HACIA UNA BUENA AUTOEFICACIA. EJERCICIO. -Define un objetivo que exija esfuerzo. El objetivo debe ser racional o con probabilidades razonables de éxito. Ten presente que el “estilo de superhéroe” también lleva al fracaso adaptativo en el mundo real. -Define tus expectativas de manera objetiva, clara y precisa, para que puedas después compararlas con los resultados obtenidos. Al explicitar estas anticipaciones, sé lo más sincero posible. Anótalas. Antes y durante la ejecución en sí del comportamiento, no utilices verbalizaciones negativas o inhibitorias; no te digas a ti mismo: “No soy capaz”, “Nada puede hacerse”, “Siempre seré un fracasado”, etcétera. -Maneja un punto de control interno. Retoma aquellos momentos de tu vida en los que has mostrado tu estirpe de luchador. -Ponte a prueba. Sin convertirte en irresponsable ni que la conducta sea peligrosa para ti o para nadie, ensaya lo que temes. Durante el enfrentamiento, no evites y persiste el mayor tiempo que puedas ante los obstáculos. Soporta al máximo la adrenalina; es verdad que incomoda, pero sólo es una sustancia química que luego es absorbida por el organismo. Recuerda, las sensaciones pasan y no pueden dañarte. -Compara los resultados con las anticipaciones que habías escrito antes. Analiza las discrepancias entre tus predicciones y la realidad; es decir, cuáles profecías se cumplieron y cuáles no. Intenta descubrir si tus anticipaciones estuvieron guiadas por el fatalismo o el pesimismo. Si fue así, inténtalo de nuevo. Que tu próximo comportamiento hacia la meta no esté impregnado de anticipaciones catastróficas. Simplemente intenta ser más realista en tus predicciones. Cuando te sientas cómodo y seguro en tus intentos, pasa a una meta mayor. A medida que subas en los niveles de la autoexigencia personal (sin lastimarte a ti mismo y exigirte de más), la autoeficacia y la confianza en ti mismo se fortalecerán.