INVICTA CARNE
Pienso en tus dientes en la sensualidad con que deslizas la pulpa de tus labios sobre gotas de luz brillos perfectos.
Tu piel de sombra y agua para ahogarme despacio para soñar que sueñas y te veo tras el cristal de nunca haberte visto.
Es que tu voz conoce los tersos laberintos de mi oído Tu voz que hace su cauce con aceites oscuros y me colma y me anula Me condena.
Es tu saliva un rastro de la sangre oxidada entre cobres de sombra Solo quiero beber a bocanadas tu sueño y sucumbir así la boca abierta el paladar florido en tu fermento.
Los que duermen ignoran el parto de las flores su rumor en crecimiento su música en sordina El durazno despierta en las yemas latentes su tacto vegetal polen de cielo.
En las mañanas voy con el tacto perdido entre tu pelo Soy en tu pensamiento ese hilo que no anudas entre el día y la noche la pregunta el ovillo de tu infancia y ese cofre inviolado que aun aguarda bajo tu abismo de ojos.
El día intenta avanzar con su cadena de pequeños soplos hace volar los pájaros hace caer las últimas migajas del invierno Se estremece en oleadas de primavera inminente ave que bebe lágrimas y guarda su remolino de hojas en una urna de cristal de cielo.
Estas en la mañana en el temblor de mi piel que desdibuja tu ultima caricia en la sonrisa amarga del café caliente semen Estas en mi deseo de olvidarte en mi necio restañar puñaladas del tango Ciegas mi lampara con la negrura de tu árbol.
El sabor de tu sexo invade el pan el agua el aire que respiro Ya posees la cifra de la sangre que me estalla por dentro en cada pulsación que repite tu nombre El dardo de tu lengua mueve mi cauce oscuro lo derrama y penetra en cada célula horadando el plasma azul de la memoria.
Es una leche ácida el esperma Es vino que no cae que no reposa Un tumulto de flores que se esconden Huyendo a la blancura Una luz que dilata horizontes de labios.
Voy a dejar que el vino quede ciego que vierta en la botella su catarata inmóvil que lama el corcho sin poder salir ¿Sabes? No encuentro nada más allá de tu lengua por más que froto la arena de tu saliva por más que quiero ahogarme en tu beso profundo en tu espacio sin aire en tu noche sin estrellas.
La una de la noche Un cuchillo de luz y las sabanas brillan Es de raso este aire que te alerta Tu vigilia de puma reconoce la primera señal el territorio exacto de los días Me cubres me sumerges en el océano estático que nos suspende el miedo entre latidos.
El cuerpo sigue sigue Desde su sordidez amoratada pide más sexo vino más sudor se estremece en conmoción de madrugada tensa cuando los huesos se rinden a su maldita carga y a su lejano polvo Tenemos frío ciego nuestro sudor nos embalsama Estamos tristes todo lo hemos vendido Nos vamos al desván a desvestirnos con la complicidad de nuestros ojos que se colman de estreno y todavía nos germinan en brotes de inocencia.
Hoy recibo el sol con humildad como los menesterosos reciben el albergue de los parques el alcohol y el azúcar para seguir mintiéndose la vida porque el cuerpo no entiende no se degrada ni en la prostitución y en la decrepitud ante la muerte libra su batalla más intensa El cuerpo huele a espadas victoriosas Su ponzoña es letal en ciertas noches cuando el sexo es beber tantas edades tanto sudor y tanto sobre camas ajenas donde la perfección es solo el grito que irrumpe en el silencio y regresa al vacío miserable de los cuartos de hotel.
Mi lengua torpe macera
deshoja col morada
Evoca este sopor nuestros "días terrenales" eso que tu y yo somos bajo el pudor del agua Tu almohada mineral veta creciente Tu lecho diario que desconozco Las sales de tu axila El olor de tu peine Todo lo que tu muerte me arrebata lo recobro lo invento lo rastreo en esta marejada oscura Esta humedad de todos y de nadie donde nos refugiamos cuando el tiempo pasa de largo y nos perdona.
Si el dolor se midiera Si yo tuviera el grito la caricia certera y firme como la herida diestra que pactamos entonces yo seria transparente te raptaría en sueños al columpio sin bridas donde la luz oficia sortilegios Yo no se que tesoro estoy guardando que nadie me perdona Condenada a beber mi soledad a sorbos me vigilo la lucidez a diario y traspongo las puertas que me ofrece mi demonio gemelo que acecha entre los labios entre las sábanas en las rendijas que soborna el aire el que se infiltra siempre el que trastoca la cordura que esgrimo frente al mundo.
Una palabra tuya crece en mi corazón Tiende su red a mis latidos tensos y revienta en mi pulso con un sonido extraño tuyo mío de nadie Es la voz de ese hijo que matamos en la escisión invicta de la carne cuando la sangre vuelve a saturar su herrumbre y la noche transita su territorio de agua Esa palabra sigue resonando como un fuelle secreto en mis pulmones Sus látigos gobiernan mi rebeldía Su destello delata en el yunque del ojo este estado de sitio.
Resiste papel la corrosión de mi tinta la bocanada ácida que agolpa miserias de la carne Hay noches infinitas en que uno elige cuidadosamente la basura y se viste con ella Nadie es fiel lo sabemos El grito que nos fulmina sobre sórdidos lechos ataviados con sudor inocente es solo el testimonio de la mentira siempre repetida Yo no sabia nada jugué con el deseo como quien enciende interminables luces de artificio Ignoraba que el amor es la oscuridad húmeda que todo lo traspasa esa que desde anoche pudre mi corazón.
Nos hemos buscado tanto que ahora nos odiamos frente a frente No se puede hacer nada Nuestros cuerpos lo ignoran y se embisten como embarcaciones ebrias Chocan contra la noche impenetrable Cerramos los puños y a gritos hacemos que el placer derribe puertas que el orgasmo traspase la conciencia de estar solos.
Yo no sé renunciar es un aprendizaje doloroso Yo guardo puñados de sol bajo mi almohada y así respiro la noche entera No se decir "no se" "no puedo" "basta" una lubricidad una avidez sin freno me condenan.
Nunca pedirás nada sólo esperas que yo me despedace que huya que te odie que te olvide Tú seguirás allí en el umbral de tu pasado resumiendo las perdidas De que sirvió llegar con el pan en las manos con la miel en los ojos con el vino en el sexo Eres el amo de tus derrotas No puedo darte nada.
Viento ven y desarráigame Ya no quiero volver a la cordura Detén entre sus labios el compás de mi cuerpo Ha de cesar la lucha abriré las ventanas de mi casa los coros infernales engendraran silencio desde el caos Silencio sin orillas Atmósfera de llamas Para vencer el sueño Para no respirar.
Antes de hablar recorre el vértigo de la aceleración en madrugadas de purpúreos arañazos contra el cielo Y seamos lentísimos como el instante que contrae la muerte Tiempo elástico de quien tiene veinte años el resto de la noche y el pulso de su audacia Se trata de vivir de escalar este aire enrarecido se trata de rasgar con el filo del ojo el pétalo más blanco Mira Los cuerpos tiemblan y se abrazan reconociéndose de una manera extraña escalofrío de pieles heridas del espasmo.
Es una leche ácida el esperma Un diccionario preso en la garganta Es vino que no cae que no reposa Un tumulto de flores que se esconde huyendo a la blancura Una luz que dilata horizontes de labios.
Piel silencio de lumbre pelo de herbazal húmedo No se nada de ti silencio ardiente sólo quisiera tu calor en ciertas noches cuando la ausencia alcanza el centro del latido y el aliento detienen su marea Mediodía de tu piel un rescoldo de sol en madrugadas cuando la sonrisa es un sable de hielo y el alcohol es un viático sin rumbo trago sin sed asalto sin deseo La erupción acompasada de tus venas me ilumina en el alba que redimen estridencias de gallos y humo azul de maíz Creo en tu entrega simple tu desnudez lagar para mis pasos Tu cabellera oceánica de algas para extraviar el llanto en el ojo del pez Tu despertar sin máscaras Tu rostro modelado por la cera del vicio Tu abandono sin voz cuando las flores evaporan del cáliz su rocío.
No puedes irte ya doble entre mi ropa la sombra de tu cuerpo Así me vestiré con tu perfume cada mañana ausente Así sabré que tengo lo que buscas entre insomnio y vigilia entre fantasmas No puedes irte aprenderé a buscarte en el humus preñado de semillas en el deslumbramiento de las aguas en el instante vertical del fuego Has de ser para mí la plenitud que rompe con un estallamiento su cascara de luz esa señal del fruto consumado que se entrega a la boca y resplandece Estarás en el juego de los niños cuando ordenan un mundo en miniatura con su tiempo de asombro Cada noche enviaras una estrella a reclamar los rostros que te invento La colección de máscaras de luna forjadas en rituales de transfiguración No te devolveré ni el sueño más difuso He construido el estuche de la niebla he impregnado de rojo el pincel de tu voz y tu perfil de viento Sabré si alguna vez dices mi nombre por un rubor extraño que a deshoras cruzara por mis días Te atraeré poco a poco hacia mis sueños será el aire del bosque una mirada tuya tu mano de horizontes y de pájaros regirá en su ademan el día y la noche y el mar ha de fluir hasta tocar tu piel. Así, en el parteaguas de la aurora un estremecimiento ha de decirme que junto a mí respiras.