Jazmin

  • Uploaded by: EDITH MELISA
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  • June 2020
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  • Words: 537
  • Pages: 2
VOLAR SOBRE EL PANTANO

Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano se había acostumbrado a estar ahí. Comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre hasta que cierto día un ventarrón destruyó su guarida. El árbol podrido fue tragado por el cieno y el pájaro se dio cuenta que iba a morir. En un deseo repentino de salvarse comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo. Le costó mucho trabajo, porque había olvidado como volar, pero se enfrentó al dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse cruzar el ancho cielo y volar, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso. Los problemas que tenemos son muchas veces como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te está obligando a elevar el vuelo o morir. Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, ni los errores que se hayan cometido, ni las oportunidades que se hayan dejado pasar, ni la edad. Siempre estamos a tiempo para decir “basta”, para sacudirnos el cieno y volar alto y lejos.

Reflexión Sólo podemos convertirnos cuando nos percatamos de que hay algo que cambiar… ¿Me habré acostumbrado a mis situación actual? ¿Cuál es el lodo que me impide colar?

LA MADRE Y EL COCODRILO En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiro en el agua y nadaba feliz. No se deba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba. Su mamá desde la casa miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole los más fuerte que podía. Oyéndole, el niño se alarmo y miro nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarro al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernas. La mujer agarraba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era mucho más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escucho los gritos se apresuro hacia el lugar con una pistola y mato al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le pregunto al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y señalo hacia, hacia las cicatrices de su brazo le dijo: “Pero las que usted debe ver son estas”, eran las marcas de las uñas de su mamá que había presionado con fuerza. “Las tengo porque mamá no me soltó y me salvo la vida”. Nosotros también tenemos las cicatrices de un pasado doloroso. Unas son causadas por nuestros pecados, pero otras son las huellas de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal. Recuerda: Si alguna vez te ha dolido el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.

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