Guerra Galaxias Bush

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Versión para imprimir ANDY ROBINSON - 08/05/2005 - 00.00 horas

Vuelve la guerra de las galaxias Los nuevos proyectos de la NASA ocultan los planes militares del Pentágono De las 80 misiones del Shuttle, 40 tuvieron fines exclusivamente militares

ANDY ROBINSON - 00:00 horas - 08/05/2005

Un año después de que el transbordador espacial Columbia cayera en mil fragmentos sobre el sur de EE.UU., el 1 de febrero del 2003, el presidente Bush relanzó el proyecto de exploración del espacio como un remake de la serie Star Trek: “Vamos a construir nuevas naves para avanzar por el universo, volver a la Luna y preparar nuevos viajes a mundos más allá del nuestro”, dijo. Bush comprometió 11.000 millones de dólares para “explorar el espacio, mejorar nuestras vidas y levantar el espíritu nacional”.

Pero en documentos elaborados en el Pentágono y en la sede de Air Force Space Command (AFSC) en Colorado, la visión del espacio, más que Star Trek, recuerda Star Wars, la guerra de las galaxias. Son documentos públicos, aunque raramente comentados en los medios de comunicación. He aquí algunas frases del Plan Estratégico para el año fiscal 2006 y más adelante, emitido el año pasado por los militares del AFSC: “Es preciso un cambio fundamental de pensamiento. En lugar de concentrarnos en el papel de apoyo de nuestros sistemas en el espacio (...) debemos explorar también la posibilidad de realizar combates convencionales desde el espacio”. Continúa, en referencia a los satélites: “Los últimos conflictos en Afganistán e Iraq han demostrado la ventaja asimétrica que el espacio proporciona a cualquier combate en un desierto, una sierra aislada o un área metropolitana grande”. El espacio, campo de batalla Incluso antes del 11-S, una comisión oficial presidida por Donald Rumsfeld señaló que, mientras el “interés nacional es promocionar el uso pacifico del espacio”, no es menos crucial “utilizar sistemas en el espacio para acelerar la transformación de las fuerzas armadas estadounidenses en una fuerza moderna, capacitada para prevenir amenazas contra EE.UU. o contra sus fuerzas en el extranjero”. Paradójicamente, pese a su dominio absoluto de la estratosfera y más allá, el Pentágono teme que el espacio sea el flanco más expuesto de su nueva estrategia militar. Cuanto más tecnológicamente dotadas, sus fuerzas armadas se vuelven más dependientes de los satélites. Los nuevos sistemas de combate, llamados Future Combat y Global Strike –ya en fase de diseño en los laboratorios de Boeing y Lockheed en California–, al basarse en redes de información y aparatos militares robotizados, deben ser coordinados desde satélites en órbita. El Pentágono no oculta su preocupación. En el informe Operaciones

Counterspace del Pentágono se lamenta que “con escasas excepciones, la infraestructura en el espacio está desprotegida. Nuestra dependencia del espacio crea vulnerabilidades. (...) Tenemos que estar preparados para proteger nuestro acceso y operaciones en el espacio”, coincide el AFSC. China, y no Bin Laden, se considera el peligro principal en el espacio. Richard Haver, ex alto funcionario del Pentágono, ahora vicepresidente de la multinacional de armas Northop Grum-man, dijo en el 2003, tras el lanzamiento de un satélite chino, que “China nos está diciendo que ellos han llegado. (...) El espacio será el lugar donde lucharemos en los próximos 20 años”. Northop Grumman, cabe añadir, tiene una división de tecnología espacial que fabrica sistemas de láser y defensa antimisil para el uso en el espacio. En el espacio, al igual que en la Tierra, serán precisos ataques preventivos. El informe Operaciones Counterspace recomienda operaciones defensivas y ofensivas “para destruir las capacidades estratosféricas del adversario”. Counterspace se define como “acción necesaria para mantener la superioridad de EE.UU. en el espacio”. Según explicó a La Vanguardia Bruce Gagnon, uno de los organizadores de una conferencia sobre la militarización del espacio celebrada en Nueva York el fin de semana pasado, “la administración Bush se aproxima cada vez más a utilizar armas antisatélite, que serán las primeras armas ofensivas usadas en el espacio”. La NASA, añade, “está ya militarizada”. El verano pasado, el satélite N-Fire fue lanzado desde una base en Virginia con capacidad para disparar misiles. El siguiente paso, tal y como se explica en el documento del AFSC Visión para el 2020 –en cuya portada se ve una nave espacial disparando un rayo láser contra un blanco en tierra–, será necesario “aplicar la fuerza desde el espa-cio, hacia el espacio y a través del espacio”, así como “desarrollar armas en el espacio como parte del sistema nacional de defensa contra misiles”. Para el desarrollo de armas en este escenario hará falta propulsión nuclear, explica Karl Grossman, autor de The wrong stuff y profesor de la Universidad de Nueva York en Westbury. De ahí la insistencia en “nuevos sistemas de propulsión” para llegar a Marte en el discurso del presidente. El desarrollo del proyecto Prometheus, un cohete de propulsión nuclear, ya se encuentra en fase avanzada de desarrollo. Por eso, aparte de la necesidad de volver a suministrar a la estación espacial y al telescopio Hubble, hay motivos más estratégicos para las prisas por relanzar el Shuttle, dice Grossman: “Están avanzando rápidamente en el proyecto de militarización del espacio, así que el Shuttle tiene un objetivo 50-50, mitad civil, mitad militar”. Sean O'Keefe, ex director de la NASA, dijo públicamente que todas las misiones del transbordador tienen “doble uso”, militar y civil. Su sucesor, Michael Griffin, era responsable del llamado programa Star Wars bajo la administración de Ronald Reagan. De las 80 misiones realizadas por el Shuttle, continúa Grossman, se puede calcular que unas 40 han tenido fines exclusivamente militares. “Sólo han ido pilotos militares y toda la información sobre estas misiones es clasificada, así que se puede deducir”, añade. Prevé que el Shuttle o una nueva generación de transbordador será utilizado como vehículo de servicio para nuevos sistemas de armas espaciales. “Cuando un sistema de láser necesita ajustes el Shuttle tiene capacidad para ello”.

El transbordador ya presta servicio a la guerra global contra el terror. Los mapas de alta precisión usados por las fuerzas estadounidenses en Iraq se diseñaron a partir de fotografías realizadas desde el Shuttle. “Mucha gente no se da cuenta de los estrechos vínculos entre la NASA y el Departamento de Defensa”, dijo Michio Kaku, astrofísico y autor del best seller Parallel worlds, que participó en la misma conferencia. “Cuando el Shuttle se inició en 1981, el 50% de la financiación vino del Pentágono, que quería una gran plataforma para los experimentos de Star Wars”, explica. Ahora, la NASA, cada vez más necesitada de dinero, depende todavía más del Pentágono. Karl Grossman sospecha que algún Shuttle puede haber llevado una carga nuclear en una misión del Pentágono: “¡Imagínate que hu-biera sido el Columbia!”.

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