Edvin Alejandro Arevalo García 200714408 Psicología Industrial Lic. Milton del Cid
10/03/2009 Sección ‘A’ Historia
Frenética era la persecución, Mike sabía que estaba perdido si lo atrapaban. Ya le habían vinculado con el robo al banco central y era irrefutable que él había asesinado a uno de los guardias de seguridad del lugar. Estos pensamientos, al cruzar su mente, provocaron que inyectara más gasolina a su Aston Martin, el cual tampoco provenía de acciones lícitas. Mike tenía talento para conducir a altas velocidades, esquivar el tránsito y otros obstáculos, todo gracias a su experiencia previa en las carreras clandestinas que tienen lugar al sur de la ciudad; a la policía se le hacía difícil seguirle la pista, de hecho, el agente Rudess estaba maldiciendo al perseguido en aquel momento, en el fondo sentía un poco de temor porque, a pesar de ser un agente de la policía local y haber corrido peligro ya numerosas veces, él solo sabía conducir como un ciudadano promedio, no quería perder el rastro por nada del mundo, y ciertamente no lo hacía, pero tampoco lograba acercarse más. El agente Levin ya había intentado disparar a las llantas del Aston Martin, pero no había tenido éxito. Después de todo, había otros automóviles civiles en la escena, y era demasiado imprudente simplemente vaciar la tolva hasta acertar algún tiro. Mientras tanto Mike se preguntaba dónde diablos estarían sus colegas en ese momento, sin duda el hecho de que se dispersaran le ayudó porque no todo el cuerpo policial involucrado en la persecución estaba concentrado en él. La idea le entusiasma y ve su oportunidad de escapar. El puente levadizo del canal Brown está empezando a subir, todo lo que tiene que hacer es trazar una línea recta con su automóvil tan rápido como sea posible para llegar al otro lado. Da casi por hecho que la patrulla no logrará saltar detrás de él, solo tenía que exigirle un poco más a su automotor y lo lograría, está tan cerca. Pero hasta la mejor de las concentraciones puede llegar a ser un problema, estaba tan enfocado en su objetivo inmediato que no cayó en la cuenta de un auto a su izquierda que venía sobre la calle, éste último no tuvo tiempo para frenar e impactó la parte trasera del Aston Martin, dañando severamente una de las llantas. El agente Rudess pisó el freno hasta el fondo, logrando detenerse y salvándose de lo que pudo haber sido una horrible colisión. No hay tiempo para suspiros de alivio, Mike ya está corriendo fuera del vehículo, ambos agentes abandonan la patrulla y empiezan a correr tan rápido como pueden también. El fugitivo se internó en un pequeño centro comercial, sabía que mezclarse entre los civiles era conveniente, no pretendía enfrentarse a los oficiales porque, aunque fuese una sola patrulla, seguía en desventaja numérica. Cruzó por lo que parecía ser una exposición de fotografía en una plaza del pequeño comercial, seguía exigiéndole a su cuerpo para no ceder ni un solo metro ante los perseguidores, a la vez que Levin lamentaba las donas y el café de hace un par de horas. Una pequeña irregularidad del piso hizo que Mike doblara su tobillo derecho y tropezara, la caída no fue tan abrupta, pero sí bastó para que Rudess cerrara gran parte del trecho que le separaba del prófugo. Cuando Mike se incorporó tomó una de las fotografías y la arrojó contra Rudess para obstruirle el paso. La pieza era considerablemente grande, era la imagen de un niño acompañado de un hombre mayor, ambos sosteniendo un madero, en lo que parecía ser un aserradero, una típica escena rural a la cual Mike no le puso ninguna importancia. Este obstáculo pareció funcionar y esto fue la gota que derramó el vaso para Rudess, ya no le quedaba nada de paciencia, sacó su pistola y apuntó al ladrón que se perdía en la distancia. Sintió que lo tenía, tiró del gatillo y en eso… …Desperté y me dije a mí mismo que debía levantarme para ir a la clase de Psicología Industrial.