Guia No 18 Binarios

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GUÍA No. 18 MEDITACION DE TRES BINARIOS DE HOMBRES, PARA ABRAZAR EL MEJOR REFLEXIONES PREVIAS Después de la meditación de Dos Banderas, ejercicio en el que purificamos, con ayuda de la gracia, los criterios evangélicos que deben orientar nuestros discernimientos para seguir a Jesús de modo más acendrado y tomamos conciencia de los posibles engaños de que podemos ser víctimas, San Ignacio propone la «meditación de tres binarios de hombres, para abrazar el mejor». Es éste el segundo test o chequeo de nuestra disponibilidad para discernir la voluntad de Dios sobre nuestra vida. Nos preguntamos qué tan libre está nuestra voluntad de afectos o apegos desordenados -también de desafectos y repugnancias-, que obstaculizan la búsqueda y el cumplimiento de lo que Dios quiere de nosotros. La palabra "binario" se usaba en tiempo de San Ignacio para señalar determinadas clases de personas, más o menos como decimos hoy “un fulano”. Se presentan tres actitudes diversas que podemos tomar frente a una elección. Algunos la llaman “meditación de tres clases de hombres” o de tres grupos de personas. Esta meditación puede resultarte árida y difícil si no has percibido a fondo la disposición que aquí se quiere obtener o si no has tomado conciencia de que este ejercicio exige una actitud radical y por lo mismo muy costosa. FIN QUE SE PRETENDE No es suficiente tener claros los criterios evangélicos para asegurar una buena elección o reforma de vida. Si no somos libres ni estamos bien dispuestos para quitar los impedimentos que tenemos para elegir, provenientes de afectos desordenados, nuestra elección puede resultar fallida. Sabemos que hay una condición indispensable para hacer sana y buena elección: la libertad interior o “indiferencia”. Si nos encontramos atados por alguna cosa y no estamos dispuestos a liberarnos, no podremos elegir rectamente. Recordemos que las ataduras del afecto son tan fuertes como unas cadenas. Este ejercicio pretende ayudarnos a comprobar en qué actitud nos encontramos y a implorar la gracia para «hacernos indiferentes». GRACIA QUE SE QUIERE ALCANZAR «Demandar lo que quiero: aquí será pedir gracia para eligir lo que más a gloria de su divina majestad y salud de mi ánima sea» (EE 152). En el segundo preámbulo, composición viendo el lugar (EE 151), San Ignacio propone «ver a mí mismo, cómo estoy delante de Dios nuestro Señor y de todos sus santos, para desear y conocer lo que sea más grato a la su divina bondad». Los santos, como paradigma de la plena libertad con que buscaron y eligieron la voluntad de Dios sobres sus vidas, son magníficos intercesores en este momento de los Ejercicios. Preciosos

Buscamos ahora un cambio de actitudes, un don de conversión. Por eso recurrimos de nuevo a los tres coloquios de la contemplación de Dos Banderas (EE 147). Es muy importante en este momento la recomendación de la Anotación 16: «Si por ventura la tal ánima está afectada y inclinada a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir al contrario de lo que está mal afectada; así como si está afectada para buscar y haber un oficio o beneficio, no por el honor y gloria de Dios nuestro Señor, ni por la salud espiritual de las ánimas, más por sus propios provechos y intereses temporales, debe afectarse al contrario, instando en oraciones y otros ejercicios espirituales y pidiendo a Dios nuestro Señor el contrario, es a saber, que ni quiere el tal oficio o beneficio ni otra cosa alguna, si su divina majestad, ordenando sus deseos, no le mudare su afección primera; de manera que la causa de desear o tener una cosa o otra sea solo servicio, honra y gloria de la su divina majestad». Principio ignaciano del "agere contra", recomendado en varias circunstancias (cf EE 13, 2; 325, 5; 350, 1; 351, 3).

Como se puede ver claramente, la Anotación encarece la necesidad de pedir, contra toda repugnancia, que el Señor nos facilite elegir aquello a lo que nos resistimos; de reconocer que no podemos solos y que es preciso que él nos haga esta transferencia afectiva, nos «mude la afección primera» (EE. 16), para disponemos a elegir lo que más conduzca al servicio del Reino para «alabanza de su divina bondad». Así lo dice la nota con la que concluye la presentación de esta meditación de los binarios: «es de notar que cuando nosotros sentimos afecto o repugnancia contra la pobreza actual, cuando no somos indiferentes a pobreza o riqueza, mucho aprovecha, para extinguir el tal afecto desordenado, pedir en los coloquios (aunque sea contra la carne) que el Señor le elija en pobreza actual; y que él quiere, pide y suplica, solo que sea servicio y alabanza de la su divina bondad» (EE 157). La actitud del Principio y Fundamento vuelve a resonar en el texto de este ejercicio: elegir lo que más conduce, hacernos indiferentes, buscar sólo la alabanza y servicio de Dios nuestro Señor. TEXTO IGNACIANO Para propiciar un ambiente de reflexión objetivo y sereno, San Ignacio construye una parábola: se trata de imaginar tres personas (fulano, zutano y mengano), cada una de las cuales ha adquirido una suma grande de dinero, no por medios ilícitos, pero tampoco pura o debidamente por amor de Dios. Y todos quieren salvarse y hallar en paz a Dios nuestro Señor (cf EE 149-157). El ejemplo de personas a quienes uno no ha visto ni conocido, es un recurso para ayudarnos a personalizar la situación y a examinar nuestra propia actitud. Verificaremos si nos inquieta algún afecto, al dinero o a cualquier otra cosa o persona, que no parece estar integrado en el fiel seguimiento de Jesús o que se puede haber convertido en impedimento para el servicio al Reino de Dios. Y, en caso afirmativo, veremos hasta dónde llega ese afecto y qué vamos a hacer con él. Es un problema vital que suele ocurrir con frecuencia. El apego puede darse a un bien material (dinero, propiedades, seguridades), social (títulos, fama, prestigio. reputación), corporal (salud, presencia, vestido), psicológico, intelectual. Puede ser también apego a una persona, a un lugar, a un tipo de trabajo, a una posición de poder y autoridad. San Ignacio en París había experimentado la dificultad que el apego al dinero y a beneficios presentaba a muchos de sus ejercitantes en el momento de hacer elección. Si en la composición viendo el lugar pide que nos pongamos delante de Dios y de sus santos, es porque quiere que tomemos conciencia de la solemnidad de este momento de revisión de nuestra vida. ¿Voy a continuar así toda mi vida? ¿Pondré remedios eficaces? ¿Me entregaré radicalmente al Señor y a mis hermanos? «Nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante, fijos los ojos en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona» (Heb 12, 1-2).

Tres clases de personas deben "reexaminar" algo que inicialmente no eligieron rectamente, buscando con limpidez el servicio al Reino de Dios. Algo que les impide caminar generosamente y hallar en paz a Dios nuestro Señor. Las actitudes son diversas: •

El primer binario: muestra una actitud dilatoria. Tiene el valor de reconocer que está afectado desordenadamente a ese dinero y «querría quitar el afecto» porque comprende que le está impidiendo entregarse plenamente a Dios, pero no pone los medios para cambiar la situación hasta la hora de la muerte. Y esto por miedo de descubrir la voluntad de Dios o por sentirse incapaz de dejar «la cosa adquisita»; por no atreverse a afrontar seriamente su vida. El discernimiento sobre el asunto va siendo indefinidamente aplazado y así llega el momento de la muerte sin haber resuelto la inquietud que lo acompañó durante la vida. La parábola del hombre necio que agrandaba sus graneros para guardar en ellos su cosecha y lo sorprendió la muerte, puede ilustrar esta actitud (cf Lc 12, 13-21).



El segundo binario: representa una actitud de racionalización o reformismo. Esta persona admite también estar apegada al dinero e igualmente quiere quitar su afecto desordenado, «más ansí le quiere quitar que quede con la cosa adquisita». Pretende quizás “purificar la intención”, despegarse “interiormente” del dinero, pero reteniéndolo, como a veces equivocadamente se interpreta la bienaventuranza de los pobres de espíritu en el evangelio de Mateo. Dice que renuncia al afecto, pero no renuncia a la posesión. Intenta resolver el problema montando “un compromiso” en el que la situación continúa igual o con pequeños cambios (reformismo). Dios, así manipulado, debe venir a donde la persona quiere. «No determina de dejarla [la cosa] para ir a Dios, aunque fuese el mejor estado para él». En realidad, por el miedo que tiene de perder la cosa, se apega todavía más a ella; crea un Dios a su medida, busca razones con las que se engaña a sí mismo (racionaliza su situación) y llega a convencerse de que eso es lo que Dios quiere, lo más conveniente para el servicio del Reino. Y hasta llega a creer que es indiferente. En realidad, en tal situación, cuando se emprende el discernimiento para buscar la voluntad de Dios, ya está tomada la opción, y el tal discernimiento se convierte -quizás de modo inconsciente-, en una búsqueda de razones para apoyar lo que finalmente se decide. El discernimiento generalmente termina pidiendo a Dios que bendiga y confirme la decisión. La parábola del joven rico nos muestra ese apego desordenado a las riquezas, que -a pesar de la bondad de su corazón-, le hace perder la libertad para seguir radicalmente a Jesús (cf Mt 19, 16-30; Mc 10, 17-31; Lc 18, 18-30)



El tercer binario: ha logrado una actitud de disponibilidad e indiferencia. Está libre para elegir y va a poner lo que Dios le pida, por más costoso que sea. Quiere quitar el afecto de tal manera que «no le tiene afección a tener la cosa adquisita o no la tener, sino quiere quererla o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad y a la tal persona le parecerá mejor para servicio y alabanza de su divina majestad». La persona que está en el tercer binario se presenta al discernimiento con un corazón enteramente libre y, mientras averigua lo que Dios quiere, se desprende afectivamente de todo: «entre tanto, quiere hacer cuenta que todo lo deja en afecto». Y se deja mover por el Espíritu con pleno acatamiento, «poniendo fuerza de no querer aquello ni otra cosa ninguna, si no le moviere sólo el servicio de Dios nuestro Señor». Está, pues, bien dispuesto para llegar a la elección con «el ojo de la intención simple» (EE 169). Un ejemplo para esta tercera actitud sería Zaqueo, que se desprende de todo lo que tiene y lo pone en manos de Jesús (Lc 19, 1-9).

El Directorio autógrafo, en la parte tocante a las elecciones (Cap. 3º), dice: «Primeramente se debe insistir en que entre en las elecciones, el que las ha de hacer, con entera resignación de su voluntad; y si es posible, que llegue al 3º grado de humildad... Quien no está en la indiferencia del 2º grado, no está para ponerse en elecciones, y es mejor entretenerle en otros ejercicios hasta que venga a ella»1. Obsérvese que el 2º grado -o segunda manera- de humildad de que habla aquí el Directorio, se corresponde con el tercer binario (cf EE 166 y 155). Por tanto, si los ejercicios de Dos Banderas y Tres Binarios no llevan a una decidida preferencia del seguimiento de Jesús por sobre todos los demás afectos, el ejercitante no está bien dispuesto para hacer una sana y buena elección y lo mejor es que continúe en las contemplaciones de la Segunda y Tercera semanas, repitiendo los coloquios de las Banderas, hasta que alcance la indiferencia y disponibilidad requeridas. Así lo aconsejan los directorios. Para lo cual ayudará aplicar las indicaciones que dan la anotación 16, y la nota del n.157 de los Ejercicios al final de la meditación de los binarios. Esta disponibilidad es fundamentalmente una actitud de pobreza. «Sólo desprendiéndose de todo lo que uno es y tiene, recibirá todo de Dios en la fe y podrá darse por entero a los hermanos en el amor» (CG 33, d.l, 13). El texto de los Ejercicios lo expresa admirablemente: «piense cada uno que tanto se aprovechará en todas cosas espirituales, cuanto saliere de su propio amor, querer y interesse» (EE 189). Triple coloquio: El texto de los Ejercicios indica que se hagan «los mismos tres coloquios que se hicieron en la contemplación precedente de las dos banderas» (EE. 156). La ardiente petición de las banderas vuelve, pues, en este final de la jornada. San Ignacio da a la meditación de los binarios el tiempo de un solo ejercicio, al terminar el cuarto día, que ha sido dedicado a cuatro ejercicios sobre las banderas; ocupa el lugar de la aplicación de sentidos con la que ordinariamente concluye el día, «a la hora antes de cenar». El ejercitante pide nuevamente -lo ha hecho ya cuatro veces en los ejercicios del día- ser recibido debajo de la bandera de Jesús, en suma pobreza espiritual y actual, y en pasar oprobios e injurias, por imitar más a su Señor. FUENTES DE ORACION PARA LA SEMANA Textos bíblicos

Lc 12, 13-21 (primer binario): parábola del hombre necio a quien reclamarán la vida esa noche: «así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios» Mt 8, 19-22 y Lc 9, 57- 62 (segundo binario): «Señor, quiero seguirte, pero déjame ir primero...» Lc 14, 15-24 (segundo binario): parábola de la gran cena: «pero todos comenzaron a disculparse…» Lc 19, 1-10 (tercer binario): actitud de Zaqueo Mt 9, 9-13; Mc 2,13-17; Lc 5, 27-32: «dejándolo todo, se levantó y lo siguió» Mt 13,3-10: la buena semilla; 25, 14-30: los talentos Textos de la Compañía

CG 32, d.2, 20: «Nuestros votos religiosos son apostólicos. Nosotros nos comprometemos hasta la muerte con los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, para poder estar totalmente unidos con Cristo y participar de su propia libertad de estar al servicio de cuantos nos necesita. Los votos, atándonos, nos hacen libres:

1

Directorio autógrafo, 17. Obras de San Ignacio, BAC, 5ª edición, p 314.

- «Libres, por el voto de pobreza, para compartir la vida de los pobres y para usar cualesquiera recursos que podamos tener, no para nuestra propia seguridad y confort, sino para el servicio ajeno. - libres, por el voto de castidad, para ser hombres de los demás, en amistad y comunión con todos, pero especialmente con aquellos que comparten nuestra misión de servicio. - libres, por el voto de obediencia, para responder a la llamada de Cristo conocida a través de aquel que el Espíritu ha colocado al frente de la Iglesia, y para seguir la dirección de nuestros superiores, especialmente de nuestro P. General, que tiene toda autoridad sobre nosotros «ad aedificationem». CG 32, d.11, 11: «con los Ejercicios se acrecienta nuestra libertad interior para responder con prontitud a las exigencias que el servicio de la fe nos plantea». CG 32, d.11, 16: «nuestra actitud básica ante la libertad personal sea pensar que la libertad se perfecciona en el ejercicio del amor». CG 33, d. 1, 13: «no seremos capaces de alcanzar esa actitud de discernimiento sin la abnegación de nosotros mismos, la cual es fruto del gozo que procede de la presencia del Reino (Mt 13, 44: alegría por el tesoro encontrado) y de la progresiva identificación con Cristo, que “se despojó de su rango haciéndose uno de tantos”… solo desprendiéndose de todo lo que uno es y tiene, recibirá todo de Dios en la fe y podrá darse a los hermanos en el amor». CG 33, d.1, 23: «el Espíritu del Señor nos llamó a la libertad (Ro 8, 15) para poder entregamos al compromiso con los hombres y totalmente a su servicio. Pero ésta libertad, tal como se nos enseña en los Ejercicios Espirituales (136-147: Dos Banderas), es absolutamente inseparable de la pobreza e imposible sin ella». CG 34, d.6, 17: «Ignacio quería que los sacerdotes jesuitas, en sus ministerios, evitaran modos de proceder que los Ejercicios Espirituales presentan como contrarios al Evangelio: riqueza y éxito, honores y reconocimiento, poder, orgullo y prestigio. Insistió en que los sacerdotes jesuitas no aceptaran ser nombrados obispos ni otras dignidades, oficios y beneficios eclesiásticos, sino que mantuvieran la pobreza y libertad necesarias para la misión. Ignacio quería que pidieran la gracia de ser verdaderamente pobres con Cristo, de ser obedientes en su misión, y de ser estimados en poco, si Dios era así servido, y de vivir como «sacerdotes de Cristo libremente pobres». CG 34, d.26, 24: «y así, otra de las características de nuestro modo de proceder consiste en vivir con libertad operativa: abiertos, adaptables, hasta deseos de cualquier misión que se nos pueda encomendar. En efecto, nuestro ideal es una consagración incondicional a la misión, libres de todo interés mundano y libres para todos los hombres y mujeres». SUGERENCIA PARA DISTRIBUIR LA SEMANA Como hemos dicho, en el itinerario de los Ejercicios de treinta días las Dos Banderas y los Tres Binarios ocupan todo el día cuarto de la segunda Semana, pero mientras a las Banderas se les dan cuatro horas de oración, a los Binarios solamente la hora antes de cenar. Sin embargo, en los Ejercicios abiertos se da la posibilidad de hacer un detenido examen de nuestra libertad, con ayuda de los ricos textos de las Congregaciones Generales que se indicaron arriba, haciendo oración durante la semana, acompañada de los tres coloquios y de la anotación 16. Como complemento podemos también hacer una “lectio divina” con los textos evangélicos sugeridos.

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