Guerra De Las Islas Malvinas!

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Guerra de las Malvinas Guerra de las Malvinas

Mapa que muestra la ubicación de las Islas Malvinas

Fecha Lugar Resultado

2 de abril de 1982 – 14 de junio de 1982 Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur e Islas Sandwich del Sur El Reino Unido recupera la posesión de los archipiélagos.

Beligerantes

Reino Unido

Argentina

Comandantes Presidente Leopoldo Galtieri Vicealmirante Juan Lombardo Brigadier Ernesto Horacio Crespo General de Brigada Mario Benjamín Menéndez

Primera Ministra Margaret Thatcher Almirante Sir John Fieldhouse Contraalmirante John “Sandy” Woodward General de División Jeremy Moore

Fuerzas en combate

[cita requerida]

[cita requerida]

Ejército: 10.001 Armada: 3.119 Fuerza Aérea: 1.069 Barcos:381 Aviones: 216

Ejército: 10.700 Armada: 13.000 Fuerza Aérea: 6.000 Barcos:1112 Aviones: 117 Bajas

Muertes: 6493 Heridos: 1.188

Muertes: 2594 Heridos: 777

1 portaaviones, 1 crucero, 6 destructores, 3 corbetas, 2 buque tanques, 1 buque desembarco de tanques, 2 rompehielos, 9 transportes, 2 submarinos, 2 avisos, 2 lancha guardacostas, 7 buques espías. 2 2 portaaviones, 2 buque de asalto anfibios, 8 destructores, 15 fragatas, 6 buque desembarco de tanques, 1 rompehielos, 3 transatlánticos, 25 buque tanques, 40 transportes, 6 submarinos, 3 dragaminas. 3 Incluye las 323 bajas debidas al hundimiento del crucero ARA General Belgrano. 4 Incluye las 3 únicas bajas civiles, causadas por la marina británica. 1

La Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur (en inglés Falklands War) fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido ocurrido en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino Unido. Sin embargo, la Argentina los sigue reclamando como parte integral e indivisible de su territorio, considerando que se encuentran ocupados ilegalmente por una potencia invasora y los incluye como parte de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. El saldo final de la guerra fue la reocupación de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido y la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. En Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la junta militar que gobernaba el país y que había sucedido a otras juntas militares instauradas tras el golpe de Estado de 1976 y la restauración de la democracia como forma de gobierno. Por otro lado se sostiene que la victoria en el enfrentamiento permitió al gobierno

conservador de Margaret Thatcher lograr la reelección en las elecciones del año 1983.

Antecedentes Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son tres archipiélagos situados en el Océano Atlántico, frente a las costas argentinas, que constituyen un dominio colonial británico desde 1833. No obstante, desde su ocupación en 1763 fueron motivo de conflicto entre el Reino Unido, Francia y España, y después entre el Reino Unido y la Argentina, que al considerarse heredera de los derechos españoles sobre el territorio, ejerció en éste su soberanía efectiva hasta que se produjo la invasión británica. Sólo uno de estos archipiélagos, las Islas Malvinas, tiene población civil propia permanente (llamados en inglés despectivamente como los kelpers). Generalmente de origen escocés, esta comunidad se considera a sí misma británica y apoya la permanencia de la posesión británica de las islas. Los otros dos están ocupados, esencialmente, por personal científico. En 1965 Argentina consiguió que la Asamblea General de la ONU aprobase la resolución 20651 , calificando la disputa como un problema colonial y urgiendo a las partes a negociar una solución; no obstante, las negociaciones resultaron infructuosas durante los siguientes diecisiete años. De todas formas, las relaciones entre Argentina, el Reino Unido y los habitantes de las islas hacia finales de la década del 60 y principios de la década del 70 fueron en general muy buenas. Tal es así, que durante gran parte de los años previos a la guerra, semanalmente operaba un vuelo entre la Argentina y Puerto Stanley, del cual los isleños dependían fuertemente para su provisión y hasta la atención médica compleja. Incluso la pista de aterrizaje original de Puerto Stanley (realizada en aluminio) fue construida por la Fuerza Aérea Argentina hacia principios de la década del 70.

Relevancia de las islas En otro tiempo en las islas existían importantes puestos balleneros, pero la gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. El interés por el archipiélago obedece fundamentalmente a cuatro causas:

1. Para la Argentina, las Malvinas son un territorio irredento cuya recuperación es una causa nacional que une a todos los argentinos. La posesión de territorios adyacentes a la Antártida puede otorgar derechos sobre este continente en futuras negociaciones relacionadas con el mismo. 1. El control de este archipiélago entrega una posición estratégica a su ocupante sobre el cruce austral y su tráfico marítimo. 2. Numerosas investigaciones confirman yacimientos de crudo en la plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas. La plataforma es además una rica pesquería.

La decisión de atacar A principio de los años 1980, el modelo económico de la Junta militar se agotó, con las subsiguientes tensiones sociales: 90% de inflación anual, recesión profunda, interrupción de buena parte de la actividad económica, generalización del IVA (impuesto al valor agregado), empobrecimiento de las clases medias, brusco aumento del endeudamiento externo de las empresas y el Estado, salario real cada vez más depreciado, aumento de la pobreza y sus lacras, etc. La sustitución del jefe de la Junta Jorge Rafael Videla por el general Roberto Viola y luego éste por el general Leopoldo Fortunato Galtieri es indicativa de esta crisis económica, social y política, y el momento en que la decisión de recuperar las islas se pone en marcha con objeto de recuperar el crédito perdido entre los sectores sociales sensibles a este discurso patriótico. Esta decisión se basó en los siguientes presupuestos políticos y militares: 1. Naciones Unidas se había adherido firmemente a la doctrina de la guerra justa mediante la aprobación por grandes mayorías de las resoluciones 2131 (1965), 2326 (1967), 2908 (1972), 3281 (1974) y 3314 (1974), que reconocían explícitamente la legitimidad de las guerras de liberación, de autodeterminación, contrarias a la opresión racial, etc. Amparada en este antecedente legal, la mención a una hipotética recuperación de las islas por la vía armada había estado presente en el discurso diplomático bilateral desde 1972. 2. Entre 1981 y 1982, varias acciones del gobierno británico fueron interpretadas por la junta militar argentina como señales de desinterés por el archipiélago, sus habitantes y su futuro: •

Debido a recortes presupuestarios, el ministerio de defensa británico decidió prescindir de sus dos portaaviones (HMS Hermes y HMS



Invincible), sus dos buques de desembarco de tropas (HMS Fearless y HMS Intrepid) y del patrullero antártico HMS Endurance, llamado por los británicos «el guardián de las Islas Falkland». Varios periódicos argentinos llegaron a afirmar que el Reino Unido abandonaba la protección de las Islas Malvinas. En el mismo sentido, los representantes malvinenses en Londres expresaron su profunda preocupación por el inminente desarme. Motivada por causas racistas, la nueva ley de nacionalidad aprobada por el parlamento británico relegaba a la mayoría de los nativos malvinenses a una segunda categoría y les negaba la ciudadanía completa.

1. La guarnición británica en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur era reducida, y la lejanía a la metrópoli impedía la llegada de refuerzos a tiempo. 2. La capacidad de guerra anfibia del Reino Unido a medio mundo de distancia no parecía estar a la altura de las circunstancias, pese a su gran poderío aeronaval. 3. No parecía probable que el Reino Unido realizara un contraataque a gran escala, afectando al territorio continental argentino —por ejemplo, usando sus submarinos nucleares— por una cuestión colonial sobre unas islas remotas. No obstante, la Junta no tuvo en cuenta elementos geopolíticos y diplomáticos esenciales a la hora de tomar tal decisión: 1. Existen numerosos conflictos fronterizos en el mundo. En el contexto de la Guerra Fría, no era probable que la comunidad de naciones viera con buenos ojos la resolución violenta de uno de ellos, pues eso podría legitimar y desencadenar un racimo de guerras regionales en los cinco continentes. 1. En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos daba más importancia a la OTAN, concebida directamente para detener a la URSS, que al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) más orientado para contener al comunismo en América del Sur y percibido como de interés secundario por Washington. 2. Una dictadura de extrema derecha no podía esperar el apoyo de la URSS ni de ninguno de los países alineados con ella o influenciados por ella, ni tampoco de la mayor parte de democracias occidentales, donde las graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas por la Junta ya eran del dominio generalizado de la opinión pública.

3. La Junta subestimó, además, las estrechas relaciones entre Estados Unidos y el Reino Unido que trascienden del marco de la OTAN. 4. El Reino Unido es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho a veto. 5. La Junta subestimó la importancia que tiene para la credibilidad del Reino Unido el mantenimiento de los lazos constitucionales con la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth). Ni se consideró la voluntad británica de defender los derechos democráticos de los isleños. 6. 1982 era año electoral en el Reino Unido. Si en algún momento estuvo en duda responder o no, la proximidad de los comicios impedía que una humillación así fuera sometida a negociaciones. En una encuesta de Gallup realizada a pocos días del inicio de la guerra, el 28% de la población británica declaró que "el asunto de las Malvinas" iba a ser su elemento fundamental de decisión de voto. 7. La Junta subestimó el potencial y la habilidad militar de la que por tres siglos fue la armada más poderosa del mundo, y particularmente la capacidad de algunos de sus elementos sustanciales. 8. La Armada Real Británica se encontraba próxima a radiar de servicio al 70 por ciento de su flota, lo que hubiera dificultado su contraataque o incluso su eventual victoria sobre las Fuerzas Argentinas. 9. Se estaban llevando a cabo numerosas acciones diplomáticas que tenían posibilidades de acabar en una soberanía argentina sobre las islas. La pista de aterrizaje de las Malvinas había sido construída con capitales argentinos, e YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) era quien abastecía de combustible a las islas. Con este análisis erróneo, el gobierno argentino diseñó un plan para la recuperación militar de los tres archipiélagos en disputa llamado Operación Rosario, alterando el statu quo por la vía de los hechos. La operación fue creada a finales de 1981 y principios de 1982 por el Almirante Jorge Isaac Anaya, miembro de la Junta presidida por Galtieri.

La Operación Rosario La Operación Rosario consistía en una serie de acciones de intensidad creciente encaminadas a la recuperación argentina de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur que se ejecutarían en sentido inverso (de Este a Oeste y de menor a mayor relevancia política), iniciándose de la manera más discreta posible y culminando con la toma del archipiélago de las islas Malvinas y de su capital, Puerto Argentino/Stanley mediante un asalto

directo. La Junta logró mantener en secreto el plan de Anaya hasta apenas 48 horas antes del inicio de las hostilidades.

La última Thule del Sur Ya el 18 de marzo de 1977, la Armada Argentina había establecido la estación científica Corbeta Uruguay en la isla Morrell (grupo Tule del Sur), en el archipiélago de las Sandwich del Sur, y llevaba operándola desde entonces. Esta instalación tuvo gran repercusión en la prensa argentina, pero el Reino Unido había optado por ignorarla considerándola irrelevante.

Las causas En septiembre de 1979 el empresario argentino Constantino Davidoff, especializado en negocios con chatarra, firmó un contrato con la empresa Christian Salvensen de Edimburgo (Reino Unido), adquiriendo instalaciones balleneras abandonadas en las islas Georgias del Sur. Davidoff gestionó en la Embajada británica de Buenos Aires el servicio del buque Endurance a fin de transportar a las Islas el personal y equipos necesarios para desmantelar las instalaciones, pero como su pedido no fue aceptado, la Armada Argentina llevó a cabo la tarea. El empresario comunicó a la Embajada británica su viaje al archipiélago de Malvinas y en diciembre de 1981 zarpó con destino a las Georgias, a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5). El 19 de marzo de 1982, Davidoff regresó al lugar en el ARA Bahía Buen Suceso (B-4) en donde se produjo el izado de una bandera Argentina en las islas. El Foreign Office ordenó el envió del Endurance con el objetivo de obligar a los operarios a arriar la bandera y evitar el desembarco del personal. El 21 de marzo, luego de que zarpara el ARA Bahía Buen Suceso (B-4) dejando el grupo de Davidoff en tierra para seguir con sus tareas, se solicitó al gobierno argentino desalojar a los operarios allí apostados. Después que la Junta Militar enviara al ARA Bahía Paraíso (B-1) a Georgias para evitar que los marines ingleses del Endurance desalojaran por la fuerza a los trabajadores argentinos, se sucedieron una serie de reuniones y conversaciones de alto nivel mandatario a fin de suavizar el tono de la negociación diplomática.

El 26 de marzo el comité Militar argentino resolvió prestar apoyo y proteger al citado grupo de ciudadanos. A tal efecto fueron destacadas al lugar varias unidades de la flota de guerra argentina; entre ellas, el ARA Bahía Paraíso (B-1) con 200 infantes de Marina a bordo. Durante las horas subsiguientes, las noticias procedentes del sur daban cuenta de un inusual movimiento de buques de guerra de la Armada Argentina en el Atlántico Sur. En vísperas del 2 de abril, mientras la guerra estaba por comenzar, seguían las tareas de desmantelamiento de la paralizada planta ballenera.

El desembarco en las islas Malvinas Orden de batalla Argentina Fuerza de Operaciones 40 (comandante: vicealmirante Juan Lombardo)

Reino Unido Comandante: gobernador Rex Hunt • •







Destructor misilístico ARA Hércules (D-1) (actual B-52) (4.100 t) con 4 lanzadoras de misiles MM-38 Exocet antibuque (cada una, 1 misil), 1 lanzamisiles doble antiaéreo Sea Dart, 1 cañón de 114 mm, 2 antiaéreos de 20 mm, 2 lanzadores triples de torpedos de 324 mm y 1 helicóptero Westland Sea Lynx (1977). Destructor misilístico D-2 ARA Santísima Trinidad (D-2) (4.100 t) con 4 lanzadoras de misiles MM38 Exocet antibuque (cada una, 1 misil), 1 lanzamisiles doble antiaéreo Sea Dart, 1 cañón de 114 mm, 2 antiaéreos de 20 mm, 2 lanzadores triples de torpedos de 324 mm y 1 helicóptero Westland Sea Lynx (1981). Corbeta misilística ARA

• •

Buque civil costero Forrest. 57 infantes de marina (Unidad 8901) en tierra. 11 miembros de la Marina Real. 40 miembros de la Fuerza Voluntaria de Defensa.







• •



Drummond (P-1) (actual P-31) (1.250 t) 4 lanzadoras de misiles MM-38 Exocet antibuque (cada una, 1 misil), 1 cañón de 100 mm + 1 doble de 40 mm (1978). Corbeta misilística ARA Granville (P-3) (actual P-33) (1.250 t) con 4 lanzadoras de misiles MM-38 Exocet antibuque (cada una, 1 misil), 1 cañón de 100 mm + 1 doble de 40 mm (1981). Submarino ARA Santa Fe (S-21) (1.526 t) (Clase Balao ex-USS Catfish SS 339) con 10 tubos lanzatorpedos de 254 y 533 mm (1944, modernizado en 1960). Rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5) (14.900 t) con 2 helicópteros medianos Sikorsky Sea King (1978). Buque de transporte ARA Isla de los Estados (B-18) (3.100 t, 1951). Buque de desembarco de tanques LST ARA Cabo San Antonio (Q42) (8.000 t, 1977). 84 comandos anfibios y buzos tácticos embarcados.



1º y 2º batallón de infantería de marina blindada (con vehículos anfibios LVTP-7 y LARC-5).



Otro número indeterminado de tropas de infantería del Regimiento de Infantería 25 del Ejército Argentino.

El 26 de marzo, una importante fuerza naval argentina había abandonado Puerto Belgrano bajo la apariencia de disponerse a realizar unas maniobras con la flota uruguaya. Sin embargo, ponen proa a las Islas Malvinas aunque el mal tiempo los retrasa. El día 30, la inteligencia británica notifica al gobernador Rex Hunt que la amenaza es real y que se espera la invasión para el día 2 de abril. Hunt reúne a sus pocas tropas y les encomienda la defensa

de las islas. En la mañana del 1 de abril, apagan el faro e inutilizan el pequeño aeropuerto local y sus radiobalizas. A las 21 del 1 de abril de 1982, 84 comandos anfibios y buzos tácticos de la Armada Argentina bajo el mando del Capitán de Corbeta Guillermo SánchezSabarots abandonan el destructor ARA Santísima Trinidad (D-2) y desembarcan en Mullet Creek sobre las 23:00 horas. A esa misma hora, el submarino ARA Santa Fe (S-21) hace superficie y libra a otros diez buzos tácticos para colocar balizas de radionavegación y ocupar el Faro San Felipe (Pembroke). Cuando el ARA Santa Fe (S-21) emerge es detectado por el radar de navegación del buque costero Forrest dando inicio a las hostilidades. A la 1:30 horas del 2 de abril, los hombres de Sánchez-Sabarots se dividen en dos grupos. El primero, comandado por él mismo, se dirige a los barracones de la infantería de marina británica en Moody Brook para atacarlos. El segundo, bajo el mando del Capitán de Corbeta Pedro Giachino, avanza hacia Puerto Argentino con objeto de tomar las oficinas del Gobernador y capturarlo. Pero los británicos, sobre aviso, han evacuado los barracones y están desplegados en posiciones de combate para defender la localidad. A las 5:45 horas, la partida de Sánchez-Sabarots abre intenso fuego automático y de granadas sobre los barracones donde suponen a los Marines Reales. A los pocos minutos, descubren que nadie devuelve el fuego. Están vacíos. El ruido, por el contrario, alerta al mayor Norman —quien dirige a las fuerzas británicas— de que los argentinos han llegado. Pero el grupo de Giachino observa refuerzos preparados para rechazar el ataque. Evitándolos, se dirige directamente a la residencia del gobernador, con intención de atacarla por la puerta trasera. Entran al anexo de los sirvientes, donde están atrincherados tres Marines Reales. Se abre fuego. Giachino cae gravemente herido junto a dos suboficiales; el resto de sus hombres se repliegan, aunque mantienen un firme asedio sobre la sede del gobierno británico, disparando desde una posición elevada ubicada al sur de la misma. Los constantes cambios de posición de los comandos y el uso de granadas de aturdimiento hacen creer a los defensores que están bajo el ataque de una fuerza numéricamente muy superior a la real, lo cual resultará decisivo para obtener su rendición. Pedro Giachino morirá después, convirtiéndose así en la primera baja de la Guerra de las Malvinas. Por esta acción el Capitán Giachino recibe la Cruz al Heroico Valor en Combate.

A las 6:20 horas, el ARA Cabo San Antonio (Q-42) libra la compañía E de vehículos anfibios LVTP-7 y LARC-5 del 2º de Infantería de Marina, orientándose con las balizas que han colocado los buzos tácticos del ARA Santa Fe (S-21). La primera oleada, bajo el mando del teniente comandante Santillans, llega a tierra y toma la dirección del aeropuerto. La compañía D desembarca poco después para hacerse con el faro. Cuando la compañía E llega a las proximidades del viejo aeropuerto, sufre el primer ataque de la infantería de marina británica. Un blindado LVTP-7 es averiado por disparos de una ametralladora, pero la tripulación resulta ilesa. El Contraalmirante Busser, responsable del desembarco, comienza a preocuparse: las tropas blindadas aún no han entrado en contacto con los comandos, y la resistencia británica es más intensa de lo esperado. Ordena que una compañía del Batallón de Infantería de Marina 1 con lanzacohetes de 105 mm sean helitransportados a la costa. A las 8:30 horas, el gobernador Hunt y el mayor Norman debaten qué hacer. Se sugiere dispersarse por el interior para iniciar una guerra de guerrillas, pero finalmente, creyéndose rodeados por un batallón de Infantería de Marina, deciden que este plan de acción no tiene sentido.7 Hacen traer a Héctor Gilobert, un argentino residente de las islas al que consideran un espía, y le encargan negociar el alto el fuego. A las 9:30 horas, el gobernador Hunt rinde las islas Malvinas al contraalmirante Busser. Ciento cuarenta y nueve años de dominio colonial han terminado. Un avión de transporte militar argentino lleva a Hunt a Montevideo, desde donde se dirigirá a Londres. Sin embargo, en las islas Georgia del Sur los británicos no aceptan la rendición, que les es retransmitida desde el ARA Bahía Paraíso (B-1). Cuando en la mañana del día 3 las fuerzas argentinas tratan de tomar Grytviken, los 22 infantes de marina británicos reaccionan. No sólo derriban el helicóptero Puma del Comando de Aviación del Ejército Argentino, sino que averían a la corbeta misilística ARA Guerrico (P-2) (actual P-32) con denso fuego de infantería y un lanzacohetes Carl Gustav cuando intenta aproximarse a la población. El cabo Guanca, y los conscriptos Mario Almonacid y Jorge Águila resultan muertos y otros heridos. Interviene el Alouette del COAN, que artillado ataca a las posiciones inglesas. Finalmente, la P-2 logra alejarse y —aunque tiene inutilizado su cañón principal de 100 mm— dispara una salva con el de 40 mm contra las posiciones británicas. Ante este hecho, con un marine herido en un brazo y con los conscriptos infantes argentinos aproximándose, los Marines Reales deciden rendirse.

Pasado el mediodía del 3 de abril de 1982, la bandera argentina ondea sobre las islas Malvinas, las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur (en estas últimas hacía varios años). Se suceden grandes manifestaciones de alegría patriótica por toda la Argentina. Los prisioneros británicos vuelven a su país vía Montevideo.

La recuperación de las islas por Argentina y la reacción británica La recuperación de las islas Malvinas por parte de las Fuerzas Armadas Argentinas no fue una acción brutal. Generalmente respetaron a la población local, si bien practicaron los correspondientes cambios de topónimos por sus versiones argentinas, instauraron el español como lengua oficial y, entre otros cambios, modificaron el código de la circulación vehicular para que se condujese por la derecha en vez de por la izquierda. El público del Reino Unido se encendió ante las imágenes de unos «soldados tercermundistas» apuntando a sus compatriotas rendidos en el suelo, disparando un sentimiento patriótico que cambió la configuración política de su país. El gobierno de Margaret Thatcher estaba entonces muy debilitado. Sus duras medidas sociales de corte neoliberal, recientemente puestas en marcha, suponían un constante enfrentamiento con amplias capas de la población británica. Francis Pym, su ministro de Asuntos Exteriores, no veía con buenos ojos un conflicto con la Argentina por la posesión de unas islas remotas en el Atlántico Sur. No obstante todo ello, el 3 de abril el Reino Unido logró que la ONU aprobara la resolución 502, exigiendo a la Argentina que retirara sus tropas de los archipiélagos ocupados como condición previa a cualquier proceso negociador. El Reino Unido también cortó todas las relaciones comerciales con la Argentina, y comenzó a buscar aliados diplomáticos con un éxito mucho mayor al de la Junta. Durante el conflicto bélico, y a raíz de la inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos estados beligerantes, el Perú representó los intereses diplomáticos de la Argentina en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y, a su vez, Suiza representó los intereses diplomáticos de Gran Bretaña en la Argentina. Así, los diplomáticos argentinos destacados en Londres, se convirtieron en diplomáticos peruanos de nacionalidad argentina y los británicos en Buenos Aires, diplomáticos suizos de nacionalidad británica. Durante el transcurso

del conflicto bélico, el acoso del Servicio de Inteligencia británico a la Embajada peruana en Londres y a sus funcionarios diplomáticos fue tal que originó como respuesta mensajes de distracción. Para el 9 de abril, el Reino Unido había logrado el pleno apoyo de la Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea), la OTAN, la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) y la ONU. Surgen propuestas de paz por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, y del Presidente Peruano Fernando Belaúnde Terry. Pero ya el día 30 de marzo, cuando se hizo obvio que la invasión era inminente, el Gobierno británico había ordenado que el destructor HMS Antrim, seguido de otros dos buques de superficie y tres submarinos nucleares, se dirigieran a las islas Georgias del Sur para apoyar al HMS Endurance. El resto de unidades de la marina británica se puso en alerta de cuatro horas. Alexander Haig, Secretario de Estado de Estados Unidos, recorrió miles de kilómetros intentando evitar la guerra entre dos firmes aliados. No tuvo éxito. La URSS, por su parte, se dedicó a observar el devenir de los acontecimientos con alegría disimulada: dos fuertes aliados de los estadounidenses, ambos con gobiernos de derecha —una democracia y una dictadura—, se enfrentaban irremisiblemente. Moscú era consciente de que, más pronto que tarde, Washington tendría que decantarse por uno de los dos. Hacerlo implicaba romper la OTAN o romper el TIAR. Cualquiera de las dos opciones resultaba beneficiosa para los soviéticos. En efecto, la neutralidad era imposible. Hacia finales del mes de abril el presidente estadounidense Ronald Reagan se decantó por los «primos» británicos y por la OTAN. Al hacerlo incumplían el TIAR, aplicable en casos de guerra, para favorecer a un miembro de la OTAN. Su unilateralidad, en vez de mantener neutralidad por pertenecer a dos tratados de defensa, le valió el descrédito internacional por flagrante incumplimiento de los tratados. Tanto la URSS como Cuba criticaron a Estados Unidos por este abandono del más débil, y Castro llegó a ofrecer su apoyo a la Junta Militar argentina. Existe una visión de los hechos que considera que Chile, por su parte, al optar por apoyar a Gran Bretaña, incumplió también su compromiso con el TIAR alejándose de uno de sus postulados permanentes de política exterior cual era la intangibilidad en el cumplimiento de los tratados internacionales.

Este hecho fue, según esta visión, el producto de unas relaciones muy estrechas cultivadas desde años con Gran Bretaña en el ámbito de la marina a lo cual se agregan unas relaciones especialmente delicadas entre la Argentina y Chile que llegaron en 1978 a una situación pre bélica por el contencioso sobre el Canal del Beagle. La visión de los hechos desde Chile puede haber sido otra: 1. Por una parte era considerado oficialmente como enemigo de Argentina 2. En 1978 las fuerzas armadas argentinas habían puesto en marcha (y abortado) la Operación Soberanía destinada a ocupar militarmente las islas al sur del Canal Beagle e invadir el territorio continental de Chile si se estimase conveniente. 3. Las relaciones diplomáticas con el Reino Unido se encontraban en pésimo estado debido a las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. En especial el uso de aviones de fabricación inglesa para el bombardeo de La Moneda tuvo como consecuencia la negación de los estibadores británicos a trabajar en la carga de 4 aviones a Chile, los que debieron emprender el viaje volando desde Inglaterra a Chile. 4. Las torturas cometidas contra la doctora inglesa Sheila Cassidy habían empeorado aún más las relaciones entre ambos gobiernos. 5. El Conflicto del Beagle aún continuaba candente, Argentina se negaba a aceptar la propuesta papal de 1980 y seis semanas antes del comienzo de la guerra había provocado un incidente con Chile frente a la Isla Deceit con el ARA Gurruchaga. De hecho una de las razones invocadas para la no participación de la marina argentina y de fuerzas profesionales en la guerra fue la necesidad de su posterior utilización en el conflicto con Chile Las razones formales aducidas por el gobierno chileno al abstenerse, junto a EE.UU, Colombia y Trinidad y Tobago en la votación del TIAR fue el incumplimiento de parte de Argentina de la resolución 502 de las Naciones Unidas. La razón de fondo puede haber sido que la política exterior de la junta militar argentina se había vuelto imprevisible y que este nuevo ímpetu de recuperación de la soberanía argentina podía llegar hasta las fronteras chilenas reconocidas por el multilateral Laudo Arbitral de 1977, pero que la Argentina había declarado nulo en forma unilateral. Chile no podía apoyar una agresión que más tarde se podía volver contra sí mismo. Por esta razón las pésimas relaciones entre Chile y Gran Bretaña se tornaron en cooperación.

Desde los últimos días de abril, el Reino Unido contó con todo este apoyo diplomático, con inteligencia satelital estadounidense, con las últimas versiones de armamento estadounidense (AIM-9L Sidewinder, Stingers, etc) y con datos tecnológicos esenciales de lo que se consideraba —y se demostraría— el arma más peligrosa de los argentinos: los misiles antibuque Exocet de fabricación francesa. Hay dos versiones sobre la conducta de los misiles Exocet: 1°) el Reino Unido accedió a las claves para desactivarlos en la fase de operación, salvo los introducidos desde la república del Perú. 2°) no obstante la detallada información suministrada por el constructor Aérospatiale sobre las características de los Exocet y específicamente sobre su sistema de puntería final (homing) resultaron inútiles: este misil resultó ser tan peligroso como se temía y en ningún momento de la guerra se pudieron establecer contramedidas eficaces contra él. No hubo declaración oficial de guerra por ninguna de las dos partes, pero conforme avanzaba el mes de abril, estaba claro que ambos países iban a entrar en guerra.

La reocupación: Operación Corporate Conforme avanzaba el mes de abril, más y más buques de la Royal Navy se dirigían a la zona de conflicto en una acción improvisada bajo el mando del Lord Almirante Sir John Fieldhouse que recibió el nombre de Operation Corporate. Su objetivo era la reconquista de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur para la Corona Británica, y se extendería desde el 9 de abril de 1982 hasta el final de la Guerra, el 14 de junio.

Operación Paraquat: reconquista de las islas Georgias del Sur Orden de batalla Argentina





Submarino ARA Santa Fe S-21 (1.526 t) (ex-USS Catfish SS 339) con 10 tubos lanzatorpedos de 254 y 533 mm (1944, modernizado en 1960). Guarnición: 130 infantes de

Reino Unido Fuerza de operaciones Paraquat (Comandante: capitán Brian Young) •

Destructor de misiles guiados D18 ‘‘HMS Antrim (6.800 t) con 1 lanzamisiles Seaslug Mk.2 (2 tubos), 1 lanzamisiles MM-38 Exocet (4 tubos); 2 lanzamisiles Seacat antiaéreos (4 tubos), 1 x 2

marina. (Comandante: teniente comandante Luis Lagos)













cañones de 11,4 mm tipo 45 Mk.6; 2 cañones de 20 mm y 1 helicóptero Westland Wessex con capacidad lanzatorpedos (1970). Fragata antisubmarina F-126 ‘‘HMS Plymouth (2.800 t) con 1 lanzamisiles Seacat antiaéreos, 1 cañón doble de 40 mm, 1 cañón de 11,4 mm tipo 45 Mk.6 y 1 helicóptero Wasp con capacidad lanzatorpedos (1961, modernizada). Fragata F-90 ‘‘HMS Brilliant (2.800 t) con 1 lanzamisiles MM38 Exocet (4 tubos), 2 lanzamisiles Seawolf antiaéreos (6 tubos) guiados por laser los cuales estaban en su fase experimental, 2 cañones de 20 mm, 2 lanzatorpedos antisubmarinos Mk.44 o Mk.46 (3 tubos) y 2 helicópteros Lynx, Sea King HAS.5 o Merlin (1981). Buque de patrulla ártica ‘‘HMS Endurance (3.600 t), con 2 helicópteros Wasp. Buque petrolero y de suministros ‘‘HMS Tidespring (27.400 t) reforzado para operaciones polares (1963). Submarino nuclear S-48 ’‘HMS Conqueror (7.200 t), con 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1971). 42º comando royal marines. (Comandante: mayor J.M.G. Sheridan)



Comandos SBS.



Comandos SAS.

Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las islas Georgias del Sur. No sólo ya había un buque británico en el área, el

‘‘HMS Endurance, sino que los datos de inteligencia notificaban que la presencia argentina en estos islotes prácticamente inhabitables era reducida. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño punto de apoyo terrestre a la flota británica, pero sobre todo tendría un efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la británica y la internacional: la Royal Navy ha llegado. Por el contrario, un fracaso en esta recuperación podría implicar graves problemas domésticos para Margaret Thatcher y el descrédito internacional definitivo del Reino Unido. Denominada Operación Paraquat, consistió en una serie de improvisaciones y despropósitos tácticos y estratégicos que salió bien por pura buena fortuna y por la debilidad de las fuerzas opositoras. Dado lo crítico de esta operación, el almirante Fieldhouse la había organizado en secreto y con una cadena de mando distinta de la que utilizaban las fuerzas que se preparaban para reconquistar las Malvinas. Quien primero llegó, el día 19, fue el submarino nuclear ‘‘HMS Conqueror. Su presencia, en principio, denegaba el área a la flota argentina y garantizaba la seguridad del ‘‘HMS Endurance: el ‘‘HMS Conqueror era un submarino diseñado para combatir contra la armada soviética, con una tripulación entrenada para pelear con los cruceros y submarinos rusos, por lo que no era probable que ningún elemento de la flota argentina le ofreciera una resistencia significativa. El 20, un avión de cartografía y reconocimiento radar Handley Page Victor retornaba a isla Ascensión después de levantar nuevos mapas del archipiélago (siempre variables debido a los glaciares) y cubrir 150.000 mi. de mar. Con 14 h y 45 min de duración, se trata de la misión de reconocimiento más larga de la historia. Hizo unos mapas estupendos, pero en el apartado de observación retornó con las manos vacías: la flota de superficie argentina no estaba en el área. A lo largo del día 21 el resto de la fuerza británica llegó a las proximidades de las islas Georgias del Sur. Desde el primer momento, se puso en evidencia la pobre gestión de la operación: no estaba claro quién mandaba sobre qué, no se atendió a los experimentados científicos del British Antarctic Survey, perfectos conocedores de la zona, lo que dejó al 19º Comando del 22º Regimiento del SAS (Special Air Service: servicio aéreo especial, comandos de élite) atrapados en el glaciar Fortuna en medio de un clima imposible: vientos de casi 200 km/h y olas de Fuerza 11, con el barómetro llegando a rozar los 965 milibares. Y el día 23, un débil eco en el sonar delató la presencia del submarino argentino ARA Santa Fe (S-21); todas las operaciones se detuvieron de inmediato, el HMS Tidespring se envió a aguas más apartadas, otros dos

petroleros en aproximación se desviaron y la flotilla británica se desplegó en orden de combate para interceptarlo. La Operación Paraquat se había transformado en una operación de rescate de alta montaña y una extraña persecución de un submarino diésel-eléctrico construido durante la Segunda Guerra Mundial, mientras las tropas de Lagos y Astiz en Grytviken y Leith permanecían ajenas a lo que pasaba. Rescatar a los comandos atrapados les costó tres helicópteros, hasta que finalmente 16 hombres agotados y helados lograron aterrizar en el ‘‘HMS Antrim a bordo de un último helicóptero cargado muy por encima de sus especificaciones. Los británicos se concentraron ahora en hallar un punto de inserción adecuado —escuchando esta vez los consejos de los científicos del British Antarctic Survey— y en cazar al ARA Santa Fe (S-21). El Capitán de Corbeta Bicain, al mando del Santa Fe, no estaba allí por su gusto. Sus órdenes consistían en evitar la posible presencia británica para desembarcar unos magros refuerzos en Grytviken. Por ello su submarino estaba saturado de gente, pero la poca intimidad era el menor de sus problemas. Se le ordenaba evitar a la tercera flota del mundo con un navío que vio un dique seco por última vez en 1960. Estaba tan deteriorado que no podía variar su profundidad; sólo tenía dos posibles posiciones, en superficie o sumergido a cota fija. Y operar los tubos lanzatorpedos implicaba el riesgo de sufrir una explosión. Frente a él, buques y submarinos pensados para luchar en la Tercera Guerra Mundial. Pese a todo, el capitán Bicain logró llegar muy lejos. Pero era una pelea imposible. Sobre las 11 del 25 de abril de 1982, un helicóptero del ‘‘HMS Antrim le detectó otra vez y, antes de que se escabullera de nuevo, arrojó dos cargas de profundidad tan anticuadas como el submarino al que iban dirigidas (el único armamento que llevaba a bordo). Una de ellas explotó muy cerca e inundó los tanques de flotabilidad del ARA Santa Fe, que se vio obligado a salir a superficie. Ahora fácil blanco para toda clase de cañones, misiles y torpedos, Bicain trató desesperadamente de llegar a Grytviken. Los británicos no iban a dejar escapar una presa tan fácil. Otro helicóptero le lanzó dos misiles AS-12. Impactaron en la torreta pero, como durante la modificación de 1960 se había reconstruido en materiales plásticos, no ofreció suficiente resistencia como para que se activara su espoleta y los misiles pasaron limpiamente a través. Aún le atacaron una tercera vez, con torpedos dirigidos contra sus hélices, pero en aquella época los torpedos antisubmarinos no explotaban al alcanzar blancos de superficie por razones

de seguridad. Para asombro de todos, especialmente de sus ocupantes, el ARA Santa Fe (S-21) logró llegar trabajosamente a Grytviken y ser evacuado. Quedó varado, y allí sigue todavía. Mientras, los comandos del SAS y el SBS hallaron por fin puntos de inserción adecuados. En ausencia de patrullas argentinas, simplemente caminaron hasta Grytviken y Leith. Al llegar a la primera, se encontraron banderas blancas colgando de los edificios. El teniente comandante Luis Lagos, al cargo de las islas Georgias del Sur, había decidido no luchar ante fuerzas tan enormes. En la mañana del 26, Lagos firmaba la rendición en la base del British Antarctic Survey en King Edwards Point. Astiz, responsable de los quince buzos tácticos en Leith, no aceptó al principio este hecho. Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la rendición a bordo del ‘‘HMS Plymouth, duplicando innecesariamente el acto de Lagos. La imagen de Alfredo Astiz firmando los papeles dio la vuelta al mundo. La Union Jack ondeaba de nuevo sobre las islas Georgias del Sur.

Black Buck I: bombarderos nucleares sobre Puerto Argentino Orden de batalla Argentina



• •



Reino Unido

2º de bombarderos British Aerospace Canberra operando desde territorio continental argentino. Aviones COIN FMA IA-58 Pucará estacionados en las islas Malvinas. 6º de cazabombarderos IAI Dagger operando desde territorio continental argentino. 8º de cazas Dassault-Breguet Mirage IIIEA operando desde territorio continental argentino.

• •

Portaaviones ‘‘HMS Invincible y escoltas. 2 bombarderos Avro Vulcan operando desde isla Ascensión.





800º de aviones tácticos Sea Harrier en configuración de ataque a tierra operando desde el ‘‘HMS Invincible.



801º de aviones tácticos Sea Harrier en configuración de patrulla aérea de combate (CAP) operando desde el ‘‘HMS Invincible.

Defensa antiaérea terrestre en islas Malvinas.

Pese a la toma de las islas Georgias del Sur, el Reino Unido necesitaba demostrar que disponía de la capacidad de ataque aéreo a las islas Malvinas y al territorio continental argentino. Paralelamente, el almirante Fieldhouse no quería ver reactores enemigos operando desde el archipiélago. Por todo ello, se diseñó una serie de operaciones de ataque a tierra contra el aeropuerto de Puerto Argentino que se desarrollaría mediante bombarderos Vulcan basados en isla Ascensión. El Vulcan, un bombardero nuclear estratégico, no tenía alcance suficiente. Fue necesario diseñar complejas operaciones tácticas de reaprovisionamiento de combustible en vuelo mediante aviones cisterna Victor. Pero los Victor tampoco podían llegar tan lejos, por lo que a su vez era necesario reaprovisionarlos. En suma, por cada dos Vulcan que llegaban a las islas Malvinas desde Ascensión se necesitaban 11 aviones de reaprovisionamiento; siendo el ataque más largo jamás realizado hasta entonces. El primero de estos ataques se produjo sobre el aeropuerto de Puerto Argentino el [[01 de mayo] de 1982 a las 06:00, con 21 bombas convencionales de 454 kg de alto explosivo de las cuales sólo una alcanzó el borde de la pista. Más devastadores resultaron los ataques que siguieron inmediatamente, realizados por aviones Sea Harrier del escuadrón 800º operando desde el portaaviones británico ‘‘HMS Invincible que ya había llegado a la zona. Atacaron el aeropuerto de Puerto Argentino con bombas de racimo, causando algunos daños en las infraestructuras anejas. Pero el mayor daño fue realizado en el aeródromo de Goose Green, donde los argentinos habían

estacionado aviones ligeros de ataque IA-58 Pucará del Grupo 3. En torno a las 8:25, uno de los Pucará resultó destruido, dos dañados sin posible reparación y las instalaciones del aeródromo severamente afectadas. El teniente Jukic murió a bordo de su Pucará mientras trataba de despegar. En Puerto Argentino todos estuvieron convencidos que se habían derribado dos aviones Sea Harrier ese día 1 de mayo, y hasta varios soldados del Regimiento 25 asetguran haber visto las dos maquinas destrozarse en el mar. En esos momentos, la Fuerza Aérea Argentina ya había reaccionado y envió cazas Dassault Breguet MirageEA del Grupo 8º, IAI Daggers del Grupo 6º y bombarderos Canberra del grupo 2º: el destructor ‘‘HMS Glamorgan y las fragatas ‘‘HMS Arrow y Alacrity sufrieron daños menores, pero el precio pagado fue elevado. En los combates aéreos subsiguientes las dos Harrier del Escuadrón 801 se enfrentaron con un número similar de Mirage. Las tácticas de combate aéreo de los Mirage argentinos fueron muy deficientes, ya que volaban al estilo "alas soldadas" y en el enfrentamiento los británicos derribarían un Mirage, y dañaron al otro con sendos disparos de misiles. En posterior enfrentamieno cayeron un IAI Dagger y un Canberra sin sufrir bajas británicas, dañando asimismo un Turbo Mentor. El Mirage averiado en el combate con los Harrier, pilotado por el capitán García Cuerva, intentó tomar tierra en Puerto Argentino. Pero la defensa antiaérea le confundió con un avión británico y lo derribó, acabando con su vida; fue un lamentable incidente de fuego amigo. Otros tres pilotos argentinos resultaron muertos o desaparecidos en el mar.

Saldo de la batalla Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

• Daños moderados en el aeropuerto de Puerto Argentino.

• 2 Sea Harrier derribados por artillería antiaérea argentina

• Graves daños en el aeródromo de Goose Green. • 1 + 2 aviones tácticos Pucará • 1 + 1 cazas Mirage III • 1 cazabombardero IAI Dagger • 1 bombardero Canberra Bajas humanas • 12 muertos + 2 desaparecidos (declarados muertos).

• Ninguna.

La Operación Black Buck I se había saldado con un brillante logro operativo pero un fracaso en cuanto a sus resultados prácticos, ya que el aeropuerto de Puerto Argentino nunca quedó inutilizado del todo y los vuelos de transporte de C-130 Hércules se mantuvieron hasta la última noche de la guerra. Sin embargo, el Reino Unido había demostrado su capacidad para atacar el archipiélago e incluso el territorio continental argentino desde bases tanto en tierra como en el mar, asestado un segundo golpe propagandístico y destruido varias aeronaves en vuelo y en tierra, todo ello sin sufrir ninguna pérdida propia.

El hundimiento del ARA General Belgrano Orden de batalla Argentina

Reino Unido

Fuerza de operaciones 79.3 •

Crucero ARA General Belgrano • (C-4) (12.242 t) con 15 cañones de 152 mm, 8 cañones de 127 mm antiaéreos, varios antiaéreos de 40 mm y 20 mm, 1 lanzamisiles antiaéreo Sea Cat y 1

Submarino nuclear S-48 HMS Conqueror (7.200 t), con 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1971).





helicópteros Alouette(1938, actualizado en 1968). Destructor ARA Hipólito Bouchard (D-26) (3.315 t) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1976). Destructor ARA Piedra Buena (D29) (3.315 t) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1979).

Si bien con la llegada de la Royal Navy y la inutilización del ARA Santa Fe (S-21) la flota argentina se había replegado a posiciones más próximas al continente, el almirante Fieldhouse la deseaba firmemente atracada en puerto. No estaba dispuesto a arriesgar sus buques en batallas navales como las de la Segunda Guerra Mundial. Para ello necesitaba asestarle un golpe brutal, algo que convenciera a sus almirantes y a la Junta de que salir al mar era la peor de las ideas posibles. También le hacía falta un golpe propagandístico definitivo que ofrecer a Londres, más allá de la recuperación de unos oscuros islotes y el éxito de unas operaciones de bombardeo todavía medio secretas. Para el día 30 de abril las unidades más relevantes de la fuerza de operaciones británica ya habían configurado dos grupos de operaciones en la zona de las Malvinas, compuestos por dos portaaviones (HMS Hermes y HMS Invincible), cuatro destructores (‘‘HMS Glamorgan, HMS Conventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield), cuatro fragatas (HMS Broadsword, HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth) y dos buques petroleros y de suministros (Olmeda y Resource). Con su posición así consolidada, el Reino

Unido declaró una «zona de exclusión total» (TEZ) de 200 mi náuticas alrededor del archipiélago, cuyo centro no estaba bien definido. Cualquier buque o aeronave argentino hallado dentro de estas aguas podía ser atacado sin previo aviso. Lo cierto es que, como hemos visto, la flota argentina había decidido apartarse del área por iniciativa propia en tres grupos muy dispersos. El ARA General Belgrano (C-4) y sus dos escoltas patrullaban el Banco Burdwood, situados en el borde sur de esta zona de exclusión. El mismo día 30 de abril fueron detectados por el submarino nuclear HMS Conqueror, procedente de la reconquista de las islas Georgias del Sur. Londres habría preferido tener bien ubicado al portaaviones liviano ARA Veinticinco de Mayo (V-2), único portaaviones de la Armada Argentina. El ARA General Belgrano (C-4), sin embargo, era el segundo buque más grande del Grupo de Tareas 79 (nombre dado a la Flota de Mar argentina durante el conflicto de las Malvinas). Sobre el mediodía del 2 de mayo, y pese a que había una propuesta de paz del Presidente a mano sobre la mesa, el gobierno de Margaret Thatcher autorizó el hundimiento del ARA General Belgrano (C-4) con sus 1.093 tripulantes. A las 15:00 del 2 de mayo de 1982, con olas de 12 m, viento de 120 km/h y temperatura ambiente por debajo de 10 °C bajo cero, el capitán del HMS Conqueror, Chris Wreford-Brown ordenó zafarrancho de combate y cargar los tubos lanzatorpedos con viejos Mk 8 (considerados más fiables que los nuevos Tigerfish). Cada uno de estos torpedos no guiados cargaba 363 kg de alto explosivo. En ningún momento el grupo de tareas 79.3 se dio cuenta de que el ataque era inminente. Sobre las 16:00, y a corta distancia, Wreford-Brown dio la orden de disparar tres torpedos. Uno de ellos pudo alcanzar al ARA Bouchard (D-26), pero si así fue, no explotó. Los otros dos dieron de lleno al ARA General Belgrano (C-4). El primero alcanzó la sala de máquinas de popa a las 16:01, abriendo un boquete de 20 m, partiendo la quilla y matando a 272 tripulantes. El segundo dio en la proa, lo que hizo desaparecer 15 m de barco, pero aparentemente sin causar víctimas. El buque estaba perdido. A las 16:24 el capitán Héctor Bonzo ordenó evacuarlo. Su destructor de escolta ARA Piedrabuena (D-29) se lanzó a la caza del submarino, pero Wreford-Brown se evadió fácilmente de un buque tan antiguo. No obstante, durante los siguientes días habría sucesivos intentos de hundir al HMS Conqueror, todos ellos infructuosos. Volvería al Reino Unido después de la guerra, ondeando la Jolly Roger (la bandera pirata negra con la calavera y las tibias cruzadas, símbolo de victoria en la marina británica desde principios de la Edad Moderna).

323 marinos argentinos perdieron la vida (la mitad del total de muertos argentinos durante el conflicto) como consecuencia del hundimiento del ARA General Belgrano (C-4), acontecimiento que no cayó bien en la escena internacional. En muchos países lo consideraron un uso desproporcionado de la fuerza sobre un buque obsoleto, con mucha tripulación a bordo —en buena parte, marinería de recluta— y fuera de la TEZ, reforzando las posturas pacifistas en gobiernos y ciudadanía de todo el mundo. No obstante, en el Reino Unido fue ocasión de celebraciones populares y portadas de periódicos como esta del diario The Sun. Por otro lado, otros medios de prensa, comenzaron a asomar posturas moderadas e incluso contrarias a la guerra, ante tal pérdida de vidas. Hay posturas que consideran al Saldo de la batalla Pérdidas británicas

Pérdidas argentinas • Crucero ARA General Belgrano(C-4) hundido, con su helicóptero Alouette.

• Ninguna.

Bajas humanas • 323 muertos.

• Ninguna.

hundimiento del ARA General Belgrano (C-4) como un crimen de guerra ya que este se encontraba fuera de la zona de exclusión impuesta por el Reino Unido en el momento en que fue hundido. Aunque los planes navales argentinos habían sido frustrados, todavía la Argentina escondía un as debajo de la manga, su Fuerza Aérea, que a partir del hundimiento del ARA General Belgrano (C-4) comenzaría a infligir importantes bajas a las fuerzas de tareas británicas.

El Exocet entra en escena: el hundimiento del HMS Sheffield Orden de batalla Argentina



1 avión de patrullado marítimo

Reino Unido Fuerza de operaciones de la Marina Real







(MPA) Lockeed P-2V Neptune. 2 aviones tácticos Avions Marcel Dassault- Breguet Aviation Super Étendard (2ª Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque) equipados con misiles AM-39 Exocet. 1 grupo de IAI Daggers de la Fuerza Aérea Argentina en misión de escolta retrasada.



2 aeronaves auxiliares.









2 portaaviones (HMS Hermes y HMS Invincible). 5 destructores misilísticos (HMS Antrim, HMS Glamorgan, HMS Conventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield). 4 fragatas (HMS Broadsword, HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth). Numerosos buques auxiliares. Varias patrullas aéreas CAP compuestas de aviones Sea Harrier.

En la Ciudad de Buenos Aires hacía mucho frío, y no sólo por la proximidad del invierno austral. Lo que comenzó como una gran aventura patriótica para recuperar crédito social se estaba convirtiendo rápidamente en un fracaso. Pese a la férrea censura informativa impuesta por la dictadura, el entusiasmo entre las capas populares sensibles a este tipo de acciones se enfriaba tan deprisa como el clima bonaerense. Escasamente un mes después de las celebraciones populares por la recuperación de los archipiélagos, y pese a toda la propaganda, a nadie se escapaba ya que el régimen había lanzado un órdago a una gran potencia y ésta había aceptado el desafío. Para la Junta, devolver los golpes recibidos con un hecho espectacular se convirtió en una prioridad absoluta. Tal hecho no podía ser otro que el hundimiento de un gran buque de guerra británico, bajo la capa de una represalia por lo del ARA General Belgrano (C-4). Con una guerra a gran escala en marcha, era esencial devolver la esperanza a la gente, hacerles creer en la victoria. Antes de poner proa a sus puertos, la flota argentina había determinado con bastante precisión el área general de operaciones de los dos grupos de batalla británicos por el procedimiento de detectar sus transmisiones radioelectrónicas. Al alba del 4 de mayo de 1982, un avión de patrulla P-2 Neptune de la Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina (COAN) establece por radar la posición de la Fuerza de Operaciones británica. De inmediato, dos aviones de fabricación francesa Dassault Super Étendard de la 2º Escuadrilla parten de Río Grande a las 09:45 con un misil Exocet AM39 cada uno para, tras reabastecerse en vuelo desde los KC-130H Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, realizar un largo vuelo semicircular que les

aproxime a los navíos enemigos. A los mandos, del Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz y del Teniente de Navío Armando Mayora. Tras ellos, un grupo de IAI Daggers para darles cobertura aire-aire y un Learjet en misión de diversión. Había un problema con los AM-39 Exocet. Acababan de llegar de Francia y, debido al embargo impuesto por la OTAN contra la Argentina, los instructores franceses no se habían presentado. Los técnicos de Río Grande tenían en sus manos armas muy sofisticadas... que no sabían cómo usar. Sin embargo, no se descorazonaron e hicieron lo posible por aprender sus secretos leyendo los manuales y desmontando y montando alguna unidad. Cuando finalmente los instalaron a bordo de los Super Étendard, no estaban muy seguros de que funcionaran realmente. Mientras tanto, el Reino Unido prosigue sus operaciones militares. Se ejecuta la segunda serie de bombardeos Black Buck sobre las islas Malvinas, buscan al submarino ARA San Luis (S-32) que creen en el área, supervisan desde lejos las operaciones de rescate de la tripulación del ARA General Belgrano (C-4) y sus aeronaves se aventuran hasta las cercanías de las costas argentinas para inspeccionar posibles objetivos pese a que la Junta ha establecido a su vez una zona de exclusión. Es una superpotencia, haciendo la guerra «según el manual». Lejos, en el mar, al este de las Malvinas, los dos portaaviones y sus buques auxiliares actúan de retaguardia avanzada, bien protegidos de cerca por las fragatas con sus misiles de corto alcance Sea Wolf y, a unas 20 mi, por los destructores del tipo 42 (entre los que se hallaba el HMS Sheffield) con sus sofisticados radares y sus misiles de alcance intermedio Sea Dart, apoyados a su vez por la fragata ‘‘HMS Yarmouth. A las 10:35, el Neptune realiza un último ascenso a 1,2 km de altitud y ubica un blanco grande y dos pequeños en las coordenadas 52º33'55" Sur, 57º40'55" Oeste. Retransmite la información a Bedacarratz y retorna a base. A las 10:50 los Super Étendards —que venían volando sobre la cresta de las olas para no ser detectados— realizan un pequeño ascenso a 160 m de altitud para confirmar las coordenadas suministradas por el Neptune, pero no encuentran nada. Bedacarratz decide continuar. Cuarenta km más adelante vuelven a intentarlo y... ¡allí están! Un blanco grande y tres pequeños. Vuelven a su bajísimo nivel de vuelo, cargan los datos en las guías de los AM-39 Exocet y los disparan a las 11:04. Tras hacerlo, dan la vuelta para retornar a Río Grande. El lanzamiento fue arriesgado, se ha realizo a

muy baja altitud, con misiles montados sin asistencia del fabricante y demasiado cerca del blanco: a 10 km. Por estos motivos, durante el regreso Bedacarratz y Mayora dudan de que la compleja misión haya servido de algo. Aún hoy, los sucesos siguientes son motivo de disputa. Lo único seguro es que a las 11:07 del 4 de mayo de 1982 uno de los dos misiles Exocet alcanzó en el mismo centro al destructor HMS Sheffield, uno de los buques más modernos de la Royal Navy. Algunas fuentes dicen que la cabeza de guerra no estalló, y lo que se produjo fue un incendio causado por los gases de la combustión del Exocet que se extendió rápidamente. El capitán del Sheffield, en cambio, asegura que el misil sí explotó, destruyendo el centro de operaciones y el de ingeniería. Sea como fuere, a los pocos segundos el moderno destructor estaba en llamas. 22 hombres murieron y otros 24 resultaron gravemente heridos, entre ellos el jefe de informática que trataba infructuosamente de poner de nuevo en marcha las computadoras. Imagen:HMSSheffieldhit.jpg HMS Sheffield (D80) en llamas, luego de recibir un misil AM-39 Exocet, lanzado desde un Super Étendard de la Armada Argentina La razón por la que el HMS Sheffield y la cercana fragata HMS Yarmouth no detectaron la presencia del Exocet hasta que un marino del primero lo vio acercarse, 4 segundos antes del impacto, permanece oculta. Una versión dice que en ese momento se estaban realizando retransmisiones satelitales que requerían tener el radar apagado. Otra, que los ordenadores lo identificaron como un proyectil amigo debido a su origen francés. Aún una más afirma que la tripulación de los buques británicos se hallaba demasiado confiada, con la alerta muy relajada. Todo ello resulta incomprensible, puesto que los británicos llevaban toda la mañana detectando las transmisiones del Neptune e incluso había ya una patrulla de Harriers en el aire para interceptarlo. Quizás el Exocet sólo hizo aquello para lo que está fabricado: acercarse subrepticiamente a un buque de alta tecnología y hundirlo sin previo aviso. Más controvertido aún es qué le ocurrió al segundo Exocet. La versión generalizada es que falló su blanco y se perdió. Sin embargo, marinos a bordo de la HMS Yarmouth aseguran que lo vieron pasar delante de sus ojos. La poca actividad que el portaaviones HMS Hermes desplegó en la guerra a partir de ese momento ha dado lugar a especulaciones respecto a que quizás el segundo Exocet sí atinara al «blanco grande» de los radares.

Rápidamente, varios buques acudieron en ayuda del HMS Sheffield. Evacuaron a los supervivientes y lograron controlar el incendio. No obstante, el buque estaba a la deriva, ya perdido. Intentaron remolcarlo de vuelta al Reino Unido, pero finalmente se fue a pique el 10 de Mayo. La noticia dio la vuelta al mundo. La «soldadesca tercermundista» de que hablaba la prensa londinense —unos con desprecio, otros con lástima— acababa de abatir al Saldo de la batalla buque más moderno de Pérdidas argentinas Pérdidas británicas la flota • Ninguna. • Destructor HMS Sheffield hundido. británica. El

frío se Bajas humanas extendió ahora por • Ninguna. • 20 muertos y 24 heridos graves. Whitehall, pese a que en el Hemisferio Norte brillaba la primavera. Fue un severísimo golpe al prestigio británico ante las naciones, que reavivó las celebraciones patrióticas en la Argentina, donde Bedacarratz y Mayora fueron recibidos como héroes, y dio un balón de oxígeno a la Junta. El «asunto de las Malvinas» se convirtió de pronto en la «crisis de las Malvinas». El Exocet se hizo famoso entre el público de todos los países, asistentes por primera vez a una guerra aeronaval basada en el uso de misiles. Con la mayor discreción posible, el almirante Fieldhouse alejó sus unidades de la costa tanto como le fue posible. Lo cual significaba un grave problema, porque su propósito era exactamente el contrario: dominar las aguas alrededor de las islas Malvinas y reconquistarlas. Se imponía una aproximación diferente.

Guerra marítima Ya conscientes de que se enfrentaban a un oponente muy peligroso, a partir del día 10 numerosos buques de guerra y apoyo británicos salieron del Reino Unido para reforzar a la Fuerza de Operaciones de este país y ayudar al desembarco previsto en las islas Malvinas a finales del mes. Por su parte, Argentina tuvo que mantenerse generalmente a la expectativa, sobre todo tratando de reforzar la guarnición en el archipiélago y garantizar la seguridad de las comunicaciones con el continente. El día 15 hubo que retirar del servicio los aviones de reconocimiento Neptune por su antigüedad y por falta de piezas de repuesto, lo que dejó a la nación austral sin «ojos» más allá de las Malvinas. En general, el Reino Unido se preparaba

para la reconquista y Argentina esperaba a que lo intentasen. Se sugirieron varios planes de paz, pero o un bando u otro se negaban a aceptarlos por diversas razones. Quedó claro que la resolución del conflicto sería violenta. Este periodo de preparativos, que se extendería hasta el 21 de mayo, estuvo salpicado de cautas acciones aeronavales. Tras la experiencia del HMS Sheffield, el almirante Fieldhouse no se sentía tentado a aproximar sus buques más valiosos a las Malvinas; serán las fragatas quienes pechen con la peligrosa tarea de permanecer en aguas malvinenses para denegárselas a Argentina en la medida de lo posible y dar apoyo a los aviones que operan en el área. Se suceden varios incidentes, en los que ambas partes pierden aviones y Argentina, algunos barcos pequeños de transporte, carga y reconocimiento. Las unidades británicas incrementan nítidamente su nivel de agresividad, llegando a atacar en al menos dos ocasiones las embarcaciones y aeronaves de salvamento argentinas en contra de los principios más elementales del Derecho Internacional. El día 12, aviones A-4 Skyhawk argentinos intentan destruir con bombas al HMS Glasgow y el HMS Brilliant, que se encuentran bombardeando Puerto Argentino. El ataque resulta un fracaso, con la pérdida de 4 aviones (uno de ellos por fuego amigo). Pese a ello, el HMS Glasgow recibe el impacto de una bomba que no llega a estallar, pero le causa suficientes daños como para obligarle a volver al Reino Unido. El 14, una operación de comandos SAS en isla Borbón (Peeble Island) apoyada por el HMS Hermes, el HMS Broadsword y el HMS Glamorgan obtiene un resonante éxito al destruir los 11 aviones allí estacionados. Esta operación marca el inicio de la escalada de la actividad militar británica. Los bombardeos costeros se hacen más intensos. Los argentinos comprenden que la invasión es inminente y se preparan para la defensa. Un incidente que puso en evidencia la cooperación chilena con el Reino Unido salió a la luz el día 18. Al amanecer, se descubrieron los restos de un helicóptero británico Sea King (ZA-290) abandonado y destruido por sus ocupantes cerca de Punta Arenas, Chile. Desde el lado argentino se argumentó que este helicóptero procedía del país andino, pero en la actualidad sabemos que se trataba del compás de apertura de la Operación Mikado. La operación Mikado era una acción prácticamente suicida, a cargo del escuadrón B del SAS, encaminada a destruir los aviones Super Étendard y los misiles Exocet de la 2ª Escuadrilla en Río Grande. A partir de la

destrucción del HMS Sheffield, ubicar y eliminar estos peligrosísimos misiles se convirtió en una prioridad tan alta para el Almirantazgo Británico que justificaba cualquier clase de sacrificio. Visión que no compartían los hombres que de hecho iban a sacrificarse, comandos veteranos y corajudos pero que comprendían que se les estaba mandando a la muerte. No obstante a las 00:15 del 18 de mayo el teniente Hutchings —asignado al HMS Hermes— despegó del HMS Invincible con su helicóptero Sea King ZA-290 y un grupo de 9 soldados de élite. Su misión era insertarlos en las proximidades de la base de Río Grande, donde estaban los Super Étendards con sus Exocets, para observar sus movimientos y preparar la llegada de dos transportes con 50 comandos que destruirían esta base esencial para Argentina. Después serían evacuados o huirían hacia Chile, donde la dictadura de Augusto Pinochet había garantizado en secreto apoyo para ser evacuados. Ya días antes había llegado a Chile un cierto capitán Andrew H. bajo cobertura diplomática, para realizar un reconocimiento preliminar. Sus movimientos no fueron restringidos en ningún momento. Reagan había advertido a Thatcher que una operación así en territorio continental argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú y Venezuela, pero evidentemente el gobierno británico optó por ignorar esta consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos. Tal y como temían éstos, el ZA-290 fue detectado por radares argentinos y el teniente Hutchings decidió cancelar la operación y dirigirse directamente a Chile. Sin combustible, tomaría tierra en la playa de Agua Fresca, ya en territorio chileno. Fue abandonado y destruido por sus ocupantes, pero lo cierto es que éstos retornaron al Reino Unido por vuelo regular y sin ningún problema, lo que confirmaría la implicación chilena en el conflicto del lado británico (oficialmente, «se rindieron a las autoridades chilenas», pero en ningún momento se les trató como a prisioneros de guerra, sino como a combatientes aliados). El general chileno Fernando Matthei confirmó en una entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido . Poco antes, Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido. El helicóptero de apoyo, otro Sea King con matrícula ZA-292, retornó al HMS Invincible. La Operación Mikado fue cancelada y el Almirantazgo prosiguió con sus planes de reconquista bajo la amenaza de los Exocet. En efecto, este mismo día 18 el gobierno británico da al almirante Woodward luz verde para un desembarco en la costa este del Estrecho de

San Carlos, que separa las dos islas Malvinas mayores. Una operación arriesgada que obligará a los buques a entrar en un estrecho rodeado de montes; el lugar perfecto para sufrir ataques a baja cota por parte de la aviación argentina.

El Día D: Operación Sutton Orden de batalla Argentina

Reino Unido Fuerza de desembarco de la Marina Real • •

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Guarnición de San Carlos. Guarnición de Darwin.

Destructor misilístico HMS Antrim. 6 fragatas (HMS Ardent, HMS Argonaut, HMS Brilliant, HMS Broadsword, HMS Yarmouth y HMS Plymouth). 2 buques de asalto (HMS Fearless y HMS Intrepid). 5 buques de desembarco (Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot). 4 buques de apoyo logístico (Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness). 1 transatlántico para transporte de tropas (Canberra).



Otros buques y aviones en operaciones de ataque y diversión.

• •

Escuadrón D de comandos SAS. 40º, 42º y 45º comandos de la 3ª Brigada de Comandos.



2º y 3º de Paracaidistas.

Al anochecer del 20 de mayo de 1982, 12.000 soldados argentinos bien equipados de material sabían que el ataque británico era inminente pues durante los dos días anteriores ya venían observando numerosas

detecciones en el radar y un fuerte incremento de la actividad enemiga. Por la mañana el Secretario General de la ONU Javier Pérez de Cuéllar reconoce el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. Una propuesta peruana es también rechazada. Según el informe del capitán Roberto Vila, destinado en el archipiélago: El día 20 continúan nuevas misiones, con el capitán Grünert y el teniente Calderón. A las 18:30 hay ecos de dos helicópteros que luego ve la Red de Observadores del Aire. A las 22:30 hay alarmas de inminentes ataques y desembarco helitransportado; ya este día dormitamos hasta con el FAL cargado. Esta importante fuerza militar sufría una debilidad esencial: una parte significativa estaba compuesta por infantería de recluta obligatoria, no voluntarios profesionales. Entre ellos, incluso, había estudiantes disidentes con el régimen que fueron enviados a modo de castigo, y cuya moral de combate era evidentemente baja. Las comunicaciones navales con el continente estaban cortadas, y las aéreas sufrían graves alteraciones en sus operaciones debido a la constante presencia de patrullas de cazas enemigos. No obstante ello, la Fuerza Aérea Argentina estuvo a la altura de las circunstancias y mantuvo al contingente en el archipiélago abastecido hasta la última noche de la guerra, pese a condiciones tan adversas. Alrededor de ellos, la práctica totalidad de la Royal Navy: más de 120 buques, 33 de ellos navíos de guerra de primera línea, con varios miles de soldados profesionales y de élite preparándose para el desembarco. Los submarinos británicos eran ya completamente dueños de todas las aguas alrededor de las Malvinas, por lo que la flota argentina permaneció en puerto. No obstante esta superioridad tecnológica y militar abrumadora, la guarnición de las Malvinas y la Fuerza Aérea Argentina se prepararon para la defensa. Creían tener una oportunidad y, de hecho, la tenían. Durante la noche del 20 de mayo la operación Sutton, dirigida por el contraalmirante Woodward y el comodoro Clapp, se puso en marcha. Diecinueve buques de la Marina Real (el transatlántico Canberra, los buques de asalto Fearless e Intrepid; los de desembarco Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot; los de apoyo logístico Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness; escoltados por el destructor Antrim y las fragatas Ardent, Argonaut, Brilliant, Broadsword, Yarmouth y Antelope) se derramaron por el Estrecho de San Carlos. A las 1 del 21 de mayo de 1982 los primeros comandos británicos llegaban a tierra en la Bahía de San Carlos, al extremo occidental de Isla Soledad (donde se halla la

capital Puerto Argentino). Sin encontrar resistencia, establecen rápidamente tres cabezas de playa y avanzan hacia la localidad de San Carlos, donde se producirían las primeras refriegas. La primera de estas refriegas se produce en San Carlos donde la compañía C del RI 25 al mando del Teniente Primero Carlos Daniel Esteban que se encontraba patrullando la zona derriba dos helicópteros Gazelle y daña un helicóptero Sea King de transporte de tropas. Mientras tanto, diversas unidades aeronavales británicas realizan ataques de diversión en otros puntos del archipiélago, bombardeaban objetivos seleccionados e insertaban comandos en Darwin y Goose Green. La decisión de desembarcar por el Estrecho de San Carlos ha sido muy controvertida, sobre todo a la luz de las consecuencias. Por un lado es cierto que los montes circundantes parecían proteger a las unidades británicas y ponerlas a cubierto de los radares enemigos. Pero por el otro lado, la aviación argentina ya había demostrado en ocasiones precedentes ser muy capaz de aprovechar esta clase de obstáculos en su propio beneficio; además, este desembarco alejaba a las unidades implicadas de la fuerza principal situada al este de Isla Soledad. Un ataque directo sobre Puerto Argentino o sus alrededores no habría sido adecuado, pues allí se concentraba la mayor parte de la guarnición argentina, pero muchos historiadores no se explican porqué Woodward y Capp eligieron uno de los tres peores lugares posibles para iniciar el ataque. Sea como fuere, así ocurrió. Y pagaron las consecuencias.

Saldo de la batalla Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

• Ninguna.

• 2 helicópteros Gazelle derribados. • 1 avión táctico Harrier GR.3 derribado.

Bajas humanas • No precisadas.

• Al menos 4 muertos.

Resultados estratégicos • 3 cabezas de playa británicas en Bahía San Carlos. • Guarniciones de Darwin y San Carlos inmovilizadas.

Sobre las 9, un Macchi 339 del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina, piloteado por el Teniente de Navío Owen G. Crippa logró utilizar por primera vez las características geográficas del Estrecho de San Carlos para sobrevolar a la fuerza de desembarco británica sin ser derribado. Este aparato confirmaría que se hallaban ante el «día D» de las Malvinas, e incluso hizo algunos disparos con sus lanzacohetes Zuni provocando daños menores en la fragata Argonaut. Apenas media hora después, la Fuerza Aérea Argentina quitaba los calzos a sus aviones para responder con una serie de ataques de excepcional arrojo que rebautizarían al Estrecho de San Carlos como «el callejón de las bombas». Era el momento que llevaban un mes esperando. Su oportunidad.

El Día D: El callejón de las bombas o El Valle de la Muerte Orden de batalla Argentina

Reino Unido Fuerza de desembarco de la Marina Real







20 aviones tácticos IAI Dagger (del grupo 6º) armados con bombas • de 250 y 500 kg 30 aviones tácticos Skyhawk (del • grupo 5º) armados con bombas de 250 y 500 kg 6 cazas Mirage III (del grupo 8º)

Destructor misilístico HMS Antrim. 6 fragatas (HMS Ardent, HMS Argonaut, HMS Brilliant, HMS Broadsword, HMS Yarmouth y HMS Antelope).

armados con misiles Magic en función de escolta. •

Diversas aeronaves de apoyo en retaguardia.

• •







Guarnición de San Carlos.

2 buques de asalto (HMS Fearless y HMS Intrepid). 5 buques de desembarco (Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot). 4 buques de apoyo logístico (Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness). 1 transatlántico para transporte de tropas (Canberra).



Patrullas CAP compuestas por aviones Sea Harrier.



Antiaéreos de infantería.

Sin duda, Woodward y Clapp esperaban alguna clase de reacción argentina. Para lo que no estaban preparados, según demostraron los acontecimientos, fue para las furiosas oleadas de ataques aéreos que les llovieron encima durante las siguientes cinco horas. Tras un primer ataque sin consecuencias a cargo de dos Dagger a las 10.25 le siguieron cinco minutos después dos escuadrillas de tres Dagger cada una. Con sus cañones y bombas dañaron severamente a la fragata HMS Broadsword y dejaron fuera de servicio (con una bomba sin explotar a bordo) al destructor HMS Antrim, perdiendo un avión por un misil Sea Cat de la Plymouth. Casi simultáneamente cinco A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza se lanzaron sobre la Argonaut’’, dañándola gravemente con dos bombas de media tonelada que no explotaron. Una hora más tarde dos A-4B se internaron en el estrecho, bombardeando el numeral por error el casco varado del Río Carcarañá mientras que el líder atacaba sin consecuencias a la fragata HMS Ardent. Al mismo tiempo cuatro A-4C del Grupo 4 de Caza eran interceptados por una PAC, que derribó con sus Sidewinder a dos de ellos: ambos pilotos perdieron la vida. Se produjo entonces una tregua que finalizó abruptamente a las 14.40. Tres Dagger (un cuarto avión había sido derribado por un Sea Harrier poco antes sin que sus compañeros lo notaran) descubrieron a la Ardent que navegaba rumbo al norte y la alcanzaron con dos bombas, una de las cuales explotó destruyendo el helicóptero Lynx y el lanzador de misiles Sea Cat y matando a cuatro hombres. Cinco minutos después otros tres Dagger atacaron con fuego de cañón a la fragata HMS

Brilliant, produciendo algunos heridos y daños menores: sin embargo, poco después la siguiente escuadrilla de Dagger fue aniquilada sobre la Gran Malvina por los Sea Harrier, aunque felizmente los tres pilotos pudieron eyectarse. Finalmente, a las 15.10 tres A-4Q Skyhawk de la 3° Escuadrilla del Comando de Aviación Naval hicieron su aparición y descubrieron a la maltrecha HMS Ardent, que intentaba desesperadamente reunirse al grueso británico. De inmediato la atacaron, alcanzándola con varias bombas de caída retardada Snakeye de 227 kg. La formación argentina fue inmediatamente interceptada por una PAC, que derribó a dos aviones y averió a un tercero de tal forma que el piloto debió eyectarse sobre Puerto Stanley ante la imposibilidad de aterrizar. Sin embargo, dicho ataque había firmado la sentencia de muerte de la HMS Ardent: con 22 muertos y 37 heridos a bordo, los incendios avanzando inexorablemente y el agua de mar penetrando por un gran rumbo en la línea de flotación, sólo quedaba una decisión por tomar. La fragata HMS Yarmouth se colocó junto a la HMS Ardent y procedió a evacuar a los heridos y al resto de la tripulación. Después de arder durante horas, el barco se hundió a las dos de la madrugada del día siguiente. Mientras tanto, los buques de desembarco dentro de la bahía de San Carlos han seguido llevando unidades a tierra. Desembarcan los carros de combate de The Blues and the Royals y las cuatro baterías de 105 mm del 29º Comando y del 4º Regimiento. Los supervivientes de la HMS Ardent son transportados al transatlántico Canberra. El desembarco ha sido un éxito. Pero a un precio elevadísimo.

Saldo de la batalla Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

• 5 aviones IAI Dagger.

• Fragata HMS Ardent hundida.

• 6 aviones Skyhawk.

• Fragata HMS Argonaut severamente dañada. • Destructor misilístico HMS Antrim y fragata HMS Brilliant dañados de consideración. • Fragata HMS Broadsword y HMS Alacrity levemente dañadas.

• 3 aviones Pucará y un helicóptero CH-47 Chinook (en acciones paralelas)

• 2 aviones Sea Harrier.

Bajas humanas • Al menos 12 pilotos muertos.

• Al menos 29 muertos y numerosos heridos.

Tierra, agua, aire y fuego En tierra, el desembarco de Bahía San Carlos proseguía incontenible. Durante los días 22 y 23 las tropas inglesas aseguraron numerosos puntos tácticos esenciales y acumularon grandes cantidades de armas y suministros llegados por vía marítima. La fragata HMS Antelope sustituyó a la Ardent. Numerosos buques logísticos, entre ellos el carguero MV Atlantic Conveyor pusieron proa al Estrecho de San Carlos para verter más y más hombres y material. El general Julian Thompson —jefe de las fuerzas terrestres británicas— estableció oficialmente su cuartel general en San Carlos, donde ondea ya la bandera Union Jack. Pese a las pérdidas sufridas el día 21, el desembarco ha sido un éxito. A mediodía del 23 los británicos detectan aviones argentinos al sur del estrecho. Reciben fuego antiaéreo de la HMS Antelope y la HMS Broadsword, ahuyentándolos. Pero los británicos desconocen que esta incursión forma parte en realidad de una doble oleada de 12 Daggers y 6 Skyhawks que no han detectado y cuyo primer escalón resultó fallido. La aviación argentina ha vuelto.

De pronto, tres A-4B Skyhawk reaparecen por el norte a gran velocidad y muy baja altitud. Esta vez, las fuerzas británicas reaccionan de inmediato produciendo una densa cortina de fuego antiaéreo. El avión líder es alcanzado enseguida, y su piloto el capitán Carballo logra desaparecer tras los montes para volver al continente. Sin embargo, los dos aparatos restantes prosiguen el ataque mientras los misiles y las trazadoras les envuelven. Se encaran directamente hacia la recién llegada HMS Antelope. El alférez Hugo Gómez lanza su bomba Mk.17 de 500 kg que alcanza a la fragata, sin explotar, y consigue escabullirse. El primer teniente Luciano Guadagnini lanza a su vez y es inmediatamente alcanzado bajo el ala derecha: el avión de Guadagnini se desintegra contra el mástil de la HMS Antelopey un instante después su bomba alcanza al barco sin explotar. La HMS Antelope ha quedado fuera de combate. Con dos bombas sin explotar a bordo y un incendio controlado, los británicos deciden evacuar la fragata excepto por el personal esencial para desactivaciones y control de daños. En la noche del 23 al 24, y mientras el personal de desactivación intentaba desactivar una de las bombas, ésta estalla y el incendio consiguiente alcanza un pañol de Sea Cat: la HMS Antelope se ve conmovida por una explosión que la parte en dos: se hundirá en la mañana del 24. No hay tregua. La aviación argentina golpea una y otra vez a las fuerzas navales de desembarco, pese a que los británicos les están esperando y pierden cada vez más aviones. No obstante, son alcanzados los buques de desembarco Sir Galahad y Sir Lancelot. Los ataques del día 24 se cobran tres Dagger y un Skyhawk, todos ellos abatidos por Sea Harriers sin sufrir ninguna pérdida propia. El día 25 es la fiesta nacional argentina. En ambos bandos se sabe que habrá acción y están en alerta máxima. En efecto, desde primera hora de la mañana comienzan los raids argentinos bajo fuerte presión aérea y antiaérea enemiga. A las 8:37, el primer Skyhawk cae en la trampa misilística del destructor HMS Coventry’’, de la misma clase del malhadado HMS Sheffield . En torno al mediodía se produce otro ataque sobre las fuerzas de desembarco en el Estrecho de San Carlos: un Skyhawk es derribado por un misil Rapier disparado desde tierra y otro cae a manos del Coventry. Es la segunda victoria del día para este moderno destructor, pero son justamente dichos éxitos los que sellan su destino: la Fuerza Aérea Argentina se decide a eliminar a la "trampa 42/22". Un ataque de cuatro Skyhawks cae a las 15:20 sobre el destructor HMS Coventry y la fragata HMS Broadsword. La HMS Broadsword es

severamente dañada en popa y su helicóptero Lynx resulta destruido, pero sobrevive. El HMS Coventry’’, en cambio, recibe el impacto directo de tres bombas que matan a 19 hombres. Ningún avión atacante resulta abatido. El destructor está perdido, ha de evacuarse de inmediato. En media hora, da la voltereta y se hunde. El Almirantazgo británico había considerado lo del HMS Sheffield un error táctico puntual, pero ahora ya eran cuatro los buques de guerra británicos de primera línea que en el fondo de los mares malvinenses, mientras otra decena estaban dañados. Deciden entonces acelerar las operaciones terrestres. Balance de los combates aeronavales de los días 24 y 25. Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

• 7 aviones Skyhawk.

• Destructor misilístico HMS Coventry hundido.

• 5 aviones Dagger.

• Fragata HMS Antelope hundida. • Buque portacontenedores MV Atlantic Conveyor destruido. Diez helicópteros destruidos. • Fragata HMS Broadsword gravemente dañada. Helicóptero destruido. • Buques de desembarco Sir Lancelot y Sir Galahad averiados.

Bajas humanas • Al menos 10 pilotos muertos.

• Al menos 62 muertos y numerosos heridos.

A las 16:30 una o dos potentes explosiones sacuden el portacontenedores MV Atlantic Conveyor al norte de Isla Soledad, muy cerca del portaaviones HMS Hermes. Se produce un incendio que nadie logra controlar. Son los Super Étendard del 2º Escuadrón Aeronaval. Sin ser detectados y desde una distancia de 50 km los argentinos han lanzado dos Exocets contra los lejanos blancos que aparecían en sus radares. El Atlantic Conveyor ha de ser evacuado y arde con diez helicópteros y su material a bordo. Los británicos han perdido dos grandes buques en un solo día, y otros seis han sido dañados

de distinta consideración. En cambio, la aviación argentina sólo ha perdido tres aviones. En el Reino Unido todas las miradas se dirigen hacia Margaret Thatcher: la guerra de las Malvinas parecía estar transformándose en una derrota para la superpotencia y su Gobierno.[cita requerida]

La Pradera del Ganso Entre las pocas personas del lado británico que no estaban atribuladas por el devenir de los acontecimientos se contaban, curiosamente, el Contraalmirante Woodward y el General Thompson. Ambos tenían sus motivos. Pese a las severas pérdidas sufridas, Woodward, como buen marino, conocía sobradamente un principio básico de la guerra naval: sin importar lo espectaculares que sean los golpes propinados o recibidos, en el mar gana quien permanece. La Marina Argentina se oxidaba en puerto desde el hundimiento del General Belgrano mientras que la Royal Navy, maltrecha o no, permanecía en el mar. Lo que hizo, una vez completado el desembarco, fue retroceder sus posiciones tanto como pudo sin denegarle apoyo a las unidades presentes en Isla Soledad. Importantes fuerzas de reserva, como los miles de hombres a bordo del Queen Elizabeth II, fueron derivados a las islas Georgias del Sur. Sus suministros y refuerzos, en vez de viajar directamente a las Malvinas, describían un semicírculo que los situaba fuera del alcance de la aviación argentina. Sí, la Royal Navy había sufrido severas pérdidas, pero no era la primera vez que ocurría en su historia ni sería la última. El hecho es que continuaba siendo la dueña del mar. El general Thompson, responsable de las fuerzas terrestres, también tenía sus propios motivos para no perder la moral. En último término las guerras las ganan quienes conquistan la tierra y, desde su punto de vista, el desembarco había resultado un éxito total sólo oscurecido por la destrucción de los equipos a bordo del Atlantic Conveyor y el Sir Lancelot. En general, todos sus hombres habían llegado a tierra junto con la mayor parte del material, estaban bien establecidos y protegidos contra ataques aéreos tanto por sus propios sistemas antiaéreos como por las patrullas de Harriers y sus líneas logísticas, aunque amenazadas, seguían abiertas. Frente a él, 12.000 hombres del Ejército y la Marina argentinos. Pero 12.000 hombres esencialmente aislados excepto por el par de contenedores que los transportes Hércules acertaban a transportar cada noche desde el continente.

El Brigadier Thompson decidió que era imprescindible cerrar la bolsa en que yacía el enemigo lo antes posible, confinándole a los alrededores de Puerto Argentino, atrapándole entre sus propias fuerzas y el mar dominado por la Royal Navy. Y al mismo tiempo, establecer rápidamente una cabeza de playa desde el interior en la costa este de Isla Soledad, de tal modo que su línea logística no tuviera que penetrar en las peligrosas aguas del estrecho de San Carlos, ahora conocido como «el callejón de las bombas». De esa forma, los suministros y refuerzos podrían llegarle directamente desde el océano. Orden de batalla Argentina



7 Pucaras y 2 Aeromacchis incursionan sobre el istmo.

Comandante: Teniente Coronel Italo Piaggi • • •

• • •

12º Regimiento de Infantería. 1 compañía del Regimiento de Infantería 25 (tipo Ranger). 1 sección del Regimiento de Infantería 8 (3º sección compañía C). 11 ametralladoras MAG de 7,62 mm 1 batería artillera de 105 mm. Defensa antiaérea AAA pesada (2 K-63 de 35 mm y 6 RH-202 de 20mm).

Total: más de 700 hombres

Reino Unido



Helicópteros Scout de reconocimiento y apoyo aéreo de 3 Harriers al anochecer del 28.



Breve apoyo naval de la fragata HMS Arrow con 135 proyectiles de calibre 114m.

Comandantes: Teniente Coronel Herbert Jones —muerto en combate— y Mayor Chris Keeble • • •



4 compañías del 2 PARA. 64 ametralladoras GPMG de 7,62mm 3 piezas de artillería del 29º Comando con casi mil proyectiles de calibre 105mm y una unidad Milan antitanque. 2 unidades Blowpipe.

Total: más de 600 hombres

Mitad norte de Isla Soledad (topónimos ingleses). Obsérvese que la conquista del corredor entre Darwin y Goose Green parte Isla Soledad en dos mitades y libera paso desde el punto de desembarco en San Carlos hacia el océano, al este. El primer punto de ataque resultaba, pues, evidente; y ya durante las primeras inserciones lo tuvieron en cuenta. El lugar sería Goose Green (Pradera del Ganso). Si las fuerzas del Batallón de Paracaidistas 2 (2 PARA), comandado por H. Jones insertadas en Darwin lograban tomar esta posición (y de paso, su aeródromo) las fuerzas argentinas quedarían rodeadas en la mitad norte de Isla Soledad, al otro lado de las montañas, y él tendría acceso a un corredor costero hacia el océano. La primera batalla terrestre de la Guerra de las Malvinas sólo podía ocurrir, pues, en la Pradera del Ganso. Poco después de la medianoche del 28 de mayo de 1982 el 2 PARA partió del lado occidental del extremo norte del istmo que divide Isla Soledad en dos. Las compañías B y D penetraron en el istmo, mientras que la A se situó al este. La compañía A iniciaría el ataque desde allí, tomando Burntside House sin hallar presencia argentina. A las 03:30, las compañías B y D se dirigieron a la posición Colina Boca (Boca Hill). De pronto, recibieron densas ráfagas de fuego enemigo. La batalla de Goose Green había comenzado.

Esquema de la batalla de Goose Green. Mientras tanto, la compañía A del mayor Dair Farrar-Hockley siguió su camino hacia el sur para encontrarse con una sección del Regimiento de Infantería 25 en la colina Darwin. En la lucha subsiguiente, los argentinos detuvieron el avance de la compañía A pese a sufrir severas pérdidas que incluyeron a su comandante, el teniente Roberto Estévez. El ataque británico había sido detenido. El soldado conscripto Sergio Rodríguez del Regimiento 25 (tipo Ranger) fue herido en ese combate disparando las últimas bandas de su ametralladora MAG. En una edición especial del diario Tiempo Argentino (Mayo de 1983, pág. 10) relata así la muerte del teniente Estévez: " ... llegó a mi posición el Teniente Estévez herido con dos balazos en el cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada (...) seguía dando órdenes y haciéndonos sostener el combate, mientras él con su único brazo sano se comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por el pómulo derecho. El impacto lo tiró para atrás a Estévez. Yo ya no tenía miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mato yo a él, o él me mata a mí. Y el teniente desangrándose... Hubo un momento en que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el teniente Estévez que agonizaba en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos

de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi teniente Estévez había muerto...". El Teniente Coronel H. Jones, al mando de la operación, no deseaba verse envuelto en una batalla estática con fuerzas netamente inferiores en número, y además sus órdenes eran tomar Goose Green con la mayor rapidez posible. Hizo acto de presencia en la compañía A y dirigió personalmente una carga contra la colina Darwin. A las 10:30 aproximadamente, caería mortalmente herido en el siguiente episodio: En circunstancias que el Teniente Coronoel H. Jones y dos de sus hombres intentan tomar por asalto una trinchera con soldados del RI 12, son observados desde un "pozo de zorro" por los AOR (Aspirantes a Oficiales de Reserva - Soldados Conscriptos) Guillermo Huircapan y Jorge Ledesma quienes con fuego de ametralladora y fusil desbaratan esta avanzada del Jefe del II Batallón de Paracaidistas cayendo éste mortalmente herido.- Esto se desprende de las investigaciones hechas por los propios argentinos y los testimonios de sus protagonistas, corroboradas además por el lugar exacto donde cae el Teniente Coronel Jones, en la colina de Darwin, donde hay erigido un monolito en su memoria. La ubicación del monolito no coincide en absoluto con la posición donde combatió el Subteniente Gomez Centurión, lo que echa por tierra la versión militar argentina que afirmaba que a Jones lo mata Gómez Centurión luego de un parlamento.Esta versión militar argentina queda desvirtuada a 24 años de concluida la Guerra luego de las irrebatibles conclusiones a que llegan los propios argentinos a través de las obras "Partes de Guerra" de los Licenciados Speranza y Cittadini y "Pradera del Ganso - Una Batalla de la Guerra de Malvinas" del investigador-escritor Oscar Teves de lo cual se concluye que al más alto Oficial inglés caído en la Guerra de Malvinas lo abaten 2 Soldados Conscriptos en el cerro Darwin. En cuanto al otro episodio, se llegó a la conclusión, a través del cruce de partes bélicos argentinos y británicos, de que el oficial muerto por Gómez Centurión fue en realidad el Teniente Jim Barry, especialista en comunicaciones agregado al regimiento de paracaidistas.Ahora había dos combates en las alturas de Darwin: una alrededor de la bahía Darwin, y otra de igual ferocidad frente a Boca House, defendida por el Subteniente Guillermo Aliaga al mando de la 3ra Sección de Tiradores del Regimiento 8. La defensa es tenaz, pese al masivo asalto con morteros, ametralladoras y proyectiles antitanque. En la colina Darwin el pelotón del Regimiento 12 al mando del Subteniente Ernesto Peluffo y los AOR del ya caído Teniente Roberto Esteves, defendían tenazmente sus trincheras. Se

destaca el valor del Subteniente Peluffo y de muchos Soldados no profesionales que agotan su munición y se reabastecen varias veces con la del personal caído. Las trincheras defendidas por los soldados conscriptos Roque Evaristo Sánchez y Néstor Oscar Avelino Pegoraro quedarón, de pronto, aislado del pelotón del RI 12. Llovía balas de todos lados. Estaban rodeados, pero los correntinos seguían consumiendo munición y sacrificaron sus vidas en esta acción'. Algunos paracaidistas pagaron caro la osadía de querer tomar los correntinos por asalto. Según el testimonio del Subteniente Peluffo, "en ese momento, un proyectil me alcanzó y me hirió en la cabeza. Un soldado del pozo me auxilió y me dijo: ‘No se preocupe, mi Subteniente, el cuero nomás es’. No perdí el conocimiento. Este soldado me vendó y abrigó con una manta... Había otros tres soldados más en el pozo. El volumen de fuego británico era tal, que parecía que querían embocar sus proyectiles en nuestro pozo. Di mi casco y mis armas a los solados que aún combatían, y empecé a llenar cargadores a medida que los consumía. /.../ El fuego era tan intenso, que ya ni siquiera podíamos sacar la cabeza y disparar" ("Malvinas: Relatos de soldados". Por Martín Balza, Buenos Aires, Círculo Militar, 1986). Aquí «los defensores argentinos lucharon encarnizadamente», según los autores Max Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 270, Editora Emece, 1984). Con el apoyo de mil bombas de morteros de 81mm, que destruyó numerosas posiciones argentinas, la compañías A y B del 2 PARA tomaron finalmente las colinas Darwin y Boca. Pero la resistencia ha sido feroz, y el plan concebido originalmente por el fallecido comandante Jones, un fracaso. Tras una severa reorganización en medio del combate, los defensores continuan disputiendo el terreno, combatiendo ferozmente en pequenos grupos. Cuenta el cabo Jorge Alberto Pacheco del Regimiento 25 que: "Cerca de la pista del aeródromo, el Cabo Oviedo, con intenso fuego, trató de llamar la atención del enemigo, para permitir que el resto de los soldados obtuviera una mejor cubierta. Pero fue el caos. El combate se volvió sangriento. Cayeron soldados propios y enemigos, se escucharon gritos, órdenes, explosiones. El volumen de fuego inglés era infernal. Todos trataban de buscar la mejor cubierta, de aferrarse a algo. Cualquier cosa era válida para preservar la vida, para seguir peleando; aún unos cajones vacíos de munición. Oviedo los vio y se dirigió hacia allí, disparando,

parapetado cuerpo a tierra tras de ellos. Pero un disparo alcanzó su cuerpo y quedó encogido sobre sí mismo. Murió pocos momentos después. Se fue como él quería: luchando de frente. Ganó, sin duda, la mejor de las muertes para un soldado. Cerca de él, abatido por otros disparos, también había muerto uno de los soldados de su grupo, el Soldado Ramón Cabrera" (véase * [1]). Muy útiles fueron las piezas K-63 para el tiro terrestre. Poco antes del anochecer —a las 5 de la tarde, tan avanzado está el invierno— y aprovechando un instante de buen tiempo se produce un ataque aéreo argentino y otro británico, que apenas logran causar daños en tierra. Sin embargo un Pucará y un Aeromacchi argentino caen abatidos. Saldo de la batalla de Goose Green Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

• Aprox. 50 muertos.

• 15 Paras (+2 otros) muertos .

• Aprox. 120 heridos.

• 64 heridos (fuente)

• 1.083 prisioneros. • Abundante material. • 3 Pucará.

• 1 Sea Harrier (4 de mayo) 1 Harrier GR.3 (27 de mayo)

• 1 Aeromacchi MB.339.

• 1 helicóptero Scout.

Resultados estratégicos • Goose Green capturado por los británicos.

Durante el anochecer, Keeble ofrece a Piaggi que se rinda en términos honorables. Ante la extrema violencia de los combates y la elevada pérdida de vidas, Piaggi accede. Goose Green cayó en manos británicas después de 14 h de combate. Cuando amaneció yacían 15 paracaidistas, 1 Ingeniero Real y 1 piloto británico muertos, más 64 heridos. Alrededor de 50 argentinos murieron, otro centernar fue herido y más de mil argentinos fueron hechos prisioneros.

El teniente primero Carlos Daniel Esteban, jefe de la Compañía C del Regimiento 25 ha destacado que: "Los oficiales y suboficiales permanecieron con sus soldados, en forma permanente, tirados sobre el estiércol de oveja, pese a que el enemigo había concedido un salón especial con muchas mejores condiciones. Cuando la subunidad fue revisada para contrarrestar los saqueos que habían producido en la localidad, ningún soldado tuvo que bajar su cabeza ante el enemigo, por portar algún objeto robado. Los ingleses reconocían, continuamente, la forma de luchar de la Compañía ‘C’. Esto obligada, en su calidad de profesionales, a un trato especial y considerado”. [...] En todos los informes y test realizados a los soldados, los mismos manifestaron que si tuviesen que volver a la guerra con cuadros que combatieran a su lado, aún sufriendo las mismas privaciones, lo harían nuevamente" ("Malvinas: Relatos de Soldados"). Serán repatriados vía Montevideo. La posición estratégica británica en Isla Soledad está consolidada, y sus enemigos embolsados. A partir de ahora, ya es sólo una cuestión de tiempo que la guarnición argentina en las Malvinas colapse sin que se diera ninguna maniobra de envergadura de la Brigada de Infantería Aerotransportada IV (Paracaidistas) en Comodoro Rivadavia, sin un contraataque importante. En San Carlos, el general Thompson estaba contento. Pero tenía otro problema. Los helicópteros con que contaba para una rápida acción aeroterrestre contra Puerto Argentino no eran más que hierrajos a bordo del calcinado Atlantic Conveyor. Las tropas británicas tendrán que avanzar a pie, a través de las montañas heladas. Será un largo camino.

Golpes de mano [editar] El día 30 se produce la operación más importante de la Fuerza Aérea Argentina cuyo saldo, pese a los éxitos de los días precedentes, es confuso. Sabían que el almirante Woodward había retirado sus buques tan hacia el este como le fue posible sin dejar desprotegidas a sus fuerzas en las Malvinas, y también sabían que con 3.800 británicos ya desembarcados y sus fuerzas embolsadas sólo una serie de golpes devastadores podían evitar la derrota. En particular, era de esencial importancia detener las patrullas de Harriers, que venían demostrando ser abiertamente superiores en combate aéreo a cualquier cosa que la fuerza aérea y aeronaval argentina pudiera oponerles. Por arriesgado que fuera, había que atacar a los portaaviones. Al mismísimo corazón de la flota británica. Durante los días anteriores se

había establecido firmemente la posición del HMS Invincible en 51°38'S 53°38'W. Sería, pues, el HMS Invincible.

El portaaviones británico HMS Invincible visto desde el USS George Washington en 1998. En la mañana del día 30 despegaron de Río Grande cuatro Skyhawks con bombas de 250 kg retardadas por paracaídas —para evitar los fallos de detonación que impidieron la destrucción de grandes objetivos los días anteriores— y dos Super Étendards, uno de los cuales transportaba el último Exocet AM.39 aire-superficie de Argentina. Tras reabastecerse en vuelo, atacaron desde el sur. El primero en disparar fue un Super Étendard, lanzando su Exocet contra un blanco de gran tamaño nítidamente detectado en su radar. Cumplida su misión, los Super Étendards se dieron la vuelta para retornar a base. Sin más Exocets disponibles, su papel en la guerra había finalizado. Los Skyhawks, en cambio, utilizaron la estela del Exocet para guiarse hacia el blanco. De pronto, observaron «una gran columna de humo negro en el horizonte». El Exocet, una vez más, había alcanzado a algo. Pero al mismo tiempo había puesto en alerta al portaaviones y su escolta, la fragata HMS Avenger. Cuando los pilotos argentinos llegaron, se encontraron con densas capas de humos negros y neblinas blancas generadas por los dos buques para ocultarse, por lo que no pudieron evaluar qué clase de daños había ocasionado el Exocet (según la versión británica fue detectado aproximándose y destruido con un disparo DP de 114 mm, pero parece bastante improbable que un disparo de 114 mm intercepte a un ágil misil antibuque). También se encontraron con algo más: una densa barrera de fuego antiaéreo. Cuando ya tenían claramente al HMS Invincible en las miras, un misil Sea Dart derribó al avión líder y el fuego antiaéreo al del 1er teniente Omar J. Castillo, tan cerca que uno de sus motores cayó sobre el

ascensor de aeronaves del portaaviones produciendo un pequeño incendio. Ambos pilotos resultaron muertos. Pero los otros dos lograron lanzar sus bombas y escapar del área a gran velocidad, perseguidos por misiles y balas. Echaron un último vistazo a su blanco desde lejos, y aseguran haberlo visto envuelto en «un humo denso y negro». Sin embargo, la versión británica de la historia tampoco está de acuerdo. Asegura que los pilotos argentinos, entre tantas neblinas, confundieron al Invincible con la Avenger y sus bombas fueron a parar al mar. Lo que si se sabe que ese portaaviones se retiro de la zona imediata de Malvinas el 18 de junio acompanado por la fragata Andromeda y dejo de operar en pleno estado de guerra durante dos semanas. Cuando anclo en Puerto Argentino el 2 de julio lucia una magnifica capa de pintura lograda a pesar de la mala temporada en alta mar.(Fuente: HARRIER:SKI JUMP TO VICTORY por el autor britanico John Godden, página 79) Ese mismo día, ocurrió un incidente en tierra que demostró el coraje del personal de cuadros del Ejército Argentino. Durante las operaciones preliminares de reconocimiento para el avance hacia Puerto Stanley, 19 hombres de la Brigada de Comandos 3 al mando del capitán Rod Boswell apoyado por un helicóptero Sea King entraron en contacto con la 1ra Sección de Asalto a cargo del Capitán José Vercesi de la Compañía de Comandos 602 establecida en el llamado Caserón de Top Malo al pie del monte Simon. Durante el combate murieron el Teniente Ernesto Espinosa y el Sargento Primero Mateo Sbert, ambos reciben por esta acción la Cruz al Heroico Valor en Combate. El primer soldado británico herido en combate fue uno al que le destrozó la bazuca el teniente Espinosa (que era tirador especial) con un fusil Magnum 300 con mira telescópica nocturna. Pero después el teniente recibió un impacto de lanzacohete descartable y estalló, por los explosivos y las granadas que llevaba en su equipo. La casa se incendió y los comandos argentinos salieron combatiendo. El Teniente Primero Horacio Losito salió herido de la casa, tenía incrustada una esquirla en la cabeza y buscó cubrirse, pero antes recibió otro disparo en el muslo. Los comandos argentinos estaban equipados con munición perforante, es decir, mortal. Losito tomó cubierta en una zanja, donde por la pérdida de sangre comenzó a sentir que sus fuerzas se estaban acabando. Vio cómo dos soldados británicos se acercaron a él disparando sus pistolas ametralladoras. Apuntó a uno y le colocó un tiro. Cuando quiso apuntarle al otro, perdió fuerzas, se

le nubló la vista y no pudo disparar su fusil FAL. Todo eso sucedió en cuarenta minutos. Acto seguido fue tomado prisionero y atendido de sus heridas por los soldados británicos. Dos argentinos resultaron muertos, seis heridos y los últimos cinco cayeron prisioneros. Entre el 29 y 31 de mayo se producen violentos combates sobre las laderas del monte Kent. Los jefes de las Compañías de Comandos 601 y 602 planeaban una operación para ocupar colinas más o menos sobre la línea del monte Kent. Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico iban a llevar a las dos compañías de comandos a «enterrarlas» para después tomar a los helicópteros británicos por sorpresa. Sacaron cinco patrullas el 29 de mayo, al otro día iba a sumarse el Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional a las órdenes del mayor José Spadaro. Pero al día siguiente los helicópteros ya no podían salir por las alertas aéreas. Sólo lo hizo un Puma, con 17 comandos a las órdenes del capitán Jorge San Emeterio de la Gendarmería, pero fue alcanzado por fuego terrestre (posiblemente propio) y murieron 6 gendarmes. El capitán Tomas Fernández envió una partida a explorar el camino hacia la cima del monte llamado Bluff Cove Peak, pero en la primera loma al subir la abrupta ladera cayeron en una emboscada. Allí cayeron inmediatamente las boinas verdes Ruben Eduardo Márquez y Oscar Humberto Blas. El golpe devastador era obra de los comandos británicos (SAS) del mayor Cedric Delves. Para dar una idea de los combates con las patrullas del Escuadrón D del Special Air Service (SAS) se reproduce un fragmento del Informe Oficial del Ejército Argentino referido a la condecoración otorgada al teniente primero Rubén Márquez, que se pone al frente de la 2da Sección, seguido a corta distancia por el sargento primero Oscar Blas. "Oponerse a una fracción enemiga superior en número en ocasión en que integraba una patrulla de exploración que operaba en una zona ocupada por el enemigo. Alertar con su acción a sus camaradas y combatir hasta lograr que éstos se replegaran, ofrendando su vida en esta acción". Ambos comandos son abatidos por el fuego automático del enemigo, pero permiten al resto de la patrulla de la 602 replegarse. Por su conducta ambos recibieron la Medalla al Valor en Combate. La 3ra Sección de Asalto a las órdenes del capitán Andrés Ferrero fueron dejados por un helicóptero Bell UH-1H a 500 metros del monte Kent. Los

comandos de la 602 iban separados por 50 metros, portando dos ametralladoras, misiles Blowpipe y granadas de fusil. El teniente primero Francisco Maqueda iba adelante para que su experiencia de montañista sirviera a la patrulla. En determinado momento el capitán Ferrero, junto con el sargento Arturo Oviedo, se adelantó para comunicar algo a teniente primero Maqueda: en ese preciso instante un huracán de fuego cruzado se abatió sobre los comandos que caminaban atrás. El capitán Ferrero con Maqueda y Oviedo los vieron caer y los dieron por muertos. Sin embargo, un intercambio de munición trazante en la ladera del monte les hizo saber que no todos sus hombres habían sucumbido. Después de la emboscada en las laderas del monte Kent, los capitanes Fernández y Ferrero y los sobrevivientes de las patrullas de la 602 cambiaron disparos con el enemigo apostado en las alturas y se replegaron hacia al fondo del valle y encontraron cuevas donde ocultarse. Permanecieron allí aislados durante tres días, observando a los helicópteros británicos que se desplazaban desde San Carlos hasta monte Kent. La experienca de los comandos had sido relatado en el libro Comandos en Acción: El Ejercito en Malvinas (autor: Isidoro Jorge Ruiz-Moreno) Se combatió duramente en las laderes de los montes Kent y Simon y se comprobaron ocho heridos en las patrullas de fuerzas especiales britanicas, mientras que causan a los comandos argentinos de la 602 y Gendarmería Nacional ocho muertos y nueve heridos (la mayoría comandos de la patrulla del capitán San Emeterio). Pero antes de que cayeran los montes Kent y Bluff Cove, hombres de la Compañía C del Regimiento 4 derribaron a un Harrier el 30 de mayo con una ametralladora MAG (habría sido la 3ra Sección de Tiradores a ordenes del Subteniente Marcelo Llambias Pravaz). Mientras tanto, el comandante en jefe del Ejercito Venezolano teniente general Vicente Luis Narvaez desde Caracas informo que no descartaba la posibilidad de enviar a enteros batallones venezolanos de paracaidistas para asistir a los argentinos en Malvinas. (LA NACION. Lunes 31 de mayo del 1982) El 1° de junio, 5.000 hombres de la Brigada de Infantería 5º, de los gurkhas y de la Guardia Galesa y Escocesa desembarcan en San Carlos, donde se sospecha que ya opera una pista para Harriers. Ahora las fuerzas terrestres están casi igualadas en número. Un misil Roland de fabricación francesa abate desde Puerto Stanley un Sea Harrier FRS.1.

Ahora hay avanzadillas británicas a 20 km de Puerto Argentino y el Batallón 42 de Comandos ha tomado los montes Kent y Challenger, donde se empiezan a acumular sus fuerzas en medio de un tiempo espantoso. Ahora, los buques, la artillería y los aviones británicos bombardean casi constantemente la línea argentina tendida sobre los cerros Longdon-Dos Hermanas-Harriet. En estas circunstancias debe destacarse la valerosa actitud del capitán Carlos López Patterson, quien, bajo el fuego enemigo, recorre las posiciones en el cerro Dos Hermanas asistiendo moralmente al personal de la Compañía C del Regimiento 4.

En esas recorridas, una cosa que siempre me emocionaba era que, mientras saludaba al Subteniente Llambias Pravaz, los soldados de esa sección aplaudían y vitoreaban. Debió ser porque notaban que les reconocía el valor que estaban adquiriendo en ese lugar. Porque estaban muy solos, esperando al enemigo, sólo ellos y sus almas. O, tal vez, porque al ver al jefe que va a decirles dos palabras - gesto fraternal de una persona joven hacia otras personas jóvenes - sentían revivir sus ganas de pelear. Un día, se me acercó un chico y me dijo "Ya que nos ha tocado bailar en ésta, vamos a hacerlo bien. Vamos a apoyar al Subteniente que está enfermo y sigue igual con nosotros. Tenemos que ayudar al que se le congelen los pies, o al que se asuste. Porque de aquí salimos todos o no sale ninguno". ¿Qué podía contestarle? (HECTOR SIMEONI, Malvinas: Contrahistoria, páginas 100/101, Editorial Inédita, 1984) Como jefe de la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 "General Viamonte", el mayor Oscar Ramón Jaimet habla de sus subordinados de ese entonces.

Allá, todo el mundo ha compartido los mismos riesgos, las mismas privaciones y las mismas actividades, además del mismo frío y los mismos pozos que se llenaban de agua. Ha habido una tendencia a crear diferencias - o hacer creerlas- entre la vida que desarrollaba el oficial, el suboficial y el soldado. Mis jefes de sección [los subtenientes Aldo Franco, Augusto La Madrid, Guillermo Robredo y Guillermo Corbella] dormían con los soldados. Yo dormía con los soldados en la posición. (Malvinas: Contrahistoria, página 84) Numerosos soldados conscriptos rescatan y valoran con objetividad la tarea de los cuadros en Malvinas. Rubén Gaetán integró la Compañía de Ingenieros de Combate 601 durante la contienda.

Mi jefe inmediato era el cabo Domingo Villarreal que nos dirigía con eficiencia y camaradería. Pero mi mejor recuerdo lo tiene el cabo primero Miguel Galarza, un soldado profesional y todo un ejemplo de hombre. Nos cuidaba como un padre. Basta este ejemplo. En los primeros días de junio, durante una madrugada en que soportamos un intenso cañoneo naval y ataque de artillería enemiga, como los proyectiles caían directamente sobre nuestras posiciones, Galarza nos hizo retirar a sitios más seguros. Villarreal y el teniente Horacio Blanco se quedaron donde nosotros estábamos. Recuerdo que me pidió mi FAP y me entregó su FAL. Aquel cañoneo fue salvaje y Galarza y sus compañeros terminaron también retirándose y llegaron hasta nosotros. Menos mal que fue así. Cuando le pregunté por mi arma, me dijo que la había perdido al regresar. Un proyectil había dado de lleno donde ellos estaban un rato antes. En él y los que se quedaron a su lado sentía la protección del soldado profesional hacia nosotros, humildes conscriptos y desde luego, el inmenso valor que tales oficiales y suboficiales demostraron. (Así peleamos, página 154) Sobre el aprovisionamiento de aquellos días, Julio Lago (soldado ranchero del Regimiento 7 "Coronel Conde") muestra su particular vision.

De entrada hacíamos tres comidas por día, después se hicieron dos y al final, una. Te levantabas a las cuatro de la mañana y preparabas un mate cocido; después ya entrabas con la comida que se repartía a mediodía, otra más que se repartía tipo cuatro, cinco de la tarde, y a preparar todo para el otro día. Y así era continuamente. El problema era que amanecía a las diez de la mañana o a las nueve, y oscurecía a las tres y media. Con el toque de queda no se podía circular de noche, o sea, no había tiempo para andar repartiendo la comida. Continuando con esta línea de pensamiento el soldado conscripto clase 63 Francisco Montenegro del Regimiento de Infantería 1 "Patricios" explica su modo de analizar la realidad.

Por supuesto que el aprovisionamiento era deficiente, por una razón muy sencilla, era el aprovisionamiento en condiciones de guerra, el terreno no permitía el desplazamiento de un jeep remolcando una cocina de campana, sin hablar del continuo acecho del enemigo. No hay guerra en la que el soldado no haya pasado hambre y frío, eso es parte del negocio. (Así Peleamos, página 216).

El soldado conscripto Darío Agretti recordo que durante aquellos días las Raciones C (un tipo de ración especial, muy completa) no faltaron en el Regimiento 4.

Allí en Monte Wall teníamos alimento caliente, eran posiciones excelentemente construidas y estábamos absolutamente listos para cuando las tropas británicas atacaron. Pero alrededor del 27 de mayo nos dijeron repentinamente que debíamos abandonar la Wall Mountain y que tendríamos que defender Dos Hermanas en otro lugar. Nadie explicó porqué, nos ordenaron movernos. Algunos caminaron a la montaña y nosotros pudimos tomar un camión. Era una decisión loca porque no tuvimos tiempo para construir buenas posiciones en Dos Hermanas. En el lugar ya no se podía disfrutar de comida caliente y sólo podíamos acceder a nuestra ración enlatada. (Dos correntinos reviven la pesadilla desde Malvinas. Corrientes Noticias. Domingo, 17 de junio del 2007) Es oportuno reiterar el testimonio del soldado correntino Carlos Enriori, acerca de sus vivencias en un pozo natural en el extremo del oeste del monte Dos Hermanas

Al menos nos podíamos mantener caliente así cómo estábamos, amontonados, encima cada noche hacía más frío. Estábamos allí con nieva durante casi todas las noches. Teníamos un jefe muy bueno, Martella, que nos trató bien y dormía cerca de nosotros. Pero durante la batalla tomó su rifle y desapareció lejos al sur en alguna parte. Descubrí más adelante que lo habían matado y eso me puso muy triste. (Dos correntinos reviven la pesadilla desde Malvinas. Corrientes Noticias. Domingo, 17 de junio del 2007) El teniente Luis Enrique Bertolini destinado en el Escuadrón de Exploración de Caballería 10 en el Valle Moody Brook, ha rememorado:

Casi la totalidad de nuestros soldados eran clase 1962, por lo que prácticamente no había soldados nuevos; éramos una unidad homogénea y eso se vio en el buen desempeño de nuestro escuadrón. Todos vivíamos de la misma manera, en el mismo lugar, con el mismo equipo y comíamos la misma comida, cosa que pueden corroborar con los propios soldados, a pesar que la propaganda inglesa se ocupó de desprestigiar a los oficiales argentinos, diciendo que tenían raciones especiales, mejores equipos, etc. (Vea *[2]) El 3 de junio un ataque de los Black Buck destruye un director de fuego Skyguard. Esa noche una nueva misión de exploración a cargo de una patrulla

al mando del teniente primero Jorge Vizoso Posse de la 602 detecta escasa presencia enemiga en monte Challenger lo cual ofrece un flanco favorable para atacar la artillería enemiga, aunque la ocasión es desaprovechada por los responsables de la defensa. Durante la noche del 4/5 de junio el radar Rasit del Regimiento 7 en monte Longdon detecta el movimiento de un grupo tiradores especiales (a ordenes del cabo Jerry Phillips)de la Compañía D del 3 PARA, abriéndose el fuego hacia ese personal con morteros y artillería. Dichos paracaidistas se repliegan como consecuencia del fuego recibido sin cumplir la misión asignada. Ese mismo día el Teniente General Efrain Rios Montt, comandante en jefe del Ejercito de Guatemala procedió a alistar rápidamente a 350 paracaidistas y sus equipos especiales con orden de partir a las Malvinas, según el General de División guatamalteco Horacio Egberto Schaad. (La Nación. Jueves 3 de junio del 1982) El 5 de junio la 3ra Sección de la Compañía de Comandos 602 a cargo del capitán Andrés Ferrero al cual acompaña el mayor Aldo Rico logra desalojar del monte Wall al pelotón a cargo del teniente Tony Hornby del Batallón de Comandos 42, con el apoyo coordinado de fuego del Grupo de Artillería 3 aunque deben abandonar la posición pocas horas más tarde para no quedar atrapados en el dispositivo enemigo. El 6 de junio la 2da Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 601 liderada por el capitán Rubén Eduardo Figueroa se propone tender una emboscada en el puente sobre el Río Murell a elementos avanzados del 3 PARA, sorprendidos desde una elevación rocosa por dos patrullas al mando de los cabos Paul Haddon y Peter Brown del Peloton de Reconocimiento de la Compañía D del batallon de paracaidistas britanico y luego de un eficaz intercambio de disparos sufren un herido pero logran poner en fuga a aproximadamente 30 paracaidistas británicos capturando una intacta radio PRC-351 encendida, claves y una bandera Union Jack. (Véase la versión británica PETER HARCLERODE, PARA!: Fifty Years of The Parachute Regiment, páginas 344-345, Arms and Armour Press, 1993) El Subteniente Llambias Pravaz, jefe del sector oeste en el Cerro Dos Hermanas, también recordo algunos combates cerca del Río Murrell:

El 6 de junio fuimos tomados por sorpresa por una fracción de Comandos británicos que se habían infiltrado en nuestras posiciones. Nunca tuve tanto temor, pero me sobrepuse. En conjunto, sumando un grupo de Ingenieros Anfibios de Infantería de Marina, tuvimos 5 muertos y 6 heridos. Creo que

salvamos la vida por milagro y gracias al coraje del Soldado Eduardo González, apuntador de un FAP ("Malvinas: Relatos de soldados"). En las páginas principales de diario La Nación de Buenos Aires, un articulo conmovía: La Task Force sin un portaaviones obligado retirarse de las aguas de Malvinas debido a algunos daños causados por la aviación argentina, según fuentes diplomáticas. Según los autores de Falklands:-The Air War (página 238) el portaaviones Invincible en verdad había sido retirado temporalmente en las ultimas 24 horas por un fallo en el motor Pegasus. Mientras tanto el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas aprobó la resolución 505, que designa mediador a Pérez de Cuéllar. El día 5, EE.UU. y el Reino Unido vetan un nuevo proyecto de alto el fuego. Para el general Moore, ahora comandante de las fuerzas terrestres británicas, la «crisis de las Malvinas» está prácticamente resuelta. El cerco sobre Puerto Stanley ya se halla casi cerrado. Tan sólo deben aguantar las incursiones de los comandos argentinos y los ataques nocturnos de los bombarderos Canberra para desembarcar unas unidades de la Guardia Galesa y Escocesa en Fitzroy y Bahía Agradable, directamente al sur de la capital malvinense. Junto con ellos llegan numerosas piezas de mortero y antiaéreos Rapier. La Brigada 5 británica había recibido la misión de abrir un nuevo frente al sudoeste de Puerto Stanley, y el 2 de junio el único helicóptero Chinook que había sobrevivido al hundimiento del Atlantic Conveyor depositó en dos vuelos 156 soldados del Batallón 2 de Paracaidistas en Fitzroy. Este contingente fue reforzado en la noche del 5 de junio por Guardias Escoceses transportados por los cuatro LCU del Intrepid: la travesía no careció de imprevistos, y sólo a último momento se evitó que el destructor HMS Cardiff atacara por error al pequeño convoy (el ansioso capitán del Cardiff había derribado una hora antes con un Sea Dart un helicóptero desconocido, que finalmente resultó ser un Gazelle propio: los cuatro tripulantes murieron). A la noche siguiente el procedimiento fue repetido por el Fearless con los Guardias Galeses a bordo, pero la imposibilidad de desembarcarlos a todos motivó el regreso del buque a San Carlos para evitar ser sorprendido por las luces del día fuera del fondeadero: a fin de no volver a arriesgar las preciosas naves de desembarco se decidió entonces que el Sir Galahad transportaría a los trescientos soldados restantes a Fitzroy, acompañado por el Sir Tristram cargado de munición y abastecimientos.

La actividad de la aviación argentina durante las dos semanas anteriores había sido relativamente débil y con la excepción de los bombarderos Canberras, cuando a las siete de la mañana del 8 de junio el Sir Galahad ancló en Fitzroy, nadie previó la tragedia que pronto se desencadenaría. Los Guardias Galeses, que debían reunirse con las dos compañías restantes en Bahía Agradable, se negaron a realizar la marcha a pie e insistieron en permanecer en el buque hasta que éste los depositara en su destino final: con esta decisión sellaron su suerte. Sucedió entonces lo inevitable. A las 13:50 cinco A-4B Skyhawk liderados por el teniente primero Carlos Cachon se abalanzaron sobre las naves británicas, alcanzando al Sir Galahad con tres bombas y al Sir Tristram con dos: 51 hombres murieron y alrededor de 150 resultaron heridos, muchos de ellos con espantosas quemaduras. Este ataque coincidió con el de cinco Dagger contra la fragata HMS Plymouth en la boca norte del estrecho de San Carlos: si bien el objetivo de la formación era Fitzroy, en una decisión comprensible pero cuestionable los pilotos atacaron al buque de guerra, alcanzándolo con cuatro bombas que no explotaron y provocando un grave incendio. Una segunda oleada de Skyhawks perdió tres aviones al ser interceptada por una patrulla de Sea Harrier, aunque pudo hundir antes a la lancha de desembarco Foxtrot 4 (los seis tripulantes murieron) cuando ésta intentaba alcanzar San Carlos. Dos días más tarde la Compañía Comandos 602 reagrupando todos sus efectivos disponibles al mando del mayor Rico se moviliza por tierra hasta las cercanías del Río Murrell colocándose a 700 m del cerro Dos Hermanas junto al Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional utilizando nuevamente el apoyo de fuego coordinado de una de las baterías del Grupo de Artillería 3 en Puerto Argentino. Tenían como misión capturar el máximo posible de comandos britanicos. La acción resulta en un áspero combate con 50 hombres a cargo del teniente David Stewart del Batallón de Comandos 45. Un grupo de tres o cuatro comandos britanicos disparaban sus armas en dirección a la ametralladora MAG manejada por el sargento Mario Cisneros y servida por el teniente primero Jorge Vizoso Posse muy cerca del Río Murrell. Un cohete LAW exploto contra el cuerpo de Cisneros, matandolo en el acto y a su lado Vizoso Posse (ambos 602) fue herido en la cabeza. Vizoso Posse abrió el fuego dificultosamente contra ellos y comenzo a replegarse hacia el puesto de socorro donde se hallaba la sección reserva a ordenes del capitan Eduardo Villarruel. Los cabos Colville, Knott, Tanner y Wilkie, el Sargento Jolly y el resto de los Royal Marines habían comenzado su contraemboscada protegidos por una impresionante cortina de humo que los proporcionaban los morteros de los infantes de marina Greer y Cluman.

Mientras tanto el teniente primero Horacio Fernando Lauria disparaba arrodillado granadas de fusil proximo al mayor Aldo Rico y a 150 metros de distancia eran apoyados por unos doce hombres del Regimiento 4 con el cual el Subteniente Llambias Pravaz se había adelantado. No obstante, el terrible tiroteo proseguía. El Sargento Ramón Acosta cayó muerto y a su lado el Sargento Pablo Parada (ambos de Gendarmería Nacional) fue herido. A las 0230 horas del 10 de junio los shockeados comandos británicos rompieron el cerco argentino y abandonando un montón de equipo lograron huir (véase la versión británica BRUCE QUARRIE, The Worlds Elite Forces, páginas 53-54, Octopus Books Limited, 1985). El Subteniente Llambias Pravaz y su segundo encargado, el Sargento Ramón Valdez, se encargaron de armar una patrulla para recuperar el equipo de los comandos británicos. Cuenta el Subteniente Llambias Pravaz: "En la mañana organizamos una patrulla con el objeto de explorar el terreno donde la noche anterior había chocado la Compañía de Comando 602 del Mayor Rico, con los británicos, acción en la cual, entre otros, murió el Sargento 1ro. Cisneros, de la Compañía citada. Aprovechando al máximo el terreno y cubriéndonos tras cada roca, descendimos hacia Monte Kent. Habíamos dejado un grupo de seguridad, y ya nos disponíamos a cargar material abandonado por los ingleses, cuando sentimos un estruendo. Se trataba de un Harrier, que a muy baja altura, venía desde Puerto Argentino y doblaba justo ante nuestras narices. El piloto nos miró mientras sacábamos el seguro del fusil. Fue todo tan rápido que no pudimos hacer fuego, de regreso recogimos los cadáveres de dos Infantes de Marina, muertos el 6 de Junio. Uno de ellos tenía un impacto directo de cohete LAW 72, cuya carga hueca lo había cortado en dos; su vientre había desaparecido. Quedaban sus piernas, separadas, con los huesos sobresalientes. Pero la expresión de su cara, tan llena de paz, tan contrastante con el resto de la escena, me dio la certeza de que se trataba de algo divino. Juntamos sus pedazos en una capa de poncho" ("Malvinas: Relatos de soldados"). El 11 de junio llega el Papa Juan Pablo II a Buenos Aires para «orar por la paz». Es recibido por manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas. Paralelamente, la diplomacia vaticana está también intentando llegar a un alto el fuego negociado. El sistema de alianzas de Occidente está resultando demasiado dañado por el conflicto.

El colapso [editar]

Imagen satelital de las islas Malvinas (verano austral de 1999). El 11 de junio al anochecer, las fuerzas británicas inician el asalto final sobre Puerto Argentino y sus alrededores. La Armada de los defensores permanece anclada en puerto, y su aviación apenas da ya más de sí: han perdido decenas de aviones y pilotos, el material está muy deteriorado por las constantes operaciones y los alcances, no quedan misiles Exocets AM-39 aire-superficie; apenas se mantiene el eficaz puente aéreo con el continente a través de los Hércules C-130, protegidos por la noche. El bombardeo de sus posiciones desde el mar, el aire y la tierra es continuo. Circulan rumores sobre la eficacia y letalidad de las tropas británicas. Los soldados de leva del Regimiento de Infantería 7 que aún defienden las Malvinas comienzan a perder la moral y dos de ellos en la Compañía C y uno en la Compañía B son evacuados con heridas autoinfligidas intencionalmente. El mando británico considera que un ataque diurno es demasiado peligroso, y deciden proceder a través de los montes que rodean a Puerto Argentino por la noche para no verse sometidos al mismo mortífero castigo de Goose Green. Durante la noche del 11 al 12, los Royal Marines británicos del Batallon de Comandos 42 a órdenes del Teniente Coronel Nick Vaux comienzan a atacar la Sección de Morteros Pesados del Regimiento 4 en la retaguardia del monte Harriet a través de un campo de minas y luego bajo intenso fuego de artillería. El cabo Mario Cortez, que desde una de las posiciones de morteros pesados daba la seguridad al pie del monte con su fusil automatico, descubrió el avance y abrió el fuego contra los infantes de marina británicos que se le presentaban. Desde su punto de vista, el primer teniente Jorge Alejandro Echeverría recordó que "esta sección fue la primera atacada y estaba a cargo del Subteniente Mario Juárez que ahora está en silla de ruedas, herido. Evidentemente fue una infiltración grandísima. Por los informes que tengo hasta ahora no puedo precisar exactamente el punto por donde entraron, pero sí sé que entraron por el flanco que teníamos totalmente cubierto, que era el de la costa que iba para Puerto Arentino. Lo teníamos minado, ese campo minado costó mucho tiempo, costó sudor, costó bajas, y se pusieron esas minas que pesan veinte

kilos. Lo que pasa es que es como todo. Aunque a uno le pongan campos minados, si tenemos que atacar, atacamos igual, y ya veremos por donde pasamos. Esa misma determinación - pienso- la tenían ellos" ("Así lucharon", página 144). El capitán Tomas Fox (desde el 9 de junio estuvo cumpliendo misiones de fuego), por su parte, relató:

Se comenzó a hacer insostenible la posición y el jefe del Regimiento decidió ir él personalmente hacia la Compañía B para organizar un contraataque allí arriba. El había mandado a pedir ya una sección pero la cuestión es que el que fue a pedirla no llegó o se demoró. Ante la previsión de que el puesto de comando cayese, nos ordenó que quemásemos las claves; estábamos allí un suboficial radioperador y yo, que había estado colaborando con la dirección del fuego. Una vez que el jefe del Regimiento se hubo ido, el general Jofre quiso hablarle y pidió al suboficial que lo comunicara con él; yo le dije que había constituido el puesto de comando en la compañía B. Entonces el general le dijo al suboficial: "¿Y usted que hace ahí? Vaya con su jefe que yo quiero hablar con él!" El suboficial le contestó: "Sí, mi general", y salió con la radio. Y me quedé solo dentro de la cueva prendiendo fuego a la documentación. (CARLOS TUROLO, Así Lucharon, página 214, Editorial Sudamericana) Kim Sabido (corresponsal de guerra británico) fue testigo de la lucha continua de los soldados correntinos y refiriéndose a las acciones de los Royal Marines en el sector sur del monte y a la resistencia durante la madrugada del 12 de junio, escribo:

Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Azorados en las laderas por los intensos fuegos de ametralladoras y tiradores emboscados, avanzaban lentamente y a duras penas. Vi caer a varios hombres heridos de bala y a otros les alcanzó la metralla de la continua cortina de fuego que disparaban a distancia. Los hombres que teníamos enfrente no iban a ceder si no era tras una lucha encarnizada (véase Paul Eddy y Magnus Linkater, Una cara de la moneda, Buenos Aires, Hyspamerica). Hubo muertos, muchos prisioneros y una cantidad importante de heridos en la sección del Subteniente Pablo Oliva a cargo del sector sur del Monte Harriet

Mientras tanto el tiroteo proseguía: Era un fuego disperso totalmente, la intensidad del combate había disminuido excepto al frente, donde estaba el primer teniente Carlos Alberto Arroyo con su compañía, rememoró el teniente primero Echeverría,y se ve que pudieron cambiar de posición (habría sido la 2ª Sección del subteniente Eugenio Bruny), porque estaban combatiendo muy fuerte. (Así Lucharon, página 152) La Compañía B a cargo del Primer Teniente Arroyo en el sector norte del monte Harriet rechazó varias veces intentos de penetración del Capitán David Wheen a cargo de la Compañía L del Batallón de Comandos 42. (fuente: MARCH TO THE SOUTH ATLANTIC, por el Coronel Nick Vaux, página 190) Durante el combate, un soldado de leva lo hostigó y perturbó como tirador nocturno, hasta ser herido mortalmente. La 3ª Sección de Tiradores a las órdenes del Subteniente Lautaro Jimenez Corbalán de de la compañía correntina rompió el cerco y se replegó hacia Monte William sólo con aproximadamente 15 de sus hombres. Al amanecer el Monte Harriet había caído. Su defensa estuvo a cargo de, aproximadamente 400 hombres y tuvieron como veinte muertos desde la llegada de las tropas británicas en la zona de Monte Kent. El monte Harriet fue capturado a expensas de 2 vidas de los infantes de marina británicos y 24 heridos. Los soldados correntinos combatieron con valentía y bien en algunos aspectos técnicos de combate. Los defensores habían sido fuertemente bombardeados en los días previos y recibido aproximadamente 1,000 disparos de artillería durante el combate nocturno procedente de 6 piezas de artillería situados en el monte Challenger. El Cerro Dos Hermanas Norte y Sur caen también a manos de los infantes de marina británicos del Batallón de Comandos 45 al mando del teniente coronel Andrew Whitehead, pero no sin una feroz lucha. El subteniente Llambias Pravaz combatió valientamente defendiendo el Dos Hermanas Sur, ocupando posiciones no preparadas y rechazando varios ataques lanzado desde tres pelotones a cargo de los tenientes Kelly, Stewart y Caroe de la Compañía X del batallón británico. Llambias Pravaz recordó los primeros combates en cercanías del Río Murrell: "La artillería enemiga nos batía intensamente. Fuí a buscar la ametralladora que tenía apuntada hacia Goat Ridge. Todos estaban inquietos. Se escuchaba al enemigo, pero éste estaba en una hondonada y sus fuegos pasaban muy alto. Ordené lanzar granadas de fusil a la máxima distancia... Tiramos varios cajones, incluso muchos más de los proyectiles que tenía listos con las cintas adhesivas de los estuches sacados. Era una especie de barrera de fuego. Las ametralladoras MAG tiraban a la profundidad... ... Los ingleses tomaron

las posiciones de la Primera Sección. Sus figuras se recortaban en las piedras iluminadas por las explosiones. Había que apoyar el repliegue de nuestros camaradas... El enemigo atacó mi posición y, transitoriamente, 'frenamos' el ímpetu del ataque. No pude medir el tiempo. Pero sí pude evaluar el coraje de mis Soldados. Se multiplicaban. Hasta entonces, milagrosamente, no teníamos bajas. Los británicos continuaban avanzando por el sector Norte del Cerro Dos Hermanas. Veíamos los proyectiles trazantes que iban de un lado hacia otro, señalándonos cómo se resistía allí. Luego observé ráfagas trazantes que pasaban por detrás de nosotros. Ahora combatíamos prácticamente rodeados. El enemigo se lanzó nuevamente al asalto... Algo que realmente me impresionó fue ver a los enemigos de cerca, con las bayonetas armadas y gritando. Comenzamos nosotros también a hacerlo usando los agravios más vulgares y significativos. Tomé una ametralladora y disparé sobre los que venían orientados más hacia la derecha. Vimos una luz y un ruido de motor que se nos echaban encima. Explotó unos metros arriba nuestro, era un misil Milán. Nos desparramó. Una piedra abolló mi casco. Un soldado sangraba por la boca y la nariz, no recuerdo quién era. La ametralladora no tenía nada, continuamos tirando. El cable del teléfono debía estar cortado, porque nadie contestaba; por la radio tampoco teníamos comunicación con el resto de la Compañía..." ("Malvinas: Relatos de Soldados"). Inicialmente los comandos británicos intentaron un ataque frontal a la posición a ordenes del subteniente Jorge Perez Grandi, pero fueron rechazados. En parte gracias a la intervención del cabo Juan Insaurralde que conducía doce hombres y quien luego de combatir por dos horas se replego a las posiciones de la 1ª Sección de Tiradores de la Compañía C del Regimiento 4, a las órdenes del subteniente Miguel Mosquera. Los integrantes de la 2ª Sección de Tiradores al mando de Pérez Grandi se arrastraron hasta sus posiciones de combates, y empezaron a combatir duramente. El combate en el Dos Hermanas Norte duró dos horas. En ese primer choque de fuegos había muerto el cabo Mario Gomez que apoyaba con proyectiles antitanque, mientras el subteniente Mosquera quedó herido con varias esquirlas de morteros. A las 03.00 los tenientes Clive Dytor y Paul Mansel de la Compañía Zulú del Batallón 45, al notar que el fuego argentino disminuye, deciden pasar al asalto. El subteniente Juan Nazer queda herido en las piernas, mientras el teniente Luis Carlos Martella cae muerto cuando proyectiles trazantes incendian su cuerpo. El Capitán Lopez Patterson inicia amargamente un repliegue. La Compañía Reserva del Mayor Jaimet mantiene su posición y le comunica el comando de la Décima Brigada que aviones Canberra atacaran en misión de apoyo directo a partir de las

06:00. Bajo fuego de artillería británico, el subteniente Perez Grandi queda herido, pero dos soldados de su sección rescatan el oficial y lo protejen debajo un camion. Mientras tanto, la Compañía B del Regimiento 6 al pie del Dos Hermanas intentaba revertir la situación con la poca munición de morteros que había quedado. Pero la suerte estaba echada. Los ciento y cincuenta hombres de la Compañía Y del Batallón de Comandos 45 avanzaban cubiertos por cortinas de humo y protegidos por los intensos fuego de artillería y de morteros hacia la compañía del Mayor Jaimet. El cabo Miguel Angel Doménico, refiriendose a aquellas horas remomoro que "Eligieron a todos los soldados, suboficiales y oficiales, y a nosotros nos dejaron para hacer un contraataque con las tanquetas, nos quedamos con la sección servicios, veíamos allá a lo lejos los combates del escuadrón en Monte Longdon" (véase http://www.fotorevista.com.ar/autores/Bogarsukoff2/Malvinas-2627.htm). Nicolás Kasanzew, enviado especial del programa 60 Minutos de Buenos Aires, desde Puerto Argentino había informado el 12 de junio: "Cuando aclaró, a eso de las nueve de la manana vi que, también se estaban replegando los vehículos cazatanques Panhard: habían sido enviados para apoyar el Regimiento 4 y volvieron bajo una lluvia de fuego" ("Malvinas: A sangre y fuego", página 182). Hacia las 0600 horas, el jefe de la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 teniendo en cuenta la evolución del combate en el Cerro Dos Hermanas, ordeno el repliegue de sus secciones hacia el Monte Tumbledown. El Mayor Jaimet relato:

Decía que se combatía a muy corta distancia, y eso quiere decir a menos de cien metros. Las noches de Malvinas son generalmente muy oscuras - el cielo encapotado, negrura prácticamente impenetrable - si uno no tiene ese sistema de visores nocturnos incorporado a los fusiles, resulta difícil y hay que tener buen nivel de instrucción para poder hacerlo. Los visores los llevaban los oficiales y suboficiales. Así se dirigía el fuego. El unico elemento que permite superar oscuridad, humo de explosiones, niebla, caida de nieve. El hombre es casi ciego combatiendo en esas condiciones. El algún momento, pudimos detener de cuajo un avance inglés por haberlo advertido providencialmente gracias a los visores. (MALVINAS: CONTRAHISTORIA página,80) En un momento determinado de la acción de retaguardia de la compañía del mayor Jaimet en el extremo este del Cerro Dos Hermanas la entera

Compañía Y fue detenida en su avance durante horas primordialmente por el soldado Oscar Poltronieri a órdenes del subteniente Aldo Franco de la 2da Sección de Tiradores. Relata Poltronieri:

Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el Regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y comerlas. Cuando venía un compañero de curso del teniente que me mandaba a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los prestaba. Así vi cómo desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros. Tomaron todo a las corridas. Los "gurkhas" mataron a un montón del Regimiento 4 de Corrientes. Y a nosotros nos rodearon así, en forma de medialuna. Yo estaba arriba, en el monte, cuando los veo, serían las cinco o las seis de la mañana, en medio de la neblina. Allí matan a tres o cuatro de los soldados nuestros, todos cerca mío: a uno que tiran un morterazo que cae cerca mío y una esquirla le vuela la tapa de la rodilla, limpita, y se desangra; cuando llega al hospital de Puerto Argentino llega desangrado. A otro una esquirla le da en la espalda. Y a otro que trepa un poco el monte para montar la ametralladora también lo bajan con una ráfaga de ametralladora. Ese era Ramón, que era amigo mío... Por su coraje en esta acción el soldado Oscar Poltronieri recibe luego de la guerra la Cruz al Heroico Valor en Combate. El combate por el Cerro Dos Hermanas contando las acciones que ejecutan las patrullas de combate, costo a los argentinos 20 muertos y aproximadamente 50 heridos, y a los comandos britanicos - de acuerdo con publicaciones de ellos - ocho muertos y entre 17 y veinte heridos. El capitán Ian Gardiner del Batallón de Comandos 45 en el libro Above All, Courage (‘Más allá de todo, fue coraje’, Pen & Sword Books, 2002) referiendose a las capacidades y el espíritu de lucha de la 3ra Sección de Tiradores del subteniente Marcelo Llambías Pravaz en el Dos Hermanas Sur escribió:

Un cuadro duro de unos veinte hombres [argentinos] había permanecido detrás y había luchado, y eran hombres valientes. Los que quedaron y lucharon tenían algo. Yo por mi parte no desearía hacer frente a mis infantes de marina en batalla.

En cinco ocasiones los repelió el fuego argentino, pero un sexto intento del capitán Gardiner tuvo éxito. En total los soldados y cuadros del pelotón del subteniente Llambias Pravaz sufrieron 5 muertos y 16 heridos. A las 06.30, la posición Goat Ridge entre el Cerro Dos Hermanas y Monte Harriet había sido aislada y estaba prácticamente rodeada. Se produjeron numerosas intercambios de fuegos en ambos bandos. Unos 15 hombres de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía A del Regimiento 4 ahí, a ordenes del subteniente Oscar Augusto Silva después de rechazar un pelotón de Monte Harriet logró abrirse paso hacia el Monte Tumbledown a donde moriría en combate junto con cuatro de sus fieles soldados. La batalla por monte Longdon comenzó cuando el cabo británico Brian Milne pisó una mina antipersonal que le arrancó una pierna. La explosión de la misma, y el alarido posterior, pusieron de sobre aviso al Segundo Jefe del Regimiento de Infantería 7 ubicado en monte Longdon, mayor Carlos Carrizo Salvadores y se puso al habla con el subteniente Juan Domingo Baldini al mando de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía B del Regimiento en la ladera oeste. La batalla por las posiciones del subteniente Baldini en cercanías del río Murrell rugió constante. Los hombres del Subteniente Baldini combatían de distintas posiciones, dificultándole al veterano mayor Mike Argue —ex SAS—, jefe de la Compañía B del 3 PARA que atacaba el monte Longdon. El Mayor Carrizo Salvadores tiempo después escribió en el libro Malvinas: Relatos de soldados que el Subteniente Baldini le informo que "la situación era grave, que el enemigo era numeroso y que, en algunos sectores, se combatía cuerpo a cuerpo. Que intentaría rechazarlos para reestablecer el control de la situación". Luego el Mayor Carrizo Salvadores destacó: "Esta conversación fue la última que tuve con el Subteniente Juan Baldini, pues cuando intentaba materializar lo que me había expuesto, caía mortalmente herido... cuando intentaba hacerse cargo de una ametralladora, cuyo apuntador había quedado fuera de combate... Igual suerte tuvo el Cabo Primero Darío Ríos, quien cayó junto a su Jefe cuando intentaba concretar lo pretendido por el Subteniente. Así, en una demostración plena de arrojo y valentía, ambos ofrendaron su vida a la Patria en cumplimiento del deber". Durante este feroz intercambio de fuego es herido el teniente primero Enrique Neirotti jefe de la 3ra Sección de Tiradores en el sector sur, pero puede continuar combatiendo. Después se produjo en el sector de la sección de Neirotti el contraataque de la sección de ingenieros de combate a ordenes del Teniente Primero Hugo Quiroga : "ya cerca de la madrugada, la

situación era crítica, puesto que se había perdido el contacto de la Primera Sección" y a la 1:30 se había complicado porque había "caído en posesión del enemigo casi todo el sector defendido por la Primera Sección, y éste se encontraba atacado por el norte y por el Sur, lo que hacía que todos los elementos de la posición... se hallaran combatiendo". A eso de las 02:00 hubo que emplear a la 1ra Sección del subteniente Raul Castañeda de la Compañía C del Regimiento 7 a órdenes del capitán Hugo García para reforzar y contraatacar en monte Longdon. Estos soldados debieron "marchar a campo traviesa bajo la acción del fuego de artillería del enemigo... Se desarrolló así un combate de encuentro" y las tropas argentinas lograron "hacer retroceder a la infantería enemiga. En esta acción tuvimos bajas, pero entre el enemigo se produjeron más", dice el Mayor Carrizo Salvadores. Estos soldados conscriptos, según la apreciación de los propios británicos, pelearon como si fuesen profesionales en el sector norte a donde se encontraban los soldados de la 2nd Sección de Tiradores o ordenes del sargento primero Raul Gonzalez. A esa sección pertenecía el soldado Leonardo Rondi, que armado con su fusil FAL llegó a la pelea cuerpo a cuerpo como estafeta a pie hasta que se le agotaron las municiones al pelotón y volvió con un trofeo de combate: una boina colorada con distintivo del 3 PARA de uno de los tres paracaidistas britanicos muertos asaltando la ametralladora Browning 12,7 mm en el sector de Gonzalez. Solamente 21 argentinos de los 46 que habían participado en el contraataque alcanzan sus posiciones en Wireless Ridge. El resto ha quedado muerto, herido o hecho prisionero. El soldado Rondi recibe por esta acción la "Medalla al Valor en Combate" . El brigadier Julián Thompson dijo acerca del contraataque en monte Longdon:

En un determinado momento estuve a punto de retirar mis paracaidistas de monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados de soldados nos estuvieran causando tantas bajas. (Véase Jon Cooksey, 3 PARA Mount Longdon: The Bloodiest Battle, página 98, Pen & Sword Books Ltd) El 12 de junio entre las 04:00 y 04:30, los soldados británicos controlaban la mayor parte del monte Longdon. Pero habían sufrido 13 muertos y 27 heridos en la Compañía B del Batallón 3 de Paracaidistas, y la resistencia continuaba próximo al puesto de comando del segundo jefe del Regimiento 7.

Aproximadamente a las 05:00, el soldado conscripto Horacio Cañeque, vio cómo algunos paracaidistas (los remanentes de los pelotones 4 y 5 de la Compañía B del 3 PARA) avanzaban por el sector norte al puesto de comando en monte Longdon (en cercanías de Wireless Ridge) del mayor Carlos Carrizo sobre su flanco derecho. Cañeque disparaba su FAL de a dos proyectiles comunes y uno trazante para precisar la puntería, mientras estallaban bengalas y explosivos por todas partes. Ante los autores de Así peleamos: Malvinas (testimonios de veteranos del ejército), (Biblioteca Soldados, 1999), Cañeque recuerda:

Se escuchan gritos y órdenes en inglés. Comienzo a insultarlos en su idioma. Los insultos son lo primero que se aprende y yo tenía una pronunciación estadounidense bastante buena. Insulto a los gritos, vociferando, durante un rato. Tal vez por acciones como ésta, los paracaidistas britanicos luego dirían que en Monte Longdon hubo US Green Berets o American Mercenaries. Los argentinos sobrevivientes de la 1ª, 2ª y 3ª secciones adelantadas pugnaban por seguir combatiendo hasta agotar la munición cerca del puesto de mando del mayor Carrizo Salvadores. Así lo relata el aludido Cañeque, quien había guiado al teniente primero Castañeda y su pelotón hacia los paracaidistas británicos:

Alejandro Rosas y el cabo Oscar Mussi se treparon a un pico rocoso y disparaban, con gran riesgo, desenfrenadamente, contra una de las MAG que nos hostigaban (habría sido el cabo Vincent Bramley). Poco después el lugar se convierte en un infierno de proyectiles. No pueden mantener la posición. Por suerte logran replegarse. Frente a esa crítica situación, aproximadamente a las 06:30, el mayor Carrizo ordenó replegarse a los 78 hombres de la Compañía B que le quedaban en monte Longdon hacia Wireless Ridge. Para ello, el infante de marina Jorge Colombo hizo disparar su ametralladora Browning 12.7 a fin de defender la retaguardia de los que se retiraron de monte Longdon. El capitan Rodrigo Soloaga, a la cabeza del Escuadron de Exploración de Caballería Blindada 10 (al cual se le agregaron unos 30 hombres del subteniente Mosquera replegados del Dos Hermanas Norte), logró bloquear desde el valle entre los montes Longdon y Tumbledown, la penetración del 3

PARA hacia Wireless Ridge y facilitar el repliegue de los hombres del mayor Carrizo Salvadores. Pero aún no terminaban la muerte y la crueldad en Monte Longdon. El cabo britanico Vincent Bramley fue testigo de crimenes de guerra contra soldados del Regimiento de Infantería 7 de La Plata en distintos sectores del monte y refiriendos a las acciones de los paracaistas britanicos ubicados en el sector oeste durante el día 12 de junio de 1982, escribió:

Todos volvimos al claro que acabábamos de cruzar. Nos separamos y esperamos el siguiente desplazamiento. A unos diez metros a la derecha venía un argentino. Le habían tirado al pecho y gritaba sosteniéndose la herida. Un tipo de la Compañía B atravesó el claro y le clavó la bayoneta. A los gritos del argentino, trató de quitársela entes de morir. Nuestro soldado le decía: ¡No grites más hijo de p...! El enemigo murió en el mismo instante en el que le clavaron la bayoneta. Nuestro soldado volvió a su lugar como si nada hubiera pasado. A mi derecha tres argentinos lloraban agarrándose la cabeza. ¿Serían amigos del que acababa de morir? (VIAJE AL INFIERNO, Planeta 1994) Según Julia Solana Pacheco, autora del libro Malvinas: ¿y ahora qué?, seis soldados argentinos del Regimiento 7 (los conscriptos Ramón Quintana, Donato Gramisci, Aldo Ferreyra, Enrique Mosconi, Alberto Petrucelli y Julio Maidana), heridos o hechos prisioneros, fueron fusilados o bayoneteados por los paracaidistas británicos en monte Longdon, ante los ojos incredulos de los soldado conscriptos Néstor Flores y Santiago Mambrin y, el cabo Gustavo Pedemonte del pelotón del subteniente Juan Baldini. Entre los heridos estaba el cabo José Carrizo. Cuando en 1993 se conoció el libro Viaje al infierno del ex paracaidista británico Vincent Bramley que denunció el fusilamiento de argentinos en monte Longdon, Carrizo contó su historia. Relató que en aquella madrugada en monte Longdon, sintió que le pusieron la boca de un fusil en la espalda. Levantó los brazos en señal de rendición y un inglés «con ojos de chino» le hizo un gesto con la mano como de que le iban a cortar el cuello. Luego una corta ráfaga de ametralladora le arrancó parte de la masa encefálica y un ojo. Lo dieron por muerto y lo abandonaron allí. Más tarde lo salvó un médico británico. Durante esta noche morirían los tres únicos civiles caídos en el conflicto, tres mujeres malvinenses de Puerto Argentino cuya casa fue alcanzada por un obús británico. Al amanecer del 12, la capital malvinense está a la vista.

Temprano el 12 de junio, fueron destacados a las laderas del cerro Tumbledown —al lado de Moody Brook— el mayor Guillermo Berazay y la Compañía A del Regimiento 3, a fin de hacerse fuerte ahí para luego tomar las posiciones perdidas en monte Longdon. Esa oportunidad jamás se daría. La carencia de munición y medios ofensivos adecuados era crítica, y el ingenio debió suplir su falta: en el más absoluto secreto, los argentinos montaron un misil Exocet sobre una precaria construcción terrestre y desarrollaron durante semanas la ingeniería necesaria para hacerlo operativo. El sistema fue llamado humorísticamente "ITB", sigla de "Instalación de Tiro Berreta" («berreta» significa «de mala calidad»). A las 3:00 del 12 de junio un reducido grupo liderado por el entonces capitán de fragata Julio M. Pérez logró dispararlo con resultado eficaz. A bordo del destructor misilístico clase County HMS Glamorgan, el oficial de navegación Ian Inskip detecta el misil en trayectoria y ordena lanzar contramedidas y virar el buque intentando ofrecer la popa. El misil alcanza al buque por la banda de babor en el hangar de helicópteros, destruyendo al helicóptero Wessex, matando a trece hombres y provocando un fuerte incendio. Renqueante y echando humo, el destructor se aleja. Sobrevivirá, pero la guerra acabó para él. Un sentimiento muy parecido a la histeria recorre al almirantazgo inglés. Si la aviación argentina ha conseguido más misiles Exocet, entonces la situación actual de toda la flota es muy peligrosa y lo que ya parece una inminente victoria puede tornarse en un nuevo desastre. Londres mueve todos los hilos posibles para saber de dónde ha salido ese misil, pero nadie parece saber nada. En realidad, la aviación argentina no ha conseguido ningún nuevo misil. Tampoco es el primer Exocet que se dispara contra un buque británico desde Isla Soledad (el primero falló sin ser detectado). Resulta que aunque la flota argentina esté anclada en puerto, sus preciosos lanzamisiles superficie-superficie no tienen por qué quedarse allí. Modificar un Exocet MM38 superficie-superficie para convertirlo en un AM39 aire-superficie estaba más allá del alcance de los ingenieros argentinos, pero no así el desmontar un conjunto de lanzadores del destructor ARA Seguí (D-25) junto con su sistema de guía, aerotransportarlo sobre remolques a las Malvinas, ponerlo en funcionamiento y accionarlo dando en el blanco, todo con un mínimo margen para el error. Se trata de una aplicación improvisada de esta arma letal; sin embargo, al segundo disparo efectivo (de 3 intentos totales, uno de los cuales no obtuvo lanzamiento y el otro se perdió sin acertar blanco) lograron inutilizar al HMS Glamorgan en una acción inédita e

histórica. Después de la guerra el Reino Unido, habiendo capturado y estudiado el ingenioso dispositivo, retomaría la idea para comercializarlo como «sistema de defensa costera Excalibur». Pero de momento, la acción contra el Glamorgan detiene el ataque terrestre británico durante todo el día 12, pues el apoyo desde el mar ha quedado en entredicho. No será hasta la noche del 13 que el 2 PARA y el Segundo Batallón de la Guardia Escocesa tomen Wireless Ridge y el monte Tumbledown tras intensos combates contra el Batallón de Infantería de Marina 5 y el Regimiento 7 de Infantería y la Compañía A del Regimiento 3 que la apoyaba. El asalto británico se demoraba ante la desesperada y enérgica resistencia. Las tres compañías del Batallón de Infantería de Marina 5, sus 700 hombres a órdenes del capitán de fragata Carlos Hugo Robacio ahora esperaban luchar contra el invasor en la zona de monte Tumbledown-monte William-colina Sapper. Mientras los esperaban con ansiedad creciente, el mayor Aldo Rico montó emboscadas para proteger el perímetro y envió a varios comandos a instalar una emboscada frente al monte William. Relata el teniente primero Horacio Fernando Lauria: "En una de esas misiones raras, nos mandaron con el teniente primero Horacio Guglielmone a instalarnos una noche, quinientos metros adelante del Batallón de Infantería de Marina 5, los más cerca de los ingleses, para brindar seguridad y obtener información. Espalda contra espalda, solos, estábamos atentos con gran temor a los gurkhas, sin pestañear siquiera. Había sido una fuerte acción psicologica del enemigo, y todos teníamos una gran obsesión por miedo a ser degollados: la tensión era constante. Para contrarrestar aquella campana, yo quería matar a uno con las manos, lo que me siento capaz de hacer, y cortarle una extremidad a fin de mostrarla a los soldados y disminuir su pánico" (Comandos en acción:el ejercito en Malvinas, p. 366, Editorial San Martin, 1987) Un infernal diluvio de acero se abatió sobre las Compañías A y C del Regimiento 7 que sería la unidad con más bajas de la guerra: 36 muertos y 152 heridos. Las bocas de fuego de la artillería británica y los cazabombarderos Harrier machacaron constantemente las posiciones argentinas con un intenso y preciso fuego, hiriendo gravemente a los mayores José Banetta, Emilio Nani y José Bettolli y los capitanes Hugo García, Jorge Calvo, Carlos Ferreyra y Luis Limia.. «Durante las doce últimas horas de la lucha se descargaron seis mil tiros de artillería», indican Max

Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 326, Emecé, Buenos Aires, 1984). Allí estaba el soldado Carlos Daniel Sotelo, uno de los 21 sobrevivientes del pelotón del subteniente Castaneda: Nos mandaron unos pocos refuerzos, cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada MAG, que fueron para adelante, a posiciones que conocíamos bien y que sabíamos que eran muy complicadas: te dabas cuenta que había un esfuerzo desesperado por resistir. Lo peor era escuchar como habíamos escuchado por la radio del comando, los pedidos de ayuda de las otras posiciones: eso te queda en la cabeza para siempre. (La Nación. junio del 2002) En este bombardeo se destaca el Capitan Guillermo Grau del Regimiento 7, que con un Land Rover se mueve a traves de las zonas batidas, evacuando heridos. Tales fueron la magnitud y precisión del fuego ablandador que quedaron heridos 12 de los aproximadamente 120 hombres de la compañía de reserva al mando del Mayor Jaimet que ahora ocupaba nuevas posiciones al noroeste del monte Tumbledown. Luego el Subteniente Esteban Vilgre La Madrid de la 3ra Sección de la B del 6 escribió: "Otro hecho digno de destacar (y que da por tierra con muchas difamaciones) fue la visita en pleno bombardeo británico del Comandante de la Decima Brigada de Infantería Mecanizada y Comandante de la Agrupación Ejército Puerto Argentino, el ya fallecido General Jofré, quien saludó a la tropa y cumplió posteriormente su palabra enviando más munición (y hasta le cedió sus guantes a un soldado que los había perdido en el repliegue). Si hubo un momento en toda la guerra para estar lejos de primera línea… ¡¡ése era el momento!!" (Vea^*[3]) Cerca de Puerto Argentino el soldado Raúl Menéndez, del Grupo de Artillería Aerotransportada 4, arrancó ese 14 de junio disparando las últimas municiones de su Batería C.

Teníamos seis obuses de 105 mm y al amanecer todavía manteníamos un hermoso duelo de artillería con los ingleses. Pero poco a poco se nos fueron rompiendo la mayor parte de las piezas porque si teníamos que disparar a un promedio de diez proyectiles por minuto, nosotros disparábamos treinta por minuto. Cerca del amanecer, había un cañón Sofma de 155 mm que disparaba

desde Sapper Hill y una pieza del grupo mío: eran las únicas que disparaban. Me acuerdo que defendíamos el repliegue del BIM 5 (Batallón de Infantería de Marina 5) que se replegaba desde el Monte William. (La Nación. junio del 2002) En el Monte Tumbledown la Guardia Escocesa ejecuto un ataque frontal. Pese a sufrir bajas, logra posibilitar que otras fuerzas de Gurkhas nepalesas rodeen la posición defendida por la Compañía Nacar del BIM 5 (comandados por el teniente de navio Eduardo Villarraza) por el norte. Después de siete horas de intenso combate, el teniente de fragata Carlos Daniel Vázquez, jefe de la 4ta Sección, ordena cesar el combate. En el sector de Monte William, la Guardia Galesa ejecuta su ataque en forma similar, buscando aferrar la Compañía Obra del BIM 5 frente de la posición y tomar el Cerro Zapador desde el camino oeste, empleando tanques livianos Scorpion, al mismo tiempo que saturan el sector, con fuego de cañones de 76 mm. Los fuegos de la propia artillería de marina baten las fracciones de la Guardia Galesa. Los efectivos britanicos se lanzan al asalto sobre el flanco sur de la posición del BIM 5 y se combate a las distancias próximas con profundo empleo de granadas de mano. El primer ataque es rechazado. Fue tal la sorpresa que padecieron inicialmente la Guardia Escocesa en el sector que defendía Vázquez que el subteniente Robert Lawrence que luego quedó herido en la cabeza, narró que el subteniente James Stuart lo instó a que su pelotón abandonara el asalto y que disparara contra cualquiera que les impidiera retirarse de la batalla. (Véase Robert Lawrence, Después de la batalla: Tumbledown, Buenos Aires, REI, 1989) Al norte del monte Tumbledown y cerca de los paracaidistas britanicos, el teniente Miguel Cargnel batallaba en Wireless Ridge juntos a las fracciones de los tenientes Luis Karbiner y Jorge Guidobono:

El 12 de junio, cuando los ingleses atacaron Longdon, vimos que estábamos muy comprometidos. Y dijimos: «La bandera no». Con el teniente Jorge Guidobono enterramos el asta y los herrajes en nuestra posición de combate. Guidobono se cosió el paño en el interior de la campera de duvet. Y yo me quedé con la corbata y el moño y repartimos las condecoraciones entre otros oficiales. Así nos replegamos el 14 a Puerto Argentino, cuando ya se sabía de la rendición. (La Nación. junio del 2002)

Karbiner fue el bizarro oficial que hizo una fiesta de cumpleaños y repartió dulce de batata para sus soldados conscriptos el 13 de junio bajo una lluvia de bombas que demolió varios sectores. (Vea *[4]) Tomaron fácilmente el perímetro del capitán Hugo García en Wireless Ridge y avanzaron hacia las defensas del capitan Jorge Calvo. Las compañías del teniente coronel Omar Gimenez se desmoronaron; sus hombres y el Escuadron de Caballería Blindada 10 y los hombres del mayor Guillermo Berazay que los acompanaban huyeron hacia Moody Brook. El general Jofre envió a la Policía Militar y el teniente coronel Eugenio Dalton del Estado Mayor de la Brigada 10 con varios comandos y infantes de marina a hacerse cargo del Regimiento. Mientras Dalton se hizo cargo de la situación una compañía del flamante Regimiento 25 de Rangers, entrenados por comandos, fue a reforzar las unidades en la salida de Puerto Argentino. La posición argentina en Tumbledown era ahora insostenible, con el riesgo de que la infantería de marina fuera cercada, y el general Menéndez autorizo el repliegue. El Mayor Oscar Ramon Jaimet, aproximadamente a las 05:00 ordena alistarse la Compañía B del Regimiento 6 comandada por el Teniente Primero Raul Daniel Abella para aliviar las presión sobre la Compañía Nacar. Ataca la 3ra Sección de Tiradores (comandada por el Subteniente Esteban Vilgre La Madrid), combatiendo contra un una fracción escocesa (habría sido el Peloton 14) a su frente; alcanza la primera línea bloqueando la penetración enemiga al oeste de las posiciones de la 4ta Sección. En ese momento, el capitán Robacio, jefe del BIM 5 recibió una llamada por el teléfono de campana: la cima del monte Tumbledown acababa de caer, sus hombres se batían en retirada, avanzaban los soldados enemigos. Inmediatamente se informó al mayor Jaimet y se propuso organizar una retirada inmediata lo que éste aceptó. Cuenta Poltronieri:

A mí me dio como un ataque de locura y empecé a sacudirles con la MAG, que es una ametralladora pesada. Mi abastecedor estaba cansado de ponerle las cintas de balas a la MAG, pero yo seguía tirando. Eran como las nueve de la mañana. Las balas me pasaban cerquita: a las trazantes se las veía clarito. El subteniente me decía: «Vámonos, Poltronieri, que te van a matar...». Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el sargento Hector Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: «Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a

nadie». Los tipos venían cantando, tirando al aire, como de paseo... y bien chupados [alcoholizados]. Así que no le di bolilla al teniente y me quedé esperando que mi compañía se replegara. Hasta que se me acabaron las balas y empecé a repechar [replegar] para Puerto Argentino. Llegué a la tarde adonde estaba el Batallón de Infantería de Marina 5. Les pregunté si sabían dónde estaba el 6 de Mercedes, porque yo quería juntarme con los míos. Me dijeron que cerca del cementerio, que era el punto de reunión. Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar. Desde el edificio del comando de la Brigada 10 el general Oscar Jofre y el coronel Felix Aguiar, segundo comandante de la Brigada 10 enviaban mensajes al capitán Robacio instándolo abandonar esa posición; en cualquier momento se podía producir un ataque helitransportado enemigo que le cortaría al batallon fácilmente la retirada hacia el pueblo. Por entonces, el combate era muy violento. El asalto final en el sector Tumbledown esta a cargo de los hombres de los tenientes Dalrymple, Mathewson y Lawrence. Mientras tanto los Gurkhas se preparaban para asaltar el Monte William y ya habían conquistado los pozos de la 3ra Sección de la Compañía Nacar en el sector norte del monte Tumbledown. Los infantes de marina de la 2da Sección del guardiamarina Marcelo Oruezabala estaban atrapado entre los montes Tumbledown y William por el avance nepalesa sin escapatoria. Al advertir la situación, fue empleado el resto de la Compañía B del Regimiento 6 con el Teniente Primero Abella a la cabeza. El comandante de la Guardia Escocesa y Galesa y fuerzas nepalesas, luego declaró lo siguiente: No cabe duda de que los hombres que se nos opusieron eran soldados tenaces y competentes, y muchos han muerto en sus puestos. (Véase Paul Eddy y Magnus Linkater, Una cara de la moneda, Buenos Aires, Hyspamerica, página 382) Fue el propio capitán Robacio quien buscó y reconoció los muertos del BIM 5 y del Ejercito Argentino en monte Tumbledown que había sido muy batido por la artillería británica. Esa noche hubo una gran manifestación en Buenos Aires exigiendo la no rendición; no es posible inflamar a una sociedad como lo hizo la Junta y luego pretender que no reaccione. Galtieri ha prohibido a Menéndez que se rinda. Desde el continente, la maltrecha Fuerza Aérea Argentina aún

intenta asestar sus postreros golpes. Hay un último plan peruano de paz en marcha. Ahora que el frente militar estaba al borde del derrumbe, el mayor Carrizo Salvadores trataba de aprovechar el impulso para contraatacar con algunos soldados del Regimiento 7. Cuenta el soldado Horacio Cañeque:

El mayor iba al costado de la fila. Por momentos estaba en la punta de la columna. A veces se perdía atrás, verificando si todo estaba en orden. El capitán Raúl Daneri iba al frente. ...En eso estamos cuando nos llega desde la oscuridad del camino un grupo numeroso de soldados. Vienen caminando rápido y muchos se confunden con nuestra improvisada compañía . Hay cansancio, temor y esperanza en esos ojos. Hay abrazos de amigos que no pensaban volver a verse. Hay fusiles y cargadores repletos tirados al costado del camino. ...El mayor gritaba en vano tratando de hacerse oír. Vio que quedaba poco por hacer pero no se resignaba. Pego un par de gritos y dijo: "los que quieran que se vuelvan, los que quieran que me sigan", y encaro hacia Wireless Ridge solo, sin mirar atrás. Los siete Rayos salimos tras él. Sentíamos que era una locura pero no podíamos dejarlo solo. Alejandro Rosas y Luis Cunningham habían tirado al diablo sus radios. Ahora traían solo su fusil Nos acompano una veintena de soldados y un par de suboficiales. Uno de ellos era el sargento Pedro Villarreal, quien había sido mi jefe de grupo en el período de instrucción, al comienzo de mi servicio militar. Sentí orgullo de que el hombre que me había enseñado todo lo que yo sabía de la guerra al venir a Malvinas, estuviera conmigo en esos momentos. (luego se unió en este grupo una fracción del Regimiento 4 a cargo de un sargento). ... Al poco trecho los ingleses nos hicieron saber de su presencia. ... No teníamos cubierta y los ingleses tiraban fuerte, al parecer también con ametralladoras 12,7 o algo así. ... La tierra parecía hervir a nuestro alrededor. Fue otro acto desesperado y valiente. Pero no tuvieron suerte. Fueron rechazados. Porque los paracaidistas británicos ya habían conquistado Wireless Ridge, y desde allí manejaban la escena. Con el mayor fueron los siete Rayos (los integrantes de su peloton comando) Horacio Caneque, Gabriel García, Carlos Connell, Fernando Magno, Luis Cunningham, Daniel Cesar Maltagliatti y Alejandro Rosas. Pero cuando los británicos deciden avanzar ante el contraataque argentino, no encuentran más resistencia. Es el resultado de cuatro días de operaciones psicológicas ejecutadas por el coronel Mike Rose, del SAS, y el capitán Rod Bell, hispanohablante. Llevan desde el día 10 hablando con

Menéndez por radio, ganándose su confianza e instándole a la rendición «con dignidad y honor». El 2 PARA entra en el extrarradio de Puerto Argentino con sus boinas en vez de los cascos de combate y ondeando banderas británicas. A las 23, el comandante de las fuerzas británicas Jeremy Moore llega en helicóptero a Puerto Argentino y se entrevista con Menéndez. Cuando el primero muestra al segundo los documentos de rendición, Menéndez tacha de inmediato la palabra «incondicional». No era eso lo pactado durante las conversaciones radiales secretas de los días anteriores. Tras un breve tira y afloja, el general Mario Benjamín Menéndez rinde las islas Malvinas al general Jeremy J. Moore a las 23:59 del 14 de junio de 1982, siendo testigo el coronel Pennicott. Los 8.000 soldados argentinos son desarmados y concentrados en el aeropuerto en calidad de prisioneros de guerra. El invierno austral arrecia. Hace mucho frío.

El día 15 de junio de 1982, la bandera colonial británica es izada de nuevo en el edificio de gobernación de las islas Malvinas. Cuando las noticias llegan a Buenos Aires, se produce una importante manifestación de indignación popular que es reprimida por la Junta, perdiendo así el poco apoyo que les quedaba entre la población sensible a su discurso nacionalista y patriótico. A lo largo del día 15, el resto de unidades argentinas presentes en el archipiélago entregan sus armas. El 20, cinco buques británicos hacen acto de presencia en las islas Sandwich del Sur y la guarnición de Thule, compuesta por personal no armado, se rinde sin lucha. Todos los prisioneros son repatriados durante el mes siguiente.

Las consecuencias

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Port Stanley (Puerto Argentino) en 2003. Catedral de la Iglesia de Cristo. Un cuarto de siglo después, la normalidad reina en las Islas Malvinas (llamadas en inglés Falkland Islands). Para su población, la guerra de 1982 no es más que un funesto recuerdo. No obstante, años después de firmadas todas las paces, estrechadas todas las manos y caídos todos los políticos que la protagonizaron, algunos indicios permiten observar que no se trata de un dominio colonial más. La guarnición británica en el archipiélago es singularmente numerosa, la pista del pequeño aeropuerto ha adquirido tamaños más propios de un aeropuerto internacional y un discreto dispositivo antiaéreo y naval barre apaciblemente mares y cielos. Para el pueblo británico y la opinión pública internacional, el «oscuro asunto de las Malvinas» está esencialmente olvidado. Entre el pueblo argentino, en cambio, son mayoría quienes siguen considerando que las Malvinas son argentinas. La Guerra de las Malvinas fue el primer conflicto aeronaval moderno en que se enfrentaron armas de alta tecnología de igual a igual. Fue un enfrentamiento entre dos naciones occidentales, aliadas de Estados Unidos en la Guerra Fría que se libraba por aquel entonces. Se violaron tratados, se cometieron excesos, hubo guerras secretas paralelas. La Guerra de las Malvinas tuvo consecuencias.

Consecuencias militares [editar]

Saldo general de la Guerra de las Malvinas Pérdidas argentinas

Pérdidas británicas

Hundidos:

4

6

Dañados de gravedad:

1

15

Buques de apoyo:

6

9

Aviones de guerra:

58

11

Aviones de apoyo:

2

3

Helicópteros:

2

21

Vidas humanas:

649

259

Heridos:

1.068

777

Buques de guerra:











La Guerra de las Malvinas reveló que en entornos costeros, la guerra aeronaval no había variado gran cosa desde la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de buques hundidos se perdieron a manos de aviones realizando «pasadas» con bombas, cohetes y cañones. Esto condujo a la implementación de poderosos medios de defensa terminal antiaérea en los buques de las siguientes décadas. El misil ya era un arma apreciada en 1982, pero a partir de ese momento adquirió una relevancia enorme tanto en sus variantes aéreas como de superficie. En particular, la letalidad demostrada por los Exocet en lucha antibuque como la demostrada por los Sidewinder en combate aéreo influyó decisivamente en la mentalidad militar mundial. Todos los buques de guerra posteriores a 1982 llevan algún tipo de defensa antimisil, aunque ésta nunca se haya demostrado demasiado efectiva. Se puso en evidencia que el concepto de «proyección de fuerza» era especialmente válido, pues pueden producirse conflictos imprevistos que no se libren en las inmediaciones del propio territorio o países aliados. Quedó nítidamente demostrada la eficacia de los submarinos modernos a la hora de contener a una flota enemiga. La carencia de submarinos modernos por parte de Argentina y su disponibilidad por parte del Reino Unido fue decisiva para otorgar a este último el dominio del mar. La vulnerabilidad de los buques británicos frente a los ataques aéreos por parte de la aviación argentina resultaron en una dura enseñanza no solo para el Reino Unido, sino para casi todas las fuerzas navales del mundo, que vieron la necesidad de modernizar los radares y las defensas







misilísticas de sus buques con nuevas protecciones como el sistema de defensa en zona11 . Se demostró que aviones caza modernos subsónicos pero con electrónica de punta (medidas, contramedidas electrónicas y misiles aire aire) y pilotos bien preparados (Harrier británicos) eran superiores sobre aviones cazas supersónicos de alta velocidad pero con una electrónica más antigua y misiles de primera generación Matra 530 y Magic I (Mirage argentinos). A pesar de esto los Harrier no lograron alcanzar la superioridad aérea por la notable actuación de los pilotos argentinos, reconocida mundialmente. Los Mirage y los Skyhawk siempre operaron desde el continente por no poder operar desde la pista de Puerto Argentino, esto limitó las capacidades de carga de armamento y combustible ya que debían volar 500 millas sobre el mar para atacar a los buques británicos y otras 500 millas para volver al continente. Por esta circunstancia tuvieron una particular actuación los Skyhawks que tenían la capacidad de reabastecimiento en vuelo. El conflicto dejó unas Fuerzas Armadas Argentinas completamente debilitadas tanto en sus equipos, como en el personal y en su moral. Perdió supremacía en la región y con una desprestigiada cúpula militar, las inversiones y gastos militares fueron anulados hasta el presente, ya que los sucesivos gobiernos fijaron como política de estado, no tener hipótesis de conflictos y resolver todo por vía diplomática. Quedó establecido que la superioridad de entrenamiento de los recursos humanos es decisiva para la victoria. Fue el principio del fin de los ejércitos de recluta obligatoria, un proceso de desaparición aún en curso, y el disparadero de los ejércitos profesionales de voluntarios altamente especializados. Dicho en otras palabras se pudo comprobar que era mucho más efectivo como hizo Gran Bretaña de contratar tropas profesionales, que mantener un ejercito regular sobre la base de conscriptos de un servico militar obligatorio.

Consecuencias políticas [editar]

Monumento conmemorativo a los caídos argentinos en la Guerra de las Malvinas en Ushuaia (Argentina) •









Desde la Guerra de las Malvinas, ninguna nación ha osado disputar a una gran potencia una posesión colonial. Desde este punto de vista, el conflicto contribuyó a un mayor grado de estabilidad internacional, pero también al reforzamiento de políticas neocoloniales que aspiran a modificar el statu quo por medios más sutiles. La guerra empeoró aún más la situación económica argentina y significó un severo golpe para la moral del país, del que tardaría mucho en recuperarse. Leopoldo Galtieri cayó en desgracia y tuvo que renunciar a la presidencia a los tres días de la derrota, siendo sustituido por Alfredo Óscar Saint-Jean, que a su vez fue suplantado dos semanas después por Reynaldo Bignone. Pero la Junta Militar estaba herida de muerte. Un año y medio después el último militar entregaba el poder a Raúl Ricardo Alfonsín, primer presidente elegido democráticamente desde el golpe de Estado de 1976. El sector de la sociedad que antes se había girado siempre a los militares para que «enderezaran» las cosas cuando éstas iban mal comenzó a pensar que éstos carecían en realidad de habilidades políticas, con lo que la mentalidad golpista fue disolviéndose en Argentina durante los siguientes años. En el Reino Unido, la victoria sacó al gobierno de Margaret Thatcher del agujero en que se encontraba por sus duras políticas sociales de corte neoliberal y ganó las elecciones de 1982 con la más amplia mayoría que había tenido un candidato desde 1935. Esto le permitió afrontar con mucha fuerza todos los conflictos con amplias capas de la población derivados de las políticas mencionadas que se produjeron en los años subsiguientes y seguir en el poder hasta 1990. La Guerra de las Malvinas significó el final, en la práctica, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), pues el más poderoso





de sus componentes, Estados Unidos, decidió deshonrarlo de facto para aliarse con la otra parte en el conflicto. También significó un fracaso para la ONU y para la diplomacia de numerosas naciones. Por el contrario, la Guerra de las Malvinas reforzó la «relación especial» entre Estados Unidos y el Reino Unido, dando lugar a un atlantismo extremo que en tiempos recientes ha significado profundas divisiones en el proceso de construcción de la Unión Europea. No obstante, Estados Unidos votó en noviembre de 1982 a favor de una resolución de Naciones Unidas instando a las partes a renegociar el conflicto. Por su parte, el resto de países de la Unión Europea levantó las sanciones a Argentina en cuanto la guerra hubo terminado. Había más misiles y fragatas que vender. En la actualidad, las relaciones entre Argentina y el Reino Unido pueden calificarse de regulares. Hay un «paréntesis de silencio» sobre la cuestión malvinense. En 1985 Londres concedió a los habitantes el derecho a la autodeterminación; teniendo en cuenta que éstos son y se sienten británicos en su inmensa mayoría, no parece que signifique gran cosa. En 1990 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos países. En 1999 desapareció del aeropuerto de Buenos Aires el cartel «Las Malvinas son nuestras». En 2001, el Primer Ministro británico Tony Blair visitó oficialmente Argentina. Los archipiélagos siguen en las mismas manos que estaban el día anterior al inicio del conflicto. Las relaciones bilaterales son igualmente cordiales, aunque los sucesivos gobiernos argentinos desde la guerra no cedieron jamás en su reclamo.

Los secretos sin contar [editar] Usualmente los gobiernos suelen mantener secretas durante 25 ó 30 años ciertas informaciones delicadas para la opinión pública. En el caso de las informaciones clasificadas en manos del Estado británico acerca de la Guerra de las Malvinas, una vez finalizado el conflicto, «el gobierno de ese país decretó que su publicación sólo podrá realizarse en el año 2082». En el año 2005, en el programa Informe Especial12 salió a luz el apoyo que Chile le prestó al Reino Unido. Uno de los miembros de la Junta Militar de Chile, el General Fernando Matthei, afirmó que Chile apoyó al Reino Unido. Aviones británicos con insignias chilenas sobrevolaban la patagonia chilena y usaban bases chilenas como centros de operaciones. Además un gran número de soldados chilenos se trasladaron al sur de Chile a las Fronteras, alarmando a Argentina y provocando que tropas argentinas se trasladaran a esa zona. Finalmente se supo que Chile había ayudado a Reino Unido porque este les había ofrecido aviones y armamento.

Se supo también que Perú, gobernado en esos años por Fernando Belaúnde Terry, no sólo apoyó a Argentina diplomáticamente sino también militarmente y con acciones de inteligencia, pertrechos militares y medicinas. Ademas Perú movilizó su flota naval al sur, frontera que comparte con Chile, con el propósito de neutralizar el movimiento militar chileno a la Patagonia. Las fuerzas armadas Peruanas estaban listas para entrar en acción si Chile tomaba parte del conflicto[cita requerida]. Perú fue uno de los pocos aliados de Argentina que lo apoyó abiertamente durante el conflicto. [cita requerida].

La amenaza nuclear contra Argentina [editar] En diciembre de 2005 apareció el libro Rendez-vous : La psychanalyse de François Mitterrand (ISBN 2-02-029760-4), escrito por Ali Magoudi, que había sido psicoanalista del presidente francés François Mitterrand entre 1982 y 1993. En el libro, Magoudi afirma que el presidente francés le había revelado que, durante la guerra de las Malvinas, la primer ministro británica, Margaret Thatcher, amenazó con lanzar una ataque nuclear contra Argentina si Francia no le cedía los códigos de desactivación de los misiles Exocet que Francia le había vendido a Argentina ("Qué mujer más terrible, esta Thatcher. Con sus cuatro submarinos nucleares destacados en el Atlántico sur, amenaza con lanzar misiles nucleares contra Argentina, a menos que le proporcione los códigos secretos que dejarían sordos y ciegos a los misiles que les vendimos a los argentinos"). Cuestionado sobre la veracidad de la afirmación de Mitterrand, Magoudi insistió en que todas las citas atribuidas a Mitterrand en el libro son auténticas, pero que no puede garantizar la veracidad de las afirmaciones del presidente. Dos años tras la guerra, el Partido Laborista británico inquirió si el Reino Unido había enviado un submarino a la isla Ascensión como apoyo para un ataque nuclear contra la ciudad de Córdoba en caso de que la guerra fuese mal. Los almirantes a cargo de la Armada Real lo negaron13 .

El uso de cargas de profundidad nucleares [editar] En 2003, el Reino Unido reconoció que su flota durante la Guerra de las Malvinas había contado con cargas de profundidad nucleares. El presidente argentino Néstor Kirchner exigió que el Reino Unido presentara disculpas a la Argentina por "el lamentable y monstruoso acto" de desplegar armas nucleares en sus buques de guerra.14

Fuerzas Argentinas en la Guerra de las Malvinas [editar] Junta Militar del Argentina: • • •

Ejército Argentino: Teniente General Leopoldo Galtieri, Presidente. Armada Argentina: Almirante Jorge Anaya Fuerza Aérea Argentina: Brigadier General Basilio Lami Dozo

Operación Rosario 2. Abril Vicealmirante Juan Lombardo Fuerza de Tareas 20 Capitán de Navío José Sarcona • • • • • •

Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (ex HMS Venerable) Destructor ARA Comodoro Py (ex USS Perkins) Destructor ARA Hipólito Bouchard (ex USS Borie) Destructor ARA Piedrabuena (ex USS Collet) Destructor ARA Seguí (ex USS Hank) Buque tanque ARA Punta Médanos

Fuerza de Tareas Anfibia 40 Contraalmirante Jorge Allara Grupo de Tareas 40.1 Contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Busser • •

Batallón de Infantería de Marina 2do. c. 700 hombres en Puerto Stanley 20 vehículos anfibios LVTP-7 Amtraks

Grupo de Tareas 40.2 Capitán de Navío Alejandro Estrada • • •

Buque desembarco de tanques ARA Cabo San Antonio (ex USS LST 1171) Rompehielos ARA Almirante Irizar Transporte ARA Isla de los Estados

Grupo de Tareas 40.3 Capitán de Fragata Molina Pico • • • •

Destructor ARA Santísima Trinidad (D-2) (Tipo 42, Argentina '80) Destructor ARA Hércules ( D-1 (Gran Bretaña '76) Corbeta ARA Drummond (P-1) (Francia ’78) Corbeta ARA Granville (P-3) (Francia ’82)

Grupo de Tareas 40.4 Capitán de Corbeta Alberto Bicain

• •

Submarino ARA Santa Fe (S-21) (ex USS Catfish) Buzos Tácticos: cerca de 102 hombres.

Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61D SeaKing Ejército Argentino General de División Osvaldo García • o

Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 25to Regimiento

Georgias del Sur. 3. Abril Grupo de Tareas 60 Capitán de navío Carlos Trombeta • • • • •

Rompehielos ARA Bahía Paraíso (B-1) Transporte ARA Bahía Buen Suceso (B-4) Corbeta ARA Guerrico (P-2) (Francia ’78) (dañada) 100 hombres de Batallón de Infantería de Marina 2do 1 Alouette III (dañado) y 1 Ejército Puma (perdido)

Teatro de Operaciones Malvinas [editar]

Base Aérea Militar en las Malvinas, 1982 General de Brigada Mario Menéndez (Gobernador)

Ejército Argentino: Puerto Stanley - General de Brigada Oscar Joffre - cerca 8.000 hombres.

• • • • • •

Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 3ro, 4to, 6to, 7mo y 25to Regimientos: cerca 5.000 hombres. Grupo de Artillería con 3 cañones de 155mm y 30 cañones de 105mm. Grupo de Artillería Antiaérea (GADA) 601 con cañones de 35mm, 30mm y 20mm , misiles Roland, Tigercat y Blowpipe. Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada con 12 blindados Panhards con cañones de 90mm. Batallón Ingenieros 9no. Compañía de Policía Militar 181.

Islas Malvinas sin Puerto Stanley - General de Brigada Omar Parada : Isla Soledad: Pradera del Ganso (Goose Green) - cerca 1.000 hombres • • • •

IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 12mo Regimiento. Batería antiaérea del GADA 601 con dos cañones de 35mm guiados por radar. Batería “B” de Artillería con 3 cañones de 105mm. Batería antiaérea de la FAA con 6 cañones de 20mm.

Isla Gran Malvina: Puerto Howard - cerca 800 hombres • •

IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 5to Regimiento. elementos del Ingenieros 9no batallón.

Bahía del Zorro - cerca 900 hombres • •

IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 8vo Regimiento. elementos del Ingenieros 9no batallón.

Comando de Aviación del Ejército: Batallón 601 de helicópteros • • • •

2 Chinook CH-47C, 1 perdido, 1 capturado. 5 Puma SA.330L, todos perdidos. 3 Agusta A-109A Hirundo, 1 perdido, 2 capturados. 9 Iroquois UH-1H, todos capturados.

Armada Argentina ARA:

• • • • • • •

Transporte ARA Isla de los Estados, hundido. Transporte ARA Bahía Buen Suceso, encallado y hundido. Aviso ARA Alférez Sobral (ex USS Salish) , dañado. Aviso ARA Comodoro Somellera Transporte costero Forrest capturado a los Británicos el 2 de Abril, recuperado por éstos el 14 de Junio. Transporte costero Monsunen capturado a los Británicos el 2 de Abril, recuperado por éstos el 29 de Mayo. Goleta Penélope capturada por el ARA Bahía Buen Suceso el 7 de mayo en el muelle de Isla Águila, recuperada por los Británicos el 14 de Junio.

Infantería de Marina: •

Batallón de Infantería de Marina 5to c. 800 hombres en Montes William y Tumbledown.

Comando de Aviación Naval Argentina COAN: • •

Escuadrilla 1 de Ataque: 6 Aermacchi MB.339 en Puerto Stanley, 2 perdidos, 3 capturados. Escuadrilla 4 de Ataque: 4 Mentor T-34C en Isla Borbón, todos perdidos.

Fuerza Aérea Argentina FAA: • • • •

Westinghouse AN-TPS43 sistema de Radares Vigilancia en Puerto Stanley Grupo 3 de Ataque: 24 IA-58 Pucará avión de ataque en Puerto Stanley, Goose Green y Isla Borbón, 13 perdidos, 11 capturados. Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Bell 212 helicópteros, todos capturados. Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Chinook CH-47C.

Gendarmería Nacional Argentina GNA: •

Sección de Fuerzas Especiales, cuatro escuadrones.

Prefectura Naval Argentina PNA: • • • •

Lancha guardacostas GC-82 Islas Malvinas, capturada. Lancha guardacostas GC-83 Río Iguazú, encallada y destruída. 1 Puma SA.330L, capturado. 2 Skyvan 3-M liviano transporte en Isla Borbón, todos perdidos.

Fuerza Aérea Sur [editar]

Base Aérea Militar en la Argentina Sur Brigadier Ernesto Crespo Fuerza Aérea Argentina FAA: • • •

• • • • • • • •

Grupo 1 de Transporte Aéreo: 9 Hercules C-130 basados en Comodoro Rivadavia, 1 perdido. Grupo 1 de Transporte Aéreo: 12 Fokker F-27 Friendship y 6 F-28 Fellowship, del El Palomar. Grupo 1 de Transporte Aéreo: 1 Boeing 707 (utilizado en misiones de reconocimiento de largo alcance) basado en Comodoro Rivadavia, El Palomar y Ezeiza. Grupo 2 de Bombardeo: 8 Canberra basados en Trelew, 2 perdidos. Grupo 3 de Ataque: 11 IA-58 Pucará basados en Comodoro Rivadavia, 1 perdido. Grupo 4 de Caza: 15 Skyhawk A-4C basados en San Julián, 9 perdidos. Grupo 5 de Caza: 24 Skyhawk A-4B basados en Río Gallegos, 10 perdidos. Grupo 6 de Caza: 20 IAI M-5 Dagger basados en Río Grande y San Julián, 11 perdidos. Grupo 8 de Caza: 17 Mirage IIIEA basados en Comodoro Rivadavia y Río Callegos, 2 perdidos. Grupo 9 de Transporte Aéreo: DHC-6 Twin Otter basados en Comodoro Rivadavia. Grupo Aerofotográfico: Learjet basados en Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, 1 perdido.

Comando de Aviación Naval COAN: • • • • •

Escuadrilla 1 de Sostén Logístico Móvil: 3 L-188 Electra basados en Río Grande. Escuadrilla 2 de Sostén Logístico Móvil: 3 F-28 Fellowship basados en Río Grande. Escuadrilla 2 de Caza y Ataque: 5 Super Étendard basados en Río Grande. Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA Veinticinco de Mayo (V-2) basados posteriormente en Río Grande, 3 perdidos. Escuadrilla de Exploración: 2 SP-2H Neptune basados en Bahía Blanca y Río Grande

Prefectura Naval Argentina: •

Unidades de Búsqueda y Rescate CSAR: 2 aviones (Turbohélices)Short Skyvan, 2 Helicópteros Puma SA330. basados en Río Grande.

Avión civil: •



Escuadrón Fénix: 30 avión (birreactor): Gates Learjet, Cessna Citation, Hawker Siddeley HS-125 y (biturbohélice): Commander 690, Mitsubishi MU-2. Aerolíneas Argentinas: Boeing 737

Teatro de Operaciones del Atlántico Sur [editar] Vicealmirante Juan Lombardo Armada de la República Argentina ARA: Grupo de Tareas 79.1 Contraalmirante Jorge Allara • • • •

Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (V-2) Capitán de Navío José Sarcona Destructor ARA Santísima Trinidad Destructor ARA Hércules' Buque tanque ARA Punta Médanos

Grupo de Tareas 79.3 Capitán de Navío Héctor Bonzo •

Crucero ARA General Belgrano, hundido.

• • •

Destructor ARA Hipólito Bouchard Destructor ARA Piedra Buena Buque tanque ARA Punta Delgada

Grupo de Tareas 79.4 Capitán de Navío Juan Calmon • • •

Corbeta ARA Drummond Corbeta ARA Granville Corbeta ARA Guerrico

Fuerza de Submarinos: • •

Submarino ARA Santa Fe, varado y abandonado, posteriormente hundido. Submarino ARA San Luis

Otros: • • • •

Rompehielos ARA Almirante Irizar Buques espía: Pesqueros María Alejandra, Constanza y Capitán Canepa. Buque espía: Pesquero Narwal, hundido. Buques espías: Mercante Río de la Plata, pesqueros Usurbil y Mar Azul.

Comando de Aviación Naval COAN: • • •



Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA Veinticinco de Mayo (V-2). Escuadrilla Antisubmarina: 6 S-2E Tracker del ARA Veinticinco de Mayo (V-2) Escuadrilla 1 Aeronaval de Helicópteros: 10 Alouette III + 2 Sea Lynx. 1 Alouette III perdido a bordo del ARA General Belgrano y 1 Lynx del ARA Santísima Trinidad destruido en accidente. Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61E Sea King del ARA Veinticinco de Mayo (V-2).

Naves civiles en la MEZ: •

Buques mercantes de Argentina: Formosa, Río Carcarañá hundido, Mar del Norte y Yehuín capturado.

Muertos del bando argentino [editar] •

Ejército Argentino:

o • o

• o • o • o • o

194 (16 oficiales, 35 suboficiales, 143 soldados conscriptos) Armada de la República Argentina: 375 (ARA General Belgrano 321, ARA Alférez Sobral 8, ARA Santa Fe 1, ARA Guerrico 1, ARA Isla de los Estados 5, Infantería de Marina 34, Base Islas Malvinas 1 y 4 pilotos del COAN) Fuerza Aérea Argentina: 55 (41 aviadores) Gendarmería Nacional Argentina: 7 Prefectura Naval Argentina: 2 (Río Iguazú 1) Agentes civiles: 16 (ARA Isla de los Estados 13, ARA General Belgrano 2 y Narwal 1)

649 hombres Lista de los muertos, 1998. Lista de los muertos con Comandos

Muertos del bando británico [editar] • o o o • o • • • • • •

Ejército Británico: 123 (7 oficiales, 40 suboficiales y 76 soldados voluntarios). Regimiento de Paracaidistas: 39 Servicio Especial Aéreo: 19 A bordo de las naves RFA Sir Galahad y Sir Tristam: 43. Marina Real Británica (Royal Navy): 86 destructores: HMS Sheffield 19, HMS Coventry 18, HMS Glamorgan 13, fragatas: HMS Ardent 22, HMS Argonaut 2. Marines Reales (Royal Marines): 27 (2 oficiales, 14 suboficiales y 11 soldados voluntarios). Real Flota Auxiliar: 4. (RFA Sir Galahad y Atlantic Conveyor). Real Fuerza Aérea Británica: 1. Regimiento de Gurkhas: 1. Agentes civiles: 14 (Atlantic Conveyor 8, RFA Sir Galahad y Sir Tristam 4). Isleñas de Malvinas: 3 mujeres. (Su casa fue cañoneada equivocadamente por la fragata HMS Avenger).

256 hombres y 3 mujeres15

De acuerdo a los datos de la Fuerza Aérea Argentina16 , los británicos sufrieron las siguientes pérdidas: 31 aeronaves derribadas, 8 buques hundidos o destruidos, 11 buques averiados de consideración y 11 buques averiados. Las fuentes oficiales británicas reconocen la destrucción de 6 aviones Sea Harrier FRS.1, 4 Harrier GR.3, 3 helicópteros Chinook HC.1, 5 Sea King HC.4/HAS.5, 9 Wessex HAS.3/HU.5, 3 Lynx HAS.2, 3 Gazelle AH.1 y 1 Scout AH.1. De éstos, 5 Harrier/Sea Harriers y 18 helicópteros fueron destruídos por acción enemiga.17 En lo que hace al componente naval de la Task Force, fueron hundidas o destruídas 7 naves de distinto porte (2 Destructores, 2 Fragatas, 1 buque portacontenedores, 1 buque logístico y una lancha de desembarco), todas ellas víctimas de ataques aéreos.18

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