanas que sufren a casusa de la pobreza no pueden dejarnos indiferentes. Adoptando un estilo de vida sencillo, siendo capaces de decir “basta con lo suficiente”, podemos compartir con ellos. Cuidar el planeta tierra es hoy una grave responsabilidad para todas nosotras.
6.2 Viviendo y promoviendo la justicia, la paz y el respeto de la creación, contribuimos a la venida del Reino de Dios en la tierra que gime con dolores de parto para que llegue „un cielo nuevo y una tierra nueva‟. Dios es la fuente primera y última de toda vida. Todo está destinado a ser congregado en la unidad en Cristo Jesús.
Comunidad de Nagoda