A pesar del escaso interés de Sherlock Holmes por las relaciones interpersonales, debe decirse que no era del todo antisocial. Holmes podía hablar extremadamente bien cuando así lo deseaba, hablando, como en una velada en El signo de los cuatro, de una rápida sucesión de temas, como de obras de teatro, cerámica medieval, violines Stradivarius, budismo en Ceylan y los barcos de guerra del futuro, como si hubiese sido erudito en esos temas. Dada la universalidad de sus intereses y talentos, no es extraño que Holmes sea también un gran deportista, particularmente en el box y el esgrima. Conan Doyle mismo, el creador del personaje, recuerda haber mitigado un poco las dificultades de una vida precaria y una rígida educación en un internado jesuita con su amor por el deporte. Experto en cricket, fútbol, hockey, natación y rugby, y jugador ocasional de béisbol, golf y prácticamente todo tipo de actividad física, Conan Doyle fue un gran atleta, cuya filosofía del deporte permearía sin duda el carácter de su famoso personaje: “Dar y recibir, aceptar modestamente el triunfo y valientemente el fracaso, luchar contra toda adversidad, mantenerse firme en las convicciones, dar crédito al enemigo y valorar al amigo, son algunas de las lecciones que el verdadero deporte debe impartir”. Conan Doyle demostró en varias ocasiones sus habilidades como boxeador, como cuando fue cirujano de servicio a bordo de una nave ballenera, peleando con un oficial para pasar el rato. En una nota curiosa, fue Conan Doyle uno de los pioneros del esquí en Europa Central. Cuando se mudó a Suiza en 1893, encontró los Alpes Suizos perfectos para ese deporte que observó alguna vez en Noruega. Atrayendo las burlas de los locales (en un tiempo cuando no existían medios mecánicos para ascender a la cima), fue él quien vaticinó que algún día cientos de extranjeros viajarían a Suiza durante la temporada de esquí. Sherlock Holmes, por su parte, raramente hacía ejercicio por el ejercicio mismo. En La cara amarilla, reconoce Watson que pocos hombres eran capaces de mayor esfuerzo muscular que Holmes y que era sin duda uno de los mejores boxeadores de su peso, pero que consideraba al esfuerzo físico como una pérdida de energía, y raramente se molestaba