Good Girl 01 - Good Girl - Jana Aston.pdf

  • June 2020
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  • Words: 65,796
  • Pages: 156
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CRÉDITOS MODERADORA: Nayelii TRADUCTORAS

CORRECTORAS

Nayelii Kath Clau

Nayelii

REVISIÓN FINAL: Nanis DISEÑO: Roxx

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Índice Créditos

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Índice

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Sinopsis

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Epilogo

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Autora

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SINOPSIS Siempre he sido una chica buena. Trabajo duro, sigo las reglas y siempre logro mis metas. Pero a veces las chicas buenas quieren cosas que no son buenas para ellas. O a alguien que no es bueno para ellas. Como su nuevo jefe. Y a veces hacen cosas muy malas para llamar su atención. Como vender su virginidad en una subasta. ¿Quién sabría que él estaría tan, tan enojado? Tal vez este no era el mejor plan…

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Uno LYDIA ―No nos estamos yendo de este bar hasta que beses a alguien ―dice Payton como si estuviéramos a mitad de una conversación sobre yo besando a alguien. No lo estábamos. Asiento porque somos mejores amigas y estoy acostumbrada a este tipo de estallidos suyos. ―¿Entonces quieres que bese a alguien y luego podemos irnos? ―Pongo mi copa en la barra y giro un poco en mi asiento como si estuviera escaneando la habitación por opciones. No lo estoy, no en realidad, pero estoy feliz de seguir el juego. ―Sí. Una vez que al menos hayas besado a alguien podemos irnos. ―¿Al menos besado? ―Me giro de vuelta hacia ella con una risa―. ¿Qué tan lejos quieres que vaya? ¿En un bar? ¿Con un extraño? ―Me estoy riendo porque esta conversación es ridícula, y sin embargo… la idea me tienta. La idea de que podría elegir a cualquier hombre en este bar y pedirle que me bese. O quizás incluso tocarme en el pasillo. Quizás él tomaría el poder y me presionaría contra la pared. Empujando su rodilla entre mis muslos mientras corre besos por mi mandíbula antes de cubrir mis labios con los suyos. Sí, eso fue extrañamente específico. Meto un mechón de cabello detrás de mi oreja y dejo a mis ojos pasar a Payton hacia los dos hombres sentados al otro lado de ella. He estado mirándolos discretamente toda la noche. Uno de ellos tiene un acento británico. Está ebrio y obsesionado por una mujer con quien acaba de terminar. O quien terminó con él ―no estoy segura y en realidad no me importa. El objeto de mi deseo es el chico número dos. El chico número dos es perfecto. Es tan perfecto que ni siquiera puedo mirarlo directamente, por eso las miradas discretas. Está totalmente fuera de mi liga. Cabello oscuro enmarañado con un indicio de rizado. Perfectamente cortado, y solo sé que sería suave bajo mis dedos y no lleno de asqueroso producto para cabello. Tiene vello facial, recortado como si no pudiera decidir entre un rastrojo y una barba, y los ojos castaños más oscuros que hacen que mi estómago caiga cuando atrapan a los míos. Sus antebrazos están bronceados y alineados con vigoroso músculo. Serán el centro de mis fantasías por al menos el siguiente mes. Frota la almohadilla de su pulgar contra la almohadilla de su índice mientras su amigo habla, pero no en una manera ansiosa. Lentamente, como si es algo que hace cuando piensa, o quizás es algo que hace mientras escucha. Sus uñas son cortas y bien formadas. Supongo basándome en sus manos que trabaja en un escritorio, pero basado en lo que puedo ver de su cuerpo, su pasatiempo es el gimnasio. Su índice hace otro lento arrastre por su pulgar y oh, santo Jesús, estoy imaginando algo completamente diferente ahora. Necesito un revolcón. ―Necesitas un revolcón ―dice Payton en el momento exacto en que la mirada del hombre se levanta de la barra hacia mis ojos. Muero diez mil veces, pero Payton es

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inconsciente de que acabo de morir así que continúa balbuceando sobre encontrar a alguien para que bese antes de que podamos irnos. Los ojos del Señor Perfecto están todavía en los míos. ―Yo lo haré ―dice. Oh, mi Dios. Espera, ¿está hablándome? ¿Esto está sucediendo? Seguramente escuché mal. Entendí mal. Está hablándole a alguien detrás de mí o al cantinero o al chico británico ebrio. Doy una rápida mirada sobre mi hombro para ver quién está detrás de mí. No hay nadie detrás de mí. ―Yo lo haré ―repite y por un latido mi cerebro hace corto circuito. Un firme sí, es lo que estoy pensando. Un firme sí. ¿Dónde lo haremos? No quiero hacerlo aquí, eso sería raro. No creo que deberíamos volver a su casa, es un completo extraño. Él podría venir a mi casa. Sí. Payton podría correr a Target o algo y darnos privacidad. ¿Me pregunto si le importará que solo tengo una cama individual? Sabía que debería haber comprado una más grande pero era más dinero y mi habitación es pequeña y necesitaba espacio para mi máquina de coser. Santa mierda, esto está pasando. Este hombre que es demasiado sexy para mirarlo directamente quiere tener sexo conmigo. Pestañeo y entonces él termina de hablar, una pequeña sonrisa en su rostro―. Yo te besaré. Oh. Cierto. No es como si estuviera tan impresionado conmigo ―una chica al azar en un bar― que querría tener sexo conmigo basado en nada más que escuchar a mi amiga decir que necesito un revolcón. Tonta. Soy una idiota. Como sí. ―Ella acepta ―dice Payton y me empuja fuera de mi taburete. En serio, en realidad me da un pequeño empujón, similar a como imagino que las madres empujan a sus hijos por la puerta principal el primer día de escuela. El hombre gira en su taburete y lo veo mirarme ahora que estoy de pie. Sus ojos se mueven lentamente hacia arriba por mis piernas desnudas y quiero matar a Payton por arrastrarme a este bar. Acabamos de pasar el fin de semana mudándonos a nuestro nuevo apartamento y pensé que estábamos yendo por una hamburguesa, así que estoy en mis shorts de mezclilla y un top. Debería haber sabido mejor. Una vez que dejamos el apartamento Payton insistió en que necesitábamos revisar la acción local y aquí estoy en mis shorts con mis rodillas nudosas mirando a un hombre que luce como si dirigiera el mundo dándome una mirada. Doblo una rodilla y golpeo mis pies contra el suelo mientras me pregunto si está cambiando de opinión, pero entonces se pone de pie. Asumo que va a cerrar la distancia entre nosotros y besarme justo aquí frente a todos, pero no lo hace. En cambio se detiene frente a mí. Tengo que inclinar mi cabeza hacia atrás para encontrar sus ojos porque es casi treinta centímetros más alto que yo. A lo más, la cima de mi cabeza alcanza sus hombros. Está vistiendo vaqueros y mocasines con esa camisa que está enrollada hasta sus codos. Sospecho que sus zapatos cuestan más que todo lo que poseo. Honestamente, eso probablemente va para sus pantalones y camisa también. Estoy luchando con la urgencia de empujar mis manos en mis bolsillos traseros y retorcerme bajo su mirada cuando habla. ―¿Cuál es tu nombre? ―Lydia.

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―Lydia ―repite, sus ojos en los míos. Escucharlo decir mi nombre debe ser algún tipo de juego previo para mí porque mi corazón está a punto de latir fuera de mi pecho. Su voz es baja y suave, autoritaria y sexy como el infierno―. No aquí ―declara y toma mi mano en la suya. Su mano es cálida envuelta alrededor de la mía y el simple contacto físico envía escalofríos por mi piel. Entonces está moviendo mi mano en la suya mientras nos guía pasando el bar. ―Brady, estoy usando tu oficina por un minuto ―grita a alguien detrás del bar. No hace mucho como una pausa por una respuesta, y un momento después estamos solos. Lo primero que noto es que la oficina es más agradable de lo que habría esperado para un bar. Un largo escritorio está ante mí, la superficie ordenada con una laptop cerrada encima y una sola pluma al lado. Un sofá de cuero Chesterfield se encuentra a lo largo de la pared con un aspecto caro pero desgastado. Lo segundo que noto es el silencio. No había pensado en lo excesivamente ruidoso en el bar, pero desde detrás de una puerta cerrada me doy cuenta de lo tranquilo que es sin el ruido de hielo y el golpeteo de botellas. Con solo nuestra respiración y el latido de mi corazón haciendo eco en mis oídos. Ese es todo el tiempo que tengo para una observación porque él ha girado para enfrentarme e inclinó mi barbilla hacia arriba con su dedo. Está bien, una observación más. Huele increíble. Huele como alguien sobre quien quiero acostarme, con mi cabeza metida contra su pecho mientras él enreda mechones de mi cabello alrededor de sus dedos. Sé que eso técnicamente no es un olor, pero confía en mí con esto. Huele como a ropa limpia, picante y virilidad. Quiero escalar sobre él. Sus ojos están entrecerrados, su mirada moviéndose de mis ojos a mis labios y de regreso otra vez con una confianza sin prisas. No me doy cuenta de que estoy conteniendo la respiración hasta que me recuerda respirar. Su expresión es una combinación de excitación y diversión. Respiro y humedezco mis labios con mi lengua. Me resisto a rebotar sobre mis pies, pero apenas. Hay un indicio de una sonrisa en sus labios mientras ahueca mi mandíbula con una mano, la otra viniendo a descansar sobre mi cintura. Su mano es tan cálida a través de la delgada capa de mi top, casi se siente como si estuviera tocándome directamente. Entonces inclina su cabeza hacia la mía y me besa. Suavemente. La mano en mi cintura se queda donde está. La presión de sus dedos es firme, segura. Un anclaje innecesario pero muy apreciado porque no voy a ninguna parte. Coloco mis palmas sobre su pecho, emocionada en la sensación de la tela presionada contra mis dedos. De la firmeza de su cuerpo, el músculo y el calor. Sus labios dejan los míos, pero solo lo suficiente para que incline su cabeza una fracción antes de presionarlos en los míos otra vez. Su pulgar barre en mi mejilla y tarareo o gimo en respuesta, no estoy segura de cuál, pero soy recompensada con otro suave beso mientras sus labios coaccionan los míos a separarse. Su vello facial se siente rasposo contra mi piel y eso solo me enciende más. El ligero rasguño contra mi propia piel enfoca mi atención en sus labios, en su fuerza, en el potencial de su efecto en mí. Muerde mi labio inferior entre sus dientes y

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entonces me besa otra vez, la presión más firme, nuestras lenguas reuniéndose, mis rodillas debilitándose y mi corazón acelerándose. Cuando se aleja tiene que estabilizarme sobre mis pies porque me he inclinado tanto hacia él que me habría derrumbado sin el apoyo. Me siento sin aliento, como si acabara de correr alrededor del edificio. Salvo un barrido de su pulgar por su labio inferior, luce inafectado. Retrocede un paso y hace otra lenta revisión de mí de pies a cabeza y me pregunto lo que ve. ¿Ve a una mujer que le atrae? ¿O a una chica que besó como un favor? Él luce cien veces más tranquilo de lo que me siento. ―Has tenido tu beso. Puedes irte a casa ahora, chica buena.

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Dos LIDYA El fin de semana pasa en un borrón de romper cajas de cartón de nuestra mudanza y acarrearlas a la papelera de reciclaje de nuestro complejo de apartamentos. Viajes a Target por suministros diversos y a WinCo1 por comida. Descubrir Del Taco por primera vez y probar casi todo de su menú de bajo costo. Todo mientras reproduzco ese beso en mi mente una y otra y otra vez. Mañana comienzo en mi primer empleo. Bueno, no es mi primer empleo, por supuesto. He tenido empleos, montones de ellos. Empleos de verano, empleos de después de la escuela, empleos de medio tiempo. Pero mañana es mi primer empleo post graduación, a tiempo completo. Es un asunto importante, ¿cierto? Un rito de iniciación, el primer día de mi vida adulta. Estoy tan sorprendida como cualquiera de que es en Las Vegas. En un casino. Pero resulta que los casinos tienes una tonelada de empleos, especialmente los nuevos casinos de lujo que no han abierto todavía. El Windsor empleará cinco mil personas para el momento en que las puertas se abran a finales de este mes, y soy una de ellas. Me especialicé en recursos humanos porque soy un ayudante. Me encanta ayudar a las personas. A Payton le gusta ayudar a las personas también, pero ella se especializó en marketing porque no hay un grado en planeación de fiestas en la LSU 2. Sus palabras, no las mías. A ella le gusta ayudar a las personas a tener un buen momento, mientras a mí me gusta ayudar a las personas con cosas como asegurar que sus impuestos estén pagados a tiempo. Al crecer, fui el tipo de niña que llenaba cada línea en la orden de compra de galletas de las Girl Trooper3 y colocaba la x de forma segura en el medio de la columna así no había confusión entre una orden para chispas de chocolate o de menta. Así que era súper divertida, obviamente. No conocí a Payton hasta la universidad, pero una vez me dijo que fue expulsada de las Girl Trooper. Algo sobre un esquema piramidal para insignias. Nunca conseguí la historia completa porque accidentalmente admití que me había quedado en las Girl Trooper hasta el final de la preparatoria y se rió tan fuerte que cruzó sus piernas y luego se desplomó. Trato de mantener esa información para mí ahora. Quiero decir, no era algo que compartía voluntariamente, solo como que se deslizó fuera cuando mencionó algo sobre las Girl Trooper una vez. Y las Girl Trooper llenaron un vacío materno para mí, al crecer sin otra mujer en la casa. Pero como sea, arrasé en las Girl Trooper. Vendí tres mil seiscientas cajas de galletas en mi último año. No te preocupes, definitivamente mantengo ese hecho para mí. 1

WinCo: Es una marca de supermercados minoristas en EU. LSU: Lousiana State University (Universidad del Estado de Luisiana). 3 Girl Trooper: Un grupo parecido a las chicas exploradoras. 2

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El punto es, que me gusta seguir reglas. Me gusta poner los puntos a las i y cruzar las t, así que recursos humanos es un ajuste perfecto para mí. Hice pasantías en recursos humanos los últimos dos veranos así que no soy totalmente nueva en esto. Y es un empleo de nivel de entrada, por supuesto, pero estoy emocionada de ser empleada en mi campo elegido. Cuando la idea de mudarse a Las Vegas surgió, creo que Payton nos imaginó viviendo en un edificio alto en el Strip4, pero me las arreglé para convencerla de que vivir en el Strip no es exactamente realista para dos chicas con casi una década de préstamos estudiantiles por pagar cada una, así que estamos en Henderson. También conocido como los suburbios. Nuestro apartamento es genial. Tenemos un gimnasio, una piscina, un parque para perros y canchas de bocce ball 5. No tengo un perro y no conozco a nadie que juegue bocce ball, o incluso sé lo que es eso, pero es lindo tenerlo. El agente de arrendamiento estaba en verdad emocionado sobre eso cuando visitamos el lugar. Además, Del Taco está tan cerca que podría caminar ahí si quisiera. Probablemente no querría cuando está a cien grados afuera, pero quizás en el otoño. Lo más importante, es un viaje de casi veinte minutos al trabajo y al compartir un apartamento de dos habitaciones, es accesible. Payton estará trabajando en el Windsor también desde que fuimos lo suficientemente afortunadas para encontrar empleo en una feria de empleo que se realizó en el campus durante nuestro último año. Crecí en uno de los estados del Cinturón Bíblico, Tennessee, y fui a la escuela en otro, Luisiana, así que nunca me imaginé mudándome al centro del pecado, pero aquí estoy. Y hasta ahora, es como cualquier otro lugar. Normal, en realidad. Lindo. Además, no hay impuesto estatal sobre la renta en Nevada así que puedo trabajar en pagar mis préstamos estudiantiles gigantes mucho más rápido. Es un ganar-ganar. Mi mente viaja a la noche del viernes. Al bar. A ese chico. Chica buena. ¿Por qué me encendió tanto cuando ese chico me llamó una chica buena? Ese chico. Así es como tengo que recordar al hombre más atractivo que he besado, o que probablemente alguna vez besaré, porque nunca conseguí su nombre. Suave, ¿eh? El normal, educado momento para conseguir esa información habría sido cuando preguntó por el mío. ¿Pero lo hice? No. Estaba demasiado distraída por la idea de que iba a besarme para pensar en preguntar su nombre. ¿Eso es egoísta, cierto? Estaba demasiado enfocada en conseguir sus labios sobre los míos que ni siquiera pregunté su nombre. No es que importe. Él besó el infierno fuera de mí y me envió por mi cuenta, ¿no? Sus palabras de despedida hacen eco en mi mente una y otra vez. Puedes irte a casa ahora, chica buena. Era algo condescendiente, pero su tono no lo era. Fue brusco. Bajo. Ronco. Sexy como el infierno. Estoy enferma de ser buena. El único tipo de buena que estoy interesada en ser con ese hombre es estando de rodillas, con mis labios envueltos alrededor de su polla mientras me dice cómo de buena soy. Chica buena, susurraría, y me gustaría. Al menos me gusta en mi imaginación. Me gusta mucho. Hay algo muy atractivo en ser llamada 4

Las Vegas Strip: O El Strip, es un recorrido de 6.4 km en la ciudad de Las Vegas, conocido como una de las avenidas más populares de EU junto con la Quinta Avenida y Hollywood Boulevard. Famoso por tener los hoteles y casinos más importantes de la ciudad. 5 Bocce ball: Deportes de bolas es un nombre colectivo para los deportes practicados con bolas pesadas que se tiran o se hacen rodar para acercarlas lo más cerca posible a una bola más pequeña.

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buena cuando estás siendo muy, muy mala. O cuando estás pensando en ser mala, en mi caso. Debo ser la no-puta más zorra en el país. Soy una aspirante a puta, lo que es algo triste, ¿cierto? Pasé mis años en la universidad esperando enamorarme del chico perfecto. No, eso es una mentira. No soy delirante, no hay tal cosa como un chico perfecto. Sé eso, en serio. Pero esperaba enamorarme de alguien que valiera la pena. Alguien que valiera la pena dar mi virginidad. ¿Qué? Seguramente no pensaste que saldría en la preparatoria. Estaba muy ocupada en preparatoria, con las galletas y todo. No quiero presumir ni nada, pero esas galletas me ganaron un viaje a Costa Rica. De acuerdo, fueron dos semanas trabajando en proyectos de servicio así que no fue como un viaje a la playa ni nada de eso, pero aun así. En cualquier caso, no estaba interesada en los chicos en preparatoria. Sé que para muchos chicos la preparatoria era sobre empujar límites y escabullirte a fiestas, pero no tenía interés. Las fiestas sonaban peligrosas para mí. Cosas malas sucedían en las fiestas. Como socializar. O menores bebiendo. Ambas aterradoras. Las cosas buenas suceden cuando estudias, trabajas duro y eres voluntaria en tu tiempo para ayudar a otros. Graduarme de la universidad como una virgen no estaba en mis planes. Ni siquiera cerca. Mi mojigatería no va tan lejos. Esperaba ganar la insignia de perder mi virginidad para el momento en que la graduación llegara. Me veía a mí misma como el tipo de chica que se casaba con su novio de la universidad, una boda dos meses después de la graduación. Pero no sucedió. No me imaginé como el tipo de chica que se enciende por un extraño en un bar. Nunca. Pero ese hombre, despertó algo en mí. Lujuria, supongo. No era solo el beso, era él. La verdad es que lo miré toda la noche, mi imaginación desenfrenada con las cosas que podría hacerme. Las cosas que quería que me hiciera. Como dije, una aspirante a puta. ¿Quién se sienta imaginando a un hombre extraño en un bar profanándola?

El lunes por la mañana entro al estacionamiento del Windsor, mi estómago lleno de mariposas emocionadas por mi primer día de trabajo. Payton está conduciendo por separado porque está en un grupo de orientación diferente y no estábamos seguras si terminaríamos a la misma hora o no. Así que estoy por mi cuenta, justo como un adulto real, lo cual soy. Soy un adulto. Sonrío tan duro que tengo que morder el interior de mi mejilla para controlarlo. No es que sea necesario, estoy sola en mi auto así que nadie puede verme sonriendo como una idiota. Golpeteo mis dedos contra el volante mientras sigo los letreros señalándome las secciones de estacionamiento para empleados en el garaje. El hotel abre en menos de un mes, y las nuevas contrataciones comenzarán en masa por las siguientes cuatro semanas.

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Soy un empleado administrativo, lo que significa que no estaré en las líneas frontales con los huéspedes. Desapareceré en la sección corporativa en el hotel en la que nunca piensas. Recursos humanos, legal, marketing, IT, contabilidad: todo administrativo, escondido de la vista. Encontrando un lugar libre, estaciono y reviso dos veces mi brillo labial en mi retrovisor, entonces cierro mi auto y hago una nota mental de donde estacioné así puedo encontrar mi auto después del trabajo. Está bien, esto es todo. Primer día, aquí voy. Se me ocurre que este va a ser un gran año de primeras veces para mí. Primer apartamento de adulto. Primer empleo. Primer pago de préstamo estudiantil. Y estoy absoluta, positivamente abandonando mi virginidad antes de que este año termine, así que será una gran primera vez para marcar en mi lista de vida. No es como si no hubiera tenido oportunidades de deshacerme de ella para ahora, es solo que no había estado interesada. Crecí con padres liberales en un pueblo conservador, y estaba medio atrapada entre esos dos mundos. También, simplemente no estaba en un gran apuro por eso. En primer año salí con un chico que no me gustaba mucho por mucho más tiempo del que debería porque me gustaba su gato. Y no, no es un eufemismo para algo más genial. Era un gato real. Un enorme, negro, gato de pelo largo con patas blancas de mitón que se llamaba señor McGee, y lo amaba. Al chico, no tanto. No estoy diciendo que eso fuera razonable o lógico, pero es lo que es. Estaba todavía esperando por algo, ¿sabes? Algo que me hiciera sentir como para desgarrar mis bragas fuera, y esa sensación nunca vino. Pero como sea, este es mi año de desgarrar mis bragas. O quizás, ¿es mi año de dejar caer mis bragas? Probablemente no desgarraría mis propias bragas, ¿cierto? No, eso sería raro. Las dejaré caer, seguro. Estoy abierta a que un chico las desgarre por mí, pero nunca he usado el tipo de ropa interior que se rompería bajo las manos de un hombre. Rayos. Necesito ropa interior nueva. Si este es mi año, voy a necesitar la ropa interior apropiada para cuando suceda. Hago una nota mental de recompensarme con ropa interior nueva cuando consiga mi primer pago. ¡Otra primera vez! ¡Mi primer pago adulto! ¡Yupi! Entro al edificio por la entrada para empleados, confiada de que estoy a punto de embarcarme en el mejor año de mi vida. Una hora después, estoy segura de eso.

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Tres LYDIA Lo veo mientras estoy en el recorrido del hotel. Ese chico. El de la otra noche que me besó, pero cuyo nombre no conseguí. Es justo tan perfecto como recordaba. Hace correr mi corazón y mi pulso latir incluso más rápido de lo que recuerdo. Santa mierda, creo que podría trabajar aquí. Lo cual significa básicamente que voy a dormir con él, ¿cierto? Cierto. Está totalmente pasando. Destinado a pasar. Kismet6. Destino. Si está interesado, claro. Pero él me besó, así que podría estar interesado en tener sexo conmigo. Creo. No estoy exactamente segura de cómo funciona eso para los hombres. He besado hombres con los que no quería dormir, obviamente, pero creo que los hombres son menos quisquillosos que las mujeres, ¿cierto? Dios, espero que sea menos quisquilloso que yo, porque creo que es el indicado. El indicado con quien me gustaría tener sexo, no el indicado indicado. No, por supuesto que no. No estoy tan loca como para estar planeando casarme y bebés con algún hombre que no conozco basada en un beso perfecto. Todavía quiero enamorarme del hombre perfecto, quien quiera que sea, y vivir feliz por siempre con él. Es solo que no sé cuándo está viniendo, ese chico. ¿Qué si tengo treinta antes de que se presente? No debería tener que esperar hasta tener treinta para experimentar el sexo. Así que no, no estoy planeando casarme con él. Solo quiero darle mi virginidad, porque creo que sería muy bueno en desflorarme basándome en ese beso perfecto. Porque siento algo cuando lo veo. Algo con lo que no estoy tan familiarizada pero que clasificaría como lujuria desenfrenada. Un anhelo. Una agitación, si quieres. Desflorar. Que ridícula palabra. Hago una nota mental de no usarla cuando le pida tener sexo conmigo. ―Creo que vi a ese chico ―le digo a Payton cuando la veo en la cafetería de empleados en el almuerzo. Por cafetería me refiero a la cafetería más elegante en la que he estado. Hay una barra de ensaladas, una estación de emparedados, una estación de pizza y una variedad de opciones calientes que parecen cambiar diariamente, basándome en el menú impreso. ¡Y es gratis! ¿Qué tan loco es eso? Los beneficios de empleados son de primera categoría, lo cual es parte de lo que me atrajo de este empleo. Aunque fue más la pensión y seguro de salud a juego que los almuerzos gratis para empleados pero, sin embargo. Es un beneficio súper genial. Todo el staff tiene acceso a esta cafetería también. Personal operativo, administrativo, no importa. El gerente general y el ama de llaves, usarán todos la misma cafetería, lo cual creo que es increíble e igualitario, y todo eso. Es un espacio enorme, más como un buffet en realidad, lo cual sería necesario para acomodar el número de empleados que estarán trabajando aquí una vez que el equipo esté completo. ―¿Cuál chico? ―pregunta Payton antes de tomar un enorme bocado de una rebanada de pizza. Ella es una cosita pequeña a pesar de comer con el metabolismo de un chico de preparatoria. 6

Kismet: Destino en turco.

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―El chico del bar. De la otra noche. ―Cállate. ―Deja caer la pizza en su plato y sonríe una sonrisa que pondría al gato Cheshire orgulloso―. ¿Aquí? ―pregunta, una ceja arqueada en deleite por el potencial entretenimiento que esto le traerá. ―Por supuesto que aquí. No he estado en otro lugar hoy salvo aquí. ―Corto la pechuga de pollo de mi ensalada en pedazos más pequeños antes de perforar uno con mi tenedor, asegurando que consigo una porción perfecta de lechuga y aderezo incluido. ―¿Entonces trabaja aquí? ¿Hablaste con él? ―Eso creo, y no. Lo vi mientras caminaba a través del lobby del hotel con mi grupo de orientación. Es genial estar aquí antes de que abra, ¿cierto? ―En realidad era súper genial. ¿Alguna vez has estado en un casino en Las Vegas después de horas? No. No lo has estado, porque una vez que abren, están abiertos. Veinticuatro horas al día, los trescientos sesenta y cinco días al año. ¿Cuántas personas consiguen la oportunidad de ver un lugar así antes de que abra? No muchas, apuesto. El lobby era un bullicio de actividad. Trabajadores de construcción en andamios haciendo ajustes a la iluminación mientras otro grupo estaba instalando una fuente decorativa del tamaño de una pequeña piscina. Entregas estaban siendo dejadas en las tiendas minoristas del lobby mientras cajas de cartón estaban siendo desmontadas y llevadas en carrito. El suelo del casino era mucho de lo mismo. Mesas de juego en su lugar, pero vacías. Filas de máquinas traga monedas estaban encendidas pero en silencio, y el piso entero estaba vacío de personas salvo por una barra en el centro que estaba todavía bajo construcción. Olía a pintura nueva y alfombra, pero a algo más también. Olía como a un primer día. Como a potencial y energía sin explotar y la promesa susurrada de una aventura inminente. Era extrañamente genial. ―Lydia, concéntrate. ―Payton sacude el hielo en su vaso antes de tomar un sorbo―. ¡Necesito detalles! ―Lo vi en el lobby. ¿Creo que trabaja aquí? ―digo, es más una pregunta que una declaración porque no tengo ni idea―. Estaba de pie cerca de las puertas principales con un par de otros chicos. Estaban mirando a una mesa y señalando a diferentes lugares en el techo del lobby. ¡Oh! ¿Quizás está en la seguridad o algo? Rayos, en realidad no sé, pero lucía como si perteneciera aquí. Supongo que es posible que sea un contratista y nunca cruzaré caminos con él otra vez. ―Arrugo la nariz y me encojo. En verdad apestaría si esa fue mi única oportunidad y la dejé escapar. Incluso si trabaja aquí, ¿cruzaré caminos con él alguna vez? Este lugar es el equivalente a una pequeña ciudad. Con miles de empleados, habrá bastante gente que raramente, si es que alguna vez, veré.

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Cuatro LYDIA No lo veo otra vez ese día, o al siguiente. Pero practico. Por practicar, me refiero a que tengo conversaciones imaginarias con él así estaré lista para una conversación real cuando lo vea otra vez. Hola, ¿me recuerdas?, me digo a mí misma en el espejo mientras seco mi cabello en la mañana. ¡Oh, tú! ¿Trabajas aquí? ¡Yo trabajo aquí! Repito esto en mi camino al trabajo una y otra vez hasta que suena natural. Si estoy en un alto añado un encogimiento de hombros y un gesto con la mano a la mezcla. Oye, chico, ¿puedes creer que no conseguí tu nombre? Ese último necesita trabajo, en serio. Apesta que tengo que llamarlo, Oye durante estas prácticas de fantasía, pero es lo que es. Pensé en inventar un nombre para él hasta que averigüe cuál es su nombre, pero no quería apegarme al nombre equivocado. ¿Qué si lo llamo Sam como un marcador temporal, pero se pega en algún lugar en mi cerebro y entonces durante el sexo accidentalmente lo llamo Sam? ¿Puedes imaginarlo? Yo puedo imaginarlo. Lo imaginé, de hecho, y me encogí de escalofríos. Imaginé que iba bien ―el sexo―, y estaba disfrutando y él estaba disfrutando, y yo estaba haciendo un buen trabajo en el sexo y entonces, bam. Grito el nombre equivocado y arruino todo. Si quieres los detalles, él estaba encima de mí, medio embistiendo, mi tobillo enganchado alrededor de su espalda mientras gemía: “Más duro, Sam”. Entonces él se detenía, como uno hace cuando llaman el nombre equivocado durante el sexo. Y me volvía de cien sombras de rojo en humillación total mientras se vestía y se iba. Y ni siquiera conseguía correrme. Así que Oye será hasta que averigüe su nombre. Imagino que si accidentalmente lo llamo Oye durante el sexo puedo al menos salvar la situación antes de ofenderlo. Así que espero mi momento, mantengo mis ojos abiertos y trabajo en mis conversaciones imaginarias. Estoy confiada en que resultará, porque en mi experiencia cuando trabajas duro y tienes una actitud positiva, resulta. Si nada más, la práctica hace al maestro, así que estaré lista cuando lo vea otra vez.

El viernes consigo mi propio escritorio. Nunca he tenido un espacio para mí en el trabajo antes, además de un casillero en cual empujar mi bolso. Es en realidad un cubículo. Conseguí un espacio entero de metro y medio por metro y medio para llamar mío, completado con una placa con mi nombre en la pared exterior de mi cubículo. Lydia Clark. Corro mi dedo sobre las letras y sonrío antes de inspeccionar mi nuevo espacio. Tengo un escritorio en forma de L con un monitor de pantalla plana ya en su lugar en la superficie. Hay tres paquetes de hojas alineadas, un paquete de plumas

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y un paquete de seis de notas Post-It todavía envuelto en la capa de celofán puesto al lado del teclado. Las paredes del cubículo están cubiertas en algún tipo de tela de color gris pardo, pero funciona como tablero de boletines así que seré capaz de pinchar notas para facilitar su visualización. ¡Arg! No puedo esperar para comprar una linda lapicera este fin de semana. Quizás conseguiré una bandeja de cartas también, carpetas de archivo de colores. Dejo caer mi bolsa en el primer cajón bajo el escritorio y escribo un mensaje a Payton. Lydia: ¡¿Compras de suministros de oficina este fin de semana?! Payton: ¡No puedo esperar! Oh, wow. No creí que le importara. Ella casi no opinó sobre nada de las cosas que compramos para nuestro apartamento. Me pregunto si puedo conseguir que vaya a Ikea conmigo otra vez. Lydia: ¿¿¿En serio??? ¿¿Quieres ir a Ikea después del trabajo?? Payton: No, no en realidad, nerd. Es nuestro segundo fin de semana en Las Vegas. No estamos pasando la noche del viernes en Ikea. Oh. Bueno, quizás el sábado entonces. Tengo una reunión de equipo en cinco minutos así que guardo mi teléfono y camino a la sala de conferencias. Del segundo al cuarto piso de este hotel son todo espacio de oficinas. Los pisos no son accesibles desde los elevadores de los huéspedes, así que estamos como escondidos, es como tener un edificio dentro de otro edificio. Tenemos elevadores separados desde la entrada para empleados que sirven nada más para estos tres pisos y las suites ejecutivas en el piso treinta y cuatro. No es que las haya visto, son para los empleados de nivel senior que viven en el sitio. ¿Puedes incluso imaginar eso? Mi departamento ―recursos humanos― está en el cuarto piso junto con el departamento legal, contabilidad, seguridad y las oficinas ejecutivas. Soy una asociada de recursos humanos, reportando al director de recursos humanos, quien reporta al vicepresidente de recursos humanos. Si suena a mucha gente, es porque lo es. Soy una de siete asociados. Todos comenzamos juntos esta semana y eventualmente seremos divididos y asignados como el contacto principal por departamento. Gestión interna, servicios de comida, recepción y botones, entretenimiento, recreación, ventas al por menor y área de juegos. Eso es todo lo de operaciones. Este lugar en verdad es un mundo por sí mismo. Hay una sala de descanso en cada piso con café gratis, así que me detengo ahí en mi camino a la sala de conferencias. Tiene una de esas costosas máquinas de café que hace latte, expresso, chocolate caliente e incluso café regular. ¡Dios, trabajar aquí es como un día en Disney para mí! Hay fruta, bocadillos y agua embotellada, también, y ―oh mi Dios. Me detengo en seco. Ese chico. La sala de descanso tiene a ese chico también. Quiero decir, él está aquí, en la sala de descanso. No es que él esté incluido en la sala de descanso, como un paquete gratis de cacahuates, los cuales están en efecto en la sala de descanso. ¡Arg, Lydia! ¡Concéntrate! He dado dos pasos en la habitación, mis pies en tacones haciendo clic en el linóleo y anunciando mi presencia antes de que pueda hacerlo yo. Él está en medio de abrir una botella de agua y tengo medio segundo para observarlo antes de que me note. Medio segundo para confirmar que él solo lo hace para mí.

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¿Por qué es eso? Todo lo que he hecho es besarlo. ¿Por qué tiene este efecto en mí? No es como si soy tan inocente que un beso me hace tambalear. He besado chicos antes y ninguno de ellos me hizo sentir así. Me hacían sentir, si soy honesta, apática. Por eso es que sigo siendo una virgen. ¿Por qué molestarse? Si un chico te hace sentir que puedes tomarlo o dejarlo, ¿solo por qué molestarse? Sin embargo, este chico me hace sentir como si pudiera ser activamente promiscua. Síp. Cuando lo veo estoy bastante segura de que tengo potencial de puta sin explotar. Santo de todo lo bueno, ¿por qué es tan atractivo? Casi duele mirarlo directamente. Me siento toda caliente, excitada y rara. Él me nota y veo el destello de reconocimiento o sorpresa en sus ojos. Supongo que es una mezcla de ambos, pero significa que me recuerda, ¿cierto? Lo hace. No dice nada, pero sus ojos permanecen en los míos mientras se gira para enfrentarme. Lleva la botella a sus labios y toma un sorbo, aparentemente sin prisas, solo mirándome. Su expresión no dice nada, y si no hubiera atrapado esa breve mirada en sus ojos cuando me vio por primera vez pensaría que no me recordaba, pero lo hace. Sé que lo hace. Estamos solos. Solo nosotros, una sala de descanso vacía, el ruido sordo del refrigerador y el olor del café impregnando el aire. Esta es mi oportunidad. ―Oh, hola, um, ¿así que trabajas aquí? Eso es lo que se me ocurre en mi gran momento. ―Nos conocimos el otro día. El fin de semana pasado. Como sea. ―Añado un incómodo saludo a la pila de incomodidad que acaba de dejar mi boca. ―Lo hicimos ―responde con un pequeño asentimiento. Cierra el agua sin mirar a la botella porque sus ojos nunca dejan los míos. Arg, sus jodidos ojos. Me hacen cosas. Cosas sucias, al menos en mi mente. Su mirada baila por mi cara y siento que me ruborizo en todas partes. Tomo un par de pasos tentativos al frente, mis tacones haciendo clic contra el suelo. Tiene ojos inteligentes. Inteligentes. Perspicaces. Luce como un hombre capaz de decisiones rápidas. Luce como un hombre que no se pierde los detalles. ―¿Entonces trabajas aquí? Yo trabajo aquí. ―Sueno un poco sin aliento cuando lo digo. Exhalo y trato de componerme. ―Sí. Parece que ambos trabajamos aquí. Creo que me estoy repitiendo. Necesito mover esto mientras tengo la oportunidad, antes de que alguien entre o él se vaya. ―Así que fue agradable ―ofrezco―. Cuando nos conocimos. ―¿Agradable? ―Creo que su labio se tuerce en la más pequeña insinuación de una sonrisa cuando habla, una ceja arqueada en pregunta o diversión. Desearía poder correr mis dedos por esa ceja. Examinar la pequeña línea corriendo por su frente y rozar mis dedos por su mandíbula. ―Lo del beso ―aclaro―. En caso de que quisieras hacerlo otra vez.

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Sus ojos se abren y ambas cejas se elevan, la sonrisa se va. Entonces niega una fracción y sonríe. Lo estoy divirtiendo. Mierda. Debo sonar como una adolescente, él seguramente está acostumbrado a ofertas más allá de los besos. ―Y cualquier otra cosa que quieras ―enmiendo rápidamente―. Quiero decir, si estás interesado. ―Jesucristo ―dice esto lentamente y no necesariamente en una forma reverente, la mano que no sostiene la botella de agua sube y se arrastra por su mandíbula y entonces inclina su cabeza un poco como si estuviera liberando algún tipo de estrés en su cuello. La sonrisa se ha ido. Espera. ¿Entendí todo esto mal? Él me besó. No es que besarme fuera alguna gran declaración de interés, pero debe encontrarme lo suficientemente atractiva para besar. ¿Seguramente sugerir que lo hagamos otra vez no debería ser tan horrible para él? Deja caer la mano de su boca. La botella de agua en su otra mano cuelga de sus dedos, donde la rebota contra su muslo. No clasificaría sus acciones como nervios. De ninguna manera. Inquieto, quizás. Su expresión es un poco torturada si tengo que señalarlo. Sus ojos sin embargo… sus ojos lucen interesados. Podría no ser la chica más experimentada en el mundo, pero creo que me mira con interés. ―¡Rhys! ―Una voz llama desde detrás de mí y mis ojos se abren. Olvidé preguntar su nombre. Otra vez. Pero es Rhys. Rhys, Rhys, Rhys. Digo el nombre en mi cabeza y me gusta. Me gusta mucho. Una pequeña sonrisa tira de mis labios antes de darme cuenta de que casi perdí mi oportunidad de conseguir su nombre por segunda vez. Suave. En verdad suave. Soy una jodida amateur. Giro mi cabeza hacia la voz para encontrar que la fuente es un hombre alto bien parecido entrando a la sala de descanso. No tan bien parecido como Rhys, al menos no para mí, pero puedo ver el atractivo. Golpea a Rhys en la espalda mientras abre el refrigerador y agarra una botella de agua. Está bien vestido ―me doy cuenta ahora que ambos lo están. Trajes. Trajes caros. Estoy lo suficientemente familiarizada con la tela para detectar la calidad en esos trajes sin tocarlos. Están impecables, ambos. Corbatas bien anudadas, zapatos lustrados, relojes gruesos. Son sexys. Caminante, hablante atractivo sexual. Espera. ¿Qué diablos acabo de decirle a Rhys? ¿Cualquier otra cosa que quieras? Oh, mi Dios. No. Siento mi rostro comenzar a calentarse y rápidamente dejo caer mi mirada al piso de linóleo y me giro hacia la costosa máquina de café. Agarro una taza de la estantería abierta y la coloco en la máquina, mi mano temblando mientras presiono los botones. No practiqué eso. Mi práctica para cuando lo viera otra vez no me incluía ofreciendo “cualquier otra cosa que quieras”. No practiqué para interrupciones tampoco. ¿Por qué no tenía planes de contingencia por avergonzarme a mí misma o ser interrumpida? ¿Qué se supone que haga ahora? Muerdo mi labio y volteo mi cabeza lo suficiente para ver sobre mi hombro. Los ojos de Rhys parpadean del hombre hacia mí y de vuelta. Me giro de regreso a la máquina de café y presiono los botones hasta que la máquina sisea y el líquido chisporrotea en la taza debajo. Entonces agarro el mostrador frente a mí hasta que mis nudillos se ponen blancos. ¿Quizá no fue tan malo? ¿Lo que dije? Fue malo. Y él no reaccionó, ¿cierto? No en realidad. ¿Eso qué significa? ¿Quizás tiene una novia? ¡Pero él me besó! ¡Me besó hace una semana!

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Detrás de mí escucho al otro hombre decirle a Rhys que están retrasados y entonces pisadas moviéndose hacia la puerta. Mantengo mis manos donde están y miro lo que sea que he seleccionado mientras gotea en la taza. Entonces se han ido. Escucho a mi nueva supervisora Bethany intercambiando saludos con ellos mientras cruzan caminos en el pasillo un momento antes de que entre en la sala de descanso. Muevo mi taza de la costosa máquina de café al mostrador y agarro un agitador mientras Bethany coloca una taza nueva en la máquina y me sonríe. ―Ohh, ¿qué preparaste? ―pregunta, asintiendo a mi taza. ―Un latte de algún tipo ―digo y fuerzo una sonrisa antes de tomar un sorbo. Quiero tirarlo por el fregadero porque no estoy en condiciones de cargar una taza llena de líquido caliente y ya no necesito el subidón de cafeína, pero sería raro tirarlo con ella de pie aquí mirándome. Abro un paquete de endulzante y lo añado a mi taza antes de hablar otra vez―. Oye, ¿conoces a ese chico que estaba aquí? ¿Rhys? ―Me las arreglo para preguntar tan casualmente que podría merecer una insignia por ser ventosa―. ¿Sabes dónde trabaja? ―¿Rhys? ―Bethany se gira hacia mí con una mirada de confusión en su cara. ―Sé que trabaja aquí ―aclaro―. ¿Qué hace? ―Recuerdo que mi departamento comparte este piso con legal y seguridad. Y contabilidad. Pero él luce más como un abogado que como un contador. Soy una idiota. Como si cualquiera luciera como contador o un abogado. ―Es el gerente general ―responde Bethany y me detengo, el agitador colgando de mis dedos sobre el cesto de basura. Esto es malo. En el fondo estoy bastante segura de que solo hay un gerente general en la estructura de gestión, pero trato de todos modos. ―¿De cuál departamento? ―Consigo mantener mi voz estable, mis ojos en el agitador. Está sobre una cáscara de plátano dentro del cesto de basura. Hay una lata de refresco a su lado y estoy molesta con quien sea que no la dejó en la cesta de reciclaje. Solo toma un segundo. ―De la propiedad ―dice Bethany y pierdo casi una década de mi esperanza de vida en ese momento.

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Cinco LYDIA Pasé el resto del día, aunque no tengo idea de cómo sin perecer en el acto, excepto decir que la muerte por mortificación no debe ser una forma rápida de irse. Me paré en la sala de descanso con mi nueva jefa mientras ella aclaraba que Rhys es el gerente general… de todo el hotel. Esto era malo. Se ponía peor. El hotel pertenecía a Sutton Travel Corporation, lo cual sabía… por supuesto que sabía eso. Estaba emocionada de conseguir un empleo en una gran compañía con excelentes beneficios e hice mi investigación. Sutton tiene su sede en Gran Bretaña y opera en casi cincuenta países. Hoteles, grupos de tours, líneas de cruceros y ahora un hotel de lujo en Las Vegas Strip. Han estado en el negocio por décadas. Son conocidos por nutrir talento y promover desde dentro. La compañía fue fundada por William Sutton. El abuelo de Rhys. Entonces. ¿Entonces eso lo hacía algún tipo de copropietario, cierto? Me van a despedir. Totalmente despedida. Estoy en recursos humanos y le propuse sexo al jefe del jefe de mi jefe. ¿Qué está mal conmigo? En serio. Soy mejor que esto. No soy ese tipo de chica. ¡Soy buena! ¡Le pongo los puntos a las i y cruzo las t! Pago mis cuentas a tiempo. ¡Reciclo! No propongo sexo a mi jefe. Ew. Soy tan asquerosa. Aprieto mis ojos cerrados cada vez que recuerdo el desastre de mi intento de coqueteo. Mi primera semana en mi primer empleo y voy a ser despedida. Pasé la tarde preguntándome si debería renunciar. ¿Debería solo adelantarme y procesar el papeleo? Cubrimos el proceso de la compañía para terminar el empleo en entrenamiento ayer así que sé cómo hacerlo. No sabía qué hacer. Así que en cambio cargué mi taza de cualquier tipo de latte por el pasillo a la sala de conferencias 4C. Mantuve mis ojos abajo mientras me sentaba a través de una reunión con mi equipo acerca del entrenamiento comenzando el lunes. Con la apertura del hotel pronto, el staff de operaciones estaba agendado para comenzar en olas por las siguientes tres semanas. Significaba papeleo interminable. Interminables W-4 e I-97 que necesitan ser completadas. Listas de revisiones de un kilómetro multiplicado por varios miles de nuevos contratados que necesitaban comenzar virtualmente al mismo tiempo. Lo suficientemente pronto para asegurar que estaban entrenados en los estándares de la compañía, pero no tan pronto que seríamos empleados en nómina antes de que abran las puertas. Fácil. Tomo notas de todo, mi 7

W-4 e I-9: W-4 es el formulario para retención de impuestos, y el I-9 verificación de autorización de trabajo. Formularios necesarios para trabajar en EU.

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mente girando con una legión de pensamientos, no todos eran de regulaciones de estado o reuniones de beneficios. Entonces me escabullí de regreso a mi escritorio, esperando a que cayera el hacha. Salté cada vez que alguien pasaba por mi cubículo, esperando que fuera Bethany con una sonrisa triste en su cara mientras preguntaba si podía hablar conmigo. No sucedió. Incluso me quedé una media hora extra para darle cada oportunidad para despedirme antes del fin de semana. Sabes, ¿en caso de que estuviera atrasada? Pero eventualmente noté que la luz de su oficina estaba apagada, así que asumí que se había ido y no estaba siendo despedida hasta el lunes. Agarré mi bolso y dejé mi taza sucia en mi escritorio para todo el fin de semana porque la idea de volver a la sala de descanso me daba estrés post traumático. Me causaba algo de estrés dejar una taza sucia en mi escritorio también, pero tienes que elegir tus batallas. Una vez que estuve seguramente encerrada en mi auto le envié un texto a Payton y le dije que tenía recados que hacer y estaría en casa en unas horas. Necesitaba tiempo en mi lugar feliz antes de estar lista para hablar sobre este día. Luego entré en el buscador de tiendas Goodwill8 de Greater Las Vegas desde mi teléfono. Me doy cuenta de que no es el usual lugar feliz para alguien de veintidós años, pero no soy como la mayoría de veintidós años. Solo me toma un momento darme cuenta que me he mudado a la sagrada tierra de tiendas Goodwill. ¡Hay tantas! ¡Había solo unas pocas cerca de la casa de mis padres en Knoxville, pero hay al menos una docena aquí! ¿Y qué es esto, un centro de liquidaciones Goodwill? ¡No puede ser! Espera. Maldición. El centro de liquidaciones está solo abierto entre semana durante las horas laborales. Bueno, al menos tengo algo que esperar para cuando sea despedida. Seré capaz de comprar en el centro de liquidaciones Goodwill tanto como quiera. Hay dos locaciones entre el trabajo y mi apartamento. Pongo la dirección de la primera y salgo del estacionamiento al Boulevard Las Vegas. Mi limitada experiencia en esta ciudad es que el tráfico siempre es malo en el Strip, pero con suerte tengo menos de cuatrocientos metros antes de que pueda cortar hacia el Convention Center Drive y salir de este desastre. Quince minutos después estoy entrando a un pequeño centro comercial en Maryland Parkway. Encuentro un lugar cerca de la puerta y estudio la tienda desde afuera. Luce como una buena, a veces puedes solo decir esas cosas, ¿sabes? Suspiro mientras apago mi carro y lo bloqueo. Es tan bonito aquí. Sé que la mayoría de las personas no piensan eso de Las Vegas, pero lo es. Una vez que sales del Strip es encantador, todo palmeras y paisajes desérticos. Espero conseguir quedarme. No lo he explotado. Espero que no tenga que llamar a mis padres y decirles que me estoy mudando de vuelta a casa. Paso por las puertas automáticas e inhalo el tranquilizador olor de bolas de naftalina y polvo mientras agarro un carrito. Por supuesto que necesitaré un carrito. Hago una nota que el color de la semana es el azul, lo cual significa que todo con una etiqueta azul lo consigo con el cincuenta por ciento de descuento. Golpeteo mis dedos en el manubrio del carrito mientras inspecciono la tienda antes de ir al primer estante de ropa para adulto. La talla en realidad no importa porque voy a lavar todo y partirlo. Ni siquiera me importa particularmente si es ropa de mujer. He convertido trajes de 8

Goodwill: Centro de donaciones y venta de artículos de segunda mano en EU.

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hombres en todo tipo de cosas. Bufandas, bolsos, una capa. Una vez hice un vestido de una chaqueta de traje. A veces encuentro una pieza genial, pero principalmente es basura que tengo que revisar y volver a trabajar. Lo disfruto. Encuentro muy satisfactorio tomar algo que ha sido descartado y convertirlo en algo nuevo. Mi antigua líder de las Girl Trooper, la señorita Barnes, me enseñó a coser. Ya no es una habilidad que la mayoría de las mujeres jóvenes aprendan. No lo ha sido por un tiempo, supongo. Podría usar tela nueva, pero la tela es locamente cara. Además, es mucho más divertido cazarla, como a un tesoro. Exhalo y comienzo al final de una fila, rápidamente pasando por las perchas. El pequeño chirrido que hacen mientras se deslizan por la barra de metal me calma. Deslizar, deslizar, deslizar. Pausa. Examinar. Repetir. Tres filas, estoy en mi zona. El estrés del día se alivia mientras me concentro en nada más que revisar etiquetas y precios, mirando si un artículo será suficiente tela usable para hacer algo. Estoy a mitad de la ropa de mujer cuando levanto la mirada y veo el estante de sábanas. Sábanas de patrones viejos, dobladas y colgadas en perchas para pantalones. Abandono los estantes de ropa mientras una idea se forma. Pijamas. Podría cortar las sábanas planas y hacer pantalones de pijamas. Podría usar los puños anchos de las fundas de almohadas y la sábana superior en el dobladillo de los pantalones. Podría hacer shorts con los retazos más pequeños. ¡Diablos, apuesto a que podría sacar al menos un par de shorts, un par de pantalones e incluso un top con tirantes de espagueti de cada sábana! Tengo un diseño en casa, elástico, y todo lo demás que necesito. Puedo pasar el fin de semana completo midiendo, fijando, cortando y cosiendo. Y no pensar en Rhys. No pensar en la forma en que me hizo sentir cuando me besó el fin de semana pasado. No pensar en la reacción que tuve hacia él. Una reacción que nunca había sentido antes, no así. No pensar en el hecho de que es el jefe del jefe de mi jefe. No pensar en la forma en que sólo me miró esta tarde cuando prácticamente me le lancé encima. Lo cual sería imposible. Estoy segura que las palabras “y cualquier cosa que quieras” seguirán reproduciéndose en mi mente cuando tenga ochenta años. Payton me envía un texto mientras estoy pagando. No sabe sobre mi pasatiempo de Goodwill, así que evito sus preguntas sobre en dónde estoy y le digo que estoy de camino a casa. Me las he arreglado para pasar casi dos horas en esta tienda así que no tendré tiempo de parar en otra antes del cierre de todos modos. Me dice que la encuentre en la piscina cuando llegue a casa. Dice que el jacuzzi está lleno de hombres sexys. Le digo que tengo que lavar la ropa, lo cual no es una mentira. Tengo sábanas que lavar antes de que pueda empezar a cortarlas.

―No estás siendo despedida, relájate. Este bocado de sabiduría viene de Payton. He estado en casa por un par de horas, lavando y secando sábanas. Payton regresó de la piscina para encontrarme planchándolas y solo enloqueció. Intentó instituir una regla de compañeros de cuarto prohibiendo el planchado de sábanas la noche del viernes. O en cualquier día que

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termine en “es”. Le expliqué que necesitaba planchar las sábanas mientras la historia de mi terrible, horrible, muy mal día salía de mí. ―Estoy siendo despedida. Trabajo en recursos humanos y me le propuse al gerente general. ―Mis mejillas todavía se ponen caliente cuando lo digo en voz alta. O lo pienso. ―Más como que le hiciste el día. ―Payton estaba duchada y cambiada en pantalones de yoga y un top. Su cabello rubio está todavía húmedo mientras se sienta en un taburete en nuestra isla de cocina y me mira trabajar. He tomado nuestra mesa con mi mantel para cortar y suplementos de costura, pulcramente alineado a mi lado mientras trabajo. No levanto la mirada mientras deslizo el cortador giratorio por una capa de tela, haciendo un corte perfecto en lo que pronto se convertirá en un perfecto short de pijamas. ―¿Hacer su día? No creo que acosarlo sexualmente le hiciera el día. ―Remuevo el patrón del material y meto los alfileres en mi alfiletero, asegurando que ninguno de ellos se caiga y termine en el piso. ―Cálmate. No lo acosaste sexualmente. Además, todavía no entiendo qué está pasando aquí ―dice, ondeando una mano a la mesa―. ¿Estás convirtiendo sábanas viejas en pijamas? ―Sí. ¿Quieres un par? ―Eh, no en realidad. ―Sus cejas se juntan y su expresión es toda duda. ―Lo harás cuando termine ―le aseguro. ―Si tú lo dices. Ahora vamos a volver a Rhys. ―No hay nada a que volver. Te dije todo y me van a despedir el lunes. Debería estar empacando, no haciendo pijamas. ―Antes que nada, no te van a despedir. Segundo, no te estás mudando incluso si te despiden. ―¡Acabas de decir que no me van a despedir! ―chillo. ―No lo van a hacer. Pero sé que te gusta pensar en el peor escenario, así que vamos a hacer eso. Eso es cierto. Disfruto pensar en todas las opciones posibles. ―Está bien ―concuerdo, hundiéndome en una silla de cocina. Juego con el alfiletero para mantener mis manos ocupadas y espero a que Payton comience. ―Está bien, así que vamos a decir que entras el lunes y eres despedida. ―Se levanta mientras habla y camina a nuestra despensa, regresando con una caja de CheezIts9. ―Sí. ―Asiento. Ya he visualizado al menos cuatro formas diferentes en que podría pasar. ―Entonces caminarás de vuelta a tu auto, conduces a casa y lloras. Yo recogeré pizza después del trabajo y lloraremos un poco más. Luego el martes conseguirás un nuevo empleo. ―Estalla un Cheez-It en su boca y encoge un hombro como si esto resolviera todo. 9

Cheez-Its: Galletas de queso saladas.

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―Payton ―gimo y pongo los ojos en blanco―. No funciona así. ―Funciona exactamente así. Estamos en Las Vegas. Hay empleos en todas partes ―dice, levantando la tapa de su laptop―. Hay trescientos treinta y cuatro empleos enlistados en este sitio de empleo usando la palabra clave “recursos humanos”. Vamos a asumir que doscientos de ellos son relevantes, y asumir que estás calificada para cincuenta de ellos. ¡Esos son cincuenta empleos a los que podrías aplicar esta noche! Bueno. Me encojo de hombros. ―Eso no significa que consiga alguno de ellos. ―No, no lo hace ―concuerda Payton, cerrando su laptop―. Pero podrías servir mesas. Eres una sexy chica de veintidós años con un gran cuerpo, arrasarías con las propinas. Probablemente harías el doble de lo que te están pagando en el Windsor. ―¿Eso crees? ―Acabo de hablar con una chica en la piscina. Dijo que renunció a su empleo enseñando porque gana el doble como camarera en el Wynn. ―Cállate. ―Es cierto. ―¿Estás segura que no era una puta? ―No era una puta. Pero esa siempre es una opción de respaldo para ti. ―Payton dice esto con completa sinceridad y me hace estallar en risas―. ¿Estás bien ahora? No puedo ir a la cama hasta que sepa que no vas a quedarte toda la noche haciendo pijamas de sábanas. ―Estoy todavía mortificada, Payton ―gimo y dejo caer mi cabeza en mis manos, mi cabello cayendo en una cortina alrededor de mis dedos abiertos―. Solo me paré ahí balbuceando sobre lo bueno que fue el beso y entonces ofrecí… ni siquiera sé lo que ofrecí. Creo que le ofrecí carta blanca, ¿porque qué incluye la palabra “lo que sea”? Implica todo y cualquier cosa, ¿cierto? Podría haber ofrecido nalgadas y anal por lo que sé. ―Oh, definitivamente ofreciste nalgadas y anal. ―Arggh ―gimo desde detrás de mis manos. ―Le hiciste el día, pequeña saltamontes. Confía en mí. Además, vi al chico, no puedes ser la única mujer que alguna vez se le ha propuesto. Es sexy como el infierno. ―¿Así que quizás está tan acostumbrado a las mujeres viniendo a él que ni siquiera recordará lo de hoy? ―Totalmente. ―Asiente con seriedad y estalla otro Cheez-It. ―Dudoso, pero aprecio que me mientas para tranquilizarme.

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Seis RHYS Cualquier cosa que quieras. Golpeteo mis dedos en la mesa de conferencia y trato de concentrarme en la reunión que Canon está llevando sobre la seguridad, pero no puedo. No puedo porque mi mente está en Lydia. Esto me molesta porque no soy el tipo de hombre que se distrae por coños. Especialmente no por coños de chicas buenas. Maldición. Esta chica me hace sentir algo. Irritación principalmente, porque estoy pensando en ella en vez de en esta reunión. Cualquier cosa que quieras. Si estás interesado. Debo gemir en voz alta reproduciendo esas palabras en mi cabeza porque Canon me dispara una mirada antes de volver a concentrar su atención en el presidente de la compañía a la que compramos nuestro equipo de vigilancia. Están discutiendo un paquete de tecnología que descubre las conexiones entre personas… conexiones que podrían ser usadas para hacer fraude a la casa. Al momento que apareces en una de nuestras cámaras la imagen será subida a la base y comienza a hacer conexiones, lo que significa que cuando un cliente toma asiento ante una mesa el sistema inmediatamente intentará arrastrar una conexión entre el cliente y el distribuidor. También revisa todas las bases de datos conocidas para policías, desaparecidos, y portadores de armas registrados. Sitios de media social, por supuesto. Anuarios, cualquier foto subida a una base de datos pública. Si el sistema de seguridad no puede identificar quién eres en catorce segundos una alerta es enviada al equipo de seguridad porque significa que no hay una imagen tuya guardada en ninguna parte de internet. Y eso es tan cuestionable como la mierda. Lawson interviene con una serie de preguntas legales, preguntas que yo debería estar pensando también, pero no. Es bueno que Lawson sea experto en su trabajo. Mi atención está disparada al infierno. Está en una dulzura de veintitantos que pone dura mi polla. Más dura de lo que debería basándose en las limitadas interacciones que hemos tenido. Más dura de lo que debería estar por una chica como ella. Sin embargo, mi mente se desplaza hacia el recuerdo de cómo se sintieron sus labios sobre los míos, tan suaves, tan ansiosos. La forma en que olía a rayo de sol y sabía a bálsamo labial de menta. La forma en que sus pestañas revolotearon contra sus mejillas antes de que girara sus grandes ojos verdes hacia mí, mirándome como si colgara la luna. Sus pupilas suavizadas con excitación mientras pestañeaban cuando terminé el beso, sosteniéndola estable así no caería. Así no estaría tentado a presionar mi erección en su estómago. Una erección por un simple maldito beso. No voy por chicas buenas. Ya no. Nunca, en realidad.

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Lo que hago es lo temporal. Hermosas, rápidas, mujeres temporales. Lo cual hace a Las Vegas perfectas para mí. Es un refill interminable de mujeres buscando sus “momentos lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, luego se van y regresan a sus vidas tranquilas, o sus empleos de poder, o sus novios. No sé, y no me importa. Cuando no son turistas, desnudistas. Me gustan las putas también. Eso es grosero, lo sé. Soy un pedazo de mierda, lo sé. Puedo hacerlo mejor, lo sé. Lo sé, lo sé, lo sé. No estoy infeliz con mi vida. No estoy buscando algo, o a alguien. No lo estoy. Simplemente he aprendido que hay algunas mujeres a las que puedes pedir ciertas cosas y algunas a las que no. “Abre las piernas. Inclínate. Ahógate con él. Lárgate”. Ese tipo de cosas. Joder. Lydia estaba usando la sala de descanso más cercana a mi oficina, así que debe trabajar en el cuarto piso. Jodidamente genial. Cualquier cosa que quieras. No queremos las mismas cosas, Lydia.

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Siete LYDIA —¿A qué hora quieres ir a Ikea? —Payton bosteza mientras pasa a mi lado en su camino a la cocina. —¿Quieres ir a Ikea conmigo? —La miro con sorpresa mientras levanto el pie de la palanca en mi máquina de coser y saco la tela. Recorto los hilos y me pongo de pie, sosteniendo los pantalones de pijama completados frente a mí para su inspección. —Por supuesto que no quiero ir, soy tan buena amiga —bromea Payton mientras se sirve una taza de café. Se da vuelta, taza en mano, y me mira examinar los pantalones—. Oye, esos son realmente lindos. —Deja su café y me quita los pantalones, sosteniéndolos contra sus caderas. —¡Ja! ¡Te dije que querrías un par cuando terminara! —¿Así que eres un ninja secreto de la costura o algo así? —Se aparta los pantalones de las caderas y examina el ancho dobladillo que hice desde el borde de un juego de fundas de almohada—. Estoy empezando a pensar que estabas adquiriendo habilidades para la vida mientras me besaba con chicos en la parte trasera de los autos. —Creo que haré un vestido después. —Está bien, no nos volvamos locos. —Payton dobla los pantalones del pijama por la mitad y los deja caer sobre la silla de la cocina—. Espera, ¿cuántos pares has hecho hasta ahora? Dormiste, ¿verdad? —Frunce el ceño mientras toma un par de pantalones cortos de pijama con un lazo de satén con cordón. —Solo he estado despierta por un par de horas. Estos son fáciles de hacer. Mira, hice una blusa a juego para eso. —Sostengo una blusa simple con tiras en los hombros y un trozo de encaje de ojal agregado al escote redondo. Payton me quita la blusa y la examina, con las tiras colgando de la punta de los dedos. —Mmm. ¿Qué más sabes hacer? ¿Haces mantequilla? ¿Puedes tejernos una colcha? Oh, Dios mío, apuesto a que sabes cómo hornear un pavo de Acción de Gracias, ¿no? —Se deja caer en un asiento en la mesa y coloca una mano en mi antebrazo—. Lydia, ¿ganaste la insignia de ama de casa de la década de 1950? —Parpadea, los ojos muy abiertos con indagación. —Pff, no existe una insignia de ama de casa de los años 50, lo que sabrías si no te hubieran echado. Aunque gané la medalla a la mejor cena. —Oh, mierda. —Deja caer su mano y se inclina hacia atrás, mirándome con algo parecido al horror—. Estaba bromeando. ¿Hay una medalla para la mejor cena? Para. —La hay. Además, el tejido se ha puesto de moda otra vez, para que lo sepas. Y no, no sé cómo tejer. ¿Tal vez podamos tomar una clase juntas? —Estoy bromeando porque no creo que haya una posibilidad de que Payton se inscriba para una clase de tejido conmigo. —Realmente no creo que sea Coca-Cola de mi vaso —responde.

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—¿Coca-Cola de tu vaso? ¿Te refieres a té de tu taza10? —No, no me gusta el té. —Bosteza y examina otros pantalones cortos de pijama. —Es solo un dicho, Payton. No necesitas reemplazar el té con algo que te guste. —Mmm. No creo que eso sea correcto. De todos modos, ¿Ikea? —¿Merezco realmente nuevos accesorios de escritorio si me despiden? —Uf, basta con lo del despido. —Payton gime contra su taza de café—. No está pasando. Y pasar el fin de semana haciendo pijamas de sábanas tampoco está sucediendo. Vayamos a la piscina, luego iremos a Ikea e iremos a cenar.

Payton es astuta. Por eso no me di cuenta de que “ir a Ikea y cenar” era en realidad un engaño por arrastrarme a socializar. Oh, fuimos a Ikea. Incluso manejó. Luego nos llevó a un bar. —¿De verdad, Payton? —pregunto cuando se detiene en un lugar de estacionamiento en Hennigan's—. Dijiste que íbamos a cenar. —¿Qué? Podemos pedir los dedos de pollo aquí. Eso cuenta como cena. —Baja la visera mientras saca un brillo de labios de su bolso y lo abre—. Un par de chicos de la piscina se reunirán con nosotros. —¿Esta es una cita? ¿Me arreglaste una cita? —Me volví hacia ella confundida mientras trataba de entender cómo logró hacer planes para esta noche mientras yo estaba con ella en la piscina. Es claramente mucho mejor en este tipo de cosas que yo. Me pregunto, ¿cuáles chicos? Nadie hoy se comparaba con Rhys, pero tal vez es hora que deje de ser tan exigente. ¿Tal vez mi problema es que no soy razonable? —Eh, no. No es una cita. —Niega, levantando una ceja escéptica en mi dirección—. Son un par de tipos que viven en nuestro complejo de apartamentos reunidos en este bar, que está a menos de un kilómetro de donde vivimos todos. —Ah, bien. —Relájate, saltamontes. Son solo unos tragos. —Gran idea. —¿De verdad? —Ahora es abiertamente dudosa, sin hacer nada por ocultar sus ojos entrecerrados o sus labios fruncidos. —De verdad. —Bajo mi propia visera y examino mi reflejo—. Bien jugado, solo pregúntame la próxima vez para poder usar algo además de una camiseta que dice “Let's Taco' Bout It”11. —Me quito la banda del cabello y lo sacudo, peinándome con los dedos. Tomé algo de sol hoy y me puse rímel antes de irnos, así que es lo suficientemente bueno—. Pero mañana haré pijamas con sábanas todo el día —le digo, It’s not my cup of tea, es una expresión para indicar que algo no es de tu gusto, el personaje lo cambia por Coca-Cola en su juego de palabras, pero sigue indicando lo mismo. 11 Hablemos de Tacos. 10

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agitando las manos en el aire, completándolo con el movimiento de mis dedos—, y no quiero oír ni una palabra al respecto. —Bien. Pero fue decepcionantemente fácil. Me estaba preparando para arrastrarte dentro —dice Payton mientras salimos del auto. La calidez llega en el momento en que deslizo una pierna fuera del auto. Hace aproximadamente veintiún grados a las ocho de la noche, pero sí, es un calor seco, como dicen. —Perdón por decepcionarte —le digo mientras cierro la puerta del pasajero—. Si ayuda, esta vez no me voy a besar con nadie. Y eso no es un desafío. No está sucediendo. —¿Por qué no? La mejor manera de superar a alguien es debajo de otra persona. —Nunca estuve bajo Rhys. —Creo que es figurativo. Una vez dentro, agarramos una mesa y ordenamos un par de cervezas. No me gusta especialmente la cerveza, pero qué diablos, cuando vayas a Roma12. ¿Me pregunto si beben cerveza en Roma? Tal vez esa no sea una gran analogía. ¿Tal vez debería haber pedido vino? No estaba segura si los dedos de pollo iban con vino. Bueno, no importa, mi cerveza ha llegado. Josh y Dan también han llegado. Los reconozco de la piscina, Payton me recuerda quién es quién antes de llegar a nuestra mesa. Un tercer tipo llega unos minutos después de ellos, uno que no reconozco, pero que parece ser un amigo suyo. No entiendo su nombre, y él no parece tener mucho interés en obtener el mío, así que no me molesto. En cualquier caso, Payton no estaba mintiendo. Esto no es una salida de parejas o una cita. Solo algunas personas reunidas para tomar una copa, tal vez hacerse amigos. Tal vez más, ¿quién sabe? Socializar es difícil. No tengo ninguna fobia particular sobre socializar, nada de eso. Soy bastante buena en etiqueta social y hacer amigos. Obtuve cada insignia de habilidad de vida que uno puede obtener durante mis días de Girl Trooper. Pero los bares son diferentes. Por ejemplo, no se considera una ventaja social la distribución de posavasos para evitar las marcas de aros de bebida en la mesa. Lo cual es ridículo, pero lo que sea. Hundo un dedo de pollo en un molde de miel mostaza y escucho lo que Josh me está diciendo sobre su trabajo. Parece interesado en mí. No muy interesado, solo normalmente interesado, lo cual es bueno. Él es atractivo. Él es atento. Él está disponible. No siento nada. Pero quizás sienta algo, si lo intento más. Tal vez así es como funciona esto. Tal vez no sea siempre una lujuria instantánea, cegadora e inexplicable.

Es un refrán, “Cuando vayas a Roma, haz lo que los romanos”, para indicar que adoptas los comportamientos del lugar donde estás. 12

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Como fue con Rhys. ¿Por qué fue tan instantáneo con Rhys? Tan irritantemente instantáneo. La primera vez que lo vi, estaba atraída por él antes que incluso me sorprendiera mirándolo. Concéntrate en Josh. Pido otra bebida y me concentro. En Josh. Buen Josh. Josh de la edad apropiada. No el jefe de mi jefe, Josh. Busqué información de Rhys anoche. Por supuesto lo hice. Una vez que Payton arrancó la regla de corte de mi mano y me envió a la cama, me quedé en la oscuridad haciendo búsquedas en Internet sobre Rhys Dalton. No estoy segura de lo que estaba buscando exactamente, no es como si fuera a encontrar un artículo sobre otra chica que haya hecho el ridículo delante de él peor que yo. De acuerdo, sí, busqué ese artículo. No existe, obviamente. Luego busqué en Google “hacer el ridículo frente al tipo que te gusta” solo para animarme. Dos historias después decidí que era mejor dejar de leer en caso que inconscientemente estuviera almacenando formas adicionales de hacer el ridículo. De todos modos, no encontré mucho sobre Rhys. Algunas cosas aburridas de negocios. No pude encontrar una esposa o novia, pero no es como si tuviera una página de Facebook para revisar. La única cuenta social que pude encontrar para él fue en LinkedIn y ese sitio en realidad no era diseñado para averiguar cosas de tu jefe. No de una manera significativa, al menos. Él tiene treinta y cuatro. Un poco viejo para mí, posiblemente. Pero no es como si tuviera complejos paternales, así que creo que está bien. Tuve dos papás creciendo. Dos padres perfectos que me adoraron y se adoraban. Mi infancia fue lo opuesto a disfuncional. Fue totalmente funcional, de una manera no convencional. Así que no, no tengo ninguna necesidad de un papá y si quiero perder mi virginidad con un hombre que es posiblemente demasiado mayor para mí, esa es realmente mi decisión, ¿no? —¿Lydia? —Josh me está preguntando algo y no le estoy prestando la mejor atención. Porque estoy pensando sobre el maldito Rhys. —¿Sí? —Le sonrío a Josh y renuevo mi esfuerzo por prestarle atención. Tiene buen cabello. Y es bueno. Y me está hablando y probablemente respondería si le ofreciera lo que quisiera en lugar de solo mirarme como si no hubiera hecho una oferta muy generosa. —¿Dardos? —Asiente hacia un tablero de dardos cerca de nuestra mesa. Tiene ojos amables y parece genuinamente interesado en mi respuesta, en decir que sí. —Por supuesto. —Pongo mi cerveza en un posavasos y toco la mesa con la mano—. Vamos a hacerlo. Con esto, me refiero a los dardos, no al sexo. Por ahora. Pero tal vez cambie de opinión. No como esta noche, no nos volvamos locos. Pero tal vez Josh me empiece a gustar. Tal vez nos volveremos amigos. Es un poco gracioso y me cae bien. Tal vez el mágico y elusivo cupido de lujuria golpeará, nunca se sabe.

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Ocho RHYS ―¿Por qué diablos estamos en un bar en Henderson? ―Canon se estremece físicamente y niega en confusión mientras deslizo mi auto en un lugar de estacionamiento frente a Hennigan’s. ―Mi amigo es dueño del lugar. Le dije que me detendría para verificarlo. ―Sí. Sí, lo hiciste. Lo cual es porque trajiste a tu primo aquí el fin de semana pasado. Joder. Olvidé que sabía eso. ―Solo una bebida rápida, Canon ―digo, desviando―. Iremos a Strippers Strippers Strippers tan pronto como terminemos. ―No seas un idiota. Sabes que se llama Double Diamonds, no Strippers Strippers Strippers. Y también sabes que es mi club de desnudistas favorito. Ten algo de respeto por mis pasatiempos. Me detengo, encontrando a Canon en el parachoques de mi auto mientras golpeo el seguro remoto del auto. No está equivocado. No tengo idea de que diablos estamos haciendo en un bar en Henderson tampoco. No en realidad. ¿Estoy esperando verla otra vez? Sé que la veré otra vez. El lunes, en el trabajo. Donde mantendré mis besos y pensamientos sucios para mí mismo porque ella tiene jodidos veintidós años. Y es mi empleada. Sí. Veintidós. Soy un pervertido por incluso pensar en ella. Un idiota por usar su archivo de empleada para encontrar la información en primer lugar. Es solo… ¿por qué tenía que ofrecer eso? Cualquier cosa que quieras. Quiero. Por supuesto que quiero. No soy un santo por el amor de Dios. Sería un mentiroso además de un desviado si no admitiera que la relativa inexperiencia que viene con su edad es un gran estímulo. Tan jodidamente confiada en mi habilidad para ser mejor que cualquier experiencia que ha tenido hasta ahora. ―Canon, ¿cuál es esa regla sobre los límites de edad? ―¿Cuál regla? Guardo el llavero y paso una mano por la nuca de mi cuello en agitación. ―¿La cosa sobre qué tan joven puedes ir? ¿Es la mitad de tu edad más cinco, cierto? Dios, ¿por qué estoy preguntándote? ―Tuerzo mi cuello y miro a la entrada de Hennigan’s. La mirada que me da me hace arrepentirme de preguntar. Debería haber preguntado a mi primo, ese pretensioso bastardo británico habría tenido la respuesta.

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―Es la mitad más siete, no cinco. Y es para salir, no para follar. No hay reglas para follar, excepto que ella tenga dieciocho. Aunque dieciocho es en verdad, en verdad cuestionable y si estás follando a una adolescente necesito que te detengas y evalúes tu vida. ―Cierto. La mitad más siete. ―Asiento como si no importara, ya arrepintiéndome de sacar el tema con Canon. ―Dime que estamos hablando de una de veintiún años. Dime que no tienes tus bolas listas para estallar por una adolescente. ―Jesús, relájate. No. No importa, no estamos hablando de esto. ―Asiento hacia la puerta del bar y comienzo a caminar. ―Es por eso que Double Diamonds es mi club de elección. Vince no contrata al menos que tengan veintiún años. ―¿Qué? ―Grandes beneficios también. ―¿Qué? ―Me detengo así puedo mirar a Canon―. ¿De qué diablos estás hablando? ―Las desnudistas en el Double Diamonds. Paquete de beneficios comprensivo. Seguro médico, reembolso de matrícula. No hay tarifa de escenario. ¿Sabías que la mayoría de los clubes cobra a las bailarinas solo por trabajar? ―Escupe esta última parte, su tono indicando su disgusto al patriarcado del moderno trabajador de club de desnudista. ―Cómo… ―Vacilo, mientras lo miro, sin habla―. ¿Por qué sabes esto? ―Jugué golf con Vince la semana pasada. ―Genial. Me alegra escuchar que estás haciendo nuevos amigos. ―No estés celoso. Estabas ocupado. ―Canon revisa su reloj y mira al Hennigan’s―. Dios. Espero que tu adolescente no esté pasando el tiempo en un bar. ―¿Te callarías la boca? No es una adolescente. Y no es mía. No mía, y no en el bar. Lo noto tan pronto como pasamos por la puerta, como si esperaba que estuviera en el mismo asiento que estuvo la semana pasada, esperándome. Posiblemente porque sé malditamente bien que vive por la calle después de mi revisión del expediente de empleo. Solo quería confirmar en cuál departamento estaba, un destello de esperanza de que simplemente había estado en el cuarto piso para una reunión y verla no sería algo común. Pero no. Está en recursos humanos, asignada al cubículo 4W-28, poniéndola en el lado oeste del cuarto piso. Demasiado cerca de mi oficina para mi comodidad. Maldición, me alejé por una razón. No la follé en la oficina de Brady el último fin de semana, incluso aunque quería, porque no tengo el hábito de tomar malas decisiones. Así que la envié a casa, donde pertenecía. Lejos de un hombre como yo, un hombre interesado en una cosa cuando el suave pestañeo de sus ojos y el obvio optimismo en su cara me dijeron que estaba interesada en algo diferente. Entonces se presentó en mi oficina. Casi dos mil personas trabajan en el Strip de Las Vegas y ella está trabajando en mi casino. Sentada a dos metros de mi oficina.

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Joder. No necesito la distracción y ella seguro como el infierno no me necesita. La apertura de este hotel es mi enfoque. Nada más, nadie más. Este es mi momento. Este es mi momento para hacer una contribución duradera a la compañía familiar. Esta empresa es mi creación. Fui el que lo trajo a la pizarra. Soy el que alineó el dinero de la inversión. Soy quien pasó los últimos cuatro años comiendo, viviendo, respirando con la única meta de hacer del Windsor el brazo más rentable de la empresa familiar. Yo. Además, yo follo. No llevo mujeres a cenar y las llevo a casa a Connecticut a conocer a mis padres. Enfocado. Soy un privilegiado hijo de puta. No, eso no es cierto. Soy el privilegiado hijo de una heredera. Mi tatarabuelo comenzó una compañía que aseguró la estabilidad financiera por generaciones. Cada generación desde entonces, en lugar de descansar, ha expandido la empresa. Más grande, mejor, más exitosa. Mi madre ha estado manejando la división de Norte América de Sutton Corporation por dos décadas. Es la fuerza a tener en cuenta y, a sus cincuenta, no está lista para hacerse a un lado. Mi primo asumió el cargo de director ejecutivo de la compañía hace dos años. Podría haber jodido por el resto de mi vida y no importaría. La compañía habría seguido funcionando sin mí. No soy una parte integral, no como mi madre, o mi primo, o mi tío manejando las líneas de crucero. Mis años veinte fueron una lucha por encontrar mi lugar en este conglomerado. Un lugar que importara, un encabezado en vez de una nota al pie. El Windsor es mi encabezado, mi legado. No se me escapa que mi contribución duradera a la humanidad será la apertura autoindulgente de un hotel de lujo en Las Vegas Strip, no la caridad o reforma de salud o la abolición de la diferencia racial o financiar la educación pública. Brady está detrás de la barra, más observando que sirviendo, así que cuando nos ve llegar se acerca y hacemos el obligatorio apretón de manos. ―Dos fines de semana seguidos. Vaya. ―Brady dobla sus brazos y se inclina contra la barra―. O estás en verdad impresionado con mi cerveza casera o volviste por la chica. Gracias, Brady. ―Seguro como el infierno que no vinimos a Henderson por cerveza ―murmura Canon mientras se desliza en un taburete―. Aceptas tarjeta aquí, ¿cierto? Estoy a punto de decirle a Canon que se joda cuando Brady inclina su cabeza a través de la habitación. Así que ella está aquí. Soy inundado con una corriente de adrenalina, y algo más, algo diferente. Hay una sensación de euforia al verla otra vez, una emoción desperdiciada para un hombre solo buscando follar. Como si soy un adolescente y esta podría ser la primera vez que consigo meter mi mano en los pantalones de una chica, cuando no lo soy y no lo es. Quizás solo necesito conseguirla fuera de mi sistema. Quizás solo una probada, una follada rápida. Un buen momento para ambos y entonces avanzamos. El lunes de

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regreso al negocio. Giro en mi asiento, escaneando el bar mientras Brady pone un par de tragos frente a nosotros. La localizo, sacando dardos de un tablero de corcho, su cabello oscuro cayendo por su espalda, la iluminación recogiendo los reflejos entrelazados en su cabello. Está en una falda de mezclilla, el material ceñido a la curva de su trasero, y la vista hace a mis dedos ansiosos apretarse alrededor de la copa en mi mano. No ayuda cuando se levanta de puntitas para agarrar un dardo fuera de su alcance, su trasero levantándose mucho más mientras alcanza. Es pequeña, y me hace sentir protector hacia ella en alguna forma antiguada de mierda. Como si ella podría necesitarme para cargarla sobre un charco o comprarle algo bonito. No necesita ninguna. Sería fácil de levantar, sin embargo, sus piernas abiertas alrededor de mis caderas mientras me hundo en ella, mis manos agarrando su trasero mientras la reboto arriba y debajo sobre mi polla, sus manos tirando de mi cabello mientras me ruega por más, más, más. En mi mente ella ruega. Pequeños susurros. Por favor, Rhys. Más, Rhys. Se gira, destellando una sonrisa a alguien detrás de ella. Su sonrisa es amplia, un mechón de cabello cayendo por su mejilla y sus ojos destellando con risa. Su cara está desprovista de cualquier maquillaje visible, lo cual solo sirve para hacerla lucir más joven y menos calculadora en cualquier arte de seducción. Como si sus objetivos fueran mucho menos intencionales que la mayoría de las mujeres. Menos ensayado. O quizás simplemente no tiene ni idea de cómo afecta a los hombres, pero eso no puede ser cierto. Mis ojos se posan a lo que le está sonriendo. O a quién. Un hombre. ¿Por qué diablos estoy sorprendido? ¿Como si ella ha estado esperando alrededor desde ayer cuando me ofreció cualquier cosa que quisiera con ella? En serio, ¿qué diablos? Bufo y me giro de vuelta a mi trago. Entonces me giro de vuelta a Lydia. Canon me mira y pone los ojos en blanco. ―Está bien, vaya. ―Jódete. ―Traigo la copa a mis labios y sorbo, los ojos en mi chica buena mientras lanza un dardo. Dice algo que hace al hombre reír y me pregunto si vinieron juntos. ¿Dónde diablos está la agresiva rubia con la que estaba la semana pasada? Asumí, como el idiota arrogante que soy, que estaría aquí con su amiga. Solo esperando a que llegara y repetir la “cosa del beso” como ella lo llamó. Tomo otro trago y escaneo el bar hasta que encuentro a la rubia. Está en una mesa con dos chicos. Lo cual significa que hay cinco de ellos y no es una cita, o es un infierno de cita pervertida. ―Lydia Clark. Recién graduada de LSU. Recién contratada en el Windsor. Veintidós. ―Canon me da un guiño dramático en ese detalle antes de continuar―. Tenía un perro llamado Scout al crecer… Dejo de mirar a Lydia para interrumpir a Canon. ―¿Cómo sabes eso? ―Me pagas por la seguridad, ¿recuerdas? Lo sé todo. ―Me da una mirada conocedora, como si fuera algún tipo de clarividente. Es espeluznante.

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―También acabo de tomar una foto suya y la corrí por el software que usamos para el casino ―añade, lo cual tiene un montón más de sentido que él siendo omnisciente. ―Sí, pero ¿cómo sabes sobre su perro? Eso no estaba en su archivo de empleado. ―No, está en un post de Instagram de la semana pasada ―dice, mirando a su teléfono―. Hashtag TBT13 ―lee en voz alta―. Es un post de Throwback Thursday con una foto de una Lydia de diez años y su perro. ¿Ves? ―Gira su teléfono en mi dirección y lo arranco de su mano con más agresividad de la necesaria, pero él me está molestando para su propia diversión. Ahí está. Lydia de niña con un perro. Está en un uniforme de Girl Trooper. Jesucristo. Lanzo el teléfono de Canon en la barra en disgusto. ―Sabes, cuando tengas cuarenta ella tendrá veintiocho. ―Sí, lo entiendo, soy viejo. Ella es joven. ―¿Me pregunto si en serio están en una cita de cinco? Quizás es la moda en los chicos de ahora. ―No, idiota. Estoy diciendo que cuando tengas cuarenta la mitad de tu edad más siete serán veintisiete. Cuando tú tengas cuarenta Lydia tendrá veintiocho. ―¿Entonces si puedo evitar tocarla por seis años no seré un pervertido? Gracias, eso es de ayuda. ―Estoy diciendo que todo se equilibrará en los próximos años así que, ¿por qué retrasar la gratificación ahora? ―No soy moralmente experto, pero no creo que eso sea cierto. A través del bar el chico con quien juega a los dardos Lydia se para detrás de ella y coloca una mano en su cadera y otra sobre la mano sosteniendo el dardo. Sus habilidades para lanzar dardos son buenas así que es un movimiento lastimoso de su parte. Me pregunto si ella lo besará. Me pregunto si le ofrecerá más. Me pregunto por qué diablos me importa. Me pregunto si estoy teniendo algún tipo de maldita crisis de mediana edad. Eso desafía toda lógica razonable. ¿Por qué necesito tocar a esta chica en particular? ¿Qué importa? No hay menos de diez mujeres en el Double Diamonds que irían a casa conmigo esta noche, mujeres que han ido a casa conmigo en el pasado. Mujeres a las que pago dinero así puedo patearlas fuera cinco minutos después de que me corro. Mujeres que no me miran como si podrían esperar algo mejor de mí. Joder. ―Deberíamos irnos ―murmuro, pero estoy todavía mirando a Lydia. ―Síp ―concuerda Canon, pero no hace movimiento para levantarse. Ni siquiera quita sus ojos del juego reproduciéndose en una de las televisiones del bar. Ella debe sentirme a su lado antes de verme porque se gira un momento antes de que tome su mano en la mía. Sus ojos abiertos con sorpresa, sus pestañas revoloteando contra sus mejillas cuando parpadea rápidamente. Sus labios separados, juntándose otra

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Tendencia en Instagram donde el día jueves subes una foto vieja.

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vez mientras una sonrisa estalla. Se ruboriza, el color alto en sus mejillas, y está esa mirada otra vez. Expectación. Dios me ayude, me mira con esperanza. ¿Qué estoy haciendo? Tiene que inclinar su cabeza hacia atrás para mirarme porque estoy de pie sobre ella, con su suave mano envuelta en la mía más grande, más ruda. Aprieto y su respiración incrementa, sus ojos destellando, una mirada de cruda anticipación en su cara. ―¿Rhys? ―pregunta, y escuchar mi nombre en sus labios hace a mi pulso correr y endurece mi polla. No respondo, en cambio le doy a su mano un tirón y nos muevo hacia la oficina de Brady. El momento en que pasamos la puerta estoy sobre ella, un enredo de labios y lengua y un puñado de cabello. Hasta que la silla de Brady araña el suelo. Lydia se separa de mí con un chillido. ―Otra vez con mi oficina. Me voy afuera ―murmura Brady mientras nos pasa, la puerta haciendo clic cerrada detrás de él. Me río y Lydia se ruboriza. ―¿Quién es el chico? ―¿Quién? ―Ella parpadea hacia mí en completa confusión y estoy contento de que no puede recordar un hombre con quien estaba hablando hace dos minutos. ―Dardos ―le recuerdo y mira a su mano donde está todavía apretando los dardos de su turno. Abre su palma y los mira, después de vuelta a mí. ―¿Josh? ―responde, pero lo dice como una pregunta, como si posiblemente ya olvidó su nombre. Buena chica―. Solo un chico de mi complejo de apartamentos. Lo conocimos hoy en la piscina. Ha tenido algo de sol hoy, lo noto, unas cuantas pecas cubriendo su nariz y mejillas, y estoy molesto por la idea del estúpido Josh viéndola mojada y cubierta en un pedazo de tela. ―Tenemos una piscina en el hotel ―le digo. ―Sí, y yo tengo una piscina en mi complejo de apartamentos ―responde con una pequeña risa. Como si estuviéramos simplemente comparando comodidades, sus ojos buscando en mi cara por alguna pista de qué estoy hablando. No lo sé, así que la beso en cambio. Tomo los dardos de ella y los lanzo en la dirección al escritorio de Brady. La beso otra vez y ella se inclina más cerca, colocando sus manos en mi pecho. Su toque es ligero, ¿tímido? Pero sus labios son ansiosos. Sus labios son dóciles, suaves y dulces. Sus besos se sienten como un previo a lo que el sexo se sentiría con ella. Hambriento. Intimo. Exploratorio. Retrocedemos hacia el sofá, diciendo una oración silenciosa para agradecer a Brady por tener la previsión de tener un sofá en su oficina. Ella se posa sobre mi pecho, su cuerpo suave y ligero encima del mío, pero son sus ojos los que me interesan. Están abiertos, como si estuviera sorprendida de en dónde se encuentra, lo cual no debería estar después de habérseme propuesto ayer. Pero quizás no es su comportamiento

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normal. Quizás hay algo sobre mí específicamente que la hace hacer cosas fuera de su norma. Encuentro que me gusta esa idea. La mirada de sorpresa dura solo un segundo, remplazada con una lenta sonrisa que se agranda por su cara entera. Si pensé que era bonita antes, no es nada comparado a este momento. Su lengua sale para humedecer sus labios y entonces agacha su cabeza, una pequeña risa escapando antes de que levante la mirada otra vez. Me mira desde debajo de sus pestañas y hay una chispa de emoción en sus ojos ahora, sus manos deslizándose por mi pecho, sus dedos se extienden en exploración, las puntas masajeando como un gatito muy feliz. Y entonces flexiona sus caderas. Dios me ayude, ella flexiona sus caderas. Un pequeño movimiento de rodar empujando su pelvis contra mi muslo, buscando fricción, buscando más. Deslizo mi mano por su cadera y agarro su trasero y ella lo hace otra vez. Más duro esta vez, más deliberado, sin embargo, no creo que sea consciente de que está haciéndolo. Sus manos están ocupadas sintiendo mi pecho a través de la tela de mi camisa y sus ojos están ocupados examinando los lugares que sigue con un beso. Mi cuello. Mi ceja derecha. Mi lóbulo izquierdo. Se detiene ahí, tirando de mi carne entre sus dientes con un suave tirón antes de seguirlo con un barrido de su lengua. Otro reflejo de sus caderas. Coloco mi mano sobre las suyas y las deslizo más abajo hasta que suelto el dobladillo de mi camisa y la deslizo debajo, colocando su mano sobre mi estómago desnudo. Sus ojos se mueven a los míos, otra vez con esa breve mirada de sorpresa seguida de una ampliación de sus ojos y su característica sonrisa entusiasta. Se levanta de mi pecho lo suficiente para empujar mi camisa a medio camino por mi pecho, y en el mismo movimiento abre sus piernas. Abriéndolas así está a horcajadas sobre mi muslo derecho. El movimiento causa que su falda se amontone alrededor de sus caderas así que lo único separándola de mi pierna son sus bragas. Algodón. Puedo sentirlo debajo de mi mano. Trazo mis dedos a lo largo del dobladillo alrededor de su muslo y el borde de sus bragas y se estremece, luego sonríe, mordiendo su labio en una media sonrisa. Hace que la piel de su nariz se arrugue, las pecas de su tarde en el sol un adorable manojo. Otra flexión de sus caderas. Puedo sentir el calor de su coño a través de mis pantalones y es jodidamente irreal. Es irreal porque mis pantalones todavía están puestos. ¿Qué diablos está pasando ahora? Estamos… ¿follando en seco? Está esta mujer adulta… demasiado joven para mí, sí, pero crecida de todos modos… ¿frotándose en mi pierna? Sus labios se separan en un jadeo, su cabello es una pila de mechones cayendo alrededor de su rostro. Algo se pega en sus labios así que alcanzo y lo libero, tirándolo detrás de su oreja. Mis dedos persisten, trazando la concha de su oreja, abajo por el costado de su cuello, a través de su clavícula. Ella sonríe y se muele contra mi pierna, ambas palmas descansando en mi pecho desnudo por balance. No creo que haya follado en seco desde que conseguí mi licencia de conducir, así que ha sido… un rato.

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Y sin embargo estoy duro. Dolorosamente duro mirándola mecerse de ida y vuelta sobre mi pierna. Sorprendido de que mi polla está todavía en mis pantalones, pero dura. Dejo caer mis manos a sus muslos, desnudos con su falda amontonada alrededor de su cintura. Su piel es tan suave bajo mis palmas y tocarla así se siente mejor de lo que debería. Mejor que nada que haya sentido en un muy largo tiempo. Sus ojos se clavan en donde mis manos están frotando su piel. Debe gustarle lo que ve porque lame sus labios y cuando sus ojos encuentran los míos otra vez, están ansiosos. Expectantes, abiertos y la más encantadora sombra de verde, el tipo de verde que usualmente es asociado con un bosque o un festival irlandés. La sombra de verde reservada para hombres que dan una mierda por nada de un detalle. Ellos son coquetos e inquisitivos y tan dulcemente interesados en lo que está mirando. Lo cual soy yo. Quiero decirle que no se moleste. Que no le gustará lo que encontrará si pasa más tiempo conmigo. Que no valgo cualquier fantasía idealista de mí que está pintando en su cabeza. Quiero decirle esto. Lo hago. Debería. Lo haré. Pero también quiero ver si puede hacerse correr simplemente por mecerse de ida y vuelta en mi pierna, o si necesita un poco de ayuda. Quiero deslizar mi mano en sus bragas de algodón y ver lo húmeda que está. Quiero saber lo duro que está su clítoris. Lo ansioso y resbaladizo. Quiero saber si disfruta provocar pequeños círculos hechos por la punta de un dedo o la firme presión de un pulgar justo en el momento correcto. Y Dios me ayude, no quiero que deje de mirarme así. Sonríe y esa perfecta lengua rosada sale por otro barrido de su labio inferior. Entonces inclina sus codos lo suficiente para besarme. La dejo. Mantengo mis manos en sus muslos mientras se mece contra mí otra vez y mientras presiona suaves besos contra mis labios. Cuando serpentea una mano fuera de debajo de mi camisa y la corre a lo largo de mi dura longitud, la dejo. La dejo, cuando lo que quiero hacer es tomar el control. Lo que quiero hacer es desabrochar mis pantalones, tomarme en mi puño, deslizar sus bragas a un lado y deslizarme dentro de su caliente, húmedo, apretado coño. Pero si tomo el control no puedo verla usarme para follarse a sí misma. Y esa mierda es caliente como la mierda. Más caliente de lo que es razonable para alguien de mi edad. O su edad para lo que importa. Sin embargo, lo está haciendo por mí en este momento con esta sesión de besuqueo apta para todo público, así que, si quiere jugar el especial después de clases, estoy en el juego. Además, estoy demasiado curioso para ver a dónde lleva esto.

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Nueve LYDIA Me inclino hacia Rhys y lo beso. Huele a hombre y cuero. O tal vez el cuero que estoy oliendo es del sofá en que actualmente estamos besándonos, porque ahora soy esa chica. La chica que se besa en los sofás de la oficina trasera de un bar. Para ser sincera, me siento bastante bien con este desarrollo de la vida. De todos modos, huele bien y se siente bien y se ve, bueno, se ve muy, muy bien. Y es muy amable. Como que ni siquiera ha intentado quitarme la camiseta, lo cual le hubiera dejado hacer si quisiera, pero supongo que se está tomando esto con calma. Me pregunto si se supone que debo quitarme mi propia camiseta. Eso no puede ser correcto. ¿Qué pasa si simplemente me quitara la camiseta en este momento y él fuera como, Vaya, Lydia. Solo me gustas para darte besos, no para quitarte la camiseta? Eso sería terrible. Como lo peor de todo. Realmente le gusta besarme así que no quiero arruinarlo. Muevo mis dedos hasta su cuello y lo beso de nuevo. Sus manos acarician la parte posterior de mis muslos, largas y suaves caricias desde la mitad del muslo hasta mi trasero, pero se detiene allí, con las puntas de los dedos sobre el borde de mi ropa interior, donde descansa sobre mi culo. Luego desliza sus manos hacia abajo. Sus palmas se sienten enormes en la parte posterior de mis piernas, su piel cálida contra mi piel, sus dedos apretados mientras arrastra sus manos arriba y abajo y todo eso me está volviendo loca. Como húmeda y caliente y malditamente loca. Siento como si todas las terminaciones nerviosas en mi cuerpo se hubieran movido a un punto y solo quisiera presionarme contra él para aliviarlo. Me duele la necesidad de estar llena, de tenerlo dentro de mí, así que me estoy compensando apretándome contra su pierna. Me pregunto si estoy apretando su muslo demasiado fuerte. Dejo caer mis labios en su cuello y lo beso. Tiene la barba más sexy del mundo y me raspa la mejilla y la punta de la nariz mientras paso los labios por su piel. También lamo un lado de su cuello, porque solo tengo que probarlo. Él gime y usa una mano para tirar de mí más fuerte contra su pierna y empuña la otra en mi cabello. El agarre en mi cabello casi me hace venir. Estoy tan cerca. Dejo caer mi frente sobre su cuello y luego me está susurrando al oído. Me encanta el sonido de su voz sin importar lo que diga, pero los susurros roncos y bajos podrían ser mi perdición. —¿Eres sucia, niña buena? —Tal vez —respondo con un encogimiento de hombros, porque, ¿quién sabe realmente? Pero creo que podría ser sucia. Si el tirón de cabello es una indicación, entonces sí. Un firme sí. Inscríbanme para obtener un boleto de ida a Villa Sucia. —¿Estás mojada? Espera, ¿realmente preguntó eso? ¿Qué sucede si respondo “Muy mojada, Rhys” y no tiene idea de lo que estoy hablando porque lo que realmente dijo fue: “Estoy aburrido, apártate de mí”? Lógicamente, uno no suena como el otro, pero nunca se sabe, ¿verdad? Además, no estoy acostumbrada a este tipo de charla sucia. Una vez en la

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universidad, estaba besándome con un chico y dijo que iba a meter su pene en mis labios. Esa es una frase real, no entendí mal esa. Lo sé porque le pedí que lo repitiera. Lo cual hizo. Palabra por palabra. No sé si esa frase le había funcionado en el pasado, pero fue un “claro que no” para mí. De todos modos, el punto es que tengo un conjunto limitado de habilidades sobre la charla sucia y no quiero arruinar esto así que mantengo mi cabeza enterrada en su cuello y froto mis palmas sobre sus pezones mientras espero ver cómo se desarrolla esto. —Puedo sentirte en mi pierna —agrega. Sus labios están en el punto suave detrás de mi oreja y su voz es ronca. Su aliento susurra contra mi cuello y tiemblo. Excepto… Oh Dios mío. ¿Estoy mojando sus pantalones? Voy a morir. —¿Siempre te mojas así, Lydia? Me estás empapando a través de tus bragas. Montando mi pierna como si fuera tu juguete sexual personal. Usarme para venirte. — Me tira del cabello, así que tengo que levantar la cabeza y mirarlo a los ojos—. ¿No es así? Me voy a derretir. Estoy sin aliento en la garganta y me siento increíblemente más caliente, más húmeda y ligeramente humillada, y lo único que puedo pensar es en qué tan húmeda está mi ropa interior contra su pierna y cuán voluptuosamente caliente se siente allí y cómo necesito algo más. Solo un empujoncito. —Dime, Lydia. Dilo. No puedo. Así que simplemente asiento y aparto la vista cuando un extraño sonido sale de mi boca, que es medio chillido avergonzado y medio un gemido que dice podría-morir-si-no-me-vengo-pronto. —¿Sabes lo sexy que eres? ¿Qué tan loco me estás volviendo? ¿Qué tan duro me estás poniendo? —No. —Negué, volviendo a alzar la mirada para encontrar sus ojos una vez más—. Esperaba que así fuera, pero no estaba totalmente segura, ¿sabes? Me mira, una pizca de confusión cruza su rostro antes de sonreír como si lo hubiera divertido. Le devuelvo la sonrisa porque es hermoso. —Eres una pequeña bromista, ¿no? Sabes exactamente lo que me estás haciendo. Bueno, puedo sentirlo presionando contra mi pierna así que no soy totalmente inconsciente. Además, creo que esto significa que le gusto más que para besarme, así que sonrío en respuesta. —Te encanta estar llena por una polla, ¿no? —pregunta, pero es más una afirmación que una pregunta. Mis ojos brillan y puedo sentir el rubor cubriendo mis mejillas. Me chupo el labio inferior entre mis dientes por falta de algo que decir a eso—. Apuesto a que eres apretada como el infierno. Probablemente tienes que ponerte así de mojada para recibir una polla, ¿no? Apuesto a que te estirarías tan tensa alrededor de mi polla que tendría que contenerme para no venirme en el momento en que empuje dentro de ti. Dios mío. Nadie me ha hablado así. Me enderezo un poco y muevo mis dedos a lo largo del camino de vello desde su ombligo hasta la parte superior de sus vaqueros. Luego muevo mi mano hacia el contorno de su pene donde está atrapada contra su pierna y lo acaricio. Lo quiero dentro de mí. Me siento vacía. No hay otra manera de explicarlo. Estoy vacía y ansiosa por estar llena de él.

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Exhala un gemido cuando lo toco y suena como el cielo. El suave timbre del sonido, ni siquiera es una palabra. Sus manos se han movido a la parte superior de mis piernas ahora que estoy sentada nuevamente. Sus pulgares están en el interior de mis muslos, sus palmas en la parte superior, y está repitiendo el movimiento de acariciar que estaba haciendo en la parte posterior de mis piernas. Mi falda está arrugada alrededor de mi cintura, permitiendo que sus manos se deslicen hacia arriba, sus pulgares descansando sobre los tensos músculos de la parte interna del muslo, donde estoy estirada sobre su propia pierna. Sus manos se detienen, sus pulgares amasan mi piel caliente antes de rozar a lo largo de la costura elástica de la entrepierna de mis bragas. Sé que la tela está mojada. Me puedo imaginar cómo se ven mis rizos húmedos, la tela húmeda adhiriéndose y transparente. Rayas rosas pálidas. Fueron las que me puse hoy cuando salí de la ducha después de la piscina. Unas bragas rosa pálido de algodón con rayas finas blancas. Cualquier cosa que no sea blanco puro siempre lo consideré un poco sexy. No me puedo imaginar que se compare con las tangas diminutas de encaje y seda que debe estar acostumbrado a ver que una mujer usa. Sus ojos están fijos en el punto húmedo entre mis piernas cuando habla. —¿Quieres que te haga venir, Lydia? —Podría morir si no lo haces. —Dejo escapar la respuesta sin pensarlo y mi coño revolotea en expectativa mientras sonríe de nuevo como si lo estuviera divirtiendo de alguna manera. Usa un pulgar para enganchar mis bragas a un lado y frota el otro a través del triángulo de vello expuesto por el movimiento. Mantengo mi mirada en su rostro mientras él está en el lugar necesitado entre mis piernas. Desliza su pulgar sobre mi carne resbaladiza y luego la desliza sobre mi clítoris y, oh, Dios. Sentir sus manos sobre mí, mirar su rostro mientras me toca, es embriagador. Me hace querer más. Más de él, más de lo que sea que pueda hacer. Más de sus palabras sucias y dedos perversos. Más, más, más. Luego presiona su pulgar firmemente contra mi clítoris y me vengo. No creo que requiera ni siquiera tres segundos de presión y si tuviera algún tipo de control sobre mí misma habría aguantado más tiempo porque la sensación de que me toque allí no se parece a nada que haya experimentado alguna vez. He tenido chicos metiendo sus manos en mis pantalones antes, toques vacilantes y dedos a tientas, y no hizo mucho por mí. Esto no es así. Nada como eso. Él no se detiene y el orgasmo continúa de una manera que no estoy familiarizada con los que me doy a mí misma. Estoy acostumbrada a una ráfaga rápida de liberación que me obliga a retirar mi mano tan pronto como llego. Rhys mantiene su pulgar en su lugar, frotando firmemente el nudo húmedo a pesar que estoy agarrándome de sus antebrazos y retorciéndome. Es demasiado y quiero alejarme. Quiero quedarme. Quiero que el palpitante cielo aleteando se detenga. Quiero que nunca termine. Mi cabeza se inclina hacia adelante, mientras una repetición de “oh, oh, oh,” cae de mis labios. Cuando termina, colapso contra su pecho, acurrucada debajo de su barbilla mientras mi pecho sube y baja y mi respiración vuelve a la normalidad. Rhys me susurra al oído, palabras de lo hermosa que soy cuando me vengo, de lo mucho que disfrutó verme. Me da un extraño sentido de orgullo por haberlo complacido.

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—Eres muy bueno en eso, ¿eh? —murmuro en su cuello. Definitivamente huele bien, decido. No es solo el sofá. Huele a un día de otoño en Tennessee. Crujiente, limpio, terroso y masculino. Su pecho se mueve mientras se ríe, su aliento calentando la parte superior de mi cabeza. —¿Bueno en qué exactamente? Apenas te toqué. —Bueno con los pulgares, supongo. No lo sé —murmuro en su cuello otra vez porque estoy ocupada arrastrando mis dedos a lo largo de su piel, las yemas de mis dedos ocupados en memorizar la sensación de su corta barba. La línea de afeitado limpia, la piel suave debajo de ella. Los músculos de su cuello. Encuentro todo sobre él realmente, muy interesante. —¿De dónde diablos vienes? —dice mientras se pasa un mechón de cabello entre sus dedos. —Knoxville. —Me levanto y lo miro—. Tennessee —agrego cuando solo me mira. Me llevó unos segundos darme cuenta que la pregunta era retórica y luego me sentí estúpida, así que le pregunté de dónde venía. No lo hace mejor, pero es todo lo que se me ocurrió. —Connecticut —responde, porque mi pregunta no era retórica. Un pequeño ceño frunce su frente mientras examina mi rostro. Luego se limpia el pulgar con el que acaba de hacerme venir, sin apartar los ojos de los míos. Inhalo un poco, porque cielos. Y ahora me pregunto qué está pensando. Cuál es mi sabor. Si le gustó. También me recuerda que solo uno de nosotros se corrió. —Todavía estás duro —le digo, acariciando su longitud sobre sus vaqueros. Realmente lo está. Duro. Y grande. Lo aprieto suavemente a través de la mezclilla. —¿Quién no lo estaría? —responde con un largo silbido de exhalación. Lo miro, no estoy segura de lo que eso significa. ¿Significa que soy una especie de tentadora sexual capaz de hacer que cualquier hombre esté duro como una roca? Mmm, eso sería genial si fuera cierto. ¿O significa que acabo de correrme mientras él no ha conseguido nada y que debería hacer algo para arreglarlo? —¿Tú, mmm, quieres? —Sí, eso salió bien. Ni siquiera estoy segura de lo que acabo de ofrecer. ¿Un trabajo de mano? ¿Sexo? ¿Quién sabe? ¿Por qué diablos él no se está haciendo cargo? En mi visión de fantasía de esto, él me dice qué hacer para no tener que abrirme paso a trompicones. Él dice cosas como: “Lydia, quiero follarte. Regresemos a mi casa y follemos”. Quiero decir, obviamente suena mejor cuando él lo dice, les dije que mis habilidades para hablar sucio necesitan trabajo. —¿Quiero qué? —Me está mirando con los ojos nublados, su voz jodidamente baja y sexy. Su mirada se posa en mis labios antes de regresar a mis ojos y se siente como una caricia, la forma en que me mira. Se siente como si estuviera alisando una palma contra mi mejilla y acercándome más a él en lugar de simplemente pasar sus ojos por mi rostro—. ¿Quiero follar? ¿Quiero aliviar este problema que me has dado? ¿Quiero saber qué tan apretado está tu coño? ¿Qué tan resbaladizo y caliente? ¿Quiero tocarte para ver si estás lista para follar justo en este segundo, o si necesitarás un segundo dedo y algo de estiramiento antes que pueda entrar dentro de ti? ¿Quiero saber cómo se siente tu orgasmo apretándose contra mi polla mientras estoy enterrado dentro de ti?

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Hace una pausa. —¿Quién no querría eso, Lydia? Uf. De acuerdo, entonces estamos en la misma página. —O tal vez me gustaría probar esa bonita boca primero. Sin embargo, esperaría que lo tomaras todo. Apretaría tu mandíbula con una mano y te alimentaría mi polla con la otra hasta que tengas arcadas. Se deslizaría por tu garganta mientras te atragantas conmigo. ¿Te parece bien, Lydia? ¿Das dulces mamadas con tus bonitos labios envueltos en nada más que la punta? ¿O lo tomas hasta que se presiona tu nariz contra el estómago de un hombre y tu próximo aliento depende de él dejándote tomar aire? Oh. Bien. Tendría que enseñarme un poco, obviamente. —No aquí, ¿verdad? —Miro hacia la puerta y luego hacia Rhys. No puede querer decir hacer todo eso aquí, en un bar donde cualquiera podría entrar. Y este sofá no es mío, ni suyo. ¿Qué pasa si es sucio? ¿Qué pasa si… lo mancho de sangre? Siento que me sonrojo avergonzada y me chupo el labio inferior entre los dientes. —¿Por qué no aquí? Mmm. Porque no. —Porque no. —Me encojo de hombros y miro la puerta de nuevo. Porque no quiero ser desflorada en un sofá en un bar, Rhys. Lo que me recuerda que todavía estoy trabajando en una palabra mejor que desflorar. ¿Desvirginar? Me pregunto si esa es una palabra de verdad o una palabra de Urban Dictionary—. Mi casa está cerca —ofrezco en lo que espero sea un tono suave, decidiendo que este no es el momento ni el lugar para decir, todavía soy virgen, ¿te importaría despojarme de eso? Levanta una ceja ante mi respuesta. —¿Solo follas en camas, niña buena? Tienes veintidós años, ¿seguro que has follado en un asiento trasero una o dos veces? —¿Quieres salir al estacionamiento? —Él no puede hablar en serio, ¿o sí? No puedo ocultar la sorpresa en mi voz y estoy segura que la expresión de mi rostro coincide porque se ríe. —Eres dulce. Y esto no está sucediendo. Y luego me baja de su regazo y sale por la puerta.

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Diez LYDIA —“¿Esto no está sucediendo?”. —Estoy paseando por la cocina y repitiéndome—. “¡Esto no está sucediendo” es incluso peor que “cualquier otra cosa que quieras”! —Genial. Entonces, incluso ahora estás diciendo cosas estúpidas. —Payton toma un trago del batido por el que nos hizo parar de regreso casa. Para ser justos, lo conseguimos en la ventanilla de domicilios en Del Taco así que no fue un gran desvío. Además, me comí del estrés un Taco Queso Crunch entero antes de llegar al apartamento, así que no puedo quejarme por la parada. —¿Qué pasa con él y su mierda de los mensajes raros? —Agito mis brazos antes de dejarlos caer sobre la mesa con exasperación. —Oh, vaya. Estás desempacando las palabrotas ahora. Rayos —murmura Payton con las cejas levantadas—. La mierda se está poniendo seria. —¡Ves, por eso es que todavía soy virgen! Los hombres son tan malditamente complicados. Y estúpidos. Los odio. A todos ellos. —¿Vas a ser lesbiana conmigo en este momento? Escucha, respeto tus elecciones, bla, bla, bla, pero no creo que me guste eso. Si estás preguntando. ¿Pero tal vez en una situación de esposa-hermana? Yo compartiría un pene contigo con seguridad. Eso podría funcionar. —¿Qué? —Parpadeo un par de veces—. ¿Estás coqueteando conmigo? —No. —Niega, su expresión desconcertada como si todo esto estuviera perfectamente claro—. Te ofrecía compartir un hombre contigo. Teóricamente, si se trata de eso —agrega con un encogimiento de hombros—. Lo cual es una oferta muy generosa. Deberías estar un poco más agradecida. —¿Qué? —Repito de nuevo, lentamente. ¿Ha perdido la razón?—. ¿Cómo sería posible que eso funcione? —Como un tiempo compartido. Lo tendría los lunes, miércoles y viernes. ¡Y luego lo tendrías los martes, jueves y sábados! —Toma otro sorbo de batido y me mira expectante, como si pudiera tener algún comentario sobre este teórico tiempo compartido de novio—. Fue agradable de mi parte ofrecerte el lugar del sábado, ¿no es cierto? —Me mira otra vez, con la cabeza inclinada hacia un lado, batido en la mano. —Claro —respondo a pesar que nada de eso sonaba bien—. ¿Y qué pasaría los domingos? ¿Escogería mujeres al azar los domingos? —¡No! No seas asquerosa. —Payton me lanza una mirada sucia, como si la hubiera ofendido al pensarlo—. No puede elegir mujeres al azar, nunca. Es totalmente fiel a nosotras. Los domingos serían para los tríos. O podría tener el día libre. Como quiera. La miro por varios segundos sin hablar mientras proceso eso. —Muévete. —Levanto la mano hacia el asiento en el que está—. Necesito la mesa para hacer un pijama de sábanas. —Tomo un alfiletero y unos pantalones a medio

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terminar y me siento—. Mmm, gracias por la generosa oferta. Mantendré esa idea en un segundo plano. —En cualquier momento. Soy una buena amiga. —Eso eres. Y tan modesta. —Y compartida. No olvides esa parte. Sabes que realmente creo que el estilo de vida de la esposa-hermana está subutilizado. —Ajá. —Por ejemplo, imagina si a Chris Hemsworth le gustáramos las dos y quisiera casarse con nosotras. —Chris Hemsworth ya está casado. —Lydia. —Payton gime mi nombre en un largo suspiro—. No seas tan literal. Imagina que nos topamos con un Chris Hemsworth soltero. —Bien. —E imagina que es incluso más genial de lo que imaginabas. Más sexy, más agradable, mejor en la cama. —Ajá. —Y luego imagina que nos quiere a las dos. Que quiere casarse con las dos y comprar casas lado a lado para nosotras donde criaríamos a nuestra plétora de niños. ¿Quién diría que no a eso? ¿Quién? —repite, con los ojos muy abiertos y las palmas hacia arriba, su expresión me dice que no puede imaginar cómo alguien podría decir que no. —Creo que la mayoría de las mujeres dirían que no a eso. —Bueno, eso es tonto. —Deja caer sus manos y hace un gesto con desdén—. Yo diría que sí. Ojalá mi hermana-esposa sea más abierta de lo que tú eres. —Uno solo puede esperar. —También sería genial si disfrutara cocinar, porque yo no. Podría cocinar y yo lavar la ropa. Honestamente no entiendo cómo esto no está de moda —murmura para sí misma. —¿No es un poco sexista que estés asumiendo que la cocina y la lavandería recaen sobre ti y tu hermana-esposa? ¿No sería su versión perfecta de Chris Hemsworth que también cocinara, limpiara y lavara la ropa? —Ohhh, bien dicho. —Payton se ve genuinamente interesada por un momento y luego niega—. Excepto que, en mi versión de fantasía, el tipo está muy ocupado manejando su imperio multimillonario de aplicaciones, así que no estoy segura que tenga el tiempo para cocinar, limpiar, dirigir su negocio y mantener sexualmente satisfechas a dos mujeres. —Pensé que tu fantasía era Chris Hemsworth. —Lo era, pero seguí adelante cuando nos dimos cuenta que ya estaba casado. ¿Tienes algún retazo? —pregunta, asintiendo hacia mi montón de sábanas cortadas. Aparentemente ha dejado de preocuparse por cómo las tareas domésticas se dividirán en su futuro ficticio.

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—Por supuesto. —Asiento ausentemente hacia las piezas que he terminado. Payton se levanta de su silla y luego regresa con un puñado de marcadores Sharpies. La ignoro porque sigo pensando en Rhys y en cómo logré perderlo minutos después que tuve un orgasmo. En su maldita mano. En un momento estábamos negociando dónde me ahogaría con su pene, al minuto siguiente me baja de su regazo y sale por la puerta. Estoy tan confundida. Obviamente no lo conozco tan bien, pero parece una persona lo suficientemente razonable, así que no me puedo imaginar que se fue simplemente porque no quería tener sexo en un sofá. No es como si dijera no al sexo en el sofá para siempre, simplemente no al sexo en el sofá en ese momento, en ese sofá, en esa oficina. ¿Tal vez le gusta mucho la altura de los sofás? ¿O quería que me inclinara sobre la parte de atrás? No lo sé. Pero estoy totalmente abierta al potencial futuro de los sofás. Hubiera dejado eso más claro si se hubiese quedado el tiempo suficiente para hablar de eso. Imbécil. Sin embargo, estoy casi segura que diría un firme no al asiento trasero de un auto. Soy demasiado vieja para eso, ¿verdad? Creo que ese barco ha zarpado. Tengo mi propio departamento, bueno, casi mi propio apartamento. Tengo mi propia habitación, así que no puedo imaginar ninguna necesidad razonable de tener relaciones sexuales en un auto. Además, no tengo un garaje y probablemente Rhys estacione en el estacionamiento del Windsor, así que, ¿dónde lo haríamos? Probablemente estaba haciendo un punto con el comentario del asiento trasero de todos modos. Piensa que soy demasiado buena para él. Y no en una forma de “soy una buena persona”. Sino de una manera “sexualmente incompatible”. Lo cual es realmente injusto, porque estoy segura que somos muy compatibles sexualmente. De acuerdo, nunca he tenido sexo antes y no tengo idea de lo que estoy hablando, pero puedo sentirlo. Sé que estaríamos bien juntos, solo lo sé. La lujuria es algo muy real y tangible, así como es. Esa debe ser la razón por la que pierdo la cabeza a su alrededor. Lujuria. Porque no es como si no hubiera tenido acceso a hombres antes de verlo. No he estado en un convento. O en coma. Incluso he salido un poco. Pero nadie me ha hecho sentir como lo hace Rhys. Nadie me ha hecho ofrecerme a la carta antes. Honestamente, mantener mis bragas hasta este punto no ha sido un gran desafío. Antes de ver a Rhys, eso es. No fue hasta verlo que me convertí en una puta total. Una triste aspirante de puta con una imaginación sucia y una aversión a perder su virginidad en un sofá. Qué fracaso. —Tijeras —exige Payton, sacándome de mi autocompasión tendiéndome la mano como si estuviera en cirugía y pidiendo un bisturí. Suspiro, dejo mi alfiletero y hago un gran espectáculo al colocar las tijeras en su palma. Luego observo mientras deja su Sharpie y comienza a cortar cuidadosamente. —¿Qué estás haciendo? —Haciéndote una insignia. —Mmm. —Intento ver mejor, pero no puedo entenderlo mientras gira la tela y continúa cortando—. Está bien ―digo por falta de algo mejor.

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—¡Listo! —Payton deja las tijeras, las levanta y las deposita sobre la mesa frente a mí, con una gran sonrisa cubriendo su rostro. Parece estar genuinamente orgullosa de su creación. Dibujó un vaso de cerveza espumosa sobre una tela en forma de corazón. Lo miro y luego regreso a ella. —¿Qué es esto? —¡Una insignia de bar! —anuncia con, sí, diría que con orgullo. —Me hiciste una insignia. Por un bar. —Paso mis dedos a lo largo de esta. Debo admitir que ha hecho un buen trabajo—. Una insignia en forma de corazón. ¿Qué nivel usa insignias en forma de corazón? —Estoy bromeando porque las insignias en forma de corazón no existen. —El nivel divertido. Frunzo el ceño, sospechosa. —¿Qué hice para ganar esta insignia? —Tuviste un orgasmo en un bar —dice esta parte como si supusiera que los criterios para la insignia del bar eran obvios. —Estás muy mal —murmuro. —No me echaron de las Girl Trooper por nada. Ahora, necesitamos una banda. Veamos qué podemos usar. —Salta y comienza a cavar a través de mi montón de retazos. —Vaya, ¿qué quieres decir con que necesitamos una banda? —¿Para tu insignia? —responde, otra vez con el ceño fruncido como si simplemente no lo entendiera—. ¿Dónde se supone que debemos mostrar todas tus insignias si no tienes una banda? —¿Todas las insignias? —Todas las insignias divertidas que vas a ganar —dice sin mirarme mientras saca un estampado floral descolorido de la pila—. ¿Puedo usar esto? De acuerdo, la cosa es que realmente disfruto ganando insignias. Me parece muy satisfactorio. —¿Qué otras insignias tienes en mente? —Trato de preguntar casualmente, como si fuera una broma, pero no estoy segura de lo exitosa que soy. Giro un mechón de cabello alrededor de la yema del dedo e intento parecer indiferente. Ha pasado tanto tiempo desde que tuve una nueva insignia para ganar. —La siguiente insignia es la insignia “no jodas”. —¿No me he ganado ya esa insignia? ¿Por no tener relaciones sexuales? —Es más una insignia de “joder a todos”. —Payton extiende la tela sobre mi estera de corte y levanta la regla de corte acrílico, alineándola prolijamente a lo largo del borde de la tela. —Payton, te dije que el sexo grupal no es lo mío. Normalmente creo en probar algo antes de decidir que no es para ti, pero simplemente no creo que las fiestas sexuales sean algo que uno pruebe a menos que tengan un interés predispuesto.

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—Mmm, vaya. —Está inclinada sobre la tela alisando las arrugas con su mano, pero se detiene y se para—. Eres realmente literal. —Me da la regla de corte y apunta hacia mi silla—. Cambia de lugar conmigo. —Pensé que me estabas haciendo una banda. —Lo estaba, pero luego me di cuenta que coser es bastante complicado y quiero hacer un buen trabajo, así que creo que deberías hacerlo. —Debería hacer la banda porque quieres hacer un buen trabajo —repito mientras me levanto y cambio de lugar con ella—. Hay tantas cosas que tienen sentido en este momento. —Asegúrate de hacer un buen trabajo porque me enorgullece mi trabajo. —Por supuesto que sí. —Realineo la tela en la estera de corte, luego coloco la regla y hago un deslizamiento rápido a través de la tela con la cuchilla giratoria, antes de mover la regla y hacer un segundo corte para tener tiras de tela de doce centímetros de ancho. Luego agarro mi alfiletero y comienzo a fijar las tiras para poder hacer una costura oculta. —De todos modos, llamaremos a tu próxima medalla la insignia de confianza — dice Payton mientras trabaja con sus Sharpies—. Desde que llamarla la insignia de “joder a todos” parece un poco arriesgado para ti. Todavía no te has ganado esta, pero la voy a hacer y la pondré en la nevera para que tengas un objetivo. —¿Crees que esto es un poco disfuncional? —No. Creo que esto es hacerlo bien como adulto. Me gusta tener objetivos, así que decido que debe tener razón.

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Once LYDIA Resulta que puedo ganar la insignia de confianza yendo a trabajar el lunes. Es un poco más complicado que eso, pero esa es la esencia. Payton dijo nueva semana, nuevo yo. Dijo que tenía que ser valiente, ir a trabajar y no despedirme. También dijo que desde que Rhys me besó significa que estaba en lo cierto de que proponerle sexo le alegraba el día. Le recordé que me rechazó y ella insistió que era porque tiene una disfunción eréctil. Es una amiga muy dulce por decirlo, pero no creo que sea cierto. Creo que me rechazó porque no quería tener sexo conmigo. Lo cuál es su derecho, obviamente. Absolutamente. Payton dijo que Rhys tiene que dejar de besarme si no va a encamarse. Le dije que la igualdad de género funciona en ambos sentidos y es ofensivo que insinúe que un hombre es un coqueto por querer dejar las cosas en besos. Aunque creo que no pude hacer que entendiera porque se quedó dormida mientras hablaba. Tenía un Cheez-It en una mano y estaba extendida en el sofá como los niños pequeños errantes que solía cuidar en la preparatoria. Le quité el Cheez-it y la cubrí con una manta antes de acostarme en la cama, donde permanecí despierta durante un buen rato, pensando en Rhys. Pensando en mi reacción hacia él. Pensando en mis sentimientos. Pensando, pensando, pensando. Me dirijo al lunes con más confianza de lo que salí el viernes, sin embargo. Un poco. Suficiente para aceptar que no es probable que me despidan, pero no lo suficiente como para tener una idea de lo que se supone que debo hacer con Rhys. Realmente no entiendo por qué está tan decidido a evitarme. Sentí cuánto le gustaba el sábado; literalmente, lo sentí en mi pierna. ¿Entonces, cuál es el problema? No estoy pidiendo que se case conmigo y sea el padre de mis hijos, por el amor de Dios. A no ser que. Mierda. ¿Tal vez eso es? Tal vez está cansado que las mujeres lo usen para el sexo. Debe pasarle mucho, mirándolo, puedo ver cómo sería. No puedo ser la única chica que pierde la cabeza al verlo. Apuesto a que está harto que las mujeres lo traten como un objeto sexual. Especialmente cuando tiene mucho más para ofrecer. Porque, probablemente haga todo tipo de cosas además de tener relaciones sexuales. Como jugar golf y… estoy en blanco sobre qué más podría interesarle. Porque soy una persona terrible que lo usa para el sexo. Uf, no es de extrañar que casi me empujara y se fuera del bar. Pero me gusta la forma en que me besa. Y sé que debería caer en algo sexual, y lo hace. Pero también cae bajo algo que simplemente me gusta de él. Algo que me mostró quién es cuando está conmigo. Me gustó cómo me sostuvo la primera vez que me besó. La forma en que su mano se sintió en mi cadera y la forma en que no me presionó para más o deslizó sus manos a lugares que podrían haberme sobresaltado en el momento. La forma en que se sentía como si me respetara, aunque era una extraña que estaba besando

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en un bar. Me gustó que me llevara a la oficina trasera en lugar de besarme frente a todos de la misma manera en que lo harían muchos hombres. Y la segunda vez, bueno, me gustó todo sobre eso. La contracción en su mandíbula cuando se paró frente a mí mientras jugaba dardos con Josh. La manera posesiva en que tomó mi mano en la suya y nos llevó hacia atrás. Tal vez debería haberme irritado por eso, y supongo que si estuviera interesada en Josh, podría haberme molestado. Pero no me molestó, estaba emocionada. Encantada de ver a Rhys nuevamente. Encantada de tener mi mano metida en la suya. Encantada de tenerlo para mí. Me gustó la forma en que nos colocó en el sofá para no quedar atrapada debajo de él. Me gustó la forma en que me miró, como si estuviera fascinado por mí, como si quisiera devorarme, como si fuera hermosa. Me gustó la forma en que se rió de mí, su expresión se relajó, las líneas diminutas de sus ojos se arrugaron por una vida de risas. Me gusta, me gusta, me gusta. ¿Pero son todas esas cosas sexuales? ¿Todos esos me gustan significa que lo estoy cosificando? Decido que debería trabajar en encontrar más cosas que me gusten de él. Cosas que no tengan nada que ver con tocar, sexo y sentimientos. Como respetarlo por lo que es como persona. Buen plan. Me doy una palmadita mentalmente en la espalda cuando el ascensor se abre al cuarto piso y me dirijo a mi escritorio. Saludo a mis nuevos compañeros de trabajo a medida que paso y decido que va a ser una gran semana. Diablos, ya me he ganado una nueva insignia solo por venir hoy y sé que Payton está trabajando en más de ellas. Estoy momentáneamente desconcertada por la taza de café sucia que me obligaron a dejar en mi escritorio mientras huía del edificio el viernes, pero me niego a ser asaltada por una taza. Nop. No está pasando. Así que dejo mis cosas y llevo la taza ofensiva a la sala de descanso. La lavo completamente y luego la coloco en el lavaplatos por si acaso. Agarrando una taza limpia, utilizo la elegante cafetera para hacer un café con leche. ¿Ven? Este día ya está yendo mejor que el viernes, ya que puedo prestarle atención a la máquina y sé realmente lo que voy a beber. Me pregunto si a Rhys le gusta el café. Solo lo he visto beber agua y una cerveza esa primera vez en el bar. Sin embargo, bebe agua muy bien, así que eso es algo además del sexo y su rostro por lo que me gusta. Otra marca de verificación en la columna de ganar de hoy. Excepto, mierda. ¿Lo es? Porque realmente me excitó, mirarlo tomar un sorbo de agua. ¿Pero eso cuenta como algo que me gusta de él o eso cuenta como cosificarlo? Sospecho que todo lo que aprendo sobre él me excitará, así que no estoy segura de poder separar las cosas que me gustan de él de las cosas que me excitan. Como si supiera que llama a su madre todos los domingos, eso me excitaría y sería algo que me gustaría de él. Esto es extrañamente complicado. Decido luego preguntarle a Payton cómo hace diferencia de lo que le gusta de un hombre frente a las cosas que le atraen sexualmente. De vuelta en mi escritorio me instalo en mi semana de trabajo, revisando los correos electrónicos y comprobando dos veces el calendario de mis reuniones. La gran

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inauguración es en tres semanas, lo que significa un nuevo proceso de contratación y las orientaciones comienzan en serio hoy para el personal de servicio al cliente. Servicio de limpieza, botones, distribuidores, servicio de comida, recepción, recreación y así sucesivamente. La mayoría de las contrataciones están hechas, el proceso de entrevista y las verificaciones de antecedentes están completos. El papeleo de los contratos, no tanto. Mi vida para el próximo mes no será más que orientación, capacitación y papeleo. Estoy aturdida por la sola idea. ¿Sabes cómo algunos niños juegan a la tienda de víveres? ¿Con sus pequeñas cajas registradoras de plástico y dinero ficticio? ¿Obligando a sus padres a comprar naranjas plásticas y cartones vacíos de cereal para que puedan empaquetar el pedido y hacer el cambio por un falso billete de veinte dólares? Yo no era esa niña. Creo que fueron las galletas. Nunca necesité jugar en la tienda porque tuve que hacer algo real vendiendo galletas. La verdadera diversión para mí fueron los formularios. Me encantaba el papeleo. Me encantaba calcular cuántas cajas más necesitaba vender para alcanzar mi objetivo. Me encantaba asegurarme que todos los pedidos se cumplieran correctamente y tachar con resaltador en el formulario de pedido a medida que se entregaba cada uno. Me encantaba esa parte. Así que estoy encantada de comenzar el día. Emocionada cuando abro mi agenda y me doy cuenta que me han asignado capacitación sobre políticas. Realmente no estaba prestando atención el viernes, ¿verdad? Amo las políticas. ¡Las políticas son lo mío! Esta va a ser la mejor semana de mi vida.

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Doce LYDIA No fue la mejor semana de mi vida. Tampoco fue la peor, fue solo meh. Estaba ansiosa por toparme con Rhys. Asustada de hacerlo, aterrada de no hacerlo. Mariposas en mi estómago cada vez que pensaba que podría verlo. Constantemente al acecho, como una adolescente enamorada que desea echar un vistazo al rey del baile de bienvenida en los pasillos entre clases. Tonto. Fue una tortura. Agonía. Patético. Lo vi cuatro veces. Me ignoró las cuatro. Bueno, para ser justa, solo me vio dos veces. No creo que siquiera me haya visto las otras dos veces. Como dije, patético. Debería darme por vencida. Como si este hombre estuviera pensando dos veces sobre mí durante lo que presumiblemente debe ser el momento más importante de su carrera: Conseguir que este complejo se abra. Como si pensara dos veces en mí incluso un martes al azar. Entonces hago mi trabajo. Dirijo orientación, tras orientación, tras orientación. Respondo preguntas interminables sobre planes de seguro y paquetes de beneficios y el número correcto de deducciones para reclamar en una declaración de impuestos. Le echo un vistazo a Rhys cada vez que puedo y guardo todo lo que aprendo sobre él. Se ve bien en corbatas a rayas. Y colores sólidos. Bebe expreso de la lujosa máquina de café en la sala de descanso. Me pone mojada y necesitada solo a unos seis metros de él. Supongo que lo último no fue realmente una revelación. Fuera del trabajo, me familiaricé con media docena de tiendas Goodwill y su inventario de sábanas viejas que siempre rotaba. Payton me sorprende al llegar a casa en la noche con una bolsa de Jo-Ann Fabrics llena de fieltro, lentejuelas, botones y plumas de brillo. Ha tomado lo de hacer insignias con una pasión mayor de la que hubiera creído posible, y con una habilidad envidiable. Así es como termino en una aplicación de citas hablando con hombres con los que realmente no quiero hablar. Pero Rhys tampoco quiere hablar conmigo, así que también podría ganar la insignia de la aplicación de citas, ¿verdad? Es una muy buena insignia también. Payton uso el lapicero de brillantina y algunos botones, y todo lo que tuve que hacer para ganarla fue instalar la aplicación en mi teléfono y abrir los mensajes. Lo cual hice, y la encuesta dice que, nunca voy a perder mi virginidad. Honestamente, pensé que las vírgenes tenían una mayor demanda que esta. Si hubiera sabido que iba a ser tan difícil deshacerme de esto, se lo habría dado a Mark Novak después de la fiesta de graduación porque estoy empezando a sentirme como un cartón de leche que pronto expirará. El que las personas dejan para encontrar un mejor cartón, o simplemente lo dejan en el estante totalmente a favor de la leche más elegante y saludable de almendra. En el lado positivo, he decidido que, si alguna vez me vuelvo una stripper, mi nombre de stripper será Almond. Es bueno tener planes de respaldo y las strippers nunca usan sus nombres reales, así que creo que esta revelación valió la pena. Y podría usar Ally para abreviar cuando quiera algo un poco más juguetón. Almond para los clientes serios con problemas de compromiso.

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¿Me pregunto si Rhys siquiera sabe qué es una aplicación de citas? Decido que probablemente no. No se ve como un tipo que tendría que deslizar a izquierda, derecha, arriba o abajo para obtener una cita. Lo que hace el hecho de que me ofrecí a él en bandeja de plata sea aún más frustrante. ¿O tal vez debería hacerlo menos frustrante? Debería hacerlo menos, supongo. Si estaba desesperado por tener sexo y todavía no quiso tener sexo conmigo, sería mucho peor que tuviera opciones interminables y no querer tener sexo conmigo. De alguna manera, esto no hace nada para hacerme sentir mejor. Hago lo mejor que puedo para poner a prueba la teoría que estoy equivocadamente enamorada de Rhys y que podría querer a otra persona con la misma facilidad. Nunca ha sucedido antes, pero tal vez no lo he intentado lo suficiente. Entonces lo intento. Mantengo una mente abierta con esa aplicación de citas. Abro los mensajes que me envían. Los leo. Pienso en responder. Cuando Josh, ahora recuerdo su nombre, cuando Josh me pregunta si puede llevarme a cenar, no digo que no. Tampoco digo que sí. Esquivo la invitación con un “tal vez el próximo fin de semana”, porque no sé, ¿tal vez? Tal vez salga de este hechizo en el que estoy. Tal vez mi corazón deje de latir más rápido cada vez que Rhys esté cerca. Tal vez deje de crear escenarios imaginarios donde Rhys y yo estamos solos en un ascensor. Tal vez, tal vez, tal vez. Tal vez no. Quiero a Rhys. Y él debe quererme al menos un poco. Me hizo venir, después de todo. No puedo imaginar que los hombres hagan venir a las mujeres si no están al menos un poco interesados. Además, una de las veces que me vio su mirada se detuvo en mis labios. Creo. No se puede confiar exactamente en Rhys, así que no puedo estar segura, pero estoy bastante segura de que sucedió.

—Necesito una insignia de Rhys —declaro mientras preparo mi almuerzo y me deslizo en un asiento al lado de Payton en la cafetería de los empleados. Han pasado dos semanas desde que me bajó de su regazo y me dejó con las últimas palabras de que no íbamos a suceder. Todavía creo que lo haremos. —¿Estás realmente segura de que eso es lo que necesitas? —responde Payton, jugueteando con un envoltorio de una pajilla y evitando mis ojos. ―Bueno, lo que necesito es un plan, y los recordatorios positivos siempre han hecho maravillas para motivarme. ¿Por qué crees que vendí tantas malditas galletas? —¿Porque eres una mojigata? —Sí —estoy de acuerdo, señalándola con mi tenedor—, eso es cierto. Pero creo que el sistema de recompensa de insignias es muy satisfactorio y estoy segura que una vez que hagas una insignia de Rhys, se me ocurrirá un plan. —Sonrío y meto un montón de puré de papas en mi boca. Es un tipo de comida reconfortante. Han sido dos semanas locas. Tuvimos nuestra apertura pequeña esta semana, lo que significa que las puertas se abrieron y los primeros huéspedes se registraron, pero en su mayoría son periodistas y ejecutivos de la industria

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de viajes con habitaciones económicas. Se le permitió al personal empezar antes de la inauguración oficial en dos semanas. Ya tenemos una reserva del noventa por ciento de capacidad para esa semana, por lo que no tienen mucho tiempo para organizar sus rutinas y resolver los problemas. —Hay algo que tengo que decirte —dice Payton, y resulta que también tengo algunos problemas que resolver.

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Trece LYDIA —Entonces, ¿le gusta pagar? ¿Es eso con lo que estoy tratando aquí? —Señor, realmente no me lo está poniendo fácil. Sé que dicen que nada que merece la pena es fácil de obtener, pero esto es pedirle mucho a una virgen. Sin embargo… me siento extrañamente atraída por la idea. ¿Pero es tan jodido? ¿Ser excitada por la idea de que me pague por ello? Probablemente. Pero lo estoy. Imaginar que Rhys me elija, me da calor, me hace enrojecer en lugares que no debería. La idea de que podría controlar la experiencia. El cuándo y dónde. La idea de que me entregaría a Rhys, dejarlo extender mis piernas y follarme, sin siquiera llevarme a cenar primero… me excita. Es muy al revés. Extraño, confuso e incorrecto. Pero elimina la duda, ¿verdad? Si él me elige, si paga por mí, me quiere. Y eso es emocionante y liberador en formas que no hubiera pensado. No tendré que preguntar si está interesado. Si soy de su tipo, si se siente sexualmente atraído por mí. Si mis senos son demasiado pequeños o mi inexperiencia es demasiado desagradable. Tal vez mi lujuria me está haciendo imaginar cosas, pero tiene sentido para mí. Es tan extrañamente claro de esta manera. Se siente bien para mí, me excita, y eso es todo lo que realmente importa, ¿no? —A él le encanta pagar por eso. Supuestamente. Según mi fuente —dice Payton, bajando la voz a un murmullo de conspiración a pesar que estamos solas. —Tu fuente es un botones que desliza su tarjeta para que las chicas puedan acceder al ascensor hacia el piso ejecutivo. —¡Confirmé la historia con mi nueva amiga en las tareas domésticas! —Payton ha terminado de hablar en voz baja, claramente indignada por mi evaluación de sus labores de inteligencia—. No te traje esta historia sin confirmación. Esto no es Watergate14. —No. —Niego—. Estoy de acuerdo, esto no se parece en nada a Watergate, ni siquiera un poquito. Payton asiente con aire de suficiencia mientras toma un bocado de su almuerzo y mientras pienso. Paso el resto del almuerzo perdida en mis pensamientos, el resto del día, si soy sincera. Entonces tramo un plan. Un plan completamente loco.

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Hace referencia al escándalo político de Watergate. El término se empieza usar para hablar de actividades ilegales o fraudulentas.

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—¿Estás absolutamente segura que quieres hacer esto? —pregunta Payton posiblemente la tercera vez desde la noche anterior—. ¿O que esta idea que tienes es incluso factible? ¿Tal vez podrías tratar de proponerle otra vez primero? Parece que sería mucho más fácil. Y más sensato. Siento que podríamos estar un poco entusiasmadas con este plan tuyo. —Posiblemente. Pero soy una persona muy orientada a los objetivos y quiero perder mi virginidad este siglo. Preferiblemente con Rhys. Definitivamente hay química entre nosotros, y claramente está en el lado promiscuo así que me está rechazando porque tiene algún tipo de fetichismo por pagar o algún complejo que aún no he descubierto, o piensa que soy demasiado buena como para estar interesada en lo que le interesa. —Spoiler, Rhys, no soy tan buena. Además, una vez leí una novela romántica sobre una subasta de vírgenes y terminó en un feliz para siempre. Pero me lo guardo porque es demasiado loco decirlo en voz alta, incluso a Payton. Payton toma su vaso Del Taco del portavaso de mi auto y toma un sorbo. Sus cafés helados java son vigorizantes, y el tamaño del valor es solo un dólar y menos de ciento cincuenta calorías, así que puedo tener uno sin culpa de grasa o financiera. Además, nos hemos merecido la cafeína esta mañana porque estamos de camino a Double Diamonds, que según los informes es un club frecuente para Rhys. —¿Estás segura que este lugar está abierto antes del mediodía de un sábado? — pregunto de nuevo, porque ¿por qué un club de striptease estaría abierto antes del almuerzo? No estoy en posición de juzgar las elecciones de vida de nadie, pero estoy teniendo problemas para visualizar un escenario donde uno necesitaría un baile antes del mediodía. Que es precisamente por eso que vamos tan temprano, así no tropezaremos accidentalmente con Rhys antes que esté lista. —Veinticuatro horas. Revisé su sitio web. —¿Tienen un sitio web? —¿Quién no tiene un sitio web? Mmm. —Debí haber aplicado en línea, ¿no crees? Payton se atraganta con su café helado antes de volver a colocarlo en el portavaso. —No, no creo que debas haber solicitado ser una prostituta en línea. Creo que es una aplicación en persona. —Bueno. —Además de eso, su sitio web es solo para las bailarinas. Creo que las prostitutas son muy confidenciales. —Eso suena bien. —Totalmente. —¿Sabes lo que no entiendo?

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—¿Qué? —¿No puede encontrar mujeres dispuestas a tener sexo con él gratis? Claramente yo lo haría. Míralo. —Bueno, ya sabes lo que dicen. —¿Qué dicen? —Los hombres así, no pagan por el sexo. Pagan por irse después. Vaya. Eso es realmente triste. —Sabes que querrá anal, ¿verdad? —agrega Payton. —Asumí que sí —le respondí encogiéndome de hombros. —No te preocupes —dice Payton alegremente—. Te voy a hacer una insignia de “cosas a tope”. —Eres una buena amiga. —Realmente lo soy —acepta Payton, sacudiendo el hielo en su bebida.

Cuando llegamos a Double Diamonds y entramos, no es lo que esperaba, en absoluto. Es tan incómodo como esperaba, dos mujeres entrando a un club de striptease antes del mediodía. Inmediatamente nos preguntan si buscamos trabajo. —Me gustaría hablar con el propietario —respondo, haciendo todo lo posible para parecer segura. —Yo igual —agrega Payton y le doy un vistazo porque no estoy segura si me está apoyando o si realmente quiere una solicitud. Es mi día de suerte porque resulta que el propietario, Vince, está aquí. Y está dispuesto a darnos quince minutos. Mientras somos escoltadas por el club hacia la oficina de Vince, observo lo que me rodea. Esperaba que fuera oscuro, con un escenario elevado en el centro de la sala con luces de neón. Hay un escenario, por supuesto. Hay tres de ellos, cada uno más pequeño de lo que había imaginado en mi mente. Las sillas están mucho más cerca de los escenarios de lo que imaginaba. En general, el lugar se siente más como un restaurante de alitas que una casa de mala reputación. Si los restaurantes de alitas tuvieran postes, obviamente. Hay una bonita rubia bailando para un hombre sentado solo. Está bebiendo café, sus ojos nunca dejan su cuerpo cuando pasamos. Me pregunto qué lo trajo a un club de striptease antes del almuerzo, pero viendo que estoy aquí por mis nefastas razones, no estoy en posición de juzgar. Una vez que estamos sentadas en la oficina de Vince, Payton rompe el hielo con su charla característica mientras mi corazón corre a un millón de kilómetros por hora. Me concentro en lo que me rodea y respiro profundamente mientras reúno el valor para preguntar lo que quiero preguntar. La oficina tiene un ambiente extrañamente reconfortante. Seguro. No se necesita ni hay luces de neón, ya que la luz solar natural

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entra por las ventanas de gran tamaño que recubren una pared entera. La decoración de la oficina es corporativa sin logos. Pensé que acababa de entrar en una oficina de abogados, si las oficinas de abogados tuvieran vestíbulos con postes en ellos. —Entonces, ¿tienes varias novias? —Payton se zambulle con su propia agenda después que una mujer que tiene más de sesenta años nos ofreció café. Me pregunto fugazmente si anunciaron para ese puesto en una bolsa de empleo o si la ascendieron desde adentro. —¿Disculpe? —responde Vince, con las cejas levantadas en cuestión, claramente confundido si ha escuchado mal a Payton o simplemente ha juzgado mal la audacia de la que es capaz. —¿Ya sabes, como Hugh Hefner? —Dirijo un club de caballeros en Las Vegas, no una revista de estilo de vida. —Lo mismo. De todos modos, ¿las tienes? Porque Rhys se va a enamorar de Lydia y se mudarán juntos y bla, bla, bla. Tendré que conseguir un nuevo compañero de cuarto y no estoy segura que me pueda molestar alguien nuevo en este momento. Así que estaría abierta a ser la novia número tres. No quiero ser novia, uno o dos, parece demasiada responsabilidad, ¿me entiendes? También me gustaría tener mi propia habitación. ¿Así es como lo haces? ¿Todas las novias tienen sus propias habitaciones? Así es como lo hizo Hef. ¿Tienes un lugar agradable? Porque no te compartiré si vives en un condominio de mierda con lavandería que funciona con monedas. —¿En serio? —Vince entrecerró los ojos, como si no pudiera decir si Payton es realmente seria o simplemente estaba jodiendo con él, y Vince no parece un hombre acostumbrado a que lo jodan. Encuentro que la mayoría de la gente tiene esta reacción hacia ella, así que estoy acostumbrada. Para que conste, rara vez bromea cuando dice algo ridículo. —Seria como un tiburón —responde sin parpadear. —Eso ni siquiera es un dicho. —Vince lleva una taza de café a sus labios, mirándola por el borde—. El dicho es “serio como un ataque al corazón”. —¿Cómo los tiburones no son serios? —Se inclina hacia adelante, entrecerrando los ojos—. Intenta nadar con un tiburón y luego me dices lo poco serio que es. —¿Sabes que él se acostó con todas ellas, verdad? —Duh —responde Payton, completamente desconcertada por los arreglos para dormir de un hombre y sus múltiples novias. —Eres realmente especial, ¿verdad? —pregunta Vince, todavía mirándola como si no estuviera seguro de qué hacer con ella. —Soy un montón de cosas. Es cierto. —Payton se ve como si solo le hubiera hecho un cumplido. Honestamente, no estoy segura de cuáles son sus sentimientos sobre ella porque su expresión no está delatando demasiado. Pero si tuviera que adivinar, no está invitando a Payton a ser la novia número uno, dos o tres, pronto. —Vince —digo, cuadrando los hombros e interrumpiendo antes que Payton nos haga echar. Respiro profundamente. Puedo hacer esto. Puedo, puedo, puedo—. Tengo una propuesta para ti. Aparta sus ojos de Payton y me nivela con toda la fuerza de su atención y tengo una preocupación pasajera sobre con quién estoy tratando exactamente. Podría ser un

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mafioso, ¿no? Es dueño de un club de striptease-club de caballeros, lo que sea, en el corazón de Las Vegas. Podría tener vínculos con el crimen organizado. O prestamistas o sicarios. No conozco a este hombre o en lo que está involucrado. Dudo que esté dirigiendo un grupo de jóvenes de la iglesia los fines de semana, eso sí lo asumo. Y estoy segura que no es alguien con quien meterse. No es que esté jugando con él, no lo estoy. Lo digo en serio. Pero eso no significa que me esté metiendo en más de lo que debería. —Estoy escuchando, señorita Clark —dice, sus ojos parpadean a su monitor de escritorio y de nuevo en los míos—. Les quedan nueve minutos. Si quieren algo, es mejor que lo digan. Rápidamente. Entonces dejo escapar mi pedido porque no tengo nada que perder. Porque no soy una desertora. Porque tengo un plan. Hay un momento de silencio cuando termino. Un largo momento. Vince me mira, en silencio, sus dedos tamborileando en su escritorio. Payton le da un trago a su café helado, pero no queda nada en la taza, así que la habitación se llena de ese ruido hueco que se produce al crear un túnel de viento en una taza vacía. Agita el hielo como si eso pudiera darle una gota extra o dos y sorbe de nuevo. —¿De verdad? —Vince deja de mirarme y se dirige a Payton. —Tan real. Y también lo son mis tetas. Sus ojos se posan lentamente en su pecho antes de negar y volver su atención hacia mí. —Esto no es un burdel —dice, y me temo que está a punto de echarme de su oficina, mi tiempo se ha acabado—. La prostitución no es legal en el condado de Clark. —Por supuesto que no. Double Diamonds es un negocio, ¿no es así, señor…? —Vince —responde, inexpresivo. —Claro. Señor Vince, usted es un hombre de negocios de corazón, ¿no? Así que hagamos un trato. Haré que valga la pena, lo prometo. —Honor de Scout —agrega Payton y, cuando me vuelvo para mirarla, le guiña un ojo, un gran guiño dramático completo con la cabeza inclinada y un pequeño chasqueo que hace con la lengua—. Del tipo de Urban Dictionary, grandote. Ni siquiera quiero saber qué significa eso, así que le lanzo una mirada con la intención de hacerla callar y vuelvo hacia Vince. Se inclina hacia atrás en su silla, pasando dos dedos por sus labios mientras nos mira con renovado interés. —Así que trabajas en el Windsor. ¿Ambas? Asiento, sintiendo que podría estar a punto de cambiar de opinión. —Hablemos de términos.

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Catorce RHYS —¿Vas a presentarles tu novia a tus padres cuando estén en la gran inauguración? —pregunta Canon mientras entra a mi suite como si tuviera todo el tiempo del mundo para socializar. Se deja caer en una silla frente al sofá en el que estoy sentado y levanta las cejas como si esperara una respuesta real. —Vete a la mierda, Canon. —El hecho que no estés cuestionando a quién me refiero es triste. —Estoy ocupado aquí, Canon —le digo, asintiendo a mi computadora portátil—. No tengo el tiempo o el interés para abordar la mierda que sale de tu boca en un buen día, y mucho menos ahora. Y si dejaras de usar la llave maestra para entrar a mi lugar de residencia, lo agradecería. —¿Por qué no maduras y le pides una cita? —pregunta, haciendo caso omiso de mi indirecta en su uso gratuito de la puerta de mi casa. —Espera. —Renuncio a los informes enfrente de mí y le doy toda mi atención a Canon—. ¿Me estás aconsejando sobre mis opciones de vida en este momento? Tuviste un trío con dos strippers anoche. —Sí, y ¿de quién fue la culpa? Una de ellas era para ti, pero dijiste que estabas demasiado ocupado como para echar un polvo. ¿Qué se supone que tengo que hacer con ella? ¿Enviarla a casa insatisfecha? —¿Hacer qué con quién? —Lawson entra a mi habitación como si él también tuviera todo el tiempo. —¿Qué es esto? ¿Estamos celebrando una fiesta? ¿Ninguno de los dos tiene nada que hacer? Nuestra gran inauguración es en —miro mi reloj—, dos semanas. —No tengo ni mierda por hacer. —Lawson se pasa una mano por el cabello, dejándolo desordenado—. Pasarán al menos dos semanas y un día antes que llegue la primera demanda frívola. Además, es sábado, imbécil —agrega con una sonrisa—. Vive un poco. —Estoy a punto de decirle que viviré una vez que la gran apertura haya quedado atrás y que salga de mi casa, pero ya me está ignorando, después de haberse sentado en la silla junto a Canon. —También estoy bien —dice Canon—. Pero gracias. —Inclina su teléfono en dirección a Lawson—. ¿Las jirafas o los elefantes? —Las jirafas. —Lawson se estira como si se sintiera cómodo para quedarse un rato, con las piernas extendidas, completamente a gusto, y agarra el control remoto de mi mesa de centro. —De acuerdo. ¿Quieres ir conmigo en una carriola? Mierda, estas cosas son caras —murmura Canon mientras toca en la pantalla de su teléfono. —Claro. Pero ordena un Bugaboo, no voy a entrar en un cochecito de playa de mierda.

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—¿Que están haciendo, chicos? —Dejo de trabajar, de nuevo, para prestarle más atención a Canon y a Lawson, mis ojos se entrecierran al recordar lo que Canon podría hacer para entretenerse. —Organizando un registro de bebé para ti y Lydia. —Lárguense. Los dos. —Pareces un poco estresado, amigo. Tal vez si hubieras aceptado a Peaches en su oferta la noche anterior, podrías concentrarte mejor. Me froto la frente con la mano antes de responder. —¿Alguna vez se te ha ocurrido que su nombre no es Peaches? —Jesucristo, Rhys. Su nombre es Claire. Me estaba tomando libertades cómicas, me alegraba. Claire. Meghan. Sara. Christine. Staci. Susan. Amy. Penny. Jessica. Etcétera ¿Hay una chica de Double Diamonds que no haya follado? ¿Recordar sus nombres cuando las veo de nuevo en lugar de llamarlas “dulzura” me hace menos imbécil? Estoy comenzando a sospechar que no. ¿Cómo es que hace solo unas semanas me habría reído de toda esta conversación? Semanas atrás, habría follado a Peaches, le habría dado una gran propina y no habría pensado en ello. Porque hace semanas no había besado a una chica en un bar. Una chica que me mira con sus inocentes ojos y rostro lleno de esperanza. Una chica que cree que la llamaré, recordaré su cumpleaños y cuál es su sabor favorito de helado, o que prefiere el chocolate con leche en la oscuridad. Cosas que no recordaría, cosas que nunca recuerdo. Una chica que no tiene idea de qué pervertido soy, o cuántas mujeres han estado antes que ella. Cuántas relaciones he jodido, a cuántas mujeres he pagado para que me sienta bien cuando ni siquiera me molestaba fingir salir con una mujer, o incluso tomar una para cenar, el tiempo suficiente para llegar a la transacción de orgasmos. Abro un nuevo informe en mi computadora portátil y trato de enfocarme. —¿Alguna vez te preocupa que todo lo que hacemos es trabajar y follar? —Hago la pregunta en voz alta, no muy seguro de a quién estoy dirigiéndola o esperando una respuesta. Han estado conmigo desde el comienzo de este viaje. Fueron de las primeras personas que traje a bordo después que localicé esta propiedad hace cuatro años, un complejo a medio terminar que había sido abandonado cuando el grupo de inversión anterior se quedó sin fondos a mitad de la construcción. Administramos las fases iniciales del proyecto de forma remota, volando dentro y fuera de Las Vegas a medida que surgía la necesidad. Hace poco menos de un año hicimos la mudanza oficial a Las Vegas, mudándonos a nuestras suites ejecutivas en el piso treinta y cuatro, ya que el resto del hotel todavía estaba en construcción final. Hemos estado viviendo como solteros pervertidos en una casa de putas desde entonces. —No realmente, no —responde Canon, tocando su teléfono—. ¿Vendrás con nosotros al club esta noche? —Sí, tal vez —le digo sobre todo para que deje de preguntar. Tal vez lo haga, no sé. No puedo pensar con claridad. La apertura está muy cerca. Tan malditamente cerca. Años de trabajo a punto de llegar a buen término y debe ser perfecto. Si este negocio fracasa, el daño que le causará a la empresa sería colosal. La compañía de mi familia.

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Está jugando con mi cabeza. Este hotel, este complejo, es mi momento. Mío. Mi primo Jennings ya ha asumido el cargo de director general de la empresa familiar. Mi madre ha sido la jefa de la división norteamericana de la compañía desde que estaba en la secundaria, sin signos de hacerse a un lado. A decir verdad, no quería ninguno de esos trabajos. Nunca lo hice. Quería algo mío. Algo virgen e inexplorado que podría construir desde cero. O mediados de construcción, por así decirlo. Algo nuevo, que se sumaría al legado de la compañía, un proyecto que haría crecer el imperio familiar en lugar de simplemente contribuir a él. —Vince tiene algo que hacer esta noche en la trastienda —me dice Canon. La maldita habitación de atrás. Oficialmente, es el equivalente de una habitación de altas apuestas. Bailes caros. Extraoficialmente, no estás pagando por el baile. Estás pagando por los extras. Trabajos de mano, mamadas, sexo. Estás pagando para llevar la fiesta fuera del sitio. Una hora, una noche, un fin de semana. Extraoficialmente, por supuesto. ¿Cuántas veces he estado en la trastienda? ¿Pidiendo algo más que un baile? Eligiendo de una selección de mujeres dispuestas como si estuviera seleccionando una comida en un sitio de comidas rápidas. No soy lo suficientemente bueno para ella. La arruinaría. Rompería su corazón, aplastaría ese optimismo en sus ojos que irradia desde ella, desde la parte superior de su cabeza hasta la punta de los dedos de sus pies. La follaría como una puta y olvidaría llamarla porque eso es lo que hago. Eso es lo que soy. Ella piensa que soy un buen hombre. Puedo verlo en su rostro cuando cree que no estoy mirando. Puedo verlo en su rostro cuando sabe que lo soy. Cuando meció su cálido coño contra mi muslo. Cuando se mordió el labio y extendió sus manos sobre mi pecho. Cuando me ve hacer un expreso con la cafetera industrial. Creo que casi se vino la semana pasada cuando puse mi propia taza en el lavaplatos de la sala de descanso. Demasiado fácil. Demasiado fácil de impresionar, demasiado fácil de arruinar. Demasiado optimista cuando lo que me gusta es la expresión de satisfacción en el rostro de una mujer después que la hice venir, seguido por la mirada de su culo saliendo por la puerta con un puñado de efectivo metido en su bolso que me garantiza que entiende lo que era. Que no hubo falta de comunicación sobre mi interés en ella más allá del sexo. Además, aunque quisiera algo diferente, no tengo tiempo. Dos semanas hasta la apertura. Dos. Semanas. Toda mi familia estará en la gran inauguración. Mis padres. Mi primo Jennings y su nueva prometida. Mi abuela. Mis tías y tíos y un puñado de primos. Quiero que estén orgullosos de lo que mi equipo y yo hemos logrado aquí en Las Vegas y no, no escapa a mi atención que personalmente no tienen nada de qué enorgullecerse. —¿Cómo saben lo que Vince ha planeado para esta noche? ¿Jugaron golf otra vez hoy? —No, recibí un correo electrónico. —¿Estás en una lista de correo del Double Diamonds? —pregunto lentamente, no estoy seguro que esto sea real—. ¿Para qué diablos necesitan enviar correos electrónicos? ¿Para darles a los clientes un aviso cuando se estén quedando sin billetes sencillos?

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—Todos tienen un boletín informativo, Rhys. No seas idiota. Además, esto es solo para los clientes de la trastienda, no para todos. —¿Para notificarnos de qué? ¿Bailes a mitad de precio? —Subastas. —La misma cosa. —No es una subasta de bailes de ofertas, Rhys. Es una subasta de virgen. —Jesucristo, Canon. —Niego. —¿No jodas, de verdad? —Lawson levanta la vista del juego con interés y comienza a revisar su teléfono—. No recibí ese correo electrónico —murmura. —Probablemente fue a spam —le dice Canon como si se tratara de una conversación normal—. Revisa tu correo basura. ¿Así que vienes? —Canon me mira expectante, imperturbable por el concepto, y no puedo culparlo. No puedo decir que la idea no me ponga un poco duro. —Le dije a Brady que pasaría esta noche. Necesito revisar algunos números con él sobre la idea que teníamos de abrir una ubicación satelital de Hennigan dentro del Windsor. —Lydia no estará en Brady's esta noche —me dice Canon. —¿Cómo sabes eso? —Si está haciendo uno de sus espeluznantes acosos de seguridad contra ella, me voy a enojar. A veces piratea personas simplemente porque puede, o porque está aburrido. O curioso O porque es jodidamente miércoles. Canon con tiempo en sus manos no es bueno para nadie. —Porque ella va a estar en Double Diamonds —dice, entregándome su teléfono. Sus palabras me golpearon en cámara lenta. Lógicamente, sé que estoy procesando lo que está diciendo en un abrir y cerrar de ojos, pero, ilógicamente, parece que me lleva unos minutos llegar allí. Lydia. En una subasta. En la habitación de atrás en Double Diamonds. Una subasta de vírgenes. ¿Una maldita virgen? ¿Qué le dije en el bar? ¿Qué tipo de inmundicia le susurré al oído? Le pregunté cómo le gustaba follar, por el amor de Dios. Le dije que quería que se ahogara con mi polla. Hablé con ella como si fuera una puta experimentada, no una virgen inocente. ¿Me respondió? ¿O simplemente sonrió y agachó la cabeza? ¿Mordió su labio y sugirió que nos fuéramos a su departamento? Pensé que era una pequeña y dulce coqueta, demasiado propensa a querer más de mí. Como la cena o una repetición. O peor, mi tiempo. Me preguntaba por qué mis pantalones todavía estaban encendidos y por qué estaba meciendo una erección en mi pierna como si fuera mi primer año en la escuela secundaria. ¿Pero una virgen? Una virgen de veintidós años, por el amor de Dios. La idea nunca entró en mi mente.

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¿Por qué diablos está haciendo esto? ¿Vendiéndose a sí misma? Tiene un trabajo y un lugar para vivir, así que ¿cuál demonios es su juego final? ¿Dinero? ¿Es todo sobre el dinero para ella? ¿Qué era yo? ¿Una diversión? ¿Una carrera de práctica? ¿Una marca potencial? Pensé que era diferente. Real. Demasiado real para mí fue mi preocupación, ¿verdad? Cuando resulta que ella es justo mi tipo, está a la venta. La idea me pica, me preocupa porque, en qué más me he equivocado. Mis dedos se juntan en un puño, imaginando que saldrá de la subasta con cualquier imbécil al azar que pueda pagarla. Alguien que le susurrará inmundicias al oído y la follará como una puta. Alguien como yo. —¿Cuánto cuesta? —pregunto a Canon, mi mandíbula apretada. Sé que estoy jodido, porque un buen hombre no estaría teniendo los pensamientos que estoy teniendo en este momento. —Es una subasta, no una compra ahora —responde—. La oferta comienza en cien mil dólares.

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Quince LYDIA —¿En serio vas a hacer esto, Lydia? Aparte de la diversión, es un poco drástico. Muy drástico. No tienes que hacer esto. ¿Estás segura? Nunca había visto a Payton nerviosa antes y me hace cuestionar cuán lejos he pasado del carril de la cordura. Sin embargo, estoy segura. Segura que voy a hacer esto. Estoy razonablemente segura que Vince cumplirá y hará que Rhys venga aquí. Medio segura que Rhys estará interesado. Estoy segura que Vince no me engañará y me venderá en un círculo clandestino de sexo, para nunca más ser vista ni nunca volver a saber de mí. Esto es bastante tonto. Pero tengo a Payton, así que no es como si estuviera aquí sola. Y si ambas desaparecemos, ha dejado instrucciones con su primo sobre dónde buscarnos. Está en las fuerzas de la ley, lo que no nos ayudará en absoluto si estamos muertas. Vaya. Este plan sonaba mucho mejor antes de pensarlo. Tengo un aleteo de pánico, y por aleteo me refiero a un puñetazo en el estómago. ¿Cómo exactamente llegué aquí? Esto sucedió demasiado rápido. Ayer Payton me habló de Rhys y las prostitutas y esta mañana inventé este loco plan y esta noche estoy en una subasta. Sin embargo, la idea de irme, de salir corriendo de aquí, de irme a casa, de abrir esa aplicación de citas que Payton me ayudó a configurar y responder a cualquiera de los hombres que me enviaron mensajes… no es lo que quiero. Quiero a Rhys. Y necesito saber si también me quiere. Aunque sea por los medios menos ortodoxos que se hayan inventado. —El caso es que, Payton, simplemente es el indicado. Creo que podría ser mi cisne. —Me impaciento con la bata de seda que cubre la lencería que llevo puesta. Blanca. Staci insistió en que fuera blanca. Una vez que llegamos a un acuerdo Vince me envió a Staci para orientación. Orientación: Su palabra, no la mía. No estaba segura si se burlaba de mí o no, pero en cualquier caso, Staci me preparó con todo lo que necesitaba. Fuimos al centro comercial, en caso que te lo estés preguntando. Dijo que no teníamos tiempo para hacer un pedido en línea, así que me llevó a Victoria's Secret. Le dije que no había forma que estuviera desfilando en una tanga frente a nadie. Parpadeó y luego se echó a reír, un poco incrédula, antes de elegir un negligé plisado con tiras y mucho escote. Sin embargo, me dejó usar unas bragas de encaje que cubrían mi trasero. La mitad superior de mi trasero de todos modos. Mis nalgas están definitivamente colgando, pero al menos no es una tanga. —¿Qué diablos tienen que ver los cisnes con esto? —Se aparean de por vida. —Pero no te has apareado con él. —Lo sé —le dije, arrastrando la palabra—, pero los cisnes no escogen al azar otro cisne y lo intentan, Payton. Eligen cuidadosamente para que no se apareen

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accidentalmente de por vida con cualquier cisne idiota al azar que se cruza sus caminos. Eligen cuidadosamente. —Vaya. —¿Lo sé, verdad? —No, quise decir vaya, eres una nerd. ¿Recibiste una insignia de cisne? —No hay insignia de cisne —replico poniendo los ojos en blanco—. Era la insignia de “animales en la naturaleza” —murmuré—. El punto es que quiero que sea él. Quiero que Rhys me desvirgue. —Pensé que estábamos de acuerdo en que ya no usarías esa palabra. —Lo sé, pero es una palabra real, Payton. Una palabra legítima de MerriamWebster, no una palabra de Urban Dictionary. Hay una pausa mientras Payton simplemente me mira. —Te das cuenta que no habríamos sido amigas si nos conociéramos de la preparatoria, ¿verdad? —¡No fui tan mala! —protesto—. Fui genial en la preparatoria. —Tendré que tomar tu palabra sobre eso, tigre —responde Payton, pero su expresión no indica que está creyendo mi palabra sobre esto—. Escucha, tenemos que tener una charla. —¿Qué? —Miro a Payton en el espejo. Estamos en el vestidor de Double Diamonds esperando mi gran venta. Debo decir que este lugar no era como lo había imaginado. El vestuario es muy bonito, al igual que la oficina de Vince. Se siente más como un vestuario de spa que un lugar de mala reputación. Casilleros, duchas, un mostrador con espejo largo para arreglarse el cabello y el maquillaje. También hay una estación de café, pero solo café normal. No tienen una de esas máquinas de café de lujo como las que tenemos en Windsor. Debo decirle a Vince que agregue una, creo, y luego empiezo a sonreír. Como si trabajara aquí ahora y pudiera hacer sugerencias. Ja. Payton me vuelve hacia ella y toma mis manos entre las suyas, esperando hasta que le haya prestado toda mi atención. —¿Sabes cómo es un pene, verdad? —¡Payton! Oh, mi cielo. No soy totalmente despistada. —Y sabes que querrá ponerlo dentro de ti, ¿verdad? —Deja de burlarte de mí. —Estoy segura que estoy roja como una remolacha, un hecho confirmado cuando me vuelvo al espejo—. Sé lo que es el sexo. —Examino mi reflejo. —Está bien, solo me aseguraba. Nunca enviaría a mi chica a la batalla sin una hoja de ruta. —Es un plan de juego —murmuro—. No me enviarías a la batalla sin un plan. —Claro, lo que sea. Nunca te enviaría a la batalla sin saber cómo es un pene, ese es el punto. Hablando de eso, ¿tienes alguna pregunta? Eh, ¿no?

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—¿No lo creo? —Demonios, ¿debería? ¿Tener preguntas? ¿Qué preguntas debería tener? Entiendo lo que es el sexo No estoy desinformada, solo inexperta. Examino mis uñas, pintadas de color rosa pálido durante mi manicura esta tarde. Dedos de los pies a juego. Me pulieron y abrillantaron, me secaron el cabello y aplicaron maquillaje de forma experta. Estoy usando más maquillaje de lo que normalmente usaría, pero me gusta. Me veo como una versión más dramática de mí. Agrega la lencería virginal y me siento un poco como una novia el día de su boda. Pero no es el día de mi boda. Definitivamente no. —No, no tengo ninguna pregunta, ¿pero tal vez te envíe un mensaje de texto más tarde? ¿Si surge algo? —De acuerdo. Siéntete libre de preguntarme cualquier cosa, o envíame un mensaje de texto con imágenes de Rhys. Una de dos. Solo escríbeme cuando puedas. —Lo haré. Escribir, quiero decir. No te estoy enviando mensajes de texto con imágenes desnudas de Rhys. —Está bien, vaya. Realmente estoy empezando a sentir que hago todo lo que se puede en esta amistad, pero esta es tu gran noche, así podremos trabajar en nuestros objetivos de amistad más adelante. —De acuerdo. —En caso que no podamos hablar más tarde —Payton me abraza con cuidado, cuidando de no estropearme el cabello o el maquillaje—, solo quiero que sepas que estoy orgullosa de ti, Lydia. Tan raro como es estar orgullosa de ti por esto, lo estoy. —No te enorgullezcas todavía. Ni siquiera sabemos si esto funcionó. Esto podría terminar con Vince vendiéndome a un hombre de negocios de Iowa. Todavía no lo sabemos, ¿verdad? Una tos me alerta sobre el hecho que no estamos solas. Me giro al oír que Vince ha entrado, con las manos en los bolsillos y lo que creo que es una expresión divertida en su rostro. Lo cual es realmente impresionante porque por lo que he aprendido sobre Vince, no es alguien que demuestre ninguno de sus sentimientos. —Iowa es un lugar muy agradable. Es de Maryland del que debes estar atenta. Oh mierda. Escuchó eso. —Jaja, bromista, tú. —Estoy intentando completamente segura de cómo manejar a Vince.

desviarme porque

no estoy

—Hablo en serio —responde, sus ojos mirando a Payton—. Como un paracaidista. Hay una pausa mientras Payton lo mira, su ceño fruncido mientras lo considera. Entonces sonríe. —Sí, esa fue una buena. La seguridad en el paracaidismo no es una broma. Vince inclina la cabeza antes de volverse hacia mí. —Funcionó —dice—. Él está aquí. Funcionó. ¿Funcionó? ¡Funcionó! Estoy lista para saltar de arriba abajo sobre mis tacones de stripper pero… ¿quizás no está aquí por mí? ¿Tal vez está aquí por un baile

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al azar o algunas alitas picantes? Tienen diez sabores diferentes de salsa de alitas y yo solo soy un sabor. —Ha hecho una oferta preventiva. ¿Una oferta preventiva? Entonces… ¿ofertó? ¿Me voy de aquí con él? ¿Esto funcionó? ¿Realmente funcionó? —¿La oferta es por mí? —Debo confirmar. Necesito las palabras. Necesito la confirmación antes de emocionarme demasiado. Necesito cien por ciento de seguridad de que la oferta no es para un combo de comida antes de hacer el ridículo. —Sí, por ti. Vuelvo los ojos hacia Payton y luego chillo, saltando de puntillas. Pero con cuidado, porque soy más una chica de tacón bajo que una chica de tacón de aguja y no sería bueno romperme el tobillo en este momento y terminar en la sala de emergencias en lugar de en la cama. ¡Teniendo sexo con Rhys! —Dijiste que sí, ¿verdad? ¿A lo que sea que te ofreció? Te dije que la oferta de apertura que sugeriste era estúpida. —Cuando Vince y yo hablamos de números esta mañana, sugerí diez mil y se río en mi cara. Luego sugirió cien, lo cual pensé que era un poco bajo hasta que aclaró que se refería a cien mil dólares, y luego solté una risita tan fuerte que tuve que inclinarme hacia adelante con una mano sujetando mi boca para contenerme. No es como si fuera experta, ¿sabes? Además, realicé algunas investigaciones en internet cuando preparé este plan y el costo promedio por sexo en Nevada oscila entre unos cientos y unos miles de dólares. Sé que las vírgenes son una novedad tonta, ¿pero cien grandes? Por favor. —¿Ofreció diez mil como sugerí? —pregunto, evitando poner mis ojos en blanco frente a Vince por tener razón. Apenas. Si no me asustara un poco, pondría los ojos en blanco. —Ofreció dos y me pidió que cancelara la subasta. —Mil, ¿verdad? ¿Dos mil dólares? —Es un poco decepcionante porque realmente esperaba diez mil, pero el dinero nunca fue el objetivo—. Así que está hecho, ¿verdad? ¿No tengo que salir ahora? —Estoy inundada de alivio ante la idea que podría pasarme por alto la humillación de desfilar en este camisón. Mis dedos ya están ansiosos por volver a ponerse el atuendo en el que llegué y un par de zapatos que no requieran habilidades de equilibrio a nivel de bailarina. —Doscientos mil, Lydia. Y le dije que otra oferta insultante como esa lo sacaría de mi club. Escucho a Vince, pero me toma un momento reconstruir lo que dice, mi corazón latiendo a toda velocidad mientras miro nerviosamente a Payton. ¿Cuánto acaba de decir? ¿Y por qué se negó? ¿En qué me he metido? —Mmm, Vince. —Trago saliva antes de continuar—. ¿Por qué lo rechazaste? Teníamos un plan. —Porque tengo mi propio plan, Lydia, y doscientos no son suficiente para mí, ni siquiera cerca. Oh Dios. He hecho un trato con un proxeneta y está funcionando exactamente como uno se imagina un trato con un proxeneta.

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Dieciséis LYDIA —Es hora de perder la bata y dar un paseo. Dar un paseo. Agarro la faja de la bata de seda que me cubre y giro el material en mis manos. Se refiere al escenario en la sala VIP. Staci me lo mostró antes, así que sé a dónde voy, sé qué esperar. La sala VIP es privada, obviamente. Separada de la planta principal a través de un conjunto de escaleras. El vestuario también está en el segundo y se conecta al VIP a través de un pasillo corto. O un pasillo realmente largo dependiendo de tu mentalidad. Es una habitación íntima. Lo imagino en mi mente mientras me quito la bata de los hombros y se la paso a Payton. Mientras sigo a Vince por el pasillo trasero mientras mi pulso suena en mis oídos y mis tacones repican en el piso laminado. Hay un pequeño escenario en la sala VIP y tiene más forma de pasarela que los de la planta baja. Un poco más cerca de como originalmente había imaginado el club, pero en una escala mucho más pequeña. Hay una cortina al final de la pista donde entran las bailarinas, o eso me dicen. Nadie estaba usando la sala el día de hoy cuando Staci me guió. Ella me mostró dónde entraría, caminamos juntas por el escenario, las luces encendidas y la habitación vacía. Se sintió como una vista previa de un espacio para eventos, no un ensayo para la noche más grande de mi vida. —¿Definitivamente está aquí? —lo cuestiono mientras nos paramos detrás de la cortina, mirando a una bailarina que conocí antes en el escenario. Me pregunto si ella es el acto de apertura. Supongo que lo es. No estoy segura de lo que pensé que estarían haciendo hasta que fuera mi turno, pero no esperaba que alguien más saliera al escenario. Es una bailarina realmente talentosa, también. Fuerte. Flexible, obviamente está poniendo el listón muy alto para mí y no estoy segura de que me guste. No que esté bailando, sino lo flexible. Hay ruido. Todo el lugar es ruidoso, decibelios más altos de lo que era cuando estuve aquí antes. —Él está aquí —me asegura Vince. No puedo ver a los clientes desde mi punto de vista detrás de la cortina. Los asientos están en sombras desde donde estoy parada. No es una habitación grande, no hay muchos asientos. Apestaba a exclusividad y privacidad cuando lo vi antes. Cuando me convencí a mí misma que esto sería fácil. Pensaría en el escenario como una pasarela y me imaginaría a mí misma como una modelo en lugar de una prostituta, pensé. Estoy pensando un poco diferente ahora. —¿Por qué los hombres necesitan hacer tanto ruido para tener sexo? —pregunto. El ruido de la planta baja hace temblar los pisos y desearía poder ajustar el volumen tan fácilmente como lo hago en mi iPod. Vince niega y se ríe. —Lo apagaremos durante la subasta. Será más rápido. Rápido para él tal vez.

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La canción termina, la bailarina sale del escenario, pasando junto a nosotros en su camino. La música cambia, como una señal para subir, y me siento enferma. Es más bajo e hipnótico, sexy y aterrador. —Está a la izquierda —dice Vince—. Vámonos. —Luego está empujando la cortina, manteniéndola abierta, así que no tengo más remedio que seguir. Seguir o darme la vuelta como el infierno. Lo sigo, porque estos no son tacones para correr. Las luces me ciegan por un momento mientras mis ojos se ajustan, a pesar que ciertamente no es lo que llamaría brillante en el escenario. Hay un foco de atención, me doy cuenta. Estoy en exhibición como algo bonito en la ventana de una tienda. Vince está hablando, pero no podría decirte lo que está diciendo. Estoy demasiado ocupada parpadeando y respirando y poniendo un pie delante del otro. Enfócate en la meta, Lydia. Miro a la izquierda y… y no veo a Rhys. Veo al jefe del departamento legal en Windsor, Lawson McCall. Mis pasos vacilan y alargo la mano y agarro el poste para estabilizarme. Junto a él está Canon Reeves, jefe de seguridad. Y luego Rhys. ¿Por qué no se me ocurrió que traería a sus amigos? ¿Por qué no lo pensé? Estos son hombres que tendré que volver a ver. En el trabajo. Mis rodillas sienten que se van a doblar, así que me afirmo, sujetando el poste con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos. Quizás Rhys no está aquí porque me quiere. Quizás está aquí para despedirme. Invoco el coraje para levantar los ojos y lanzar otra mirada en su dirección. Me está mirando directamente. No se ve feliz. Se ve enojado. Realmente enojado. Estoy siendo despedida. Una voz de la derecha dice algo y doy vuelta la cabeza, me recuerda que no estoy sola en esta habitación con Vince, Rhys y sus amigos. Hay otros postores. Oh Dios. El sonido que escuché fue de alguien haciendo una oferta, por mí. El hombre es mayor. Más viejo que mis padres. Guapo, cabello canoso en las sienes. Un traje perfecto. Entonces Rhys está diciendo algo y mi atención regresa a él. También está usando un traje, lo noto en una segunda mirada, porque está de pie ahora, quitándose la chaqueta. Me pregunto si se vistió para la subasta. Para mí. El hombre mayor todavía está hablando de nuevo. Está diciendo números, números sin sentido a mis oídos. Rhys grita, “Suficiente”, y luego se sube al escenario a mi lado, envolviendo su chaqueta a mi alrededor y físicamente girándome. Su mano está firmemente apoyada en mi espalda, empujando hasta que mis pies se mueven, hasta que estoy fuera del escenario, hasta que la cortina ha caído en su lugar detrás de nosotros. —Vístete. —Es todo lo que Rhys dice antes que la cortina se mueva de nuevo, Vince y Canon un paso detrás de nosotros—. Ahora —agrega Rhys, con los ojos brillantes cuando sigo simplemente parada allí, mirando. El pasillo hacia el vestuario es mucho más corto en el camino de regreso que en el camino al escenario, pero puede ser porque corro por el pasillo, sin preocuparme por los tacones ni por los tobillos. Empujo para abrir la puerta y luego colapso contra ella cuando se cierra de nuevo.

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—Bonita chaqueta. —Payton está sentada de lado en una silla de cuero de felpa, con las piernas colgando hacia un lado, su cabeza rubia sobre el otro, colgando uvas sobre su cabeza. Muerde una del racimo y levanta sus cejas hacia mí—. Eso fue rápido. —Payton. —Me alejo de la puerta, todavía temblando un poco. Me quito los tacones y caen al suelo con un golpe a la vez—. Eso fue horrible. —¿Qué pasó? —Se endereza, con los ojos muy abiertos. —Lawson está ahí. ¡Y Canon! —Oh. —Se recuesta en su silla—. Bueno, sí. Son amigos, así que tiene sentido. —¿Por qué no se me ocurrió que podrían estar aquí? Estoy tan avergonzada. — Cierro la chaqueta de Rhys contra mí antes de recordar sus instrucciones para vestirme, pero la chaqueta huele a él y me resisto a quitármela. —¿Te ganó Rhys o qué? —No lo sé. —¿Cómo puedes no saber? —Porque no lo sé. Un minuto estaba parada en el escenario bajo un foco y al siguiente me envolvió en su chaqueta y me dijo que me vistiera. —Parece que te vas con Rhys. —Tal vez —estoy de acuerdo mientras me pongo los vaqueros sobre las caderas—. Estoy tan jodida, Payton. —De acuerdo. Pero dime por qué piensas que estás en problemas así estamos en la misma página. Le lancé una mirada sucia antes de volverme para quitarme la bata de seda y ponerme el elegante sujetador de encaje que combina con las bragas que llevaba debajo. No creo que alguna vez haya tenido ropa interior a juego. Como combinar, combinar de verdad. Mi combinación normal es un sujetador blanco y ropa interior que tiene lunares blancos o rayas o algo así. Me paso una camiseta sobre la cabeza antes de volver a mirar a Payton mientras libero mi cabello del cuello de la camiseta. —Porque me excita. La idea de irme de aquí con él cuando ha pagado por ese derecho. Aunque odié estar en ese escenario, me gustó cuando me arrastró y me dijo que me vistiera. Pero en realidad, quién diablos se cree para decirme que me vista, ¿sabes? Estoy a cargo de mí. Puedo usar un camisón en público si quiero. Puedo tener relaciones sexuales con quien quiera, siempre que quiera. Sé que no necesito justificarme por querer que Rhys tome el control, que me dé órdenes, que me guíe. Pero, ¿estoy contribuyendo a algún modelo patriarcal obsoleto sobre el sexo porque me gusta? —Vaya. —¿Lo sé, verdad? —No —dice con un gran suspiro—. Pensé que íbamos a hablar sobre las pijamas de sábanas. La puerta se abre y ambas giramos. Es Vince. Vince con una sonrisa de verdad en su rostro. —Después de una pequeña guerra de ofertas, lo llevé a cinco. —¿A quién llevaste a cinco?

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—Rhys —dice Vince, mirándome como si estuviera loca—. ¿No era ese el punto, Lydia? Repito esas palabras en mi cabeza mientras me hundo en una de las sillas de cuero en el vestidor. Las sillas eran otro toque que no esperaba, junto con la bandeja de fruta fresca de la que Payton estaba comiendo, pero ahora no es el momento de concentrarme en ninguna de esas cosas. —¿Quinientos mil dólares, Vince? —Pude fácilmente haberle hecho pagar un millón, pero considero que es una especie de amigo, así que lo dejé salir del anzuelo en cinco. —Vince se encoge de hombros, una sonrisa burlona en sus labios, como encantado por la idea de la amistad o el intercambio de medio millón de dólares, no estoy segura de cuál—. Realmente lo tienes agarrado por las pelotas, ¿no? —¡No lo tengo agarrado por nada! —grito—. ¡Si tuviera alguna idea de cómo tenerlo, no estaría aquí ahora mismo hablando contigo! —Respiro profundamente antes de continuar—. Él sabe que no tengo ninguna habilidad sexual secreta, ¿no? No exageraste, ¿verdad? ¿Qué le prometiste? ¿Qué guerra de ofertas? ¿Qué cree que recibirá por quinientos mil dólares? —Mi voz se vuelve más fuerte cuando repito la cantidad, porque es una locura y ahora estoy en pánico—. ¿Cree que va a tener una fiesta? Porque no estoy haciéndolo con sus amigos ni nada raro como eso. No lo haré. —Yo lo haría —interrumpe Payton—. Solo vives una vez, ¿verdad? —No tengo idea de qué le gusta al tipo —dice Vince—. Tú eras quien lo quería. —Se encoge de hombros como si lo que Rhys es o no es no fuera gran cosa—. Lydia, relájate. ¿Por qué clase de monstruo me tomas? Hay una larga pausa incómoda porque realmente no tengo una respuesta para eso, ¿verdad? No tengo idea de qué tipo de monstruo es o no es Vince. Levanta una ceja ante mi silencio y niega. —¿Quieres que lo deletree? Coño. Culo. Boca. Le dije que estás tomando la píldora. En cuanto al resto, le harás saber si algo es demasiado o si te sientes incómoda. No soy un maldito corredor de sexo, por el amor de Dios. Te estoy haciendo un favor. No está equivocado. Luego agrega dos palabras que me lanzan a un bucle. —Un mes. ¿Un mes? Me muerdo el labio inferior, al diablo el brillo de labios, y miro a Vince sin hablar. Reboto en mis rodillas y jugueteó con el dobladillo de mi camiseta, mientras pienso. ¿Un mes? Nunca hablamos sobre un marco de tiempo porque había asumido que la prostitución se hacía en incrementos de una hora. Pero aparentemente eso es negociable. Y lógicamente, un mes es una gran victoria para mí. —Pensé que era solo una noche —digo finalmente, inclinando mi cabeza hacia atrás para mirar a Vince—. ¿De dónde vino un mes? —Tienes que dar y recibir cuando estás negociando, Lydia. Dimos un mes, conseguimos medio millón. Ese estúpido medio millón. Es ridículo y me pone un poco mareada. ¿Tal vez en promedio no es tan malo? Hago algunos cálculos rápidos y determino que sale a quince

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o dieciséis mil por noche. Lo cual es todavía mucho, demasiado. Espero que Rhys no siempre sea tan financieramente irresponsable. Por otra parte, todavía estoy usando la cuenta de Netflix de mis padres, así que no debería ser tan prejuiciosa. —¿Estamos realmente hablando de esto? ¿Está realmente sucediendo esta conversación? —Payton mira entre Vince y yo con una expresión de incredulidad en su rostro—. Ella acepta —le dice Payton y luego se vuelve hacia mí—. Aceptas. Es hora de ganar tu insignia de Rhys.

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Diecisiete LYDIA Rhys está afuera esperándome. Afuera, como trayendo su auto hasta la entrada trasera. No estoy segura si debería ofenderme porque use la entrada trasera, o si así es como recoge a todas sus chicas. Vince y Payton me llevan hasta la puerta, Vince la abre y mantiene abierta para que pueda pasar. —Diviértete —dice, mientras que Payton agrega “¡Rompe una polla!” cuando salgo. Hay un auto al frente, deportivo y bajo, el ronroneo del motor y los faros proyectan una amplia luz a través del estacionamiento. La puerta del pasajero está de mi lado, así que no tengo que caminar mucho, lo que agradezco, porque incluso con zapatos planos mis rodillas se sienten un poco tambaleantes. Hace frío, lo que para Las Vegas significa que ha caído por debajo de los quince grados. El único abrigo que tengo es la chaqueta de Rhys, doblada sobre mi brazo. Espero que no quiera ir a ninguna parte, porque no tengo una chaqueta propia. Sin embargo, ya es tarde y no me lo puedo imaginar teniendo en mente una caminata en el parque para esta noche. Espero que no tenga una caminata en el parque en su mente para esta noche. Cuando llego al auto, abro la puerta del pasajero y me doblo, mirando dentro para asegurarme de que es Rhys antes de entrar. ¿Te imaginas si me subo al auto equivocado después de todo esto? Es Rhys. Me deslizo adentro, cerrando la puerta detrás de mí. Está mirando al frente y el auto está en movimiento antes de que tenga la oportunidad de abrocharme el cinturón. Dejo mi bolsa en el suelo, su chaqueta aplastada en mi regazo, y tomo el cinturón de seguridad, haciendo clic en su lugar mientras acelera al salir del estacionamiento y fundirse con el tráfico. Todavía no me ha mirado. —Hola —ofrezco, porque no estoy segura de qué más decir y está siendo extraño. Gruñe en respuesta. Enderezo su chaqueta otra vez, alisándola cuidadosamente para que no se arrugue. Luego jugueteo con el dobladillo de mi camisa, juntando la tela nerviosamente en mis dedos porque no me importan las arrugas en mi propia ropa. Cuando me estremezco, Rhys aprieta un botón en el tablero y el aire cálido sopla suavemente desde los orificios de ventilación. —¿Qué estabas pensando, Lydia? —De acuerdo, entonces ahora si estamos hablando—. ¿Qué diablos estabas pensando? Y está enojado. Realmente enojado.

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—¿Es el dinero? —pregunto—. Porque… —No llego muy lejos porque me interrumpe. —No, no es el dinero, Lydia. Medio millón ni siquiera cubrirá el botín para la inauguración del casino. Costaste menos que los favores de la fiesta, así que no te preocupes por el dinero. Vaya. Se ha subido las mangas de la camisa hasta el codo y los músculos de su antebrazo se flexionan mientras maneja. Su mandíbula se aprieta y todavía no me mira. —Solo dime, ¿este siempre fue tu plan? ¿Qué? —No, claro que no. —Este plan tiene menos de dos días, así que no. Difícilmente es un plan, más una idea loca irracional. —Una maldita virgen. Pensé que eras diferente, pero joder, Lydia. —Espera, ¿estás enojado conmigo por algo que no he hecho? Eso ni siquiera es justo. Es discriminatorio. No puedes discriminarme por ser inexperta. —Me permitiste susurrar inmundicia en tu oído pensando que sabías de qué mierda estaba hablando. —¡Me gustó la inmundicia! —Jesucristo. —Saca una mano del volante y la arrastra por su mandíbula como si estuviera estresado. —Bueno. —Me sorprende la voz y me afirmo para no llorar—. Estás enojado. Lo siento. Solo pensé… —Me detengo de decir más—. Solo devuélveme. Obviamente no estás interesado en mí. No sé por qué ofertaste. Solo devuélveme. —Vince me va a matar. Quizás literalmente, no lo sé. Tendrá que reembolsar a Rhys y probablemente me haga reembolsarle el dinero que perdió y que jamás y nunca podré reunir. Cobrará intereses y el saldo seguirá creciendo cada vez más, como cuando le debes dinero a la mafia, hasta que me obliguen a hacer un trato que implique enterrar un cadáver o mentir a la policía federal. Literalmente no puedo creer el esfuerzo que he pasado por este idiota. —¿Devolverte? —Se ríe, pero no me importa particularmente su tono—. He pagado por completo. No te voy a devolver. —¡Lo que sea! Bien, si quieres. —¿Si quiero? —Exhala como si lo hubiera agotado en los pocos minutos que llevamos juntos en el automóvil—. No tengo tiempo para esto en este momento, Lydia. En caso de que no lo hayas notado, tengo mucho en mi plato en este momento. —Lo sé, pero lo busqué en internet y leí que, en promedio, la mayoría de las parejas tienen relaciones sexuales entre siete y trece minutos y no me importa si son los siete minutos. Podemos ser rápidos. Estamos en un semáforo y finalmente se vuelve para mirarme. —¿Qué? —Sus ojos parpadean en la oscuridad, cuestionando, las pequeñas líneas en las esquinas se arrugan mientras inclina su cabeza una fracción en mi dirección.

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—Dijiste que estabas presionado por el tiempo —le digo lentamente, insegura de lo que no estaba entendiendo—. Pero solo te tomará siete minutos. —No dice nada, así que sigo hablando, preguntándome si entendí mal lo que leí—. Tal vez podrías saltarte siete minutos de sueño esta noche y aún estarías justo a tiempo. —Creo que suena como una resolución muy razonable, pero él se inclina sobre el volante y ríe tan fuerte que temo que va a perder el cambio de luz—. O podemos esperar hasta después de la apertura —ofrezco y me encojo de hombros, tratando de fingir que no estoy decepcionada, como si no fuera gran cosa. Pero es gran cosa. Nunca perderé mi virginidad. Como siempre. —Este podría ser el mejor medio millón de dólares que he gastado —murmura, pero no estoy segura de qué está hablando—. ¿Qué vas a hacer con eso de todos modos? ¿El dinero? —Los dedos de su mano derecha golpean rápidamente el volante como si estuviera agitado. No estoy segura si es conmigo o con la luz roja. —Préstamos estudiantiles —respondo, cruzando los brazos mientras miento. No tengo ganas de hablar con él sobre dinero. Nunca lo quise, solo quería a Rhys. Solo quería tener más tiempo con él. Una oportunidad para entenderlo un poco mejor, para explorar la conexión que sentí con él en el bar, la conexión que sé que él también sintió. Tal vez no estaba tan enamorado de mí como yo lo estaba de él, pero sé que sintió algo. Además, mis planes para el dinero eran pequeños. Mi trato con Vince era del cincuenta por ciento. Estaba pensando en el cincuenta por ciento de diez mil, no en el cincuenta por ciento de quinientos mil. Mis planes requerirán un poco de trabajo. —Ya sabes cómo es. Esas tasas de interés no son una broma —agrego, mirando por la ventana para evitar mirarlo. —Está bien —dice, pero su tono indica que sabe que miento. Que no me cree. Que soy una conspiradora caza fortunas. Llegamos al Windsor y Rhys conduce el auto a la sección de estacionamiento para empleados del garaje, pero a una sección en la que no había estado antes. Accedemos a ella a través de una puerta de ascensor marcada como “privada” y se desliza en un espacio numerado y apaga el motor. Nos sentamos en silencio por unos segundos, Rhys mirando directamente hacia la pared de bloques de hormigón, yo, lo miro de lado desde el asiento del pasajero. —Está bien. —Hago clic en el cinturón de seguridad y abro la puerta. Rhys me sigue y nos encontramos en la cajuela del auto, frente a frente. Lo miro por debajo de las pestañas, pero él ya se está girando, caminando hacia los ascensores. Golpea una serie de números en un teclado y las puertas del ascensor se abren. Avanzamos y noto que este elevador solo se detiene en un puñado de pisos. El estacionamiento, pisos dos al cuatro y treinta y cuatro, donde se encuentran las suites ejecutivas. Ni siquiera estoy segura de a dónde sale este ascensor en el cuarto piso. Claramente, es privado y significa un ascensor personal para el personal ejecutivo. Las puertas se abren en el piso treinta y cuatro y se parece mucho al resto de los pisos de huéspedes que he visto. Rhys marca el camino, sus pasos casi silenciosos sobre la alfombra de felpa, antes de detenerse en un par de puertas dobles. Y luego estamos dentro, de pie en un gran vestíbulo de mármol. Uno frente a otro, pasando por una zona de asientos con un gran sofá seccional, hay dos ventanales desde el piso hasta el techo con vista al Strip. Es agradable. También un poco triste. Parece una combinación de una casa modelo y una suite de hotel. No parece que nadie viviera aquí.

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—¿Cuánto tiempo has vivido aquí? —pregunto. —Poco menos de un año. —¿Dónde están tus cosas? —¿Qué cosas? —¿Libros? ¿Una chuchería? ¿Algo que te pertenezca? —Todo me pertenece. Soy dueño del hotel. Esa es una forma de verlo, supongo. —Gracias por la chaqueta —ofrezco, sosteniéndola para que la tome. Sus ojos se posan en el material que tengo en las manos, como si no se hubiera dado cuenta de que llevaba algo. Me la quita, junto con mi bolso, y se da vuelta, desapareciendo por un pasillo que, supongo, conduce a su dormitorio. Sigo en el mismo lugar porque nunca antes he vendido mi virginidad, así que no estoy segura de cuál sea el protocolo correcto, o qué se supone que deba hacer. Rhys reaparece y pasa junto a mí sin mirar, dirigiéndose a un bar situado al otro lado de la sala de estar. Sigo lentamente detrás, quedándome en el lado opuesto de la barra mientras se sirve una bebida. Un chupito de algo, realmente no estoy segura de qué. Tampoco estoy tan familiarizada con el alcohol, a decir verdad. Solo tengo veintidós y no bebí mucho mientras era menor de edad. Por mucho me refiero a nada. —¿Puedo tener uno? —¿Necesitas uno? Su respuesta es brusca, sus ojos en los míos mientras devuelve la bebida. —¿Por qué estás siendo tan malo? —¿Malo? —Sus cejas se levantan, sorprendido—. ¿Malo? —repite con una risa— . ¿Acabo de salvarte de Stan espeluznante y soy malo? —Sacude la cabeza—. Ahora estás atrapada con Rhys espeluznante en su lugar —murmura para sí mismo. —No creo que seas espeluznante —digo, negando con la cabeza en señal de rechazo. Tampoco pensé que Stan fuera espeluznante, suponiendo que se estuviera refiriendo al tipo mayor que estaba pujando por mí, pero no creo que sea apropiado mencionarlo en este momento. Era muy viejo y no quería tener sexo con él, pero se veía lo suficientemente amable. —Te acabo de comprar, Lydia. Para sexo. —Compras muchas chicas para sexo —respondo porque no estoy segura de por qué es tan importante el hecho de que pagó por mí. No es como si no hubiera hecho esto antes, pero sus ojos se achican y parece molesto de nuevo—. No fue en contra de mi voluntad —agrego, en caso de que no fuera claro para él—. Fue idea mía. La subasta fue mi idea. No le debo dinero a la mafia. Todavía no, de todos modos. Pone un segundo vaso en la encimera y llena ambos, deslizándome uno cuando termina. Lo tomo y sostengo el vaso sobre mis labios, y aunque no hay mucho en el vaso, tomo un sorbo en lugar de tragarlo todo como él hizo. —Esto es terrible —balbuceo, dejando el vaso. —Eso es escocés —responde—. ¿Siempre quieres cosas que terminan no gustándote, Lydia?

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—Por lo general, no. Pero una vez compré una sábana fea en la tienda de beneficencia pensando que sería linda cuando la volviera un pijama, pero me equivoqué. —Levanté las manos en gesto de derrota—. Los pantalones eran igual de feos que la sábana. No estoy segura de que constituya algo que quisiera. Era una situación de mala compra, pero los obtuve al cincuenta por ciento de descuento porque estaban marcados con una etiqueta rosa y era la semana de la etiqueta rosa, por lo que estaba más cerca de un experimento que de una mala compra —termino con prisa. Creo que estoy nerviosa. Me pregunto si debería probar otro sorbo de ese horrible whisky escocés. Mientras estoy contemplando hacerlo, algo más se me ocurre—. ¿Tal vez soy una mala compra? ¿Por qué estoy aquí? Pensé que estabas demasiado ocupado como para tener sexo. Podrías haberme llevado a casa con mi compañera de habitación. Rhys rodeó la barra mientras balbuceaba y ahora está directamente frente a mí. Coloca un dedo debajo de mi barbilla e inclina mi cabeza hacia arriba, colocando un beso suave en mis labios. —¿Por qué me estás haciendo esto? —susurra en mi oído. Ya no parece tan enojado. —¿Ahora va a suceder? ¿Vamos a tener sexo? —Definitivamente vamos a tener sexo —confirma y toma mi mano en la suya.

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Dieciocho LYDIA —¿Esto es lo que quieres? —Sí. —Asiento rápido y repetidamente—. Sí, sí, sí. Nos hemos mudado a su habitación, otro juego de ventanas de piso a techo, otra vista invaluable del Strip. Una cama tamaño King, cuidadosamente hecha con las sábanas bajadas para la noche. Me pregunto si tiene servicio de mucama o si hace su propia cama todos los días. Me besa de nuevo, una presión suave de sus labios contra los míos, y luego se mueve por la habitación mientras permanezco enraizada en el lugar, justo en el umbral. Se desabrocha el reloj, deslizándolo de su muñeca y colocándolo dentro del cajón superior de la cómoda. Su billetera sigue y luego está desenrollando las mangas de su camisa. —El miedo no es realmente mi fetiche, Lydia. No tengo miedo, solo estoy insegura. Insegura de qué hacer conmigo misma. Insegura de lo que quiere. Insegura de si se supone que debo desnudarme por completo y acostarme en la cama, o simplemente desnudarme hasta mi nuevo sujetador y bragas a juego para que él mismo pueda quitármelas. —No tengo miedo, simplemente no sé lo que se supone que debo hacer. Y estar a cargo no es mi fetiche, Rhys. —¿Entonces quieres que te diga qué hacer? —¿Lo harías? —Exhalo de alivio. Finalmente lo está entendiendo—. Mándame. Enséñame. Habla sucio para mí. Me gusta todo eso. Soy buena siguiendo instrucciones. Y reglas. Amo las reglas. Son tan claras, inequívocas y sexys. Se mueve para pararse frente a mí, tan cerca que tengo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo. —No podemos ser más que esto, Lydia. Un mes. No estoy buscando nada más que eso. Esta no será una especie de fantasía de felices para siempre. —Acaricia mi brazo con su mano y tiemblo en respuesta. Sus ojos están firmes en los míos, asegurándose de que esté escuchando—. Solo sexo. Esa es la regla. —Relájate, Rhys. No me voy a enamorar de ti solo porque eres el primero. —No lo creo. Tal vez. Es probable que solo haya un quince por ciento de posibilidades de que eso suceda. A lo sumo. —Tu primero —repite esas palabras lentamente, su aliento cálido contra mi sien—. Te arruinaré para alguien más. —Lo dice en voz baja y no estoy segura si es una promesa o una advertencia. Me lleva hacia atrás hasta su cama, sus manos en mis caderas guiándome, sus labios en los míos, en mi mandíbula, arrastrándose por mi cuello. Mi camisa se levanta. Levanto los brazos y sale por mi cabeza cuando la parte posterior de mis muslos golpea el colchón. Él desabotona mis vaqueros y baja la cremallera y supongo que estoy un

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poco asustada. Pero del tipo exaltado, como la sensación que obtienes cuando una montaña rusa hace el clic, clic, clic hacia la parte superior y no puedes ver dónde está la caída, pero sabes que está cerca, sabes que en cualquier momento llegarás el vértice y el tiempo se mantendrá quieto durante un segundo, un segundo que se siente como diez, y luego volarás y girarás y volarás a velocidades tan rápidas que lo único que puedes hacer es agarrar el arnés de seguridad con las manos y disfrutarlo, incluso aunque es aterrador y no estás completamente segura de que no morirás. Un poco así. Tira de mis vaqueros sobre mis caderas y los arrastra por mis piernas, inclinándome para liberarlos de mis tobillos. Apoyo una mano en su hombro y salgo, un pie a la vez. —Siéntate —me dice y lo hago. Se arrodilla en el suelo a los pies de la cama, mis rodillas se abren para dejarlo en medio—. Esto es lindo —dice, dibujando con la yema del dedo a lo largo de la curva de mi pecho donde mi nuevo sujetador de encaje yace sobre mi piel. —Gracias —le digo, con los ojos en la yema de su dedo mientras se desliza sobre un pecho y luego se sumerge en mi escote y hacia arriba, repitiendo el viaje al otro lado—. Las bragas combinan —agrego en caso de que no lo haya notado y porque es una especie de gran cosa. —Eso es lo que hacen —murmura de acuerdo y luego besa el lugar debajo de mi oreja derecha. Su aliento susurra en mi cuello mientras su vello facial raspa ligeramente y la combinación me vuelve loca—. Echemos un vistazo, ¿de acuerdo? —Me da un ligero empujón hacia atrás, así que estoy descansando sobre mis codos, mientras desliza un dedo por el centro de mi estómago hasta que llega a su destino—. Muy lindo. No está equivocado. Son muy lindos. Luego dobla su cabeza y me besa. Justo ahí. Justo sobre las elegantes bragas de encaje y creo que podría morir. Porque es embarazoso. Porque se siente bien. Porque quiero que lo haga una y otra y otra vez. Rhys aprieta su nariz contra mis bragas e inhala, sus ojos en los míos, y oh Dios, ¿los hombres hacen eso? Rhys hace eso. Apuesto a que Rhys hace muchas cosas y me las va a hacer. Me muerdo el labio cuando Rhys engancha sus pulgares en los costados del material y lo desliza por mis muslos. Sus dedos rozan los puntos sensibles bajo mis rodillas y mis pantorrillas hasta que el material se queda en los tobillos. —Estás lampiña —dice, frotando con su pulgar el parche de piel vacío en mi hueso púbico—. No lo estabas antes. —Viste el atuendo que llevaba puesto. Pensé que era mejor si me lo quitaba todo, debido a la iluminación y esas cosas. En el escenario. Su mandíbula se tensa. —¿Lo afeitaste o lo enceraste? —Me afeité —respondo y no estoy segura de por qué es tan difícil pronunciar tan pocas palabras, pero estoy un poco sin aliento, mi corazón late tan rápido. —La próxima vez me dejarás hacerlo —dice, su pulgar continúa su examen. —¿Por qué? ¿Me salté algún lugar? —Intento cerrar mis muslos, pero él está entre ellos y sus hombros son muy anchos, así que el movimiento no sirve de mucho.

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—No. —Usa su otro dedo pulgar y me abre y me lame y oh, santo infierno. Mi cabeza cae hacia atrás con un gemido y aprieto mis muslos sobre sus hombros. —Entonces, ¿por qué quieres hacerlo? —Porque me excitará. Separaré tus dulces piernas. Te cubriré con crema de afeitar. Pasaré una cuchilla con cuidado por cada centímetro de tu coño mientras te sonrojas de pies a cabeza. Me lame de nuevo, una lenta barrida con su lengua de abajo hacia arriba, terminando por chupar mi clítoris entre sus labios. Agarro la sábana de la cama en mis puños y trato de no moler mi pelvis contra su rostro. Dios, no lo he hecho, no sé cómo se supone que debe sentirse, pero oh Dios mío. Su lengua es tan malditamente cálida y suave y luego le sigue el vello en la barbilla, que es ligeramente abrasivo y la mezcla de sensaciones me está haciendo todo tipo de cosas. —También me tomaré mi tiempo para hacerlo —continúa, esta vez acariciando con su nariz dentro de mi muslo y besando su camino de regreso a mi centro—. Me demoraré. Examinaré cada centímetro de ti. Lo haré para que nunca puedas afeitarte otra vez sin excitarte, recordando cómo se sintió cuando lo hice por ti. No puedo responderle porque estoy respirando demasiado fuerte. Me gusta mucho esta idea. —Mi buena chica tiene un coño muy húmedo, ¿no? ¿Quieres que juegue con él? ¿Mojarme los dedos? Sí. Oh, Dios, sí. Rodea la entrada con la punta de su dedo, dando vueltas y más vueltas, y luego mueve mi clítoris con él y estoy al borde. Y luego lo hace de nuevo, y de nuevo. Cuando finalmente desliza un dedo dentro de mí, estoy más que lo suficientemente mojada, pero la intrusión todavía es extraña para mí y me tensa. Me pongo tensa, mis muslos y mis rodillas y mis puños se amontonan en el edredón, pero más especialmente donde está su dedo. Pero él no se detiene, chupa mi clítoris hasta que me relajo, luego hace algo mágico con su dedo hasta que me corro. Puedo sentirme revoloteando alrededor de ese dedo, y oh, santo cielo, un orgasmo se siente diferente con la penetración y quiero más. Lo quiero a él. En el momento en que retira ese dedo, lo quiero de vuelta, quiero más que un dedo. Me siento vacía y dolorida y lo necesito dentro de mí pronto o me quemaré. Él me pone de pie, me besa y sabe a mí, y es sucio e impactante y tan extrañamente emocionante y primitivo. Desabrocha mi sujetador. Las correas se deslizan por mis brazos hasta que caen al suelo y luego estoy desnuda. Estoy desnuda con Rhys. Este es el mejor día de mi vida. Excepto que él no está desnudo. —Todavía estás vestido. ¿Se supone que debo hacerlo? —Le hago un gesto a su camisa—. ¿Se supone que debo quitártela, o que tú debes hacerlo? ¿O te gusta mantenerte vestido mientras tienes relaciones sexuales? Se ríe, sus ojos bailan divertidos mientras se desabrocha la camisa y se encoge de hombros. —No, no voy a follarte con mi ropa puesta, Lydia. —Oh, gracias a Dios. Realmente he querido verte desnudo. Durante mucho tiempo. Como semanas. Desde el bar. La primera vez en el bar, no la segunda vez.

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¿Puedo quitarte los pantalones? —Mis dedos se ciernen sobre su cintura, listos para desabrocharlos y deslizar la cremallera, pero necesitan el empujón del permiso. —Por favor —dice y luego mis dedos están en movimiento, desabrochando, bajando la cremallera. Es más difícil hacer esto al revés, quitar los pantalones de otra persona en lugar de los propios, pero me las arreglo. Me las arreglaría incluso si fuera un rompecabezas de mil piezas en lugar de solo una cremallera y un botón porque quiero demasiado quitarle los pantalones. Cuando tengo los pantalones sueltos, caen al suelo y luego lo único que me separa del sexo es un par de calzoncillos, así que trabajo sobre ellos. Él es hermoso. De la cabeza a los pies. Podría pasar toda la noche mirándolo, todo el mes, para siempre. Pero no tengo un para siempre o siquiera toda la noche, ya que Rhys está preocupado por su agenda, así que aprovecho todo lo que puedo tan rápido como puedo. Porque oh, mierda, sé cómo se ve Rhys Dalton desnudo. El vello corto en su pecho. Sus abdominales tonificados y su estómago plano y el rastro de vello desde su ombligo hasta su pene. La marca de nacimiento en su cadera izquierda y la definición de las líneas que se forman en sus abdominales. Le envío una oración silenciosa al Niño Jesús para echarle un buen vistazo a su trasero antes de que esto termine, porque necesito saber exactamente cómo se ve debajo de los pantalones del traje. Entonces, demasiado pronto, él me está moviendo a la cama porque esto es todo. Este es el sexo. Excepto que no lo es. 83

Diecinueve LYDIA Todavía no, porque se pasa una eternidad ―más de siete minutos― simplemente besándome. Besándome y acariciándome. En el cuello, pechos, caderas, muslos. Largas caricias de sus manos, roces suaves de sus dedos hasta que ha recorrido su camino por mi cuerpo y están descansando entre mis piernas otra vez. Y luego está volviendo a hacer lo mismo con la lengua y los dedos y estoy tan mojada y resbaladiza, pero cuando agrega un segundo dedo se siente tan malditamente apretado y he visto de primera mano que es mucho más grande que dos dedos, así que no estoy segura de cómo va a funcionar esto. —Eres muy bueno con la lengua —logro decir después de que me corro por segunda vez y está besando el interior de mis muslos como si fueran interesantes. —¿Alguien te ha hecho sexo oral antes, Lydia? —No. ¿Está bien? ¿Lo estoy haciendo mal? —¿Me estoy corriendo demasiado rápido? ¿Demasiado lento? ¿Demasiado alto? ¿Muy silencioso? La preocupación se apodera de mí y me pregunto si las otras chicas son mejores corriéndose que yo, lo cual es tonto. Sé que es tonto, pero no tengo nada con qué comparar esto. ¿Tal vez me lo hizo dos veces porque quería una reacción diferente? No lo sé. Entonces lo siento sonreír contra mi muslo, lo cual es una sensación extraña pero encantadora. —Eres perfecta —dice, colocando otro beso en mi muslo, su labio inferior arrastrándose contra mi piel, el cosquilleo de su vello facial afectándome en lugares extraños. Coloca un beso en mi estómago, directamente debajo de mi ombligo, y me dice nuevamente que soy perfecta y le creo. Ayuda el que pueda sentir su polla rozándose contra mi pierna cuando lo hace, y está dura. Él es duro en todas partes, realmente. Su cuerpo es tan firme, tenso, cálido y perfectamente pesado sobre el mío, como una manta de hombre con pesas. Se abre camino hacia mi cuerpo, besándolo, acariciándolo y haciendo que mi cuerpo rasguee con más anticipación que todo un parque de atracciones de montañas rusas. Luego me besa de nuevo, nuestras piernas se entrelazan y su polla yace pesadamente sobre mi estómago. Quiero tocarlo. Debería tocarlo, ¿verdad? ¿Así como tocándolo de verdad? —Dime qué hacer —suplico, frotando mis manos arriba y abajo de sus antebrazos. —Haz lo que quieras —dice, presionando otro suave beso en mis labios. Está acostado tan cerca de mí, que puedo ver las pequeñas líneas alrededor de sus ojos y el pulso latiendo en su cuello. Le paso la yema del dedo por la ceja solo porque puedo, porque está aquí en la cama, conmigo. Y luego entrelazo mi mano en su polla entre nosotros y corro mis dedos a lo largo de él. Sus párpados se agitan cerrados y su mandíbula se aprieta, un pequeño silbido de aliento escapa cuando lo toco, así que me siento envalentonada para hacer más. Para envolver mis dedos a su alrededor, tanto como pueda, y arrastrar mi mano de raíz a punta. Se siente increíblemente largo y

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grueso y estoy ansiosa por encajarlo dentro de mí, pero me duele al mismo tiempo. Me siento mojada y necesitada, desesperada y ansiosa. Y nerviosa, eso también. —¿Estoy haciendo esto bien? —He envuelto mi mano alrededor de él y lo estoy acariciando lenta pero firmemente. Estoy fascinada con su cabeza, la pequeña cresta de piel que me hace saber que he llegado a la punta, la forma en que la piel se siente un poco más suave aquí. La pequeña rendija en la parte superior, la gota de líquido pre seminal que encontré y froté entre mi dedo índice y mi pulgar antes de usarlo para masajear la cabeza. —Perfectamente —dice en otro silbido. Lo miro por debajo de mis pestañas y luego me inclino hacia adelante y le doy un beso en el pecho. —¿Debo usar mi boca también? —Joder, no —dice y su polla se mueve en mi mano. Oh. Mi mano hace una pausa, insegura, hasta que cubre la mía con la suya y aumenta la presión, continuando los trazos hacia arriba y hacia abajo. Apretando más fuerte, moviéndonos más rápido, retorciendo nuestras muñecas juntas. —Ahora no. En cualquier momento, excepto justo ahora. —Bueno. —Le sonrío y trato de frotarme en su muslo porque tampoco quiero su polla en mi boca. Quiero que mueva esto al próximo paso. Esta vez lo hace. Extiende mis muslos y se arrodilla entre ellos, colocando una almohada debajo de mis caderas. Oh, Dios, esto está sucediendo. Mi pecho sube y baja con mi respiración cuando Rhys me posiciona, enganchando mis muslos extendidos sobre sus brazos, inmovilizándome por completo. Frota sus palmas por el interior de mis muslos y luego se coloca en mi entrada. Puedo sentir la cabeza de su polla en mis pliegues, también puedo verlo todo, con la forma en que nos ha dispuesto. Cierro los ojos con fuerza y aguanto la respiración mientras hace un ruido, una combinación de risa y exhalación. —Relájate, Lydia. —Sí, está bien. —Exhalo y abro los ojos. Agito mis caderas sobre la almohada. Estoy relajada. Golpea la cabeza de su polla contra mí, como una bofetada. Me gusta eso. Aprieto y debe gustarle, porque gime, sus ojos en el lugar donde intenta unirnos. Desliza sus manos sobre mis muslos otra vez, el gesto es reconfortante. Luego hace círculos en mi clítoris con su pulgar y se siente tan bien. Se siente maravilloso, hasta que introduce la cabeza de su polla dentro de mí y me tenso de nuevo, con la respiración contenida. —Relájate, Lydia —repite Rhys, su mandíbula apretada, los músculos de su cuello tensos. La cuestión es que realmente quiero esto, lo hago. Pero, por otro lado, nunca me he lastimado intencionalmente y no veo ninguna forma de evitarlo. Desliza la cabeza de su polla hacia dentro y luego hacia fuera otra vez y estoy tan resbaladiza y mojada y lista, que no duele, siento que quiero más, pero cuando empuja más lejos, me tenso. Mis hombros, mis piernas, mi todo. Soy la peor prostituta en la historia de la prostitución.

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—Yo… Lo siento, es lo que voy a decir, pero no llego tan lejos porque Rhys me pellizca el interior del muslo, con fuerza. Y cuando lo hace, es como si todas mis terminaciones nerviosas se centraran en ese punto y no me puedo concentrar en tensar ningún otro lado, así que no lo hago, me relajo y me concentro en esa mordida de dolor en el muslo y en ese momento de distracción me empuja con un duro golpe de sus caderas y entra, entra, y santo cielo, duele. Distracción o no, eso duele. Como un desgarre, como si me estuviera partiendo por la mitad y quemara y estuviera tan profundo y tenso sobre mí, sin moverse, sin aliento, aguantándose sobre mí, esperando a que haga algo, creo, pero no estoy segura de qué o cómo me siento y creo que podría llorar, así que me cubro la cara con las manos. Suelta mis piernas, inclinándose sobre mí y apoyándose en sus antebrazos al lado de mi cabeza, el movimiento alterando el ángulo de mis caderas y la forma en que se siente dentro de mí y, oh Dios, ¿eso es mejor o peor? No estoy segura. Mueve mis manos y besa mi sien. —¿Estás bien? —No lo sé. ¿Tal vez? —¿Te estoy lastimando? —¡Sí! —Duh. —Mierda. —Comienza a moverse, saliendo de inmediato, aliviándome. —¡No! —Tiro el brazo alrededor de su cuello y lo arrastro hacia mí—. No te vayas. Es un daño normal. Creo. No tengo ni idea. Sus labios se contraen en una sonrisa, aunque hay tensión cerca de sus ojos, como si le doliera ir tan lento, mantener esta calma. —Dime cómo se siente. —¿Cómo se siente esto ahora? —Sí. Por favor —agrega, y es una exigencia y una súplica. Besa mi mandíbula y el movimiento causa otro ajuste leve en la posición, otra pequeña nueva sensación a la que adaptarse. —¿Qué se siente tenerte dentro de mí? —Me sonrojo al decirlo. Puedo sentir el color cubrir mis mejillas cuando las palabras salen de mi boca. —Sí, exactamente eso. Dímelo. —Como si me estuvieras rompiendo, pero también como que me gusta. Parece fascinado por mis respuestas. Sus ojos parpadeando a través de mi rostro. Su mirada fija. —Lleno. Se siente muy lleno. Se siente caliente, apretado y picantoso. ¿Picantoso es una palabra? Se siente como un estiramiento después de un largo recorrido, y dolorido. Pero también se siente bien. El sentimiento completo es realmente agradable, como si no tuviera idea de cómo he vivido sin sentirlo. —Muevo mis manos a sus caderas y las paso por su piel, mis dedos agarrando su culo mientras me muevo debajo de él, ajustándome a la penetración y dándome cuenta de que el dolor se ha convertido en un dolor sordo, pero también en un dolor necesitado. Como si quisiera algo más.

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—¿Qué más? —sugiere. Besa la esquina de mi boca, un suave roce de sus labios, y no sé por qué eso me pone caliente, pero lo hace. —Se siente como presión. Como toda esta presión creciendo o palpitando. ¿Puedo decir que palpita? ¿Y como si quisiera que te movieras? —Es una declaración-barrainterrogación porque no estoy del todo segura—. ¡No te salgas! —añado, apretando más fuerte sus caderas en mis manos, con miedo de que acabara de dar direcciones equivocadas—. No te salgas de mí. —Agito mis caderas tanto como puedo desde mi posición debajo de él. Rhys sostiene mi cabeza en sus manos y me besa ―un beso largo y húmedo lleno de lengua y mordisquitos a lo largo de mi labio inferior― y luego se relaja, de nuevo sobre sus rodillas, todavía enterrado dentro de mí mientras reposiciona mis muslos extendidos sobre él, sus antebrazos debajo de mis rodillas sosteniéndome y manteniéndome bien abierta. Puedo ver el punto en el que nos unimos en este ángulo. Mi pelvis se levanta de la cama, mis manos vuelven a agarrar el edredón con los puños apretados. Él sale de mí y siento la pérdida de inmediato. El lento deslizamiento de su cuerpo dejando el mío, la sensación de plenitud relajándose en un vacío. Hace una pausa con solo la cabeza de su polla dentro de mí y ambos podemos ver la sangre. Su pene está mojado, cubierto de mí y rayas rojas, y respiro profundamente porque es un poco raro, un poco primitivo y mis sentimientos acerca de todo esto son crudos, pero Rhys no se asusta en lo más mínimo. Parece que está súper metido en eso, así que exhalo y trato de relajarme. Luego flexiona las caderas y vuelve a entrar en mí, y realmente no me importa en qué está cubierto su pene, siempre y cuando no deje de hacerlo. Repite el movimiento, una larga y lenta arrastrada seguida de un suave y profundo deslizamiento, y decido que me gusta mucho el sexo. —Eso es, chica buena —me elogia cuando levanto mis caderas para encontrarme con las suyas y me gusta escuchar eso casi tanto como me gusta el sexo. El refuerzo positivo es totalmente mi cosa y ser llamada chica buena, mientras que su pene está dentro de mí, es un giro sucio y retorcido en el refuerzo positivo que me parece muy bueno. —Me alegra que seas tú —le digo en voz baja—. Me alegro de estar haciendo esto contigo. Sus ojos se cierran por un momento y traga. Una gota de sudor corre por su pecho y doy una apretada experimental alrededor de su pene donde está enterrado profundamente dentro de mí y todo se vuelve increíblemente más apretado y esa sensación de presión y calor se vuelve más intensa. —Eso es bueno —gime, abriendo los ojos, con la mirada encapuchada. Luego se inclina sobre mí otra vez, apoyándose en una mano y usando la otra para doblar mi rodilla hacia mi pecho. Eso se siente diferente, pero no tengo tiempo para pensar o adaptarme demasiado porque me está golpeando ahora. Rápido. Rápido y profundo. Duro. Mis tetas rebotan por los empujes y el sonido de su piel golpeando contra mí hace eco en toda la habitación. Las luces del Strip parpadean y brillan justo al otro lado de las ventanas y siento que estoy cerca de hacer todas esas cosas también. Tan cerca. Rhys dobla mi pierna más allá, así que mi rodilla está prácticamente en mi oreja y oh Dios es aún más profundo y más duro y más grande de esta manera y luego su pulgar está de vuelta en mi clítoris y sí, un firme sí, me gusta el sexo. Arqueo la espalda y

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clavo las puntas de los dedos en los antebrazos de Rhys y está susurrando lo de chica buena otra vez en mi oído y toda la presión y la fricción se encienden y mis piernas se tensan y me corro y todo es tan apretado y cálido, aprieto mis ojos mientras una ráfaga de "ohs" cae de mi boca. Rhys gime cuando lo aprieto, manteniéndose quieto sobre mí, y luego se mueve otra vez, haciendo pequeños golpes con sus caderas hasta que él también se corre, la tensión sale de su mandíbula y es hermoso, tan hermoso, y no puedo creer que tengo que hacer esto con él. —Eso se sintió como una ola —le digo, cuando termina se derrumba sobre mí, respirando con dificultad—. Como una ola intensa y cálida, o tal vez la mejor parte de una montaña rusa o algo así como volar. —Corro mis dedos a lo largo de su espalda, explorando las líneas con la punta de mis dedos, pasando suavemente las uñas por su piel—. Se sintió diferente contigo dentro de mí, el orgasmo. Diferente de lo que sentí con tu pulgar o tu boca. Y húmedo. Se sintió más húmedo. Creo que probablemente es porque acabas de correrte dentro de mí. Se siente un poco desordenado, pero como el desastre después de una buena fiesta que no quieres limpiar aún. —Él está en silencio, salvo por el sonido de su respiración—. Lo siento, no soy buena para hablar sucio. —¿Estas tratando de matarme? —Jadea la pregunta en mi oído. —No. —Muevo mi cabeza contra la almohada debajo de mi cabeza—. Por supuesto que no. Quiero hacerlo de nuevo. Él se libera de mí y siento un vacío instantáneo por la pérdida. Y dolor, me siento dolorida, expuesta y vulnerable. Rhys se baja de la cama y entra por una puerta abierta, encendiendo una luz cuando entra al baño. Su trasero es perfecto, justo como pensé que sería. Estrecho y musculoso y hay un pequeño hoyuelo que necesito explorar la próxima vez. Me siento en la cama, no estoy segura de lo que se supone que debo hacer ahora. ¿Debería irme? Para eso me pagó, ¿verdad? ¿Entonces me iría cuando terminara? ¿Puedo usar el baño primero? Sus chicas normales probablemente se larguen, ¿verdad? Veo mi bolso en una silla al otro lado de la habitación, así que me levanto, haciendo una mueca mientras lo hago. Sí, lo voy a sentir mañana. Estoy sacando una camiseta de mi bolsa cuando Rhys regresa. —¿Qué estás haciendo? —Pensé que esta era la parte donde me dabas una nalgada y decías: Hora de irse, dulzura. —Siéntate —dice, asintiendo hacia la cama. No parece entretenido por mi evaluación de cómo termina esta noche así que dejo caer mi camiseta y regreso a la cama. Que es cuando me doy cuenta de que acabo de perder mi virginidad en una funda de edredón blanco esponjoso y no hay regreso para la funda de edredón blanco mullido y estoy mortificada. Quinientos mil dólares y arruiné su ropa de cama. Soy una terrible, terrible prostituta. Empiezo a sacar el edredón de la cama cuando él me detiene. —¿Qué estás haciendo? —pregunta otra vez, apoyando una mano en mi brazo. Parece confundido y me pregunto si me estoy comportando de manera racional. —Arruiné tu cama. —Lydia, ¿a quién le importa?

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A mí me importa. Este apartamento entero es prístino y perfecto y soy como un desordenado cachorro rescatado. —Llamaré al servicio de limpieza y traerán uno nuevo —dice en voz baja, pasando su mano por mi brazo—. Ve a ducharte. —Cuando dices que llamarás a la limpieza, te refieres a que te reunirás con ellos en la puerta y luego te desharás de esta ropa de cama, no se la darás a alguien con quien tropezaré en la cafetería de empleados el lunes, ¿verdad? —Me haré cargo de ello. —Bueno. —Asiento un par de veces y luego Rhys me empuja suavemente hacia el baño, así que voy. Tomo una ducha obscenamente larga y pienso en mis sentimientos mientras uso su champú y gel de baño porque eso es todo lo que él mantiene en la ducha. Cuando regreso, Rhys está sentado en la cama, de vuelta a la cabecera con una computadora portátil apoyada en su regazo. Todo el departamento está oscuro excepto por una lámpara de noche y el resplandor que proviene de su computadora portátil. La vista del Strip se ha bloqueado con algún tipo de sistema de persianas opacas. La ropa de cama ha sido reemplazada, enderezada y esponjada, y me pregunto nuevamente si él hace su propia cama normalmente o si el servicio de limpieza viene todos los días. Estoy envuelta en una toalla porque no pensé en traer nada al baño conmigo. Todavía tengo el cabello húmedo y estoy sujetando los bordes de la toalla con más fuerza de la necesaria, siendo que Rhys ya me ha visto desnuda. Está usando pantalones de pijama de algodón, sus piernas estiradas delante de él y su pecho desnudo. No parece que planea llevarme a casa, pero ese no es realmente su trabajo, ¿verdad? —¿Debo llamar a un Uber? —pregunto, avanzando lentamente hacia mi bolso. —¿Qué? —Levanta la vista de su computadora portátil, con una expresión de confusión en su rostro. —Un Uber —repito—. ¿O un taxi? —Puedes quedarte —dice, asintiendo hacia la cama junto a él. Bueno. —¿Qué debería vestir? —pregunto, abriendo mi bolso y sacando el negligé blanco que usé en el escenario antes—. ¿Quieres que use esto? —Noto que mi ropa ha sido recogida del suelo, doblada y colgada sobre la silla con mi bolso. —No —responde—. Eso no. —Creo que ahora lo estoy molestando—. ¿Qué usas normalmente para ir a la cama? Pijama de sábanas, pienso. Nada que él quiera ver. —No traje nada de lo que normalmente me pongo para ir a la cama. —Es lo que le digo, el negligé aun colgando de mi mano. Sus ojos parpadean sobre él y luego vuelven a su computadora portátil. —Toma una camiseta del cajón del medio —dice, ya escribiendo de nuevo. El cajón del medio, me parece, es un nirvana suave de camisetas. Selecciono una azul y vuelvo al baño para cambiarme en alguna necesidad equivocada de privacidad.

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Luego me deslizo bajo las sábanas, mis párpados ya pesados. Creo que estaré dormida en cuestión de minutos, lo cual es lamentable porque estoy en la cama de Rhys y debería estar absorbiendo la experiencia. Pero hice muchísimo hoy y Rhys está trabajando, así que no creo que quiera acurrucarse ni nada. Estoy a punto de cabecear ante los sonidos extrañamente arrulladores de Rhys escribiendo en su computadora portátil cuando recuerdo algo. —Lamento que tomó como diez veces más de siete minutos —le digo, y luego estoy fuera.

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Veinte RHYS Me despierto con una furiosa erección y el culo de Lydia presionado contra mi polla. Porque estoy acostado de lado con mi brazo envuelto en su cintura. Porque estamos acurrucados en cucharita. Estamos jodidamente acurrucados. Mierda. Ruedo sobre mi espalda, disgustado conmigo mismo. Por muchas razones Dios, la expresión de su rostro anoche cuando vio el edredón, como si me importara la ropa de cama. Jodidas vírgenes. Nunca antes he follado a una virgen. Nunca he sido el primero y me pregunto si fue un error. Un maldito error gigante. Me froto la cara con las manos y miro el techo. Ella es la única cosa perfecta en este departamento, ¿y está preocupada por arruinar mi ropa de cama? A la mierda la ropa de cama. Lo único que podría arruinarse en este apartamento es ella porque soy un imbécil depravado que compró una virgen. Recordar su sangre en mi polla me está poniendo incómodamente duro. El dulce sonrojo en sus mejillas, Jesús. ¿Se supone que eso me excite? Porque lo hace. El tomar su inocencia. Saber que esto es nuevo para ella. Sus dedos vacilantes, buscando orientación. Pidiéndome que le enseñe. Dios, ayúdame. Enseñarle. Puedo pensar en cien cosas que me gustaría enseñarle porque aquí soy yo la maldita puta, no ella. Entonces, ¿por qué se vendió? Supongo que la gente haría cualquier cosa por dinero. Tal vez no me puedo relacionar porque siempre lo he tenido. Nací con eso, gané más de eso. Nunca tuve que tomar decisiones difíciles para conseguirlo. Nunca he estado desesperado. ¿Está desesperada? Giro la cabeza y la veo dormir. Su cabello huele a mi champú. ¿Cuántas mujeres me han querido por mi dinero? Suficiente con que pagar por sexo se sienta como la forma más honesta de mantener una relación. Así es como llegué aquí, ¿no es así? ¿Qué coño se supone que debo hacer con ella durante treinta días? Pensé que esta configuración era para una noche y luego Vince me dijo que la devolviera en treinta días como si fuera un auto de alquiler. ¿Devolverla a dónde? Ella tiene un empleo, un verdadero empleo, trabajando para mí en el Windsor. ¿Está planeando hacer este trabajo secundario de nuevo después de mí? ¿Tomar otro... cliente? ¿Su corte de quinientos mil no es suficiente para lo que sea que necesite? Dinero de mierda. Necesito que Canon busque y descubra qué tipo de deuda tiene. No puede ser impagable. Si los quinientos no son suficientes, pagaré el resto. Excepto que es una locura. Ella no es mía para cuidarla. Es temporal. Esto es temporal. Sin embargo, tengo curiosidad. Me pregunto cuál es su corte. Me pregunto cuánto más necesita. Me pregunto si es demasiado pronto para follarla de nuevo.

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Probablemente es demasiado pronto. Es probable que esté dolorida. ¿Creo? Jodidas vírgenes, demonios. ¿Por qué le pedí que me dijera cómo se sentía? Me torturaré reviviendo sus palabras en mi cabeza por el resto de mi vida. Como si me estuvieras rompiendo, pero también como que me gusta. Me alegro de estar haciendo esto contigo. Lo siento, no soy buena para hablar sucio. Jesús. Cristo. Necesito alejarme de ella. Me quito las mantas, intentando llegar al gimnasio del hotel hasta que haya perdido suficiente vapor como para no meterme en Lydia como un animal. Estoy vestido, fuera de la puerta y en una cinta de trotar en el gimnasio en menos de siete minutos, uno de los beneficios de vivir en un hotel. El gimnasio está vacío cuando llego. Es probable que permanezca vacío ya que el hotel aún no se ha abierto y hay menos de veinte empleados viviendo en el sitio, y no espero verlos en el gimnasio del hotel tan temprano un domingo. Escojo una cinta y corro hasta que estoy cubierto de sudor, aumentando la inclinación y la velocidad en un intento de aclarar mi mente agotando mi cuerpo. Treinta días. ¿Cuándo fue la última vez que me follé a la misma mujer por un mes? Es un pensamiento retórico porque sé exactamente cuándo fue la última vez, y sé que no ha sido reciente. Sé que mi vida sexual se ha convertido en una cinta transportadora de variedad. Sé que he sido capaz de follar con casi cualquier mujer que haya querido y que yo haya querido. Lydia asumió que debía irse anoche. No he tenido una sola mujer pasando la noche conmigo desde que me mudé a Las Vegas, por lo que su suposición de que me gustaría que se fuera de una vez era correcta. También me irritó porque no quería que se fuera, lo que no hizo más que irritarme aún más. Corro un kilómetro, sin hacer nada más que ver cada metro actualizándose en la pantalla inteligente de la cinta mientras corre la próxima semana en mi cabeza. Comprobando mentalmente mi lista de tareas y buscando algo que podría haber pasado por alto. Zonificación, permisos, personal, entretenimiento, comida, licor. Electricidad. Tuve que sentarme en una reunión sobre el maldito servicio eléctrico la semana pasada porque tenía que estar actualizado sobre los planes de contingencia en caso de una interrupción. En el caso de que dos sistemas de respaldo distintos fallaran, ¿teníamos un plan, y tenía una comprensión rudimentaria del maldito plan en caso de que fuera necesario implementarlo alguna vez? Ahora sí. Veo pasar otro kilómetro en incrementos de a metro. Soy el que está a cargo aquí, me recuerdo. No es como si tuviera que retenerla durante los treinta días completos. Podría haber terminado hoy si quisiera, interrumpirlo tan pronto como comenzó. ¿Como si no fuera a follarla de nuevo? Por favor. La follaré otra vez hoy, varias veces. Pero puedo verla tanto o tan poco como quiera durante el próximo mes, ese es el punto. Soy el cliente. Soy el que pagó. Soy yo el que tiene el control aquí. La enviaré a casa hoy. Más tarde, pero hoy. Cuando la quiera otra vez le pediré que me encuentre en mi suite después del trabajo, y no debería pensarlo dos veces porque le pagué por el uso de su tiempo y su cuerpo en mi agenda. Corro otros cinco kilómetros hasta que me he cansado lo suficiente como para no volver a pensar en follar con Lydia, al menos antes de almorzar, y vuelvo a secarme la cara mientras regreso a mi suite. Cuando entro, está vestida y sentada en el sofá jugando

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con sus pulgares. Sentada y girando sus dedos alrededor de su regazo. Sin teléfono celular. Sin televisión. Solo sentada allí. Su bolso está junto a ella en el sofá, con la cremallera cerrada y esperando como si estuviera lista para partir. Es todo jodidamente raro. —¿Qué estás haciendo? —Tengo una cocina en esta unidad. Una cocina en su mayoría no utilizada, pero totalmente equipada, el refrigerador cargado con bebidas en su mayoría. Es abierta hacia la sala de estar, así que entro y tomo agua fría de la nevera, luego me apoyo en la encimera y la observo mientras dreno media botella de un trago. Ella suelta sus manos y las alisa sobre sus rodillas antes de hablar. —No estaba segura si estaba bien si me iba o no. Por supuesto que no. Porque le pagué para estar aquí. Y también porque soy un idiota, no dejé una nota antes de ir al gimnasio. —¿Has estado esperando mucho? —Um, un poco. —Rebota en su rodilla antes de volver a hablar. ¿Está nerviosa? ¿La pongo nerviosa o es solo la situación?—. Mi teléfono murió y no tengo el cargador. Y no pude entender cómo funcionaba tu TV. Estaba en un juego de baloncesto y no pude encontrar la forma de cambiarlo, así que solo estaba esperando —termina con otro rebote de sus rodillas y otro alisado de sus palmas contra el dril de algodón. —¿Qué haces normalmente los domingos? —pregunto, de repente curioso. Curioso sobre lo que estaría haciendo ahora mismo si yo no fuera un idiota y ella no estuviera sentada en mi departamento aburrida esperándome. —Oh. —Parpadea, pareciendo sorprendida por la pregunta—. Cosas normales. Lavandería o tumbarme junto a la piscina. Tomaría un café helado en Del Taco o iría a Goodwill. —¿Qué es Goodwill? —Una tienda. —Está bien. Tomaré una ducha y luego nos iremos —digo despreocupadamente mientras arrojo la botella vacía al cubo de reciclaje de la cocina. Tal vez si puedo aprender más sobre ella, saber en qué gasta el dinero, pueda entenderla. Tal vez tiene una tarjeta de tienda de Goodwill con un gran saldo. Tal vez pueda entender por qué me importa tanto, por qué tengo tanta curiosidad cuando se trata de ella—. De todos modos, tenemos que recoger tus cosas —agrego porque acabo de tener una idea aún mejor. —¿Qué cosas? —Sus rodillas dejan de rebotar y sus dedos se congelan sobre sus rótulas. —Tus cosas. ¿Ropa y mierda? Lo que sea que necesites. —¿Necesitar para qué? ¿Hoy? —Sus cejas se unen en preocupación o confusión, o ambas cosas. —Por el mes. Te quedarás aquí. —¿Qué? —Se ve un poco horrorizada ante la idea de vivir conmigo durante un mes entero y no puedo evitar sentirme un poco ofendido. Podría nombrar al menos a veinte strippers que felizmente se quedarían aquí por un mes. Estoy pensando en eso cuando ella habla de nuevo—. ¿Cómo quedarme, quedarme? ¿Vivir aquí? Nadie dijo nada sobre...

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—Probablemente deberías leer la letra pequeña antes de hacer un trato con el diablo, Lydia —la interrumpo y soy un poco más brusco de lo que pretendía. Niego, molesto conmigo mismo y con ella, aunque no es razonable, luego acorto la distancia entre nosotros y tomo el control remoto. Enciendo el televisor y lo cambio al cable normal y luego se lo paso a Lydia, diciéndole que volveré dentro de veinte minutos. Puedo estar listo en siete, pero necesito el tiempo extra para masturbarme en la ducha porque después de verla rebotar las rodillas y hurgar nerviosamente en sus vaqueros, estoy duro de nuevo. Cuando regreso, Lydia está acurrucada en el sofá, con las piernas debajo de ella mientras mira un programa de decoración del hogar. Me mira mientras me acerco, desplazando su mirada de arriba a abajo de una manera que es obvia, pero sospecho que es completamente ajena al hecho de que está comiéndome con los ojos tan abiertamente. —¿Tienes un DVR? —pregunta, volviendo al espectáculo—. Me muero de ganas de ver cómo resulta esta renovación. ¿Quizás podrías grabarlo para mí? —Vuelve sus ojos hacia mí, grandes ojos verdes abiertos de par en par con optimismo y fe de que felizmente podría encargarme de esta pequeña cosa para ella. Deja caer su barbilla una fracción y parpadea, un toque de duda cubriendo su rostro como si hubiera pedido demasiado. Un mechón suelto cae sobre un pómulo y le hace parecer demasiado real para estar cerca de mí. Recojo el control remoto y configuro una grabación en serie para ella mientras se levanta y desliza su bolso sobre su hombro. Está usando una camiseta que dice “Amo a Jesús y a los tacos”. Jesús me ayude con esta chica, es el primer pensamiento que se me viene a la mente y una sonrisa tira de la esquina de mi boca. —¿Eso es lo que trajiste para ir a casa después de una noche de libertinaje? — pregunto, asintiendo hacia su camiseta con una sonrisa mientras apago el televisor y tiro el control remoto al sofá. Ella mira su camiseta y de nuevo a mí, y la he hecho sentir incómoda, lo veo de inmediato. —No lo sabía. —Mueve nerviosamente las correas de su bolso mientras habla—. No sabía si me quedaría o... no lo sé. No lo sabía —dice en voz baja. La hice sentir insegura respecto a una camiseta. Así se hace, cretino. —Es graciosa —lanzo mientras abro la puerta y nos dirigimos a mi automóvil. Estamos en el Strip en dirección a Tropicana Avenue antes de volver a mencionarlo—. Entonces, ¿tacos? —le pregunto. —¿Qué? —Realmente debes amar los tacos. —Supongo que sí. Pero, ¿a quién no le gustan los tacos? Buen punto. —Y a Jesús. También amas a Jesús —agrego e inmediatamente me pregunto cómo demonios me acostaba sin pagar por ello. Sueno como un jodido idiota. —Supongo —murmura, pero su cabeza está enterrada en su teléfono, trabajando de nuevo ahora que está conectado al cargador de mi auto. —¿Cómo te sientes hoy? —pregunto para poder cambiar el tema.

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—¿Sentirme? —pregunta, girándose en su asiento para mirarme. Estamos en la esquina de Las Vegas Boulevard y Tropicana, esperando girar a la izquierda—. ¿Como emocional o físicamente? ¿Qué quieres saber? —La señal de giro hace clic como una pequeña bomba de tiempo en el silencio que sigue mientras trato de medir su estado de ánimo. Le echo un vistazo de reojo y decido que no fue una pregunta capciosa, que realmente está esperando que lo aclare. —Físicamente, —respondo—. ¿Estás bien? —¿Fui demasiado agresivo con ella la última noche?—. ¿Estas adolorida? Porque si no lo estás, lo estarás antes de que termine el día. —Estoy bien —dice. Pero responde con un pequeño encogimiento de hombros que me dice que me estoy perdiendo algo. —Estás bien, pero ¿qué? —Pero nada. —Vuelve a su teléfono y responde un mensaje de texto. Doy la vuelta hacia Tropicana y tamborileo mis dedos en el volante, molesto. Enojado con ella por contenerse y molesto conmigo mismo porque me importara. ¿Qué importa? —No creo que puedas ayudar —agrega—. Es embarazoso. Olvida que dije algo. —Se mueve nerviosamente en el asiento del pasajero—. En realidad, no dije nada. Es solo cosas de chicas. Olvídalo. Asiento levemente y permanezco en silencio. Bien entonces. —Estoy un poco mojada —espeta mientras me detengo en otro semáforo en Tropicana. Joder. —No mojada como si quisiera tener sexo en este momento, mojada como si todavía estuviera goteando desde ayer. Lo cual es muy extraño y nada de lo que nadie me haya hablado en las clases de educación sexual en la preparatoria y estaba preocupada por eso. No sé qué me preocupaba. Pero lo busqué y resultó que es bastante normal y puede durar desde un minuto hasta un día después del sexo y no hay verdadera razón para ello. Fue solo que, sabes, no sabía y por eso me asusté por un momento, pero estoy bien ahora. Joder, eso es sexy. —Luz verde, Rhys. Me aclaro la garganta y acelero el auto. —Es mejor que te acostumbres porque te voy a follar todos los días. —¿De verdad? —La pregunta está llena de verdadera sorpresa—. ¿No estarás demasiado ocupado? —Te exprimiré. —Oh, está bien, genial. Giro a la derecha en un estacionamiento de Del Taco y me incorporo al camino de autoservicio. —¿De verdad vamos a Del Taco? —Los ojos de Lydia se iluminan como si la hubiera llevado a un almuerzo con champaña.

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—Es tu domingo —le digo y me pregunto cómo diablos se convirtió en su domingo. Yo era un no. Era un firme no con la joven de veintidós años del bar. La joven de veintidós años trabajando para mi empresa. La joven de veintidós años que sabía sería un problema para mí. Firme. Jodido. No. —¿Qué deseas? —le pregunto mientras avanzo el automóvil, pensando en cuán cargada es la pregunta. ¿Cómo pasé de ser un firme no a pagar medio millón por el placer de su compañía? ¿Cómo? Jodida vida. Estoy tan distraído con la gran apertura que se avecina que no puedo ver bien. —Ohhh —dice mientras golpea las rodillas con las manos como si fuera una decisión muy emocionante—. Un café con hielo pequeño y un burrito de desayuno de huevos y queso. —Se sienta en el asiento del acompañante un momento y se cruza de brazos, con las rodillas rebotando en el suelo de mi auto—. Espera, no —dice, sacudiendo la cabeza—. Quiero dos burritos de desayuno de huevo y queso. Me muero de hambre. Creo que quemé muchas calorías anoche. Coloco su pedido dos veces, entregándole la comida a medida que me la pasan a través de la ventanilla. Luego deslizo el automóvil en un lugar vacío en el estacionamiento, dejándolo en funcionamiento. Lydia me da un burrito antes de desenvolver pajitas para los dos e insertarlas en los vasos de plástico, ubicados en los portavasos. —¿Puedo preguntarte algo? —pregunta mientras saca un burrito de la bolsa para ella.

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—Por supuesto. —Le doy un mordisco al que me entregó. No es terrible. —Dado que me preguntaste —agrega, y me pregunto qué le pregunté. Ella pela la envoltura en su burrito antes de continuar—, ¿qué se sintió? ¿Tener sexo conmigo? — Da un mordisco a su propio burrito y emite un pequeño zumbido de felicidad cuando la comida golpea su lengua. —Se sintió bastante genial. —La miro masticar, extrañamente fascinado con esta chica. —¿De verdad? —De verdad. Toma otro bocado, teniendo cuidado de no ensuciarse, y me mira, en silencio. Tomo un sorbo de café helado y hago una mueca de dolor, dejándolo caer en el portavasos de mi auto. —Eso no es genial —le digo y veo que sus ojos se abren con sorpresa y luego se estrechan de opinión, su ceja derecha se alza desafiante—. Demasiado dulce —protesto. —Estás loco. —Pone los ojos en blanco y toma otro bocado cuidadoso de su burrito. Termino mi segundo y pongo el auto en reversa. Voy a regresar a Tropicana cuando vuelve a hablar. —Te di mucho más que eso. Cuando preguntaste —señala, y no está equivocada. Se había girado hacia mí mientras comíamos, pero termina su primer burrito y se acomoda nuevamente en su asiento, mirando hacia adelante mientras hurga en la bolsa por el segundo.

Deslizo mis gafas de sol para bloquear las intrusiones. El sol, sus preguntas, mis pensamientos. Ayuda para uno de tres. —¿Fue una pregunta extraña? —pregunta cuando nos detenemos en el semáforo de Spencer menos de medio minuto después de regresar a Tropicana—. ¿La gente no pregunta eso? Me lo preguntaste así que pensé... —Deja de hablar, un pequeño suspiro sale de sus labios—. No importa. Soy tan mala en esto. —Estrecho —digo finalmente mientras la luz se pone verde—. Se sintió estrecho estar dentro de ti. Y mojado. Grueso, cálido y apretado. Suave, perfecto. Te sentías jodidamente perfecta, cada centímetro de ti. Tu apretado coño, la presión de tus dedos en mis brazos cuando estaba demasiado apretado para ti, el roce de tus uñas en mis costados cuando se sentía bien. Cuando me tocabas se sentía aún más fuerte, y más húmedo, como si tu coño estuviera ordeñando mi polla, lo que me hacía sentir aún más grande y duro y como si pudiera perder la circulación a mi polla, pero hubiera valido la pena. Diferente. Se sintió diferente de una manera que me confundía, pero me hizo querer más al mismo tiempo. Real y crudo. Primitivo. —Entonces, ¿bastante normal? —Sí, bastante normal.

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Veintiuno RHYS Pasamos por un par de semáforos y un Wal-Mart cuando veo una señal de Goodwill y entro en la plaza de compras. —Oh, Dios mío, ¿realmente vamos a Goodwill? —La pregunta es hecha con mucha menos emoción de la que esperaba. Pensé que conseguiría la emoción de Del Taco, pero su respuesta fue más trepidante que emocionante. —Dijiste que esto es lo que haces —respondo, confundido. —No creo que Goodwill sea lo que piensas que es y realmente no será lo tuyo. Ni siquiera necesito nada hoy, así que no tenemos que hacer esto. La ignoro y estaciono. Ella toma su café helado con un pequeño gemido y abre la puerta del automóvil. —Tienda minorista y centro de donación —leo en el cartel una vez que me encuentro con ella en el paragolpes de mi automóvil—. Estamos en una tienda de segunda mano. Ella duda, la punta de su zapatilla arrastrándose por el pavimento y su cuerpo medio vuelto hacia el auto. —Estás demasiado ocupado para esto, Rhys. Realmente no necesito ir hoy. Vámonos. —Ya estamos aquí. —Me dirijo hacia las puertas y empiezo a caminar sabiendo que ella me seguirá, principalmente porque ya cerré el automóvil. Cuando llego a la puerta, la abro y luego la sigo adentro. Mierda usada. Esa es mi primera idea al entrar. Esta no es la fuente de su deuda. Lydia se lleva la taza de café helado a los labios y bebe un sorbo largo, con la pajita apretada entre los labios. Me pregunto por qué estamos en una tienda de segunda mano en lugar de volver al hotel con mi polla entre sus labios, pero venir aquí fue idea mía. Creo. Está parada en un pie, la punta del otro girando sobre el suelo, esta vez sobre linóleo en lugar de asfalto, y ahora que estamos dentro, el temor en su rostro ha cedido el paso a una mirada de anticipación. —El color de la semana es azul. Siempre tengo suerte con el azul —dice y me pregunto si estoy teniendo un ataque de apoplejía porque nada, ni una sola cosa de las últimas veinte horas tiene sentido. Lydia toma un carrito y lo conduce hacia la parte posterior de la tienda, más allá de estanterías industriales con montones de basura. La miro hacer un escaneo rápido de las estanterías cuando pasa, pero es evidente que ya tiene en mente algún tipo de estrategia o destino porque sigue moviéndose, incluso cuando una lámpara de cerámica naranja con forma de gato le llama la atención. Ha perdido un tono y es horrible. Todavía estoy mirándola preguntándome qué habría poseído a alguien para comprarla en primer lugar, preguntándome si fue producido en masa o si es una cosa despreciable, cuando veo que Lydia ha llegado a su destino. Está poniendo una sábana usada en el

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carrito cuando me pongo al día. Una sábana usada que parece que vino de la casa de un artista de Las Vegas alrededor de los años cincuenta. —¿Cuándo te está pagando Vince? —pregunto, porque no puedo entender lo que está sucediendo en este momento. ¿Está tan necesitada de dinero? Las sábanas no están etiquetadas hasta donde puedo ver, entonces, ¿cómo sabe si van a caber en su cama? No creo que haya conseguido una sábana ajustada, solo una sábana superior al azar con un pasado sombrío desconocido. Que ni siquiera puedo juzgar porque está durmiendo conmigo y no dudo que mi polla tiene un pasado más sombrío que esta sábana. —¿Qué? —Se detiene y me mira. Está sosteniendo un colgador de pantalones con una funda de almohada colgando de los clips, pasando el material a través de las yemas de los dedos con la otra mano. —¿Cuándo te está pagando Vince? —Pruebo—. ¿Necesitas dinero? —Oh. —Parpadea y deja caer sus ojos, un parpadeo de dolor o incomodidad cruzando su rostro—. No lo sé. —Y luego, después de una pausa—, No. No quiero más de tu dinero. Gracias. ¿Qué quiere decir con que no sabe? Ese maldito me hizo enviarle el dinero antes de irnos, como si no fuera bueno para eso. Estúpido. —¿Entonces no lo recibiste anoche? —No. Primero tenemos que averiguar algo sobre los impuestos. ¿Algo sobre impuestos? Muevo eso por mi cabeza y estoy seguro de que mi rostro transmite mi confusión porque se detiene, su mano se cierne sobre el soporte de las fundas de almohada, y se gira hacia mí. —Lo siento, ¿no es eso parte de tu fetiche? ¿No debería haber mencionado los impuestos? —¿Qué fetiche? —Um, lo de pagar por sexo. No estoy segura de cómo lo haces normalmente. ¿Es la visión real del dinero lo que te enciende? Porque si quieres dejar un montón de dinero en la mesita de noche todas las mañanas, puedo deslizarlo de nuevo a tu mesita de noche cuando no estás mirando y luego puedes volver a ponerlo en mi mesita de noche después de que te corras. Lo que necesites. ¿Quieres saber cuál fue la parte más extraña de ese discurso? No creo que esté jodiendo conmigo. Ni un poquito. No había ni una pizca de reprobación en su tono, solo una contundente aceptación. —No es realmente un fetiche, Lydia. Más una conveniencia, como el envío de dos días. —Joder. ¿Realmente la comparé con la conveniencia de que me entreguen un desodorante en menos de cuarenta y ocho horas? No estoy emocionalmente equipado para ella. Es una chica de apego emocional profundo, no una chica de expectativas mínimas. —Ah, de acuerdo. —Parpadea un par de veces y deja caer una funda de almohada en el carrito—. Puedo ser conveniente. —Estupendo. —Estoy enojado con toda esta conversación y no estoy seguro de por qué.

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—Genial —responde Lydia y no me da la sensación de que esté molesta por nada. Toma otro sorbo de su café helado y me sonríe alrededor de la pajita y quiero besarla. O follarla. O llevarla de regreso a Vince y olvidar que todo esto sucedió. Eso es lo que dijo ayer, ¿no? Solo devuélveme. Sólo llévame de vuelta, Rhys. ¿Llevarla de vuelta a Vince? ¿A Double Diamonds? ¿Cuándo demonios se involucró con él para empezar? ¿Cuándo se volvió tan intrincado? Tengo responsabilidades. Un hotel que abrir. Un legado que construir. Estoy demasiado ocupado para complicaciones en este momento. Es por eso que pago por strippers, bailes de regazo, mamadas y sexo. Por eso pagué medio millón a una chica que mete una lámpara de gato naranja en un carrito de compras en este momento. A la mierda mi maldita vida. Estoy demasiado estresado, decido. Estrés que Lydia me va a ayudar a aliviar durante el próximo mes. Cualquier cosa que tengamos estará fuera de mi sistema para entonces. Ese pensamiento alivia parte de la tensión de mis hombros y dejo de pensar en el resto. Parece que Lydia ha terminado de comprar con la adición de la lámpara, una lámpara que solo puedo suponer que es una broma, así que una vez que paga once dólares y setenta y cuatro centavos por su compra, nos vamos. Ella menciona algo sobre lo genial que fue encontrar la lámpara cuando abro el auto. No respondo porque no tengo ni idea de qué diablos está hablando. Está en silencio camino a su casa, salvo para preguntarme si puede tomar el resto del café. Ella parece muy contenta con el silencio, bebiendo alegremente su segundo café y dándome instrucciones para llegar a su casa. Ya sé que vive cerca de Hennigan, pero no lo dejo saber, siguiendo sus indicaciones para tomar la 515 hacia Henderson sin hacer ningún comentario. Cuando salimos de la autopista hacia Galleria, ella comienza a hablar. Más o menos. —La cosa es —comienza y luego se detiene, cavando la pajilla en el vaso para distribuir el hielo o posponer las cosas, no estoy seguro de cuál. —¿Qué es la cosa? —pregunto. —Lo que pasa es que no sabía que esto fuera algo de un mes —dice—. Sé que hice un trato con el diablo y mi problema no es tu problema, bla, bla. Bla, bla. Esa es una forma de verlo. —Pero no estoy segura de qué estás esperando de mí. —Espero que estés disponible cuando quiera tener sexo. —Quiero decir, sí. Lo tengo. Esa es básicamente la descripción del trabajo, duh. —¿Acabas de burlarte de mí? —Claro que sí. —Eres una prostituta terrible. —¡Lo sé! —Golpea la palma sobre su rodilla y gira hacia mí en su asiento—. No puedo creer que hayas pagado tanto por alguien sin referencias ni experiencia. ¡Ni

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siquiera es lógico! Tú eres el que me está brindando educación sexual y me estás pagando por el privilegio. Realmente deberías trabajar en tus habilidades de negociación, porque creo que Vince te estafó. —Termina ese discurso con un pequeño movimiento de cabeza antes de continuar—. No creo que comprarme sea una compra financiera sólida. Apuesto a que tu asesor financiero va a estar muy decepcionado cuando se entere. La miro para ver si está hablando en serio ahora. Mi suposición es que habla cien por ciento en serio. —Estoy seguro de que Anthony manejará su decepción. —Tal vez pueda encontrar una manera de ponerme en tus impuestos como un gasto. Como el botín. ¿Presentadora en un evento de inauguración o algo así? Estoy segura de que Vince te dará un recibo, ¿verdad? Si lo factura como entretenimiento, no sería una mentira. El sexo en sí mismo es una forma de entretenimiento. Mi certeza acerca de si me está jodiendo o no solo se ha reducido al ochenta por ciento, así que mantengo la boca cerrada. Lo cual toma como invitación para seguir hablando. Extraño a la Lydia callada. Disfruté de ella por los cinco minutos que la conocí. —Otra cosa sería si fueras terrible en el sexo y necesitaras pagarle a alguien para que pretenda estar pasando un buen rato, pero, ¡eres súper bueno en el sexo! No tuve que pretender nada. —Gracias —respondo inexpresivo. —Oh, rayos, ¿fue grosero? Apuesto a que también eres bueno en otras cosas. Debes serlo, tienes mucho éxito. Apuesto a que eres bueno en las funciones ejecutivas. —Además de negociar. —Sí —dice con un pequeño suspiro—. Además de eso. Pero ya sabes, probablemente no estés pensando claramente en este momento, con la gran apertura a la vuelta de la esquina. Estoy segura de que eres mucho mejor negociador cuando no estás bajo tanto estrés. Pero está bien, porque eres bueno en muchas otras cosas, como entrenar, hacer tu propia cama y reciclar. —Cuenta con los dedos mientras hace sonar mis logros, deteniéndose después del tercer dedo—. Y compartir. Eres excelente compartiendo. —Agita el café helado con una mano y levanta un cuarto dedo en la otra—. Y… —Se detiene de nuevo, claramente habiéndose quedado sin logros por los que puede elogiarme, lo cual me decepciona vagamente. También me hace preguntarme qué tipo de logros podrían impresionarla lo suficiente como para ganarse su respeto—. ¿Tuviste, por casualidad, algo que ver con la máquina de café en la sala de descanso? Porque es fenomenal. —¿Cuál era el punto, Lydia? Para empezar, ¿me recuerdas por qué estamos teniendo esta conversación? —¡Ah! Bien. La cuestión es que no me di cuenta de que esto era por un mes, así que solo compré un conjunto de ropa interior sexy. Mis cosas habituales son todos cacheteros de algodón. Ni siquiera tangas porque prefiero la ropa interior que cubre mi trasero. La idea de Lydia con un cajón lleno de bragas de algodón aburrido que no espera que nadie vea me vuelve a poner duro. ¿Tal vez hay algo mal con mi polla? ¿Como algún tipo de semi erección permanente inducida por el estrés? Eso no suena bien.

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—Y tampoco tengo ningún pijama sexy. Así que no estoy segura de lo que esperas que empaque. Eso es lo que estaba tratando de preguntarte sobre las expectativas. Capté la parte sexual, no estoy segura de lo que esperas de mí las otras veintitrés horas y media por día. —Anoche fue mucho más de media hora —me quejo cuando golpeamos otro semáforo. —¡Lo sé! ¡Lo siento! Pero seguiste abatiéndome y besándome y haciendo todas esas cosas que no ponían tu pene dentro de mí. No creo que el artículo que leí estuviera contando todas esas otras cosas cuando obtuvieron ese promedio de siete a trece minutos y todavía no sabía acerca de esas otras cosas o por cuánto tiempo querrías hacerlo. Voy a necesitar que Jesús tome el volante de este automóvil si no se calla pronto. —De todos modos, podemos ser más rápidos, estoy segura. Sé que estás ocupado, así que tal vez podamos tomar un par de rapiditos y eso hará que baje nuestro promedio. Como si tuviéramos relaciones sexuales un par de veces durante cinco minutos y una vez durante una hora, ese es un promedio de veinte o veinticinco minutos por sexo. Dispara, ¿todavía es demasiado largo? ¿Quizás tres rapiditos por cada uno largo? Eres el que tiene un horario, así que depende de ti. Jesús. Ten piedad. Me ajusto la polla mientras ella sigue charlando. —De todos modos, ese no era realmente mi punto —dice, tomando aliento. Gracias a la mierda por los pequeños favores. —Mi punto es que no tengo nada sexy, pero puedo ir y comprar algo hoy. Solo necesito saber qué te gusta porque eso es caro y no pareces tan impresionado con la bata de dormir y no soy lectora de mentes. La bata que llevaba en el escenario frente a otros hombres. Tiene razón sobre eso. La odié. —Solo empaca lo que normalmente usarías, Lydia. —Lo que sea que llevo puesto normalmente no es lo que piensas que es, Rhys. ¿Estás seguro de que no quieres que corra y consiga algunas cosas? O podría pedirle ayuda a mi nueva amiga Staci. Probablemente podría decirme dónde ordenar en línea si te interesa algo un poco más fuerte que lo que puedo encontrar en el centro comercial Fashion Show. ¿Me quieres vestida de cuero, o en rojo, o vestida como un pony o algo así? Solo dímelo. Se lleva la pajita a los labios y bebe otro sorbo, parpadeando con inocente curiosidad y sin una pizca de juicio. —Te quiero exactamente como eres. —Oh. —Una pequeña línea surca su frente como si esto fuera confuso para ella. O tal vez esperaba que me atrajera el bondage o alguna mierda, es difícil de decir con ella. —¿Esperabas experimentar algo extremo, Lydia? ¿Querías que te pusiera un tapón trasero con una cola y te pidiera que te arrastraras por mi apartamento? ¿Perforarte los pezones? ¿Te azotara?

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—No particularmente, no. Solo quiero ser buena para ti. Me gusta cuando me dices que soy una buena chica. Eso realmente lo hace por mí. —¿Lo hace? —Mmm-hmm —murmura y se mueve en su asiento. Le digo que necesito un poco de tiempo tranquilo después de eso. El complejo en el que vive es agradable. Un desarrollo exclusivo a solo veinte minutos del Strip, lo suficientemente cerca como para ser conveniente pero lo suficientemente lejos como para tener un ambiente residencial relajado. Vive en una unidad cerca de la casa club que debe tener un gimnasio, dado que un cretino cubierto de sudor nos pasa al salir. Él grita "Hola, Lydia", mientras pasa, lo que me molesta. —¿Amigo tuyo? —cuestiono mientras camino detrás de ella hasta su puerta, llevando la lámpara de gato naranja. —Lo conocí en la piscina una vez —dice, mostrándome una sonrisa disgustada por encima del hombro—. Pero no recuerdo su nombre, así que siempre digo “Hola, tú” cuando trata de hablar conmigo. Le diría que a él no le importaría nada recordarle cómo se llama si estuviera dispuesta a darle la hora, pero que se joda. No le estoy pagando para darle consejos sobre cómo levantarse a otros hombres. Abre la puerta de su apartamento y llama a su compañera de cuarto, que no parece estar en casa. —Extraño, pensé que estaba aquí —dice Lydia. Parece triste por no encontrarla— . Supongo que la veré mañana —dice encogiéndose de hombros. —¿Son cercanas? —pregunto a falta de otra cosa de la que hablar. —Es mi mejor amiga. —¿La conoces desde hace mucho tiempo? —Un par de años. Nos conocimos en la universidad, luego las dos fuimos contratadas en el Windsor, así que decidimos mudarnos juntas y ser compañeras. —Ah. —No me había percatado de que su compañera de cuarto también era una empleada, pero tiene sentido. Sé que hacíamos muchas contrataciones en ferias de empleo universitarias. Joder, odio el recordatorio de que Lydia acababa de salir de la universidad. —Tomaré esto —dice, quitándome la lámpara de la mano. Había olvidado que estaba sosteniendo algo horrible. Desaparece en uno de los dormitorios, así que hago un balance de su apartamento. Creo que este es un desarrollo relativamente nuevo. El apartamento en sí no es enorme, pero el plano de planta es abierto y los electrodomésticos parecen nuevos. El sofá parece nuevo, junto con las mesas y lámparas. Lámparas normales, observo, no tienen forma de gato, ni de unicornio, ni de ninguna otra cosa que pueda gustarle. Hay una vieja cómoda pintada de verde azulado como base para el televisor y una mesa de cocina con sillas que no coinciden, y sospecho que vinieron de Goodwill. Hay un fajín colgando de un tablero de corcho cerca de la mesa de la cocina. Como una banda de concurso, pero más fea. Me acerco para echarle un vistazo mientras Lydia grita desde el dormitorio que está empacando cosas normales.

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Esta banda es incluso más ridícula que la lámpara. Hay algo llamado una insignia de bar cosida en ella. Y una insignia de aplicación de citas. Y una insignia de confianza. Fijada al tablero de anuncios, pero no cosida en la banda, está una insignia de Rhys. Y una insignia sexual. Y una insignia de cosas de traseros. Mi polla palidece ante la idea de tomar el trasero de Lydia, pero mi mente está atrapada en la insignia de Rhys. ¿Soy un tipo de juego para ella? La puerta de entrada se abre y aparece Payton. Me alejo del tablero de anuncios mientras Lydia sale de su habitación con una feliz exclamación por la llegada de su amiga. Nos presenta y luego hace una pausa, echando un segundo vistazo a su amiga. —Payton, ¿por qué sigues usando lo mismo que anoche? —Um —responde Payton, mirándose a sí misma como confundida—. ¿Lo hago? Suficiente acerca de mí. ¿Cómo estuvo el sexo anoche? —¡Payton! —Los ojos de Lydia se abren y me lanza una mirada, su expresión mortificada—. No voy a decirte cómo es Rhys en la cama cuando está parado aquí. —Bien, ¿entonces, mañana a la hora del almuerzo? —Payton parece totalmente desconcertada por la refutación de Lydia. Los ojos de Lydia van y vienen entre Payton y yo. —Probablemente tampoco entonces, Payton. —Ohhh —dice Payton, mirando entre nosotros—. Por supuesto que no. Nunca discutiremos algo así. Guiño, guiño. Realmente dice “guiño, guiño” en voz alta. —¿Estás casi lista? Tengo mucho trabajo por hacer esta tarde. —Incluyendo darle a Lydia orgasmos múltiples para que estén frescos en su mente cuando lo resuma durante su almuerzo. Porque impresionar a esta virgen de alguna manera, inexplicablemente, se convirtió en lo mío.

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Veintidós LYDIA Rhys desaparece dentro de la oficina de su casa casi tan pronto como regresamos al hotel. Además de su dormitorio y la habitación que está usando como una oficina hay una habitación extra, pero Rhys coloca mi maleta en su habitación y me dice que desempaque. Así que lo hago. Alineo mi champú y acondicionador junto a los suyos en la ducha. Cuelgo mi ropa junto a la suya en el armario y pretendo que todo esto es normal y que le gusto. Le gusto para novia, no para prostituta, lo cual es ridículo porque nadie se muda con su novia después de una cita. Reviso el refrigerador y lo encuentro vacío salvo por agua embotellada, cerveza artesanal de marca privada del Hennigan’s, jugo de naranja, un cartón de huevos y una botella de mostaza. Hay una cesta de fruta fresca sobre el mostrador así que tomo una pera y entonces miro la vista del Strip de Las Vegas mientras la como. Después de que oficialmente me quedo sin cosas que hacer y creo que ha sido una media hora desde que llegué aquí así que dudo que Rhys esté saliendo de su oficina en cualquier momento pronto. Por lo que recurro a mi actividad normal de domingo por la tarde: Pijamas y programas de renovación de casas por cable. Estoy en mi pijama favorita y un top, tendida en el sofá de Rhys esperando averiguar cuál casa una pareja de Downers Grove, Illinois elige en su cacería de casa, cuando la puerta principal se abre y Canon entra. ―Oh, hola, no me di cuenta que estabas aquí ―dice, viéndome a medio camino a la habitación donde Rhys tiene establecida su oficina. Estoy desplomada en el sofá con mis pies sobre la mesa de café y mi teléfono en la mano jugando un juego de palabras mientras espero saber si la ubicación supera el espacio de patio para la pareja de Illinois―. ¿Te has mudado? ―pregunta Canon con una amplia sonrisa, viendo la forma en que estoy extendida en el sofá en pijamas. ―Básicamente ―digo, encogiendo mi hombro como si no tuviera idea de cómo sucedió tampoco. Principalmente alejo mi mirada porque él me vio ayer usando un camisón subastando mi virginidad y eso es súper vergonzoso. ―Caramba. Esto es mucho mejor de lo que anticipé ―dice, riendo para sí mismo mientras continúa por el pasillo para encontrar a Rhys. La pareja de Illinois elige la casa con el buen patio y la cocina anticuada. Anoto treinta y cuatro puntos deletreando la palabra “jeed”. Ni siquiera sé lo que significa esa palabra. Generalmente solo muevo las letras alrededor hasta que consigo una palabra que valga un número decente de puntos y entonces golpeo en jugar. Rhys y Canon salen de la oficina, Canon nos dice que tengamos una buena noche, y entonces se ha ido. Rhys pone el cerrojo de seguridad cuando la puerta se cierra, camina hacia donde estoy sentada y se detiene. ―¿Cena? Oh.

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―¿Quieres que me vista? ―Lanzo la manta fuera de mí y coloco mis pies en el suelo y me pongo de pie. Volverme a vestir un domingo no es mi idea de un buen momento. ―No, comeremos aquí. ―¿Comer qué? No tienes nada de comida. ―Me dejo caer en el sofá con mi manta, aliviada de que no tengo que vestirme. ―Ordenaremos de la cocina. ¿Qué quieres? ―¿Ordenas todas tus comidas de la cocina? ―Bastante ―dice como si no fuera algo raro. Me pregunto cómo voy a lograrlo sin Del Taco. Apuesto a que puedo conseguir que Payton me traiga un café helado en su camino al trabajo―. ¿Qué quieres? ―Caminó hacia la cocina y recogió algún tipo de dispositivo de pantalla inteligente que vi antes en un cargador al lado de la estufa. La estufa que todavía tenía el manual de instrucciones dentro de ella. ―No sé. ¿Qué tienen? ¿Tienes un menú? ―Tienen lo que sea que quieras. ―¿Lo que sea que quiera? ―Sí. ―Entonces podría ordenar… ―Busco en mi cerebro por algo realmente extravagante y vengo totalmente en blanco. Seguramente pueden hacer una hamburguesa de queso o una pizza de pepperoni o una ensalada de pollo o un emparedado de pavo―. ¿Podría ordenar un pie de limón para cenar y lo traerían? ―No tengo idea de cuánto tiempo tomaría, pero sí, lo traerían. ¿Querías un pie de limón? ―Está tecleando en la pantalla y espero que no acabe de ordenarme un pie de limón porque en realidad no me gusta el pie de limón. Solo fue lo más salvaje que pudo ocurrírseme a corto tiempo, lo cual es en verdad, en verdad penoso. ―¿Qué vas a pedir? ―Pollo a la parrilla, una papa horneada y brócoli. ―¡Oh! Sé lo que quiero. ―Estoy emocionada ahora porque esto es mi cosa favorita de siempre, pero hacerlo por mí misma requiere comprar demasiados ingredientes que en realidad no son económicos. Él levanta su ceja en pregunta mientras continúo―: Me gustaría una ensalada con pollo desmenuzado, maíz, frijoles negros, aguacate, tomate, queso y aderezo de lima cilantro al lado. Rhys escribe mi orden. ―¿Sin pie? ―Eh, no. Estaba bromeando sobre el pie ―digo súper casualmente, como una chica que nunca ordenaría pie. Pero la idea de una cocina mágica donde puedo ordenar cualquier cosa es demasiada tentación―. ¿Tienen helado con sabor a pastel de cumpleaños? ―¿Eso no es solo de vainilla? ―¡No! No, no es solo vainilla. ―Hago una rabieta y niego―. Estás en verdad protegido, Rhys. Has estado vivo doce años más que yo y sin embargo hay demasiado que todavía no sabes.

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Rhys me mira sobre la tableta sin hablar luego sacude su cabeza como si estuviera sacudiéndose de sus pensamientos. ―Si no lo tienen alguien correrá a conseguirlo ―dice mientras termina de teclear nuestra orden antes de lanzar el dispositivo sobre el sofá. ―Es una vida lo que tienes aquí ―le digo―. Servicio de limpieza. Servicio a la habitación. Vistas de infarto. ―Es algo ―dice, dejándose caer en el sofá a mi lado y tirando de mis piernas a su regazo. Me congelo por un momento porque es una cosa rara de parejas, pero Rhys no parece notarlo, su atención está en la televisión―. ¿Qué estamos viendo? Nosotros. Nunca había sido un nosotros. Siempre he querido ser uno, incluso en preparatoria cuando estaba demasiado ocupada y demasiado tímida para hacer gran cosa al respecto. Recuerdo que, durante mi primer año, el lunes después de un baile al que no asistí, otra chica me miró en el pasillo y dijo: “Oh, miren, ahí está esa chica que no pudo conseguir una cita para el baile”. Ella era de segundo, alguien que solo conocía de pasada, pero sus palabras me devastaron, bueno, por un largo tiempo. Pero aquí estoy, con el hombre más atractivo sobre el que he puesto mis ojos, acostada en su sofá con mis piernas en su regazo mientras esperamos el servicio a la habitación. ¿Y qué si es falso? Podría ser real. Se siente algo real. Rhys comienza a masajear los arcos de mis pies y eso se siente bastante real. Al menos que tenga un fetiche por los pies y finalmente rompí su código. ―House Hunters ―finalmente respondo. ―¿Qué es House Hunters? Lo miro, insegura de si está bromeando o no. No lo está. ―No sabes lo que es House Hunters? ―Nop. ―Ha estado al aire como por cien temporadas. ―¿Cien? ―Al menos. Eres la única persona en el universo que no ha visto House Hunters. En verdad necesitas vivir un poco, Rhys. ―¿Entonces qué es lo que me estoy perdiendo? ―Está bien, así que cada episodio presenta a una pareja comprando una casa. En una ciudad diferente en los Estados Unidos. ¡Al menos que estés mirando House Hunters International y entonces podrían estar comprando una casa en cualquier parte! Como París o Praga o Edimburgo o Heidelberg. ―¿Heidelberg? ―Está en Alemania. Lo sabrías si vieras House Hunters International. Estoy más que un poco satisfecha por mi conocimiento de una ciudad al azar en Europa. ―Sé dónde está Heidelberg.

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Oh. ―¿Por qué mirar a alguien buscar una casa es interesante? ―¿Cómo no lo sería? ―Rhys se ríe por la expresión de mi cara pero en realidad no entiendo como no puede entender esto―. Cada pareja tiene un presupuesto diferente, diferentes prioridades, en una ciudad diferente. Y consigues ver qué tipo de casa pueden comprar con ese presupuesto en esa ciudad. Ellos miran tres casas y entonces eligen una. Pero antes de que elijan deben recapitular todas las tres y tú adivinar cuál van a elegir. ―Uh-huh. ―Es muy interesante. Ya verás. ―¿No podrías solo mirar algunas casas en Zillow y ahorrarte veinticinco minutos? ―Pfft. No es lo mismo. ―Está bien. ―Asiente Rhys―. ¿Entonces qué ciudad estamos viendo ahora? ―Sus pulgares continúan amasando las plantas de mis pies y este podría ser el momento más feliz de mi vida. Bueno, el segundo. Esos orgasmos que me dio anoche definitivamente son primero. ―Tú, amigo, te espera un regalo especial. ―¿En serio? ―Sus labios se elevan con diversión. Puede estar tan divertido como quiera porque no tiene idea de lo afortunado que está por ser―. Son lindos, por cierto ―dice, tocando el material de mis pantalones de pijama. Todavía no estoy segura si habla en serio sobre este sin sentido de “usar lo que normalmente uso” así que mantengo el hecho de que hice estos pantalones de una vieja sábana para mí. ―Gracias. El siguiente es un episodio de House Hunters Renovation. Lo que significa que los veremos elegir su casa y renovarla. ¡Sí! ―Me abanico con mi mano como si necesitara refrescarme. Estoy bromeando. Un poco. Es mi favorito de los House Hunters. Estamos a mitad del episodio, una pareja en Austin, Texas ha seleccionado su casa y las renovaciones acaban de comenzar, cuando nuestra comida llega. Rhys se levanta para abrir la puerta y un chico de comida y bebidas en un carro entra exactamente como hacen en las películas. Es exactamente como lo hacen en la vida real también pero nunca había tenido servicio a la habitación antes. He estado en bastantes vacaciones familiares con mis padres, pero el servicio a la habitación nunca fue algo que hicimos. El chico de comida y bebida es un caballero mayor llamado Mitchell. Estuvo en uno de mis grupos de orientación un par de semanas atrás y sé que me reconoce mientras está moviendo las charolas a la isla mostrador en la cocina por la dirección de Rhys porque dice: ―Buenas noches, señorita Clark. ―Hola, Mitch. ―Saludo desde el sofá―. ¿Cómo ha ido tu día? ―Sin quejas. No estamos demasiado ocupados con el hotel no estando oficialmente abierto todavía. Sospecho que está a punto de cambiar muy rápido. ―Es mejor ―concuerda Rhys. Escolta a Mitchell a la puerta y entonces me dice que está poniendo mi helado en el congelador.

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―Está bien. Espero que haya espacio ahí ―bromeo. ―Oh, ¿crees que eres graciosa, cierto? ―Tienes un refrigerador completo de lo mejor lleno con agua y cátsup, así que sí. Él coloca nuestra comida en la mesa de café y se sienta a mi lado y, no en vano, lo veo mirando la televisión. Nunca lo admitirá, pero apuesto que está tan curioso como yo por si esa pared de cocina puede caerse fácilmente o si la pareja de Austin va a tener que conseguir una viga costosa. ―Entonces, um, ¿cómo estamos haciendo que esto funcione? ―le pregunto durante el siguiente corte comercial. ―¿A qué te refieres? ―Toma con el tenedor un pedazo de pollo en su boca. Sé que esto es un poco loco, pero es un masticador muy sexy. ―Como que estoy viviendo aquí. ―Por un mes. ―O hasta que te aburras de mí. Gira su cabeza y me mira cuando digo eso, un destello de algo cruzando su expresión antes de que se gire de regreso a la televisión. ―Sé que Sutton Travel tiene una política de confraternización bastante liberal ―digo, refiriéndome a la compañía matriz dueña del Windsor, y tratando de guiar la conversación de vuelta al problema en mano―, pero las personas van a verme aquí, como Mitchell acaba de hacerlo. O verme yendo y viniendo o usando el elevador ejecutivo para llegar al trabajo en la mañana. Van a asumir que soy tu novia, ¿al menos que quieras que me escabulla? Podría tomar el elevador al estacionamiento y luego caminar a la entrada de empleados y tomar ese elevador al cuarto piso. Eso funcionaría. ―Contengo el aliento y me pregunto si este es el momento en que se da cuenta de que le gustaba para una sola noche, no para un mes, y me diga que me vaya. En realidad, él me gusta para un mes. Al menos. Quizás incluso para varios meses. Sé que mi gusto parece un poco presuntuoso, un poco ingenuo, ¿pero sabes cómo algunos hombres tienen esa cosa? ¿Una presencia? ¿Esa cosa que succiona el aire de la habitación cuando entran, cuando tus ojos gravitan hacia ellos incluso antes de que deberías saber que están ahí? Ese tirón no es normal, no puede serlo, porque he conocido muchos y muchos hombres durante mi vida y solo lo he sentido con Rhys. No sé cuánto tiempo dura eso. Obviamente esta es mi primera vez experimentando esa cosa, pero no puede posiblemente solo apagarse o extinguirse en un mes. Ya ha sido un mes desde la primera vez que lo sentí, esa primera noche en el bar cuando estaba con su amigo británico ebrio (quien desde entonces he sabido es el director ejecutivo de Sutton Travel y el primo de Rhys, así que probablemente debería dejar de referirme a él como el amigo británico ebrio en caso de que lo conozca) y la cosa no está disminuyendo. La cosa solo se ha vuelto más fuerte. Y ahora tengo sentimientos por él como una persona en adicción a la cosa, lo que es claramente algún tipo de tirón sexual vudú.

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Pero quizás este es el momento en que Rhys se da cuenta que no está sintiendo la cosa. Quizás en absoluto, o quizás no lo suficiente para quererme aquí. Quizás está satisfecho de mí y eso es todo. Debe ser una razón por la que no tiene una novia, ¿cierto? Una razón para que prefiera bailarinas, desnudistas, lo que sea su preferencia normal. Tal vez le gusta la variedad. ―No, no quiero que te escabullas a ninguna parte. Puedes ir y venir como te plazca. Me ocuparé de la oficina en la mañana. Pincho un pedazo de pollo desmenuzado en mi ensalada, el cual está delicioso, mucho mejor que cuando la hago yo misma, y contemplo lo que significa eso de “ocuparse de ello”. Quiero hacer preguntas sobre eso, pero él giró su atención de vuelta a la televisión y su expresión en realidad no augura nada bueno para interrogar. Además de que confío en él cuando dice que se ocupará de eso. Las preguntas son en realidad solo para mi propio interés así que decido dejarlo hasta mañana. Vemos el resto del episodio en silencio. La pared de la cocina se cae, pero requiere una viga de apoyo de trescientos cincuenta dólares para hacer su cocina de ensueño una realidad. Luego son golpeados con una pérdida de techo inesperada y el presupuesto para contingencias es gastado. Todo termina bien, sin embargo, cuando encuentran el azulejo para el renovado baño principal en rebaja y llaman a un amigo para ayudarlos a ponerlo ellos mismos en orden de permanecer en el presupuesto. La renovación termina a tiempo y siete mil dólares sobre su presupuesto original de ochenta mil dólares. ―¿Qué pensaste? ―le pregunto cuando el episodio termina. ―Hmm ―responde, como si necesita reflexionarlo. Terminamos nuestra cena y de algún modo, en realidad no puedo explicar cómo sucedió, en algún momento en los últimos diez minutos del episodio terminé con mi cabeza sobre el pecho de Rhys, ambos reclinados en el sofá―. ¿Qué es lo que te atrae de esto? ―Está corriendo sus dedos por mi cola de caballo y se siente tan bien como el mini masaje de pies que conseguí antes. Decido que Rhys es bueno tocando también. Es muy confortante, tranquilizador en una forma sin palabras. También, podría haber un treinta por ciento de probabilidades de que esté enamorándome de él. ―Me encanta ver lo que es posible. A primera vista esa casa estaba tan vieja y oscura. Pero era una gema escondida, ¿sabes? Solo necesitaba a la persona correcta que viniera y descubriera su potencial. Con solo un poco de esfuerzo, recolocando la lavandería y renovando la cocina significaba de repente que la casa era un hogar espacioso brillante de la forma en que siempre estuvo destinada a ser. ―Un montón de esfuerzo más. ―A veces el esfuerzo vale la pena ―digo suavemente, un poco más para mí que para él. Estoy jugando con el lazo en la cintura de sus pantalones, corriendo el material entre mi dedo y el pulgar, mis ojos en la televisión. ―Podrían solo haber comprado una casa lista para mudarse y saltado la molestia. ―Quizás. Pero quizás en verdad querían esa casa en particular y ninguna de las casas listas para mudarse los emocionó. ―Él se queda quieto debajo de mí, su mano deteniéndose en mi cabello―. Quizás tenían un fetiche de bienes raíces por ese lote o algo. No importa. ―termino en un apuro. Creo que mis analogías de bienes raíces podrían ser demasiado reveladoras, pero no puedo parar―. Además cada episodio tiene un final feliz.

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―¿Una cacería de casa con final feliz? ―Sí. Es una experiencia visual muy gratificante. Sabes que van a elegir una de las tres casas porque siempre eligen una de las tres casas. Está virtualmente garantizado al final de cada episodio que una casa estará viviendo su mejor vida con una nueva familia. ―¿Qué hay de las dos casas que no fueron elegidas? ―No me gusta pensar en ellas. ―Por supuesto que no. ―Estoy segura que fueron elegidas ―añado, después de un minuto, porque es un detalle molesto―. Fuera de pantalla. Solo porque no sucedió durante el episodio no significa que nunca sucedió para esas casas. ―Quizás las otras casas estaban demasiado dañadas para merecer una familia. Quizás estaban llenas de moho y necesitaban nivelarse. ―Está jugando con mi cabello otra vez mientras habla. ―Nop. El moho puede ser remediado. Solo necesitan al comprador perfecto para ver su potencial. Un nuevo episodio comienza y Rhys no hace ningún movimiento por levantarse del sofá. Esta vez es un episodio de Beach Hunters, en el que los posibles propietarios buscan sus casas de ensueño con acceso a la playa. Nunca he sido mucho una chica de playa. ―¿Tienes más trabajo que hacer esta noche? ―pregunto, levantando la mirada hacia él debajo de mis pestañas. No estoy segura de cuánto tiempo tengo con él o como pedir lo que quiero. ―¿Querías que volviera a trabajar? ―No. ―Niego contra su pecho, la tela de su camiseta suave contra mi barbilla. ―Terminé de trabajar por la noche. ―Eso es genial. ―¿Por qué es eso? Suavizo mi palma abierta contra su pecho y me pregunto cómo hago que el sexo suceda otra vez. ―Quizás podamos trabajar en nuestro TPS ―ofrezco. ―¿TPS? ―Tiempo promedio de sexo. Recuerda que necesitamos trabajar en nuestras eficiencias porque estás demasiado ocupado. Sus ojos se cierran por un momento y un pequeño gemido sale de sus labios. No puedo descifrar el gemido. ¿Es interés? ¿Exasperación? ¿Excitación? No estoy del todo segura. Miro el reloj, preguntándome a qué hora está planeando comenzar a trabajar en la mañana. Quizás es hora de que vaya a la cama, no tengo idea. ―Podríamos ser rápidos, bajar el tiempo promedio ―añado en caso de que esté considerando saltarse media hora de sueño para tener sexo―. O podría darte una mamada. No creo que eso contaría para el promedio de TPS sin embargo. Pero creo que

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leí algo sobre las mamadas ayudando a dormir así que todavía sería un uso muy eficiente de tu tiempo, ¿no crees? Exhala un aliento y sus ojos se abren, mirándome con un sentido de desconcierto. ―¿Alguna vez has dado una mamada, Lydia? ―No. ―Niego―. Le di a un ex novio unas cuantas masturbaciones con la mano, pero él se venía bastante rápido sin que hiciera mucho en realidad. Es por lo que pensé que de siete a treinta minutos era una meta razonable porque solo le tomaba a ese chico como dos minutos venirse. Rhys deja de jugar con mi cabello y usa esa mano para frotar las líneas en su frente así que temo que podría estar perdiendo su interés. ―Sé cómo hacerlo, sin embargo ―añado rápidamente―. Miré unos cuantos videos para obtener la esencia y soy una rápida aprendiz. ―Siempre he estado orgullosa de mi habilidad para entender rápidamente―. No he olvidado que quieres ahogarme con tu polla, pero tendrás que enseñarme esa parte porque ninguno de los videos que vi explicaba si las mujeres simplemente nacen sin un reflejo de arcadas, o si no, cómo eran capaces de superarlo. También algunas de ellas solo tragaban el pene sin un ruido y algunas eran muy ruidosas y no estaba segura de cuál estabas buscando. ―Lydia. ―Muele la respuesta entre sus dientes. ―¿Sí? ―Por favor deja de hablar. Oh, chasquido. Muerdo mi labio para esconder mi decepción. Tanto por perderme el sexo de esta noche como por preguntarme dónde perdí su interés. Corro la conversación en mi mente tratando de señalar exactamente dónde lo perdí así puedo removerlo de mis técnicas de seducción. Pero espera. Está interesado. Sé que está interesado porque puedo sentir su interés creciendo contra mi estómago y es nuevo interés, no estaba ahí durante los últimos diez minutos de la renovación de la casa cuando estaba acostada encima de él y las encimeras de cuarzo estaban siendo reveladas. Así que quizás “por favor deja de hablar” significa “¿ponte a trabajar?” estoy aquí en un trabajo después de todo. Cuando era una Girl Trooper nuestra líder la señorita Barnes usaba “menos charla, más trabajo” cuando estábamos ordenando nuestras galletas pero supongo que no es lo mismo en absoluto. Sin embargo. Podría ser algo similar. Muevo mis ojos a los suyos y deslizo mi mano de su pecho a su creciente interés y aplico un poco de presión. Cuando no me detiene me deslizo fuera del sofá y me pongo de rodillas entre sus piernas abiertas y me muevo para desabrocharlo, pero me detiene otra vez. ―Lydia, para. Levántate.

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Veintitrés RHYS —¿Hice algo mal? Ni siquiera he comenzado todavía. — Lydia parece confundida, y posiblemente decepcionada. ¿Está decepcionada de que le negué el estímulo de darme una mamada? A la mierda mi vida. No se pone de pie como le dije, en cambio se sienta sobre sus talones y mira hacia mí, una punzada de dolor en sus ojos. —No, no has hecho nada malo. —Sacudo la cabeza y pellizco el puente de mi nariz. Jesús. Ella está tan ansiosa. Ansiosa por complacerme, y no me lo merezco. No la merezco. Incluso si pagué para que esté aquí, pagué por ella para complacerme. —¿Te preocupa que sea mala en eso? Porque en mi opinión soy bastante buena en eso, pero no puedo confirmarlo si no puedo intentarlo. Además, quiero hacerlo. Quiero intentarlo. Quiero saber qué se siente hacer eso por ti. —Te dejaré probar. Solo que no esta noche. —Bien. ¿Cuándo? —El miércoles —dejo salir porque he perdido mi maldita cabeza. Ni siquiera sé de dónde vino que el miércoles, pero Lydia todavía está de rodillas frente a mí y no quiero sofocar su entusiasmo natural por el sexo y no es como si no quisiera la mamada. Por supuesto que la quiero. Mierda. Ella rueda su labio inferior entre sus dientes y luego sonríe, asintiendo una vez como si el miércoles fuera una respuesta razonable a cuándo puede chupar mi polla. Sus palmas están planas sobre sus muslos, sobre los bonitos pantalones de pijama que lleva puestos. Su cabello está retirado de su rostro en una cola de caballo y puedo distinguir sus pezones debajo de la parte superior de la camiseta y todo esto parece tan normal. Tan jodidamente normal tenerla aquí, como si siempre hubiera estado aquí, como si siempre estuviera destinada a estar aquí. Aprieto el control remoto, apago la televisión y la pongo de pie, tendiéndole la mano para levantarla del suelo. Desliza su mano sobre la mía y se pone de rodillas antes de mover un pie fuera de ella para ponerse de pie. Cuando está levantada, la acerco más y la beso. Un pequeño chillido se pierde en su garganta cuando claramente no esperaba el beso. Luego se inclina hacia mí y me rodea con sus brazos el cuello para acercarme más. Sus pezones se presionan contra mi pecho, sus labios suavemente flexibles debajo de los míos, y sus dedos están tirando de los cortos mechones de cabello en la parte posterior de mi cuello y esto... esto me está poniendo duro como una piedra. Muevo mis manos hacia la parte posterior de sus muslos y la levanto hasta que envuelve sus piernas alrededor de mi cintura. Me da una extraña sensación de paz mientras camino por la sala de estar apagando las luces con Lydia colgando de mí, una maldita seguridad de saber que estará aquí toda la noche, sabiendo que todavía estará aquí por la mañana. ¿Por qué no se siente sofocante? Debería, ¿no es así? Sin embargo, Lydia está colgando físicamente de mí y me gusta. Me gusta tenerla aquí. Me gusta la compañía. Me gusta ella y sus camisetas con temas de tacos y su amor por la comida rápida barata y sus extraños hábitos de compras y su alegría por ver a alguien que ni siquiera sabe elegir una casa en una ciudad en la que nunca ha puesto un pie.

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Quiero saber todo lo que aún no sé sobre ella. Todo. Solo necesito llegar al fondo de su relación con Vince. Sea lo que sea, puedo arreglarlo. Tiene veintidós años y cree que ir de compras es divertido. ¿Cuánta deuda puede tener? Canon me prometió un informe para mañana. Comenzaré allí. —Tendremos sexo ahora, ¿verdad? —Ella ha estado besando un lado de mi cuello mientras caminaba. Frotando su pelvis contra mí con su movimiento característico de follada en seco. También me gusta eso. Sé que no debería. Sé que su entusiasmo se debe a la falta de experiencia y que la falta de experiencia se debe en cierta medida a su edad, y en cierta medida debido a su completa ignorancia acerca de los hombres, pero a mí me encanta eso. Ella no está hastiada todavía. No sabe nada sobre la seducción. Se sonroja cuando la miro y me dice demasiado. Como ahora mismo. En este momento mientras rebota en mis brazos y se retira lo suficiente como para mirarme a los ojos para preguntar si vamos a tener sexo. La duda de antes se fue, reemplazada por un brillante entusiasmo. He tenido mucho sexo y estoy seguro de que ni una sola mujer me ha preguntado si estamos por tener relaciones. —Los besos y tu mano en mi culo y esta progresión hacia el dormitorio significan que vamos a tener relaciones sexuales, ¿verdad? ¿Estás pasando de la mamada porque tienes tiempo para el sexo real? —Cuando no le respondo de inmediato, sus ojos se abren y parpadea y dice en voz mucho más suave que podría ser para sí misma—: Por favor di que sí. —Sí, vamos a tener sexo, Lydia. —¡Hurra! Tampoco nadie nunca me ha dicho eso. He escuchado todos los cumplidos gratuitos del libro mientras follaba, pero nunca “hurra”. Y Jesús ayúdame, creo que es lo mismo que se reserva para el café helado en Del Taco, así que sé que es genuino. —Dime algo, Lydia. —Bueno. —Inclina la cabeza hacia un lado, sus ojos muy abiertos y la expectativa ansiosa. —Dime cómo te graduaste de la universidad siendo aún virgen. —Lo que pasa, Rhys, —comienza, pero hace una pausa como si buscara las palabras adecuadas. —¿Qué? —Sé que esto podría ser una sorpresa, así que prepárate. La cosa es que yo era un poco nerd en la preparatoria. —No me digas. —Mantengo mi rostro serio. —Sí. —Asiente—. Es verdad. Y de alguna manera se extendió a la universidad. Quería tener sexo, realmente quería. Pero quería sentirlo. Sentir la conexión. Sentir como si me arrancara la ropa, pero nunca lo hice. Besarme fue un poco divertido, pero en una especie de “esta bien, puedes dejarte los pantalones puestos”. —¿Así que decidiste que venderte era la ruta a seguir? —pregunto, confundido. Mira hacia otro lado y se muerde el labio inferior, frunciendo ligeramente el ceño.

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—Lo que pasa es que me estaba convirtiendo en una solterona. —Me mira como para ver cuál es mi reacción. —Una solterona. ¿Una solterona de veintidós años? —Sí. ¿Podemos hablar de esto más tarde? La dejo caer al pie de mi cama y le quito la camiseta sin mangas con un solo movimiento. Desato el lazo de cinta de raso que sujeta sus pantalones de pijama alrededor de su cintura y también se los quito. Luego me pongo de rodillas y levanto una de sus piernas sobre mi hombro. —¿Cómo es que puedes hacerme sexo oral y yo tengo que esperar hasta el miércoles para hacértelo a ti? —Porque estoy a cargo y lo digo. —Hmm, me gusta que estés a cargo. Tu confianza me hace sentir segura. Y deseada. Y también me limito a seguir instrucciones. Su respiración se ha incrementado mientras habla y su pecho está al ras. Tiene tetas pequeñas. Son reales y perfectas y me gusta verlas levantarse y caer sobre su pecho desde este ángulo. Me gusta ver su cabeza caer hacia atrás cuando chupo su clítoris entre mis labios y me encanta la sensación de sus dedos agarrándome de los hombros para no caerse y la forma en que está inclinando las caderas para acercarse a mi boca. Agarro sus nalgas con mis manos para estabilizarla y deslizo la punta de mi dedo sobre la tira de piel desde su coño hasta su trasero. Eso llama su atención. Su cabeza cae hacia adelante con un pequeño “oh” saliendo de su boca mientras le rodeo el culo con la punta de mi dedo. Se tensa y luego se relaja cuando chupo más duro en su clítoris. El talón de su pie clava en mi espalda y se levanta sobre la bola de su pie cuando vuelvo a rodearlo. Ella es jodidamente perfecta. Retiro su pie de mi hombro y la empujo hacia la cama para poder separarle más las piernas. Me gusta el acceso sin restricciones mientras trabajo, aunque esto es más un hobby que un trabajo. —Dime lo que te gusta —le digo mientras paso las manos arriba y abajo por el interior de sus muslos. Coloco un beso en su estómago, justo debajo de su ombligo, y le acaricio las pantorrillas mientras ubico sus rodillas donde las quiero. —Todo lo que has hecho hasta ahora. —Exhala un feliz suspiro y me río. —Quise decir muy específicamente, buena chica, ya que no tienes ninguna comparación. La separo con mis pulgares y recorro mi lengua entre sus pliegues mientras la vigilo. Ella tiene una mano en su estómago y la otra agarrando el edredón sobre su cabeza. Sus tetas se levantan y caen sobre su pecho y su cabeza gira hacia el lado que da a las ventanas, pero sus ojos están cerrados. Joder, es tan bonita así. Mojada, rosa, resbaladiza y estoy jodidamente metido en eso. Podría mirarla y saborearla toda la noche. Paso mi lengua sobre ella de abajo hacia arriba, ligeramente. Entonces otra vez con más fuerza. —¿Qué prefieres?

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—Oh. —Sus ojos se abren y se retuerce—. No sé. Me gusta de ambas formas. Lo hago de nuevo. Y una vez más antes de arquear el pie y decirme que le gusta el barrido más ligero. Luego envuelvo mi boca sobre su clítoris y chupo. Suavemente primero. Entonces de nuevo con más succión. A ella le gusta la succión más áspera aquí. Lamo, chupo, muerdo e incluyo los dedos en la mezcla, mientras le pido que exprese verbalmente qué le gusta más. Tengo una muy buena idea de exactamente lo que le gusta basado en el aumento de su pecho y el arco de sus pies. La forma en que los dedos yacen sobre su estómago, se tensan y relajan y cómo los músculos de sus muslos se flexionan y sus piernas se abren o se tensan alrededor de mis hombros. Pero me gusta escucharlo de ella. —¿Qué pasa si no me gusta esto de la misma manera todas las veces? —pregunta después de que se ha corrido dos veces. Sus muslos están mojados de sí misma y está un poco sin aliento ya que acabo de hacer que me diga exactamente cuánta presión le gusta de mis dedos acariciando ese punto perfecto dentro de ella—. ¿Qué pasa si te enseño malos hábitos basados en lo que me gusta justo en este momento? Dios me ayude, ella es demasiado. —Soy mucho mejor adaptándome que negociando —respondo. Logro hacerlo sin romper una sonrisa. —Ah, bueno. —Asiente y deja escapar un suspiro. Me pongo de pie y me quito la camiseta con una mano en la parte posterior de mi cuello y un tirón. Luego dejo caer mis pantalones y tiro a Lydia a una posición de pie antes de acostarme en la cama. —Móntame —le digo, apretando mi polla con una mano. Estoy tan jodidamente duro que siento que podría volar ahora mismo. Siento el líquido pre seminal en la punta y lo uso para lubricarme. Los ojos de Lydia brillan ante las instrucciones y luego se sube a la cama y pasa una pierna sobre la mía, colocando su mano sobre mi pecho para mantener el equilibrio y apoya su peso sobre mis muslos con su trasero. Se hace cargo de mí, deslizando su mano arriba y abajo a lo largo de mí, sus ojos se mueven de un lado a otro entre mi polla y mi cara, su lengua se asoma entre sus labios en concentración. —Todavía no entiendo cómo encaja esto dentro de mí —dice, con los ojos muy abiertos mientras se levanta un poco sobre sus rodillas para guiarme hacia su entrada. —Encajó muy bien anoche —le recuerdo y ella se sonroja. —Mi cuerpo debe producir algún tipo de lubricación mágica para que esto sea posible. —Roza su entrada con la cabeza y siseo por el calor y la humedad, y requiere una gran cantidad de moderación de mi parte no tomar el control y golpearla. En cambio, froto mis manos a lo largo de la parte superior de sus muslos, alentándola mientras me guía dentro. Muy jodidamente apretado. Ella podría tener razón sobre la magia. Se las arregla para hundirse unos cinco centímetros de mí, pero su rostro y su coño están tensos. Se levanta y se hunde, exhalando un suspiro mientras le digo que se relaje. La toco en todas partes. Le acaricio los muslos, levanto las manos por los

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costados, le junto las tetas y le acaricio los pezones mientras exhala y repite unos cinco centímetros antes de levantarse sobre sus rodillas para evitar que la gravedad haga su trabajo. —No puedo, Rhys. No puedo hacerlo así todavía. Lo siento. —Ella suelta mi polla y balancea su pierna una y otra vez, cayendo sobre su culo sobre el colchón a mi lado—. Lo siento —repite y frunzo el ceño porque ¿qué diablos? Escuchar “lo siento” saliendo de su boca es lo último que quiero en este momento—. Eres demasiado grande y está muy apretado de esa manera. No soy muy buena en esto. Es demasiado pronto, tengo que trabajar para hacerlo de esa manera. Funciona mejor para mí si lo haces. ¿Ya le pagaste a Vince? Deberías pedir un reembolso o una tarifa reducida o algo así, ya que no puedo hacerlo de la forma en que quieres. Lo siento. ¿Podemos hacerlo de otra manera donde tú seas el hacedor? ¿Como al estilo perrito tal vez? Entonces estarías a cargo y soy mejor en esto cuando estás a cargo y en la parte superior. —Agita sus manos mientras habla, tomo una y la pongo encima de mí. —Lydia. —Hago una pausa hasta que sé que tengo su atención. —¿Qué? —No quiero que lo lamentes. —Está bien —acepta, pero deja caer los ojos y sus hombros aún están tensos. —No tenemos que hacer una posición que te haga sentir incómoda. Nunca. —Bueno. —Aunque te lo prometo, montarme como una vaquera inmunda es una posición que disfrutarás mucho cuando tengas un poco de confianza. —Hmm, puede ser. —Se encoge de hombros, pero dibuja círculos en mi pecho con la punta del dedo y me mira por debajo de las pestañas, un rubor vuelve a colorear su piel. —Y hasta entonces hay muchas, muchas más posiciones que podemos probar. Eso funciona. —¿Cuántas? —Su interés se despierta y se mueve más cerca. Sus ojos están brillando de esa manera que me hace sentir que soy el centro del maldito universo. —Tantas. Pero vamos a omitir el estilo perrito por ahora, tan hermosa oferta como fue, y por mucho que me gustaría que estuvieras sobre tus manos y rodillas mientras te tiro del cabello y te golpeo desde detrás. —Oh. —Hace una mueca, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su expresión, su ceño fruncido y sus labios vueltos hacia abajo—. ¿Por qué no podemos hacer eso ahora? Me gusta como suena. —Porque no puedo verte la cara de esa manera. Y quiero verte la cara mientras te estoy follando. —Ohhh, está bien. —Arrastra la palabra “oh”—. También me gusta ver tu cara. —Sus labios se curvan en una sonrisa traviesa—. Sin embargo, me gusta verte la cara todo el tiempo. Tengo muchas ganas de ver tu cara el miércoles. —Tú —le digo, luego nos giro para que esté debajo de mí—, eres bastante imponente para una chica tan buena. —La beso hasta que se relaja y clava un talón en mi culo tratando de acercarme más. Me arrodillo sobre la cama y le doblo las rodillas

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hacia el pecho, manteniendo las rodillas y las pantorrillas juntas y colocando ambos tobillos en mi hombro izquierdo. Luego me hundo en ella. Dios, se siente bien. Observo cómo se le abren los ojos y sus labios forman una pequeña o. Parpadea rápidamente y luego sonríe. —Oh, wow. No tenía idea. —Niega con la cabeza contra la almohada y agarra mis antebrazos con sus manos—. Siempre asumí que tenía que abrir las piernas para tener sexo. Cuanto más sabes, ¿eh? —Cierra los ojos y niega con la cabeza otra vez—. Qué cosa tan tonta de decir. Levanto uno de sus tobillos para poder besar la planta de su pie y flexionar mis caderas hasta que estoy tan dentro de ella que mi visión se nubla por un momento. Maldito éxtasis, cada centímetro de mí abrazado por ella. Resbaladizo, cálido y apretado. —No es tonto. —Su ignorancia es un maldito excitante y sé que soy un bastardo por sentirme así, pero que me jodan. Tiene veintidós, no dieciséis, y estoy disfrutando al máximo de ser quien le presente el sexo. Para verla retorcerse y sonrojarse. Para responder a sus preguntas y ampliar sus horizontes. Está tan convencida de que tengo un fetiche misterioso, pero creo que mi fetiche es ella. Enseñarle. —Bueno, soy una solucionadora de problemas bastante inteligente —dice con una sonrisa que parece un secreto. Luego se lleva las rodillas con más fuerza contra su pecho, cambiando la penetración, y sus ojos se abren. —¿Cómo se siente esto? —pregunto—. ¿Estás bien? —Ella asiente antes de que termine de preguntar. —Bien. Esto es bueno. Más de esto, por favor. —Me aprieta y todo se vuelve increíblemente más y más caliente y es tan jodidamente resbaladiza, receptiva y perfecta mientras me deslizo dentro y fuera de ella. Largos golpes dentro y fuera. Ella es perfecta. Demasiado perfecta para mí, pero lo olvido porque ya tengo suficiente para pensar en eso y mi única prioridad en este momento es escuchar Rhys, Rhys, Rhys salir de sus labios. Así es como lo dice cuando se corre. Cada vez. “Oh, oh, oh”, seguido de “Rhys, Rhys, Rhys”. —Te quiero más cerca —dice ahora, sus brazos alcanzan mi cuello. Deja caer sus rodillas y extiende sus muslos para que mis caderas encajen. Entonces me atrae hacia ella, pecho con pecho. Sus perfectas tetas pequeñas se presionan contra mi pecho, nuestros estómagos se presionan carne contra carne y sostengo su cabeza entre mis manos y la beso—. Eres lindo —susurra, pero eso no puede ser correcto. No soy lindo. Le estoy pagando, por el amor de Dios. Ella solo está haciendo su trabajo. Un trabajo que no puede necesitar y que es terrible o excelente dependiendo del punto de vista. Agrego eso a la pila de mierda en qué pensar más tarde porque Lydia me pasa las manos por el culo y flexiona las caderas debajo de mí, así que me concentro en no mejorar ese tiempo promedio de sexo con el que está tan obsesionada y asegurarme de que sienta esto todo el día mañana. Después de llegar al “Rhys, Rhys, Rhys”, me digo a mí que debería tomar mi computadora portátil y enviar un último correo electrónico a la oficina de Londres, de manera de tener una respuesta cuando me despierte, pero el culo de Lydia está presionado contra mi costado y su cabello está extendido sobre mi almohada, así que, a la mierda. Simplemente a la mierda. Enviaré el correo por la mañana.

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Veinticuatro LYDIA ¿Me pregunto si me veo diferente? ¿Si todos sabrían que tuve sexo todo el fin de semana solo con mirarme? Me miro en el espejo del baño de Rhys y me sonrojo. Ese es el pensamiento más embarazoso de todos. Y estúpido. Nadie me va a mirar y saberlo. Además, probablemente estaban haciendo lo mismo todo el fin de semana porque todos tienen sexo. Incluso yo. Por ejemplo, hoy no veré a Rhys en la oficina e imaginaré cómo se ve desnudo. No lo haré. Si me encuentro con él en la sala de descanso en el piso cuatro, solo tendré pensamientos normales sobre él. Pensamientos totalmente normales, completamente vestidos. Porque soy una mujer adulta y una persona profesional. Si por casualidad paso a su lado por el pasillo, no me imaginaré cómo se vería con una toalla envuelta en su cintura mientras él se para frente al espejo afeitándose. Nop. Absolutamente no. De hecho, voy a dejar de mirarlo ahora y tratar de eliminar este recuerdo de mi cerebro para que no aparezca accidentalmente más tarde. —¿Qué pasa? —pregunta mientras me muevo por el espejo sin mirarlo. Me desperté y tropecé aquí para orinar y lo encontré ya fuera de la ducha y, por lo que parece, casi ha terminado de afeitarse. Hubiera dado la vuelta y usado uno de los otros baños, pero aquí el inodoro está en su propia habitación privada, que es el mejor invento de la historia porque a mí nunca me gustará orinar frente a Rhys. No lo creo. A menos que nos casemos y tengamos bebés y me vea dar a luz. Tal vez después de eso estaría bien orinar delante de él. Un firme tal vez. —Nada. —Me encojo de hombros y agarro mi cepillo de dientes porque tengo un cepillo de dientes en el baño de Rhys. Solo un lunes por la mañana normal. Agrego pasta de dientes y me lo meto en la boca para evitar hablar. Luego miro a Rhys de reojo en esa toalla, excepto que ya se había afeitado y arrojado la toalla en una canasta y está caminando desnudo hacia su armario y ¿cómo se supone que una chica no deba recordar exactamente cómo es su culo desnudo? ¿Cómo? No soy un mago por gritar en voz alta. No puedo hacer desaparecer esa visión de mi cerebro. Además, no quiero. Quiero redactar un memorando detallando exactamente cuán grande es su trasero para cada desafortunada mujer ―y cualquier hombre interesado, sin odio― que no haya tenido la suerte de ser bendecido de primera mano. Lo cual me recuerda… —Entonces, en la oficina. Esto… —digo, moviendo un dedo entre nosotros cuando regresa completamente vestido, anudándose una corbata al cuello—. La oficina —repito con otra ola mientras enjuago mi cepillo de dientes. —Me ocuparé de eso —dice y luego me guiña un ojo y me dice que tenga un buen almuerzo y se va. Dios, comienza a trabajar temprano. Espera. ¿Almuerzo? Oh, Dios, se está refiriendo a mi almuerzo con Payton. Refiriéndose a Payton pidiéndome una recapitulación sexual durante nuestro almuerzo.

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Eso es... embarazoso. Pero parecía entretenido, así que no creo que le importe. También trabajó duro en el sexo anoche, así que tal vez me recordó el almuerzo porque espera una buena crítica. Me ducho y me entretengo mientras me preparo porque tengo tiempo. Me levanté antes de lo habitual y no tengo que viajar, lo cual es conveniente, incluso si vivir en un hotel es un poco extraño. Raro pero genial. Excepto por no tener comida. Es extraño, no importa lo que Rhys piense acerca de cómo el servicio de habitaciones es conveniente, no voy a llamar al servicio de habitaciones cada vez que quiera comer, así que tendré que arreglar la situación alimentaria si voy a sobrevivir un mes aquí. También tiene una cafetera y café, pero no tiene crema ni edulcorante orgánico, así que ¿de qué sirve? No tiene sentido en absoluto. Gracias a Dios por la lujosa máquina de café en la sala de descanso. Eso servirá para hoy mientras descubro el resto. Una vez que estoy lista, salgo del departamento, o suite; realmente no estoy seguro de cómo referirme a eso, y tomo el ascensor privado hasta el cuarto piso. Rhys me dio ayer una tarjeta que abre la puerta de su apartamento y accede al ascensor privado. También me mostró dónde se abre el ascensor privado en el piso cuatro para no perderme hoy. Supongo que sabía que iría a trabajar antes que yo. Lo cual está bien, no es como si esperara que tomara el mismo ascensor conmigo para trabajar. No compartimos el auto ni nada, solo vivimos juntos y tenemos relaciones sexuales. Y nos llevamos bien y disfrutamos de la compañía del otro. Eso es. No me estoy enamorando de él. Solo puede haber una probabilidad sólida del cincuenta y cinco por ciento de que esté sucediendo. Una vez que llego al trabajo, dejo caer mi bolso en mi escritorio. Todavía lo traje a trabajar porque era extraño dejarlo en el piso de arriba, pero me pareció innecesario llevarlo cuando no necesitaba las llaves del auto o la billetera y ya tenía un labial hidratante de repuesto en el cajón de mi escritorio. La vida de este hotel realmente tiene sus propias complicaciones. Luego me dirijo a la sala de descanso para llenarme de combustible antes de comenzar a trabajar. Temprano, como la empleada productiva que soy. Mi jefa Bethany también es productiva porque ya está en la sala de descanso usando la elegante máquina de café con leche cuando llego. Ella sonríe y dice buenos días y comenta sobre lo temprano que llegué esta mañana, lo cual agradezco porque el reconocimiento verbal es casi tan bueno como una insignia. —¿Tuviste un buen fin de semana? Sí. Vaya que sí. —Sí, gracias. —Me palmo mentalmente la espalda porque estoy segura de que dije eso en un tono normal de "no tuve sexo". —Te ves diferente —comenta sin malicia mientras agarra una barra de granola del alijo de bocadillos gratuitos dispuestos en frascos de vidrio abiertos en la encimera. Oh Dios mío. Tengo un resplandor. Tengo el brillo de tuve sexo. Sabía que lo tenía. Sabía que iba a ser súper obvio y ahora la gente se imaginará cómo luzco desnuda. —¿Tomaste un poco de sol?

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O podrían pensar que me bronceé. —Um, no este fin de semana, no. Pero he adquirido algo de color desde que me mudé aquí. Probablemente sea eso. —Deslizo mi taza debajo del dispensador de café mientras Bethany quita la suya y presiono los botones para seleccionar un café con leche—. ¿Qué hay de ti? —le pregunto mientras la máquina emite un zumbido y los primeros sorbos de café chisporrotean en mi taza—. ¿Hiciste algo divertido este fin de semana? —Me corté el cabello —responde encogiéndose de hombros—. No exactamente un cambio de vida. Solo un adorno. —Señala, sosteniendo los extremos de un mechón de cabello. —Divertido —digo por falta de algo mejor que decir. Bethany espera hasta que mi bebida esté lista y luego caminamos de regreso a nuestros espacios de trabajo. Ella tiene una oficina en el extremo de mi fila, así que me deja en mi cubículo, deseándome un buen día mientras se dirige a su oficina. Lo hago. Completé una lista completa de verificaciones de antecedentes para un grupo de empleados de alimentos y bebidas a partir de esta semana, luego comencé a preparar una orientación especializada para el personal del spa a partir de mañana. Tengo el mejor día hasta que mi computadora responde con una alerta de reunión que no sabía que había programado. Una alerta de reunión que comienza en cinco minutos. En la oficina de Rhys. Sospecho que me estaba pidiendo un tipo de sexo perverso de escritorio, excepto que cuando hago clic en abrir el icono de la reunión veo que no somos los únicos asistentes a la reunión. Además, nunca ha sido más que profesional conmigo en la oficina, incluso después de haberle hecho una propuesta en la sala de descanso antes de saber quién era. Lo que, pensándolo bien, no fue tan malo como prostituirme con él después de saber quién era. Así que. Eso es. Me van a despedir. Bethany figura como asistente a la reunión. Así como su jefe, Harrison, el vicepresidente de recursos humanos. Y finalmente, Lawson McCall, jefe del departamento legal de Windsor, y testigo de mi venta en Double Diamonds. Soplo una exhalación gigante y me recuerdo la cantidad de trabajos disponibles en mi campo en Las Vegas. O podría ser camarera, como dijo Payton. Probablemente ganaré más dinero y tendré unas piernas realmente más tonificadas por todo ese correr alrededor. Esto está muy mal. Pensé, pensé que estaba llegando a Rhys. Que él también sentía algunos de estos sentimientos que yo siento. Tal vez su fetiche es romper corazones, en cuyo caso, que se joda. Cuadro los hombros y me levanto, empujando la silla de mi escritorio ordenadamente hacia mi escritorio porque no hay necesidad de ser desordenado en momentos de coacción. Me pregunto cuál Goodwill debo visitar de camino a casa cuando Bethany aparece en mi escritorio y dice que me acompañará. Ella no es mucho mayor que yo y

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me pregunto si alguna vez tuvo que despedir a alguien antes. Entonces me pregunto si despedir a alguien es como el sexo y siempre recuerdas tu primera vez. Y luego me pregunto si no está caminando conmigo sino acompañándome a la reunión y luego dejo de preocuparme por lo difícil que esto puede ser para ella. Somos las últimas en llegar. Nunca he estado en la oficina de Rhys antes. Nunca antes había estado en ninguna de las oficinas ejecutivas. Sabía dónde estaban, cerca de mi escritorio en el departamento de recursos humanos, pero en un pasillo por el que nunca tuve la necesidad de bajar. Pasamos el elevador privado en el que llegué a trabajar esta mañana, ubicado en una alcoba justo afuera del pasillo ejecutivo, y lo miro tristemente. La oficina de Rhys es tan grande como esperaba. Hay un escritorio, una zona de estar con un sofá y una mesa de café y una mesa de conferencias colocada frente a las ventanas del piso al techo con una vista de Las Vegas Boulevard. Lawson y Harrison están en la mesa de conferencias, sus posturas relajadas. Creo que escuché algo sobre un puntaje de golf. ¿Par? No lo sé, pero parece que están hablando de golf. Rhys está detrás de su escritorio, ignorándolos a ambos, repasando algo en el monitor de su escritorio. Debe vernos entrar a la habitación porque echa un vistazo a nuestro camino con instrucciones de cerrar la puerta, luego se levanta y se mueve a la mesa de conferencias, sentado a la cabeza. El Rhys del trabajo no es tan bueno, en realidad. Está un poco concentrado y frío, y decido que voy a recordarlo como el Rhys del bar. O Rhys de Del Taco. O el de Goodwill. El Rhys que vio un programa de renovación de casas conmigo. El Rhys al que le di mi virginidad y del que nunca lamentaría haberme tomado tantas molestias. Bethany se sienta y tomo asiento al lado de ella. Estamos justo frente a Lawson y Harrison, la vista del Strip a sus espaldas. Entonces Rhys comienza a hablar.

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Veinticinco LYDIA ―Por políticas de la empresa, necesito notificarles que la señorita Clark y yo nos hemos recientemente involucrado en una relación romántica. Debido a mi posición, la junta también ha sido notificada. Oh, santo Jesús. Me pongo roja, nadie dice una palabra y los ojos de Bethany se abren cuando gira su cabeza una fracción para mirarme, su expresión una de sorpresa que trata rápidamente de enmascarar. Sus ojos destellan a Rhys y entonces de vuelta a mí y seguro que está pensando en nosotros teniendo sexo. Ahora sabe que no tengo un brillo de bronceado, tengo un brillo de sexo. Apuesto que todos están pensando en nosotros teniendo sexo. Todos excepto Rhys porque éste todavía es el Rhys del trabajo y no el Rhys que le encanta bajar sobre mí. Oh, Dios. Ahora estoy imaginando eso. Todos están imaginando eso. ―¡No estamos saliendo! ―espeto―. Nosotros solo… Rhys levanta una ceja a través de la mesa de conferencias, su expresión impasible, salvo por el tic en su mandíbula. Cierto, cierto. Esta es nuestra cubierta y la estoy volando. Él no quiere decir nada de esto, está hablando en su voz del Rhys del trabajo. Esto es a lo que se refería con encargarse de ello y lo estoy volando. ―Solo estamos enamorados es lo que quise decir. ―Oh, Dios. Eso fue demasiado correctivo, pero ahora que he abierto mi boca no puedo parar―. Está loco por mí. Es vergonzoso en realidad, como está enamorado de mí. En verdad entusiasmado por mí. ―Termino con un encogimiento de hombros como si estoy tan sorprendida como todos los demás por este desarrollo. Entonces concentro toda mi energía en no golpear mi frente en la mesa. Entusiasmadamente enamorado de mí sonaba como una cosa de sexo, ¿cierto? Nadie dice que alguien está entusiasmadamente enamorado de ellos por un viaje a Goodwill. Una rápida mirada alrededor de la mesa confirma que podría haber dicho de más porque todos están mirando a sus regazos, excepto Rhys quien me está mirando sin pestañear, su cabeza inclinada al lado y una expresión que no puedo identificar en su cara. ―Cualquier promoción, degradación, cambio de salario o acción disciplinaria que involucre a la señorita Clark tendrá que presentarse por escrito con una copia para Harrison, Lawson y la junta ―continúa Rhys después de aclarar su garganta como si yo no hubiera dicho una palabra―. Además de cada una de sus revisiones, a medida que ocurran. ¿A medida que ocurran? Pero nuestra relación terminará antes de la fecha de revisión. ¿Al menos que esté sintiendo algo también? Al menos que finalmente lo entienda. ―Obviamente estos requerimientos continuarán durante el empleo de la señorita Clark independientemente de cualquier futura implicación conmigo.

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Oh. Así que una vez que terminemos todavía estaré protegida de cualquier represalia en el lugar de trabajo. De eso se trata este discurso. No le está diciendo a todos que estamos saliendo. Les está diciendo que estamos teniendo sexo. Por ahora. Sexo por ahora. Mientras yo les estoy diciendo a todos que estamos enamorados. Buen Señor, él es mucho trabajo. Otra mirada alrededor de la mesa confirma que todos están todavía mirando a sus regazos excepto por Lawson. Estoy casi segura de que acabo de verlo poner los ojos en blanco a Rhys. Hay un momento de doloroso silencio mortal y después, Rhys nos excusa de su oficina. No me quedo y él no me pide que lo haga. En cambio, soy la primera en levantarse, educadamente empujando mi silla y saliendo de la habitación. Estoy comenzando a sospechar que este gran plan mío no fue tan grande después de todo. Para el momento en que regreso a mi escritorio tengo otra reunión, pero afortunadamente esta es solo una reunión que Payton puso en mi agenda diciéndome que me reúna con ella en la cafetería, lo cual está perfectamente sincronizada porque necesito descomprimirme. También espero en verdad que trajera una nueva insignia para mí porque podría usar el impulso de confianza. 125

Veintiséis RHYS —¿Dónde está el informe que pedí sobre Lydia? —pregunto mientras entro en la oficina de Canon. Me muevo más allá de su escritorio sin parar o reconocerlo aparte de mi demanda gruñida y me dirijo hacia la puerta que conecta su oficina directamente con el área de seguridad. Hay espacio para hasta veinte personas trabajando juntas en este espacio, con un centro de comando revestido de vidrio en una plataforma elevada con vistas a ellos. Ahí es donde me dirijo. Me detengo frente al monitor más grande. Está montado en la pared, rodeado de monitores más pequeños, todos enfocados en diferentes áreas de la propiedad. Canon se me acerca mientras miro los controles tratando de encontrar la forma de obtener lo que quiero en el monitor más grande. —Hola a ti también, cretino —bromea Canon. —Ayúdame con las cámaras. —Ignoro su exageración por mi falta de habilidades sociales y gesticulo hacia la pared de monitores. —Finalmente, te has interesado por la seguridad. —Canon toca en el escritorio de cristal y aparece un panel de control—. ¿Qué te gustaría ver? ¿El piso del casino? ¿Muelles de carga? ¿Una de las bóvedas? —Canon graba imágenes en el gran monitor mientras habla. Me dejo caer en una silla y paso una mano por mi mandíbula. —La cafetería de los empleados. Tenemos cámaras allí, ¿verdad? —La cafetería —repite Canon—. Claro. ¿Querías saber qué sirven para almorzar hoy? Veamos si podemos ver el menú desde aquí. ¡Qué fantástico uso de mi tiempo! — agrega sarcásticamente—. Puedo calcular la capacidad de invitados en el piso del casino o leer la matrícula del camión blindado que llega, pero claro, echemos un vistazo a la cafetería. Canon toma un dispositivo de mano y se sienta, la cafetería aparece en no menos de seis monitores frente a nosotros desde diferentes ángulos. La identificación de empleado de Lydia aparece en el monitor principal, Canon toca algo en la computadora de mano y un momento más tarde la imagen cambia a una transmisión en vivo de Lydia. Está sentada ante una mesa para cuatro personas en la cafetería con su amiga Payton. —Esto es lo que estás buscando, supongo. —Mierda, ¿cómo la encontraste tan rápido? —Combiné las identificaciones de los empleados con el software de reconocimiento facial y luego creé un programa que respalda las fotos en los feeds de seguridad. Puedo decirte dónde está alguien, a qué hora llegaron a la propiedad y a qué hora se fueron. —Hmm —murmuro. No estoy interesado en nada de esto, pero es porque sé que Canon lo tiene cubierto y no es necesario—. Acércate. Canon hace zoom y los monitores que lo rodean redireccionan a diferentes ángulos de cámara de la mesa de Lydia.

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—¿Tenemos audio? —¿En la cafetería? —Canon me mira como si fuera un idiota—. No, no invertimos audio en ninguna de las cámaras de seguridad de la cafetería. Puedo instalarlo si acosar a Lydia mientras almuerza va a ser tu nuevo pasatiempo. —No, está bien. En el monitor que tenemos delante, Payton levanta las manos, las palmas una frente a la otra y las separa, luego las vuelve a juntar mientras Lydia se sonroja y se cubre los ojos con una mano. —Payton es realmente algo —dice Canon. —¿Cómo conoces a Payton? —Double Diamonds. Estuvo allí el sábado. Es un poco difícil. —¿Pasó algo esa noche? —¿Qué no sucedió? —Canon exhala con un silbido bajo—. Pero ese es problema de Vince, gracias a Dios. —Cierto. —Me pregunto si quiero que detalle al respecto. Decido que no—. ¿Tienes mi informe? —Te lo envié por correo electrónico mientras estuviste en tu reunión. —¿Qué sabes de mi reunión? —Lawson me envió un mensaje de texto. Dijo que era un espectáculo de mierda. —Estuvo bien. —Dijo que es un milagro que hayas tenido sexo sin pagar y que Lydia está enamorada de ti y lo estás jodiendo. —Antes que nada, lo estoy pagando. En segundo lugar, Lydia no está enamorada de mí. —Por supuesto. En el monitor de vigilancia, Payton saca algo de su bolso y lo deja sobre la mesa, empujándolo hacia Lydia. —Acércate a eso —le digo a Canon, pero ha cambiado el ángulo de la cámara a un plano directo antes de que haya terminado de hablar. —Mamada —lee Canon las palabras del artículo. Parece un paquete de semillas. Un paquete de semillas de pepino pegado a un trozo de fieltro con "mamada" escrito en la parte superior en brillo. A continuación, Payton coloca un círculo redondo de mezclilla con "cosas de trasero" estampadas en tinta negra y finalmente un trozo de tela cortada en forma de escudo con "SEXO" deletreado sobre la superficie. En lentejuelas azules. —¿Son… —Canon suena un poco incrédulamente impresionado, lo cual no es una pequeña hazaña—… insignias sucias de Girl Trooper? —Creo que sí.

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Observo a Lydia sonrojarse en el monitor dos y golpear su mano sobre la insignia de sexo y acercarla a ella en el monitor uno. Niega con la cabeza y devuelve las insignias de "mamada" y "cosas de trasero" hacia Payton. Canon me mira de soslayo. En la cafetería, la mano de Lydia hace una pausa sobre la insignia de la mamada y la desliza hacia adelante y hacia atrás un poco con la punta de su dedo. Puedo verla hablando en el monitor dos y haciendo gestos con su mano libre. Imagino que está preguntando si puede quedarse con la insignia o si tiene que esperar hasta el miércoles. No tengo idea de qué está diciendo en realidad, por supuesto, pero puedo imaginar esto bastante claro. Payton niega con la cabeza y vuelve a poner dos de las tres insignias en su bolso. —Mierda. ¿Tienes algún tipo de fetiche de gratificación retardada? ¿Eras ese niño que esperaba hasta la cena para abrir tus regalos de Papá Noel? ¿Guardaste tus golosinas de Halloween hasta Pascua? —¿Por qué todos piensan que tengo un fetiche? Soy solo un cretino normal. Y Lydia no es una golosina. En el monitor, Payton le pregunta algo a Lydia. Lydia se sonroja de nuevo y corre la insignia sexual entre sus dedos. Luego sonríe y hace un gesto de desmayo. Deslizo mi teléfono y encuentro el correo electrónico de Canon. Repaso rápidamente, porque casi no hay nada aquí. —¿Qué se supone que debo hacer con esto? —le pregunto. —No lo sé. Tú eres el que lo pidió. —Pensé que me encontrarías algo útil. —¿Como qué? ¿Una afiliación secreta a los rusos? —No sé. Deuda de tarjeta de crédito o algo así. —Ninguna. Paga aproximadamente trescientos por mes en préstamos estudiantiles. Suponiendo que está dividiendo el alquiler con su compañera de cuarto, está pagando alrededor de ochocientos por mes en alquiler. Agrega el pago de su automóvil, teléfono celular y utilidades y tiene alrededor de mil quinientos disponibles que quedan de cada mes. —Entonces no está desesperada. —No. —Entonces, ¿por qué? ¿Por qué la subasta? —No me puedo imaginar por qué —se apaga mientras miro el correo electrónico de nuevo. —¿Fue una Girl Trooper hasta que estuvo en duodécimo grado? —Miro a Canon para ver si esto es algo que puso para joderme—. ¿Quién diablos se queda en los exploradores por tanto tiempo? —Las vírgenes. Correcto. Entonces, ¿cómo demonios una chica buena como ella se involucró con Vince? —¿Sus padres están en problemas financieros? ¿Hermanos?

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—Hija única. Dos padres. Son dueños de su casa, no tienen deudas y tienen cuentas de jubilación saludables. —Canon me está ignorando mientras habla, ajustando las cámaras en el piso del casino en uno de los monitores más pequeños. Lydia y Payton todavía se muestran en el principal. Payton está hablando y Lydia se está riendo. Me pregunto qué la está divirtiendo. Me pregunto cómo demonios se metió en mi vida y me hizo sentir cosas por ella. Cosas que no quiero y para las que no tengo tiempo, un hecho que me recuerda cuando suena mi teléfono con otra llamada que debo realizar. Tendré que lidiar con mis malditos pensamientos más tarde. Agradezco a Canon mientras me levanto, el teléfono presionado contra mi oreja cuando salgo.

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Veintisiete RHYS Estoy tan ocupado que no puedo pensar con claridad. Así que no lo hago. Solo sigo avanzando por la semana. El lunes no llegué a casa hasta después de las nueve. Nunca pensé en ello como nada salvo un lugar donde caer antes de que Lydia tomara residencia, pero ella ha cambiado las cosas. El miércoles tiré café en la manga de mi camisa y cuando subí al apartamento a cambiarme, olía como si alguien estuviera cocinando. Excepto que era medio día y mi cocina nunca era usada. Además, acababa de ver a Lydia sentada en una de las salas de conferencias del piso cuarto, así que sabía que no era ella. Excepto que lo era. Había conseguido una olla de lento cocimiento de Dios sabe dónde… no, no, sabía exactamente de dónde. Basándose en el patrón de flores café, la olla era más vieja que ella y sé malditamente bien que la consiguió en Goodwill. Medio millón de dólares no parecen tener ninguna influencia en sus hábitos de compras. Rostizado. Ella me había hecho un rostizado en una olla de lento cocimiento. Cuando le pregunté sobre eso después del trabajo dijo que no era un problema, que había ordenado comestibles del servicio a la habitación y ¿qué no era más fácil tener la cena lista cuando llegáramos a casa? Después me dio la mamada más torpe que había tenido desde la preparatoria, y me gustó. Más que me gustó. Fue la mejor, menos hábil mamada de mi vida. Ella comenzó preguntando si estaba bien si usaba lubricante. “Es de arándano” dijo, ondeando el tubo en su mano, los ojos abiertos con curiosidad. Como si el sabor cubriendo mi polla hiciera una diferencia para mí. Entonces explicó que necesitaba el lubricante porque no quería escupir. Que las mujeres en los videos que había visto ―por investigación―, habían escupido, pero ella pensó que debía haber una mejor manera porque mientras que estaba en verdad emocionada por chupar mi polla, no quería escupirle, si eso estaba bien conmigo. Ella en realidad hizo una pausa para aclarar. ―¿Al menos que escupir sea la mejor parte? ¿Puedo escupir si quieres que lo haga? Después de confirmar que el lubricante era nuevo y no recogido durante una venta de liquidación, le di mi bendición y le dije que no tenía opinión sobre escupir de una forma u otra. Ella sonrió y abrió la tapa. No fue una sonrisa seductora, en absoluto. No intentó mirarme desde debajo de sus pestañas mientras lamía sus labios. No ronroneó como una sucia pequeña gatita. No. Sonrió como si acababa de sostener la puerta abierta para ella y movió los dedos con excitada anticipación como si no estaba segura de por dónde comenzar. Entonces abrió la tapa y apretó dos veces la cantidad necesaria en su palma y envolvió su mano alrededor de mi polla, su nariz arrugándose cuando se dio cuenta que el exceso de lubricante lo había vuelto más desordenado de lo que había anticipado. Casi solté mi carga justo ahí.

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―Oh ―murmuró―. Está bien. Un segundo. Puedo arreglar esto. ―Entonces se puso de pie, regresando con una toalla de mano del baño. Una vez que limpió su mano se dejó caer de rodillas otra vez, esta vez una mirada más ansiosa en su cara cuando me miró, arrodillada entre mis muslos abiertos―. ¿Listo? ―me preguntó, envolviendo su palma alrededor de mí otra vez, y, encontrando la lubricación más de su agrado, deslizó su mano hacia abajo a la base y de regreso a la punta antes de inclinarse hacia adelante y envolver sus labios alrededor de la cabeza, un indicio de lengua barriendo por la ranura. Eso es cuando un mechón de su cabello se pegó en el lubricante. Se detuvo otra vez, intentando liberarlo antes de que lo tomara de ella y lo sostuviera fuera de su cara en una cola de caballo apuñada, absteniéndose de marcar el paso. Ella me lamió, de la base a la punta, con su lengua plana en la parte inferior de mi polla. Consiguió siete centímetros, si eso, chupando y girando su lengua. Entonces se volvió a sentar y dijo: ―Está bien, ahora ahógame con ella. ―Sonrió, como si pedirme que la ahogue con mi polla fuera un favor para ella en vez de para mí. Le dije que no y otra conversación sobre por qué no y cuándo tuvo lugar. No creo que un mes vaya a ser tiempo suficiente para enseñarle cómo ahogarse con mi polla. No creo que un mes vaya a ser suficiente, punto. Luego preguntó si podía tragar ―por supuesto que preguntó―. Y después comimos rostizado frente a la televisión mientras mirábamos un programa sobre renovaciones de casas. Rostizado casero. De una olla de lento cocimiento. Parece que consiguió algún viejo Tupperware a juego con la olla de lento cocimiento, porque llenó un contenedor con las sobras y lo puso en el refrigerador. Un refrigerador ahora conteniendo crema para café y humus, uvas, queso, y no sé qué diablos más. El domingo estaba a punto de agarrar algo de mi oficina en casa cuando pasé por la habitación de invitados e hice una doble toma. No me había dado cuenta de que ella había puesto algo en esta habitación, pero lo había hecho. Había puesto una máquina de coser en el escritorio. La máquina parecía relativamente nueva, algo de la década pasada, así que supuse no era una compra reciente de Goodwill sino algo que había ido a recoger de su apartamento. Había retazos de sábanas cortadas sobre el vestidor y carretes de elástico y listón. Doblados sobre el respaldo del sillón había dos pares de pantalones de pijama completos. Deduciendo lo obvio, estaban hechos de las sábanas. Ella hace sus propios pijamas de sábanas viejas. No estoy seguro de si contraté una prostituta o una ama de llaves. Estoy seguro de que soy un idiota. La hice mudarse y la dejé sola cada noche esta semana. Solo me las arreglé para cenar con ella dos veces. Las demás noches llegué a casa tarde, entraba y le hacía el amor… la follaba. La follaba y entonces me dormía, escabulléndome en la mañana al gimnasio mientras todavía estaba dormida. Uniéndome a ella en la ducha algunas mañanas, estando en mi escritorio abajo antes de que estuviera despierta en otras. Sin embargo, mirando este hobby suyo del que no sabía nada, me sentí como un idiota. Pero ella me hacía querer intentar. Intentar ser diferente. Intentar ser mejor.

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Intentar ralentizar y dar una mierda sobre lo que es real y lo que importa. Y creo que ella es real. Y me hace reír. Durante las pausas comerciales de uno de sus programas de cacerías de casas apareció un anuncio de lavadoras, promocionando sus ciclos de llenado profundo. Ella corrió una mano por mi muslo y dijo: ―Me gusta cuando me llenas profundo, Rhys. Me reí, sin darme cuenta que era un intento de seducción y no una broma. Ella parpadeó, esa mirada ligeramente herida que pone cuando piensa que está siendo rechazada cruzando su cara. Así que la besé y usé analogías de lavadoras para hablarle sucio hasta que estaba sonriendo otra vez. Jesucristo. Creo que podría amarla.

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Veintiocho LYDIA Rhys trabaja mucho, pero tengo esta extraña sensación de que está tratando de hacer tiempo para mí. Como si estuviera tratando de impresionarme, lo cual creo significa que le gusto. Quizás incluso en una forma de para-más-de-treinta-días. No es por sonar engreída o sin humildad, pero pensé que él podría. Pensé que si solo me daba una oportunidad podría gustarle del tipo para-varios-meses en vez de solo del tipo parahacerlo-dos-días. Ese era el plan después de todo. Algo así como el plan. Enamorarse de él no era el plan. Y está también contra las reglas. Solo sexo, dijo él. Esa es la regla, dijo. Me dijo que no había un final feliz para nosotros, pero no escuché y ahora hay un sólido sesenta por ciento de posibilidades de que esté enamorada de él. Lo que va a ser un problema si decide que treinta días de mí es más que suficiente para él. Problema para mí, de todos modos. Pero no pierdo la esperanza, porque todavía tengo dos semanas. La gran apertura oficial del Windsor es esta noche y también marca el punto medio de nuestro… Arreglo. Pero tengo razón para tener esperanza porque, por ejemplo, el domingo pasado me despertó con un café helado de Del Taco y dos burritos de huevos con queso. En la cama. Él me trajo Del Taco a la cama. Así que creo que en verdad le gusto, porque eso es cortejar. No tomas el elevador al estacionamiento, entras a tu auto, conduces por la calle, esperas en el autoservicio, y recuerdas la orden de desayuno de una chica al menos que sientas algo, ¿cierto? También, otro ejemplo, seguimos teniendo sexo por más de siete a treinta minutos. Aunque una mañana tuvimos un rapidito en la ducha, pero incluso eso tomó al menos diez minutos. Desde que el internet resultó ser una fuente de información extrañamente poco confiable en este tema, le pregunté a Payton por eso. Ella me explicó que la mayoría de los chicos puede terminar en aproximadamente tres minutos si no están preocupados por el placer de la mujer, por lo que creo es lógico que Rhys está muy preocupado por mi placer. El domingo pasado después de que me trajo el desayuno a la cama él me demostró su agudeza. Múltiples veces. Luego nos duchamos juntos y fuimos a Goodwill. ¡Sí, Goodwill! Dos fines de semana seguidos. Si eso no es cortejar. No sé que lo sea. Seguro, la mayoría de las chicas podrían preferir una cena elegante pero yo no soy esas chicas. ¡Y ni siquiera le pedí que me llevara! Fue su idea. Después de nuestra ducha, me dijo que me vistiera así podíamos ir a la tienda. Pensé que quizás quería ir a la tienda de comestibles porque parecía en verdad perplejo cuando le dije que estaba ordenando comestibles del servicio a la habitación, pero me llevó a Goodwill. Y… ¡y! Era una diferente de a la que fuimos el fin de semana pasado. Lo que significa que tuvo que haber usado el buscador de tiendas de su página web. Lo cual significa… honestamente

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significa tachar ese sesenta por ciento de posibilidad. Estoy un setenta y cinco por ciento confirmado enamorada de él. Después de nuestro viaje a Goodwill (conseguí un juego de sábanas vintage bordadas) fuimos al Forum Shops en el Caesars. Lo que confirmó que conducir al Goodwill en Sahara estaba totalmente fuera del camino y era una prueba más de que Rhys podía, de hecho, estar entusiasmado conmigo. Encontré un vestido para usar en la gran inauguración y luego tuvimos un almuerzo tardío en el Palm. Justo como una cita real. Él incluso me habló todo el tiempo sin mirar a su teléfono ni una vez. Me preguntó por cuánto tiempo he estado cosiendo y no se rió de mí cuando le expliqué sobre las pijamas de sábanas. Era casi como si Rhys hubiera olvidado que me pagó para estar aquí. Por mi parte había hecho mi mejor esfuerzo al fingir que olvidé cómo llegué aquí. Vince, por otra parte, no había olvidado. Ni siquiera cerca de olvidar. De hecho, él estaba bastante ocupado. Y útil ya que hemos estado colaborando en otra… idea. He estado posponiéndolo porque no estoy lista para tomar decisiones sobre lo que viene después porque estoy en una burbuja justo ahora. Estoy feliz en la burbuja y no quiero que la burbuja se reviente por nada. Así que sinceramente, he estado ignorando a Vince un poco. Principalmente porque él sigue preguntándome cosas raras como si he hablado con Payton hoy, lo que no entiendo porque ya le expliqué que no estoy cautiva y que hablo con Payton cada vez que quiero. Es lindo de él estar preocupado por mí, sin embargo, y me ha hecho un incómodo gran favor así que debería ser más educada. Ignorar a alguien es muy rudo y un comportamiento anti-Trooper. Me siento mal solo de pensarlo.

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Veintinueve LYDIA La gran apertura es un poco estresante porque tengo que ser la novia de Rhys en público. Claro, las últimas dos semanas en el trabajo pueden considerarse públicas, pero no interactuamos en la oficina. Como siempre. Lo veo de pasada, pero mantengo mi desvanecimiento escondido dentro de donde pertenece. Pero esta noche, en la gran inauguración, todos nos verán juntos y nos imaginarán desnudos. ¿Verdad? O tal vez solo soy yo. Tal vez soy la única que hace eso. Como sea. Esta mañana fue el corte de cinta oficial. El alcalde de Las Vegas estuvo presente para ayudar con el corte de cinta literal. Usó un par de tijeras gigantes y me pregunté de dónde venían y si todos los casinos de Las Vegas tenían sus propios pares a mano o si solo había un par que se pasaba por la ciudad para eventos especiales. También me pregunté dónde compraban las tijeras gigantes, porque nunca había visto un par en Goodwill y si todos en Las Vegas tuvieran las suyas, pensarían que tarde o temprano habría un exceso de ellas, con todas las grandes aperturas y eventos especiales que ocurren aquí regularmente. Decidí que miraría más al respecto en mi próxima compra. Conocí a los padres de Rhys y su abuela en la cena de anoche. Él me presentó como su novia, lo que por supuesto haría. No es como si me presentara a su madre como acompañante. Pero fue difícil porque su madre me amó, así que sentí una gran cantidad de culpabilidad profundamente arraigada por haberla engañado. Pero tal vez no cuenta como un verdadero engaño ya que de hecho estoy ochenta por ciento enamorada de su hijo. Esto parece un área gris. Sin embargo, se entusiasmó conmigo, para que conste. También dijo que le encantaría tenernos en Connecticut para Navidad. No tenía idea de lo que se suponía que debía decir porque, por supuesto, quería ir a Connecticut para Navidad, pero no tenía idea de si estaría con Rhys antes de Navidad porque la Navidad era pasada la burbuja de los treinta días. —¿Estás lista? —Rhys sale de su vestidor en medio de anudar su segunda corbata del día. Después del corte de cinta, al que asistí, y una rueda de prensa, a la que no fui, ambos regresamos al apartamento para cambiarnos para las actividades de la noche. También tuvimos sexo en la ducha otra vez. Lo hice con un pie porque Rhys me inmovilizó contra la pared con una de mis piernas levantadas y apoyada sobre su brazo. Necesito hablar con Payton porque siento que esa maniobra podría ser digna de su propia insignia. —¿Puedes subirme la cremallera? —pregunto, dándole la espalda. Solo logré subir la cremallera hasta la mitad sin ayuda. —Prefiero bajarla —murmura en mi oído, con un solo dedo siguiendo el camino de la cremallera contra mi piel—. Pero ya luces lo suficientemente follada para mi gusto —agrega, tirando de la cremallera suavemente hacia arriba.

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Miro nuestro reflejo en el espejo, un poco alarmada. Sabía que tenía razón sobre eso. Todos van a pensar en nosotros teniendo sexo. Es inevitable. Y mirándolo, no puedo culparlos. Fue lo primero que imaginé al verlo por primera vez también. —¿Realmente me veo como si acabara de tener sexo? ¿Cómo puedes saberlo? — Me inclino más cerca del espejo y examino mis ojos—. Obviamente entiendo que todos supondrían que estoy teniendo sexo contigo cada vez que tengo la oportunidad pero, ¿cómo pueden saber si fue hace una hora o anoche? Rhys hace una pausa en el acto de deslizar un gemelo en la manga de su camisa y me mira. Entorna los ojos levemente, de esa manera en que lo hace cuando no está seguro de si hablo en serio o no. —Dejemos reposar ese pensamiento por el momento —dice, pero continúo mirándome en el espejo, arrugando la nariz y girando la cabeza de un lado a otro, tratando de descubrir qué es lo que digo para poder dejar de emitir el brillo acabo-detener-sexo. —No te preocupes por eso —dice Rhys después de abrochar el segundo gemelo— . Estaba bromeando. Les diré a todos que todavía eres virgen. —Como si hubiera pasado por tantos problemas para no tener sexo contigo —me burlo. —¿Qué significa eso? —Rhys está haciendo lo de los ojos entrecerrados de nuevo. —Um... —Disparo—. Dejemos reposar ese pensamiento también. —Deslizo mis pies en mis tacones y agarro mi bolso de mano—. Vamos a llegar tarde. —Es un evento de toda la noche. Técnicamente, no podemos llegar tarde. —Oh-oh. ¿Te gusta mi bolso? —Lo levanto para que lo vea—. Lo encontré en Goodwill. Es lindo, ¿verdad? ¿Quieres que lleve tu chicle o algo así? —Es una cartera tipo sobre negra con un par de cisnes con lentejuelas en el frente. —No mastico chicle. Escucha, sé que he estado ocupado, pero no podemos continuar así. Tenemos que hablar. Espera, ¿qué? —Sí, sí, podemos continuar así. Durante dos semanas más podemos continuar así. Exactamente así. —¿Exactamente así? —Su mandíbula hace tic tac cuando lo dice. —¡Sí! —¿Por qué demonios está tratando de robarme mis dos últimas semanas con él? ¡Es la mitad de mi tiempo asignado! Y sé que le gusto, sé que lo hace. Y me gusta más que un monto saludable. Solo necesita llegar a un acuerdo con eso o algo. El teléfono de Rhys suena y cuando mira a la pantalla para silenciarlo, me deslizo a su lado y salgo corriendo hacia la puerta de entrada. —Lydia. —Él está justo detrás de mí, pero sigo moviéndome—. Espera. Lo ignoro y abro la puerta, casi chocando con Canon. —¡Hola! —Esbozo una gran sonrisa en mi rostro, lo cual no es difícil porque estoy muy contenta por la interrupción.

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—Estaba a punto de tocar —dice Canon con un toque de sarcasmo, pero parece estar dirigido a Rhys y no a mí, así que sigo sonriendo y salgo al pasillo. El ascensor ejecutivo no se conecta directamente al piso del casino, por lo que debemos llevarlo al nivel del estacionamiento y luego cambiar a un banco de ascensores diferente para llegar a las áreas para huéspedes. Rhys está en silencio. Estoy en silencio. Canon es inconsciente, revisa su teléfono celular, hasta que nota el silencio. Levanta la mirada, su pulgar moviéndose a través de la pantalla, y mira entre nosotros. —¿Todo bien? —Por supuesto —respondo. —¿Lo está? —dice Rhys al mismo tiempo. Los ojos de Canon rebotan entre nosotros y murmura: —Está bien, entonces. —Mientras se abren las puertas del ascensor y nos encontramos con una multitud. Canon lidera el camino cuando Rhys toma mi mano y mi corazón se salta un latido ante el gesto. Me mantiene cerca de él, pero no sé si es por la multitud o por las apariencias o porque simplemente me quiere cerca. Espero que sea porque me quiere cerca. La próxima hora es un vertiginoso granizo de presentaciones y socialización. De sonreír y agitar las manos y fingir. Me presentan al primo británico de Rhys, Jennings. También es el director ejecutivo de la empresa matriz propietaria del Windsor, así que supongo que eso lo convierte en el jefe del jefe de mi jefe. Afortunadamente no tiene ningún recuerdo de mí, ya que estuvo allí esa noche cuando conocí a Rhys en el bar. Estaba borracho y denunciaba el amor en ese momento, así que no espero que lo recuerde. Parece que ha solucionado sus problemas de amor porque me presentaron a su prometida Violet. Ella es estadounidense, así que le pregunto cómo conoció a Jennings cuando nos quedamos solas, Rhys y Jennings fueron llevados a saludar a un pez gordo u otro. —Bueno, me estaba haciendo pasar por mi hermana gemela idéntica. Era empleada de la empresa en la división de viajes. —Oh. —Jennings estaba de vacaciones con su abuela y terminó en mi tour. Bueno, el tour de mi hermana. —Ajá. —Entonces se convirtió en este tipo de cosas del Jefe Encubierto15 —dice, agitando su mano libre. La otra sostiene una copa de vino—. Porque nunca me dijo que era el dueño de la compañía. —Correcto. —Me pregunto si esta es una historia real o algún tipo de iniciación extraña. Ella no parece estar del todo borracha, así que no puede ser eso. —Pero lo resolvimos —termina con una gran sonrisa—. Entonces, ¿cómo se conocieron Rhys y tú? —Um, en un bar. —La manera normal, pienso para mí. Por supuesto, toda la subasta de la virginidad no me da mucho espacio para ser prejuiciosa. Entonces algo se 15

Jefe Encubierto: Es un programa de televisión donde el director ejecutivo de una empresa se hace pasar por empleado para descubrir cómo funciona la empresa y si se trabaja correctamente.

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me ocurre—. ¿Rhys ha escuchado esta historia? —Quizás no piense que lo que hice fue tan extraño en comparación. No es que haya personificado a nadie. —Oh, estoy segura. Son muy cercanos. Oye, ¿son esas unas LK Bennett Sledge? —Um. —Miro mis pies y luego de vuelta a Violet—. Creo que sí. Los compré en LK Bennett cuando compré el vestido. No estoy segura de qué estilo son. —Son el zapato favorito de la princesa Kate —me dice. —Ah, está bien. —Lo siento, soy un poco anglófila. —Supongo que tener un novio británico realmente funciona para ti, ¿ah? —Sí. Lo hace. Además, puedo escucharlo hablar con ese acento británico tan sexy siempre que quiero. A veces le hago preguntas solo para escucharlo hablar. La semana pasada le pedí que me explicara la historia de la Unión Europea. Continuó durante media hora antes de darse cuenta de que solo quería escucharlo usar palabras como “referéndum” y “organización”. No puedo culpar a su lógica. Jennings regresa para recuperar a Violet justo cuando Payton se desliza a mi lado, mirando por encima del hombro. —¡Oye! —La estrecho en un abrazo rápido—. Es bueno verte. Ahora dime a quién estás evitando. —Vince. —¿Está aquí? —Está jodidamente en todos lados. Huh. —Creo que es amigo de Canon —menciono—. Canon probablemente lo haya invitado al evento VIP. —Claro —dice rápidamente. Muy rápido—. Probablemente es por eso que está aquí. Un camarero se detiene frente a nosotros con una bandeja de entremeses. Niego mientras Payton agarra una especie de mini hojaldre y se lo mete en la boca. Meter comida en su boca es una de sus tácticas de diversión favoritas. Ella debe usar algo de ese lápiz labial mágico que se queda por horas, porque se las arregla para que no se convierta en una mancha. —¿Estás en algún tipo de problema? —Por supuesto que no. —Agita su mano mientras niega con la cabeza al mismo tiempo, pero no me mira—. Me estoy ocupando de eso. —¿De qué? —Estrecho mis ojos con sospecha. Ahora que lo pienso, ha estado actuando un poco sombría desde la subasta. Fue fácil pasarlo por alto porque he estado viviendo con Rhys y me he distraído con todo el sexo, pero algo no funciona. —La cosa. Voy a arreglarlo. Está resultando ser un poco más complicado de lo que creía. Y no me di cuenta de que estaría aquí esta noche. Pensé que el trabajo era una zona segura, pero aquí está. —Está sosteniendo una copa de champaña, toma un sorbo,

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hace otro análisis de la habitación y luego tuerce la copa con los dedos. Su cabello rubio está recogido recatadamente en un moño alto y lleva un vestido pálido con mangas de tres cuartos y un modesto dobladillo en el muslo. Hace que parezca un ángel inocente, pero eso es una mentira. —¿Qué cosa, Payton? ¿Qué está pasando? —Nada. Te lo diré más tarde —agrega cuando le echo una mirada que implica que no estoy comprando nada de lo que está diciendo. Ella mira hacia atrás y sus ojos se abren—. Escucha, tengo que irme. ¡Te quiero! Hablaremos más tarde. —Empieza a pasar junto a mí sin esperar una respuesta, pero queda atrapada entre un camarero cargado con una bandeja llena de copas de champán y una actriz que se toma una selfie, no sé quién. Ella gira, buscando otra vía de escape, cuando Vince se detiene directamente frente a nosotros. Viste un traje negro con una camisa blanca perfectamente planchada y parece de un millón de dólares. Más alto, moreno e italiano que pseudo proxeneta y dueño del club de striptease confirmado. También parece enojado. Con Payton. Eso está claro porque no me está mirando, la está mirando a ella. Payton por su parte todavía está tratando de encontrar un espacio por el que escabullirse. —Señora Rossi —dice—. Detente. Justo. Allí. Oh. Quizás no está mirando a Payton. Rossi, ese es su apellido. No sabía que era casado. Giro la cabeza para echar un vistazo a su esposa, pero no hay nadie allí. La actriz y su selfie se han ido. Solo están Payton y el camarero, y el camarero ya se está alejando. Payton toma una copa de champaña fresca de su bandeja en el último segundo y la baja en un trago largo y continuo. Miro de Vince a Payton y de regreso. Vince sigue mirando a Payton. Payton me mira y se encoge de hombros antes de que sus ojos se dirijan a Vince y luego se alejen. —¿Te casaste con él? —Casi grito. De hecho, creo que grité, pero el ruido en el casino es lo suficientemente alto como para ocultar mi arrebato. —Jodidas Las Vegas, ¿cierto? —Payton levanta la palma de su mano libre y levanta las cejas como si dijera que la ciudad de Las Vegas es enteramente responsable de su estado civil. Como si fuera lo mismo que quejarse del tráfico en Las Vegas Boulevard o de la temperatura en verano. Ella es completamente indiferente. —¿Cuándo? —exijo—. ¿Cuándo sucedió esto? ¿Cómo sucedió esto? ¡Solo lo conociste hace dos semanas! ¡Payton! Y —apunto con el dedo hacia ella y luego lo apuñaló en mi pecho—, ¿y ni siquiera me invitaste? —Lo hubiera hecho —responde Payton lentamente como si estuviera siendo irracional—, si hubiera sabido que estaba sucediendo, definitivamente te hubiera invitado. Habrías sido una dama de honor mucho mejor que Canon, eso es seguro. Mi cabello era un desastre y ni siquiera me lo dijo. Las fotos de la boda son horribles. —¿Hay fotos?

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—Sí. Creo que vinieron con el paquete. ¿Vinieron con el paquete, Vince? —Se vuelve hacia él como si no estuviera tratando de esconderse de él y como si todavía no estuviera en medio de matarla con sus ojos—. Bastante seguro —dice nuevamente—. Pero buen punto. Tal vez Canon tomó algunas con su teléfono que son mejores que las profesionales. —Claramente, ese no era mi punto. —Oh. —¿Cuándo pasó? —Um, en algún momento después de la subasta, pero antes de la mañana siguiente. —Mueve su mano en un arco—. En algún lugar allí. Las cosas se pusieron… —hace una pausa—… un poco locas. No quiero vencer a un caballo muerto porque te lo perdiste, pero esa noche fue un muy buen momento. Miro entre ella y Vince de nuevo. Confusa. —Entonces, ¿por qué estás evitando a Vince ahora? —cuestiono—. Vince, también conocido como tu esposo. —Cálmate. Todo el mundo sabe que lo que sucede en Las Vegas no es jurídicamente vinculante. —Eso no es cierto —le respondo mientras Vince exhala fuerte y cierra la distancia entre él y Payton, colocando su mano sobre su espalda baja en un intento bastante obvio de evitar que escape. —Basta. Tenemos que hablar —le dice Vince. —Uf. Hablar es lo peor —gime Payton, arrastrando la palabra "uf" e inclinando la cabeza hacia atrás con exasperación. Pisotea un tacón en señal de protesta. Por una vez, tengo que estar de acuerdo con Payton. Además, me pregunto si ya tuvieron sexo.

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Treinta RHYS Lydia está hablando con Vince y está molesta. Agitada. Mientras estoy atrapado hablando con el gobernador de Nevada, un miembro de la junta de Reino Unido, y un famoso actor de Hollywood cuyo nombre no puedo ni siquiera recordar incluso aunque nos presentaron hace solo cinco minutos. Porque estoy distraído. Lo único que quería evitar durante esta apertura eran las distracciones y he terminado con la más grande distracción de mi vida. Estoy irritado por permitir que esto pasara. Permitir que Lydia entrara en mi vida e interrumpiera todo. Estoy molesto de que no puedo escuchar de qué están hablando. Que no sé por qué está molesta o lo que está causando que sus ojos se abran y sus labios hagan un puchero. Maldito Vince. Estoy poniéndole fin a esto esta noche. ¿Por qué siquiera me asocio con gente así? ¿Qué estoy haciendo? El arreglo con Lydia no puede continuar así. No por otro día. Excepto que tiene que, porque Vince desaparece poco después de que lo veo hablando con Lydia. Y nunca tuve oportunidad de hablar con Lydia sobre lo que estaba molestándola porque somos lanzados en diferentes direcciones el resto de la noche, o rodeados por enjambres de personas. Todos la aman. Lo entiendo, yo lo hago, pero no quiero compartir. La quiero toda para mí como el cerdo egoísta que soy. Quiero arrastrarla hacia arriba y averiguar lo que Vince quería, después hacerle el amor hasta que haga el “oh, oh, oh” y el “Rhys, Rhys, Rhys”. Pero eso no sucede. Cuando finalmente nos dirigimos arriba por la noche soy alejado para hablar con el presidente de una importante compañía de licor, una mujer que llegó en avión desde Francia para asistir a la gran apertura, así que debo hablar con ella. Lydia se dirige arriba sin mí y está dormida para cuando me uno a ella treinta minutos después. El domingo en la mañana, me levanto para encontrar que Lydia se levantó antes que yo, lo cual nunca sucede. ―Necesitamos hablar ―le digo en el momento que entro a la sala de estar. Acabo de salir de la ducha, una toalla todavía envuelta alrededor de mi cintura. Huele como a panadería aquí y Lydia está rebanando plátanos en la isla de la cocina. Está despierta y vestida y de algún modo ya me estoy sintiendo tres pasos detrás este día. Revisé mis mensajes antes de ir a la ducha así que sé que no dormí de más. También sé que tengo como una docena de mensajes de voz que requieren respuesta y Jennings quiere reunirse a las diez para ir a revisar los informes de previsión para el siguiente trimestre. Y es domingo. Y estoy cansado como la mierda. Y todo lo que quiero hacer es desayunar en el sofá con Lydia y mirar algún programa de casas a las nueve de la mañana.

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―¿Qué está pasando entre Vince y tú? ―¿Qué? ―Lydia levanta la mirada hacia mí en confusión―. Oh, eso. Cosas locas. Hice tostadas francesas caseras con Nutella y bananas caramelizadas. En la olla de lento cocimiento, ¿ves lo útil que es? Solo tengo que saltear estos plátanos para la parte superior y listo. La olla de lento cocimiento. Por eso huele como si a alguien jodidamente le importara aquí. ―¿Cuánto más necesitas? ―¿Qué? ―Quiero que te quedes. ¿Así que, cuánto más necesitas? Hablaré con Vince y me ocuparé de eso. Ella parpadea lentamente hacia mí varios segundos cuando mi teléfono suena con otro maldito mensaje. ―Tengo muchas llamadas que hacer, pero quiero ocuparme de esto. Hoy. ¿Así que, cuál es tu precio? Lydia se voltea y coloca una sartén para freír que no sabía que tenía en la estufa. Tacha eso, estoy seguro de que no tengo una sartén para freír. Ella debe haberlo sacado de alguna parte. ¿Me pregunto si la ordenó del servicio a la habitación con los comestibles? Me pregunto si alguna vez dejaré de encontrarla tan eternamente fascinante. Lydia está jugueteando en la estufa, ignorándome, así que regreso a la habitación para agarrar mi teléfono, escribiendo un mensaje mientras regreso a la cocina. ―Dime algo, Rhys. Dime algo que no sea lo que acabas de decir. ―No estoy seguro de qué quieres que diga. ―Quiero saber qué diablos estaba hablando con Vince anoche. Quiero saber cómo se siente por mí. Quiero resolver toda esta incertidumbre. Mi teléfono suena otra vez y lo miro antes de enviar la llamada al buzón de voz. ―¿Sabes qué, Rhys? Creo que estás tan asustado de cualquier cosa real que te escondes detrás del trabajo, clubs de stripers, y estupidez en general. ¿Qué? Está bien. Suelto un suspiro. Está bien, podría haber hecho esto mal. ―Espera, enton… ―No, no quiero esperar. No soy mucho de esperar, Rhys. En caso de que no lo hayas notado. Soy proactiva y he hecho todo. Eres una década mayor que yo. Eres el de toda esa experiencia, confianza, y habilidades de vida y sin embargo, yo soy la que hace todo. Cada. Maldita. Cosa. ―dice eso último lentamente, como señalando cada palabra. ―Está bien. Vamos a calmarnos aquí. Si esto es sobre el desayuno siempre podemos ordenar del servicio a la habitación. ―Oh, mi Dios. ―Apaga la estufa y baja la cuchara de madera. No sabía que tenía una de esas tampoco―. Sí, Rhys. Esto es sobre quién hace el desayuno. Escúchate. Tienes treinta y cuatro años. Despierta. Pon atención a lo que está pasando en tu vida por medio segundo. ¿Qué tal eso?

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―Lo hago ―espeto―. Puse atención a tu pequeña charla con Vince anoche. Es por lo que estoy… ―¿Crees que estoy teniendo encuentros secretos con Vince, Rhys? ―interrumpe otra vez―. ¿En medio de la gran apertura enfrente de todos? Sí. Absolutamente. Estaba organizando mi siguiente asignación antes de venir arriba a buscar en Google recetas para ollas de lento cocimiento para el desayuno. ―No te quiero con nadie más, Lydia. ―Pero tampoco me quieres para ti solo, ¿cierto? No de verdad. ―Niega y presiona sus labios juntos antes de respirar profundo―. Pregúntame cómo se siente esto, Rhys. Se siente como si me levanté con el pie izquierdo esta mañana. ―No importa. Te diré. Se siente como… estar vacía. ―Se encoge de hombros cuando lo dice, pero es un encogimiento triste, quizás incluso beligerante―. Se siente como llegar a un parque de diversiones y saber que están llenos y no puedes entrar. Se siente como si alguien te acabara de decir que Santa no es real antes de que estuvieras listo. Se siente como si lloviera dentro de mi corazón. Noto un momento demasiado tarde que está agarrando su bolso de mano y pasando la correa por su cabeza mientras camina hacia la puerta. ―Solo para que conste, estoy noventa y tres por ciento enamorada de ti. Quité el cinco por ciento por ser financieramente irresponsable porque pudiste haberme tenido gratis si no estuvieras tan asustado de tus estúpidos sentimientos. Y el dos por ciento por ser un idiota. Estoy probablemente confundiendo los porcentajes de idiota con los porcentajes del dinero pero sabes qué, no me importa. ―Lydia, espera. ―Intento alcanzar la puerta con mi mano, para evitar que la abra, lo cual es solo de mierda y ella me da una mirada que dice mucho. Y entonces se ha ido. Joder. ¿Qué diablos acaba de pasar?

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Treinta y uno RHYS Lo jodí. Lo jodí y no tengo idea de a dónde fue. Llamé a Canon mientras me estaba vistiendo, una mano en el teléfono y la otra pasando una camiseta por mi cabeza, y le pedí que la rastreara desde la puerta de mi suite, esperando que estuviera en algún lugar en el hotel. Sabiendo que no lo estaría. No lo estaba. Ella tomó el elevador hacia el estacionamiento, entro en su auto y salió de la propiedad justo menos de dos minutos después. Y no iba a responder si llamaba porque su teléfono está en el buró junto a mi cama, cargándose. Joder. Probablemente no respondería de todos modos, pero odio que esté sin su teléfono. ¿Qué si se descompone el auto, o se queda sin gasolina o quiere llamar a alguien que no sea yo? Ni siquiera sé quiénes son sus amigos, además de Payton, o si ha hecho amigos desde que se mudó a Las Vegas. Le digo a Canon que mantenga a Payton con instrucciones de llamarme si Lydia vuelve a su apartamento. Entonces abro la aplicación de Goodwill en mi teléfono mientras entro a mi auto. ¿Ella iría al que está entre el Windsor y su apartamento? No creo que su auto tenga GPS, así que no será capaz de encontrar locaciones en las que no ha estado antes, pero eso no elimina ni una sola tienda porque probablemente ha estado en cada jodida tienda. ¿Por qué hay tantas malditas Goodwill en Las Vegas? Me deslizo en mi auto y me dirijo a la de Tropicana. Es la primera a la que fuimos juntos, hace dos semanas, y está entre mi casa y la suya. El estacionamiento está demasiado lleno para hacer una rápida búsqueda por su auto así que entro. No está aquí. Por supuesto que no está aquí, ¿por qué sería así de fácil? No merezco que sea fácil. Llamo a Canon y le pregunto si puede hackear el sistema de cámaras de la ciudad y rastrearla desde el momento en que dejó el estacionamiento. Se ríe de mí y cuelga. Lo llamo de vuelta y le digo que me cubra porque me estoy tomando el día libre. Porque Lydia tenía razón sobre todo. Porque no he estado poniendo atención a mi propia vida y ahora la mejor parte de ella se ha ido. Lanzo el teléfono al asiento del pasajero mientras regreso a mi auto y decido si ella habría ido a la tienda en Maryland, o a la de Sahara a la que la llevé la semana pasada. ¿O se habría dirigido a una de la media docena de tiendas en Henderson, más cerca a su apartamento? Jesús. Decido darle a la de Maryland una oportunidad. Está más cerca al hotel que la de Tropicana, así que quizás fue a esa primero. O quizás voy a pasar el día persiguiéndola de un centro de donación a otro. La perseguiría tanto como se necesite. Siempre y cuando ella me lo permitiera. No está en la tienda de Maryland. No está en su apartamento. Y tampoco regresó al hotel. Es momento de hacer una visita a Vince.

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Treinta y dos RHYS ―¿Dónde está Lydia? Localicé a Vince en su oficina en el Double Diamonds y me salté las formalidades. Estoy lejos del humor para comportamiento educado con este idiota. ―La envié a mirar una propiedad ―responde Vince, sin perturbar por mi llegada o actitud. Ni siquiera me está mirando, demasiado ocupado en su laptop para molestarse. Probablemente contabilizando los recibos de la noche, o colocando una orden para desinfectante para tubos, o bolsas de basura―. ¿La querías de vuelta? Me digo que matarlo solo retrasará recuperar a Lydia. ―Sí, la quiero de vuelta, idiota. ¿Qué tienes contra ella, Vince? ¿Cuánto te debe? Pon el precio así podemos terminar con esta charada. ―Otro millón cambiaría las cosas ―dice lentamente, inclinándose en su silla mientras me examina con interés. ―Bien. Te lo transferiré hoy y entonces terminas con ella. Ahora dime dónde puedo encontrarla. ―Eres un idiota. ―Se inclina hacia adelante en su silla otra vez y me fija con una mirada―. Y nunca hablarle a Lydia otra vez va a ser un problema para mí. ―¿Por qué es eso? ―Estoy casado con su mejor amiga, para empezar. Lo miro, esperando que las palabras tengan sentido. ―¿Te casaste con Payton? ―Siento que me estoy perdiendo algo. Me dejo caer en la silla frente a Vince y quito el borde de mi mirada. Solo un poco. No estoy listo para estar equivocado sobre Vince todavía. Además, es todavía un idiota. ―Sí. Me casé con Payton, Dios me ayude. En lo que a Lydia respecta, eres la única persona que no puede ver a través de ella si no lo has averiguado para ahora. ―¿Qué se supone que significa eso? ―Ella es transparente como la mierda. Ni siquiera sabes lo afortunado que eres. Desearía que Payton fuera tan transparente. No tengo idea de qué diablos está pensando o siquiera dónde está la mayoría del tiempo. ―¿Qué estás diciendo exactamente? ―Esa subasta era toda para ti. La prostitución ni siquiera es legal es Clark County, Rhys. Todo fue una trampa. ¿Crees que estoy corriendo medio millón por mis libros por la venta de una virgen? Este es un club de caballeros, no un burdel, tú, jodido tonto. ―Sí, como si la prostitución no pasara en Las Vegas ―respondo―. Ambos sabemos que ese no es el caso. ―Bastante seguro. Pero no por mí. Estoy manejando un negocio legítimo aquí.

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Joder con mi vida. Nos miramos uno al otro a través de su escritorio y sé que está diciéndome la verdad, estoy casi seguro de eso. Pero, joder. ¿En serio presté tan poca atención? ―¿Qué hay del tipo contra el que estaba pujando? ¿Stan? ―Stan es mi hombre de mantenimiento y ese traje me costó mil dólares. Estoy enviándote la factura de eso, por cierto. ―Había un correo electrónico ―respondo―. Un boletín. ―Un boletín ―repite como si yo fuera un idiota―. Seguro, vendo sexo a través de un boletín, Rhys. Obtengo suscriptores a través de intercambios de boletines con todos los otros burdeles del estado ―dice inexpresivo y sí, lo veo ahora. Soy un idiota―. Nos reunimos en Starbucks y hacemos lluvias de ideas sobre las formas de promoción cruzada ―continúa―. Nos descubriste. Buen trabajo. ―Lo entiendo. El boletín era falso. ―Lo digo pero es innecesario porque Vince no me está escuchando de todos modos. ―Eso fue idea de Canon. Le dije que era demasiado estúpido para ser creíble, pero él dijo… ―Sí, soy un idiota. Lo entiendo ―interrumpo, ansioso por llegar a la parte donde averiguo dónde está Lydia y arreglo esto. Le hago un gesto con la mano para que continúe. ―Dijo que eras en verdad distraído ―continúa Vince―. Y que lo visual ayudaría a conseguirte aquí. Canon siempre ha amado lo visual. ―Espera. ¿Cómo se involucró Canon en esto? Todavía no entiendo de dónde salió todo esto en primer lugar. ―Lydia ―responde Vince como si fuera especialmente lento―. Todo fue idea de Lydia. Por lo que ella me dijo, ustedes dos tuvieron una cosa en un bar pero ella pensó que tenías un fetiche de pagar-por-ello porque no podías sellar el trato con ella. Vince no podría estar menos impresionado conmigo justo ahora. Él acaba de levantar dos dedos y doblarlos en el gesto universal de comillas en el aire mientras dijo “fetiche de pagar-por-ello”. ―Yo no… ―No quiero saber ―interrumpe con una negación―. Llamé a Canon para saber si algo de lo que ella estaba diciendo era real o si necesitaba que llamara a la policía para reportar que tenías una loca siguiéndote. Canon confirmó que ustedes dos tenían una cosa. ―Hace comillas en el aire otra vez cuando dice “una cosa” como si fuera ridículo para él―. Y él estuvo bastante apuntado con el gran plan de Lydia para seducirte admitiendo que estabas interesado en ella por hacer una subasta. Me estaba sintiendo especialmente caritativo ese día, así que, colaboramos en cómo era mejor conseguirte aquí. Hago una nota mental de recortar el personal de Canon. En verdad tiene demasiado tiempo libre en sus manos.

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―¿Entonces para qué era el dinero? ¿Por qué diablos me cobraste medio millón de dólares si todo esto es falso? ―pregunto, pero mi mente está corriendo con lo épicamente que he volado esto con Lydia. ―No soy un extraño de las donaciones de caridad, Rhys. Lograr que financies una causa de caridad era lo menos que podías hacer para retribuir por mi tiempo. ―Eres un verdadero idiota, ¿lo sabes? Vince se encoge de hombros. ―Fue para una buena causa. ―¿Y la causa siendo? ―pregunto―. ¿Pezoneras de oro para todos? ―Lydia no quería el dinero ―responde Vince, ignorando mi burla mientras arrastra un dedo por el cursor de su laptop―. Te estaba provocando para mi propio entretenimiento. Y la causa, por supuesto ―agrega, destellándome una sonrisa sardónica. ―Cierto. La causa. ¿Cuál es? ―Nuevo campamento ―responde Vince, volteando su laptop hacia mí―. Para las Girl Trooper de Las Vegas. Encontré una gran propiedad en Red Rock, pero no tiene una cabaña adecuada. Hay una ahí pero fue abandonada hace una década y el agente dijo que no era habitable. Además, sabes lo caliente que se pone ahí ―dice, levantando las cejas en significado―. Una piscina sería una linda adición. Para los campistas. ―¿Es para lo que necesitabas un millón? ―Sí. Asumiendo que a Lydia le guste la propiedad. Haré que la tierra pase a ser un fideicomiso, luego contrataré un contratista general para nivelar la cabaña existente y construir algo según el código. Añadir una piscina, quizás una cancha de tenis. Entonces lo donaremos a las Girl Trooper. ―Ella querrá renovarlo. ―Suspiro―. Querrá salvar cualquier estructura destartalada que todavía esté de pie con alguna romántica visión de su encanto histórico. Incluso si es una pila de mierda de 1980. Necesitaremos contratar a alguien que pueda renovar o usar lo que sea que quede para construir un columpio de jardín o alguna mierda así. Eso la hará feliz. ―Está bien conmigo. ―Se encoge de hombros. Saca un Post-It del cajón de su escritorio y garabatea la dirección del campamento antes de pasármelo―. ¿Terminamos aquí? Te enviaré un recibo por tu donación de caridad. No dejes que la puerta te golpee en el camino a la salida y podrías todavía atraparla ahí. ―Gracias, Vince. ―Ella es demasiado buena para ti. ―Lo sé. La quiero de todos modos. ―Si no es demasiado tarde. No puede ser demasiado tarde porque no puedo volver a una vida sin Lydia en ella.

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Treinta y tres RHYS Red Rock está justo a las afueras de Las Vegas, y por el GPS en mi auto debería estar en este campamento al que Vince me envió en solo media hora. Lo cual significa que tendré media hora para sentarme en mi auto y pensar sobre lo idiota que soy. Son dieciséis kilómetros derecho por Charleston hasta que el camino se curva y comienzo a recorres el camino hacia el campamento. Toma otros diez minutos y un giro casi perdido para llegar a mi destino y estoy aliviado de ver dos autos estacionados fuera de una vieja cabaña que seguramente debería ser condenada. Estaciono al lado del auto de Lydia y escaneo el área, inseguro de si están dentro o caminando por la propiedad. No hay puerta en la cabaña, o tanto como un techo en realidad. No veo a nadie así que me dirijo por la puerta. O el marco de la puerta, como sea. Escucho su voz tan pronto como cruzo el límite. Está de pie con la agente de bienes raíces enfrentando una ventana al lado de la cabaña, el cristal se ha ido hace tiempo. Hay una vista del Cañón Red Rock en el fondo pero no es nada ante la vista de Lydia. ―Elegí un mal cisne ―le está diciendo a la mujer―. Elegí un mal cisne y me emparejé con él y ahora estoy atrapada con él porque estoy noventa y tres por ciento enamorada de él incluso aunque es un idiota. ―Niega y entonces se detiene abruptamente, inclinándose hacia la agente de bienes raíces―. No del tipo atrapada por embarazo, solo del tipo gracioso. ¿Puedo decir eso? Fui una Trooper por trece años, sabes. Gané todas las insignias de salud así que sé cómo funciona el emparejamiento reproductivo y he cubierto mis bases. Probablemente voy a ganar una insignia de “no me embaracé por accidente”. ―Um… ―murmura la agente, inclinando su cabeza al lado, claramente no segura de cómo responder a nada de lo que acaba de salir de la boca de Lydia. Entonces me mira y el alivio cubre su rostro―. Bueno, mira eso. Parece que tu cisne vino por ti. Lydia gira y sus ojos destellan con sorpresa. Una mirada de confusión sigue. ―Rhys. ―Suspira un poco cuando lo dice, y suena como una pregunta. ―Los dejaré solos. ―La agente de bienes raíces sonríe y con una mirada entre nosotros se gira para irse. Sus tacones sonando por el suelo hasta que llega al porche, Lydia y yo estamos en silencio hasta que se ha ido. Entonces cierro la distancia entre nosotros, caminando lentamente hacia ella mientras miro en el interior de la cabaña. ―Lindo lugar ―digo como una forma de aliviar la tensión. ―Sí. ―Asiente―. Sí, lo es. Tiene mucho potencial. ―Levanta su barbilla una fracción―. Con la visión correcta podría ser realmente especial. ―Lo siento. ―Ella parpadea rápidamente y respira pero continúo antes de que pueda decir algo―. Lo siento por todo. Excepto por ese primer beso en el bar. Esa fue la mejor decisión que he tomado. Lo siento por todo lo que vino después.

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―¿Lo sientes? ―Ella pestañea otra vez―. ¿Lo sientes en una manera de “desearía que nunca hubiera sucedido”? ―Dios, no. ―Niego―. Lo siento en una forma de “estoy enamorado de ti”. En la forma de “espero no lo haya jodido demasiado”. En la forma de “espero me des otra oportunidad”. ―Oh. ―Lo siento por darte señales confusas. Lo siento por alejarme de ti en el bar y lo siento por ponerte en una posición para un plan completamente loco para conseguir mi atención. ―Lo siento también. Mi tiempo no fue genial. Debería haber esperado hasta después de la gran apertura, pero tenía miedo de que te enamoraras de una prostituta real en vez de mí. ―No es posible. ―Niego. ―Seguro que sí. Todo es posible. ―Eres la única mujer para mí, Lydia. No sé qué puedo ofrecerte ―digo suavemente, metiendo un mechón de cabello detrás de su oreja y trayendo su mano a mis labios―. Pero estoy enamorado de ti y quiero intentarlo. ―¿Qué estás haciendo? ―Luce alarmada y da un paso atrás, su mano cayendo de la mía―. ¿Te estás proponiendo ahora? ―No lo estaba, en realidad. Pero puedo. Me casaría contigo hoy si eso es lo que se necesita. ―¡No! ―Está bien, vaya. Eso fue un no bastante animado. ¿Entonces no quieres casarte conmigo? ―Nos conocemos hace menos de dos meses, Rhys. Quiero ser cortejada. Seducida. Perseguida. Solicitada en una forma romántica. En algún lugar además de Del Taco. No, eso es mentira. Del Taco está bien, en realidad. ―¿Quieres ser cortejada con el café helado del menú económico? ―Es muy bueno, Rhys. No importa lo que digas. ―Bastante justo. ―Aquí un spoiler, Rhys: Me casaré contigo. Algún día. Pero esto… ―Gesticula entre nosotros con su dedo―. No es mi propuesta. Te propondrás un día, cuando ambos estemos listos, y lo harás bien. ¿Me escuchaste? Bien. Las palabras “no lo estaba, en realidad, pero puedo hacerlo” no saldrán de tu boca en ese momento. ¿Entendido? ―Sí, señora. ―Bien. ―Estrecha sus ojos hacia mí como si no está segura si mi sí fue sincero o no. ―¿Puedo decir algo? ―¿Qué? ―espeta. ―Esto de la chica mandona es en verdad excitante. Una lenta sonrisa se esparce por su rostro junto con un indicio de rubor.

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―¿Puedo decir algo más? ―Está bien ―acuerda, esta vez sonriendo. ―Tenías razón cuando dijiste que habías estado haciendo todo el trabajo y quiero arreglar eso. ¿Me dejarás? Porque en verdad necesito recuperar ese siete por ciento. ―Hmm ―murmura mientras piensa―. Me quedan algunas insignias por ganar. Quizás podrías ayudarme con ellas. ―Me encantaría.

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Epílogo RHYS Varios años después… ―Érase una vez una chica que entró en un bar y capturó mi corazón, pero yo era demasiado estúpido para ver lo que estaba sucediendo. Afortunadamente para mí ella era una chica del tipo bien orientada por las metas que decidió contra toda lógica que valía la pena. No lo hacía, pero eso no la detuvo. Gracias a Dios que no la detuvo. ―¡Rhys! ―sisea Lydia―. ¡No le digas eso! Esa no es una narración precisa del cuento de hadas. No es una narración apropiada. ―Shh. Es nuestra historia para dormir favorita. También él es un perro así que no creo que le importe cuál versión le estoy dando. Ambos nos giramos para ver a nuestro nuevo perro, Trooper. Él golpea su cola contra el suelo e inclina su cabeza al lado, un ojo levantado como si intentara discernir si Lydia está a punto de darle una caricia extra en el vientre antes de dormir. Él es algún tipo de mezcla de laboratorio que obtuvimos en un grupo de rescate, pero no creo que debería ser una sorpresa para nadie. Lydia ama rescatar cosas. No pregunté los detalles de esta última vez. Trooper es un perro adulto y con mal comportamiento. Al igual que cuando Lydia me encontró. Dice que él tiene potencial. ―¿Tiene que dormir en su perrera? Tropper golpea su cola en respuesta. Sabe cómo trabajarme. ―Sí. Sí, tiene que. Hasta que gane su insignia de buen comportamiento necesita dormir en su caja. ―Solo se ha comido dos de tus zapatos. ―Señalo. Trooper cuelga su cabeza y emite un dramático gruñido―. Y uno era una sandalia. Eso difícilmente cuenta. ―Cuenta, Rhys. Así como comerse medio kilo de carne molida del mostrador después de distraerme al voltear su cuenco de agua. Trooper rueda sobre su espalda y golpea su cola otra vez. ―¿Qué si el mejor perro que puede ser todavía es horrible? ―Alcanzo y le doy una caricia en el vientre. ―Entonces conseguiré nuevos zapatos. ―O podrías solo correr alrededor descalza y embarazada, haciendo irrelevantes los zapatos. ―¿Te gustaría descalza y embarazada? Eso suena horriblemente inconveniente. ―¿Cuál? ¿Estar descalza o estar embarazada? ―Descalza mientras estás embarazada. Imagina que cortas tu pie mientras estás descalza pero estás tan embarazada que no puedes alcanzar tu propio pie para ocuparte de eso.

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―Lydia. ―Me pongo de pie y señalo a Tropper para entrar en su perrera. Él lo hace sin quejarse, girando en un círculo antes de poner su cabeza sobre sus patas delanteras. ―¿Qué? ―Creo que deberíamos hablar sobre hacer el apareamiento del tipo reproductivo. Tener algún cygnet propio. Lydia está radiante. ―¿Sabes que los cisnes bebés son llamados cygnet? ―Por supuesto que lo sé. ―Bien. Puse un poco de atención al paquete de patrocinio de cisnes. ―Bebé. Eso es tan sexy. ―Lydia me está mirando y lamiendo sus labios como hace cuando regreso del gimnasio, la camiseta fuera y colgando sobre mi hombro. Ella es todavía demasiado fácil. ―Podríamos comprar una casa. Trooper necesita un patio. Los niños necesitarán un patio. Y podría estar equivocado, pero estoy casi seguro de que no hay autobús escolar haciendo una parada en el Strip. ―¡Podríamos comprar una casa para reparar! ―exclama Lydia. Se ha movido a la cama y está sentada de piernas cruzadas en la superficie, usando pijamas de sábanas y una camiseta. ―O podríamos construir ―ofrezco―. Encontrar el terreno perfecto con una vista al Strip de un lado y a las montañas del otro. Construir personalizado. ―¡O podríamos comprar para reparar! ―O podríamos comprar para reparar ―acuerdo. Porque una vez que saco mi cabeza de mi trasero no soy tan idiota. ―Será como un episodio de House Hunters ―dice Lydia dramáticamente―. Solo que conseguiré mirar todas las casas en lugar de solo tres. ―Será justo así ―concuerdo―. Solo que mejor. He pasado cada día desde que pensé que lo había jodido con ella, apreciándola. Apreciando que estamos juntos. Pasamos los fines de semana explorando Las Vegas. Fines de semana viajando. Las noches sin hacer nada y los días haciendo todo. Hemos estado en Austin para los camiones de tacos y en San Antonio para los tacos hinchados. Cuando fuimos a París para nuestra luna de miel tuvimos crepas y ella las llamó tacos franceses. Luego se rió de sí misma hasta que casi se cayó. Me enamoré de ella otra vez. Lydia hace cada experiencia mejor. Estar con ella se siente como suerte, destino, y ganar la lotería. Se siente como confianza, amistad y hogar. Su amor se siente como una sorpresa tan buena que nunca te atreviste a esperar, pero cuando la encuentras, la aferras fuertemente. Y lo haré. Me aferraré a mi chica buena para siempre.

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GOOD TIME (Payton & Vince) Próximamente en otoño 2018

Hay una cosa que deberías saber. No estaba así de ebria. Estaba más que lo suficientemente sobria para ponerle un alto. La verdad es, que fue mi idea. Soy quien lo sugirió. Sabía que era loco, pero no es como si soy la primera chica en casarse en un capricho en Las Vegas. Tampoco seré la última chica en casarse en un capricho en Las Vegas. ¿Entonces cuál es mi excusa? Él me gustaba. Me gustaba la idea de él estando atrapado conmigo, solo por un rato. Porque nada bueno dura, así que bien podrías tener un buen momento mientras puedes.

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Sobre la Autora

A Jana Aston le gustan los gatos, las grandes tazas de café y libros sobre multimillonarios que desfloran vírgenes. Escribió su novela debut mientras recibía llamadas de servicio al cliente sobre facturas de electricidad, y siempre agradeció por el ginecólogo ficticio en Wrong que los lectoras abrazaron tanto que hizo realidad el trabajar en pijamas. Las novelas de Jana han aparecido en las listas de bestsellers del NYT, USA Today y Wall Street Journal, múltiples veces. A ella le gustan los múltiplos.

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