His Light In The Dark.pdf

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  • Words: 108,253
  • Pages: 332
Maye y DianyrisAngeliz

Axcia Kath Olivera Melusanti DianyrisAngeliz Belen Neera CamilaPosada Nelly Vanessa Rihano Molly Bloom Bluedelacour

Vero Morrison Annabrch GigiDreamer Fabiro13 Maria_clio88 lvic15 Agus901 Crys Mona Blonchick Kyda

Clau Desiree Srta. Ocst

Caronin84 Nanis

Nanis

Kyda

Mi primer recuerdo es de una bofetada fuerte en el rostro: el escozor en mi mejilla y la sacudida en mis huesos cuando reboté en mi cama. Fue mi padre quien me golpeó. Había tenido cuatro. La mayoría de mis recuerdos eran más de lo mismo y nadie nunca vio, nunca nadie luchó para ayudarme, nunca le importó a nadie. Luego nos mudamos. A mi nuevo vecino le importó, rescató al niño de doce años que había sido de una golpiza. Siempre creí que sufriría la pesadilla sola, estaba mal. Maze Donati me salvó ese día de todas las formas que una persona podía ser salvada. Y su hija, Mia, se convirtió en la amiga que siempre había querido, mi conciencia cuando la mía vacilaba, la luz que me guiaba a casa cuando había perdido mi camino. Pero cuando te das cuenta que eres más parecido a tu padre que a las buenas personas quienes te acogieron y te dieron un hogar, el único modo de devolver su generosidad es dejarlos ir. Los dejé ir, tan perdido en las sombras que ya ni siquiera podía recordar quién era. Mia nunca se dio por vencida conmigo. Luchó por mí, mantuvo la luz encendida para que encontrara mi camino de regreso. Y cuando lo hice, la vida nos lanzó una bola curva. Tuve que lastimar a Mia para salvarla. Pero cuando mi pasado regresa para atormentarme y casi la pierdo, estoy listo para luchar por ella… para encontrar el camino de regreso a su corazón mientras evito que los demonios de mi pasado terminen lo que empezaron. Cole Campbell.

Estaba hambriento. Mi estómago duele. Me senté en el escalón más alto sosteniendo mi vientre, ya que temía ir abajo porque papá se enojaba si iba abajo cuando él tenía un amigo. Intente realmente tanto no pensar en el dolor en mi vientre, pero comí cuando me levanté y ahora era casi la hora de acostarse. Tal vez no me iba a ver si estaba muy silencioso y entraba de puntillas. En la parte inferior de la escalera, oí un ruido raro y cuando me asomé a la sala de estar, no vi a papá, pero había una señora y no tenía nada de ropa. Ella era la que estaba realizando el gracioso sonido. Me asusté, ¿estaba enferma? Y entonces abrió los ojos y miró directamente a los míos. Se llevó las manos hacia arriba y me dio la espalda. ―Carl, ¿Tienes un hijo? La cabeza de papá apareció. Estaba enojado, tan enojado que no era agradable, se movió tan rápido que la señora casi se cayó del sofá. Él no tenía nada encima, al igual que como me veía cuando me metía en la bañera. Cuando se dirigía a mí, mi cuerpo no podía dejar de temblar porque se veía muy, muy enojado. Tiró de mi brazo con tanta fuerza que dolía más que mi estómago. ―¿Qué estás haciendo abajo? ―Mi estómago duele. Tengo hambre. ―¿Hambre? Me arrastró a la cocina, pero no vi lo que agarró antes de que me tirara por las escaleras. Me empujó en mi habitación, pero yo sabía que no iba a dormir si no llenaba mi vientre. ―Pero papá, tengo hambre. Arrojó algo en mi cama. Eran galletas. Me encantaban las galletas. Antes de que pudiera decir gracias, papá se acercó y me golpeó, su gran mano contra mi mejilla dolió tanto que grité mientras volaba hacia atrás en mi cama. ―Jodidamente no vuelvas a bajar de nuevo cuando estoy con alguien más. La puerta se cerró de golpe. Pis mojo la parte delantera de mi pijama y goteó por mi pierna, pero tenía miedo de hacer un sonido y traer a mi padre al piso de arriba, así que me acurruqué en una bola ―mi cara lastimada tan fuerte― y lloré durante tanto tiempo que me quedé dormido y sin llenar nunca mi barriga.

Aprendí mucho después de esa noche. Aprendí a ser invisible, incluso en una multitud de personas, podría pasar totalmente desapercibido; aprendí que la manera de manejar los conflictos en la escuela era con mis puños; Descubrí que no era tan diferente de mi padre, porque cada vez que me golpeó, avivó la llama en mi interior que había comenzado aquella noche, la necesidad de golpearle de vuelta. Pero sobre todo aprendí que a nadie le importaba una mierda; no a mis maestros o a los padres de los niños en la escuela, al empleado de la tienda o incluso a los médicos y enfermeras que habían atendido más de un hueso roto de los míos. En este gran mundo, no había una sola persona a la que le importase una mierda si vivía o moría.

Cole Tuvimos que mudarnos. El viejo hizo todo un escándalo cuando el propietario le entregó la orden de desalojo. Incluso a los doce, sabía que tienes que pagar la renta o eres echado. Aparentemente mi padre no creyó que las reglas aplicaran para él. Vinimos desde Camden, y terminamos en el sur de Filadelfia ―en un viejo vecindario en Packer Park― así que no fuimos muy lejos. No estoy seguro de cómo el hombre hizo esto, el lugar era dulce; incluso aunque estábamos pegados a los vecinos, las casas eran de buen espacio, los escalones a las puertas principales les añadían privacidad y de hecho teníamos pasto de verdad y un par de árboles. No muy lejos de nosotros había un parque comunitario y el complejo de deportes. Tan bueno como era, nuestra casa no se quedaría de esa forma por mucho tiempo porque mi padre no conocía el significado de la palabra limpiar. No estaba seguro de cómo pagó la mudanza ya que el hombre no tenía trabajo, estaba retirado por discapacidad y constantemente se quejaba por no tener dinero. Por supuesto, había dinero para cerveza y whisky. Él estaba adentro hablando con alguna mujer, probablemente la propietaria. Me ordenó quedarme afuera y mientras estaba sentado en las escalones de la casa, observé el vecindario. Jardines, brillantemente coloreados, acomodados en pequeñas parcelas de pasto que adornaban el frente de la mayoría de las casas. Las escaleras de entrada estaban decoradas con macetas y sillas, la gente saludaba con la mano a sus vecinos. No pasaría mucho tiempo antes de que comenzaran los susurros sobre el ruido viniendo de este lugar, los vecinos se cuidarían de hacer contacto visual o las miradas de lástima en mi dirección. Supongo que más o menos entendía por qué la gente no quería involucrarse, a riesgo de tener la ira de mi padre apuntada hacia ellos, y aun así me enfurecía cada vez que un vecino apartaba la mirada. El sonido de la risa de una niña llamó mi atención a los vecinos de la casa de al lado justo cuando una pequeña niña, vestida como princesa con corona y todo, bajó corriendo la escalera principal. Justo detrás de ella, estaba su padre; el hombre era enorme con tatuajes en sus brazos, pero era la expresión en su cara la que me causó una punzada de envidia. Estaba sonriendo mientras perseguía a su hija; un hombre a quien de verdad le gustaba ser un padre y aún más, no tenía problema en demostrarlo. Sólo con mirarlos, no pude contener mi propia sonrisa porque era tan

natural el afecto entre ellos. Él la agarró y la arrojó sobre sus hombros como un saco de harina; su chillido de risa se escuchó por toda la calle. Me golpeó como un tren de carga, casi llenando de lágrimas mis ojos. Con anhelo. No había punto en torturarme viendo algo que jamás tendría, así que me paré y miré hacia la calle, pero la visión del tipo y su hija me atormentaban de todos modos.

Mi padre no creía en cocinar, prefería su sustento de forma líquida, así que me había convertido en un conocedor de la sopa en lata. Prefería las de marca Chunky, pero siendo una de las sopas más caras, por lo general la tenía condensada. Abriendo la lata, la sostuve encima de la olla y esperé a que su espeso contenido se deslizara de su recipiente de estaño antes de añadir el agua. Girándome para botar la lata, mi mano chocó contra el vaso en el mostrador. Se rompió en pedazos y mientras que mi corazón subió a la garganta, me quedé de pie inmóvil, tratando de oír si el viejo había escuchado el ruido. Después de unos minutos, el miedo disminuyó; probablemente estaba demasiado ido para escuchar algo. Rápidamente limpiando el desastre, terminé de calentar mi sopa. Se había ido la mayor parte del día, regresando a casa hace como una hora. No entró en la casa, y yo no lo busqué, pero mi suposición era que tenía una amiga con él y estaban pasando el rato afuera. Por lo general así era. Él se había pasado el día presentándose con vendedores de las tiendas de licores de la zona o se había parado en el bar para hablar con los locales. Para alguien tan malo como él, hacía amigos con facilidad. De verdad sabía cómo ser extremadamente amable cuando quería; le gustaba la idea de ser considerado como su personaje de televisión favorito, el vecindario Norm. Claramente alcohólico, pero uno amigable, al menos en público. Mi suposición, la amiga trabajaba en una de las tiendas de licores o la había recogido en un bar. Pensar en él me estaba haciendo perder el apetito, así que en cambio me enfoqué en la nueva escuela; algunos de los chicos de verdad eran amigables y los profesores parecían agradables. Los de sexto grado rotaban sus clases de ciencia y mi clase estaba comenzando con poleas. Eso sonaba de verdad genial, habría laboratorios donde trabajarían con otros niños y por muy divertido que eso sonaba, estaba preocupado. Se suponía que debían ir a las casas de otros a trabajar, pero no podía invitar a nadie a mi casa porque no sabía lo que encontraría. Había cometido ese error en primer grado, traje un amigo a casa sólo para que llorara por su mamá casi tan pronto como llegó, porque mi papá había estado enfurecido. El niño había

dejado de salir conmigo en la escuela y yo había dejado de intentar hacer amigos. Siempre terminaba de la misma forma. El sonido de la pantalla de la puerta abriéndose hizo que mi estómago se apretara en un nudo. Rápidamente limpié la olla y llevé mi comida a la vieja mesa que estaba en la esquina. Él entró a trompicones a la cocina y hubiera caído de cara si no fuera por la mujer que lo sostenía. ―Vete para arriba. No tuvo que decirlo dos veces, agarrando mi cena, prácticamente corrí por la escalera. Estaría ocupado toda la noche, lo que quería decir que podía comer mi cena, tal vez leer un poco y probablemente dormir toda la noche. Para mí, esa era una buena noche.

Tan pronto como llegué a casa después de la escuela, quise seguir de largo. Papá estaba de pie afuera esperándome. No sabía que había hecho, parecía que se enloquecía sin ninguna razón últimamente. ―¿Crees que estamos hechos de dinero? No podía responder porque no sabía de qué estaba hablando. ―No es suficiente con que no hagas nada por aquí sino que ahora estás rompiendo las cosas. Como si estuviera hecho de maldito dinero. ―El vaso. Debió haberlo visto en la basura. Debí haber sacado la bolsa al contenedor de afuera. Era un vaso, difícilmente valía la pena pegarme por eso, pero para Carl Campbell era la única excusa necesaria. Normalmente no me tocaba hasta que estábamos dentro de la casa, pero hoy no. Algo debió haberle sucedido que no le gustó y naturalmente, como era su forma de ser, me culpó a mí. Tirándome del cabello, grité, justo antes de que me lanzara a los escalones, mi grito se interrumpió en seco cuando el aire fue sacado de mis pulmones. Tratando para recuperar el aire, no me cubrí el rostro contra el golpe de nudillos con el dorso de la mano que aterrizó bajo mi ojo o el duro golpe a lo largo de mi cara. Escurriéndome hacia atrás por los escalones de la puerta, capté un movimiento justo detrás de mi padre. Al siguiente minuto, el hombre de la casa de al lado apareció con una rabia imponente. Levantó a mi papá del pavimento y lo lanzó hacia las escaleras. ―¿Cómo se siente? ―espetó el vecino. ―Salga de mi propiedad. ―Golpeó a su hijo, yo lo golpearé a usted.

Mi mandíbula cayó abierta, también la de mi papá. ―Llamaré a la policía. ―Mi papá estaba asustado, su voz se rompió, pero mirando a mi salvador, yo también lo estaría. ―Llámelos. Me gustaría que vieran cómo trata a su hijo. ―¿Por qué demonios se mete? ―Veo a un viejo idiota dándole una paliza a su niño, es malditamente seguro que me voy a meter. ―Debería meterse en sus propios malditos asuntos. El vecino se movió justo enfrente de la cara de mi padre, con la furia marcando sus palabras. ―Sus asuntos acaban de convertirse en los míos. ―El hombre sacó su teléfono y llamó al 911. Mi papá se puso mortalmente pálido. Mientras esperábamos por los policías, el hombre jamás se apartó de mi lado. Los moretones habían comenzado a aparecer. Sólo había un corte bajo mi ojo, pero papá inventaría una excusa para eso convirtiéndolo en su palabra contra la del vecino. Había poco que los policías pudieran hacer y si papá se la jugaba bien, estaría de regreso en la casa donde podría hacer lo que quisiera. Pero estaba borracho, de mal humor, y por ese momento su odio se movió de mí al vecino. Tanto así que atacó al hombre, incluso con la apariencia más fina de Filadelfia. Los policías olieron el alcohol en su aliento y claramente estando ebrio, lo detuvieron; una noche en la cárcel para que se calmara. Con papá lejos, llamaron a los servicios sociales. ―¿Vendrías conmigo? Podemos limpiar tu corte. No respondí, así que el vecino tomó eso como un sí; su mano sobre mi hombro era amable y aunque estaría en un infierno después, esa noche se sintió como la más segura de mi vida.

Mia Mi primer recuerdo era de él. Estaba viendo Cenicienta; amaba las princesas. Papá había estado mirándola, pero el vecino estaba haciendo escándalo de nuevo. Acaba de mudarse, pero papá no me dejaba acercarme a su casa porque dijo que el hombre no era una persona agradable. Con la cantidad de gritos que salían de su casa, no sonaba en absoluto agradable. Papi se había perdido toda la escena del baile, así que cuando escuché pasos en el pasillo, lo llamé.

―Corre, papi. Vas a perderte el carruaje convirtiéndose en calabaza. Girándome desde mi lugar en el sofá, mis siguientes palabras se me olvidaron porque papi no estaba solo. Un chico estaba con él y tenía un corte debajo de su ojo que estaba sangrando. Lucía casi como se veía Cenicienta cuando sus hermanastras malas rompieron su vestido, derrotado. Era nuestro vecino, lo había visto frente a mi ventana un par de veces. Siempre estaba saliendo de casa, nunca parecía quedarse mucho tiempo y con todo el griterío, no lo culpaba. ¿Su papá le había hecho el corte? El latido de mi corazón se aceleró con miedo porque, ¿cómo un papá haría eso? Mi papi llevó al chico al sofá y lo obligó a sentarse, podía decirlo porque el chico no quería sentarse. Parecía como si quisiera salir corriendo, lejos y rápido. Papi desapareció por un minuto, regresando con un botiquín de primeros auxilios, el mismo que le había ayudado a llenar con curitas de princesas. Quería preguntar qué pasaba, pero el chico no parecía como si estuviera ahí aunque estuviera sentado a mi lado. Y papi, estaba enojado, en verdad enojado. Nunca lo había visto tan enojado, pero sus manos estaban temblando por eso. El timbre sonó y papi miró hacia mí. ―Mia, él es Cole. Necesito atender la puerta. ¿Puedes vendar este corte como te enseñé? Un trabajo, me encantaba cuando papá me daba uno. ―Síp, incluso compartiré mis banditas con Cole. Papá sonrió, lo que era gracioso porque todavía estaba muy enojado. ―Estoy seguro de que a Cole le encantará. Cole. ―Los ojos del chico fueron de la pared a la cara de papá―. Te quedarás esta noche aquí. Yo me encargaré. El chico asintió antes de que papá dejara la habitación. Me acerqué más y añadí el líquido de la botella café en la bola de algodón justo como papá me enseñó. Los ojos del chico se movieron hacia mí; eran tan claros y azules, pero se veían con más edad que él de alguna forma. ―Mi nombre es Mia. Sus ojos jamás dejaron lo míos cuando limpié el corte bajo su ojo. ―¿Qué te pasó? ―Mi papá. Mi mano se estremeció cuando el miedo hizo que mi cabeza cosquilleara. ―¿Por qué? ―Un vaso roto.

―¿Un vaso de agua? ―Sí. No entendí por qué alguien golpearía por un vaso, pero me quedé en silencio. Terminé con el corte, pero no sabía qué hacer con las marcas negras y azules que estaban comenzando a aparecer en su rostro. ―Lamento que tu papá te haya golpeado. ―Estoy acostumbrado. Mi corazón se apretó porque estaba acostumbrado a eso. Eso no parecía correcto, ¿pero era normal? ¿Mi papi me golpearía también? Él sabía lo que estaba pensando cuando dijo: ―Tu papá va intentar detenerlo. Sonreí ampliamente porque cuando papi intentaba algo lo conseguía. Siempre decía: No hay que intentar, lo haces o no. ―Él hará que pare. ―Eso espero. Nos sentamos por un rato como si estuviéramos en la iglesia, en silencio. Mi corazón se sentía extraño, como si estuviera muy pesado, porque, ¿cómo podía un padre lastimar a su hijo? Sabía que lo monstruos existían, mi papá me lo dijo, es sólo que jamás pensé que un papá podría ser un monstruo. Deseé que hubiera algo que pudiera hacer por Cole, algo que quitara esa mirada perdida de sus bonitos ojos. Mi collar. Pasando las manos detrás de mi cuello, lo desenganché. ―Papi me dio esto porque me da miedo la oscuridad y no por los monstruos bajo mi cama, sino por perderme en la oscuridad. Él dijo que San Antonio era una luz en esa oscuridad, que jamás dejaría que me perdiera. Hay monstruos en tu oscuridad, tal vez esto mantendrá a los monstruos alejados. Sus manos estaban sobre su regazo, pero estaban apretadas en puños con fuerza. Esperé a que las abriera y cuando no lo hizo, pensé que no quería el collar. Y entonces su mano se abrió. No respondió, pero sí noté que su mano se cerró alrededor de mi collar como si de verdad quisiera aferrarse a lo que estaba allí.

Sentándome en la escalera de la entrada, vi a papá caminando por la acera del frente. Estaba hablando con alguien, una mujer en traje marrón. Su cabello estaba

apartado hacia atrás en un moño tan tenso que tenía que doler. También se veía como la tía Dee algunas veces, como cuando no podía encontrar las llaves de su auto aun cuando había buscado en todas las partes en las que normalmente estarían. Papi estaba enojado, sus manos estaban apretadas mientras caminaba. La mujer dijo una última cosa antes de subirse a un viejo y destartalado carro de color vino tinto que estaba bloqueando nuestra pequeña calle. Una nube de humo salió de la parte de atrás; papi le dio un golpecito a la ventana del pasajero, y ella la bajó, dijo algo y ella sonrió y luego se alejó conduciendo. Papi se quedó donde estaba por unos minutos, con las manos en las caderas, la cabeza agachada como si estuviera mirando sus zapatos. Eran botas negras, no como los zapatos rosa brillante que tenía en mis pies. Estaba feliz de ser una niña. Moviendo mis pies, los brillos parpadeaban como diamantes cuando les daba el sol. Papi se giró, mis ojos cayeron sobre él y sonrió. Se sentó a mi lado en las escalas, con su pie tocando el mío. ―Bonitos zapatos. ―Tía Dee los compró para mí. Parecen diamantes, ¿verdad? ―Claro que sí. ―Son como los que usan las princesas cuando se van a casar. Cuando yo me case, quiero un par de zapatos brillantes con unos tacones muy altos. Oh, no puedo esperar a casarme sólo para tener esos zapatos. Papi se rió. ―Creo que puedes conseguir los zapatos sin necesidad de casarte. ―No, el hombre tiene que comprarlos para ti y debe ayudarte a ponértelos como el príncipe en Cenicienta. ―Papi iba a decir algo, pero no lo hizo. Nos sentamos por unos minutos en silencio antes de que dijera: ―Voy a invitar a Cole a que pase un tiempo con nosotros. ¿Estás bien con eso? ―Sí. Su papi le pegó porque rompió un vaso. El rostro de papá se puso rojo, una señal de que estaba muy enojado. ―¿Rompió un vaso? ―Síp. ―Dios. ―Un papi no debería golpear. ―Lo sé. ―Dijo que estaba acostumbrado, que su papi lo hacía mucho.

Las manos de papi se empuñaron de nuevo, así que tomé la que estaba más cerca. Su gran mano se abrió para tomar la mía dentro, su agarre era firme pero tierno. ―Le diremos que es bienvenido en nuestra casa todo el tiempo que quiera. ―Bien. Le prepararé un sándwich de mantequilla de maní, malvavisco y banana. Eso lo hará veliz. ―Ese era mi sándwich favorito; algunas veces lo comía sin el pan. Papi se rió; mi panza, que estaba doliendo, de repente se sintió mejor al escuchar la risa de papi. ―Creo que le gustará eso.

Cole salía con papi cada vez que estaba afuera y papi estaba afuera mucho más de lo normal en la semana que siguió a esa noche. Se sentaban en la mesa de la parte de atrás hablando, Cole incluso ayudó a papi con el patio. No vi al papi de Cole, estaba feliz por eso ya que pensaba que podría caminar hasta él y patearlo en las espinillas con mis bonitos zapatos rosas. Quería estar con ellos, quería sentarme al lado de Cole, tal vez tomar su manos, porque se veía muy triste. Su rostro todavía tenía puntos morados y amarillos, el corte debajo de su ojo todavía estaba sanando, pero sus bonitos ojos azules lucían peor. No había luz en ellos. Ojos así de bonitos deberían brillar, como mis zapatos, pero estaban oscuros, como si estuviera perdido y no pudiera encontrar su camino. Eso hacía que mi corazón doliera, estar perdida en la oscuridad era mi mayor miedo y Cole parecía estar viviendo esa pesadilla. No veía mi collar, pero esperaba que lo tuviera. No había almorzado, así que salté de mi lugar en la terraza y corrí a la cocina. Hice un desastre preparando los sándwiches, pero se veían bien, el malvavisco y la mantequilla de maní se derramaban por los costados. Agarrando dos botellas de jugo, puse todo en una bandeja y con cuidado fui afuera. Papi me vio primero y sonrió. ―Mia. ―Les hice el almuerzo. Papi me recibió la bandeja, sus ojos se abrieron ante la visión de los sándwiches. Sonaba emocionado, cuando dijo: ―Estos lucen bastante… bien.

―Los hice extra especiales. ―Miré hacia Cole, quien estaba mirándome, pero no había expresión en su cara―. Hola, Cole. ―Mía. ―Te hice el almuerzo. Es mi sándwich favorito. Papi puso el plato de Cole enfrente de él y sus ojos se abrieron también. Lo hice muy bien. ― ¿Eso es malvavisco? ―Sí, y mantequilla de maní y bananas. ―Me incliné más cerca a él y añadí―: También puse salsa de chocolate en el tuyo. Sus ojos se giraron hacia mí y por un segundo vi una luz en ellos mientras sus labios se curvaban desde un costado. ―Gracias, Mia. ―Síp. Me senté al lado de Cole, al otro lado de papi, y los observé mientras comían sus sándwiches. Lo hicieron lentamente, como si estuvieran saboreándolos. Mi corazón se sintió grandísimo, de verdad los hice muy bien porque por un segundo, Cole no parecía perdido.

Mia Sentada en la parte trasera, miraba como Cole ayudaba a papi a guardar las herramientas. Él había estado ayudando a papi a arreglar el porche. Papi desapareció adentro, pero Cole se quedó parado un rato más mirando el trabajo que habían hecho. Aunque me pregunté si no estaría asustado de volver a su casa; si yo viviera con su papi, tampoco querría volver a casa. Poniéndome a su lado, puse mis manos en mis caderas como lo estaba haciendo él. ―Se ve bonito. Él se giró con el sonido de mi voz, luciendo como yo me sentía cuando tenía que hablar delante de mi clase, nerviosa. Su respuesta fue tan suave que casi no lo oí. ―Así es. ―Debes de estar hambriento. Sé que cuando papi trabaja tan duro, siempre esta hambriento. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y pareció que sus nervios se aflojaban un poco. ―Sí, debería irme a casa. ―Quédate a cenar aquí. ―No podré. ―¡Papi! Él apareció en la puerta trasera, viéndose como si acabara de correr desde dondequiera que estuviese. Ooops. Cuando se dio cuenta que no estaba en peligro, sus ojos se entrecerraron. ―Mia, ya sabes cómo me hace sentir cuando gritas así. ―Lo siento. ¿Puede Cole quedarse a cenar? Papi cambió su atención hacia Cole. ―Por supuesto.

―No podré. ―Con tu ayuda, eso tomó la mitad de tiempo. Lo mínimo que puedo hacer es darte de cenar. ―Solo di que sí. ―Cogí la mano de Cole y lo arrastré hacia la puerta―. Tengo que poner la mesa. Cuando llegamos a la cocina, papi estaba sacando el sartén del armario. ―Lávate, Cole. Mia, trae el tomate picado. Cole, los ajos y la carne de la nevera. ―Papi está haciendo salsa ―le dije a Cole. ―¿Haz hecho salsa alguna vez, Cole? ―preguntó papi. ―No. ―¿Quieres aprender? ―Sí. ―Esta es una salsa rápida, normalmente se tiene que hervir a fuego lento todo el día. Me senté en el mostrador mientras papi enseñaba a Cole cómo cocinar la carne, dorar el ajo, añadir el vino y los tomates triturados, el pimentón y la sal, y un toque de azúcar. Yo sabía cómo hacerla, papi ya me había enseñado, así que mi atención estaba centrada en la expresión de Cole porque parecía como si papi le acabara de dar el secreto de cómo encontrar el final del arcoíris. Papi hacía este tipo de cosas conmigo todo el tiempo, incluso cuando arreglaba algo en el coche, me enseñaba mientras lo hacía. ¿El papi de Cole no hacía eso? Papi nos dio a cada uno una cucharada llena de salsa para probarla y los ojos de Cole se abrieron ampliamente. ―Eso está delicioso. ―Ahora ya sabes cómo hacerla. ―Gracias señor Donati. ―Llámame Mace. No sé lo que estaba pensando Cole, pero la expresión de su cara puso una sonrisa en la mía. Papi hirvió los macarrones y entre él y Cole, se comieron todo el paquete menos una pequeña porción que comí yo. Después de cenar, Cole nos ayudó a limpiar la cocina antes de acomodarnos en el salón. ―Yo elijo película ―grité y corrí hacia el televisor y mi colección de películas de vídeo y DVDs―. Creo que Blanca nieves.

―¿Princesas otra vez? ―Síp. Papá gimió, pero era mi turno para elegir así que él tenía que verla. Yo veía sus películas cuando era su turno de elección. ―Cuando es el turno de Mia, siempre tocan princesas. La próxima vez le tocará escoger a Cole, para descansar un poco de princesas. ―De acuerdo, pero creo que a Cole le van a gustar mis princesas. ―Lo dudo ―dijo Cole, pero estaba sonriendo. Miré toda la película; papi y Cole se durmieron a la mitad. Ellos se lo perdieron.

Papi era propietario de un taller y este era mi segundo lugar favorito en el que estar, aparte de casa, porque Dylan trabajaba allí y él era como familia. Cole vino con nosotros ese día y estuvo trabajando con la parte de un coche que papi le dio cuando llegamos. Me gustó que saliera con nosotros. Y aunque solo habían sido un par de semanas desde esa primera noche, sus ojos brillaban mucho más ahora. Jugaba con las herramientas de papi, algunas de ellas eran tan bonitas y brillantes y si acercaba mi nariz lo suficiente, me veía distorsionada. Papi tenía un montón de ellas. ¿Le gustaría también mirarse a sí mismo en la plata brillante? Rodaban rápido, lejos. Perdí unas cuantas. Una cayó en el agujero del suelo y aunque tenía siete años, no tenía permiso para acercarme al agujero. Papi no la echaría en falta; tenía un montón. Solo éramos mi papi y yo. No tuve una mami. Creo que la tuve una vez, pero se fue. Papi no hablaba de ella, nunca. Solía pensar que era porque estaba triste, pero oí a papi y a tía Dee hablando, aunque se supone que no tengo que escuchar cuando los mayores están hablando… era demasiado curiosa para mi propio bien, fue lo que dijo papi… pero algunas veces hablan tan alto que es imposible no oírlos. A papi no le gustaba mami; a tía Dee tampoco. Ella me abandonó, así que a mí tampoco me gustaba. ―¡Mia! Miré hacia arriba para ver a mi papi. Él era un gigante. Y tenía esa mirada en su cara también, la que significaba que estaba metida en papi. Él no gritaba, pero sus ojos se volvían muy tristes. No me gustaba ver a papi con los ojos tristes, así que intentaba ser buena… siempre. Él tenía dibujos por todos los brazos e incluso mi nombre.

―¿Qué te he dicho acerca de jugar con mis herramientas? ―Son tan bonitas. ―Se llaman cojinetes, Mia, los necesito para mi trinquete. Mi trinquete no es de mucho uso si no puedo encontrar las piezas brillantes. Dylan estaba en el agujero y casi le cayó una en la cabeza. A él no le queda mucho ahí dentro, necesita el poco cerebro que le queda. ―Oí eso, Mace. ―No intentaba ocultarlo, Dyl. Quería reír porque papi era divertido, Cole se estaba riendo, pero yo estaba en problemas, así que realmente intente mantener mis labios quietos. ―¿Cuáles son las palabras que necesito escuchar de ti? ―No volveré a tocar tus herramientas otra vez. ―¿Y? Oh, me iba a hacer prometer. Odiaba cuando me hacía prometer porque no podías romper una promesa. Nunca. ―¿Mia? ―Lo prometo. ―Esa es mi chica. Tengo que terminar el Corvette y luego nos iremos a cenar a Vincent’s. ¿Qué tal suena eso, Cole? ―Suena bien. Queriendo ser como Cole, dije: ―Suena bien para mí también, papi. ―Vincent hacía el mejor pollo porque tenía un montón de deliciosa salsa roja y queso derretido. Papi se agachó y me besó en la cabeza. Me gustaba como olía. Era como el taller, aceite y cosas de coches, pero luego estaba el olor de mi papi por debajo. ―Te quiero, cacahuete. Mi corazón se sintió como si fuera a explotar, como el Grinch cuando creció tres tallas y salvó la Navidad. Cada vez que mi papi decía que me quería, me sentía como un Grinch feliz. ―Yo también te quiero.

Después de esa primera vez que Cole se quedó a cenar en nuestra casa, venía casi cada día. Me gustaba tenerlo alrededor porque era mi amigo y hablaba conmigo tanto como lo hacía con papi, incluso más. Y mientras los meses pasaron, incluso empezó a dormir en nuestro sofá. Yo deseaba poder tener otra habitación para él, porque pensaba que el sofá no era tan cómodo. Cole a menudo jugaba conmigo, incluso a ser el Príncipe Valiente para mi Cenicienta. Hoy quería jugar con Barbie, pero Cole no estaba cooperando. ―Cole, Ken no se supone que tiene que morir. Él es el que tiene que salvar a Barbie y vivir felices para siempre. Deja ya de atropellarlo con el coche de Barbie. ―Yo pensaba que Barbie tenía mejor gusto. Ken es un marica. ¿Y de qué la salva? ¿De ir de compras? ―Esa es una mala palabra. Y no, no la salva de las compras. A ella le gusta comprar. La salva de la soledad. Ella no quiere estar sola. La cara de Cole cambió, su risa desapareció. ―Cole, ¿qué te pasa? ―Tú no estás sola, Mia. Tienes a tu padre, a tía Dee y a Dylan. ―Y a ti. No te olvides de ti. ―Yo no soy de tu familia. ―Por supuesto que lo eres. Tú estás aquí más que tía Dee y eso que ella es mi tía. Me gusta tenerte aquí; me gustas, Cole. Su voz sonó rara cuando dijo: ―Tú también me gustas, Mia. ―Bien, ahora deja de matar a Ken. A él no le gusta.

Esa noche más tarde quise un vaso de agua así que fui de puntillas al salón, pero en realidad quería ver a Cole durmiendo. Lo había hecho unas cuantas veces, colarme cuando estaba durmiendo, porque se le veía feliz cuando dormía. Me paré justo detrás del sofá y miré sobre él para descubrir que estaba despierto, con sus ojos fijos en mí. Yo salté hacia atrás, tropecé y caí de culo. Él saltó del sofá y se arrodilló junto a mí en un suspiro. ―¿Estás bien? ―Sí. ―¿Qué haces aquí afuera?

―Cogiendo un vaso de agua. Él sonrió. Me gustaba cuando sonreía. ―No hay agua en el sofá. ―Está bien, me atrapaste. Me gusta mirarte cuando duermes. Su cara se puso rara, como si estuviera confuso o algo. ―¿Por qué? ―Te ves feliz. Me estudió por un minuto y su voz sonó rara cuando dijo: ―Soy feliz. ―¿Cuántos años tienes? ―Doce. ―Vaya, eres realmente viejo. ―Acercándome, mire fijamente a su cara. ―¿Qué estás haciendo? ―Buscando arrugas. Con doce ya tendrías que tener un montón. ―Tengo doce, no cuarenta. Tu padre tiene veinticuatro y tampoco tiene arrugas. ―Lo sé. Él dice que es magia. Cole se rió. ―¿Quieres que te traiga un vaso de agua? ―Realmente no quiero agua. ―Ya lo pensaba. ¿Estás lista para volver a la cama? ―No. ¿Quieres ver una película? ―¿De princesas? ―preguntó. Yo quería mirar una de princesas, pero sabía que a Cole no le gustaban. ―Podemos ver algo más. Se sentó sobre sus talones y me miró por un minuto. ―¿Qué te parece la segunda parte de La Sirenita? Sabía que mi cara se había iluminado, podía sentirla. ―¿De verdad, mi DVD nuevo? ―Síp.

Me tiré a sus brazos porque realmente quería ver una película de princesas. Su cuerpo se paralizó, sentí que se tensaba, y luego sus brazos se movieron a mi alrededor y me abrazó, como si esta fuera la primera vez que alguien lo había abrazado. ―Estoy feliz de que estés aquí, Cole. Su voz sonó rara de nuevo cuando susurró: ―Yo también.

Cole Si me quedaba realmente callado, él olvidaría que estaba aquí. Todavía no había empezado con el whisky, solo cerveza, lo que significaba que tenía a alguna mujer viniendo a casa. Eso era siempre bueno porque nunca me molestaba cuando había una mujer. Era solo después de que ella se fuera, especialmente si la noche no le iba bien, que la tomaría conmigo. Una vez le pregunté por qué no me abandonaba ya que claramente me odiaba. Su respuesta me dio escalofríos, honestamente todavía me los daba. Me dijo que yo había arruinado su vida así que pretendía arruinar la mía. No estaba seguro de qué es lo que había hecho, así que simplemente asumí que se la arruiné solo por haber nacido. Durante casi un año, la vida se sentía casi idílica porque había pasado la mayoría del rato con los Donati. Ese día, hacía casi un año, papá la había cagado… pegándome mientras todavía estábamos afuera. Nunca había visto nada así; este tipo musculoso y lleno de tatuajes salió de la nada y cargó contra mi padre como si fuera un toro en estampida. Había visto rabia, pero normalmente iba dirigida a mí. Ver lo mismo en mi defensa, nunca olvidaré el miedo en los ojos de mi padre. Alguien que era más grande y más fuerte que él lleno de furia, doblándolo como el demonio enseñándole la lección que él tanto amaba enseñarme, y por un hombre que ni siquiera me conocía. Hasta ese punto en mi vida, a nadie le había preocupado lo que me pasaba y pensaba que a nadie nunca le importaría. Estaba equivocado. Mace se convirtió en un dios para mí en ese momento; vendería mi alma al diablo si él me lo pidiera. Y después conocí a Mia, nunca pensé que una familia pudiera ser así. Aunque solo eran Mace y Mia, había amor allí. Solo éramos mi padre y yo, mi madre se había ido como la madre de Mia, pero a diferencia de mí, Mia tenía un padre genial. A veces deseaba que él también fuera mi padre. Acción de Gracias sería en unos cuantos días; nunca había tenido un auténtico día de Acción de Gracias. Los Donati me habían invitado a unirme a ellos; tía Dee y Dylan también estarían allí, una familia real para Acción de Gracias. Quería ir, quería eso más de lo que nunca había querido nada, así que tenía que mantenerme fuera de la vista y tan silencioso como fuera posible para no llamar la atención. Especialmente porque mi padre odiaba a los Donati después de que Mace lo

denunciara. El hecho de que él todavía no se hubiese quejado de que pasara tiempo con ellos, aun sabiendo que normalmente él estaba tan borracho que no lo notaría o como para importarle, me afectaba porque era solo cuestión de tiempo antes de que se convirtiera en un problema. Mia me había prometido enseñarme a decorar el perfecto hombre de pan de jengibre; el suyo sin duda estaría cubierto de rosa y cosas brillantes. Para una chica con un padre como Mace, ella realmente era muy aniñada. Y a pesar de su extraño amor a las princesas y a todo lo que tuviera diamantina, yo buscaba su compañía; hasta me había sentado innumerables veces a ver sus películas de princesas, porque su inocencia brillaba con luz propia. Como en sus películas, Mace y Mia eran mis ángeles guardianes, mi luz en la oscuridad. El collar de ella, el que me dio la primera noche en que nos conocimos, iba siempre enganchado a la parte interior de mi camiseta. Si lo hubiera colgado alrededor de mi cuello, habría sido solo una excusa más para que mi padre me dañara, pero nunca iba sin él. Aunque todo estuviera en mi cabeza, se había convertido en mi talismán, me hacía sentir fuerte aunque en la realidad era todo lo contrario. Con el sonido del timbre, mis hombros se relajaron porque la cita de papá estaba aquí. Una noche menos y solo tres más para que llegara el día.

Apoyándome en el respaldo de la silla, me quedé mirando toda la comida que aún había en la mesa. Me había comido mi propio peso en comida, sabía que los otros también lo habían hecho, incluyendo Mia, y parecía como si no hubiéramos comido nada. ―¿Siempre comen tanto? ―Síp. Tendremos bocadillos de pavo por muchos días ―dijo Mace apoyándose también en el respaldo de su silla, acariciando su abultado estómago sin duda. ―Nunca antes había comido tanto de una sentada. ―Dentro de unas horas tendrás hambre y entonces comeremos pastel y galletas de jengibre ―dijo tía Dee mientras Mia bostezaba, un bostezo tan grande que le abarcó toda la cara. ―Pastel y galletas. Adoro el pastel y las galletas, pero primero necesito una siesta. ―Yo también ―dijo Dylan mientras se levantaba de la mesa―. Vamos a poner una de tus películas, Mia, eso me tumbará enseguida.

―Oye ―protestó Mia mientras el resto reíamos porque era verdad, sus películas eran la mejor cura para el insomnio. Después del pastel y las galletas ―tía Dee había tenido razón, me había vuelto el hambre― me fui a casa después del que había sido el mejor día de mi vida. Dylan se quedó a dormir en el sofá de Mace y aunque Mia me ofreció su habitación, diciendo que ella dormiría en el suelo del salón, había tenido un largo día y se le veía completamente agotada. Mis labios se estiraron en una sonrisa pensando en sus ojos, pesados por el sueño, mientras insistía que en realidad no estaba tan cansada. La sonrisa murió en mis labios en cuanto cerré la puerta. La casa había sido destrozada; él había tenido uno de sus ataques. Desde que Mace retó a mi padre, él no se había vuelto completamente loco contra mí. Todavía me pegaba, pero no me había azotado y habiendo vivido una vida significativamente peor, podía tolerarlo. Por mucho que le gustara aparentar que era un tipo duro, en realidad era solo un cobarde, pegándole a aquellos que eran más débiles que él. Era un maltratador, así que si no me estaba pegando a mí, debía de haber empezado a pegarle a las mujeres con las que salía, lo que podría explicar por qué ninguna de ellas duraba mucho. Él había tenido un cita esta noche, la misma mujer que había estado viniendo durante la semana. No había pensado para nada en mí cuando hizo sus planes para la tarde, aunque fuera fiesta. Algo debía de haber pasado ―probablemente ella lo había terminado porque siempre lo terminaban― y por supuesto, cada vez que algo no salía bien en este mundo, era por mi culpa. Quise girarme y correr de vuelta al lugar cálido y seguro que era la casa de los Doneti, pero no quería ser un cobarde como él. Un movimiento a mi derecha llamó mi atención. Para un hombre sin buena forma por la bebida, se movía con alarmante rapidez. Su puñetazo conectó con mi mandíbula, estrellas inundaron mi visión inmediatamente mientras volaba contra la puerta. Él no esperó a que me pusiera de pie, antes me levantó agarrándome del cabello, alzándome lo suficiente para golpear mi estómago con su puño. Lágrimas caían por mi cara, pero me aguanté los gritos. Él miró hacia abajo mientras me enrollaba en posición fetal, mirándome fijamente con odio. ―No puedo mantener a una mujer cuando estoy atado contigo. Eres un trozo de mierda sin valor. Limpia esta jodida casa. ―Agarrando su botella de whisky, se fue dando tumbos a su habitación. Estuve levantado por horas arreglando todo lo que él había destrozado pero incluso con el giro que había dado mi día, este había sido el mejor día de mi vida.

Por la mañana, el viejo durmió mucho así que estaría fuera de la casa antes de que él bajara. No podía ir a la puerta de al lado porque una vez que Mace viera mi cara se enfadaría y probablemente mataría a mi padre. No era una mala idea, pero no quería ver a Mace encerrado en prisión. Además si Mace se entrometía, solo alimentaría el odio de mi padre. Echando la vista atrás, Mace sabía el tipo de hombre que era mi padre y lo manipuló para obtener de él lo que quería ese primer día. Mace quiso que él pasara una noche en la cárcel, sabía que la única forma de hacer que eso sucediera era hacer que papá lo atacara con la policía mirando. Mace había engañado a mi padre y aunque se ahogara en alcohol, no podía negar esta simple verdad. El suave sonido de alguien llamando a la puerta hizo subir mi estómago a la garganta; las visitas nunca eran buenas. Mirando por la mirilla, vi a Mace y Dylan. ¿Habrían oído a mi padre ayer por la noche? No, habrían estado aquí en un segundo. No me habrían dejado dormir aquí. Con cautela, abrí la puerta teniendo cuidado de mantener la parte amoratada de mi cara escondida. Mia se plantó delante de su padre y en sus manos tenía un plato con pastel y galletas de jengibre. ―Te olvidaste de coger esto ayer. ―Alzó los brazos para darme el plato y dudé si cogerlo porque mover los brazos me enviaba dolor a todo el cuerpo. Cometí el error de mirar a Mace; su sonrisa se esfumó y fue reemplazada por furia. ―¿Dónde está? ―Nunca había oído a Mace sonar como lo hacía en ese momento y claramente Mia tampoco porque giró su cabeza hacia atrás, mirándolo con confusión―. ¿Dónde? ―pregunto Dylan ahora. ―Arriba. ―Quédate con Mia ―ordenó Mace antes de desaparecer junto con Dylan escaleras arriba. Estaban tratando de ser discretos, pero su temperamento se incendió y en un momento sus voces se alzaron llegándonos hasta nosotros que estábamos abajo. ―Si le vuelves a poner la mano encima, que se joda la policía, te mataré. Quieres llamar a la policía ahora, cobarde hijo de puta, hagámoslo así le podrán echar un buen vistazo a tu hijo. ―Tú no puedes llevarte a mi hijo. ―Sí que puedo. Los servicios sociales te están controlando después de lo que pasó la última vez. Tienen registros del hospital donde vivías antes; podrían montar un caso contra ti fácilmente y quitarte a Cole. Él se queda conmigo, estará cerca y si puedes sacar la cabeza de tu culo, tendrás una oportunidad de verlo. Pero si le haces una sola marca más, te romperé tu maldito cuello y haré que parezcas un borracho que se cayó por las escaleras. Mace apareció unos minutos más tarde, agitado y con la cara roja.

―Coge tus cosas, te quedas en nuestra casa. No discutí, quería estar con ellos, así que me giré para ir a mi habitación pero Mia me cogió de la mano para pararme. Cuando miré hacia atrás hacia ella, parecía de alguna manera más mayor. ―Hasta que estés curado, te quedas en mi habitación. Sin discusiones. Lágrimas quemaban en mis ojos así que apreté su mano antes de subir corriendo las escaleras, Mace directamente tras de mí, por suerte no pudo ver mis lágrimas rodando por mis mejillas.

En ese año que continuó, llegué a saber lo que era ser querido y amado. No viví con temor hacia mi padre, temiendo si se emborracharía lo suficiente o si se enojaría lo suficiente para no prestar atención al aviso de Mace. Nunca fui a la cama con hambre y después de un tiempo incluso comprendí qué se siente al oír a alguien decirte que te quiere. Mace, aunque tenía casi catorce, me arreglaba las mantas por la noche, besaba mi cabeza y me decía que me quería. Nunca en mi vida había tenido a nadie que dijera que me quería. Haría cualquier cosa por Mace y Mia, sacrificaría todo por ellos y tristemente, un año más tarde, terminé haciendo eso justamente.

Mia Al encontrar el papel que papá había dejado arriba de la mesa, noté la imagen del barrio, el Melrose Diner, allí hacían batidos geniales. Un tipo, Carter Stein, un local tratando de hacerse un nombre para sí mismo. Ese era un beneficio de nuestra comunidad, todo el mundo estaba para todos, y los logros de una persona eran los logros de la vecindad. Otra cosa buena de nuestra comunidad, todos nos manteníamos juntos. La forma en que se manifestaron con respecto a Cole había sido impresionante. La gente se había dado cuenta de lo que sucedía con Cole, y cuando papá dio un paso adelante para detenerlo, la gente se alineó detrás de él. Al parecer, la unidad del vecindario contra él, no era algo con lo que Carl Campbell quería tratar, por lo que Cole había vivido felizmente con nosotros durante dos años. Papá todavía se preocupaba, ya que Carl podría empujarlo y probablemente ganaría, pero hasta el momento permanecía en silencio. ¿Cómo un padre podría tratar a un hijo de la manera en que lo hicieron con Cole?, ―abusando de él y luego descartándolo― no lo entendía, pero

me alegraba que no estuviera haciendo un problema con los nuevos arreglos en la vida de Cole, porque Cole era feliz. Sus ojos, que habían lucido tan atormentados cuando nos encontramos por primera vez, ahora estaban relucientes todo el tiempo. Se suponía que debería estar trabajando en mi tarea, pero estaba enojada. Bueno, y alterada también. Acababa de comenzar quinto grado y por mucho que me gustaba la escuela, algunos niños habían comenzado a burlarse de mí porque era un poco torpe. Tenía diez años, pero mi cuerpo estaba creciendo mal, mis brazos y piernas eran demasiado largos y era flaca y ni hablemos de mi cabello que parecía como si hubiera puesto los dedos en un enchufe. Como que me veía como una piruleta, uno de los muchos apodos que los niños habían empezado a llamarme. No quería decirle nada a papá porque se volvería loco y decirle a la tía de Dee y Dylan y no a papá no parecía lo correcto. Un ruido me sobresaltó, justo cuando apareció Cole, viniendo de la casa. Había estado cortando el césped. ―Hola, Cole. ―Mia. ―Se instaló junto a mí, su mirada escrutadora―. ¿Estás bien? En los tres años desde que habíamos sido amigos, había crecido mucho. Era casi tan alto como papá y su rostro era diferente, más maduro decía papá. Yo no fui la única en notarlo; las chicas habían empezado a estar alrededor. No entendía cuál era la gran cosa. Y qué si era más alto o su voz más profunda. Sin embargo a Cole le importaba, porque había oído por encima un par de conversaciones entre papá y Cole hablando sobre sexo seguro. Asqueroso. ―¿Por qué tengo un aspecto tan torpe? Sus dedos se quedaron en el periódico, levantando su mirada hacia la mía. ―¿Torpe? ―Mis piernas son demasiado largas así como mis brazos, que casi se arrastran por el suelo cuando camino. ¿Y qué, en el nombre de Dios, pasó con mi cabello? Cole, mira mi cabello. Es como si estuviera una rata anidando en él. No me parecía raro cuando era más joven. Sabes que no. ¿Voy a salir de esta al crecer? Lucía irritado. Yo también estaba irritada a medida que continuaba. ―Los niños han comenzado a burlarse de mí, pero no puedo culparlos. Tengo un aspecto divertido. Papá no lo tiene, y tampoco tía Dee, pero yo, soy el patito feo. ―¿Patito feo? No eres un patito feo. ¿Tienes algún papel ahí? ―preguntó, mientras hacía un gesto a mi bloc de notas. ―Sí. ―Dame una hoja y el lápiz.

―¿Por qué? ―Sólo hazlo, Mia. ―Bien, no tienes que ser tan irascible. Su risa me sacó una sonrisa, y le entregué el papel y el lápiz. Mientras observaba, él me dibujaba. No tenía ni idea de que podía dibujar. Cuando terminó, puso el papel delante de mí. ―¿Ella luce como un patito feo? ―Bueno, no en la forma en que me dibujaste, no, pero no luzco como eso. ―Sí, lo haces. ―No lo hago. ―Mia, ¿cuál de nosotros dos te está mirando en este momento? Confía en mí, lo haces. Puedes sentirte torpe, pero no luces así. ¿Son los chicos quienes se burlan? ―Sí. ―Les gustas. ―Tengo diez. ―No importa cuántos años tienes. ―¿Te gustaban las chicas a los diez? Su sonrisa fue malvada. ―Cariño, salí del vientre gustándome las chicas. ―Eres un idiota. ―¿Idiota? ―Su expresión cambió, convirtiéndolo en lo que parecía un villano de dibujos animados―. Tienes hasta la cuenta de diez y entonces te haré cosquillas hasta que me supliques que pare. No esperé a oír lo último de su amenaza; nuestra casa estaba en la esquina, un escape fácil. Volé fuera de mi patio y por la calle. Él me alcanzó con facilidad y repartió mi castigo y luego me llevó por un helado.

Duele cuando alguien a quien considerabas una amiga demuestra que no lo era en absoluto. Y pensé que Lucy era mi amiga, pero por la forma en que había estado hablando de mí a mis espaldas, claramente me había equivocado en eso. Mis otros amigos pensaban que sus burlas se relacionaban con que Curtis me había invitado a salir y no a ella. Yo no estaba interesada en Curtis, lo había rechazado,

pero eso no le importó a Lucy. Aparentemente Cole había estado en lo cierto acerca de que le gustaba a Curtis, ya que era el mismo chico que se había estado burlando de mí. No me había dado cuenta de que ya no estaba sola en mi escalera de entrada, hasta que una sombra cayó sobre mí, levantando la mirada, vi a Cole. Me estudió durante un minuto, notando mis mejillas enrojecidas y mis ojos húmedos, su mandíbula se apretó antes de que se sentara junto a mí en el escalón. ―¿Qué pasó? ―Tenías razón sobre ese niño burlándose de mí, porque le gusto. La expresión de Cole se volvió atronadora. ―¿Trató de hacerte algo? ―No, pero hay una chica en la escuela que está siendo maliciosa conmigo, porque a ella le gusta él. Una vez más apretó su mandíbula. ―¿Qué está diciendo? ―Sólo cosas estúpidas, pero yo pensaba que era mi amiga por lo que su crueldad duele más. ―¿Qué tipo de cosas estúpidas? ―Que me había inventado que Curtis me invitó a salir, porque yo no era lo suficientemente bonita para atraer a un chico como él. Su cabeza se apartó de mí, pero no antes de ver la rabia que volvió más oscura su expresión. ―Tú eres las la maldita cosa más bonita que he visto en mi vida, siempre lo has sido. Mi mandíbula podría haberse caído. Su atención volvió hacia mí. ―Ella está celosa. ―Es muy bonita. ―Tú eres más bonita. Mi estómago se sentía todo divertido al escucharlo decir eso. ―¿Cómo puedes decir eso? ―Curtis te invitó a salir a ti, no a ella. Se puso de pie y desapareció en la casa antes de que pudiera responder, pero ya que todavía estaba procesando lo que me había dicho, no tenía una respuesta.

Unos pocos días después de nuestra conversación, cuando salí de la escuela, no era papá el que estaba esperando por mí, sino Cole. Descansaba contra un poste de luz, con los brazos cruzados sobre su pecho. En cuanto me vio, se acercó y tomó mi bolso. ―Mia. ―Hola, Cole. ¿Qué haces aquí? ―Caminado contigo al taller. ―¿Dónde está papá? ―Trabajando. Una picazón comenzó entre mis hombros y miré por encima de uno para ver a Lucy de pie junto a las puertas, mirando, muy parecido a como actuaban las chicas que venían a casa. Como si Cole fuera una enorme copa de helado y ellas fueran las cucharas. ―¿Esa es Lucy? ―Sí. ―Definitivamente tú eres más bonita. Mi corazón estaba saltando como un pintball detrás de mis costillas. Comenzamos a bajar por la calle. ―Gracias, Cole. Él respondió con una sonrisa, una que hizo que mis piernas se tambalearan debajo de mí. Sólo lo había visto sonreír así una vez antes y era tan hermosa visión como lo había sido entonces. No era la única que pensaba así porque pude oír los jadeos alrededor de mí. Fue realmente muy bueno. Después de ese día, las burlas de Lucy se detuvieron. Exactamente lo que Cole había previsto.

Cole ―¿Has pensado en lo que quieres hacer después de la escuela? Mace y yo estábamos sentados en su terraza, Mia estaba fuera con una amiga de la escuela, de compras en el centro comercial, una actividad que estaba haciendo más y más. La mayoría de las veces era Mace quien la llevaba y por lo general conseguía atarme con cuerda para que fuese, porque se empeñaba en que si tenía que sufrir a través de la compras, no lo haría solo. Afortunadamente, hoy la madre de la amiga de Mia las había llevado. Habíamos esquivado la bala. ―No, no lo he hecho. Durante mucho tiempo mi único pensamiento fue alejarme, supongo que todavía estoy un poco pensando de esa manera. La mandíbula de Mace se apretó, fue instintivo, dado que mi padre no había hecho ni un asomo en casi dos años. El hecho de que no hubiese reaccionado de ninguna manera sobre mi estancia con los Donati me preocupaba. Ser complaciente era algo que no se parecía a mi padre. ―¿Y ahora? ―preguntó. ―No lo sé. No soy muy estudioso. ―Tienes que empezar a pensar en ello. Tanto si decides continuar con tu educación universitaria como si optas por buscar un empleo a tiempo completo, estas llegando a la edad en la que necesitas empezar a poner algún pensamiento serio en ello. ―¿Universidad? Nunca voy a entrar en una universidad. ―No, con una actitud como esa, no lo harás. Eres un chico inteligente. Puedes hacer cualquier cosa que quieras. No dejes que las desafortunadas circunstancias de tu niñez dicten el resto de tu vida. Extiéndete por las estrellas, Cole, te ayudaré. Y ahí estaba otra vez, el sentimiento de pertenencia. ―Está bien, voy a pensar en ello. ―Bueno. Muy bien, vamos a empezar la cena. Mia pronto estará en casa y estará muerta de hambre después de todas esas compras.

―Para ser una cosa tan pequeña, realmente embala incesantemente la comida. Mace pasó parcialmente a través del umbral, cuando lanzó una sonrisa hacia mí por encima de su hombro. ―Se parece a su padre.

Un día, después de la escuela noté a uno de los amigos de mi padre entre la multitud. El enfermo de mierda ni siquiera ocultaba sus miradas lujuriosas hacia las chicas que eran al menos veinte años más jóvenes que él. Sus ojos inyectados en sangre se encontraron con los míos, sus labios formaron una mueca. ―Noté que piensas que eres demasiado bueno para tu padre, pero él no lo está pasando muy bien. Tal vez, si tienes tiempo, puedes pasarte y verlo. Papá bebía como un pez, el alcohol lo estaba matando lentamente. Sinceramente, me importaba una mierda si vivía o moría, pero después de haber experimentado la bondad y la compasión con los Donati, podría elevarme por encima de todo y tratar a mi padre con cortesía. ―No es que crea que soy demasiado bueno para él, simplemente me cansé de ser su saco de arena humano. ―Que los niños de hoy sean golpeados es sólo parte del proceso de crecimiento. ―Sí, si tienes la mala suerte de conseguir un borracho mezquino como padre. ―Si fueses mi hijo, con una boca como esa, también te golpearía. Moviéndome hacia él, enderecé mi columna vertebral estirándome a todo lo que daba mi altura ahora. ―Inténtalo. ―No dijo nada, pero dio unos pasos hacia atrás―. No es tan fácil vencer a alguien de tu tamaño, ¿verdad? Con odio me devolvió la mirada, pero no me importó. Dándole la espalda, caminé rumbo a casa, y mi casa era la de los Donati. Dejé caer mis cosas en la cocina y arrastré los pies mientras caminaba a la próxima puerta. Quería hacer la visita de una vez. No creería posible que el lugar oliera peor que cuando vivía aquí, pero lo hacía. En los dos años desde la última vez que pasé por ese umbral, probablemente el lugar no hubiese sido limpiado ni una vez. La bilis se precipitó hacia mi garganta y tragué para mantenerla abajo. El hombre vivía en la miseria, de nuevo demasiado

borracho para darse cuenta o importarle. Había estado discapacitado por más de diez años, al caer de una escalera en su época de construcción. Probablemente también había estado borracho en aquel momento. Desde entonces no había trabajado ni un día, ya que pasaba sus días bebiendo y sus noches con putas o golpeando la mierda fuera de mí. Ya no. Al entrar en la sala de estar, lo vi en el sofá, una botella a sus pies, con los ojos en mí. En algún momento, había sido un tipo bien parecido. Había visto fotos de él cuando era más joven: capitán del equipo de fútbol, rey del baile de bienvenida. Asumí que la mujer en las fotos con él era mi madre, pero nunca hablaba de ella. Mirándolo ahora, sus años dorados estaban definitivamente terminados. Su estómago colgaba sobre la cintura de los vaqueros; su rostro manchado de bebida y los dientes de color amarillo, dado que cepillarlos ya no era una prioridad. La inquietud se trasladó a través de mí porque no se veía enfermo, se veía igual que siempre. Borracho y mezquino. ―¿Te gusta tu nuevo hogar, muchacho? Te gusta el pene, ¿no es eso? ¿Estás dejando que te folle? Cerré mi puño y por primera vez en mi vida, no sólo reconocí lo que vivía dentro de mí, sino que quería darle rienda suelta. ―¿No vas a responder, chico? ¿O es la chica? Ella es una cosa bonita, puedes aprovechar eso. ―Mi cuerpo quedó insensible incluso mientras hervía a fuego lento. ―Ella tiene diez. ―Y qué. Coño de gatita. Las náuseas lucharon con furia, mirando al hombre cuya sangre corría por mis venas. Mi voz fue sorprendentemente constante dada la tormenta emocional que rabiaba a través de mí. ―Mantente alejado de ella. ―Ellos tuvieron mucha sangre fría para quitarle el hijo a un padre. Ese bastardo entró en mi propia casa, amenazándome, llevándose a mi hijo. Es un tonto si piensa que voy a dejar eso atrás. Aprenderá a mantenerse fuera de mierda que no le importa. Eres mi hijo y decidir cómo criarte es enteramente mi asunto. Y sin embargo, se había quedado en silencio durante dos años, cuando legalmente no había mucho que Mace pudiera hacer por alejar al bastardo de mí. Se mostraban las diferencias en sus caracteres, porque mi padre tenía la ley de su lado y todavía no hizo nada; Mace no la tenía y sin embargo, nunca se echó atrás, yendo tan lejos como para amenazar la vida de mi padre. Esa era la única razón por la que estaba aquí ahora. Mi padre era un pequeño imbécil vengativo y era obvio que no estaba bien con el hecho de que Mace le había amenazado en su propia casa,

demonios, mientras él había estado en su propia cama. Lo que me preocupaba, sin embargo, era el bastardo que había establecido esta reunión, él había enviado a su amigo a mi escuela. Sólo tendría las agallas para regodearse y burlarse de mí si en realidad tenía algo bajo la manga, una manera de meterse con Mace y Mia. La sola idea de que les causase algún problema a ellos, después de todo lo que habían hecho por mí, no podía permitirlo. ―Si piensas que he estado sentado aquí lamiendo mis heridas, estabas equivocado chico. Mace y su estúpida niña van a aprender una lección de la manera difícil y estoy muy feliz de ser el maestro. ―¿Qué piensas hacer? ―Ojo por ojo. Diablos, ni siquiera tengo que salir de mi casa. Palabras susurradas en los oídos correctos respecto a Mace y su verdadero interés en ti, no importa si es o no cierto, una acusación como esa tendrá que ser investigada; me imagino que el estado se llevaría a Mia, no pueden asegurar que la tía no esté involucrada, colocarán a esa pequeña en hogares de custodia. Ella no permanecerá tan inocente después. Mirándolo, me di cuenta que el hombre necesitaba el conflicto, realmente no importaba de qué forma, pero lo ansiaba. Si dejaba que me golpease, tal vez lo apaciguaría lo suficiente como para retroceder de Mace y Mia. Ampliando mi postura, me preparé para el primer golpe. ―Eres un puto perdedor. Mace debería haber limpiado el piso contigo. ―¿Qué coño has dicho? ―Me escuchaste. Y no te engañes pensando que todavía tienes lo que se necesita para llegar hasta él. Apenas puedes tener una erección cuando tienes la polla en la boca de una mujer. Las paredes son delgadas, he oído las quejas. Recargó, sus ojos desorbitados fuera de sus cuencas. El primer golpe fue a un lado de mi cara, la fuerza me tiró contra la puerta. Impulsado por la adrenalina, me sacudí el dolor y me reí, el sonido cada vez más fuerte mientras veía tanto su confusión como su furia. ―Te estás poniendo viejo. Golpeas como una jodida niña. El siguiente golpe a mi estómago me sacó el aliento por un minuto y utilizó su ventaja para llover golpes hasta que caí al suelo. Y entonces comenzaron las patadas. Enroscándome en una bola, envolví mis brazos alrededor de mi cabeza para protegerla, tomé los golpes a sabiendas que con cada uno que llevaba a cabo, se desgastaba. Con la respiración pesada, escupió:

―Sé lo que estás haciendo y no va a funcionar. Ese hijo de puta me jodió, así que voy a devolverle el favor y golpearle donde más le duele. Su puta niña. Lo que sucedió después, fue más una respuesta instintiva que una decisión consciente. En un minuto estaba acurrucado en una bola y al siguiente estaba de pie sobre el cuerpo ensangrentado y roto de mi padre. Cuando vi la sangre en mis manos, me puse de rodillas. No noté que los gritos angustiados venían de mí.

Cole Caminar desde la sala de la corte era prácticamente imposible con todas las sacudidas que estaba teniendo mi cuerpo. ―Vas a estar bien, no te rindas. Prométeme, que no te vas a dar por vencido. ―No quiero ir. Estoy asustado. Él lloraba. Nunca había visto llorar a Mace, pero en ese momento, las lágrimas manaban de sus ojos. ―Vamos a venir a cada visita que tengamos aquí. ―¡No! No traigas a Mia. ―Él quiso objetar, su boca se abrió para formar una protesta pero lo detuve―. Por favor, no quiero que ella me vea ahí. ―Está bien, pero si cambias de opinión. ―No quiero que él te hiera a ti o a Mia. No quiero decir… ―Lo sé, Cole. ―Tres años, eso es realmente mucho tiempo. ―Estarás fuera antes de que lo sepas y yo voy a tener un trabajo esperando por ti en mi taller cuando lo hagas. Quiero llorar, siento las lágrimas quemando detrás de mis ojos, pero tengo que ser fuerte porque si empiezo a llorar, podría no ser capaz de parar. ―¿Vendrás a visitarme? ―Sí. El alguacil nos interrumpió. ―Es hora de irnos. Empezó a alejarme de Mace, así que giré mi cuerpo para poder verlo. ―Gracias. ―¿Por qué? ―Por mostrarme como es ser parte de una verdadera familia.

La imagen que se quedó conmigo mientras fui llevado a la detención de jóvenes fue a Mace limpiándose los ojos antes de llamarme. ―Te veo la próxima semana, hijo.

Después de ser procesado, me mostraron mi celda, un pequeño espacio con una sola cama, un escritorio, un lavabo y un inodoro. Acostado en la cama, con la mirada en el techo, pensé en lo que había hecho. Lo había matado; lo golpeé tan salvajemente que murió de las heridas. Esperé por el remordimiento que sé que debería sentir, la culpa por tomar una vida, el horror de lo que hice con mis manos que él supo para qué estaban hechas, pero nunca vino. No sentí culpa o remordimiento, lo que sentí es casi lo opuesto: alivio. Debido a todos esos años de golpizas y mi estado emocional, recibí cargos penales por homicidio involuntario en una corte juvenil. Cualquier involucrado en el caso pudo sentirse diferente, pude ser juzgado como adulto, incluso teniendo solo quince años, y en vez de tres años pude haber recibido una sentencia mucho más larga. Quiero creer que mis acciones fueron en nombre de proteger a esos que siento como familia, pero la verdad es que tuve la urgencia de golpearlo incluso antes de que empezara a hablar. La simple vista de él me puso en el estado de ánimo en el que él caía con solo mirarme. Traté de empujar la incómoda verdad de mi cabeza, pero se quedó ahí. Un susurro en mi cerebro creciendo más alto y más alto, demandando ser oído. No soy diferente que mi viejo.

Sentado en el sofá del salón común, mi estómago se retorció en un nudo porque en vez de relajarme y ver la película, veía por la esquina de mi ojo esperando un ataque. Ellos me han estado amenazando por semanas. Después de saber por qué fui sentenciado, los dos chicos que manejan el lugar como reyes, Snake y Mick, fueron rápidos en probarse a sí mismos, y a todos los demás, que siguen siendo los más fuertes. No quise pelear, incluso cuando mi cuerpo zumbaba con anticipación pero quería ser mejor que mi papá, necesitaba probarme que no soy nada como él. La película terminó y caminamos hacia nuestras habitaciones. Solo había alcanzado la mía cuando mi cabeza fue golpeada fuerte en la parte de atrás mientras alguien tiraba de mi cabello. Mientras luchaba por mantener mi balance, el primer puño aterrizó en mi estómago, sacándome todo el aire. Otro puñetazo en el riñón me envió de rodillas. Snake tiró mi cabeza hacia atrás para ladearla con la de él,

quien retorciéndose con un enfermo regocijo, justo antes del puño que me noqueó a la inconsciencia por un par de segundos. Entré a mi habitación, alcanzando mi cama antes de que mis piernas se doblarán. Todo dolía, el dolor casi tan malo como cuando mi papá me golpeaba. El sueño no vino a mí esa noche, pero en vez de ser el miedo lo que me mantuvo despierto, fue la venganza. Pasada una semana, las contusiones se habían difuminado en su mayoría y justo a tiempo para nuestra visita semanal. Mace esperó por mí en una pequeña mesa en la habitación designada como la sala de Visitantes. Tan pronto me vio, su cara se endureció. ―¿Qué diablos pasó? ―Solo algunos chicos asegurando su autoridad. ―¿Que hizo tu oficial de detención? ¿Aisló a los responsables? ―Nadie vio nada. ―¡Qué! ―Hay un montón de chicos, mucho que monitorear. Estoy bien. ―Infierno si lo estás. Se supone que estés a salvo aquí, no que te veas como si hubieras hecho un par de rondas con tu padre. ―Son solo tres años. ―Voy a presentar una queja. ―No lo hagas. ―Salió más severo de lo que intentaba. ―¿Por qué? Si él presentaba la queja, entonces podría quedar un registro. No quiero tener un registro porque pasaré tres años aquí y ya he recibido suficientes golpizas por toda una vida. Mick y Snake ni siquiera se movieron o yo me defendí así que no me van a volver a molestar. Sin embargo, no debería decírselo a Mace, no quiero ver una mirada en sus ojos que probablemente podría lucir como la que le dio a mi padre el primer día, así que opto por decir: ―Porque así no es como se resuelve. Estaba lívido y parte de mí podía apreciar que un buen hombre como Mace estaba interesado en mi bienestar. Moviendo la conversación lejos de mí, pregunté ―¿Cómo está Mia? ―Te extraña. No entiende por qué no la dejas visitarte.

Sentí eso como un cuchillo en el corazón. Quería ser alguien en quien ella pudiera confiar y en vez de eso soy más como su mamá porque también desaparecí para ella. ―Lo va a superar. ―Realmente quiero que lo supere, es joven. Solo seré un recuerdo borroso cuando finalmente me suelten de aquí y eso probablemente sea lo mejor. Mace pensó en eso, pero no husmeó sino que preguntó: ―¿Estás seguro que no puedo presentar una queja formal? ―Sí. No dijo nada por unos minutos, y tuve la sensación de que sabía mis intenciones, antes de preguntar: ―¿Cómo va la escuela? Eventualmente esto también se volverá un recuerdo borroso. Y así dejándolo con eso, le cuento a Mace cómo es mi vida en la detención juvenil.

El segundo ataque vino mientras me estaba bañando. Debí sospechar que algo iba a pasar cuando los chicos en los otros lugares en la ducha comunitaria se bañaron como si el Grim Reaper hubiera aparecido repentinamente. Dos contra uno y ganaron ventaja porque me agarraron cuando estaba literalmente con la polla entre mis manos. No duró mucho, un oficial de detención durante su rutina entró y cortó las festividades pronto, pero había sangre salpicada a ambos lados; un hecho que no se perdieron mis atacantes. Parando en la ducha, mirando mi sangre mezclarse con el agua ―un espiral antes de irse por el drenaje― estaba mi línea en la arena. Esa era la última vez que se derramaría mi sangre. En vez de estar a la defensiva, fui a la ofensiva, estudiando a mis atacantes para aprender sus rutinas; tanto Snake como Mick eran como mi papá, predecibles. Una semana después del incidente de la ducha, de camino hacia mi habitación después de la cena, vinieron otra vez, pero esta vez estaba listo para ellos. Sangrar no debe de haberle gustado a Snake porque le compró una navaja a un peleador, hecha a partir de una larga cuchara de servir usada en el comedor. Incluso cuando vino detrás de mí, como el cobarde que es, cada parte de mí estaba sincronizada con cada movimiento de él. Braceé cuando atacó, giré sobre mis talones y usando su propio momento, lo tiré hacia la pared, golpeando duro su espalda contra la pared mientras cargaba contra él. Sus ojos se ampliaron con sorpresa antes de convertirse

en miedo cuando envolví mis manos en la que retenía la navaja, y lo miré justo a los ojos, sumergiéndola profundo en su barriga. El dolor reemplazó al miedo mientras se deslizaba hacia abajo por la pared. Mick buscó la ventaja atacando mientras estaba enfocado en Snake. En vez de recibir un golpe alto, desaté la rabia con la que viví desde el primer momento en que mi papá me dio el primer golpe. Le rompí unas cuantas costillas, pero a diferencia de como ellos me atacaron, esta vez no pudieron ser ignorados porque Snake terminó en el hospital por varias semanas. Esperé ser acusado de algo porque habría podido desarmar a Snake, y escogí guiar su propia arma a su estómago. Sin embargo, los testigos dieron un paso adelante y clamaron que fue en defensa propia, aunque sospecho que solo lo hicieron porque yo era el menor de los demonios. Snake y Mick corrieron con un montón de problemas legales por su cuenta. Por mi parte, me lanzaron a aislamiento por un mes. Miré mis manos cortadas y mallugadas con la paliza que propiné, manos que se parecían mucho a las de mi padre, sabiendo que por mucho que quería ser mejor que mis orígenes, que quería ser mejor por Mace y Mia, nunca lo sería. Durante el mes en que estuve solo, usé ese tiempo para descubrir quién soy. A diferencia de Mace y Mia, no era fundamentalmente bueno, tenía demasiado de mi padre en mí. Y había tomado la decisión de dejar de tratar de ser algo que no era. Abracé al monstruo. En los años que siguieron, pensé que las peleas podrían parar, pero solo se incrementaron. Todos querían una pieza queriendo saber si eran mejores que yo. Mace podría haber encontrado otra manera, podría no haber llegado a la violencia, pero solo probé cuánto realmente era como mi padre porque las tomé, a cada una de ellas. Pasé de ser la presa a ser depredador; ejercitándome en el gimnasio para construir el músculo y la resistencia; afeitando mi cabeza para que mi cabello no fuera nunca usado contra mí otra vez, golpeando la orina fuera de cualquiera que me mirara gracioso. Y cada vez que ponía mi puño en alguien, una pequeña parte de mi alma moría porque me estaba convirtiendo en él. Rehabilitarme, eso fue lo que dijo el juez cuando me sentenció. Que chiste; este lugar solo pulió la conducta que estaban tratando de rehabilitar. Qué jodidamente irónico.

El sonido que mis pies causan en el pavimento interrumpe la de otra manera, silenciosa noche. La neblina de lluvia, el clima volviéndose más frío. He estado fuera de detención juvenil por más de dos meses. Tratar de conseguir un trabajo cuando tu talento más vendible es romper huesos no ha sido fácil. Tuve un consejo de un

tipo buscando personas con mi talento en particular; la verdad de que nuestra reunión clandestina fuera en la parte más abandonada de nuestro vecindario era una realmente buena indicación de que la paga por este trabajo podría ser por debajo de la mesa. Mace me ha ofrecido trabajo. Se presentó el día en que me soltaron con una sonrisa en su cara y una oferta de trabajo, notable, considerando que había dejado de recibir sus visitas y devuelto sus cartas sin abrir. Parecía que el concepto de darse por vencido no era uno con el que estaba familiarizado. Rechacé el trabajo; no necesitaba la agravación que podría venir empleándome. Mi registro de detención estaba sellado, pero todos en el vecindario sabían lo que había pasado. Al emplearme podría, para todos los intentos y propósitos, estar empleando a un asesino. Y Mia, estaba llegando a la edad en la que querría tener citas, tener chicos alrededor y no necesitaba estar atada por mí. Mia, a diferencia de su padre, se había dado por vencida conmigo. No la culpaba porque fui yo quien la dejó a ella primero, pero una parte de mí que he enterrado realmente profundo, la extraña. Llegando a la parte trasera del club donde iba a conocer a mi potencial empleador, toqué con el patrón enseñado. Un poco exagerado, en mi opinión, pero si quieren tener todo cubierto y empuñado, como sea. Solo tomó un minuto para que la pesada puerta de acero se abriera. ―¿Eres Cole? ―Sí. ―Sígueme. No me había dado cuenta que era un club nudista y a pesar de mis mejores esfuerzos, mi polla creció duro. Perdí mi virginidad con Nancy Baker a los quince, y tuve varias chicas más después, pero había pasado un largo tiempo sin sexo durante los pasados tres años. No había sido mi principal prioridad tener sexo, pero ver los apretados cuerpos de las mujeres trabajando en el lugar, sí, hundirme en una de ellas se volvió prioridad; negocios primero y entonces placer. Tan pronto como caminamos dentro de la oficina en el fondo, mi atención inmediatamente fue al hombre detrás del escritorio porque no era nada como imaginé que sería; alto, incluso sentado podías ver que medía casi dos metros, con un cuerpo delgado, pero era chocante la palidez de su cabello rubio, tan claro que se veía blanco, lo que lo hacía verse como un personaje de una novela gráfica. Su atención estaba en cualquier cosa que estuviera leyendo, pero tan pronto como sus ojos cambiaron a mí, no pude evitar pensar que si sus ojos eran las ventanas a su alma, este hombre no tenía ninguna porque no tenía nada mirando hacia mí.

―Así que eres el hijo de Carl Campbell. No estaba advertido de que él conocía a mi padre; eso era un rompedor de tratos. ―Si conoces a Carl, terminamos aquí. Inclinándose hacia atrás en su silla, sus labios se curvaron hacia arriba pero algo viéndose así de siniestro no podía llamarse sonrisa. ―Lo conocí, no me agradaba ese pedazo de mierda sin valor. ―Algo que tenemos en común. ―Así que tres años en detención juvenil. ¿Te encontraste a ti mismo? ―Encontré que me gusta golpear más que ser golpeado. ―Buena respuesta. He tenido mis ojos en ti, lo que he visto es la única razón por la que estás aquí ahora. Estoy buscando un recolector. Te vamos a poner a prueba. Si lo hacer bien, tendrás tu propia marca. Obtienes el diez por ciento de lo que recolectes y no envió colectores por nada menos de diez grandes. ―Cuándo empiezo… ―Ni siquiera sé el nombre del hombre por el que causaré dolor. ―Llámame Donny. Mañana en la noche. Reúnete conmigo a las siete. ―Se paró y caminó alrededor de la mesa para tomar mi mano. ―Suena bien. ―Ahora, probablemente podrías aprovechar alguna compañía femenina. Por qué no vemos si ahí hay alguien al frente que te interese. Considéralo un extra del trabajo. ―Caminamos hacia el frente hacia una mujer vestida solo con cuerdas. Una en particular llamó mi atención, con un largo cabello marrón, suaves ojos marrones y cuerpo de gimnasta. Mi polla se presionó contra mi pantalón. ―Ellie ―la llamó Donny y la chica caminó hacia él, moviendo sus caderas a un ritmo que llenaba mi cabeza con imágenes de ella sentada a horcajadas sobre mí, cabalgándome mientras agarraba con fuerza esas caderas y me enterraba en ella. Sus tetas eran perfectas, suficientemente grandes como para llenar mis palmas y unos pezones que rogaban ser chupados. ―Por qué no llevas a mi amigo Cole hacia atrás y le muestras un buen rato. Alcanzando mi mano, le sonrió a Donny antes de hacer exactamente lo que le pidió. La puerta apenas se había cerrado a mis espaldas para cuando ella ya tenía mi polla fuera. Arrodillándose frente a mí, mirando hacia arriba al mismo tiempo que se inclinaba y me tragaba la mitad del camino hacia su garganta.

―Joder ―Pero eso se sentía muy bien. Ella me trabajó como la experta que era, masajeando mis chicos, acariciando, lamiendo y chupándolos, pero han sido tres años y no me iba a venir en su boca. La puse de pie, la gire y doblé sobre la espalda de la silla que no dudó en llevar a cabo un baile en mi regazo digno de un premio. ―¿Condón? ―Mesa. Tomando uno, y enrollándomelo, extendí sus piernas más amplias, la incliné y embestí en ella. Se sintió muy buen, enterrarse en toda esa caliente humedad. Sacándolo, embestí en ella nuevamente, sintiendo cuando ella presionaba de regreso a cada una de mis estocadas, arqueando su espalda para tomar más de mí. Quizás era así de buena, pero cuando llegó al clímax, sonó genuino. Un par de estocadas más y me enterré profundo mientras el nudo que se formaba en la base de mi espina explotó brindado un intenso placer. Ella ladeó su cabeza, sus ojos encontrando los míos. ―Tengo varios amigas que sé qué les encantaría unírsenos. Quiero verte follarlas, quiero ver todo ese poder desatado. Sin la neblina de la lujuria acumulada contaminando mi visión, ella lucía exactamente como lo que es, una mujer que folla con hombres para vivir. Lo que era peor, ni siquiera lo escogió; Donny la tiene acorralada, usando el sexo como un modo para controlar a su gente. No estoy seguro de cuál es la más grande bolsa de mierda, Donny por traficar carne, o Ellie por permitir ser traficada. Muy mal por Donny que yo no estuviera realmente asustado con la idea de evitar poner mi polla en donde han estado incontables otros. Saliendo, me quite el condón, lo amarré y lo tiré a la basura, en la que había un montón de otros condones. Cerrándome la cremallera, encontré su mirada perpleja con una sonrisa. ―¿A dónde vas? ―A tomar una ducha. Gracias Ellie. ―La puerta se cerró mientras ella me soltaba algún insulto así que no la escuché, pero sí escuché el fuerte ruido de lo que fuera que ella tiró rompiéndose.

Su nombre era Ronnie Simmons y tenía tres semanas de retraso en el pago de un dinero que tomó prestado para apostar en los caballos, dinero que perdió. Donny quería hacer un punto, darme una pequeña demostración de cómo le gustaba

animar a sus prestadores a pagarle. Ronnie era un chico bien parecido, no estaba seguro que pudiera lucir bien otra vez. Ver a Donny mientras expresaba su desagrado me revolvió el estómago. El hombre tomaba todo, disfrutaba infligiendo dolor. Era un error involucrarse con este tipo, pero necesitaba el dinero y la única otra opción disponible era volverme como Ellie. La oferta de Mace flotaba alrededor de mi cabeza y más allá de como sonaba esa alternativa en mi cabeza, merecían algo mejor que yo. Donny golpeó a Ronnie hasta que le dejó un centímetro de vida, también le removió el meñique como un recordatorio eterno de que si pides dinero prestado, malditamente deberías pagarlo y a tiempo. Limpió sus manos en una toalla que él mismo trajo, como parte de su “kit de persuasión”, se ajustó su paquete dado que el maldito enfermo estaba duro. Se giró hacia mí y me destelló una sonrisa que envió escalofríos por mi espina dorsal. ―Bienvenido al equipo. Había aceptado al monstruo y ahora simplemente me metí en la cama con el maldito demonio.

Me convencí que era la constante oscuridad lo que me ensombrecía, lo que me tenía buscando la luz. Estando en el parque, descansando contra un árbol, miré a Mace entrenar béisbol a un grupo de chicos de trece años y Mia era una de ellos. Más grande ahora, pero en esa etapa incómoda en la que no era una niña pero tampoco una mujer y todavía seguía teniendo esa inocencia que me atraía cuando éramos más jóvenes. Correr las bases no es algo que hiciera bien, pero casi en cada oportunidad que tocaba el plato, su bate hacía contacto con la bola. Incluso cuando tenía un error, podía reírse de sí misma y honestamente cuando su cara se giraba en mi dirección y sonreía, se sentía correcto en el centro de mi pecho. No tenía ninguna duda de que estaban mejor sin mí. Nunca podría atar la hermosa vista ante mí con la fealdad en que se había convertido mi mundo. Tanto como me gustaría volver a casa, no podía hacerles eso. Ellos se merecían más que eso, especialmente de mí. Y cuando no tienes nada por qué vivir, es asombroso cuán lejos puedes caer.

Mi puño conectó con su mandíbula y la escuché romperse, por lo que supe que el imbécil estaría comiendo con popote por un tiempo. El grito enfermo que vino

de él me hizo darle lo que estaría rogando si pudiera, la inconsciencia… un bienvenido alivio del dolor. Limpiando mis manos en su camisa, tomé de su pecho el sobre de dinero que tenía pensado usar para comprar más tiempo. Pides prestado, lo pagas completo y ahora él no tenía duda de eso. La próxima vez, tendría el dinero, siempre lo hacían. En el año que he estado trabajando para Donny, he visto mucho y hecho mucho. Sentí muy poco sobre eso, he desarrollado una insensibilidad que podría incluso sorprender a mi viejo. A diferencia de él, no golpeaba por ira; era un trabajo. Al principio tenía remordimientos por hacer lo que estaba haciendo, ahora no me importaba. Una visita mía solamente ocurría si la persona se estancaba en el trato que hicieron. Las decisiones tenían consecuencias. Incluso si era tarde, el sueño no llegaba, rara vez lo hacía. Caminar me mantenía haciendo algo diferente a beber y contemplar la idea de enterrarme en la botella por un rato, nunca había caído tan bajo. A veces mis caminatas me llevan a pasar por mi antigua casa; la cual fue vendida y ahora en ella vivía una familia. Macetas con flores asentadas en la entrada, la bandera ondeando sobre la puerta. Sin embargo no era mi casa la que me llevaba hasta allí. Usualmente no los veía, pero de vez en cuando Mia estaba afuera. Nunca me veía y había aprendido a permanecer en la sombra, pero yo sí la veía. El resentimiento era con frecuencia la emoción que florecía al verla, un recordatorio de lo que nunca tendría. Mace me había salvado, pero en muchas maneras su intervención solo me había hecho más daño, dado que me había dado un vistazo de algo por lo que la mayoría de la gente vendería su alma y luego me lo habían arrebatado. Por un ratito, había conocido qué se sentía no solo ser feliz, sino pertenecer. Los odiaba un poco por eso, e incluso cuando esa horrenda emoción se movía dentro de mí, en lo más profundo de mi ser lo quería de regreso, quería dar esos pasos hasta su casa, sabiendo que estarían del otro lado esperando para darme la bienvenida.

Mia Papá me mataría si supiera dónde estaba porque incluso si tenía catorce, él seguía viéndome como una niña, pero la curiosidad y el gato1, eso estaba cerca de resumirme. Había oído por medio de chismes que Cole estaba en casa, de vuelta de la correccional. No pasó por acá, y eso ha sido realmente duro. Lo extrañé mucho, quería visitarlo en la correccional con papá, pero Cole avisó que no fuera. Y como papá había señalado, por estos tres años el control no era algo que Cole tuviera mucho, así que cumplir con su solicitud era lo menos que podíamos hacer. A medida que pasaban los años, vi la preocupación en papá por los cambios de actitud de Cole. Lo había sentido también, pero aún seguía aferrada a la esperanza de que una vez que volviera a casa, sería Cole otra vez. Ha estado fuera de la correccional por cerca de un año y ni una vez ha tratado de comunicarse con papá o conmigo. Lloré, grandes, estúpidas y gordas lágrimas; extrañándolo neciamente, como si fuera a perder una extremidad y él hubiera tomado la decisión de mantenerse alejado. Las malas noticias viajaban rápido en nuestro vecindario, así fue como me enteré que estaba trabajando para un chico realmente malo. Ellos se llamaban los recaudadores, pero realmente era sólo un bruto que le daba una paliza a la gente que no devolvía el dinero prestado. No creí los rumores, negándome a creer que Cole podría lastimar a personas, no como él había sido herido. Me había enterado, por escuchar a escondidas a papá y tía Dee, dónde vivía Cole ahora, sabiendo que probablemente papá sabía mucho más sobre Cole de lo que había compartido, y tenía que verlo, necesitaba saber si lo que la gente decía de él era verdad. Después de vigilar su apartamento, esperando verlo, un día ese deseo se hizo realidad, y lo que vi me dejó deseando haber dejado las cosas como estaban. Su edificio ruinoso hacia un buen trabajo al parecerse a una casa de drogadictos y la idea de que Cole viviera ahí me molestó porque, aunque su casa anterior no hubiera sido la gran cosa, por casi tres años había vivido con papá y conmigo y había experimentado lo que un verdadero hogar podía ser. ¿Cómo terminó aquí? No parecía correcto o justo.

1

Referencia a el dicho “La curiosidad mató al gato”.

Cuando vi la solitaria figura caminando por la calle, manos en sus bolsillos, su cabeza agachada, supe que era Cole. La alegría quemó a través de mí viéndolo, hambrienta con sólo mirar mi porción, lo hice. Parada al otro lado de la calle, sólo me empapé de la visión de él. Fue mientras hacía eso, que noté la diferencia en él y en respuesta mi corazón dolió porque despedía esa vibra, la que instintivamente sientes por alguien que sabías iba a traer problemas; la persona en donde si estás caminando por el mismo lado de la calle, la cruzas para esquivarla. Este era el niño que había visto películas de princesas conmigo incontables veces, que mató mi muñeco Ken con el ascensor de la casa soñada de mi Barbie, fue mi caballero al rescate cuando era molestada por Lucy en la escuela. Pero incluso yo sentí, la oscuridad, la rabia, y estaba al otro lado de la calle frente a él.

Acababa de llegar su departamento cuando se detuvo, su cabeza se alzó y sus ojos se desplazaron hacia mí. Su mirada se sintió como la de un extraño. Y más alterada, no sólo no había afecto, no había luz en sus ojos. Vacío devolviéndome la mirada. Girándose, desapareció dentro de su apartamento. De pie junto al mostrador en la tienda local de sándwich, esperé por nuestros sándwiches, pero mis pensamientos estaban en Cole. No quería creer los rumores sobre él, pero luego de verlo hace unos días temía que tal vez había algo de verdad en las reclamaciones. Ya no era más el Cole que recordaba; el chico cuyos ojos se habían ensanchado del tamaño de dos platos al ver la cantidad de carnes italianas en este lugar, empujándolo a ser uno de mis héroes y que siempre me había retado diciéndome que no podía comer tanto como él podía. Y fue mientras pensaba en él que la campanilla sobre la puerta tintineó y entró. Viéndolo de cerca, el notable cambio en él era innegable. El niño que conocía ahora era un hombre. Alto, ancho de hombros, su cabello rapado, pero fue el azul de sus ojos y la frialdad en ellos que hicieron de mi amigo una vez, un extraño. No estaba solo; una chica ligerita de ropa estaba sobre él, su mano descansaba en el trasero de ella mientras caminaban hacia mí. Supe el momento exacto en que Cole me notó. Su cuerpo se tensó por sólo un segundo, antes de que una sonrisa tirara sus labios a un lado. No sentí alegría viendo esa sonrisa porque no había nada tras ésta, ni afecto, ni familiaridad; era tan fría como sus ojos. La sorpresa y la aprehensión se desplegaron en mi estómago cuando se dirigió a mí. ―Mia.

Incluso su voz había cambiado, más profundamente ronca sin ningún tipo de emoción reflejado en su tono. Dolió verlo, incluso sabiendo que había estado perdido para mí por años, viendo dentro de sus familiares ojos y sin ver nada familiar. ―Cole. ―¿Quién es ésta? ―La chica, que había estado intentando empujar toda su lengua en la oreja de Cole, detuvo sus esfuerzos para mirarme. ―Nadie. Si hubiera tomado las pinzas para los pepinillos y la hubiera hundido en de mi corazón, habría dolido menos. Nadie. Hubo un tiempo en que era lo más cercano a un mejor amigo que había tenido y ahora yo era nadie. Mis sándwiches estaban hechos y no quería nada más que alejarme de él y su estúpida novia. Y aunque fuera infantil, quería lastimarlo como él lo hizo conmigo. Alcanzando mis sándwiches, mi mirada se trabó en la de Cole. ―Es asombroso cuanto te pareces a tu padre ahora. Estaría tan orgulloso. Me volví hacia la puerta, pero no antes de ver que mi puntería fue certera. No me sentí mejor, de hecho, me sentí peor. Afortunadamente no podía ver mi rostro, así que no vio las lágrimas llenando mis ojos y rodando por mis mejillas.

El día que aprendí que los rumores sobre Cole eran ciertos fue el más triste y el más espantoso de mi vida. Estaba en camino para conseguir el almuerzo de papá y Dylan cuando oí ruidos extraños viniendo de un callejón no muy lejos del restaurante. No sé qué me hizo mirar; era un callejón, ruidos extraños desde un callejón nunca podían ser buenos. El miedo fue lo primero que me movió, seguido por el horror porque Cole estaba ahí, a la vista, y estaba golpeando a algún tipo. Mi pie se clavó en la acera mientras lo veía golpear al hombre, repetidamente. Con su rostro fijo en duras líneas, sus ojos fríos y tan concentrados y su pie implacable mientras chocaba en la cara del hombre. La golpiza era tan severa, el hombre estaba en sus rodillas y Cole seguía golpeándolo, una y otra vez. Nunca vi a su padre golpearlo, pero sabía que tendría que haberse visto justo como lo que veía. Cole, quien había sido golpeado tan salvajemente, era ahora el que daba la golpiza. Lágrimas quemaron mis ojos y rodaron por mis mejillas porque, ¿cómo alguien que había vivido con el dolor que él había pasado podía ser el que ahora infringía ese dolor? Debo haber hecho un sonido porque se detuvo, su cabeza levantada, y la mirada en sus ojos tuvieron mis pies moviéndose porque lucía loco.

Alejándome de él, corrí todo el camino de vuelta al taller. No fui directamente al interior, me senté en la mesa de picnic en la parte trasera y traté de reponerme, pero la visión de él en el callejón estaba grabada en mi cerebro. Aquel chico en el callejón no era Cole. Ya no.

El miedo, no era una emoción a la que estaba acostumbrada a sentir, pero la sentía ahora. Que fuera Cole de quien temía era incomprensible, especialmente sabiendo que él había pasado gran parte de su infancia en un estado perpetuo de esto y ahora él era la fuente del mío. ―¿Qué está pasando contigo, Mia? Quitando mi mirada de los espaguetis que movía alrededor del plato, miré arriba hacia papá. ―¿Qué? ―Has estado en una niebla estos últimos días. ¿Qué pasa? ―¿Qué sabes sobre Cole? Sé que has estado manteniéndote al tanto de él, ¿de qué te has enterado? No respondió inmediatamente y cuando lo hizo, tenía la sensación de que no era una respuesta completa. ―No es el Cole que recuerdas. ―Lo sé. En camino para recoger el almuerzo el otro día, lo vi golpeando a alguien. ―Lágrimas picaron mis ojos pensando en Cole en ese callejón―. Fue brutal, papá. Se veía poseído, loco. Lucía como su papá. ―Hijo de p… ―No lo estamos trayendo de vuelta, ¿no es así? ―Honestamente, no lo sé, Mia. La realidad es que puede no haber quedado nada del Cole que conocíamos. ―Lo extraño, desde el fondo de mi alma. Su papá no lo rompió y pensar que la tirita ofrecida para el problema hizo lo que su padre no pudo, me pone realmente furiosa. ―Exactamente mis pensamientos. ―Así que, ¿qué hacemos? ―He estado llegando a él, nunca me detuve, y quizá un día acepte lo que le estoy ofreciendo. Hasta entonces, no hay realmente nada que podamos hacer. Cole

tiene diecinueve, es un adulto responsable de sí mismo. No estoy de acuerdo con lo que está haciendo con su vida, pienso que está vendido, pero es su vida para arruinarla. ―¿Qué pasó realmente la noche en que su papá murió? ―No lo sé. Cole había sido golpeado gravemente, su padre peor, pero sé que su intención fue protegernos. ―¿Protegernos? ―No quiero que pienses sobre esto. Tienes catorce, tus más grandes preocupaciones deberían ser arreglar bien tu cabello por las mañanas. Incluso con todas las emociones agitadas de pensar sobre Cole, no pude evitar mirar a papá como si le hubieran brotado alas. ―¿En serio? ¿Mi cabello? ―¿Qué sé yo? La mente de una niña de catorce años es un misterio. ―Realmente eres un tonto. ―Un tonto que aún puede hacerte cosquillas hasta llorar. ―No lo hagas. ―Pero lo hizo y se sintió tan bien reír tan fuerte hasta llorar.

Cole No podía sacar la expresión en el rostro de Mia de mi cabeza, incluso sabiendo que tenía que dejar ir esa parte de mi vida. La idea de que me veía como un monstruo, me veía como mi papá, atravesó mi indiferencia y me apuñaló justo en el corazón. Quería distancia, la quería tan lejos de mí como fuera posible, pero tampoco podía soportar la idea de ella pensando en mí bajo una luz cruel. Y eso era estúpido porque no podía tener las dos cosas, actuar como un animal y esperar que Mia me viera como algo diferente. Ella me observaba; lo supe porque la observaba también. Probablemente podría demostrar que la estaba acechando, pero la verdad de eso era que no podía mantenerme completamente alejado. Estaba atraído a su inocencia sin preocupaciones. No vivía en un mundo de cuento de hadas. Su madre la dejó cuando era un bebé, yo la dejé, y aun así ella seguía encontrando la voluntad de no sólo seguir adelante sino de encontrar lo bueno. Le envidiaba eso, cómo podía seguir viendo el lado positivo, Sí, la observaba; en parte mis actos eran egoístas porque

disfrutaba viendo el mundo a través de sus ojos. Su versión de esto era de lejos un mejor lugar que el mío. Y fue porque la observaba que sabía su rutina. Caminaba al parque, no lejos del taller de Mace, y era ahí que la esperaba. No me vio inmediatamente, su cabeza estaba volteada ligeramente a la derecha, viendo a los niños en el patio de recreo. Una leve sonrisa tocando sus labios, pero había tristeza en ella, colgando tan pesadamente sobre ella que sentí el peso de eso desde donde me encontraba. Al minuto en que me vio su pie se detuvo, pero fue la expresión en su rostro lo que me silenció: miedo. ―Mia. ―Cole. ―Su voz tembló; la idea de que me temía no se sintió bien y luego me destruyó con sus próximas palabras―. No le contaré a nadie. En realidad no vi nada, pero prometo que no diré nada. Su cuerpo tembló, y recordando el tiempo cuando conocí el miedo tan profundamente que me afectaba físicamente, la idea de que ella sintiera ese tipo de miedo por mí era impresionante. La culpa volvió mi voz dura. ―¿Piensas que te lastimaría, que estoy aquí para intimidarte? Se esforzó por mantener el contacto visual, su labio inferior tembló. ―El Cole que yo conocía nunca me lastimaría, pero el Cole que vi en el callejón, no lo sé. Y los golpes continuaban llegando. ―Tengo que irme. ―Se dio la vuelta y en lugar de sentir el calor de su luz que siempre me empapaba cuando estaba cerca, realmente sentí un maldito frío. Podría haber dejado que se alejara, podría haber dejado que creyera esa impresión de mí, pero maldita sea, he estado en el frío y la oscuridad por demasiado maldito tiempo. Y la verdad, cuanto más tiempo trabajaba con Donny, más me daba cuenta que había diferentes tipos de monstruos en el mundo y yo no estaba tan lejos de querer convertirme en él. El temor de que estaba en ese camino fue otra razón por la que había buscado a Mía. ―Nunca te lastimaría. Se detuvo. ―¿Por qué estabas golpeando a ese hombre? ―Es lo que hago. Girándose hacia mí, una genuina confusión remplazó el miedo. ―¿Qué?

―Mi vida tomó un desvío, no soy el hombre que pensé que sería cuando éramos más jóvenes. ―Bueno, entonces vuelve a la senda. ―Desearía que fuera así de fácil. ―Lo es. ―Levantó su mano antes de que pudiera objetar y un poco de sus agallas se mostró, trayendo esa calidez de vuelta―. Mira, antes de que empieces el que yo no entiendo porque sólo tengo catorce no diecinueve, la vida te tiró una bola curva. Y qué. Quieres cambiar, entonces cambia. Haz esas elecciones ahora que volviste al camino en que quieres estar. Aceptando que tu vida está preparada, que nunca te saldrás del camino en el que estás ahora es una mierda. ―Suenas como tu papá. ―Es un hombre muy inteligente. ―Tu papá me ofreció un trabajo. ―¿Por qué demonios le dije eso? Porque quieres que te diga que lo tomes, para reconocer, sin más miramientos, que ella te quiere alrededor, idiota. ―¿Lo vas a tomar? ―Quizás. ―Quizás. ¿Qué coño? ―Cuando te enviaron lejos, te extrañé terriblemente. Quería tan desesperadamente visitarte, pero papá dijo que tenía que respetar tus deseos. Cuando llegaste a casa, esperé cada día a que entraras por la puerta principal. Y cada día que pasaba, más se rompía mi corazón. Y no pretendo entender por lo que has pasado, pero sé que ese hombre en el callejón no eres tú. Estás perdido, Cole, pero puedes encontrar tu camino a casa; la vela ha estado en la ventana desde que te fuiste y hemos estado esperándote. ―Por primera vez en años, estaba casi abrumado por la emoción. Vaciló, como si esperara una respuesta que era incapaz de dar, antes de alejarse de mí caminando; me dijo sobre su hombro: ―Espero que tomes la oferta de papá. Te he extrañado, Cole. Y a la mierda todo, pero la he extrañado también.

Cole Dicen que cada hombre tiene su límite y yo había llegado al mío. Donny era un bastardo sádico, pero razoné conmigo mismo que a todos los que había hecho daño en su nombre se lo merecían; ellos habían hechos sus propias camas. Golpear fuertemente a alguien era una cosa, ser parte de asesinato, era otra. Nunca, en los casi dos años que había estado trabajando para él, hice que mi rabia me llevara al punto de matar. La única persona que alguna vez había querido ver muerto era a mi viejo. Donny era otra cosa. Como un miembro de confianza de su pandilla, fue poniéndose cada vez más cómodo a mi alrededor, lo suficiente que había empezado a hacer alusión a los otros trabajos que hacía. Trabajaba para personas que estaban en el centro de atención, donde las situaciones desagradables, no eran favorables. No hacía falta un grado en criminología para saber lo que él quería decir con solucionar el problema, había un problema y él se encargaba. Hasta el momento nada de lo que me había dicho podía ser usado en su contra, era demasiado inteligente para eso. Hasta que tuve un cuerpo que enterrar, no se dio por vencido, pero no tenía ningún deseo de añadir mi cuerpo a la cuenta. Uno era suficiente. Salir de mi trabajo actual no iba a ser fácil, ya que era muy parecido a como me imaginé que sería la mafia, una vez que estás dentro, estás dentro. La suerte estaba de mi lado, porque Donny había tomado un nuevo cliente. No compartió los detalles, pero necesitaba agilizar sus actividades o estaba el riesgo de perder al cliente y los montones de dinero en efectivo que venían con él. Era ahora o nunca para mí. Mi entrevista de salida iba a ser brutal. No me iba a ir sin un sonido de golpiza. Había tomado golpes antes, podía tomar uno más. Abriendo la puerta del club, limpié mi expresión, porque alrededor de gente como él, nunca tenías que darle nada. Donny había estado esperándome; sus ojos me perforaron tan pronto como entré a su oficina. ―Así que, he oído que estas queriendo dejarnos. ―Sí, quiero probar algo diferente.

―¿Diferente? ¿De verdad crees que alguien te contratará? ―Ladeó su cabeza; lo que hacía cuando medía a alguien―. Ya tienes un trabajo en mente. ―Nada concreto. ―No un competidor, espero. ―No. Se puso de pie y se tomó su tiempo para caminar alrededor del escritorio. Su movimiento deliberado y su intención de despistarme luciendo simpático, no podía negar la malicia en su mirada. ―He estado pensando acerca de reducir el personal, la diversificación en otras empresas, por lo que voy a aceptar tu renuncia. Como un rayo, así de rápido el hombre podía moverse. Sus dedos largos y huesudos se cerraron alrededor de mi cuello, su cara a sólo centímetros de la mía. ―Me jodes, y te cazaré, cazaré también a esos dos que quieres tanto. ¿Me entiendes? Él podría intentarlo, pero nunca se acercaría a Mace y Mía. ―Sí. Me estudió, pareciendo ver la verdad en mi respuesta, antes de quitar su mano. ―Muy bien. ―Se dirigió a los otros dos en la habitación con nosotros―. Denle a Cole un regalo de despedida. El primer golpe aterrizó, incluso, antes de que él cerrara la puerta.

Habían pasado dos días desde la golpiza y todavía probaba mi propia sangre. Me dolía por todas partes y al moverme daba la impresión de ser una viejita, pero estaba hecho y ahora necesitaba hacer lo que Mia me había sugerido. Tomar las decisiones que me pusieran de nuevo en el camino que quería estar. Ante el sonido de la puerta, era el momento de hacer precisamente eso. Abriendo la puerta para Mace, diría que parecía enojado, pero definitivamente no era la misma calidez que había llegado a esperar cuando me miraba. Mi culpa. Haciéndome a un lado, mantuve la puerta abierta. ―Gracias por venir. ―Sí. ―No entró a mi casa y no podía culparlo, vivía en una pocilga. Limpia, ya que había vivido en la mugre y nunca volvería a hacerlo de nuevo, pero no podías sacarle brillo a la mierda para ser nada más que mierda. Moviéndome a la cocina,

Mace me siguió. Sabía que él notaría la rigidez en mis movimientos, el hombre no se perdía nada, pero esperó hasta que nos instalamos en la mesa para preguntarme al respecto. ―¿Qué te ha pasado? ―Decidí dejar mi último trabajo, esta fue la entrevista de salida. ―¿Por qué te saliste? ―No estaba de acuerdo con los métodos de mi jefe. ―¿Qué quieres hablar conmigo? Era más difícil de lo que pensaba, sentado frente a Mace como si fuéramos extraños. No lo culpo, pero eso no lo hacía más fácil. ―¿Ese trabajo sigue en pie? La sorpresa se extendió por su rostro. ―¿Hablas en serio? ―Sí. Tuve una conversación con Mia el año pasado… ―¿Viste a Mia? ―Sí. Ella me dijo que aceptara la forma en que mi vida había resultado ser una mierda y que tenía que tomar las decisiones para volver a donde yo quería estar. Estoy haciendo esa elección. ―¿Y por qué debería contratarte? ―Sí fuera tú, no lo haría, pero no quiero ser como mi papá. Quiero ser, así, como tú. Y entonces Mace sonrió y la tensión que había endurecido mis hombros se alivió. ―Eres más parecido a mí de lo que crees. ―Pasó una mano por su cabello antes de apoyar los codos sobre la mesa―. ¿Estás fuera? ―Sí. ―¿No hay posibilidad de que te quieran de vuelta? ―No. ―Entonces sí, el trabajo es tuyo. ―¿Sólo así? ―Sí, sólo así. Es posible que hayas perdido tu camino por un tiempo, pero nunca me di por vencido contigo. Tampoco Mia. Mia.

―Sin embargo, hay una condición. Tengo que mantener cierta distancia de Mia. ―¿Por qué? ―No soy el chico que era y no quiero que la fealdad de mi pasado la toque. ―Lo que no dije es que si ella se ofrecía a mí como cuando éramos niños, lo tomaría, todo, lo anhelaba y sería tan malditamente egoísta. ―A ella no le va a gustar. ―Tiene quince años. En pocos años estará en la universidad y luego el resto de su vida y yo sólo seré el chico del barrio. ―Creo que subestimas lo que significas para ella. ―Y creo que subestimas cómo es ella conmigo y que eso no tiene nada que ver conmigo. Es sólo su manera de ser. ―Está bien. Si eso es lo que quieres. ―El hombre para el que trabajaba, Donny, es peligroso, y tengo la sensación de que va a expandirse, haciéndose más que conocido en el vecindario. ―¿De qué manera? ―No estoy seguro, es sólo una impresión. Él sabe de ti y Mia, amenazó con venir por ti si alguna vez lo traicionaba. No existen planes de jugar en las cloacas de nuevo, pero necesitas saberlo. Había visto a Mace lucir tan mortal como lo estaba en ese minuto solo una vez antes. ―No llegará a ninguna parte cerca de nosotros.

Mia Vincent era una leyenda en South Phill. Situado en la calle 9 entre Catharine y Fitzwater, era el lugar de reunión del vecindario. E incluso en un barrio donde el cambio se estaba volviendo más y más común, la popularidad de Vincent no cambió. A mí, me encantaba Vincent porque la comida era muy buena. Sabía que papá lo amaba tanto como yo, porque celebrábamos ahí cada cumpleaños y cada ocasión importante. Era el cumpleaños de mi tía Dee; ella, Dylan, papá y yo estábamos acomodados en nuestra mesa favorita. Había un juego en las pantallas de televisión que estaban

sujetas a las paredes cerca de la larga barra, un lugar que normalmente era tan concurrido como el restaurante. Por mucho que me gustara estar aquí, estaba un poco triste también, porque Cole una vez había sido parte de estas cosas y después de nuestra conversación del año pasado, tenía la esperanza de que lo estuviera de nuevo. Pero habían pasado más de ocho meses desde que hablamos y nada. ―¿Pollo a la parmesana para ti, Mia? Mi papá no necesitaba preguntar ya que era lo que pedía cada vez que venía aquí. ―Sí. Y un Shirley Temple con cerezas extra. ―¿Cerezas extra? ―Sonrió papá―. No es que la bebida no fuera lo suficientemente dulce. ―Nunca es demasiado dulce. ―Espera hasta que seas vieja y luego tendremos esta conversación de nuevo. ―Soy más vieja. Tengo quince. Una emoción se movió a través de la cara de mi papá, pero no estaba segura de sus pensamientos. Estuve a punto de preguntarle por qué se veía feliz y al mismo tiempo un poco triste, pero luego nuestra camarera se acercó. Era Vicki Antonio. Ella nos atendía mucho, creo que porque le gustaba mi papá. Su cabello rubio tenía las raíces más oscuras y aunque yo llevaba el look ombré2, su look era más como una falta de esfuerzo. Sus ojos eran de color verde pálido y tenía una bonita sonrisa, pero se reía demasiado. Ni siquiera era una risa agradable, sonaba como un gato muriendo. Nunca había oído a un gato morir, pero estaba segura que si lo hiciera, sonaría como su risa. Se detuvo justo a la izquierda de mi padre, su cadera inclinándose en su silla. Él no parecía darse cuenta, aún no había apartado la vista del menú. ―Hola Mace. ―No sabía que la gente podía ronronear, pero eso realmente sonaba como un ronroneo. Él la miró y sonrió con aire distraído, pero incluso yo me di cuenta que no estaba interesado. ―Hola, Vicki. Mia tendrá el pollo a la parmesana y un Shirley Temple…―Los ojos de papá se levantaron y se reunieron con los míos mientras una sonrisa tiraba de su boca―. Con cerezas extra. ―Seguro, que era un poco mayor para un Shirley Temple, pero simplemente lo amaba. Papá continuó―: Dee y yo tendremos la carne medio hecha, con papa y brócoli al vapor.

2

Ombré: tipo de coloración del cabello como las mechas californianas.

―Y yo voy a querer la lasaña, al costado albóndigas y salsa extra. ―Dylan también pedía eso todo el tiempo. Vicki esperó un poco más, su mirada en mi papá, pero él no era consciente de su interés ya que su atención se centraba en una de las pantallas gigantes. Me sentía un poco mal por Vicki. Sus hombros se hundieron en derrota cuando finalmente se alejó. Al siguiente latido, la atención de papá pasó a mí. ―Entonces, tengo algunas noticias. Cole decidió aceptar el trabajo en el taller.

Mi entusiasmo por el pollo a la parmesana y el pastel de cannoli se atenuó junto con la noticia de Cole. El peso de la decepción, que había estado cargando desde el año pasado, se levantó al instante mientras el vértigo burbujeó dentro de mí. ―¿En serio? ―Sí. Se puso en contacto conmigo el otro día. Renunció a su trabajo anterior y

quería saber si la oferta seguía en pie. ―Oh, Dios mío, no puedo esperar a verlo.

La expresión de papá cambió ligeramente. ―Una advertencia, Mia, no es el mismo chico que conociste. Está trabajando para mí, pero no esperes que las cosas entre ustedes sean como eran antes. ―Bueno, tal vez no al principio, pero volverá a ser el de antes. Sé que lo hará. ―Mia, prométeme que no te harás ilusiones. Lo digo en serio. Cole ha visto y hecho cosas a las espero nunca estés expuesta, él es consciente de eso también. No podía mentir, algo de mi euforia se desvaneció con ese comentario. ―¿Estás diciendo que no quiere verme? ―Estoy diciendo que Cole andará por aquí, pero no voy a ver que tu corazón se rompe cada vez que no responda de la manera en que piensas que debería hacerlo. Él es diferente, todos somos diferentes, y él dando este paso, es el paso correcto y quiero ayudarlo a encontrar su camino, pero no voy a arriesgar tu felicidad o tu bienestar para hacerlo. ―Está bien. ―Pero la advertencia de papá no me desanimó. Conocía a Cole mejor que nadie. Regresaría con el tiempo.

Era el segundo día de Cole en el trabajo, un domingo, y en lugar de retirarme a la oficina de papá para hacer mi tarea, me senté en el área donde papá y Cole

trabajaban. En su primer día, papá le había dado a Cole su propio kit de herramientas para empezar. No pensé en nada de eso, eran herramientas, pero vi la expresión, que estaba bastante segura pensó que había escondido, como si le acabaran de dar la olla de oro al final del arcoíris. Me rompió el corazón. No entiendo por qué la gente tiene hijos si eran tan intolerantes con ellos. Me sentí mal que hubiera sido por las manos de Cole, pero no sentía que Carl Campbell estuviera muerto. Cole tomó la instrucción de papá, pero a diferencia de cuando éramos más jóvenes, no había la misma fascinación en su expresión. Era más una necesidad que un deseo de aprender. Ya no parecía estar viviendo la vida, simplemente estaba sobrellevándola. Unas horas más tarde, papá le dijo a Cole que había hecho suficiente por un día y mientras papá se ponía a trabajar en un auto, Cole empacó y limpió su área de trabajo. El nerviosismo tenía mis manos retorciéndose, recordando la advertencia de papá, mientras me movía de mi lugar para unirme a Cole. Mi voz fue suave y vacilante cuando le pregunté: ―¿Cómo te fue? Su cabeza se volvió hacia mí y, aunque sonrió, había poca calidez en ella. ―Bien. ―Papá te dio mucho que pensar, ¿eh? ―Sí. Me tengo que ir. ―Y así como así, se fue sin siquiera mirar atrás.

Durante meses, Cole se dedicó a trabajar y, aunque era amable, no salía de su camino para charlar conmigo. Supongo que teníamos muy poco en común, y a pesar de que teníamos sólo cinco años de diferencia, a nuestra edad, cinco años bien podrían ser veinte. Me dolía sin embargo, porque de vez en cuando alcanzaba a ver al chico que había conocido y extrañaba mucho a ese chico. Estaba claro para mí que Cole estaría en mi vida, pero que no sería realmente una parte de ella. Una pequeña parte de él era mejor que nada, pero había una parte de mí que encontraba sus escasas ofertas inaceptables. Papá tenía razón, era difícil observar a Cole sabiendo que en un tiempo se habría sumado a las bromas y risas. No había oído su risa en demasiado tiempo. Me negaba a aceptar que mi Cole se había perdido, así que mi objetivo era obligar a Cole a recordar. Está claro que era una masoquista porque al obligarlo a recordar, yo lo haría también y si no recordaba como esperaba, podría resultar bastante deprimente.

Una vez a la semana, dejaba un pequeño recordatorio para Cole de lo que estaba renunciando al mantener su distancia. Mi primer recordatorio, fue dejarle un sándwich de mantequilla de maní, mermelada, banana y sirope de chocolate en su mesa de trabajo. Sabía que odiaba la mermelada, pero durante tanto tiempo se la había comido porque no había querido herir mis sentimientos. Me quedé de pie justo dentro de la oficina de papá y vi cuando llegaba Cole. Vio el sándwich casi inmediatamente, su cabeza se giró, buscándome. Nuestras miradas se encontraron y aunque no tenía ni idea de sus pensamientos, una vez que se acomodó, se comió ese sándwich.

Una semana más tarde, Cole llegó al taller para ser recibido por los ojos de mi muñeco Ken colgando de una de las mangueras suspendidas del techo. En su camiseta, había puesto una nota que decía: "No puedo ir más de compras". Los ojos de Cole encontraron los míos y juro que hubo una chispa en ellos antes de que apartara la mirada, quitara al Ken y se pusiera a trabajar.

Los niños estaban hablando maravillas de este nuevo libro llamado Crepúsculo. Lo leí, me encantó y cuando terminé, le dejé mi copia a Cole con una nota que decía: “Te encantará este”. Papá me devolvió el libro esa noche, pero tenía un Post-it, con una letra que reconocí como la de Cole: “Oh, diablos, no”. Una respuesta real, mi corazón dio un salto.

Era sábado, así que estaba en el taller. Cole estaba trabajando y me sentía esperanzada después de haber recibido una respuesta de él, me senté en un taburete cerca del auto en el que trabajaba. Sostuve una conversación con él, pero ya que no me respondió, realmente lo había hecho conmigo misma. ―¿Has visto alguna nueva película? Vi un tráiler de una el otro día que era una autentica basura. Se llama Aguamarina. Se trata de una sirena y sé que tienes afición por las sirenas, al haber escogido la Sirenita II sobre todas las otras películas cuando eras más joven. Es su cola brillante, ¿verdad? La cabeza de Cole se levantó y juro que la más leve de las sonrisas curvó su boca de un lado.

Estaba haciendo progresos con Cole, eran muy lentos, pero papá y yo habíamos notado un marcado cambio en él. Todavía no me hablaba, pero lo estaba haciendo más y más con papá, aunque algunas veces lo había sorprendido mirando en mi dirección y si no era demasiado fantasiosa, había ternura en su expresión. Ver eso era impresionante teniendo en cuenta lo bien que ocultaba sus emociones. Cada semana, venía con algo nuevo, algo divertido, y algo que obligaba a sacar una reacción de él. La mayoría de las veces su reacción era tan leve, que si no estuvieras mirando te la perderías, pero yo lo observaba como Alan Grant3 observaba la eclosión de esos huevos de aves rapaces en Parque Jurásico, por lo que veía todo. Mi última travesura fue un par de Chucks que había recogido del fondo de la beneficencia o Goodwill que me habían deslumbrado. Dejé los tenis brillantes para Cole. La nota: “Como sé realmente cuánto te gustaron los míos cuando éramos más jóvenes”. Él entró en el garaje, poco después de que los dejé y tan pronto los vio, se detuvo y sólo los miró. Observándolo desde la oficina de papá no estuve completamente preparada para lo que hizo entonces, lo que hizo que mis rodillas casi se colapsaran porque fue tan hermoso e inesperado. Se rió a carcajadas; un sonido que había estado esperando escuchar de nuevo. Sus carcajadas estruendosas sacaron a papá y a Dylan de su trabajo, mientras miraban a Cole que se agarraba el estómago de tanto reírse. Los ojos de papá me encontraron por primera vez, me di cuenta de que había estado tan preocupado y ocupado por Cole como yo, y por primera vez desde que Cole volvió a nosotros, se veía como yo me sentía: con esperanza. Cole no tiró esos zapatos. De hecho, los acomodó como una especie de trofeo en su puesto, al igual que alguien cuelga dados de felpa en su espejo retrovisor.

Durante meses, seguí mi asalto a Cole, pero no obtuve ninguna reacción, que se pudiera comparar a la broma de los zapatos. Tenía la esperanza de que la broma fuera el punto de inflexión, pero por desgracia permaneció cerrado y distante. Desalentador, sí, pero no renunciaría. Necesitando mi fuerza para continuar con mis esfuerzos, estaba almorzando en la mesa de picnic detrás del taller mientras papá y Dylan hacían inventario. Se me estaba terminando el material y me estaba devanando los sesos por otros trucos que pudiera lanzar hacia Cole. Oí acercarse a 3

Alan Grant: personaje ficticio y protagonista de la película Jurassic Park.

alguien y asumí que era papá. Cuando Cole apareció, casi me ahogo con el bocado de sándwich que había mordido. Sostenía su almuerzo mientras estaba parado justo a mi lado, como si debatiera consigo mismo sobre cuál debería su siguiente movimiento. Y luego se subió al banco junto a mí. Mi corazón se detuvo y contuve mi aliento por temor a que si decía algo, desaparecería. Mi mirada chocó con la azul suya y por un buen tiempo nos sentamos mirándonos uno al otro. Y entonces extendió su mano hacia mí, tomando la mitad de mi sándwich italiano y dándome la mitad de su submarino. Su voz era tan suave que casi no lo escuché. ―En realidad no te vas a dar por vencida conmigo ¿verdad? ―Nunca. ―Gracias. Dentro de mi pecho, mi corazón se llenó. Finalmente.

Mia Sentada en la oficina de papá en el taller, se suponía que estuviera leyendo la información de las pocas universidades de la zona que estaba contemplando asistir, pero en su lugar mi concentración estaba sobre Cole en uno de los puestos en el taller de papá, bajo el capó del Honda. Ha pasado casi un año desde que empezó a trabajar aquí y seguía mirándolo fijamente porque habíamos conseguido a Cole de vuelta y no sólo en cuerpo, él quería estar aquí y sin embargo no se podía negar que era diferente ahora. No era tan ingenua como para no poder apreciar todo lo que Cole había pasado. El hecho de que todavía podía comprometerse y formar conexiones después del infierno que había atravesado era más que extraordinario, pero extrañaba sus sonrisas fáciles, habían pasado cerca de seis meses, cuando éramos niños, antes de que él se sintiera a salvo en nuestra casa y comenzara a mostrar al exterior como se sentía por dentro. La última vez que pasamos mucho tiempo juntos, él tenía quince y yo diez. Me sentía extraña mirando al chico que conocía y ver al hombre en el que se había convertido. Y él era un hombre, de más de un metro ochenta de alto y tan musculoso como mi papá. También había conseguido tatuajes tribales en sus hombros que corrían hacia abajo por sus bíceps en ambos brazos, pero, ¿cuál era su significado? no lo sabía. Un estrépito me sacó de mi estudio de Cole hacia Dylan, quien estaba sosteniendo su mano, pero era la mueca de dolor en su cara la que me tuvo saltando y agarrando el botiquín de primeros auxilios. Para el tiempo en que llegué, papá y Cole ya estaban ahí. ―Pudo haber sido peor ―murmuró papá mientras inspeccionaba el corte en la palma de Dylan. ―Tengo el botiquín de primeros auxilios. Cole alcanzó el botiquín, abriéndolo en el banco de trabajo de Dyl, antes de verter desinfectante en una bola de algodón y tendérsela a papá. ―No creo que necesites puntos. ―No los conseguiría de todos modos. ―Dylan sonaba beligerante, lo que significaba que estaba bien, sólo avergonzado.

―Casi es hora del almuerzo, ¿qué quieren, chicos? ―Tú escoges, Mia. Sorpréndenos ―dijo papá mientras me atrapaba por el rabillo del ojo. ―Bien. Ensalada de espinaca para todos será. Estoy bromeando, les estoy consiguiendo sándwiches de sardinas a todos. Cole, quien ahora se inclinaba contra el auto en el que Dylan había estado trabajando, soltó una risita. Una respuesta tan simple y sin embargo, viniendo de él, se podría llamar épico. Volviendo a la oficina, ordené los sándwiches, y no los de sardina, y luego me forcé a concentrarme en la información frente a mí. Sólo había estado en eso por diez minutos cuando escuché el grito. Subiendo la mirada, mi corazón cayó. Dyl tenía el auto levantado en uno de los elevadores, pero parecía como si no lo hubiera bloqueado. Cole se movió como un relámpago, agarrando a Dylan y sacándolo antes de que el elevador y el auto colapsarán sobre él. ―Jesucristo, Dyl. ¿Qué demonios está pasando contigo? No es propio de ti cometer tales errores por descuido. Tenía que estar de acuerdo con papá en ese punto y después vi a Cole, sangre corría hacia abajo por su brazo. Papá lo vio al mismo tiempo que yo. Llegamos a Cole juntos. ―El elevador me golpeó, no es nada. ¿Estaba loco? ―¿Nada? Estás sangrando lo suficiente como para atraer a todos los zombis en un radio de cuatro kilómetros. Su sonrisa fue rápida, pero impresionante. ―Cole tiene razón. Se ve peor de lo que es. Ve con Mia, déjala que lo limpie. ―Sí, escucha a mi padre y ven conmigo así puedo limpiarte antes de que nos encontremos en el medio de una manada. ―Creo que necesitas parar de ver Shaun of Dead4. ―¿Así que debería volver a las princesas? ―No, los zombis están bien. Llegamos a la oficina y saqué el botiquín. ―No es realmente necesario, Mia. Sólo es un rasguño.

4

Shaun of Dead: Película de zombis de comedia.

―Solo cállate y déjame por lo menos desinfectarlo. Tan pronto como mis dedos tocaron su brazo para sostenerlo firme, sentí una sacudida eléctrica que quemó desde la punta de mis dedos subiendo por mi brazo hasta chisporrotear por mi columna. Mi corazón dio golpes y mi respiración se volvió errática. En lugar de ocuparme de su corte, me quedé inmóvil mirando fijamente mi mano, que sostenía su brazo, tratando de entender qué estaba pasando. ―¿Mia? ―Su voz brusca pareció cuestionar mi comportamiento extraño. ―Lo siento. ―Forzándome a enfocarme en mi tarea, mojé la bola de algodón con peróxido, un déjà vu tuvo a mis ojos parpadeando hacia Cole y de nuevo sentí ese fuego que me quemaba incluso mientras mi cuerpo se sonrojaba de vergüenza. Y fue mientras estaba de pie ahí, con la bola de algodón suspendida a pocos centímetros del corte de Cole, que me di cuenta de los sentimientos perversamente fuertes causando que mi cuerpo se volviera loco de sensaciones que no tenía derecho a sentir. Negando, me alejé un paso de Cole. ―¿Lo puedes manejar? No esperé por una respuesta, presioné el algodón en su mano y luego hui de la oficina. Era Cole; no podía tener sentimientos por él. Estaba mal; era como un hijo para mi padre. E incluso mientras trataba de racionalizar mis sentimientos, supe que era una batalla inútil porque, si he de ser sincera, esos sentimientos no eran nada nuevo.

En el año que siguió mis sentimientos por Cole sólo se hicieron más fuertes. Lo que era más inquietante, no sólo ya no encontré más el concepto de nosotros juntos incorrecto, me encontré deseándolo incluso sabiendo que él era muy mayor para mí. Mi cerebro liberaba una guerra consigo mismo, mi súper-ego diciendo: no, no, no y mi identificación diciendo: tendrás dieciocho el próximo año. Quizá tenía la moral de una ramera, pero esperaba que ganara mi identificación. En un intento por salirme del lado oscuro, empecé a salir con chicos de mi edad. Y honestamente estaban cerca de ser tan estimulantes como una planta de casa y ninguno de ellos llenaba sus camisetas como Cole lo hacía. E incluso mientras mi súper-ego me chasqueaba, mi identificación y yo nos sentábamos en la oficina de papá incapaces de sacar nuestros ojos de la vista de Cole inclinado sobre el capó del auto en el que estaba trabajando. ¿Cuándo consiguió tantos músculos? La forma en que su camiseta lo abrazaba, llenando el algodón de una manera fabulosa, tenía mi boca seca. Y su rostro, últimamente no quería nada más que lamer sus labios,

chupándolos en mi boca por una probada. Estaba mal y a pesar de todo no se sentía incorrecto. Cuando estaba cerca de él, mi cuerpo reaccionaba de una manera que nunca había hecho antes. Es inquietante, este cambio por un chico que conozco desde que tenía siete. Sin embargo no tenía control sobre eso, mi cuerpo tenía mente propia y sólo la vista de Cole tenía a todo mi estómago agitado y mis manos húmedas. Incluso mi piel se sentía como si estuviese en llamas y estaba avergonzada de admitir que empecé a tener dolores donde no tenía que tener. Si mi padre alguna vez descubriera mi fuerte enamoramiento por Cole, el Cole de veintidós años, me enviaría a un convento. Y el almuerzo se volvió mi infierno personal. Cole y yo seguíamos compartiendo nuestras comidas, pero no quería la mitad de su sándwich que no había tocado, quería la mitad que estaba comiendo; quería mis labios donde los suyos habían estado. Estaba tan mal, pero no había manera de detener la locura. No era amor, era lo suficientemente inteligente para apreciar eso, pero no creía que tomara mucho tiempo para que mis sentimientos se convirtieran en amor. Conocí a Cole por mucho tiempo, gustándome desde hace mucho, y ahora lo quería de una manera que me estaba consumiendo. No trajo novias, de hecho, ni siquiera sabía si tenía una, o alguna vez había tenido una, aunque un hombre así sólo se mantenía soltero si quería estar soltero. Estaba agradecida por eso porque verlo de primera mano con otra mujer sería demasiado para que soportara mi joven corazón. Demasiado distraída por mis pensamientos libidinosos no me di cuenta que Cole había llegado a la oficina. ―Mia. Apoyado contra el marco de la puerta, los músculos de sus brazos tan atractivos que quería correr mis manos sobre ellos, también mi boca. ¿Cómo se sentirían? ―Mia. Quitando mis ojos de sus brazos, miré a su cara. Error. Demasiado malditamente hermoso para ser real. ―¿Lista para el almuerzo? Oh, infiernos sí, si la comida eres tú. ―Tierra a Mia. ¡Despierta, Mia!

―Sí, estoy lista para almorzar. Tomemos una rebanada de pastel de cannoli. Podemos compartir… ―Con un tenedor. Mi cuerpo comenzó a palpitar. ―Bien. ―Se movió hacia el teléfono, su atención todavía en mí―. ¿Estás bien? Te ves un poco sonrojada. Quiero que te envuelvas a mi alrededor como una manta, quiero sentir tus brazos rodeándome, quiero que me beses, mi primer beso real. Mi voz se volvió un poco ronca cuando contesté. ―Estoy bien, un poco acalorada. Está un poco caluroso aquí, ¿no crees? Estaba alcanzando el teléfono pero se detuvo a medio camino, sus ojos cortándome. Oh mierda, él sabía. ―En realidad está un poco frío aquí dentro. Tal vez estás incubando algo. No algo, tú. ―Estoy bien, no te preocupes por mí, Cole. Preocúpate por mí, Cole, llévame a casa y cuídame hasta que me recupere, preferiblemente mientras vistes sólo esos vaqueros descoloridos que se asientan tan deliciosamente en tus caderas. No dijo nada más y ordenó nuestro almuerzo. ―Te veo en media hora. ―Estaré aquí. Me estudió por otro minuto antes de que una sonrisa tirara en la esquina de su boca y caminó de vuelta al auto en el que había estado trabajando. ―Soy una idiota. ―Bajando mi cabeza hacia el escritorio, presioné mi frente en el libro abierto. ―Interesante manera de estudiar. Mi papá. Elevando mi cabeza, la apoyé en mi mano. ―Aprendiendo por ósmosis, estoy viendo si ese mito urbano es verdad. Rió entre dientes antes de encontrar la orden que necesitaba y partió de su oficina. ―Déjame saber cómo te funciona eso. ―Lo haré. Necesito seriamente controlarme, ser fría, detener el enamoramiento. Podría hacerlo, podría hacerlo totalmente, y sin embargo cuando a la media hora había

terminado, prácticamente corrí de la oficina, saltando de alegría ante la idea de almorzar con Cole. Era patética.

La negación de citas, eso lo que había llamado a mis intentos para alejar mis sentimientos inapropiados por Cole, saliendo con chicos de mi edad. Incluso había pasado de citas a un novio estable, pero la relación no duró mucho. Lance lo había terminado oficialmente, pero considerando que no me había aparecido en primer lugar realmente, procurar alejarme de mis sentimientos por Cole y hacerlo en verdad aparentemente no son la misma cosa, sentí que la ruptura fue una decisión mutua. El problema fue que Lance empezó a burlase de mí y eso se volvió inaguantable. Virgen, lirio blanco, y monja… esos fueron algunas de las burlas de las que él y su grupo de matones se reían disimuladamente a mis espaldas. Era un imbécil, pero no podía mentir, las burlas dolieron un montón. ―Mia. ―El suave golpe en la puerta era tan diferente al de mi papá. Normalmente sólo se precipitaba dentro de mi cuarto, pero hablamos sobre el espacio personal cuando me volví una adolescente y tanto como esto le molestó, me lo concedió. ―Puedes entrar, papá. Tan pronto me vio, tuvo esa mirada. La que significaba que iba a asesinar a alguien. Amaba esa mirada, particularmente desde que era Lance el que iba a ser asesinado. El cretino se lo merecía. ―¿Qué pasó? ―Lance rompió conmigo. No dijo nada, pero conocía lo suficientemente bien a papá para saber que no estaba infeliz con esa noticia. Confirmó mi suposición cuando dijo: ―No era lo suficiente bueno para ti. ―Según tú, nadie es lo suficiente bueno para mí. ―Con jodida razón. Frustrada, me volví a caer en mi cama y me cubrí los ojos con mi brazo. ―Si fuera a tu manera, sería una vieja solterona con dieciséis gatos. ―No, no desearía dieciséis gatos sobre ti. ―Se sentó en la esquina de mi cama―. ¿Puedo preguntar qué sucedió? Volteándome sobre mi lado, me encontré con la mirada imperturbable de mi papá.

―Él me quería para… ―¿Para qué? ―La voz de papá tomó ese borde de furia. ―Quería que lo tocara, ahí abajo. Yo no quería, así que rompió conmigo. Realmente no me preocupo que haya roto conmigo, pero él y algunos de sus amigos empezaron a burlarse de mí. ―¿Qué diablos estaban diciendo? ―Sólo que era una niña porque no haría… ya sabes. ―Sólo tienes diecisiete. Eres demasiado joven. Y sin embargo mi papá tuvo sexo incluso antes de los diecisiete porque aquí estaba yo, la hija de diecisiete de un hombre de treinta y cuatro años. Decidí no señalarle eso. ―Papá, tengo diecisiete no doce. Empujando una mano por su oscuro cabello, una acción que mientras crecía había incrementado, trabajó para controlar su temperamento. ―Creo que no eres lo suficiente grande para entender todo lo que implica una relación sexual. Ahora bien, eventualmente vas a tener sexo y cuando estés lista, habla conmigo para que estés preparada y segura. Y cuando estés lista, no hagas nada que te haga sentir incómoda. No me importa cuán mayor seas, si estás incómoda, dices no. ¿Entiendes? Rodé los ojos porque estaba acostumbrada a las sobrerreacciones de mi papá. ―Mia, ¿cuáles son las palabras que necesito oír de ti? ―Jesús, lo prometo papá. ―Pero amaba que se preocupara tanto, amaba que no escondiera el hecho de lo que hacía. ―Así que, ¿cuál es el apellido de Lance? ―Una pregunta simple, pero también una muy reveladora. Lo bien que mi papá me conocía. No había estado preocupado por mi relación con Lance, había captado mi tedio, porque ni siquiera preguntó por el apellido del chico. Si hubiera sido alguien por el que estuviera soñando, tendría cada dato que había sobre el chico, incluyendo su tipo de sangre y si era un donador de órganos. ―¡Papá! ―Sólo necesito el apellido, Mia. Le di a mi papá su apellido, sin embargo no sabía lo que intentaba hacer con eso.

Esa noche mi papá y yo estábamos dirigiéndonos a Vincent para reunirnos con tía Dee y Dylan para cenar, pero nos detuvimos en el taller en el camino. Papá estaba en su oficina mientras yo estaba de pie afuera. Cuando Cole se acercó a mi lado, mi cuerpo se volvió loco otra vez. Con esfuerzo, me repuse e intenté ser casual cuando pregunté: ―¿Alguna vez vas a casa? Se apoyó contra la pared a mi lado antes de empujar sus manos dentro de los bolsillos delanteros de sus jeans. Si sólo me inclinara ligeramente, todo mi lado derecho estaría presionado contra su lado izquierdo. En verdad quería inclinarme. ―Quería terminar con el auto. ―Estamos yendo a Vincent para cenar, deberías venir. ―Por favor ven, así puedo mirarte y soñar. Miró a su ropa manchada de aceite. ―No así. ―Ve a casa y cámbiate. ―No esta noche. ―Me ojeó desde la cabeza a la punta del pie, quizás la primera vez que lo hacía, mientras un hormigueo barría todo mi cuerpo―. Te ves realmente bien, Mia. Consigan el desfibrilador5 porque me estaba desmayando. Me estaba llamando linda otra vez. Sólo debería besarlo. Papá nos unió. O no. ―Ven con nosotros, Cole. ―No puedo, pero gracias. Mientras papá y yo salíamos hacia Vincent, la decepción me llenó porque odié que Cole aún se ocultara. Odiaba que incluso aunque quisiera más, él no se permitiría tenerlo. Y odié aún más que no lo hubiera simplemente besado. Una semana después, las burlas en la escuela se detuvieron. De hecho, Lance se salía del camino para evitarme. No sé lo que papá había hecho, pero de alguna forma sabía, que lo que sea que había hecho, Cole había sido parte de eso.

5

Desfibrilador: Aparato parecido al electro-shock.

Mia Era tarde cuando comenzó el estruendo. Al principio pensé que era en mis sueños, pero la luz del pasillo estaba encendida, era claro que mi papá lo había escuchado también. Salté de la cama, me moví por el pasillo y me asomé por la esquina justo cuando abrían la puerta. ―¿Tienen una jodida idea de qué hora es? Al siguiente golpe, una mujer entró en la casa. Nunca la había conocido, había visto unas cuantas fotos, pero sabía quién era ella. Mi madre: Cynthia. ―Tienes que ayudarme ―Mantén tu voz baja, Mia está durmiendo. ―Tammy no ha estado en casa en tres días. Ella nunca ha estado fuera tanto tiempo sin llamar, estoy preocupada. ―Y estás diciéndome esto, ¿por qué? ―No sabía a dónde más ir ―Esta mierda no es mi problema, tú no eres mi problema. ―Tenemos una hija juntos, eres lo más cercano que tengo a una familia. ―¿Familia? Perra, abrir tus piernas para tomar mi pene no te hace familia. Te fuiste, ni siquiera esperaste a ver si tu hija estaba sana. No soy tu familia y tampoco lo es ella. Te aseguraste de eso cuando nos dejaste para comenzar tu nueva carrera de prostituta. ¿Mi madre era una prostituta? Santo cielo, esa es la información que deseé no tener. No es de extrañar que papá la odiara tanto, dejarnos solo para vender su cuerpo por dinero. ―No vamos a discutir eso de nuevo. No estoy hecha para ser madre y lo sabes. Les hice un favor cuando me fui. ―Sí, se siente realmente bien saber que la madre de mi hija prefiere joder con extraños que estar con su hija.

―Siempre he querido salir de la pobreza en la que crecí, sabías eso. Teníamos planes y luego me entero que estoy embarazada y eso es todo en lo que podías pensar. En lugar de dejar el vecindario, tú, maldito comenzaste un negocio en él. Si alguien cambió. Fuiste tú, no yo. Mi padre tiró de su cabello era una clara indicación de que estaba muy frustrado. ―¿Tammy se fue hace tres días? ―Si, sin ninguna llamada. Ella siempre llama. ―¿Fuiste a la policía? ―¿Y decir qué? Mi prostituta compañera de cuarto no ha estado en casa por tres días. Se reirían mientras me sacan del edificio. ―¿Sabes a quién estuvo viendo cuando desapareció? ―No, pero estaba este chico nuevo. Ella no estaba muy convencida de contarme mucho, pero estaba emocionada. Sonaba como si tuviera dinero y no tenía miedo de gastarlo. La risa de papá no tenía nada de humor, solo disgusto. ―En serio, puedes odiarme con Dee más tarde, pero por favor, ¿podrías preguntar por ahí? ―Bien. ―Gracias. Volví a mi habitación, me quedé mirando el techo sin poder creer lo que acababa de oír. ―¿Escuchaste todo eso? La voz de mi padre me sorprendió tanto que casi caigo de mi cama. Encendió la luz antes de sentarse en el borde de la cama. ―¿Mi madre es una prostituta? ―Sí. ―Lo era cuando… ―No. ―Es por eso que la odias, eligió esa vida por encima de ti. ―La odio porque eligió esa vida por encima de ti. ―Me observó de esa manera en que él lo hacía, midiendo como había tomado la noticia―. ¿Estás bien? ―No la conozco, es una extraña. Así que sí, estoy bien.

―Siento la forma en que tuviste que enterarte. ―Está bien. ¿Vas a ayudarla? ―Voy a preguntar por ahí, no puedo hacer mucho más. ―Eres un buen hombre, papá. No dijo nada, solo se acercó y beso mi frente.

Papá había salido y tía Dee había terminado. Había estado haciendo eso mucho últimamente, se iba después de que estaba en la cama. Sospechaba que tenía una novia. Debería preguntarle pero lo haría sentir incomodo, sobre todo desde que estaba en nada de sexo para Mia. Así que no lo haría para que no me enterara que estaba teniendo sexo. No estaba interesada en el sexo, bueno lo estaba pero no con cualquiera y al único que deseaba no me deseaba. En realidad no me importaba que mi papá me ocultara a sus amiguitas. Lo prefería así, porque probablemente me sentiría sobre ellas de la misma forma que él se sentía sobre los chicos con quien salía. Nadie sería lo suficientemente buena para él, especialmente no después de conocer más sobre mi mamá. Tía Dee estaba inusualmente tranquila esta noche, su ánimo era normalmente alegre. ―¿Estás bien, tía Dee? ―Lo siento, estoy un poco distraída. ―¿Todo bien? ―Sí, es solo que la ferretería donde trabajo está cerrando. Eso fue noticia, ya que el lugar era unos de los pilares fundamentales del vecindario, siendo dirigida por la misma familia durante generaciones. ―Eso es una sorpresa. ―Sí, una nueva ferretería abrió en esa misma calle y no pueden competir. Tony no quiere cerrar, pero no tiene opción. Mantenerla abierta esta comenzado a afectar sus ahorros. ―Eso apesta. ―Lo hace, pero parece una tendencia en el vecindario. La competencia está forzando a los negocios más antiguos y familiares a cerrar. Lo entiendo, el progreso y todo, pero es lamentable que el progreso sea a expensas de los propietarios de pequeños negocios, porque es la historia de la zona lo que nos hace especiales.

El nerviosismo se extendió por mi cuerpo porque papá tenía un pequeño negocio. ―¿Crees que papá está en riesgo? Lo que dijo no era lo mismo que expresaban sus ojos. ―Oh no, estoy segura que Mace estará bien. Realmente esperaba que eso fuera verdad, pero había una parte de mí que no estaba segura.

―Cole deberías pintar ese Trans Am6 de rosado. Pienso que al dueño le gustaría mucho. Sus labios se torcieron y sacudió la cabeza, algo que había aprendido a lo largo de los años significaba que él pensaba que era ridícula. Me gustaba pensar que creía que yo era adorable y ridícula, pero conseguir una reacción de él en absoluto era un deleite. ―Podrías poner una plantilla de un unicornio en la parte delantera, ya sé que lo puedes dibujar. Sus ojos me encontraron, esos hermosos ojos azules. Me referí al dibujo que hizo de mí cuando era más joven, un dibujo que aún tenía. ―No. ―Sabes, de tan a menudo que te escucho hablar, todavía me sorprende cómo puedes conseguir terminar un trabajo cuando cotorreas todo el día. ―¿Cotorreo? ―Si, como mandibulín7 ―¿Qué diablos es un mandibulín? ―¿Un hombre viejo como tú no sabe quién es mandibulín? Vaya, no hay palabras. ―Por supuesto que solo sabía de esa vieja caricatura, el predecesor de Bob Esponja, a causa de repeticiones en Boomerang, pero no se lo diría a Cole. ―¿Hombre viejo? Seguro que era cinco años mayor que yo, pero no era un hombre viejo; era perfecto. Cada centímetro de él era perfecto y el hecho de que estaba todavía loca Trans Am: auto Pontiac Firebird segunda generación. Jabberjaw: Serie animada de un tiburón blanco, producida por Hanna-Barbera production Inc. En el año 1976. 6 7

por él estaba probablemente mal, pero eso no me impedía soñar que envolvería sus brazos a mi alrededor y me besaría. Mi voz sonaba un poco estrangulada y rogaba porque Cole no se diera cuenta. ―Sí, veintidós. Me sorprende que no necesites un andador para moverte. Su atención se centró por completo en mí; la llave en su mano quedó en el olvido. Tenía la mirada increíblemente intensa y cuando esa mirada se dirigió a mí, no tuve ni idea de lo que estaba pensando, pero sentí la mirada en cada nervio de mi cuerpo. ¿Qué estaba haciendo? Tenía que parar esto. Cole estaba fuera de los límites; seguía recordándome eso, pero sinceramente se hacía cada vez más y más difícil convencerme de ello. Por suerte fui sacada de mi inapropiado pensamiento al ver a mi padre salir de su oficina. Solo con mirarlo y los pensamientos de Cole desaparecieron porque el rostro de papá lucía cansado y el hombre con él no parecía muy feliz. ―No ahora, ni después. No estoy interesado. ―Estas dejando pasar una fortuna. ―Carter, no me interesa. ―Bueno, si cambias de opinión, házmelo saber. ―No va a pasar, pero si pasa serás el primero en saber. ―Es justo. Estudie al hombre, su rostro extrañamente familiar. ¿Qué quería? Estaba claro que era persistente ya que papá no habría perdido la calma tan rápido. Papá se unió a nosotros, el hombre se detuvo junto a él. Sus intenciones eran claras; estaba esperando por una presentación. Papá estaba reacio pero de mala gana, dijo. ―Carter Stein, mi hija Mia y Cole Campbell. Carter apenas miro a Cole, centrando su atención en mí. Él era atractivo y bien vestido, pero tenía la sensación de que el refinamiento era superficial. Tomó mi mano; tanto mi padre como Cole se tensaron en respuesta, antes de que la apretara suavemente. ―Encantado de conocerte. Espeluznante, sobre todo porque mi padre estaba de pie allí mismo, papá se movió dando un paso delante de mí, obligando a Carter a liberar mi mano. ―No había notado que su hija era ahora una mujer. Dime, Mia, ¿qué edad tienes?

Tal vez lo estaba mal interpretando, sus intenciones podrían ser solo amabilidad, pero sonaba como un viejo verde. Sus ojos no me veían, me escaneaban. Mi incomodidad no pasó desapercibida porque Cole se movió, colocándose al lado de papá, bloqueándome completamente de Carter. ―Su auto está aquí ―dijo Cole, pero había un filo en su voz, uno que no había escuchado antes. Algo oscuro destello en los ojos de Carter demostrando que el refinamiento estaba solo en la superficie, antes de sonreír. ―Sí, tengo mucho que hacer. ―Sus ojos encontraron los míos―. Fue muy agradable conocerte, Mia. Desde que me enseñaron a no mentir, no regresé el comentario. No tuvo que esperar por uno mientras caminaba desde el taller de mi padre como un hombre que no le importa el mundo. ―Que cretino ―dije tan pronto su auto arrancó de la acera. La atención de Cole volvió a papá. ―¿Todo bien? ―preguntó Cole ―Sí. Era el tono de la voz de mi padre lo que hizo que volviera mi atención a él. ―No suenas como que todo esté bien. ―Está bien. ―Me estudió por un minuto―. Eres tan inteligente como para tener cuidado con él. Los hombres así, que se creen con derecho, no juegan con las mismas reglas que el resto de nosotros. Camina hacia otro lado, si alguna vez lo ves. ¿Entendido? ―Sí, pero no tienes que decírmelo. Desprendía esa vibra de ser un vendedor de aceite de serpiente. ¿Qué es aceite de serpiente de todos modos? Mi padre rió, lo que alivió la tensión un poco. ―No tengo ni idea. Entonces, ¿qué está pasando aquí? Papá quería cambiar el tema así que lo cambie, pero me di cuenta que aún estaba tenso y curiosamente también Cole. ―Cole estaba justamente diciendo que le gustaría pintar este auto de color rosado. ―La risa de mi padre resonó en el garaje. Después papá volvió a su oficina, seguí a Cole afuera hacia la mesa de picnic. ―Cole, ¿que fue todo eso? ―Deberías preguntarle a tu papá.

―¿Está todo bien, con el taller quiero decir? ―Sí, pero has visto el vecindario, está cambiando. Ese tipo, supongo que es parte del cambio. ―¿Por qué querría el taller de papá? ―Por la ubicación, pero también por el tamaño. Podría poner algo bastante grande aquí. ―Retrocedí ante esa declaración. ―Papá no lo venderá. ―No, pero no puedes culpar al hombre por preguntar. Mi primera reacción a esto fue que muy bien podría, pero supongo que en realidad no había daño en que preguntara. ―Supongo que no. La mirada de Cole fue intensa cuando añadió: ―Tu papá no va a hacer lo que él quiere. ―E incluso cuando exhalé de alivio ante sus palabras, la semilla de la duda se alojó en mi estómago.

Cole Mace se paseaba por mi sala de estar; estaba enojado y tenía todas las razones para estarlo. Había estado escuchando los rumores en el vecindario, la presión que se estaba aplicando a los negocios y las tácticas no tan éticas que utilizaban para obligar a aquellos negocios a buscar la jubilación anticipada. Stein caminando directo a la oficina de Mace y aplicando un poco de presión fue bastante osado. Los detalles que tenía a Mace dando vueltas era que Stein había hecho recientemente un nuevo conocido, mi antiguo empleador Donny Alfonsi. Tenía que darle a Donny crédito; era más inteligente de lo que había juzgado. No había estado bromeando cuando habló de reducción de personal durante mi entrevista de salida. Él no solo despidió, se fue prácticamente a lo clandestino. Reapareciendo ahora, después de mantener un bajo perfil, y estableciendo contacto con Carter Stein, era inteligente. La mayoría no lo conocía, de sus actos, sin duda, pero muy pocos podían señalar al hombre responsable de esos hechos. Si alguien había llegado a dominar el arte de ser un fantasma, era Donny. Un aliado político, un guardaespaldas, sin embargo Donny eligió cubrirse, nadie se daría cuenta de sus actividades nefastas del pasado, solo los que conocíamos al hombre. Y eso era lo que me tenía inquieto. Mi asociación con Donny puso a Mace y a Mia en

peligro y un hombre buscando mejorar su situación en la vida, como Donny estaba haciendo, no querría la amenaza constante. Querría atacarme, y conociendo su modus operandi, lo haría a través de ellos. No le daría la oportunidad, pero decir que me mantenía tranquilo por la noche sería una mentira. Mace dejo de pasearse y se volvió hacia mí. ―¿Estás seguro de que Donny está en la nómina de Stein? ―Está o muy pronto lo estará. ―Vamos a tener que mantener nuestros oídos alertas. Tengo algo que Stein quiere y sabemos la clase de hombre que es Donny. ―Sin mencionar, que se está moviendo rápido; es probable que no tenga idea de mis palabras o estaría de regreso en la alcantarilla. ―Nunca le has dado ninguna razón para creer que lo delatarías. ―Lo sé, pero la mente de Donny no funciona como la mayoría de la gente. No me siento cómodo tomando decisiones cuando se trata de él. ―Vamos a tener que mantenernos cerca de Mia. Viste la forma en que ese bastardo la miraba. Oh, lo vi. Tomo un tiempo que ni siquiera sabía que tenía, evitar retorcerle la vida al maldito. ―Ella ira a la universidad pronto. ―Sí, y tengo una idea sobre eso. Lo discutiremos más adelante, pero ahora necesito saber tu opinión sobre dónde una prostituta de alto nivel haría su trabajo. ―¿Hay algo que quieras decirme? Mace captó el humor en mi pregunta, una sonrisa tirando de su boca. ―La mamá de Mia es una prostituta, así que es su compañera de cuarto quien está desaparecida. Le dije a Cynthia que preguntaría. La mamá de Mia era una puta. Eso era noticia. ―¿Sabe Mia sobre su mamá? ―Sí, lo descubrió cuando Cynthia apareció en mi casa. ―¿Cómo se lo tomó? ―Conoces a Mia, muy poco la afecta. Le afectaba a ella y aun si esto estaba mal, me encantó que estuviera tan pendiente de mí como yo lo estaba de ella. Mace no tenía que saber los sentimiento

que estaba albergando por su hija, que eran cualquier cosa menos familiar, por lo que me centré en su pregunta. ―Sí, hay algunos lugares. Será fácil llevarte, además si la compañera de piso se metió en problemas, querrá alguien cuidando su espalda. ―Gracias, Cole.

Mía Sentada en una banca del parque, observé a papá entrenar al pequeño equipo de béisbol. Lo ha estado entrenando por años, incluso cuando yo jugaba en él. Golpear las pelotas se me daba bien, pero correr a las bases no tanto. Como cuando era más joven, me sentaba comiendo un helado, pero no lo suficientemente rápido haciendo que se derritiera en mi mano, dejando mis dedos pegajosos. Un hombre trabajaba con papá, parecía co-capitán. Se veía como si estuviera recién salido de una cancha de fútbol, construido como un deportista: Músculos largos y delgados. Su cabello era café claro, ojos color avellana y una sonrisa fácil. ―Hola Mi cuerpo se tensó cuando vi a Cole sentarse junto a mí en la banca. ―Hola Alcanzó mi mano, llevando el cono de helado a su boca donde tomó un gran bocado de él. Mi estómago hizo algo extraño, mis ojos pegados a sus labios cubiertos de crema. Quería lamer el helado de esos labios. ―¿Qué tal? ―Bien ―Está mucho mejor que bien. ―¿Quién es ese? ¿Quién qué? ¿Qué estaba diciendo? Deja de hablar solo déjame lamerte. ―¿Mia? Levanté mi vista de sus labios, a sus ojos, los cuales estaban llenos de diversión. ―¿Qué? ―dije intentando concentrarme en la conversación. ―¿Quién es el chico? ―Ah, creo que el co-capitán.

―¿Cómo se ve el equipo? ¿Quería hablar del equipo? Mejor hablemos de mi helado y cómo me gustaría derramarlo sobre su cuerpo desnudo y lamerlo todo, cada gota de ello. Parece que esperé demasiado tiempo para responderle de nuevo puesto que ahora me miraba como si acabara de escapar del mundo de las hadas. Dejando mis pensamientos lujuriosos atrás le respondí: ―Buenos bateadores, algunos son buenos jardineros, y ese chico de ahí que puede correr las bases como Superman. La demora en mi respuesta era comprensible, debido a las hormonas y todo eso, pero ahora que no estaba imaginando a Cole como la cuchara de mi helado, la curiosidad reemplazó el deseo. ¿Por qué estaba aquí? Nunca había venido a las prácticas. De hecho, ni siquiera sabía que él supiera que mi papá era el entrenador. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―Mace lo mencionó el otro día, pensé que debía pasar. Parecía extraño, especialmente considerado que él tendía a mantenerse alejado de todo lo que no estuviera relacionado con el trabajo. Una parte de mí quería decir algo más acerca de eso ya que era una persona preguntona, pero Cole se sentó a mi lado, en el parque, compartiendo mi helado, nuestras piernas casi tocándose. No estaba demasiado interesada en su repentino interés en la pequeña liga de béisbol. Nos sentamos en un silencio cómodo y después de una media hora cuando la práctica llegó a su fin, papá y su amigo caminaron hacia nosotros. ―Hola Mia. Cole. Este es Bruce. Trabaja para el departamento de policía de Filadelfia, son quienes están patrocinando el equipo este año. ―Genial. Encantada de conocerte Bruce. ―Igualmente. Cole asintió en su dirección, pero no dijo hola ni ofreció su mano. Si Bruce pensó que era rudo, no lo podías notar en su rostro. ―Voy a llevar a los niños al camión por helado. ¿Quieres algo Mace? -―No, estoy bien. Nos veremos en la próxima práctica, ¿cierto? ―Sí. ―Bruce se volteó hacia mí―. Encantado de conocerte Mia. Cole. ―Adiós. Se movió en dirección a los niños, sabía que estaban ansiosos por su helado ya que esa también era mi parte preferida de la práctica. ―¿Te nos unirás para la cena, Cole?

―No. Te veo mañana. ―Y luego ya se había ido. ―¿Por qué hace eso? ―pregunté, un poco molesta porque Cole pudiera pasar de caliente a frío tan fácilmente. ―Es un hombre solitario, Mía. ―Y aun así aquí estaba. ¿Por qué estaba aquí? ―Tal vez esté intentando ser menos solitario con nosotros. Moviéndome de la banca, ayudé a papá con el equipo. ―Necesita intentarlo más duro. Mi papá se rió en respuestas, y fue un buen sonido.

De camino al taller de papá desde la escuela, mis pensamientos estaban en la pila de tarea que tenía que hacer. La escuela apestaba. Cuando iba cruzando la esquina antes del taller de papá, vi un carro negro y costoso al final de la calle. Me quedé quieta con asombro ya que los estúpidos de South Pilly no suelen usar grandes carros costosos como ese. No pude evitar asomarme por la ventana mientras iba pasando y noté una sombra pálida de cabello rubio. Las puertas se abrieron y dos hombres bajaron del auto. Parecían personajes de caricatura: uno era ridículamente alto y delgado con ese cabello pálido y su amigo era todo lo contrario; bajo, pesado y con cabello oscuro. La atención del hombre de cabello pálido estaba en mí, pero no era la atención que quería porque tenía ojos locos, un azul que lucía congelado de lo pálidos que eran. Pero la oscuridad tras sus ojos me tenía moviendo mis pies más rápido pues mis instintos me decían que tenía que alejarme lo más rápido que pudiera. ―¡Mia! ―Papá caminaba desde el otro lado de la calle a paso rápido para llegar a mí. La atención del hombre de cabello pálido ahora estaba en mi padre y le dio una sonrisa espeluznante, antes de que ambos hombres subieran al auto. Momentos después, la máquina cobró vida y el auto se alejó. Mi papá me abrazó; su corazón latiendo realmente duro en su pecho. ―¿Estás bien? ¿Te dijeron algo? ―No. ¿Quiénes eran ellos? ―Nadie por quien debas preocuparte. Mantenido un brazo alrededor de mis hombros, caminamos hasta el taller. ―¿Cómo estuvo la escuela?

Y aunque intentaba sonar casual, se sentía todo menos eso. Esperando aliviar la tensión, le seguí la corriente. ―Bien. Pero tengo tarea. ―Puedes usar mi oficina. Le diré a algunos de los chicos que te consiga una merienda. ¿Qué quieres? ―Pastel de cannoli de Vincent´s. Papá dejó de caminar y me miró, con una genuina sonrisa que ayudó a aliviar mi preocupación. ―No sé por qué me molesto en preguntar. ―Yo tampoco. Sus brazos se apretaron a mi alrededor mientras volvimos a caminar. ―Te amo, niña. ―Te amo, papá.

Esa noche para la cena, papá y yo comimos mi intento de recrear el pollo parmesano de Vincent´s. Era comestible, pero ciertamente no era la obra maestra de Vincent´s. Tal vez él me enseñaría a hacerlo si le preguntara. Mientras estaba lavando los platos después de la cena, me pareció ver un auto estacionado al otro lado de la calle. No había nada raro al respecto excepto que quien estaba en el carro era la contraparte del tipo de cabello pálido, el tipo bajo con el cabello oscuro. Solo se sentó ahí, su cabezada en dirección a la casa, su atención inquebrantable. Incluso yo entendía que algo estaba pasando, primero aparecen en el taller, y ahora aquí. ¿Qué querían? Y, ¿por qué no nos dejaban solos? ―Papá, el amigo del tipo de cabello pálido está estacionado al otro lado de la calle. Papá llegó a mi lado en un latido y sentí que su cuerpo se llenaba de rabia cuando se tensó. ―Maldición. Alcanzando su teléfono, hizo una llamada mientras caminaba rápidamente a la puerta delantera ―¿Papá, eso es sabio? ―Quédate aquí Mi papá era una torre de rabia e incluso así el hombre al otro lado de la calle

ni siquiera pestañeó. Bajándose de su auto, se paró pie a pie con mi padre, aunque este último le llevaba varios centímetros. Incluso desde la distancia, vi que era una discusión acalorada. Pasos detrás de mí casi me hicieron soltar el plato que tenía en mis manos mientras volteaba únicamente para ver a Cole dirigiéndose al refrigerador. ―¿De dónde diablo saliste? ―Estaba en el área. Una parte de mí estaba escéptica ante su respuesta, pero Cole Campbell estaba de pie en mi cocina. Realmente no me importa si bajó por la chimenea como Santa. ―¿Tienes hambre? ―Sí. ―Hice pollo a la parmesana, pero una advertencia razonable, no está muy bueno. Cole se estiró por un plato, y el hecho de que lo hiciera desde donde estaba me hizo feliz, antes de agarrar un tenedor y un cuchillo e instalarme en la mesa. Repartí su comida, le serví un vaso de agua y le llevé una servilleta. Todo era tan acogedor y nos podía ver dentro de diez años, en una casa propia, sentados así todas las noches, compartiendo una comida, una cama… juntos, Mia. Mariposas despegaron en mi vientre mientras esperaba que tomara su primer bocado, luego esperé para ver si la escupía, o la tiraba, pero en cambio sus ojos se levantaron para encontrarse con los míos. ―Está bueno. ¿Estaba mal que quisiera hacer un baile feliz, alrededor de toda la cocina, que acabara conmigo en el regazo de Cole y mis labios en su querido parmesano de pollo? Cambiando de tema antes de seguir con ese impulso, le pregunté: ―¿Quién es ese hombre? ―Problemas. ―¿Y tu amigo de cabello pálido? La expresión de Cole se volvió oscura, pero era la mirada en sus ojos la que tenía a mi corazón latiendo más rápido, porque era la primera vez desde ese día en el callejón que Cole parecía enojado y peligroso. ―Mantente alejada de él. ―Lo intentaré. ―Si se te acerca, corre.

―Está bien. ―¿Tienes celular? ―Sí. ―Ve por él. No le pregunté, no con todo el remolino de peligrosa energía a su alrededor, y tomé mi celular. Él lo tomó y marcó un número. ―Si lo ves o a su amigo en alguna parte del área general, llámame. ―Bien. ―Quiero decir eso, Mia. ―Te llamaré, Cole. Él reanudó su comida y tan emocionada como estaba de tener su número, me preocupaba también porque esos chicos eran malas noticias y por alguna razón, parecía que tenían un problema con papá. Mi padre irrumpió en la cocina unos minutos más tarde, la ira hacía que se ruborizara, sus músculos estaban tensos. Su concentración fue directa a Cole. ―Mia, danos un minuto y no escuches. Ni siquiera había llegado a la puerta cuando papá me agarró del brazo, tirando de mí a él para besar mi cabeza. ―Gracias por la cena, chica. ―De nada. Buenas noches, Cole. ―Buenas noches, Mia. Y por primera vez en la historia, no escuché a escondidas, sino que fui a mi habitación y miré el número de Cole en mi teléfono.

Habían pasado ocho días desde que Cole puso su número en mi teléfono y durante ocho días tuve que detenerme de usarlo. Tenía el número de celular de Cole y aunque era sólo un número de teléfono, sentía como si me hubiera tocado el premio gordo. Estúpido, realmente, pero tenía algo extra en mi paso, una constante sensación de excitación revoloteaba justo detrás de mi caja torácica porque tenía esa conexión con Cole. Estaba siendo una tonta completa y sin embargo no me importaba en lo más mínimo. Soñadoramente, mire en el barrio mientras caminaba hacia el taller de papá y me sorprendí al darme cuenta que tía Dee había tenido razón sobre el progreso sucediendo; nuestro barrio había tenido un cambió durante la

noche. Muchas de las tiendas más antiguas habían cerrado y nuevos edificios estaban siendo construidos. ¿Las tiendas más antiguas se habían visto obligadas a cerrar como la ferretería Tony’s? Creo que Cole había tenido razón sobre Carter Stein interesado en la tierra sobre la que estaba el taller de papá. ¿Era él el responsable de todo el cambio ocurriendo en nuestro barrio? ¿Era él el que alejó a las empresas más antiguas? Si es así, el progreso realizado, y Carter, no eran tan grandes en mi libro. Y mientras reflexionaba sobre eso, vi al hombre con el cabello pálido de nuevo. Habían pasado un par de semanas desde la última vez que lo había visto. Al otro lado de la calle y más abajo de mí, estaba apoyado en su auto. Pero el hecho de que sus ojos llenos de sombras estuvieran mirando en mi dirección tuvo a mis pies moviéndose más rápido. Él se movió de su auto, en dirección hacia mí a grandes zancadas. Mi corazón galopaba en mi pecho, porque, ¿qué pensaría hacer cuando me alcanzara? Mi velocidad bajó mientras sacaba mi teléfono. E incluso queriéndole marcar a Cole, odiaba que fuera la razón por la que tuviera que hacerlo. Mis dedos temblaban mientras marcaba su número. Contestó a la primera llamada. ―¿Mia? ―El raro de cabello pálido me está siguiendo. ―¿Dónde estás? ―En la calle del taller. ―Voy para allá. Prácticamente corriendo, todavía me sentía ganándole a cabello pálido. El miedo que había pasado un largo tiempo desde que había sentido y esto hizo que lo que sentía por Cole palideciera en comparación. En el siguiente momento, una motocicleta rugió por la calle, parándose justo a mi lado, actuando como un amortiguador entre el espeluznante hombre y yo. Cole. Nunca había sentido alivio de la manera que lo hice en ese momento. No dijo nada, simplemente se quitó el casco y me lo ofreció. Sin perder tiempo, me puse el casco y me acomodé detrás de Cole en su moto. Era un testimonio de mis sentimientos por Cole, porque el terror que había sentido, ocupaba ahora un lugar secundario mientras una emoción más agradable se movía a través de mí por estar tan cerca de él. Una acogedora calidez se desplegó en mi vientre mientras me acurrucaba más cerca de su cuerpo grande y fuerte. Mis dedos se cerraron alrededor de su cintura y la necesidad de presionar mi pecho en su espalda casi me hizo hacerlo. Esto estaba mal, este era Cole, y sin embargo no se sentía mal en absoluto.

Avanzamos por la calle e incluso sintiendo la euforia que tenía, estaba preocupada por quedarnos también porque ese hombre había estado determinado a llegar a mí, pero, ¿con qué propósito? Agitado en una de las bahías, la expresión de mi padre daba miedo. ―¿Quién era? Estaba dirigido a Cole. Y aunque Cole no habló ni una palabra, de alguna manera todavía respondió porque papá parecía aún más enojado. Se paseó, claramente con muchas cosas en la cabeza, antes de volver su atención sobre Cole. ―Gracias, Cole. ―Sí. ―La única respuesta de Cole antes de caminar de regreso al auto en el que había estado trabajando y aunque lo hacía ocasionalmente, la furia parecía irradiar de él también. ¿Por qué? Cuando miré a mi padre esa pregunta se fue, igual que cualquier otro pensamiento en mi cabeza, porque sabía que algo estaba muy mal. En lugar de compartirlo conmigo, sin embargo, sólo dijo: ―No más caminar hacia o desde la escuela. ―Debido al hombre. ―Sí. ―No me vas a decir lo que está pasando, ¿verdad? ―Es más seguro para ti permanecer en la oscuridad, pero no más caminatas. Entendido. ―Sí. ―Lo siento, Mia. ―¿Todo va a estar bien? Me respondió de inmediato, pero en lugar de sentirme reconfortada, me sentí inestable porque sus ojos lo delataban. La mirada en ellos contradecía lo que decía. ―Sí. Cole me encontró más tarde, mientras trabajaba en mi tarea en la mesa de picnic. ―¿Mia? ―Sí. ―¿Has tenido clases de defensa personal?

El tiempo de su pregunta no era una coincidencia. Así que lo que sea que estaba pasando tenía tanto a papá como a Cole nerviosos. ―Papá me enseñó algunas cosas. ―¿Como qué? ―Ir por los ojos, la nariz, el cuello, las rodillas o la ingle. ―¿Y puedes? ―No sé, pero creo que sí. ―Ponte de pie. Por mucho que la idea de pelear con Cole me ataba a todos niveles, ya no estaba tan segura de que fuera una gran idea. ―¿Por qué? ―Mia, no me retes. —Está bien. ―Sonó tan parecido a mi padre en ese momento. Dejando caer el lápiz, me moví de la mesa y quedé de pie justo enfrente de él. ―Voy a ir hacia ti, desvíame. ―No quiero hacerte daño. ―No lo harás. Quiero ver tus movimientos. ―Está bien. Y luego atacó; no estaba preparada para lo rápido que fue. Sus brazos se envolvieron alrededor de mí con tanta fuerza que tuve problemas para respirar. Me soltó, su cara se apretó con un poco de emoción antes de que dijera entre dientes: ―Una vez más. Y de nuevo se movió demasiado rápido. ―De nuevo. Durante una hora me sometió, pero hacia el final de esa hora no recibió ni un resbalón de mí. ―Te traeré un poco de espray de pimienta mañana. Llévalo en el bolso y asegúrate de mantener tu teléfono cargado. ―Cole, ¿debería estar preocupada? ―No, sólo sé inteligente. ―Me tomó la mano y la sensación de mi pequeña mano retenida en la suya grande, callosa, me dejó sin aliento―. Cualquier cosa puede ser utilizada como arma. Tu mochila, incluso tu teléfono pondrá dar un golpe. ―Me llevó a través del taller señalando artículos diarios que se podrían convertir en

armas. Incluso sugirió que la tapa del baño, si la balanceabas correctamente, podría noquear a un atacante. No era como si necesitara esa pequeña parte de información, pero la guardé ya que parecía ser tan importante para Cole. El hecho de que estuviera preocupado, de que le importara, también agitaba esas sensaciones que había intentado no sentir por él. Después del tour de armas, se acercó a la mesa de picnic antes de dirigirse de nuevo al taller. Le dije: ―Gracias por la lección. Él dijo de regreso: ―Puedes darme las gracias manteniéndote a salvo.

Experimenté un caso malo de déjà vu cuando le abrí a Cole la puerta unas pocas semanas después de que papá hizo el decreto de llevarme a la escuela, porque había estado en otra pelea. Papá estaba detrás de mí. ―Qué diab… dijiste que estabas fuera. ―Lo estoy. ―Entonces, ¿qué es esto? La mirada de Cole fue a mí. ―Mia, danos a Cole y a mí unos pocos minutos. ¿Puedes ir por el estuche de primeros auxilios? ―Claro. ―Estaba en medio del pasillo, pero todavía oí la respuesta de Cole. Fue en el bar, oí a algunos hijos de puta hablar. No me gustó lo que estaban diciendo. ―¿Qué estaban diciendo? Una pausa antes de que Cole dijera: ―Puedes adivinarlo. ―Maldita sea. ―Hay más de los que estuvieron hablando. ―¿Eso significa? ―Socios de Donny. ―¿Y no crees que sea una coincidencia? ―No.

―Esta mierda tiene que parar. ―De acuerdo. Otra pausa antes de que papá dijera: ―Gracias, Cole. Vamos a conseguir un poco de hielo para tu ojo. Mis piernas no eran muy confiables cuando llegué al baño. ¿De qué diablos había sido esa conversación? Al regresar a la cocina, papá y Cole estaban bebiendo cerveza en la mesa. ―¿Alguien quiere compartir conmigo lo que está pasando? Dos pares de ojos se volvieron en mi dirección, pero no dijeron nada. ―No me dejan caminar a la escuela, Cole me está enseñando autodefensa y me compró espray pimienta; viene aquí con el aspecto de necesitar hablar contigo después de que dos individuos raros nos han estado acosando. No soy una completa imbécil y sí, me doy cuenta que soy la pequeña mujer, pero ya es suficiente. ¿Qué está pasando? Papá habló, con carácter detrás de sus palabras. ―No es porque seas una pequeña mujer. No necesitas estar involucrada. Todo de lo que necesitas preocuparte es de graduarte de la escuela y mantenerte a salvo. ―¿Y Cole? Alguien usó su rostro como saco de boxeo. ―Varios quedaron heridos y se ven peor ―murmuró Cole y honestamente, eso me molestó. ―¿En serio, tu ego está dolorido porque asumí que recibiste una patada de mierda por una sola persona? ―Apenas manteniéndolo real. ―¿Bromeas ahora? Has estado haciendo una interpretación razonable de un cyborg, desde que volviste con nosotros y ahora estás siendo divertido. Los dos son imposibles. Papá se puso de pie, envolviéndome en sus brazos. ―Queremos lo mejor para ti y lo que es mejor es no quedarte atrapada en esta mierda. No es la primera vez que Cole ha estado en una pelea y no será la última. ―Pero hubo algo más en esta pelea. ―Sí, pero de nuevo no es algo de lo que tengas que preocuparte. ―Está bien. Me voy a la cama.

No esperé una respuesta antes de salir de la habitación. Una hora más tarde, alguien llamó a mi puerta. ―Adelante. Esperando a mi padre, estuve más que un poco sorprendida de ver a Cole de pie en la puerta. Usando pijama, tuve suerte de haber agarrado el pantalón de yoga y el top y no el pequeño camisón de seda. Sus ojos se movieron sobre mí, no sabía si se trataba de un acto consciente, pero lo hicieron y sentí su mirada como la caricia de un amante. El calor y algo más oscuro quemaban su mirada cuando volvió a la mía. ―Hay una mierda pasando. Molesta y caliente, pero nada de lo que tengas que preocuparte. ―Correcto, dices eso y te quedas de pie allí con tu cara toda magullada. Él cerró la distancia entre nosotros, metiéndose en mi espacio, y mi cuerpo respondió volviéndose tibio pero teniendo escalofríos, todo a la vez. ―Hicieron comentarios inapropiados acerca de ti con los que tuve qué objetar. ―¿De mí? ―Sí. ―Su dedo acarició mi mandíbula; un gesto dulce, delicado e intensamente íntimo. ―¿Cole? ―Mi cuerpo se movió al suyo, lo que pareció romper el hechizo que estaba sobre los dos. Se apartó. ―Estoy respaldando a tu padre. Y como era su costumbre, se volteó y se fue sin decir otra palabra. A pesar de cuán agitado se veía en ese momento, me tomó más tiempo recuperarme incluyendo un baño realmente frío.

El día de la graduación. No podía creer que era una graduada de la secundaria. Papá tenía una sorpresa para mí, pero fue tan bueno en mantener el secreto. La ceremonia en la escuela había sido muy agradable, pero no podía mentir, estaba encantada de estar fuera de ahí. En el otoño estaría asistiendo a una universidad pequeña, no muy lejos de casa, pero estaría en el campus. Incluso con la emoción que sentía, había tristeza también con la idea de dejar a papá. Sentada frente a mi casa, esperé a tía Dee. Nos detendríamos en el taller de papá y Dylan, que estaban un poco retrasados, así se ducharían en el taller, antes de dirigirnos a Vincent’s para cenar. Una motocicleta

vino por la calle, el piloto era ahora tan familiar como mi propio reflejo. Cole. Verlo mientras bajaba de su moto, hacía que sensaciones familiares y muy agradables me quemaran, las mismas que había estado experimentando desde hace mucho tiempo por este hombre. ―Mia. ―Cole. ―¿Vas a ir a cenar? ―Sí. ¿Vendrás con nosotros? ―Nunca lo hacía, pero eso no me impedía preguntar. ―No. ―¿Por qué no te unes a nosotros? ―Es para la familia. ―Tú eres familia, Cole. Deberías venir. ―Un oscuro Campbell en una mesa Donati, de ninguna manera. Lo dijo como una broma, pero lo creía. En cierta medida, creía que no era lo suficientemente bueno. ―¿Por qué haces eso? Quedarte atrás en las sombras como si fuera el único lugar al que pertenecieras. Su sonrisa se desvaneció fácilmente y sin embargo no tenía ni idea de lo que estaba pensando. ―Es a donde pertenezco. ―Mi lengua iba a protestar, pero no me dejó contestar cuando cambió de tema―. Felicitaciones. Mi corazón latió con fuerza. Un reconocimiento tan simple pero viniendo de Cole, significaba el mundo. ―Gracias. ―Universidad en el otoño. ―Sí, estoy emocionada y un poco nerviosa. ―¿Nerviosa? ―Las nuevas experiencias me hacen eso. ―Estarás bien. Tu papá te extrañará. ―Voy a extrañarlo, te echaré de menos.

Por un momento, me pareció ver lo que estaba sintiendo mirando hacia mí. Sin embargo, limpió su expresión tan rápido que no pude estar segura si había imaginado el calor en sus facciones. Tía Dee llegó. ―¿Estás seguro que no quieres unirte a nosotros? Él asintió y no pude evitar la decepción que siguió porque no vendría y porque pensaba que no pertenecía allí. Subí al auto de tía Dee y mientras nos alejábamos me preguntó sobre la visita de Cole a la casa. ¿Había venido únicamente para verme? Llegando el taller, tía Dee esperó conmigo mientras papá iba por mi regalo. Estaba contenta que viviera cerca, que papá la tendría a su alrededor. Era cuatro años más joven que él, pero no se podía negar que eran hermanos, especialmente sus ojos; yo también tenía esos ojos. Ojos de gato era como los llamaba tía Dee, de un color amarillo dorado… como el whisky. Me veía como la viva imagen de tía Dee, decía papá, y no a Cynthia, de lo que me alegré. Era más bonita en persona, pero dura, algo que no se notaba en las fotografías. Me preguntaba sobre su amiga. Papá no la había mencionado de nuevo, así que esperaba que significara que había vuelto y que todo estaba bien. El sonido de un auto me sacó de mis pensamientos. Mi padre estaba sentado detrás del volante de un Mini Cooper vintage. Cómo logro meter su figura de uno ochenta, no lo sabía, pero me encantó el auto. Se bajó y dejó colgando las llaves delante de mí. ―Feliz graduación. Me lancé hacia él. ―Me encanta. ―Ha sido completamente revisado. Es viejo en el exterior pero deberá durarte un buen tiempo. Enterrando mi cara en su pecho, lo abracé con fuerza. ―Eres el mejor ―Te lo has ganado, pero es un regalo demasiado egoísta. Ahora tendrás un medio para volver a casa y visitarme a menudo. Levantando la cabeza, nuestros ojos se encontraron. ―Habría vuelto a casa sin tener eso en cuenta. ―Voy a echarte de menos. ―Todavía tenemos el verano. ―Estoy orgulloso de ti, Mia. Eres la primera en la familia en ir a la universidad.

Mi corazón se sintió como el Grinch de nuevo, hinchándose tanto en mi pecho que sin duda iba a estallar. ―Te quiero papá. ―Te quiero, pequeña. Envolviendo su brazo alrededor de mis hombros y el otro alrededor de tía Dee, nos dirigimos a Vincent’s para nuestra cena de celebración. Dylan se había adelantado para conseguir nuestra mesa y si tan sólo Cole se hubiera unido a nosotros, la noche sería perfecta. ―Sabes que no voy a estar lejos de casa y cuando me gradúe, trabajaré contigo. ―¿En serio? ―La ceja de papá se arqueó ligeramente―. ¿Haciendo? ―Gerente de oficina. Necesitas una. ―Tienes razón, lo hago. No tengo el tiempo ni la paciencia y aunque Dyl lo ha estado manejando, necesitamos a alguien dedicado a eso. ―Y esa soy yo. Puedo estarme yendo por un tiempo, pero regresaré. Estás atrapado conmigo, papá. Cuando tengas noventa, voy a ser la que te dé tu pudín. ―Cuando tenga noventa, todavía estaré trabajando en los autos. Probablemente lo haría. Su brazo se apretó alrededor de mis hombros. ―Pero me gusta la idea de que trabajes conmigo. Si aún lo deseas después de que te gradúes, hablaremos. ―Lo haré. Juntos para siempre, correcto. ―Eso es malditamente correcto.

Durante la cena, un hombre se acercó a nuestra mesa. Parecía vacilante; como si no estuviera seguro que debía detenerse y decir hola. Parecía familiar; el reconocerlo no tomó mucho tiempo mientras lo recordaba del campo de béisbol. Vestido con su uniforme azul de policía, me quedé mirando porque en realidad nunca había visto a un policía de cerca. No fue amable, pero me imaginé que tenía mucho esa reacción. ―Hola, Mace. Papá levantó la vista y sonrió. ―Bruce. ―Papá volvió su atención a mí―. Te acuerdas de él de la práctica. Bruce, mi hermana Dee y Dylan.

―Qué gusto verte de nuevo; Dee, Dylan. ―Los ojos de Bruce se demoraron un instante más en mí―. Felicidades, Mia. ―Gracias. ―Hice un gesto a su atuendo―. Sabes, nunca he conocido a un policía antes. Su sonrisa se dibujó en un instante. ―Eso es probablemente algo bueno. Papá se rió en respuesta. ―Puedes decir eso una vez más. ¿Estás fuera de turno? ―Sí. ―¿Ya comiste? ―le pregunté porque era un oficial que acababa de pasar el día manteniendo a nuestro barrio seguro, el hombre necesitaba comer. ―Aún no. Papá me miró, preguntando sin palabras, y me sonrió antes de volver su atención de nuevo a Bruce. ―¿Por qué no tomas una silla? Él vaciló, claramente no deseando inmiscuirse, por lo que apoyé la oferta de papá. ―Sí, únete a nosotros. ―Me gustaría eso, gracias. Una vez instalados, le pregunté: ―Tengo curiosidad. ¿Cuál es la peor llamada que has recibido? Los ojos de Bruce brillaron. ―Bueno, hubo esta vez… Esa noche, cuando volví a casa, había una pequeña bolsa marrón en mi cama y escrito en plumón permanente sobre la bolsa: Felicidades Pato Feo. Dentro había una camiseta de la universidad. Entonces se había detenido para verme antes y el pensamiento de eso volteó mi enamoramiento de Cole a algo más profundo.

Mia Han pasado tres meses desde que empecé la universidad y me encantó. El trabajo era mucho más difícil de lo que esperaba, pero progresé en el desafío. Estar lejos de papá era difícil, pero hablamos mucho por teléfono, lo que ayudaba a aliviar mi nostalgia. Mientras caminaba de regreso a mi dormitorio, después de una cena temprana, vi a Cole viniendo desde el campus. Fue la manera en que se movía, casi tambaleándose, lo que me dio un indicio de que estaba seriamente borracho. Corriendo por la calle hacia él, levantó la mirada a medida que me iba acercando. Sus ojos, por lo general tan centrados y fríos, estaban un poco salvajes. ―Mia ―Cole. ¿Qué haces aquí? ―Vine a verte. Incluso borracho, sus palabras me dejaron tambaleando. ―Estás borracho. ―Un poco. ―Vamos a mi dormitorio. Sonrió, no una sonrisita, sino una sonrisa enorme, lo que casi hace que me caiga de rodillas puesto que era tan hermoso. ―¿Pueden entrar chicos? Me estaba tomando el pelo. Era una lástima que estuviera borracho o estaría volando alto en este momento. ―Estás demasiado borracho para ir a otro lugar. ―No tanto. Envolví mi brazo alrededor de su cintura; su pesado brazo musculoso envolvió mis hombros. ―¿Me vas a llevar a tu habitación, Mia?

Fue la forma en que lo dijo lo que hizo que el calor se acumulara entre mis piernas. ―Tienes que dormir para que se te pase la borrachera. Dormía sola, así que no tenía que preocuparme de que mi compañera se molestara. Una vez que llegamos a mi habitación, Cole echó un vistazo a la cama antes de volver su mirada caliente hacia mí. ―Hay una sola cama. ―Podemos compartir. ―En lugar de éxtasis, me sentí decepcionada, porque finalmente iba a tener a Cole en mi cama, pero estaba a punto de desmayarse. Lo que planteaba la pregunta, ¿por qué estaba borracho? En todos los años que lo había conocido, nunca lo había visto fuera de control. ―¿Estás bien? Su atención se centró en sus pies. ―Tuve un día duro, siempre lo son, pero algunos años más que otros. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba hablando del día que su padre murió, más concretamente, el día en que había golpeado a su padre hasta la muerte. Mi corazón sufría por Cole, incluso cuando sentía cosas feas cuando pensaba en su cruel padre. ―¿Quieres hablar acerca de ello? ―No. Crees que soy bueno. No podías estar más equivocada, pero me gusta que alguien como tú me vea como algo más que la basura que soy. Indignada y molesta porque pensara eso de sí mismo, prácticamente le grité: ―No eres basura, Cole. Eres perfecto. ―No soy perfecto, ni estoy cerca de serlo. ―Eres perfecto para mí. Su expresión se calentó de nuevo y quise abrazarlo, ofrecerle algo más que palabras, pero estaba dudando porque Cole no estaba realmente actuando como Cole y cuando el alcohol se disipara no quería darle una razón para evitarme. ―Acuéstate. Te daré un poco de agua. No necesito que se lo repitiera. Se quitó las zapatillas y se metió en mi cama, para cuando regresé con el agua, estaba profundamente dormido. A pesar que todavía había luz afuera, me puse mi pijama y me metí en la cama con él. Puede que no recuerde esta noche, pero yo seguro como el infierno que sí.

Me desperté cuando sentí un calor intenso en el estómago. Volteándome hacia esa caricia, que me dejó adolorida de un modo que nunca antes había sentido, mis ojos se abrieron para encontrar a Cole observándome. Su mano se movió sobre mi estómago, su tacto un suave susurro. El salvajismo había desaparecido de sus ojos, pero había algo más en él que agitaba mi sangre ―¿Cómo te sientes? ―La lujuria hacía que hablara más grave. ―Mejor. Casi no se lo preguntó, pero de verdad necesitaba saber. ―¿De verdad viniste a verme? ―Sí. ―¿Por qué? No respondió, bueno, no con palabras. Su mano se movió hasta mis costillas, su pulgar rozó la parte inferior de mi pecho y tuve que reprimir un gemido. ―No debería estar aquí. ―Y sin embargo, a pesar de sus propias palabras, sabía que quería estar aquí. ―No quiero que te vayas. ―No podemos hacer esto. ―¿Por qué no? ―Tenía diecinueve años; lo había deseado durante años, ¿por qué diablos no? ―Tu padre es como mi padre. ―Amo a mi papá, pero él no tiene nada que ver con esto. Su mano se quedó inmóvil, como si estuviera contemplando salir de mi cama y de mi vida. En lugar de irse, acunó mi pecho mientras acariciaba mi pezón con su pulgar. Mis ojos se cerraron cuando gemí esta vez, mientras me arqueaba hacia él, ofreciéndole más. Respondió levantando mi camiseta sobre mi cabeza y moviéndose para dejarme atrapada en la cama. Nunca jamás me habían mirado como Cole lo estaba haciendo en ese momento; posesión, deseo, anhelo, todo eso combinado dejándome floja con mi necesidad de él. ―Tan malditamente hermosa. Satisfecho con las palabras, su boca descendió a reclamar la mía. Nada podría haberme preparado para la sacudida eléctrica que me chamuscó cuando sus labios se movieron contra los míos, cuando su lengua se sumergió en mi boca, probándome. Sus manos se movieron sobre mi cuerpo y mis caderas se levantaron en busca de alivio. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, lo acerqué más, tan hambrienta de él, como él de mí. Lo sentí, duro y grueso contra mi estómago y

lo quería dentro de mí; quería que mi primera vez fuera con él. Su mano se movió entre nuestros cuerpos, deslizándose bajo mi pijama para entrar en el calor húmedo que su toque había desatado. Cuando tocó mi clítoris, mis caderas se sacudieron, levantándose del colchón ante la sensación que me sacudía de pies a cabeza. Separó su boca de la mía, justo antes de sentir el aire fresco en mis piernas desnudas, cuando me quitó el pantalón del pijama, las bragas, y luego la camiseta. Su mirada hambrienta se fijó en la zona que acaba de exponer, y cuando bajó sobre mi cuerpo y me tomó con su boca, mis ojos rodaron hasta quedar completamente en blanco. ―Cole, oh Dios, Cole. ―Seguí repitiendo esas palabras, porque nunca nada se había sentido tan increíble; su lengua, sus dientes y sus labios me llevaron al borde del orgasmo innumerables veces sólo para luego retroceder y causar un dolor insoportable de deseo. No me quería correr en su boca; lo quería dentro de mí cuando llegara―. Por favor, Cole. Si tenía alguna duda sobre lo que estábamos haciendo, parecía haber desaparecido. Se alejó y se quitó la camiseta por encima de su cabeza, seguido de sus vaqueros. Sólo podía mirar la belleza de su cuerpo; los músculos perfectamente definidos, los hombros anchos, los tatuajes tribales que adornaban sus brazos y la línea de vellos que conducía a su erección. Mi atención se desplazó hasta su cara para encontrarlo mirándome. Se arrodilló sobre la cama, entre mis piernas, sus dedos moviéndose en medio de mis piernas para jugar de nuevo. Mis manos se movieron sobre él, sobre su pecho, su estómago; seguí bajando hasta envolver mi mano en su pene, acercándolo más mientras lo guiaba hasta donde lo quería. Lo sentí empujando contra mí, se inclinó hacia delante y presionó sus labios con los míos, pero no era el mismo beso hambriento que dio comienzo a todo esto. Era conmovedor y perfecto, como si esto fuera algo por lo que había esperado mucho tiempo también. Justo cuando estaba a punto de hacerme suya, mi teléfono sonó, la canción “Short Change Hero” de The Heavy, el tono de llamada para mi padre. Estaba llamando para decir buenas noches. El comportamiento de Cole cambió al instante. ―Mierda. ―Se movió, alejándose de mí, tanto en sentido literal como figurado. ―Cole, no. ―No podemos hacer esto. ―Ya lo estamos haciendo. ―Mierda, nunca debería haber venido aquí. ―Se quedó allí parado, desnudo, mirándome fijamente, y no sabía qué estaba pasando en su cabeza. Parecía en conflicto y hambriento. Y entonces se movió, poniendo mis piernas sobre sus hombros y enterrando su boca entre mis muslos. Me hizo tener un orgasmo en

cuestión de minutos antes que se moviera otra vez. Agarrando su pantalón del suelo, se lo puso antes de hacer lo mismo con su camiseta. Mi cuerpo todavía latía por el orgasmo que acababa de darme, mi primer orgasmo real, y ahora estaba vistiéndose para irse. ―Por favor, no te vayas. ―No debería haber venido. ―¿Por qué? Tocó mi cara con sus dedos callosos. ―No pertenezco aquí. ―Te quiero aquí. ―Y aunque mis palabras lo afectaron, supe que no se iba a quedar, así que rogué porque si ésta era la única vez que estaría con él, quería que también la recordara. ―Déjame, por favor, déjame darte lo que me acabas de dar. Lo había atrapado con la guardia baja con ese comentario, porque por primera vez en la historia, vi que me deseaba tanto como yo. Alentada por esa mirada, me acerqué a él. Tan pronto como mi mano estuvo envuelta alrededor de su pene, cerró los ojos mientras el gruñido más sexy retumbó, grave en su garganta. Agarrando mi cabello con su mano, me sostuvo cerca mientras intentaba bajar sus vaqueros, agarrando su culo para tenerlo bien cerca. Su otra mano se unió a la mía, entrecruzando nuestros dedos mientras seguía trabajándolo, tocando de arriba hacia abajo ese eje tan duro. Justo antes que se corriera, su mano se movió más abajo para acariciarse los testículos. Se corrió sobre mi estómago y mi pecho, la sensación hizo que mi propio cuerpo también se contrajera en respuesta. Su mirada entrecerrada encontró la mía antes de dirigir su atención a mi estómago. Haciendo círculos con sus dedos, sobre la evidencia de su orgasmo, la frotó por toda mi piel, alrededor de mi pezón, como si estuviera marcándome, luego bajó la cabeza y tocó con su lengua el lugar que acababa de marcar. Nunca había sentido nada tan increíble, hasta que metió mi pezón bien profundo en su boca, probándonos a los dos, a él y a mí. Un grito de sorpresa y desesperación escapó de mis labios cuando me mordió, justo en la curva interior de mi seno izquierdo, marcándome de verdad. Se alejó de mí y por un momento pensé que se desnudaría y regresaría a la cama, pero cuando el calor abandonó sus ojos, supe que se iba. ―Por favor, no te vayas. ―Lo que sientes por mí, es sólo un enamoramiento. Ya se te pasará. ―¿Y tus sentimientos por mí?

―No tengo derecho a sentir nada. ―Pero sientes algo. No respondió con palabras, pero el beso que me dio antes de irse fue el más dulce y el más desgarrador, porque sabía que no estaba diciendo buenas noches, sino adiós. No me moví de mi cama, aún de rodillas en el borde, desnuda y cubierta de él, cuando me dio la espalda y se fue.

Cole No me había duchado; la esencia de Mia estaba en todo mi cuerpo. El golpe que el carburador tomó fue brutal, pero cada vez que mis pensamientos derivaron a la última noche, que era sin parar, me sentí dividido por lo que alimentó mi rabia. ¿Por qué había ido con Mia, por qué había instigado algo que sabía que no tenía por qué iniciar? Especialmente con la mierda pasando con Stein y Donny, un vínculo conmigo era peligroso. Ella estaba lejos de eso, protegida, y luego fui y llevé ese problema justo a su dormitorio. ¿Y por qué? Debido a que la deseaba, malditamente la ansiaba, como un adicto necesita una dosis, y ahí está el dilema. Querer algo que no tenía por qué desear en un momento en que era peligroso mostrar debilidad, y ella era sin duda mi debilidad. ―¿Cole? Mia. Volviéndome hacia ella y viendo la duda, y peor aún, el miedo al rechazo, se sintió como una daga en el corazón. ―¿Tienes un minuto? ―Sí. ―Agarrando mi toalla, me limpié las manos mientras la seguía fuera. Visiones de ella, de la noche anterior, golpearon mi cabeza, haciendo jodidamente difícil caminar. Fiel al estilo de Mia, tiró su golpe. ―¿Qué pasó anoche? Mirando fijamente a esos ojos color whisky, supe que con las siguientes palabras que dijera, me odiaría a mí mismo durante mucho tiempo, y sabía que ella también lo haría. ―Un error.

Reaccionó como si la hubiera abofeteado. Hubiera recibido un sinfín de golpes de mi papá para eliminar esa mirada de su cara. ―¿De verdad crees eso? ―Creo que tienes todo el mundo por delante, mirar hacia atrás cuando deberías estar viendo hacia adelante es un error. ―Te quiero. Dios, me estaba matando. ―Tienes diecinueve, no estás segura de lo que quieres. Soy cómodo y familiar, no hay que confundir eso con algo más. ―Es una estupidez y lo sabes. Mis sentimientos se derivan de años de conocerte, y crecer contigo. Cómodo y familiar, ¿en serio? Interpretas a Jekyll y Hyde mejor que Jekyll y Hyde. ―Mia. ―Quieres que siga adelante, está bien. No voy a rogar por tu afecto, pero no me mires a los ojos y me digas que no sentiste lo que sentí. Que no sufriste de la manera en que lo hice. Todavía estás en mí; no me duché, no quiero perder tu aroma; Lo quiero como una marca. Dime que no sientes lo mismo y voy a seguir adelante y nunca miraré hacia atrás. Era una mentira, una pequeña mentira, y habría logrado mi objetivo final, apartándola de mí y poniéndola en el futuro que le esperaba y, sin embargo, no podía hacerlo. No podía mirar a la cara de la única mujer que alguna vez amaría y decirle que no sentí lo correcto de nosotros. ―Lo sentí. Su reacción no fue para lo que estaba preparado, sonrió: tan plena y brillante que casi me cegó. ―Voy a seguir adelante, por ahora, por los próximos cuatro años me centraré en mi futuro, pero, tú y yo Cole, estamos lejos de haber terminado. Esta vez se alejó, pero saltó mientras lo hacía, y malditamente me hizo sonreír.

Mace y yo entramos en el pequeño bar fuera de Fairmount Avenue; me tomó un minuto para que mis ojos se adaptaran, el lugar era oscuro, probablemente para ocultar la suciedad y las cucarachas. Acabábamos de haber entrado, cuando un hombre se acercó a nosotros. Altura promedio y construido, bastante normal en

todos los aspectos, pero la inteligencia que dirigían sus ojos, apuesto a que no se perdía de algo. ―¿Mace y Cole? ―Sí. ―Mace parecía tan preocupado sobre esto como yo, pero la presión que Mace sintió de Stein, no fue la única presión que estaba siendo aplicada en el barrio. Al igual que Mace había dicho, la mierda tenía que parar. ―Terence Clark. Gracias por venir. Hizo un gesto hacia una mesa en un rincón oscuro y no perdió el tiempo para llegar hasta el lugar de la reunión. ―¿Cuál es su interés en Carter Stein? ―No tenemos interés en Carter Stein. ―Mace se recostó en su silla como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, traicionándose ya que estaba fuertemente apretado. ―Podemos ir directo al grano o perder el maldito tiempo en tonterías. ¿Qué será? Mace contraatacó, su lenguaje corporal sugería que fácilmente podría levantarse y marcharse. ―Tú nos invitaste a venir, ¿por qué no empiezas con decir quién eres y qué diablos quieres? La aprobación se reunió con esa respuesta, si la sonrisa de Terence era alguna indicación. ―Trabajo para el departamento de policía y hemos estado investigando a Carter Stein. No pudimos dejar de notar cuántas veces aparecieron ustedes dos en nuestra investigación. Así que de nuevo tengo que preguntar, ¿cuál es el interés? ―No es Carter… Terence cambió, la impaciencia sustituyendo la aprobación. Mace ni siquiera se inmutó. ―Si dejas que te explique, una conocida me pidió que preguntara por una amiga que parece haber desaparecido. ―¿Por qué no ir a la policía? ―La amiga y la desaparecida son prostitutas, no estaba muy convencida de que el departamento de policía pudieran hacer su mejor esfuerzo. ―Eso es justo.

Supe que Mace estaba tan impresionado como yo de que el hombre en realidad lo admitiera. ―¿Han encontrado a la persona desaparecida? ―No. ―Tengo entendido que tienen algunas fotos. ―Terence estaba tanteando el terreno. ―Tomé algunas fotos con mi teléfono en los lugares que la mujer lleva a cabo su negocio, ya que los clientes parecen permanecer en los lugares que le son familiares. No estoy realmente interesado en acercarme a los clientes, ya que si algo sale mal, no tengo ningún interés en conversar con un asesino potencial. He estado mostrando las fotos a los amigos de la mujer desaparecida para saber cuál de sus clientes habituales la vio por última vez, pero hasta ahora nada. ―¿Hay alguna posibilidad de que pudiera ver esas fotos? ―¿Por qué? ―Creo que es posible que haya capturado más en esas fotos de lo que piensa. ¿Conoces a Donny? ―Los ojos de Terence van a mí. ―Trabajé para él durante un tiempo hasta que me di cuenta de cuán sádico es. ―Lo es, probablemente incluso más de lo que sabes. Ha habido rumores de que está tomando un papel más activo en el círculo interior de Carter Stein. A mi modo de ver, eso no es una buena cosa, sin saber qué hacer con él. Recientemente, tuvimos que sofocar una historia sobre corrupción, una fuente anónima afirmó tener fotografías que demuestran la corrupción. ¿Supongo que no son esa fuente anónima? Mace no respondió de inmediato mientras estudiaba al hombre frente a él. ―No pondría a Mia o a Cole tan cerca de los gustos de Donny o de Stein. ―¿Mia, tu hija? Ella está en la universidad ahora, ¿lejos del barrio? ―Sí. ―Bien. ―¿Crees que puede haber problemas? ―Creo que no sé lo suficiente sobre lo que está pasando, pero si ella fuera mi hija, la querría lo suficientemente lejos. La culpa se retorció en mis entrañas, porque el estúpido, maldito de mí, le había dado a Mia una razón para no estar lo suficientemente lejos.

―Me gustaría ver esas fotos y si debería escuchar algo, una advertencia estaría bien. Por supuesto que voy a devolver el favor. Deme la información acerca de la mujer desaparecida. Veré lo que puedo desenterrar. Mace cambió su enfoque a mí, preguntando en silencio si quería cualquier parte de esto. Me parecía que mientras cuanto más investigamos a Stein y Donny más rápido se irían detrás de las rejas. Es todo lo que deseaba. Un ligero movimiento de cabeza dio a Mace su respuesta, y su atención se volvió a Terence. ―Suena justo ―dijo Mace. Terence hizo un gesto a la camarera. ―Acabo de ir fuera de hora, no me importaría una fría. ¿Te unes? Mace no necesitaba mirarme para saber mi opinión sobre esa invitación. Él respondió por los dos cuando dijo: ―¿Por qué no?

Mia El segundo año, era difícil de creer que había terminado todo un año de universidad. Me había decidido por contabilidad, como mi especialidad, porque me encantaba matemáticas y resultó que era buena en eso. No sólo estaría manejando la oficina de papá, sino que también podría hacerme cargo de los libros, incluso en tiempo de impuestos, ya que papá realmente odiaba todos los aspectos del negocio del taller. Y Dylan, quien hacía el trabajo ahora, no tendría que hacerlo nunca más. Según lo prometido, me centré en la universidad y puse a Cole en un segundo plano, pero no era tan fácil alejarlo de mis pensamientos, porque cada vez que escuchaba su confesión, dicha suavemente, de quererme tanto como yo lo quería, no podía evitar la emoción o la anticipación de terminar lo que habíamos comenzado esa noche en mi dormitorio. Llegaríamos allí, algún día. Pensar en él me tenía extrañando casa; sorprendería a papá, y a Cole, con una visita. El viaje no fue largo y cuando llegué, el estacionamiento del taller estaba lleno, el negocio estaba en auge, así que estacioné al final de la calle. Conduje a través del barrio, el orgullo me llenó al ver lo bien que se veía; muchas de las casas habían terminado los trabajos y los coches nuevos estaban estacionados en paralelo en las calles. La señal para el taller de papá era visible desde cuadras de distancia, la simple señal en blanco y negro. Estaba a medio camino del lugar de estacionamiento,

cuando oí las voces que se alzaban. Mirando alrededor de la esquina, sin querer interrumpir y curiosa como el infierno del porqué papá y Dylan estaban discutiendo, escuché a escondidas… algo que no era capaz de dejar de hacer. ―¿Qué has hecho, Dyl? ―No sabía que más hacer, Mace. Lo siento Nunca pensé que llegaría tan lejos. ―Mierda hombre, sabes la clase de personas que son. ¿Por qué diablos te involucrarías en eso? ―No tuve otra alternativa. ―Mierda. ―Mi papá se veía lívido―. ¿Por qué demonios no me lo dijiste? ¿Por qué esperaste a que lo oyera de Cole? Mi corazón saltó cuando vi a Cole, no podría haber controlado mi reacción a verlo, más de lo que podría haber controlado las fases de la luna. Dylan se veía horrible, como atado hacia fuera y asustado. Cuando papá se volvió hacia Cole, supuse que tenía más que decir a Dylan, pero no quería una audiencia. ―Gracias por el aviso. ¿Terminas el día? ―Sí. ―Está bien, nos vemos en la mañana. Cole claramente leyó las intenciones de papá también, cuando se dirigió hacia la bahía más alejada de mí. La ligera vacilación en su marcha y la forma en que inclinó su cabeza hacia mí, dejaron claro que sabía que estaba allí. El hecho de que fuera tan consciente de mí como yo de él, hizo que un poco de frío delicioso bajara por mi espina dorsal. Él continuó fuera del taller y lo seguí. Me esperaba porque se quedó allí. ―Mia. ¿Mace sabe que estás en casa? ―No, extrañaba estar en casa así que pensé en pasar por aquí, tal vez cenar. ―Señalando hacia el taller le pregunté―: ¿Qué está pasando con Dylan? ¿Está todo bien con el taller? Su respuesta no combinaba con su expresión; se veía extraordinariamente molesto. ―Todo está bien. Él siempre estaba allí, cubriendo la espalda de papá. Necesitaba saber que no sólo lo reconocíamos, sino que también estábamos agradecidos.

―Gracias por estar siempre cuidando de papá y de mí. Tiene suerte de llamarte amigo. También soy tu amiga, lo sabes ¿cierto? No fue una de sus sonrisas de pura perfección, pero aun así fue bastante fantástica. ―Lo sé, Mia. ―Sé que quieres que siga adelante, por ahora, pero si alguna vez me necesitas, ya sabes cómo encontrarme. ―Igualmente. Ve a ver a tu padre, una visita es justo lo que necesita. ―Y luego se volvió y se alejó. Cole no estaba equivocado, papá se veía demacrado cuando entré de nuevo en el taller, pero en cuanto me vio, sonrió de oreja a oreja. ―¡Mia! ―Me abrazó y me mantuvo allí más tiempo del necesario, lo que inmediatamente provocó mi preocupación. ―¿Estás bien? ―Sí, mejor ahora que estás aquí. ―Pensé que podríamos ir a cenar. ―Vamos a casa, voy a hacer la cena. Ha sido demasiado tiempo desde que tuvimos una comida juntos en casa. ―¿Te estás poniendo sentimental por la edad? Envolvió su brazo alrededor de mis hombros. ―No, sólo extrañaba a mi hija.

Cole ―¿Cómo demonios terminamos involucrados en esta mierda? ―Mace sonaba tan molesto como me sentía. ―Porque una prostituta te pidió que buscaras a otra prostituta. ―¿Estás tratando de ser gracioso, Cole? ―Y aunque lo dijo con una expresión impasible, escuché el humor en su voz―. Si hubiera sabido en ese momento lo que sé ahora, nunca hubiera dejado a Mia salir de la casa. ―Como si pudieras detenerla. ―Ella era una fuerza de la naturaleza; no era extraño que me volviera loco en el jodido buen sentido―. ¿Regresó a la escuela?

―Sí. Pudiste haberte reunido con nosotros en la cena. ―Después de enterarte de lo Dylan, una cena tranquila con Mia, probablemente era lo que necesitabas. ―Y que lo digas. No tengo ni una maldita idea de lo que Dylan estaba pensando. ―Parece que no ha estado pensando demasiado. Mia escuchó la discusión ayer. ―Me lo imaginé, esa chica ha estado escuchando por casualidad desde que empezó a caminar. Sonreí al pensar en una Mia más joven, con todo ese cabello salvaje y esos ojos demasiado grandes para su rostro, escuchando conversaciones que no debía. ―He visto la forma en que tú y Mia se miran. La sonrisa cayó de mi rostro. Oh, mierda. ―Han estado dando vueltas alrededor del otro desde hace mucho tiempo. ―Mace, mira, yo… ―No me estoy oponiendo, Cole, todo lo contrario. Me gusta la idea de ustedes dos juntos. Sorprendido con esa declaración, pisé los frenos demasiado duro, lanzándonos hacia delante en nuestros asientos. Me detuve junto al bordillo, ya que mi concentración estaba demasiado lejos para conducir, y me moví en mi asiento para mirar a Mace. ―No estás bromeando. ―No. ―Mia merece algo mejor. ―Amas a mi hija. No estoy preguntando, puedo verlo. Has cambiado tu mierda por ella. Estás ayudándome por ella. Te mantienes alejado de ella, por ella. Un hombre que está dispuesto a cambiar, a renunciar a lo que quiere, todo por querer lo mejor para la mujer que ama, es lo suficientemente bueno. No hay nadie mejor para Mia que tú. Sabes lo que siento por Mia y te lo aseguro, Donati y Campbell, siempre me ha gustado cómo suena. ―¿De verdad quieres que estemos juntos? Mace se reclinó en su asiento. ―Sí, me gustaría eso.

No pude evitar sonreír, porque rara vez la gente me sorprendía, pero estaba sorprendido como el infierno. ―A mí también. ―Bien, ahora vayamos por un trago. Nos lo merecemos. Bueno, mierda. Mace acababa de darme su bendición y joderlo todo, pero estaba jodidamente feliz de tenerlo.

Mia La lluvia no había parado; los vientos eran tan fuertes que pensé que las ventanas saldrían volando de los marcos. Mañana era el cumpleaños de tía Dee y como era costumbre, íbamos a celebrarlo en Vincent. Mi graduación era en dos meses, todavía no podía creer que habían pasado cuatro años, a pesar que mis estudios me habían mantenido muy ocupada. Papá y yo habíamos hablado acerca de trabajar para él como encargada del taller de Reparaciones Mace; estaría desempeñando la clase de trabajo que esperaba hacer, con el beneficio adicional de que estaría pasando mis días con papá y Dylan. Y Cole. Él era la razón principal por la que no creía en lo rápido que habían pasado los últimos cuatro años, porque normalmente cuando querías algo por lo que tenías que esperar, el tiempo se movía con lentitud. Lo quería y, contrariamente a su predicción, mis sentimientos no eran solo un enamoramiento, ni siquiera cerca. Su tiempo se había terminado. Como regalo anticipado de graduación, papá me encontró un apartamento ubicado cerca de la calle South sobre Rodman. El apartamento quedaba de espalda a la calle South y era un lugar pequeño y acogedor. Me insistió para que lo comprara, no que lo alquilara, por lo que me entregó el dinero para el pago inicial y se ofreció a pagar el crédito mensual hasta que comenzara a ganar mi sueldo. No tenía intención de conseguir un lugar tan pronto, especialmente porque aún no estaba trabajando, pero papá había sido insistente, me quería en ese apartamento, por lo tanto acepté su muy generosa oferta. Me mudé una semana después de mi graduación. Era tarde, pero todavía estaba levantada; papá había salido, probablemente con una de sus amigas. Sabía que mi padre tenía citas. Nunca las había traído a casa cuando vivía aquí, sin embargo, ocasionalmente una mujer pasaba por el taller. Él era sexy, así que no me sorprendía el interés de las mujeres. Siempre deseé que

encontrara a alguien, ese alguien especial, pero siempre tuve la sensación de que las mujeres estaban más interesadas en mi padre que él en ellas. Tal vez después de Cynthia, la idea de comprometerse con alguien le producía un gran rechazo. No podía culparlo por eso. El sueño se acercaba sigilosamente, pero no quería irme a la cama hasta que mi padre estuviera en casa. El golpe en la puerta llegó a las tres de la mañana. Debí haberme quedado dormida porque el golpe me sobresaltó. Le eché un vistazo al reloj y mi corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Quién estaría llamando a esta hora? Espié por la mirilla y, aunque los rasgos del hombre estaban ocultos en la sombra, supe que era Cole. Abriendo la puerta, le pregunté: ―Cole, ¿qué estás haciendo aquí? No dijo ni una palabra, sólo dio un paso hacia mí y me rodeó con sus brazos. ―¿Cole? ¿Qué sucede? ¿Sabes qué hora es? Unos minutos después, un auto de la policía se detuvo frente a la casa. Las luces parpadeaban, el rojo y azul se reflejaban en la casa al otro lado de la calle. ―¿Por qué está aquí la policía? Apartándome de Cole, di un paso atrás. ―Cole, ¿por qué está aquí la policía? ―Mia… ―Cole estaba llorando, había lágrimas corriendo por su rostro. En el fondo, sabía por qué estaba aquí la policía, sabía por qué Cole estaba llorando en la puerta de la casa de mi padre, pero si lo decía en voz alta se haría realidad. Sacudí la cabeza, rehusándome a creerlo, rehusándome a aceptar una realidad que nunca sería capaz de superar. ―Mia. ―No, Cole. No puedo creerlo. ¡NO PUEDO CREERLO! ―Lo siento. Lo siento jodidamente tanto. ―¿Señorita Donati? Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no las dejaría caer, mientras miraba a los oficiales de la policía en el vestíbulo. ―Mace Donati estuvo involucrado en un accidente de tránsito esta noche, lo lamento, pero no sobrevivió. Cada parte de mí se paralizó, mi respiración, mi corazón, incluso la sangre corriendo en mis venas pareció tomarse un momento antes que el dolor estallara

dentro de mí. Caí de rodillas y un grito de angustia escapó de mi garganta. Envolviendo los brazos a mi alrededor, desesperada por mantenerme unida al sentir que me estaba rompiendo en pedazos, me mecí deseando a la única persona que siempre había hecho que todo estuviera mejor y sabiendo que nunca volvería a hacerlo de nuevo. Apoyé la cabeza sobre mis rodillas y los sollozos sacudieron mi cuerpo; mi padre estaba muerto. Quería gritar mi negación en voz alta. La idea de que nunca volvería a ver su amado rostro de nuevo, sentir sus brazos alrededor de mí cuando estaba sufriendo, o escuchar su voz simplemente diciendo mi nombre, me hacía sentir vacía. Nunca trabajaríamos juntos, nunca me acompañaría al altar y nunca abrazaría a sus nietos. Unos fuertes brazos se envolvieron a mi alrededor. Cole me acunó en su regazo, sosteniéndome cerca y ofreciéndome consuelo a la vez que lo buscaba; él estaba tan destrozado como yo. Tocando su rostro, sus ojos se abrieron y había tanta devastación en ellos. ―Realmente se ha ido. ―Sí. ―No vamos a tenerlo de vuelta, ¿verdad? ―Incluso al decir las palabras, seguía sin poder creerlo. Me sostuvo más cerca, abrazándome más fuerte. Mi padre se había ido. No podía aceptar vivir en un mundo en donde él no estuviera. Todavía teníamos tanto por hacer. No podía estar muerto y, sin embargo, mi corazón se rompía en pedazos al saber que por mucho que intentara negarlo, aún tendría que enfrentarme al hecho de aceptar su pérdida. Enterrando mi rostro en el pecho de Cole, el dolor era incontenible. Un dolor que supe, llevaría conmigo durante el resto de mi vida. La histeria bordeaba mis palabras; no podía perder a Cole también. Si me dejaba, sería la única perdida en la oscuridad. Envolviendo los brazos alrededor de su cuello, lo sujeté con fuerza. ―Por favor no me dejes. No puedo perderte también. No me respondió, sólo me sostuvo mientras lloraba hasta quedarme dormida. En la mañana cuando desperté, Cole se había ido.

Cole Entré dando un portazo en la habitación que Terence y su equipo usaban como base de operaciones, queriendo sangre. Ver a Mia desmoronarse, ver la devastación y la pérdida en su rostro y saber que aún tenía más para perder, casi acabó conmigo.

Pero maldita sea, la muerte de Mace no iba a quedar sin resolver. Accidente de tránsito mi trasero. ―¿Qué demonios sucedió? Terence se puso de pie de un salto, viendo mi estado de ánimo y tratando de evitar que hiciera algo que lamentaría. ―Cálmate, Cole. ―¿Que me calme? En un momento Mace está respirando y al siguiente ya no lo está. El único cambio en su mundo fue ayudarte. Así que pregunto de nuevo, ¿qué sucedió? ¿Cómo se cruzaron las señales para que él se fuera sin mí? ―No estaba haciendo algo para mí. ―¿Qué? ―No lo llamé. A donde sea que fue, a quienquiera que fue a ver, no provino de mí. ―Terence era muchas cosas, pero deshonesto no era una de ellas. ―Y aun así fue. ―Sí. La implicación de eso me dejó anonadado; una mirada a Terence lo confirmó. ―No vio a la persona como una amenaza. ―Incluso al decir las palabras, todavía no podía creerlo. En una rara muestra de emoción, los hombros de Terence se hundieron y pareció envejecer justo allí delante de mí. ―Sí. Mace conocía a la persona que lo asesinó. Y eso quería decir que quienquiera que lo asesinó probablemente también conocía a Mia. Había perdido a Mace; no iba a perderla a ella. La vigilaría, la mantendría a salvo y para hacer eso debía permanecer alejado de ella; Mia tenía que perderme a mí también. Rara vez bebía mucho alcohol, tenía que agradecerle a mi padre por eso, pero esta noche iba a terminar borracho.

Mia Hace seis meses pendí a mi papá y el dolor todavía era tan crudo como se sintió esa noche. Algunas veces me despertaba convencida de que era sólo una horrible pesadilla, pero luego la realidad volvía y lo perdía todo de nuevo. Mi vida entera había sido papá y yo. No estaba realmente segura de quién era Mia Donati sin Mace Donati a mi lado. Todavía tenía a la tía Dee y Dylan, pero la relación con mi papa había sido especial. Nos habíamos forjado juntos, hecho una vida juntos que era malditamente cercana a la perfección, y algunas drogas en el camino alejaron eso de mí. Nunca pensé que un corazón podría doler tan gravemente y seguir funcionando. El dolor de su perdida no se había aliviado con los meses, de hecho el dolor sólo había aumentado más cuando pasaban los días en que hubiera querido compartir algo con él sólo para que la cruda verdad golpeara contra mí que él no está aquí y nunca lo estaría de nuevo. Me sorprendió cuánto una vida podría cambiar en tan corto tiempo. Estaba de vuelta en mi viejo vecindario porque tía Dee y yo estábamos empacando las cosas en la casa de papá para venderla. No podía cree que teníamos que vender mi casa de la infancia, odiaba que la casa en que mi papá había pasado tanto tiempo haciendo suya, algún día le pertenecería a alguien más. Pensaba tomarla, abandonar mi apartamento y mudarme de nuevo a casa, pero papá realmente me había querido en el apartamento, había insistido en comprarlo, así que dejarlo se sentía como un acto de desafío. Lo que odiaba más que nuestra casa siento vendida era ver los vehículos de la construcción alineados en el estacionamiento del taller de Reparaciones Mace. Al parecer, el lugar no estaba haciéndolo tan bien como papá nos había dejado creer. Dylan, como el socio de negocio de papá, había cubierto la deuda pendiente en el taller, pero no era posible para él mantenerla funcionando así que lo vendió. Carter Stein lo compró y eso lo rayó. Papá no hubiera querido venderlo y sin embargo ahora él lo poseía. No culpaba a Dylan, no tenía opción y Carter era implacable, pero se sentía mal. Para agregarse a mi angustia, después de esa horrible noche, Cole había cambiado de nuevo. Él siempre estaba allí, nunca puso en duda el que si lo necesitaba, estaría ahí, pero se quedó en el fondo. Por mucho que quisiera explorar

mi sentimientos por él, el dolor por él, lo que me lastimaba incluso más era la pérdida de su amistad; una relación que había luchado por mantener, pero perdido de todos formas. Amargura y resentimiento eran algunas de las emociones que alimentaba cuando pensaba en Cole, pero curiosamente era una mezcla también. Tenía tantas preguntas para él. Por ejemplo, ¿cómo supo de mi padre antes que los policías? ¿Había estado allí? ¿Dónde había estado papá? Pensaba que había tenido una cita. Planeaba preguntarle a Cole, demandaría que respondiera, pero no estaba allí todavía. ―Mia, tomate un descanso cariño. Has estado trabajando por horas ―dijo tía Dee mientras entraba a la oficina de papá. ―Está bien, sólo quiero terminar esta habitación. No estaba realmente mirando nada porque sabía que si de verdad me concentraba en lo que estaba haciendo, me hubiera roto y nunca terminaría. Todo estaba almacenado, algunas en casa de tía Dee y algunas en mi apartamento. Eventualmente tendríamos que clasificarlo y mantener lo que quisiéramos y deshacernos del resto. Sólo que todavía no estaba allí tampoco. Tía Dee se colocó junto a mí en el suelo y alcanzó mi mano para detener mis esfuerzos de embalaje. ―Si esto es demasiado duro para ti, puedo hacerlo yo misma. ―Como si no fuera difícil para ti. ―Lo es, pero este es tu hogar y él era tu papá. Lágrimas, que parecían caer libremente estos últimos seis meses, brotaron de mis ojos. ―No puedo creer que se haya ido. La voz de tía Dee se volvió áspera por sus propias lágrimas. ―No puedo creerlo tampoco. ―Un accidente de auto, no parece irónico que papá debiera morir en un accidente de auto. Ella pasó una mano por su cabello. ―Él te amaba. Mi hermano era un hombre duro, no dejaba descubrir mucho pero, desde el momento en que naciste, te amó. Repentinamente su vida entera cambió de enfoque, su único propósito de ser era estar para ti. ―Y lo había estado.

―Lo sé. ―¿Esto siquiera se vuelve más fácil? ―Tengo que creer que lo hace.

Un par de días más tarde, me encontré de vuelta en el vecindario para una ceremonia dedicada a mi papá. Carter Stein pidió personalmente la presencia de tía Dee, Dylan y la mía. Mi corazón estaba con Dylan porque él todavía se veía atormentado por vender el taller. Él necesitaba acabar con eso. Papá odiaría verlo siendo tan duro consigo mismo. La prensa se arremolinó alrededor, al igual que algunos de nuestros vecinos y amigos. Carter se veía elegante en su traje negro, sonriendo a las cámaras como un hombre muy cómodo enfrente de ella. Tomó el pódium y las voces se apaciguaron. ―Es con gran pesar que me presento ante ustedes hoy. Mace Donati era un bien respetado y amado miembro de nuestra comunidad. Su trágica muerte es una que sentiremos por un largo tiempo. Comprar su taller, lo hice con gran pesar y aunque el progreso exige que continuamos sea que estemos listos para ello o no, me gustaría dedicar el Complejo de Negocios Stein en memoria de Mace Donati. Todo en mí se tensó, mis dedos se curvaron en puños. Tía Dee reaccionó imitándome. Las personas aplaudieron, las cámaras se dispararon, pero yo sólo me quedé de pie inmóvil, viendo al hombre con ira porque a pesar de la apariencia que fácilmente presentó, su altruismo no era más que un elaborado truco publicitario. Imbécil. Mi atención se movió de Stein a la larga figura de pie al otro lado de la calle. Cole. Su expresión era completamente seca, sus ojos oscuros. Por un segundo, su atención cambió hacia mí, mi cuerpo entero respondió mientras la bienvenida calidez bailó a lo largo de mis terminaciones nerviosas. Él compró la mierda de Stein tanto como yo lo hice. Al minuto siguiente, Cole se volvió y se alejó. Tía Dee atrajo mi mirada de Cole. ―No puedo ver esto. Dylan y yo vamos a Vincent’s por una bebida, ¿quieres venir? Quería seguir a Cole, quería exigir que se explicara. ―Me encontraré con ustedes. Conociéndome tan bien como ella lo hacía, preguntó: ―¿Todo bien? ―Sí, Cole está aquí. Quiero hablar con él.

Escepticismo describía la mirada en su cara, pero no le puso voz a sus pensamientos. ―Está bien, te veremos más tarde. ―Por supuesto. ―Antes de que pudiera unirse a Dylan, alcancé su mano―. ¿Estás bien? Su respuesta me sorprendió. Pensé que yo me sentía triste, pero la furia volvió sus ojos brillantes. ―Si Mace estuviera aquí, hubiera golpeado a ese hijo de puta en la cara. ―Sí, lo haría y yo estaría animándolo. ―Ambas. ―Dudó un momento antes de que añadiera―: ¿Le has hablado a Cole desde que Mace…? ―No. ―¿Qué te hace pensar que él hablará contigo ahora? ―No estoy segura de que lo hará, pero voy a intentarlo porque tan duro como esto ha sido para nosotros, nos tenemos el uno al otro para ayudarnos a atravesarlo. ¿Quién está ayudándolo a él? ―Las tragedias cambian a la gente. ―No es una respuesta lo suficientemente buena. ―Sólo no estés demasiado decepcionada si él no responde en la forma que estás esperando. ―No estoy esperando mucho, así que estoy bien. Me encontraré con ustedes en Vincent’s. ―Bien.

Cole no estaba muy apresurado ya que me encontré con él bastante rápido. Tal vez sabía que lo seguiría, puesto que siempre tenía la extraña habilidad de leer mi mente. O quizás yo leía su mente, porque su destino era la casa de papá. Se sentó en el porche, el recuerdo de papá y yo haciendo eso mismo el día después de que Cole hubiera entrado por primera vez en nuestras vidas, tenía lágrimas quemando en la parte trasera de mis ojos. Él sacó dos latas de cerveza de su chaqueta y abrió una, la puso junto a él en el porche antes de abrir la segunda, ofreciendo una especie de saludo, y le dio un sorbo. No quería entrometerme; se sentía mal interrumpir un obvio momento para Cole, así que me giré para irme pero su voz me detuvo.

―Mia. Me giré de nuevo hacia él, ya no estaba sentado pero se quedó de pie en la base de la escalera, su atención completamente en mí. Preguntó: ―¿Estás bien? ―Stein es un imbécil. Su expresión se volvió dura. ―Estoy de acuerdo. ―Los recuerdo a ustedes dos sentados en la cocina o en el patio trasero, bebiendo cerveza y charlando. Amaba verlos a los dos juntos. Lo extraño demasiado. ―Extrañaba a Cole también, pero no podía atreverme a decirlo. ―Yo también lo hago. Desplazando mi atención a la casa de papá, mi garganta consiguió apretarse. ―No puedo creer que tengamos que venderla. Es de papá, cada centímetro de esa casa tiene recuerdos de él. No creo que pueda hacerlo. ―No tienes que hacer nada por el momento. Tomate tu tiempo y vivé tu pena. El resto puede esperar. Mi atención se movió de vuelta hacia él, una sonrisa tocó mis labios porque sonó como papá. ―Suenas como él. ―Él era un buen hombre. ―También lo eres. Realmente podía ver la pared subiendo entre nosotros, ladrillo a ladrillo. Por unos pocos minutos, él había sido el viejo Cole. ―¿Por qué me evitas? ―No te estoy evitando, estoy liberándote. ―¿Qué significa? ―Tu vida acaba de empezar, tu futuro es tuyo para elegir. ―¿Y el tuyo no? ―Estoy donde quiero estar. ―También lo estoy. Bueno, casi donde quiero estar. Tú y yo, tenemos negocios sin terminar. ―No los tenemos. Sólo soy algún tipo del vecindario que conocía a tu papá y estás confundiendo tus sentimientos por él conmigo.

―Amaba a mi papá, pero mis sentimientos por ti no tienen nada que ver con él o su recuerdo y sé que lo sabes. Si ya no te sientes más de esa forma por mí lo entiendo, pero se honesto contigo mismo y conmigo. Perdí a papá y luego te perdí a ti, pero tú perdiste a papá y a mí. Parece estúpido sufrir sola cuando mi mejor amigo está de pie justo enfrente de mí. ―No puedo ser eso para ti, Mia. ―¿Por qué? No iba a responderme; podía verlo en la posición de sus hombros y el apretar de su mandíbula. No iba a conformarme sin una respuesta, no esta vez. Me trasladé arriba hasta su espacio personal, de pie tan cerca de él que estábamos prácticamente tocándonos. Mi cuerpo respondió al estar tan cerca de él, me sentí como una flor estirándose por el sol, cada parte de mí quería estar presionada contra él, quería sentir el calor de su cuerpo, quería su aroma saturándome, quería sus brazos halándome y sosteniéndome cerca. Él no me tocó. ―Quiero una respuesta Cole, una respuesta real y no alguna mierda medio elaborada sobre dejarme en libertad. Me debes eso. ¿Por qué te mantienes a distancia cuando sabes que te quiero cerca, tengo que rogarte para mantenerte cerca? En una rara muestra de emoción, la cara de Cole se volvió atormentada, sus ojos ardieron con algo oscuro y peligroso. ―Su muerte es por mí. ―Fue un accidenten de auto. ―Había más que rabia en su mirada; vi culpabilidad―. Fue un accidente de auto, ¿no? ―Se supone que yo cuidaba su espalda y se ha ido. Le fallé a él y a ti. ―Se veía ligeramente salvaje después de esa confesión, extendió su mano hacia mí, sus dedos se curvaron alrededor de la parte superior de mi brazo en un agarre firme―. Lo perdí, pero no te voy a perder a ti también. Si tengo que guardar distancia para mantenerte a salvo, entonces eso es lo que jodidamente haré. ―¿Mantenerme a salvo? Él dejó caer sus manos y dio un paso atrás, poniendo distancia entre nosotros. ―Déjalo ir Mia. ―Cole… ―Te estoy pidiendo que lo dejes ir. Necesito que lo dejes ir. Determinación y algo oscuro me devolvió la mirada, lo cual fue la única razón para agregar:

―Por ahora, pero responde a esto y se honesto. Si papá aún estuviera aquí y lo que sea que siguiera no fuera pasado, ¿en qué podríamos habernos convertido tú y yo? Alcanzó un mechón de mi cabello, girándolo alrededor de su dedo, cambiando su atención. Ternura y un poco de soledad se reflejaba en esos magníficos ojos. Arrastrando su dedo a lo largo de mi mandíbula, rozó mi labio inferior con la yema de su pulgar y luego se alejó. Una respuesta silenciosa, pero escuché su respuesta fuerte y claro; él me quería también y por ahora eso era suficiente.

Mia Dylan y yo estábamos en Vincent’s cenando, estaba feliz de que se presentara. Había estado tratando de mantenerme en contacto con él desde la muerte de papá, pero su culpa por vender el taller lo mantuvo a distancia, lo que no entendía. ¿Qué más pudo haber hecho? No podía mantenerlo y no tenía sentido pender más dinero al tener el lugar abierto cuando papá hubiera querido que lo vendiera. ―Deberías pasar y ver a tía Dee. Realmente lamentaba no venir esta noche, pero consiguió un ascenso a gerente de la tienda y tenía que hacer el inventario. ―Estoy feliz por ella. ―¿Y qué acerca de ti, Dyl? ¿Qué tal el nuevo empleo? ―Está bien. Todavía trabajo con autos, así que eso es todo. Me estiré para tomar su mano. ―Lo he dicho antes, pero lo diré de nuevo. Está bien que hayas vendido el taller. En tus zapatos, papá hubiera hecho lo mismo. Su rostro perdió el color y sus ojos se veían extrañamente húmedos, pero no dijo nada en respuesta a eso, y en su lugar dijo: ―Extraño a tu papá. ―También yo. El rostro de Dyl cambió nuevamente, se endureció cuando su mirada cayó sobre algo detrás de mí, como si lo hubiera hecho sentir enojado. Seguí su mirada y vi a Cynthia, mi madre de nacimiento. Sabía que a él no le agradaba más que a mi papá y a tía Dee. Estoy segura que incluso le disgustaba más que estuviera en Vincent’s, ya que este había sido el lugar de Mace. Más interesante, la reacción de ella al ver a Dylan conmigo, se veía tan fastidiada como él. No se quedó, giro sobre sus talones y salió por la puerta, pero no pude evitar preguntarme por qué estaba aquí, desde que en todos los años que hemos estado cenando en Vincent’s, ni una vez la vi salir enfadada por la puerta.

La tarde del viernes me encontraba en la oficina de mi jefe. Mientras estaba sentada ahí, me pregunté, y no por primera vez, si la ventana estaba sellada, porque si no lo estuviera, un buen empujón y mi jefe estaría aprendiendo cómo volar. Qué bueno que los pensamientos no fueran monitoreados, porque si lo fueran, estaría en prisión. Seguramente la cantidad de tiempo que meditaba en asesinar a mi jefe era enfermiza. Trabajaba para una firma de contabilidad mediana en Center City Philadelphia. Me gustaba el trabajo y a pesar de no romper ningún techo con mi salario, tenía un estilo de vida decente. Lo que no me gustaba era mi jefe. Cuando me contrató, parecía un chico bueno y un jefe justo. Este pensamiento duró alrededor de un mes, antes que cambiara, y el chico divertido se convirtió en un idiota. Siempre sobre mi culo, siempre metiendo sus narices en mis asuntos, contantemente mirando sobre mi hombro. Me dio asignaciones complicadas y luego se puso impaciente cuando no las completé lo suficientemente rápido. No creía que nadie pudiera completar el trabajo tan rápido como él quería, ni siquiera él. Su ataque se sintió personal, como si lo hubiera molestado de alguna manera, y no tenía ni una pista sobre lo que había hecho todavía. Frederick Nathaniel Tatum Jr. era el hijo de uno de los socios de la firma, la única razón por la que mantenía su puesto. Bueno, eso me dije, a pesar que sabía que el hombre tenía un cerebro en la cabeza. Trabajar en un ambiente hostil no era para mí, por lo tanto, me puse a tantear terreno por un nuevo trabajo. Lo estaba haciendo en secreto, ya que sólo había comenzado hace tres meses y no pensaba que era un buen augurio querer irme después de sólo tres meses. Mientras tanto, toleraba sus molestias, me quedaba hasta tarde, y trabajé muy duro, pero conspiraba su muerte, mientras más variado y creativo el método, mejor. ―Mia, necesito eso en cinco. ―Lo tendré listo para usted. ―Revisa dos y tres veces tus números. No quiero ningún error. Claro, porque me hice un hábito de hacer trabajos acribillados con errores. Irritando e insultado, su delicado, pero gran Freddie. ―Lo revisaré una y otra vez. ―Mi tono fue extra dulce, incluso cuando mi mirada enviaba dagas hacia él, pero estaba muy ocupado mirándose en el reflejo de la misma ventana por la que esperaba empujarlo, así que ni siquiera se dio cuenta. ―Muy bien. Puedes retirarte. Oh, ¿podía? Me encantaría hundir el abre cartas en su nuca, idiota. Me puse de pie. ―Espero que tenga un buen fin de semana.

No respondió, pero tampoco esperaba que lo hiciera. Cerrando la puerta de su oficina, caminé por el pasillo y suspiré de alivio. No fue tan terrible como algunas de nuestras reuniones… esas en las que me delegaba el equivalente a seis días de trabajo, y me decía que lo tuviera terminado en dos. Ya había terminado lo que me pidió, lo que significaba que podía irme de aquí a las cinco. Tenía otro lugar en donde estar.

Caminando por el tranquilo cementerio, inhalé profundamente el olor a hierba recién cortada. Arreglos florales brillantes y coloridos adornaban el frente de la mayoría de las lápidas, añadiendo una especie de alegría a la solemne piedra gris. La parcela de mi padre estaba ubicada debajo de un gran roble, en la piedra decía: Mace Donati. Padre amado y hermano. Venía aquí a menudo, probablemente mucho más de lo normal, pero quería seguir compartiendo mi vida con él y esperaba que, donde quiera que estuviera ahora, pudiera escucharme. Lo extrañaba, todos los días. Arrancando las malas hierbas del pequeño jardín que había cavado alrededor de su tumba, mis pensamientos fueron hacia tía Dee. La muerte de papá fue especialmente dura para ella, porque era su única familia. Mis abuelos murieron cuando papá y tía Dee eran sólo niños. Sintió su pérdida tanto como yo. Mi dolor, algunas veces crecía y me golpeaba al punto que no podía ver pasar el tiempo cuando no estaba de luto. La funeraria había insistido en un ataúd cerrado. Pensando en cuán grave fue el accidente para que quisieran su ataúd cerrado, fue otra cosa que hizo su muerte más insoportable. No sólo había muerto; Es posible que haya sufrido antes que lo hiciera, y cada vez que mis pensamientos iban por ese camino, la memoria de Cole culpándose por la muerte de papá, hizo esa tragedia incluso más espantosa. Me aliviaba por el ataúd cerrado, porque no quería que mi último recuerdo de papá fuera el intento de alguien, de reconstruir su amado rostro. Quería recordarlo tal cual era. Los meses después de esa noche horrible, había aprendido que había una razón por la cual mi papá quería que estuviera en mi apartamento; compartía callejón con un club llamado Tickled Ivories, un lugar donde Cole trabajaba. No sabía que tenía otro trabajo además del taller, pero papá claramente lo sabía. Teniendo a Cole cerca, pero lejos al mismo tiempo, era difícil y no pude contenerme, porque a menudo pasaba por unos tragos después del trabajo. Al principio, me torturaba por la necesidad de estar cerca de él, pero llegó a gustarme el lugar: una mezcla entre club de baile y bar de jazz. Cada noche de la semana, actuaban bandas en vivo. Los fines de semana, el lugar se convertía en club de baile tecno. A decir verdad, disfrutaba

más los días de semana que los fines de semana. Pero ahora, no fue la música lo que me trajo aquí. No lo acechaba y la mayoría de las veces no encontraría ni rastro de él, pero hubo momentos en que lo había visto al otro lado de la habitación. Había repetido la conversación del otro día una y otra vez. Su comentario, acerca de cuidarle las espaldas a papá y fallarle, me desconcertó. Al igual que su aclamación de mantenerme a salvo. Había venido a mí esa noche, incluso antes que los policías, diciendo que le había fallado a mi padre por no mantenerlo a él a salvo, pero, ¿de qué? ¿Qué sabía él que yo no? Desconcertante, pero ahora era acerca de papá. ―Mi jefe todavía es un idiota. Honestamente, ese hombre realmente cree que camina sobre el agua. Tía Dee finalmente sacó la alfombra de la sala e incluso fue más allá como para tener instalados pisos de madera. No reconocerías el lugar. En realidad, se ve como una casa de un adulto. La alfombra había sido un constante debate entre papá y mi tía. Cada vez que la visitábamos, papá hacia un comentario o dos, sobre la alfombra marrón chocolate que parecía Wookie. Creo que tía Dee finalmente la sacó como una manera de honrar a papá, pero se guardó un trozo, vi el remanente en el garaje, probablemente porque le recordaba a papá. Estaba feliz por eso, porque esa alfombra también me recordaba a él. ―Te extraño papá. Muchas veces sin pensar tomo mi teléfono para llamarte, para enviarte algo o solo para decir hola. No quiero vender la casa; estás en todas partes. Cole dijo que no me afligiera o me preocupara por la casa, y tiene razón. Tía Dee parece sentir lo mismo que yo, pero Dylan… está pasando por un mal momento. Culpa, creo, por vender el taller. Espero que lo supere, odio verlo tan atormentado. Un cosquilleo pasó por mi espina dorsal, una persistente sensación extraña, que me erizaba los pelos de la nuca. Había sentido esta sensación con frecuencia en los últimos seis meses. Mirando alrededor del cementerio, la sorpresa me llenó al descubrir que estaba sola; realmente se sentía como si alguien me estuviera observando. Media hora después, besé mis dedos y los presioné contra la lápida de mi padre. ―Te amo, papá. Mientras caminaba a mi auto, el sentimiento de ser observada me siguió.

Entrando en el apartamento de mi mejor amiga, Janie, justo al lado de la calle Spring Garden, la llamé en voz alta por costumbre, ya que probablemente no había llegado del trabajo todavía. Janie DeLuca y yo nos conocimos en la universidad. Es dos años mayor y tan opuesta a mí como alguien pudiera ser, y probablemente es la razón por la que nos llevamos tan bien. Extrovertida en lugar de ser reservada y en lugar de silenciosa es ruidosa, pero ha estado conmigo cuando mi mundo se desmoronó; ayudándome a juntar las piezas. La familia de Janie fue asombrosa; una gran familia italiana, agobiante y protectora, pero muy cariñosa. Me adoptaron casi instantáneamente. Janie, a veces, se sentía abrumada por su familia y se portaba mal. Por lo general, sus arrebatos son inofensivos, pero a veces cruza la línea de la imprudencia. Su último drama fue en la boda de su hermana Carmella. Con una hija felizmente comprometida, sus padres pusieron presión en Janie para que encontrara novio. Janie no tenía citas. Salió con chicos, se acostó con más de la cuenta, pero no quería nada serio. Bueno, eso fue hasta hace poco. Hay un chico con el que trabajó; Janie trabajaba para servicios sociales ayudando a niños, como lo había sido Cole, a salir de las malas situaciones; un policía llamado Timothy, y cada vez que hablaba de él, sus ojos se iluminaban. Eso la asustó, tanto que últimamente parecía ir de camino a follar a Timothy con la mente. No lo entendía, a menos que ella supiera que a él no le interesaba. Le había preguntado sobre eso, pero podía ser tan cerrada cuando quiere serlo. Saldríamos esta noche, ella quería festejar y no pensar en la boda que se aproximaba, y sospecho que tampoco en Timothy, y yo solo quería un trago, en un lugar público donde no tuviera que pensar en nada más, excepto en cómo diablos regresaremos a casa. No había ido a casa para cambiarme, vine directamente aquí desde el cementerio, así que era tiempo de asaltar su armario. Caminando por el pasillo hasta su habitación, mis pensamientos estaban en qué ponerme, así que estaba completamente desprevenida para la vista que me dio la bienvenida cuando abrí su puerta. Cerrándola rápidamente, realmente me esforcé en sacar esa imagen de mi cabeza, pero ahí estaba: Janie desnuda, con tres hombres también desnudos en una cama. Oh Dios, si sus hermanos la vieran habría sangre esparcida por todas las paredes. No era mojigata, pero definitivamente no era tan aventurera en el dormitorio como Janie, pero incluso para ella eso era solo… oh Dios. Necesitaba un trago. Sirviéndome un tequila doble, lo bebí y esperé por el bendito entumecimiento. Esperaba como el infierno que haya usado protección.

―Sí, estaban protegidos. Dame un poco de crédito. ―Janie se bebió su trago y me mostró sus ojos azules―. No soy una imbécil completa. Una hora después, la imagen de ella y “sus amigos” todavía estaba bastante fresca en mi cabeza. ¿Por qué no desaparece?, por favor desaparece… visión aléjate. No fue sorprendente la facilidad con que Janie atraía a los hombres, era preciosa, con el cabello rubio y ojos claros. Y para aumentar, era un infierno de diversión y al parecer en más formas de lo que pensaba. Le gustaba el sexo y no se disculpaba por ello. A cada uno lo suyo, pero mientras se entretenía, quería asegurarme que fuera inteligente al respecto. ―Sólo quería asegurarme. ―Echaste un ojo, ¿verdad? ¿Alguna vez has hecho eso? Acababa de tomar un sorbo de vino, por lo que se fue por la tubería equivocada ante su ridícula pregunta. Sabía muy bien que me gusta el sexo con una sola pareja, no es que tuviera muchas parejas para hacerlo. Dos para ser exactos, porque la desesperanzada de mí, aún estaba suspirando por el que no podía tener. ―Divertido. Sonrió maliciosamente. ―Sé que no es lo tuyo. Es un infierno de divertido, múltiples parejas. ―Voy a confiar en tu palabra sobre eso. ―Jugando con el borde de la copa, debatí sobre preguntar lo que quería, pero después de esa escena anterior, demasiado rara, incluso para Janie, cedí―. ¿Has hablado con Timothy? Su sonrisa se desvaneció de inmediato. ―No. La ira estaba mezclada a través de esa palabra y justo debajo de la ira estaba el dolor. ―Janie, ¿ocurrió algo? ―No. ―Janie, sabes que me doy cuenta cuando estás mintiendo. ¿Qué pasó? Bebió su trago y buscó otro. ―Está bien. Tienes razón, me gusta así que tomé tu consejo y lo invité a salir. Me dijo que no. Oh. ―Lo siento.

―Lo que pasa es que me dio una excusa de mierda sobre que realmente quería, pero no podía. ¿Por qué no podría? No tiene un anillo en su dedo. No vivimos bajo la ley marcial. Me gustaría que simplemente fuera honesto y me dijera que no está interesado, en vez de estar mintiendo acerca de querer pero no poder. Claramente, no lo juzgué bien y no en el buen sentido, así que estoy siguiendo adelante. ―Es justo, pero arriesgándome a que te enfades, ¿realmente necesitas avanzar con tres a la vez? ―Durante un segundo vi la mirada que a menudo le da a sus padres, desafío. Su cuarteto de hace rato, apostaría, era más para olvidar que por gusto―. No te estoy juzgando, Janie, pero a veces actúas antes de pensar y no quiero que tengas remordimientos. ―No los tengo, Mia. Puede que haya tenido las intenciones equivocadas cuando fui en busca de algo para alejar a Timothy de mi mente, pero disfruté a esos hombres. ―Está bien. Su enfoque se dirigió a un chico más allá de la barra, justo como le gustan: grande, musculoso y ridículamente guapo. ―Hablando de disfrutar, tengo que ir a saludar. ―Estaré aquí. ―Si no me ves, con suerte estaré dando una prueba de conducción en el baño de hombres. ―Diviértete con eso. ―Si él es la mitad de bueno como promete su aspecto, sin duda estaré divirtiéndome. ―Salió de su taburete, y sacó unos billetes de veinte que dejó caer sobre la barra―. Envíame un mensaje si quieres irte. ―Está bien. ―En serio, Mia, puedo decir que esta noche estás de humor para sentarte y recordar a tu papá, así que voy a dejarte con eso, pero si quieres irte, me iré contigo. ¿Trato? Tan loca como podría ser, me conocía muy bien. ―Trato. Y gracias. ―Por supuesto. Deséame suerte. ―No necesitas suerte. Ya se había apartado de mí, pero en respuesta a eso, me lanzó una mirada por encima del hombro.

―Maldita A Sonriendo para mí, hice una seña al camarero para otra copa de vino. Mañana tía Dee y yo nos reuniríamos en Vicent´s para cenar; Tenía algo que quería discutir conmigo. Fuera lo que fuera, basado en la angustia que capté en su tono, no podía ser bueno. Cuando estábamos haciendo las maletas en casa de papá, la había visto triste pero parecía sana. Se acababa de hacer un examen físico y había salido todo bien, o al menos eso dijo. Financieramente, estaba mejor de lo que había estado, incluso su novio me agradaba. Tal vez solo estaba leyendo en ello, preocupándome por nada. Durante la siguiente media hora, me liberé de una semana de infierno, pensé en mi padre y estaba pendiente de Janie. Un cosquilleo revoloteó a través de la parte de atrás de mi cuello, una sensación muy similar a la que experimenté más temprano en el cementerio. Mirar a mi alrededor resultó ser un poco inútil, ya que el bar estaba lleno y oscuro. Janie se había movido de su lugar en la barra, así que probablemente estaba consiguiendo su prueba de manejo y después de su actividad previa. Tenía que reconocer que la chica tenía resistencia. Tenía que orinar. Perdería nuestro lugar en la barra, pero oh bueno. Cerrando mi cuenta, me dirigí a la parte trasera donde estaban los baños. Conociendo mi suerte, me cruzaría por allí con Janie de nuevo. Había una línea, pero se movía, lo que significaba que Janie muy probablemente estaba divirtiéndose en el baño de hombres. ¿Por qué será que las mujeres rompieron el sello tan malditamente temprano en la noche? Veinte minutos después, mis ojos estaban nadando en mi cráneo, por lo que la vista del desagradable inodoro era el cielo. Atendiendo el asunto, me lavé y salí al pasillo. Pensé en echarle un vistazo al lugar, pero no estaba realmente de humor para compañía esta noche. Todavía sintiendo melancolía por mi viaje al cementerio, sólo quería ir a casa, ponerme mi pijama y ver algo sin sentido hasta quedarme dormida. Sacando mi teléfono, le envié un mensaje a Janie. Me voy a casa. Quédate y diviértete. No me esperaba una respuesta, pero la obtuve unos minutos después. Iré contigo si quieres. Y sabía que lo haría, pero sospechaba que prefería quedarse, y ya que de todos modos iba a regresar a mi casa, no había ninguna razón para que se fuera también. Quédate y diviértete. Te llamaré mañana. Una sonrisa se dibujó en mis labios por su respuesta. Cuídate y manda un texto cuando llegues a casa.

Esa fue la influencia de su madre; cada vez que salía de su casa, tenía que llamarlos para que supieran que llegué a casa sana y salva. Incluso ahora, todavía tengo que llamar cada vez que iba de regreso a casa después de la cena de los domingos. Era una tradición que realmente me gustaba. Lo haré.

El otoño estaba en el aire, el frío crujiente envuelto alrededor de mí tan pronto como salí. No era tarde, sólo después de las nueve, así que todavía había algunas personas yendo hacia y desde bares y clubes. La mayoría de los profesionales se habían ido, regresaron a los suburbios con sus familias para un fin de semana sesgando sus jardines, barbacoas y juegos de béisbol. Me gustaría, un día, establecerme en una pequeña casa en el condado de Bucks, con más jardín que casa. Tener un columpio en el patio trasero y una de esas casitas de madera para que los niños jueguen. Niños, me gustaría tener algunos, algún día. Confiaba en que sería una madre tan maravillosa como lo había sido mi padre. Por supuesto, eso requería un hombre y yo estaba actualmente sola. De los pocos hombres con los que había salido, la mayoría eran agradables, pero no realmente mi tipo. Era un estereotipo porque quería un hombre como mi padre. No quería un hombre con miedo de engrasarse bajo las uñas o el primero en huir de una pelea. Quería a alguien que fuera tan bondadoso como feroz. Sabía exactamente a quién quería, lo había deseado durante mucho tiempo, y algunos sueños eran más difíciles de dejar ir que otros. Un taxi vino desde el final de la calle, así que lo llamé. Mi apartamento estaba demasiado lejos a pie como para caminar sola. Le di al taxista la dirección, me senté en el asiento trasero y observé mientras la ciudad pasaba de largo. En poco tiempo llegamos frente a mi edificio y, al contrario de dónde vivía Janie, South Street estaba lleno. Mi apartamento estaba a una calle de distancia, pero podía ver South Street desde mi ventana trasera. Me gustaba eso, toda la gente y el ruido y sin embargo, podría bloquearme de todo si quisiera. Dejando caer las llaves en el plato sobre la mesa pequeña, que tenía en el vestíbulo de entrada, me quité los zapatos, los guardé, envié un mensaje a Janie y entonces me duché y me puse mi pijama. Comenzar de nuevo estaba empezando cuando encendí la televisión, así que decidí descansar y perderme en la película. Debí haberme quedado dormida, porque cuando me desperté la película había terminado hace mucho y la mala pornografía nocturna, que tomaba control de las horas de la noche en el canal, llenaba mi apartamento con quejidos y gemidos bajos.

Apagando el televisor, agarré un vaso de agua y me fijé en la hora. Mis pies me trasladaron a la ventana trasera sin que mi cerebro realmente necesitara pensar. Los fines de semana, después de las dos de la mañana, Cole salía del club a través de la puerta trasera. La primera vez que lo vi saliendo de Tickled Ivories, había estado enojada por la artimaña de mi papá. Sin embargo, con el tiempo, entendí que papá solo había estado siendo papá. Él quería que tuviera mi libertad, pero también necesitaba saber que había alguien cerca cuidándome la espalda. Cole generalmente se iba del lugar solo, pero hubo algunas veces en que había tenido a una mujer colgando de él, como una piel de animal usado por los merodeadores en los días de antaño. No podía culpar a esas mujeres, porque el hombre era perfecto, no obstante los celos se retorcían dentro de mí porque les diera el tiempo que no me daría. Acercándose a los treinta años, estaba definitivamente envejeciendo bien. Con su cabello oscuro afeitado a ras, te obligaba a centrarse en su abrumadoramente hermoso rostro, formado por ángulos, aunque sus labios eran sorprendentemente suaves en comparación, y sus ojos de un azul penetrante y brillante. Prefería usar vaqueros y camisetas descoloridas; a veces llevaba una chaqueta de cuero y otras una sudadera con capucha. Mi corazón saltó cuando la puerta se abrió y salió. Moviéndome más profundamente a la esquina, así no podría verme, simplemente me quedé mirando. El foco sobre la puerta hizo que viera cada uno de sus rasgos perfectos muy fácil. Esta noche estaba solo; su chaqueta de cuero estaba abierta para exponer su camiseta negra tan ajustada que se veía como una segunda piel. Su cabeza gacha se inclinó ligeramente en mi dirección y, siendo un poco fantasiosa, imaginé que pensaba en mí antes que empezara a bajar por la calle; su andar, de alguien que no sólo estaba cómodo en su entorno, sino que no tenía miedo de ellos. Podía admitirme que estaba enamorada de él.

Vincent´s se veía igual que el hombre mismo, incluso a los setenta y, aún trabajaba en la cocina. Su fuerte y colorida voz, era casi como sonido de ambiente ahora, su tono y cadencia tan familiares como los manteles de color rojo y blanco a cuadros y los jarrones de vidrio llenos de flores recién cortadas. Tía Dee estaba ahí, su personalidad normalmente burbujeante estaba apagada. Y cuándo vi el ceño de su frente, tomé su mano. ―¿Estás bien? Sus ojos de gato se centraron en mí.

―Lo siento. Estoy distraída. Hay algo que necesito hablar contigo. ―¿Estás enferma? ―Ese era mi mayor temor, perder a tía Dee también. La sorpresa apareció en su rostro. ―¿Qué? No, no querida Mia, no estoy enferma. ―Gracias a Dios. ―No sé cómo abordar esto, así que sólo voy a ir directo al grano. Tu madre ha estado en contacto conmigo. ―¿Mi madre? ¿Qué? ¿Cuándo? ―En repetidas ocasiones desde la muerte de tu padre, pero he estado esquivándola ya que renunció a sus derechos cuando se fue. ―Estoy totalmente de acuerdo. ¿Qué es lo que quiere? ―No va a decirlo, solo que le gustaría conocerte. Supongo que está pensando que, ahora que Mace se ha ido, estarás más abierta a conocerla. ―¿Con qué fin? Nunca se preocupó por mí mientras crecía, así que, ¿por qué me importaría ahora? Tía Dee se encogió de hombros. ―Queda totalmente en ti si la conoces o no. Sólo estoy compartiendo contigo lo que sé porque no estoy cómoda ocultándolo. ―Y aprecio eso, tía Dee, de verdad, pero no tengo el menor deseo de conocer a mi madre. No la conozco, y estoy bien con eso. El alivio cruzo su rostro. ―Está bien. Entonces eso es todo. ―¿Pensaste que me gustaría verla? ―No estaba segura, a pesar que es una tonta, es tu madre y con Mace muerto… No hubiera tratado de detenerte si decidías conocerla, pero conozco a tu madre y todo lo que hace es auto-servicio. Incluso esto, estoy segura que hay algo más en su deseo de conocerte. ―Estoy de acuerdo. Tía Dee estaba notablemente más relajada, en realidad era una persona muy diferente de la que estaba conmigo cuando entró a Vicent´s. Había estado realmente preocupada por mi respuesta a la solicitud de Cynthia. ―Tía Dee, ella nunca llegó al funeral de papá, así que, en lo que a mí respecta, no hay nada que pudiera hacer u ofrecer para que me atraiga conocerla. Hizo su elección, la elección equivocada, y ahora tiene que vivir con las consecuencias.

―No podría estar más de acuerdo. Así que ahora que eso no es un tema, vamos a comer. Estoy hambrienta.

Mía Tickled Ivories estaba bastante lleno para un día de semana, aunque sospechaba que era el conjunto de jazz con su sonido conmovedor que atraía a las multitudes. Tomando una copa de vino, miré alrededor del lugar, pero mis pensamientos estaban en lo que tía Dee había compartido la otra noche en relación con Cynthia. Ella era como una moneda falsa, siempre levantándose, lo cual era extraño porque había sido la única que se fue. Para alguien que no quería tener nada que ver con su familia, seguro que tenía tendencia a buscarlos. Tal vez tía Dee tenía razón; instinto maternal, tal vez ahora que papá se había ido el instinto maternal de Cynthia la había pateado. Realmente no creo que fuera posible, pero entonces lo imposible era sabido que sucedía. Yo no estaba interesada, cualquiera que sea su motivación. Había sido insignificante en toda mi vida; no había ninguna razón para darle la bienvenida ahora, sobre todo cuando el hacerlo se sentía como una traición a papá. Un hormigueo bajó por mi espalda, mi enfoque cambió hacia mi derecha, donde una figura oscura estaba sentada en un rincón. No podía ver su rostro, pero no podía negar que el cuerpo pertenecía a un hombre. Cómo sabía que me estaba mirando, no podía decirlo, a excepción de la deliciosa sensación que se movía por mi espina dorsal, como la caricia de un amante. Al no ser de esas de una sola noche, había pasado mucho tiempo desde que había tenido sexo y si el hombre en la esquina podía mover mi sangre con solo sus ojos entonces, ¿qué podía hacer con el resto de él? La idea era tan intrigante y casi erótica sobre acercarme a él para aprender precisamente eso. Durante la siguiente hora, mi cuerpo quemaba por su mirada y un dolor que pedía ser aliviado había comenzado entre mis piernas. Las mujeres se acercaban a su mesa, ninguna de ellas por mucho tiempo o persistente y a través de eso todo lo que sentí fueron sus ojos en mí. Tenía la tentación de acercarme a él, pero con lo mal que mi cuerpo dolía, probablemente terminaría haciendo algo de lo que me arrepentiría. Pagando mi factura, empecé a levantarme al mismo tiempo en que él lo hizo. Los segundos se sintieron como minutos cuando me mantuve inmóvil y esperé a que él se acercara a la luz. En el momento en que lo hizo, mis rodillas casi se doblaron debajo de mí. Era Cole. Esos ojos azules estaban mirando directamente a los míos y aunque su expresión no me daba absolutamente nada, me sentí marcada

como si él, en silencio, estuviera poniendo en juego su reclamación. ¿Y qué demonios fue todo eso? En el siguiente segundo, se dio la vuelta y se alejó para desaparecer en una sala en la parte trasera de la barra. Lo seguí, golpeando la puerta antes de simplemente entrar. Se paró detrás de un escritorio, su foco en la ventana. Su cabeza se giró bruscamente, sus ojos arponeándome a través del cuarto. ―¿Qué fue eso? ―le pregunté sin preámbulos. ―Mia. La ira sustituyó la confusión porque este hombre me estaba volviendo loca. ―Quieres alejarte de mí, ¿pero me miras de esa manera? ―¿Quieres una copa? ―No, me gustaría saber por qué, si estás tan decidido a permanecer lejos de mí, ¿te burlas de mí con miradas como esa? Siguió el silencio. ―¿Nada? ¿No tienes nada que decir? Esa noche en mi dormitorio, me querías tanto como yo te quería. Eso afuera ahora mismo, demuestra que todavía lo sientes y te estás mintiendo a ti mismo si crees que puedes luchar contra ello. Se ha estado cociendo a fuego lento durante mucho maldito tiempo. Los dedos de la mano alrededor de la botella se volvieron blancos y su mandíbula se apretó, pero no dijo nada. ―Cuando estés listo para actuar sobre esa mirada que me diste, para terminar lo que empezaste en mi dormitorio esa noche, ya sabes dónde vivo. Me tomó unos minutos para conseguir que mis piernas funcionasen antes de salir con poca gracia del club.

Janie y yo estábamos almorzando, pero yo no era la mejor compañía porque mis pensamientos estaban en la noche anterior y la mirada ardiente de Cole que sostenía dicha promesa. ―¿Por qué, Janie? ¿Por qué el hombre está luchando contra ello? Ayer por la noche me miraba como si estuviera desnuda, sobre una mesa de sacrificio y él quería reclamar el sacrificio. ―No lo sé, claramente está en conflicto. Quizá debes saltar y ver qué pasa. ―Por mucho que me gustaría creer que en realidad hubiera actuado por el calor que vi en su mirada la noche anterior, es más probable que en vez de eso, va a

alejarme de él, manteniéndome a cierta distancia, acariciando mi cabeza y marchándose sin decir una palabra. ―Realmente te tiene en un nudo, ¿verdad? ―Sí, pero se trata de algo más que sexo. Lo conozco desde hace tanto tiempo, que es una parte muy importante en mi vida y aun así durante la mayor parte de ella, me he sentido como una niña con la cara presionada contra el cristal de la tienda de juguetes. Mirando algo que quiero y eso estando simplemente fuera de mi alcance. Él está decidido a mantenerme alejada de él, así que realmente debería dejarlo ir y esa sola idea duele como el infierno. ―Necesitas follarlo para sacarlo de tu sistema. ―¡Janie! ―En serio, puedes estar confundiendo lujuria con otra cosa. Así de cruda como puede ser, tal vez tenía razón. Tal vez si me acostaba con Cole, lo sacaría de mi sistema, pero si lo que habíamos hecho en mi dormitorio era un preludio de lo que tenía en la tienda, no lo sacaría de mi sistema. Probablemente me convertiría en una adicta, creando un culto solo a su alrededor, pasando mis días adorándolo y mis noches con él llenándome, en repetidas ocasiones. Tomé un largo trago de mi agua para calmar mi garganta seca de repente. ―Bromas aparte, tienes que, o bien ponerte de acuerdo con la realidad de que tú y Cole nunca será y dejarlo ir, o necesitas tomar el toro por las bolas y hacer tu movimiento. Pero si hago mi movimiento él se vería obligado a poner en palabras lo que su distancia daba a entender y escucharlo decir las palabras me daba temor, perdería los rayos de esperanza a los que me aferraba de que un día sería todo distinto. ―No estás allí todavía. ―No sé si volveré a estar allí, Janie. ―¿Quieres que te patee el culo? Eso se sintió bien, riéndome cuando quería llorar. ―Tal vez. ―Déjame saberlo. Está bien, entonces, estoy pensando en conseguir mi clítoris perforado. Oí que realmente levanta la intensidad de un orgasmo. ¿Qué piensas? ―Pienso que necesito vino para esta conversación.

Al regresar a la oficina después del almuerzo, menos el vino ya que solo era el almuerzo, mis ojos se crispaban de pensar sobre perforaciones en lugares que no tenían que ser perforadas. Una sombra cayó sobre mí y levantando la mirada vi a Freddie con un hombre mayor que se parecía a una versión más sofisticada de él. Frederick Tatum Sénior. ―Mía, este es mi padre, Frederick y quería conocerte. ¿Lo hacía? ¿Por qué? Nerviosismo quemó atravesándome. ¿Iba a ser despedida? ¿Haberle dicho chico malo a Freddie era suficiente para que papá me diera una patada? ―Señorita Donati. Solo quería conocer a la mujer joven cuyo trabajo ha sido ejemplar, sobre todo siendo tan nueva para el departamento. Eres un activo valorado y no quería que pasara demasiado tiempo sin decir cuánto. La tentación de mirar alrededor de la oficina por cámaras ocultas casi me hizo hacerlo. ―Ah, gracias. ―Le he estado diciendo a Fred aquí, que este departamento necesita trabajadores más duros como usted. La reacción de Freddie a eso fue como si hubiera sido golpeado con fuerza en la cabeza. Su mirada me cortó y la ira y algo más oscuro, acechó allí. ―Gracias, señor Tatum. Me gusta el trabajo. ―Excelente. Queremos mantenerla feliz. ¿No es así, Fred? ―Sí, es cierto. ―Y sin embargo, esas palabras se vieron forzadas. Claramente había un trasfondo en esta conversación, pero no podía mentir, me gustó ver a Freddie incómodo; lo disfruté mucho más de lo que debería.

Al día siguiente, cada vez que veía a Freddie no podía evitar mi sonrisa, recordando su malestar causado por su propio padre. Era evidente que había problemas familiares pasando y tenía la sensación de que había sido utilizada como un arma de batalla. ¿Era posible que no le gustara a Freddie debido al elogio de su padre? Si era así, ponía una luz completamente diferente en la situación en el trabajo, una con la que potencialmente podría trabajar para encontrar la paz que tanto quería en la oficina. Cómo hacer para traer el cambio que buscaba, se me escapaba porque si lo que sospechaba era cierto, la única manera de suavizar la opinión de mí que tenía Freddie, era comenzar a aflojar en mi trabajo y eso no era algo que pudiera

hacer. Tendría que ponderar la situación, pero al menos tenía la esperanza de que las cosas pudieran mejorar. Ese era un paso en la dirección correcta. Después del trabajo pasé por la casa de tía Dee y apenas llegué a su puerta cuando se abrió y apareció una mujer, Cynthia. Claramente, mi madre no era más que una prostituta, pero una muy bien pagada. Vestida con ropa de diseñador, luciendo como la imagen del éxito. Mi tía apareció justo detrás de Cynthia, con su rostro rojo por el temperamento. Mi enfoque se dirigió de nuevo a Cynthia cuando dijo: ―¿Mia? Incluso su voz había cambiado, sus palabras perfectamente articuladas y cultas. ―Cynthia. ―Ahora no es el momento, Cynthia. Si y cuando Mia decida ponerse en contacto contigo, va a ser en sus términos. ―¿Por qué estás aquí? ―le pregunté. Una ligera vacilación siguió antes de que dijera: ―Esperaba que Dee te animara a reunirte conmigo. ―¿Con qué propósito? ¿Qué podríamos posiblemente tener que hablar? Tal vez quieres discutir el hecho de que te fuiste tan pronto como nací y nunca miraste atrás. O tal vez quieres explicar por qué no fuiste al funeral de mí papá. ¿Eso es lo que tenías en mente cuando dijiste hablar? ―He cometido errores, pero somos familia. ―Creo que nuestra definición de familia es muy diferentes. No eres mi familia. No te conozco y no tengo ningún deseo de conocerte. Venir aquí y acosar a mi tía no me va a animar a cambiar de opinión sobre eso. Déjala sola y déjame en paz. Si tengo un cambio de corazón, voy a estar en contacto contigo. ¿Estamos claros en eso, Cynthia, o tengo que usar palabras más pequeñas? La furia ardía en sus ojos, lo cual estaba en contraste con su casi quejosa súplica. Tía Dee había dicho que esta mujer era interesada y considerando la persistencia que estaba demostrando en su deseo de hablar conmigo, sospechaba que era verdad. No podía mentir; despertó mi curiosidad, lo suficiente como para considerar aceptar su invitación por ninguna otra razón más que ver lo que realmente quería. Sacó una tarjeta de su bolso. Se veía como una tarjeta de negocios, pero no había un logo de una compañía en ella; solo tenía su nombre, un número de teléfono y una dirección de email.

―Espero que me llames, Mia. Tenemos mucho para ponernos al día. Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. ―¿Quién tiene la culpa de eso? Ahí estaba de nuevo, la furia devolviéndome la mirada, lo cual contrastaba con su voz tranquila. ―Fue un placer finalmente conocerte. No esperó para escuchar mi respuesta y se alejó por la calle con sus tacones de diseñador de diez centímetros. ―¿Qué fue todo eso? ―le pregunté a tía Dee tan pronto como Cynthia desapareció al doblar la esquina. ―No tengo idea. Quería hablar contigo, pero no estoy segura de porqué. No paraba de hablar sobre Mace, pero lo que decía no tenía sentido. ―¿Qué tenía que decir sobre papá? ―Honestamente no lo sé. Creo que solo se siente culpable y está un poco arrepentida de haberlo tratado como lo hizo ahora que él se ha ido. ―Cambiando de tema. Se ve impresionante ―dije a regañadientes, porque a pesar de que costaba admitirlo, realmente se veía estupenda. Tía Dee parecía incómoda, por lo que añadí―: Sé lo que es. ―¿En serio? ―Sí, la escuché hablando con papá en la casa cuando era más joven. Ella quería salir de la pobreza y parece que lo ha logrado. ―Acostada de espaldas. ―Sobre gustos no hay nada escrito. ―Eso es muy generoso. ―Si no hubiera sido mi madre, no le reprocharía que encontrara una manera de salir de una situación que no quería. Si a ella no le molesta ser una prostituta, ¿por qué debería molestarme a mí? ―Eres mejor persona que yo. ―En realidad no. Tú y papá estaban involucrados emocionalmente, ella tenía un vínculo conmigo y me falló. Como madre apesta y ambos tenían todo el derecho de odiarla. Ya que no pienso en Cynthia como mi madre, realmente no tengo sentimientos por ella de una manera o de otra. ¿Cómo se conocieron Cynthia y papá? Son como el agua y el aceite.

―Ella creció en el vecindario. Era diferente cuando éramos jóvenes, tan carismática. No fue una sorpresa que llamara la atención de tu padre. No creo que alguna vez la haya amado, pero le gustaba. Y cuando se enteró que estaba embarazada, le pidió que se casara con él. ―¿Lo hizo? Ahora la odio. ―Lo hizo por ti porque quería que tuvieras a ambos padres. Ella lo rechazó y luego te abandonó. Tu padre siendo un mecánico, uno que hizo una buena vida, no estaba dirigiéndose en la dirección que Cynthia quería: hacia afuera y hacia arriba. ―Me alegra que no se casara con ella. ―A mí también, porque él hubiera terminado asesinándola y yo habría tenido que ayudarlo a enterrar el cuerpo, e incluso eso es más esfuerzo de lo que ella se merece. ―Eres un poco despiadada tía Dee. Me gusta eso. ―Está en la sangre, cariño. ―Tal vez esa es la razón por la que constantemente estoy tramando la muerte de mi jefe. ―Eso y además el hombre es un imbécil. ―Absolutamente cierto, aunque he tenido una pequeña epifanía relacionada con su actitud hacia mí. ―¿En serio? Cuéntame sobre eso, pero primero tomemos una copa de vino.

La epifanía sobre Freddie no era la única que había tenido. Ver a Cynthia, su insistencia en querer hablar conmigo, me obligaba a verme de una manera similar cuando se trataba de Cole. Y aunque las situaciones eran diferentes, el genuino afecto que existía entre Cole y yo, a diferencia de la no-relación que compartía con mi madre, no cambiaba el hecho de que él quería que me mantuviera alejada y, aun así, no hacía caso a ese deseo. No sabía por qué me quería lejos, por qué sentía la necesidad de mantenerme a salvo y, hasta que no lo supiera, no iba a alejarme de él. Sobre todo, porque yo era como una polilla a una llama cuando se trataba de Cole. Tenía que preguntarle de una vez, la razón de la distancia entre nosotros, aun temiendo la respuesta. Pero, de una manera o de otra, las cosas entre Cole y yo, iban a ser diferentes después de esta noche. En el viaje en autobús a Tickled Ivories después del trabajo, recité las palabras que necesitaba decir, deseando haber reforzado mi coraje con una bebida o dos. Sin

embargo, me sentía orgullosa cuando llegué al club, porque mis pasos eran seguros mientras caminaba con determinación hacia mi destino, su oficina. Llamé a la puerta y no esperé antes de entrar. Cole no estaba solo, una mujer estaba sentada a su lado en el sofá; prácticamente encima de él. Bonita, mayor como él y, basándome en la mirada de sorpresa en su rostro, no esperaba la interrupción. Por suerte para mí, tuve una mejor elección del momento oportuno con Cole de lo que había tenido con Janie. ―Lo siento. Cerrando la puerta, me dirigí hacia el bar. Si alguna vez había un momento para beber alcohol, ese momento era ahora. A pesar de que no sabía exactamente lo que acababa de descubrir, no se podía negar lo que la mujer quería y Cole no era ningún estúpido. La ira que corría a través de mí era tan feroz que casi regresé a su oficina para darle un puñetazo. Yo estaba sufriendo y él estaba teniendo encuentros en secreto con Barbies de pechos grandes. Mi vida apestaba. En realidad no logré llegar al bar; la mano de Cole en mi brazo me detuvo. ―¿Qué sucede? Eres un imbécil y yo una perdedora, eso sucede. ―Quería hablar contigo, pero estás ocupado. ―Rochelle, vamos a retomar esto de nuevo en la mañana. Su mirada furiosa me apuñaló, claramente no feliz de que su interludio estuviera siendo reprogramado. Sintiéndome un poco petulante, le sonreí. Si las miradas pudieran matar, Cole tendría un desastre en sus manos. Ella sonaba sorprendentemente tranquila, considerando que parecía una demente; como un zombi esperando darse un festín con mis entrañas. ―Traeré café. Oh, ella va a traer el café. Espero que su taza gotee. No me di cuenta de que en realidad dije esa última parte en voz alta, hasta que Cole dijo: ―Eso no es agradable, Mia. Apartándome de su agarre, continué caminando hacia el bar. ―Lo que digas. Necesitaba alcohol. Le hice señas a Claire, nos llamábamos por el primer nombre; sí, esa era la frecuencia con la que venía aquí. Conocía a la bartender tan bien que consideraría pedirle que fuera parte de mi cortejo nupcial si alguna vez llegaba a casarme y me trajo una copa de vino. Cole apareció a mi lado.

―Querías hablar. ―Ya no. Probablemente puedas evitar que Roxy se vaya. Su ceja se arqueó levemente. ―¿Roxy? ―Sí, la Barbie con las tetas y las piernas. No fue mi intención arruinar tus planes para la noche. Solo tomaré mi bebida y me iré. ―¿Mia? ―¿Cole? ―¿Estás tratando de hacerme enojar a propósito? ―No lo sé, Cole, ¿lo estoy? Has pasado una gran cantidad de tiempo observándome, así que debes conocerme a la perfección. ―Estás molesta. ―¡Oh, Dios mío, denle al hombre un premio! ¿Te diste cuenta de todo eso tú solo? El aire salió de mis pulmones cuando me arrojó sobre su hombro. No respondí de inmediato porque no podía creer que realmente me había arrojado sobre su hombro. En su oficina, me puso de pie, ofreciéndome una vista perfecta de la furia ardiendo detrás de sus ojos. ―Habla. ―¿Que hable? Bien, hablaré. Eres tan exasperante. ―Me aparté de Cole y caminé hacia el otro lado de la habitación. Dándome media vuelta, él estaba apoyado contra la pared pareciendo relajado, pero no había nada relajado en su mirada: dirigida únicamente hacia mí―. Entraste en mi mundo y te entrelazaste a él tan fácilmente. En un momento no estabas allí y al siguiente eras como de la familia. Durante tres años, fuiste mi familia, tan cercano a mí como mi padre. Y luego te habías ido y me querías lejos. Eso me lastimó, pero lidié con ello. Años después, regresaste tan cambiado y luché como el infierno para recuperarte y de alguna forma lo hice, hasta el punto en que viniste a mi dormitorio, casi me hiciste el amor y luego te habías ido de nuevo, emocionalmente lejos de mi alcance. Mi padre murió y fuiste la persona que vino a consolarme en el peor momento de mi vida. Y luego jodidamente me dejaste otra vez y te encerraste tanto en ti mismo que también podrías haberte mudado lejos al otro lado de la galaxia. En toda nuestra relación has estado acercándome y luego alejándome. E incluso ahora no me quieres y, sin embargo, me das miradas intensas como la otra noche y, aun así, te encuentro con Roxy, quien podría solo trabajar contigo, pero te devoraría si le dieras la luz verde que perfectamente sabes. No te vi apartándola de tu regazo.

Cole no movió ni un músculo, sus ojos quemaban agujeros dentro de mí con su intensidad. ―No sé si parte de lo que te mantiene alejado de mí es lo que te sucedió cuando eras más joven. Tu padre era un hijo de puta enfermo. Mi único arrepentimiento es no haber estado allí para sostener tu abrigo mientras le pateabas el trasero. El hecho de que muriera, fue el karma que falleciera por las heridas causadas por su hijo que lo golpeó para defenderse a sí mismo. Tal vez esa no es la reacción que has recibido de otros, o como te sientes al respecto, pero sé que papá se sintió de la misma manera, porque sabes tan bien como yo que él nunca hubiera permitido que te acercaras a mí si pensara que eras culpable de algo más que defensa propia. Siento como si hubiera estado esperando mi vida entera que vinieras a mí y me estoy cansando de esperar. Creo que lo sientes también, pero tengo la terrible sensación de que lo que podría haber entre nosotros no sucederá y eso es una tragedia también. No dijo nada, ni una palabra. ―¿Nada, no tienes nada para decir? ¿Estoy derramando mi corazón aquí y no tienes nada para decir? ¿Sabes qué? Está bien, tú ganas. Mantén tu distancia, vive tu vida en el pasado, yo voy a seguir adelante. Tú y yo, supongo que realmente no tenemos ningún asunto sin terminar. Me alejé esta vez, con las piernas temblorosas y el corazón roto. Janie tenía razón, era hora de dejarlo ir, porque acababa de agarrar al toro por los cuernos y él no tuvo ninguna reacción.

Mía ―Mia, esto debía estar hecho desde ayer. Mi jefe estaba de un humor particularmente exigentes y ya que todavía estaba echando humo sobre el épico fracaso de la noche con Cole, su actitud no ayudaba a mi estado de ánimo. Al parecer, se había olvidado una fecha límite y dejó caer el proyecto en mi regazo y estaba montando mi culo para lograr que se hiciera en un tiempo récord. ―Trabajo tan rápido como puedo. ¿Quizás podría pedir una extensión? Su expresión cambió, se hizo oscura como un nubarrón. Claramente, esto era la cosa incorrecta de decir. ―Una extensión es inadmisible. Una vena apareció en su frente. Parecía un hombre a punto de estallar. Si yo no hubiera estado luchando contra mi propia ira, realmente habría disfrutado viendo su berrinche. ―Trabajas para mí, así que mis plazos son tus plazos. ―Pero no puedo trabajar en algo si ni siquiera saber de qué se trata. ―Ahora ya sabes de qué se trata, así que deja de discutir y vuelve al trabajo. Detuvo mi trabajo cuando pisoteó a mi escritorio como un niño excesivamente mimado. Yo estaba tentada de decírselo cuando se marchó, pero, ¿cuál sería el punto? Realmente necesitaba encontrar un nuevo trabajo. Cuando el reloj dio las cinco, estaba tan lista para una bebida, varias, de hecho. Como de costumbre, había completado el proyecto pero no recibí ni una sola palabra de agradecimiento. Cerrando por la noche, cogí mi bolso y me dirigí a los ascensores. La luz de mi jefe estaba todavía encendida lo que era extraño ya que el hombre nunca se quedaba hasta las cinco. No deseaba quedarme atrapada por él y que lanzara sobre mí cualquier trabajo que lo hiciera quedarse hasta tarde para hacerlo, tomé las escaleras. Una vez fuera, respiraba profundamente mientras caminaba hacia el autobús. No suelo conducir al trabajo ya que el autobús me trae mucho más rápido; además, conseguir estacionar en la calle alrededor de South Street no era fácil y teniendo un lugar casi enfrente de mi edificio, no estaba moviendo mi auto.

Comprobando mi reloj, aceleró mi ritmo ya que me encontraría con Kevin Lowell en una hora. Normalmente, hubiese ignorado su invitación, pero después de anoche necesitaba una distracción porque si pensaba demasiado en Cole, probablemente estaría quemando su club. Me negué a pensar en él, o lo que pasó anoche. Yo había pensado y había luchado lo suficiente durante los años. Era su turno. Kevin era unos pocos años mayor que yo, nos habíamos conocido a través de Janie en mi último año en la universidad y, aunque había intentado salir con él, la verdad, no me gustaba mucho. En el exterior, era perfecto: el cabello perfectamente peinado, la ropa perfectamente a la medida, perfectos rasgos. Me recordaba a las esposas de Stepford demasiado perfecto, bajo esa perfecta fachada se escondía lo realmente feo. Necesitaba controlar todo: dónde comíamos, lo que comíamos, con quién nos relacionábamos Incluso en el dormitorio, buscó el control. La única vez que dormimos juntos, había sido consensuado, no habíamos hecho el amor, había sido follar. Yo no tenía problema con follar con la persona adecuada; creo que follar podría ser muy muy divertido, pero con Kevin se limitó a poco saludable. Había llamado de la nada y me dijo que tenía algo muy importante para discutir conmigo. Sabía que era un investigador privado, pero no tenía ni idea de lo que podría tener que discutir conmigo que encontraría incluso ligeramente interesante. Pero se ofreció a llevarme a la cantina para la cena, a unos pocos pasos de Vincent´s y ya que siempre había querido probar el lugar, acepté. Trivial, completamente, pero si tengo el estómago lleno de buena comida, estaba bien con ser trivial. Y ya que mi cita era igualmente trivial, probablemente ni siquiera me recogería. Vestida con uno de mis más elegantes trajes, no me molesté en ir a casa primero. Además, me estaba muriendo de hambre. El autobús me dejó a un par de cuadras de distancia y era un poco temprano, tomé mi tiempo para caminar. Me encantaba este barrio, todavía regresaba a menudo a visitar a tía Dee, pero mi corazón estaba pesado caminando por las calles debido a que la muerte de papá era todavía demasiado fresca. Había sido demasiado joven. Había tanto que quería hacer; tanto que habíamos querido hacer. Como un viaje a Las Vegas. Papá y yo queríamos ver Las Vegas de la peor manera. Habíamos planeado un viaje este verano que pasó, una parte de mi regalo de graduación, pero no fui. La idea de ir sin él parecía mal. Caminé alrededor de la esquina, vi que los valet estaban ocupados en el bar. Definitivamente no quisiera ser un valet en el sur de Filadelfia. El auto ridículamente caro de Kevin se detuvo al acercarme. Yo no era consciente que los investigadores privados hicieran mucho dinero, pero el hombre vestía ropa muy fina hasta su reloj

y gemelos. Viendo cuando bajo desde su auto, no pude evitar el escalofrío que pasaba por la parte baja de mi espina dorsal. Había algo que me ponía en el borde. Tal vez no era tan sabio de mi parte seguir ningún tipo de relación con él. Él no miró al chico que tomó sus llaves pero yo sabía que la orden de no hacerle ningún rasguño había sido dicha y en un tono amenazante, puesto que había dicho las mismas palabras muy a menudo cada vez que usaba el servicio de los valet. No miró alrededor de su entorno y en su lugar hizo cara como si todo el mundo lo tenía que observar. Como si fuese el mayor regalo de Dios para el mundo. No sé por qué no había notado esto cuando estábamos saliendo. Supongo que porque me recordaba a un camaleón: actuando exactamente como requiere la situación. Ahora que ya no estábamos saliendo, no vio la necesidad de mantener la apariencia. Físicamente sentí cuando su enfoque cambió a mí, mi cuerpo tensándose. Era como ese sexto sentido tratando de todas las formas de decir: Mía, ¡despierta! Este hombre es un perdedor. Me preparé para su beso, sería un poco húmedo y siempre a la derecha en mi boca. Era otra manera de intentar controlar la situación, ignoraba mi mejilla y va a la boca. ―¿Vienes del trabajo? Allí estaba, la excavación sutil que yo no estaba buscando como la mayoría de veces cuando salí a cenar con él. De repente estaba pensando en mi excusa para ir al cuarto de señoras y luego abandonarlo y salir a Vincent´s en su lugar, pero los olores provenientes de la cantina me impedían hacerlo. Pegué una sonrisa falsa. ―Sí, tenía que trabajar hasta tarde. Te ves increíble. ―Una mentira, pero desvió su atención hacia él. Su mano se posó en mi espalda baja, por lo general me encantaba cuando un hombre me tocaba allí, pero no este hombre antes de que me escoltara al interior. Nos instalamos en una mesa, una en una ubicación privilegiada con una buena vista de todos los rincones del restaurante, ordenó vino. Estaba agradecida por eso, sobre todo después de derribar mi primera copa en un tiempo récord. Un entumecimiento feliz se asentó sobre mí. ―¿Cómo va el trabajo? ―preguntó Kevin justo antes de tomar un sorbo de su Maker's Mark. ―Mi jefe sigue siendo un idiota, pero me gusta lo que hago. ―Hay una vacante en mi oficina. Directo, fuera de la sartén y en el fuego. ―Gracias, pero estoy bien. Entonces, ¿qué hay de nuevo contigo?

Otra copa de vino mágicamente apareció cuando Kevin inició su monólogo sobre como su vida había sido desde la última vez que nos habíamos visto. Esto me gustó porque iba a dominar el resto de la conversación, lo que significaba que podría desconectarme y disfrutar del zumbido del alcohol en mi sangre. Me hizo esperar hasta que el postre fue servido antes de llegar a la razón detrás de su llamado. ―He estado investigando el accidente de tu papá. Acababa de tomar un bocado de tiramisú e inmediatamente empecé a ahogarme con él. El aguijón del espíritu del alcohol, quemó mi nariz por la fuerza de la tos necesaria para desplazar el bocado. Una vez que fui capaz de respirar otra vez, necesité unos pocos minutos adicionales para calmarme o iba probablemente a arrojarme a través de la mesa y estrangular a Kevin con mis manos desnudas. Sabía que él estaba controlado, pero esto era solo el camino al infierno incorrecto. Inclinándome más cerca, prácticamente gruñí: ―¿Por qué diablos investigas el accidente de mi papá? ―Cálmate, Mia. ―¿Calmarme, Kevin? Me acabas de decir que estás investigando la muerte de mi padre, una muerte que todavía estoy tratando de hacerle frente y mi exnovio se lo toma para sí, para meterse donde no le importa. La ira volvió sus ojos más oscuros. ―Estoy buscando en ello debido a un caso en el que estoy trabajando. Eso aplacó un poco mi ira, confusión rápidamente reemplazada por la furia. ―¿Qué demonios significa eso? ―Fui contratado por la familia de una víctima de asesinato. El sospechoso en custodia afirma que no pudo haber asesinado a la chica en cuestión porque estaba en otra parte. ―¿Significa? ―Afirma que ya estaba trabajando, en un accidente hace varios meses. ―¿Y esto, cómo lo relaciona con mi padre? Tienen que haber cientos de accidentes en el sur de Filadelfia cada año. ―Él mencionó a tu padre específicamente.

Cada músculo de mi cuerpo fue adormecido y mi corazón se sentía como si bombeara demasiado rápido, como si estaba en peligro inminente de romper mi caja torácica y sacarlo de mi pecho. ―Dilo de nuevo. ―Afirma que había un precio por la cabeza de tu papá y él lo cobro. ―¿Y le creíste? No soy un asesino pagado pero hasta yo sé que un accidente de tráfico es probablemente la manera más estúpida de matar un objetivo. ¿Cómo puedes estar seguro que has tenido éxito? ―Puedes si el objetivo está muerto ya. Era como si estuviera hablando de alguna persona desconocida y no de mi papá porque de lo contrario estaría histérica ahora. ―¿Estás diciendo que afirmó haber matado a mi papá primero y luego utilizó el accidente para encubrirlo? ―Sí. Él comentario de Cole por no tener cubierto a papá de nuevo brilló a través de mi cabeza. Querido Dios, ¿podría haber algo de verdad en lo que estaba diciendo Kevin? ―El experto que la familia contrató consiguió el acceso al informe médico sobre tu papá. Había algunas inconsistencias que atrajeron algunas preguntas sobre la línea de tiempo. ―¿Como por ejemplo? ―No entró en detalle. Aunque no quería creer nada de esto, una parte de mí ya lo había hecho. Mi corazón cayó, las lágrimas llenaron mis ojos y sentí mi cena moviéndose a mi garganta. Salté de la mesa, caminé al baño antes de devolverla. Las lágrimas caían por mi rostro; las palabras de Kevin eran como balas rebotando alrededor de mi cráneo. Asesinato, encubrir. Estaba sugiriendo que mi padre había sido asesinado. Mi estómago se detuvo y tuve arcadas. No podía ser, lo que dio a entender… no podía ser. Mis piernas no eran estables cuando salí del cuarto de baño. Kevin me esperaba y su brazo rodeó mis hombros. Me alejé, mi furia en guerra con la angustia e incredulidad. ―Tienes demasiado coraje, Kevin. Quédate un infierno lejos de mí. ―Mia.

―Pierde mi número. ―Y entonces salí del restaurante. Cuando caminaba por la calle Catharine, mi corazón dolía tanto que tuve que parar un par de veces y forzar el aire a mis pulmones. La historia de Kevin era ridícula y de todos modos el escenario que tan cruelmente me obligó a ver era horrible. ¿Quién diablos querría ver a mi padre muerto? Nadie, y por eso quería creer que Kevin me estaba manipulando como una manera de buscar el control, pero otra parte de mí se preguntaba si realmente había algo más en la muerte de papá. Pasando por Vincent´s, mis pies me movieron a través de la puerta y cuando el sonido familiar de abajo de Vincent´s me recibió, me sentí más estable. Me instalé en la barra, pedí otra copa de vino ya que quería estar adormecida, quería olvidar todo intento atroz de Kevin para meterse conmigo. Tres copas de vino más tarde, había conseguido entumecimiento y negación, eligiendo creer que era solo Kevin siendo Kevin. Comprobé el horario del autobús, pero había perdido el autobús así que tenía tiempo hasta el próximo. Un hombre se sentó a mi lado en la barra, sus ojos verdes me revisaron antes, de decir: ―Hola. ―Hola. Cuando revisé mi reloj algún tiempo después, me di cuenta que había estado tan envuelta en hablar con el chico que casi perdía el autobús otra vez. ―Tengo que correr. Fue agradable conocerte. ―Quédate. Era lindo con su cabello rubio desordenado y penetrantes ojos y yo no tenía trabajo en la mañana, podría haber sido tentada. ―No puedo. Tengo que levantarme temprano mañana. ―Voy a asegurarme de despertarte temprano ―bromeaba, por lo menos esperaba que así fuera, pero me apresuré hacia la puerta, ya que su comentario me había puesto algo nerviosa. Cuando miré detrás de mí, él estaba pagando su cuenta. Oh, mierda. Me deslicé fuera y caminé hasta la parada de autobús, era realmente más como una carrera. Le escuché llamar por Alexis, ya que ese era el nombre que usaba cuando coqueteaba con extraños. Una práctica que había comenzado por diversión en la universidad y que ahora era casi natural. Sentí su mano en mi brazo, firme pero suave y en estado de pánico volví mi mano un puño. Nunca hice contacto; una mano mucho más grande detuvo mi puño, pero fue la voz, esa profunda y ronca voz, la que congeló mi cuerpo. ―Es maravilloso como has vivido todo este tiempo.

Me tomó un minuto reaccionar porque no estaba muy segura de que Cole estuviera en realidad aquí conmigo, sobre todo después de la noche anterior, hasta que el calor que siempre despertaba su toque penetró en mi cerebro nublado. Odiaba que solo míralo hiciera débiles mis rodillas. Parecía peligroso, corazón palpitando, sexy pero peligroso. Me gustó que tuviera su mano sobre mí, soy tan estúpida, pero mi temperamento brevemente siguió porque lo que el… ―No estás realmente aquí. Estoy en el infierno. Tengo que estar en el infierno y este sería mi infierno, tenerte constantemente alrededor y sin embargo no. No hubo respuesta. Y entonces mi enfoque cambió al chico con el que había estado charlando en el bar. Inconscientemente, di un paso más cerca hacia Cole. No escapó de mi mente que de los dos hombres, Cole era definitivamente de lejos el más peligroso. ―¿Hay un problema aquí? ―No ―dije. Cole no dijo nada. ―¿Conoces a este hombre? No, no lo hacía, aunque lo conocía desde que tenía siete, casi había tenido relaciones sexuales con él, lo quería de una manera que rayaba lo no saludable e incluso sabía de su pasado oscuro que le había cambiado tan completamente y aun así no lo conocía. Sin embargo, no parecía poder decir lo contrario. Evidentemente Cole había tenido suficiente de la conversación porque nos alejó del hombre y me acompañó por la calle. ―¡Oye! ―gritó el hombre pero yo sospechaba que no nos perseguiría porque con una mirada al rostro de mi compañero, yo no lo haría tampoco. Se veía positivamente aterrador. Las palabras estaban fuera de mi boca antes de que pudiera filtrarlas. ―¿Debo estar preocupada? Llegamos a un Challenger negro; abrió la puerta del pasajero y la sostuvo para mí. ―Entra en el auto, Mia. Y mientras le miraba meticulosamente debido a su arrogancia, me di cuenta de la cadena de plata alrededor del cuello. Mi mano tembló cuando la alcancé, lo más sorprendente, él no me impidió alcanzarla, probablemente porque ambos sabíamos lo que encontraría, mi San Antonio encantado. Mis rodillas se volvieron débiles y calor quemó me recorrió porque él no solo todavía tenía mi regalo después de todos estos años, sino que también lo usaba.

―Entra al auto, Mía. ―Y esta vez, hice lo que pidió y entré en el auto. La puerta del conductor se acababa de cerrar cuando di vuelta hacia él. ―¿Qué haces aquí? ―Sus ojos fueron directo a los míos y durante unos segundos solo nos miramos fijamente a través del auto el uno al otro. ―Estabas en problemas, otra vez. Ya lo había sospechado, pero ahora sabía con certeza, que la sensación que había experimentado infinidad de veces desde que papá murió había sido Cole. ―Y tú prometiste a mi papá que cuidarías de mí. ―La amargura dejó un sabor desagradable en mi boca, pero también había una buena dosis de dolor porque mi discurso de ayer por la noche no había hecho ningún impacto. El único interés de Cole en mí ahora, a pesar de nuestra historia, estaba en cumplir con su obligación con mi padre. Dio vuelta a la llave y el motor rugió a la vida. ―Mace me pidió que mantuviera un ojo en ti. ―¿Por qué? Había estado mirando el parabrisas delantero, pero con esa pregunta su cabeza dio vuelta hacia mí. ―Eres su hija y tiendes a ser demasiado confiada. Despertó mi ira. ―¿Como por ejemplo? ―El hombre esta noche, yo. ―¿Tú? No dijo nada más, se enfocó totalmente en conducir. ―¿Estás diciendo que no eres confiable? ―Estoy diciendo que no me conoces lo suficientemente bien, de una forma u otra y sin embargo no ofreciste ningún argumento cuando te dije que entrarás a mi coche. ―Tenía ese tono en su voz, de molestia. ―¿No te conozco lo suficientemente bien? Te he conocido desde que tenía siete. Creo que además de papá, te conozco mejor que nadie. Ningún comentario del androide que había asumido el control el cuerpo de Cole. ―¿Es por eso que crees que es un milagro que he vivido como lo hago? ―No hubo respuesta―. Otra vez digo que te equivocas sobre mí y no conocerte. ―Esto

me valió su mirada dura otra vez―. Lo que he visto personalmente acerca de ti dice mucho. Lo que has sufrido y cómo sobreviviste, lo veo como una fuerza a pesar de como hayas decidido verlo, pero mi padre confiaba en ti y si mi padre confiaba en ti entonces yo también lo hago. No podía decir qué estaba pensando. Definitivamente pensaba en algo, pero en realidad Cole no dijo nada. Se detuvo delante de mi apartamento antes de apagar el motor, me bajé del auto, él estaba allí para ayudarme. ―Tus llaves. ―No estaba preguntando. Busqué en mi bolso y se las entregué, nuevamente sacudió la cabeza con incredulidad antes de murmurar algo que sonaba como demasiado maldito confiada. Abrió mi puerta, luego me dio las llaves de nuevo. ―Cierra con llave. ―Lo entiendo, Cole, me llevó un tiempo, pero lo entiendo. Tú y yo ha terminado, pero quiero hablar contigo acerca de mi padre. ―La horrible forma en que la noche comenzó, con Kevin y su escandalosa teoría, vino corriendo de vuelta a pesar de mis esfuerzos contra ella. ―No esta noche. ―Antes de que pudiera ofrecer un argumento añadió―: Has estado bebiendo y es tarde. Hablaremos, pero no esta noche. A pesar de que mi temperamento estaba camino a hervir a fuego lento, parecía justo ―Bien. Alcanzando la puerta, mi mirada se encontró con la suya y ya que mi papá me había enseñado modales dije: ―Gracias por el rescate. La cólera chispeó en sus ojos pero esta fue la única reacción que tuve. Cerré la puerta y le puse llave y de alguna manera sabía que esperó hasta que escuchó la cerradura meterse en su lugar.

Mía Había pasado casi una semana desde que Cole me rescató afuera de Vincent´s y a pesar de sus palabras de lo contrario, no había hecho ningún intento de contactarme. Típico. Durante toda esa semana reflexioné sobre lo que Kevin me había dicho. Cualesquiera que fueran sus intenciones, parecía bastante reacio con que hubiera habido más en el accidente de mi papá. Por mucho que no quisiera creerle, ¿qué si había algo de verdad en su reclamación? Eso ciertamente explicaría los comentarios crípticos de Cole sobre mantenernos a salvo a papá y a mí. Janie era bastante buena en ver las cosas desde cada perspectiva, tal vez ella entendería mejor los motivos de Kevin si él buscara joder conmigo. Tomando mi teléfono, la llamé. ―¿Qué pasa chica? Janie estaba ebria lo que quería decir que había tenido un horrible día en el trabajo. ―¿Todo bien? ―Perdí uno. Mi corazón decayó. Uno de sus niños. ―Oh, Janie. ―Estábamos sacándolo, un par de días más y hubiera sido libre. Odio el maldito papeleo, la burocracia de mierda por la que tenemos que pasar y todo mientras que los inocentes están sufriendo. ―¿Quieres que vaya? ―Gracias, pero no, un amigo va a venir. Una buena follada apartará mi mente de eso por un rato. ¿Necesitas algo? Ella tenía suficiente en que pensar y no necesitaba que le lanzara más a su día de mierda. ―Solo llamé para decir hola. Si necesitas hablar después de que tu amigo se vaya, llámame.

―Si no estoy inconsciente para el momento en que se vaya, no está haciéndolo bien. ―Había un toque del humor de Janie en esa frase. Ella superaría esto, afortunadamente, ¿pero cuántas más tragedias sin sentido tenía en ella? ―Aun así, si te despiertas, llámame. ―Gracias, Mia.

A la mañana siguiente me encontré caminando a través de las puertas de la tercera comisaria del Departamento de Policía de Filadelfia, podría volverme loca a con las suposiciones o podría ir a la fuente. Bruce Knox era el detective que trabajaba en el caso de mi papá. Si había alguna novedad, él lo sabría. Mi decisión de ir en lugar de llamar fue intencional ya que sería más difícil deshacerse de mí si estaba de pie frente a él. La sargento trabajando en la recepción me miró mientras entraba. Su nombre era Pam y se había sentado conmigo un par de veces cuando había sido llamada aquí después de la muerte de mi papá. ―Mia, hola. ¿Cómo estás? ―Bien, gracias. ¿Cómo está tu nieta? ―Casi de cinco meses y es justo como su mamá. ―Que maravilloso. ―Pensé que no sonaba tan feliz por ella como habría esperado y se dio cuenta de eso. ―¿Todo bien? ―¿Podría ver unos minutos al detective Knox? ―Seguro, déjame llamarle. Un momento después, el detective Bruce Knox apareció. Desde nuestra primera reunión, ese día en el campo de béisbol, Bruce había pasado de ser un policía de patrulla a un detective y cuando se enteró de papá, insistió en hacer parte de la investigación. En ese momento, a pesar de que había sido un accidente, había estado feliz de que alguien que conocía y le agradaba a mi papá hubiera sido asignado a su caso. Ahora me preguntaba; ¿había habido más en el accidente de papá y Bruce nos lo había ocultado porque era nuestro amigo y creía que nos estaba protegiendo? ―Mia, que bueno verte. Por favor ven. En lugar de ir a su escritorio, me llevó a una pequeña sala de interrogación y sonrió mientras entraba en esta.

―Solo pensé que podrías querer privacidad ya que parece que tienes algo en mente. Una vez que nos acomodamos en la mesa de acero, no perdí tiempo para llegar al grano. ―Esto realmente está fuera de contexto pero fui contactada por un investigador privado al que conozco que dijo que alguien en custodia está reclamando el asesinato de mi padre. La verdad no lo creo, pero necesitaba escucharlo de usted. Algo oscuro se movió en el rostro del detective Knox antes de que preguntara, ―¿Quién es el investigador privado? ―Kevin Lowell. ―¿Y este personaje Kevin te dice que el accidente de tu papá no fue un accidente sino un asesinato? ―Sí. Y conociendo a Kevin, está manipulándome con esta historia de mierda. Es por eso que necesitaba escuchar de ti que eso es un mentira, así puedo descartarlo y a él. Él gruñó algo, aunque no pude descifrar qué dijo, pero fue la mirada que acompañó el gruñido lo que envió un lametazo de aprehensión a través de mí. Él dijo: ―Ha habido una reclamación. Un escalofrió helado barrió a través de mí así como el miedo. El detective Knox se movió a mi lado, descansando su cadera en el borde de la mesa y estirándose para tomar mi mano. ―Esto pasa muy a menudo, un sospechoso agarra lo que sea para hacernos perder el tiempo. Este sospechoso es de tu vecindario y el accidente de tu papá fue hace poco. Es muy probable que esté engañándonos para hacernos ir en otra dirección y comprarse tiempo a él y a su abogado. No tenía intención de decirte esto a menos de que probáramos que hubiera algo de validez en la declaración. ―¿Crees que pueda haber algo de eso? ―No, pero si lo hay, te prometo que no dejaré piedra sin mover hasta que descubramos qué sucedió de verdad esa noche. Por favor no te preocupes con esto porque es muy probable que sea una estratagema. ―¿Me dirías si fuera más que eso, verdad? ―Sí. ―Gracias, Bruce.

―Y Mia, puedo sugerir que te mantengas lejos de ese Kevin Lowell. Suena como un verdadero pedazo de excremento. ―Sonreí porque era un eufemismo. ―Ya lo estoy porque de verdad lo es.

No pude concentrarme en el trabajo al día siguiente a pesar de lo segura que me sentí después de hablar con el detective Knox, de verdad alguien había salido a tomar el crédito por asesinar a mi padre. Kevin me había dicho la verdad. ¿Era posible que algo siniestro le hubiera sucedido a mi papá? Llevando ese pensamiento al siguiente lugar lógico, ¿Cole apareció esa noche cuando lo hizo porque tenía algo que ver con lo había sucedido a mi papá? Ese pensamiento retorció mis entrañas porque no quería que fuera el villano, pero sería una tonta si no lo consideraba, en especial por lo extraño que había estado actuando desde entonces. No fue hasta después de las diez de la noche que estuve pasando a través de las puertas de Tickled Ivories. Si alguien podía decirme lo que sucedió con mi papá, sospechaba que sería Cole. Lo que llevaba a la pregunta, ¿por qué había estado tan callado al respecto? Claire me vio llegar y sonrió. ―Hola. ¿Quieres algo de beber? ―¿Cole está aquí? ―Ah, eso creo. Está en su oficina. ―Gracias. Toqué, pero no esperé por respuesta y empujé la puerta. La cabeza de Cole se levantó de golpe de su lugar tras el escritorio, con una expresión de rabia hasta que vio que era yo. ―Mia. ―¿Mi papá fue asesinado? Sus ojos azules se pusieron inmediatamente fríos. ―¿Dónde escuchaste eso? ―He ido a la comisaria, así que sé que alguien está tomando el crédito por asesinar a mi papá. Sé que sabes más sobre esa noche de lo que has dicho. No sé por qué estás siendo tan reservado sobre eso, pero necesito saber. ¿Alguien asesinó a mi papá? Por favor solo dímelo. Su cuerpo se tensó, sus dedos se pusieron blancos alrededor del lapicero que sostenía con tanta fuerza que era probable que lo partiera en dos.

―Creo que es posible. No podía respirar; era como si un camión hubiera caído sobre mi pecho. Mis dedos se envolvieron alrededor del pomo de la puerta, mi cabeza cayó mientras luchaba por aire, pero no podía inhalar nada. La oscuridad se arrastró hasta mi visión y me mareé. De repente mi cuerpo estuvo presionado contra el de Cole, mi cabeza sobre su pecho, sus brazos alrededor de mí como una jaula de seguridad. ―Respira, Mia. El aire llenó mis pulmones, el cual exhalé inmediatamente en un sollozo arrancado de mi garganta. Curvando mis dedos en su camiseta, presioné mi rostro contra su pecho y me rendí a la agonía. Me levantó en sus brazos y me llevó al sofá que tenía en su oficina. Acomodándome prácticamente sobre él, me sostuvo hasta que mis sollozos se calmaron. ―Quiero un trago. ―¿Cabernet o quieres algo más fuerte? Supongo que no debería haberme sorprendido que supiera que mi bebida favorita era el Cabernet. ―Más fuerte. Metiendo la mano en el bolsillo, llamó por radio a alguien afuera. ―Tráeme el Crown Royal y un vaso. Un minuto o dos después, una alegre camarera entró, sus ojos se ampliaron ante la visión de Cole y yo sobre el sofá, con el aspecto que probablemente tenía cuando entré con Cole y Roxy, ya que estaba prácticamente sentada sobre él. ―Solo déjalo ahí, Bee. Ella no dijo nada, solo dejó la bandeja sobre el escritorio y salió, asegurando la puerta al cerrarla tras ella. Cole me movió con cuidado para poder tomar la botella y el vaso y servirme unos saludables tres dedos los cuales tragué en un segundo antes de sostener mi vaso para otro. Él no dudó en llenarlo. ―¿Por qué alguien querría herir a mi papá? Su voz áspera tenía un borde y no solo de rabia sino de frustración, lo cual sonaba extraño viniendo de un hombre que parecía tan distante y lejano. ―No lo sé. ―Pero has estado investigándolo. ―Sí.

―¿Y yo? ¿Es por eso que has estado vigilándome? ―Como dije, tu papá me pidió cuidarte. Eso dolió, incluso en gran parte entumecida por el licor, porque quería que dijera que me cuidaba porque lo necesitaba, porque el recuerdo de esa noche en mi dormitorio llenaba sus noches así como llenaba las mías, pero supongo que debería haber estado sorprendida de saber que su eficiencia en realidad no era por nada más que lealtad a mi padre. Levanté mi vaso para más. ―¿Tienes alguna idea sobre mi papá? ―Un par, pero creo que por ahora es mejor alejarse de eso. ―¿Por qué? ―No es seguro. Mi rabia aumentó ante eso y ayudó que estuviera borracha así que no tenía inhibiciones. ―Claro, y ya que tú y papá hicieron su pacto de hermandad de sangre, tienes que hacer honor a tu palabra con él. Era su hija, pero confiaba más en ti y eso no es una patada en el estómago. ―No es sobre la confianza. ―Tonterías. Él te dijo qué estaba pasando, cualquiera que fuera la situación que hizo que estuviera en peligro. Sabías todo sobre eso, estabas cuidando de él; demonios, incluso hiciste planes por la posibilidad de que algo saliera mal cuando me compró el apartamento que tan solo resultó estar cruzando el callejón de donde trabajas. Mientras tanto la hija indefensa iba por la vida pensando que todo era arcoíris y unicornios. No me di cuenta que estaba llorando hasta que sentí las lágrimas bajando por mis mejillas. ―Debería odiarte porque los últimos años de su vida tuviste más de él que yo, pero no puedo odiarte más de lo que podría odiarlo a él. Me paré para irme y mis piernas casi cedieron. Cole me atrapó, presionándome contra su costado, antes de tomar mi bolso. En mi apartamento, quitó el seguro de la puerta y me guio al interior. Se movía a través de mi casa como si la conociera y llegó a mi dormitorio, con cuidado me dejó sobre la cama. Pensé que se había ido, pero regreso un par de minutos después con un vaso de agua y una botella de aspirinas. Dejando dos en su palma, las tendió hacia mí antes de pasarme el vaso de agua.

Con las habilidades de una persona familiarizada con la práctica, me quitó la chaqueta de mi traje, la cual fue seguida por mi falda. A pesar de la angustia vaciándome, sentí una chispa de deseo cuando sus dedos rozaron ligeramente a lo largo de mi piel. No había nada de seductor en sus cuidados y aun así mi cuerpo ardió. Me acomodó en mi cama y puso las mantas hasta mis hombros. ―¿Por qué no sé nada sobre ti a pesar de que te conozco desde que tenías siete? ―Tienes suficiente por esta noche. Girándome para verlo mejor, me di un momento para mirarlo de verdad. Podía ver al chico que había sido, aquel que había jugado conmigo, el que había sido mi amigo. Podía ver al adolescente en que se había convertido, aquel que llamaba la atención sin necesidad de decir ni una palabra. El poder emanaba de él, también en ese entonces, su silencio no era por la timidez sino por la intensidad. Siempre estaba observando y había visto todo. ¿Qué hacía en Tickled Ivories? El hecho de que tuviera una oficina quería decir que debía ser alguien importante. ¿Dónde vivía? ¿Qué había hecho después de que papá murió y el taller cerró? ―Tenemos que hablar. ―Duerme, Mia. Y entonces el horror de lo que había descubierto vino flotando hacía mí como una malvada ola determinada a derrumbarme y no pude controlar el temblor en mi voz. ―Alguien puede haber asesinado a mi papá. ¿Por qué alguien asesinaría a mi papá? Había una severidad en su voz cuando habló de nuevo. ―Duerme, Mia. Y por mucho que no quería dormir, temiendo a los sueños que estaban esperando atormentarme tan pronto como cerrara los ojos, el alcohol estaba funcionando. Y mientras me quedaba dormida, susurré: ―Me lastimaste, Cole. ―Nunca supe si reaccionó a eso o no ya que el sueño me reclamó.

Mi cuerpo se sentía en llamas, buscando aliviar el calor, traté de empujar las mantas de mí, pero mis brazos se sentían pesados. ¿Por qué no podía mover los brazos? Y entonces recordé la enorme cantidad de licor que había consumido. Probablemente estaba todavía ebria.

Un beso, un susurro suave como la caricia de una pestaña, quemaba en mi hombro como un marca. Levantando mis brazos, se encontraron con los duros músculos de unos amplios hombros. Hombros que sabía podían cargar mucho. Inclinando mi cabeza y ofreciendo mi cuello como un sacrificio a un hambriento vampiro, esperé con anticipación sentir los labios de Cole sobre mí de nuevo. Era su lengua, la punta tocando el sensible lugar donde mi hombro encontraba mi cuello. Lento, casi perezoso, su lengua se movió en un patrón circular. El calor bajó por mis brazos tan intenso que sentía cada célula individual de sangre quemando a través de mis venas. Había extrañado esto, había soñado con esto por tanto tiempo. Mis caderas se movieron, buscando liberar el dolor que había comenzado entre mis piernas. Sus labios se unieron a su lengua, presionando con fuerza mientras succionaba sobre la sensible piel que había acabado de probar. ―Oh Dios, más fuerte Cole. Sus manos se movieron por mi cuerpo, un ligero toque de mis caderas a lo largo de mis costados y cuando sus pulgares rozaron ligeramente la parte superior de mis senos, casi me vine. Sus labios quemaron un camino desde mi hombro, pasando por mi cuello y bajando por el valle entre mis senos. La áspera yema de su pulgar barrió a lo largo de mi pezón y me mordí el labio para evitar gemir de placer. Su otra mano buscó el área entre mis piernas, un roce de sus dedos callosos contra el punto que dolía placenteramente quemándome, tan intenso que me sacudí hacia arriba, mis ojos se abrieron. Me tomó uno o dos segundos darme cuenta que estaba sola incluso aunque mi cuerpo aun vibraba por el orgasmo. El vaso y la botella de aspirina estaban justo donde Cole los dejó y mi traje estaba sobre la silla, pero no estaba Cole. Un sueño. Solo había sido un sueño, pero jamás en mi vida había experimentado uno tan vivido. Mi cuerpo todavía dolía donde me había tocado, todavía sentía sus labios sobre mí y aun así todo había sido solo mi imaginación. Acomodándome de nuevo en mis mantas, me obligué a dormir porque la mañana estaría llegando más pronto de lo que quería y con ella la realidad de la muerte de mi papá y cómo una vez más mi vida había cambiado de curso en solo una noche.

Mía Janie y yo tuvimos una cena en un pequeño bistro en la calle de mi apartamento. Me acribilló con preguntas acerca de Cole y aunque sabía un poco acerca de mi relación con él, nunca le había contado de nuestra noche en mi residencia; que era un recuerdo que quería que quedara solo entre Cole y yo. Así mismo, no le había dado la noticia que Kevin había compartido conmigo, la que Cole había confirmado. No estaba segura que quería admitir que había una posibilidad de que mi padre hubiera muerto intencionadamente. Era difícil mantenerla para mí misma, ya que Janie y yo compartíamos todo, pero estaba teniendo un momento lo suficientemente duro, no parecía justo obligarla a enfrentar eso también. ―De modo que se desnudó, pero no tuvo sexo contigo… ―Eres tan cruda. ―Lo soy y me quieres por eso. Entonces ¿por qué el señor alto, oscuro no te dobló sobre el sofá y te penetró hasta sacarte los sesos? ―Nuestra relación no es así, O, al menos, no lo sería de nuevo. Seguí tu consejo y tomé al toro por las bolas y nada. ―Sé lo mucho que te gusta. Eso es una mierda, Mia. El primer chico por el que realmente tienes una cosa y es inaccesible. Bueno, tal vez algún día te ayudemos a encontrar a la persona correcta, ya que terminamos con los extremos. Kevin necesita controlar todos los aspectos de tu vida y Cole no quiere ninguna parte de ella. ―Gracias, Janie. Esa es una muy buena manera de decirlo. Se rió y tomó su vaso. ―Sabes a lo que me refiero. Y fue porque lo hacía que no me molestaba. Janie no tenía a nadie que pusiera un punto fino a sus declaraciones. Terminante debería ser su segundo nombre. No queriendo pensar en Cole le pregunté: ―¿Qué hay de nuevo contigo? ―Hay un caso que llegó a mi escritorio. Dos menores de edad que supuestamente están siendo explotadas por su padre adoptivo. Me enferma lo vil que algunas personas pueden ser y cómo parece caer en los más inocentes de nuestra

sociedad, la reacción a la depravación. El hijo de puta se va a freír si los informes son ciertos. Deberían cortarle la polla primero y alimentarlo con ella. Janie trabajaba para el departamento de servicios para niños, una trabajadora social que investigaba los casos de abuso infantil. Su trabajo era muy parecido a esos programas en la televisión; Incluso trabajaba con los detectives del departamento de policía de Filadelfia. En verdad, creo que era el conocimiento de lo que quería hacer, sabiendo el pasado de Cole, que inconscientemente me llevó hacia ella. Era un trabajo duro, pero Janie estaba totalmente hecha para él. Era feroz cuando tenía que serlo. La admiraba, admiraba que tuviera la vocación de trabajar en una línea tan dura. ―Por lo menos, sin embargo, creo que podemos llegar a un poco más de castigos gráficos para él antes de freírlo. Estirándome al otro lado de la mesa, apreté su mano. ―Tienen suerte de tenerte en su esquina. Fue uno de los raros momentos en que la emoción se apoderaba de Janie; su labio inferior tembló en realidad. ―Gracias por decir eso. ―Es la verdad. ―Manuel, Tony y Shawn están buscando repetir su actuación. El cambio de tema rápido de Janie, estaba segura, era debido a sus emociones más cerca de la superficie de lo que le gustaría. ―¿Quiénes son Manuel, Tony y Shawn? ―Los chicos a los que viste. ―¿Y cómo conociste a esos chicos? ―Estaba intentando un nuevo club. ―¿Un nuevo club y no me llevaste? ―Es un club de sexo. ―Oh. ―Sí, como la trastienda del club donde lo que sucede en el club, se queda en el club. De todos modos, los chicos y yo compartimos unas horas juntos y encontré que realmente disfrutamos unos de otros. ―Así que estás lista para repetir tu actuación.

―Tener buen sexo con tres hombres atractivos, oh sí, lo estoy. No voy a estar disponibles la noche del viernes, probablemente el sábado tampoco, ya que tengo la intención de trabajar con esos chicos realmente bien. No tenía el atractivo, ni siquiera un poco. Pero la idea de ser recorrida a fondo por Cole hacía que mi cuerpo chisporroteara y quemara. Esas manos que eran fuertes y callosas pero suaves encima de mi cuerpo otra vez, sí que deseaba eso. No tendríamos una repetición de la actuación sin embargo, debido a que el barco había zarpado. ―Tierra a Mia. ¿En qué estás pensando? Tienes la expresión más extraña en el rostro. ―Solo deseando lo imposible. ―Nada es imposible si lo deseas lo suficiente.

Después de la cena, Janie quiso probar un nuevo club del que había escuchado y yo estaba definitivamente preocupada después de aprender acerca de su club de sexo. Silver City resultó ser un lugar muy agradable y una forma más elegante a la que estaba acostumbrada. Tenía a gente observando y la gente era digna de ser observada; la mayoría de las mujeres vestían ropa de diseñador… trajes que solo se ven en las revistas. ―¿Cómo te enteraste de este lugar? ―le pregunté mientras nos llevaba a una pequeña mesa justo al lado de la pista de baile. ―El fiscal me lo contó. Viene a menudo con su esposa para una noche de baile. No me importaría venir aquí a menudo por una noche de baile. Arañas de cristal colgaban del techo, mesas vestidas con tela blanca cubrían la mayor parte del piso a excepción de la pista de baile que estaba en la parte prominente delantera cerca del escenario en el que tocaba una banda en vivo. El espejo retro, reflejaba la barra que se extendía por todo un lado del club forrado con figuras negras art deco y los estantes de licor eran tan altos que una escalera de biblioteca colgaba de un poste de cobre para acceder a los estantes más altos. No estuvimos sentadas por mucho tiempo antes de que dos chicos se dirigieran a nosotras. Sucedió cuando fuimos afuera ya que éramos tan opuestas en nuestras apariencias. Janie siendo menuda y rubia con la superestrella de la buena apariencia y una figura de reloj de arena bien formada que hacía que los hombres resoplaran y yo, que había recorrido un largo camino desde mis días como el patito feo. Crecí sobre mis miembros, llegando a uno setenta y dos y no era dolorosamente delgada

ya, mis pechos y caderas se habían llenado, aunque no tenía las curvas que Janie. Mi cabello castaño tenía más rojo y se había incorporado a mí al ir creciendo. Junto con los ojos color whisky, me parecía mucho a mi padre, una versión femenina y estaba de acuerdo con eso. Los chicos que se acercaron eran lindos si estuvieras en el aspecto clásico de muy buen gusto pero, a mí me parecían demasiado bonitos, demasiado suaves y demasiado adaptados. Tenía prejuicios, pero mi preferencia era un hombre en jean gastados y camiseta que no me diera ojos de que quería ir al dormitorio, sino que me mirara como si viera dentro de mí. Quería a alguien que, a pesar de estar a distancia, me abrazara mientras me rompía, alguien que después de que hubiera llorado un río sobre su hombro siguiera viniendo a casa, sano y salvo. No pasaría, por lo que tal vez debería tomar una página del libro de Janie y participar en el sexo sin sentido. Tal vez, por solo una noche, necesitaba sentir y no pensar. ―Buenas noches. ¿Les importaría si nos unimos a ustedes? ―preguntó el rubio. ―No, en absoluto. ―Janie le dedicó su sonrisa matadora y él prácticamente lamió como un gato un tazón de leche. ―Soy Robert y este es Tom. ―Janie y esta es Alexis. ―Sonreí para mí de que Janie utilizara mi alias. Es evidente que Robert había reclamado a Janie debido a que Tom se sentó junto a mí. ―Hola. ―Hola. ―¿Qué estás bebiendo? ―preguntó. ―Martini, en las rocas, con tres aceitunas. Me lanzó una sonrisa, mientras le hacía señas a la camarera, sus dientes perfectos como para trabajar en comerciales de pasta dental. Casi deseé que tuviera comida pegada en ellos solo para que pareciera más humano. Tal vez no era Kevin Stepford; tal vez no era más que el nuevo individuo de la generación. No esperaba calentarme por un hombre cuyo cabello era más bonito que el mío. ―Entonces, ¿qué haces Alexis? ―Soy aspirante a actriz, pero para pagar las facturas sirvo mesas. ―En serio. ―Las insinuaciones lascivas en esa palabra no se perdieron para mí. Tan típicas, que ya había saltado al final de la noche, ya que ahora pensaba que era fácil; sus ojos estaban prácticamente vidriosos porque ya me estaba visualizando

sobre mis rodillas. Ni siquiera podía decir que eran los hombres en general, ya que los hombres en mi vida no eran tan superficiales como este, pero en la cosa de citas que me encontré, me cansé de los asnos engreídos que dimensionaban a una persona después de solo unas pocas frases, sobre todo debido a que por lo general lo hacían mal. Durante la hora siguiente hicimos una pequeña charla, pero Tom parecía estar cada vez más y más inquieto. Cuando se movió en su asiento por décima vez, mi mirada se movió a su regazo y a la erección allí. Él me atrapó y sonrió. ―¿Quieres ayudarme con eso? ¿Con un cuchillo? Absolutamente. En su lugar lo miré a través de mis pestañas. ―¿Qué tienes en mente? Se inclinó más cerca y susurró: ―Toma mi pene en tu boca y luego te devolveré el favor. Casi me reí alto, porque… asqueroso. ―Bueno. Ve al baño de hombres y te encontraré allí. Estaba de pie y al otro lado del club cuando Janie me miró; estaba tan impresionada con Robert como yo con Tom. Le susurró algo a Robert y él también desapareció en un instante. ―¿Qué le dijiste? ―le pregunté mientras caminábamos rápidamente hacia la salida. ―No quieres saberlo. Nunca he conocido a nadie tan aburrido en mi vida. Casi me golpeo a mí misma para mantenerme despierta, estuve tentada a golpearlo para que se callara. Que charlatán. ―Tom me sugirió que tomara su pene en mi boca, que me devolvería el favor más adelante. Janie se detuvo, su boca abierta. ―No lo hizo. ―Oh lo hizo. Tan pronto como supo que era aspirante a actriz, estuvo dispuesto a dar un paseo. ―Idiota. Acabábamos de salir cuando un auto grande, lujoso se detuvo junto a la acera y el chofer se bajó. Casi me tropecé con mis propios pies porque el chofer era el chico de cabello claro de mi juventud. Cuando abrió la puerta, fue para Carter Stein. Tenía a una mujer en su brazo, que parecía modelo de Victoria Secret, mientras los dos

entraban en el club. El chofer se volvió al lado del conductor, pero se detuvo cuando sus ojos claros se encontraron con los míos. Por un momento fui incapaz de moverme porque tenía la terrible sensación que recordaba exactamente quién era. Sonrió, esa misma espeluznante sonrisa que me había dado cuando era niña, antes de subirse al auto y marcharse. ―Mia, ¿lo conoces? La voz de Janie me sacó del ataque de pánico que parecía inminente. ―No. Nerviosa por algo más que su mirada familiar, viéndolo con Carter Stein tuve sospechas en sustitución del pánico, ya que las únicas veces que había visto a mi padre temblar era cuando uno de esos hombres había estado cerca. Un taxi se detuvo y Janie y yo subimos. Ella estaba más cerca así que después de ir a su casa, el taxi me llevó a Tickled Ivories. Pagándole al taxista, me dirigía al interior porque necesitaba decirle a Cole sobre el de cabello claro y Stein; recordar lo inflexible que él y papá habían sido tanto por el peligro que suponían. Todavía era muy temprano, solo después de las diez, cuando fui a la oficina de Cole. Toqué, pero como tenía el hábito de hacer, no esperé antes de entrar. No lo vi en un primer momento, ya que no estaba en su escritorio, pero luego me di cuenta de una puerta que no había notado antes. Estaba ligeramente abierta, el espejo en la pared mostraba a Cole. Tenía los ojos cerrados; su rostro duro, pero no de ira y luego vi el cabello rojo de la mujer que estaba arrodillada delante de él. Los celos me atravesaron, incluso cuando mi corazón se resquebrajó, sabiendo que había puesto todo allí para él y que esto era lo que había querido. A pesar del dolor de ardor en mi pecho, no podía apartar los ojos de su rostro. A diferencia de nuestro momento, sus rasgos eran duros, incluso en la cúspide del orgasmo. Verlo, me llenó de posesión porque quería ser yo quien estuviera de rodillas, quien le llevara placer. Sus facciones cambiaron solo ligeramente cuando su orgasmo lo atravesó. Me dolió mirarlo, sabiendo que le había ofrecido mucho más y que lo rechazó. En el segundo siguiente, sus ojos se abrieron y su concentración estuvo en mí en el espejo. Me fui, salí tan rápido como mis piernas temblorosas me dejaron mientras la ira se mezclaba con el dolor en mi corazón. Tal vez era injusto de mi parte estar enojada. No tenía ningún derecho sobre Cole, pero, mientras pensaba eso, sabía que era mentira. Tenía un derecho sobre él, el mismo que él tenía sobre mí, que había comenzado el día en que papá lo había traído a mi vida. Ni siquiera había llegado a la puerta trasera del club antes de que una fuerte mano fuera alrededor de mi brazo, tirando hacia atrás contra su musculoso pecho.

―¿Qué haces aquí? ―Sus palabras se sentían como un látigo, la acusación goteaba de ellas. Traté de controlar mis pensamientos, cuando estaban tan dispersos, no sucedió. ―Nada. Volviéndome hacia él, no pude encontrar su mirada dura. ―¿Por qué estás aquí? La hostilidad quemó a través de mí. ―No me di cuenta que necesitaba una razón. Tonta de mí, pensé que éramos amigos. No te preocupes, no volveré otra vez. Me aparté de él y me sentí un poco infantil cuando le dije por encima del hombro. ―La próxima vez podrías querer darle la vuelta al seguro, a menos que, por supuesto, te guste que la gente te observe. Su agarre en mi brazo esta vez fue casi doloroso. ―Te debería poner sobre mis rodillas. Liberándome de su agarre, puse distancia entre nosotros por temor a hacer algo que más tarde lamentaría. ―No tendría que poner seguro si la gente realmente esperara a ser invitada para entrar. Eso picó. ―¿Por lo menos la conoces? No importa. ―Mi valiente esfuerzo por mantener las lágrimas a raya, falló; una gran, gruesa lágrima rodó por mi mejilla―. Supongo que debo agradecértelo. Decir las palabras, aunque quisieras decirlas, no cuenta cuando todavía estás albergando esperanza. La confusión barrió su expresión, su voz fue de cuestionamiento. ―¿Mia? ―Él te quería. Sé que lo sabes, pero tal vez no cuánto. Pensaba en ti como en un hijo. ―Me di la vuelta y me dirigí a mi apartamento; mis ojos ardiendo con lágrimas que todavía luchaba por evitar que cayeran. Deteniéndome en la puerta trasera de mi edificio, la abrí pero en lugar de entrar, miré hacia atrás para ver que Cole no se había movido, su concentración estaba completamente en mí.

―Me alegro que estuvieras cuidándome, tenía la esperanza de que todavía pudiéramos ser amigos. No somos amigos sin embargo y no lo hemos sido durante mucho tiempo. Y sinceramente, no quiero ser tu amiga. Quiero lo que no puedo tener por lo que te libero de tu promesa a mi padre. No puedo seguir si estás constantemente allí y me parece que no puedo dejarte ir, necesito que tú me dejes ir. No esperé su respuesta, las lágrimas cayeron tan pronto como la puerta se cerró detrás de mí. Mañana llamaría a un agente de bienes raíces y pondría mi piso en el mercado. Podría ir a casa, pero me estaba moviendo también; ya era hora de que hiciera más que solo decir.

Mía ―¿Estás segura de esto? ―preguntó tía Dee mientras estábamos sentadas en la cocina de mi casa de la infancia. En las dos semanas desde que liberé a Cole de la carga que mi padre había puesto en él, me había trasladado de nuevo a casa. ―Sí. Esto es hogar, aquí es donde pertenezco. ―¿Qué dijo el agente de bienes raíces acerca de tu departamento? ―Tiene la certeza de que encontrará un comprador debido a que la ubicación es muy buena. ―No quiero influir en tu decisión, pero creo que a tu padre le hubiese encantado que tomaras el lugar. ―Yo también. No había compartido con tía Dee lo que me había enterado acerca de la muerte de papá, no iba a hacerlo porque si todo resultaba en nada, hacerla sentir como me sentía yo, no estaba bien. Pero tenía curiosidad sobre Carter Stein y el hombre de cabello pálido, especialmente después de verlos juntos. ―¿Qué sabes sobre Carter Stein? ―No mucho. Es un chico del barrio que golpea a lo grande. ¿Por qué? ―Solo por curiosidad. Lo vi hace un par de semanas y me recordó el momento en que entró en el taller de papá. ―¿De verdad? ¿Carter fue al taller? Creo que eso no es una sorpresa teniendo en cuenta la rapidez con que compró el taller cuando Dylan lo puso a la venta. Sabiendo ahora que él de cabello pálido trabajaba para Stein, tenía todas las piezas simplemente deslizándose en su lugar como un rompecabezas. Cabello pálido trataba de intimidar a papá, prestándome demasiada atención a mí. Intimidar era una cosa, asesinato otra, pero, ¿era posible que Carter se impacientara con papá para hacerlo entrar en razón de vender el taller y tenía algo que ver con su muerte? Por más que traté de hablar conmigo misma sobre esa posibilidad, no podía. Tía Dee se fue después de la cena y pasé algún tiempo buscando en Google a Carter Stein. Si no me hubiera entretenido con la idea de que tenía una mano metida en la muerte de papá, lo habría admirado. Vino de la nada, literalmente, no tenía

familia, sin dinero, saliendo y entrando de hogares de acogida y ahora era el hombre más rico de la ciudad. También podría ser un psicópata asesino. Por muy tentador que fuera contactar con Bruce sobre Stein, él tenía influencia y no imaginaba que un funcionario estaría realmente interesado en la excavación de un hombre tan poderoso como Stein. Sin embargo, sabía de alguien que era arrogante, titulado y amado por controlar su universo. Quizás Kevin podría hacer un poco de investigación. Por mucho que no quisiera hablar con él, en realidad tenía la necesidad de un investigador privado porque quería saber más acerca de Carter y su conexión con mi padre. Alcanzando el teléfono, llamé a Kevin. ―Mia, no esperaba escuchar de ti otra vez. ¿Estás bien? ―Quiero contratarte. ―¿Qué? ―Me gustaría contratarte para investigar a Carter Stein y su conexión con mi padre. Silencio, tan profundo que era incómodo. Cuando Kevin habló de nuevo, escuché un poco de miedo en su voz. ―¿Carter Stein? ¿Sabes quién es? ―Sí, ¿el hombre que compró el taller de mi papá? ―Tal vez deberías ir a la policía. ―¿No estás a la altura del trabajo? Sus siguientes palabras estaban teñidas por la ira, tal y como era mi intención cuando tiré el guante con mi observación. ―Sabes que lo estoy. ―Bien. ―Ahora que había aceptado, algo de mi rabia me dejó. A pesar de lo que podría pensar de Kevin, él en realidad había estado cuidando de mí cuando compartió lo que sabía de la muerte de mi papá―. Siento actuar como lo hice cuando me contaste sobre mi papá. Estaba sorprendida; Todavía lo estoy, siendo completamente honesta. Si hay mérito en lo que dijo el hombre, necesito saber quién me arrebató a mi papá. ―¿Y piensas que Stein podría estar implicado? ―Es una posibilidad. Su voz se suavizó. ―Voy a investigarlo a él, a sus asociados y me contactaré contigo cuando encuentre algo.

―Gracias, Kevin. Pero él ya había colgado. Dejando caer mi teléfono en mi escritorio, el pánico brotó en mí, porque si algo malo le había ocurrido a papá y Stein estaba detrás de ello, no estaba actuando muy inteligente metiendo mi nariz en ello. A pesar de que habría tenido mucho menos sentido ponerme en contacto con la policía. Kevin era un investigador privado y uno muy bueno, si su ropa, coche y casa era una indicación. También apreciaba quién era Stein, por lo que no sería estúpido en su investigación y llamaría la atención no deseada sobre sí mismo y por extensión, a mí. Papá no lo hubiera dejado estar, si algo le hubiese pasado a alguien a quien amaba, no se habría detenido hasta que lo supiera todo y, como tía Dee dice a menudo, yo era la viva imagen de mi padre.

―Mia, a mi oficina. Arrastrando los pies dentro de la oficina de mi jefe, solo sabía que estaba a punto de tener un montón de trabajo cayendo sobre mí. En realidad no me importaba, porque mantenerme ocupada me impedía pensar en todas las locuras que parecía ser mi vida ahora. Si realmente me dejo considerar lo de mi papá, Cole, Kevin, a mí mudándome a casa, creo que podría volverme loca. Mantenerme ocupada era bueno y saludable. Mi jefe se paró frente a la ventana, de espaldas a mí, aunque sabía muy bien que había entrado ya que él es quien me había convocado. Estaba claro que no veía la necesidad de saludarme. Estaba tan harta de hombres arrogantes. ―Quería verme. ―Sí y lo había dicho con actitud porque, ¿por qué diablos no? Cuando el chico Freddie se volvió hacia mí, tuve una especie de enfermo placer al verlo nervioso. Aflojándose su corbata y deshaciendo el botón superior de su camisa, se parecía a un hombre luchando por respirar. ―¿Esta bien? ―¿Tenía asma? ¿Dónde estaba su inhalador? ―Habrá varios proyectos grandes cruzando mi mesa, en las próximas semanas. Voy a necesitarte a punto para ellos lo que significa que vas a trabajar algunas largas horas. Te estoy diciendo esto ahora así borras tu calendario, ya que esto no es una opción, tu presencia. ―Está bien.

―Estas cuentas también son de alto perfil y por lo tanto no puedes hablar de ellas. ¿Puedes hacer eso? Bien, porque no había nada más estimulantes que la discusión de la delicadeza de los número que ganaba para vivir. Lo que activa. ―Si. Por supuesto. ―Bueno. Te dejaré saber cuando te necesite. Despedida, así como así. Era como el juego de la patata caliente, pasando frente a las tareas lo más rápido posible. Por desgracia para mí, no podía dejar de pasar de nuevo al imbécil. Por el resto del día, trabajé en las pocas tareas que tenía pendiente de modo que cuando llegara la nueva carga de trabajo, no estaría abrumada. Estaba terminando por la noche cuando sonó mi teléfono. Era Kevin y a pesar de mí misma, sentí curiosidad y temor. ―Kevin, hola. ―Mia. ¿Ya cenaste? Oh no, no vamos a volver a caer en ese patrón. ―Tengo planes para esta noche. ¿Tienes información ya? ―No, solo pensé que te gustaría salir por la noche. Debes estar sintiéndote un poco abrumada. Ya sabes, si quieres, tengo esa cabaña en las montañas. Podríamos ir por un largo fin de semana, esquiar un poco. Algún tiempo de tranquila reflexión para conseguir pensar es justo lo que necesitas. En la superficie, sonaba como una muy buena oferta; sin embargo, Kevin sabía que yo no esquiaba y el hecho de que pensaba que sabía que tenía que hacer frente a la locura que era mi vida ahora, mejor que yo era Kevin en una camiseta. No tenía intención de ir por la calle con él y mucho menos a una tranquila remota cabaña en el bosque. Solo la idea ponía mi piel de gallina. El trabajo que mi jefe me dejó caer en la actualidad se convirtió en una bendición, así que no le estaba mintiendo completamente a Kevin con mi respuesta. ―Tengo un par de asignaciones próximamente y necesito estar disponible, así que me quedo con mi agenda libre. ―Si cambias de opinión, llámame. ―Lo haré, Kevin. Gracias. ―Estaré en contacto sobre Stein. Como era de costumbre, colgó sin decir nada más.

Varias semanas habían pasado sin contacto de Dylan y ya que no estaba regresando mis llamadas, pasé una noche para una visita no anunciada. No fue hasta la noche del jueves y, sin embargo, la visión de él me sorprendió, estaba borracho. ―Mia, que sorpresa. Adelante. Al entrar en su casa, la sorpresa se volvió desconcierto porque el lugar era un desastre. Dylan nunca había sido un maniático del orden pero su lugar, ahora, era una pocilga. ―¿Está todo bien, Dylan? ―Genial, no podría estar mejor. ―Se instaló en el sofá, la botella de Jack a una distancia alcanzable. ―¿Cuándo fue la última vez que tomaste una ducha? ―No lo sé. ―Dyl, toma una ducha y yo limpiaré este lugar. Tomó una bocanada del tufillo debajo de su brazo. ―Maldición, apesto. Se puso de pie tan rápido que casi perdió el equilibrio y cayó hacia delante sobre la mesa de café. En el minuto siguiente, se quitó la camiseta y se bajó el pantalón y, para mi horror, descubrí que iba a comando. Sobrio, Dylan nunca habría hecho eso frente a mí, borracho, supongo que no le importaba. La vista desnuda del hombre que consideraba un tío, iba a dejar una cicatriz. Terapia, necesitaría una. Agarrando sus ropas desechadas para lavarlas, desvié mis ojos de su forma retirándose, pero no antes de que me diera cuenta del tatuaje de araña que tenía en la parte superior de su muslo y parte de su culo, muy realista también. Definitivamente sería necesaria la terapia. Mientras se duchaba, limpié su casa y le preparé una comida caliente con las cosas que encontré en su despensa. Cambié a Jack por agua antes de instalarme frente a él en la cocina. ―¿Qué está pasando? ―Nada. ―Pero ahora que el zumbido se desvanecía, no podía hacer contacto visual conmigo. ―Dylan, algo está mal, así que escúpelo. ―Extraño a tu papá, extraño el taller. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba a ambos en mi vida.

Alcanzando su mano, me incliné más cerca. ―Me tienes a mí y a tía Dee, ¿sabes eso, no? Apretó mi mano; una leve sonrisa apareció en sus labios. ―Lo sé. ―¿Supongo que no te está gustando tu nuevo trabajo? ―Está bien, pero no es lo mismo. ―Su cabeza se sacudió tan rápido que me sobresaltó―. Amaba a tu papá. Era como un hermano. ¿Sabías eso, no? ―Por supuesto. ―A veces lastimamos a los que más queremos. ―Dylan. ―Estoy cansado. Gracias por la cena y la limpieza. ―¿Vas a estar bien? ―Sí, solo necesito dormir la borrachera. ―Volveré a visitarte pronto y traeré a tía Dee. ―Está bien. Me acompañó hasta la puerta y dudó un segundo antes de tirarme a sus brazos y sostenerme cerca. ―Era un buen hombre, tu papá. Un honor llamarlo amigo. ―Él sentía lo mismo. No tuvo respuesta para eso, pero fue el aspecto devastado lo que ganó mi atención. ¿Qué estaba pasando con él? ―¿Estás seguro de que estás bien? No luces bien. ―Mejor de lo que merezco, créeme. Antes de que yo pudiera responder, besó mi cabeza y luego cerró la puerta en mi cara. ¿Qué demonios había sido todo eso?

Con tía Dee, más tarde, le compartí mi visita a Dylan y ella estaba tan perpleja como yo. ―La gente maneja el dolor de manera diferente y Dylan no solo perdió a su amigo, sino su negocio también. Supongo que abatirse no es poco común, pero

vamos a tener que mantener nuestros ojos en él. Ha pasado casi un año desde que Mace murió, debería estar recuperándose. ―De acuerdo. Vamos a tener que pasar a menudo para asegurarnos que se está ajustando. ―¿Todavía estás feliz de haber decidido mudarte a casa? ―Lo estoy. Siento a papá aquí, pero en el buen sentido. Lo extraño. ―Yo también.

En mi sala de estar unas cuantas noches más tarde, estaba revisando una de las cajas de la oficina de mi padre. Por mucho que odiaba tener que hacerlo, ya era hora de que lo dejara ir a él también y una parte de dejarlo ir era deshacerme de sus cosas. Afortunadamente, esta caja no guardaba nada sentimental, solo recibos y órdenes del taller. Fue mientras revisaba la caja que encontré una de esas carpetas de acordeón. Nada podría haberme preparado para lo que encontré dentro de esa carpeta; fotos y todas ellas eran de cabello pálido. Sabía que mi padre había sido cuidadoso con él, pero, ¿por qué tendría una carpeta llena de fotos de él? Explorando a través de las imágenes, mi corazón se detuvo y todo el aire salió de mis pulmones ante una en particular: cabello pálido y él estaban hablando, muy amigablemente, con Cole. El Cole que yo sabía que era tan cuidadoso con cabello pálido como papá había sido y ciertamente no estaría charlando con él. El feo pensamiento saltó a mi cabeza antes de que pudiera eliminarlo. ¿Cole estaba también en la nómina de Stein? Carter Stein había querido el taller de mi padre y ahora, después de su muerte, lo poseía. Mi instinto me estaba diciendo que había una explicación para la foto, una que Cole podría explicar fácilmente, pero cuanto más tiempo estudiaba la imagen, más enojada me volvía. Él sabía más acerca de la noche en que mi padre murió de lo que estaba diciendo, demostrado por el hecho de que se había presentado antes que los policías. Después de la muerte de papá, él nunca hizo ningún intento de hablar de ello, de compartir conmigo lo que sabía. Y con esta foto, era evidente aún más su implicación de lo que yo pensaba. Así que, ¿por qué permanecía en silencio? La respuesta obvia, que no había sido solo un espectador de lo que le había sucedido a mi padre, era demasiado atroz para contemplarlo. Y, sin embargo, él había trabajado para mi padre, tenía muy poco dinero y ahora trabajaba en Tickled Ivories. ¿Trabajaba en el club o lo poseía? Tenía la única oficina y todos los empleados lo

trataban como alguien importante. Así que si lo compró, ¿cómo demonios había logrado eso? Había una respuesta obvia, una que me tenía llenándome de repulsión. Si era cierto, ¿mi papá sabía que Cole lo había vendido? Experimentar ese tipo de traición, especialmente de alguien que él había llevado a su pequeño y apretado círculo, era un pensamiento insoportable. Todas esas noches, cuando yo era más joven, los viajes fuera de la casa que mi padre sin duda había hecho con Cole, el que afirmaba cuidar su espalda. ¿Era posible que uno de esos viajes hubiera sido el que lo llevó a su muerte? Las lágrimas se agruparon en mis ojos pensando en esos momentos finales. Él habría luchado, hasta el mismo final habría luchado. Pero tuvo que haber un momento en el que sabía que no iba a sobrevivir. ¿Qué pasó por su cabeza? Secándome los ojos, el dolor en mi pecho era sofocante mientras la furia luchaba con la tristeza porque, maldita sea, Cole no podría haber sido parte de eso y sin embargo yo necesitaba escucharlo decirlo. Agarrando la imagen, salí de mi casa e hice el viaje de veinte minutos a Tickled Ivories. Haciendo caso omiso de mis palabras de que no invadiría su vida privada de nuevo, ni siquiera llamé cuando entré en la oficina de Cole; simplemente entré. Estaba solo, sentado detrás de su escritorio. Puse de golpe la imagen delante de él. ―Dime que no fuiste parte de esto. Cole se puso de pie, su rostro alarmado, pero yo estaba demasiado envuelta en mi propio dolor para temer su reacción. ―Él te amaba, así que por favor dime que no formaste parte de su muerte. Cole se movió alrededor de su escritorio para pararse justo enfrente de mí. ―¿Crees que estuve involucrado en la muerte de tu padre? ―No, pero creo que ese hombre lo estuvo y te ves muy amistoso con él. ―No es lo que parece. ―Explícalo. Y maldita sea, Cole, si no me das una maldita respuesta voy a cazar a ese hombre y preguntarle. Furia rodó por el rostro de Cole en respuesta a mi amenaza, pero resignación quemaba allí también. ―Cuando salí por primera vez del centro de menores, trabajé para él. No pude controlar mi repugnancia ante esa noticia. ―¿Trabajaste para ese hombre? ―Y entonces entendí―. El día en el callejón, tu tiempo como recaudador, estabas trabajando para él.

―Sí. ―¿Y esa? ¿Fue tomada durante tu tiempo recaudando? ―Sí. ―¿Quién la tomo? Lo de compartir había terminado; pude ver eso en la tensión de su mandíbula. Frustración, ira y miedo tenían a las siguientes palabras cayendo de mi boca. ―Confié en ti únicamente porque mi padre lo hizo y nunca tuve una razón para dudar de esa confianza, pero mi padre está muerto y a pesar de que tú sabes más sobre esto de lo que estás diciendo, no has hecho ningún intento de compartir lo que sabes. Ahora una foto de ti sale a la luz con un hombre que sé que intimidaba a mi padre, a petición de su jefe, Carter Stein. El hombre que quería el taller de mi padre y ahora lo posee. Perdí a mi padre y su legado y tú, un chico que trabajaba para mi padre, ahora es dueño de una discoteca muy rentable y popular, que tiene que haber costar un ojo de la cara. No vas a explicar nada de esto y la confianza ciega ya no funciona más para mí porque mira a dónde llevó a mi padre. Quiero creer que no tuviste nada que ver con la muerte de papá, pero estás haciendo eso muy difícil. ―Joder, Mia. ¿De verdad crees que yo podría haber lastimado a tu padre? ―Cuando se trata de ti, ya no sé lo que pienso. Eres un extraño, has logrado ser nada más que un extraño para mí. ―Miré alrededor de su oficina―. Y uno al que de repente le va muy bien. Estiró una mano hacia mí, pero me aparté de su toque. ―Permanece malditamente lejos de mí. Saliendo de su oficina, llamé a Kevin porque ambos estábamos fuera de nuestras profundidades en esta pesadilla. La llamada fue directamente al correo de voz. ―Kevin, es Mia. Tienes que dejar de investigar la muerte de mi padre. No creo que sea seguro. Llámame.

El sueño no venía, el corazón adolorido y enfermo por mi enfrentamiento anterior con Cole, me tenía dando vueltas. Los golpes en mi puerta casi hicieron que me cayera de la cama. Todo mi cuerpo se congeló, pero mis ojos que se dispararon al reloj de mi mesita de noche. Eran casi las dos de la mañana. ¿Quién demonios estaría golpeando a mi puerta a esta hora? Cogí mi teléfono para marcar el 911, pero mis dedos se quedaron quietos cuando escuché esa ronca y profunda voz.

―Mia, abre la maldita puerta. Desprecio, furia, indignación debería haber sido mi primera reacción, pero fue placer lo que azotó a través de mí, tan rápida y poderosamente, que mis piernas no estaban estables mientras caminaba hacia la puerta. Fue solo después de comprobar la mirilla y ver a un Cole muy lívido parado allí, que el miedo se arrastró hasta invadir el placer. Tan pronto como abrí la puerta, entró pasando a mi lado y cerró la puerta de golpe tras de él. ―¿Qué mierda te crees que estás haciendo? ¿Fuiste a la policía e hiciste que ellos indagaran en el caso de tu padre? ¿Has perdido tu jodida mente? ―Dio un paso más cerca y por instinto, di un paso atrás―. No tienes idea de en lo que te estás metiendo. ―Entonces dímelo. ―Tu papá no te quería ni cerca de esto. Jodido Cristo. De pie en la casa de mi padre, viendo que Cole se paseaba por la sala como una pantera enjaulada, pude ver al muchacho que había sido, el adolescente problemático en que se convirtió, el hombre que había, en repetidas ocasiones, cuidado la espalda de mi padre, el mismo hombre que había llegado a mí la noche en que mi padre murió y me sostuvo mientras me rompía por completo. Puede que no sepa mucho acerca de Cole ahora, pero lo que sí sabía era que la lealtad no era una insignia de honor para él; la lealtad era una forma de vida, su forma de vida. ―Realmente no creo que tú fueras una parte de lo que le pasó a mi papá, pero sé que sabes más de lo que estás diciendo. Por favor dime. Dejó de caminar y se detuvo a mi altura con los ojos ardiendo con demasiadas emociones para discernir. ―Háblame, Cole. Caminando de nuevo, su temperamento brotó. ―Le dije que esto pasaría. Él jodidamente no escuchó. ―¿Qué pasaría? ―Tú, tú eres jodidamente demasiado curiosa para tu propio bien. La calma se apoderó de mí, incluso mientras el miedo lamió mi espina dorsal. Ya me había resignado a alejarme de la situación, pero todavía había una parte de mí que quería luchar, que se sentía como si tuviera que hacerlo. ―Perdí a mi padre. Amaba a mi padre más que a nadie y lo perdí. No hay absolutamente ninguna forma de que vaya a sentarme y portarme bien cuando el que lo mató todavía anda por ahí fuera.

―¿Estás escuchándote a ti misma? Quien sea que lo mató, ¿qué te hace pensar que ellos no van a malditamente matarte también si se enteran de que estás metiendo tu nariz en su mierda? Escucharlo ponerlo tan simple, sí me llenó de terror y sin embargo, aún me negaba a ceder. ―Mataron a mi padre. Su puño estaba cerrado con tanta fuerza que los músculos estaban en marcado contraste con la palidez de la piel. Su mirada enojada se posó en mí. Por un momento simplemente nos miramos a través del cuarto, el uno al otro. ―Siento lo de antes. Confío en ti. ―No deberías. ―Se movió hacia mí, su cuerpo tenso con su rabia―. ¿Quieres saber por qué salí de tu dormitorio esa noche? A pesar de que la ira viniendo de él no estaba dirigida a mí, mi cuerpo se preparó de todos modos. ―Me llamaste perfecto. No soy perfecto, ni mucho menos. Tú quieres idealizar lo que pasó con mi padre, fui golpeado demasiadas veces y finalmente me defendí. La verdad era que yo sabía que podía hacerle daño si ponía mis manos sobre él y quería hacerle daño, quería matarlo. No fue defensa propia. Por eso es que me echaron en el reformatorio. ¿Es mucho para ti? Pues, hay más. Tan perfecto que soy que me convertí en mi padre, pero mucho peor, porque infligí dolor a otros por dinero. Me viste ese día. Por el precio correcto, rompería huesos y quebraría cráneos. Incluso hice un poco de violación de domicilio; puedo abrir una cerradura en mi sueño. ¿He estado acercándote y alejándote? Mierda, sí. Te quiero. Quiero reclamarte en todas las formas imaginables y si lo hiciera, estaría atenuando la pureza y la belleza que me atrae hacia ti como un jodido faro. Quedarme lejos de ti es por ti, para que puedas encontrar una buena vida con un buen hombre y es la jodida cosa más difícil que he hecho nunca, pero por ti, por Mace, te debo eso. Recuperada de su confesión, no tenía palabras, pero él no había terminado. ―Saca a tu chico. La confusión frunció mi ceño ante el cambio de tema. ―¿Bruce? ―Dile que se salga. Aunque mi mente era un revoltijo de preguntas agitadas por su confesión, no podía concentrarme en ninguna de ellas y en su lugar pregunté: ―¿Cómo estás involucrado en todo esto?

―Soy una persona que sabe que nada bueno saldrá si continúas por este camino. Concentrándome en un tema que era cristalino, dije: ―Así que se supone que solo deje pasar que mi padre fue asesinado. ―Se supone que permanezcas fuera de esto, que vivas y seas feliz justo como tu padre quería, como él lo planeó. No podía esperar sinceramente a que hiciera eso, solo dejarlo pasar. Y luego fue a la yugular. ―Todo lo que él quería era que estuvieras a salvo. Si tú mueres, eso hace que su muerte sea en vano. Él no podría haber hecho un punto más convincente. Me corazón dolió porque quería que aquellos que lastimaron a mi padre pagaran y, sin embargo, hacerlos pagar no lo traería de vuelta. Él quería mi salud y felicidad por encima de todo. ¿Cómo podría no cumplir con ese deseo final? ―Voy a llamar a Bruce en la mañana. Cole se dirigió hacia la puerta, pero al mirarlo no sabrías que yo acababa de estar de acuerdo con sus exigencias. ―¿Por qué usas mi collar? Fue la primera vez que lo había visto moverse de una manera que no era deliberada. Sus pies en realidad perdieron un paso y sus hombros se tensaron. No me miró, pero lo escuché igual. ―Porque me fue dado por un ángel. ―Y entonces abrió la puerta y salió de mi vida, como le había pedido. Por mucho que quería llamarlo de vuelta, correr tras él, lo único que podía hacer era pararme allí mientras sus palabras golpeaban en mi cabeza. Él pensaba que se había convertido en su padre; no podía estar más equivocado.

Cole Cerrando de golpe la puerta de mi auto, quería golpear el puto volante, maldita sea, me gustaría arrancarlo del auto. Pisando el freno frente a la casa de Mace, conduje la ruta que se había vuelto muy familiar los pasados cinco años. La situación actual era un puto desastre y el hecho de que acabase con Mase siendo asesinado no era algo que intentase dejar pasar. Mia era otro problema, era demasiado confiada. Metiendo las narices en la mierda de la que debería estar muy alejada. Tampoco ayudaba la forma en que se veía. Tan jodidamente despistada al efecto que causaba en los chicos, así que la sutileza, mientras hurgaba en busca de problemas, no iba a suceder. Mace la habría mandado lejos hace tiempo, por su salud mental y la mía. Entrando en el estacionamiento tan familiar, salí del auto y me dirigí a la entrada trasera. El equipo estaba allí, justo como sabía que estarían. En cuanto entré en el centro de mando, Bruce Knox se giró hacia mí. Conocí a Bruce después del reformatorio, un policía que había tratado de intimidarme unas cuantas veces. Encontrarme con él otra vez cuando co-capitaneó el pequeño equipo de la liga con Mace había sido una sorpresa, pero era un buen policía, la mayoría del tiempo. Había llegado al equipo después de la muerte de Mace, tenía una conexión personal con Mace que Terence pensó podría ayudar a averiguar qué pasó realmente la noche que murió Mace. Parecía arrepentido, el maldito debería. Alentando la curiosidad de Mia en vez de acabar con esa mierda porque estaba pensando con la polla y no con la cabeza. ―Hola, Cole. ―Quédate en ese lado de la habitación Knox, ya que aún estoy disfrutando la idea de decorar ese muro con tu rostro. ―¿Hablaste con ella? ―Sí y que ella sepa, tú estarás dando un paso atrás porque te lo pidió. Sé claro en que estás dando un paso atrás porque no hay nada que reclamar o no lo dejará pasar. ¿Encontraste a Kevin? ―Ha desaparecido.

Imbécil arrogante y el hecho de que Mia durmiese con el bastardo, que hubiese probado algo que me había ofrecido primero, hacía que me enfureciese a un nivel peligroso. ―Nos pediste ayuda, acabó con Mace muerto. ¿Así que, qué hace que siga ayudándote? Fue Terence quien respondió: ―Quieres al responsable de la muerte de Mace tanto como yo. ―Y pensé que fue Stein. Tienes mierda sobre él, mierda, te di la mitad de ello, ¿entonces por qué aún es un hombre libre? ―Circunstanciales y tiene una coartada que le libra de la muerte de Mace. ―Terence sonaba tan molesto como me sentía yo. Pasándome una mano por la cabeza, me sentí realmente cansado. Cuando Mace se acercó a mí hace unos años para ayudarle a localizar a alguien, quién demonios habría imaginado el cargamento de mierda que estaba esperando a caer sobre nuestras cabezas. Dimos con un asunto peliagudo, metiéndonos en una investigación policial existente, dando con información sobre la corrupción existente en el vecindario. Mace estaba indeciso por Mia, pero en el fondo sabía que el trabajo que estábamos haciendo al final, volvería a hacer del vecindario un lugar seguro. Cada vez que trabajábamos, era juntos. Yo le cubría la espalda y él la mía, excepto la noche en que murió. Cómo lo había malinterpretado, no lo sé, pero para el momento en que me di cuenta de que se había ido él solo, Terence me había llamado para comunicarme la muerte de Mace. Esa fue la puta noche más dura de mi vida. Decirle a Mia que su padre había muerto, nada puede prepararte para ver derrumbarse el mundo de una persona. Cambié mi atención a Terence. ―¿Y qué pasa ahora? ―Tenemos que centrarnos en Stein y pienso que la forma de llegar a él es a través de su guardaespaldas contratado. Tenemos suficiente de Donny para encerrarlo. Presionémoslo, ya que no creo que le llevará mucho hablar. Donny Alfonsi, el tipo de cabello claro del que Mia fue inteligente en ser cautelosa, era un verdadero monaguillo. Le rajaría la garganta a su propia madre si el precio fuese el adecuado. Había visto de primera mano exactamente de qué era capaz el hombre. Todos sabíamos que era el que había matado a Mace, por orden de Stein, pero no podíamos inculparle. Eso era una putada. Los cargos que los policías podían amputarle no eran sobre el asesinato de Mace e incluso así el cabrón estaría tras los barrotes durante un largo tiempo.

―¿Vas a aplicar presión? ―pregunté. ―Sí. ―De acuerdo. Llámame si me necesitas. No esperé que Terence respondiese y salí de la habitación. Me centraría en Tickled Ivories ya que esto estaba hecho, eso era todo lo que había dejado. Las sospechas de Mia sobre cómo me había permitido el local eran válidas, aunque escocía muchísimo saber que había tenido la idea de que yo tenía algo que ver con la muerte de Mace. Puede que le fallase, pero nunca le habría hecho daño. No estaba realmente seguro cómo se sentiría sabiendo la verdad detrás del club, que había sido su padre quien me había prestado el dinero. Él había querido diversificarse y así se había convertido en mi socio capitalista. Nunca habría sido capaz de llevarlo a cabo sin él y cuando ese bastardo murió me dejó sus acciones. Soy el dueño del maldito club y todo lo que costó fue la muerte del hombre en el que pensaba como un padre. Entrando en mi casa, dejé las llaves en el mostrador de la cocina y caminé hacia la nevera por una cerveza. Quitando la tapa, bebí la mitad. Después del reformatorio, viví en un sitio de mierda y pensé que haría bastante dinero trabajando para Donny, no me había importado nada una mierda en ese entonces, de ahí el sitio de mierda. Después de que empecé en el taller de Reparaciones Mace, compré una casa en el viejo vecindario. Lo mantuve limpio y escaso. Odiaba tener demasiado a mi alrededor porque me recordaba al animal con el que había vivido y la pocilga en la que había crecido. Pensar en él trajo la imagen de sus ojos justo antes de que empezase con las palizas. Se había descargado con ello, dándome puñetazos. Jodido enfermo. Aunque me gustaba mi espacio, no podía negar el atractivo de la casa Donati, un lugar al que yo había sido lo suficientemente afortunado para llamarle hogar durante tres años. Imágenes que Mia había dibujado cuando era pequeña colgando de las paredes, los zapatos que ella o Mace se habían quitado siempre plagando la sala o la cocina. Y Mia, como había sido Mace, era como su casa. Cálida y acogedora. Nunca olvidaría esos años que había pasado con ellos. No había duda, nada oculto, me recogieron y me trataron como uno de ellos. Nunca lo tuve, antes o desde entonces, la forma en que Mia me miraba, como si le importase. La primera vez en mi vida que me abrazaron fue cuando se lanzó a mis brazos porque había aceptado ver esa película de sirenas. Ese sentimiento de pertenencia era como el crack, una persona podía hacerse adicto. Infiernos, era adicto a ella, suplicaba su compañía sobre lo demás, pero no quería ver nunca la mirada en sus ojos que había visto en demasiada gente en mi vida, la mirada de que no era mejor que la mierda en sus zapatos. Razoné que mantenía mi distancia por su seguridad,

pero si era totalmente sincero, limitaba exponerme ante ella para evitar que viese el hombre en el que me había convertido después de una vida en la que me habían sacado la inocencia con palizas. Echando la botella vacía de cerveza en el contenedor de reciclaje, caminé hacia el baño y me desnudé antes de abrir el agua y ponerme bajo el chorro. Pensamientos de Mia, esa noche en su habitación, llenaron mi cabeza. El sabor de ella en mi lengua, la forma en que su cuerpo respondía a mí, su pequeña mano rodeándome la polla, la duda en sus movimientos porque todo era nuevo para ella. Me ofreció su virginidad, un mínimo movimiento de caderas y habría sido mía. Quería eso muchísimo, ni siquiera había pensado en un condón. Nunca tenía remordimientos, pero me arrepentía de no haberla tomado esa noche. Debería tener esa noche y todas las noches posteriores. La recuerdo arrodillándose en el borde de la cama después de correrme sobre su estómago. Nunca había tenido la necesidad de saborearme en alguien, pero con ella lo ansiaba, lo necesitaba como necesitaba el aire; la confirmación de que era realmente mía. Presionando la mano en la pared de azulejos de la ducha, trabajé la punta de mi polla, moviendo las caderas mientras pensaba en los sonidos que hizo Mia cuando tenía la lengua enterrada en ella y cómo quería meter la polla en ese húmedo y apretado lugar, queriendo escucharla gritar mi nombre cuando lo hiciese. Sujetando la polla por la base, me masturbé rápido y duro, deseando que fuese el cuerpo de Mia el que me estuviese ordeñando.

Tickled Ivories estaba abarrotado esta noche y tal vez con suerte habría algún tipo de problema y podría liberar la tensión persistente con los puños, una tensión que aún no se había asentado desde mi enfrentamiento con Mia hacía unas cuantas noches. Normalmente golpeaba una bolsa, había aprendido a controlar mi temperamento y a pesar de lo que había dejado creer a Mia, nunca peleé por rabia, solo una vez. Le había matado, quise matarlo, no tuve problema en pasar por el reformatorio por eso. La gente me había mirado diferente cuando había vuelto a casa, unos con miedo, otros con disconformidad y algunos con confirmación. No me había importado realmente lo que la mayoría pensase, solo lo que Mace y Mia pensaban. Mace había sido un buen hombre, siempre me defendió. Eso era el porqué estaba haciendo lo mismo por él, no permitiendo que su asesinato no se resolviese y protegiendo a su hija, incluso si eso significaba de mí. Una llamada sonó en la radio. ―Cole, hay un problema en la puerta.

―Voy para allí.

Media hora después, tras darle al borracho y escandaloso cumpleañero una bebida gratis por su veintiún cumpleaños, tuve al gorila enseñándoles el club a él y sus amigos. Volviendo a mi oficina, escaneé el lugar buscando problemas como tenía el hábito de hacer. En cuanto abrí la puerta de mi oficina mi cuerpo se endureció al ver a Mia de pie junto a mi mesa mirando por la ventana. Se giró hacia mí, buscando con la mirada antes de moverse hacia el sofá y sentarse. ―Cole. ―Mia. La forma en que movió el cuerpo, su voz ronca, esos ojos de gato que tenían el poder de traspasar todas mis defensas. Mi instinto fue cerrar la puerta, empujarla contra la mesa y follarla, duro, y no masturbarme con el pensamiento de ello como la pasada noche. En cambio, fui hacia el bar en la esquina y me serví un whisky. ―¿Quieres una copa? ―No, gracias. Tomándolo de golpe para disminuir la quemadura, me giré hacia ella y me apoyé contra el bar. ―Estoy escuchando. ―Tu discurso fue muy elaborado, ya sabes, el que elocuentemente compartimos esa noche en mi casa. Supuse que pensabas que decirme esas cosas sobre ti me apagaría. Viviste en el infierno y lo necesitabas, aunque no apruebo cómo te ganas la vida, entiendo qué te llevó a ello. La sorpresa fue rápidamente seguida por la posesión. Mi vergüenza más profunda y me absolvía sin pensar. ―Y aunque piensas que te has convertido en tu padre, no te pareces nada a tu padre. Mi padre te amaba y mi padre era un hombre muy inteligente. No solo me permitió estar a tu alrededor, realmente hizo su trabajo para asegurarse de que yo estaba a tu alrededor. Y ya que me amaba sobre todo lo demás, solo lo haría si confiaba y te respetaba completamente. »Ahora puede que tengas algún tipo de pensamiento de que no eres lo suficientemente bueno para mí o alguna mierda de ese tipo. Pero considerando que vivimos justo puerta con puerta durante un tiempo y trabajaste para mi padre, nos veo al mismo nivel. Así que, Cole, este es el asunto. Ese buen hombre que

mencionaste que debería encontrar, ya lo he encontrado. Cuando superes tu pequeño drama y llegues a la inevitable conclusión de que tú y yo estamos hechos el uno para el otro, ya sabes dónde encontrarme. Se levantó, hundí los dedos en el bar a mi espalda porque la quería desesperadamente, estaba usando cada pedazo de voluntad para mantenerme a este lado de la habitación. Al mismo nivel, buen hombre… Jesús, estaba acabando conmigo. Como si supiese lo que me estaban haciendo sus palabras, se acercó a mí, deteniéndose casi cuando sus pechos rozaron el mío. Se me endureció la polla. ―Me quieres tan desesperadamente como yo. ―Pasó los dedos por mi pecho, rozando mi erección con la punta de los dedos. Dirigió la mirada hacia sus dedos antes de mirarme a través de las pestañas y sonreírme. Sabía exactamente lo que me estaba haciendo. ¿De dónde demonios había venido esta Mia? Se acercó a la puerta, deteniéndose justo en el umbral para ofrecer sus palabras de despedida―: Te deseo y estoy empezando a cansarme de aliviar ese deseo y fingir que eres tú. ―Pasó la mirada por mi cuerpo, sonriendo maliciosamente antes de dirigir esos ojos de gata a mí―. Llámame.

Sentado en la oscuridad en Tickled Ivories, observé a Mia y a su amiga Janie hablar con Claire, pero no podía apartar la mirada de Mia y la tristeza escondida tras sus ojos. Sabía que, al menos en parte, yo era la razón de que estuviese allí. Pensar en ella, el otro día en mi oficina, aún me ponía duro. Infiernos, la mujer no necesitaba hacer nada para endurecerme. Tenía razón en que la quería tan desesperadamente como ella a mí. Sí, pensé que mantenerme alejado la mantendría a salvo, pero podía mantenerla segura con la misma facilidad con ella justo a mi lado. La verdad era que pensaba que estaba siendo desinteresado al no tomar lo que quería. Había temido que si ella pasaba mucho tiempo conmigo mi oscuridad podría apagar su luz, pero era más que eso. No quería retenerla. No iba a dejar el vecindario, pero por Mia podría si quería. Mace había trabajado duro, así que tendría oportunidades y no quería que la nostalgia se metiese en medio. Pero después de sus palabras y a pesar de su teatro, sus sentimientos por mí eran tan profundos como los míos por ella. No era un encaprichamiento o cariño inmerecido, como siempre había pensado. Eso cambiaba el juego. Dos tipos se acercaron al bar, sus intenciones eran obvias, aunque estaba sorprendido que les hubiese llevado tanto tiempo descender a los hombres. Mia le sonrió a uno, pero no alcanzó sus ojos expresivos. La posesión azotándome cuando el hombre le tocó la espalda baja, apenas un toque y aun así quería arrancarle el brazo. Era mía, siempre lo había sido.

Mace había sido un buen hombre. No solo tratando de ocultarme de mi padre, dándome una casa y luego un trabajo, sino que había luchado por mí cuando me marché, a pesar de que era contra con quien luchaba. Perder a Mace había sido realmente duro, pero no saber el cómo ni el porqué, lo hacía aún más duro. Stein estaba tras la muerte de Mace, apostaría dinero por ello. Egoísta no servía ni de cerca para describir a ese imbécil. Quería que su legado cambiase la cara de South Philly y con la localización del taller de Mace, ese terreno era su gallina de los huevos de oro. Lo que no entendía era que si Stein estaba siendo vigilado tan de cerca, cómo demonios lo hizo, o su hombre contratado, para escapar a su vigilancia para llegar a Mace. Era parte de la razón por la que había estado tan cerca de Mia porque los policías parecían estar fallando y si Mia se obsesionaba, empezaría a hacer las preguntas equivocadas a la gente equivocada. Stein no se lo pensaría dos veces en cerrarle la boca y solo con el pensamiento de que se encontrase con el mismo destino que su padre, de ninguna jodida manera. Bruce tenía algunas actualizaciones en el caso, quería encontrarme con él, pero después de la visita de Mia a mi oficina, estaba distanciándome un poco. Ahora estaba centrado en ella y ella no necesitaba que nadie más complicase esta mierda. No pude evitar sonreír, porque si aparecía en la puerta de Mia, tomase lo que había estado ofreciendo desde hace tanto, probablemente pensaría que estaba alucinando. Por mucho que me encantase la idea de desequilibrarla, ir a ella era más que eso. Le había hecho daño. En su momento, supe que lo hice porque había teniendo sus intereses en mente, pero escucharla decir que no éramos amigos… no podía dejarla creer eso. Sus visitas al azar a mi oficina, había vivido por ellas. Si ella quería todo o nada, se lo daría todo porque puede que haya esperado toda su vida a que vaya a ella, pero he estado esperando toda mi vida para el momento en que pudiese ir a ella.

Mia Tía De ese sentó frente a mí en su sala de estar mientras estudiaba una fotografía de papá y yo tomada el día que comencé la universidad. Tan fea e increíble como era la situación que rodeaba su muerte, no podía seguir ocultándole la situación por más tiempo a tía Dee. Sabía que estaba pasando algo porque había estado callada desde que había llegado hacía una hora. ¿Cómo hacías para dar noticias como las que tenía que compartir? ―Mia, ¿qué está pasando?

Alzando la mirada de la fotografía, vi a mi padre en su mirada, lo que hacía mucho más difícil hablar. ―No sé cómo decirlo así que simplemente lo soltaré. Hay una oportunidad de que la muerte de papá no fuese un accidente. Tía Dee no entendió las palabras inmediatamente, estaba centraba en mí y aún no había reaccionado. Le llevó un minuto o dos antes de que el dolor y el agravio se mostrasen en su rostro. ―¿Qué? ¿Cómo lo sabes? ―Kevin Lowell me contó que alguien en el caso en el que estaba trabajando se atribuyó el mérito de la muerte de papá. No le creí, así que visité a Bruce y lo confirmó. Incluso hablé con Cole, después de un poco de persuasión, admitió que ya había estado pensando en esta dirección. ―¿Quién querría matar a tu padre? ―Stein. ―¿Stein? ―Quería el taller de papá o la tierra y su hombre había tratado de intimidar a papá a través de mí. ―Querer la tierra y ser un imbécil sobre conseguirla es una cosa, pero asesinar… es una exageración. ―Estoy de acuerdo, pero entonces, ¿quién? ―Su muerte se determinó como un accidente. ―Aparentemente había algunas incongruencias en el informe forense. ―Y aun así de determinó que su muerte fue un accidente. ¿Por qué? ―No lo sé y honestamente, me encuentro teniendo problemas tratando de creer nada de esto. Perder a papá fue muy duro pero ahora están todas estas preguntas sin respuestas. Y tener que enfrentarme a que papá pudo ser asesinado intencionadamente, odio pensar eso, pero si hay una mínima posibilidad de que sea verdad, necesitaba decírtelo. Tía Dee empezó a pasearse por la sala, sus pensamientos transparentes. ―No, estoy de acuerdo pero no consigo entender la idea de que la muerte de Mace no sea un horrible accidente. Nuestro vecindario tiene problemas pero no puedo creer que sean tan malos. ―Espero que tengas razón. ―Entonces, ¿qué está pasando, han reabierto el caso de tu padre?

―No lo sé, pero sé que ambos, Bruce y Cole, están determinados a descubrir lo que pasó realmente esa noche. Supongo que simplemente tenemos que sentarnos y esperar por las respuestas. Colocada en el borde del sofá, noté que tenía los ojos húmedos y me pregunté qué estaba pensando. No me lo pregunté mucho tiempo. ―Habría luchado. Mis propios ojos quemaban. ―Lo sé. La furia reemplazó el dolor. ―Si alguien mató a mi hermano… ―Estoy de acuerdo, también quiero un tiempo a solas con ellos. ¿Has encontrado los libros de contabilidad del taller de papá? ―Sí, los tengo. ―¿Puedes guardarlos por mí? Quería mirarlos, pero no estoy de ánimo. ―Claro. ¿En qué estás pensando? ―Nada, simplemente tratando de conseguir una mejor imagen de las cosas justo antes… No acabé el pensamiento y ella no necesitaba que lo hiciese. ―Lo tengo. ―Pasándose una mano por el cabello, se reclinó en el sofá―. Todo esto parece irreal, Mia y tengo que decir que no sé si creerlo. ¿Creo que Stein es un bastardo avaricioso? Absolutamente. ¿Creo que ha usado argucias para conseguir lo que quiere? Seguro, la mayoría rompiendo las reglas. ¿Pero asesinato? No puedo creerlo. ―No eres la única, pero si hay una posibilidad de que sea verdad, quiero saberlo. ―Bien, pero Mía, puede que no consigas un cierre. Sé cómo trabaja tu mente porque Mace era igual. Puede que nunca seas capaz de explicar la muerte de tu padre. Puede que tengas que enfrentarte a que simplemente es una tragedia sin sentido y aprender a avanzar desde ahí. ―Tienes razón. Sé eso, lo hago. ―¿Has hablado con Dylan? ―No y no estoy segura de que deberíamos. No le he visto desde mi última visita, pero no lo está llevando bien.

―Tampoco lo he visto, pero planearé visitarlo. Probablemente tengas razón, no deberíamos decírselo si ya está teniendo un momento tan malo. Bueno, no sé tú, pero yo me tomaría una copa ―indicó tía Dee mientras se levantaba y se dirigía a la cocina. ―El mío que sea doble.

Era tarde, después de las ocho y aún estaba en la oficina con niño Freddie. Los proyectos con los que me había amenazado exigían tanto tiempo como había señalado y parte de mí estaba agradecida ya que centrarme en el trabajo me evitaba pensar en algo más. Había pasado una semana desde que tía Dee y yo hablamos y sabía que estaba teniendo un momento difícil con los eventos rodeando la muerte de papá tanto como yo. Éramos gente simple, así que encontrarnos en el medio del drama que encajaba en una película de televisión era increíble y frustrante. ―Mia, estas deducciones deben ser detalladas. Niño Freddie realmente era bastante brillante, su enfoque estaba en su mayoría en contabilidad forense, lo que pensé que era un campo fascinante. También era incesante en sus demandas, pero trabajaba en cada trozo tanto como yo, así que no podía quejarme de que holgazanease. Era un pensamiento curioso, ¿por qué me había seleccionado para esta tarea cuando era tan intolerante conmigo como lo era durante una jornada normal? ―Ahora estoy trabajando en la lista detallada. ¿Por qué me pusiste en esto contigo? Es de bastante resonancia y no soy tu trabajadora preferida. Alzó la cabeza y me miró fijamente. ―Eres muy buena en lo que haces. ―Entonces nos vas a debatir el hecho de que no soy tu persona favorita. ―No es personal. ―Se siente un poco personal. Bajó el lápiz y se reclinó en la silla, alcanzando su Coca-Cola. ―Tal vez veo mucho de mí en ti. Dios, esperaba que no. ¿Iba a volverme amargada e infeliz en mi futuro? ―¿En qué sentido? ―Te encanta lo que haces. ―Lo hago. Eso no explica por qué eres estricto conmigo todo el tiempo.

―Tal vez solo estoy empujándote a ser mejor. ―Se siente más como si me estuvieses empujando por la puerta. ―Tal vez lo hago. Sorprendida de que lo admitiese, mantuve su mirada plana. ―¿Por qué? ―Tal vez elevaste el listón. ―¿Qué listón? Desestimando mi pregunta, volvió a alcanzar su lápiz. ―Se está haciendo tarde. Acabemos con esto. Podemos trabajar más mañana. Presionar el tema era inútil, había acabado con lo de compartir, pero ahora estaba más confundida que antes de que yo abriese la boca. Con suerte no habría ninguna reacción en contra por su parte después de que hubiese tenido tiempo de procesar mis comentarios directos y francos.

El siguiente día en el trabajo fui pisando huevos con miedo de que mi jefe, teniendo la noche para meditar mis palabras de anoche, hubiese considerado nuevas formas de torturarme, pero hasta ahora se mantuvo en silencio. El teléfono de mi oficina me salvó de preocuparme y respondí con mucho más entusiasmo del que realmente sentía. ―Mia Donati. ―Mia, soy tu madre, Cynthia. La sorpresa, de escucharla al otro lado de la línea, fue rápidamente reemplazada con irritación. ¿Cómo demonios consiguió mi número de la oficina? ―No eres mi madre y, ¿cómo demonios conseguiste este número? ―Me gustaría hablar. ―Me gustaría parecerme a una joven Cindy Crawford. ―Mia. ―Había enfado en esa única palabra, que solo servía para encender el mío. ―¿Estás usando ese tono conmigo? ¿En serio? ¿Crees que funcionará? ―Quiero hablar contigo sobre Mace. ―No, no lograrás hablar de mi padre.

―Es importante, pero no quiero hacerlo por teléfono. Por favor, Mia, te estoy pidiendo que dejes a un lado tu antipatía sobre mí y te encuentres conmigo. Fue su tono, desesperación como el que había escuchado esa noche que había ido a la casa, lo que despertó mi interés. ―Tengo tu tarjeta, te llamaré. ―Pronto. ―De acuerdo. ―La reticencia se desplegó en mi instinto mientras colgaba el auricular, porque tenía un horrible sentimiento sobre lo que fuese que Cynthia tuviese que decir iba a ser algo que realmente no quería escuchar. ―Mia, a mi oficina. Ah, mierda. Allá vamos. Simplemente estaba esperando, permitiéndome tener un falso sentido de seguridad antes de soltar la bomba. Este día se estaba convirtiendo en uno realmente horrible. Todo lo que necesitaba para hacerlo oficialmente clasificarlo como el día más espeluznante en la oficina era a Kevin llamándome y hoy habré experimentado el trío de mierda. Solo había pasado por el umbral de su oficina cuando saltó directamente a ello. ―¿Llamadas personales en el trabajo? Esta era una nueva línea de ataque para él. ―No estoy segura de cómo consiguió el número, pero no creo vuelva a llamar. ―A pesar de tu excelente trabajo, he estado pensando en nuestra conversación de anoche. Si no estás cómoda con mi forma de dirigir, tal vez deberías buscar trabajo en otro lado. ¿Era en serio? Tal vez debería cambiar su estilo de ser un imbécil. ―Me gusta mi trabajo. ―Me gustaría añadir que podía hacerlo sin escenas como estas, pero, ¿para qué? ―Para ser un verdadero miembro valioso de este equipo, no es solo calidad de trabajo sino también actitud. Si no eres feliz tendrá un impacto en tu actitud, lo que puede tener un impacto en la productividad de mi equipo. ¿Actitud? Si la actitud de alguien apestaba, no era la mía. ¿Esto era realmente por la pasada noche y mis comentarios sinceros o había algo más para ello? No había tenido ninguna queja de mis clientes por mi trabajo, de hecho solo lo contrario, ¿o habían estado allí? ―¿Ha habido quejas con relación a mi trabajo o conducta? ―No.

―Entonces, realmente no estoy entendiendo realmente esta conversación. Su columna se tensó, así que agité sus miedos con ese comentario. ―Como cabeza de este departamento, es mi responsabilidad asegurar que todos los trabajadores no están haciendo simplemente su trabajo, también prosperando. ―¿Y crees que no estoy prosperando? ―Simplemente siendo activa. Realmente quería empujarlo por la ventana porque me estaba poniendo de los nervios solo por hacerlo. ¿Para qué? También mencionó la pasada noche, pero parecía contraproducente ya que no podía funcionar sin mí. ¿Y qué quería decir con eso de elevar el listón? La conversación con su padre apareció en mi mente, su padre elogiándome frente a niño Freddie. Entonces había pensado en ello, ¿pero realmente podía ser así de simple? Celos. Su conducta era un rompecabezas, pero me gustaban los rompecabezas y al menos este no acabó con un asesinato potencial. ―Me esforzaré para que este orgulloso, señor Tatum. Su expresión fue tan divertida que casi se me escapó la risa, la sensación bastante agradable dado el actual estado de las cosas. Nervioso o tal vez confundido, terminó la diatriba repentinamente: ―Procura hacerlo. Hubo pasos ligeros mientras volvía a mi mesa, porque me sentía casi normal. Al final del día, recogí mis cosas y me dirigí hacia los ascensores pero cuando las puertas se abrieron, mis piernas se negaron a moverse porque de pie al fondo del ascensor estaba cabello pálido. Me miró con ojos heladores de arriba abajo, lo que era suficientemente espeluznante y luego dijo: ―Mia, creciste muy bien. Se me puso la piel de gallina mientras el miedo se enrollaba en mi estómago. Me recordaba pero más que eso, qué estaba haciendo ahora, era el mismo tipo de intimidación que había estado haciendo a papá. ¿Pero qué demonios tenía yo que él quería? ―¿Bajas? No me salían las palabras, estaba completamente congelada en el sitio. No dijo nada, simplemente me miró hasta que las puertas se cerraron. No sabía que había alguien a mi espalda hasta que Frederick Senior preguntó: ―¿Estás bien?

No, no estaba bien. ―¿Conoces a ese hombre? No me gustó la forma en que te miraba. Ese comentario me sacó de mi repentino caso de mudez. ―No es un buen hombre. Sin otra palabra, sacó el teléfono del bolsillo. ―Johnny, ¿ves a un hombre alto, delgado con cabello rubio en el vestíbulo? No se le permite volver a subir. Quédate con ello, solo por si acaso. El señor Tatum colgó el teléfono. ―No se le permitirá volver. Tenemos su identificación de seguridad y su nombre así que podemos denunciarlo a las autoridades si fuese necesario. ―¿Qué nombre dio? ―Mace Campbell. Me mareé y el señor Tatum lo notó cuando me tomó del brazo. ―Mia. ―No se llama así. ―¿Cómo lo sabes? ―Mace era el nombre de mi padre y Campbell es el nombre de un amigo. ―¿Por qué tengo la sensación de que hay más en esta historia? ―Estoy aprendiéndolo yo misma. ―Ven a mi oficina y ponme al corriente. Seré capaz de mantener mejor seguridad si lo sé todo. No quería hacerlo, no quería contarle la pesadilla pero saber que lo sabía, especialmente con lo rápido que había sido actuando con respecto a cabello pálido, me sentiría mucho más segura si lo sabía. ―De acuerdo.

Mia El señor Tatum me llevó a casa en coche. A diferencia de su hijo, él era estupendo. La manera en que tomó control de la situación, incluso llamó a Bruce y le transmitió lo que había pasado y demandó que hiciera algo acerca de ello. Y sólo había estado trabajando para él menos de un año. Era el tipo de jefe al que podía verme dedicándome toda la vida. Sabía cuidar de su gente Sólo había dejado las llaves en la mesa cuando alguien llamó a la puerta. Abriéndola, realmente parpadeé unas pocas veces para asegurarme que estaba viendo lo que estaba viendo. Y después recordando que la última vez que había aparecido delante de esta puerta mis rodillas se habían debilitado. ―¿Qué ha pasado? ¿Es tía Dee? El entendimiento suavizó sus rasgos. ―Nada está mal. Sólo estaba en el barrio. Tomó unos minutos para que mi corazón dejara de palpitar fuerte; inclinándome contra el marco de la puerta sólo me quedé mirando a Cole porque amaba verle oscurecer mi umbral. ―Sí. ―Empujó sus manos en los bolsillos delanteros de sus tejanos―. ¿Me vas a invitar a entrar? ―¿Realmente quieres que te invite adentro? Sólo dijo una palabra, pero la sentí en cada nervio de mi cuerpo. ―Sí. Apartándome a un lado, le hice un gesto. ―Entra. ―Y a pesar de que creo que conseguí aparentar indiferencia, mi interior estaba enrollado en un nudo. Entró en el vestíbulo, que inmediatamente se sintió pequeño, y estando tan cerca de él ―el hombre en el que se había convertido― era intoxicante. Era más alto, sus hombros más anchos y el cabello corto era sexy como el infierno. Sus labios se movieron, pero me tomó un minuto oír sus palabras. ―¿Trabajando hasta tarde?

Y después el encuentro con cabello pálido volvió en toda su terrorífica gloria y casi se me escapa el sórdido desastre, pero sospeché que sería una buena manera de conseguir que Cole se retirara de nuevo. Se lo contaría, pero no esta noche. Había esperado mucho para que viniera a verme. No iba a estropearlo todo. ―Sí. Trabajando en unos pocos proyectos con mi autoritario jefe. ―¿Autoritario? ―Sí, pero me gusta el trabajo. ―¿Has comido? ―No. ―Mirando al reloj eran más de las nueve―. Es un poco tarde para hacer nada. ―¿Qué tal un sándwich? ―Cole Campbell está en mi casa ofreciéndose a hacerme un sándwich. ¿Quién eres y qué has hecho con el verdadero Cole? La última vez que hablamos no querías retenerme, querías hacer lo correcto dejando que encontrara mi futuro. ¿Qué pasa con ese cambio de mentalidad? ―Quizás me he cansado de intentar hacer lo que es correcto. Sea que lo quisiera decir de verdad o no, sus palabras desencadenan todos los sentimientos que había tratado tan fuerte de no sentir por él y también parecía tener el poder de sacar completamente la honestidad de mí porque mi boca se abrió y salieron las siguientes palabras: ―Tenerte cerca es lo correcto, al menos para mí. Avergonzada por mi más bien cándido comentario, me sorprendí al ver que me veía dándome la razón. Cambiando la conversación antes de lanzar la precaución por la ventana y actuar con todos los impulsos desencadenados sólo con mirarle, dije: ―Podría comer un sándwich. Señaló a la cocina y después de sentarme, vi como Cole Campbell se movía alrededor de mi cocina como un hombre que conoce el camino. El sándwich que hizo es de crema de cacahuete, crema de malvavisco y plátano. Después de ponerme un vaso de agua, se recostó contra la mesa opuesta a mí, con sus brazos cruzados por encima de su pecho y me miró mientras comía. ―¿No vas a querer un poco de crema de malvavisco? ―Esa mierda es asquerosa. ―Está delicioso.

―Me alegra que pienses así, comiste mucho de ello mientras crecías. Mi mirada se encontró con la suya. ―Tú también. ―Nunca nadie me había hecho la comida antes. Me hubiera comido pasteles de barro si los hubieras hecho. Mi corazón dolió ante su confesión, incluso mientras me calentaba por dentro al oír y ver al Cole que había echado de menos durante tantos años. ―Al final nos tropezamos con unos pocos favoritos, como el sándwich de bacón de papá. Eso sí que era asqueroso. ―Medio kilo de bacón entre pan blanco, totalmente delicioso. ―La sonrisa que acompañó el comentario hizo que mi estómago diera vueltas. Me mirada se dirigió a mi plato mientras jugueteaba con mi sándwich. ―A veces pienso que aún está ahí. Sé que se ha ido, pero a veces me dejo creer que no se ha ido realmente. Estábamos llegando a la parte buena… ―Mi mirada se movió hacia Cole y lo sentí mirándome―. Teníamos tanto que queríamos hacer y él era tan joven. Le echo de menos. No creo que el dolor de mi corazón se vaya nunca, que algún día seré capaz de superar su perdida. Y a pesar de lo que dijiste, su muerte no es culpa tuya. Los hombros de Cole se tensaron, su cara como un libro cerrado. ― No tienes ni idea. ―No, no la tengo, pero sé que no eres responsable de su muerte y sé que papá se pondría lívido al saber que piensas eso. Su dura expresión se suavizó. ―Tienes razón, lo estaría. ―Mi papá era un hombre muy listo y uno de los movimientos más listos que hizo fue traerte a casa ese día. Lo ves sólo desde un lado, todo lo que hicimos por ti, ¿pero no ves cuánto hiciste por nosotros? Eras como un hijo para él, has sido tantas cosas para mí. Un amigo cuando necesité uno, un salvador cuando necesité uno, un flechazo cuando fui lo suficientemente mayor como para entender esos sentimientos y un ancla cuando mi mundo se vino abajo y… ―No le pude decir el resto, que se llevó mi corazón esa noche en mi dormitorio. Ni siquiera me había dado cuenta que se lo había dado hasta que intenté y fallé en las relaciones porque mi corazón ya no era mío para entregarlo. ―¿Mia?

Había tantas emociones en su mirada, sentimientos que quería explorar con él, que había querido explorar desde hace tanto, pero si esto sólo era un momento para él… Las siguientes palabras eran muy duras de decir, pero tenía que decirlas. ―Me encanta que estés aquí, pero si vas a desaparecer otra vez, lo mejor que puedes hacer es irte. No puedo continuar haciendo esto, teniéndote cerca y después ver que te alejas. Y por mucho que quiero creer que estás aquí porque no puedes evitar lo que sientes por mí, sé que no es eso. Has hecho de evitarme un deporte olímpico y ahora, después de saber que hay más en la muerte de papá, estás aquí. No soy una tonta, Cole. Me doy cuenta que estás ligado por obligación a mí, pero utilizar lo que siento por ti para conseguir mantenerme segura no está bien. Enfadado es una buena manera de describirle mientras estaba parado allí apretando su mandíbula. ―Esa es una observación justa y totalmente una mierda. Mi propio temperamento salió. ―Si me dices que tu repentino interés no está relacionado con que me haya enterado de lo de papá, puedes marcharte ahora porque es una mentira y ambos lo sabemos. ―¿Estoy aquí porque quiero mantenerte segura? Joder sí, pero no estoy aquí sólo por eso. ―¿Por qué has cambiado de opinión? Pasando una mano por su rapada cabeza, una acción que me recordaba mucho a papá cuando estaba frustrado, Cole comenzó a pasear por mi cocina. ―Míralo desde mi perspectiva. Mi padre era mierda y su sangre corre por mí. Durante un tiempo, experimenté cómo podía ser una familia real, tuve un hombre que estaba orgulloso de llamar padre cuidándome. Y después estabas tú, alguien que no se lo pensaba dos veces antes de dejarme entrar y me mantenía cerca aun sabiendo de dónde venía. Incluso después de que mi vida se fuera al infierno, Mace nunca dejó de creer en mí. Ni tú tampoco. En algún momento mis sentimientos por ti cambiaron, pero eras la niña de Mace, eras demasiado joven y parecía erróneo incluso aunque se sentía tan jodidamente bien. Te evitaba porque te merecías algo mejor, pero tan duro como trataba, no podía dejarte ir. No te miro sólo por Mace, te miro porque no puedo apartar mis ojos de ti. No puedo aplastar los sentimientos que tomaron raíces cuando ni siquiera eras legal y que sólo se han ido incrementando con los años. Fue una buena cosa que todavía estuviera sentada porque estaría en el suelo ahora mismo después de esa confesión; sus palabras danzando alrededor de mi mente dejándome mareada.

―Lo que estoy intentando decir es, no voy a irme a ningún lado, Mia. Te quiero, siempre te he querido, pero también jodidamente me gustas y te echo de menos. A pesar de que era mejor mantener mi distancia, no soy mejor en alejarme de ti de lo que tú lo eres en alejarte de mí. Las palabras no salían, demasiado sobrepasada con la realidad de lo que estaba pasando que sólo podía mirarlo con asombro. Su sonrisa casi para mi corazón. ―Te he dejado sin palabras. Sí, lo había hecho. ―Tómate tu tiempo y digiere lo que he dicho, pero entiende que quiero decir cada palabra. Te quiero y si todavía me quieres, te estoy reclamando, Mia. Estaba a punto de caerme del taburete; quería que me reclamara, repetidamente. Como una estúpida, todo lo que pude replicar fue: ―Por favor, reclámame. La mirada que me dio fue una que recordaré siempre, como alguien encontrando el final de arcoíris. ―Bien, ahora acaba de comer tu sándwich para que podamos ver una película. Mi corazón se sintió como el Grinch otra vez, el sentimiento agridulce, pero amaba que Cole tuviera el poder de hacerme esto. Así como mi padre. Me quería, me reclamaba, casi no podía creerlo y aun así aquí estaba, parado en mi cocina. Necesitaba digerir sus palabras, así como él sabía que haría, y por ello puse la enormidad de lo que acababa de pasar en el quemador de atrás para que se cociera. Sintiendo la conexión que una vez tuvimos dije: ―Podemos ver Frozen. Y ahí estaba mi Cole, su expresión la misma que tenía cuando de niño le obligaba a ver mis princesas. ―Frozen, ¿en serio? ―Es maravillosa. La amarás. ―Lo dudo. ―Pero estaba sonriendo cuando dijo eso.

La siguiente tarde después de trabajar Cole me envió un mensaje y me pidió que nos encontráramos en Tickled Ivories. Había vuelto a revivir su confesión de la otra noche una y otra vez, no podía creer que había sido tan franco incluso amando

que lo fuera. Todavía no había interiorizado todo porque después de la otra noche, iba a ser tan diferente entre nosotros ahora. El problema era que había crecido acostumbrada a que Cole me mantuviera a un brazo de distancia, así que no podía entender la idea de él acercándome y manteniéndome allí. Quería que lo hiciera, absolutamente, pero me había cercado sólo para dejarme ir demasiado a menudo para que realmente creyera que esta vez iba a ser diferente. Eso no quería decir que no iba a disfrutar del tiempo que tenía con él. También me detenía porque Cole estaba preocupado por mi seguridad lo que llevaba a la pregunta, ¿en qué se había metido papá? Totalmente tenía intención de tener esa discusión con Cole, necesitaba encontrar el momento oportuno para sentarle y presionarle por respuestas. Sentándome en el bar, Claire se acercó. ―¿Quieres tu habitual? ―Por favor. Revisé el club buscando a Cole, no fue difícil de encontrar. El hombre tenía presencia. Estaba en el otro lado de la habitación, hablando con Roxy. No pude evitar el pinchazo de celos que me recorrió, pero la desagradable sensación no duró mucho porque la cabeza de Cole se elevó y su mirada aterrizó en mí. Incluso con la distancia que nos separaba, sentí el calor de su mirada, la intensidad de su foco. Roxy pareció sentirlo también porque su atención también se dirigió a mí, el ceño que curvó sus labios casi hizo que los míos formaran una sonrisa. Claire volvió con mi vino y tomé un saludable trago mientras trabajaba para controlar mi corazón, el cual palpitaba tan fuerte que dolía. Era diferente estar aquí y saber certeramente que lo que me atraía a él, también él lo sentía y más sabiendo que estaba dispuesto a actuar. Y sabiendo que podía acortar la distancia entre nosotros y buscar mi compañía, hacía que mi estómago se retorciera con anticipación. El orgullo también me atravesó mientras estaba allí sentada. Era un día de diario y el lugar estaba lleno. Tickled Ivories era un éxito y era por Cole. Podía haberse dejado arrastrar y dejar que la situación se llevara lo mejor de él, como estaba haciendo Dylan, pero no lo había hecho. Se había construido un nombre y le admiraba aún más por ello. Le estudié mientras trabajaba, pero no vi mucho del chico que conocí de pequeña. Quizás destellos aquí y allí, pero Cole ahora era diferente; la vida le había cambiado, no necesariamente de mala forma, pero era definitivamente más reservado de lo que había sido de niño. Finalizó su conversación con Roxy y caminó hacia mí, honestamente era más como acechar e inmediatamente mi cuerpo respondió, la subida de excitación y las mariposas locas en mi estómago eran un sentimiento embriagador.

Llegó detrás de mí y sentí su aliento en mi cuello antes de que presionara un beso allí. Y como cuando era joven, la necesidad de inclinarme en él era fuerte. Pero a diferencia de cuando era joven, me dejé llevar. Sentir su fuerte y duro cuerpo contra mi espalda se sentía tan bien. ―Mia. Volviendo mi cabeza, miré a su cara. ―Cole. Pareció divertirse con nuestra conexión tanto como yo porque esperó unos minutos antes de moverse al taburete a mi lado. ―Me alegro de que vinieras esta noche. Como si hubiera podido quedarme lejos. Claire trajo tres dedos de whisky y los dejó delante de él. ―Gracias, Clare. ―Levantó su vaso y lo chocó con el mío antes de beberse la mitad. Un sensual blues sonaba detrás. Levantándose, alcanzó mi mano, me apartó del taburete y me llevó a la pista de baile. Sus brazos se enrollaron a mi alrededor, presionándome contra su cuerpo. Envolviendo mis manos alrededor de su cintura, me derretí contra él. Su cabeza bajó, sus labios rozando mi oreja. ―¿Sabes cuántas veces he pensado en hacer justo esto contigo? ―Había un borde en su voz, una seducción sólo con palabras―. Cada noche, pensamientos de tu cuerpo pegado contra el mío, moviéndose con los conmovedores sonidos del blues. Mi imaginación no se puede comparar con la realidad. Oh Dios mío. Mis huesos se estaban haciendo líquido por el calor que quemaba a través de mí. ―Verte entrar noche tras noche, sabiendo que te quería más que respirar, pero intentando mantenerme lejos de ti. Jodido infierno, la más dulce de las torturas. ―Cole. Sus ojos encontraron los míos. ―Necesito que entiendas eso, Mia. Me mantuve alejado pero eso no significa que no te quisiera, que no pensara en ti, que no te deseara, que no suspirara por ti. Esto, lo que está pasando ahora, no es un repentino cambio de opinión, es dejarme ir en algo que he querido por un jodido largo tiempo. Si sus brazos no hubieran estado enrollados firmemente a mi alrededor, me hubiese deslizado como si no tuviera huesos hasta el suelo.

―Me alegro de que finalmente entraras en razón. ―Planeo saborear cada segundo de esto, haciendo crecer la anticipación, hacerte suspirar como yo, tomando esto lentamente y dándote todo antes de que tome todo finalizar lo que empecé en tu habitación. ―Sus manos enmarcaron mi cara―. Quiero hacerte mía, no debería haber esperado tanto. No había estado bromeando sobre reclamarme, no estaba retractándose para nada y amaba su intensidad incluso temiendo que no duraría mucho. ―Quiero eso también. ―Cena conmigo mañana por la noche. Lágrimas quemaron detrás de mis ojos, porque él había estado evitando incondicionalmente cenar conmigo y ahora era Cole el que me pedía salir a cenar. Cómo esperaba que fuera verdad, que de verdad estuviera dentro esta vez, porque si se alejaba de mí de nuevo sabía que no me recuperaría. ―He esperado mucho tiempo para cenar contigo de nuevo. La ternura pasó por su cara, su pulgar rozando suavemente a través de mi labio inferior. ―Te recogeré a las siete.

Por la mañana, me sentí flotar más que caminar porque Cole y yo íbamos a ir a cenar. El nerviosismo batallaba con la excitación porque temía que algo pasaría para que este particular deseo no se cumpliera. El trabajo fue eterno, el reloj no pareció moverse para nada, pero a las cinco volé del edificio y cogí el bus para casa. Tenía una cita con Cole Campbell. Todo parecía tan irreal incluso siendo una conclusión inevitable, una que sólo había tardado mucho en ocurrir. Después de mi ducha, recogí mi cabello en un moño suelto, apliqué maquillaje, oscureciendo mis ojos y extendiendo mis pestañas antes de meterme en unos tejanos hasta la cadera, botas y un jersey blanco que colgaba del hombro. Estaba aplicándome el brillo de labios cuando sonó el timbre de la puerta. Los nervios hicieron que mis manos se humedecieran y aunque traté de racionalizar que era Cole, el mismo chico con el que jugué al Príncipe Encantador y Cenicienta miles de veces cuando éramos niños, las mariposas en mi estómago no podían parar. Llegando a la puerta, tomé una profunda ―y no muy calmante― respiración antes de abrirla para que todo el aire en mis pulmones se fuera al ver a Cole parado

con sus tejanos desteñidos, camiseta blanca y chaqueta de cuero. Amaba que se hubiera afeitado la cabeza porque con una cara como la suya, el cabello sólo estaría estorbando. Me tomó un minuto, dado que me lo estaba comiendo con los ojos, darme cuenta que me estaba estudiando de la misma manera que yo a él. Bueno, él parecía estar más desnudándome con sus ojos, lo que inmediatamente envió placenteros dolores a ciertas partes de mi cuerpo. Su voz grave, con un borde, y sus palabras casi me llevaron a llorar de alegría. ―Eres la maldita cosa más preciosa que he visto nunca. ―Me has dicho eso antes. Me gusta que me lo digas ahora tanto como antes. ―Lo decía en serio antes, lo digo en serio ahora. Con cada minuto que pasaba, las probabilidades de ir a cenar eran cada vez menos a nuestro favor, o más si considerabas la alternativa, quitar la ropa de su cuerpo y adorarle, repetidamente. ―Está un poco caliente aquí. En el momento en que mis palabras salieron de mi boca, la expresión de Cole cambió y esta vez definitivamente había posesión en su mirada. ―Me has dicho eso antes. ―Lo hice. Se movió dentro de mi espacio, no tocando, pero tan malditamente cerca. ―¿Te excitaba entonces? ―Oh sí. Comenzó a los dieciséis y ha estado cocinándose a fuego lento desde entonces. Pasando una mano por su rapada cabeza, me estudio por el rabillo del ojo, una sonrisa curvando sus labios. ―Jesús. ―¿Es eso una cosa mala? ―No, dado que empezó para mí cuando tú tenías dieciséis también. Sabía que le gustaba, no había sabido que le gustaba. ―¿En serio? ―Sí, luché contra ello porque pensé que eras demasiado joven. Se sentía mal incluso aunque se sintiera tan correcto.

Saber que él había estado enganchado a mí durante tanto tiempo como yo por él, nos ponía en el mismo sitio. No me sentí tan débil, queriéndole y trabajándole, ya que él había estado batallando la misma guerra de una manera diferente. ―Dadas las circunstancias, no creo que fuera incorrecto para nada. ―¿Lo sabía tu padre? ―Claro, como le iba a decir que estaba teniendo sueños sexuales contigo. Sus ojos fueron de azul a azul marino en un latido. ―¿Sueños sexuales? ―Síp. Sonó raro cuando volvió a hablar. ―¿Estás lista? Tocando al tigre, eso es lo que estaba haciendo, pero se sentía tan bien volver a pisar tierra firme con él. ―¿Tienes prisa, Cole? ―Nos vamos ahora o te voy a inclinar sobre ese sofá. No, estoy adivinando, la manera en que quieres tomar mi polla por primera vez. Y aun así la idea era extremadamente atractiva. ―Tienes razón. Voy a coger mi bolso. Se vio engreído cuando volví de mi habitación pero había dado la vuelta a las cosas de forma efectiva y me había desequilibrado, así que supongo que tenía derecho a ser engreído. Su Challenger estaba estacionado un poco más allá en la misma calle de mi casa. Cole sostuvo la puerta del copiloto para mí, antes de ponerse detrás del volante. ―¿A dónde vamos? ―Ya lo verás. ―Me gusta tu coche, es muy bonito. ―¿Bonito? ―Perdón, es como totalmente de chico malo, totalmente azotaría a un coche con un culo bonito. ―Nuestras miradas se encontraron, él se rió―. ¿Está eso mejor? ―Mejor que bonito. Condujimos a través del familiar barrio que rodeaba Vincent´s. ―Finalmente vas a romper pan conmigo en Vincent´s. Han pasado, cuántos, ¿doce años desde la última vez?

No esperaba una respuesta así que no sentí decepción cuando no la conseguí. Cole estacionó y caminó alrededor para ayudarme a bajar del coche. A pesar de ello no dejó mi mano, la sostuvo firmemente en la suya larga y fuerte y nos dirigió a Vincent´s, los olores familiares trayendo incontables recuerdos que eran a la vez bienvenidos y agridulces. Después de sentarnos a nuestra mesa, el camarero apareció ―¿Quieres tu estándar? ―preguntó Cole. ―Por favor. La sonrisa era tan débil que si no hubiera estado mirando su magnífica cara, me la hubiera perdido. ―Pollo a la parmesana para la dama, una copa de Chianti de la casa y un Shirley Temple, hecho con ginger ale, no con Sprite, y con extra de cereza. Me tomó un momento darme cuenta que el latido constante era mi corazón. Cole no sólo recordaba mi preferencia de cómo me gustaban mis Shirley Temple, sino también sabía que prefería el Chianti de la casa con mi pollo a la parmesana y no Cabernet: mi vino predilecto. Pidió un filete de carne para él, justo como papá siempre hacía. Una vez el camarero se fue, Cole enfocó su mirada en mí. ―¿Estás bien con estar aquí? ―¿Por papá? ―Sí. ―Le siento aquí, pero no me entristece, demasiados recuerdos felices. El camarero volvió con nuestras bebidas. Elevando mi vaso, sostuve la uniforme mirada de Cole. ―¿Dónde vives ahora? ―No lejos de tu casa. ―Has vuelto al viejo barrio, me alegro de oír eso. ―Mi garganta de repente se secó, así que tomé un sorbo de vino. Había demasiadas preguntas que tenía sobre la noche que papá murió. Pero ahora no era el momento y aun sabiéndolo dije―: Tengo preguntas sobre la noche en que papá murió. No las voy a preguntar ahora porque finalmente tengo a Cole Campbell sentado delante de mí en Vincent´s, pero en algún momento tenemos que tener esa conversación. ―Es justo. ―Así que cuéntame sobre el club. Me encanta, por cierto. Me encantan las bandas que tocan durante la semana. Tomó un sorbo de su cerveza antes de decir:

―La única razón por la que lo tengo es por tu padre. Cogiendo de nuevo mi vaso, me recliné en mi silla. La noticia no era una sorpresa para mí, era totalmente algo que papá haría. ―¿Cómo pasó eso? Una extraña expresión pasó por su cara, quizás nerviosismo, lo cual era extraño de ver en alguien tan bueno en esconder sus sentimientos. ―Él estaba intentando diversificar, yo estaba buscando intentar algo diferente, simplemente todo vino rodado. ―¿Pensaste que me enfadaría? ―No estaba seguro. Piensas que obtuve más de él al final, simplemente no quería añadir más a tu ya errónea creencia. ―Errónea. Cogió su cerveza. ―Sí. ―No envidio lo que tuviste con mi padre. ¿Sabes eso, no? ―Sí. ―Me alegro que le tuvieras y que él te tuviera a ti y estoy contenta de que estuviera ahí por ti, de que le dejases estar ahí por ti. Su atención no menguó, su foco completamente en mí, pero no dijo nada. ―Todo fue como un círculo completo, papá estaba allí cuando le necesitabas, y estuviste ahí por mí cuando te necesite, así que quizás un día me dejes estar ahí por ti cuando me necesites. Estaba totalmente desprevenida para lo que hizo después. Puso sus dedos alrededor de mi cuello, rudamente acercándome mientras él se levantaba e inclinaba por encima de la mesa para sellar sus labios sobre los míos para un beso que fue a la vez posesivo y tierno. Y como hizo esa noche en mi dormitorio, provocó muchos sentimientos con ese único fantástico beso. Cuando apartó sus labios de los míos, sólo alivió la presión en mi cuello un poco, lo suficiente como para que pudiera mirarle a la cara. ―No debería haberme mantenido apartado. Realmente no debería y a pesar de que le debería haber amonestado por hacerlo, ¿dónde estaba el punto? Estábamos aquí ahora así que en cambio dije: ―No puedo creer que todo este tiempo tú también lo sintieras.

―No apreciaba la profundidad de lo que sentía hasta aquella noche en tu dormitorio. No era sólo sexo y si hubiera sabido que tú lo sentiste como yo, no hubiéramos sido capaces de alejarnos. Estabas justo empezando a ver el mundo, no era corrector atarte. ―Quería que me ataras. ―Pensé que no eras los suficientemente mayor como para saber lo que te convenía. ―¿Y ahora? ―Estaba equivocado. ―Ese es un punto en el que coincidimos totalmente. La sonrisa me quitó el aliento, movió su mano de mi cuello, pasando por mi mandíbula antes de reclinarse de nuevo en su silla. ―Tengo mucho tiempo que recuperar. Todavía no estaba del todo segura de qué estaba pasando realmente con Cole, quiero decir, sabía qué estaba pasando, pero dado que era algo que quería y que me había sido denegado desde hacía tanto tiempo, no se sentía real. Eso no significaba que no fuera a disfrutarlo. ―Totalmente a favor. Se lo pensó, la malvada mirada que me lanzó era prueba suficiente de ello, pero en cambio dijo: ―Mañana por la noche tengo una reunión de negocios, pero quiero la noche de después. Podía tener esa noche y todas las demás después de esa, pero a él le dije: ―Miraré mi calendario Los celos eran su expresión ahora y joder si no me gustaba esa mirada en él. ―Lo que sea, cancélalo. Autoritario, absolutamente, prepotente, sí, y aun así lo amaba porque era Cole y me estaba reclamando, finalmente. Alcanzándole a través de la mesa, pasé mis dedos por encima de su mano. ―Estoy bromeando. Mi calendario está abierto, lo ha estado desde hace tiempo. Sus dedos se enrollaron con los míos, algo de la tensión saliendo de él. ―Bien.

Nuestra cena llegó. El pollo a la parmesana nunca había sabido tan bien como sabía sentada delante de Cole. Volviendo a casa, Cole no entró, pero me llevó hasta mi puerta y me besó, largo y duro. Le quería en mi cama, quería acabar lo que habíamos empezado esa noche en mi dormitorio incluso queriendo hacerlo como él había sugerido de tomarlo poco a poco. Lo quería tanto que las palabras estuvieron fuera de mi boca antes de que las pudiera parar. ―¿Estás seguro que no entrarás? ―No esta noche. ―Tocó mi barbilla para mantener mi mirada en la suya―. Pero pronto. Mi cuerpo dolía; quería que él lo aliviara, pero dado que no lo haría tendría que tomar cartas en el asunto o volverme loca. Para mi vergüenza, él sabía lo que estaba pensando. ―No te toques, Mia. Mis ojos se abrieron. ―¿Cómo sabes lo que estoy pensando? Pasó su pulgar por encima de mi pecho, al pezón que estaba tan duro que dolía. ―Tu cuerpo está dando señales, pero deja que crezca, déjalo cocerse. ―Si yo lo hago, tú también. ―Te lo prometo. ―Sabes que una vez lo prometes no puedes retirarlo, nunca. ―Lo sé. ―De acuerdo, lo prometo también. ¿Es posible morir de lujuria acumulada? ―Los dos lo averiguaremos. ―¿Tú también lo sientes? ―Él día que viniste a mi oficina y me dijiste que suspirabas por mí e insinuaste que aliviabas tu dolor mientras pretendías que era mi polla, he estado duro desde entonces. Palidecí. Había dicho eso, ¿no? Eso fue, vaya, eso fue realmente valiente. Pareció ver mi vergüenza cuando dijo: ―La jodida cosa más sexy que jamás he escuchado. ―Es verdad. ―Por vergonzosa que fuera la confesión, era verdad. ―Mierda, no lo estás haciendo fácil.

Por mucho que quería meterle en mi casa y salirme con la mía con él, tenía razón. Teníamos todo el tiempo del mundo; saltar al sexo era estúpido, especialmente si queríamos algo más y lo queríamos, quería todo de Cole, no sólo su cuerpo. ―Tienes razón, deberíamos esperar. ―Te lo mereces todo, Mia, tener citas, cenas, ser querida y después te mantendré en la cama durante una semana. Quería llorar; esto era duro. ―Promételo. Su expresión se volvió malvada. ―¿Prometer que te mantendré desnuda y en cama conmigo durante una semana? Sí, lo prometo. ―Supongo que será una ducha fría para mí. ―Para ti y para mí. ―Después me besó, su lengua barriendo mi boca, sacando un gemido desde dentro de mi garganta. Mis piernas no estaban estables cuando dio un paso atrás―. Cierra tu puerta. ―Bien. ―Traeré cena y una película el sábado. ―Bien. ―Dentro cariño. Oh Dios, ahora me estaba llamando cariño. El hecho de que no me deshiciera en un charco a sus pies era asombroso. ―¿Cariño? Ternura llenó su expresión, la vista tan bonita por lo rara que era. ―Dentro. Cierra la puerta. Sobrecargada, hice como me dijo y entré y cerré la puerta y después tomé la ducha más fría de mi vida.

Janie quería salir esta noche y dado que no nos habíamos visto en un tiempo, no perdí la oportunidad. Nos íbamos a encontrar en Silver City y mientras acababa de vestirme, mi teléfono sonó.

No miré la pantalla, pensé que era Janie, así que oír la voz de Kevin en la línea me alarmó. ―Kevin. Suenas raro, ¿estás bien? ―Tengo algo de información sobre tu padre. El temor se movió por mi espina dado que parecía que con cada nueva parte de información, la imagen se hacía peor. ―¿No recibiste mi mensaje de que quería que dejaras de buscar? ―Sí, pero es demasiado jugoso como para salir. Mierda. La expresión un perro con un hueso me vino a la mente. Y a pesar del miedo que sentía porque estábamos fuera de nuestro juego con los jugadores envueltos, no podía negar que despertaba mi interés. ―¿Qué has aprendido? ―Ven a mi casa. Será más fácil enseñártelo. ―Voy a salir con Janie esta noche. ―Envíale un mensaje, dile que vas a llegar un poco tarde. Vamos, esto es grande, Mia. Era grosero, absolutamente. Ya tenía planes hechos, pero quería saber qué hizo y Janie era conocida por llegar tarde; probablemente acabaríamos llegando al club al mismo tiempo de todas maneras. ―Está bien. Le envié un mensaje a Janie, no recibí respuesta así que seguramente todavía estaba en la ducha. Pensé en enviarle un mensaje a Cole, pero ya lo había hecho antes para decirle acerca de mis planes para la noche. Además si le enviaba un mensaje sobre esto, ya podía escuchar sus gritos sobre que no debería estar metiendo mi nariz en ello, y dado que técnicamente me había echado atrás y le había dicho a Kevin que también lo hiciera, ninguno de los cuáles era fácil de explicar por mensaje, no se lo envié. Mañana le diría sobre Kevin, especialmente ahora que parecía que teníamos algo que compartir. Si aparecía en el club antes que yo, Janie le podía decir dónde estaba. Cerrando, me dirigí al coche. Kevin vivía en la calle Green, una calle elegante que estaba cerca del Museo de Arte de Filadelfia con elegantes casas significativamente más grandes que la casa en la que crecí. La casa de Kevin era exquisita, no era sorprendente dado que el hombre disfrutaba de las cosas finas. Tenía suelos de madera de nogal, una nueva cocina completa con una encimera de esteatita, un surtido de Wolf y armarios a medida. Todo en su casa hablaba de dinero

y de nuevo me encontré preguntándome cómo podía costearlo con una nómina de investigador privado a no ser que viniera de una familia de dinero, lo cual era probable. Sabía muy poco de él. Podía haber compartido un poco de su vida y quizás no había escuchado porque tendía a evadirme cuando hablaba. No quería evadirme, pero no podía soportarle mucho tiempo mientras se tiraba flores. A diferencia de donde vivía, el estacionamiento aquí no era tan malo y tuve suerte de encontrar un lugar sólo a unas pocas casas de la suya. Era como si hubiera estado mirando por la ventana esperándome porque abrió la puerta antes incluso de que tocara. Loco fue la palabra que vino a mi mente al verle. ―¿Estás bien? Loco y nervioso, sus ojos mirando arriba y abajo de la calle antes de regresar a mí. ―Sí, entra. Cerró la puerta y después sólo se quedó parado, como si no estuviera seguro de qué hacer después. ―¿Así que vas a compartir conmigo lo que has aprendido? Sin palabra, se movió por su casa y no fue hasta que llegamos a la cocina, donde saco una botella de Maker’s Mark y se sirvió un vaso doble, también inusual, cuando dijo: ―¿Sabías que tu padre estaba dándole información al departamento de policía? ―¿Qué? ―Sí, cosas de barrio y relaciones que implicaban a Stein, las compartía con el departamento. Los viajes a altas horas de la noche antes de morir, así que eso es lo que había estado haciendo. ―No, no sabía eso. ―He estado haciendo un poco de investigación y un hombre no para de aparecer en relación con Stein. Un tipo espeluznante con el cabello claro, ¿sabes algo de él? Un escalofrío me atravesó cuando me acordé de él viniendo a mi oficina el otro día. ―Sí, ¿por qué? ―¿Qué sabes?

―Sospecho que trabaja para Stein, su matón. ―¿Alguna vez tu padre le mencionó? ―Sólo que tenía que mantenerme lejos de él. ¿Kevin, qué sabes sobre él? ―¿Qué pasa con Cole, lo ha mencionado alguna vez? ―¿Cole? ―Sí, ¿dijo alguna vez algo sobre él? Algo me dijo que revelar que Cole mencionó que trabajaba para el hombre no era una buena idea, especialmente no con Cole siendo el propietario de un popular club nocturno y este hombre claramente siendo malas noticias, así que mentí, de aquella manera. ―No. ―¿Dónde están todas las cosas de tu padre? ¿Todavía están en tu casa? La inquietud me recorrió porque me sentí como en un interrogatorio. ―Kevin, dijiste que tenías información de mi padre. Deja de hacerme el maldito tercer grado y sigue. ―Lo haré, ¿pero sus registros, todavía están en su casa? ¿No la vendiste? La frustración empuja a la inquietud, por ello fue que hable sin pensar realmente. ― Vivo allí ahora, no la voy a vender. ―¿Así que las cosas todavía están allí? ―Sí, ¿por qué te importa? Otra voz apareció detrás de mí. ―A él no le importa, pero a mí sí. Volviéndome hacia la voz, mi cerebro intento darle el sentido a lo que veía, el hombre de cabello claro. Kevin sonó histérico. ―Hice lo que me pediste. Mi cerebro estaba tratando de entender, así que inicialmente no entendí ambos, el comentario de Kevin ni su implicación. ―Lo hiciste. Pensé que te creías estar enamorado de ella y aun así le pones una trampa para salvar tu propio culo.

¿Una trampa? El miedo me recorrió tan poderosamente que mis piernas se volvieron débiles. Ahora me sentía como la loca porque estaba desesperadamente mirando alrededor, buscando alguna manera de escapar. ―Lo siento, Mia. ―Mi mirada se dirigió a Kevin, un poco de enfado elevándose mientras finalmente entendía. Me había hecho venir aquí―. Me iba a matar. ―Todavía voy a matarte. Como reacción a la horrible declaración del hombre de cabello claro, los ojos de Kevin se salieron de sus orbitas. Esto realmente estaba pasando… mi estómago se encogió. Kevin se movió hacia atrás, la acción parecía totalmente inconsciente; no llegó muy lejos cuando otro hombre apareció detrás de él. ―Vamos a ver el sótano, ¿les parece? ―Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de que un agudo dolor apareciera en mi cabeza y todo se volviera negro.

Cuando volví en mí, me tomó un minuto antes de asimilarlo. Levantándome de mi lugar en el frío y sucio suelo, miré alrededor de la pequeña habitación. Una bombilla, probablemente no más brillante de veinticinco vatios, quemando en un soporte colgando del techo. Un extraño y pequeño olor me asaltó casi inmediatamente y cuando miré alrededor de la habitación, me di cuenta que no estaba sola. Había alguien más en el suelo. ¿Era Kevin? Agachándome sobre él sobre mis manos y mis pies, no necesité verle para saber que estaba muerto por el olor que venía de él. Una brillante luz casi me deja ciega justo cuando la puerta en el extremo alejado de la habitación se abrió. El hombre de cabello claro entró, pero mis ojos volvieron al cuerpo y a Kevin, o lo que quedaba de él. Sus dedos habían sido cortados, todos ellos, y le habían torturado. Los moratones y las partes de carne que faltaban de su cuerpo hicieron que el vómito subiera tan rápido por mi garganta que casi no me dio tiempo a girarme antes de vomitar. Estaba más allá del miedo, incluso del terror. ¿Era así como se sintió mi padre? ―Señorita Donati. Te hicimos un favor. Tu amigo no era realmente un amigo, ¿no? No queriendo estar en ningún lugar cerca del hombre, me moví de vuelta a la esquina más alejada preparándome para lo que iba a llegar, pero se paró justo en la puerta.

―Kevin era un cerdo arrogante. Acercando la única silla en la habitación, se sentó y cruzó sus piernas como un hombre esperando estar un rato. ―Así que eres la Mia de Cole. ―¿Conoces a Cole? ―Incluso enferma de miedo, no podía darle nada de Cole. ―Trabajó para mí por un tiempo. A pesar de que sabía eso, no oculte el horror de saber que Cole había estado a poca distancia de un asesino. El hombre de cabello claro tomó mi comportamiento como algo más y no le corregí. ―¿Encuentras eso repugnante? Bueno, si te hace sentir mejor, Cole también lo hizo. Imagino cuán chocante debe ser enterarte sobre tu padre de la manera en que señor Lowell decidió decírtelo. ¿No encontraste sospechoso que simplemente lo dejará caer sobre ti? ―Inclinándose un poco, pareció liberar el pánico que había traído―. ¿Te encuentras sin palabras, señorita Donati? El miedo puede hacer que la gente enmudezca. El señor Lowell te dio la noticia de esa manera porque yo quería que lo hiciera. Tenía que saber cuánto sabías acerca de tu padre y sus líos con Stein. No tomó mucho para que Kevin hiciera lo que le dije. Para un hombre que presumía de ser inteligente, no lo era mucho. Mi estómago se encogió de nuevo porque este hombre le había matado. ¿Había hecho lo mismo con mi padre? ―No le hubiera matado por simplemente ser un idiota arrogante, pero intentó amenazarme. De todas las cosas, de verdad se pensaba que podía hacer que me rindiera por una mierda que consiguió averiguar. Se pensó que caería como sus otros objetivos. Ese fue su error. Todo mi cuerpo tembló tan violentamente que pensé que quizás se rompería algo. A pesar de lo mucho que quería ver a mi padre de nuevo, no estaba preparada para morir. ―¿Vas a matarme también? ―Eso depende de ti. Mi estómago se contrajo, la necesidad de vomitar casi hizo que lo hiciera de nuevo. ―Estás un poco cansada, así que guardaré las preguntas hasta después. Mirando al hombre que había matado a Kevin, que iba a matarme, que probablemente había matado a mi padre, el enfado momentáneamente reemplazó al miedo.

―¿Por qué mataste a mi padre? Su sonrisa hizo que mi piel se erizara. ―Un poco de agallas, me gusta eso Mia. No maté a Mace, más bien admiraba a tu padre. No le creí al principio, ¿pero por qué demonios iba a mentir? Me tenía exactamente donde me quería y tan pronto como obtuviera lo que necesitaba de mí, me iba a matar. No tenía razón para mentir. Así que si él no fue el que mató a mi padre, ¿fue Stein? ―¿Lo hizo Stein? Su risa no contenía humor mientras se levantaba para irse. ―El hombre no sabría con qué lado de la pistola apuntar. Estaba completamente perdida, porque si no había sido Stein ni este hombre ¿entonces quién había matado a mi padre? ¿O su accidente realmente sólo había sido un accidente? Estaba pensando en eso cuando añadió: ―En realidad, estoy casi en conflicto con la idea de tener que matarte. Esperemos que no llegue a eso. La puerta se abrió y otro hombre entró, el mismo hombre que había estado con Kevin. ―Llévala arriba ―ordenó el hombre de cabello claro mientras caminaba hacia la puerta. Sus siguientes palabras llenas de sarcasmo―. Espero que encuentres tu habitación cómoda. El bruto ordenó que me llevaran a mi habitación, me arrastró sobre mis pies con un agarre doloroso en mi brazo superior que no liberó mientras me maltrataba fuera de la habitación hacia un oscuro pasillo. No habíamos llegado muy lejos cuando me puso contra la pared y presionó fuerte, rozándose contra mi culo. Un entumecimiento helado me llenó, incluso mientras trataba de liberarme, pero su agarre era inflexible: atrapándome y forzándome a la sumisión. ―Más tarde, tú y yo vamos a divertirnos un poco. Una nausea agrió mi estómago sintiendo su cálido aliento contra mi mejilla, desatando mi enfado incluso cuando puro terror hacía que mi boca se secara y me debilitaba el cuerpo. Me liberó, me llevó escaleras arriba, abrió la puerta y me metió. ―Nos vemos luego. ―Oí el sonido del cerrojo poniéndose en su lugar. Fue sólo entonces cuando me dejé llevar por el miedo, deslizándome por la pared, mi cuerpo temblando violentamente mientras visiones de Kevin llenaban mi

cabeza junto con la realidad de que era probable que tuviera su mismo destino. No podía parar las lágrimas.

Cole Una parte de tener que administrar un club que realmente odiaba, la razón por la que necesita contratar a un gerente a tiempo completo, eran las negociaciones con los distintos proveedores. El tener que regatear y negociar me molestaba; sólo dame la mierda por el mismo precio que me la diste el año pasado. No funciona de esa manera y así que, en vez de estar con Mia, estaba escuchando que un tipo de cara amarga explicaba, casi gruñendo, por qué los precios habían subido. Mi teléfono vibró, miré la pantalla y vi que no conocía el número, pero igualmente atendí la llamada porque el chico del otro lado de la mesa me estaba dando dolor de cabeza. ―¿Sí? ―¿Cole? No reconocí la voz, pero no había forma de pasar por alto la preocupación de su tono. ―Sí. ―Lamento molestarte. Llamé a Tickled Ivories y Claire me dio tu número. Soy Janie, la amiga de Mia. De repente me sentí preocupado, Mia me había enviado un mensaje de texto diciendo que esta noche saldría con Janie. ―¿Mia está bien? ―Por eso estoy llamando. Me mandó un mensaje hace un rato diciendo que antes de encontrarse conmigo iba a pasar por otro lado, pero eso fue hace tres horas y no me responde el teléfono. Se me congeló la sangre. ―¿A dónde iba a ir antes de encontrarse contigo? ―Un tipo que ella conoce le pidió que pasara por su casa, lo que es raro porque ella no lo tolera. Su nombre es Kevin Lowell. Mis músculos se volvieron rígidos, ese pequeño hijo de puta volvió a la vida y su primer paso fue ponerse en contacto con Mia. Me preguntaba si esa fue la razón por la que llamó Bruce antes, para informarme que Kevin había sido visto. No había

atendido, estaba ocupado en arreglar toda mi mierda para la reunión, por lo que le había dicho a Claire que tomara su mensaje. Con ese tipo de noticias, debería haber insistido en que lo atendiera, estaba bastante molesto porque no lo hubiera hecho. Dejando de pensar en querer retorcerle el cuello a Bruce, le dije a Janie: ―Me voy a la casa de Kevin. ¿Por qué no vas a la de Mía? Si vuelve, llámame. ―De acuerdo. ―Hubo un silencio antes de que agregara―: ¿La vas a traer a casa? ―Sí, Janie, la llevaré a casa. ―Gracias. Corté la llamada, me levanté y me dirigí a la puerta. No pensé que Mia estuviera en peligro, el peligro vendría cuando Mia hiciera algo sobre la información que Kevin había compartido. Ni siquiera miré al chico cuando le dije: ―Tenemos que reencontrarnos otro día. Recién había llegado a mi auto cuando mi celular volvió a sonar. Ver el número de Terence me hizo sentir un miedo que no había sentido desde que era niño ―¿Qué sucede? ―Voy a concederte este favor, pero tienes que estar tranquilo. La mano que sostenía el teléfono se volvió insensible, esta llamada me hacía recordar la que había recibido cuando me dijeron que Mace había muerto. ―Es Mia. ―Mierda, lo siento, Mia no esta acá, pero su bolso, su celular y su auto sí. Tienes que venir a la casa de Kevin. Cole, esto no es algo lindo. Desconecté la llamada y me quedé ahí parado, sin poder moverme. En ese momento, la realidad de que pudiera perder a Mia, que la única razón por la que me levantaba a la mañana su hubiera ido… cada parte de la armadura que había construido a lo largo de los años se fue desarmando. De nuevo era ese niño en busca de comida; la dura realidad del mundo que temía ahora era como una dura bofetada en la mejilla. Desde hacía mucho tiempo que ya no lloraba, pero mientras estaba ahí parado con la farola brillando sobre mí, burlándose de que la luz que siempre me había llevado a casa se había ido, las lágrimas quemaron mis ojos y corrieron por mis mejillas. El momento pasó, no estaba muerta, aún estaba viva y que se jodiera todo, rompería toda la maldita ciudad para poder encontrarla. Subí a mi coche, y rompí todas las leyes de la carretera para llegar a casa de Kevin. Los coches de policía se

alineaban en la calle y la policía serpenteaba alrededor del patio delantero; Terence estaba junto a la puerta esperando por mí. ―Te tienes que poner esos botines. No toques nada, pero necesito que veas algo. Lo primero que me golpeó fue el olor, lo que vi después fue digno de una película de terror: una piscina de sangre en el suelo de cemento, sangre salpicada por las paredes. Conociendo a Donny como yo lo hacía, sabía que esto era arte suyo. ―Donny. ―Eso pensé. No podía darme cuenta exactamente de qué es lo que sentía. Era tan visceral que casi me caigo de rodillas ante la idea de que Mia fuera forzada a ver trabajar a un sádico asesino como Donny. Y entonces mi cuerpo se puso frío porque Donny tenía a Mia. Ese puto animal tenía a Mia. Me tomo por completo, como si me hubiera atrapado una ola; la rabia que hace tanto tenía contenida luchaba para liberarse. Donny era hombre muerto. Lo cazaría y luego lo llevaría al infierno ida y vuelta si era necesario, pero seguro que iba a morir por esto. Acababa de llegar a las escaleras cuando Terence me agarró del brazo. Me leyó como un libro. ―No la llevará a sus sitios regulares, sabe que la buscaras. ―Joder, no podemos sencillamente quedarnos aquí, quietos. Sabes de lo que es capaz y tiene a Mia. ―Lo sé, pero ir corriendo por toda la ciudad sin una pista no va a ayudarla. Tenemos que averiguar a dónde se la llevó. Por mucho que iba en contra de todos mis instintos, dejar a Mia a merced de ese animal, Terence tenía razón. ―Entonces, ¿cuál es el plan? ―Veremos si nos dejó alguna pista. La encontraremos, Cole. Sí, pero llegaríamos demasiado tarde al igual que con Mace. Dejé de pensar en esa mierda, ella estaba allí y la encontraría, daría mi vida por la de ella. ―¿Por qué supones que él trabajó aquí abajo? ―Concentrarme en la pregunta de Terence me ayudó a no perder toda mi mierda, pero era una batalla dura de ganar. Mirando alrededor, me di cuenta que Kevin tenía la habitación insonorizada. ―Insonorización. Donny destrozó a Kevin en su propio sótano, sus esfuerzos fueron silenciados, es probable que haya hecho cosas aún más enfermizas por eso, y dado que necesitaría sus herramientas, que tendría que prepararse, es probable que ya haya estado aquí antes. ―Kevin había recibido, sin saberlo, al hombre que

probablemente lo había matado. Y sabiendo todo lo que yo sabía sobre él, probablemente le hubiera mostrado, todo engreído, su sótano. El tipo era un perdedor de primera clase, pero nadie merecía lo que Donny le había hecho. Mi teléfono sonó y miré el número, era la casa de Mia. Un alivio profundo me golpeó hasta que recordé que su coche todavía estaba al frente y su teléfono y bolsa ahora eran evidencia. ―Es Janie. Creo que deberías venir. El miedo, duro y vicioso, me golpeó. ¿Acaso Donny la había llevado a su casa para hacerle algo similar a ella? ¿Acaso estaba haciendo una declaración? ―¿Mia está allí? ―No, pero alguien entró a su casa. ―Estoy yendo. Estaba a mitad de las escaleras cuando Terence me preguntó: ―¿A dónde vas? ―A casa de Mace. ―Voy contigo. Cuando llegamos, Janie estaba en el escalón de la entrada. Su cabeza se levantó tan pronto como la alcancé; había lágrimas en sus ojos. ―Su casa está destrozada. Pasándola de largo, entré a la sala de estar y “destrozada” era un eufemismo. El lugar había sido saqueado completamente. ―Mierda. Donny tuvo una noche muy ocupada. Voy a llamar. ―Terence ya estaba llamando por radio a la escena. Quería destrozar el lugar yo mismo, partes iguales de furia y temor alimentaban esa necesidad. ¡Dios! Ella estaba en alguna parte, aterrada, sola y con un hombre al que conocía lo suficiente como para saber que era implacable. Y aquí estaba yo, en su casa, con mi puta polla en mi mano, ya que no había hecho lo que le había prometido hacer. Protegerla. ¿Cómo mierda pasó esto de nuevo? ―¿Quién sabría si faltara algo? ―La pregunta de Terence me sacudió de mis pensamientos. ―Aparte de Mia, tía Dee. ―Tenemos que llamarla.

―Yo lo haré. ―¿Estás preparado? La pregunta de Terence hizo que dirigiera mi atención del teléfono a él. ―¿Qué quieres decir? ―Kevin resurge y ahora probablemente esté muerto y es probable que Mia esté con Donny, por lo que estoy preguntando si estás preparado y vas a ser capaz de soportarlo tranquilo o voy a tener que obligarte a retroceder. ¿Obligarme? Joder, solo inténtalo. ―Estoy preparado. ―En serio Cole. Si te pones salvaje, podrías cagar esta investigación y cualquier cosa que encontremos no podremos utilizarla. Sé lo que ella significa para ti, pero tienes que mantener la cabeza fría. Moviéndome hasta quedar cara a cara con él, gruñí: ―No te preocupes por mí. ―No dijo nada, sólo me estudió durante un minuto, antes de decir: ―Muy bien.

Cuando tía Dee llegó diez minutos más tarde, parecía confundida, y ¿cómo no? No había tenido una conversación con ella, realmente nunca, por lo que llamarla de la nada y pedirle que viniera a la casa de su sobrina, una casa donde en la calle había varias patrullas estacionadas… Sí, estaba confundida y preocupada. ―¿Dónde está Mia? ¿Por qué hay coches de policía aquí? Bruce había llegado y mientras Terence trabajaba en la escena, tomó el rol principal con tía Dee. Sabía que lo había hecho no solo porque lo conocía del caso de Mace, sino porque había sido amigo de Mace, amigo de todos los Donati. ―Bruce, ¿qué está pasando? ―Mia no está aquí, pero su casa ha sido destrozada. ―¿Destrozada? ―Le llevó un par de segundos procesar eso―. ¿Dónde está Mia? ―No estamos seguros. ―¿Qué demonios significa eso, que no están seguros? ―Temprano, esta tarde, Mia se reunió con un hombre, Kevin Lowell.

―Kevin, ella odia a Kevin. ¿Por qué demonios iba a encontrarse con Kevin? ¿Esto es por lo que le dijo a Mia respecto del accidente de Mace? ―No estamos seguros, pero Mia se suponía que iba a reunirse con Janie DeLuca, pero nunca apareció y no pueden localizar a Mia o a Kevin. Janie vino a esperar a Mia y encontró su casa destrozada. ―¿Crees que está en problemas? ―Una vez más, no estamos seguros. Es posible que Kevin y ella estén hablando en algún lugar, completamente inconscientes de que algo ha sucedido. Eso era mentira. Kevin estaba muerto y Mia probablemente también, sólo pensar en eso casi me hizo perder mi mierda. La hermosa y demasiado confiada Mia estaba en manos de un asesino y no había ni una maldita cosa que pudiera hacer al respecto. A las únicas dos personas por las que alguna vez me había preocupado, les había fallado. Los ojos de tía Dee se estrecharon, la sospecha sustituyendo el miedo. La familia Donati tenía más que solo rasgos físicos en común. ―Tú no crees eso ―dijo. ―No estoy seguro de qué es lo que creo, pero no voy a saltar a ninguna conclusión. Te hemos pedido que vinieras porque necesitamos recorras la casa y veas si falta algo. La sospecha aún ardía en sus ojos, pero el miedo regresó. Ella quería ayudar a Mia, estaba dispuesta a hacer lo que se esperaba de ella para ver a su sobrina en su casa, sana y salva. La familia Donati no era una familia grande, pero eran sin duda una muy unida y me habían aceptado como uno de ellos. ¡Joder! ―Bueno. Veré. Crees que, quien quiera que haya hecho esto, ¿estaba buscando algo específico? ―Sí, y muy probablemente algo de Mace. De nuevo sus ojos se estrecharon. ―Creo que hay más en esta historia de lo que has contado. ―Ella me hacía recordar tanto a Mia en ese momento. ―Discutiremos esto más tarde. ―Oh, sí, lo haremos detective. ―Lo llamó detective, lo que significaba que estaba enfadada, antes de comenzar a subir las escaleras, pero se detuvo y se volvió hacia nosotros―. Si están buscando cosas de Mace, todavía tengo varias cajas de su oficina en el garaje de mi casa. ―¿Te parece bien que vaya un equipo a revisarlas? ―le preguntó Bruce.

―Si va a ayudar a encontrar a Mia, absolutamente. Hice un voto solemne en ese momento: cuando vuelva a tener a Mia iba a decirle exactamente lo que significaba para mí. Ella no era sólo la luz que me guiaba a mi hogar, ella era mi hogar.

Mía ―¿Hambrienta? ―preguntó el guardia tocándose a sí mismo, haciendo una mueca por lo que él pensaba que había sido un buen juego de palabras―. El postre viene después. ―Soltó la bandeja de la comida en la mesa. Por fuera me veía asqueada, por dentro casi no podía aguantarme porque no había duda que él quería violarme en cuanto se le presentara la ocasión―. Come, necesitarás todas tus energías. ―Y con esa amenaza, se marchó, cerrando la puerta tras él. Como si pudiera comer algo bajo la amenaza constante de ser violada. Estaba tentada a romperme, de ir a un estado de histeria, pero me negaba a darles a estos monstruos este tipo de poder sobre mí. Pensé en mi padre y en cómo probablemente hubiera actuado en la misma situación. Él habría peleado; nunca se hubiera abandonado en el miedo. Yo era su hija; tampoco me iba a rendir. ―Ayúdame papá, a ser fuerte como tú. Esperé a oír las fuertes pisadas del guardia en la escalera, no quería que volviera para ver lo que estaba haciendo, antes de moverme a la ventana, eché las cortinas a un lado y continúe con mis esfuerzos de sacar los maderos de ella. Prefiero romperme el cuello cayendo por la ventana a dejar que ese hombre me toque. No sabía por qué cabello pálido me había cogido, había mencionado interrogarme, pero eso todavía no había pasado. Había pasado la primera hora paseando por la habitación y el baño contiguo buscando una manera de salir, pero la puerta era asombrosamente robusta y todas las ventanas estaban clavadas con maderos. Cole había tenido razón; yo no tenía ni idea de en lo que me estaba metiendo. Y era pensando en él cuando las lágrimas que tan forzosamente quería retener, quemaban mis ojos. Él había pasado por todo esto con mi padre y la idea de que iba a ser forzado a tener que volver a pasar por ello de nuevo, me destrozaba por dentro. Su vida entera, nada había sido fácil, casi todo había sido duro y cruel y aun así siguió adelante, encontró su lugar y siguió siendo el alma más bella a pesar de todo. Y yo lo amaba y nunca se lo había dicho, nunca había compartido esas dos pequeñas palabras.

Morir me aterraba, pero dejar este mundo sin decirle a Cole cuánta suerte habíamos tenido papá y yo de tenerlo en nuestras vidas, cómo había enriquecido nuestras vidas al haberlo conocido y cuán superior era él comparado con el Príncipe Valiente porque él era real y defectuoso y perfecto. Tenía que encontrar una salida; la encontraría por él.

Desperté con un grito. Mi cabello fue estirado tan fuerte mientras era sacada de la cama, golpeando el suelo como un trapo. Las luces se encendieron pero tomó a mis ojos un segundo ajustarse y cuando lo hicieron, deseé que no lo hubieran hecho. Era cabello pálido y su expresión era inquietante. ―Me parece que tu padre tomó unas cuantas fotos incriminatorias de mi jefe, fotos que quiero. ¿Dónde están? ¿Su jefe? Mi boca se abrió antes de que pudiera pararla. ―¿Stein? ―Sí. ¿Sería posible que hubiera otras fotos y archivos en las posesiones de papá? No iba a compartir esa información con este hombre porque si papá tenía fotos, eran importantes o yo no estaría aquí. Contesté con la verdad mayormente. ―Honestamente no lo sé. Se acercó un paso más a mí, mis manos alzadas en defensa y un débil intento de que no se acercara más. ―Hablé con Kevin y oíste nuestra conversación en su cocina. Sabes lo poco que sé de este asunto. ―¿Tenía tu padre una caja de seguridad? ―No lo sé. Esta vez no fui lo suficientemente rápida; de un tirón me puso de pie y me golpeó tan fuerte contra la pared que vi las estrellas. ―Ibas a ser su jefa de oficina. Deja ya de joder. ―Pero nunca lo fui, él murió antes de que yo empezara. Yo estaba en la universidad por el amor de Dios. ―¿Qué banco usaba él? Sabía exactamente qué banco usaba mi padre, pero no tenía intención de decírselo a este hombre y luego añadió:

―Me vas a decir lo que quiero saber o le haré una visita a tu tía y no seré tan paciente con ella. ¿Qué jodido banco? ―Citizens Bank en la esquina de W Oregón y la calle 17 Sur. ―¿Fue eso tan difícil? ―Aunque él tuviera una caja, no te dejaran verla. ―Te sorprendería saber lo que la gente está dispuesta a hacer con el incentivo correcto. Mírate a ti por ejemplo; una amenaza a tu familia y no te lo pensaste en darme lo que quería. Es bueno saberlo, lo tendré que mantener en mente. Y con esas siniestras palabras de despedida, salió de la habitación. Hundiéndome en el suelo, mi cuerpo comenzó a temblar. Tenía que salir de aquí.

Di la bienvenida al sueño, un escape a la realidad, pero solo llegaba de manera inquieta a ratos desde que toda esta pesadilla comenzó. ¿Cuánto hace de eso? ¿La noche pasada, la noche anterior? Considerando mis circunstancias, me sentía de alguna manera calmada, pero sabía que era la conmoción, embotamiento de la realidad así mi cerebro podía lidiar con la magnitud de lo que estaba pasando. Había logrado sacar los maderos de la ventana solo para ver que estaba lo suficientemente alto como para herirme seriamente si saltaba. Y por mucho que me gustara decir prefiero saltar a que ese hombre me toque, sabía que nunca podría hacerlo. No podía encontrar una salida y por muy duro que traté de mantener la esperanza viva, muy en el fondo sabía que no iba a sobrevivir a esto. Creo que lo supe en el momento en el que cabello pálido entró en la cocina de Kevin. Él había llegado a un acuerdo con Kevin y en la siguiente exhalación, lo había matado. Sabía demasiado ―yo era un cabo suelto― así que a pesar de sus palabras contrarias, no iba a salir viva de aquí. Realmente esperaba que hubiera un después porque así, volvería a ver a mi padre otra vez, volvería a sentir sus brazos fuertes a mi alrededor, escuchar su voz. Pero pensar que tía Dee se enteraría de que había desaparecido, perdiéndome tan pronto después de perder a papá… y a Cole. Soñé con él anoche, soñé con una vida con papá todavía vivo, donde Cole y yo estábamos casados. Él sonreía mucho en mi sueño, sus ojos llenos de ello, y sabiendo cuánto había sufrido en su vida, había sido realmente un buen sueño. Pero si yo era separada de él, sus ojos no brillarían más; probablemente no volvería a sonreír de nuevo. Se perdería en su dolor; finalmente se entregaría a las sombras que lo habían perseguido su vida entera. Y el pensamiento de Cole sobreviviendo a tanto para perderlo todo de todas formas, quería enfurecerme, quería destrozar esta casa hasta sus cimientos, quería matar a los que me mantenía alejada de él. Y por mucho que

quería luchar para encontrar mi camino de vuelta hacia él, no aceptar mi destino, no estaba aceptando más que entendiendo que había poco que yo pudiera hacer. Estaba atrapada y a la merced de un asesino.

Cole Habían pasado casi cuarenta y ocho horas desde que Mia había desaparecido y sabíamos que Donny la tenía. La secretaria de Kevin confirmó que Donny había visitado la oficina de Kevin unas cuantas veces el mes pasado, había llamado unas cuantas veces también. La última visita fue en la mañana de la desaparición de Mia. Tuvimos suerte de que Kevin tuviera cámaras en su casa, así pudimos tener una fugaz imagen de la matrícula y también la esquina trasera de la furgoneta yéndose de su casa. Los horarios eran correctos. La sangre en casa de Kevin solo había sido de Kevin, lo que significaba que Mia seguía con vida, o lo había estado. Bruce buscó la furgoneta, mientras yo caminaba frente al escritorio de Terence mientras él iba a través de los archivos en lugares que más gustaban a Donny para sus conversaciones persuasivas. Tenía que quedarme aquí, aunque yo no fuera de ninguna utilidad; tenía que saber qué estaba pasando. Necesitaba estar preparado para actuar con o sin el permiso del departamento de policía. Bruce apareció. ―Tenemos una imagen de la furgoneta en las cámaras de tráfico, 3ª Sur con Camden. ―Hijo de puta, uno de sus locales está cerca de la plaza Lanning ―dijo Terence; yo ya estaba a mitad de camino saliendo cuando Terence añadió―: Tenemos que formar un equipo. ―No jodas con eso. ―Cole, no podemos entrar ahí disparando las armas. ―No estoy planeando hacerlo. ―¿Significado? No habría tiempo para esto, Mia había estado en compañía de un monstruo durante dos jodidos días, dos días más de lo que debería haber estado, pero esto no era cosa de Bruce solamente, quien probablemente me hubiera dejado correr; Terence encabezaba la investigación y este hombre lo hacía todo siguiendo el manual.

―Voy a entrar y sacarla. ―Solo. ¿Ese es tu plan? ―He pasado los últimos cinco años siendo una jodida sombra. Demonios, ha habido veces que te he atrapado a ti y a tus chicos despistados. No voy a esperar a que tengas listo un equipo. Voy por ella. Entraré y saldré y de esta manera no tendrás que inclinar tu mano ante Donny. ―Él la tiene porque quiere algo de ella, quitársela de en medio antes de conseguirlo lo fastidiaría a él. ―Sí, así que tú mejor te aseguras que tía Dee, Dylan y Janie están cubiertos. ―Más fácil decirlo que hacerlo. No hay fondos para esto, demonios, esta maldita investigación se supone que está cerrada. ―No es mi problema. Yo voy por ella, no la voy a hacer esperar ni un segundo más de lo necesario. No la voy a traer de vuelta, la voy a esconder hasta que todo esto haya terminado. La mirada fija de Terence era dura y directa, pero me sorprendió cuando dijo: ―De acuerdo, te voy a dar algo de libertad de acción en esto. Te enviaré la dirección con un mensaje de texto, pero quiero saber cuando ella esté fuera y a dónde estás yendo. ―No. Te diré cuando ella esté fuera, pero no le voy a decir a nadie a dónde vamos. ―¿Lo sabes tú siquiera? ―me respondió mientras me giraba y salía de la central.

Mia La casa estaba preocupantemente callada; había oído un coche hacia un rato, pero no podía decir a qué distancia estaba. ¿Se había ido cabello pálido? ¿Estaba sola con ese hombre? Sentía como si quisiera escapar de mi piel, sabiendo lo que venía pero no cuándo. Había tratado de forzar la puerta, pero para una casa casi en ruinas, la puerta y la cerradura eran increíblemente sólidas. El sonido de pisadas subiendo las escaleras me dejaron congelada donde estaba. Era entre hora de comidas, lo que significaba que el guardia no estaba viniendo con comida. Frenéticamente busqué algún arma en la habitación de nuevo, por un momento pensé en usar la madera que acababa de sacar de la ventana, pero no era lo suficientemente grande para hacerle

daño y tendría que acercarme demasiado para usarla. Corriendo hacia el baño, la cerré de un portazo y eché el pestillo. Solo pasaron unos segundos hasta que la puerta se partió abierta en dos. Terror, entumecida por él, mi corazón golpeaba dolorosamente. No había duda en absoluto sobre sus intenciones; su pantalón era como una tienda de campaña por delante. Me giré para moverme, pero no lo suficientemente rápido. Su mano salió como una flecha, agarrándome dolorosamente por la muñeca mientras me jalaba hacia él, presionando mi espalda contra su pecho, y su erección clavándose contra mi culo. ―Por fin solos ―gruñó él. Sus manos eran rudas, haciéndome casi morados mientras apretaba mis pechos. Lágrimas brotaban de mis ojos pero me rehíce y pegué un fuerte tirón hacia atrás con mi cabeza, conectando con su mandíbula. Su agarre se aflojó lo suficiente para que yo pudiera separarme, pero él se movió tan rápido, cogiendo mi brazo antes de que su mano conectara con mi mejilla. Estrellas exploraron en mi visión, mi cuerpo se sacudió, bilis subió por mi garganta y usó mi aturdimiento para rasgarme la blusa, su mano inmediatamente curvándose alrededor de mi pecho cubierto con el sujetador que él había dejado al aire, apretándolo tan fuerte que el dolor me atravesó. Luchar o volar, el instinto de sobrevivir, me convirtió en una persona salvaje. Empecé a pegar y a patear, pero siendo él el más fuerte me dio la vuelta de un tirón y me presionó fuertemente contra el lavabo. El borde clavándose en mi estómago mientras empezó a frotarse contra mí. En una pequeña parte de mi cabeza sin locura por el esfuerzo de querer huir, miedo paralizante se arraigó, porque no podía escapar de él, solo tendría la fuerza para luchar un poco más y entonces sentir su polla dura contra mi espalda creó otra dosis de adrenalina mientras luchaba contra su agarre; mis esfuerzos no tuvieron mucho éxito. Sus labios rozaron mi mejilla; su voz un suave susurro: ―Pelea conmigo y haré que te duela cuando te folle. Y con esas palabras, desgarró mi pantalón, rasgando la parte trasera abierta para obtener acceso; el miedo paralizador se extendió mientras mi cuerpo temblaba con el conocimiento de lo que se avecinaba. Sus dedos se hundieron en mis bragas, tocándome a través de la seda. Girando mi cabello entre sus dedos, dio un tirón echando mi cabeza atrás para que pudiera ver su cara mientras l me violaba con sus dedos, empujándolos tan adentro que grité por el dolor de sus uñas hundiéndose en mi carne tierna. Impaciente ahora, desabrochó su pantalón y dejó libre su polla, sus dedos seguían agarrando dolorosamente mi cabello, el cual utilizaba para mantenerme quieta contra el lavabo. Y luego cambió de posición para poder rasgar mis bragas.

Sin su mano en mi cabello, yo ataqué; girando rápido, alcé mi puño, arañé su cuello, pero no lo suficientemente fuerte porque en vez de incapacitarlo, solo lo enfadé. Me tiró contra la pared tan fuerte que me quedé sin aire en los pulmones. Vino hacia mí y desesperada por usar algo para defenderme, mis ojos fueron hacia laza. Sin pensarlo, levanté la tapa del tanque del inodoro, cambiando mis manos de posición como si fuera a golpear con un bate de béisbol, y con él atacándome, cuando el impacto conectó con su cráneo reprodujo el dolor a través de mis hombros bajando por mis brazos. Él no colapsó inmediatamente, pero sus ojos se volvieron cristalinos, antes de caer sobre su cadera; pero fue la vista de su polla, liberada de su pantalón, gorda y purpura lo que incendió la rabia en mí, tan primitiva que no pensé mientras alcanzaba el arma en la pistolera que llevaba en el costado. Soltando el seguro, apunté a su polla y disparé. Su cuerpo se sacudió, sacándolo de la inconsciencia, pero solo por un segundo antes de aflojarse de nuevo. Marché atrás tambaleante, me golpeé contra la pared del baño. La calma y la lucha me abandonaron, mi cuerpo empezó a temblar, su pistola cayendo de mi mano entumecida para golpear el suelo de baldosas que rápidamente se estaba volviendo rojo. Escurriéndome por la pared, mis ojos fijos en la piscina de sangre, vomité hasta que solo arcadas secas me revolvían de dentro hacia afuera.

Cole La casa donde Donny tenía a Mia parecía inhabitada, como algunas de las otras casas del vecindario. Había conducido alrededor del bloque unas cuantas veces para ver si la casa estaba siendo vigilada, pero parecía que Donny no sentía la necesidad de esa seguridad añadida, probablemente porque a quien tenía era una mujer, equivocada suposición cuando se refería a Mia Donati. Un auto de reparto de pizzas llegó hacia un momento, respondió un hombre. Sin cuidado, teniendo entregas en una casa que parecía abandonada. Mi conjetura, si Donny no puso a nadie en la calle, probablemente solo había dejado un hombre custodiándola. Podía escabullirme dentro, eliminarlo y tener fuera a Mia en menos de diez minutos. Estacioné al fondo de la calle, atravesando los patios traseros, manteniéndome en las sombras. Había una ventana en la parte trasera de la casa, la luz encendida, la silueta de un hombre dentro. Estúpido bastardo, ser así de visible. Cualquiera que mirase por la ventana podría tener un buen vistazo de él y si algo salía mal, habría

numerosa gente que podía describirle. Claramente, Donny no había usado a su mejor gente para este trabajo. Unos minutos después, desapareció y usé la oportunidad para acercarme. Comprobé la manilla de la puerta trasera, estaba cerrada. Sacando las herramientas del bolsillo, trabajé en la cerradura. Pocos minutos después, estaba entrando en la cocina. Un momento después el sonido de un disparo hizo eco en la casa. Aún con el corazón en un puño, corrí escaleras arriba. La puerta del final del pasillo estaba entreabierta y entré en la habitación, nada podría haberme preparado para la visión que me recibió. El hombre yacía en un charco de su propia sangre, la mancha roja de sangre empapando su entrepierna era casi de color negro. Pero fue la vista de Mia lo que tuvo la bestia en mí pidiendo salir. Tenía la ropa desgarrada, tenía moratones por todos lados y estaba claramente conmocionada, porque tenía los ojos abiertos pero no la vista enfocada. ¿La había tocado, la había violado? No sabía si el cabrón estaba muerto, lo sospechaba, pero quería meterle una bala en la cabeza. Casi tomé la pistola del suelo, pero no sabía qué podría hacerle a Mia. Arrodillándome cerca de ella, le toqué la mejilla y me encontré que estaba fría como el hielo. Recuperando rápidamente la sábana hecha girones de la cama, la cubrí con ella y la alcé en mis brazos. Nunca se movió, no respondió a mí en ningún modo mientras volvía a mi auto. La rabia bullía en mí, la necesidad de venganza muy poderosa. Quería bañarme en la sangre de Stein y cada uno de sus putos secuaces. Atacada, golpeada y muy asustada, se había hundido en las profundidades de su mente. La coloqué en la parte trasera de mi auto, tocándole la mejilla con los dedos. ―Mia, nena. Me dio un vuelco el corazón dolorosamente mirando en sus ojos y no viendo a Mia devolverme la mirada. Mia que comía malvavisco como si fuese una maldita exquisitez, Mia que había reclamado un “felices para siempre” cada vez que habíamos jugado a las princesa cuando niños, Mia que veía lo bueno en todo, incluso en mí. Mi hermosa y enérgica Mia, rota… el pensamiento casi hizo que me cayese de rodillas. ―Ahora estás a salvo, dulzura. Temblando de rabia, me puse detrás del volante y llamé a Terence. ―Cambio de planes. Necesito un médico en mi casa. ―¿Qué sucedió? ―El imbécil trató de violarla, tal vez lo hizo, pero ella le voló la polla.

―Jesús, enviaré un equipo para acordonar la escena, un médico y un policía para que le tome declaración. ―¿Tienes que hacer eso ahora? Ha estado en el puto infierno. ―Debería estar exigiendo que fuese a un hospital para que le hiciesen un examen. Los estoy enviando a ti, eso es todo lo que cederé en esto. ―Puede que no obtengas nada de ella, está totalmente conmocionada. ―El examen es algo importante, necesitamos las pruebas. Si es necesario aplazaremos el interrogatorio. Era justo. ―Muy bien. Dejando el teléfono en el asiento, luché contra cada instinto en mí de volver y despedazar a ese hijo de puta en pequeñas piezas.

Mia durmió durante dos días, no se había movido ni cuando el médico la examinó. Había morados pero no semen, la había violado. Paseando fuera de su habitación, la sed de sangre me consumía. Kevin le había tendido una trampa y aunque había sido un imbécil, se había preocupado de ella así que Donny obviamente tuvo que haber sido muy persuasivo para conseguir que Kevin lo hiciese. Pero lo que me hacía hervir la sangre era la coincidencia, que como con Mace, la única ocasión que no la había respaldado se armó la gorda. Demasiado oportuno y trataba de llegar al fondo del asunto. Su atacante estaba muerto, desangrado y tuvo suerte porque le habría matada de la forma más dolorosa imaginable, pero primero le habría torturado. E incluso sintiendo rabia, también me sentía impotente. Había atravesado un infierno y había llegado demasiado tarde para salvarla. Ella odiaría saber que estaba pensando eso, que necesitaba ser salvada, pero la habían lanzado a una maldita pesadilla. Conociendo el terror y el dolor que había sido obligada a soportar y que había llegado demasiado tarde. Ahora no había nada que pudiese hacer para aligerar su dolor y el sentimiento de ser un inútil solo servía para aumentar mi furia. Probablemente Donny ya sabría que su chico estaba muerto y que Mia estaba desaparecida. Terence y Bruce estaban haciendo lo que podían para contenerlo. Y aunque estaba contento de que ese imbécil estuviese muerto, desearía haber sido yo el que lo mató porque iba a pesar sobre Mia. Quitar una vida, aunque justificado, era una carga pesada. Si simplemente me hubiese movido más rápido, unos minutos, estuvimos charlando unos putos minutos y podría haberla librado de todo

ese horror. ¿Se recuperaría? ¿Sería Mia de nuevo? ¿O esto la cambiaría? Lo entendería si lo hiciese, pero el pensamiento de perder cómo había sido, era como un cruel golpe en el estómago. Le había fallado, le había fallado a su padre y eso era una gran carga pesada. El gritó me heló la sangre. Corriendo a su habitación, encendí la luz, una suave luz alejó la oscuridad e iluminó a Mia que estaba sentada en la cama, los ojos abiertos con miedo y temblando. ―Mia. Cambió su atención hacia mí pero aún no me vio. Me acerqué lentamente, mi voz tan suave como pude: ―Mia, soy Cole. Por primera vez en días parecía lúcida. ―¿Cole? ―Sí, nena, soy yo. Se le llenaron los ojos de lágrimas y le empezó a temblar el labio inferior. ―Le maté. El cabrón se lo merecía. ―No te preocupes de eso. ¿Quieres beber algo? ¿Tienes hambre? ―Me tocó, empujó los dedos dentro de mí. Iba a violarme, le maté. Me sentía fuera de control escuchando el terror en su voz. Se merecía morir solo por hacerla atravesar esto. ―No pienses en eso. ―Van a arrestarme. ―No. No lo harán. ―Pero le maté. ―En defensa propia. Se desmoronó por completo, sus hermosos ojos llenos de miedo y devastación. Las lágrimas cayendo por su rostro. La llevé a mis brazos, la sostuve fuertemente contra mí y le pedí a un Dios en el que ni siquiera creía que me diese su dolor. Sus brazos eras fuertes, rodeándome el cuello y sosteniéndome tan apretadamente como yo a ella. No sabía cuánto tiempo estuvimos así, habría entregado mi puta alma para mantenerla así para siempre. Su cuerpo parecía relajado contra el mío, el temblor no era tan violento. Alzó la cabeza, mirando por la habitación con su rostro afligido antes de que volviese a poner su mirada en mí.

―¿Dónde estoy? ―Mi casa. Más lúcida, más como la Mia que conocía, sus ojos calentándose ligeramente. ―Viniste por mí. ―Sí. ―Oh Dios, Cole. ―Su rostro se desmoronó―. No debería haber ido con Kevin. Debería haberte mandado un mensaje. Entendía su necesidad de los debería y podría, porque había estado haciendo lo mismo, pero no podíamos volver atrás y más importante, estaba aquí y estaba a salvo. ―No te hagas eso. No podrías haber sabido qué te esperaba en casa de Kevin. Ahora estás aquí y te juro que no dejaré que te pase nada más. Se limpió los ojos, aún le temblaba el labio inferior. ―Tú y papá tenían razón. ―¿Sobre qué? ―Soy demasiado curiosa para mi propio bien. Jódeme, aquí estaba mi Mia. Durante el que era el peor momento de mi vida, escuchando el horror que Mia había sufrido y aún era capaz de hacerme reír. ―Quédate conmigo ―susurró mientras volvía bajo las mantas. Probablemente no debería, probablemente estaba mostrando lo oscura que mi alma se había vuelto, porque no lo dudé… subiendo y acercándola. Se quedó dormida casi al instante. Yo no dormí, solo la mantuve entre mis brazos mientras me rendía a la verdad que había pasado la mayor parte de mi vida negando, ella pertenecía ahí.

Mia Mirando sus ojos sin vida, observé mientras su propia sangre hacía un charco a su alrededor rodeándolo como una entrada mística conjurada para llevarlo al infierno. Y entonces movió su mano. Se incorporó y una sonrisa agrió su expresión. No estaba muerto. ―Hora de jugar. ―¡No! ―Despertándome de golpe, el dolor entre mis piernas un vicioso recordatorio de que no todo había sido una pesadilla. Sentí a alguien a mi lado. Mi corazón se desmoronó cuando la voz suave y tranquila de Cole finalmente penetró. Encorvado frente a mí, la preocupación nublaba sus ojos incluso mientras su mandíbula se apretaba con ira, susurró: ―Mia, ahora estás a salvo. Viéndolo, tan calmado, tan real… todo cayó sobre mí y no pude controlar el temblor de mi cuerpo. Cole me envolvió en un abrazo, apretándome fuerte contra su cuerpo. ―Háblame, Mia. ―Lo maté. ―En defensa propia. ―No lo fue. ―Claro que lo fue. Tenía miedo de mirarlo, temiendo que viera el mismo monstruo en mí, que vi en el hombre de cabello pálido. ―Él estaba inconsciente. Cole se movió, su concentración en mí. ―¿Qué quieres decir? ―Me inclinó sobre el lavabo… ―Mierda, Mia, no lo revivas. ―Necesito decirlo, tengo que decirlo.

Todos los músculos de su cuerpo se tensaron como rocas. Le costaba, que le dijera esto, pero tenía que sacarlo o sabía que nunca sería libre de esto. ―Metió sus dedos en mí, duro, se aprovechó de ello. Luché contra él, pero era mucho más fuerte, vino sobre mí otra vez y supe que no tenía la fuera para mantenerlo alejado y luego lo recordé… lo golpeé con la tapa del tanque del inodoro, al igual que tú me enseñaste. Lo golpeé tan fuerte, que solo cayó. ―Mirándolo, vi mucho, pero lo que en verdad me envolvió, lo que me dio el coraje de continuar, fue la falta de juicio: dolor, ira, desesperación, pero ningún juicio―. Estaba desmayado en el suelo, pero la vista de su pene, sabiendo lo que pretendía, le disparé después que se desmayara. Eso no fue defensa propia. ―Y una mierda que no lo fue. ―Él no era una amenaza. Cole se movió tan rápido, en un minuto estaba justo a mi lado y al siguiente estaba del otro lado de la habitación. Lucía salvaje, la sed de sangre volvió sus facciones afiladas más duras. ―Te tomaron, secuestraron, mataron a alguien quien conocías, te encerraron y luego ese maldito te tocó. Se atrevió a tocar algo que ni siquiera en un millón de vidas sería digno de lamer tus zapatos. Fuiste arrojada en medio de una maldita pesadilla y, ¿crees que importa si el hombre que te violó estaba consciente o no? ¿Que de algún modo eso cambia tu inocencia? Estuve allí, Mia, si me hubiera movido más rápido, él nunca te hubiera tocado, y no hubieras tenido que dispararle. Yo lo habría hecho, pero no antes de despellejarlo y hacerle comer su propio pene. Quieres culpar a alguien, culpa a quien se lo merece, a ese animal y a mí por no ser lo suficientemente rápido. ¿Cómo podía pensar que era su culpa? ―¿Culparte a ti? Tú me sacaste, Cole. ―Pero no antes que te tocase, lastimase y forzase a salvarte a ti misma. ―Pero sí me salvé y tú también me salvaste, me sacaste pero más ahora mismo, esto, me haces sentir a salvo otra vez. ―Aun así deseo poder quitártelo. También desearía que pudiera quitarlo. Desearía que pudiéramos retroceder algunos días, lo haría venir a mi casa, lo haría pasar cada segundo conmigo. Quería recuerdos de él y no del horror que veía cada vez que cerraba los ojos. Un temblor me atravesó; de pronto, necesitaba lavar el recuerdo del tacto de ese hombre en mí, podía sentir sus dedos hundiéndose en mí, podía oler su respiración, escuchar su

voz. Ya había sido bañada, probablemente después del examen, pero aun así me sentía sucia. ―Me siento sucia, lo siento a él. Algo oscuro ensombreció su rostro antes que dijera: ―Te prepararé un baño. No quería estar sola, así que seguí a Cole al baño y me quedé a un lado mientras llenaba la bañera. ―Iba a matarme, el hombre de cabello pálido. Su expresión permaneció oscura mientras daba unos pasos más cerca de mí. ―Estás a salvo ahora. ―Sabía que vendrías por mí. Me empujó contra él, tomando tanto consuelo como lo estaba dando. ―Un baño, algo de comida y a dormir. ―Suenas como mi padre. ―Él era un hombre inteligente. Asintiendo, comencé a quitarme, lo que asumí, era la camiseta de Cole e hice una mueca de dolor ya que me dolía el cuerpo por todos lados. Lo notó y levantó mi camiseta sobre mi cabeza, seguido por mi sujetador. Su rabia aumentó cuando vio los moretones en mis pechos y estómago, donde el lavabo había cortado mi piel. Sin embargo, no dijo nada; un esfuerzo que supe le costó y luego su cuerpo se quedó inmóvil. Estaba mirando mi pecho izquierdo; su expresión era escalofriante, seguí su mirada. Mis pechos estaban magullados, pero fue la marca de una mordida en la curva de mi pecho lo que mantuvo su atención. ―¿Él malditamente te mordió? ―No, ese fuiste tú. ―La confusión nubló su mirada cuando me miró―. Después de esa noche en mi dormitorio, hice que un tatuador lo trazara antes que sanara, tenía una plantilla hecha así estaría en el lugar exacto. Su expresión era ahora de incredulidad. ―¿Por qué? ―Es noche me marcaste, en el exterior pero más en el interior. Me volví tuya esa noche y quería recordar, quería un pedazo de ti. Sus dedos continuaron trazando el tatuaje de su marca, pero su atención estaba sólo en mí. Emoción se movió en su expresión, pero no dijo nada mientras terminaba de desvestirme.

El agua estaba a la temperatura perfecta, pero la experiencia se volvió incluso mejor cuando Cole llenó su palma con champú y comenzó a lavar mi cabello. No pude evitar un suspiro cuando cerré mis ojos y me permití saborear tener sus fuertes dedos masajeando mi cuero cabelludo, lavando los feos recuerdos que creí me atormentarían, no les daría el poder de controlarme. La combinación del baño caliente y los lavados de Cole me arrullaron de vuelta al sueño. Recuerdo vagamente ser levantada de la bañera y secada, sentir el suave colchón debajo de mí, antes de perder la batalla contra el sueño. Cuando desperté sola, muchas horas después, la habitación estaba oscura a excepción del brillo de la pequeña lámpara nocturna en la pared más alejada. Yací allí por algunos minutos, mientras el miedo con el que desperté, volvió hasta que recordé dónde estaba y con quién. Poniéndome la bata que Cole había dejado para mí, bajé silenciosamente las escaleras hacia la cocina. El aroma de lo que sea que Cole había hecho para la cena aún permanecía en el aire y mi estómago gruñó en respuesta. Había un plato de plástico envuelto dentro del refrigerador, que cubría el plato más grande de macarrones que había visto. No dudé en sacarlo del refrigerador, y después de revisar algunos cajones, encontré un tendedor y me senté a la mesa de la cocina. Cole no sólo había hecho la cena, había hecho un plato para mí. Una calidez agradable se asentó en mi pecho con solo pensar en él haciendo eso, incluso aunque tuve un momento difícil imaginándolo haciéndolo. La comida estaba deliciosa, era la receta de mi padre; la misma receta que él había aprendido a hacer ese día con mi padre hace tantos años. No lo escuché acercarse y casi dejo caer mi tenedor cuando apareció. Usaba una camiseta blanca y pantalón desgastado, pero se lo había puesto descuidadamente porque el botón del pantalón estaba desabrochado y sus pies desnudos. ―¿Quieres un vaso de agua? ―Por favor. Lo buscó antes de sacar la silla frente a mí, dándole vuelta y sentándose. Sus brazos musculosos se apoyaron en el respaldo, y tan difícil como fue alejar mi atención de la belleza frente a mí, de algún modo lo hice y lo miré directo a sus ojos azules. ―El hombre que me secuestró… ―Donny Alfronsi.

―Es un nombre tan normal para pertenecer a ese animal. Buscaba fotos que decía papá había tomado, encontré algunas, pero eran todas de Donny. No encontré más. Cole no tuvo ninguna reacción ante eso, pero preguntó: ―¿Dijo por qué? ―No, pero estoy bastante segura que fue Stein quien lo puso en ello, ya que quería las fotos específicamente de su jefe. Cole, él dijo que no mató a papá y tampoco lo hizo Stein. Eso le provocó una reacción; lucía a punto de estallar. ―Es un mentiroso. ―Estoy de acuerdo, presencié de primera mano lo buen mentiroso que es, y creo que es capaz de todo, pero no creo que estuviera mintiendo sobre esto. Intentó matarme, no tenía ninguna razón para mentir. Su mandíbula se apretó. ―Quizás está mintiendo, pero si no lo está y no fue él o Stein, ¿entonces quién mató a mi padre? ―No lo sé. Nuestro foco siempre ha estado en Stein. Mirando mi plato, enredé el espagueti alrededor de mi tenedor. ―Torturó a Kevin, se deleitó al hacerlo. Si mató a papá, ¿crees que hizo lo mismo con él? La funeraria insistió en un ataúd cerrado. Cole estaba fuera de su silla, poniéndome de pie. ―Detente. ―Iba a hacer lo mismo conmigo. Lo vi en sus ojos. Y luego ese hombre entró en mi habitación, había estado pensando en violarme desde que llegué. Intenté salir, pero estaba en el segundo piso. Corrí al baño, pero rompió la puerta. ―Mia, no. El pensamiento salió de la nada. Donny era un monstruo y seguramente ahora sabía que había escapado. ―Tía Dee, Dylan, Janie. Cole entendió mis pensamientos porque se detuvo frente a mí antes que pudiera terminar de decirlos. ―Están protegidos. ―¿Estás seguro?

―Sí. Están bien. El alivio y el cansancio me sacaron un bostezo. ―Parece que no puedo dormir lo suficiente. Cole me levantó en brazos y se dirigió arriba. Mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello, buscando más de su fuerza. Por primera vez en mucho tiempo me sentí a salvo. No quería dejarlo ir cuando me bajó en la cama, pero lo hice. La acción me costó, y algo de la seguridad que sentí se desvaneció con la pérdida de su toque. Comenzó a salir de la habitación, pero mis palabras lo detuvieron. ―Nunca dejaste de cuidarme. Gracias. Giró la cabeza y esos ojos se encontraron con los míos. ―Y nunca lo haré.

Kevin me alcanzó, sus manos sin dedos me agarraron, sus ojos estaban vacíos. Lo que lo hacía humano se había ido, y lo que quedaba parecía como un animal atrapado tratando de destrozar una salida, usando cualquier cosa que necesitara para conseguirlo. Traté de correr, pero él era demasiado rápido. Saltando sobre mí y estampándome contra el suelo. Pero no era la cara de Kevin llenándome la vista, era la del hombre que maté. Sus ojos sin vida mirando inquietantemente directo a los míos. Despertándome de una sacudida, con el corazón en la boca mientras me esforzaba en recordar dónde estaba, hasta que vi la lámpara nocturna al otro lado de la habitación, una cosa tan pequeña, pero hecha para reconfortar, algo de lo que cabello pálido no era capaz. La calma reemplazó algo de mi miedo mientras la realidad de dónde estaba se alojaba en mí. Empapada, con sudor perlado cubriendo mi piel, se convirtió en un escalofrió por el aire que entraba a través de la ventana que dejé parcialmente abierta. Bajándome de la cama, me dirigí hacia el baño, esperanzada en que una ducha caliente me quitara los escalofríos, aun sabiendo que ninguna cantidad de duchas los reduciría, porque parte de ello no tenía nada que ver con la temperatura de la habitación. El baño se llenó de vapor mientras entraba bajo la ducha caliente, me sentía como si estuviera en un sueño, pero sabía que estaba en un shock prolongado. Todavía no había aceptado todo lo que había visto esta semana pasada, no pensé que alguna vez aceptaría completamente la fealdad que existía en el mundo y cómo había tocado mi mundo. Kevin estaba muerto; su familia necesitaría ser informada, pero, ¿cómo compartías con ellos sus momentos finales? Ellos harían preguntas una

vez que lo vieran. Era una cobarde, nunca pensé en mí como eso, pero quería que la policía me mantuviera fuera de esto; quería que ellos le explicaran a su familia el horror que Kevin había encarado al final. La noche en que maté a un hombre nunca estaba lejos de mis pensamientos. Había matado a alguien. No me arrepentía de lo que había hecho, pero había terminado con una vida. Eso era incluso más duro de procesar que lo que ese hombre me había hecho. Y pensar que, Donny Alfonsi no sólo mataba sino que extraía placer del proceso, solo reforzaba la simple verdad de que el hombre era un monstruo, un monstruo que quería algo de mí. Presionando mi cabeza contra la pared de baldosas, deseé a mi padre, quería que me abrazara y volviera a poner las cosas bien como solía hacerlo. No me di cuenta que estaba llorando, hasta que un sollozo se atascó en mi garganta y mis ojos picaban por las lágrimas que no podían parar, lágrimas lavadas inmediatamente de mis mejillas calientes por el chorro de la ducha. ¿Mi vida volvería a ser normal? Después de esta penosa experiencia, ¿normal, era algo que alguna vez volvería a experimentar? De hecho echaba de menos mi trabajo, preferiría soportar las irritantes formas de mi jefe a esta pesadilla. ¿Siquiera tenía un trabajo? Y Janie, debía de estar volviéndose loca de preocupación. Tenía que avisarle, a Dylan y a tía Dee que estaba bien, segura. Fue con ese pensamiento que cerré el agua de la ducha y me sequé rápidamente antes de meterme en el albornoz, porque necesitaba hablar con Cole. Él tenía que enviarles un mensaje. Abrí la puerta y ahí estaba Cole, llevando solo unos vaqueros, apoyado contra la pared. Antes que pudiera preguntar por qué estaba ahí de pie, dijo: ―Imaginé que no podrías dormir toda la noche, no quería que estuvieras sola si te despertabas. El amor por él me atravesó en una lenta, deliberada onda. ―¿Estás bien? ―preguntó. ―Tía Dee, Dylan y Janie, tenemos que decirles que estoy bien. ―Lo saben. ―¿Lo saben? ―Sí. El alivio me golpeó primero, pero la curiosidad le siguió rápidamente. ―Kevin dijo que tú les estabas pasando información de Carter Stein y sus asociados a la policía. ¿Es verdad? ―Sí. ―¿Mi padre también?

―Cosas de mierda estaban pasando en el vecindario que a tu padre no le gustaban. ―¿Como los métodos de intimidación que utilizaban para hacer que papá vendiera? ―Entre otras cosas. ―Has estado con esto por años así que, ¿tienes algo contra Stein y cabello pálido? ―Sí, y sospecho que por eso, Donny se está volviendo descuidado. ―La noche en que papá murió, ¿qué pasó? Cole se separó de la pared y pasó sus manos por su cabeza rapada. ―No lo sé. Tu padre y yo siempre trabajábamos juntos pero esa noche salió solo. Para cuando me enteré que había salido sin mí, ya estaba muerto. El dolor me atravesó pero lo ignoré porque quería saber todo lo que Cole hizo. ―¿Por qué saldría sin ti? Su mirada buscó la mía, como si estuviera calculando si podía soportar lo siguiente que tenía que decir. ―Dime, Cole. ―Él no lo hubiera hecho a no ser… ―¿A no ser que qué? ―Que la persona con la que se estaba encontrando no fuera percibida como una amenaza. Ahora el entumecimiento me recorrió el cuerpo con lo que Cole implicaba. ―¿Quieres decir que alguien a quien él conocía lo engañó? No escondió la rabia que endureció la expresión de su cara y oscureció sus ojos. ―Quiero decir que tu padre conocía el juego y a los jugadores. No se habría metido en algo a ciegas. La indignidad y el desprecio de Cole por quien había traicionado a mi padre no eran fingidos, lo que me hacía sentir culpable por haberlo sugerido durante una de nuestras conversaciones anteriores, que él podría haber sido esa persona. ―Te acusé de eso. ―No serías la hija de Mace si ese pensamiento no se te hubiera ocurrido. ―Entonces, ¿tú no estabas allí cuando él murió? ―No.

―Y cuando te enteraste viniste directamente a mí, ¿cierto? No contestó, pero no tenía que hacerlo. No pude parar las siguientes palabras que dije, no es que tuviera que hacerlo porque llegaban con retraso. ―Te he amado toda mi vida. Su expresión cambió, volviéndose más dura y a aun así suave. Al segundo siguiente, estaba apretada contra su duro pecho, el calor de su piel desnuda marcándome. Mis labios rozándolo a él, tan suavemente que casi no era ni un beso. Una de sus manos subió por mi espina para perderse en el cabello de mi nuca. Agarrando mi cabello, echó mi cabeza hacia atrás, mis labios abiertos anticipándose a su lengua. Sus caderas se movieron ligeramente, restregándose contra mí, recordándole a mi centro cuán desesperadamente lo necesitaba. Estaba desnuda bajo el albornoz, y el suave material casi dolía contra mi piel súper sensible. Quería que me tomara aquí mismo contra la pared. Quería que su toque borrara el de ese otro hombre. Su voz no fue otra cosa que rasposa. ―Necesitas dormir. Había una parte de mí que sabía que el momento no era correcto, pero había otra parte más grande que sintió su rechazo como un bofetón en la cara. Le había dicho que lo amaba, pero a lo mejor él ya no me quería; a lo mejor ya no era tan atractiva como lo había sido. ―Mia. ―Tus sentimientos han cambiado, lo entiendo. Me voy a dormir. En el segundo siguiente, Cole me tenía apretada contra la pared. Su cara estaba tan cerca, que podía sentir su respiración saliendo en ásperos jadeos, podía sentir su corazón latiendo tan salvajemente como el mío. ―Me amas, pero lo que siento por ti no es amor, va mucho más lejos que eso. Y ahora mismo, quiero follarte tan desesperadamente, quiero sentir que me tomas tan profundo, y oír cómo gimes cuando te poseo. Quiero borrar el toque de ese hijo de puta de tu memoria, amándote tan completamente, pero de la manera en que me siento, probablemente te tragaría entera con esta oscuridad y desesperada necesidad creciendo dentro de mí. Ese tatuaje, tan duro como he intentado mantenerme alejado de ti, ahora estoy dentro, del todo y te quiero más de lo que quiero el maldito aire, pero has pasado por demasiado, tu cuerpo todavía se está recuperando y francamente, cuanto tomes mi polla, no quiero que haya nada oscuro contaminando la experiencia. Quiero que sea solo tú, yo y nuestras propias ansias. Las palabras no podían salir porque, oh vaya, eso fue… Santa mierda.

―Sin palabras, una Donati ha sido dejada sin palabras. ―Su abrazo se apretó―. Entiende esto, Mia, independientemente de cuándo te haga mía, ya lo eres. Mi corazón se saltó unos cuantos latidos y estaba felizmente con la cabeza mareada por su respuesta. ―Sí, lo soy.

Mia Estando sentada fuera, mis rodillas levantadas contra el pecho, miraba una ardilla buscando frenéticamente por una nuez para guardar para el invierno. Me encantaba que Cole no vivía muy lejos de mi lugar de infancia en el vecindario que una vez fue suyo también. Su jardín trasero tenía un bloque que estaba dividiendo su jardín del de su adyacente vecino. Tenía un pequeño patio con una mesa, sillas y una sombrilla azul. Era todo muy normal y acogedor y me encontraba pasando una gran cantidad de tiempo en este pequeño escondite. Cole me amaba. Siempre lo había sentido, creyéndolo incluso cuando apenas me lo había reconocido, pero escucharlo declararlo y viendo más allá de su distanciamiento de estos sentimientos, me dio una fuerza que no me había dado cuenta que había perdido cuando mi padre falleció. En la semana que siguió, Cole siempre estuvo cerca. Sabía que si le llamaba, aparecía en un latido de corazón, pero mantenía su distancia, ofreciéndome espacio. Al principio, no entendía y estuve incluso un poco resentida que permanecía a distancia, pero cuando el impacto de lo que había pasado se desvaneció, un poco de espacio era exactamente lo que necesitaba. Mi cuerpo estaba sanando y mentalmente, por la mayor parte, tenía procesada la pesadilla y apartada. Había momentos cuando sentía una locura llegando, sabía que si me dejaba pensar en ello me vendría abajo, pero al final había luchado y sobrevivido. Había sin embargo tantas preguntas. ¿Cómo estuvo papá involucrado en todo esto? ¿Qué había en la foto que cabello pálido quería? ¿Cómo lo hizo Carter Stein entrar a jugar esto? No quería realmente saberlo, no estaba interesada en ser metida de nuevo en esta cloaca. Esto era para los polis e incluso Cole, quien había elegido ser involucrado, pero yo quería mi normalidad de vuelta. Había visto más horrores de lo que alguna vez me había preocupado. Quería mi vida de vuelta, tenía la esperanza de que la tendría algún día. ―Mia. ―Cole salió al patio y justo detrás de él estaba Bruce Knox―. Bruce pasó por aquí para ver cómo lo estas llevando. ―Hola. Estoy bien, mejor.

Bruce se sentó enfrente de mí en la mesa, Cole se apoyó contra la puerta de detrás. Ambos estaban estudiándome, intentando determinar si estaba diciendo la verdad o solo diciendo lo que sabía que ellos querían escuchar. ―Estoy bien de verdad. ―No quería preguntar, pero necesitaba saberlo―. ¿Qué está pasando con el caso del hombre…? ―Cerrado. Un típico caso de autodefensa. ―Pero… Bruce no me dejo terminar. ―Se todo, no cambia el resultado. Un médico te ha examinado, tenemos fotos, habías sido secuestrada y tenemos ADN. Ha terminado. ―¿Y Donny? ―Se está escondiendo, pero sospecho que el motivo de esto tiene más que ver con sus otras actividades. ―Quería acceso a la caja fuerte de mi padre del banco. No quise decirle qué banco usaba mi padre, pero amenazó a mi tía Dee. Cole estaba detrás de mi ahora, sus manos en mis hombros reconfortándome, la aceleración de mi corazón, por hablar de esto, inmediatamente relajo. ―Tengo algunos informes que verificar. Pero supongo que él quiere la vigilancia en Carter porque está detrás de algo de Carter. ―¿Crees que quiso decir traicionarlo? ―Posiblemente, pero no es algo de que tú debas hablar en este momento. ¿Está bien? ―Bien. ―He oído un rumor que Cole estaba haciendo la cena, pollo al parmesano. Creo que debo quedarme por esto. No sabía esto, mi mirada cambiando a Cole mientras un agradable calor me atravesaba. ―¿Pollo al parmesano? ―Pensé que si algo te puede hacer comer, sería esto. Quería tirarme en sus brazos, pero en vez de esto dije: ―De repente, tengo hambre.

Aquella noche más tarde intente mirar la televisión, pero sabiendo que Cole estaba en la ducha, no podía centrarme. Quería unirme a él y no era solo sexual, necesitaba estar cerca de él. Él tenía miedo de tocarme, pero era la única persona que quería que me tocara. Quería sentir sus callosas manos en mi cuerpo, quería que me devolviera lo que aquel hombre había intentado robar. Saltando del sofá, me dirigí por las escaleras arriba hasta el dormitorio. La espalda de Cole estaba hacia la puerta, el agua una cortina bajando por los flexible músculos de su espalda y su culo. Una mano estaba presionada contra la pared, su cabeza inclinada mientras su otra mano se movía arriba y abajo en su pene. ―Déjame hacer esto. Su mirada se deslizo hacia mí, abrasando a través del cristal de la puerta separándonos. No esperé por una respuesta, desnudándome y pasando a la ducha, metiéndome bajo sus brazos para estar de frente a él. Por un segundo, dudé, buscando saborear el momento porque era Cole y estábamos por fin aquí. Intenso placer me atravesó, al igual que lo hizo la extraña sensación de finalmente estar en casa. Mi mano estaba firme cuando la envolví alrededor de la suya. No hablamos con palabras sino que nuestras miradas estaban conectadas y unidos le llevamos al orgasmo, puro placer pasando por su rostro. Desenlazo nuestros dedos, enmarcando mi rostro en sus manos al mismo tiempo que me jalaba por un beso que dejó mis piernas casi inútiles cuando lo terminó, su frente apoyándose en la mía. Y a pesar de que no hablamos ninguna palabra, fue el momento más profundo y significativo de mi vida.

Un placentero peso presionaba contra mi costado y mientras despertaba más, me di cuenta que este peso era la mano de Cole encorvada por encima de mi cadera, sus puntas de los dedos en mi culo. Estaba desnuda, él también y el calor de su cuerpo abrasaba. Nuestro momento en la ducha me vino a la mente con claridad. Sabiendo que este complicado y maravillosos hombre sentía por mí lo que yo sentía por él, incluso con toda la locura alrededor de nosotros, me dejaba sentirme eufórica y amada. Los dedos en mi culo apretaron un segundo antes que Cole se moviera, clavándome debajo de él. Sus ojos estaban aún pesados de sueño, sus dedos deslizándose por mis expuestos pechos abajo, su tacto yendo directo a su marca. ―Joder, me encantan estos. ―Ojos con pesados parpados se levantaron para encontrar los míos―. Voy a tener que morderte en unos pocos sitios más así puedo marcarte ahí también.

De repente mi cuerpo quemaba pensando en dónde estas marcas de mordiscos de amor estarían. ―Como por ejemplo, ¿dónde? Curvando su mano debajo de mí, apretó mi culo. ―Aquí. ―Deslizó la misma mano por mi costado, por encima de mi pecho hasta mi hombro donde presionó un beso―. Aquí. ―Su mano se movió lentamente por mi estómago abajo antes de acariciar fuerte mi ingle―. Y definitivamente aquí. Mi cuerpo dolía por él, deseaba su tacto, deseaba el placer que sabía que podía sacar de mí. Me estudió, con lujuria en sus ojos pero preocupación quemaba también ahí. Dudó antes que su mirada me buscara, buscando permiso. ―Tócame. Su pulgar desapareció en su boca por un momento, la ruda almohadilla brillando cuando la arrastró por mi pezón. El placer que aquella simple caricia suscitaba tenía mi respiración atrapada en mis pulmones. Lentamente, deslizó su mano por mi cuerpo hacia abajo entre mis piernas donde presionó su pulgar en mi clítoris, mis caderas saltaron buscando más de se toque. Mientras su pulgar trabajaba aquella protuberancia, sus dedos se movían por el calor que suscitaba y gentilmente se presionaron en mi interior. Su mirada nunca dejo la mía cuando tocaba mi cuerpo como a un instrumento, magistralmente sacando de mí, puro e intenso placer. Justo antes de correrme, su boca reemplazó sus dedos, su mirada aún cerrada en la mía, mientras su lengua se metía, mi cuerpo vibrando en dulce alivio. Su boca se detuvo un momento, saboreando mi excitación, la vista de él gozándolo tenía mi cuerpo doliendo otra vez. Quería estirarme por él, quería devolverle el placer, pero rodó alejándose de mí y bajándose de la cama. ―Déjame Cole. Él quería, la lujuria había vuelto su cara más severa, pero contestó: ―Ahora no. Cuando te tenga, va costar un rato hasta que esté saturado y cuando termine contigo, no tendrás energía para hacer nada más que respirar. Y por lo mucho que deseo poseerte por completo, no creo que estés preparada aún y sé que yo no. ―¿Qué quieres decir con que tú no? Su voz subió a un tono más profundo. ―Él te hizo daño y cada vez que pienso en él tocándote, el miedo que debes haber tenido, la impotencia… lucho contra ello para dejarlo atrás pero el animal en mí desea salir. Y serás tú quien libere el animal. Te tomaré duro, será rudo y crudo

y quiero que lo desees, aquel lado más salvaje de mí y en este preciso momento no estás preparada para esto. ―Quiero estar preparada para esto. ―Lo sé, pero date un tiempo, Mia. No me voy a ir a ninguna parte.

Mia ―Estoy bien, en serio tía Dee. ―Estábamos sentadas en la sala de tía Dee. Cole me había traído antes de irse a Tickled Ivories para ponerse al día con el trabajo. Habían pasado dos semanas desde mi calvario y estaba enfrentándolo; las pesadillas casi se habían detenido y los moretones se habían desvanecido casi del todo, lo que ayudaba a sanar sin ser obligada a recordar cada vez que me miraba al espejo. Había sido violada y por mucho que luchaba por olvidar sus manos sobre mí, sus dedos dentro de mí, lo que evitaba que perdiera la cordura por completo era que había peleado. Él había acabado con una parte de mí, pero no todo y sacaba fuerza de ello. Cole era maravilloso. Parecía saber lo que necesitaba antes que yo, pero entonces, nos habíamos conocido desde que éramos niños y recientemente había pasado una horrible cantidad de tiempo cuidando de mí. No era de extrañarse que pudiera leerme como un libro. Moví mi atención a tía Dee, ella quería respuestas, pero no me podía obligar a contarle todo, no podía imaginar hacerla vivir la pesadilla. No era necesario y si podía mantenerla en la dichosa ignorancia sobre la mayor parte del horror, era malditamente claro que haría eso. Retrasándolo, pregunté: ―¿Cómo está la casa? ―Cole me contó que mi casa había sido revuelta. Donny había estado buscando las fotos y me enfurecía que hubiera violado otra parte de mi vida. ―Cole hizo que una gente fuera, lo que pudo ser salvado se salvó, lo que no, se botó. ―¿Cole? Ella parecía confundida. ―¿Sí, no te lo dijo? No, no lo hizo porque había estado lidiando con otros problemas. La determinación reemplazó la confusión. ―Quiero saber qué pasó, Mia. Realmente no quería saberlo. Le habría contado a mi papá, pero no podía obligarla a ver ese nivel de crueldad.

―No creo que necesites saberlo. Estoy bien, estoy a salvo y no tengo sólo a Cole cuidándome, sino a medio departamento de policía. De verdad estoy bien. No estaba satisfecha con mi respuesta, sus ojos se entrecerraron, lo que quería decir que estaba lista para hundir sus garras hasta que cediera y le diera todo. Sabía esto porque papá y yo también éramos culpables de eso. ―Mia, estuviste perdida, la policía estaba patrullando tu calle, sin contacto durante días. ¿Qué pasó? Compartí, pero sólo un poco. ―Kevin estaba trabajando con alguien que quería algo mío. El hombre me retuvo esperando que le diera lo que quería, pero no tenía ni una idea de qué era. Cole y la policía me rastrearon y me sacaron. Estoy en casa de Cole porque no quiere que esté sola. ―¿Qué quería el hombre? ―Fotos que aparentemente papá tomó. ―¿Fotos? Deben haber sido unas fotos muy reveladoras. ¿Quién te llevó y no evadas esta vez? ―Un hombre de confianza de Stein. Hubo un silencio antes que tía Dee dijera: ―Me advertiste que probablemente la muerte de Mace no fue un accidente. Incluso dijiste que era probable que Stein estuviera involucrado. Realmente tuvo algo que ver con la muerte de Mace si todavía está buscando algo de él. ―Eso es lo que la policía cree. De nuevo un silencio y entonces se movió rápido, tomando su taza de café y lanzándola al otro lado del cuarto. Se rompió contra la pared del otro extremo. ―Es simplemente increíble. ¿Mace se ha ido y por qué? Dinero. ―Esa es mi suposición. ―La policía atrapará a esos imbéciles, ¿verdad? ―Sí. Cole se encargará de eso. ―Después de todo por lo que ha pasado ese hombre… mi hermano siempre fue excelente juzgando el carácter. Cuando todo esto termine, de verdad me gustaría conocer mejor a Cole. ―Creo que a él también le gustaría.

―Bien. Voy a cambiar de tema porque aunque sé que estás conteniéndolo, no voy a presionarte. Si alguna vez estás lista, estoy aquí y espero que hayas compartido tu calvario con Cole porque necesitas hacerlo. Él te ayudará a superarlo. ―Lo está haciendo y gracias. ―Visité a Dylan y tenías razón, no está pasándola muy bien, aunque estoy feliz de decir que no estaba ebrio. ―Bueno eso es algo. ―Tengo una amiga que trabaja en el hospital de Pensilvania, una terapeuta. Se va reunir con Dylan y conmigo para cenar mañana. Tal vez tenga más éxito llegando hasta él. Te mantendré informada. ―Es una buena idea y sí, por favor mantenme informada. Ahora es mi turno de cambiar de tema. Antes de todo esto, Cinthya me llamó a la oficina. ―¿Cómo demonios consiguió el número de tu oficina? ―No tengo idea. Quiere hablar sobre papá, ¿pero por qué el interés en hablarme ahora? Era una pregunta que me atormentaba porque no creía en las coincidencias. ―Ella está tras algo, tal vez quiere algo de la herencia de Mace ―sugirió tía Dee. ―¿Qué herencia? Dylan tuvo que vender todo para llegar a fin de mes. ―Cierto. ―¿Tienes poder notarial? ―Sí, Dylan y yo lo hicimos, pero dejé que Dylan se encargara de todo. Al principio, no pude hacerlo y honestamente soy como Mace, no tengo paciencia. ―¿Apartaste los libros de papá para mí? ―Sí. ―Me gustaría revisarlos. Tal vez Cinthya sabe algo que nosotras no. ―No puedo imaginar cómo, pero tengo todo en mi oficina. ―Bien, me los llevaré cuando me vaya. ―¿Cuándo vas a ir a casa? ―No estoy segura. ―Si quieres mi opinión, quédate con Cole, al menos por un tiempo hasta que te hayas encargado por completo de los eventos recientes. Será más fácil para ti salir adelante si te sientes a salvo, y ese chico definitivamente te mantendrá a salvo.

―Estoy de acuerdo. Su rostro se suavizó, algo del estrés de la visita aliviándose en sus rasgos. ―¿Finalmente ha aceptado que te pertenece y tú a él? No debió haberme sorprendido que tía Dee supiera de la guerra del tira y afloja emocional que Cole y yo habíamos estado jugando por tanto tiempo, pero lo hizo de todos modos. ―Sí. ―Al fin. La sonrisa que burbujeó fuera de mí se sintió de verdad genial.

Cole se había ido temprano para encargarse de algunos asuntos urgentes del club, y me sentí muy mal ya que sólo había tenido asuntos urgentes porque había estado quedándose en casa conmigo. No quería dejarme, intentó salirse de los asuntos del club, pero me planté firme en que no lo hiciera. No cedió hasta que se puso en contacto con Bruce y exigió un auto afuera de la casa. Pensé que Bruce objetaría, pero diez minutos después, un auto sin placas se estacionó afuera en la calle. Ahora que se había ido, más o menos deseé no haber insistido en que se fuera. Lo extrañaba, pero tomé la oportunidad para explorar su casa. Escaso era una buena palabra, pero no frío. Su espacio era limpio y preciso, luciendo como imaginaba que los soldados mantenían sus barracas. Su cuarto tenía un poco más de calidez, creada por un par de fotos en su armario. Fotos que parecían tan fuera de lugar en su cuarto y sin embargo al ver que tenía instantáneas de papá y mías, decía que de verdad pensó en nosotros como una familia. A pesar de todos sus intentos de actuar al contrario, aquí estaba la prueba de que pertenecía a nosotros tanto como nosotros a él. Saber eso dejó cierta comodidad en mi pecho. Pegado a la pared al lado del armario, estaba un artículo del periódico. Era viejo; el diario había comenzado a ponerse amarillo. Acercándome, mi corazón cayó mientras leía la información sobre la paliza de su padre y su posterior muerte. ¿Por qué guardaba eso? ¿Por qué se obligaría a recordar a ese animal? La respuesta era obvia, la culpa, ¿pero por qué? El hombre era un monstruo y Cole se había salvado a sí mismo sin importar cómo pensara en ello ahora. Si el hombre jamás lo golpeado, Cole jamás hubiera tenido que dirigir sus manos hacia él. Rabia, no debería haberla sentido, pero lo hice, aunque no podía estar segura a quién iba

dirigida mi ira. A Cole por ser lo suficientemente estúpido como para cargar con un peso que no tenía por qué cargar o a su padre por ser un inútil pedazo de mierda. Arrancando el artículo de la pared, me dirigí a la cocina, me serví una copa de vino y dejé que mi temperamento se calmara. Cole regresó un par de horas después y para ese momento ya me había tranquilizado. Entró en la cocina, con el comienzo de una sonrisa apareciendo en sus labios hasta que vio el artículo en el mostrador. Su rostro se puso completamente en blanco. Probablemente podría haber sido más delicada cuando presioné con el tema, pero delicado no era la forma de manejarlo con Cole. ―¿Por qué todavía tienes esto? ―Eso es personal. ―Sí, lo encontré en tu cuarto. ¿Por qué todavía lo tienes? ―Déjalo, Mia. ―No. ¿Por qué? ―Es tarde. ―Cole, has compartido mi dolor y es hora de que comparta el tuyo. ¿Por qué? No fue sólo la pared que se levantó, sino la rabia, tanta rabia que su voz era cortante por esta. ―Déjalo. ―¿Por qué mantener el recuerdo de ese hombre? Furia y justo bajo la furia estaba el auto desprecio. ―Ya basta, Mia. Harto de la conversación, se dio vuelta y se alejó, pero no lo dejé ir. Él había estado alejándose por muchísimo tiempo. Agarrando su brazo, luché por detenerlo. ―Mierda, Mia, sólo deja el asunto en paz. ―¿Mi padre era un hombre justo? Un gruñido retumbó en su garganta y honestamente estuve un poco asustada, pero había tenido suficiente de que se tortura en silencio. ―¿Lo era? ―Sí, malditamente lo sabes. ―¿Él te estuvo adulando para hacerte sentir mejor? ―No.

―¿Él decía las cosas tal y como eran, verdad? ―Agarrando su rostro, lo obligué a que me mirara―. Él también te dijo esto, estoy segura, pero estoy diciéndotelo ahora. Fue en defensa propia. Fue tanta defensa propia como cuando tomé esa arma y le disparé a un hombre inconsciente. Me dijiste que eso era defensa propia, entonces si de verdad crees que lo que hiciste a tu papá no fue autodefensa, entonces lo que le hice a ese hombre tampoco lo fue. Se estremeció por mis palabras, como si lo hubiera golpeado. ―Piensa en eso, Cole. Ambos somos inocentes, o los dos somos asesinos. Apartándome de él, regresé a la cocina, pero escuché la puerta cerrarse cuando se fue de nuevo. Amé a mi papá incluso más, al saber que no dejó que Cole enfrentara la pesadilla solo. No era sólo que papá hubiera salvado a Cole de ese monstruo; simplemente lo había salvado. Una hora después, Cole regresó. Todavía estaba en la cocina, había pasado esa hora peleando con mi necesidad de quemar ese artículo. Él se movió al mostrador de al lado, inclinándose contra este, con su atención en mí. ―Eres muy parecida a tu papá. ―Gracias. Su cabeza cayó, y su voz se profundizó. ―Lo disfruté. Golpearlo, sentir sus huesos romperse, escuchar la sangre que lo estaba ahogando, ver el miedo en sus ojos… ―su cabeza se levantó―, disfruté golpearlo hasta la muerte. Si tuviera que hacerlo de nuevo, maldita sea, lo haría. Y pude ver que así era, vi una clase de retorcido placer quemar en su mirada. ―¿Por cuánto tiempo había estado golpeándote? ―Tanto como puedo recordar. ―Entonces aun cuando eras un niño pequeño, sin ser capaz de defenderte físicamente por tu cuenta, te golpeó. ―Sí. ―Disfruté volarle el pene de un disparo al idiota. Incluso con la sangre, viéndola inundar las baldosas, lo único que pasaba por mi cabeza era que no sería capaz de hacer lo que me hizo a mí a nadie más. El hombre estaba inconsciente, la puerta estaba abierta y pude haber huido, pero me quedé. Conscientemente, agarré su arma, solté el seguro, y le disparé. En mi cabeza, sabía que había una buena posibilidad de que muriera por la herida y no me importó. ¿Me arrepiento de tomar una vida? ¿Su vida? No. No respondió, pero no tenía que hacerlo.

Requirió esfuerzo, pero no me acerqué a él. Le di el espacio que de alguna forma supe que necesitaba. ―Voy a la cama, espero que vengas conmigo. Era tarde cuando Cole se me unió en la cama, un leve aroma a licor en su aliento cuando me acercó, curvando su cuerpo protectoramente alrededor del mío. Y sólo entonces fui capaz de quedarme dormida.

A la mañana siguiente, estaba haciendo una tortilla francesa cuando Cole entró. Se acomodó en el mostrador, pero su atención estaba por completo en mí. Mi instinto pedía preguntarle por lo de anoche, pero Cole era como mi papá. Hablaría cuando necesitara hacerlo. ―Huele bien. También él, acababa de bañarse. Mi apetito cambió de los huevos a él, cómo me gustaría pegarle un mordisco. Era tentador, pero había algo que quería discutir con él. ―He estado pensando sobre lo que dijiste, sobre que papá no habría salido esa noche a menos que conociera a la persona que lo llamó. Desde su muerte, mi madre biológica, Cinthya, ha estado intentando hablar conmigo. De hecho, su insistencia es impresionante considerando que la mujer ni siquiera me daba la hora. Si ella llamó, mi papá hubiera estado enojado, pero habría ido. Quiero escuchar lo que tiene que decir. ―Iré contigo. ―Cualquiera que fuera su sentimiento por lo que dije anoche, lo había enterrado, tal vez para procesar después, tal vez para desterrarlo por completo, pero no había más que pudiera hacer. ―Bien. ―No era tonta. Donny estaba detrás de mí, Cole podría esposarme a él y estaría bien con eso. ―Lo digo en serio, Mia, soy tu sombra. ―¿No lo eras ya? ―No así. Te dejo en el trabajo, y paso por ti. ―Es muy probable que no tenga un trabajo esperando por mí. Mi jefe es un medio idiota. ―Tendrás un trabajo. ―¿Cómo lo sabes? ―Le explicaré la situación a tu jefe.

Estaba a punto de protestar, pero de hecho quería ver a Cole “explicando cómo eran las cosas” a mi jefe. De hecho, incluso podría llevar palomitas de maíz porque tenía el potencial para ser todo un espectáculo. ―Bien. Su cabeza se movió hacia la mía. ―¿Bien? ―Tú y mi jefe, estoy totalmente de acuerdo con eso, pero por favor no lo hagas llorar. Negó, como solía hacer cuando era joven. ―Adorable y ridículo, ¿verdad? La ternura cubrió su rostro, él también recordaba. ―Siempre. ―Fue fugaz, esa emoción porque estuvo de regreso en el tema―. Y tu amiga, Janie, definitivamente estaré cerca cuando estés con ella. Es un poco ninfómana. ―¡No lo es! ―La negación fue por instinto, la necesidad de defender a mi amiga, pero honestamente por cómo había estado actuando últimamente, más o menos lo era. ―Sí, lo es. ―¿Cómo lo sabes? ―He estado observándote, ¿recuerdas? No sé porque lo dije, pero las palabras simplemente salieron. ―¿Te da miedo que esa condición sea contagiosa, no te gusta compartir? Ahora estaba enojado, ¿o estaba celoso? Como que me gustaba esa mirada en él. ―Me gustaría eso tanto como te gustó observar a esa perra tragarse mi polla. ―Touché. Nunca dejó su sitio al otro lado de la habitación y aun así lo sentí alrededor cuando dijo las siguientes palabras. ―Eres mía. Incluso cuando era dominante, hacía que mi corazón diera un salto. ―Sí, lo soy. ―Regresando al tema original antes que arrojara las preocupaciones al viento y saltara sobre él, continué―: De hecho, Janie no es ninfómana, pero tuvo algunas situaciones en su vida y se está rebelando.

―¿Rebelando? ¿Montarse a un extraño en el baño de un club es rebelarse? Ella había hecho eso, repetidamente. ―No es tan malo como lo que he visto. Su hermana se está casando, sus padres están presionando para que Janie asiente cabeza y a ella le gusta un chico, de una forma en que jamás he visto que le guste uno, pero la rechazó. No tomó el rechazo muy bien. ―Cualquier que sea la maldita razón, está llamando problemas. Es sorprendente que no se haya metido, o te haya metido, en uno. Así que de nuevo, cuando salgas con ella, yo también. ―Eres tan crudo como ella. Una sonrisa apareció rápidamente. Mi corazón se detuvo, su sonrisa detenía corazones. ―Necesitas hacer eso más seguido. ―Cuando mi comentario fue recibido por una ceja arqueada añadí―. Sonreír. Ahí estaba de nuevo, la mirada de ternura que se apoderaba de la severidad de sus rasgos. Quería ver más de eso y su sonrisa. Podría intentar sacar una sonrisa de él todos los días, y sólo pensar en ese desafío de grandes proporciones, hizo que mis propios labios se curvaran en una. ―El desayuno está casi listo. ―¿Te molesta? ―¿Tu boca cruda? No. ―¿Estás segura? ―Sí, me gusta. Entonces se movió, justo a mi lado, y alzando mi rostro con su dedo. No dijo nada, pero presionó su cruda boca contra la mía en el más dulce de los besos.

Cole Quería romperle el cuello al hijo de puta. El jefe de Mia, Frederick Nathaniel Tatum Jr. era un pequeño imbécil. Me quedé en la parte de atrás del cuarto, Tatum detrás de su escritorio y Mia sentada frente a él explicándole su ausencia en el trabajo, un hecho que él conocía muy bien porque Bruce Knox ya había venido a explicarle. El pequeño imbécil disfrutaba viendo a Mia retorcerse, obligándola a sentarse en suspenso mientras él sostenía su futuro en equilibrio. El detective Knox había visitado a Frederick padre; el hombre le había exigido al detective Bruce que lo mantuviera al tanto después de la visita de Donny. Mia había olvidado mencionar eso, pero con todo sucediendo, no la culpaba por ello. La situación era inusual, pero me gustaba que tuviera a alguien vigilándola en la oficina. No era sólo que el trabajo de Mia fuera aún suyo, era muy probable que Frederick padre la promoviera al puesto de niño Freddie ya que el departamento prácticamente se había derrumbado sin ella. Bruce había compartido que el padre pensaba que su hijo era brillante, pero malditamente perezoso. Imbécil también parecía tener un problema con las personas que invadían lo que consideraba suyo incluso cuando él no estaba cuidando lo que era suyo. Niño Freddie, el apodo que Mia le tenía, le quedaba bien. ―Ya hablamos de esto, Mia. Los problemas personales no tienen cabida en el lugar de trabajo. ―No lo traje al lugar de trabajo. ―Tenemos una reputación que mantener, no se ve bien para nuestros clientes tener una empleada involucrada en asuntos tan desagradables. Por mucho que el imbécil estuviera colmando mi paciencia, esta era la pelea de Mia, algo que había dicho repetidamente desde que salimos de la casa esa mañana. Quería encargarse de su jefe de una forma profesional, así que la visión de Mia agarrando la silla para evitar lanzarse por el escritorio, puso una sonrisa tirando de mis labios. Enojada era una buena forma de describir la forma en que escuchó después. ―Desagradable. ―Sólo no creo que te ajustes a la compañía.

―¿Ajuste? Mia estaba usando respuesta de una sola palabra, una señal de que su temperamento estaba llegando a la zona de peligro, otro rasgo que compartía con su padre. Era magnifica conteniendo su temperamento, sonando de una forma en control cuando intentó una vez más razonar con el idiota. ―Mi trabajo es ejemplar y no tuve control sobre los eventos de las últimas semanas. Me gustaría regresar a trabajar. ―Tan sólo no veo eso sucediendo. Había tenido suficiente, pero antes de que pudiera darle una paliza al idiota, Mia espetó. ―¿Cuál es su problema? Ha estado sobre mí desde el principio. ¿Por qué? Nunca le he dado ningún motivo para que se comporte como un idiota y aun así no es nada más que eso. El imbécil no podía ni siquiera molestarse como una persona normal al ser llamado imbécil, aunque justificadamente, debería haberse molestado. En cambio, parecía ofendido; la expresión era probablemente la misma que tenía cuando la calle en su campo de golf no era podada correctamente. ―Porque su padre planea reemplazarlo contigo. Dos pares de ojos fueron hacia mí, Mia parecía confundida, Freddie no, el imbécil sí lo sabía. La pregunta de Mia cambió mi atención a ella. ―¿Qué? ―A pesar de este espectáculo que tu jefe ha montado, el único en peligro de perder su trabajo es él. ―Pero… ―Me quedé al margen, Mia, te dejé lidiar con esto, pero ahora tendré un par de palabras con él. Esperando una discusión, estuve sorprendido cuando una sonrisa se extendió en su cara; una maldita y hermosa sonrisa que casi me hizo olvidar a Freddie porque la urgencia por tumbar todo sobre ese escritorio y follarla hasta que perdiera la cabeza era poderosa. ―Adelante, tienes la palabra. ―Pequeña descarada. El humor desapareció cuando giré mi atención a niño Freddie. ―Tú y yo sabemos que ella todavía tiene su trabajo por tanto tiempo como tu padre te permita conservar el tuyo, le darás a Mia una gran posición. Si necesitas dirigirte a ella, lo harás profesionalmente y de manera respetuosa. Si Mia llega a casa

luciendo ligeramente molesta, voy a asumir que se debe a ti. Y a diferencia de ti, puedo encargarme de lo que es mío así que por cada minuto de disgusto que ella sienta por ti, tú lo sentirás por mí. El idiota era demasiado estúpido para apreciar su situación porque el muy blandengue estuvo ofendido de nuevo. ―¿Estás amenazándome? ―No es una amenaza, es una justa advertencia para que cuando termines comiendo por un tubo no haya ambigüedades sobre la razón. ―No puede entrar a mi oficina a amenazarme. Va a escuchar de mis abogados. Requirió de esfuerzo, pero en lugar de estrellar la cabeza de Freddie contra el escritorio, mis palmas cayeron sobre este con tanta fuera que sonaron como un disparo. Me incliné, él rodó la silla casi hasta salir por la ventana. ―Te sientas aquí en tu viaje de poder, jugando con personas buenas y trabajadoras porque te emocionas con eso. A diferencia de Mia, no soy una buena persona y puedes enviar tantos abogados como quieras, nunca me verás venir. Pero te prometo esto, cuando termine contigo, nunca me olvidaras. Mia se paró abruptamente. ―Bueno, creo que eso cubre todo. Girándome hacia ella porque su voz sonaba extraña, me di cuenta que no sólo era su voz sino su expresión la que parecía apagada. ―¿Cole, vamos? Agarró mi mano y comenzó a sacarme de la oficina, por el pasillo y hacia la escalera. Tan pronto como la puerta se cerró a mis espaldas, saltó sobre mí, sus piernas envueltas alrededor de mi cintura, sus brazos enlazados en mi cuello y su boca fusionándose con la mía. Tomó un segundo antes de que mi boca se moviera bajo la suya, besando tan hambrientamente como ella a mí. Mi polla se endureció. Curvando mis dedos en su trasero, la acerqué más. Presionando su espalda contra la puerta, me froté contra el dulce calor. El aroma de su deseo hizo que mis testículos se tensaran. Quería tomarla ahí mismo, quería mi polla enterrada profundo en ella, pero la primera vez que la tomara no sería en el descansillo de las escaleras de un edificio de oficinas. Con eso dicho, quería que se viniera, quería escucharla, olerla. Meciendo mis caderas, mi pene se frotó contra su centro a su clítoris hasta que sus extremidades se apretaron alrededor de mí, el aroma de su excitación aumentando mientras su cuerpo sufría espasmos; mi pene se sacudió mientras me venía en mi pantalón justo como un adolescente, mierda y no me importó.

Mia Tres días después de que Cole y yo nos reunimos con niño Freddie, todavía no era capaz de sacar la imagen de Cole poniendo a Freddie en su sitio de mi cabeza. Había estado tan malditamente ardiente, tan sexy, que enloquecí. Lo quise demasiado en ese momento que me hubiera quitado la falda justo ahí en la oficina de Freddie. Por así decirlo, aun había actuado arbitrariamente al saltar sobre él en la escalera. Me corrí en la escalera del edificio de mi oficina, un hecho que debería avergonzarme, pero no era así. Fue el mejor orgasmo de mi vida y había estado completamente vestida. Cuando ambos estuviéramos desnudos, podría no sobrevivir y no podía pensar en una mejor forma de dejar esta vida. Estaría comenzando el trabajo en unos días, de hecho estaba ansiosa por ello, quería pensar en cualquier otra cosa menos en todo lo que había estado consumiendo mis pensamientos últimamente. Cole y yo cenaríamos con Janie mañana en la noche. No podía esperar para verla. Habíamos hablado un par de veces en las últimas semanas, pero las conversaciones telefónicas no eran ni de cerca tan buenas como cara a cara. Ella había mencionado a Timothy la última vez que hablamos; aparentemente cualquier cosa que había evitado que él actuara según sus sentimientos por ella ya no era un problema. Él iba a estar con nosotros mañana. Amaba a Janie, pero se había estado volviendo más y más auto destructiva, así que de verdad esperaba que lo que sea que pasó con Timothy no la hiciera caer en picada. Había evitado involucrar a su familia, pero escenas como las que Cole me describió el otro día, ella las había estado haciendo más y más. Mi esperanza, era que fuera un estado de rebelión pasajera y que ahora estuviera lista para avanzar. Si no, no iba a tener más opción que involucrar a su familia. Sentada en la cocina de Cole, estudié los registros de papá sobre el taller. Incluso con todo lo que había pasado en las últimas semanas, me sentía tan cómoda de estar aquí y me encantaba que Cole me quisiera aquí. Y como si pensar en él lo invocara, entró en la cocina, dirigiéndose al refrigerador por una cerveza. ―¿Quieres vino? ―Por favor. Sacando nuestras bebidas, se acomodó al otro lado de la mesa. ―¿Por qué el interés en los archivos de tu papá?

―Cinthya. Su insistencia, ella está buscando algo y mi suposición es que es dinero. Sólo quería asegurarme que ella no sabe algo que nosotros no. ―Girando mi atención a él, añadí―: Gracias por darme esto, estoy feliz, a pesar de lo que pasó, estoy feliz y estoy con los pies sobre la tierra y no soy el terrible desastre que podría ser y tú eres la razón. La mirada que me dio en respuesta encendió mi cuerpo. Estaba a punto de reprenderlo, porque necesitaba dejar de torturarme con esas miradas calientes, cuando se paró y rodeó la mesa. Tomando mi mano, me levantó de mi silla. Sus dedos se enredaron en mi cabello, inclinando mi cabeza hacia atrás, antes de que su boca bajara contra la mía; su lengua pasando entre mis labios para saborearme. La emoción corrió a través de mí, la anticipación me puso salvaje porque finalmente estábamos aquí. Pasando mis brazos alrededor de sus hombros, envolví mis piernas alrededor de su cintura. Lo sentí, duro y grueso. No era la única ansiosa; mis caderas se movieron instintivamente, frotándose contra él. Sus manos se instalaron en mi trasero mientras caminaba de la cocina al dormitorio. Una vez llegamos a su cuarto, me puso de pie. Estaba en llamas, cada célula de mi cuerpo vibraba, y entonces lo miré a los ojos. El amor quemó a través de mí, para ver todo lo que estaba sintiendo mirándome de regreso. Una delicada caricia a lo largo de mi mejilla con un áspero toque de su pulgar hizo que mi corazón saltara ante la ternura de este simple gesto. Cole Campbell, casi no podía creer que estuviéramos aquí, que finalmente hubiéramos encontrado nuestro camino hasta aquí. Movida por el momento, dije lo que pensaba en voz alta. Pesar a través de su áspero susurro. ―Debí haber sido tu primera vez. ―En todo lo que cuenta, lo fuiste. Acunando el costado de mi cara, su boca se cerró sobre la mía, pero no tenía la sensación de que me estuviera reclamando sino más bien venerando. Bajando sus manos por mi cuerpo, empuñó mi camisa en sus manos y la subió por sobre mi cabeza. Lo observé mientras su mirada pasaba por mi cuerpo. Las puntas de sus dedos pasaron por mi clavícula y entre el valle de mis senos. ―Tan hermosa ―susurró mientras sus dedos trabajaban en el broche de mi sujetador, su toque era ardiente. Trazó la curva de mis senos antes de detenerse sobre el tatuaje de su marca―. No tienes ni idea de lo que esto significa para mí. No era capaz de formar una respuesta, él no esperó por una cuando bajó su cabeza y tocó con su lengua la marca. Mi corazón golpeó, mis dedos hormiguearon por tocarlo, por explorarlo mientras él me exploraba, pero estaba bajo un hechizo;

paralizada en una neblina de lujuria y amor. Cole metió mi pezón en su boca. Cuando succionó al mismo tiempo que hizo girar su lengua sobre la punta, mis rodillas se debilitaron. Sentí el cambio él, su exploración lenta volviendo urgente mientras agarraba mi pantalón y lo bajaba por mis piernas antes de enganchar su brazo alrededor de mi cintura y prácticamente lanzarme sobre la cama. Acomodándose entre mis pierna, me jaló hasta el borde, cayó de rodillas y enterró su lengua profundamente dentro de mí. Moviendo mis caderas contra su lengua, empuñé las sábanas casi con miedo del orgasmo que estaba creando en mi cuerpo. Agarrando mis muslos, me mantuvo abierta mientras su lengua iba más profunda, saboreándome desde el interior. Sus labios se cerraron sobre mi clítoris y succionó con fuerza. Los músculos de mi estómago se apretaron con la inminente liberación; los dedos de mis pies se curvaron, y el aire en mis pulmones se congeló un segundo antes de que olas y olas de intenso placer se estrellaran contra mí. Cada nervio crepitó, e incluso mi cráneo hormigueó. Todavía completamente vestido, se acomodó entre mis piernas, con sus brazos sosteniéndolo, pero no estaba mirando tanto como estaba contemplando. Cole Campbell. El grande y hermoso Cole estaba siendo acunado por mi cuerpo. Llevando su boca a la mía, me saboreé en su lengua y quise más, quise todo de él. Alcanzando su camisa, la tiré por sobre su cabeza: suaves y duros músculos encontraron mi toque en sus hombros, bajando por sus brazos, alrededor de su espalda hasta su trasero. Abriendo más mis piernas, me froté contra él, su polla tensándose desde los confines de sus jeans. Con una eficiencia en el movimiento que apreciaba mucho, Cole rodó de la cama y se desnudó, y tan hermoso como recordaba que era, lo era aún más ahora. Arrodillándome en el borde de la cama, pasé mis manos por cada centímetro suyo; su pecho y sus hombros, su espalda tallada, su culo firme y sus muslos musculosos, incluso el pesado saco entre sus piernas no me causó vacilación solo deseo cuando mis manos se curvaron alrededor de este antes de terminar en su polla. Envolviendo mi mano alrededor de la sedosa y dura base, no sólo quería tocar sino probar. Y sabía increíble mientras lo llevaba más profundo en mi boca. Gruñó, sus caderas se sacudieron, empujándose más adentro. Estaba tan mojada, que pequeños temblores pasaban por mi cuerpo mientras pasaba mi lengua a lo largo del eje, probando el sabor salado de su punta. Tiró de mi, levantándome desde la parta baja de mis brazos y lanzándose más hacia arriba de la cama. Arrodillándose entre mis piernas, tocó con sus dedos mi clítoris y empujó su pulgar dentro de mí, lo que envió una descarga de sensaciones a través de mi cuerpo.

―He esperado un largo maldito tiempo por esto. Quiero sentirte, quiero tomarte desnudo. Estoy limpio. Oh mi Dios, sí, quería sentirlo piel a piel. ―Yo también. Él cambio posiciones, empujando solo la punta de su polla dentro de mí, mientras mis piernas se abrían más, mis caderas levantándose para recibir más de él. Su rostro estaba rígido, su atención en el punto donde nos uníamos. Se movió lentamente, muy despacio mientras me llenaba. Su respiración era entrecortada, sus dedos se apretaron en mis caderas, mientras me tiraba hacia él con fuerza y empujaba a la misma vez. Las lágrimas se derramaron de mis ojos al tener a Cole dentro de mí, llenándome tan completamente. Él se quedó quieto, su pulgar limpió la lágrima de mi mejilla. Su mirada se volvió precavida. ―¿Te lastimé? ―¿Sabes cuántas veces he imaginado esto? Mi imaginación no puede igualarlo. Su expresión se volvió posesiva, escuchando sus propias palabras dirigidas a él. Se retiró, un extraño grito de protesta se quedó en mi garganta cuando volvió a golpear dentro de mí; nuestras esencias mezcladas perfumaban el aire alrededor de nosotros. Mi cuerpo se movió, encontrando a Cole empuje por empuje, y aun así estaba hipnotizada viendo a Cole y la cruda y expuesta expresión de su rostro. Levantando más alto mis caderas, su polla penetró en mí con más fuerza y rapidez, los músculos de su pecho y sus brazos se flexionaban, mientras me llevaba sobre el borde de nuevo. Si pensé que el primer orgasmo fue monumental, no fue nada comparado con este. Incluso más hermoso fue a ver a Cole mientras se venía, su cuerpo se quedó inmóvil, sus músculos se flexionaron, sus ojos se cerraron mientras el placer recorría su cara, su polla se sacudió liberándose dentro de mí. Abrió sus ojos y todavía dentro de mí, capturó mi boca, el beso fue sorprendentemente tierno. ―Valió la espera ―susurró contra mis labios. ―Es un eufemismo. Saciada y adormilada, estaba lista para acurrucarme contra Cole y dormir. Él tenía otros planes. ―De rodillas, abre las piernas. Antes de que pudiera preguntar, me entregó la respuesta.

―Hora de que montes mi cara. Y justo así, ya no estuve cansada. Tres orgasmos más tarde, me rendí. No estaba bromeando cuando dijo que sólo iba a tener energía para respirar e incluso eso se me estaba haciendo difícil. ―¿Cansada? Petulante era la única palabra para describir su tono. ―Mucho, pero felizmente cansada. He querido eso desde que tenía dieciséis. Moviéndose un poco, sonrió. ―Los dos. Su fácil aceptación hizo que mi corazón latiera erráticamente porque incluso entonces fue mío. ―Pensé que eras más de papá que mío en ese entonces. ―No, te metiste en mi corazón desde los siete años y jamás te fuiste. Tocando su rostro, supe que jamás me acostumbraría a escuchar tales palabras de él incluso aunque ansiaba oírlas. Se acomodó de nuevo contra mi costado, su agarre sobre mí se apretó. ―No tomo pastillas y la verdad no quiero tomarlas. Se tensó y no estuve segura hasta que preguntó. ―¿Quieres que use un condón? ―Pude decir, por la forma en que prácticamente resopló esas palabras, que no le gustaba esa opción en absoluto. Estaba de suerte, porque a mí tampoco. ―No. Tomando mi barbilla para que lo mirara, busco en mi rostro por la respuesta y cuando la encontró, preguntó. ―¿Qué estás diciéndome, Mia? Era un riesgo, pero también era como me sentía, así que le contesté. ―Hemos perdido el tiempo suficiente. Y ambos sabemos lo rápido que cambia la vida. ―Su expresión no era una que pudiera discernir lo que me hizo añadir―: ¿Sería tan terrible? ―Tener un bebé contigo, claro que no, sería increíble. ―¿De verdad? Pensé que tal vez… ―Su boca se cerró sobre la mía, silenciándome. El humor bailaba en sus ojos cuando terminó el beso. ―No pienses.

Bromeando, Cole Campbell estaba bromeando conmigo. Mi corazón jamás se sintió tan ligero. Acurrucándome más contra su costado, mis pensamientos vagaron. ―¿Cuándo comenzaron el club papá y tú? ―Un años antes de que fueras a la universidad. Tu papá me preguntó una vez, cuando era más joven, qué quería hacer con mi vida. La verdad nunca había pensado en eso, pero después descubrí que me gustaba la liberación que ofrecía la música, el blues en particular, y pensé que manejar un club donde pudiera traer esa atmosfera a la vida me gustaría. Le mencioné la idea a tu papá. Debí haber sabido que tomaría la idea y seguiría con esta. ―¿Y es eso lo que querías hacer con tu vida? ―Parte de ella. ―¿Sólo parte? No respondió, así que continué: ―¿Las bandas, fueron tu idea? ―El lugar era un club de electrónica antes de que Mace lo comprara y tenía una clientela de muy buen tamaño y no quise perderla. Los viernes y los sábados son importantes para las fiestas, así que dejé la parte electrónica para los fines de semana, pero en semana tengo mi blues. Girándome hacia él, descansé mi barbilla sobre su pecho. ―Siempre me han gustado más los días de semana que los fines de semana. ―Lo sé. Por supuesto que lo sabía, ya que el hombre pasaba una gran cantidad de tiempo observándome. Y fue pensando en eso que recordé las siguientes palabras. ―Creo que a papá le hubiera gustado que estemos juntos. ―Quería que lo estuviéramos. Las suaves caricias que había estado haciendo en su pecho se detuvieron. ―¿Qué quieres decir? ―Me dio su bendición. Fui tomada fuera de guardia por esas palabras, pero no me sorprendieron. ―¿Cuándo? ―Como tres años antes de su muerte. Esa noche en mi dormitorio, no había tenido la bendición de papá y aun así vino. Mi corazón se hinchó.

―Siempre supo que era lo mejor para mí.

Recostada en la cama a la mañana siguiente, mis pensamientos estaban por completo en la noche anterior. Cole y yo habíamos hecho el amor, finalmente habíamos terminado lo que comenzamos esa noche en mi cuarto. Sólo pensar en cómo respondió mi cuerpo a él, la forma en que trajo placer con cada toque, beso y caricia, hizo que mi cuerpo doliera por más. Papá había querido que estuviéramos juntos. Me hizo feliz saber que él estaría feliz viendo que encontramos nuestro camino. Cole regresó, usando nada más que una sonrisa. Dios mío su cuerpo era increíble, la clase de musculo hermoso que ves en la portada de Men’s Health. Cada centímetro suyo era duro, un bienvenido latido comenzó entre mis piernas. Mis ojos fueron a sus tatuajes. Me pregunté cuándo se los hizo, le hice la pregunta cuando se subió a la cama y se acomodó entre mis piernas. ―Después del reformatorio. ―¿Tienen algún significado? ―Tal vez. ―Su boca se presionó en mi cuello, su lengua subió por mi garganta. De repente el significado de sus tatuajes, la verdad no era tan importante. Moviendo sus caderas, se deslizó dentro de mí, mi aliento se atoró en mi garganta ante la exquisita sensación de él llenándome completamente. Mis caderas se movieron, levantándose hacia las suyas, tomándolo más profundo antes de que se retirase, la dulce fricción provocaba cosquillas que se disparaban a mis piernas. Su boca se acomodó sobre la mía, besándome profundamente, su lengua llenando mi boca, probando y explorando. Rascando su espalda con mis uñas, mi cabeza se levantó ofreciendo más justo mientras mis caderas hicieron lo mismo. Sus manos bajaron por mi cuerpo hasta curvarse en mis muslos mientras tiraba de mis caderas más alto para ir más profundo. El orgasmo pasó sobre mí enviando placer a cada una de mis terminaciones nerviosas. Incluso cuando se instaló profundamente, y el clímax tensó su cuerpo, su boca jamás dejó la mía. Varios minutos después, su cabeza se levantó y miró hacia mí antes de mover su boca bajando por mi cuerpo y lamerme hasta limpiarme.

Fue mientras me vestía esa noche para la cena con Janie que una pregunta evidente asomó su cabeza. Cole estaba afeitándose, su cuerpo desnudo sólo cubierto por una toalla envuelta alrededor de sus caderas. Tan distractora como era la vista, no pude superar la aprehensión que estaba desplegándose en mis entrañas. ―¿Cole? Sus ojos encontraron los míos en el espejo. ―¿Dijiste que papá estaba buscando diversificarse, verdad? ―Sí. ―Normalmente una compañía se diversifica cuando están haciéndolo muy bien y quieren expandir su base de operaciones, así que a papá debería haberle estado yendo muy bien en el taller. Él se dio vuelta y supe que entendió a dónde iba con esto. ―Apenas he comenzado a mirar sus registros financieros, así que no tengo todo muy claro todavía. ¿Tuvo que dar mucho de inicial para comprar el club? ¿Cuánto pidió prestado? ―Pidió un préstamo, pero los beneficios del club eran más que suficientes para cubrir la hipoteca y los gastos operativos. ―Y el taller estaba operando sin deudas. ―Eso fue lo que entendí. ―¿Entonces por qué Dylan tuvo que vender? ―Buena pregunta. Tendremos que preguntarle.

Tan pronto como vi a Janie, prácticamente la tiré al suelo. Sus brazos me envolvieron con fuerza en un abrazo. ―Tienes mucho que explicarme. ―Lo sé. Te he extrañado. Ella se apartó, sosteniéndome de las manos y estudiando mi rostro. ―¿Estás bien? ¿Kevin te lastimó? ―No. ―Pequeño imbécil, asustarnos así. La próxima vez que lo vea… Cole captó mi mirada. Yo dije: ―Ya volvemos.

―Conseguiré la mesa. Llevándome a Janie al baño de mujeres, revisé los cubículos antes de encerrarnos dentro. ―Qué intriga y misterio de tu parte. ―Janie, no estoy contando todo porque no hay razón para que lo sepas todo, pero tienes que saber parte de ello por tu propio bien. ―Tomé aire profundamente porque esto no iba a ser fácil―. Kevin está muerto. Ella no tuvo reacción con excepción de la palidez de su rostro y sus ojos ampliándose. ―Todo se deriva de nuevo a mi padre, hay gente buscando cosas que creen que tengo. Kevin era un peón. La policía tiene ojos en todo lado, están vigilándote a ti y a tía Dee. ―¿Quién mató a Kevin? ―Un hombre muy malo. ―Si Kevin está muerto entonces… ―La sorpresa se volvió ira en un segundo―. ¿Él te tenía? ―Sí, pero Cole me rescató. Janie siempre había sido capaz de leerme muy fácilmente, razón por la cual sus siguientes palabras no fueron una pregunta. ―Te lastimó. ―Yo también lo lastimé. ―Lo hice de algún modo, tomando a su hombre y escapando. ―No quieres hablar de eso. ―No, pero tienes que tener cuidado. Como dije, la policía está vigilándote para que no vaya por ti para llegar a mí, pero necesitas tener cuidado. ―¿Qué demonios quiere? ―La verdad no tengo idea y podría volverme loca intentando juntar el rompecabezas, pero no quiero hacerlo. Quiero intentar continuar con mi vida, pero siendo lista en el proceso hasta que esta mierda se termine. ―¿Entonces hay una luz al final del túnel? ―Eso creo. Ella tenía más por decir, pero no lo hizo y estuve agradecida porque hablar revolvería lo sentimientos que quería con tanta fuerza no sentir.

―No me gusta, nada de esto, pero está bien. Y no voy a presionar y seré cuidadosa. ¿Entonces qué pasa con Cole? ―Lo amo. ―El sentimiento es mutuo, el hombre no te puede quitar los ojos de encima. ―Ha sido por un largo tiempo. ―El maldito descubrimiento del año. ―¿Qué pasó con Timothy? Un sonrojo cubrió sus mejillas y ver a Janie sonrojada, la mujer que por lo general se involucraba en actividades que harían sonrojar a las personas más extrovertidas, fue inesperado y honestamente, perturbador. ―Ha escuchado rumores sobre mis apetitos sexuales. ―¿Qué? ―Sí, bueno no hablo de eso, pero tampoco lo oculto. Soy un ser sexual, no me disculpo por eso. ―¿Entonces qué pasó? ―Pues resultó, que él es un poco pervertido por su cuenta. Estaba preocupado de que sus deseos no encajaran con los míos. ―¿Lo que quiere decir? ―Le gusta atarme. ―¿Qué? ―No va como Cincuenta Sombras, pero lo gusta atarme. ―¿Y estás bien con eso? ―Al principio no estaba segura, pero tengo que decirte, Mia. La cantidad y la intensidad de los orgasmos que el hombre me da, sí, la verdad estoy bien con eso. ―Creo que, como la conversación de la perforación, necesito vino para esta discusión. ―Tomando su mano añadí―: Eres feliz. ―No estaba preguntando porque estaba escrito por toda su cara. ―De verdad lo soy. ―Entonces ya me cae bien. ―Muy, vayamos afuera. Tienes que conocer a Timothy y yo quiero mirar a tu hombre. Está malditamente bueno.

Cole El cuerpo de Mia estaba rígido cuando se sentó enfrente de Cynthia y aunque odiaba a la perra, su preocupación por Mia parecía genuina. Sabía que ella era una puta y al parecer una costosa ya que se veía más como si acabara de salir de una sesión de fotos y no de la cama de algún fulano. Cynthia había sido muy reservada acerca del porqué quería ver a Mia, solo indicando que era importante y yo tenía que venir con ella. Como si fuera a cruzarme de brazos y dejar a Mia lidiar con esta mierda sola. Estábamos en un bar, un lugar en el centro de la ciudad, y después de que nos entregaron las bebidas, Cynthia apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó un poco hacia Mia. ―Gracias por verme. ―¿Por qué estamos aquí? ―Claramente Mia no estaba interesada en una pequeña charla―. Me puse en contacto contigo por la petición de Mace. Todo el cuerpo de Mia se quedó inmóvil, la mano que descansaba en su regazo empezó a temblar. A la mierda con esto, pensé antes de gruñir. ―¿Qué clase de juego estás jugando? ―Por favor escúchenme. ―Si nos estás jodiendo, si estás haciendo pasar a Mia por esto y todo es una mierda, tú y yo vamos a tener un maldito problema. Su mano no estaba firme cuando alcanzó su Martini. Bien. ―Mace vino a verme. ―¿Cuándo? ―La voz de Mia sonó tan pequeña, un poco perdida. Tomando su mano, sus dedos se enroscaron inmediatamente alrededor de los míos. ―Aproximadamente un mes antes de morir. No compartió nada conmigo pero me pidió que si algo le sucediera a él, tenía que contactarme contigo. Tenía que decirte que él dejo algo para ti en el lugar que era como un segundo hogar. ―¿Y no podías haberle dicho eso por el teléfono? ―Él fue muy específico, solo cara a cara y solo a Mia y a ti. Estaba asustado. Nunca lo había visto tan angustiado. Lo que sea que haya descubierto, realmente lo puso nervioso.

―¿Por qué estuviste de acuerdo en ayudar? ―Mia sonó más como Mia. ―Porque a pesar de todo lo que he hecho, cada vez que lo necesitaba, él estaba ahí. Eso sonaba como Mace, un muy buen chico. ―¿Lo viste después de que te hizo esa petición? ―No. Mia se puso de pie; evidentemente no tenía ningún deseo de estar en compañía de esta mujer más tiempo de lo necesario. ―Gracias. ―Lo siento, Mia. Siento que no pudiera ser la madre que merecías, y siento que perdieras a tu padre. ―¿Por qué no viniste a su funeral? ―Parecía hipócrita cuando no nos llevábamos bien, pero lamenté su pérdida. Era un buen hombre y un padre maravilloso. Mia se dio la vuelta para irse pero se detuvo y miró de nuevo a Cynthia. ―¿Qué pasó con tu amiga Tammy? ¿Mia sabía de Tammy? Buscarla fue lo que nos llevó a Mace y a mí por el maldito camino retorcido en el que habíamos acabado. Cynthia estaba tan sorprendida como yo de que Mia supiera sobre Tammy, si su expresión era alguna indicación. Lo confirmó cuando preguntó: ―¿Sabías acerca de eso? ―Los escuché a ti y a papá hablando esa noche. ―Cierto. No sé. Simplemente desapareció. La mayoría de sus amigos están convencidos de que se fue para empezar de nuevo en algún otro lugar. ―Tú no estás convencida ―afirmó Mia en vez de preguntar. ―No estoy segura, pero sé que no se habría ido sin decirme. Aunque pudo irse, así que podría estar equivocada y simplemente no la conocía tan bien como pensé que lo hacía. Mia vaciló un momento antes de que dijera: ―Lo siento. ―Fue hace mucho tiempo.

Sin decir otra palabra, Mia se dio la vuelta y se dirigió a la puerta. Antes de que pudiera seguirla, Cynthia me llamó. ―Cole. Mantuve un ojo en Mía. ―Sí. ―Sospecho que sabes más en lo que Mace había estado implicado que Mia y conocí a Mace por mucho tiempo y nunca lo había visto luciendo de la manera en que estaba cuando vino a verme. Estaba nervioso y hasta que tú descubras el porqué, no digas nada de lo que te enteres. No confíes en nadie. ―¿Incluyéndote? ―Eres un hombre inteligente, sabes la respuesta a esa pregunta. Mia estaba esperándome en la puerta y por más que no quería admitirlo, pude ver por qué Mace se había sentido atraído por Cynthia; vi un montón de coraje de Mia en su mamá. ―¿Todo bien? ―preguntó Mia cuando tomé su mano y la saque del club. ―Sí. Llegamos a mi moto; le entregué el casco a Mia antes de subirme. ―¿A dónde vamos? ―preguntó después de que se puso detrás de mí. ―Al lugar que era como un segundo hogar. Me dio un beso en la espalda. ―Y me encanta que sepas dónde está.

Vincent’s estaba lleno cuando llegamos, pero tan pronto como estuvimos en el interior, Vincent logró vernos y se acercó. ―Tendré la mesa para ustedes en un minuto. ¿Cómo estás, Bella? ―Estoy bien, Vincent, pero estaré mucho mejor después de un plato de tu pollo a la parmesana. ―Y un trozo de pastel ―agregó Vincent―, sus comidas van por la casa. Mia intentó protestar, pero Vincent ya se había marchado y sin duda lo hizo a propósito para que ella no pudiera hacerlo. Una vez que nos acomodamos en la mesa, me concentré en Mia quien estaba mirando alrededor del restaurante, pensando en Mace. Sus siguientes palabras tiraron de mi corazón.

―Lo extraño demasiado. ―Sus ojos se movieron hacia mí―. Así que, ¿dónde crees que lo dejó? ―Mi conjetura, debajo de esta mesa. Sus ojos se agrandaron, emoción volviendo sus mejillas de color rosa. Jodidamente hermosa. ―¿Crees que todavía está allí? ―Era lo suficientemente importante como para dejarlo, así que creo que sí, que aunque Mace lo escondió, todavía está allí. ―Entonces, ¿cuál es el plan? Inclinándome más cerca a ella y bajando mi voz dije: ―Creo que deberías meterte debajo de la mesa y echar un vistazo. Y mientras estés ahí abajo… Sus pupilas se dilataron, sus mejillas poniéndose aún más rojas, y maldición, ella lo estaba considerando. Ahora yo estaba duro. ―Tentador. Sus ojos estaban vidriosos y realmente se lamió los labios con anticipación. Mi polla se puso recta como una vara. ―Mia, deja de mirarme de esa manera o tú y yo vamos a hacer algo en el baño de hombres. Su voz bajó una octava y se puso ronca por la lujuria. ―¿Podríamos? Poniéndome de pie, agarré su mano y tiré de ella hacia la parte de atrás. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de nosotros, giré la cerradura, la presioné contra la puerta y tomé su boca. Ella bajó mi cremallera mientras la levantaba, fijándola en la puerta. Lamiendo mi mano para humedecerla, la busqué y no debería haber estado sorprendido de encontrarla ya mojada. ―De verdad quieres esto. ―Contigo, oh sí. Mi lengua se hundió en su boca al mismo tiempo en que mi polla entró en su dulce y húmedo calor. Sus brazos y piernas me sostuvieron firmemente, su boca tan hambrienta como la mía, mientras mis caderas se movían. No estaba jugando cuando dijo que realmente quería esto porque solo tomo unos minutos llevarla al orgasmo. Atrapé su grito con mi boca o no habría ninguna duda de lo que estaba

pasando aquí. Mis caderas todavía bombeaban mientras su cuerpo se apretaba alrededor de mi pene, llevándome a mi dulce liberación. Atrapar su grito había sido inútil porque una mirada a ella y lucía como una mujer que había sido completamente follada. Sus siguientes palabras fueron un ronroneo. ―Ahora entiendo el atractivo. Salí de ella y me subí la cremallera antes de mojar una toalla y limpiar entre sus piernas, lo cual sacó un gemido desde el fondo de su garganta que fue directo a mis bolas. Comprobando para asegurarme de que la sala estuviera vacía, la conduje de regreso a nuestra mesa. Tuve que mantener un brazo alrededor de ella, porque sus piernas estaban un poco temblorosas. Una vez que se acomodó en la mesa, alcanzó su vino y bebió la mitad del vaso de un trago. ―Tenemos que hacerlo de nuevo. La idea era tan tentadora que casi la follo de nuevo sobre nuestra mesa. Agarrando mi cerveza, tomé un trago profundo para enfriar la lujuria que me recorría salvajemente. Creerías que yo tendría esta mierda bajo un mejor control, pero todo lo que hizo falta fue un comentario sugerente de esta arpía frente a mí y quedé como un completo adolescente después de su primer orgasmo en el coño de una mujer. Se inclinó más cerca de mí, imitando mi acción de antes. ―¿Estás bien? Te ves un poco nervioso. ―Soy capaz de ponerte sobre mis rodillas. Escandalizada era probablemente la mejor manera de describir su reacción para mis intenciones. ―No lo harías. Envolviendo mi mano alrededor de su cuello, la atraje más cerca para que nuestros labios estuvieran casi tocándose. ―Golpear tu culo hasta que se ponga rojo y luego follarte, absolutamente lo haría. Indignación desapareció de su expresión para ser reemplazada rápidamente con deseo, sus ojos vidriosos otra vez. Sus movimientos lánguidos mientras nos acomodábamos en la silla, contradecían las palabras que decía. ―Nos estamos saliendo del tema ―Me gusta el tema que hemos decidido.

Levantó el vaso para tomar un trago y luego lo miro estupefacta cuando lo encontró vacío. ―Necesito más vino. Le hice señas a nuestro camarero, pero me mantuve centrado en ella. ―Volveremos después de que el lugar cierre y revisaremos la mesa. ―Está bien… espera. ¿Qué? ―La mesa, la revisaremos luego. ―¿Cómo vamos a entrar? Mi única respuesta fue levantar mis cejas. ―Pero el sistema de alarma. ―No es una preocupación. Y antes de que te molestes, involucrar a Vincent sólo lo pondrá en peligro potencial. Lo que él no sabe no le hará daño. Literalmente. El hecho que estuviera de acuerdo fácilmente me sorprendió, pero luego con todo lo que había pasado estas últimas semanas realmente no debería haberlo hecho. Me preguntó: ―¿Qué crees que es? ―No sé, pero lo que me molesta es la necesidad del secreto. ―De acuerdo, pero, ¿por qué entonces fue a Cynthia? ―No sé mucho sobre ella, pero me imagino que a pesar de ser una perra de grado A, nunca ha sido nada más de lo que es. Puede que a Mace no le hayan gustado sus opciones, pero me imagino que nunca le dio causa para no confiar en ella. ―¿Has pensado en alguien más sobre quien querría hacer daño a mi padre si realmente no era Donny o Stein? ―No tengo y no puedo pensar en nadie. Tu padre sólo quería mantener segura la zona. ¿Por qué alguien querría hacerle daño por eso? ―Tal vez fue sólo un accidente. Me pregunto si Bruce podría tener en sus manos el informe del forense. Y eso me había estado molestando porque, ¿por qué no lo había hecho? Y sabía que no lo había hecho porque le había preguntado por él en varias ocasiones. ―Uno pensaría que ya lo habría hecho. ―Piensas que sabe más de lo que dice.

―Creo que no sabemos lo suficiente acerca de esa noche para tener una idea de qué pensar. ―Bueno, tal vez lo que dejó papá va a llenar algunos de los espacios en blanco. Sí o tal vez sólo creará más preguntas.

Varias horas más tarde, volvimos con mi auto. Fue una pelea, pero gané y Mia se quedó en el auto. En la remota posibilidad de que esto se fuera a la mierda, no la quería involucrada. Forzar la cerradura había sido fácil y ya que sabía el código de alarma, algo que Mace me había dado algún tiempo atrás, entrar sin ser detectados también fue fácil. Moviéndome a través del restaurante, llegué a la mesa de Mia y di la vuelta. Tomó un minuto para encontrar lo que Mace dejó; es obvio que había entrado después de horas laborales él mismo, porque había cavado un escondite en la gruesa madera y lo selló con cinta para camuflarlo. Una unidad de memoria, tenía sentido. ¿Eran estas las fotos que buscaba Donny? Apostaría dinero en ello. Poniendo la mesa de vuelta, metí en mi bolsillo la unidad antes de restablecer la alarma y cerrar. Entrando en el auto, le entregué la unidad a Mia. Sus dedos temblorosos le dieron vuelta mientras la estudiaba. ―Son las imágenes, ¿verdad? ―Esa es mi conjetura. De vuelta en mi casa, encendimos mi computadora. Teniendo cuidado de mantener el contenido de la unidad local, abrí la carpeta. Había un documento y el resto eran archivos JPEG. Abriendo el documento, sentí a Mia tensarse a mi lado.

Mia, Si estás leyendo esto, algo salió mal. Lamento que no estoy allí contigo. Todo lo que hice fue para mantenerte a salvo. Por favor tienes que saber que si podría haber sido diferente, estaría contigo en este momento. Dalea esta unidad sólo a Cole; él sabrá qué hacer con ella. Te amo, Mia.

Cole, hay más en juego de lo que pensábamos y se me acabó el tiempo. Mantén a Mia fuera de ello. Siempre cuidaste mi espalda; por favor cuida la de ella ahora. Cuida de mi niña. Mace

Los sollozos silenciosos de Mia desgarraron mi corazón. Tirando de ella en mis brazos, sólo la abracé. ―No entiendo nada de esto. Era como si papá viviera una doble vida. ―Se apartó de mí, retrocediendo unos pasos―. Sabías todo acerca de su otra vida, eras una parte de ella. ¿Por qué no lo hiciste parar? Mi mandíbula se apretó. A pesar de lo justificado que era que se sintiera así, Mace y yo metiéndonos en algo antes de realmente apreciar la situación, todavía rozaba. ―Él habría continuado sin mí, conmigo tenía a alguien cuidando su espalda. Esa perra de Tammy que has mencionado antes, eso es lo que empezó todo esto. ―¿Qué quieres decir? ―Tu padre la estaba buscando, rastreando sus últimos paraderos conocidos. Esperando encontrarla escondida en algún lugar drogada y follada. Me pidió que lo ayudara ya que conocía los lugares donde mujeres como ella frecuentan. ―Debido a tu pasado. ―Sí. Descubrimos más de lo que esperábamos, pero la mierda que descubrimos no valía la pena para asesinar. ―Pero ahora ha muerto y me dejó notas. No quiero sus notas, Cole. Quiero a mi padre. ―Pasó una mano por su cabello, un gesto que había visto a Mace hacer infinidad de veces, antes de dirigirse a la puerta―. Me voy a la cama. ―Mia. No se volvió a mí cuando se detuvo en la puerta, pero escuché las lágrimas en su voz. ―No estoy enojada contigo, Cole, sólo la situación. Recibir una carta de mi padre cuando murió hace casi un año es muy duro. ―¿Irás a tu cama o la mía? Se volvió entonces, la ternura brillando a través del dolor. ―Tuya. No me había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración hasta que ella respondió. ―Iré más tarde. ―Está bien.

Instalándome en mi escritorio, saqué el contenido de la unidad, un sinnúmero de imágenes de hombres sin nombre fueron las últimas personas en ver a Tammy. Probablemente ella había cambiado, comenzó de nuevo en un lugar nuevo, pero el hecho de que nunca encontramos un rastro de ella no había sentado bien con Mace o conmigo. Pasé las fotos un par de veces, no conseguir lo que era tan importante sobre ellas que Mace se habría tomado la molestia de mantenerlos en secreto, que Donny iría a las longitudes que tenía que encontrarlos. Y entonces lo vi. La mayoría fueron tomadas en los clubes, ya era de noche y había un montón de gente, pero fueron los otros en la escena en algunos de ellos que me llamó la atención. Haciendo zoom, no había duda de quiénes eran las personas, gente que no tenía nada que ver siendo vistos juntos, y mucho menos tener conversaciones privadas. Mace había encontrado la puta arma de humo en Stein. Una prueba positiva de la corrupción que Terence, Bruce y su equipo estaban investigando. ―Mierda. Él se aferró a esto, no lo llevo a Terence. ¿Por qué? Terence nos buscó a causa de estas fotografías, creyendo y teniendo razón, que había algo más en ellas. ¿Por qué Mace no las entregó? ¿Se le acabó el tiempo? Mi instinto fue contenerme de entregarlas hasta comprender mejor por qué no lo había hecho Mace, pero necesitaba hacer copias. Era cerca de las dos de la mañana, cuando me metí en la cama. Mia se movió en su sueño hacia mí. Llevaba un camisón de seda; su piel lisa y teniendo en cuenta su herencia italiana, sorprendentemente pálida. Su pierna envuelta alrededor de mi cadera, y aunque mi intención era dejarla dormir, el hambre por ella era demasiado fuerte. Tan pronto como toqué su clítoris, sus caderas se movieron en mi mano, instintivamente, porque todavía estaba dormida. Frotando ese punto de placer, su cuerpo empezó a responder; en primer lugar con la humedad que mojó las yemas de mis dedos y luego sus pezones excitados que se presionaban contra mi pecho. Empujé un dedo en ella y gimió, su cuerpo moviéndose más cerca del mío. Colocándola sobre su espalda, le quité las bragas y levanté su camisón hacia arriba y sobre sus pechos. Entrando en la cuna de su cuerpo, mi dedo continuó su asalto suave mientras chupaba el pezón, jugando con ella con la lengua, antes de chupar profundamente en mi boca. ―Cole. Medio dormida, su cuerpo empezó a moverse conmigo, haciendo el baile como por instinto, al igual que respirar. Sus pequeñas manos encontraron mi espalda, se movieron más abajo a mi culo, mis caderas oscilando contra su calor húmedo, mi pene esforzándose por sentir su cuerpo ordeñándolo. Impaciente, aun medio dormida, tomó mi pene en su mano, levantó las caderas y lo centró justo donde

ambos queríamos. Me sorprendió cuando mi cabeza se levantó para encontrar que Mia me miraba con los ojos llenos de lujuria. Empujó hacia arriba, la punta de mi pene deslizándose en ella. ―Por favor, Cole. Agarrando sus caderas, embestí contra ella. Su espalda se arqueó, sus tetas se levantaron como una ofrenda, a medida que el sonido más atractivo salió de su garganta. Por mucho que quería probarla, en cambio la miraba, su rostro y el lugar donde estábamos conectados. Al ver su coño tomar mi pene tenía mis caderas moviéndose más y más rápido. Ella trabajó su pezón, torciendo y tirando, mientras que tocaba su clítoris hasta que su cuerpo se apretó alrededor de mí. La sensación apretando mis bolas mientras mi polla se sacudió por mi liberación. Tiré de ella, tenía que saborearla, cuando su suave voz me detuvo. ―¿Por qué haces eso? ¿Probarme después de que me he venido? ―Nunca tuve nada que fuera mío. Ella me estudió mientras la ternura entró en su expresión. ―Así que es como tu mordida, me estás marcando. ―No es una marca, una afirmación de que realmente eres mía. Sus pensamientos fueron suyos durante unos minutos, pero fue la forma en que me miraba que hizo que mi corazón golpeara, porque nunca había tenido a nadie que me mirara así, como si fuera el centro de su mundo. Y luego sonrió con afecto y entendimiento. Vacilando, como si tuviera vergüenza, dijo: ―Quiero probar. Algo cambió en mí en ese momento. Mia no sólo respetaba mi extraño comportamiento, sino también el deseo de entenderlo mediante compartirlo. Bajando por su cuerpo, mis ojos no se apartaban de ella mientras pasé la lengua por encima y dentro de ella, saboreándonos. Nuestros ojos aún fijados, me movía por su cuerpo, mi boca a milímetros de sus labios entreabiertos y luego cerré la distancia hundiendo mi lengua en su boca mientras frotaba nuestro sabor sobre cada centímetro. Su lengua hambrienta de la mía, rozando y degustando, devorando. Rosa infundió sus mejillas mientras se lamía los labios. ―Me gusta nuestro sabor. Jodidamente me encantaba. Enrollándome a su alrededor, ya que sus ojos estaban poniéndose pesados de nuevo con el sueño, susurró: ―Me puedes despertar así cuando quieras.

Mia ―Cole, ¿encontrase algo interesante en la unidad? ―Me sorprende que fueras capaz de esperar tanto antes de preguntar. Cole y yo estábamos terminando de almorzar, casi veinticuatro horas después de enterarnos sobre la unidad. ―Él me quería fuera de ello, estoy intentado respetar eso, pero tengo curiosidad. ―Estoy manteniendo su deseo, estoy siendo vago a propósito, pero tenía razón es tomar precauciones. ―Ahora has llamado mi atención. Quiero ver. ―¿Estás segura? ―Sí. ―Tengo la unidad en mi caja fuerte, pero voy a moverla junto con las copias que he hecho a una locación segura más tarde. ―Suena como si el hallazgo fuera más grande de lo que dices. ―Lo es, es por eso que tienes absolutamente prohibido actuar sobre cualquier cosa que veas en esas fotos. Eso agitó mi ira. ―¿Prohibido? ―Sí, malditamente prohibido. Estaba al otro lado de la cocina, lo cual era algo bueno porque si hubiera estado más cerca, podría haberlo golpeado. ―Soy una mujer adulta. ―Y yo soy el hombre que te ama y nunca quiero verte en una situación como en la que estuviste la última vez que te viste cara a cara con estos malditos. Miedo, sentí eso con solo pensar en mi último encuentro con Donny; irritación porque Cole estuviera siendo tan arrogante, sí, también sentí eso, pero ambos fueron insignificantes en comparación a la alegría surgiendo a través de mí escuchándolo decir que me amaba. Nunca me había dicho esas palabras, ―dijo que lo que sentía

era más que amor― sabía que lo sentía; sus acciones lo demostraban todos los días, pero en realidad escuchar las palabras, ligeramente me dejó sin aliento. ―¿Mia? ¿Sin más discusión? ―Me amas. Su expresión casi me hizo reír; si lo miras, “duh” seria la definición de esa expresión. ―Nunca dices las palabras. Pensó en eso por un minuto, aunque ahora deseaba que la longitud de la habitación no nos separara. ―Encontraste un camino a mi corazón a los siete cuando me abrazaste, mi primer abrazo, por una maldita película. Robaste mi corazón cuando tenías catorce en el parque después de verme comportándome no mejor que un animal, no solo me diste una charla sobre mis opciones de vida, me dijiste que habías dejado la vela en la ventana así podría encontrar mi camino a casa. Caminó hacia mí, mi corazón latiendo tan fuerte que estaba segura que él podía escucharlo; demonios, era tan fuerte que los chicos al final de la calle en la banda del garaje podían escucharlo latir. ―Me enamoré incluso más cada vez que me invitaste a cenar con tu familia, tu búsqueda incansable para llevarme a tu familia. No hubo precauciones, ninguna competición por la atención de Mace, me aceptaste sin preguntar, me quisiste en tu familia sin preguntas. Deteniéndose frente a mí, me abrazó. ―Me enamoré de ti la noche que fui a tu habitación. Nunca dudaste en ofrecerme todo de ti, permitir estas manos tocar a alguien tan bueno. Sí, te amo Mia. Presionando mi rostro en su pecho, tomé un minuto solo para simplemente absorber las palabras. Él tomó la oportunidad para hacer su punto. ―Así que no harás nada con respecto a lo que veas. ―Su pulgar tocó mi barbilla, levantando mi rostro―. Perdí mucho en mi vida, no puedo perder la cosa más importante también. Cualquier protesta que tuviera había muerto en mi lengua y no solo con sus palabras, sino por el vistazo de la mirada pérdida que tenía cuando éramos jóvenes. ―No haré nada. ―Bien. ―Y luego tiró de la cuerda de mi pantalón de modo tal que cayó a mis pies. Me levantó sobre la mesa de la cocina, bajó su cierre segundos antes que se hundiera dentro de mí. Envolviendo un brazo alrededor de mi cintura, me bajó sobe

la mesa y me empujó más cerca del borde mientras sus caderas se movían en un ritmo lento, casi deliberado. Deslizando una mano sobre mi estómago, por mis costillas, la colocó en mi pecho, saboreando el pezón mientras sus caderas continuaban con la exquisita tortura. Mi estómago se apretó y mi respiración se volvió superficial. Envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, lo empujé más profundo mientras mi cuerpo dolía por la liberación. Los ojos de Cole miraron los míos mientras metía mi labio inferior en su boca y lo mordía en el momento exacto que el orgasmo me reclamaba. La combinación de placer y dolor fue abrumadora. El foco de Cole se movió de mi rostro hacia abajo por mi cuerpo, sus dedos hundiéndose en mis muslos juntos antes que sus ojos se cerraran y se quedara inmóvil, manteniéndose profundo dentro de mí mientras se venía. Como de costumbre, salió de mí, se puso de rodillas y pasó su lengua por mi centro para probarnos y después de anoche, lo entendí por completo. Girando su cabeza, presionó un beso en la parte interna de mi muslo antes de hundir sus dientes en él. ―¡Ouch! No lucía para nada arrepentido cuando se levantó y subió su cierre. ―Necesitas llamar a tu tatuador, nena. Bastardo presumido. Y aun así, tan pronto como se fue, hice justo eso.

Más tarde esa noche, después de volver de la sala de tatuajes, tomé un vaso de vino, tomé la unidad de la caja de Cole y me senté frente a su computadora. Cuando las imágenes aparecieron en la pantalla, se sintió un poco decepcionante. Tonto, pero esta unidad era por lo que probablemente mi padre había muerto y aun así todo lo que contenía era fotos de personas en varios clubes. Si no supieras la historia detrás de la unidad, hubiera parecido absolutamente insignificante. Reconocí a Stein y a algunas personas, políticos locales, aunque no entendía quiénes eran así que no entendida la importancia de esas fotos. Seguro, los clubes lucían como clubes de caballeros, pero eso apenas era digno de noticias. Donny, el de cabello blanco, estaba en varias de ellas, al igual que su compañero… un hombre cuyo nombre nunca supe. No pude evitar el temblor que me atravesó, porque esos hombres eran monstruos depravados. Sacando la unidad, la coloqué de nuevo en la caja de Cole y fui a la sala de estar, donde tenía los libros de contaduría de papá. La persistente pregunta de porqué Dylan necesitaba vender, especialmente sabiendo que papá había comprado Tickled Ivories, estaba volviéndome loca. Necesitaba entender, mi naturaleza curiosa que tanto encantaba como frustraba a mi papá y a Cole, lo demandaba.

Dyl no era de tener libros, lo que provocó una sonrisa hasta que en realidad estudié lo que había hecho. Tomando el otro libro, encontré patrones similares en sus anotaciones, sin errores, deliberados. Algo oscuro se retorció en mi estómago, cuando me permití considerar la posibilidad. No era contador forense, pero conocía alguien que podía confirmar mis sospechas. Freddie me había dado su número de teléfono cuando estábamos trabajando juntos en esos proyectos y tanto como me molestó que necesitase su ayuda después de nuestra reunión el otro día, lo llamé. ―Sí. ―Fred, es Mia. ―¿Qué quieres? ―Y aunque me trató con desprecio, todo lo que escuché fue miedo. Cole había llegado a él. ―Créeme, tu eres la última persona a la que quiero llamar, pero necesito tu ayuda. ―¿Y crees que te ayudaré después de que tu Neandertal me amenazara? ―Has estado sobre mi culo casi desde el principio y aun así sé que sabes que has sido un idiota porque por el primer mes, fuiste humano, incluso agradable. Necesito tu ayuda y ya que has visto innumerables simulacros de incendio, vas a ayudarme. ―¿O qué? ―¿Qué fue lo que Cole dijo? Si estoy molesta, asumirá que es por tu culpa. ―¿Estas chantajeándome para ayudarte? ―Si quieres verlo de esa forma, seguro. Maldijo, fuerte, y lo dejé en la línea por unos segundos. ―¿Qué tipo de ayuda? ―Preguntas financieras. ―¿Sobre qué? ―Cuestiones de contabilidad. ¿Podemos encontrarnos en el café al final de la calle de la oficina? ―¿Ahora? ―No estaría llamando si no fuera importante. Prácticamente podía escucharlo pasando su mano por su cabello. ―Bien. Te encontrare en media hora. ―Colgó antes de poder responder.

No quería creer lo que estaba pensando, pero los números no mentían. Dejando una nota para Cole, salí rápido para encontrarme con Freddie. Él ya estaba allí cuando llegué, sentando en la parte de atrás, bebiendo un café, leyendo algo en su teléfono. ―Hola. ―Dejando los libros sobre la mesa, saqué un libro y me uní a él. ―¿Entonces qué es tan importante para molestarme un domingo? ―Quiero que mires esto y me digas lo que ves. ―¿Qué son? ―Libros de gastos sobre el taller de mi padre. Obtuve una mirada, la cual entendí, ¿ya que por qué estaría mirando esto ahora cuando mi padre y su negocio ya no estaban? No dijo eso en voz alta y, en su lugar, se puso sus lentes. ―Está bien. ―Pero lo dijo como si acabase de pedirle su riñón mientras sostenía un arma en su cabeza. Una hora después, se recostó en su silla, cualquier amargura persistente ida y en su lugar parecía preocupación mirándome. ―Definitivamente cocinaron los libros. Mi corazón se desplomó. ―Estaba ocultando gastos, el número de los gastos no recurrentes lanza una advertencia, sin mencionar los elementos fuera de balance. Quien quiera que controlara estos libros estaba escondiendo algo. ―Eso fue lo que pensé. Gracias, Fred. ―Me puse de pie, sintiéndome desanimada porque no había explicación que Dylan pudiera dar que justificase lo que había estado haciendo; había estado engañando a mi padre. Necesitaba decirle a Cole. ―Yo tendría cuidado, Mia. Esto ganó mi atención. ―¿Por qué? ―Podría ser tan simple como robar el dinero de la parte superior, pero podría ser algo más. ―¿Cómo? ―Grandes sumas de dinero sin explicación filtrándose por un negocio. Mis piernas se debilitaron cuando caí de nuevo en mi silla.

―Lavado de dinero. ―Sí. ¿En qué demonios se metió Dylan? ―Tendré cuidado. Gracias, Fred. ―¿Comenzarás a trabajar de nuevo mañana? ―Sí. ―Te veo mañana.

En el camino a casa, lo medité y cuanto más pensaba sobre la traición de Dylan, más enojada me ponía. Le había dicho a Cole que no actuaría sobre lo que vi en esas fotos, pero no podía mantener mi silencio en esto. Dylan había sido más que un amigo, era familia, y había estado robando a papá. Cambiando de dirección, me dirigí a casa de Dylan y para el momento en que estaba caminando por su camino de entrada, él estaba en serio peligro de ser asaltado físicamente por mí. No le di la oportunidad de ofrecer un saludo, pasando por delante de él en su sala de estar antes de girar y mirarlo. Dejé caer los libros en el sofá y en cuanto los vio, su rostro palideció. ―Quieres explicarme eso para que pueda decidir si tengo que ir a la policía. ―Mia. ―No Dylan. Quiero saber qué demonios estabas haciendo. ¿Sólo estabas robando o estabas en algo más grande? Él empezó a caminar, cada vez más y más agitado. ―Deberías haberlo dejado en paz. ―¿Dejar que en paz? Eres un arrogante imbécil, robando a mi padre y dejando la prueba de ello con sus cosas. Pero entonces por qué demonios no ya que tanto el hombre como el taller se habían ido. ¿Cuánto te tomó? Pasando su mano por su cabello, él estaba prácticamente cantando ahora. ―Deberías haberlo dejado en paz, oh Jesús. ―Él te amaba, confió en ti y he probado que tú estabas por lo menos robándolo. ―No tuve elección. ―Siempre hay una elección.

―¡No! ―Esa palabra salió en un rugiente sonido de miedo y furia―. Me metí en algunos problemas, pedí prestado de algunas personas y no podía pagarles. Un recuerdo de una conversación entre papá y Dylan volvió a mí; papá había estado increíblemente molesto con Dylan por involucrarse con gente con la que sabía bien que era mejor no involucrarse. ―En mi segundo año. La sorpresa apareció en su rostro por un segundo. ―Sí. Fue entonces cuando Mace supo de esto, pero yo ya había estado bajo su pulgar por un par de años. Realmente no tenía otra opción, ellos iban a matarme. En su lugar me ofrecieron una salida. Podría seguir respirando tanto tiempo como yo lavara algo de dinero para ellos. Trabajaba en los libros de todos modos, así Mace nunca lo habría sabido. Durante cuatro años, filtré efectivo a través del taller y nadie estaba enterado. Entumecida, todo mi cuerpo se adormeció, las piezas cayendo en su lugar. ―Yo estaría los libros cuando me graduara. ―Entré en pánico. Tú lo habrías descubierto. ―¿Qué diablos hiciste? ―La furia golpeó en mí cuando agarré la parte delantera de la camisa de Dylan con mis puños y lo empujé contra la pared―. ¿Qué carajo hiciste? ―Le dije al hombre cuyo dinero estaba blanqueando que el arreglo estaba a punto de experimentar un serio inconveniente. ―¿Para quién estabas trabajando? ―Stein. Mis rodillas casi se doblaron debajo de mí, mis manos cayeron de la camisa de Dylan mientras ciegamente me alejaba de él. ―Stein. Quien no sólo puso sus manos en el taller de mi padre después de su muerte, sino que el negocio que estaba blanqueando dinero ilegalmente para él convenientemente ya no estaba. ¿Y no te pareció demasiada coincidencia, la muerte de papá y la buena suerte de Stein? Estaba en sus ojos, él lo sabía. Había sabido todo el tiempo que estuvo detrás de la muerte de mi padre. ―Bastardo. Lo sabías. ¿Es por eso que estás tan lleno de culpa, porque eres la razón por la que está muerto? Y no te equivoques al respecto, Dylan, tú eres la razón por la que está muerto. ―Nunca quise que Mace saliera lastimado.

―Él está muerto. ―Voy a testificar, haré lo que sea para poder hacer lo correcto. ―¿Por qué? ¿Por qué ahora? ―Porque la culpa me está comiendo vivo. La culpa es una carga más pesada que el miedo. Alcanzando mi teléfono, llamé a Bruce. ―Hola Mia, ¿qué pasa? ―Estoy con Dylan. Él ha llegado con una información sobre la muerte de mi padre y la participación de Stein. El silencio saludó a esa respuesta por un latido antes de que él dijera: ―¿Dylan tiene información? ―Hubo disgusto y sorpresa en su voz. ―Él asegura que sí. ―Está bien, voy a estar esperando por él. Al colgar, alcancé los libros. ―Entregaré estos después de que haya hecho copias. Bruce Knox estará esperando por ti. Dándole la espalda, ya que no podía soportar mirarlo otro minuto, me dirigí a la puerta. ―¿Mia? ―No hay nada que puedas decir que haga esto correcto. Confiesa, testifica y ayuda a poner al hombre que mató a mi padre entre rejas, pero tú y yo, nunca vamos a estar bien. Ya no existes para mí… ―Encontrando su mirada llena de tristeza, añadí―: Estás muerto para mí. ―Y entonces me fui, la cabeza en alto hasta que estuve bajando por la calle de su casa. Deteniéndome, dejé caer mi cabeza en el volante y lloré hasta que mis lágrimas se secaron.

Estacionándome frente a la casa de tía Dee, llamé a Cole y conseguí su correo de voz. ―Cole, he… ―Me tragué un sollozo―. Por favor, llámame tan pronto como recibas esto o ven a casa de tía Dee. Colgando, salí del coche y me dirigí hacia el camino de entrada. Tía Dee debe haberme visto, más la condición en que yo estaba, porque la puerta se abrió antes de que yo tocara.

―¿Qué ha pasado? Me dirigí justo hacia ella mientras las lágrimas se derramaban de mis ojos de nuevo. ―Mia, me estás asustando. ¿Qué ha pasado? Levantando mi mirada a la de ella dije: ―Dylan estuvo involucrado en la muerte de papá. En respuesta, su expresión se quedó en blanco por un latido o dos antes de que lograra decir: ―Qué? Alcanzando su mano, ya que ella estaba experimentando conmoción, la llevé a la cocina y nos serví un saludable vaso de whisky a cada una antes de ponerla al corriente. ―Dylan pidió dinero prestado que no podía pagar. Stein le ofreció una opción, en lugar de matarlo, le perdonaría su deuda si Dylan utilizaba el taller de Reparaciones Mace para blanquear dinero, un arreglo que pasó desapercibido hasta que yo me graduara y planeé hacerme cargo de los libros. Dylan entró en pánico y le dijo a Stein que la jugada estaba descubierta. Stein asesinó a papá, eliminando la exposición potencial y consiguiendo su taller, algo que había estado buscando durante mucho tiempo. ―¿Dylan te dijo esto? ―Sí. Su vaso salió volando por la habitación. ―Voy a matar a ese hijo de puta. ―Ponte en la cola. ―Él sabía. Todo este tiempo lo supo, podría haberlo detenido, advertido a Mace, pero no dijo nada sólo porque así podría proteger su propio culo. ―Sí. ―Y ahora se siente culpable. Voy a arrancarle la cabeza. ―No hasta que testifique. Con su testimonio y la información que hemos descubierto hace poco, Stein va a desaparecer por mucho tiempo. ―¿Qué información? ―Sólo cosas, no es importante. ¿Crees que papá sabía que era Dylan?

―No sé, pero de algún modo espero que no. Ese conocimiento habría dolido profundo. ―Le dije a Dylan que estaba muerto para mí. ―Está muerto para mí. ―Era como un tío. ―Era como un hermano. ¿Cole lo sabe? ―Aún no. Lo llamé, pero no respondió. Tenía algunas cosas que necesitaba hacer hoy. Vine aquí después de mi descubrimiento. Tía Dee bajó otro vaso. ―Me estoy emborrachando. ¿Estás conmigo? La idea de olvidar temporalmente sonaba muy genial. ―Síp. Toda una botella de Jack más tarde y Cole todavía no había regresado mi llamada. Lo quería, quería que me abrazara como lo hacía, quería que me llevara a la cama y me amara, hasta que yo olvidara. Marcando su número, esperé pero todavía no respondió. ―¿Quieres comida? ―preguntó tía Dee. ―Sí. Comería, cambiaría a agua y esperaba que cuando volviera a casa, Cole estaría allí para que pudiera cuidar de mí en la forma en que sólo él podía. Alrededor de una hora más tarde, todavía estaba borracha, tal vez no rugiendo, pero no iba a amar el mundo en la mañana. En un intento de controlar la resaca, bebí mi peso corporal en agua. Un ejercicio inútil ya que ahora estaba meando cada veinte minutos. Era igual de bien porque yo quería el mareo, la mente nublada, así no pensaba en la traición de Dylan porque al igual que tía Dee había dicho, esto dolía profundo para mí también. ―¿Mira a quien encontré? ―Tía Dee arrastró las palabras, pero mi enfoque ya estaba en Cole, quien entró en la habitación justo detrás de ella. ―Cole. ―No fue mi más elegante ejecución al levantarme de un sofá, pero no planté cara en los pisos nuevos de tía Dee, así que ahí estaba eso. Caminando directo hacia él, envolví mis brazos alrededor de su cintura y enterré mi cara en su pecho. Él no dudó en tirar de mí y abrazarme fuerte. ―Mia, ¿qué pasó?

Esto llegó aplastándome, todo esto, pero más específicamente la posible realidad de que Donny probablemente me había mentido, cuando afirmó no haber tenido nada que ver en la muerte de papá, y pensar en él haciéndole a papá lo que le había hecho a Kevin, no podía controlar los sollozos. El abrazo de Cole sobre mí se apretó y yo fui vagamente consciente de tía Dee informándole, sentí que su cuerpo se endureció, sentí aumentar su frecuencia cardiaca, oí la maldición que retumbó desde su garganta. Me sostuvo hasta que me controlé pero cuando levanté la mirada hacia su rostro, mi respiración se congeló. Lo había visto viéndose molesto, furioso, remoto, helado, loco peligroso y simplemente desinteresado, pero nunca lo había visto verse… mortal. Entrelazando sus dedos a través de mi cabello, acunó mi cara entre sus manos; su agarre posesivo, urgente y sin embargo tierno. ―Quiero que te quedes aquí esta noche. ―¿Que piensas hacer? No necesitas preocuparte por Dylan. Él ya ha accedido a declarar contra Stein. Llamé a Bruce, arreglé para que ellos se puedan encontrar. ―Bueno, eso es un buen paso, pero tengo que hacer algunas cosas. Quédate aquí, no te quiero sola. Él me estaba asustando y dije lo mismo. ―Todo va a estar bien. ―Y entonces sus ojos se dirigieron hacia abajo por un segundo, pero fue un decir… él no podía mantener el contacto visual, porque no creía en su última declaración tampoco. ―Deja que los policías lo manejan, Cole. Por favor, no hagas algo estúpido. No puedo perderte también. Su expresión se volvió feroz. ―No va a suceder ninguna mierda, pero si las cosas no salen como se planearon… Mi exhalación se convirtió en un sollozo cuando el pánico brotó y salió de mí. ―No, no digas eso. ―Mia, escúchame. Si me pasa algo, ¿te acuerdas de cuando eras una niña y te metías en problemas por jugar con algo con lo que se suponía que no jugaras? No lo digas, pero tú lo sabes. ¿Verdad? ―Sí. ―Mi garaje. Una copia de la unidad está ahí. Él tenía las herramientas de papá, pero yo no podía concentrarme mucho en eso porque Cole estaba a punto de hacer algo estúpido.

―Por favor, no hagas esto. Quédate aquí conmigo. ―Tú sabes que yo no puedo hacer eso. ―Maldita sea, Cole, no voy a ir al funeral de otra persona que amé y perdí. ¡No me hagas eso! ―Te amo, Mia. Me besó, tan dulcemente, pero mi furia y miedo fueron convirtiéndose en seres vivos. Apartándome de él, golpeé su pecho con mis puños. ―Maldición quédate aquí. Su pulgar rozó mi mejilla. ―Te veo pronto. Y luego se dirigió a la puerta. Nunca en mi vida me había sentido tan impotente, tan frustrada, tan enojada y tan aterrorizada y era porque sentía todo eso a la vez, que las siguientes palabras escaparon de mi boca en un histérico ultimátum. ―Si sales por esa puerta, nosotros hemos terminado. Él abrió la puerta; su mirada me atravesó a través del cuarto. ―Nunca. Eres mía. Siempre has sido mía. ―Por favor, no hagas esto. ―Pero él ya se había ido. Cayendo de rodillas, los sollozos sacudieron mi cuerpo porque tenía la terrible sensación de que no todo iba a estar bien.

Cole La escuché sollozar desde mi auto, el sonido se retorció en mis entrañas, pero ella nunca estaría verdaderamente segura hasta que esta mierda estuviera terminada, pero alejarme de ella era la cosa más jodidamente difícil que he tenido que hacer. Dylan… no podía creerlo y sin embargo, eso explicaba mucho. La idea de arrancarle la jodida cabeza de sus hombros por lo que le había hecho a Mace era poderosa. Y todo por dinero; se metió en problemas y vendió a su mejor amigo para salvar su propio culo. Él no se alejaría de eso, al menos, fue cómplice. No podía imaginar a Mia no sólo descubriendo el secreto de Dylan, sino tratando con eso sola y aun así, lo había hecho todo bien. Llamando a Bruce, consiguiendo llegar a un acuerdo con Dylan para testificar, manteniendo la compostura hasta que consiguiera la seguridad de su tía antes de derrumbarse. Saber lo de Dylan respondió a una pregunta. ¿Por qué Mace no fue con Dylan o Dee, y en cambio fue con Cynthia? Supongo que no quería arrastrar a Dee en ello, ¿pero hizo sospechar a Dylan de algo? Parecía un punto discutible ahora, pero sospechaba que había más en la participación de Cynthia y no me marcharía hasta que ella me lo contara todo. El club estaba en el noreste, a lo largo del río… un popular club de caballeros que mi contacto confirmó que Cynthia frecuentaba a menudo. El lugar estaba lleno cuando entré, mujeres caminando en topless, tangas, algunas serias caricias ocurriendo; las habitaciones en la parte de atrás estaban sin duda llenas ya que los clientes pagaban para aliviar el dolor. Hicieron falta tres revisiones a través del salón antes de ver a Cynthia en el bar con dos caballeros escuchándola atentamente. A diferencia de las otras, ella estaba vestida con un traje de coctel, revelador pero discreto. Tenía que admitirlo, ella trabajaba, sabía lo que estaba haciendo mientras daba vueltas con maestría a sus dos objetivos. Que se joda. Dando un paso por detrás de ella, dos pares de ojos me miraron. ―Lárguense.

Girándose en su asiento, estuvo a punto de darme mi merecido hasta que vio quién era. Volviendo de nuevo a su compañía, sonrió. ―Denme unos minutos y los veré arriba. ―Sacó una llave y se la entregó a un tipo. Ambos no podían haberse movido lo suficientemente rápido hacia las escaleras. No magníficos ejemplos del género masculino. Tomando asiento en el lugar desocupado, no perdí el tiempo. ―¿Por qué Mace acudió a ti y no a Dee? ―¿Y conseguir involucrarla? Por favor. Él reconstruiría el mundo alrededor de Mia y Dee si eso significaba mantenerlas seguras. Eso es lo que sospechaba. ―Entonces, ¿por qué tú? Él no era tu mayor fan, tú no lo eras de él y sin embargo te confió algo tan importante como el mensaje a Mia. Entonces, ¿qué hiciste para ganar esa confianza? Y no me mientas porque ambos sabemos que él no hubiera confiado en ti a menos que le dieras una razón. La arrogante fachada desapareció de su rostro, y el miedo destelló sobre su expresión. Ella sabía más; lo suficiente para saber que era inteligente como para tener miedo. Me incliné más cerca. ―No voy a compartir esto, sólo necesito saber en quién puedo confiar. Su voz fue tan suave, que tuve que inclinarme aún más cerca, pero para cualquier persona observando, parecía que nos estábamos enrollando y eso estaba bien conmigo. ―Antes que Mace muriera, se filtró una historia sobre Stein y la corrupción dentro de la comisión de construcción. ―Sí lo recuerdo. El informante afirmó tener fotos… mierda, ¿eras tú? ―Sí. Mace me lo pidió y yo se lo debía. No era de extrañar que confiara en ella porque anónima o no, si Stein alguna vez descubría que era ella, no estaría sentada aquí luciendo bonita; estaría usando zapatos de cemento en el fondo de Delaware. Sus dedos se enrollaron alrededor de mi muñeca, su agarre tan apretado que sus dedos se estaban volviendo blancos. ―Si él se entera, estoy muerta. ―No lo hará. ¿Y Tammy? ¿Realmente no sabes nada más sobre ella?

―Creo que está muerta y si pudieras averiguar quién era el hombre al que había estado viendo justo antes de su desaparición, sospecho que tendrás a su asesino. ―¿Y tú no tienes idea? ―Ninguna. He estado pensando en nuestras conversaciones previas a su desaparición y era como si fuera intencionadamente poco clara cuando lo mencionaba, lo que no era algo típico en ella. La única información remotamente provechosa fue mencionar, que el hombre que estaba viendo, tenía un tatuaje de araña en el muslo superior y en el culo, espeluznante debido a cuán realista parecía. Hijo de puta. ―Dylan tiene un tatuaje como ese. Incrédula, Cynthia preguntó: ―¿Dylan Bauer? El amigo de Mace. Él no era su amigo. ―Sí, el amigo de Mace. Dejando a una enfurecida Cynthia, me dirigí a mi auto, pero mis pensamientos estaban en Dylan y su conexión con Tammy, su desaparición, la muerte de Mace… creo que Dylan no estaba siendo completamente sincero sobre cuán involucrado estaba realmente en toda esta mierda. Ya era hora de sentarnos a hablar. Cuando llegué a su casa, todavía no podía lograr que los hechos formaran una imagen. No creía que fuera una coincidencia que dos personas que Dylan conocía estuvieran muertos, y estaba seguro que Tammy estaba muerta. Debió haber descubierto algo que no debería. Una pequeña charla de almohada y Dylan compartía demasiado sobre lo que estaba haciendo en el taller, pero si él la mató, ¿cuál fue el incentivo de Stein para ayudarlo? Y alguien tenía que haber ayudado a Dylan porque necesitas conexiones para deshacerte de un cuerpo, para barrer la existencia de una persona bajo la alfombra, necesitaba a alguien moviendo los jugadores y controlando la escena, como la noche que Mace había muerto y Mia había sido secuestrada. Acababa de llegar a su puerta cuando la respuesta se estrelló contra mí como un jodido tren. Tomado un poco por sorpresa por el descubrimiento, no reaccioné inmediatamente cuando la puerta se abrió. El cuerpo de Dylan era visible desde donde estaba parado, su sangre arremolinada en la alfombra roja. ―Debiste haberlo dejado en paz. Escuché los pasos detrás de mí un segundo demasiado tarde, volviéndome hacia Donny justo cuando la culata de su pistola hacía contacto con mi sien.

Mia En la mañana, lo primero que hice fue llamar a Cole, pero su teléfono fue al buzón de voz. Lo amaba, amaba que fuera tan alfa, pero a veces aceptaría tener un poco menos alfa y más comunicación. Era un tipo inteligente, conocía las calles, había cuidado de sí mismo durante mucho tiempo, así que a pesar de mi miedo, él sabía lo que estaba haciendo. Sólo tenía que mantener la calma y tener fe. Pero cuando esto terminara, nos iríamos a alguna parte durante unas semanas, tal vez un mes o un año. Estaba arrastrando el culo para estar lista para el trabajo, y aunque me sentía como una mierda, me gustaría tener resaca porque de lo contrario no estaba segura de haber manejado las noticias sobre Dylan, tan bien como lo hice. Una parte de mí quería que pagara tan severamente como lo había hecho con mi padre. Saber qué clase de venganza existía en mí era inquietante y sin embargo negar que estaba allí era también poco saludable. ¿Dylan había seguido adelante con Bruce? Tendría que comprobarlo más tarde hoy, pero primero tenía que llegar a tiempo al trabajo. Este era mi primer día de regreso, por lo que llegar tarde no era un buen plan. Pensé pedirle a Bruce que viera a Cole, pero Cole no estaría feliz conmigo teniendo a Bruce de niñera. De hecho, probablemente le daría unas nalgadas a mi trasero, y tan interesante como sonaba, no estaba completamente segura de que me gustaría. Cuando llegué a la oficina, tenía varias carpetas en mi escritorio, así que Freddie claramente esperaba que me pusiera en ello. Y lo hice, durante las primeras horas me perdí por completo en los números. Bruce había intentado llamarme algunas veces, y cada vez tenía la esperanza que fuera Cole, probablemente queriendo compartir conmigo cómo le había ido con Dylan, pero no podía hablar de eso por teléfono, especialmente, no durante mi primer día de regreso. Mi teléfono sonando me tuvo de nuevo deseando que fuera Cole, pero era Janie. ―Hola. ―Entonces, ¿cómo está tu regreso con Lucifer? ―Bien, bueno. ―Bien y bueno, brillantes comentarios. ―Es el primer día y tengo varios proyectos. En cierto modo, es agradable simplemente estar metida de lleno en algo. ―Suena divertido. ¿Qué está pasando?

Quería contarle, necesitaba que me ayudara a cuadrar las piezas y cómo encajarlas, pero no quería involucrarla, no quería ponerla en peligro. Así que no mencioné a Dylan o a mi padre, no le mencioné que Cole se había marchado para alguna operación encubierta y no se había puesto en contacto conmigo desde entonces. ―Nada, sólo cansada. ¿Cómo está Timothy? Su voz se volvió soñadora y prácticamente podía ver corazones flotando sobre su cabeza. ―Es maravilloso. A pesar de la melancolía que sentía, la verdadera felicidad de ella me llenó. ―Me cae bien porque me gusta escucharte sonar tan feliz. ―Lo estoy. ―¿Lo llevarás a la boda de Camille? ―No le he preguntado, pero me gustaría. ―¿Tu mamá y papá lo conocen sin embargo? ―Todavía no. Mi familia puede ser un poco abrumadora. Ese era un eufemismo. La primera vez que conocí a su familia, me sentí como en una inquisición y sólo era una amiga. No me podía imaginar qué le harían pasar a un hombre que se estaba acostando con su hija. ―Entendido. Te extraño, Janie. Hablaré con Cole y tal vez podamos reunirnos para cenar este fin de semana. ―Me gustaría eso. Me tengo que ir, es hora de asaltar. Mi corazón se apretó con fuerza en mi pecho, asaltar era el código para hacer frente a los padres abusivos. ―Cuídate. ―Lo haré. ―Te llamaré para lo de la cena. ―Diviértete en el trabajo, dile al niño Freddie que le mando saludos. ―Te quiero, Janie. ―Mia, ¿estás bien? ―Sí. ―Me lo dirías si no fuera así, ¿verdad?

―Sí. Estoy bien, solo aprendí a decir cómo te sientes porque a veces se pierde la oportunidad. Silencio siguió por un momento, su voz más suave cuando respondió: ―Yo también te quiero. Cenaremos este fin de semana. ―Definitivamente. ―Hablamos pronto. ―Hablamos pronto. ―Colgué, sosteniendo mi teléfono un minuto más antes de volver al trabajo. Mientras guardaba las cosas, al final del día, Freddie apareció en la puerta de mi oficina. ―¿Qué tal tu primer día? Antes que pudiera detenerme, miré hacia atrás para ver si quizás había otra Mia, una más bonita, más sexy y más interesante Mia a la que estuviera dirigida su pregunta, porque esto no era propio de él. Al menos no era típico en lo que respecta a mí. ―Bueno, fue un buen primer día. Tengo un montón hecho. Se apoyó contra el marco de la puerta, cruzando los brazos sobre su pecho. ―¿Todo bien con los registros de tu padre? ―Sí. Y gracias por tu ayuda. Llenó algunos cabos sueltos. ―Se lo comenté a mi padre, no los detalles, pero dijo lo mismo. Ten cuidado. Podría ser nada, pero podría convertirse en una situación en la que no querrías estar cerca. Demasiado tarde para eso, pero me gustó este lado más suave de niño Freddie, más como el hombre que me había contratado. ―¿Por qué estás siendo agradable conmigo? Es antinatural. ―Honestamente, la idea de tener mi rostro desdibujado no es para nada atractivo, pero puedo ser lo suficientemente hombre para decir que estaba siendo un poco duro contigo. ―¿Por qué? Me estudió, una sonrisa curvaba sus labios. ―Como he mencionado, elevaste el listón con mi papá.

―¿Así que eras cruel por seguridad laboral? No estoy realmente interesada en tu trabajo, sabes, es demasiada responsabilidad. ¿Por qué ahora el cambio de actitud? ―He pasado este año viéndote como una amenaza y no como una persona, pero cuando me vi forzado a verte como más que mi empleada, me di cuenta que has pasado por muchas cosas. Y por mucho que sea un culo egocéntrico, no soy un culo. Estaba sin palabras. Un corazón sí latía en su pecho. Y luego agregó: ―Además, tu novio amenazó con dejarme tan mal que estaría alimentándome a través de un tubo… eso me deja absolutamente sin recursos. ―¿En serio? ―El sarcasmo goteaba en esa respuesta y no fue desapercibido por Fred. ―Hasta mañana, Mia. ―Buenas noches, Fred.

En la calle afuera del edificio de mi oficina, el vello de mi nuca se puso de punta al ver el auto negro y al conductor, el colega de Donny. Ni siquiera estaba tratando de ocultar el hecho de que me observaba. Girando, me alineé hacia el autobús y una mirada hacia atrás me mostró que me seguía. Hurgando en mi bolso por mi teléfono, logré sacarlo y le marqué a Bruce. Él respondió inmediatamente. ―Mia. ―Me están siguiendo. ―¿Dónde estás? ―Por la calle de mi oficina. ―Entra en el café y quédate expuesta. No en los baños. Voy en camino. ―Gracias. Entré en Au Bon Pain y esperé, vi que el auto negro se detuvo al otro lado de la calle, pero después de unos cinco minutos, se alejó perdiéndose en el tráfico de la hora pico. Varios minutos después de eso, el sedán de la policía de Bruce dobló estacionándose junto a la acera. Salí corriendo y me metí en el asiento del pasajero. ―Gracias por venir a buscarme ―dije, mientras abrochaba mi cinturón de seguridad. Bruce estaba extrañamente callado; lo miré, pero su expresión era una que no podía identificar―. ¿Bruce?

―Esto no es personal. Confundida por sus palabras, no registré inmediatamente el sonido de la puerta posterior abriéndose hasta que fue demasiado tarde. Donny estaba allí, esa sonrisa espeluznante fue la última cosa que vi antes que me tapara el rostro con un trapo empapado en una sustancia de olor dulce y todo se volvió negro. Un agudo dolor me despertó, mis mejillas picaban y ya que mis brazos y piernas estaban atados, mi cabeza golpeaba violentamente hacia un lado mientras una lluvia de estrellas explotaba en mi visión. Bruce se paró justo frente a mí, su rostro tan cerca que estábamos prácticamente tocándonos. ―Has dormido lo suficiente. Se movió y un grito arrancó de mi garganta debido a que Cole estaba al otro lado de la habitación, desnudo de la cintura para arriba, sus brazos atados por encima de su cabeza, mi enfoque volvió a sus dedos y gracias a Dios todos estaban allí, cortados, algunos lo suficientemente profundo para que la sangre fluyera por su cuerpo, cubriendo su torso. Un floreciente hematoma se extendía desde su sien sobre el lado izquierdo. Y sin embargo, mis ojos se detuvieron un minuto más en el collar que todavía llevaba, mi dije. Cambiando mi mirada a la suya, nuestros ojos se encontraron. Mi Dios, estaba consciente y se veía primitivo. Lágrimas llenaron mis párpados inferiores, incluso cuando la furia quemaba a través de mí. Luchando contra mis restricciones, desplacé mi atención a Bruce. ―Vas a morir por esto. Él rió. ―¿Trabajas para Stein? ―Soy yo quien hará las preguntas. Quiero las fotos y los libros de contabilidad del taller de Mace. ―¿Por qué? La bofetada fue más fuerte esta vez; todo el lado de mi rostro estaba en llamas por el dolor. ―Dime dónde puedo encontrar los artículos. ―Vas a matarnos de todos modos, ¿por qué diablos voy a decirte? ―Por qué, de hecho. Su atención se dirigió hacia Donny, quien levantó un cuchillo de la mesa situada junto a Cole.

―¡No! ―Luchando contra mis restricciones observé con horror que Donny empujó el cuchillo en el costado de Cole. Mis ojos saltaron hacia él, vi el dolor pero no hizo ningún sonido. ―Detente, enfermo hijo de puta. ―Mis muñecas sangraban mientras luchaba violentamente contra las cuerdas. Donny hizo girar el cuchillo y el cuerpo de Cole se sacudió. Destrozada por lo que estaba haciéndole a Cole, susurré: ―Te lo voy a decir, detente, por favor para. ―No lo hagas. ―Esa palabra vino de Cole. La sangre se acumulaba por la herida, Donny dio un paso hacia atrás admirando su obra, y observé mientras el hombre que amaba lentamente se desangraba hasta morir frente a mí. Busqué su rostro; los ojos y la luz en ellos que temía que se apagara. La mirada de Cole nunca se apartó de mí incluso con dolor, él quería su fuerza en mí, reconfortándome incluso con la distancia entre nosotros. ―Te amo. ―Las palabras fueron apenas audibles, pero las escuchó. ―Todo esto es muy conmovedor, pero quiero las fotos y los libros. ―¿Por qué? Tú sabes cómo va a terminar esto, así que al menos dime, ¿por qué? ¿Por qué estás haciendo todo esto? Paseando alrededor de la habitación, pareció reflexionar sobre eso por un minuto. ―Supongo que no hay ningún daño en compartir. Dinero. Una furia fría se instaló en mis entrañas por cuán insensiblemente ofreció esa explicación. ―Stein estaba haciéndose un nombre por sí mismo, seguro que sobornó a algunos funcionarios para obtener contratos que no debería tener, pero ese es un gran negocio. Yo quería un pedazo de eso. Surgió una situación que requería de mis habilidades, una especie de audición, por así decirlo. Stein estaba contento y se formó una relación. ―¿Una situación? ―Sí, una puta que sabía demasiado. Lo manejé. Tammy. ―Y déjame adivinar, Stein estaba tan contento que usó su influencia para conseguirte una placa de detective con la condición de que impidieras que la mierda se pegara sobre él.

―Inteligente y hermosa. ―¿Y Terence? ―Chillón él era uno, pero aun así me las arreglé para hacer el trabajo a pesar de él. ―¿Y Dylan? ―El juego es un hábito terrible, pero él tenía la situación bajo control hasta que decidiste joderlo todo. Si te hubieras decidido por una línea diferente de trabajo, nada de esto habría sucedido. Esa fría furia estalló como un géiser, pero mi voz estaba en calma mortal en contraste. ―¿Estás sugiriendo que soy responsable por la muerte de mi padre? ―Su reacción fue muy leve, pero lo cogí de sorpresa―. ¿Qué pasó con mi padre? Silencio. ―Dylan acudió a ti, te dijo que lo descubrió todo, eliminando a papá resolviste tu problema. Entonces, ¿qué pasó esa noche? ―Sinceramente, no lo sé. Si estuviera libre de mis restricciones, le arrancaría los malditos ojos. Incluso ahora, cuando la muerte era inminente, todavía no iba a darme el cierre sobre la muerte de papá. ―¿Ahora, dónde están los artículos? Mi atención giró hacia Cole, mi mente ya preparada para su muerte y la mía. Era una cobarde porque esperaba que me mataran primero; no podía soportar la idea de verlo morir. ―¿Mia? ―Mi padre está muerto, el hombre que consideraba como un tío traicionó a su mejor amigo, tus matones asesinaron a un hombre que conocía, e incluso siendo un idiota, él no merecía eso, otro de tus matones me violó, obligándome a matarlo y ahora tienes al hombre que amo atado y lo están cortando como un jodido pavo para la cena. Vas a matarnos de todos modos, así que jódete. Que todos ustedes se pudran en la cárcel y luego en el infierno. En el siguiente latido, fui arrastrada de la silla. Bruce cortó la cuerda que ataba mis piernas antes de inclinarme sobre una mesa, golpeándome tan fuerte que mi cabeza explotó de dolor.

―Nueva táctica. Cole puede observar mientras violo a su mujer y luego voy a darle una oportunidad a Donny. Ha estado queriendo probarte desde que eras una niña. Fue intencional que Bruce me tuviera volteada para que Cole pudiera ver mi rostro, y nuestros ojos se encontraron. Cada músculo de su cuerpo se tensó, mientras Bruce separaba mis piernas más amplias. El sonido de una navaja abriéndose sonó a continuación, y sin embargo, la calma se apoderó de mí, porque mientras pudiera ver a Cole, estaba bien. Vi el cambio en él, al igual que una serpiente de cascabel a punto de atacar. La concentración de Donny estaba sobre mí, de espaldas a Cole. Sus dedos se envolvieron alrededor de las cadenas que lo ataban. Flexionando los brazos mientras levantaba su cuerpo hacia arriba, sus fuertes piernas llegaron alrededor del cuello de Donny. Todo sucedió muy rápido, Cole apretó las piernas y torció su cuerpo, el chasquido hizo eco por toda la habitación. El cuerpo de Donny cayó en un montón. Distraído, el agarre de Bruce se aflojó; retrocediendo, golpeé mi cabeza en su nariz. ―Mierda. ―Se tambaleó, el cuchillo cayendo de su mano. ―Por aquí, Mia ―ordenó Cole incluso mientras contemplaba ir por el cuchillo―. ¡Ahora! ―rugió Cole. Escuché. ―Detrás de mí. Cuando Bruce se recuperó, parecía un loco. ―Puta de mierda. Rompiste mi nariz. Quizá fue una mala decisión, pero el sonido de su lloriqueo, después de todo lo que había hecho, sólo me enfureció y las palabras que siguieron en cierto modo simplemente volaron de mi boca. ―Maldito marica. Es una nariz rota. Compórtate como un hombre. No le hizo gracia. ―Mia. ―Esa palabra vino de Cole, una advertencia para que me callara. Yo no había terminado todavía. ―No puedo evitarlo. Acabas de matar a un hombre, a pesar que tienes una docena de puñaladas, y esa perra está llorando por una nariz rota. ―Mia, ¿alguna vez escuchas? ―Cole de nuevo. ―Sí, sólo hacía una observación. ―Cuando salgamos de esto, definitivamente voy a ponerte sobre mis rodillas. No vas a sentarte durante una semana.

¿Él pensaba que íbamos a salir de esto? No veía cómo, pero entonces él acababa de liquidar a Donny sin usar sus brazos. Eso debe haber sido un subidón de endorfinas, porque estaba casi aturdida cuando respondí: ―Promesas, promesas. Sentí su respuesta, el ligero temblor de su cuerpo. Se rió entre dientes, incluso en la situación en la que nos encontrábamos, en realidad soltó una risita. Tal vez saldríamos de aquí, lo que significaba que en realidad iba a azotarme. ―Pensándolo bien, creo que me gustaría renunciar a las rodillas. Bruce se trasladó a la mesa, Cole giró su cuerpo para mantenerse entre Bruce y yo. ―Voy a cortarla en pedacitos justo enfrente de ti, Cole. Mi cuerpo se tensó, preparándome para luchar, mientras sopesaba mis opciones. ―No te muevas. ―Cole de nuevo y dirigiéndose a mí. Un poco de falso coraje lanzado a Bruce parecía un buen plan. ―Probablemente lo podría atrapar. Sólo necesito patearlo en la nariz de nuevo y estoy segura que conseguiría hacerlo llorar. Eso pareció molestarlos a ambos, pero por diferentes razones, estoy segura. Antes que alguno hablara, la puerta al otro lado de la habitación se abrió y entró el colega de Donny. Se fijó en la escena, desde el cuerpo muerto de Donny, a Bruce, a Cole y a mí antes de sacar la pistola de su cadera. Presionando mi rostro a la espalda de Cole, me obligué a ser fuerte: ―Te amo. ―Cole se puso tenso, su cuerpo forcejeando contra las cadenas. ―Bruce Knox, estás bajo arresto. ¿Qué? Miré detenidamente alrededor de Cole a tiempo de ver que la habitación se llenaba de S.W.A.T., que inmediatamente rodearon a Bruce. Terence allí con ellos. El cuerpo de Cole se relajó y me moví cerca de él para afrontarlo, dándole la espalda a Terence, quien me liberó, mientras dos policías trabajaban para conseguir bajar a Cole. Mis brazos se envolvieron alrededor de él, su cuerpo cayendo en el mío mientras caía de rodillas. ―La ambulancia está en camino ―dijo Terence. ―¿Mia? ―Guarda tu fuerza.

―Mia. ―Cole rozó mi mejilla con su pulgar en su propio estilo de hacerlo y mi corazón casi estalló en mi pecho. ―No voy a perderte también. No morirás maldita sea. ―Mia. ―Su agarre sobre mi barbilla con el índice y el pulgar era sorprendentemente fuerte para alguien dispuesto a morir―. Dos semanas. Confundida, me quedé mirando su querido rostro por un momento antes de preguntarle: ―¿Dos semanas qué? ―No te podrás sentar durante dos semanas. ―Hijo de p… ―No pude dejar salir la palabra porque Cole me hizo callar cuando tiró de mi boca a la suya.

Cole Me sentía como un jodido alfiletero; Donny conocía la anatomía. Me cortó solo en los lugares correctos, evadiendo órganos y arterias mayores y venas también para prologar la muerte. Estar enfermo apestaba. Los doctores me cosieron, dijeron que necesitaba descansar, pero que estaría bien para irme en unas pocas semanas. Tenía que quedarme unos pocos días en el hospital. Quería estar en casa con Mia, pero luego estaría tentado a darle la charla que tenía viniendo, la cual probablemente mueva los puntos y si no, la follada que le seguía definitivamente lo haría. Mi corazón giró pensando en ella en esa habitación porque, a pesar del hecho de que provocó a Bruce, la razón por la cual estaría caminando gracioso por un tiempo después de que mi mano conociera su trasero repetidas veces, sería porque estaría muy bien follada. Incluso aterrada, fue audaz. Compartía un poco de su mamá, pero ahí no había equivocación de que ella era Mace, completamente. ―Oye, mira a quién encontré en el vestíbulo. ―Mia entró con dos tazas de café y siguiéndola justo tras ella estaban Terence y el agente especial Brian Crane, dicho de otra forma por Mía, el equivalente a Donny, un federal encubierto que había estado construyendo un caso contra Stein por años. ―¿Cómo te estás sintiendo? ―Terence se veía un poco cansado, pero luego aprender que tu compañero era un policía corrupto no podía ser fácil. ―Listo para ir a casa, pero el doc. tiene algún bicho en el culo sobre mí quedándome unos pocos días más. ―Pasaste por mucho, ambos, así que disfruta el tiempo de baja. ―Tengo otras ideas en cómo quiero pasar mi tiempo de baja. ―Mi mirada volvió a Mia quien inmediatamente se sonrojó hasta la raíz del cabello, lo que empujó una sonrisa porque la mujer podía darle miera a un policía corrupto y sujetarlo con correas, pero se sonrojaba cuando esto implicaba que quería follarla hasta que no se pudiera mover. El agente especial Crane cambió el tema. ―Stein y el resto de su buche está siendo recogido mientras nosotros hablamos. Entre la información obtenida por la investigación de Terence, mía y de las fotos, esto es pan comido. ―Su atención se dirigió a Mia, su voz un poco más suave y llena

de simpatía cuando añadió―: El cuerpo de Dylan Bauer ha sido encontrado. Tu tía está haciendo los arreglos. Mia no dijo nada, solo inclinó su cabeza en reconocimiento, pero vi el dolor que cruzó por su cara. No estuve ahí cuando se enteró que Dylan estaba muerto, cuando tuvo que compartir las noticias con Dee. Estas mujeres solo seguían tomando golpes de mierda y aun así de algún modo se mantenían de pie, moviéndose hacia adelante. Si no estaba ya completamente hundido cuando esto llegó a Mia, viendo el vislumbro de esa columna vertebral de acero que ella tenía habría sido el empuje final. ―¿Tammy? ―preguntó Mia. No envidiaba a Brian, sabiendo algo de la mierda que se estaba viniendo abajo y siendo incapaz de hacer nada sobre esto debido a la naturaleza de su asignación. Tammy era un ejemplo; él sabía que estaba muerta, pero no sabía dónde pusieron su cuerpo y sin eso, los federales no podían construir un caso. ―Bruce Knox, ante el estímulo de sus abogados, finalmente está viendo la luz. Tiene dos muertes en él hasta aquí, Tammy Lee y Dylan Bauer, así que está cantando como un niño de coro para conseguir reducir la sentencia. El cuerpo de la señorita Lee fue encontrado en la base de una de las construcciones de Stein. Qué bastardo arrogante, pero tienes que dárselo a Stein, tiene bolas de jodido acero. ―Es de un modo apropiado, sin embargo, desde que su muerte fue el cimiento de todo lo que sucedió después. ―La voz de Mia se rompió, sus ojos abatidos otra vez pensando sobre su padre. ―Mia, ven aquí. Su cabeza se elevó y un destello de rebelión remplazo el dolor, justo como lo pretendía. ―Ahora. Sus ojos color whisky relampaguearon con ira… ahora ahí estaba mi chica. ―Estás terriblemente mandón. Y aun así se movió a través de la habitación hacia mí. No vaciló en subir a la cama, presionándose contra mi lado. Tocando su mentón, elevé su cabeza y vi el dolor, pero no fue tan pronunciado. Presionando un beso en su cabeza, envolví mis brazos a su alrededor y la acerqué. Brian rompió el silencio.

―Estás en lo correcto, Mia. Tammy presenció a Stein con unos pocos hombres que ella conocía… ―aclaró su garganta―, a través de su trabajo. Oficiales de la planificación y la oficina de la zonificación de la ciudad, hombres que podían crear o romper los sueños de Stein, hombres juntándose con Stein tarde en la noche en clubes de caballeros. Imaginándose a sí misma enamorada de Bauer, sugirió que chantajearan a Stein por los sobornos para tenerlo dando marcha atrás sobre la deuda que Dylan debía. Stein se vengó mediante Bruce Knox para matarla; su “fabricación de sus huesos” por así decirlo y Stein ya tenía a Bauer por las pelotas, lo suficiente como para convencer al hombre para usar el taller de Mace Donati para lavar el dinero. El cuerpo de Mia se tensó, pero no entendí el significado tras eso hasta que habló. Estaba molesta. ―Había algo bueno pasando hasta que pedí tomar el control, arruinando su plan. Stein ordenando el golpe en mi papá mató a tres pájaros por él, manteniendo la estafa del lavado saliendo, teniendo el taller de papá e, irónicamente, el único que no sabía nada de esto, el único que realmente podría haber arruinado su palabra, detuvo la revelación potencial de sus actividades ilegales con la planificación del comité. La sostuve más cerca, presionando mis labios en su cabeza, pero ella tenía que sacarlo y francamente, no desacordaba con ella. Estaba tan enojado como ella. ―Has pasado por mucho y con tu ayuda, cerramos una investigación de siete años, así que a mi oficina le encantaría ofrecerte una semana de vacaciones en el Bellagio en Las Vegas. Entiendo que tenías la intención de ir en un momento dado. Mia se tensó otra vez, mientras yo me preguntaba cómo sabía eso. No entendí por qué Mia y Mace querían ir a Las Vegas porque ninguno de los dos eran jugadores. No, eso no era verdad. Ambos lo eran porque ambos hicieron una apuesta sobre mí. ―Nos gustaría eso. La respuesta de Mia me sorprendió. ―¿Segura? ―Sí, veré esto con él.

Mía Cole rodó sus caderas, deslizándose profundamente dentro de mí. Ha pasado una semana desde el hospital y aun así se suponía que él tenía que tomar las cosas con calma, pasamos la mayoría del tiempo en casa haciendo el amor. Y esto era amor, no follar, cosa que hacíamos y seguido, pero esto era diferente. Saborear era una buena manera de describir la atención que Cole me prestó, como si estuviera internándolo en un recuerdo. Dentro y fuera, lento, un movimiento deliberado que tenía su polla deslizándose profundamente solo para retirarse, creando esa deliciosa fricción. Amaba la manera en que se sentía, su duro, gran cuerpo sobre el mío, rodeándome, consumiéndome. Podría quedarme así por siempre. Sus labios se movieron desde el pecho que había estado degustando, subiendo por mis hombros a mis labios, su lengua imitando el movimiento de sus caderas. Corriendo mis manos por su suave, musculosa espalda y sobre su culo, lo empujé más profundo mientras arqueaba mi espalda; el orgasmo moviéndose a través de mí como una ola. Su gran cuerpo se quedó inmóvil mientras el placer pasaba por su rostro, su polla bombeado su semilla dentro de mí. No se movió, no se salió para probarme como lo hacía usualmente, sólo se mantuvo donde estaba, aún enterrado dentro de mí, sus brazos alzándolo así podía mirar su llenada. ―¿Segura que estás haciendo lo de ir a Las Vegas? ―Su preocupación me tocó. ―Lo estoy. ―Podemos ir a otro lugar. Te llevaré a cualquier lugar que quieras ir. ―Me justa esa oferta y voy a tomarte la palabra y pronto, pero creo que necesito ir así puedo finalmente poner a mi papá a descansar. ―Él te amaba. Mis ojos comenzaron a arder. ―Lo sé. ―Habló sobre ti incesantemente, especialmente en el comienzo. Llevaba un gran orgullo por el hecho de que tenías el carácter fuerte. Sabía eso, para ser honesto, la niña que se sentaba y me miraba mientras limpiaba mis cortes no tenía miedo, solo una dosis saludable de curiosidad. ―¿Recuerdas eso?

―Sí, la pequeña niña con ojos demasiado grandes para su rostro ocupándose de mí mientras me miraba como si fuera interesante, importante. ―Tú eres interesante e importante. Se salió de mí y no estaba lista para eso. Sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura y me volteó sobre mi estómago y levantó mi culo al aire. Pensando que me iba a tomar otra vez, mi cuerpo empezó a palpitar. Mirándolo sobre mi hombro, su dedo se movió entre mis piernas donde rozó por el clítoris hasta el núcleo antes de llevarlo a su boca para quitar de un lametazo el sabor. Casi llego. Y luego se sentó en el borde de la cama y me puso sobre su regazo. ―¿Qué demo…? ―¿En realidad no pensaste que te estabas librando de tu castigo? ―No me vas a nalguear, en serio. ―Oh, lo voy a hacer. Déjame ver. Primero, recuerdo específicamente decirte que no buscaras nada de lo que viste en las fotos. ―No lo hice. ―Y sin embargo leíste directamente los estados financieros de tu papá y fuiste medio tirándolo a Dylan, confrontándolo sobre su parte en el lavado de dinero por un hombre que ambos sabíamos era malas noticias. Antes de que pudiera responder, su mano bajó sobre mi nalga izquierda. ―¡Ouch! Cole, eso duele. ―Se supone que lo haga. ¿Dónde estaba? Cierto, luego estamos en una habitación con dos asesinos y tú estás provocando a uno de ellos. ―Otra nalgada, pero esta vez su mano bajó en mi nalga derecha―. Luego llamaste a Bruce una perra quejica, no que no lo fuera, pero aun así. ―Otra nalgada―. Estabas deliberadamente entretenida con la idea de desafiarme, sin embargo cuál era tu plan era exactamente cuando tus manos estaban atadas, no lo sé. ―Otra nalgada. Mis ojos quemaron por la lágrimas, pero demonios, en verdad me estaba haciendo daño. Alejándome de él, cosa que solo sucedió porque me lo permitió, me moví otro extremo de la habitación. ―Detente, Cole. Me estás haciendo daño. ―Estoy tratando. ―¿Por qué? ―Porque ese dolor que estas sintiendo ahora, eso no es nada al lado de lo que sentiría si algo te pasara. Y me di cuenta de que eres la niña de Mace y tienes mucho fuego, esa es una de las cosas que más amo de ti, pero también dejas que tu

temperamento saque lo mejor de ti y actúas más en la emoción que en la lógica. Y si nosotros nunca experimentamos una vida y una muerte, será demasiado pronto, pero si lo hacemos jodidamente no te voy a perder porque dejaste que tu temperamento sacara lo mejor de ti. ―¿Por qué tienes que ir y decir eso? ¿Cómo se supone que voy a mantener mi enojo encendido cuando vas y dices algo como eso? Se movió, como un depredador que tiene su presa en la mira. Y tanto como amaba la vista de su gran, fuerte, desnudo cuerpo viniendo por mí, mi atención estaba en las doce heridas, más o menos, sobre su torso. Y recordando cómo se sintió cuando pensé que estaba agonizando, el dolor que me robó el aliento y casi me destripa desde adentro, lo entendí. Retrocediendo hasta que golpeé la pared; se movió derecho a mí, sus manos llegando a descansar contra la pared a cada lado de mi cabeza. Sostuve su mirada dura. ―Lo siento. ―Concluyendo la mierda, he tenido una luz brillante en el oscuro infierno en el que he vivido, volviéndome demasiado acostumbrado de estar en la luz, Mia, no voy a volver a la oscuridad. Oh, Dios. Mi corazón estaba tan lleno que en verdad debería tener grietas a través de mis costillas. ―No me gusta cuando me nalgueas. ―Entonces guardaremos eso para cuando eres mala. ―No quiero ser nalgueada en absoluto. ―Entonces no seas mala. ―Eres imposible. Así que, ¿cuál es mi salida cuando tú eres malo? En verdad tuvo el descaro de elevarme su ceja. Lo que ya era lo suficiente malo y luego respondió: ―No estoy entendiendo la pregunta. Mi temperamento, ese que acababa de prometer mantener en control, estaba empezando a sacar lo mejor de mí. ―En serio. Solo me nalgueas y desde que tenerte sobre mi rodilla nunca pasará, cuál es mi salida. ―Ya que nunca soy malo, es un punto discutible. ―Te voy a morder.

Su expresión se volvió muy oscura, sus labios se separaron mientras su cuerpo se acercaba al mío. ―Me encantaría eso. ―Oh, por Dios. En verdad eres imposible. ―En serio, Mia, no nos salgamos del tema. Me estoy poniendo duro solo de pensar en esos dientes hundiéndose en mí. El temperamento salió volando por la ventana porque ahora, me estaba poniendo caliente por pensar en morderlo. Levantándome, me presionó contra la pared en el mismo movimiento que condujo su polla dentro de mí. Mi pierna se envolvió alrededor de su cintura, mis manos cayendo en sus hombros. ―Muérdeme, Mia. Así que lo hice, cuando mi cuerpo se apretó a su alrededor en éxtasis, mordí su pectoral derecho lo suficiente duro que saqué sangre. Fuimos al salón de tatuajes al día siguiente.

Mia Las Vegas eran salvajes. Nuestra suite, porque era una suite, era del tamaño de una casa pequeña. Bautizamos la cama la noche pasada, nuestra primera noche aquí, la cual era del tamaño de dos camas King juntas. Sólo pensar en el uso del espacio completo que logramos, Cole era un amante muy inventivo. Absorbiendo los rayos del sol junto a la piscina, mis ojos cubiertos por lentes estaban sobre Cole, quien estaba en ese momento en el bar ordenándome un vaso de jugo de piña, más específicamente mi concentración estaba en el tatuaje en su pectoral derecho. Entendí entonces lo que sintió al ver mi tatuaje. Me encantaba verlo, sabiendo que era mi marca. Incluso había ido tan lejos como para tener mi nombre subiendo por el interior de su antebrazo. Mientras caminaba de regreso a mí, no fui tímida al observar toda su belleza, desde sus amplios hombros y brazos musculoso, hasta su traje de baño negro que caía bajos sobe sus caderas por lo que sus abdominales eran completamente visibles así como esa fantástica V de músculos justo bajo sus abdominales. Las cicatrices, algunas de las cuales eran permanentes, aumentaban mi babeado. El doctor le había ofrecido a Cole cirugía plástica, pero no estaba interesado. Había una parte de mí a la que le hubiera gustado que se removiera las cicatrices para que no tuviera un recordatorio del horror, pero a la vez habíamos sobrevivido mientras que los otros estaban pudriéndose así que las cicatrices eran como un “váyanse al infierno” para ellos. Mis ojos se movieron a los tatuajes en sus brazos, los tribales. Los diseños eran diferentes de maneras sutiles; el que estaba a su izquierda se movía por su pectoral y noté lo que parecían alas trabajadas dentro del diseño de su brazo derecho y un ángel en el izquierdo. Cole me pasó mi bebida, bajó lo suficiente para que sólo yo lo escuchara. ―Sigue mirándome de esa forma y vamos a encontrar una cabaña vacía. Tomando mi bebida, ya que mi boca se había puesto incontrolablemente seca, bajé mis lentes para verlo a los ojos mientras se acomodaba en la silla a mi lado. ―La verdad no tendría problema con eso. ¿Qué significan los tatuajes tribales? No respondió de inmediato, pero no estaba segura de qué alimentaba su indecisión, antes de que dijera:

―Son mis recordatorios. ―¿De qué? ―Tú. Mi cuerpo se estremeció en respuesta, pero antes de que pudiera comentar algo él continuó tocando el collar de San Antonio. ―Pensé que eras un ángel cuando me diste esto. El infierno en que vivía y está pequeña niña se quita su propio collar y me lo da, un extraño, sólo para ofrecerme consuelo. Estos tatuajes, te representan a ti, mi ángel: mi luz en la oscuridad. Mis dedos pasaron con suavidad sobre su pectoral izquierdo, mis ojos ardían por la belleza de sus palabras. ―Has sido mi luz, también. ―Lo sé. ―Su pulgar limpió la solitaria lágrima en mi mejilla. Sus dedos bajaron por mi cuello a mi hombro―. Voy a marcaste aquí pronto, tendremos que llamar al conserje para saber de un lugar de tatuajes cerca. Me reí con fuerza, déjale a Cole que cambié el humor del ambiente tan fácilmente. Mi cuerpo ardía. Él sonrió antes de darle un sorbo a su cerveza. ―¿Qué quieres hacer esta noche? ―Pensé que cenar e ir a bailar seria genial. ―¿Algún restaurante en particular? ―Prime Steakhouse. ―Haré reservaciones. ―Tomó otro gran sorbo hasta de centrar su mirada de nuevo en mí―. ¿Las Vegas es todo lo que pensabas que sería? ―Más. Papá lo hubiera odiaba si estuviera aquí, creo que sólo me ofreció venir, mostrando tanto entusiasmo, por mi bien. ―Girándome para mirarlo más de frente, añadí―: ¿Tú tampoco estás de verdad muy impresionado, verdad? ―No le veo el atractivo, no. ―Y aun así viniste aquí en lugar de a algún lado que ambos disfrutáramos. ―Querías verlo, además mi única agenda para esta semana es follarte tan seguido y tan variado como sea posible. Puedo hacer eso en cualquier parte. El calor crepitó por mi piel, un sonrojo seguramente apareció porque Cole estuvo entonces mirando hacia mi escote, el cual para mi vergüenza se sonrojaba cuando me excitaba. ―Estoy pensando que vamos a tener que buscar esa cabaña más temprano que tarde ―dijo arrastrando las palabras.

―Espero que jamás llegué el día en que me cansé de tu boca vulgar; tal vez dice algo sobre mí, pero de verdad me encanta. ―Sólo necesitaré ser más creativo con mis versos. ―¿Versos? ―¿Ves? Más creativo. ―Terminó su cerveza y dejó la botella sobre la mesa, inclinándose, curvó su mano alrededor de mi cuello y me acercó para un fuerte beso. Sus ojos encontraron los míos―. Voy a ir al gimnasio. Me tomó un minuto responder ya que estaba fantaseando con esa cabaña también. ―¿Al gimnasio? ―Necesito trabajar en los músculos. Un escalofrío pasó a través de mí, mi concentración pasó a sus cicatrices. ―Oh. Tocando mi barbilla, levantó mi mirada a la suya. ―No me gusta esa mirada en tus ojos. Estoy bien, al hacerlo estoy mucho mejor. Ya se terminó. ―Lo sé, pero todavía está demasiado reciente. Con cariño acarició mi barbilla. ―Te voy a escribir con la hora de la reservación. ―Bien. Me besó de nuevo, está vez más suave, más largo… perfecto, antes de irse.

Cuando regresé al cuarto, muchas horas después, Cole ya estaba de regreso, duchado y cambiado. Estaba en el balcón, dándome la espalda, y su atención estaba en algún lado en el horizonte. Me tomó un momento disfrutar de la vista porque había mucho que ver en un hombre constituido como Cole, hombros amplios, caderas estrechas, en ropa hecha a la medida. Nunca lo había visto vestido como estaba, pero definitivamente me gustaría verlo así más menudo. Después de un momento, registré la forma en que estaba ahí de pie, pensativamente. Cole, tendía a concentrarse internamente, sus pensamientos por lo general para él solo, pero esto era diferente. Soltando mi bolso, caminé hacia el balcón, él se giró hacia mí mientras lo hacía. Mis pies se detuvieron cuando obtuve un buen vistazo de él; su expresión era difícil de interpretar.

―¿Estás bien? Asombro era lo que mejor describía lo que estaba viendo y, si no estaba loca, él parecía casi feliz. Cole no mostraba emociones, mantenía todo dentro, pero había una felicidad en él que creaba su propia luz. No dijo nada, pero dio un paso más hacia mí, la yema de su pulgar acarició mi pómulo. El golpe en la puerta me molestó porque quería saber qué estaba poniendo esa mirada en el rostro de Cole. Quería asegurarme que cualquiera que fuera la causa, sucediera tan a menudo como fuera posible. ―Es para ti ―dijo, su voz era calmada, y gruesa por la emoción. Confundida, caminé despreocupadamente hacia la puerta, sentí a Cole a mi espalda. Asumí que me pidió algo de una de las tiendas, probablemente un vestido para la cena. Abriendo la puerta de un jalón, mi saludo murió en mi lengua. Un escalofrío barrió a través de mi cuerpo incluso cuando me quedé inmóvil. Quemando detrás de mis ojos estaban las lágrimas que comenzaron a llenarlos y rodar por mis mejillas. Mi corazón latió dolorosamente mientras mi mente desesperadamente trató de explicar la visión frente a mí. Y entonces él dijo: ―Hola, niña. Mis piernas cedieron, mientras luchaba por meter aire en mis pulmones en medio de los sollozos que estremecieron mi cuerpo. Él cayó enfrente de mí y me llevó a sus brazos; su aroma, el que había extrañado, me rodeó. Sin pensarlo, mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello, mi agarre era muy firme con miedo a que todo esto fuera un sueño. La palabra salió de mi garganta. ―Papi. ―Mia. Enterrando mi rostro en su cuello, me desmoroné por completo. No podía creer que estuviera sintiendo sus brazos a mi alrededor, escuchando su corazón latir en su pecho, el sonido familiar de su voz cubriéndome. No supe cuánto tiempo pasó desde que simplemente me acurruqué en los brazos de mi papá, las lágrimas empapando su camisa, pero temía que si me movía despertaría. ―Mia, demonios, sabía que esto iba a ser difícil, pero maldita sea. Ninguna palabra salía, no quería romper la magia del momento. Sentí brazos a mi alrededor, sabía que eran los de Cole, quien me levantó en sus brazos sólo lo suficiente para caminar conmigo al sofá, cuando me entregó a mi papá. Me sentí como una pequeña niña de nuevo y aun así no tuve problema con eso. Todavía

estaba convencida de que estaba soñando hasta que vi a Cole, parado a mi lado con lágrimas en los ojos. ―¿Lo sabías? ―Acabo de enterarme. ―Por eso te veías de esa forma. ―Sí. Mi atención se giró a mi papá, un rostro que pensé no vería de nuevo. Con lágrimas aún derramándose, lo toqué porque necesitaba asegurarme que era real. Él estaba llorando. Nunca en mi vida había visto llorar a mi papá. Limpié la lágrima que rodó por su mejilla. ―De verdad estás aquí. ―Mierda. ―Enterró su rostro en mi cuello, con sus brazos cerrándose a mi alrededor para sostenerme cerca―. Tuve que hacerlo, Mia, tenía que detener a ese hijo de puta. ―Stein. ―Sí. No sabía la mierda en que estábamos metiéndonos, pero no pude salirme una vez estuve dentro. ―¿Te amenazó? ―Te amenazo a ti. ―Cuéntame. Su cabeza se levantó, las lágrimas se habían detenido, pero había tanta ira en sus ojos. ―Pensé que estaba buscando una prostituta, y tropecé con algo mucho más grande. Y entonces Crane se me acercó. ―¿Crane, cuándo? ―Esa noche estaba estacionado afuera de la casa. Vino a pedir ayuda. ―Pero estabas enojado cuando entraste de nuevo. ―Enojado de que me hubiera metido en eso. Moviendo mi atención a Cole pregunté: ―¿Lo sabías también? ―No le conté a Cole. Crane me dijo que no se lo contara a nadie ya que mientras menos supieran que estaba de encubierto, mejor sería para él. Lo ayudé a

conseguir información, Cole ayudó ya que tenía entrada a muchos de los lugares a los que necesitaba entrar. Todo fue bastante inofensivo y entonces vi esas fotografías. ―¿Por qué no se las diste a Crane? ―No estaba seguro de confiar en él, así que no iba a pasarle el arma cargada. ―¿Y Bruce? ―No sabía que estaba sucio. Ese hijo de puta compartió con mi familia. ―¿Dónde has estado? ―Protección a testigos. Después de que Stein puso un precio a mi cabeza, Brian se enteró de esto, así que arregló “mi muerte”. Usó un cuerpo en la morgue, hizo que el médico amañara el reporte. ―Lo que explica las inconsistencias que el experto de Kevin encontró en el reporte del medio forense. ―Sí. Brian quiso las inconsistencias, quiso que Stein creyera que de verdad había sido un asesinato y no un accidente. Incluso hizo un trato con alguien en custodio para que reclamara el crédito por la muerte. ―El hombre que Kevin mencionó. El agarre de papá sobre mí se apretó―. Sólo acepté porque el asunto tenía que parar. Stein eran malas noticias y quería mi taller. Probablemente con el tiempo lo hubiera dejado, pero que me enterara sobre el lavado que se hacía en mi taller, Stein no podía dejar eso. Y no me había dado cuenta que mientras vigilaba, estaba siendo vigilado porque estaba poniendo muy nervioso a Stein con mi atención indeseada. Si no me creía muerto, habría ido hasta ti para conseguirme. No creí que todo se arruinaría tan rápido como lo hizo. Gracias a Dios Cole y yo ya nos habíamos asegurado de dar los pasos para asegurarnos que estuvieras cubierta. La atención de papá fue a Cole. ―Gracias. Cole asintió. ―Fue el maldito año más largo de mi vida, esperando a que Brian y Terence armaran su caso. Estar lejos de Dee y de ti, de Cole, saber que creías que estaba muerto. ―Entonces no sabías sobre la traición de Dylan. ―No hasta que Brian me tuvo lejos. Muy listo, porque lo habría matado. Su traición estuvo mal, pero ponerte en riesgo, le hubiera arrancado la maldita cabeza. Agaché la cabeza, porque incluso aunque Dylan no había sido un amigo para mi papá, estaba muerto. ―Está muerto.

Levantó mi barbilla, obligándome a mirarlo. ―Él labró su destino, Mia. ―Lamento que te hiciera eso. ―Nos lo hizo a todos. ―Su rostro cambió de nuevo, a una rabia que me robó el aliento―. Te lastimaron. Él lo sabía, mi corazón dio un vuelco. Bajé la mirada, no podía mirarlo, pero él volvió a levantar mi mirada. ―Brian no me lo dijo hasta que estuvimos de camino a casa porque él sabía que no habría suficientes personas para evitar que los encontrara a todos, hasta el último hijo de puta de ellos, y matarlos con mis propias manos. Se llevaron a mi niña, la lastimaron, la aterrorizaron y la obligaron a quitar una vida… volarle el pene al maldito, incluso cuando estaba inconsciente, estuvo absolutamente justificado. Yo los hubiera matado y siempre habrá una parte de mí qué querrá vengarse, pero Mía, tú peleaste. No dejaste que te convirtieran en una víctima. Estoy orgulloso de ti. Mi corazón se hinchó, mi cabeza se apoyó sobre el hombro de papá, mis brazos se apretaron alrededor de su cintura. ―Me mudé de nuevo a casa. ―Lo sé. ―¿Qué pasará ahora? ―No lo sé. Probablemente podría obtener el taller de nuevo, si quisiera, pero estoy pensando que quiero un cambio. ―¿Cómo cuál? ―Tal vez un pequeño sitio en Bucks County. Ese era mi sueño, nunca pensé de verdad que se haría realidad sin embargo, ya que nunca dejaría a papá o a tía Dee. Tía Dee. ―¿Sabe tía Dee que estás vivo? ―Todavía no. ―Tenemos que decirle. ―Está en camino ―dijo Cole, lo que sólo sirvió para confundirme. ―¿Por qué está en camino? Papá se movió, deslizándome de su regazo y tomando el lugar de Cole al otro lado del cuarto mientras Cole se acercó más a mí. Él metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña caja.

―Ella está en camino, así como Janie, porque tú y yo nos vamos a casar. Probablemente me veía como una tonta en ese momento porque simplemente no estaba entendiendo ninguna de sus palabras. Había tenido demasiadas sorpresas por una noche. ―¿Disculpa? ―Casarnos, tú y yo. Él se agachó enfrente de mí y tomó mi mano izquierda. El diamante con corte de esmeralda que se deslizó en mi dedo era hermoso. Mi interpretación de pez boquiabierto no se le pasó por alto a Cole o a mi padre cuando ambos comenzaron a reír. ―¿Casarnos? ―Sí. Poniéndome de pie, casi derribé a Cole sobre su trasero. ―No lo pediste. ¿Cómo es que sabes que quiero casarme contigo? Él se puso de pie, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. ―Nunca lo dudé. ―Eso es arrogante. ―Pero correcto. ―¿Es en serio que no vas a pedírmelo? ―¿Por qué? Sé la respuesta. ―Oh Dios mío. No puedo creer esto, uno de los momentos más importantes de mi vida y ¿no vas a hacerme la pregunta porque ya sabes la respuesta? ―Mia concentrarte, ya he respondido eso. Quería patearlo en la espinilla. Se movió, enredando sus dedos en mis cabellos, acercándome. ―Te amo y vamos a casarnos. Quieres esto tanto como yo, así que deja de ponerlo difícil. Además ya aceptaste casarte conmigo cuando me dijiste que querías tener a mi hijo. ―La ternura inundó su expresión cuando añadió―: Me preguntaste si el club era lo que quería hacer con mi vida. En parte, lo es, pero tú eres mi vida. Y quiero mi anillo en tu dedo. Dios, amo a este hombre. ¿Debería haber esperado otra clase de proposición de su parte? No. ―Te amo.

Rozando mi labio inferior con su pulgar, dijo: ―Todavía quiero niños. ―Bueno entonces estás de suerte porque estoy embarazada. ―Apenas me había enterado hace unos días. Había planeado decírselo hoy en la cena. Su expresión en respuesta no tenía precio, aturdido―. Sin palabras, ¿he dejado sin habla a un Campbell? Y entonces su expresión se oscureció. ―Estas embarazada y te burlaste de Bruce, ¿atrayendo su rabia hacia ti? Tal vez no tan sin palabras. Mierda, estaba en problemas. ―Sabes lo que esto significa. ―No. ―Mi trasero comenzó a doler, presintiendo dolor aparentemente. ―Me temo que sí. ―Papá, dile que no. Pero papá parecía estar sorprendido. ―No puedes evitarlo, Mia. ―Mi boca se abrió para soltar otra protesta, pero Cole tomó la oportunidad para sellar sus labios sobre los míos, su lengua empujando dentro de mi boca. Mi cerebro estaba bastante muerte cuando envolvió su brazo alrededor de mí y nos giró hacia papá, quien todavía nos miraba con los ojos vidriosos. ―¿Voy a hacer abuelo? ―Sí. Se movió a lo largo del cuarto y me levantó en un abrazo. Cuando me dejó de pie, se giró hacia Cole, pero no le ofreció su mano. Lo atrajo en un abrazo y Cole no dudó en regresárselo. Dando un paso atrás, papá nos miró a Cole y a mí, quien había envuelto sus brazos alrededor de mí de nuevo, una sonrisa tiraba de los labios de papá. ―Donati y Campbell, siempre me gustó como sonaba.

Janie llegó primero. Timothy estaba con ella. La ayudó a bajar del taxi, sus ojos se movieron hacia mí mientras una sonrisa tocaba sus labios, sin duda porque Cole estaba de pie detrás de mí, con sus manos en mi estómago en un gesto innegablemente protector.

―¡Mia! ―Corrió hacia mí hasta que notó a mi papá a mi izquierda. Sus pies trastabillaron, sus ojos se salieron de sus orbitas y entonces movió su atención de papá hacia mí y de regreso―. ¿Señor Donati? ―Janie. ―Pero… Las lágrimas aparecieron entonces, derramándose por su rostro, pero no era consciente de ellas. Ella no conoció a papá muy bien; sus lágrimas eran por mí, porque había recuperado a mi papá. En el próximo segundo, sus brazos se envolvieron alrededor de mí. Nos quedamos así por un momento, tan largo que papá y Cole ayudaron a Timothy a llevar el equipaje de Janie a su cuarto. Tenía seis maletas. Tratando de aligerar el ambiente, pregunté: ―¿Por cuánto tiempo se quedan? Dando un paso atrás, pero aparentemente necesitando el contacto, sus manos descansaron en mis antebrazos. ―No me hagas reír. ―Y entonces se rió―. Tu papá está vivo. ―Larga historia. Cuando tía Dee llegué, te las contaré. Su agarre en mis brazos se apretó. ―¿Tu tía no sabe? ―Nop. Está en camino. ―Oh mi Dios, no puedo esperar a ver ese reencuentro. ―Sus labios se curvaron en una cálida sonrisa―. Desearía haber visto la tuya. ―Todavía estoy atónita. Mi papá regresó de la muerte, Cole me dijo que nos casaríamos. ―Espera, ¿te dijo? ―Sí, dijo que no había caso en hacer la pregunta porque ya sabía la respuesta. La risa de Janie salió del fondo de su garganta. ―Dios, me encanta para ti. ―Estoy embarazada. Su expresión se suavizó, sus ojos fueron a mi vientre. ―Felicidades, Mia. ―Su mano se presionó en mi estómago―. Eres un bebé muy suertudo. Mia como mamá, Cole como tu papá. Dee como tu tía abuela y Mace

como tu abuelo. ―Sus ojos se movieron de regreso a mí―. El clan Donati, junto de nuevo.

Tía Dee llegó una hora después. Me mandó un mensaje de texto diciendo que su taxi estaba llegando, pero en lugar de Cole y yo recibiéndola, papá estaba ahí. Cuando salió del taxi y vio a papá, tuvo una reacción similar a la mía. Cayó de rodillas con incontrolables sollozos. Y como había hecho conmigo, papá se puso de rodillas, la acercó más y la sostuvo hasta que dejó de llorar. No estaba del todo tranquila cuando papá la puso de pie, así que mantuvo su brazo alrededor de ella mientras llegaban junto a Cole y yo, y entonces me envolvió en sus brazos, sus sollozos regresaron, su voz apenas era audible. ―Está vivo, Mace está vivo. Mis lágrimas evitaron que hablara, pero no necesitaba hacerlo. Sabía exactamente cómo se sentía, todavía me sentía de la misma forma. Sus sollozos se calmaron, su cabeza se levantó y una sonrisa tocó sus labios. ―¿Así que supongo que la boda fue una treta? ―No, nos vamos a casar. ―¿Sí? ―Sus ojos fueron de Cole a mí. ―Tengo que convertirla en una mujer honesta. La mirada de tía Dee volvió a mí, bajando a mi vientre. ―¿Estas embarazada? ―Sí. Y entonces los sollozos comenzaron de nuevo, más lágrimas de felicidad.

Cole y yo nos paramos ante el ministro, frente a las fuentes del Bellagio. No muy original, pero lo quise ahí y no en una capilla de Elvis. A Cole no le importaba dónde nos casáramos, incluso sugirió que simplemente hiciéramos que el ministro fuera a nuestro cuarto para no tener que ir tan lejos para consumar el matrimonio. Sí, a papá le hubiera encantado eso, más sin embargo la idea tenía su encanto. La tía De estaba parada con papá, con su brazo alrededor de él, y viceversa. Janie y Timothy se miraban embobados entre ellos y tenía el presentimiento de que

esos dos se hubieran casado también, pero el miedo que la ira de su madre por negarle la boda evitaba que lo hiciera. Mi vestido fue uno que Cole eligió, uno ajustado de un azul plateado pálido con pedrería plateada que abrazaba mi figura y rozaba el piso. Él estaba en su traje negro. Mientras nos vestíamos más temprano, Cole había aparecido en la puerta de nuestra suite con una caja de zapatos en sus manos. No era cualquier caja de zapatos tampoco, sino una de Christian Louboutin. Sin decir ni una palabra, le quitó la tapa para revelar el par de zapatos más hermoso, con cristales incrustados de plataforma y tacón. Lágrimas cayeron de mis ojos porque papá debió haberle contado a Cole sobre nuestra conversación cuando era más joven, sobre casarme usando unos zapatos así. Entonces se dejó caer sobre una orilla, sacó un zapato de la caja, y levantó mi pie. Y entonces en la interpretación de Cole del Príncipe Encantado, besó mi pie, su lengua pasó a lo largo del arco y por mis dedos antes de deslizar el zapato en mi pie. Llegamos un poco tarde a la boda porque me tomó, contra la pared, mientras no usaba nada más que mis zapatos brillantes. ―¿En qué estás pensando? ―preguntó Cole mientras el ministro se preparaba para empezar. Decirle exactamente lo que estaba pensando podría llevar posiblemente a otro encuentro como ese, pero con papá y tía Dee mirando, no creí que fuera sabio. Así que en cambio, respondí como una verdad más simple. ―En la suerte que tengo de estar aquí de pie contigo. Y como era su forma de ser, no esperó a que el ministro hiciera las preguntas de las que ya sabíamos las respuestas, sino que se saltó al final y besó a su novia.

Mia Nuestra casa estaba en Bucks Country, una pequeña casa con más terreno que casa. Papá y Cole no solo habían construido los columpios, también la casa de juegos, que Cole había pintado de gris oscuro, tan parecido al negro como pudo conseguir. Papá vivía al cruzar la calle y tía Dee justo calle arriba. Yo aún trabajaba para niño Freddie, amaba el trabajo y como ambos, padre e hijo, habían intensificado mi tiempo de necesidad, pero trabajaba a tiempo parcial y podía hacer mucho de mi trabajo desde casa. Los días que tenía que ir a la ciudad, Cole venía conmigo para comprobar Tickled Ivories, que ahora tenía un gerente a tiempo completo ocupándose del lugar. Mi apartamento, Cole lo compró y a veces nos escapábamos a ese pequeño retiro. Nuestro hijo, Declan Mace Campbell, era justo como su padre, pero tenía los ojos Donati. Ver a Cole sostener a Declan siempre hacía que me latiese el corazón rápido. Grande, fuerte, a veces distante Cole bajando la mirada con asombro, era una imagen hermosa. Papá y Cole abrieron juntos un taller, justo en nuestra pequeña ciudad y yo era su gerente de oficina. Cole me sorprendió cuando vi sus deslumbrantes Chuck colocadas al lado de su fotografía de Declan y yo en el garaje. Las había mantenido, las había mantenido todo este tiempo. La mayoría de los días, Declan y yo nos uníamos a ellos para comer, sentados en la mesa de picnic colocada detrás del taller. Recientemente Declan había cumplido un año y estaba tan fascinado como lo había estado yo por las herramientas de papá. Aún no habíamos encontrado un restaurante de reemplazo para Vincent’s y hacíamos un viaje un par de veces al año, porque no podía estar mucho tiempo sin mi dosis de comida parmesana. Janie y Timothy se casaron cuatro meses después de Cole y yo, su hija Nicole nació cinco meses después. Tener a papá de vuelta, viéndole con mi hijo y mi marido y sabiendo que estaba solo con cruzar la calle, se lo agradecía todos los días a las estrellas.

Y Cole. Casarse y tener un hijo no le había suavizado, aún era un poco duro, a veces distante y aún tenía esa boca ruda, pero no pasaba un día sin que sintiese su amor. No cambiaría nada de él, bueno tal vez los azotes, pero pasaban muy rara vez. No había escuchado acercarse a Cole cuando me rodeó con los brazos y me dio un beso en la cabeza. ―¿Qué estás haciendo? ―Mirando la casa de juego de Declan. ―¿Por qué? ―Vamos a tener que añadir otra al lado. El cuerpo de Cole se tensó y apretó los brazos. ―¿Estás embarazada? ―Sí. Y si es una niña pintaremos la casa de rosa. ―Nada de rosa. ―Rosa, Cole, con adornos violetas. ―Girándome entre sus brazos, le rodeé el cuello―. Dame esto o también voy a adornar la casa. ―Maldita sea. De acuerdo, rosa pero nada de adornos en violeta, en blanco. ―Trato hecho. Me acarició la mejilla con el pulgar, siguiendo la acción con la mirada. ―Te amo, Mia. ―Lo que siento por ti va más allá del amor. Y ahí estaba esa sonrisa. Me encantaba cuando sonreía. ―¿Me estás faltando al respeto? ―¿Faltarte al respeto? ―Más creativa. Me está picando la mano. ―No, Cole. Parecía malvado mientras bajaba la mano hacia mi trasero. ―¿Cuándo va a traer tu padre a Declan a casa? ―En una hora. ―Tiempo suficiente. ―Me levantó en sus brazos. Mi cuerpo empezó a latir. ―¿Dónde vamos?

―Y aquí estás de nuevo, haciendo preguntas de las que realmente ya sabes las respuestas. El deseo me atravesó, de la cabeza a los pies. Era tonto, pero desde que Declan había nacido encontraba divertido hacer el amor durante el día, especialmente sabiendo que estaba justo al otro lado de la calle con mi padre. Eso no disuadía a Cole, que siempre me convencía para pensar como él, pero yo lo seguía comentando. ―Aún no está oscuro. Dejó de moverse, con voz afilada y su expresión cambiando a cariñosa. ―No y no volverá a ser así. Y justo cuando pensaba que no era posible amarlo más de lo que ya lo hacía. Llegamos a la cama y me dejó sobre ella. Con movimientos limitados, que me sorprendió y a la vez me excitó, nos desvistió a ambos. ―Ahora, sobre esa falta de respeto. Me cubrió con su gran y hermoso cuerpo. Ser mala nunca se había sentido tan bien.

L.A. Fiore adora escribir y perderse en el mundo de sus personajes. Cuando no está escribiendo, con frecuencia la puedes conseguir creando un caos colorido a través de la jardinería o tocando el piano. Vive con su esposo y dos hijos en Bucks County, Pennsylvania, donde nació y creció. Autora de Beautifully Damaged y Always and Forever

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